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Comienzo de curso
Por mucho voluntarismo que ponga ZP, no debería tener más salida que
anunciar elecciones.
Arturo Moreno. www.gaceta.es 20 Agosto 2010
Los acontecimientos más emblemáticos que se vislumbran en el
horizonte político más inmediato son: la huelga general del 29 de
septiembre, las elecciones primarias en el PSM el 3 de octubre; la
presentación de los presupuestos, la negociación política para su
aprobación; y las elecciones autonómicas en Cataluña el próximo mes
de noviembre.
Estos hechos previsiblemente tendrán lugar en un contexto de
persistente deterioro económico; los primeros síntomas claros de
crisis aparecieron en agosto del 2007 y han ido minando la capacidad
de resistencia, la confianza de los sectores económicos productivos
y generando una crisis social de proporciones mayúsculas y duración
todavía desconocida. El endeudamiento masivo de la economía en la
esfera pública y privada, junto a un paro pertinaz y resistente,
debilitan las posibilidades de recuperación del consumo y la
inversión y por lo tanto del crecimiento económico. Alemania,
salvando las distancias, es un buen espejo donde mirarse, con una
economía basada en la exportación y sustentada en la productividad y
en la competitividad, que crece a niveles previos a la
reunificación. La vertebración de un nuevo proyecto nacional debe
tener en la exportación uno de sus ejes principales.
Aunque en España la política gire en torno al cálculo electoral y
esté orientada hacia la inmediatez, probablemente cada uno de estos
hitos cronológicos producirán consecuencias políticas.
Una resistencia cívica a la huelga general contribuiría a cuestionar
los privilegios de las superestructuras sindicales y abriría una
reflexión sobre el sinsentido de su tozudo inmovilismo ajeno a la
realidad. Además esto podría significar el inicio de una nueva
etapa, de un proceso de adaptación del sindicalismo a un mundo en
cambio permanente, sujeto a un proceso irreversible de globalización
que demanda reformas profundas y no tapones que pretenden estancar
el inevitable curso de la Historia.
Por otro lado, y especulando con la hipótesis de que se produjese
una derrota de la candidata del presidente del Gobierno y secretaria
general del PSOE en el proceso de elecciones primarias abiertas en
el PSM, se trataría de la primera y emblemática brecha de
contestación política interna al presidente. Esto podría tener
efectos multiplicadores incidiendo en el proceso de desautorización
política que vive el presidente y remarcaría su aislamiento. Si se
produjera ese resultado, podría interpretarse que las bases de ese
partido apuestan por la renovación interna pudiendo ésta tener
consecuencias insospechadas. No sé si dicha hipótesis puede tener
éxito. Depende de otras personas, pero suena bien y podría reducir
el margen de actuación del presidente para dar continuidad a la
legislatura y mantener su liderazgo.
La búsqueda de apoyos para los presupuestos previsiblemente tendrá
lugar con esas dos incógnitas ya resueltas. No sólo la aprobación de
los presupuestos significaría la continuidad de la legislatura –lo
cual tendría un coste para los grupos que den su apoyo
(especialmente PNV o IU)– sino que también el ojo de los
observadores políticos estará pendiente del precio pagado por el
PSOE como contraprestación al apoyo recibido. Precio pagado con
cargo a los bienes comunes de todos los españoles. Existe un riesgo
cierto de vaciamiento del núcleo básico del Estado central, que es
la garantía de la cohesión nacional. Esto debería hacer sonar las
alarmas, no sólo en el primer partido de la oposición, que se
enfrenta al riesgo de heredar “un Gobierno sin Estado”, sino en
amplios sectores de la opinión pública y del Partido Socialista,
especialmente los que representan en el Parlamento a algunas
comunidades donde el proceso de desvertebración las conduciría a un
abismo insondable.
Frenar el desmantelamiento del Estado debería de ser una tarea
nacional prioritaria. Ser demócrata no es “el todo vale” y ser
español exige garantizar, como dice la Constitución, que España siga
siendo “la patria común indivisible de todos los españoles”.
Por último, las elecciones en Cataluña, que se celebrarán en un
clima político degradante y complejo. Creo que una minoría radical
en Cataluña ha impuesto su discurso político y ha sido comprado por
los llamados nacionalistas moderados, y esa hoja de ruta conduce a
una espiral independentista. En mi opinión, no existe en la clase
política catalana la más mínima autocrítica sobre su responsabilidad
en el declive y aislamiento de Cataluña, ignorando el amplísimo
autogobierno del que han gozado. Sólo se envenena el clima político
echando la culpa de todo a España. Hace ya muchos años se produjo un
desentendimiento de la sociedad civil catalana sobre el destino
político de Cataluña, cediendo esa función a su clase política.
Ahora, cautiva y dependiente del poder político, se muestra incapaz
de recuperar su protagonismo y su sentido crítico. Convendría
recordar a Cervantes: “Tú mismo te has forjado tu ventura”. Se tiene
lo que se ha sembrado. O a Tarradellas: “Cataluña no puede hacer
política contra la mayoría de los españoles”.
Por mucho voluntarismo que tenga el presidente en su particular
stress test, si la realidad se va decantando así y los mercados lo
van acusando, no debería tener más remedio que anunciar la
convocatoria de elecciones.
Para despejar incertidumbres se necesita ya una fecha electoral
cercana. Podría decantarse por hacerlas coincidir con las
municipales y autonómicas en mayo, con objeto de evitar dos procesos
electorales separados por escasos meses, en medio de una gran crisis
económica. Así podrían tener tiempo para elegir un nuevo candidato,
si finalmente no optase por su nominación. La convocatoria conjunta
trataría de movilizar a toda su estructura y buscar el voto cruzado
de una parte de la sociedad, que podría votar una cosa en las
generales y otra en las municipales o regionales. Además
fortalecería el bipartidismo.
Lo que sí parece inaplazable es que después de las generales, el PP
y el PSOE, en un nuevo clima político, lleguen a acuerdos nacionales
imprescindibles.
*Arturo Moreno es jurista.
Patriotismo tardío y efímero
MANUEL RAMÍREZ (catedrático de derecho político) ABC 20 Agosto 2010
Cuando uno se lanza a exponer, con mayor o menor acierto, alguno de
esos temas no habituales y que casi inevitablemente conducen al
conflicto o a la discrepancia, tengo para mí que lo más idóneo es
buscar antecedentes en quienes con reconocida sabiduría han sentado
afirmaciones generalmente dadas por válidas. Por referirnos
únicamente a un ejemplo, cuando en estas últimas semanas ha vuelto a
la palestra el convencionalmente denominado «problema catalán»,
resulta de gran osadía decir algo sobre el mismo sin mirar atrás,
como si se tratara de asunto de hoy día, fruto de una sentencia y
alguna que otra manifestación. Y, naturalmente, ese mirar hacia ya
bastantes décadas anteriores requiere la premisa de la objetividad.
