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El problema político
César VIDAL Libertad Digital 14 Octubre 2010
Estoy convencido de que a muchos no les agradará, pero los hechos,
como indicaba Lenin, son testarudos. Tras la situación económica,
las estadísticas muestran que el primer problema para los españoles
lo constituyen los políticos. Semejante circunstancia reviste una
enorme gravedad porque equivale a decir que a los enfermos lo que
más les inquieta es la presencia de los médicos o a los vendedores,
la cercanía de compradores. En puridad, los políticos no tendrían
que ser un problema sino una parte importante de la solución. Desde
luego, por eso permitimos, incluso con cierta resignación, que nos
vacíen los bolsillos para pagarles cada mes.
La realidad, sin embargo, es que, durante tres décadas largas, los
políticos se han ido convirtiendo en un conjunto de castas
privilegiadas que constituyen una porción nada desdeñable del
berenjenal en que nos hallamos inmersos. Uno echa un vistazo a las
cajas en quiebra donde un peluquero puede llegar a miembro del
Patronato o un carnicero a presidente y encuentra a miembros de
partidos y de sindicatos que sólo han contribuido a vaciarlas en
beneficio propio y en perjuicio de los ahorradores. Uno echa un
vistazo a la masa que no cobrará una pensión decente salvo milagro
especial de la Providencia y no encuentra a los políticos que
cobrarán un retiro de oro sin apenas cotizar. Uno echa un vistazo al
ejército de cinco millones de parados y descubre que ninguno cobra
un desempleo como el de aquellos políticos que no han sido
reelegidos y se ven obligados a buscar trabajo. Uno echa un vistazo
a los lugares comunes y no encuentra ni por casualidad a los
defensores de los trabajadores porque andan en restaurantes de lujo,
de crucero por el Báltico u ocupando un ático de protección oficial
sin cumplir los requisitos para ello. Uno echa un vistazo a los
impuestos que paga y descubre cómo el hermano de Carod-Rovira es
embajador de una fantasmal embajada de Cataluña, cómo se entrega
dinero al déspota de Rabat o a los gays y lesbianas de Zimbabwe o
cómo Tutangallardón se gasta el dinero de manera absurda e inmoral.
Es verdad que los nacionalistas y el PSOE han hecho todo lo posible
porque estas informaciones no lleguen a los ciudadanos, pero, al fin
y a la postre, por eso de que siguen existiendo jirones de prensa
libre, llegan y el resultado de saber la verdad está a la vista de
todos.
Por supuesto, se pueden citar notables excepciones como el gobierno
de Esperanza Aguirre en Madrid. Por supuesto, sujetos como ZP o
Tutangallardón sobresalen sobre otros a la hora de dilapidar los
caudales de los ciudadanos. Por supuesto, puestos a trabajar poco es
difícil superar a los liberados sindicales. Por supuesto, puestos a
lograr opacidad en sus ingresos y gastos resulta imposible superar a
UGT y CCOO. Sin embargo, no cabe engañarse. La desconfianza de los
ciudadanos es generalizada. Buena prueba de ello es que Mariano
Rajoy, a pesar de todo lo que está cayendo, no está consiguiendo más
votos de los logrados en las últimas elecciones. No avanza. Es que
los otros retroceden. O sea que el panorama resulta extraordinario.
Por un lado, ZP y el PSOE se desploman. Por otro, el PP ni
entusiasma ni crea confianza. Pues a ver como conseguimos mantener
el taburete con una pata podrida y otra corta.
Ahora piden respeto, ellos
Si hubiera tanta extrema derecha en España, estos heroicos
antifranquistas de la nada habrían huido ya al dorado exilio
HERMANN TERTSCH ABC 14 Octubre 2010
YA están aquí con toda la desvergüenza de que son capaces y la
virulencia que añaden los crispados nervios de un Gobierno que se
sabe desenmascarado. Nerviosísimos están todos ellos, porque ven ya
en el horizonte su fracaso y la expulsión del paraíso del poder al
que accedieron en una trágica carambola del destino y en la que se
mantuvieron con unas mentiras que han traído la ruina para millones
de españoles y la angustia para todos. Ahora ya saben, se lo dicen
todas las encuestas incluidas las suyas, que sus mentiras han dejado
de surtir efecto, como un antibiótico agotado por tanto abuso
continuado. Ahí están, los que en pánico quieren bajarse del barco y
los que llaman a aguantar, a la espera de algo, «lo que sea» como
dice el jefe, que quiebre el curso implacable de los
acontecimientos.
Que lleva a la derrota. Lo que no podrán evitar ya es el desprecio
de millones de españoles víctimas de la catástrofe nacional que su
ineptitud, su aventurerismo y sus mentiras han causado. Ahí están
ahora sacando el rodillo de la intimidación. Si ya no funcionan las
mentiras, quizás lo haga el miedo. Ya han desplegado sus baterías
para tachar de ultraderechistas a todos los españoles hartos de
ellos, los que sufren los efectos de la siembra de miseria por la
que será recordado este Gobierno.
Dicen que eran grupos de extrema derecha los que gritaban y
silbaban. Si hubiera tanta extrema derecha en España, estos heroicos
antifranquistas de la nada habrían huido ya al dorado exilio en sus
finquitas y chalecillos por el ancho mundo. Si hasta le tienen miedo
a las familias, parejas y demás ciudadanos madrileños en la
Castellana. Los han arruinado y ahora los insultan. El Timonel ya no
acude a acto abierto alguno salvo con público seleccionado. Por
miedo a la verdad y a la gente.
Por eso el martes los madrileños tenían que estar lo más lejos
posible de Zapatero, ese hombre, el líder providencial, regalo para
los españoles. Si hubieran estado más cerca, habrían expresado su
opinión, habrían visto la ceremonia y no habrían gritado a ciegas.
Habrían respetado el homenaje a los caídos porque los allí reunidos,
muy lejos, tras vallas como si de peligrosos energúmenos se tratara,
tienen cien veces más respeto a nuestros caídos que el Gobierno.
Respeto piden, quienes traen escondidos y con nocturnidad a soldados
españoles muertos en una guerra que dicen no existe. Respeto piden
quienes llevan años ciscándose en las creencias religiosas de más de
media España. Los socios y cómplices de quienes queman la bandera y
aterrorizan a quienes la llevan. Quienes ayudan a perseguir a la
lengua española, pisotean las tradiciones e incitan a la violencia
contra los discrepantes. Quienes llamaron a asedios a las sedes de
otro partido. Piden respeto, quienes difamaron a las víctimas del
terrorismo, quienes pactaron con ETA para no ver atentados ni robos
de pistolas donde los había y nos mintieron y siguieron negociando
con los terroristas con muertos y sin ellos. Esos, nos piden ahora
respeto. Y como siempre les ayudan —con esa buena fe tan dispuesta a
dejarse convencer por los peores—, quienes caen una y otra vez en
las tretas de estos impúdicos trileros de la moralidad. Demasiado
tarde. Si quieren un minuto de respeto, sólo a cambio de un instante
de patriotismo de su jefe. Para dimitir o convocar elecciones. Es el
único favor que podría ya hacer Zapatero a España. No lo esperen.
El dinero público es de todos
POR JOSÉ MARÍA CARRASCAL ABC 14 Octubre 2010
ABC ha propuesto a sus lectores «una reflexión sobre la regeneración
ética de la sociedad española, víctima de una epidemia de
corrupción». ¿Se me permite opinar como lector? Espero que sí, como
espero que sean muchos los que lo hagan como requiere el problema:
metiendo el bisturí a fondo y sin contemplaciones, única forma de
eliminar el tumor.
Lo primero que hay que apuntar al enfrentarse con él es la
diferencia entre corrupción y delito. El delito es un hecho
concreto, mientras la corrupción es un estado general. El delito lo
comete un individuo (aunque puede unirse a otros para cometerlo),
mientras la corrupción es una situación extendida. A la luz de las
cifras —730 casos judiciales y 4.000 millones de euros saqueados a
las arcas públicas— podemos decir que esa lacra se ha instalado en
España. Ahora, nos falta averiguar por qué, hasta qué punto y
encontrarle remedio, que puede ser lo más difícil.
El origen es bastante claro: la falta de democracia. Lo que se
instaló en España tras la muerte de Franco no fue una auténtica
democracia, fue una «partitocracia», al dejarse en manos de los
partidos los principales resortes del Estado. Mientras en la
verdadera democracia, los tres poderes —ejecutivo, legislativo y
judicial— se equilibran entre sí, en España tenemos que el partido
de gobierno no sólo controla el ejecutivo, sino que le es
relativamente fácil controlar el legislativo —comprando alianzas si
no tiene la mayoría absoluta— y puede controlar indirectamente la
justicia a través de un Consejo General del Poder Judicial elegido
en buena parte por las Cámaras, órgano a su vez superior de la
magistratura. Si a ello añadimos que la Fiscalía General del Estado
depende del ministro de Justicia, tendremos una vía indirecta por la
que el Gobierno, y el partido que lo ocupa, puede influir en los
procesos. Por si ello fuera poco, quiere darse a los fiscales
poderes para abrir causas, hoy en manos de los jueces. Es fácil
imaginar qué podría ocurrirnos y los peligros que correríamos. En
cualquier caso, tenemos algo muy parecido a una «dictadura de
partidos», no mucho peor que la dictadura a secas, pues al llevar
ropaje democrático resulta más difícil desenmascararla. Y las
dictaduras, como el poder absoluto, ya sabemos lo que generan:
corrupción. No es casualidad que los grandes casos de corrupción en
España se hayan dado con mayorías absolutas tanto del Gobierno
central, como de los autonómicos, como de los ayuntamientos.
