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Rajoy no puede ser el Tancredo de Arriola
Carlos Dávila www.gaceta.es 12 Septiembre 2010
“Llegan meses, en todo caso, de los que el tancredismo sería un
suicidio... algunos candidatos populares no se cansan de pedir
políticas de zurriagazo contra Zapatero”.
Claro, que si uno se presenta como líder de un partido con unas
encuestas que pronostican un triunfo por más de diez puntos sobre el
competidor, ¿quién será capaz de ponerte un pero? Mariano Rajoy, que
parece haber seguido, por su delgadez, el método del difunto
Montignac (ya se sabe, hidratos de carbono a la buhardilla,
proteínas a la barriga), debe tener decidido a estas alturas de
curso que lo mejor es seguir el consejo que nuestras queridas
madres, las mamás conservadoras y protectoras de sus hijos de toda
la vida, nos daban cada vez que sacábamos en el colegio los pies de
tiesto: “Hijo, mío, no te signifiques”. Para un hombre que, como él,
lleva ya ocho años tratando de derrotar a un púgil inferior que en
las condiciones normales de un país de acreditada democracia
ocu¬paría el puesto de jefe del Departamento de Objetos Perdidos de
cualquier diputa¬ción provinciana, el consejo antiguo tiene que
resultarle de complicada observación, lo malo es que se repite, que
ya no son nuestras madres, la suya para el caso, la que le confiere
tan prudente admonición, lo malo ( o lo bueno, lo veremos) es que
son sus consejeros más cercanos de la actualidad los que permanente
y machaconamente insisten: “Ni una acción mala, ni una obra buena”.
La postura sobre la negociación
Naturalmente que es exagerada la sentencia. A Mariano Rajoy no se le
puede presumir la primera, ni inducir a que renuncie a la segunda.
Pero todo tiene sus matizaciones. De lo que se trata simplemente es
de esquivar el presente y no comprometer el futuro. Por ejemplo, en
el caso ETA. Pregunto: ¿alguno de nuestros lectores sabe a ciencia
cierta qué ha pactado el Partido Popular con el Gobierno en este
menester? El firmante, parte de la consciencia de que entre
Rubalcaba y Federico Trillo, los interlocutores habituales para el
caso, hay sencillamente un acuerdo de que el Partido Popular no va a
molestar en el trance en que nos encontramos. En tiempos pasados, y
con lo que se conoce que está pasando (lo expresa sin ambages la
menos convencional de todos los dirigentes del PP, Esperanza
Aguirre), José María Aznar ya habría advertido que no se cree la
inocente réplica del Gobierno al melifluo y extremadamente cursi
comunicado de ETA.
En síntesis, hubiera dejado claro ante la opinión pública que no se
traga eso “del Gobierno no negocia con ETA”, porque eso no es más
que una martingala dialéctica sutil y conocida, es, para que todos
los entendamos, similar a la que ha utilizado recientemente el
depauperado Moratinos (tan depauperado que puede ser sustituido nada
menos que por Leire Pajín, fíjense) para negar la relación comercial
del Ejecutivo de Zapatero con los bandoleros de Al Qaeda en el
secuestro de los presuntos cooperantes barceloneses: “El Gobierno
–dijo– no ha pagado el rescate”. Pues, ¡naturalmente que no lo
pagado!, o ¿es que alguien se imagina al diplomático de Presidencia
Bernardino León dándole una bolsa con seis millones de euros a un
terrorista de Bin Laden?
Dejar hacer
Por Dios, que no todos los españoles son tontos. Hace unos días,
Jaime Mayor Oreja, el mejor ministro del Interior que haya habido
nunca en este país, el político al que ahora insulta miserablemente
su sucesor Rubalcaba, y esconde, como evitando sus reflexiones, su
propio partido, alumbraba una frase que es, con certeza, la clave de
lo que ha ocurrido desde que, ya en el enero pasado nuestro
periódico, La Gaceta, advertía de los primeros escarceos
negociadores. Decía: “Estamos en la segunda fase de un proceso
protagonizado desde el exterior por el único mediador internacional
que no aparece”. Mayor se refería con seguridad al Centro Henry
Dunat donde ya se guardan los documentos claves de todas las
transacciones que históricamente han existido, porque han existido,
entre cualquiera de los Gobiernos de España, incluidos los del
franquismo, y la banda asesina ETA. No parece, por las trazas, que
la actual dirección del Partido Popular quiere enterarse demasiado
de lo que ahora mismo trama Zapatero. Le deja hacer. Quizá piensa
que si Rajoy llega a Moncloa libre de ETA, ¡toma, eso que se quita!,
lo cual es una estupidez de tomo y lomo. En el programa de
Intereconomía El Gato al Agua de Antonio Jiménez, un conocedor de
ETA tan acreditado como Eduardo ‘Teo’ Uriarte afirmaba: “La banda se
disolverá poco a poco, pero nunca hará un anuncio oficial diciendo:
hoy dejo de matar”.
¿Qué tal estáis? ¿cómo ha ido el verano?
Pero, al margen del problema de ETA, cada vez menos percibido (¡que
bien, qué bien!) como tal por lo españoles, la estrategia del PP no
se inclina ni por el follón diario, ni por la algarada continua en
el Parlamento. Algunos críticos del partido la definen directamente
como “el no hacer nada, no vaya a ser que se enteren de lo que
pensamos”. Realmente es una demasía aunque, bien visto, se ajusta
estrictamente a las recomendaciones que, a diario, suministra el
permanente asesor del PP, el incombustible Pedro Arriola. La reunión
de Toledo fue por todo esto más un ¿qué tal estáis, cómo ha ido el
verano?, que un escrutinio crítico y hasta profético de lo que está
ocurriendo en España. Cada vez, según sugieren reputados miembros de
la Ejecutiva Popular, únicamente dos personas, descontado el citado
Arriola, ejercen influencia auténtica sobre el presidente Rajoy:
Javier Arenas y el alcalde Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón. Los demás
(¿demasas? diría Zapatero) no es que sean floreros (algunas caras
francamente ya no están para eso), es que no ocu¬pan un lugar en el
espacio de Mariano Rajoy.
El Tancredismo
Llegan meses, en todo caso, en los que el tancredismo sería un
suicidio. Las elecciones catalanas serán el gran susto de Zapatero,
pero no parece que vayan a resultar la gran alegría de Rajoy. El mes
de noviembre no es el del presidente del PP; su mes será mayo cuando
tenga que poner toda la carne en el asador para ir echando del poder
al presidente más perjudicial que haya sufrido nunca la España
democrática. Alguno de los aspirantes populares a ocupar sillones
autonómicos no se cansan de pedir políticas de zurriagazo contra
Zapatero. Hablo de los que están a la vera misma de la mayoría
absoluta, aspirantes que, como los de Cantabria y Aragón por
ejemplo, se han visto desplazados históricamente por auténticos
okupas regionales, caso del bufón televisivo Miguel Ángel Revilla.
Estos aspirantes no soportan el “no hagas nada, hijo mío, que se te
van a notar las ganas”; necesitan leña política, justo la que el PP
no está dispuesto a cortar. Aun par de estos candidatos se les puede
pasar el arroz sin tocar poder y entonces acusarán a su partido de
haber sido blandito con el zapaterismo e inane en la presentación
del alternativas. Esto, al menos, es lo que en estos prolegómenos de
elecciones van pregonando por ahí, otra cosa es lo que después se
atreven a decir en público. Los que afirman que Rajoy no tiene
autoridad son unos pazguatos mal informados, véase si no qué tipo de
confrontaciones se producen en los órganos institucionales del PP;
ningún enfrentamiento, escaso debate y, por supuesto, ni un solo
voto en contra. Rajoy no puede seguir siendo el Tancredo de Arriola,
el hombre que desde hace la intemerata explica mejor que nadie, con
una suficiencia brillantísima, las claves de las peores derrotas de
la derecha española.
Hay que explicar el interés de cada
transferencia
JOSÉ ANTONIO PORTERO MOLINA La Opinión
12 Septiembre 2010
JOSÉ ANTONIO PORTERO MOLINA ES CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL
DE LA UNIVERSIDAD DE A CORUÑA
El TC ha declarado inconstitucional la creación del Consejo de
Justicia de Cataluña como órgano de gobierno del Poder Judicial en
Cataluña, configurado como órgano desconcentrado del Consejo General
del Poder Judicial. El motivo es que el Estatuto no es la norma
competente para regular la estructura y funciones del CGPJ, materia
que corresponde en exclusiva a la ley Orgánica del Poder Judicial.
De esta forma, el TC no excluye que las Cortes, modificando dicha
ley orgánica, den cabida a fórmulas de desconcentración del único
CGPJ que gobierna el poder judicial, como se sabe, único en todo el
Estado. La estructura desconcentrada y las funciones de un Consejo
de Justicia, en Cataluña y otras Comunidades, con ese u otro nombre,
la establecerán las Cortes en cuanto el gobierno quiera, sin
incurrir ya en inconstitucionalidad. La decisión ya está tomada por
Zapatero en atención a razones políticas y electorales. En ellas y
no en dudas de constitucionalidad está el problema.
Desde el comienzo del desarrollo autonómico, muchas medidas se
adoptaron por motivaciones exclusivamente políticas, sin importar
poco ni mucho las de eficacia y coste. Se explicaba en estos
términos: si la medida no es inconstitucional, adóptese. En realidad
el razonamiento debiera ser otro: que sea constitucional una
pretensión, una transferencia, es, evidentemente, una condición
inexcusable para aceptarla, pero no es un motivo que la haga
necesaria o conveniente, positiva. Que haya diecisiete Consejos de
Justicia estructurados como órganos desconcentrados del único CGPJ
será constitucional, pero no significa que sean necesarios para un
mejor funcionamiento de la justicia en España. Esa es la explicación
que no se da. La que no da el ministro Caamaño dejando caer que la
transferencia de tráfico a Galicia, en el mejor momento de la DGT
bajo la dirección de Pere Navarro, se hará si se incluye en el
Estatuto. Puro formalismo, pura vacuidad la respuesta del ministro.
El planteamiento puede aplicarse a muchos organismos autonómicos
que, a imitación de los estatales, y por puro afán de parecer un
Estado catalán, gallego, madrileño o cántabro, se han generalizado
sin reparar en gastos, en las verdaderas y distintas necesidades de
Comunidades grandes o pequeñas, en el aumento absurdo de las
dificultades de gestión, en la banalidad o inconsistencia de la
función que realizan, en la repetición de trámites y controles que
al final no garantizan ni la corrección jurídica de la decisión ni
el uso eficiente de los recursos públicos que manejan. El Consejo de
Justicia de Cataluña no altera la unidad del poder judicial, ni
fragmenta el Código Penal, o las leyes de procedimiento, ni cambia
los modos de selección de los jueces y magistrados. Pero encarecerá
el gobierno de los jueces, creará nuevos cargos con toda la
parafernalia habitual, no vamos a ser menos que los del Estado,
provocará conflictos con CGPJ y será pasto de influencias y pagos
partidistas a los más leales del lugar. Por si no había bastante con
el original, toma diecisiete copias.
La crisis sería un buen momento para adelgazar la estructura
institucional de las Comunidades y explicar que, salvo para el
nacionalismo, no es indispensable que una autonomía se organice al
completo, como un Estado y que los excesos cuestan dinero. Por eso,
no es de recibo que algunos responsables autonómicos cuestionen el
devolverle al Estado los anticipos recibidos estos dos últimos años.
Ni que algunos alcaldes quieran renegociar sus deudas para seguir
endeudándose. La crisis habrá venido de América pero aquí la
irresponsabilidad de muchos gobernantes autonómicos y locales ha
sido tremenda. Y la ceguera ciudadana, interesada. ¡Pagaba el Estado
o pagaba Europa!
Los falsos amigos
Eduardo ArroyoEl Semanal Digital 12 Septiembre 2010
El grave problema de los políticos, no sólo en España sino en todo
el mundo, al menos en el mundo occidental, es que cuentan mentiras y
se quedan tan anchos.
Como el objetivo es conseguir votos, están dispuesto sincluso a
hacer tabla rasa de su pasado –o del de su partido- y hacer como si
ellos no tuvieran responsabilidad alguna en los problemas actuales.
Esto ya lo pensé cuando escuché hacer declaraciones a José María
Aznar en una de las últimas manifestaciones contra la ley del aborto
o a Dolores de Cospedal acudir a esa misma manifestación sin que
estuviera claro en absoluto si estaba o no en contra del aborto.
Ahora sucede algo parecido con la publicidad del PP presentada en
forma de encuesta sobre la inmigración para las próximas elecciones
catalanas. Se ve que, como los únicos que quieren la inmigración son
los políticos –de toda laya-, los periodistas y demás trouppe
mediática, y los ultracapitalistas en general, el PP ha decidido
ahora parecer con un poco más de sentido común ante un tema en el
que nos jugamos, sencillamente, nuestra existencia como pueblo.
Quizás sea porque una agrupación política como la Plataforma por
Cataluña puede hacerles mucho daño con esta cuestión.
El caso es que nos dicen que "tenemos que adaptar la inmigración a
la realidad de nuestro economía y mercado laboral" y deducen que
Cataluña y en España "no pueden absorber más inmigrantes de manera
ilimitada". Alguien debería explicar a los chicos del PP que la
inmigración no es una cuestión económica. Si nuestro mercado pudiera
absorber a 40 millones de inmigrantes, puede que económicamente
estuviera justificado pero eso significaría nuestra extinción como
país. Además, ¿qué modelo económico es ese que "absorbe"
inmigrantes? Pues el que saca beneficio de un mercado de mano de
obra a la baja y que utiliza esa mano de obra para erosionar poco a
poco nuestro sistema económico y social.
El PP nos explica que "tiene que haber mayor control de la
inmigración irregular". Quizás por eso su partido, como hizo el PSOE
con el ministro Caldera, realizó varias regularizaciones, que
afectaron a muchos miles de inmigrantes que estaban en España
violando nuestras leyes. La experiencia demuestra que en España los
políticos no distinguen entre inmigración "legal" e "ilegal" porque
cuando esta ha sido masiva, se han limitado, no a hacer cumplir la
ley, sino a "legalizar" a los "ilegales". Por eso, ¿quién podría
creerles ahora?
La encuesta quiere "integrar en derechos y en deberes" y hace un
llamamiento a que "todos los que vengan tienen que respetar nuestras
normas de convivencia" pero lo cierto es que la "integración" se ha
producido solo en contadas ocasiones y en todos los países ha
conducido preferentemente a la balcanización del país y al guetto.
El PP aduce como solución la inmigración preferente de aquellos que
comparten con nosotros "cultura y valores", pero sinceramente no se
sabe muy bien qué es lo que quiere decir con esto. ¿Cuáles son esos
valores? ¿Qué quiere decir "compartirlos"? Si esa "cultura" y esos
"valores" conducen a hacer de España un país caribeño, me temo que
estaremos en las mismas. La pregunta es ¿qué se entiende por
"integración"? ¿Consiste solo en tener un trabajo y no dar
problemas? En otras palabras, un musulmán wahabista que vive y
trabaja en España ¿está "integrado" a pesar de ser portador de
"cultura y valores" totalmente diferentes a los nuestros? ¿Los
barrios "latinos",, de apariencia radicalmente diferente a la España
que todos hemos conocido, están "integrados"?
