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La memoria de las víctimas
GERMÁN YANKE ABC 2 Agosto 2009
Supe de Joseba Pagazaurtundua por un amigo común, José Luis López de
la Calle, aunque no le conocí hasta después de haber sido asesinado
éste por ETA. El día en que por fin pude abrazarle le dije que todos
los días pensaba en nuestro amigo. «A mí me pasa lo mismo», dijo.
Cuando la banda terrorista asesinó a Pagazaurtundua escribí que ya
no podría dejar de pensar en él. La lista de los admirados amigos
asesinados por ETA por defender el sistema constitucional de
libertades se amplía dolorosamente y todos ellos ocupan un lugar en
mi cotidiana memoria. No pesan, duelen pero alientan. Al término de
la Guerra Mundial, un joven estudiante preguntó a Albert Camus qué
podía hacer ya que no tuvo la oportunidad de luchar contra el
nazismo. «Piense cada día en sus víctimas», le respondió. La lista
se ha agrandado tanto en estos cincuenta años, esta semana de nuevo
con los guardias civiles Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvá, que
no es posible pensar en todos ellos, pero una cosa es lo
irrealizable y otra el olvido, que es igualmente imposible.
Siempre presentes
Las víctimas de ETA no se han olvidado nunca. Sin su presencia no se
habría desplegado el miedo que ha atenazado al País Vasco durante
decenios, ni se habría cedido al nacionalismo, como durante muchos
años ocurrió, la tarea de detener la violencia a cambio de una
política de privilegios, ni se habría mostrado la debilidad del
Estado, como en ocasiones ha ocurrido, en vanos intentos de negociar
de un modo u otro una tregua o un cese del terrorismo o de
enfrentarse a él al margen de la legalidad. Las víctimas han estado
siempre presentes en la política vasca (y en la española), aunque
hayan quedado en la recámara, como si fuesen sólo una consecuencia y
no el significante, lo que revela realmente lo que ocurre.
No se trata de que, en sus ideas políticas o en su modo de ver el
mundo, tengan razón. No se trata de pensar como ellas y enarbolar
sus ideas. Son ya tantas, civiles y militares, políticos y miembros
de las fuerzas de seguridad, empresarios y periodistas, empleados
públicos y privados, de izquierdas y de derechas, ricos y pobres,
creyentes, agnósticos o ateos, que no es factible dibujar sus
planteamientos vitales y políticos. Representan, en definitiva, la
pluralidad más extensa amparada por la Constitución de una
democracia, que es lo que, para imponer su dictadura, los
terroristas consideran su enemigo.
Pero siendo tan distintas e inabarcables con un mismo patrón, las
víctimas tienen una verdad inapelable: su inocencia ante unos
verdugos que, por su fanatismo violento, las asesinan, destrozan sus
haciendas o sus vidas y quieren someterlas al terror. Ahora,
afortunadamente, el reconocimiento de las víctimas forma parte del
panorama político. El esfuerzo por convertirlo en un eje de una
nueva política es uno de los rasgos fundamentales del proyecto de
Patxi López y a ello ha dedicado, desde que accediera al poder, sus
más emocionantes palabras.
Reconocimiento público
No debe tratarse sólo de un reconocimiento público, de mostrar la
compasión y la solidaridad de una sociedad con los que más directa y
brutalmente han padecido el terrorismo. Se trata de que la memoria
de las víctimas, la obligación de pensar en ellas a diario, se
convierta en lo que Todorov llamaba «una memoria ejemplar». Es
decir, el empeño cotidiano porque la barbarie no se repita, la
imposibilidad de quedar impávidos, detenidos por la pusilanimidad o
el miedo que, si no son inevitables (como no lo han sido), sí pueden
ser vencidos.
Quienes, por abandono de sus responsabilidades o por obtener un
rédito político, han venido defendiendo lo que en el fondo ETA
promueve, es decir, la negociación, el que el terrorismo termine
«como sea», una barbarie que les parece absurdamente menor que la
que padecemos, no olvidan a las víctimas.
ETA y los periodistas
24/7 Periodista Digital 2 Agosto 2009
El periodismo, como tantas otras actividades sociales, está en
crisis. La falta, en algunos casos, de reglas del juego rigurosas y
compatibles con la veracidad han situado a nuestra profesión en la
diana de los desafectos sociales, en una triste competición con la
clase política.
Estos últimos días, la barbarie etarra ha espoleado algunas
conciencias y situado el debate en el tejado de los informadores:
¿deben o no los medios servir involuntariamente a la estrategia
etarra convirtiendo sus zarpazos sangrientos en títulares épicos?;
¿se debe o no, en las tertulias radiofónicas, transformar en materia
de análisis científico la audacia de una banda que ha conseguido
matar a dos pobres guardias civiles en una isla, en teoría
blindada?; ¿deben o no los opinadores hacer el ejercicio de entrar
en la mente de un asesino para adivinar sus intenciones, la táctica
que ha seguido o practicar la hermenéutica sobre sus objetivos
políticos?
En tiempos de tribulación, no hacer mudanza. Subraya Mayte Alcaraz
en ABC que, a pesar de eso, habrá de llegar el momento en que la
Prensa reflexione sobre estos interrogantes e, incluso, ambicione
encontrar ciertas respuestas.
La eterna duda es si con tanta profusión de espacio informativo las
alimañas no ven ya alimentadas parte de sus expectativas
publicitarias. Si además, algunos medios extranjeros del civilizado
occidente tragan con las ruedas de molino de la propaganda etarra
denominando a la banda «grupo separatista vasco», el círculo está
cerrado.
«The Times», «Le Monde» o «Herald Tribune» se han empeñado en que
esta cuadriolla de asesinos son un grupo de angelicales
secesionistas, en una suerte de atenuante macabro a sus crímines.
Está claro que por muchos editoriales que se sigan publicando
condenando de forma tajante a los terroristas, mientras la batalla
del lenguaje y de la responsabilidad periodística no la ganemos,
algo estaremos perdiendo.
Sawgrass
César VIDAL La Razón 2 Agosto 2009
Hay lugares que constituyen una radiografía de primera magnitud de
una sociedad concreta. Es el caso de Sawgrass en Florida. En
apariencia, Sawgrass no pasa de ser un gigantesco centro comercial
situado cerca de Fort Lauderdale, a algo más de una hora de camino
de Miami. En la práctica, es toda una visión del mundo que no se
corresponde con la que pueden tener muchos a este lado del
Atlántico, pero que resulta, guste o no, infinitamente más real. Les
invito a realizar un sencillo ejercicio de comprobación de lo que es
la cultura en un lugar así. Por ejemplo, si penetran en la gran
librería de Sawgrass, muy superior al noventa y cinco por ciento de
las españolas, encontrarán que sólo existen dos lenguas, el inglés y
el español. De manera exclusiva aunque dispar, ya que el inglés
representa el ochenta por ciento de los materiales.
En el mundo civilizado, sólo hay dos lenguas de carácter
internacional. Una es el inglés y la otra es la que pretenden
extirpar los nacionalistas catalanes –difícilmente se puede ser más
bruto y malicioso– de varias regiones españolas. Con los textos de
idiomas, de nuevo, los datos son abrumadores. La primera lengua
extranjera es el español y luego vienen el árabe, el chino, el
hebreo y casi por compasión el alemán y el francés. Aprender otra
cosa no pasa de ser una rareza rayana en lo patológico. Pasemos
ahora a la música. De nuevo, casi el ochenta por ciento procede de
Estados Unidos aunque en ese mundo se integra a algunos británicos
de peso –ya se sabe, los primos que decía John LeCarré– como Elton
John o los Beatles. El otro veinte por ciento es el mundo hispano en
el que está incluida España por razón de cultura y de lengua.
Luego un uno o un dos por ciento aparece el resto del mundo. Así,
Tíbet tiene su representación al lado de una Irlanda que supera –por
razones obvias– a Francia o a Italia. A decir verdad, salvo Piaf,
Aznavour y Jhaled, Francia no existe. No está mal que en un país tan
nacionalista, la representación mayoritaria la tengan un armenio y
un argelino. Pero déjenme detenerme en España porque España es
Raphael, es Julio Iglesias, es Miguel Gallardo, es Fangoria y es los
Hombres G. Serrat no existe como muchos sostienen desde hace
décadas. Por supuesto, resulta imposible encontrar la menor
referencia a Cataluña o las Vascongadas. Tampoco existen y si alguna
vez alguien se cruza con ellas –no en Sawgrass, en el mundo– es
porque forman parte de esa España que habla la lengua del mundo
hispano.
¿Y eso es todo lo que hay de Europa?, gritará alguno escandalizado.
No. En Sawgrass, se puede encontrar a Bach y a Prokofiev, a Verdi y
a Albéniz, pero con ese respeto que se siente hacia el pasado
glorioso que no por eso deja de ser pasado. Basta pasar por Sawgrass
para ver cómo es el mundo y cómo en España hemos decidido darle la
espalda a la realidad cegados por ese estúpido fanatismo que ha
convertido Cataluña y las Vascongadas en sendos eriales del
pensamiento, que amenaza con transformar a generación tras
generación en siervos de la gleba que sólo hablan una lengua
minoritaria inexistente internacionalmente y que sólo piensan en los
términos microcefálicos del nacionalismo.