Su segundo foco es la falsa idea que tenemos los españoles de la
democracia. Nuestro poco contacto con ella nos ha hecho
identificarla con la libertad, y basta. Cuando la democracia tiene
una segunda pata, tanto o más importante que la primera, la
responsabilidad, pues la libertad sin responsabilidad conduce a la
anarquía o a la corrupción, mientras la responsabilidad sin
democracia conduce al autoritarismo en sus diversos grados,
desagradables todos ellos, pero nunca tanto como la anarquía.
«Responsabilidad individual y colectiva», es la mejor definición que
he oído de la democracia. Pero en España, dice usted
«responsabilidad», y todos salen corriendo. Aquí, nadie se hace
responsable de lo que hace ni de los daños que causa, cuya culpa
será siempre de los demás. E incluso cuando no hay nadie a quien
poder cargársela, siempre habrá una excusa justificativa. Lo que ha
ido haciendo penetrar la corrupción en todos los tejidos de la
sociedad, en todas las capas sociales y en todos los partidos
políticos. Incluso nos hemos inventado una palabreja para rebajarla
de grado y hacerla más digerible: «corruptela», la pequeña
corrupción, la del que acepta regalos en la cúpula de un partido o
la del que ingresa en uno de ellos a ver si coloca al hijo tonto,
pues el listo ya se arreglará por su cuenta. Sin pensar nadie que
está quitando una plaza a quien la merece o creando una plaza
innecesaria, peor todavía, pues se está estafando a todos. Claro que
como «el dinero del Estado no es de nadie», según aquella ministra,
tampoco es realmente delito. ¿Hay mayor prueba del grado de
irresponsabilidad y de corrupción instalado en nuestra sociedad? «La
corrupción del Gobierno comienza por la corrupción de los
principios», dijo el filósofo. El vulgo lo traduce por «El pescado
empieza a pudrirse por la cabeza».
Una vez establecido el origen de la corrupción en nuestro país, nos
queda lo más difícil: atajarla. Para la primera fuente de la misma
—la partitocracia— el remedio, teóricamente, es fácil: reformar
nuestro ordenamiento constitucional, dejando a los partidos en lo
que nunca debieron dejar de ser, los canalizadores de la voluntad
popular, sin mayores poderes que los demás órganos del Estado, y
sometidos, como todos ellos, al control de la ley. En otras
palabras: establecer un auténtico balance de poderes entre el
Gobierno, las Cámaras y los Tribunales, única forma de evitar los
abusos y, caso de que ocurran, castigarlos. Pero eso, a simple vista
tan sencillo, es muy difícil en España, al requerir una reforma de
la Constitución. Y hay demasiados interesados en dejarla tal como
está, empezando por los partidos grandes y pequeños, muy
especialmente los nacionalistas, que hasta ahora han sido los que
más se han aprovechado de ella. O sea que, de momento, no hay muchas
posibilidades de cambio por ese lado.
Aunque más difícil, o por lo menos más largo, es el otro
requerimiento para acabar con la corrupción: proscribir los usos
instalados en la sociedad que hacen prevalecer el interés particular
sobre el colectivo. En España sigue imperando el «yo a lo mío, y el
que venga detrás que arree», tanto en las relaciones personales como
en las comunales. Aquí, el único colectivismo que se practica es el
de la familia, partido o región, y ni siquiera siempre. El «bien
común» es un concepto abstracto, en el que muy pocos piensan y casi
nadie practica. Es ésta una vieja carencia de España, a la que se ha
venido a añadir los nacionalismo disgregadores, que hacen difícil la
visión del conjunto y la solidaridad ciudadana. Que los intereses de
las partes prevalezcan sobre los de la nación es una patente de
corso para que los aprovechados entren a saco en las arcas públicas,
como ha ocurrido en muy distintas comunidades. No existe realmente
una «sociedad civil», y sin sociedad civil no puede darse una
verdadera democracia. La ética ha sido incluso borrada de los planes
de estudio, sustituida por ese engendro llamado «educación de la
ciudadanía», que no crea ciudadanos, sino zombis de una determinada
ideología. Es más, la hemos visto desaparecer de la educación
familiar, y ahí tenemos a padres protestando por las malas notas de
sus hijos, aunque se las merezcan, o enfrentándose en la piscina con
los socorristas que intentan evitar sus gamberradas.
Peor todavía que creernos ricos sin serlo es haber pensado que
teníamos plena democracia sin tenerla, ni hacer nada para
ganárnosla. Es la causa de que la corrupción se haya extendido por
España e incluso se haya metastasificado en sus distintos órganos.
Quiero decir con todo ello que si salir de la crisis económica va a
sernos largo y difícil, eliminar la corrupción va a costarnos aún
más tiempo y esfuerzos. Pero la alternativa es dramática: o
regeneramos nuestra vida privada y pública o nos resignamos a ser
comparsas en la escena mundial. Pues corrupción y excelencia son
incompatibles por la sencilla razón de ser la primera enemiga a
muerte de la segunda.
El cambio
Editorial www.gaceta.es 14 Octubre 2010
Las encuestas dicen una cosa, la sociedad otra y la prensa otra.
¿Cuál de ellas dice la verdad?. Son tres preguntas que merecen una
reflexión separada.Las encuestas parecen que están de acuerdo en
señalar que si hoy se celebrasen elecciones ganaría el Partido
Popular. Ahora bien, unas encuestas anticipan que ganaría por
mayoría absoluta y otras rebajan las expectativas hasta una mayoría,
pero sin llegar nunca a la mayoría absoluta. De todos modos, aunque
no se puede ocultar la verdad, unos sondeos barren más para casa que
otros.
Por eso algunos apuntan, con más énfasis que otros, que ésta es la
situación actual, pero nada tiene que ver con el futuro. La segunda
cuestión es una reflexión sobre lo que piensa la sociedad. Resulta
casi imposible conocer esta opinión, puesto que está sesgada por el
medio de información que la trasmite.
No obstante, hay medios, y entre ellos incluyo también algunas
encuestas, que resaltan ciertas cosas que piensa la sociedad. No hay
que ser sociólogo para intuir que la población española está
bastante preocupada, incluso, atemorizada, por la situación actual.
Lo están los pensionistas, que temen que un día u otro se anuncie un
recorte de sus pensiones; lo están las empresas, que han notado una
caída considerable en sus ventas, de hecho se han visto obligadas a
cerrar nada menos que el 10%; lo están los comerciantes, que están
notando una bajada del consumo; lo están los que buscan empleo, que
ven cómo suben las cifras del paro una y otra vez; lo están los que
buscan un crédito para zanjar viejas deudas, o quieren hacer
inversiones que consideran rentables, porque los bancos no prestan
dinero.
Ellos, todos ellos, son muy conscientes de lo que está pasando. Otra
cosa distinta es descubrir las causas. ¿Por qué ocurre esto?. Y ahí
viene el tercer pilar de mi reflexión: los medios. Difícilmente esto
puede cambiar mientras determinados medios señalen que la crisis
viene de fuera, o que es algo estructural y nada, o casi nada, tiene
que ver en ello el Gobierno actual. Dicen, aunque no se lo crean,
que bastante hace con ir afrontando la crisis como puede. Más aún,
hay determinados medios que se atreven a decir que menos mal que
tenemos un gobierno socialista, porque si hubiera gobernado otro del
PP, la situación hubiese sido mucho peor. Es un futurible que nunca
se va a poder demostrar.
En esta línea hay que interpretar el que determinados medios no
quieran inculpar de todo lo que está pasando al Gobierno. No voy a
ser extremista, pero me imagino que algo tiene que ver el señor
Zapatero, que controla el BOE, con la situación actual. Algo tendrá
que ver si se gasta mucho más de lo que se ingresa, si se suben o se
bajan los impuestos, si se tienen buenos o malos ministros, si se
gasta el dinero en inversiones productivas o se utiliza para ganarse
amigos, si se pretende solucionar problemas o simplemente ganar
elecciones.
Si algo hay que pedir a los medios es que informen con objetividad.
¿Por qué ciertos medios invierten más esfuerzos en demostrar que la
oposición no está preparada para gobernar que en dar a conocer a los
lectores, o a los televidentes, lo que está haciendo este Gobierno?.
Si se repasan los éxitos o los fracasos del actual gobierno hay
pocos éxitos y muchos fracasos. La mayoría son fracasos. Son un gran
fracaso las normas que en su día se aprobaron sobre la emigración,
la política de empleo, las inversiones productivas, las relaciones
sobre convivencia, la reforma de los estatutos de autonomía, la
política municipal, etc.