Nuevamente se tiende a ver todo a través del prisma económico y por
eso la propaganda del PP no hay verdaderamente por donde cogerla. Un
montón de lugares comunes y absurdos, se concentra en apenas un
palmo de papel. Nos dicen que "la pluralidad religiosa es un hecho
positivo" pero nadie explica por qué y a continuación nos vienen con
el asunto del burka para ejercer su papel de "defensores" de los
derechos de la mujer. No parecen preguntarse si este es un problema
importado precisamente por los que ahora pretenden vendernos
soluciones. ¿Se les ocurrió este problema del burka cuando el
gobierno de Aznar "regularizó" a miles de inmigrantes musulmanes,
exactamente igual que hizo el PSOE? Porque según datos públicos del
Instituto Nacional de Estadística, en 1996 había en España 81.468
ciudadanos marroquíes. Ocho años después, tras la "era Aznar", había
388.046 y eso sin contar a los "ilegales" –que por su misma
naturaleza no pueden figurar en las estadísticas oficiales- y a los
ciudadanos de otros países islámicos. ¿Qué quieren vender entonces?
¿Es que de repente han visto la luz?
El resto del panfleto es pura cháchara política: nos hablan de
"convivencia", "respeto", "democracia" y un montón de lugares
comunes que han utilizado con la misma falta de pudor desde los
liberales hasta la izquierda abertzale. Se trata de un conjunto de
tópicos que los españoles de a pié estamos sencillamente hasta las
narices de escuchar. Ninguna de estas palabras nos dice nada que no
pueda ser entendido en montones de sentidos, muchos mutuamente
excluyentes. Sólo pensarlo da una inmensa pereza. En el texto
incluso se permiten la cara dura de hablar de "ayudas a las
familias" que deben ser compatibles con la "integración". Dicen eso
quizás porque saben muy bien que, tanto con el PP como con el PSOE,
en España nadie, absolutamente nadie, ha hecho nada por las familias
españolas –por las inmigrantes bastante más- y precisamente por eso
está todo por hacer.
No, señores, no. Este tipo de retórica, aparentemente enérgica, la
esgrimen ahora que se nos vienen encima las consecuencias del
problema que ellos, junto con sus colegas de la izquierda,
contribuyeron resueltamente a crear. No esperen de la gente sensata
ninguna ayuda. Ustedes son el problema y votarles a ustedes, antes
que un voto útil, es un voto inútil. Es la garantía cierta de que
las cosas empeorarán a corto plazo por la sencilla razón de que
ustedes no han hecho nada para resolver el problema migratorio que
amenaza a la existencia misma de nuestro país. Mientras tanto España
se extingue físicamente y pueblos extraños nos amenazan con una
demografía desbordante. Ellos no son los culpables de nada, salvo de
una salud a toda prueba y de tener claro que quieren afirmarse. Como
dijo alguien, "ser es defenderse" y eso incluye no caer, por
ejemplo, en la visión ramplona y economicista que ustedes profesan,
ayudar a las familias de verdad y apostar por la vida, y no solo en
época electoral. Implica saber que los pueblos son antes que los
modelos políticos y económicos y que estos existen en función de
aquellos y no al revés.
Quienes, a este paso, mañana heredarán nuestra tierra tienen todo
esto muy claro. Y por eso el problema, que ustedes neciamente creen
que es un mero problema económico y no existencial, crece y crece.
No, señores. Definitivamente ustedes no nos sirven.
Reflexiones del 11-S
Podemos ser tontos, pero tanto como para proporcionar el púlpito
para achicharrarnos, no
José María Carrascal ABC 12 Septiembre 2010
«ESTAMOS en guerra con los terroristas, no con el islamismo», ha
dicho Obama para justificar su respaldo a una mezquita en las
cercanías de la Zona 0 y su rechazo de la quema de Coranes. El
problema, sin embargo, es que el Islam radical está en guerra con
nosotros. Y da la casualidad de que ese Islam capitanea el islamismo
y protagoniza episodios como el 11-S en Nueva York o los atentados
en Madrid y Londres, sin que haya indicios de que se disponga a
ceder en su guerra santa contra occidente, siempre que pueda y allí
donde pueda. Lo que nos obliga a defendernos, a no ser que adoptemos
la cristianísima actitud de poner la otra mejilla, que no creemos le
detendría.
Ahora bien, la forma de defendernos no es quemando Coranes. Quemando
Coranes lo único que se consigue es dar argumentos a los yihadistas
y fomentar sus ataques contra nosotros. De ahí que la idea de pastor
Terry Jones revele, junto a su cerrazón ideológica, unas
entendederas bastante cortas. Menos mal que entre todos le han
convencido de que no lo haga, aunque a la hora que escribo esta
«postal» aún no es seguro, pues aparte de las razones ideológicas
que le animan, está el ansia de celebridad, a lo que se sacrifica
hoy todo, de lo que tenemos bastante culpa los periodistas.
En cualquier caso, el problema sigue ahí: ¿cómo combatir al
islamismo radical, que nos considera enemigos a muerte? Occidente
aún no ha encontrado respuesta a esa pregunta, limitándose a la
guerra convencional, que no funciona, o a medidas puramente
defensivas, a todas luces insuficientes. Y es que partimos de una
base falsa: la de considerar el Islam una religión, como la nuestra.
Cuando es mucho más que eso. Es una ideología, un estilo de vida,
una escala de valores, que nada tienen que ver con los nuestros y en
muchos aspectos chocan con los nuestros. Con los islamistas
moderados podemos convivir. Pero los islamistas radicales se sienten
amenazados por occidente, al comprobar el éxito material de éste y
temer que, por esta vía, pueda atraer a sus fieles. Su respuesta ha
sido atacarle en la única guerra que puede librar e incluso ganar,
la del terrorismo, pues a diferencia de la convencional, con no
perderla, se gana. Pero nosotros tenemos también derecho a
defendernos, y lo primero para ello es no dar al islamismo radical
ninguna facilidad para extenderse, como ocurre en las mezquitas
conducidas por tales imanes. Quiere ello decir que Obama debería
haber dicho: «No estamos en guerra contra el Islam. Estamos en
guerra contra los islamistas que nos la han declarado». Podemos ser
tontos, pero tanto como para proporcionar el púlpito para
achicharrarnos, no.
Destacadas personalidades de la cultura, la justicia o la empresa
valoran la tregua de ETA
Voces vascas contra la mentira
Madrid - C. S. Macías / P. Romero La Razón 12 Septiembre 2010
El mismo guión, las mismas secuencias, pero tiempos distintos. El
comunicado de la banda terrorista ETA llenaba las calles vascas de
una mezcla de indiferencia, escepticismo, a veces esperanza... Para
todos era el «Dejà Vu», ya estaba vivido y volvía a sobrevolar una
pregunta: ¿será la definitiva? Conjugar los tiempos del verbo
«creer» en una tierra castigada por el miedo, la extorsión, la kale
borroka y el sonido de atronador de las bombas es difícil.
Nadie cree en ETA. Intentar que los vascos hablen sin miedo de ello,
también cuesta.
LA RAZÓN ha recogido las opiniones de destacados vascos y navarros
del mundo de la cultura, la justicia, la empresa o la Iglesia sobre
el último comunicado de la banda.
«Superando mi cansancio y repugnancia a hablar de ETA como si fuera
una interlocutora respetable, creo que no hay que hacer el menor
caso a un comunicado más, tramposo y delirante como todos los
anteriores», afirma el historiador Fernando García de Cortázar. Sabe
que el objetivo de ETA es claro: «engañar a los incautos, buenistas
y pusilánimes, y debilitar la acción del Estado en la lucha contra
el terrorismo, aparentando voluntad de diálogo y esperando que el
Gobierno relaje su acción policial y la Justicia la persecución de
los delitos, incluidos los de apología del terror».
«A la espera del único comunicado aceptable –la disolución de la
banda–, la democracia española tiene que demostrar su fortaleza
venciendo cualquier tentación de negociar con el terror mismo o con
su brazo político y persiguiendo con la ley en la mano todo delirio
independentista antidemocrático y toda subversión del orden
constitucional», asegura.
José Manuel Ayesa, fue durante 20 años presidente de la
Confederación de Empresarios de Navarra, una tierra en la que desde
hace mucho tiempo los empresarios viven la extorsión.
«Estoy acostumbrado a la presión y la amenaza, pero intento vivir al
margen, construyendo esta magnífica región». Para Ayesa, el
comunicado de ETA «es más de lo mismo». «Soy escéptico. Además, hay
algunas cosas que no mencionan: que el impuesto revolucionario sigue
creciendo y la kale borroka también». Cree que «no hay que hacer
caso» del contenido del comunicado y «seguir con la posición contra
el terrorismo», aunque no ve voluntad. Dice que nada ha cambiado
desde que ETA volviera a escenificar su «tregua». «Siguen moviéndose
en los mismos parámetros. Me ha sorprendido la intoxicación de la
izquierda abertzale y sus planteamientos». Aún así, los empresarios
«seguimos preocupados y no nos fiamos».
Iñaki Arteta, guionista, director y productor de cortometrajes, ha
narrado en varias ocasiones el problema del terrorismo en el País
Vasco con valentía. Destaca que las treguas siempre las ha
aprovechado ETA para rearmarse y coger datos de víctimas. «Sólo
creeré cuando haya una foto en la que estén todas las armas en un
montón y la banda terrorista diciendo que no pide nada a cambio. Lo
que no puede ser es que los que han hecho tanto daño pasen de un día
para otro al otro lado de la sociedad».
Para Arteta, la única actitud que hay que tener es la de «no
negociar» y «no hay que darle ninguna esperanza al entorno de
Batasuna en cuanto a su legalización». ¿Que pasará ahora? «Puede que
nos perdonen la vida una temporada, pero la amenaza radical es la
misma. Ellos actúan igual».
La Iglesia vasca pide que la tregua anunciada sea «definitiva e
incondicional» y exigen el fin de ETA. El obispo de San Sebastián,
José Ignacio Munilla, en su homilía exigió a ETA su disolución. «El
momento actual hace más imperiosa, si cabe, esta llamada. La
creciente esperanza de nuestro pueblo por la paz es ya un proceso
imparable, y no tienen sentido alguno las resistencias que lo
impiden». También el obispo de Bilbao, Mario Iceta, pidió por su
desaparición, al mismo tiempo que destacó que «en una sociedad
democrática no hay lugar para el terrorismo, que siempre hiere
profundamente la dignidad de las personas y causa muerte y
violencia. Que la vida de nuestro pueblo esté presidida por la paz y
que el quehacer político y social discurra siempre por los cauces
democráticos y el respeto escrupuloso a la dignidad de las
personas», dice.
Anuncios insuficientes
Desde el Círculo de Empresarios del País Vasco los anuncios de ETA
son «insuficientes». «Tienen que dejar las armas para siempre y
abandonar los eufemismos». «Desde hace tiempo ETA no convence a
nadie y no valen para nada sus comunicados», destacan.
Ángel García, magistrado del Tribunal Superior de Justicia del País
Vasco, afirma que en el entorno de la abogacía el comunicado no ha
«merecido ninguna credibilidad». Según indica, a los amenazados lo
que les importa es el «anuncio definitivo del cese de la violencia y
el abandono de la lucha o la actividad terrorista». García hace
hincapié en que el abandono de la violencia de ETA debe hacerse «sin
condicionamiento alguno», ya que en un Estado de Derecho no se debe
incurrir «en ninguna contraprestación, bien política o de otra
naturaleza».
No cree que en el País Vasco haya habido un cambio tras el
comunicado. «Este paréntesis en la actuación violenta tampoco merece
un aplauso, porque no soluciona nada, aunque aparentemente haya más
tranquilidad».
Ángel Gago, secretario general de la Asociación de Hostelería de
Vizcaya, asegura que el sector hostelero recibió el comunicado con
escepticismo e indiferencia. «Estamos tan acostumbrados a verlo que
le hemos dado poca importancia. El comunicado no sirve de nada; hay
que coger el coche, presentarse en el lugar y decir que todo se ha
terminado». Gago cree que no se deben hacer especulaciones sobre el
fin de la banda terrorista, ya que «lo que hay que hacer es asumir
las consecuencias de los actos» porque «aunque a uno le gustan las
leyes, hay que vivir con ellas». «En la hostelería solemos decir que
lo que no perjudica, mejora; por lo que el cese de la violencia
siempre es positivo».
MUNDO
La islamofobia quiebra el 11-S
El pulso por la mezquita de la Zona Cero y las amenazas al Corán
enturbian el aniversario
MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL | NUEVA YORK. El Correo 12 Septiembre 2010
PASADO Y PRESENTE
2.977 personas perdieron la vida en los ataques perpetrados por 19
secuestradores el 11-S. Según algunas estimaciones, alrededor de 60
víctimas eran musulmanas.
6 rascacielos y un museo se construyen en la Zona Cero. El espacio
ocupado por las Torres Gemelas dará paso a dos cascadas
conmemorativas.
Las sirenas de la Policía y el estruendo de los helicópteros
rompieron ayer el silencio del amanecer en la Gran Manzana. La
mayoría de los que despertaron abruptamente con el corazón encogido
y la memoria de las Torres Gemelas ardiendo se asomaron a la ventana
en busca de esa columna de humo y no se quedaron tranquilos hasta
que encendieron los televisores. Nada dramático había ocurrido, pero
la tensión se cortaba a cuchillo. El vicepresidente Joe Biden había
aterrizado cerca de la Zona Cero, los manifestantes a favor y en
contra de la mezquita se apostaban en las inmediaciones, la Policía
fuertemente armada custodiaba el área, los perros olfateaban a los
pasajeros en el metro.
El noveno aniversario del 11-S parecía destinado a pasar sin pena ni
gloria hasta que la islamofobia truncó la memoria de los 3.000
muertos que dejasen los atentados, muchos de ellos convertidos en
polvo bajo las ruinas. La expansión de una mezquita moderada, que se
ha alojado en el Bajo Manhattan durante décadas, a un edificio a dos
manzanas de la Zona Cero prendió la chispa de muchas personas que
casi una década después ven a todos los musulmanes como sus
enemigos. Por el camino, oportunistas como el reverendo Terry Jones,
que hace un año ya vendía camisetas con la leyenda 'El islam es
malévolo', encontraron en este río revuelto un pedestal para sus 15
minutos de fama.
Jones afirmó ayer, por fin categóricamente, que nunca cumplirá su
amenaza de quemar el Corán. El reverendo de Gainsville (Florida) se
comparó con el profeta Abraham al que Dios le pidió «que hiciera
algo loco» como sacrificar a su hijo pero detuvo su mano en el
último momento. «Nosotros también fuimos obedientes, ahora Dios nos
está diciendo que paremos. Esto ha abierto la puerta para hablar con
el imán (de la mezquita de la Zona Cero Feisal Abdul Rauf) porque
tenemos una base en común: la mayoría de los estadounidenses no
quiere una mezquita cerca de la Zona Cero y la mayoría de los
musulmanes no quiere que quememos el Corán».