Fachas y lerrouxistas
Jesús Royo Arpón www.lavozlibre.com 2 Agosto 2009
En este país nuestro de banderas al viento, a veces me maravilla qué
difícil resulta el noble ejercicio de pensar. Quizá es por pereza -o
quizá por el miedo a ser libres, vete a saber-, el caso es que
mantenemos unos conceptos que funcionan como 'minas del
pensamiento'. Basta con que alguien los indique (¡terreno minado!)
para que todo el mundo reniegue y se aparte de ellos como de la
tiña.
Hace años, dentro de las izquierdas era el concepto de
socialdemocracia. Si te acusaban de socialdemócrata, habías pisado
mierda. Tenías que demostrar que no, qué va, tú eras el Che Guevara
en persona. Hoy, todo aquel ritual nos da más pena que otra cosa.
Pero aún funcionan unas 'minas mentales', en concreto con los
calificativos 'facha' y 'lerrouxista'. El día siguiente de la
publicación del 'Manifiesto por la tolerancia lingüística', el
chiste de La Vanguardia era un cementerio tenebroso, con la tumba de
Lerroux abierta, donde dos enterradores comentaban: “Ha vuelto a
salir. Es que no para”. Nadie sabe nada de Lerroux, ni si era de
derechas o de izquierdas, ni si tuvo mucho éxito o poco. Sólo queda
de él la diapositiva de que propugnaba un “españolismo dirigido a
las clases populares catalanas”, tal como dice el diccionario Fabra.
O más sencillo y claro: es 'anticatalán'. Terreno minado, vade
retro.
Más escandaloso es el adjetivo 'facha'. Proviene de 'fascista', que
significa, como todo el mundo sabe, nacionalista totalitario. Pues
bien, 'facha', para mucha gente es sinónimo de 'español',
sencillamente. La bandera española es facha. Hablar castellano es
facha. Hemos visto auténticos fachas -o sea, nacionalistas
intolerantes- increpar a gente demócrata al grito de '¡Fachas!'. Y
la frase más facha posible, escrita en una pared, decía: “Matar
fachas no es un delito: es un deporte”.
Entonces, ¿qué significa facha, qué significa lerrouxista? No
quieren decir nada, son rituales sociales expiatorios, sin
contenido. No dicen nada acerca de los acusados de ser fachas o
lerrouxistas. Sí dicen, y mucho, de los acusadores. Facha es
“aquello que no estamos dispuestos a tolerar”. Indica los límites de
nuestra tolerancia. Es decir, si señalamos a alguien como facha,
quiere decir que es apedreable, silbable, expulsable. O disparable:
aún hay gente que aprueba el tiro a la rodilla que le disparó Pere
Bascompte a Jiménez Losantos. Por facha.
Mis conclusiones acerca de la consulta
sobre el gallego
JUAN JULIO ALFAYA Periodista Digital 2 Agosto 2009
A pesar de los fallos (algunos intencionados), irregularidades y
falta de supervisión que ha habido en la consulta, de ella extraigo
las siguientes conclusiones:
1º Galicia es bilingüe.
2º La mayoría de padres de infantil piden la alfabetización en los
dos idiomas.
3º La media de todos los niveles educativos indica que el 36,4%
quiere las asignaturas troncales sólo en castellano y el 13,7% en
gallego. Es decir, por cada encuestado que prefiere el gallego, 2,65
prefieren el castellano.
4º El actual marco normativo no se corresponde con las preferencias
de las familias.
5º Entre "utilidad" e "identidad", la mayoría de los consultados se
decanta por la utilidad.
6º La política de normalización lingüística de los últimos 25 años
ha sido un fracaso porque:
a) la política no tiene por qué entrometerse en la lingüística, el
mismo término "política lingüística" es contradictorio en sí mismo,
b) no hay nada que normalizar, por lo que sobra hablar de
"normalización lingüística", los gallegos no somos anormales
lingüísticamente, pues nos regimos por las mismas leyes de utilidad
y sentido común que el resto de los mortales.
c) el gallego normativo tiene un inconfundible sello de
artificialidad que a la mayoría de los gallegos nos produce rechazo,
d) la politización del idioma aumenta todavía más ese rechazo, pues
afecta a la convivencia familiar, escolar y social.
7º La situación del gallego, a mi modo de ver, no es de enfermedad
terminal si se aplican soluciones inteligentes, atractivas y
respetuosas con los derechos lingüísticos de todos los gallegos.
8º La imposición, la coacción y cualquier manifestación de
agresividad produce efectos indeseados y problemas en las familias y
en las personas. Deben ser sustituidas por la cordialidad y la
empatía.
"CREÍA QUE NO TENÍA NINGÚN ENEMIGO"
Un vecino denuncia a un comerciante por no
rotular en catalán en Sant Boi
Un vecino y trabajador autónomo de la localidad ha sido denunciado
por un ciudadano anónimo por no rotular su comercio en catalán, que
recibió la amonestación de la Agencia Catalana del Consumo hace
algunos días, según El Mundo. "Pensé que no tenía ningún enemigo",
se lamenta el comerciante.
LIBERTAD DIGITAL Libertad Digital 2 Agosto 2009
Andrés Mora Nohales posee varias tiendas en la localidad,
pertenecientes a a un negocio familiar propio comenzado a mediados
de la década de los ochenta, con una ferretería en el barrio de
Ciudad Cooperativa. Mora, precedente de un pequeño pueblo de Cuenca,
se casó con una catalana y ha desarrollado su actividad comercial en
la comarca del Bajo Llobregat.
Y ahora es amenazado con una multa debido a la denuncia de un
indignado ciudadano anónimo, por no rotular su comercio en catalán.
La Agencia del Consumo de la Generalidad catalana ha instado a Mora
a que en "dos meses" como máximo ajuste el cartel a la "normativa
vigente" del artículo 32.3 de la Ley de Política Lingüística. "La
señalización y los carteles de información general de carácter fijo
y los documentos de oferta de servicios de los establecimientos
abiertos al público tienen que estar redactados, al menos, en
catalán".
La denuncia tiene fecha del pasado 31 de enero, y el requerimiento
llegado al comercio llegó el pasado 8 de julio. La concejal del PP
en el Ayuntamiento de Sant Boi, Marina Lozano, se lamenta en El
Mundo de que "el de Sant Boi no es un caso único", ya que en
"Castelldefells varios comercios y restaurantes del centro comercial
Ànec Blau han sido inspeccionados".
Mora asegura a El Mundo que dicha normativa "ayuda a discriminar el
castellano, una lengua que también es oficial". "Ciudad Cooperativa
es un barrio en que nueve de cada diez conversaciones se mantienen
en castellano", dice. "Muchos rótulos están en castellano en el
resto de comercios de la localidad", y se lamenta: "¿Por qué un
particular querría delatarme?".
El trabajador asegura en el diario que "creía que no tenía ningún
enemigo, pero parece que no es así". Mora asegura no tener "nada en
contra" de la lengua catalana, y de hecho se declara "bilingüe".
Redacta los presupuestos d ela empresa en catalán, y siempre ha
matriculado a sus hijas, "catalanas al cien por cien", en colegios
que "apuestan por la enseñanza del catalán", y sin embargo aún así
ha sido denunciado.
Mora se lamenta en El Mundo sobre el gasto inesperado que le va a
suponer, y recuerda que "la época en que encargué el rótulo por el
que me han denunciado era distinta a ésta: se hacía menos
publicidad, no había Internet ,no se daban tantas tarjetas de
visita. Lo pusimos en castellano, sin reparar que eso pudiera acabar
molestando a alguien un cuarto de siglo después".
******************* Sección "bilingüe"
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Esfuerzo redoblado
EDITORIAL El Correo 2 Agosto 2009
Los últimos crímenes de ETA dejan a los ciudadanos y a sus
instituciones y partidos democráticos tan llenos de dolor como
decididos a terminar lo antes posible con un terror que se empeña en
prolongar su sangriento medio siglo de historia. El asesinato el
jueves de los guardias civiles Diego Salva y Carlos Sáenz de Tejada
en Mallorca y la brutal explosión que sacudió la madrugada del día
anterior la casa cuartel de Burgos -poco más de un mes después de
que una bomba lapa segara la vida del inspector de Policía Eduardo
Puelles en Bilbao- no mueven un ápice la firme determinación de
ganar, desde la total unidad política, la batalla de la libertad que
la banda terrorista ha comprometido durante tan largo y atroz
periodo. Al contrario, animan a redoblar el esfuerzo y a utilizar
todos los instrumentos que proporciona la ley para desterrar de
nuestra convivencia cualquier manifestación de esta violencia o el
más mínimo atisbo de connivencia política y social con ella.
La reciente ofensiva no contradice la firme y mayoritaria convicción
de que ETA atraviesa una etapa de debilidad. Una certeza que no
contrarresta su puntual capacidad de causar daño, y que sí avalan el
exitoso acoso policial a la banda en España y Francia, el incansable
trabajo judicial que prácticamente ha borrado de las instituciones
de Euskadi las sucesivas marcas electorales que otorgaban cobertura
política al terror -culminado por la decisiva sentencia del Tribunal
de Estrasburgo- y, por fin, los aires de derrota que llegan desde
algunas cárceles. La formación del Gobierno vasco que preside Patxi
López, con el respaldo del Partido Popular, debe aprovechar la total
sintonía con el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero para ahondar una
colaboración con las autoridades francesas que, mediante operaciones
como las de Cahors en 2007 y Grenoble en junio pasado, termine con
la llegada de vehículos como el que acaba de estallar en Burgos. A
la vez, y bajo el liderazgo del lehendakari, las formaciones
democráticas de Euskadi tienen que trabajar en común para limpiar
las calles de nuestros pueblos y ciudades de cualquier símbolo que
pretenda alentar el terrorismo y agraviar la memoria de las
víctimas. A esta imprescindible unidad contribuye valiosamente que
la izquierda abertzale representada por Aralar anime a rechazar
públicamente a ETA. Y que el PNV traslade a los nacionalistas que la
banda «es sólo un fenómeno de crimen» organizado al que no le queda
sino desaparecer.