Cuando algo no funciona hay que cambiarlo. Pensar que los otros, en
este caso la oposición, lo van a hacer peor, es un juicio de valor
que no tiene la más mínima justificación. Me equivoco, hay dos
justificaciones, una ideológica y otra interesada. La ideológica se
puede comprender, aunque no se entienda. Que haya gente que piense
que cuanto peor estén las cosas es mejor, porque así se puede
plantear la revolución, me parece de una gran irresponsabilidad.
Distinta es la visión de los interesados. Por supuesto que hay
periódicos interesados, televisiones interesadas e, incluso,
partidos políticos interesados. Esto lo deben saber los ciudadanos.
Hay gentes interesadas en engañarnos porque del engaño dependen sus
intereses. Unos quieren que siga el actual Gobierno, porque así
conseguirán mejor sus prebendas; otros lo harán porque gracias al
Ejecutivo se seguirán enriqueciendo y financiando. Todos ellos harán
lo posible para que la situación no cambie.
Pero unos y otros se equivocan. Se equivocan los partidos porque
aunque de momento ellos puedan obtener algún beneficio, se perjudica
gravemente a sus electores, y se equivocan los que viven de las
prebendas, porque el día que haya un cambio dejarán de cobrar
subvenciones y estarán totalmente desacreditados para cambiar su
lenguaje. Volviendo a la pregunta del principio, lo lógico es que
ganasen los ciudadanos porque ellos son los depositaros de la verdad
o, al menos, de los intereses colectivos.
Zapatero, la fiesta del Pilar y el rosario
de la aurora
Jesús Cacho. El Confidencial 14 Octubre 2010
Curioso circo el que la izquierda ha montado a propósito del desfile
del martes 12 de octubre, Fiesta Nacional -con perdón- española. Me
refiero al circo de los abucheos a Rodríguez Zapatero atribuidos a
una “extrema derecha” al parecer omnipresente, porque ocupaba las
aceras de un Paseo de la Castellana donde caben miles y miles de
personas y en cualquiera de cuyas esquinas se oyeron gritos contra
el Presidente. ¿Todos de extrema derecha? Y bien, o estamos ante una
extrema derecha pobladísima, poderosísima, cuya existencia
desconocíamos hasta ayer, o aquí hay gato encerrado. Descorramos
enseguida el velo: para abuchear hoy a Zapatero no hace falta ser de
extrema derecha. Tampoco de extrema izquierda. Ni siquiera de
centro. Basta con estar un poco cabreado con la situación de
deterioro en todos los órdenes -no solo económico- que sufre España.
Y ahora se cuentan por millones los españoles cabreados, muchos de
ellos votantes socialistas, por cierto.
Y aquí podríamos poner punto final a la presente reflexión, porque
realmente no hay mucho más que decir. Va en el sueldo del Presidente
del Gobierno de la Nación, de cualquier Presidente, de cualquier
partido, aguantar los abucheos que los ciudadanos tengan a bien
dedicarle -sin mediar lanzamiento de huevos, tomates o cualquier
otro comestible al uso- en cualquier circunstancia, sobre todo
cuando ese Presidente es un desastre y su gestión una desgracia para
el país, aserto que millones de españoles, muchos de ellos votantes
socialistas, estarían hoy dispuestos a suscribir. Ocurre que es ya
casi un lugar común afirmar que la izquierda es maestra en el
complejo arte del agit-prop, y es también una obviedad que esa
izquierda no iba a dejar pasar una oportunidad pintiparada como esta
-hasta el más lerdo sabía que ZP no iba a ser recibido con flores en
la Castellana- para ponerse en el papel de víctima, y más en una
situación como la actual, con un Gobierno y un PSOE sumidos en una
de las mayores crisis de identidad de sus ciento y pico años de
historia.
Por lo demás, basta ver las fotos de los supuestos energúmenos de
extrema derecha que pidieron la dimisión de ZP para concluir que,
con independencia de la presencia de grupúsculos de esa especie que
tal vez buscaban convertir el evento en lo que al final se
convirtió, lo que en la Castellana se vio tras las vallas, aunque
tal vez sería mejor decir tras las rejas, era gente bastante
corriente, gente de a pie carente de cualquier tipo de coordinación,
que la emprendió a gritos en un tumulto desordenado, espontáneo y
pedestre. Recibido en mi correo electrónico: “Soy un votante
socialista que ayer [por el martes] presenció el desfile y que
también pidió la dimisión de Zapatero. Soy padre de cuatro hijos,
tres de ellos en el paro, y el cuarto autónomo y sin trabajo. A
todos trato de ayudar con mi pensión, bastante escasa después de
haber cotizado durante 45 años. ¿Qué por qué grité? Porque estoy
desesperado, realmente no sé qué hacer por mis hijos, y ayer era el
día que yo sabía que iba a tener al Presidente a 200 metros de
distancia”.
Lamentable, cierto, que los abucheos no cesaran ni el momento del
homenaje a los caídos. Sin que sirva de excusa, cabe, sin embargo,
aclarar que debido al acotamiento del acto muy pocos lograron saber
qué parte del mismo se estaba desarrollando en la plaza de Cuzco.
Con la megafonía convertida en puro ruido, era imposible distinguir
cuándo se izaba la bandera, se interpretaba el himno o se hacía el
homenaje a los caídos. Reacción, pues, multitudinaria, espontánea y
también triste. Sí, triste porque los ciudadanos se ven obligados a
aprovechar el día de la Fiesta Nacional para expresar su
descontento, cuando no simple desesperación, por la situación de un
país cuya gobernación es responsabilidad del Presidente del
Gobierno. Triste porque ello conlleva mancillar un acto que debería
servir para otras cosas, tal que celebrar la pertenencia a una
patria común presidida por la divisa de la libertad. Y triste porque
de nuevo se constata el abismo que hoy separa a la gente de la
calle, incapaz de ver un rayo de luz en la oscuridad reinante, de
eso que se ha dado en llamar la “nación política”.
Silencio, de nuevo, sobre el desplante de Chávez a España
Con estos ingredientes, el agit-prop socialista ha montado un bonito
espectáculo circense a cuenta de una “extrema derecha” de fábula,
cuyo plato fuerte ha sido una supuesta declaración del propio Juan
Carlos I (“El Rey critica la pitada a Zapatero”) siempre dispuesto a
dejarse utilizar por el simpático rojerío patrio, convencidos a lo
que parece en Zarzuela de que el futuro del edificio dinástico
descansa sobre los arbotantes de una izquierda, qué risa tía Felisa,
que ahora se rasga las vestiduras mientras se esconde detrás del
Monarca para que no la abucheen. Más lejos ha ido la ministra de
Defensa, Carme Chacón, quien, lista como es, se ha pasado esta vez
de frenada al proponer un “protocolo” para la Fiesta Nacional. Ahí
va una idea: celebrar el desfile, sin tanques, claro está, en los
jardines de La Zarzuela o en las instalaciones de El Goloso. Más
barato. Y más seguro porque, rigurosa invitación mediante, se
evitarían así los abucheos a Zapatero de una vez por todas. Ya
puestos, doña Carme, habría que hacer otro “protocolo” para evitar
la quema de banderas nacionales en Barcelona, por ejemplo, aunque ya
sé que eso no les preocupa a ustedes en demasía. Dejémonos, por eso,
de protocolos y simplemente hagamos cumplir la Ley. En Madrid y en
Barcelona.
Y mientras estábamos entretenidos con el bonito juego de los
insultos a ZP y el gesto gravemente ofendido de la claque más
cercana al carismático líder, con Rubalcaba a la cabeza, nadie, sin
embargo, ha dicho ni pio de un asunto, “el asunto” en realidad, que
a mi modesto entender más grave resultó del día de la Fiesta
Nacional. Me refiero al desplante, insulto, ofensa gratuita, gesto
inamistoso donde los haya de la Venezuela del cabo de vara Chávez
hacia España y los españoles, cuya bandera no desfiló el 12 de
octubre por La Castellana porque, al parecer, su portaestandarte
sufría flojera intestinal esa mañana. Ni el PSOE, ni la Zarzuela, ni
el Gobierno, ni por supuesto su ministro de Exteriores ha dicho esta
boca es mía. Ni una palabra de queja. Ni un simulacro de protesta.
La Venezuela de este aprendiz de tirano nos hace pedorretas, nos
chulea, nos vitupera, expropia negocios y haciendas de los 200.000
infortunados españoles censados en aquel país y la España de
Zapatero se limita a sonreír y poner la otra mejilla. O a bajarse de
nuevo jubón y calzas, dispuestos todos a recibir una nueva ración de
más de lo mismo. De vergüenza.
Final de ciclo
Ignacio VILLA Libertad Digital 14 Octubre 2010
Dos días después de la Fiesta Nacional y de la celebración del
desfile militar en el Paseo de la Castellana de Madrid seguimos
dando vueltas a lo mismo: los abucheos a Rodríguez Zapatero, el cara
a cara del presidente con el alcalde de Madrid hablando de la
financiación de los ayuntamientos, el reencuentro de Zapatero con
los barones críticos de su partido y evidentemente la ausencia de la
bandera de Venezuela entre los países iberoamericanos que cumplían
el bicentenario de su independencia.