Me ha llenado de asombro, en este punto, la declaración de un
célebre político de Cataluña condenando a Ortega por su afirmación,
durante el primer bienio de la Segunda República y en plenas Cortes
Constituyentes, de que se estaba ante un problema sin solución que
únicamente se podía «conllevar», mientras, acto seguido, se alababa
la postura de Azaña por haber logrado la aprobación del primer
Estatuto para aquella «Región autónoma» (la Constitución de 1931 no
pasó de tal denominación y con no escasas cautelas). Y es que, si
así ocurrió al comienzo, no así fue al final: las mayores
descalificaciones para el uso de dicha autonomía una vez comenzada
la guerra civil las hace el mismo Azaña, llegando a la penosa
afirmación, similar a la de Ortega, de que el problema no tendría
solución, fuera cual fuese la forma de régimen político que en
nuestro país existiera. Hace falta leer un poco más, incluso cuando
a uno no le interese lo que otros afirman.
En estas semanas atrás han acaecido dos acontecimientos (lo siento,
pero lo de «eventos» no me gusta) que abiertamente me han
sorprendido. Dos ocasiones en las que, de pronto, ha salido a flote
con fuerza una constante y ruidosa apelación al patriotismo. Al
patriotismo español, me refiero. Aunque a mí me apetecería llamarle
mejor «españolidad», ya que no me agradan los «ismos» que para todo
suelen valer, para lo bueno y para lo menos bueno.
D En primer lugar, «el servicio a la patria» como argumento para que
todos se implicaran, con esfuerzo y sacrificio, en la tarea de
superar la crisis económica que padecemos. En la llamada se omitía
la realidad de que esta situación es, por una parte, un claro
reflejo de la condenable globalización capitalista venida de lejos y
como consecuencia de excesos anteriores. Y, por otra, que es al
actual Gobierno, por la propia naturaleza de serlo, a quien
corresponde fundamentalmente la dirección adecuada para salir del
caos. Pero, en vez de ello, vino la acusación a los partidos de la
oposición de no embarcarse en una empresa «patriótica», sin pensar
en más. ¡Y salió la Patria! Este refugio político y de conveniencia
viene de muy atrás en nuestra historia política. Cuantas veces han
aparecido en nuestro hemiciclo discusiones sobre puntos tales como
la religión del Estado o la aceptación del sufragio, la Patria se
desempolva. Nada menos que allá en 1868, cuando se elabora la gran
Constitución del año siguiente, ya sorprende una intervención
eclesiástica que afirma aquello de «me temo que quienes hoy se
opongan a la religión, se estén oponiendo también a la Patria». Y
viniendo más acá, es la misma CEDA de Gil Robles la que, al aparecer
durante nuestra Segunda República, afirma venir a la defensa de la
«Patria, la religión católica y… la propiedad privada»: ¡extraño
matrimonio difícil de entender!
Quizá ahora lo único original es que esa supuesta apropiación de la
Patria era algo que se achacaba siempre a la derecha y, en este
caso, es la izquierda o semi-izquierda la que la utiliza como
reclamo. ¡La Patria como solución económica! Cuando la realidad
viene dando muestras hace decenios de que lo patriótico anda por los
suelos y con bastante olvido. Cuando lo de las Autonomías ha dañado,
en distintos lugares, a ese sentimiento de unidad nacional que está
en la base de lo español. Cuando unos quieren ser nación y ello no
espanta. Otros se manifiestan para pregonar la independencia del
todo que es la Patria. Cuando se quema la bandera nacional y nadie
lo impide. Cuando ya se confiesa en las encuestas que el llamado
Estado de las Autonomías se ha desbordado. ¡Cuánto envidio de nuevo
a Francia, cuyo presidente se atreve, sin complejo alguno, a
declarar delito la quema o destrozo de la bandera de aquel país! Por
aquí, graves insultos al Tribunal Constitucional y abucheos a quien
es símbolo constitucional de esa unidad patria. Y no pasa nada,
claro. ¡Los votos son los votos y en esto ha quedado el espíritu de
una Transición, dañado por demás por una llamada Ley de Memoria
Histórica que ha venido, con grosería, a todo lo contario!
En segundo lugar, de nuevo la Patria, España, como auténtica
tormenta de emociones, al producirse la victoria mundial de la
llamada «roja» (la verdad, hubiera preferido la tradicional
denominación de «selección nacional», pero ya se sabe) en un
campeonato de la mayor importancia. Va de suyo que mi contento
estuvo también presente. Sin duda. Pero lo que ha motivado mi nueva
extrañeza ha sido la exaltación españolista que adquirió el
acontecimiento. ¡Había «ganado España»!
La hemorragia de loas a «lo español» no ha tenido límites. Incluso
con gritos y exclamaciones que, si uno hubiera hecho en cualquier
otro lugar habría, sin duda, recibido el calificativo de «facha» o
«franquista». Y los cánticos no han tenido reparo: «la bendita
locura de ser español», «el milagro y orgullo de España», «soy
español, español, español», «hemos ganado nosotros, España». En
verdad ha faltado bien poco para llegar a lo de «unidad de destino
en lo universal» de cuna joseantoniana. Poco menos. Y delirios,
homenajes con un país que parecía así resolver todos sus problemas.
Y si alguien se atrevía a exponer, con timidez, algún reparo a tanta
algarabía, la respuesta estaba preparada: ¡es que esto da mucho
dinero! La pregunta: ¿para quién? ¿Para los pobres negros que
también viven en Sudáfrica? No, claro. ¿Para nuestros pensionistas?
Tampoco, claro. ¿Para nuestros interminables parados? Aún menos.
¿Para nuestros «recortados» y silenciosos funcionarios? Qué cosas
tiene uno. Dinero sí y mucho. Para las muchas empresas que
anunciaban bebidas y que bien pagarían a los jugadores que a tales
anuncios se han prestado. De esto, ni pío. ¡España, España! Y a uno
le surgen mil dudas, naturalmente. ¿Cuántos de los que a la sazón
así gritaban estarían dispuestos, llegado el caso, de sacrificar
algo de ese patriotismo para defender, por ejemplo, la auténtica e
indudable hispanidad de mi querida ciudad natal hasta ahora llamada
Ceuta? Otra vez, ni pío. ¡Soy español, español!