La serpiente ha hablado: "Hoy toca muerte.
Mañana, negociación"
Pepe Álvarez de las Asturias El Semanal Digital 2 Agosto 2009
ETA ha hablado de la única forma que conoce: con la lengua viperina
del terror. Y ha dicho lo de siempre: "Aquí estamos, seguimos vivos,
vivitos y coleando, después de 50 años".
Hoy no voy a hablar del milagro que salvó la vida a 41 niños y 79
adultos de los doscientos kilos de muerte que la serpiente etarra
hizo estallar, con su habitual cobardía, justo enfrente de su hogar,
la casa cuartel de la Guardia Civil de Burgos; no voy hablar tampoco
de la detención del surfista Iker Acero (¿cómo puede ser campeón de
España alguien que odia tan rabiosamente a España?) y sus compis de
recaudación internauta para alimentar a la serpiente y afilarle bien
el hacha, ni voy a hablar de los miles de euros que el Gobierno de
Ibarretxe ha prestado (o regaladado) a esa web de enaltecimiento
etarra durante años; no voy a hablar siquiera de la melenilla del
juez Pedraz ni de lo que tiene (o no tiene) bajo ella, después de
permitir el enésimo homenaje impune a un etarra; no voy a hablar
tampoco de las palabras de condena, repulsa, indignación y
determinación de quienes hace no mucho acariciaban y mimaban a la
pacífica serpiente; ni voy a hablar de la enésima petición de una
"solución negociada al conflicto", sutilmente susurrada por Otegui y
compañía aprovechado el ruido provocado por el coche bomba y los
gritos de los niños a quien iba dirigido.
No, no voy a hablar de todo lo que pasó o no pasó o pudo haber
pasado el miércoles, porque queda ya a una terrible, triste y
rabiosa distancia. A dos muertos de distancia, a dos jóvenes
guardias civiles asesinados de distancia, a dos vidas salvajemente
arrancadas de distancia, a dos familias machacadas para siempre de
distancia.
Porque este jueves, tan lejano, quien sí ha vuelto a hablar ha sido
la serpiente. Otra vez. De la única forma que conoce: con la lengua
viperina del terror. Y ha dicho lo de siempre: "Aquí estamos,
seguimos vivos, vivitos y coleando, después de 50 años". Coleando y
mordiendo y envenenando y estrangulando. Y volando por los aires a
quien se ponga por delante, o por detrás. Es lo que tienen las
serpientes, que son serpientes y no pueden dejar de serlo. Ni
quieren. Ni saben. Ponen bombas, asesinan políticos o polícías o
panaderos o niños, qué más da, extorsionan a empresarios,
secuestran, torturan, queman autobuses, ganan elecciones, gobiernan,
edukan… y se ríen de nosotros con odio y rabia, que es la única
forma que conocen de reírse.
Sí, es lo que tiene ser serpiente, que por mucho que lo intente el
pacificador de turno, nunca deja de ser serpiente; y si encima es
alimentada, acurrucada, resguardada, mantenida, justificada,
utilizada, comprendida, o simplemente tolerada, pues la serpiente se
crece, porque no es tonta, y se retuerce con más saña y hace más
daño, y muerde. Y mata. El miércoles no pudo ser, ¡mala suerte! Qué
bonito aniversario, podían haber caído tantos… Pero el cascabel sí
se oyó, fuerte y rotundo. A la próxima habrá mordisco, dicen, con
veneno, claro; con muertos, claro. «Es nuestra forma de hablar, ¿qué
pasa pues? ¿Que no hay libertad de expresión, o qué?». Pues eso, que
el jueves se expresaron. Libremente, oye. Y en estéreo. Las
consecuencias de su discurso: la vida de Carlos Saenz de Tejada
García, de 28 años y natural de Burgos (¡cruel paradoja!); y la vida
de Diego Salva Lezaun, pamplonica de 27 años y en prácticas. Los
dos, Guardias Civiles, ese cuerpo históricamente repleto de héroes y
mártires (¡cómo recuerdo ahora esa magistral portada de Mingote en
la que un guardia civil llevaba en brazos a un casero vasco para
salvarlo de las inundaciones), héroes y mártires que no tienen
dinero para ordenadores ni chalecos antibalas, pero sí plena
disposición a morir por defendernos. "Todo por la Patria", ya saben.
La serpiente ha hablado. Y ha vuelto a pedir lo de siempre: diálogo.
Solución negociada. Van ya varios mensajes en estas últimas semanas,
más o menos sutiles. El del jueves, desde luego, el menos sutil.
Pero así se comunica la bestia. A hachazos, cortando vidas de cuajo.
Y todavía habrá quien piense que hay serpientes buenas y malas; y
todavía habrá quien piense que se las puede domesticar. Y lo
volverán a intentar, fijo, cuando convenga. Ahora tal vez no sea el
momento. Ahora toca escupir a la serpiente. Mañana, ya veremos. La
cobardía es una poderosa fuerza para hacer el mal.
ETA, racismo y Código Penal (I)
Cristina Falkenberg El Confidencial 2 Agosto 2009
Esta semana íbamos a hablar de un tema que llega a causar verdadera
ansiedad en los ciudadanos: el de cumplir con cada una de las "micro
regulaciones" de Hacienda… ante la amenaza de sanción, incluso ante
errores propios de Hacienda, con entuertos que tardan años en
deshacerse y agotan incluso al más ducho en leyes.
Sin embargo habrá que dejarlo para más adelante, porque una vez más,
la salvajada de ETA por dos días consecutivos ha inundado las
portadas de los diarios. De nuevo sobre la mesa críticas,
reflexiones y debates sobre la horrenda lacra del terrorismo… y en
todos ellos, una serie de lugares comunes: la decepción ante un
Estado indeciso, incapaz de acabar con una simple banda criminal; la
percepción de ETA como un negocio indecente pero de lo más
lucrativo; la repugnancia ante el nacionalismo que le da cobijo; y
el debate sobre la necesidad de una acción firme, continuada, amplia
de miras y verdaderamente eficaz.
No cabe duda de que la política criminal es uno de los ejes
absolutamente fundamentales en la lucha contra ETA, y que se
sustancia entre otras cosas en ese campo tan especial de la ciencia
jurídica que es el Derecho penal.
El Derecho penal se organiza en tres grandes áreas: el derecho de la
legislación penal, el derecho procesal —o de enjuiciamiento— penal y
el derecho penitenciario, centrado en la recta ejecución de la pena
impuesta: un procedimiento que suele durar años y que en nuestro
Derecho se somete siempre a intervención judicial.
Respecto del Derecho penitenciario baste recordar que el artículo 25
de nuestra Constitución establece, de manera expresa, que el fin
último de la pena es la reeducación y la reinserción social del
delincuente. Pero de manera implícita configura la pena como un mal,
un castigo, una retribución negativa a un comportamiento que el
legislador juzga especialmente reprochable. Prueba de ello son las
limitaciones que se imponen al legislador, que de ser la pena un
bien, no se darían.
Tanto vale en Derecho lo expreso como lo tácito y que se deduzca de
manera inequívoca. Por lo tanto es técnico-jurídicamente incorrecto,
y por tanto inaceptable, ese “buenismo” que sostiene que las penas
estén sobre todo para ayudar al delincuente. La pena es un castigo a
la vez que reeducar al delincuente, quien habiendo pagado su “deuda
con la sociedad” y habiendo mejorado sustancialmente como persona,
resulta finalmente apto para la normal convivencia con los demás.
La petición de que las penas se cumplan en su integridad es un
clamor popular, pero lo es aún más cuando de los delitos de
terrorismo se trata. Y el mandato constitucional a los poderes
públicos de reeducación y reinserción social de los criminales es
ineludible. Sin embargo parece que poco se reinserta a nadie cuando
los etarras encarcelados conviven en camarillas, grupos
autosuficientes dentro de la prisión que ocupan. Y difícilmente se
reeduca a quien continúa con un fluido contacto con el mundo de ETA.
Y poco es el castigo que por todos los motivos del mundo resulta
recortado cuando no directamente premiado con una licenciatura y un
posterior puesto en alguna Administración.
La pena tiene pues una doble función: la explícita y la implícita en
el texto constitucional, y no es una opción para ningún Gobierno
decidir si las cumple o no. Empero parece que esto tan elemental y
que causa cierto sonrojo tener que estar recordando, a veces es
dudoso que esté todo lo claro que debiere, pues para facilitarle las
cosas a los etarras, es constante el goteo de acercamientos a
cárceles como la de Martutene.