¿Ha sido un año más? ¿Estamos –como dice Zapatero– dentro del guión
habitual de los 12 de octubre? Pues sinceramente ¡no! Este año ha
sido diferente. Ha sido el ejemplo más claro de que estamos ante lo
que en política se llama final de ciclo.
¿Qué es un final de ciclo? La definición es bien sencilla; en
política los mandatos están tasados por las legislaturas de cuatro
años, pero muchas veces el Gobierno de turno con su presidente al
frente se empeña en demostrar que cuatro años son muchos y que los
ciclos políticos no coinciden con la duración exacta de esas
legislaturas. Zapatero se está empeñando en ello. Lo hace por
tierra, mar y aire. Y por ello el pasado martes los abucheos, la
petición de dimisión y los gritos de protesta contra el presidente
se hicieron patentes durante todo el desfile. ¿Casualidad? ¿Mala
educación? ¿Plan premeditado? Simplemente hartazgo. Hartazgo por una
manera de hacer política, por una clara incapacidad para hacer
frente a la crisis, por negarse a aceptar una realidad lamentable
para millones de españoles, por una situación que lejos de
arreglarse se complica por momentos.
Hablar ahora de la mala educación, como el motor de lo ocurrido en
el desfile de la Fiesta Nacional es confundir y engañar. Detrás de
esa protesta hay un sentimiento general de angustia, de
imposibilidad para la reacción, de impedimento para hacer frente a
la crisis. No es una cuestión de grupos organizados y de reacciones
ultras. Estamos ante un estado de ánimo general, de los ciudadanos
que no pueden más con un Gobierno que no sabe reaccionar y enderezar
con claridad los efectos de la crisis.
Ha dicho el Ministerio de Defensa que había grupos preparados para
gritar contra Zapatero. ¿Están también preparados los barones del
PSOE que han saltado como muelles ante la posibilidad de perder las
elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo gracias a la
desaparición del liderazgo de Zapatero?
Los socialistas tienen un problema. Un problema serio y de fondo.
¿Tiene Zapatero capacidad de reacción? ¿Le queda algún atisbo del
liderazgo de otros tiempos? ¿Tiene algún sentido prolongar en el
tiempo esta agonía? La respuesta es clara: inquietud, preocupación y
decepción ante el futuro. Y decir otra cosa es mentir sobre la
verdad de las cosas.
Estamos ante un final de ciclo. Evidente y concluyente. Y los
socialistas, en lugar de mirarse el ombligo, deberían de buscar una
solución de emergencia para una situación de emergencia.
Necesidad de las pitadas
Pío Moa Libertad Digital 14 Octubre 2010
Una parte de la necesaria rebelión cívica contra un gobierno
anticonstitucional y delincuente son las pitadas. Donde apareciera
un miembro de la chusma política –y con las debidas excepciones--
debía estar un grupo de ciudadanos abucheándole. Insisto, no se
trata de una actitud indiscriminada, no se trata de imitar los
abucheos, agresiones e intentos de asalto a sedes de un gobierno y
un partido (entonces) constitucional, como era el de Aznar, sino de
protestar con la mayor energía posible contra un gobierno que
pisotea la Constitución y la unidad nacional, y una oposición que en
lugar de oponerse colabora con sus desmanes.
Con su natural talante totalitario, la ministra Burrianes (en
realidad todo el gobierno es Burrianes) ha amenazado con tomar
medidas contra las pitadas. Estos canallas piensan que los
ciudadanos tienen que, o bien aplaudir sus fechorías o quedarse
quietos y callados. Pero no. E insultando la inteligencia, la Trini
dice: “no los vi, pero eran grupos organizados”. ¿Y qué, si son
grupos organizados? Pues claro que tienen que ser grupos
organizados, secundados por la gente. Los ciudadanos deben
organizarse frente a la chusma política, o serán llevados al
desastre por ella. Y todos coincidiendo en que se trata de la
“extrema derecha”. Intentan asustar en vano. Pues la extrema derecha
no se comporta así, expresando su indignación cívicamente. Se
comporta –o se comportaba—con violencias similares a las de la
izquierda, que en España nunca ha dejado de ser extrema, recuérdense
las campañas de kale borroka sobre las cuales se encaramó Zapo al
poder.
Aun tiene más gracia la cosa cuando se quejan de que se
interrumpiera el homenaje a los caídos. ¡Qué mayor insulto a los
caídos que ver a esos políticastros traidores a España y a la
democracia haciendo la farsa del homenaje!
Se trata de que la oposición de la calle supla a la de un PP lacayo
de los Burrianes. Hay una indignación muy amplia, pero soterrada y
confusa, a la que nuestros corrompidos políticos intentan privar de
cauce. Pero el cauce debe abrirse, y la pitada ha sido un buen
ejemplo.
A los progres no les gusta recibir de su
propia medicina
Federico Quevedo. El Confidencial 14 Octubre 2010
¡Hay que ver cómo se han puesto! Les ha hervido la sangre, se les
han encendido las entrañas, los ojos se les han salido de las
órbitas… No pueden soportar recibir una dosis de la misma medicina
que ellos recetan para los demás. No pueden porque, en el fondo, de
demócratas tienen lo que yo les diga, o sea, nada, y como se creen
con derecho de pernada sobre la libertad de los demás y van por la
vida de castigadores repartiendo certificados de demócratas solo a
aquellos que les bailan el agua -mientras ellos estrechan lazos y
abrazos con cuanto asesino político en serie puebla las repúblicas
bananeras del mundo mundial-, no aceptan que, por una vez, sean
ellos el objeto de la protesta ciudadana.
Ellos, ya saben ustedes a quienes me refiero, sí pueden retorcer,
manipular y pervertir una jornada tan clave como la de reflexión
antes de unas elecciones enviando a los suyos a las puertas de la
sede del PP al grito de “¡Aznar, asesino!”, porque eso es un
ejercicio de libertad de expresión al que no hay que poner puertas…
Pero si se trata de gente que aprovecha el único acto público en el
que se puede ver al presidente Rodríguez -porque ya se ocupa él de
evitar ser visto los otros 364 días del año-, para expresar su
profundo malestar por la situación el país y pedir su dimisión,
entonces estamos hablando de un grupito de fachas a los que hay que
callar.
Pero resulta que el grupito de fachas son, en realidad, millones de
españoles que están de Rodríguez hasta los bemoles y que manifiestan
su desagrado hacia el presidente del Gobierno allá donde buenamente
pueden hacerlo. Y si el único lugar y momento en el que pueden dar
rienda suelta a su cabreo es en la Fiesta Nacional, pues allá que
van a gritarle a Rodríguez que se vaya, y lo hacen en nombre de una
inmensa mayoría de ciudadanos hartos de este personaje. Y eso, les
guste o no a los progres de turno, a los enemigos de la libertad, es
también un ejercicio de democracia.
Por eso tampoco entiendo que el Príncipe heredero y su santa esposa
entren en el juego progresista de protestar por la protesta… No,
Señor, si es usted la representación institucional de todos los
españoles, lo es también de esos que el martes silbaron y abuchearon
al presidente Rodríguez en número y tono muy superior al de otros
años, y como institución que se supone debe unirnos a todos bajo un
mismo paraguas, debería al menos haberse mantenido al margen de la
polémica sin expresar opinión alguna al respecto. Y lo digo porque,
entre otras muchas cosas, cada gesto de ese tipo que hace esta
Monarquía, gesto de condescendencia hacia la izquierda totalitaria y
radical, le aleja un poco más del ya escaso número de monárquicos
convencidos que habitan este país, y no precisamente en esas filas.
Antidemocrática censura
Pero volviendo al caso que nos ocupa: resulta que nuestra tan
democrática izquierda gobernante, en vista de que los pitidos y
abucheos a Rodríguez se suceden cada año y que en esta última
edición ni siquiera con trampas se ha librado el ínclito de la
pitada, ha decidido proponer una reforma de los actos del Día de la
Hispanidad para evitar que estos sucesos se repitan. ¿Por qué? Si no
hace falta reformar nada, basta con que se vaya Rodríguez, y se
acabarán los pitos. Y, además, ¿qué van a hacer? ¿Repartir bozales
en los accesos al desfile? ¿Poner multas a quien grite? ¿O,
simplemente, impedir el acceso a todo aquel que tenga pinta de facha
porque lleve una bandera de España en la mano?
Cualquier cosa puede salir de la calenturienta mente de estos
cavernícolas que todavía no han comprendido que ellos pueden
llamarnos fachas a los que protestamos, pero que son ellos los que
con su antidemocrática censura de las libres expresiones ciudadanas
de malestar actúan como vulgares herederos de lo peor del
totalitarismo, llámese fascismo, nazismo o estalinismo, que me da
exactamente igual.
Más en http://twitter.com/Federicoquevedo y en www.facebook.com
'Intelijencia' y desfile militar
Juan Carlos Olarra Estrella Digital 14 Octubre 2010
¡Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas! Al igual que
nuestro ilustre poeta –aunque a millones de años luz de su talento-,
pido poder acertar en la denominación idónea para describir algunos
de los sucesos acaecidos en el día en que España se hace Hispanidad
y el país se hace patria.