Jones, que no tenía cita alguna, decía esto en los estudios de la
NBC, donde todavía disfrutaba de la atención pública, satisfecho de
haber cumplido su misión divina. «Cuando empezamos esto una de
nuestras intenciones era mostrar al mundo que hay elementos del
islam que son muy radicales, y creo que definitivamente hemos
cumplido esa misión, porque a pesar de que no hemos quemado ni un
solo Corán hemos recibido más de cien amenazas de muerte que siempre
pesarán sobre nosotros».
No hacía falta provocar la ira de todos los musulmanes para
demostrar que en su mundo hay extremistas. Cualquier familiar de las
víctimas del 11-S que ayer escuchaba la tradicional lectura de sus
nombres en la tumba de las Torres Gemelas podía dar fe de esa
brutalidad.
El reverendo había dejado atrás en su Iglesia de la Paloma de
Alcance Mundial un nuevo centro de peregrinación al que seguían
llegando fanáticos de todo el país con las causas más variopintas,
como un ex marine vestido de camuflaje que ondeaba una bandera
estadounidense frente a las cámaras mientras demandaba una disculpa
de los musulmanes por el atentado de 1983 contra un destacamento en
Beirut.
Jones prefirió montarse en un avión a Nueva York con la esperanza de
que le recibiera el imán Rauf, pero quien le esperaba a pie de avión
era la policía. «Hemos tenido una extensa conversación con él»,
admitió el comisionado de Policía Ray Kelly. «Le hemos dejado claro
que le pisaremos los talones y sabremos dónde está en todo momento».
Guerra contra el terrorismo
Su presencia entre los muchos radicales del país que se concentraron
ayer en Nueva York este 11-S era testimonio de que el tiempo, las
guerras y el renacer de la extrema derecha, incapaz de aceptar a un
presidente negro, han logrado lo que los terroristas no pudieron,
enfrentar a los estadounidenses unos contra otros. «Hace nueve años
esos atentados nos mostraron la peor cara de nuestros enemigos y la
mejor de nuestro país», dijo Laura Bush, evocando la compasión y la
unión con la que reaccionó su pueblo. Lo sabía bien, porque ella
estaba entonces en la Casa Blanca cuando su marido repitió hasta la
saciedad que no estaban en guerra contra el islam sino contra los
terroristas.
La ex primera dama salió de su retiro para acompañar a Michelle
Obama en un acto conjunto en conmemoración de las 40 víctimas del
vuelo 93 de United Airlines que en lugar de la Casa Blanca se
estrelló en Shanksville (Pensilvania) gracias a la heroicidad de sus
pasajeros.
Barack Obama se quedó en la ceremonia del Pentágono para no exaltar
más los ánimos en la Zona Cero, donde le representó el
vicepresidente y su esposa. «En este día recordamos nuestros
momentos más oscuros y convocamos nuestro sentido de unidad y
propósito común», exhortó el presidente en su mensaje radial al
país. «Si hay alguna lección que extraer de este aniversario es que
somos una sola nación, un solo pueblo, unido no por el duelo sino
por los ideales comunes». Esos valores de igualdad y tolerancia que
por primera vez desde los atentados peligran en EE UU bajo el
péndulo de la islamofobia.
Zapatero dio casi 300.000 euros para
manifestaciones palestinas en 2009
www.gaceta.es 12 Septiembre 2010
Zapatero dio 284.620 euros para manifestaciones palestinas en 2009.
La organización subvencionada Nova forma a activistas árabes en
prácticas como la desobediencia civil. Actúa en las áreas de Irak,
Siria y los Territorios Palestinos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores, a través de la Agencia Española
de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), destinó
284.620 euros en 2009 a la organización no gubernamental Nova,
Centre per la Innovació Social (NCIS). Según la propia organización,
el objetivo del proyecto, titulado Promoviendo la seguridad humana
en Oriente Medio: fortaleciendo la alternativa no violenta, es
mostrar a los pueblos de Oriente Medio cómo llevar a cabo “una
acción resuelta y constante, sin violencia, que se mantiene hasta
conseguir un objetivo justo y viable” La organización imparte su
formación a jóvenes “dispuestos a dar la vida por su país, por su
causa, pero que no saben que dar la vida no es quitarla a otro”.
El proyecto beneficiado con esta cantidad lleva por nombre
Promoviendo la seguridad humana en Oriente Medio: fortaleciendo la
alternativa no violenta, y fue ejecutado entre agosto y octubre de
2009.
Según detalla la página web de la organización, el objetivo del
programa es mostrar a los pueblos de Oriente Medio cómo llevar a
cabo “una acción resuelta y constante, sin violencia, que se
mantiene hasta conseguir un objetivo justo y viable”.
La formación ofrecida por la ONG se imparte en España, Irak, Israel,
Jordania, Líbano, Siria y Palestina, y los alumnos que asisten
pertenecen a diversos grupos sociales, entre los que se incluyen
“jóvenes que están dispuestos a dar la vida por su país, por su
causa, pero que no saben que dar la vida no es quitarla a otro”.
Para que los ciudadanos árabes sean formados en la reivindicación
pacífica de sus demandas, NCIS emplea a maestros y a la miríada de
organizaciones que conforman la Red de No-Violencia de los Países
Árabes.
Dignidad
NCIS señala en la descripción del proyecto que “hay que mostrar que
el respeto a la dignidad y al valor como ser humano, así como la
protección de los derechos y libertades fundamentales, es compatible
con la lucha por una causa justa”.
Sin embargo, cabe destacar que entre las distintas estrategias de la
no-violencia propugnadas, las más destacadas son las manifestaciones
populares frente a Ejércitos regulares y acometer, sin armas,
acciones que favorezcan la causa o los intereses políticos por los
que se lucha. El ejemplo más reciente de la puesta en práctica de
este tipo de estrategias fue la organización de la flotilla
internacional que, de la mano de varias ONG, llevaba ayuda a Gaza.
Al cierre de esta edición, ni la Aecid ni NCIS habían respondido a
los reiterados requerimientos de LA GACETA solicitando información
acerca de si en las manifestaciones que subvencionan se intenta
deslegitimizar al Estado de Israel o si provoca alguna
desestabilización en la zona.
Desde que Rodríguez Zapatero llegó a la presidencia del país en el
año 2004, España ha incrementado fuertemente sus donaciones a los
Territorios Palestinos, tanto a la zona controlada por Al Fatah como
a la dirigida por la organización terrorista Hamás.
Así, en el año 2004, el Gobierno entregó la suma de 19.694.974
euros, y en 2008 la cifra anual había sobrepasado los 90 millones de
euros. En total, en sólo cuatro años, las ayudas ascendieron a más
de 190 millones de euros.
Con estas donaciones, España se ha convertido en el segundo mayor
contribuyente dentro de la Unión Europea a favor del pueblo
palestino.
Anders Fogh Rasmussen
«La derrota no es una opción. Los talibanes
no volverán jamás»
El dirigente de la Alianza Atlántica hace un llamamiento al Gobierno
de Zapatero: «A España le pido lo mismo que a todos los aliados, que
envíe más recursos para nuestra misión de entrenamiento»
ENRIQUE SERBETO / MADRID ABC 12 Septiembre 2010
Después de siete años como primer ministro danés, el conservador
Anders Fogh Rasmussen —53 años— lleva desde hace poco más de un año
las riendas de la Alianza Atlántica en un momento crucial de la
guerra de Afganistán. El viernes visitó oficialmente España, un país
donde sabe perfectamente que el Gobierno y sus representantes
insisten en negarse a mencionar la palabra «guerra» para referirse a
Afganistán.
En Madrid reiteró el mensaje de que la única salida es llegar a una
situación en la que los propios afganos puedan hacerse cargo de su
propia seguridad e impedir que el país vuelva a ser una guarida de
terroristas. Ante el anuncio de que Estados Unidos quiere empezar a
retirar soldados el año que viene, Rasmussen insiste en que son
«planes con objetivos, no calendarios»; y que, en todo caso, la OTAN
no abandonará el país sin haber cumplido su misión: «La derrota de
la Alianza no es una opción. Nosotros venceremos y los talibanes no
volverán jamás a tomar el poder por la fuerza en Afganistán».
Sus palabras suenan con un énfasis especial, sobre todo cuando se
tiene en cuenta que se pronuncian apenas horas después de que el
principal dirigente conocido de los talibanes, el llamado mulá Omar,
dijera que están cerca de la victoria y que pronto volverán a
convertir a Afganistán. —¿Tan mala es la situación?
—Eso refleja lo desesperados que están ahora. Nosotros hacemos
progresos en todo el país, tenemos la estrategia correcta, las
fuerzas necesarias, avanzamos sobre el terreno. Al Qaida no tiene ya
refugios seguros en todo Afganistán, están siendo presionados en
todas partes, especialmente en sus puntos fuertes como la provincia
de Helmand y en Kandahar. Es decir, los talibanes pueden poner
bombas, asesinar, aterrorizar, pero no pueden ganar.
—¿No cree que ha sido un error anunciar anticipadamente el comienzo
de la retirada para el año que viene y que por eso los talibanes
están crecidos?
—Esa es exactamente la principal confusión. No nos vamos a retirar
de Afganistán el año que viene. Lo que haremos es empezar un proceso
gradual para entregar la responsabilidad del mantenimiento de la
seguridad a los afganos, cuando las condiciones lo permitan. Eso es
lo que empezará el año que viene. Es decir, asumimos los planes del
presidente Hamid Karzai para que sean las fuerzas de seguridad
afganas las que hayan tomado las riendas en todo el país para
finales de 2014. Esa es nuestra hoja de ruta: empezar la
transferencia a mediados del año que viene y completarla a finales
de 2014. Pero eso es un objetivo, el ritmo de la transición va a
depender del progreso sobre el terreno. Es un proceso condicionado,
no es un calendario. Por eso quiero dejar claro que no abandonaremos
Afganistán hasta que las fuerzas de seguridad afganas sean realmente
capaces de tomar esa responsabilidad. No nos iremos hasta que estén
listos para asumir esa misión. Es un error creer que los talibanes
no tienen más que esperar a que nos vayamos. Hay un famoso dicho
según el cual «nosotros tenemos el reloj y ellos tienen el tiempo».
Pero no es verdad porque nosotros vamos a entrenar y educar a
300.000 soldados y policías afganos, que viven en Afganistán y que
se van a quedar en Afganistán, y que van a encargarse de combatir si
es necesario. Así que si los talibanes piensan que solo tienen que
esperar a que nos vayamos se están equivocando, porque nuestro
objetivo es irnos cuando los afganos sean los que controlen su
propia casa.
—Tendría que aceptar cierto escepticismo sobre la capacidad de los
afganos para cumplir este objetivo, teniendo en cuenta que la
mayoría de los soldados son analfabetos y su lealtad puede ponerse
en duda, después de lo que pasó con el asesinato de los dos guardias
civiles y el traductor españoles.
—Déjeme que le exprese mis condolencias a las familias de los
fallecidos. Es una tragedia, pero afortunadamente se trata de un
acontecimiento extremadamente inusual. Tenemos un grado de
cooperación excelente con los afganos que se entrenan para formar
parte de sus fuerzas de seguridad. Y entre ellos hay buenos
combatientes. Pero es cierto que necesitamos avanzar en el
entrenamiento, necesitamos mejorar la calidad de las fuerzas de
seguridad afganas. Por esa razón estoy pidiendo a todos los aliados
que aumenten su contribución en la misión de formación de los
soldados y policías afganos.
—¿También le pide a España que aumente esa contribución?
—A España le pido lo mismo que a todos los aliados, que envíe más
recursos para nuestra misión de entrenamiento. En particular
quisiera decir que la Guardia Civil es un cuerpo con unas excelentes
cualidades que puede contribuir, como ya lo está haciendo, a
entrenar y educar a la Policía afgana, un campo en el que las
necesidades que tenemos son muy acuciantes.
—Por cierto, una misión similar de la OTAN en Irak espera también
Guardias Civiles españoles.
—Sí, también necesitamos aumentar la capacidad de las fuerzas de
seguridad iraquíes.
—Volviendo a Afganistán, ¿cree que el presidente Hamid Karzai es la
persona adecuada para llevar a cabo el proyecto de crear un
Afganistán estable con cierto barniz democrático?
—Consideramos a Karzai un buen socio. Es el presidente elegido,
tratamos con él y en la conferencia sobre Afganistán de Londres en
enero asumió fuertes compromisos, que repitió en la de Kabul, sobre
la necesidad de mejorar la lucha contra la corrupción y el tráfico
de drogas. Son aspectos muy importantes porque creemos que no hay
una solución exclusivamente militar, sino que necesitamos
estabilidad y desarrollo para el país. En Afganistán estamos para
garantizar nuestra propia seguridad, pero debemos darnos cuenta de
que si queremos evitar que se convierta en un nuevo refugio de
terroristas debemos mejorar la gobernanza, reforzar las
instituciones y en general proporcionar al pueblo afgano una vida
mejor.
—Cuando dice que no hay una solución exclusivamente militar
¿significa también negociar con los talibanes, como sugiere Karzai?
¿Cree que eso es bueno para el prestigio de la alianza militar más
poderosa del mundo?
—No sacrificaremos los principios esenciales, pero tiene sentido
intentar una solución política. Sin embargo, debo decir que los
talibanes no aceptarán la oferta de reconciliación a no ser que
comprendan que no hay ninguna posibilidad de que ganen militarmente.
Es decir, no hay alternativas a la continuación de la actividad
militar. Apoyamos al presidente Karzai en sus esfuerzos de encontrar
una solución política si esa solución política puede existir bajo
ciertas condiciones. Algunas de esas condiciones son que los grupos
o los individuos que se acojan a esa política de reconciliación
deben dejar las armas y comprometerse a respetar a las autoridades
electas, los derechos humanos básicos, incluidos los derechos de las
mujeres, y abandonar todo contacto con los terroristas. Con tal de
que esas condiciones se den, creo que vale la pena intentarlo;
aunque insisto en que no creo que funcione si el Gobierno afgano no
puede negociar desde una posición de fuerza.
—La revista «Time» publicó una estremecedora imagen de una chica con
la nariz cortada por los talibanes como escarmiento. ¿Puede
negociarse con esa gente, aunque digan que respetarán las reglas?
—Esa foto ilustraba perfectamente la brutalidad de nuestro enemigo.
Esa foto refleja la necesidad de reforzar la lucha contra esas
fuerzas que demuestran tal brutalidad e inhumanidad. Es obvio que
debemos seguir comprometidos con Afganistán para seguir con nuestra
misión e impedir que los talibanes vuelvan
—¿Cuánto daño ha hecho la revelación masiva de material secreto en
internet?
—Publicar documentos confidenciales compromete la seguridad no sólo
de nuestras fuerzas en Afganistán, sino también la de muchos
ciudadanos afganos que han cooperado con el Gobierno y las fuerzas
internacionales.
—Esos documentos revelaban que Pakistán no está colaborando como
suponen los aliados.