Y valgan tres cuartos de las mismas obviedades para la política
procesal penal, porque dice el artículo 117.1 de la Constitución que
“La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por
Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes,
inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la
ley.” Cuesta pues entender que ningún Magistrado, con años de
carrera a sus espaldas, no vea amenazas de tipo terrorista en
escritos de autores con innumerables crímenes a sus espaldas,
apuntando, en su diario más afín, los nombres y apellidos de
personas a las que se tendría por enemigos. Y resulta complicado
apreciar la corrección de algunas construcciones jurídicas que no
ven en ciertos actos de homenaje, un delito de exaltación del
terrorismo.
Pero amén de las peticiones claras a los jueces de lo penal, a
saber, de recta interpretación y aplicación de la ley, y posterior
aseguramiento de que las penas que se impongan efectivamente se
cumplan, quizá lo más debatido sea la política legislativa. Ésta
define delitos y faltas, anudando una sanción a su comisión culposa
y punible. Han corrido ríos de tinta acerca de si están todos los
delitos que son, y sobre todo, si las penas son suficientes o no.
Desde el punto de vista de la política legislativa, la pena cumple
lo que se llama una función preventiva, que Feuerbach precisó era
doble. Por un lado se daba la llamada prevención general o
disuasoria de la comisión de delitos, ante la amenaza de sanción
para el delincuente; y por otro lado estaría la función preventiva
especial, o de retribución (castigo) y reeducación y reinserción del
criminal.
Respecto de la función disuasoria o preventiva general de la pena,
escribió Beccaría (1733-1781), en su magistral librito “De los
delitos y las penas”, acerca de la necesidad de proporción entre
ellos, y lo hacía en los siguientes términos: “No sólo es interés
común que no se cometan delitos, sino que sean menos frecuentes
proporcionalmente al daño que causan en la sociedad. Así pues más
fuertes deben ser los motivos que retraigan a los hombres de los
delitos a medida que son contrarios al bien público, y a medida que
los estímulos que los inducen a cometerlos. Debe por esto haber una
proporción entre delitos y penas.”
El texto de Beccaria, un clásico de la teoría jurídico-penal, vio la
luz en 1764 y sólo de forma anónima: era por aquél entonces un
peligroso alegato contra la pena de muerte y los tratos inhumanos o
degradantes. Denunciaba la completa desproporción, reinante en la
época, entre la verdadera gravedad de los delitos y los castigos
simplemente atroces que podían llegar a aplicarse. Concluía el autor
que “Si el placer y el dolor son los motores de los entes sensibles,
si entre los motivos que impelen a los hombres aún a las más
sublimes operaciones, fueron destinados por el invisible legislador
el premio y la pena, de la no exacta distribución de éstas nacerá
aquélla contradicción (tanto menos observada, cuanto más común) que
las penas castiguen los delitos de que han sido causa. Si se destina
una pena igual a los delitos que ofenden desigualmente a la
sociedad, los hombres no encontrarán un estorbo muy fuerte para
cometer el mayor, cuando hallen en él unida una mayor ventaja.”
Habrá que examinar pues si las penas disuaden, castigan y reeducan
de manera suficiente o no. La semana que viene veremos cuáles han
sido las concretas opciones del legislador español y si algo podría
hacerse por mejorarlas. Conocer qué diga exactamente el Código
Penal, parece indispensable.
ETA y el duelo
JORGE URDÁNOZ GANUZA DOCTOR EN FILOSOFÍA, VISITING SCHOLAR EN LA
UNIVERSIDAD DE NUEVA YORK El Correo 2 Agosto 2009
Si hubo un momento en el que ETA estuvo viva, fue en los años que
siguieron a la muerte del dictador. Por aquel entonces el ministro
francés Gastón Deferre llamaba «resistentes» a sus integrantes y la
banda podía sentirse respaldada no sólo por la izquierda radical
vasca, sino también por el nacionalismo vasco institucional, la
iglesia popular vasca y ciertos sectores de la izquierda o del
nacionalismo periférico estatales. Aquél fue su momento de mayor
plenitud, la cumbre de su vitalidad. Pero eso era 1975, y la vida de
ETA no duró mucho: murió hace tiempo. Nuestro problema no es acabar
con ETA, es hacer que los suyos asuman su muerte.
'Duelo' viene obviamente de 'dolor'. La muerte de aquéllos a quienes
amamos es, ha de serlo, dolorosa, tanto como el amor y el cariño que
les proferíamos: el dolor y el amor se acaban entrelazando. Pero el
objeto del duelo no es siempre el mismo. Cuando es otro ser humano
el que desaparece -un amigo, un hermano, un hijo-, el hecho mismo de
su pérdida es por completo independiente de nuestra voluntad. Su
muerte se muestra tan contundente, tan externa a nuestros deseos,
que no podemos negarla. Está ahí como un dato que se impone con la
rotundidad de aquello que escapa a nuestro poder como sujetos. La
lluvia cae, las aves vuelan, los cuerpos de los hombres mueren. La
lluvia, las aves, los cuerpos: todo eso son cosas, son objetos. Por
eso al conocimiento que albergamos sobre ellos lo llamamos
'objetivo', y asumimos que negarlo supone situarse más allá de la
cordura.
No ocurre lo mismo con otro tipo de duelos, los referidos no a
objetos externos, sino a nuestros deseos, a nuestra manera de ver el
mundo, cosas que también pueden morir. La relación que mantenemos
con ellos no es objetiva sino subjetiva: no está dada, depende de
nosotros en cuanto sujetos. Ocurre así con las ilusiones, con las
aspiraciones, con los proyectos que trazamos para nuestra vida.
Aunque todo apunte a su fracaso, nos resistimos a darlos por
perdidos. Una resistencia que, como ocurría con el amor y el dolor
en la muerte, será mayor cuanto mayor haya sido nuestro empeño,
cuanto más arriesgada e intensa haya sido nuestra apuesta.
Mucho se ha hablado del 'complejo Yoyes', el miedo de los etarras a
abandonar por temor a que la propia banda los ejecute. Ese miedo
existe, sin duda, y lo supongo atroz, pero infinitamente más liviano
que otro tipo de miedo y de terror: el miedo moral a haber
fracasado. Oscuramente intuyen que los bertsos del futuro no
cantarán su gloria sino su infamia. Oscuramente atisban pedazos de
realidad: son los propios vascos los que los odian, en una cantidad
e intensidad abrumadora. Oscuramente, en las tinieblas del
subconsciente, entablan su peculiar batalla. Toda su vida luchando
contra la represión y la mordaza, para descubrir que la represión y
la mordaza hace ya mucho tiempo que son ellos mismos. Ése es el
verdadero pavor que no quieren afrontar, el duelo que no se atreven
a abrazar. El mal es quizás el elemento más complicado de la
existencia. El demonio nunca se anuncia como tal, y luce siempre una
máscara honorable.
¿Cómo se asume un fracaso moral de esa envergadura? Los componentes
necesarios son dos. El primero es objetivo, lo ofrece la mera
realidad. Una realidad transparente para quien no haya perdido el
juicio. Lo que ETA ha conseguido hacer con su caudal de apoyo
inicial es conocido. A sus enemigos ha inflingido 828 bajas, miles
de heridos, secuestros y extorsiones; al pueblo vasco, una pesadilla
de violencia y de hastío; a sus propios militantes, un centenar de
muertes, torturas, exilio y cárcel. Dolor, sólo dolor. Dolor
indecible a propios y extraños. Y ya no lucha por nada tangible.
Sabe que no puede ganar, así lo han dicho sus propios dirigentes. Su
apoyo social es hoy raquítico, una sombra miserable de lo que un día
fue. Todo el mundo la detesta. Quizás haya interpretado que
Iniciativa Internacionalista y los votos que cosechó suponen un
apoyo a su estrategia, pero sería una señal más de su ceguera: ese
partido no es la izquierda abertzale. De hecho, ya condenó el uso de
la violencia. Otro pedazo más de realidad del que ETA huye.
¿Y la izquierda abertzale? Su problema es el otro elemento: el
subjetivo. La realidad objetiva no basta, hace falta una decisión
moral. El elemento crucial aquí es la voluntad, la mera valentía.
Buena parte de la izquierda abertzale ya no está con ETA, pero no se
atreve a asumirlo. No creo que tengan miedo a que ETA los mate, es
otra cosa. Es el pavor a asumir su historia. El pavor a los bertsos
del mañana, que no cantarán su gloria. El miedo al fracaso. ¿Qué
dirán a sus hijos? Valientes para matar, cobardes ante la imagen que
les devuelve su conciencia moral. Cobardes, cobardes morales hasta
la náusea: saben cuál es la verdad y qué tienen que hacer, pero no
se atreven a hacerlo. Huyen del duelo que les aguarda, no asumen el
dolor de la derrota.
El verano se anuncia sangriento. Mientras los pusilánimes no asuman
en su fuero interno su fracaso, los inocentes tendrán que seguir
muriendo. Otegi es ya tan sólo un gallina moral frente a un espejo
maldito. Y eso mismo es hoy con él toda la izquierda abertzale.
Tautologías
JON JUARISTI ABC 2 Agosto 2009
EN El Correo del pasado viernes, Joseba Arregi plantea una
interesante serie de preguntas que deja sin respuesta o, mejor
dicho, con una tautología que obliga a seguir preguntando. ¿Por qué
ETA no desapareció con la transición a la democracia? Porque la
sociedad vasca, o una parte muy significativa de la sociedad vasca,
ha derrochado tolerancia y comprensión con los terroristas. La
cuestión que habría que formular a continuación es, obviamente, a
qué se ha debido tanta comprensión.