Habría sido mucho mejor y, sobre todo, menos falaz, dejar a la
Patria tranquila (?) en ambos supuestos. Si es que en lo que se ha
caído no es en algo bien distinto: patrioterismo, que no es
patriotismo, ni mucho menos. La Patria, con mayúsculas, nada tiene
que ver con altibajos de la Bolsa o con goles que se obtienen. No me
atrevería a concebirla como ya rota. Pero sí creo que, al menos,
está agrietada, llena de grietas y graves heridas. Y es sabido que
al final de lo que así anda, no puede tener buen fin. Hay que cerrar
grietas y, sobre todo, precisar lo que patriotismo comporta. Su
definición objetiva no tiene nada de fácil. Diríamos que conjunto de
sentimientos (¡aquí el sentimiento ocupa el primer lugar!),
tradiciones, vivencias no manipuladas de pasados con éxitos o
fracasos, formas de concebir el mundo y de actuar conforme a ellas.
Sin duda lo que nos hace diferentes, ni mejores ni peores, de los
británicos o los islámicos. Lo que nos gusta o no de la realidad
española que en cada momento vivimos. Lo que nos motiva, sin regateo
alguno (sí: algo que todos tenían claro al jurar una bandera durante
el absurdamente suprimido servicio militar y es que seguimos sin
saber reformar, en vez de ello abolimos o destrozamos). El
patriotismo se nos transmite por nuestros antepasados, por nuestras
familias y, por supuesto, debiera serlo siempre por nuestras
escuelas y, en fin, por todos aquellos medios que nos socializan y
educan. Una gran empresa común a la que recientemente nuestro Rey ha
llamado a todos: políticos, partidos y comunidades autónomas. Sin
eso, sin la prioridad de lo común, lo que queda es mero
particularismo. ¡Cómo lo sufrió el mismo Unamuno al describir su
propia experiencia del difícil vivir que siempre le acompañó! Lo
otro nos parece tardío y, por supuesto, efímero, pasajero. Por no
utilizar adjetivos peores, naturalmente.
Melilla y la deslealtad
José Antonio VERA La Razón 20 Agosto 2010
Lo que ocurre con Melilla es que los socialistas van siempre al
compás de Rabat, algo que no escapa a la atención de los
melillenses, desde hace años recelosos de la política poco
comprometida de Zapatero. Que el PSOE en la ciudad autónoma tenga
una representación residual no es casualidad. Los vecinos de la
bella Rusadir están cansados de que los gobiernos socialistas miren
para otro lado cuando surgen problemas, hartos de que piensen muchos
que la incorporación de Melilla a Marruecos es cuestión de tiempo.
No se entiende de otra manera que Zapatero callara cuando se fue a
visitar a Mohamed VI y admitiera que éste le pusiera delante de las
narices un mapa de Marruecos en el que figuraban como territorios
suyos no sólo el Sahara, Ceuta, Melilla, las Chafarinas, los peñones
y Perejil, sino hasta Canarias. Eso sí que fue deslealtad. El
entonces jefe de la oposición se entrevistó con el rey alauita al
margen del presidente Aznar, que siempre rechazó las
reivindicaciones del vecino país. Algo que irritó sobremanera a
Marruecos y que desembocó a la postre en el intento de usurpación de
Perejil. ¿Se imaginan cuál sería hoy la reacción de Zeta ante un
hecho semejante? Ya sabemos que la importancia de Perejil es nula,
pero también que no se puede admitir que alguien decida apropiárselo
porque sí. No veo a nuestro intrépido presidente enviando a la
Legión al peñasco para echar de allí a los invasores. Él empezaría
diciendo que ese islote no vale nada, que en realidad nunca fue
español y que se lo queden si quieren.
El problema no era Perejil, sino lo que significaba. Cometimos el
error de entregarles el Sahara sin corresponderles, y desde entonces
piensan que todo se puede obtener de la misma manera. Cuestión de
presión y tiempo. Y de encontrar el momento. Por ejemplo, cuando el
Gobierno de Madrid no sea tan firme como lo fue el de Aznar. Es
decir, con un Ejecutivo que, como ahora, es incapaz de salir en
defensa de una Melilla acosada premeditadamente desde la frontera.
Porque no se trata de romper relaciones ni de declarar la guerra. De
lo que se trata es de defender a los tuyos y de no esconderse como
Moratinos o Aído. Se ha echado en falta la acción del ministro de
Exteriores interrumpiendo sus vacaciones y haciendo los movimientos
oportunos para resolver el conflicto. Moratinos tuvo en cierta
ocasión el lapsus de llamar a Ceuta y Melilla ciudades marroquíes.
Aído no llegó a tanto, pese a sus abundantes meteduras de gamba,
aunque ha sido clamoroso su silencio de días ante las ofensas a las
policías españolas. No es cuestión de romper relaciones. Es cuestión
de defender a los nuestros. No tiene sentido que sea el Rey quien se
ponga al frente de la diplomacia, cuando tenemos un presidente de
Gobierno, tres vicepresidentes y un responsable de Exteriores.
Los ciudadanos de Melilla llevan años desencantados con el PSOE, a
la vista de su pasotismo con la ciudad. Van de error en error desde
los tiempos de Dudú. Por eso son hoy allí una fuerza minoritaria. No
les interesa Melilla porque no creen en ella. No invierten en
modernizarla y tienen parados la mayor parte de sus proyectos de
infraestructuras. Están más pendientes del «qué dirá Marruecos». Y
eso se nota.
Rendición preventiva
La izquierda y Marruecos
GEES Libertad Digital 20 Agosto 2010
¿Cree la izquierda de nuestro país en la españolidad de Ceuta y
Melilla? ¿Se puede confiar en ella en relación con Marruecos? La
pregunta no es baladí, ni retórica, puesto que la unidad nacional es
cuestión de Estado, y esta sólo es posible desde un acuerdo
nacional. Pero hoy, la izquierda española, desde Tele 5 a La Cuatro,
desde la SER a Público y desde PSOE a IU –salvo UPyD–, están más
dispuestos a ceder ante Marruecos que a enfrentarse a él. Lo más
curioso es que lo hace dejándose de paso por el camino valores y
principios que la izquierda siempre ha considerado suyos.
Cuestión relacionada es la actitud de la izquierda ante el régimen
alauita. Marruecos es una dictadura incompatible con la democracia y
los derechos humanos, sobre todo interpretados en clave progresista.