—Recientemente hemos visto actuar a los militares paquistaníes
contra los extremistas en la frontera, y eso nos parece bien, porque
para resolver los problemas en Afganistán necesitamos un compromiso
constructivo en Pakistán. Por eso pedimos al Gobierno y a los
militares paquistaníes que continúen con esa determinación contra el
terrorismo en la frontera, porque los terroristas la atraviesan —lo
sabemos— y constituyen una amenaza para nuestras tropas y para los
afganos. Durante mis conversaciones con las autoridades paquistaníes
les he pedido que refuercen y que vayan más allá en sus operaciones
contra los terroristas.
—¿Cree que debemos decir claramente a los ciudadanos que en
Afganistán hay una guerra?
—En Afganistán no estamos para hacer la guerra, sino para proteger a
los afganos contra los terroristas y, naturalmente, para protegernos
a nosotros mismos. En dos tercios del país no hay prácticamente
combates. Es verdad que hay combates en el sur y en el este, pero es
inevitable, porque hemos enviado más tropas, lo que significa más
combates. Estamos entrando en los feudos de los talibanes y por eso
vemos tantos combates ahora, pero eso es parte de nuestra
estrategia: limpiar el área para que los afganos puedan tomar el
control.
—¿Que pasaría si la OTAN se retira sin asegurar el control de los
afganos?
—Eso no pasará. La derrota no es una opción, nosotros venceremos.
Los talibanes nunca vencerán ni volverán a tomar el poder por la
fuerza. Jamás dejaremos que Al Qaida tenga un refugio en Afganistán.
Nos quedaremos el tiempo que haga falta para completar el trabajo.
—No estoy seguro de que la actual administración norteamericana
piense lo mismo, más bien lanzan el mensaje de que la prioridad es
el repliegue.
—Esta semana tuve una reunión con el presidente Obama y estuvimos de
acuerdo en que debemos completar nuestra misión igual que debemos
empezar el proceso de transferencia gradual de la responsabilidad a
los afganos. Espero que la cumbre de la OTAN en noviembre pueda
anunciar el comienzo de este proceso. Pero, como le dije, se han de
cumplir las condiciones porque la transferencia de la
responsabilidad a los afganos ha de ser irreversible. No podemos
ponernos en una situación en la que entreguemos el testigo y
tengamos que volver después.
«Nada que ver con las caricaturas de Mahoma»
—¿Qué opinión le merece el incidente que se ha desencadenado por la
amenaza de quemar públicamente ejemplares del Corán en Florida?
—Condeno firmemente estos planes insensatos. Es un acto
irrespetuoso. Nosotros debemos respetar las creencias de los demás.
Me complace que aparentemente se hayan aparcado estos planes, al
menos de momento, porque hay un riesgo evidente de que tales actos
puedan comprometer la seguridad de nuestras tropas en Afganistán y
en general pueden hacer nuestro trabajo en aquel país mucho más
complicado. Actos como quemar el Corán o cualquier otro libro
sagrado están en contradicción con los valores en los que basamos
nuestra sociedades.
—Parece que uno de los asuntos que ha marcado el noveno aniversario
del atentado terrorista del 11-S es el debate sobre la conveniencia
de construir una mezquita junto a la Zona Cero de Nueva York. ¿A
usted que le parece este asunto en particular?
—No puedo interferir en este debate interno estadounidense. Son las
autoridades de Estados Unidos y las de la ciudad de Nueva York las
que deben decidir. Creo que proteger y preservar la libertad y la
tolerancia religiosa es uno de los elementos básicos de nuestras
democracias. Dicho eso, prefiero dejar a la sociedad norteamericana
que decida la mejor manera de aplicar en la práctica estos
principios por lo que se refiere a la construcción de mezquitas o de
otros símbolos religiosos. Tienen mucha experiencia y creo que son
perfectamente capaces de encontrar una solución.
—¿No le recuerda esto su experiencia como primer ministro danés
durante la grave crisis de las caricaturas de Mahoma?
—No, en realidad no veo ninguna similitud. Para nada.
******************* Sección "bilingüe"
***********************
Una sola salida
EDITORIAL El Correo 12 Septiembre 2010
La única manera de que la izquierda abertzale logre regresar a la
legalidad es romper con ETA
La semana que ha transcurrido desde que ETA difundió su comunicado,
informando de su decisión de suspender las «acciones armadas
ofensivas», ha venido a confirmar hasta qué punto la ciudadanía
vasca contempla los quiebros que la banda terrorista realiza para
zafarse de un final inexorable de su poder de coacción y chantaje
con la certeza de que se trata de un tema amortizado. Algo parecido
ocurre en el ámbito de la política. Ni la persistencia de la amenaza
terrorista ni las elucubraciones sobre el cuándo y el cómo de su
desaparición constituyen factores de especulación partidaria y mucho
menos de división entre las formaciones democráticas. La radical
negativa a conceder el más mínimo triunfo al terrorismo a cambio del
abandono de las armas ha acabado con los perversos efectos que la
extorsión moral de la violencia generaba en tantas conciencias y
conductas políticas. Pero el paulatino debilitamiento de ETA no está
dando lugar a que la izquierda abertzale se libere de sus ataduras,
sencillamente porque aún prefiere dejarse llevar por el destino que
el Estado de Derecho le depara a la banda que cortar con ella o
plantarse ante su obstinación fáctica.
Resulta increíble que todavía a estas alturas la izquierda abertzale
continúe sacudiéndose sus responsabilidades con la hipocresía de
enarbolar «todos los derechos para todas las personas», tratando de
que sean los demás -la sociedad y las instituciones democráticas-
los que ofrezcan concesiones suficientes como para contentar a ETA.
Mientras tanto, el declive de la banda terrorista va debilitando a
una izquierda abertzale fuera de la ley, sin que ésta pueda
pretender que el conjunto de las formaciones que se sientan en el
Parlamento se apiaden de su infausta suerte. La Audiencia Nacional
volvió a demostrar ayer que la única manera que la izquierda
abertzale tiene de asegurarse una presencia legal en la vida pública
es cumplir estrictamente los requisitos de la Ley de Partidos, por
lo que no podrá continuar burlando las reglas de juego de la
democracia. Si por sus ataduras con la inercia terrorista los
herederos de Batasuna pretenden lanzar un enésimo desafío al Estado
de Derecho bajo la sombra del chantaje etarra, ya saben lo que les
espera: continuar fuera de la ley y de las elecciones.
El País patrocina una ilegalidad para que
ETA vaya a las elecciones.
Antonio Javier Vicente Gil Periodista Digital 12 Septiembre 2010
El País predica en su gran homilía editorial dominical sobre el
viejo proceso de santificación de ETA – Batasuna, aunque hoy no
habla mucho sobre la beatificación de la ETA a secas. El mensaje es
el de siempre, ETA – Batasuna ya no es ETA y podrá concurrir a las
elecciones si demuestran ser buenos chicos y para demostrarlo
aparece hoy una nueva condición que se añade a las dos explicitadas
decenas de veces por Rubalcaba, estas dos son que ETA (Batasuna)
deje de ser ETA y abjure de la violencia y que ETA (Batasuna)
consiga que ETA deje la violencia. La nueva condición es que ETA
(Batasuna) renuncie a sacar ventaja política en las negociaciones
con ETA.
En su editorial titulado “La frontera de Batasuna”, ya da por hecho
el que Batasuna ha cumplido las dos condiciones Rubalcaba, dice
respecto a la tregua paripé de ETA que “.. si bien es una novedad
que el anuncio sea consecuencia de la presión de Batasuna” y de
forma implícita debe quedar claro que si Batasuna ha conseguido que
ETA abandone la violencia será porque la propia Batasuna no ampara
la violencia.
El País, ZP y sus mesnaderos saben que el Tribunal Supremo sentenció
que Batasuna no es otra cosa que la propia ETA, pero para que nos
olvidemos de eso no dudan en llamar simplista al Tribunal Supremo y
a todos los que asumimos que Batasuna era, es, y será ETA, y eso lo
dice al escribir que “Desde una perspectiva política, el momento
exige ir más allá de simplismos como que "ETA controla todo lo que
hace Batasuna", o que "todo es ETA"”. Hoy somos simplistas quienes
sostenemos que ETA es ETA, mañana seremos crispadores y pasado
saboteadores de la paz.
Pero claro, no colaría el que ETA se presentase a las elecciones
así, de esta manera tan burda, hay que adornar el asunto, para ello
nos quieren dejar claro que la política antiterrorista de ZP ni ha
cambiado ni la de Rubalcaba cambiará porque ellos van a por ETA y
les es insuficiente la tregua de ETA. No obstante entre tanto
frenesí combativo contra la ETA no olvidan hacer algo que en los
viejos tiempos ya recomendó Zapatero a ETA, que funden un nuevo
partido, con nuevas siglas y nuevos estatutos y adelante.
El País, ZP y sus mesnaderos saben que el artículo 12, apartado b de
la Ley Orgánica de Partidos Políticos establece:
“Los actos ejecutados en fraude de ley o con abuso de personalidad
jurídica no impedirán la debida aplicación de ésta. Se presumirá
fraudulenta y no procederá la creación de un nuevo partido político
o la utilización de otro ya inscrito en el Registro que continúe o
suceda la actividad de un partido declarado ilegal y disuelto”.
Queda claro que es ilegal de toda ilegalidad el que ETA – Batasuna
cree otro partido o intente colarse en las listas de uno existente,
pero para El País, para ZP y para sus mesnaderos la ley sirve
mientras sirve y cuando deja de servir hay que saltársela y por eso
dejan escrita esta llamada a cometer una ilegalidad flagrante:
“Esa renuncia marca la frontera a partir de la cual podría Batasuna
(con otras siglas y otros estatutos) recuperar la legalidad.”
En la hoja de ruta de Zapatero al infierno figura en grandes letras
que ley jamás será un obstáculo para sus designios y ahí les tienen,
proponiendo ilegalidades para favorecer con la boca grande la
presencia política de ETA mientras con la boca chica andan
alardeando de que van a acabar con la ETA toda.
Un precio excesivo
«Las lentejas saciaron por un momento a Esaú, a cambio de quedar
reducido a una subordinación irreversible. Algo parecido puede
suceder en Euskadi si Zapatero no mide bien el alcance del respaldo
del PNV a los Presupuestos»
ANTONIO ELORZA El Correo 12 Septiembre 2010
CATEDRÁTICO DE PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
El episodio bíblico es de sobra conocido. Desde su nacimiento, Jacob
aspiraba a la primogenitura que correspondía a su hermano gemelo
Esaú, hasta que un día, acuciado éste por un desfallecimiento al
regresar de la caza, aceptó vendérsela a cambio de un plato de guiso
rojo. El orden natural de la herencia quedó así dispuesto para una
alteración definitiva, que Jacob logró mediante el engaño al recibir
la bendición de su anciano padre y con ello el derecho a ejercer sin
disputa el dominio sobre la tierra y sobre su propio hermano.
Al modo de los viejos cuentos, el relato contenido en el Génesis
ofrece una enseñanza inequívoca: cualquiera que sea la urgencia a la
hora de atender una necesidad, conviene medir las consecuencias de
una solución a corto plazo que pueda comprometer seriamente el
futuro. Las lentejas saciaron por un momento el hambre de Esaú, a
cambio de quedar reducido a una subordinación irreversible.
Algo parecido puede suceder en Euskadi si el presidente Zapatero no
mide bien el alcance que para el futuro vasco puede tener el
respaldo del PNV para la votación de los Presupuestos, sin medir el
precio abonado por ello. De entrada, resulta lógico que los
nacionalistas planteen el pago en oro de cada uno de sus votos,
habida cuenta de la elevada utilidad marginal de los mismos, no sólo
para la aprobación de los Presupuestos, sino para su consecuencia
natural, la supervivencia del Gobierno Zapatero. Es un juego donde
el PNV intentará maximizar sus ganancias, ya que si el presidente no
toma en consideración otros elementos de juicio, se encuentra por
entero a su merced. El antecedente de los Presupuestos de 2009 ya
fue suficientemente explícito, y sirve para mostrar que las alarmas
de hoy no sólo son el producto de la histeria reinante en la
madrileña calle Génova. Sobre todo porque el precio pagado entonces,
la suspensión por un año de la transferencia de las políticas
activas de empleo, por encima de los intereses del Gobierno López,
tuvo lugar a espaldas de la opinión, de manera que en la coyuntura
actual no sólo es de temer la entidad de las concesiones hechas
públicas, sino la adicional de aquéllas que tengan lugar en forma de
acuerdos secretos. La forma habitual de hacer política por parte de
Zapatero no sirve precisamente para inspirar confianza.
De momento, ya es conocido un éxito indiscutible del PNV: la
transferencia de las políticas activas de empleo, bloqueada por su
voluntad y signo de su permanente hegemonía en Euskadi, no sólo
tendría lugar ahora, sino con una contrapartida económica en un 50%
como mínimo superior a la cantidad previamente pactada por el
Gobierno López. La coartada de que éste será el encargado de
firmarlas -¡no iba a hacerlo el PNV en Sabin Etxea!- sirve sólo para
destacar la subalternidad del Gobierno socialista en ejercicio. La
baza electoral para 2011 es de peso: nada importa que haya un
Gobierno vasco formalmente socialista, entregado a Madrid y
dispuesto a vender los intereses vascos con pérdidas que sólo el
patriotismo y la eficacia del PNV son capaces de subsanar. Incluso
sin ocupar la Lehendakaritza, de la cual fueron desposeídos con
«trampas» (Erkoreka dixit), el PNV dirige Euskadi. Los electores
tomarán nota de ello.
La prioridad de Zapatero queda de este modo definida en lo esencial,
con el PNV como interlocutor preferente, y llevada al extremo supone
pasar por encima de sus correligionarios vascos, reducidos al papel
de convidados de piedra. De momento, ¿qué pueden hacer sino esperar
acontecimientos, lo mismo que los leales populares vascos, hacia
quienes el político leonés nunca ha tenido siquiera una palabra de
reconocimiento? Como en la letra del 'Beotibar'co zelaya', que sin
duda desconoce, Zapatero puede pensar que las aguas volverán a su
cauce cuando sea restaurada la alianza tradicional PNV-PSOE dominada
por el primero. Cuanto está ocurriendo en Euskadi respecto a
normalización de la vida política y social, más allá del tema ETA,
debe resultar secundario.
Lo más grave en cuanto a concesiones posibles está por conocer, si
bien la posición de fuerza nacionalista y sus exigencias ya
manifestadas proporcionan indicios suficientes. Pensemos en el tema
de la unidad de caja de la Seguridad Social, blindada por el
Tribunal Constitucional, pero Erkoreka ya ha apuntado la vía para
saltar la cerradura: socavarla sin una puesta en cuestión frontal,
acudiendo a la normativa autonómica vigente. Recordemos que el
artículo 18 2.b del Estatuto de 1979 asigna al Gobierno vasco «la
gestión del régimen económico de la Seguridad Social». Así que el
PNV sólo propone el puro e ingenuo cumplimiento del Estatuto: lo
esencial es alcanzar los fines propuestos. Una vía de solución muy
del gusto de Zapatero.