Con todo, las preguntas de Arregi son muy pertinentes, y sus
respuestas tautológicas, nada vanas, porque, al menos, impiden
desviarse por los vericuetos estúpidos que tanto gustan a los
nacionalistas, como aquellos de la opresión nacional, cultural,
lingüística y majaderías similares. Arregi plantea sus preguntas con
rigor y valentía, y, desde luego, una de ellas encubre la respuesta
del millón. Quien sabe preguntar, responde preguntando, y es lo que
Arregi consigue -una respuesta redonda- al preguntar qué hace el PNV
a estas alturas reclamando una independencia nacional vasca como si
fuera un derecho natural perseguido y negado por España, y no, añado
yo por mi cuenta, una solemne gilipollez inventada a finales del
siglo XIX por un par de señoritos resentidos que nunca dieron un
palo al agua por no cansarse.
Lo que hace el PNV es bastante evidente para quien quiera verlo:
seguir suministrando comprensión y coartadas sentimentales a ETA. O,
en otras palabras, facilitar la labor de los corruptores de menores
que reclutan nuevos terroristas para la banda. Como bien dice
Arregi, ya se ha hecho tarde para sostener que la reivindicación de
la independencia es inocente y no tiene conexión alguna con el
terrorismo. Cincuenta años y un millar de asesinados demuestran lo
contrario.
Hace ya muchos años, cuando los ciudadanos muertos a manos ETA no
iban ni por la mitad, propuse otra tautología: ETA mata porque en el
País Vasco hay mucho asesino suelto. Es cierto que las tautologías
son preguntas redundantes, preguntas disfrazadas de respuesta, pero,
al suscitar nuevas preguntas, van iluminando a los que de verdad
quieren enterarse de lo que se juegan en la respuesta y evitan mirar
con fijeza paranoica el dedo que señala la luna.
Una tautología como la última mencionada plantea una cuestión tan
marginal al devaneo ideológico como las sensatísimas preguntas del
artículo de Arregi: ¿por qué el País Vasco ha producido tanto
asesino en estos cincuenta años? La Audiencia Nacional ha condenado
muy recientemente a un anciano dirigente nacionalista, padre y tío
de etarras, por negar la condición de asesinos de los asesinos de
ETA. No discuto la sentencia, pero me temo que es lo que piensa
todavía hoy la mayoría de los nacionalistas vascos, aunque no se
atrevan a decirlo.
Que matar por la independencia de Euskadi, Euskal Herria o como
quiera que llamen al delirio de Sabino Arana, no es asesinar, sino
matar en legítima defensa de la patria oprimida. Si se les
preguntase en qué se manifiesta tal opresión, algunos aducirían
ciertas paridas coyunturales, como, por ejemplo, que el PSE y el PP
vascos, teledirigidos desde Madrid, han echado al PNV del gobierno
autónomo (obviando el insignificante detalle de que esa ha sido la
voluntad democrática de la mayoría de los vascos), pero todos
aludirían a la existencia, en las cárceles españolas, de un montón
de presos vascos que, al parecer, no merecen lo que les pasa. O sea,
que Euskadi está oprimida porque hay gente que mata por Euskadi.
Típica tautología de pederasta: sabiendo cómo soy, no me pongan
delante niños ni guardias civiles.
LA CONEXIÓN NAVARRA
Las bombas de Burgos-Mallorca se planearon
hace 50 años contra el PNV
Pascual Tamburri El Semanal Digital 2 Agosto 2009
El 31 de julio de 1959 ETA nació del PNV. Hoy los autonomistas no
tienen poder y los revolucionarios quieren ser los únicos
abertzales. Cinco décadas de víctimas inocentes.
El 31 de julio de 1959, festividad de San Ignacio de Loyola, los
fundadores de ETA comunicaron oficialmente a los representantes del
PNV en el exilio su voluntad de luchar por la independencia del País
Vasco con nuevos métodos. En principio Txillardegi y demás santos
varones pretendieron que la discrepancia era sólo instrumental:
nuevos caminos para los objetivos de siempre. Luego las cosas
cambiaron.
Desde el punto de vista etarra no fue ya sólo cuestión de usar la
violencia en sus nuevas formas (terrorismo y guerra revolucionaria;
el PNV se había quedado en la insurrección tradicional) sino también
de "construir el socialismo". Había nacido la izquierda abertzale,
con objetivos sólo en parte nacionalistas. Ante ellos el PNV se
mantuvo unido pero con vetas bien diferenciadas de independentismo,
foralismo y autonomismo, amén de estilos más cercanos al
centroderecha moderno y otros más afines al viejo y nuevo populismo.
En realidad, esto afectó entonces y afecta ahora a unos pocos
españoles. Básicamente a los dirigentes vascos que no quieren serlo.
¿Por qué preocuparse? Porque esa violencia de algunos abertzales y
el independentismo de muchos de ellos afecta al conjunto de los
españoles y a nuestra misma vida nacional. Hace 50 años que están
divididos entre ellos y somos nosotros quienes ponemos la sangre,
porque entre ellos no se matan.
La bomba del pasado miércoles en la casa cuartel de Burgos, y la del
jueves en Mallorca, no fueron una casualidad. Naturalmente, ETA
quería celebrar su cincuentenario. Pero además éste ha coincidido
con un momento de reorganización del nacionalismo. Los abertzales
demócratas están divididos, más que nunca, tanto por los medios como
por los fines. La izquierda abertzale, tras haber sobrevivido ETA a
la pesadilla Aznar gracias al balón de oxígeno del "proceso" de ZP,
está débil pero no desorientada. Saben dónde van, y saben que con el
PNV sin poder es posible incluso hacerse con el liderazgo de todo el
nacionalismo. Una vez más, fue una "bomba política", un gesto de
fuerza.
¿Puede uno fiarse políticamente de gente así? Obviamente no. ¿Y
puede uno fiarse de los que ya en el pasado negociaron con etarras
armados y hablaron de ellos en términos elogiosos? Creo que no. Y
aunque las bombas fueron en Burgos y Mallorca, esto tiene mucho que
ver con Navarra.
ETA y el Constitucional
PEDRO J. RAMIREZ El Mundo 2 Agosto 2009
El 11 de enero de 1790 tuvo lugar un curioso debate en la Asamblea
Constituyente que impulsaba a trancas y barrancas la primera fase de
la Revolución Francesa. Dos hermanos vascos que representaban al
tercer estado intervinieron al alimón para enmendar el informe del
Comité Constitucional para la División del Reino que preveía la
unión de los distritos de Labours (Lapurdi) y Soule (Zuberoa) al de
Bearn, dentro del departamento de los Bajos Pirineos. Dominique
Garat o Garat el Viejo había nacido en Isturitz, tenía 55 años y era
abogado. Dominique-Joseph Garat o Garat el Joven había nacido en
Bayona, tenía 41 años y era escritor.
Y si sus nombres eran casi idénticos, también lo fueron sus
argumentos. «La diferencia de lenguas es un obstáculo insuperable»,
sostuvo Garat el Viejo. «Existe una imposibilidad absoluta, se
quiere llevar la desgracia a ciento y pico mil individuos», alegó
Garat el Joven añadiendo: «Uno de los miembros del Comité
Constitucional, monsieur Target, ha recorrido ese país y él os dirá
si se habla otra lengua que no sea la de los vascos».
Pero el tal Target -uno de los juristas más prestigiosos del
momento- no quiso ni mentir ni comprometerse: «Los vascos no me
entendían y yo no entendía a los vascos; pero de eso no puedo
concluir que los vascos y los bearneses no se entiendan entre sí».
Ante lo cual Garat el Joven -futuro ministro del Interior en la
época del golpe de Estado contra los girondinos- fue todavía más
lejos: «Es una verdad conocida en los países vecinos de esa región
que es imposible aprender el vasco si no se vive desde muy pequeño
en la provincia. Se dice proverbialmente que el diablo vino a vivir
con los vascos para aprender su lengua y no lo consiguió».
Y por si pareciera insuficiente lo de la lengua, Garat el Viejo
planteó ya el argumento definitivo: «No sé si cuando un pueblo ha
conservado durante siglos costumbres patriarcales, puede ser moral y
políticamente bueno mezclarle con pueblos más civilizados».
¿Cuál fue el impacto de tales razonamientos entre los
constituyentes? El Moniteur (Tomo III, pág. 115) lo precisa: «La
Asamblea, siguiendo el criterio del Comité, decreta la reunión del
país de los Vascos y del país del Bearn». Y añade que las últimas
palabras de Garat el Joven: «¡Mi provincia protesta!» fueron
acalladas por «violentos murmullos». Fin de la excursión histórica.
España está este fin de semana de luto y, como de costumbre, los
árboles del bosque no nos dejan ver el bosque. Por eso no nos hemos
preguntado suficientes veces por qué durante 50 años de siniestra
existencia ETA no ha practicado nunca el terrorismo en Francia
cuando, como acabo de demostrar, el sentimiento de la propia
identidad ha estado siempre tan arraigado al menos del otro lado de
los Pirineos como de éste y cuando sus reivindicaciones soberanistas
siempre han incluido en pie de igualdad a los siete territorios.