Indigna: La actitud de quienes no supieron respetar uno de los actos
más íntimos y más sagrados de la liturgia militar, como es el acto
de homenaje a los que dieron su vida por España y fueron capaces de
profanar el respetuoso silencio con el que debemos honrar a nuestros
caídos, aunque muchas veces este gobierno no lo haga y utilice el
silencio de la vergüenza en vez del silencio del reconocimiento.
Falacia: La especie difundida por los abundantes terminales
mediáticos del gobierno atribuyendo los abucheos y gritos
atronadores pidiendo la dimisión de Zapatero -a diferencia de los
minoritarios a los que nos hemos referido en Indigna- a grupos
organizados de la extrema derecha. Cualquier persona que viviese en
directo en la calle los sucesos de ayer lo puede corroborar. La
consigna sobre el boicot ultra es una mendacidad autocomplaciente de
dimensiones colosales. Desde luego si la extrema derecha es la que
solamente grita “¡Zapatero dimisión!” no parece muy extrema.
Incoherente: la postura de un gobierno que afea por extemporánea la
protesta ciudadana contra su presidente y pide respeto institucional
en una jornada señalada, cuando el propio presidente cuestionado
ahora utilizó en su día (en el año 2003) la misma ocasión para
ofender sin reparos a la bandera y al pueblo de los Estados Unidos
de América so pretexto de manifestar una protesta contra la política
de su gobierno a la sazón.
Oportuestalinista: La sugerencia de la Ministra de Defensa sobre la
necesidad de modificar el protocolo del Desfile Nacional a fin de
evitar la incomodidad del líder supremo. Tal vez la plasmación de
esa reordenación podría consistir en trasladar la citada celebración
a la fiesta de la UGT en Rodiezmo, pero hoy por hoy ni siquiera eso
garantiza que el presidente se vea libre del reproche ciudadano, que
al parecer hay que evitar a toda costa.
Ignominia: La consigna propagada por los difusores orgánicos que
compara la actitud de los que pedían la dimisión de ZP a gritos
–temporánea o extemporáneamente- con el comportamiento habitual de
los batasunos en sus algaradas. He visto muchas manifestaciones
proetarras y he sido destinatario de sus diatribas en algunas de
ellas y les garantizo que no exigen dimisiones. Sí es cierto que
piden cabezas, pero no en sentido figurado… La comparación es
insostenible en la racionalidad y repugnante en la conciencia.
Estrambote: La explicación que atribuye a una enfermedad del
abanderado la ausencia de la enseña de Venezuela entre las de otras
naciones que el 12 de octubre conmemoraban al tiempo el segundo
centenario de su independencia de España con su compromiso de
hermanamiento cultural e histórico en el concepto de la Hispanidad.
Mal está que nuestra política exterior practique el apaciguamiento
rayano en la sumisión con el gobierno de Hugo Chávez, pero peor aún
que lo asumamos con tal complejo de culpa que temamos ofender al
caudillo bolivariano incluso cuando tenemos que disculpar sus
ofensas y desplantes.
Sincero: el homenaje que las personas congregadas a ambos lados de
la principal arteria madrileña tributaron a través de sus aplausos y
vítores a los miembros de nuestras Fuerzas Armadas con motivo de la
Fiesta Nacional.
Nación (española): reunión de todos los españoles de ambos
hemisferios, libre e independiente, que no es ni puede ser
patrimonio de ninguna familia ni persona, en la cual reside
esencialmente la Soberanía y a la que pertenece en exclusiva el
derecho de establecer sus leyes fundamentales, obligada a proteger
por leyes sabias y justas la libertad civil, la propiedad y los
demás derechos legítimos de los individuos que la componen (Del art.
1 de la Constitución española de 1812).
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
... Que mi palabra sea
la cosa misma
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas...
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo
y suyo, y mío, de las cosas! "
(Juan Ramon Jiménez, Eternidades, 1918)
Diferencias esenciales
Diego Armario www.gaceta.es 14 Octubre 2010
La izquierda hace tiempo que sustituyó ética por propaganda y
renunció a los principios.
Las diferencias entre la derecha y la izquierda política ya no
están, como hace años, en la distinta sensibilidad de cada una de
estas opciones por los temas sociales, ni en la defensa de las
libertades y la apuesta por los derechos humanos y tal vez ni
siquiera en el esquema de política económica y fiscal que cada una
de ellas tiene cuando gobierna.
La verdadera diferencia está en el desparpajo y la ausencia de
complejos de la izquierda a la hora de decir una cosa y hacer la
contraria y de utilizar cualquier medio a su alcance para mantenerse
en el poder. Dicho con otras palabras: la izquierda hace tiempo que
sustituyó la ética por la propaganda, renunció a los principios y se
aferró a los resultados.
Otro elemento que caracteriza a la izquierda política es la
clarividencia que tiene para distinguir entre amigos y enemigos bajo
el prisma excluyente del valor intelectual, artístico, literario o
político de quien consideran que es de derechas, y por lo tanto
incapaz de ser titular de ningún mérito.
No me gusta mucho citar a un actor mediocre que, como Leire Pajín,
no es muy aficionado a usar champú, pero lo haré: se trata de
Guillermo Toledo que ha descalificado el Premio Nobel de Vargas
Llosa porque, según él, es un peligroso derechista. ¡Qué tendrán que
ver el culo con las témporas y la calidad literaria con la
ideología! Los palmeros de la izquierda, entre los que están no
pocos colegas nuestros, son capaces de negar la evidencia, aunque
para ello tengan que enfangarse en un lodazal de estupideces.
En la derecha también hay gente a la que habría que echar de comer
aparte, pero los valores que defienden los conservadores no son
excluyentes y con frecuencia son compartidos por una gran parte de
la sociedad, independientemente del sentido de su voto. Si
finalmente las urnas le dan la razón a las encuestas, lo que venga
después de Zapatero será un Ejecutivo competente, que no practique
el sectarismo y que haga más fácil la convivencia. Habrá que estar
vigilantes para que nadie haga tonterías, pero la lamentable
experiencia de Gobierno que estamos viviendo no hay quien la supere.
Corbacho se va; Zapatero se queda
EDITORIAL Libertad Digital 14 Octubre 2010
Hace escasos días, y ante los micrófonos de RNE, Celestino Corbacho
quiso hacer balance de su gestión al frente del Ministerio de
Trabajo con una frase con la que, supuestamente, algunos ciudadanos
le consuelan: "Qué mala suerte has tenido y vaya marrón que te ha
tocado". Es evidente que Corbacho quería eludir con esta frase su
parte de responsabilidad en el hecho de que el paro se haya
duplicado desde que se hiciera cargo de la cartera de Trabajo.
Este miércoles, durante la sesión del control al Gobierno en el
Congreso, la desfachatez del todavía ministro de Trabajo ha ido, sin
embargo, incomparablemente más lejos cuando, al hacer de la
necesidad virtud, se ha vanagloriado de que España haya alcanzado
durante su mandato el "mayor porcentaje de protección social" y de
que "el número de desempleados que han atendido los Servicios
Públicos de Empleo se ha doblado hasta los tres millones de
parados".
Al margen de que la satisfacción de Corbacho es la característica de
quien cree que gobernar mejor es gastar más (algo muy típico de los
socialistas), los subsidios por desempleo no son sino derechos que
los desempleados adquirieron con sus cotizaciones durante sus años
de trabajo. La delirante satisfacción que muestra el ministro de
Trabajo sólo puede alcanzarse mediante el incremento del número de
parados.
Aunque a la vista de su pésima gestión, coronada con declaraciones
tan bochornosas como estas, pudiésemos sentir un gran alivio por la
inminente marcha de Corbacho, no nos llamemos a engaño: tan
desacertado es negar toda responsabilidad al todavía ministro de
Trabajo del récord de paro que hemos sufrido, como hacerlo su único
responsable. Y es que el principal responsable político de que
España tenga la mayor tasa de desempleo en el área de los países de
la OCDE, con un nivel de paro que supera con creces el doble de la
media que tienen los países de la Unión Europea, no es otro que José
Luis Rodríguez Zapatero.
A este respecto conviene no olvidar que los ceses de los anteriores
ministros de Trabajo y Economia, Jesús Caldera y Pedro Solbes, con
quienes España ya empezaba a volver a conocer los dramáticos datos
de paro que tuvo con los gobiernos de González, no supusieron un
cambio que no fuera a peor. Y es que el problema no está tanto en la
incompetencia de los ministros, que también, cuanto en la de quien
los nombra. El problema está en que, aunque Corbacho se vaya,
Zapatero se queda... y parece que está dispuesto a aposentarse hasta
el final, hasta agotar la legislatura. Y eso, aun a riesgo de
quepara entonces el sucesor de Corbacho tenga todavía menos motivos
para mostrarse "satisfecho" que su patético antecesor.
Una convocatoria y un artículo
Luis del Pino Libertad Digital 14 Octubre 2010
Voces contra el Terrorismo, Hazte Oir y DENAES han convocado a sus
asociados y simpatizantes a la concentración que se celebrará el
próximo jueves delante de la Embajada de Venezuela, para exigir del
gobierno venezolano y el español que se aclare la presunta
colaboración entre ETA y las FARC y la supuesta connivencia del
propio gobierno venezolano con dichas organizaciones terroristas.