Y está la pretensión de que no haya más 'trampas': en las elecciones
de 2011 las presidencias y las alcaldías deberán ir, según el PNV, a
la lista más votada, con lo cual los nacionalistas se llevan la
parte del león y evitan pérdidas casi seguras. Nada importa que la
legislación vigente autorice las alianzas poselectorales, como es
habitual en las democracias pluralistas, y que sin duda el PSOE esté
dispuesto a utilizarlas, si ello es posible, para desplazar
legítimamente al PP de administraciones tales como el Ayuntamiento y
la Comunidad de Madrid. Y tal compromiso puede quedar muy bien en la
sombra hasta que llegue el momento de su puesta en práctica.
Lo que está en juego con el contenido del pacto ZP-PNV no es, pues,
únicamente la aprobación de los Presupuestos, sino el futuro de una
democracia vasca que, con todas las limitaciones de la gestión
actual, iba consolidándose tras los años de plomo etarras y el
monopolio político ejercido de forma patrimonial por el PNV. Vale la
pena que el presidente Zapatero piense en lo que supondría la ruina
de la actual experiencia política en Euskadi, y no sólo en su
supervivencia, eso sin olvidar que la misma responde asimismo al
interés del PNV.
Una Diada a la expectativa
Editorial www.gaceta.es 12 Septiembre 2010
La celebración de la Diada ha sido un anuncio de que ya nada volverá
a ser como antes.
La celebración de la Diada catalana es siempre uno de los
acontecimientos que condicionan el inicio del curso político en
España. Este año, la fiesta ha transcurrido con una cierta calma,
lejos de los espectáculos agresivos de otros momentos. Todas las
fuerzas políticas catalanas están velando las armas para unas
elecciones próximas y, como si quisieran una larga jornada de
reflexión, han alejado a los espectadores del centro de la
celebración, seguramente para evitar que los aplausos y vítores a
los políticos que mandan en Cataluña impidieran la necesaria
serenidad y reflexión en una fecha tan memorable. La ausencia de PP
y de Ciudadanos ha ayudado a conservar la calma de los exaltados,
pero también pudiera ser que Montilla hubiese calculado que
resultaba esencial evitar que el riesgo de ser vapuleado por los
abucheos de los descontentos le pusiera en un brete.
En resumen, una Diada tranquila, con las espadas en alto, y sin esos
sobresaltos que desgraciadamente son más corrientes de lo que
debieran en las tierras catalanas, y muy especialmente en Barcelona.
La crisis económica ha estado menos presente que en la celebración
de 2009, aunque los líderes sindicales han aprovechado la ocasión
para hacer propaganda de la extravagante huelga general del 29 de
septiembre. Cada uno ha ido a lo suyo: el tripartito ha pensado que
habría que conformarse con no salir en los periódicos a causa de
algún desbordamiento. Y, sin embargo, el carácter especial de esta
Diada de 2010, una celebración que siempre tiene una trascendencia
que sobrepasa a lo puramente catalán, viene a poner de manifiesto
que la situación política está en plena descomposición, no sólo en
Cataluña.
La convocatoria de elecciones ha abierto la carrera hacia el poder
de los aspirantes, y el intento desesperado e incoherente de los del
tripartito por encontrar alguna fórmula mágica que les permitiese
mantenerse en el Gobierno. El tripartito ha sido todo un ejemplo de
desgobierno y ha conseguido transmitir su desunión y su desconcierto
al elemento más sólido de esa coalición oportunista y de
circunstancias: el PSC, antes una roca, está sufriendo las
consecuencias de su ambigüedad y se debate entre corrientes que no
está claro puedan subsistir unidas. Las ausencias de Castells y
Maragall, dos conspicuos representantes del socialismo más
catalanista, permiten preguntarse si van a intentar alguna clase de
aventura por su cuenta, lo que no habría que descartar, porque si
algo abunda en el panorama catalán es una variopinta diversidad de
iniciativas, especialmente en el sector más proclive al
independentismo.
Montilla parece querer seguir con las dos velas encendidas, al dios
catalán y al diablo españolista, pero en un tono menos catalanista
que el empleado en estos últimos meses. La vuelta de Corbacho parece
un signo dirigido a los electores menos entusiasmados con el
catalanismo impostado de los socialistas, pero los hábitos acaban
creando una segunda naturaleza, y al propio Corbacho se le ha
escapado alguna que otra expresión más apropiada en un
independentista que en un socialista catalán que es miembro del
Gobierno español. La mezcla equívoca y oportunista de un político
españolista los lunes, miércoles y viernes, y más catalanista que
nadie el resto de la semana parece haber agotado todas sus
oportunidades tras el aquelarre posterior a la aprobación del
Estatuto y, más aún, tras la sentencia del Tribunal Constitucional.
Nadie prevé una victoria del PSC, pero los gladiadores del partido
están empeñados en disminuir cuanto se pueda el descalabro. Para
complicarle más las cosas a los atribulados socialistas catalanes,
no está clara la disposición de Zapatero a echarles una mano en
condiciones. Zapatero está ahora intentando seducir al PNV, pero a
partir del 28 de octubre tal vez tenga que entenderse con Mas, y no
va a estar jeringándole, de manera que, del mismo modo que ha dicho
de las primarias de Madrid, estará tentado a pensar que no se juega
nada en Cataluña.
Tampoco Mas está en condiciones de hacer grandes alharacas ni de
continuar con las bravatas que ha ido prodigando en estos años de
oposición al tripartito. Su mayoría absoluta no está garantizada, y
pueden empezar a agobiarle los recuerdos de su desprecio al PP, un
partido con el que tendrá seguramente que contar si no quiere
practicar un peligroso funambulismo que pudiere acabar con su
carrera política en un plazo relativamente corto. CiU se nutre con
votos conservadores, muy hartos de Montilla y de ERC, que no le
perdonarían una pinza con la izquierda, pero también recibe votos
que van al PP en las generales, y que podrían no asistirle si se
descuida. Mas trata de parecer más cercano al PP, un acercamiento
por interés, que son los más efectivos, pero esa estrategia es de
una dificultad supina para él, aunque también para el PP.
Los líderes socialistas tienden a presentarse como garantes de la
cohesión, la solidaridad y la unidad de España, aunque lo hacen,
preferentemente, cuando sus electores no cuestionan esas ideas. Es
claro que en Cataluña han destrozado todas las cautelas que debiera
guardar un partido de Gobierno; al aliarse con independentistas, y
al impulsar un Estatuto que el Tribunal Constitucional –incluso
sometido a presiones tan insoportables como vergonzosas– no ha
podido declarar conforme a la Constitución, se han puesto a sí
mismos en una situación insostenible, en una posición política
inexplicable, salvo si se piensa en que lo único que les importa es
el mantenimiento en el poder. Puede que muchos electores sean más
dogmáticos que sensibles a esas contradicciones, pero no hay duda de
que otros les harán pagar un precio muy alto, en Cataluña y en toda
España. Esto es lo que preocupa a Zapatero, que Cataluña, que fue su
pértiga para ascender a La Moncloa, sea ahora la losa que lo
entregue al olvido. Las elecciones catalanas marcarán el final de
una etapa tan singular como inconsistente para Cataluña y para
España y la Diada ha sido un anuncio de que ya nada volverá a ser
como antes.
¿Un comunicado insuficiente?
Por la farsa de Batasuna, la política antiterrorista va a seguir
siendo la misma, y reforzada
GERMÁN YANKE ABC 12 Septiembre 2010
Si el lenguaje no es neutral, que no lo es aunque a veces sea
involuntario, llama la atención que la palabra con la que más
frecuentemente se ha reaccionado al último comunicado de ETA haya
sido «insuficiente». De Patxi López abajo, nos han repetido que es
insuficiente y que no es lo que se esperaba. ¿Qué se esperaba
entonces? O, más claramente, ¿es que se esperaba algo distinto a que
nos enfrentamos a unos terroristas que quieren seguir siéndolo? No
se trata de ser quisquilloso pero sorprende que sea el calificativo
más repetido, incluso por las más altas magistraturas.
En el indignante comunicado, la banda justifica su larga historia de
terror, considera que no vivimos en una democracia (pretende que un
cínico diálogo nos lleve a unos «mínimos democráticos») y, tras la
hipócrita y desvergonzada alusión a que hace meses decidió suspender
las «acciones armadas ofensivas», sigue llamando a continuar «la
lucha». Si esto es «insuficiente» la consecuencia es que el lenguaje
se puede deslizar peligrosamente hacia la ruina moral porque no se
resulta fácil averiguar qué pueda ser lo inaceptable y en qué
ficción se basa la confianza absurda en que el fin del terrorismo
depende de la banda, de que sean ETA y sus secuaces los que den
pasos hacia lo que pueda ir pareciéndose a «suficiente».
Sorprendente es también que se insista en que el comunicado no da
respuesta a las demandas de Batasuna como si, de pronto, la llamada
izquierda abertzale (denominación contra la que deberían rebelarse
los que se dicen de izquierda o abertzales) fuera algo distinto pero
de algún modo atenazado, una organización ajena a la que,
desgraciadamente, los terroristas no hacen caso. Sin embargo, no
solamente la constatación del pasado sino lo ocurrido inmediatamente
antes y después del insultante comunicado, subraya que Batasuna es
un elemento de la banda que juega un indignante papel a su dictado.
Si hay un debate interno sobre qué hacer con la violencia –porque
otra cosa sería sencillamente abandonarla y condenarla- no es entre
Batasuna y ETA sino entre personas concretas de ese entramado
conjunto. Sobre el fin de sus objetivos totalitarios no hay, desde
luego, ni atisbo de leve y lejana reflexión.
Más lógico habría sido que la reacción más común y repetida al
inaceptable comunicado y a la farsa de Batasuna hubiera reiterado
que, precisamente por ellos, la política antiterrorista va a seguir
siendo, reforzada, la misma. Lo demás, hasta el desacertado
lenguaje, es insuficiente.
Paradojas falsarias de Rubalcaba
Niega los contactos con ETA. Pilotó el ‘proceso de paz’ en 2006
cuando se produjo el chivatazo y asumió las decisiones de Zapatero
sobre el ayuno de De Juana Chaos. Ahora niega con dureza cualquier
tipo de negociación.
Alberto Lardiés. www.gaceta.es 12 Septiembre 2010
Las palabras del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba,
acerca de las negociaciones con ETA no son del todo fiables. Los
hechos así lo atestiguan. El mejor ejemplo sucedió el 3 de enero de
2007. Aquel día, tres jornadas después de que la banda asesina
reventase la Terminal 4 de Barajas con 300 kilos de dinamita,
Rubalcaba, que había llegado en abril de 2006 al ministerio para
pilotar la negociación, aseveró: “No hay diálogo, evidentemente el
proceso de paz se ha roto, está acabado y está liquidado”. Pese a
aquella afirmación solemne, el Gobierno siguió negociando con los
criminales al menos hasta mayo de 2007 (o quizás más tiempo).
O bombas o votos
Hoy, como siempre, este químico de profesión se afana por demostrar
lo indemostrable y salvar del naufragio las verdades que hacen
aguas, como si jugase con probetas y líquidos inflamables.
Ahora niega con ferocidad que exista cualquier tipo de negociación,
diálogo, contacto o puente entre el Ejecutivo del que forma parte y
la banda terrorista. ¿Por qué en este caso, cuando la manida razón
de Estado le asiste, iba a estar diciendo la verdad? Sin ir más
lejos, el diario Gara, que, por motivos obvios, cuenta con las
mejores fuentes posibles en ETA, publicó esta semana que Rubalcaba
“mentía” cuando durante los últimos meses alertaba de atentados a
sabiendas de que la banda asesina había decidido ya no atacar. Este
mensaje de Rubalcaba a los llamados posibilistas de ETA-Batasuna es
ya una costumbre. Sin ningún reparo, el ministro del Interior
promete a la rama política de los terroristas, autodenominada como
izquierda abertzale, que volverá a estar en las urnas –el gran deseo
de los batasunos– si se desliga de ETA (extremo harto improbable) o
si “convence a ETA de que lo deje”. Después de un comunicado ambiguo
y tildado de “insuficiente” por muchos, todo apunta a que la banda
apostará por otros manifiestos en los que aclarará su postura. ¿Le
parecerá entonces suficiente al ministro?
No es casual que Zapatero confiase en Rubalcaba para su fallido
proceso de paz. Para negociar con los terroristas hacía falta un
hombre capaz de enredar y seducir al ciudadano para convencerle de
un argumento y del contrario, en función de la necesidad del
momento. Y Rubalcaba sabía batallar frente a la realidad defendiendo
lo indefendible.
Ya lo había hecho en los noventa, cuando defendió como portavoz a un
Ejecutivo, el último de Felipe González, rejoneado de muerte por la
corrupción y los crímenes de Estado de los GAL. Y aún lo hace hoy,
cuando se pone la capa y la espada en sede parlamentaria para negar
su implicación en el repudiable chivatazo a ETA del bar Faisán,
ocurrido en mayo de 2006, cuando él apenas llevaba unos días al
mando de la Policía y la Guardia Civil.
“Salvar la vida”
El caso del chivatazo es uno de los bochornos con que Rubalcaba,
antiguo secretario de Estado de Educación y forofo del Real Madrid,
ha tenido que lidiar ante la opinión pública debido a la negociación
con la banda asesina. Pero no es el único. Otro de los frentes más
complicados de afrontar fue el chantaje al Estado del sanguinario
etarra José Ignacio de Juana Chaos, con varias huelgas de hambre.
Rubalcaba negó que hubiera “trato de favor” para el asesino. Y tuvo
que asumir públicamente la decisión (que en el fondo era de
Zapatero) de trasladar a un hospital de San Sebastián al reo. Con
rictus más serio que nunca, salió ante los medios para abogar por
salvar la vida a un asesino múltiple.
Algunas fuentes sostienen que, en el fondo, Rubalcaba no es
partidario de negociar con los etarras. Pero donde manda patrón no
manda marinero. Y Zapatero decidió que el camino para llegar a la
paz era el diálogo. Si, como dicen esas fuentes que aseguran
conocerle bien, Rubalcaba apuesta en realidad por la derrota de ETA,
podría haber abandonado aquella pantomima negociadora. Hoy, algunos
no descartan que el titular de Interior quizás no esté al tanto de
todas las maniobras del PSE guipuzcoano que comanda Jesús Eguiguren,
muñidor del proceso de paz. Las fuentes de la lucha antiterrorista
consultadas por LA GACETA sostienen que Rubalcaba conoce todos los
detalles, aunque pueda no estar de acuerdo –como se ha visto
públicamente– con algunas tesis del presidente del PSE.
No obstante, tras el anuncio de tregua por parte de ETA la pasada
semana el escenario ha cambiado. Rubalcaba repite machaconamente que
la política antiterrorista es la misma y desmiente que el anuncio de
los asesinos sea fruto de una negociación previa. Ante la
posibilidad de un “proceso democrático” auspiciado por los
terroristas, apoyado por los mediadiores internacionales y similar a
la pacificación en Irlanda del Norte, una de las principales claves
está en las cárceles. Y ahí, el ministro lleva tiempo maniobrando.