En la etapa franquista podía alegarse que, siendo España una
dictadura, la banda se sentía más legitimada para actuar aquí; en
los primeros años de la Transición que los etarras querían
condicionar el desenlace de un proceso incierto e inestable; y en
los segundos años de la Transición que, golpeando sólo en España,
preservaban la seguridad de su santuario en Francia. Pero todos
estos argumentos han quedado desfasados por la realidad, pues al
menos desde hace una década los gobiernos de París han desencadenado
una implacable persecución contra la banda en perfecta sintonía con
la España democrática.
Cuando ni siquiera como factor de autodefensa, mecanismo de venganza
o elemento de coacción a favor de sus presos ETA se ha planteado
jamás asesinar, secuestrar o extorsionar a nadie en Francia, es
obvio que tiene que haber otro motivo distinto de los anteriores y,
en mi opinión, se trata de la muy dispar percepción que la banda
tiene de la fortaleza de ambos estados. Es decir que los terroristas
saben que, hagan lo que hagan, en Francia nunca lograrán sino
acrecentar su propia ruina y en cambio creen que antes o después
España terminará claudicando y desintegrándose.
Si alguien dice que esa supuesta imagen de fragilidad es fruto de la
diversidad española y de las tensiones separatistas en otros
territorios distintos del País Vasco, enseguida podrá replicársele
que Francia también incluye a Normandía, Bretaña y Córcega. Si
alguien alega que España fue un reino de reinos hasta finales del
siglo XV, no será difícil hacerle reconocer que la unidad y
territorialidad de Francia se consuman bastante después que las
nuestras.
No, la clave está en el muy distinto asentamiento del Estado liberal
y la muy distinta actitud de sus actores principales ante los
desafíos del tradicionalismo reaccionario y centrífugo, alentado por
los curas trabucaires. Por algo los carlistas de la Vendée fueron
aplastados a sangre y fuego apenas levantaron la cabeza y por algo
la Convención incluyó el federalismo entre los delitos condenados
con la guillotina. A partir de ahí, ni una broma con la República
nacida de la Revolución. Con lengua propia o sin ella, ser vasco,
bretón o corso nunca jamás podrá ya suponer otra cosa sino una
manera singular y diferente de ser francés.
En plena consternación por lo ocurrido el jueves, una ministra con
buena cabeza y mucho imán decía que los etarras han degenerado en
«mercenarios sin ideología». Alguien les tildó después de
«sanguinarios psicópatas» y una tercera opinión los equiparó a los
«gánsters de Al Capone». Cualquier epíteto se queda corto, pero no
son estos lo que cuadran. Los etarras son unos fanáticos sin
escrúpulos, capaces de perpetrar las más repugnantes felonías, pero
no al servicio de cualquier causa. Ni buscan enriquecerse, ni
persiguen el sádico placer de hacer daño -aunque puedan disponerlo
todo para quemar a un hombre vivo-, ni están en el mercado de los
matones de alquiler. Durante 50 años han ido a piñón fijo y seguirá
siendo así si sobreviven 50 más.
Ellos tratan de romper España para crear un Estado vasco
independiente al coste que sea. En una primera etapa aspiraban a
lograrlo mediante una insurrección popular fruto de la dinámica
acción-represión que ellos cebaban en el País Vasco. Pero hace
tiempo que ese mito se ha desvanecido -el pueblo está demasiado
ocupado como para sublevarse- y ETA a lo que aspira es a forzar la
rendición del Estado disfrazada de negociación política. Por macabro
que parezca, ésa es su actual estrategia: ETA mata para acumular
cadáveres sobre la mesa, estimular el desistimiento del Estado y
negociar desde la fuerza. Como apunta nuestra especialista Ángeles
Escrivá, lo probable es que esta oleada de atentados -la campaña del
cincuentenario- sirva de preámbulo a una «etapa de distensión» para
que conste el contraste entre lo duros que son los entierros y lo
bien que se vive sin ellos.
Como ocurre con la Iglesia Católica, a algunos de cuyos prelados
tanto debe, ETA tiene un sentido de los tiempos distinto al de las
demás organizaciones o estamentos. Ya no exige obtenerlo todo en una
sola tanda. En las ignominiosas últimas reuniones con el Gobierno de
Zapatero tras el atentado de la T-4, se conformaba con la
relegalización de Batasuna y la puesta en marcha de la unión con
Navarra. Su único requisito es reabrir el melón de la soberanía,
presuntamente zanjado por la Constitución; y, por desagradable o
incorrecto que resulte decirlo, creo que sus expectativas están
siendo alentadas por los hechos.
ETA ya vio una cierta luz al final del túnel cuando Aznar cometió el
error de darle el estatus de «movimiento de liberación nacional» y
enviarle como interlocutores a dos altos cargos del Gobierno. Por
eso el final de la tregua del 99 fue tan sanguinario y los contactos
secretos con el PSOE y ERC tan estimulantes para la banda. El 11-M
le abrió un escenario nuevo en el que su adrenalina política se
disparó en apenas unos meses. Un presidente que declaraba que «el
concepto de Nación es discutido y discutible», que defendía un
supuesto «derecho a decidir de los vascos», que descartaba eliminar
la disposición adicional de la Constitución sobre Navarra -tal y
como le recomendaba el Consejo de Estado- y que impulsaba la reforma
de los estatutos vasco y catalán para hacerlos más gratos a los
independentistas era el interlocutor soñado.
No tengo la menor duda de que para Zapatero el llamado proceso de
paz es ya historia y de que su firme propósito es no volver a
mantener jamás una negociación política con ETA. Pero la banda ve
las cosas de otra manera. En primer lugar considera que nada podrá
borrar lo sucedido y que tanto los avances de las reuniones de
Loyola entre el PSE, el PNV y Batasuna como las actitudes adoptadas
por el Gobierno, la Fiscalía, algunos jueces y muchos medios de
comunicación -enterrando el chivatazo, excarcelando a De Juana,
admitiendo la mitad de las listas de ANV, relativizando la
importancia de la unidad de España- quedarán como referencia de que
la fruta empieza a estar madura y de que, con este u otro
presidente, el siguiente abordaje podrá ser ya el definitivo.
Y en segundo lugar ETA florece en sus expectativas porque, entre
tanto, ha tenido lugar la tramitación, aprobación y entrada en vigor
de un Estatuto de Cataluña muy favorable para sus intereses. ETA es
consciente de que sus oportunidades en el País Vasco están
estrechamente ligadas o bien al colapso del Estado constitucional o
bien a su deslizamiento hacia fórmulas confederativas en las que la
soberanía no se declare pero se ejerza al margen de Madrid. ETA ha
dado muestras de observar con enorme atención el curso de los
acontecimientos en Cataluña y seguro que habrá tomado nota de que
ERC acaba de celebrar tanto la Ley de Educación que proscribe el
castellano como el acuerdo de financiación, con efectos equivalentes
o incluso mejores a los del concierto vasco, como dos pasos
esenciales «hacia la independencia».
Como también estará tomando nota con deleite -y esto es lo
verdaderamente decisivo- de que el Tribunal Constitucional no sólo
ha sido incapaz de decretar la obvia incompatibilidad con la Carta
Magna de un texto que incluye la definición de Cataluña como
«nación», establece la bilateralidad y blinda la legislación propia
frente a toda injerencia del parlamento español, sino que cualquiera
diría que el verdadero empeño de una parte de los magistrados es
camuflar todas esas aberraciones entre la hojarasca de lo que llaman
una «sentencia interpretativa» que, como mínimo, estimulará la
dinámica de los hechos consumados.
Cataluña tendrá pues de iure todos los resortes de un Estado menos
el Ejército, el nombre y -por ahora- la capacidad de competir en los
grandes eventos deportivos internacionales. ¿Alguien duda de que el
PSE abandonará, en cuanto se den las condiciones adecuadas, su
enclenque pacto con el PP para emprender junto al PNV la reforma
estatutaria, mimética a la catalana, que ya preconizaba antes de las
elecciones autonómicas? Ese sería el escenario perfecto para ETA,
pues con una mano lo repudiaría a tiros y con la otra haría ver que
con un pequeño esfuerzo adicional -que incluiría desde luego a
Navarra- se podría obtener el «fin de la violencia». Y a partir de
ahí, Otegi -o Antza-, a jugar el papel de Carod Rovira.
Lo peor del caso es que a muchos españoles todo esto les parecería
bien. Cada vez somos más los que aborrecemos los métodos de ETA,
pero menos los que rechazamos de plano sus pretensiones si se
plantean de otra manera. ¿Acaso no hay en la propia isla de
Mallorca, coaligados por cierto con el PSOE, partidos y grupos que a
la vez que condenan los atentados denuncian la opresión del
colonialismo español y aplaudirían cualquier acuerdo que supusiera
cambiar paz por territorios? Puigcercós no necesita pedirle a
Zapatero que presione al Tribunal Constitucional porque todo el
mundo sabe que son los jueces nombrados por el PSOE, con la patética
María Emilia Casas al frente, los entregados con denuedo a la
bochornosa causa de blanquear el Estatuto. Si por ellos fuera, haría
tiempo que estaría interpretado.