Representa lo peor de la reacción a la ilustración o la modernidad.
Y sin embargo, asistimos al espectáculo de la misma izquierda
española que se pone en fila para apedrear a un franquismo
felizmente pasado o disfruta buscando las cosquillas a democracias
asentadas –usualmente Estados Unidos o Israel–, mientras esconde y
silencia las gravísimas violaciones de derechos humanos en el Sáhara
y en territorio marroquí. Doble rasero: la izquierda española se
pone estupenda ante las democracias liberales, pero tolera y
justifica dictaduras reales y cercanas como la marroquí, que encarna
la negación de los supuestos valores progresistas.
Por otro lado, el carácter radicalmente religioso del régimen
marroquí no preocupa a la laicista izquierda de Prisa o Mediapro.
Los mismos que se quejan del supuesto protagonismo de la Iglesia
Católica en España y Europa nada dicen del carácter teocrático y del
régimen marroquí, donde no está claro si reina el primero de los
creyentes o si se cree en lo que cree el que reina. En cualquier
caso, la izquierda española no soporta que Rouco Varela hable de
cuestiones cívicas, pero no tiene problema alguno en que Mohamed VI
dirija el destino de los marroquíes. Ha pasado del opio del pueblo
al cuius regio, eius religio sin solución de continuidad.
Tampoco en lo relativo a los pueblos oprimidos tiene la izquierda
española muchos escrúpulos: decenios lleva Marruecos sometiendo a
los saharauis a sangre y fuego. Es el pueblo oprimido
geográficamente más cercano a España, pero la izquierda actual está
más cerca de los palacios marroquíes que de las tiendas de campaña
saharauis. Se indigna con el bloqueo legal a Gaza pero silencia el
estado policial en Sahara, sólo porque lo lleva a cabo Marruecos.
En el caso de la paz –otro dogma izquierdista tradicional–, la
izquierda de España no tiene problema alguno en mirar hacia otro
lado ante una ocupación clamorosamente contraria al derecho
internacional, el que tantas veces invoca la izquierda. Respecto a
Argelia, pocas veces habla la izquierda de intereses comunes, pese a
que España los tiene con este país –enfrentado a Marruecos– en
bastante más número que con éste. Y respecto a las relaciones
pacíficas con España, El País aún censura a Aznar la recuperación
por la fuerza del status quo en Perejil con una severidad que
contrasta con su actitud silente y hasta comprensiva ante quien lo
rompió conscientemente, Marruecos.
Pesadilla para el laicista, el pacifista, el igualitarista, pero
apoyado por la izquierda. Así que respecto a Ceuta y Melilla, islas
de libertad, de libertad religiosa, de igualdad en la zona, la
pregunta es: ¿cree la izquierda española en su españolidad? Creer de
verdad, esto es, estar dispuesta a defender su integridad con la
firmeza necesaria ante un vecino que ni ha renunciado ni renunciará
a ocuparlas, llegado el caso usando la fuerza como en la verdadera
Marcha Verde. No lo parece, dado el esquizofrénico amor de la
izquierda ante Marruecos, que le lleva a perdonárselo todo; pero en
cualquier caso, debiera ser sincera, porque la cháchara insustancial
por la que justifica y afronta las últimas crisis con Marruecos es
insostenible, sobre todo desde el punto de vista izquierdista.
Ceuta y Melilla son inviables para España si la izquierda está
dispuesta a entregárselas, que es lo que implica no tener claro y no
dejar claro que se defenderán por la fuerza si es necesario. De
hecho, la reacción en su día y el recuerdo hoy de la izquierda del
episodio de Perejil muestra dos cosas: primero, que si está en el
poder cederá ante Marruecos con tal de evitar la posibilidad de
enfrentamiento. Y segundo, que si está en la oposición se opondrá a
cualquier política de firmeza ante ese país Y lo más curioso es que
se trata de un país que representa fielmente los valores contrarios
a los valores que la izquierda considera suyos: laicismo,
igualitarismo, pacifismo.
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
Aznar en Melilla
Alfonso USSÍA La Razón 20 Agosto 2010
Corría el año 2003. Las tensiones con Marruecos provocaron la
eventual retirada de embajadores. El entonces líder de la Oposición,
Rodríguez Zapatero, dio la espalda a los intereses de España y voló
a Rabat a entrevistarse con el caprichoso Sultán Mohamed VI.
Hablaban y sonreían con un gran cartel de fondo en el que las islas
Canarias formaban parte del territorio marroquí. Hasta la isla de
San Borondón, que es alucinación, sueño y prodigio de entreluces,
pertenecía a Marruecos. Aquello sí supuso una grave deslealtad con
España. Establecer comparaciones entre el viaje rastrero de Zapatero
y el paso por Melilla de Aznar sólo es factible mediante el cinismo.
Aznar ha estado en Melilla, y ha hecho muy bien. Melilla ha sido
abandonada por nuestro Gobierno, el ministro de Asuntos Exteriores
se ha comportado como un gamberro, Zapatero ha demostrado que le
importa un bledo el presente y futuro de la ciudad española y la
sensación de desamparo se ha extendido por todos los melillenses. Y
Aznar ha viajado a Melilla. No a entrometerse en nada. Lo ha hecho
como un español. Es innegable que Aznar no es un ciudadano del
montón, y que su condición de ex presidente del Gobierno le concede
unos matices diferentes. Para lo bueno y para lo malo. En el
presente caso, el primer apartado. La indignación socialista es
consecuencia de su humillación ante el Sultán, y cualquier excusa le
sirve al Gobierno para disfrazar su inacción, su sometimiento y su
política de cuclillas permanentes. Un español no tiene que pedir
permiso a nadie para visitar una ciudad española. Y si esa ciudad
española está siendo objeto de toda suerte de provocaciones, menos
aún.
Aznar ha pisado y paseado las calles que ha rechazado Moratinos.
Aznar ha saludado a los españoles a los que Moratinos ha negado el
saludo y la cordialidad. Aznar ha recordado que Melilla es España
mientras Moratinos no ha movido un dedo de los pies para salir de su
escondite veraniego. El compromiso de Aznar ha sido con su
presencia, que no con su voz, porque se ha limitado a pronunciar
unas pocas palabras que no pueden considerarse aprovechadas o
inoportunas. El problema de Melilla es el Gobierno de Zapatero, no
Aznar. Y si el Gobierno de Zapatero no hace nada por remediarlo,
habría de comprometerse a mantener su humillante silencio y no a
reaccionar con celos histéricos por una actuación individual
absolutamente normal. Dice Blanco que Aznar no visitó Melilla en sus
ocho años de presidente del Gobierno. Y no le falta razón. Pero no
ha acudido a rendir pleitesía al Sultán en contra de los intereses
de España con unas islas Canarias marroquíes como telón de fondo.