Política de presos
“En la cárcel de Nanclares de Oca ya no hay etarras, todos los que
están han pedido perdón a las víctimas”. Esta frase de Rubalcaba es
una de las más sonadas que ha pronunciado últimamente. Y es que ya
hace dos años que el ministro del Interior, prestidigitador abonado
a tejemanejes y conspiraciones, puso en marcha una estrategia de
premios y castigos a los reclusos de ETA y su entorno. Los etarras
consiguen traslados a las cárceles colindantes o próximas al País
Vasco. El precio que deben pagar es mostrar su alejamiento de los
postulados de la banda asesina.
El Ejecutivo afirma querer “dividir y debilitar” a la banda
utilizando a los reos. La lógica rubalcabiana apunta a que las
deserciones de terroristas dañan al entramado y consiguen un efecto
repetición, de forma que cada vez más etarras se desvinculan del
terror.
La victoria en Afganistán
Editoriales ABC 12 Septiembre 2010
La determinación del secretario general de la OTAN al garantizar un
resultado positivo de la misión afgana contrasta con la cicatería de
algunos gobiernos aliados
LA guerra de Afganistán comenzó hace ahora nueve años en Nueva York
y Washington, con un ataque terrorista dirigido contra los
principios esenciales de la civilización occidental. Entonces, y por
primera vez, la OTAN invocó el artículo 5 de su carta fundacional,
al declarar que el ataque contra territorio norteamericano era un
ataque contra todos los aliados, lo que puso en marcha su mayor
operación militar en un territorio remoto y extremadamente complejo.
Conviene recordar el origen de la misión militar de Afganistán, en
la que también combaten soldados españoles —casi un centenar de
ellos lo han pagado con su vida—, para comprender mejor las razones
por las que sigue siendo necesario llevarla a cabo y poner todos los
medios necesarios para garantizar que sea un éxito. Como bien afirma
el secretario general de la OTAN en la entrevista que ABC publica
hoy, «la derrota no es una opción». En efecto, la posibilidad de que
la organización militar más poderosa de todos los tiempos no sea
capaz de alcanzar sus objetivos en un país que figura entre los más
pobres del mundo sería catastrófica para su reputación y tendría
consecuencias incalculables.
Hasta ahora, el sacrificio de soldados de la OTAN y países aliados
que combaten en Afganistán no ha sido inútil, puesto que los
terroristas y extremistas islámicos no han podido seguir utilizando
su territorio para preparar nuevos ataques contra las sociedades
occidentales. Sin embargo, resulta lógico que los ciudadanos de los
países democráticos se interroguen sobre las dificultades
—aparentemente insalvables— de una guerra cuya salida no se
vislumbra a corto plazo. La determinación del secretario general de
la OTAN al garantizar un resultado positivo de la misión contrasta
con la cicatería de algunos gobiernos aliados que, como el español,
se niegan siquiera a llamar a una guerra por su nombre, o que
retrasan o evitan aportar los medios que requiere el mando aliado,
porque piensan más en los criterios de política interna a corto
plazo que en sus obligaciones e intereses estratégicos. Los
dirigentes aliados, impulsados por la actual administración
norteamericana, anunciarán en la cumbre del próximo noviembre la
puesta en marcha del plan para transferir a las fuerzas afganas la
responsabilidad de la seguridad en su país. En efecto, la OTAN no
tiene ambiciones de permanecer indefinidamente en Afganistán, pero
todos los países implicados en esa guerra deben hacer un esfuerzo
para garantizar que esa transferencia sea segura e irreversible.
Tercera
Vencer en Afganistán
«En el teatro afgano paquistaní hay un gran riesgo de que si no se
gana la guerra se conviertan en estados fallidos gobernados por el
poder talibán, afín al terrorismo global, y que acontecimientos
luctuosos como los que hemos vivido en el pasado se repitan»
RICARDO MARTÍNEZ ISIDORO (GENERAL DE DIVISIÓN) ABC 12 Septiembre 2010
EN el recuerdo de los hechos luctuosos que nos han arrebatado a tres
de los mejores hombres destacados en misión expedicionaria, es
importante afirmar que su sacrificio, y el de tantos otros, no debe
ser inútil, que ellos no estarían contentos si se renunciara a la
presencia de las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado en ese
martirizado país, y que es posible, y debemos, vencer en Afganistán.
Asistimos a un peligroso juego en los países occidentales, y
especialmente en España, sobre el criterio político de los
conflictos en que participan las fuerzas expedicionarias españolas.
Bien están los debates constructivos reglamentarios sobre política
de defensa, en que cada partido representante de una parte de la
población española expresa sus anhelos para mayor perfeccionamiento
de la defensa de España, y sobre todo para reforzarla, pero no para
debilitarla.
Nos encontramos inmersos en un nuevo tipo de guerra, muy diferente
de la que ha predominado en los periodos anteriores, una guerra en
la que el enemigo, ese que es capaz de asestarnos un golpe certero y
producirnos cerca de 200 bajas e innumerables heridos (11-M), nos
conoce perfectamente, sabe de nuestras contradicciones y diferencias
sustanciales sobre las misiones de las Fuerzas Armadas en el
exterior y lucha tanto para conseguir sus fines en la zona de
operaciones como en las retaguardias de los países de la coalición
internacional.
En este renovado modo de combatir, ahora llamado guerras
asimétricas, guerras híbridas, guerras del débil contra el fuerte,
etcétera, el enemigo no lucha por un terreno determinado, no
pretende derrotar a las fuerzas convencionales que les oponemos, ni
siquiera son objetivos fundamentales los éxitos tácticos
coyunturales; el enemigo que tenemos enfrente está empeñado en una
lucha por las percepciones, tanto de la población local, en
Afganistán en este caso para separarla de su Gobierno, como en las
sociedades occidentales, cuyas diferencias políticas
irreconciliables al respecto son un campo abonado para la estrategia
de la insurgencia, que trata de desmovilizar, vía opinión pública,
el apoyo social y político a las operaciones militares. Pero aún hay
más, estas discrepancias y la volatilidad de la percepción de la
población propia ante atentados a gran escala pueden incluso cambiar
gobiernos, por otros menos decididos a continuar la lucha sin
restricciones de pensamiento político, aprovechando el litigio sobre
cuestiones que no deben llevarse a la calle sino ser acordadas por
el bien de la Defensa Nacional.
Sí, nuestros soldados están en una guerra, con ese nombre es
conocida en los más prestigiosos ejércitos aliados la situación de
las operaciones en Afganistán; el general McChrystal, y su sucesor
en el mando de ISAF, el general Petraeus, no tienen el menor rubor
en reconocerlo, aunque el mandato de Naciones Unidas para esta
fuerza internacional corresponda a una operación de apoyo a la paz;
como es obvio, esta organización internacional en su Carta no cita
la palabra guerra ya que toda su actuación, incluso la más
coercitiva, tiene como finalidad el restablecimiento de la paz y la
seguridad internacionales; pero el enemigo, la insurgencia, practica
una guerra sutil, encarnizada en sus fines y total en sus
resultados.
Lo que sucede es que estamos en presencia de una guerra de
contrainsurgencia, siendo esta una actividad compleja en la que se
integran, bajo una dirección única, esfuerzos militares, políticos,
económicos, sociales y otros, para hacer ineficaces las acciones de
la insurgencia, que tratan de conseguir que la población de
Afganistán sea afín a su lucha, para sustituir el gobierno elegido
por otro de corte talibán favorable a que ese país sea un santuario
a favor del terrorismo global yihadista, y esa guerra, distinta pero
profunda y peligrosa en consecuencias, se está librando en muchas
partes del mundo, algunas muy cercanas a los espacios estratégicos
de España, como es el Sahel.
El mundo de la insurgencia, al que nos enfrentamos no solo en
Afganistán, está leyendo el mensaje que a través de medios
tecnológicos de última generación, como Internet; trasmite el centro
de inspiración religioso intelectual radical que en este momento
ocupa Al Qaeda, que posee por sí mismo una inestimable potencia de
desestabilización, que no disminuirá si no se eliminan sus bases en
estados fallidos o en espacios ingobernables, como lo puede ser otra
vez Afganistán, o en Pakistán, donde la actitud oficial de hacer
frente al islamismo radical es cuando menos ambigua; pero ya no es
necesaria la presencia numerosa y combatiente de la cúpula de esta
multinacional del terror en un teatro determinado, la contaminación
ideológica ha prendido profundamente en las diferentes capas en que
se ha desarrollado el germen del islamismo radical.
Por ello, hay que contemplar al enemigo en toda su dimensión de
actuación horizontal, en sus franquicias en otros territorios sin
gobierno, a través de algún líder yihadista trasladado a la zona, o
a través de acuerdos específicos con grupos autóctonos que adquieren
la marca de la siniestra central en teatros importantes; tal sería
el caso de Al Qaeda de Irak, sensiblemente debilitada por su errada
actuación y la acción norteamericana, y Al Qaeda del Magreb
Islámico, con la que se acaba de producir un trueque cuyas
consecuencias probablemente se pagarán en el futuro.
En otro nivel de vinculación ideológica se sitúan otro tipo de
organizaciones que se encuentran incrustadas en el tejido
poblacional de ciertos países, pero que tienen con Al Qaeda una gran
afinidad, al estar bajo la égida del Frente Islámico para la Yihad
contra Judíos y Cruzados, condición que reunirían con un mero
juramento de fidelidad a Osama bin Laden; Tehrik e Taliban en
Pakistán, Fatah al Islam en Líbano y los propios talibanes en
Afganistán, por lo que pueden afectar a nuestras tropas, son
ejemplos de estos grupos que extienden la capacidad operativa
terrorista.
Especialmente en los países occidentales e independientes del núcleo
central de Al Qaeda existen células y grupos autóctonos que
comparten ideología radical islamista en torno a la yihad y que en
un momento dado pueden activarse en una dirección operativa
determinada, sobre todo si un enviado de la central lo requiere. Los
atentados del 11-M en Madrid podrían tener esa «etiología».
Por lo tanto se puede admitir, según esta simulación del poder del
terrorismo global, que la ocupación del terreno del enemigo al que
nos referimos es prácticamente total, que la insurgencia a la que se
está haciendo frente no tiene fisuras sino vinculaciones y objetivos
compartidos, que «su inteligencia» posee las claves del
funcionamiento de los países occidentales, que conocen las
dificultades que tiene Occidente para expedir tropas en las zonas
donde se libran las acciones definitivas, y que saben cómo
aprovechar, con oportunidad y acciones terroristas adecuadas,
nuestras sorprendentes diferencias al respecto, como sucede en torno
a cuestiones sin importancia, como es el reconocimiento semántico de
la palabra guerra.
En el teatro afgano paquistaní hay un gran riesgo de que si no se
gana la guerra se conviertan en estados fallidos gobernados por el
poder talibán, afín al terrorismo global, y que acontecimientos
luctuosos como los que hemos vivido en el pasado en un gran número
de países, especialmente occidentales y en España en particular, se
repitan, por eso es necesario, a toda costa, vencer en Afganistán.
EN el recuerdo de los hechos luctuosos que nos han arrebatado a tres
de los mejores hombres destacados en misión expedicionaria, es
importante afirmar que su sacrificio, y el de tantos otros, no debe
ser inútil, que ellos no estarían contentos si se renunciara a la
presencia de las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado en ese
martirizado país, y que es posible, y debemos, vencer en Afganistán.
Asistimos a un peligroso juego en los países occidentales, y
especialmente en España, sobre el criterio político de los
conflictos en que participan las fuerzas expedicionarias españolas.
Bien están los debates constructivos reglamentarios sobre política
de defensa, en que cada partido representante de una parte de la
población española expresa sus anhelos para mayor perfeccionamiento
de la defensa de España, y sobre todo para reforzarla, pero no para
debilitarla.
Nos encontramos inmersos en un nuevo tipo de guerra, muy diferente
de la que ha predominado en los periodos anteriores, una guerra en
la que el enemigo, ese que es capaz de asestarnos un golpe certero y
producirnos cerca de 200 bajas e innumerables heridos (11-M), nos
conoce perfectamente, sabe de nuestras contradicciones y diferencias
sustanciales sobre las misiones de las Fuerzas Armadas en el
exterior y lucha tanto para conseguir sus fines en la zona de
operaciones como en las retaguardias de los países de la coalición
internacional.
En este renovado modo de combatir, ahora llamado guerras
asimétricas, guerras híbridas, guerras del débil contra el fuerte,
etcétera, el enemigo no lucha por un terreno determinado, no
pretende derrotar a las fuerzas convencionales que les oponemos, ni
siquiera son objetivos fundamentales los éxitos tácticos
coyunturales; el enemigo que tenemos enfrente está empeñado en una
lucha por las percepciones, tanto de la población local, en
Afganistán en este caso para separarla de su Gobierno, como en las
sociedades occidentales, cuyas diferencias políticas
irreconciliables al respecto son un campo abonado para la estrategia
de la insurgencia, que trata de desmovilizar, vía opinión pública,
el apoyo social y político a las operaciones militares. Pero aún hay
más, estas discrepancias y la volatilidad de la percepción de la
población propia ante atentados a gran escala pueden incluso cambiar
gobiernos, por otros menos decididos a continuar la lucha sin
restricciones de pensamiento político, aprovechando el litigio sobre
cuestiones que no deben llevarse a la calle sino ser acordadas por
el bien de la Defensa Nacional.
Sí, nuestros soldados están en una guerra, con ese nombre es
conocida en los más prestigiosos ejércitos aliados la situación de
las operaciones en Afganistán; el general McChrystal, y su sucesor
en el mando de ISAF, el general Petraeus, no tienen el menor rubor
en reconocerlo, aunque el mandato de Naciones Unidas para esta
fuerza internacional corresponda a una operación de apoyo a la paz;
como es obvio, esta organización internacional en su Carta no cita
la palabra guerra ya que toda su actuación, incluso la más
coercitiva, tiene como finalidad el restablecimiento de la paz y la
seguridad internacionales; pero el enemigo, la insurgencia, practica
una guerra sutil, encarnizada en sus fines y total en sus
resultados.
Lo que sucede es que estamos en presencia de una guerra de
contrainsurgencia, siendo esta una actividad compleja en la que se
integran, bajo una dirección única, esfuerzos militares, políticos,
económicos, sociales y otros, para hacer ineficaces las acciones de
la insurgencia, que tratan de conseguir que la población de
Afganistán sea afín a su lucha, para sustituir el gobierno elegido
por otro de corte talibán favorable a que ese país sea un santuario
a favor del terrorismo global yihadista, y esa guerra, distinta pero
profunda y peligrosa en consecuencias, se está librando en muchas
partes del mundo, algunas muy cercanas a los espacios estratégicos
de España, como es el Sahel.
El mundo de la insurgencia, al que nos enfrentamos no solo en
Afganistán, está leyendo el mensaje que a través de medios
tecnológicos de última generación, como Internet; trasmite el centro
de inspiración religioso intelectual radical que en este momento
ocupa Al Qaeda, que posee por sí mismo una inestimable potencia de
desestabilización, que no disminuirá si no se eliminan sus bases en
estados fallidos o en espacios ingobernables, como lo puede ser otra
vez Afganistán, o en Pakistán, donde la actitud oficial de hacer
frente al islamismo radical es cuando menos ambigua; pero ya no es
necesaria la presencia numerosa y combatiente de la cúpula de esta
multinacional del terror en un teatro determinado, la contaminación
ideológica ha prendido profundamente en las diferentes capas en que
se ha desarrollado el germen del islamismo radical.