Éste es el vídeo de convocatoria elaborado por Hazte Oir:
http://www.youtube.com/watch?v=K7n0fycOv-I
GEES ha publicado un excelente artículo de análisis sobre AQMI (Al
Qaeda en el Magreb Islámico, la organización presuntamente
responsable del secuestro de los cooperantes españoles), elaborado
por el catedrático Carlos Ruiz Miguel.
(www.libertadidioma.com/agli.geo/20101006.htm)
Recomiendo encarecidamente la lectura del texto. Es algo complejo de
seguir en algunos puntos, debido a la abundancia de detalles, pero
merece la pena, porque expone de forma muy clara lo que sabemos
sobre esa extraña organización terrorista y analiza en profundidad
las dudas acerca de quién está detrás de AQMI.
Además de por el caso concreto de AQMI, el artículo resulta muy
recomendable porque es un perfecto ejemplo de las guerras de
información y contrainformación que tienen lugar en torno al
fenómeno terrorista e ilustra muy bien la influencia que sobre ese
fenómeno tienen los intereses de cada estado.
Y, sobre todo, el artículo permite hacerse una idea del lamentable
papel que determinados medios y determinados periodistas ejercen
como herramientas de intoxicación dentro de esas guerras que libran
los distintos servicios de inteligencia.
Impuestos
Los ricos ya pagan más
Albert Esplugas Boter Libertad Digital 14 Octubre 2010
Zapatero quiere que las rentas altas hagan un mayor esfuerzo fiscal
en tiempos de crisis. Esto lo arreglamos entre todos, incluyendo los
ricos. Así, el Consejo de Ministros ha aprobadopara 2011 una subida
del IRPF: los ingresos superiores a 120.000 euros tributarán a un
tipo del 44% (antes 43%) y los superiores a 175.000 euros a un tipo
del 45% (antes 43%). Pan y circo para complacer a las bases
socialistas.
Los que confunden la envidia con el afán de justicia repiten la
consigna de que quien gana más debe pagar más. La factura del Estado
discrimina según la renta, una práctica virtualmente inexistente en
el mercado, donde empresas e instituciones privadas cobran el mismo
precio por sus servicios con independencia de raza, religión,
orientación sexual y poder adquisitivo. En el caso de los servicios
públicos, en cambio, se acepta el principio discriminatorio de que
los que obtienen más ingresos deben pagar un precio distinto.
Sin embargo, ni siquiera la discriminación se hace respetando un
mínimo de proporcionalidad. Conforme uno obtiene más ingresos no
paga una parte alícuota mayor (por los mismos servicios que antes,
no lo olvidemos), sino que la excede. Si un individuo incrementa su
renta de 20.000 euros al año a 40.000 euros al año, un aumento del
100%, no paga un 100% más de impuestos sino un 230% más. De 2.746
euros anuales pasa a pagar a Hacienda 9.033 euros.
Nuestro sistema fiscal no es proporcional sino "progresivo",
eufemismo de "desproporcional". Los que reclaman que los ricos
contribuyan "acorde con sus mayores ingresos" o "asuman el coste de
la crisis como el resto" parecen no haberse enterado de que ya se
les confisca una proporción mucho mayorde sus ingresos que a los
demás.
¿Qué han hecho las rentas altas para merecer esta confiscación?
¿Cuál es su fundamento ético? Puesto que el fin no justifica los
medios, pasemos por alto la presunta finalidad de la redistribución
("ayudar a los menos favorecidos", "garantizar oportunidades básicas
a todos") y centrémonos en los medios: quitar a alguien parte de sus
ingresos bajo coacción.
Ricos los hay y los habrá bajo cualquier sistema político, porque
los individuos tienen distintas capacidades, ambición y escrúpulos.
La diferencia entre un sistema de mercado puro y un sistema
socialista puro es que en el primero los ricos son los más
productivos, los que obtienen mayores ganancias del hecho de ofrecer
servicios que los consumidores valoran, y en el segundo los ricos
son los que ostentan el poder, los que detentan el privilegio de
dictar a los demás lo que deben hacer.
En un sistema mixto como el que vivimos encontramos, lógicamente,
ejemplos de ambos: gente que se ha enriquecido produciendo bienes y
servicios útiles para los demás, y gente que se ha enriquecido
gracias a las prebendas estatales (subvenciones, restricciones a la
competencia, contratos públicos, rescates y socialización de
pérdidas, corruptelas varias). También los hay que se han
enriquecido de las dos maneras. Reduzcamos el presupuesto y las
prerrogativas del Estado a su mínima expresión y las élites y grupos
de interés no tendrán de quien conseguir privilegios.
En la medida en que las rentas altas obtienen ingresos de mercado,
sin que medie la intervención del Estado, los impuestos
desproporcionales penalizan el ingenio y la productividad. Castigan
la acción de servir a la sociedad de la forma más eficiente posible,
pues solo así es posible generar más beneficios e ingresos en el
mercado. ¿No tendría más sentido, aunque fuera igualmente injusto,
castigar con un impuesto la vagancia y la baja productividad? ¿Por
qué no se penaliza con trabajos comunitarios a parados que rechazan
empleos?
El prejuicio contra los ricos es una lacra social en una economía de
mercado. Solo está justificado en países íntegramente socialistas.
Albert Esplugas Boter es miembro del Instituto Juan de Mariana,
autor del libro La comunicación en una sociedad libre y escribe
regularmente en su blog.
Hispanidad
Descubrir América
Serafín Fanjul Libertad Digital 14 Octubre 2010
Entre las conmemoraciones que anualmente nos apisonan el ánimo, la
del Doce de Octubre es la peor, la que más me aplana. De las otras
es fácil librarse: basta con pasar la página del diario, apagar la
radio o cambiar de canal, porque prescindir del Día del Pastor Sin
Cabras, del irrenunciable recuerdo por los no sé cuántos años de la
muerte de John Lennon o de cualquier otra bobería
político-comercial, está tirado, como decían los castizos. Pero la
llegada inexorable en el almanaque del día de nuestra fiesta nos
provoca de nuevo y a las claras sentimientos de frustración e
impotencia que, como miembros de una comunidad inepta, vivimos de
manera larvada a lo largo del año.
Una vez cayó el decorado de cartón-piedra que erigió el franquismo
en torno a la Hispanidad –que, desde luego, no había inventado– y
salimos al exterior, como individuos y como grupo humano,
descubrimos y hubimos de aceptar, porque no había otra, que los
egipcios vivían tan ricamente sin tener ni idea de quiénes fueron
Magallanes o Elcano; que numerosos ingleses –oigan, que no exagero–,
siempre encantados consigo mismos, están persuadidos de que Colón
era inglés pues, no en balde, se llamaba Christopher; que las
hazañas de éste o aquel conquistador eran tenidas –y así proclamadas
en los lugares donde actuaron– como pura barbarie y latrocinio. Las
conclusiones inmediatas y prácticas son evidentes: el
ensimismamiento de los árabes en su propia cultura-incultura les
limita el conocimiento del exterior, la ignorancia de los
anglosajones es enciclopédica, o la autojustificación de las
repúblicas independientes hispanoamericanas les exige denostar a los
antiguos poderes virreinales, tanto para legitimar su propia
existencia como para culpar al pasado de la catástrofe en todos los
órdenes que, minuciosamente, organizaron los criollos, una vez
dislocado y roto todo el aparato administrativo, político y
económico que rigió en las Indias hasta 1824. Todo verdad, pero
comprenderlo no resuelve nuestro problema.
Bien es cierto que los criollos salvaron lo mejor: la lengua. Porque
los españoles –siempre tan clarividentes y con la permanente
interferencia de la Iglesia que impedía la difusión del castellano–
no le habían prestado mucha atención hasta el reinado de Carlos III
(Cédula de Aranjuez, mayo de 1770): ·...si al principio de la
conquista se hubiese puesto todo el empeño en enseñar a los indios
el castellano, en menos de medio siglo se hubiera conseguido". Y
reconozcámoslo: en América se habla español gracias a aquellos
españoles de Indias, ganosos de comerse el pastel local sin repartir
con la Península y si nuestro país disfruta de relevancia histórica
en el curso de la Humanidad se debe a las acciones de todo tipo que
aquellos compatriotas realizaron. El asunto es cómo normalizar y
colocar en un sitio digno y útil para todos el recuerdo de lo
sucedido a consecuencia de aquel 12 d octubre de 1492.
Pero falta racionalidad. Importan poco en esto ingleses, egipcios o
malayos, pero sí importa que una tal Hebe de Bonafini –cuyos padres
eran del mismo pueblo que mi madre– afirme que el 12 de octubre no
hay nada que celebrar, aunque sus rencores particulares también
cuenten; que una muchacha tucumana, con madre argentina normal y
corriente y padre de Cáceres (España) asegure muy convencida que su
verdadera cultura es la quechua; o que en Cuba, donde hasta los
negros son españoles y el caldo gallego plato nacional, se reduzca
la hispanidad a declaraciones formularias. Por no aducir más
ejemplos. ¿Qué hemos hecho mal o en qué estamos fallando? Dando por
bueno que nosotros y nuestra Nación seamos los herederos morales de
aquel inmenso fenómeno histórico (los sucesores biológicos y
materiales son los actuales hispanoamericanos), la cuestión es cómo,
después de dos siglos de independencia, no hemos sido capaces de
superar los aspectos negativos del pasado.