No debemos pasarnos de listos, pero tampoco hacernos los tontos. Lo
que ocurra con ETA durante los próximos 20 meses depende de
Rubalcaba y, si Aguirre me hubiera invitado, yo también le habría
cantado Cumpleaños Feliz. Pero lo que ocurra con ETA durante los
próximos 20 años depende mucho más de estos 10 magistrados que, de
momento, sólo han vuelto a ser capaces de ponerse de acuerdo para
cerrar por vacaciones. Les guste o no, lo pretendan o no, en sus
manos está amparar a quienes queremos fortalecer al Estado o dar
alas a quienes anhelan destruirlo paso a paso. La historia recordará
sus votos y sus nombres. ¡La que se les vendría encima si todos
fuéramos franceses!
pedroj.ramirez@elmundo.es
Sin palabras
Vicente A. C. M. Periodista Digital 2 Agosto 2009
¿Por qué he de creer en su palabra Sr. Rubalcaba? ¿Por qué sigue sin
actuar en el caso de los Ayuntamientos donde Gobierna ANV? Usted,
Sr. Rubalcaba, indigno portavoz del Gobierno del PASOE que creó el
GAL, no tiene credibilidad alguna en temas de terrorismo. Sus
actuaciones pasadas han estado llenas de falsedades, de burdas
manipulaciones para convencer de que se estaban cumpliendo las bases
para la negociación con ETA. Usted, Sr. Rubalcaba, decidió apoyar
mediante el retorcimiento de la Ley, la puesta en libertad de un
etarra sanguinario como de Juana Chaos, que aún está prófugo de la
Justicia de España.
Por más que repita el mantra de que El final de ETA no va a ser
dialogado”, no va ser más creíble que el Sr. Otegi y de Juana Chaos
eran “hombres de paz”. Usted con el Sr. Zapatero como responsable
del Gobierno y con el apoyo entusiasta del actual Lehendakari, el
Sr. López, no tuvo pudor en apoyar reuniones de negociación con
representantes del mundo etarra y con ETA, en las que se vieron
descubiertos y desnudados ante la opinión pública por las promesas
imposibles de cumplir. Ustedes acusaron al PP de poner palos en las
ruedas para impedir el “proceso de paz”. Y ahora, tras su fracaso
previsto y las muertes incesantes, se apuntan al bando de los que
siempre han apostado por la derrota de ETA.
No bastan las palabras. Ustedes deben revocar sin excusas el permiso
de diálogo obtenido del Congreso mediante engaño y apoyos políticos
interesados. Ustedes deben favorecer y promover de modo inmediato la
disolución de los Ayuntamientos donde aún gobiernan y se financian
representantes de la Organización ilegalizada etarra ANV. Ustedes
deben dar instrucciones claras y sin ambigüedades a la Fiscalía
General para que persiga las actuaciones de enaltecimiento del
terrorismo y no se permitan manifestaciones de grupos etarras por
parte del Consejero de Interior del Gobierno Vasco.
¿De qué nos sirven sus palabras Sr. Rubalcaba? Por una vez muestren
dignidad y cumplan con su deber. Por una vez dejen de comportarse
con hipocresía dando medallas póstumas, mientras se niegan los
presupuestos mínimos para las funciones eficaces de defensa de las
FFyCCSE. Por una vez demuestren con hechos sus demagógicas promesas.
Por una vez vistan de dignidad sus actos y convenzan a los
ciudadanos de que han cambiado su estrategia anti terrorista
apoyando a las víctimas frente a sus secuestradores de la libertad.
Mientras solo diga palabras, estas se irán con el polvo que
levantaban las togas como las del Sr.. Conde Pumpido y otros fieles
y leales servidores del plan dispuestos a mancharse en el camino de
la negociación con ETA. Mientras solo sean palabras, y ANV siga
impunemente ejerciendo, una parte de las bombas que estallan habrán
sido financiadas por los mismos inocentes ciudadanos que son
asesinados. Dejen de parlotear si no están dispuestos a ir más allá.
Al menos así nos evitarán tener además que escuchar su perorata.
Simplemente bilingüismo
FERNANDO GONZÁLEZ MACÍAS La Opinión 2 Agosto 2009
Se cumplen ahora treinta años de la incorporación del gallego a la
enseñanza. Fue en época del ministro José Manuel Otero Novas,
coincidiendo con el arranque de la preautonomía. Entonces la lengua
propia de Galicia entró tímidamente en las aulas, como una
asignatura más, para poco a poco ir ganando terreno en el marco de
un proceso que se dio en llamar normalización lingüística. Un
proceso que discurrió en paralelo con la consolidación de las
instituciones de autogobierno, en virtud de un amplio consenso
social que se fue plasmando en un marco legal actualmente en
discusión. Hito trascendental en ese contexto fue, sin duda, la
puesta en marcha de una televisión y una radio públicas con una
programación íntegramente en gallego, a las que se adjudicó un papel
fundamental en la promoción de la lengua y la cultura, cometido que
como tal es el único que a día de hoy justifica su existencia y su
estatus en el liberalizado mercado audiovisual.
La polémica consulta a los padres gallegos sobre el idioma en que
desean escolarizar a sus hijos, cuyos resultados no desvelan nada
que no supiéramos, permite, sin embargo, constatar que la política
lingüística desarrollada por los sucesivos gobiernos autonómicos se
ha saldado con un rotundo fracaso, si lo que se pretendía era
garantizar la continuidad del gallego como la lengua
mayoritariamente utilizada por los habitantes de este país. Esa
posición preeminente está en serio riesgo, a pesar del esfuerzo y la
cuantiosa inversión desplegada por una administración que por su
clara ineficiencia en ese orden está obligada a replantearse muchas
cosas.
Lo reconoció el secretario xeral Anxo Lorenzo en un sano ejercicio
de autocrítica. Habrá que revisar a fondo los "modelos de
normalización" que se han venido aplicando en todos estos años, para
que el gallego deje de percibirse como un idioma menos útil que el
castellano. Él, que es un autoridad en sociolingüística, sabe mejor
que nadie, aunque no pueda ni deba decirlo, que la presencia en
exclusiva del gallego en el ámbito escolar como única lengua
vehicular no garantiza que siga siendo el que más se use en la vida
cotidiana, fuera de los recintos de las escuelas, los institutos o
las universidades y de los espacios institucionales, donde su
empleo, como denunciara Alonso Montero, es casi ritual, litúrgico.
Hace tiempo ya que esta sociedad y sus sucesivos dirigentes públicos
debieron plantearse abiertamente qué no estamos haciendo bien (o qué
hacemos mal) para que nuestros jóvenes, con plena competencia en
gallego desde su etapa escolar, siendo perfectamente capaces de
leerlo y escribirlo, resulta que cada vez lo emplean menos. Porque
indudablemente la proporción de gallegohablantes habituales en este
país sigue descendiendo de forma imparable, tanto en las áreas
urbanas como en el rural. Y, lo que es más grave, los que aún entran
en la escuela hablando gallego salen de ella plenamente instalados
en el castellano, lo cual no significa que sean bilingües.
No sólo porque lo deseen mayoritariamente las familias, sino porque
no se puede ir contra una realidad que está ahí, el objetivo de la
"nueva" política lingüística tiene que ser el bilingüismo, sin
adjetivos. Ni cordial, ni amable, ni armónico. Simplemente
bilingüismo, pero bilingüismo de verdad: que los gallegos del mañana
estén en condiciones de elegir entre "sus" dos idiomas el que
quieran, o el que les convenga utilizar en cada contexto, desde la
libertad, desde el sentido común, con naturalidad y, sobre todo, sin
que esa elección implique necesariamente un posicionamiento político
partidista. Nunca sabremos si el bipartito iba en la dirección
adecuada para alcanzar esa meta, si era lo que en realidad
pretendía. Ahora se constata que no contaba con el beneplácito de
muchos padres que, no obstante, deberían saber que la política
anterior tampoco conduce a la Galicia bilingüe que mayoritariamente
prefiere la población de un país que para nada desea que la lengua
sea nunca motivo de discordia, menos aún cuando todas las energías
de gobernantes y gobernados deberían estar concentradas en que la
crisis no deje a demasiada gente en la cuneta.
fernandomacias@terra.es
Galicia, por el cambio lingüístico
Editorial ABC 2 Agosto 2009
FRENTE a los disparates en materia lingüística promovidos por el
bipartito, Alberto Núñez-Feijóo ofreció durante la campaña electoral
una recuperación del bilingüismo natural en la sociedad gallega. No
hace falta inventar nada para desarrollar una política sensata en
este terreno, porque basta con cumplir y hacer cumplir la
Constitución y practicar el sentido común. Así pues, el presidente
de la Xunta de Galicia ha cumplido con prontitud sus promesas y
buena prueba de ello es la «macroencuesta» que permite conocer el
criterio real de los hablantes y, en especial, la postura de los
padres en relación con la educación de sus hijos. Los resultados
confirman cualquier intuición razonable: en la enseñanza Primaria,
sólo el 18 por ciento de los encuestados opta por la enseñanza
únicamente en gallego, el 26 por ciento por la bilingüe y nada menos
que 54 de cada 100 prefieren que sus hijos pequeños estudien sólo en
castellano. Con algunos matices, también predomina ampliamente esta
última opción en la Enseñanza Secundaria. Con la suma de los
resultados, es lógico que el Ejecutivo gallego considere que los
ciudadanos se han pronunciado masivamente en favor de las aulas
bilingües, confirmando así la opción política planteada por el
Partido Popular.