Por ello, hay que contemplar al enemigo en toda su dimensión de
actuación horizontal, en sus franquicias en otros territorios sin
gobierno, a través de algún líder yihadista trasladado a la zona, o
a través de acuerdos específicos con grupos autóctonos que adquieren
la marca de la siniestra central en teatros importantes; tal sería
el caso de Al Qaeda de Irak, sensiblemente debilitada por su errada
actuación y la acción norteamericana, y Al Qaeda del Magreb
Islámico, con la que se acaba de producir un trueque cuyas
consecuencias probablemente se pagarán en el futuro.
En otro nivel de vinculación ideológica se sitúan otro tipo de
organizaciones que se encuentran incrustadas en el tejido
poblacional de ciertos países, pero que tienen con Al Qaeda una gran
afinidad, al estar bajo la égida del Frente Islámico para la Yihad
contra Judíos y Cruzados, condición que reunirían con un mero
juramento de fidelidad a Osama bin Laden; Tehrik e Taliban en
Pakistán, Fatah al Islam en Líbano y los propios talibanes en
Afganistán, por lo que pueden afectar a nuestras tropas, son
ejemplos de estos grupos que extienden la capacidad operativa
terrorista.
Especialmente en los países occidentales e independientes del núcleo
central de Al Qaeda existen células y grupos autóctonos que
comparten ideología radical islamista en torno a la yihad y que en
un momento dado pueden activarse en una dirección operativa
determinada, sobre todo si un enviado de la central lo requiere. Los
atentados del 11-M en Madrid podrían tener esa «etiología».
Por lo tanto se puede admitir, según esta simulación del poder del
terrorismo global, que la ocupación del terreno del enemigo al que
nos referimos es prácticamente total, que la insurgencia a la que se
está haciendo frente no tiene fisuras sino vinculaciones y objetivos
compartidos, que «su inteligencia» posee las claves del
funcionamiento de los países occidentales, que conocen las
dificultades que tiene Occidente para expedir tropas en las zonas
donde se libran las acciones definitivas, y que saben cómo
aprovechar, con oportunidad y acciones terroristas adecuadas,
nuestras sorprendentes diferencias al respecto, como sucede en torno
a cuestiones sin importancia, como es el reconocimiento semántico de
la palabra guerra.
En el teatro afgano paquistaní hay un gran riesgo de que si no se
gana la guerra se conviertan en estados fallidos gobernados por el
poder talibán, afín al terrorismo global, y que acontecimientos
luctuosos como los que hemos vivido en el pasado en un gran número
de países, especialmente occidentales y en España en particular, se
repitan, por eso es necesario, a toda costa, vencer en Afganistán.
El saludo de los funcionarios:
instrucciones de empleo
Roberto Blanco Valdés La Voz 12 Septiembre 2010
El mal entendimiento (o la recalcitrante voluntad de no aceptar) lo
que significa en nuestras regiones bilingües la cooficialidad
lingüística ha generado en las que se encuentran en esa situación la
adopción de medidas que, justificadas en la defensa de los supuestos
derechos de las lenguas, violan en realidad flagrantemente los de
los únicos que pueden tenerlos de verdad: los ciudadanos.
El ejemplo más claro, por ser el más excesivo, de tal tipo de
medidas era la disposición contenida en el Estatuto catalán que
obligaba a los particulares que tuviesen un comercio o prestasen un
servicio, a atender oralmente o por escrito a sus clientes en la
lengua que aquellos eligiesen. Ese denominado derecho de
disponibilidad lingüística, que convertía lo que suele ser una norma
de cortesía en una obligación legal, fue interpretado por el
Tribunal Constitucional de una forma que, como no podía ser de otra
manera, lo priva de todo contenido. Por pura cobardía el TCE no se
atrevió a anularlo de derecho, pero lo hizo de hecho, sentando una
doctrina inobjetable: que el derecho a ser atendido en cualquiera de
las dos lenguas cooficiales, «solo puede ser exigible en las
relaciones entre los poderes públicos y los ciudadanos».
¿Por qué razón? Es evidente: porque una lengua oficial no es otra
cosa, a la postre, que la que utilizan los poderes públicos. Por
ello es coherente con la Constitución (aunque pueda ser muy caro y
muy complejo de gestionar) que la cooficialidad se traduzca en una
Administración que habla las lenguas cooficiales para poder así
respetar el derecho de quienes tengan (o elijan) una u otra como
medio de expresión.
Pero eso es una cosa y otra muy distinta el insólito pacto al que
llegaron el miércoles de esta semana los tres grupos presentes en el
parlamento de Galicia: el consistente en establecer que el llamado
«saludo inicial» de los funcionarios de la Xunta (aquel con el que
se inicia una conversación) debe ser obligatoriamente en gallego.
Tal pretensión, si llegara a aprobarse, entraría no solo en abierta
contradicción con la cooficialidad lingüística, sino, lo que es más
importante, con la libertad personal, que no puede ser constreñida
de una forma tan abusiva y arbitraria.
Por lo demás, resultaría verdaderamente llamativo que pudiera
establecerse una obligación de tal naturaleza en un territorio donde
muchos entes públicos no tienen impresos en castellano a disposición
del usuario. Como resulta, no ya extraño, sino escandaloso, que los
mismos nacionalistas que promueven tal obligación apoyen sin fisuras
-mediante una peculiar ley del embudo- a los profesores que han
anunciado su voluntad de incumplir la nueva normativa en materia de
lengua en la enseñanza.
Inconsistencia o incontinencia
constitucional
Nota del Editor 12 Septiembre 2010
Si un ciudadano de una región donde hay una lengua regional
reconocida por la Constitución Española se dirige a cualquier
servicio de la la administración pública en tal lengua regional,
aparecen varias situaciones:
1) el tal ciudadano incumple el deber constitucional de conocer el
idioma español
2) el incumplimiento de tal deber supone un despilfarro de recursos
públicos (antes nuestro dinero) diícilmente asumible por cualquier
ente razonable
3) si en el servicio de la administración hay alguien que entiende
la lengua regional, aparecen dos situaciones
3.a) inicia el procedimiento en la lengua regional y por tanto
impide el conocimiento del asunto a quienes no la conozcan (puede
tratarse de un procedimiento administrativo que le afecte, de un
funcionario que deba procesar partes del expediente o de un médico
especialista que deba tratarle urgentemente).
3.b) traduce la solicitud en lengua regional a español y la tramita
en español, teniendo en cuenta el deer de conocer del solicitante.
4) si en el servicio de la administración no hay alguien que
entiende la lengua regional, solicita la traducción de la solicitud
a un departamento nacional de traducciones para gente que quiere
complicarse la vida incumpliendo parcialmente su deber de concer el
español y sigue el proceso del punto 3.b
5) pretender excluir a los ciudadanos que no conocen la lengua
regional de las posibilidades de ser un ciudadano normal en una de
estas regiones es una pretensión inasumible desde cualquier punto de
vista del derecho constitucional o humano.
RECONOCE CONTACTOS CON RUFI ETXEBERRÍA
Eguiguren habla de negociar con ETA
"presos, víctimas, reconciliación..."
El presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, ha vuelto
a reconocer contactos con el entorno de ETA. Cree que Batasuna irá a
las elecciones y pide que se negocien "presos, víctimas y
reconciliación" con ETA. En su opinión 2013 será el final de ETA.
Agencias Libertad Digital 12 Septiembre 2010
No es la primera vez que lo hace. El presidente del PSE, Jesús
Eguiguren, ya reconocía en junio contactos con el entorno de la
banda terrorista ETA y eso que desde el Gobierno se insistía en
negar que existiese una negociación, tal y como había denunciado ya
Jaime Mayor Oreja. Una denuncia, que le valió un sinfín de
descalificativos y duros ataques por parte de miembros del PSOE y
del Gobierno.
Bien, Eguiguren lo ha vuelto a hacer. Este domingo El Correo y El
País publican sendas entrevistas con el dirigente de los socialistas
vascos, quien da su punto de vista sobre el comunicado de ETA de la
semana pasada. El representante del Gobierno en el proceso de
rendición ante la banda criminal de la pasada legislatura, se
muestra entusiasmado con el nuevo comunicado (que el Gobierno ha
tachado de "insuficiente").
Para el líder socialista, el nuevo comunicado "tiene un montón de
novedades". Destaca que el anuncio de ETA de no llevar a cabo
"acciones armadas ofensivas" es importante porque, según dice, "es
unilateral y nadie lo ha negociado con ellos" sino que "lo ha
exigido Batasuna y eso tiene mucho significado" porque, en su
opinión, el entorno de la banda "ha impuesto su tesis" frente a la
banda terrorista. Como es habitual, hace la distinción entre etarras
buenos y malos.
En El Correo llega a afirmar que "el final de ETA se juega a partir
de ahora" y que López debe "desde el País Vasco, dirigir el timón de
la pacificación". Según dice, aunque puede haber "coletazos"
(suponemos que se refiere a atentados terroristas), "el proceso de
pacificación es irreversible" y pide "valentía" a Patxi López que
será "quien va a pasar a la historia como el hombre que trajo la
paz". Una idea que repite en ambas entrevistas.
En El País, reconoce (como hiciera en junio) contactos con el
entorno de la banda terrorista y llega a decir que Rufi Etxeberría
"me dijo que quería un partido que condene la violencia". Estas
declaraciones coinciden con la exclusiva que ofrece hoy el diario El
Mundo y que apunta a que la banda terrorista supervisaba desde junio
los estatutos de un nuevo partido con listas blancas para concurrir
a las elecciones.
Negociación, no derrota
Para Eguiguren el camino hacia el final de ETA, pasa porque el
Gobierno se siente con los asesinos y negocie sobre "los presos, las
víctimas, la reconciliación...". Según dice "me parece bien lo que
hace el Gobierno con los presos disidentes de ETA. Pero más
adelante, si el compromiso de ETA con el fin de la violencia se
confirma, tendría que completarlo con los presos que quieren que
esto acabe sin romper con ETA. El Gobierno central no puede meterse
en esto, pero los socialistas vascos podemos responsabilizarnos y
lograr el apoyo de los partidos, incluido el PP".
Precisamente, este discurso ha sido una de las principales piedras
de toque de Eguiguren en estas entrevistas, donde insiste en que "el
PP debe dejar de ser un partido marginal en Euskadi" o al pedir
valentía tanto a López como al presidente del PP vasco, Antonio
Basagoiti, ya que, en su opinión, ambos dirigentes tienen "un poder
inmenso".
"El PP y el PSE tienen la oportunidad de contribuir a lograr la paz.
En vez de poner pegas a todo, los populares deberían ponerse con los
socialistas a hacer cosas valientes. A Patxi y Antonio no se
atreverían a decirles nada en España", resume durante la entrevista.
Preguntado si su partido debería hablar con Batasuna, Eguiguren
reconoce que "ahora no", sino que habrá que hacerlo "cuando esto
avance".
En este sentido considera que López "debe intentar labrar una
especie de consenso como Ardanza con el Pacto de Ajuria Enea. No
tanto un frente anti HB, sino con espíritu de que pudiera entrar
Batasuna".
Mesas de partidos
"No digo montar ya mesas de partidos, pero habrá que hacerlo",
insiste Eguiguren que considera que Batasuna también tiene que ser
"valiente y tirar para adelante", ya que tanto los proetarras como
ETA no pueden pretender que "sean otros los que tomen decisiones".
"Si ETA anuncia un proceso de desmantelamiento y Batasuna cumple la
ley, se les puede legalizar", defiende el dirigente socialista,
quien considera que Batasuna "querrá formar un partido político
legal incluso antes de las municipales". Esto es lo que en El País
reconoce que le ha dicho Rufi Etxeberría.
"Si no están en las municipales aprenderán y harán los deberes para
las autonómicas" dice Eguiguren que estima que la fecha clave para
la paz en el País Vasco es por ello el 2012 e insiste en que "este
proceso no va a salir adelante si la izquierda abertzale no es
legal".
En las páginas de El País, Eguiguren considera que en este momento
"estamos ante uno de los acontecimientos más importantes desde la
transición" y considera que el Gobierno vasco "debería elaborar un
texto sobre lo que deben hacer Batasuna y ETA y lo que estarían
dispuestos a hacer las instituciones desde aquí.
TURISMO EN EUSKADI
Alto el miedo
CARLOS BENITO c.benito@diario-elcorreo.com | BILBAO. El Correo 12 Septiembre 2010
Cada vez más turistas se sacuden el recelo de venir a Euskadi
«Se ve menos kale borroka por la tele y eso ayuda. Sin terrorismo,
esto se va a llenar, habrá que pagar entrada», dice una visitante
EL ÁLBUM DE LAS VACACIONES
EL MEJOR AÑO
Las cifras. Entre enero y julio, Euskadi ha recibido a 1.238.794
turistas, según los datos del Eustat. Es el mejor arranque de año de
la historia y equivale casi al total de visitantes llegados en 2001.
Julio, con 241.165 turistas, marcó un nuevo récord de llegadas en un
solo mes.
Las procedencias. De los visitantes llegados de fuera de Euskadi, el
63% procede de otras comunidades autónomas españolas (las que
aportan más turistas, con mucha diferencia, son Madrid y Cataluña,
que en 2009 sumaron medio millón de personas) y el 37% viene del
extranjero (con un dominio claro de los franceses, que el año pasado
rondaron las 150.000 personas).
Hay sitios y momentos en los que ETA parece aún más alejada de la
realidad que de costumbre. En Chillida-Leku, con la sombra de las
nubes paseándose sobre el césped y jugando con los ángulos de las
esculturas; en La Zurriola, donde los bañistas celebran que ha
asomado el amigable sol de septiembre; delante del Guggenheim, entre
niños que corretean alrededor de 'Puppy' y adultos con sonrisa de
vacación... En estos lugares de felicidad, la idea de unos tipos
encapuchados, con ese aire entre tenebrista y grotesco, y el
recuerdo de sus brutales actividades se presentan más que nunca como
una incongruencia, un sinsentido, una intolerable ruptura del orden
natural de las cosas. Uno no puede evitar preguntarse qué pensarán
ellos cuando, con la capucha en la lavadora pero con el velo de sus
rencores todavía puesto, se mezclan con la gente y contemplan estos
paisajes. Y uno también se plantea cómo influirá esa otra realidad,
siniestra y dolorosa, en la percepción de Euskadi que tienen quienes
nos visitan.
Pero eso sí podemos saberlo. En el paseo por estos rincones, uno se
topa principalmente con dos tipos de turistas: los que ignoran a ETA
y los que ignoran todo de ETA. El miedo, o ese recelo molesto e
inevitable que se presupone en quien contempla el lío vasco desde
fuera, parece haber entrado en tregua hace bastante tiempo, igual
que los tiros y las bombas. Esa es, según los expertos, una de las
claves para que este año se estén registrando los mejores resultados
turísticos de la historia. «¿Miedo? Noooo... Nos interesan mucho las
personas y la cultura del País Vasco y, de hecho, en nuestro pueblo
hemos hecho intercambios con gente de aquí. El anuncio del alto el
fuego no nos ha afectado a la hora de venir: ya lo teníamos
previsto. Como mucho, te quedas un poco más tranquilo, es un
minipuntito a favor, pero habríamos venido igual», explica Joan Fañé
a la sombra del 'Arco de la libertad', una de las obras de Chillida.