Y está todo dicho demasiadas veces: todas las conquistas son
cruentas; los indios prehispánicos distaban mucho de morar en el
Paraíso (cualquiera puede oír lo contrario, literalmente, por
doquier, acá y allá); la Leyenda Negra fue utilizada con eficacia
como guerra psicológica por las potencias europeas enemigas de
España; América se convirtió en garbanzal feraz para la búsqueda del
Buen Salvaje, que habría sido exterminado por los españoles (la
realidad histórica no fue así, pero a los mitos no afectan tales
exquisiteces eruditas); el descubrimiento, conquista y población de
territorios descomunales fue un esfuerzo ciclópeo llevado a cabo con
una racionalidad y buen hacer que para nuestra contemporaneidad
hispana querríamos; el mundo entero y todas sus sociedades y
culturas tuvieron conciencia de sí mismos en el conjunto, de la
noción de globalidad gracias a nuestros descubrimientos y
exploraciones (también hubo otros, después, pero el mapa de Juan de
la Cosa es de ¡1500!); las Indias nunca tuvieron sobre sí el status
ni el concepto de colonias (hasta el término es de origen inglés y
entra en el XIX).
¿Qué hemos hecho mal? El pasado 9 de octubre presencié una tertulia
de TV en que se hablaba
de Hispanidad y etcétera. En ella no faltaba ninguno de los
ingredientes habituales en el género: la politiquilla catalanilla
que anduvo tonteando con el PP y el PP haciendo el tonto con ella y
que para la ocasión se vestía de progre repetidora de los tópicos
más baratos de la Leyenda Negra; el currito del PSOE que exhibía su
ignorancia cósmica y la disfrazaba con aquello tan novedoso y serio
de que chinos y vikingos habían descubierto el continente antes que
Colón; mi querido Amando de Miguel, que intentaba poner un poco de
lógica en el batiburrillo; Agapito Maestre, con mejor voluntad que
realismo, pronunciándose por un utópico renacimiento
hispanoamericano bajo la égida de la Hispanidad (¿con qué base
económica y técnica y qué capacidad actual de España para coordinar
nada, no ya dirigir?); dos invitados de allá que resultaron ser
indigenistas (¡bingo para los organizadores!)...
En suma, un aire de cháchara inane, de hablar por hablar, porque
toca, según el calendario. Los años pasan y el distanciamiento entre
España y América es cada vez mayor. Paradójicamente, nos conocemos
menos. Los medios de comunicación inmediata (internet y demás) se
están utilizando para cruzar insultos entre ambas orillas, el
indigenismo –auténtica lacra y amenaza para la libertad, la unidad y
la prosperidad de los estados– medra al socaire de oportunistas
impresentables (Chávez, Morales, Correa, Ortega, los Castro, con
padre de Lugo), y España sigue maniatada por sus propias
contradicciones. Por nuestra parte, mientras podamos, continuaremos
disfrutando de los textos de Cieza de León, Miguel Ángel Asturias o
Vargas Llosa, de la Habana Vieja o Cartagena de Indias, de los
montes de Michoacán o la ciudad extremeña que es El Cuzco, nuestra
Hispanidad, la que no queremos perder.
Un Plan A para la economía
Emilio J. González Libertad Digital 14 Octubre 2010
En las últimas semanas están surgiendo voces y más voces que piden
un 'Plan B' para la economía. Primero fue el Banco de España y
después todo un número creciente de expertos. Lo que se necesita,
sin embargo, es un 'Plan A'. ¿Por qué?
La denominación 'Plan B' sugiere que ya se ha puesto en marcha una
estrategia de política económica para superar la crisis, lo cual,
hoy por hoy, no es el caso. Llevamos tres años sin medidas eficaces
para contener la que nos está cayendo encima y para revertir su
curso porque Zapatero se empeñó en negar la crisis por razones
electorales, porque no sabe lo que hacer y porque, a pesar de todo
lo que está sucediendo, a pesar de los cuatro millones y medio de
españoles que ya no tienen trabajo, a ZP la economía sigue
importándole un pimiento. El presidente del Gobierno decía
recientemente que le faltaban recursos para desarrollar por completo
su programa político, como si ya no hubiera dilapidado bastantes en
ello. Y es que eso es lo que realmente le preocupa, no la realidad
de una economía a la que está dejando como un solar a fuer de no
hacer nada por ella, excepto tratar de engañar a unos y otros con
promesas que no tiene la menor intención de cumplir y con datos y
previsiones que ya nadie se cree. Y los tiempos no están,
precisamente, como para permanecer de brazos cruzados
indefinidamente.
Cuando se inició la crisis, el debate entre los analistas era de si
iba a tener forma de ‘V’ o de ‘L’. Hoy todo apunta a que va a tener
un perfil de ‘W’. ¿Qué quiere decir esto? Que después de estimular
artificialmente el crédito a base de malgastar miles y miles de
millones del dinero de los contribuyentes en los países
occidentales, España incluida, en lugar de apostar por una política
de reformas, ahora viene la realidad golpeando con dureza en forma
de desaceleración de la economía internacional, que puede volver a
recaer en la recesión. En España, al menos esto es lo que ya está
sucediendo y las perspectivas para cuando se supere son de un
crecimiento sin pulso. En estas circunstancias, ni se reducirá el
paro, sino todo lo contrario; ni se rebajará el déficit, lo cual es
del todo punto necesario para que la financiación que absorben los
disparates presupuestarios del Gobierno se destine al sector privado
para que invierta y consuma. El Ejecutivo, sin embargo, sigue ajeno
a esta realidad y el proyecto de presupuestos que ha preparado para
2011 responde más a las prioridades políticas de Zapatero que a la
necesidad de proceder a ese ajuste con todas las de la ley que
demanda la gravedad de la situación actual. Es más, al dedicarse ZP
a tirar el dinero como lo ha venido haciendo desde que llegó al
poder, pero sobre todo desde que se desencadenó la crisis, ha dejado
al presupuesto sin margen de maniobra para acometer cualquier otra
política que no sea la de un ajuste drástico de las cuentas
públicas. Si el presidente del Gobierno hubiera optado por bajar
impuestos, hoy habría más actividad económica, más empleo, más
recaudación tributaria, menos déficit y menos problemas. Sin
embargo, el inquilino de La Moncloa prefirió dedicarse a jugar a ser
Roosevelt en versión cañí y montar un ‘New Deal’ a la española y en
vez de solucionar las cosas, las ha agravado todavía más. Así es que
el ‘Plan A’ que necesita la economía española tiene que pasar
necesariamente por el saneamiento de las cuentas públicas de una vez
por todas.
Para complicar más las cosas, cada vez más analistas señalan la
posibilidad de que se produzca una segunda oleada de nuestra
particular crisis bancaria en forma de nuevos aumentos de la
morosidad, cuando todavía el sector sigue sin reestructurarse, en
especial en lo concerniente a las cajas de ahorros. Y ese sí que es
un problema serio porque con una economía tan debilitada como la
nuestra, las entidades crediticias carecen de recursos para
afrontarlo porque ya han empleado contra la primera oleada toda la
munición de que disponían y ya se han quedado sin ella. Lo cual
quiere decir que, en el peor de los casos, se puede originar toda
una cadena de quiebras y suspensiones de pagos de entidades
financieras y, en el mejor, que el crédito siga sin fluir.
¿Cómo se soluciona esto? Con las medidas necesarias para que las
empresas sigan pudiendo funcionar y para que se pueda crear empleo y
mantener el existente. De esta forma, todo el mundo podrá seguir
pagando sus deudas y la posibilidad de una segunda oleada de la
crisis financiera perderá mucha fuerza. Pero para ello es preciso
acometer reformas de las que Zapatero no quiere oír ni hablar y
proceder a un ajuste presupuestario que ZP no quiere hacer. Lo cual
implica poner en marcha un 'Plan A', no un 'Plan B', porque supone
dar un giro de ciento ochenta grados a la forma en la que el
Gobierno está afrontando la crisis, debido a la cual no existe
estrategia alguna para superarla.
Millones de españoles abuchearían a
Zapatero, si pudieran
Francisco Rubiales Periodista Digital 14 Octubre 2010
Los que han pitado y abucheado a Zapatero en el desfile militar del
12 de octubre no han sido militantes de extrema derecha, como
afirman los socilalistas, ni miembros del PP, sino gente indignada
que, al rechazar públicamente al presidente, representaba a millones
de españoles que, si pudieran, también le repudiarían en público.
Miles de españoles han pitado y abucheado al presidente del
gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el madrileño paseo de la
Castellana, con motivo del desfile militar del día de la Hispanidad,
fiesta nacional española. El rey y el príncipe han lamentado esas
protestas, que alteraron la celebración y alcanzaron una dimensión
mayor que en años anteriores.
En lugar de "lamentar" las protestas ciudadanas, el rey y el
príncipe deberían reflexionar sobre lo que está ocurriendo en España
y sobre las razones que impulsan a casi 9 de cada 10 españoles a
rechazar con todas sus fuerzas a un dirigente político que ya no es
querido y al que se le exige a gritos dimisión y convocatoria de
elecciones anticipadas. Tal vez el rey y el príncipe deberían ser
sensibles a ese sentimiento mayoritario de su pueblo.