La tragedia es que el Gobierno de España ha perdido su autoestima.
No se tolera a sí mismo. Y esa grieta en la estimación propia la
aprovechan los de siempre. No sirve, para esta ocasión, el pase de
modelos de la vicepresidenta Fernández de la Vega. A Mohamed VI, los
modelos de la vicepresidenta le importan la mitad de un dátil. Él no
habla con mujeres, que por algo es más que un aliado de
civilizaciones. Mucho y bueno tiene Marruecos. Es el tapón del
islamismo sangriento. Y nuestras relaciones, siempre a caballo del
amor y del odio, necesitan de una inteligencia diplomática que hoy
nos resulta inalcanzable. Zapatero es un torpe y Moratinos un vago.
Aznar ha estado en Melilla y su presencia hay que interpretarla con
sosiego y normalidad. Un español por España nunca es una
provocación. Y más vale tarde que nunca.
La marcha de las verduras
JOSÉ MARÍA CARRASCAL ABC 20 Agosto 2010
HACE 35 años, Hassán II ordenó una «marcha verde» hacia el Sahara
llamado español, que desde entonces forma parte de Marruecos. Hoy,
hacia Melilla y posiblemente Ceuta, se ha ordenado una «marcha de
las verduras y otros alimentos», aunque a la inversa: impidiendo el
abastecimiento de las dos ciudades españolas en el Norte de África.
Si los marroquíes son los primeros en saber que rendirlas por hambre
es imposible, al ser fácilmente abastecidas por mar, ¿por qué lo
hacen? Pues por reinar las mismas circunstancias que en el otoño de
1975 les empujó a lanzar la «marcha verde»: por saber de la extrema
debilidad de España. Entonces, Franco agonizaba y aunque decía
haberlo dejado todo atado y bien atado, nadie estaba seguro de cómo
iba a ser el futuro. Sólo, que iba a ser diferente, muy diferente,
como resultó. En cualquier caso, lo que urgía era concentrarse en la
escena nacional, no en un territorio a muchos cientos de kilómetros,
que sólo ocupábamos desde 1884. En cuanto a los soldados españoles
que lo custodiaban, ¿qué iban a hacer ante aquella invasión
pacífica? ¿Ponerse a disparar contra los hombres, mujeres y niños
desarmados que llegaban? Así se perdió el Sahara, más para los
saharauis que para España.
Lo de Melilla y Ceuta, ciudades españolas desde hace siglos, es
distinto en cuanto a derechos, pero no en cuanto a estrategia. Los
marroquíes las consideran suyas y harán cuanto esté en su mano para
anexionárselas. Si la marcha les dio resultado en el Sahara, nada de
extraño que la utilicen de nuevo, ahora en dirección contraria, no
con personas, sino con mercancías. Aunque de momento haya quedado
suspendida, preparémonos para este tipo de bloqueos, acusaciones,
maniobras y alarmas. Su estrategia es ésa. Lo que no está claro es
la nuestra, si es que existe alguna.
Pues el mayor paralelismo entre 1975 y 2010 es la extrema debilidad
del Gobierno español, que se extiende a España. Pese a todas sus
idas, venidas, planes, contraplanes, declaraciones, desmentidos,
avances y retrocesos, Zapatero es un cadáver político. Todo le ha
salido mal y todo apunta que irá a peor. Ni la remodelación
territorial de España, ni la negociación con ETA, ni los remedios
anticrisis le están dando resultado y por no controlar, empieza a no
controlar su propio partido, como ha puesto en evidencia el
enfrentamiento interno desencadenado en Madrid.
Nadie lo sabe mejor que Rabat, consciente de que en igualdad de
condiciones, pierde frente a España, pero que en una de sus
recurrentes crisis políticas, puede ganarle. Parece creer que se
encuentra en una de ellas. Quiero decir que ésta no es una crisis
con Marruecos. Es una crisis española.
Enrique Múgica
Martín PRIETO La Razón 20 Agosto 2010
La injuria es un arte y no está al alcance de los patanes. No es lo
mismo tachar de analfabeto a Menéndez Pidal que tildar de Casanova a
Marcel Proust. Por el recurso ante el Constitucional de una Ley de
Acogida de Inmigrantes que alzaprima el catalán, jabalíes de ERC
como Huguet y Puigcercós han definido al ex Defensor del Pueblo
Enrique Múgica como falangista y aliado del racismo, lo que mueve a
risa por el contenido y el contexto, ya que fue Múgica quien pasó
por los penales franquistas por ser miembro destacado del Partido
Comunista y cesó en el cargo de Defensor del Pueblo justo antes de
la presentación del recurso. Cuando estos pitecantropus semierectus
aún no habían nacido, el PCE y luego el PSOE fueron los exponentes
antidictatoriales,tanto que Felipe González y Alfonso Guerra nunca
pisaron Carabanchel.
Se dice que Dios primero confunde a quienes desea perder, y estos
restacuartos independentistas realmente deliran. ¿Son racistas o
xenófobos? Enrique Múgica Herzog es vasco, español, judío y por
línea materna franco-polaco. ETA asesinó a su hermano Fernando,
dolor que creo aún no lo ha superado. Hombre bonancible, es
complicado acceder a las escaleras, de su casa, porque los libros
rebosan los peldaños. Acierto ecuánime del presidente Aznar fue
consensuarle como Defensor del Pueblo, y durante sus dos mandatos ha
sido imparcial y apartidista. Como los de ERC son analfabetos
políticos, estiman que aquellos que no enarbolan las esteladas son
émulos de Hitler. Confortémonos con lo que dijo Anatole France:
«Cualquiera que sea la manera de pensar y obrar, es mala señal no
ser vilipendiado, insultado o amenazado».