Joan y su novia, Bárbara Ardanuy, vienen de Gerona -él, de La
Bisbal; ella, de Blanes- y han sido capaces de encontrar el camino
hasta Chillida-Leku, lo que por sí solo ya supone un grado entre los
visitantes.
De hecho, entre el público del museo de Hernani abundan los turistas
reincidentes, que hablan del País Vasco con cariño y conocimiento de
causa. Para Alberto Palacio y Matilde Sesé, un matrimonio de
Zaragoza, el gran cambio en su relación con Euskadi no ha tenido
nada que ver con la política: «Con la autopista, venimos volando.
Antes era una aventura pasar de Pamplona hasta aquí». Pero también
han apreciado una evolución positiva en la imagen que la comunidad
transmite al exterior: «Aparece menos kale borroka por televisión y
eso viene muy bien. Sin terrorismo ni manifestaciones, el País Vasco
es una maravilla. Se llenará, habrá que pagar entrada para venir
-analiza Matilde-. Yo estuve en agosto, con mi madre, y ya se
percibía la tranquilidad». Quizá los responsables de turismo
deberían contratarles, porque mantienen conversaciones como ésta:
-Hay buen nivel de vida, paisajes maravillosos y comida cojonuda.
Esto es el paraíso terrenal. No conozco ningún sitio mejor.
-En España, desde luego, no.
-¡Ni tampoco fuera!
¿Y nunca han sentido la punzada de la desconfianza? «No cabe duda de
que en algunos sitios, a veces, sientes que te miran, pero a lo
mejor son complejos nuestros. La verdad es que nunca hemos tenido
ningún incidente, ni idiomático ni de formas, y la gente ha sido
siempre muy amable», responde él. Alberto y Matilde están ya de
retirada hacia casa, tras pasar unos días en la comunidad. ¿Los
hitos de su viaje? Les ha encantado Oñati, «bonito y muy humano», y
han celebrado su 42º aniversario en el Saltxipi donostiarra, con
champán. Y lo que les queda: «Ahora aprovecharemos la vuelta para
parar en Lekunberri y comer en el Epeleta», se relame por anticipado
Alberto. ¡Eso es vida!
Frente a estos eruditos del turismo en Euskadi, en la capital
guipuzcoana resulta muy común cruzarse con forasteros fugaces, que
pasan a velocidad de meteoros y contemplan la ciudad como una
extensión curiosa de su estancia en Francia. Para muchos de ellos,
el alto el fuego no significa nada, ETA no significa nada, incluso
eso del País Vasco no significa nada. Isa, Lena, Petra, Alex y Jens
son alemanes y están aprendiendo a surfear en Francia, pero han
venido a pasar el día en San Sebastián. Después de tomarse un helado
para comer, dejan pasar el tiempo en la parte trasera del Kursaal,
sentados en un murete, entregados al placer supremo del sol y la
brisa. Ante las preguntas, todos ponen cara de póquer menos Isa.
¿Qué saben del País Vasco? «Conozco el pañuelo rojo y el traje
blanco». ¿Y de ETA? «Quieren que el País Vasco se separe de España».
Sus compañeros otean el horizonte en busca de alguna respuesta. Los
resultados son similares en el Bulevar, con una excursión de
universitarios de Maguncia. Menos mal que, cuando la fe en Alemania
empieza a flaquear, aparece Jeanette Dressel con su marido, Ralf, y
sus hijos Keno, Laurin y Kira.
Bombas y cultura
Jeanette viene de Munich y sí sabe. Habla con soltura de la «lengua
propia», incluso de los «deportes autóctonos», y tiene presente que
los terroristas «quieren separarse de España y Francia y llevan
décadas cometiendo atentados». Si no está al tanto de la noticia del
alto el fuego, será seguramente porque en los quince días que llevan
de vacaciones por Francia han dejado de leer periódicos.
De todas formas, la crispación política no le inspira ningún temor,
igual que tampoco lo hizo en su primera visita: «Yo estuve una vez
en San Sebastián, hará treinta años ya -sonríe, con un destello en
los ojos-. Hoy lo estoy viendo todo más moderno, como si hubiese
entrado en una nueva era, aunque el 'feeling' en la Parte Vieja es
el mismo de entonces». En su caso, el interés por la cultura vasca
podría con cualquier prevención: aprovecha la oportunidad para
plantear un rápido interrogatorio sobre el euskera, se lleva muy
contenta una hoja de libreta con algunas expresiones útiles y logra
pronunciar a la perfección la palabra 'garagardo', que para algo es
de Baviera. «Cuando paran las bombas, la cultura de los lugares se
vuelve más atractiva. Ocurre así», reflexiona.
Ciertamente, algunos rasgos de la cultura vasca fascinan incluso a
quienes se los han encontrado por sorpresa. Junto al Victoria
Eugenia, apurado por las prisas de subir al autocar que llevará a su
grupo hasta Madrid, un costarricense muestra una servilleta de bar.
«¿Qué pone aquí?», inquiere, con un pie ya en la escalera del
vehículo. Es, en euskera, 'No a la violencia contra las mujeres'.
«¿Y qué palabra es 'mujer'?». Seguramente, su señora estará harta a
estas alturas de que lleve medio viaje llamándola 'emakume'.
Claro que la gran baza turística de la cultura vasca sigue siendo,
sin duda, la gastronomía, un reclamo que llega hasta lugares como
Los Ángeles: en A Fuego Negro, el moderno bar de la calle 31 de
Agosto, Dave Li y Muoy Tea se han zampado una admirable selección de
pintxos. «No sé mucho de los vascos, sólo que tienen una cultura
propia y una comida muy buena -admite él-. En realidad, nosotros
hemos venido a comer. Anthony Bourdain, un chef muy popular en
Estados Unidos que tiene un programa en televisión, vino a San
Sebastián y dijo que era un lugar guay. Y tenía razón: todo está
riquísimo». Resulta un poco embarazoso mencionar a ETA en mitad de
tanto apetito, pero no importa, porque a Dave ni siquiera le suena:
sí sabe, en cambio, decir 'zurito' y 'txakoli'.
Seguramente, al voraz Dave no le importaría sumarse al grupo que se
saca fotos ante 'Puppy', el cachorro del Guggenheim. Vienen de
Cuenca, aunque llevan a un argentino «en acogida», y su plan resulta
incluso cruel para quien lo escucha: ruta en moto con las reservas
hechas en Arzak, Mugaritz y el Elkano de Getaria. «Partimos del
hecho de que a ETA no nos la creemos en absoluto, pero además ya
hemos estado aquí antes y sabemos que no hay ningún problema»,
empieza Eduardo. «El recelo es desconocimiento», añade Marta. «Al
que no viene por miedo, seguramente no le vas a convencer nunca.
Aquí nos hemos encontrado a la gente más encantadora», completa
Sergio.
A unos metros, la familia Sánchez Díaz llama la atención con sus
camisetas a juego, blancas y rosas, que explican el parentesco de
cada uno con la musa de los carnavales de su pueblo, Águilas, en
Murcia. La musa en cuestión es la hija, Encarni, que lleva con
resignación tanto protagonismo. Antes de nada, todos se chivan de
que a la madre no le ha gustado mucho el Guggenheim.
-Dice que es feo.
-Es feo, pero me gusta. ¡Hombre, no es la catedral de Burgos!
Los Sánchez Díaz son gente muy viajada, siempre salen de vacaciones
con alguna camiseta especial que enriquezca su recuerdo de la
experiencia, pero es la primera vez que ponen el pie en Euskadi. ¿Ha
tenido algo que ver la violencia? La madre hace el gesto de que,
aunque de manera explícita no, a lo mejor un poco sí. «Anteriormente
había más desconfianza. Ahora han mejorado las cosas», apunta el
hijo, Juan Francisco. Y el padre confirma: «Ves esas cosas en las
noticias, pero, una vez aquí, no vas pensando en ello. Hombre, la
verdad es que sí se me ha ocurrido que, como llevamos estas
camisetas, a lo mejor por la calle nos confundían con alguna
manifestación».
Rosalía bajo el sequoia
La escritora se lamenta del sectarismo ambiente en Galicia y escribe
a su marido que «ni por tres, ni por seis, ni por nueve mil reales
volveré a escribir en nuestro dialecto»
ALFONSO DE LA VEGA ABC 12 Septiembre 2010
Aunque los nacionalistas que tanto la calumniaron en vida ahora la
reivindiquen para sus fines, la verdad es que Rosalía era muy
crítica con los de su época, ya que sin duda los conocía bien por
haberlos padecido.
Cuenta Murguía las confidencias de su mujer en los últimos tiempos,
con la muerte ya cercana: «Deja pasar todo; no somos más que sombras
de sombras. Dentro de poco ni mi nombre recordarán. Mas ¿esto qué
importa a los que hemos pasado ciertos límites?». Si apenas
sospechamos cuáles pudieran ser esos ciertos límites, sabemos que
Rosalía había pasado el umbral del hermoso Jardín botánico de
Padrón, el que como dice don Camilo, el del Premio, «está poblado de
ánimas de poetas». Y allí vemos su «sombra», su frágil feminidad,
sentada en un humilde banquito, al pie del sequoia sempervivens, un
majestuoso, longevo y exótico monolito natural de acupuntura de
conexión entre lo telúrico y lo celeste, que le acompañaba en sus
meditaciones sobre la peripecia de su vida, y al que abrazaba cuando
sentía lejos a la insensible y atropellada muchachada que la
llamaba: «a tola».
Y en silencio: «Eu so non digo nada, eu so nunca sospiro, qu’o meu
corpo de terra y o meu cansado esprito, adondequer qu’eu vaya van
conmigo».
Bajo sus ramas protectoras, Rosalía veía pasar su vida, el discurrir
de su amada Galicia, tan lejos de Dios pero tan cerca de los
nacionalistas. Y el de la poesía como guía de su alma en el
laberinto de la comedia que desea ser divina.
Las plantas son símbolos metafísicos, además de espléndidas o
mustias realidades biológicas. Si la acacia amarilla representa su
amor secreto, o el tulipán amarillo el amor sin esperanza, el adonis
nos trae los recuerdos tristes. Otras veces el significado resulta
equívoco: «mayo longo, mayo longo, todo cuberto de rosas, para
algúns, telas de morte, para outros, telas de bodas».
Como equívoco, sino equivocado, fue llamar Follas Novas al «ramallo
de toxos e silvas sos, hirtas como miñas penas, feras com’a miña
dor». O como la palma, símbolo de virtud, doncellez y triunfo. ¡La
que se armó! Nunca pensó que su relato sobre el domingo de ramos iba
a provocar tantos sinsabores e incomprensiones. Nunca habría querido
menospreciar a la doncellez gallega. Precisamente ella.
Rosalía se lamenta del sectarismo ambiente en Galicia y escribe a su
marido: «Me extraña que insistas todavía en que escriba un nuevo
tomo de versos en dialecto gallego. No siendo porque lo apurado de
las circunstancias me obligara imperiosamente a ello, dado caso que
el editor aceptase las condiciones que te dije, ni por tres, ni por
seis, ni por nueve mil reales volveré a escribir nada en nuestro
dialecto, ni acaso ocuparme de nada a que nuestro país concierna.
Con lo cual no perderá nada, pero yo perderé menos todavía».
Su pensamiento discurre, pues, entre caléndulas, begonias, dalias, o
espliego: dolor, pensamientos oscuros e inestables o desconfianza,
mientras aguarda al invierno definitivo: «Mientras el hielo las
cubre, con sus hilos brillantes de plata, todas las plantas están
ateridas, ateridas como mi alma. Esos hielos para ellas, son
promesas de flores tempranas, son para mí silenciosos obreros que
están tejiéndome la mortaja».
Y para culminar el hilozoísmo, parecido al de Bécquer, de su
concepción poética: «Tan solo dudas y terrores siento, divino
Cristo, si de Ti me aparto, más cuando hacia la Cruz vuelvo tus
ojos, me resigno a seguir con mi calvario».
Y, en efecto, no lejos, al otro lado del amado Jardín de Padrón está
una de sus joyas, la Corona de Cristo formada con un magnífico
ejemplar de Cercis siliquastrum, cuyo nombre español es árbol del
amor. Capaz de acoger bajo su anillo redentor todo el sufrimiento
del mundo, junto a la «sombra» melancólica, triste y lúcida de
Rosalía.
Cataluña entona el «Adiós España» de Joan
Maragall
Barcelona - M. Espanyol La Razón 12 Septiembre 2010
El himno nacional de Cataluña ha cerrado una ceremonia que ha
transcurrido sin incidentes y que ha terminado con gritos a favor de
la independencia por una parte del público asistente.
La desafección política que tanto temen los candidatos a la
Presidencia de la Generalitat se coló ayer como invitada en la
fiesta de la Diada. Muchos barceloneses aprovecharon que hacía buen
tiempo para despedirse del verano, lejos de la ciudad. Y las 15.000
personas que, según la Generalitat de Cataluña, participaron en el
acto institucional de la Diada se contagiaron del carácter sobrio y
contenido del presidente, José Montilla. Entre el público, se vieron
menos «esteladas» que otros años y apenas se lanzaron proclamas
nacionalistas. Sólo al final, un grupo de soberanistas despidieron
el acto con gritos de independencia y con la clásica cantinela «No
queremos ser una nación de España, no queremos ser un país ocupado.
Queremos la independencia».
Sobre el escenario, la nota reivindicativa la puso el director de la
ceremonia, Joan Ollé, que para rememorar el 150 aniversario del
poeta Joan Maragall –abuelo de Pasqual–, eligió la «Oda a Espanya»,
una de las piezas del conjunto «Los tres cantos de Guerra», escritos
entre 1896 y 1899, que acusa a España de vivir de glorias pasadas e
insta a Cataluña a romper la cuerda que le une con ella.
El cantautor Xavier Ribalta dio voz al texto que acaba con un
«¡Adiós España!» y empieza con un «Escucha, España, la voz de un
hijo que te habla en lengua no castellana». Esta apertura rendía
homenaje al catalán, el hilo vertebrador del acto, por el que
también desfilaron «sardanas flamencas» y jotas de estilo catalán,
balear y valenciano, que vieron Montilla, sus consejeros y
autoridades invitadas como Carme Chacón y Jorge Fernández.
La Diada dio comienzo oficialmente a la carrera electoral. Los
partidos desoyeron a Montilla, que la víspera del 11 de septiembre
recetó unidad para superar las desavenencias con España frente a la
«pulsión separadora» que mueve a sus adversarios. CiU y ERC tacharon
su discurso de partidista. Y desde el PP, Alicia Sánchez-Camacho
reclamó que no se convierta la Diada en una acto de reivindicación
soberanista.
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