Los compromisos de Rodríguez Zapatero con los nacionalistas
radicales se tradujeron bajo el mandato de Emilio Pérez Touriño en
una «carta blanca» para el BNG en esta materia tan sensible. Ahora
el PP está en condiciones de promover una convivencia positiva entre
las dos lenguas que hablan con toda naturalidad los gallegos, en el
sentido de ese bilingüismo «cordial» al que suele referirse el
actual presidente. Cualquier persona tiene derecho a usar la lengua
de su preferencia, respectando el derecho de todos los españoles a
utilizar el idioma común en cualquier parte del territorio nacional.
El ámbito educativo exige particular atención en las comunidades
bilingües porque sería absurdo privar a las próximas generaciones de
un idioma de alcance universal que goza además del máximo arraigo
familiar y social. Frente al dogmatismo anterior, ha llegado la hora
de recuperar la sensatez en nombre de la España constitucional y del
futuro que merecen los escolares gallegos. Hay que confiar en que el
Ejecutivo autonómico pondrá en marcha cuando antes las medidas
pertinentes.
Bilingüismo o libertad
Nota del Editor 2 Agosto 2009
Y dale con el bilingüismo obligatorio. Lo que quieren los padres, lo
que queremos los ciudadanos, es libertad, y el bilingüismo impuesto
es todo lo contrario.
Además de que el bilingüismo es una falacia: ni los gatos con varias
vidas pueden ser bilingües. No se puede tener ocupado el cerebro en
estar constantemente traduciendo de un idioma a otro para conseguir
el imposible bilingüismo. Se pueden conocer algunas cosas en un
idioma, otras en otro, y muy pocas en ambos.
Hay encuesta, pero no hay decreto
Lois Blanco La Voz 2 Agosto 2009
Una encuesta seria, que no la de la Xunta, daba cuenta el pasado fin
de semana en las páginas de La Voz de que dos de cada diez votantes
que tuvo Feijoo en marzo se oponen a que derogue el decreto del
bipartito. A la vez, tres de cada diez gallegos que votaron por
Touriño, por el presidente que lo avaló publicándolo en el DOG,
aplauden que Feijoo vaya a reemplazarlo para el curso 2010-2011.
Hasta en las filas del BNG hay disidentes con la línea oficial: el
13% de sus votantes en las autonómicas de marzo también desean
eliminar el decreto. Hay, pues, en torno a 130.000 votantes del PP
(el 17%) que apoyarían la continuidad de la política lingüística del
bipartito, pero también hay 175.000 votantes del PSOE y del BNG a
los que no les gustaba nada lo que estaban haciendo en los colegios
Touriño y Quintana.
En resumen: más o menos 800.000 votantes de los tres grandes
partidos se oponen al decreto; unos 660.000 lo aceptan. Si estas
cifras se extrapolasen a un reparto de diputados en cualquier
Parlamento, la mayoría a favor de la derogación no sería justa y por
un escaño como la de Feijoo en el Hórreo, sino aplastante. Los
abstencionistas, que en marzo fueron 682.000 en total, también
expresan su opinión sobre el decreto en la encuesta de Sondaxe: casi
300.000, el 42,8%, creen que hay que cambiar de política lingüística
en las aulas; unos 230.000, mantenerla. En una imposible
trasposición a un Parlamento de la opinión de los que no votaron en
marzo, la mayoría de diputados a favor de la derogación sería
notable.
El sondeo rocambolesco de la Consellería de Educación a los padres
tiene un margen de error incalculable, por lo que su rigor cuelga de
pinzas invisibles. A pesar de ello, como a nadie le disgusta que le
pregunten sobre algo que le preocupa, dos de cada tres gallegos se
felicitaban en la encuesta de Sondaxe de que la Xunta les hubiese
consultado. Con todo, el resultado de la muestra a los padres se dio
a conocer al inicio de un fin de semana y al inicio de agosto,
pareciendo así tan premeditada la elección del día como la
legalización del PC por Suárez en una Semana Santa, salvadas las
distancias, claro.
La consulta de la Xunta confirma sin haberlo preguntado directamente
que la mayoría está a favor de cambiar el decreto del bipartito. El
primer paso de Feijoo es sencillo y, a pesar del estruendoso ruido
que lo acompaña, está avalado socialmente: hacer otro decreto. Pero,
¿cuál? ¿Cómo sustituir la imposición por la seducción?
Tiene la mayoría en el Parlamento y en la calle, pero si lo hace
solo, por su cuenta, habrá participado en meter la política
lingüística en ese círculo vicioso de normas fundamentales (las
leyes de educación son el mejor ejemplo) que se cambian y se vuelven
a reformar a cada cambio de gobierno. El aliado natural de Feijoo es
el PSOE de Pachi Vázquez, quien puede heredar el lastre de una
política lingüística del bipartito hecha a imagen del BNG u optar
por una posición más centrada y en mayor sintonía con los votantes
socialistas urbanos. Un nuevo decreto por consenso entre el PP y el
PSOE sería un regalo para la convivencia de las lenguas y para esa
mayoría de familias que, según el único dato concluyente del sondeo
de la Xunta, desean que sus hijos aprendan a leer y a escribir en la
escuela en castellano y en gallego. Si Feijoo no muestra cintura y
si Vázquez no echa tierra sobre la herencia del bipartito, el futuro
decreto será solo de Feijoo y volverá a cambiar cuando cambie el
Gobierno. Imponiéndose unos sobre otros en un círculo agotador e
insufrible.
Galicia, Portugal, España
JOSÉ MARÍA CARRASCAL ABC 2 Agosto 2009
LOS gallegos, que ya dieron muestras de cordura en sus últimas
elecciones al rechazar la fórmula zapateril -socialistas más
nacionalistas- de gobierno, han vuelto a darla en sus preferencias
por el idioma en que quieren que sean educados sus hijos. La mayoría
quiere que sea en castellano, tanto en la enseñanza primaria como
secundaria, sin que pierdan por eso el gallego. Mientras en la
formación profesional se inclinan por el bilingüismo, que refleja su
realidad social. Los detalles de la encuesta, realizado por la
Xunta, están en todos los periódicos.
Otra encuesta del Centro de Análisis Social de la Universidad de
Salamanca arroja que el 40 por ciento de los portugueses son
partidarios de una federación con España y más del 50, de la
enseñanza obligatoria del español en sus escuelas. La última vez que
se hizo una consulta parecida, en 2006, «sólo» el 28 por ciento de
nuestros vecinos deseaban tal confederación. Lo que significa que en
tres años, esa tendencia ha crecido más de diez puntos. ¡Qué hemos
hecho nosotros, Dios mío, para merecerlo!
Pese a compartir península en el extremo sudoccidental de Europa,
ambas naciones vienen viviendo de espaldas la una a la otra desde
que compartieron monarquía entre 1580 y 1640. Rota la unión, han
seguido caminos muy distintos, temiendo siempre los portugueses ser
invadidos por España, mientras muchos españoles ni se han enterado
de que Portugal existe.
¿A qué se debe ese cambio de actitud de nuestros vecinos? La
encuesta no dice nada al respecto, pero sospecho que tiene bastante
que ver con el hecho de que los portugueses, gentes que meditan las
cosas, han reflexionado sobre el hecho de que su desarrollo es muy
inferior al español, hasta el punto de que el norte de su país se
está llenando de empresas gallegas.
Retraso debido principalmente a que la economía portuguesa estuvo
basada durante siglos en sus colonias africanas, que al obtener la
independencia lo único que les envían son emigrantes pobres. Por
otra parte, Portugal es un país pequeño, que no alcanza la «masa
crítica» de mercado que pueda interesar a las multinacionales para
hacer sus inversiones. Consecuencia: que arrastra una vida lánguida,
sin muchas perspectivas de avanzar. Una federación con España
debería beneficiarles teóricamente. Digo teóricamente, porque
tampoco las perspectivas de nuestro país son brillantes, con
problemas de todo tipo, empezando por su estructura territorial.
Aunque si nuestros nacionalistas usaran la cabeza para pensar en vez
de embestir, podrían aprender la lección portuguesa y preguntarse:
¿Cuántos coches SEAT se venderían en España si Cataluña se
independizase? ¿Y cuánto tardaría Volkswagen en cerrar su fábrica
catalana?
Pero, de momento, tendremos que contentarnos con la lección gallega.
Que no es poco. Allí empezó a naufragar el zapaterismo.
DENUNCIA ANóNIMA CONTRA UN COMERCIANTE DE SANT BOI
Delación al servicio de la inmersión
lingüística
IMPRESIONES El Mundo 2 Agosto 2009
UNA DE LAS peores consecuencias de la política lingüística catalana
es la delación. Una persona cuya identidad se desconoce denunció al
propietario de una ferretería de Sant Boi de Llobregat por rotular
su escaparate en castellano. El dueño del establecimiento se llama
Andrés Mora. Emigró a Cataluña hace casi 40 años y desde los años 80
posee ese negocio. Ha recibido un oficio de la Agencia de Consumo de
la Generalitat en la que le advierte que será sancionado si en el
plazo de dos meses no rotula en catalán, tal y como le obliga la
ley.
Mora se queja del gasto que va a tener que afrontar, pero está
dispuesto a cumplir lo que se le exige, aunque no entiende que se le
pueda sancionar por algo que lleva haciendo 25 años. Otros muchos
empresarios y comerciantes han recibido advertencias similares de la
Generalitat, que está decidida a erradicar el castellano de las
aulas, la Administración y todos los espacios públicos. Y ello
mediante métodos inquisitoriales que amparan las denuncias anónimas.
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