Obama y la retirada de Irak
CEFAS La Razón 20 Agosto 2010
El presidente Obama necesitaba retirar tropas de Irak y acabar con
las operaciones militares. Su popularidad aumenta tanto en Europa
como retrocede en Estados Unidos. Esto explica por qué le urgía
tomar esta decisión. Necesita gestos que le puedan favorecer en las
decisivas elecciones de otoño frente a unos republicanos que se han
recuperado. La situación en Irak sigue siendo muy compleja porque
hace meses que los partidos intentan formar un gobierno tras las
elecciones legislativas y su ejército todavía no está preparado para
enfrentarse a los terroristas. Nunca he tenido la más mínima duda de
que fue una guerra tan acertada como necesaria. Irak está mejor sin
un dictador sanguinario como Sadam y Aznar acertó al apoyar la
intervención militar. EEUU y sus aliados han pagado un alto precio
en vidas humanas, pero con Sadam morían asesinados y torturados cada
año miles de iraquíes. El coste económico ha sido muy elevado para
la primera potencia, pero ha demostrado, otra vez, su compromiso con
la libertad.
Obama se retira de Irak
Editoriales ABC 20 Agosto 2010
EL presidente norteamericano, Barack Obama, ha preferido que los
últimos soldados de combate saliesen de Irak de forma tan discreta
que ha parecido casi clandestina. No hay que ser muy perspicaz para
darse cuenta de que a la Casa Blanca solo le interesa dar cuanto
antes el carpetazo a los dos escenarios bélicos que tiene abiertos,
ahora en Irak y, en cuestión de meses, en Afganistán. Atrás quedan
más de siete años y 4.415 soldados caídos, en una de las guerras más
complejas y polémicas de la historia. En 2003, el entonces
presidente, George Bush, invadió el país con el apoyo prácticamente
unánime de la sociedad norteamericana y Obama fue elegido en gran
medida a causa del agotamiento anímico y moral de los
estadounidenses. Desde el punto de vista militar, Estados Unidos y
los aliados aplastaron al ejército de Saddam, pero la victoria se
jugó en los múltiples errores de los primeros meses de la ocupación,
en los que toda la alegría con la que los iraquíes habían recibido a
los marines se transformó en amargura, rencor y finalmente
desprecio. La gran lección para una potencia militar tan poderosa
como Estados Unidos está clara: no basta con aplastar al enemigo;
hay que ser capaz de ayudarle eficazmente a levantarse de nuevo.
El debate sobre las armas de destrucción masiva jamás encontradas no
puede enturbiar eternamente el auténtico perfil de un conflicto en
el que se jugaba mucho más que la caída de un siniestro dictador con
ambiciones de imponerse como una potencia regional destinada a
desestabilizar a sus vecinos. Saddam Husein era un gobernante que
mantenía sometida a la mayoría chií de la población, que gaseaba
inmisericordemente a aldeas enteras de kurdos y que castigaba a
todos sin distinción, a cuenta de sus estados de ánimo. Que el Irak
que conocemos hoy no sea todavía un país estable y seguro no quiere
decir que lo fuera en tiempos en que era gobernado por la mano de
hierro de Sadam. La diferencia es que ahora el camino hacia la
libertad y la prosperidad es posible, aunque todavía lejano. Al
final, el balance de la guerra estará en manos de los propios
iraquíes. Obama quiere lavarse las manos con la esperanza de que sea
lo mejor para la seguridad de Occidente, pero él tampoco sabe si
después de esta retirada de las tropas de combate la situación
empeorará a causa de los ataques terroristas. Su opción es clara:
unos Estados Unidos retraídos sobre sí mismos, con poca voluntad de
ejercer ningún papel dominante en el mundo. Otras fuerzas con
voluntad global se alegran de ello.
María Luisa Cava de Llano, defensora del Pueblo
"No entiendo que ataquen al TC quienes no
comparten su misma legitimidad"
El recurso contra la ley catalana de acogida lo interpone "el
Defensor del Pueblo como institución". El TC corrige los "excesos de
las leyes", aunque sean democráticos.
Santiago Mata. www.gaceta.es 20 Agosto 2010
Barcelonesa de 1948, María Luisa Cava de Llano y Carrió es abogada y
militante del PP balear, circunscripción por la que fue diputada en
las legislaturas de 1993, 1996 y 2000. Desde 2005 era adjunta
primera al Defensor del Pueblo, cargo que ocupa interinamente desde
el 1 de julio, al cesar Enrique Múgica. El pasado día 13, recurrió
ante el Tribunal Constitucional la ley catalana de acogida a los
inmigrantes, por el uso exclusivo del catalán que propugna en su
artículo 9. Defiende el respeto debido al TC como garante de que se
puedan corregir los “excesos” de las leyes, por democráticas que
éstas sean.
-¿La Defensora del Pueblo toma partido a favor del recurso de la
plataforma Impulso Ciudadano contra la ley de acogida o sólo lo
tramita?
-El recurso de inconstitucionalidad es del Defensor del Pueblo y
expresa los criterios de la institución.
-¿Qué responde al argumento de que las leyes adoptadas
democráticamente (Oriol Amorós se refería al apoyo del 90% del
Parlamento catalán) son intocables?
-El proceso democrático no impide que las leyes incurran en excesos,
y de ahí la existencia de un recurso de inconstitucionalidad, que
precisamente está para asegurar la democracia misma y el respeto de
todos los poderes públicos al cuadro fundamental de reglas de juego,
que es la Constitución.
-Viceversa, ¿es antidemocrático negarse a aceptar las reglas del
juego y decir que no harán caso (como han hecho varias autoridades
catalanas) de lo que diga el TC?
-La jurisprudencia del Tribunal Constitucional vincula a todos los
poderes del Estado. Éste es el sistema que los ciudadanos nos han
marcado para resolver los conflictos institucionales. No puedo
entender cómo personas con responsabilidades públicas niegan al
Tribunal Constitucional y a todo el sistema una legitimidad que
también les legitima a ellas.
-¿El Gobierno puede haber minado el prestigio del TC, al argumentar
que no podía suspender cautelarmente la Ley del Aborto, por haber
sido aprobada en Cortes?
-No me corresponde hacer valoraciones de esta naturaleza. Como he
dicho, acepto lo que diga el Tribunal Constitucional y me gustaría
que entre todos fuéramos capaces de promover un mayor respeto a la
delicada e importante tarea que nuestra Constitución le encomienda.
-En cuanto a los recursos del Defensor del Pueblo, ¿el TC está
trabajando razonablemente bien?
-El Tribunal tiene una carga de trabajo impresionante, especialmente
por la vía de los recursos de amparo. Me gustaría que los recursos
de inconstitucionalidad no se demoraran, pero comprendo que hay que
seguir un cierto orden en la resolución, y además ciertas cuestiones
sólo se pueden tomar después de un proceso riguroso de análisis y
maduración de la decisión.
En cualquier caso, para ciertos temas esenciales, como los recursos
de inconstitucionalidad frente a Estatutos, creo que deberíamos
reflexionar sobre la reimplantación del llamado recurso previo de
inconstitucionalidad.
-¿Cómo se podrían resolver asuntos estancados –o retrasados– que le
afectan, como los de la renovación del TC, o el propio nombramiento
del próximo Defensor del Pueblo?
-Lo ideal es que la renovación de los cargos institucionales, y muy
especialmente de cargos de la importancia de los señalados en la
pregunta, no se eternice. Las instituciones tienen que funcionar con
normalidad; esto es algo que desde el Defensor del Pueblo nos
preocupa mucho y nos lo aplicamos con todo rigor: los ciudadanos no
tienen por qué padecer las consecuencias de una situación de
interinidad y tienen derecho a que nos dediquemos a sus problemas
con todo el catálogo de medidas que la Constitución y las leyes
ponen a nuestra disposición. Así se lo transmití a mi equipo. Hay
que trabajar igual que siempre, dure lo que dure esta situación.
Por otra parte, lo esencial a la hora de cubrir estos puestos es
elegir bien más que elegir rápido.
-¿Qué asuntos le parecen más urgentes entre los que está tramitando?
-Diariamente en la casa entran muchos asuntos. Todos ellos tienen a
personas detrás y todos ellos plantean problemas acuciantes para la
gente que acude a nosotros. Hay de todo y es difícil hacer una
gradación; desde problemas urbanísticos, sanitarios, acceso a
prestaciones en unos momentos de crisis como éstos, retrasos
judiciales, asuntos de extranjería (como expulsiones o la protección
de los derechos de los hijos españoles de padres en situación
irregular).
Además de todo esto, piense en que desarrollamos un amplísimo
programa de visitas a centros de privación de libertad (cárceles,
centros de internamiento, comisarías, etc.) o a centros
administrativos tanto para la investigación de quejas como para el
desarrollo de nuestras funciones como Mecanismo Nacional de
Prevención de la Tortura. Como puede ver, no es precisamente trabajo
lo que nos falta, y bien ilusionante por cierto.
HEREU, DE PERFIL
La Audiencia Nacional prohíbe el homenaje a
la etarra Laura Riera
El Semanal Digital 20 Agosto 2010
El juez Pablo Ruz ha prohibido el acto de exaltación a la terrorista
de ETA que pretendían llevar a cabo grupos antisistema ante la
inacción más absoluta del Ayuntamiento de Barcelona.
El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ha prohibido el homenaje
a la colaboradora etarra Laura Riera convocado este sábado en el
barrio barcelónes de Gràcia, al considerar que su celebración
supondría la "exaltación del currículo delictivo" de personas
"vinculadas a la organización terrorista ETA". La decisión llega
después de que el Ayuntamiento de Barcelona se hubiera puesto de
perfil al asegurar que no tenía entre sus atribuciones desautorizar
el acto.
Así consta en un auto dictado este viernes en el que el magistrado
ordena a la Consejería de Interior de la Generalitat de Cataluña y a
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que "adopten las
medidas necesarias" para evitar la celebración del acto, que
conllevaría la comisión de un delito de enaltecimiento del
terrorismo y humillación a las víctimas.
Ruz, que sustituye temporalmente a Baltasar Garzón al frente del
Juzgado Central de Instrucción número 5, ha adoptado esta decisión a
instancias de la asociación Dignidad y Justicia (DyJ) y de la
Fiscalía de la Audiencia Nacional, que le reclamó el jueves que
impidiera la celebración del acto al entender que su única finalidad
es "la justificación de las acciones delictivas desarrolladas en
nombre de ETA y la adulación pública de quienes las cometen,
animando a su mantenimiento".
Los informes policiales solicitados por el juez instructor ponen de
manifiesto que Riera fue condenada en mayo de 2004 a nueve años de
cárcel por colaborar con el Comando Barcelona, que actuó en Cataluña
entre 2000 y 2001 llevando a cabo atentados como el que costó la
vida del ex ministro socialista Ernest Lluch.
******************* Sección "bilingüe"
***********************
Homenaje a Riera
La sombra de ETA
Antonio Robles Libertad Digital 20 Agosto 2010
Ha tenido que ser la Fiscalía de la Audiencia Nacional quien
intervenga y pida la prohibición de la marcha en honor de la
colaborada de ETA en Cataluña, Laura Riera, que saldrá de prisión el
21 de agosto después de pasar 9 años en la cárcel por colaborar con
ETA. El Ayuntamiento y el consejero del Interior del Gobierno
catalán, Joan Saura, nada habían hecho por prohibir la marcha con
antorchas que tenían previsto llevar a cabo en medio de las fiestas
de Gracia tanto la Asamblea de Joves de Gràcia como la Comisión de
Fiestas Populares anunciadas en sus respectivas páginas web.
¿Qué es lo que querían celebrar? ¿Su puesta en libertad? ¿Por qué?
¿Acaso están orgullosos de lo que hizo y consideran una hazaña
meritoria colaborar con ETA para matar? ¿O es que quizás su
ideología independentista les lleve a rechazar el universo moral de
los tribunales que la condenaron y quieran resarcirla y apoyarla con
su presencia para insistir en los métodos que la condenaron? ¿Qué es
lo que pretenden ofrecerle con el homenaje? ¿Acaso no ven nuestras
autoridades municipales y autonómicas que ni uno de los que la
agasajarán habrán sentido el dolor de sus víctimas? ¿Tan débil es la
raya entre el bien y el mal para el Consistorio barcelonés o para el
responsable de Interior, Joan Saura, cuando se trata de prohibir
manifestaciones o manifestantes con estética e ideologías
nacionalistas de "casa nostra"?
Es un síntoma inquietante que el presidente del grupo parlamentario
autonómico de ICV-EUiA Jaume Bosch se haya situado en la
equidistancia entre los manifestantes pro etarras y los grupos
políticos que denunciaron la marcha de apoyo a la colaboradora de
ETA cuando, refiriéndose a las denuncias de Populares y Ciudadanos
hizo un llamamiento para "no caer en provocaciones ni de un lado ni
del otro", tanto por parte de los que organizan actos de este tipo,
como por parte de los que los critican con mala fe en busca de
réditos electorales. Esa miserable deducción nos debería hacer
reflexionar. Parece que, para algunos nacionalistas, ciertas formas
de lucha cercanas a sus propios fines ideológicos, aunque no
compartan sus métodos literalmente, atemperan la gravedad de sus
actos hasta confundirlos con los métodos políticos. Así, en 2007,
según reveló El Mundo, un documento interno emitido por el
Departamento de Justicia de la Generalidad calificaba de "presos
políticos" a Laura Riera y a su pareja, Diego Sánchez Burria,
también condenado por colaborar con ETA.
Este tipo de lenguaje y este relativismo moral en función de los
fines compartidos desvelan la miserable pasividad del Ayuntamiento
de Barcelona y de las autoridades del orden público del Gobierno de
la Generalitat. Aunque en esta ocasión, el fiscal haya puesto las
cosas en su sitio.
¿Se le ocurriría a Jaume Bosch hablar de equidistancia ante el
secuestro, violación, tortura y crimen de las tres adolescentes del
aquel horrendo crimen de 1992 conocido bajo el nombre de crimen de
Alcácer? ¿Se atrevería este sujeto político a hablar de
equidistancia para criticar a los grupos políticos que se opusieran
a un reconocimiento público de los posibles asesinos?
Piensen por qué en este caso se atreve éste, o se inhiben otros.
Nacionalismo
El huevo deseado
Eva Miquel Subías Libertad Digital 20 Agosto 2010
Annie Hall es uno de mis largometrajes preferidos. Me transporta a
la época gloriosa y de esplendor de Woody Allen y con eso me basta.
En una de estas noches de desvelo, por motivos que no vienen a
cuento y entre el sonido metálico de las chicharras, me acordé de
esa magnífica secuencia en la que Alvy Singer, tras el reencuentro
con una espléndida Diane Keaton, recuerda un viejo chiste donde un
tipo le cuenta al psiquiatra que su hermano está loco, al creerse
una gallina; y a la pregunta del doctor de por qué no lo lleva a un
manicomio, le contesta: lo haría pero... es que, verá, necesito los
huevos.
Así es cómo Allen dice entender las relaciones humanas:
irracionales, absurdas, pero que mantenemos porque deseamos esos
huevos.
En una de esas horas después de haber amanecido en la que me
entregué al surfing radiofónico gracias a nuestra querida tecnología
que me permite llevar en el iPhone numerosas emisoras esté donde
esté, cacé al vuelo la entrevista al Conseller d´Innovació,
Universitats i Empreses donde llamaba a la insumisión y al no
cumplimiento de "sentencias de este tipo", refiriéndose al recurso
interpuesto por la actual Directora de la Oficina del Defensor del
Pueblo ante el Tribunal Constitucional por la Ley de Acogida de
Inmigrantes donde en su artículo 9 establece un sistema de
preferencia lingüística del catalán sobre el castellano en cuanto a
la formación, información y prestación del servicio de primera
acogida para inmigrantes.
Josep Huguet, uno de los consejeros de la Generalitat de ERC a quien
le tocó su particular y ansiado trozo de tarta en el reparto del
gobierno tripartito y tras tildar al cesado Mújica de fascista en
clara sintonía con el gráfico dicho español "cree el ladrón que son
todos de su condición", suelta lo siguiente: "Las Instituciones de
Estado que deberían ser neutras y arbitrar, tales como el Defensor
del Pueblo, se utilizan como instrumento para aplicar un modelo de
preeminencia de una lengua sobre otras".
Recuerdo en mi etapa escolar a mi entonces profesora de lengua y
literatura catalanas, que entre lecturas de Narcís Oller nos
intentaba explicar la diferencia entre bilingüismo y diglosia
poniendo como ejemplo la época en la que la lengua catalana se había
sentido en inferioridad de condiciones. ¡Cómo han cambiado las cosas
en tan poco tiempo! Pues sí, no hace tanto, así que nadie se ponga a
contar, que una servidora cursaba BUP en las Escuelas Pías de
Barcelona en los años ochenta. Entiendo que por preeminencia de una
lengua sobre otra sabrá el Consejero a qué se refiere ya que éste es
un ferviente partidario de las sanciones económicas de la
Generalitat a los comercios que rotulen en castellano. No es el caso
de un rótulo en serbo-croata, cap problema, doncs.
Otra perla del muchacho cuya gran aportación a Cataluña ha sido la
de ir sustituyendo progresivamente souvenirs de marcado carácter
español por figuritas de castellers, ya que aquellas están hechas y
vienen de "fuera" (por mi madre que mis orejillas lo escucharon) ha
sido la siguiente: "Nos quieren atar de pies y manos para que no
podamos abordar un fenómeno tan complejo como la inmigración desde
nuestras responsabilidades".
Habló de responsabilidades uno de tantos que bramaba contra la
Delegación de Gobierno de Cataluña en época de José María Aznar
paseándose ante las iglesias para dar apoyo a los numerosos
inmigrantes sin papeles que se hacinaron en ellas manifestándose por
la negación, en algunos casos, de la documentación requerida para
circular de manera regular en nuestro país.
Por cierto, de aquellos polvos estos lodos, pero hoy no toca que me
estoy acelerando. No tienen el más mínimo pudor a la hora de soltar
por esa boquita tales barbaridades. No tienen, y lo siento porque
saben que intento cuidar el envoltorio con el que suelo contarles
las cosas, vergüenza. Ni la tienen, ni la conocen y además, seguro
que duermen a pierna suelta.
Acabo. Me hizo ilusión leer el otro día la entrevista en Yo Dona a
Rosa Esteva, la fundadora y propietaria del Grupo Tragaluz. Les diré
de antemano que soy clienta habitual de sus establecimientos desde
el original Mordisco, donde siendo muy jovencitas nos dirigíamos al
Paseo de Gracia con Rosellón a tomarnos unas refrescantes ensaladas
junto a Carmen y Laura con unos rollitos de sándwich tostado
original y apetitoso. Allí, nuestras penurias y alegrías amorosas se
digerían mucho mejor. Y si te tocaba en la mesa de al lado a Jaume
Figueras, estupendo pues. Siempre tenía alguna película en mente por
la que preguntar a uno de los mejores críticos de cine de este país.
Decía que acababa y acabo. Esta empresaria catalana, emprendedora,
visionaria y con arrojo, que ha sabido transmitir lo mejor del
espíritu barcelonés a través de la estética, calidad gastronómica y
funcionalidad de sus locales, se siente decepcionada y advierte de
la defunción de la Ciudad Condal gracias a la inigualable labor del
nefasto tripartito. Y lo dice, por fortuna –como otros muchos en
privado– una clara representante de la sociedad civil de Barcelona y
de la tradicional burguesía catalana. Pero cada vez más, aunque
intento mantener mi insensato optimismo, creo que mis paisanos
necesitan esos huevos.
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