Los socialistas españoles se niegan a reconocer que el presidente
del gobierno es hoy un ser rechazado y despreciado por la inmensa
mayoría de los españoles, un rechazo profundo que le resta
legitimidad democrática y que debería obligarle a dimitir. Miente el
PSOE cuando achaca los intensos pitidos y abucheos a Zapatero en
Madrid a militantes de extrema derecha o a gente alentada por el PP.
Los que protestaron contra el presidente fueron algunos españoles
que tuvieron la ocasión de expresar su malestar contra el peor líder
político de la España moderna, los cuales actuaron en representación
y respaldados por millones de españoles, que no tuvieron la fortuna
de poder expresar en público su frustración y profundo rechazo a
Zapatero.
Las encuestas coinciden al reflejar que más del 75 por ciento de los
españoles desaprueban la labor del presidente del gobierno y que más
del 80 por ciento no se fían de Zapatero. Esos españoles son los que
le pitaron y abuchearon en Madrid, durante le desfile militar
conmemorativo de la fiesta nacional española.
Algunas cadenas de televisión preguntaron a los internautas si
consideraban justificados los abucheos a Zapatero y la respuesta
(Antena 3) fue positiva en más de un 80 por ciento, cifra que
demuestra que al menos ocho de cada die españoles pitarían y
abuchearían a Zapatero, si pudieran hacerlo, por sus desmanes,
abusos de poder, errores, traiciones y por los terribles daños que
ha causado a España.
Voto en Blanco
Comienza el acoso y derribo de ZP.
Antonio Javier Vicente Gil Periodista Digital 14 Octubre 2010
El momio peligra, las encuestas, incluso las retocadas a favor,
anuncian el apocalipsis del PSOE, las trompetas anuncian que el
chollo se va a acabar y eso no se puede consentir, hay que hacer
algo. El que se hunde a ojos vistas es Zapatero y está arrastrando a
miles de trabajadores del tinglado político que ven que puede
acabarse la buena vida y eso no se puede tolerar, que España se
hunda no importa que ellos se vayan al garete no es admisible y hay
que hacer algo.
En cuanto que comience a calar la idea de que sin ZP tal vez podrían
salvarse muchos cargos de la izquierda con valores devaluados la
cabeza de Zapatero comenzará a sentir el hacha porque con el pan de
los hijos de esas decenas de miles de buenos socialistas no se
juega.
Ya comienzan a aparecer argumentos que hagan pensar a ZP en pirarse.
Dejando aparte el aldabonazo de Barreda, estos días tenemos algunos
originales y llamativos. De ellos me quedo con dos, el primero es
cómo conseguir que no vuelvan a abuchear a Zapatero en el desfile
militar. Chacón habla de blindar el evento, pero eso no garantiza
que se acabe la rechifla, por eso ya comienzan a surgir voces que
dicen que la solución es que ZP no asista y para eso lo mejor es que
desista y se pire.
El otro argumento aparece hoy en El País y es súper mega maxi híper
supra extra maquiavélico,
“lo único seguro es que si decide no presentarse, el PP se quedaría
sin su programa (Váyase, señor Zapatero) contra la crisis y el
paro.”
No me dirán que el argumento no es de peso, si El País le dice a ZP
que si se larga el PP se queda compuesto y sin plan, eso es como
decir que sin ZP el PP no tiene nada que hacer y el PSOE podrá de
nuevo con la extrema derecha y de ese modo los preocupados
compañeros de partido podrían abrigar esperanzas. Desde mi punto de
vista a ZP le quedan como mucho ocho encuestas, aunque pensándolo
bien no caerá esa breva.
España ha ido perdiendo su conciencia
colectiva
Ante una crisis que tiene aspectos intrínsecamente españoles y
transnacionales, económicos y filosóficos, las recetas van desde
medidas pragmáticas y administrativas a otras de índole moral
ALFONSO ARMADA / madrid ABC 14 Octubre 2010
Albert Boadella (cómico)
«Cambiar una ley electoral que induce al chantaje nacionalista»
1. ¿Cuáles son los principales males que aquejan hoy a España?
Esencialmente, el sistema autonómico que nos ha llevado a una
desestructuración social y política de España, la cual ha perdido
toda conciencia colectiva. Un Estado como el nuestro, prácticamente
sin competencias, no tiene ahora márgenes para establecer ninguna
dinámica de acción común ni siquiera para frenar el despilfarro de
las regiones en un momento tan delicado como el actual. La
desaparición de España como una nación cohesionada parece ya un
hecho irreversible.
2. ¿Tiene sentido retomar el discurso regeneracionista?
Es evidente que todo lo humano tiende a la putrefacción, en este
sentido, la lucha constante contra la naturaleza degenerativa de las
cosas significa también una forma elemental de mantenerse vivo. De
no ser así no existiríamos como especie.
3. ¿Qué hacer?
En el caso de España resulta algo tan sencillo como cambiar una ley
electoral que induce al chantaje nacionalista y que el Estado retome
las competencias de educación. En una sola generación, problema
resuelto.
José Jiménez Lozano (escritor)
«Occidente reniega de sí mismo y está disolviéndose, buscando un
amo»
1. ¿Cuáles son los principales males que aquejan hoy a España?
Probablemente más de uno, pero ya es suficiente comprobar que
nuestra España no parece tener ni idea de su identidad, ni que la
importe no tenerla. Vive en una especie de Noche de los Reyes Magos
modernísima que la traerán maravillas. Y, cuando se despierte,
estará en la calle. Todos estaremos en la calle.
2. ¿Tiene sentido retomar el discurso regeneracionista?
Creo que ninguno. Ahora nada es nada, ni nada significa nada o, en
cualquier caso, todo lo simétricamente contrario de lo que
significaba y era, y nadie querría pasar por esa antigualla de la
regeneración, que es palabra que puede oler hasta a reminiscencias
del odiado cristianismo. El gran valor es la anomia moral, jurídica,
e intelectual, y el de la autonomía individual sin yo, que es una
contradicción en los propios términos.
3. ¿Qué hacer?
No lo sé. Nada podemos esperar de la política que no sea más
retórica, más adoctrinamiento, más cargas tributarias y más pobreza;
y el mundo de lo religioso y de la cultura, y hasta el de las formas
corteses y civilizadas, se da por muerto. No queda más que el
espectáculo de las disoluciones en cada ámbito de la vida pública y
privada. No creo que se piense ni de lejos que hay que hacer algo.
Occidente entero reniega de sí mismo y está disolviéndose a su vez,
buscando un amo. Lo tendrá, y ya hay candidatos al puesto. Pero
España puede muy bien desaparecer del todo antes que de que nuestro
futuro dueño y señor de Europa llegue, si es que no se da mucha
prisa.
Santiago Niño Becerra (economista)
«La solución se halla en lo nuevo»
1. ¿Cuáles son los principales males que aquejan hoy a España?
Los mismos que los de todos los países aunque agravados: agotamiento
de la capacidad de endeudamiento, exceso de capacidad productiva y
desperdicio de recursos, excedente de población activa y, en el caso
de la economía española, una muy baja productividad de los «inputs».
2. ¿Tiene sentido retomar el discurso regeneracionista?
Si por «regeneracionismo» se entiende potenciar el papel de los
técnicos de cara a aplicar soluciones que regeneren una situación
agotada y superada, sí, pero si se entiende la vuelta a posturas
políticas y económicas ancladas en el pasado a modo de «cualquier
tiempo pasado fue mejor», evidentemente no.
3. ¿Qué hacer?
La solución se halla en lo nuevo, ni en lo viejo ni en lo readaptado
porque esta es una crisis sistémica. Cada país, cada economía, por
su lado no superará esta crisis, ésta ha de ser una tarea conjunta,
global, coordinada. Pienso que deben fomentarse la formación de
clusters de actividad transregional y transnacional, que Europa debe
ordenar su casa homogeneizando políticas, que la política monetaria
debe estructurarse a nivel mundial (lo que implica que absolutamente
todos los activos devaluados que acumulan las entidades financieras
deben salir a la luz), que debe coordinarse la extracción y el
consumo de «commodities» primando la eficiencia, que deben
establecerse políticas de distribución geográfica de la población,
es decir, que debe trabajarse a fin de resolver los problemas
apuntados en la primera pregunta.
******************* Sección "bilingüe"
***********************
Libertad vigilada
Maria Luisa García-Franco www.gaceta.es 14 Octubre 2010
Nada ha podido acabar con la ley del silencio que ha sido impuesta a
la sociedad vasca.
No llamar la atención es una consigna en el mundo de las personas
amenazadas por ETA. Por eso, la carta del ex secretario general de
la Asociación de Empresarios de Guipúzcoa, José María Ruiz Urchegi,
en la que renuncia públicamente a su escolta, resulta algo
extraordinario. Hubo otros empresarios que se negaron, también
públicamente, a pagar lo que durante mucho tiempo todo el mundo
llamó impuesto revolucionario, pero son casos aislados en un paisaje
donde, ni la debilidad de ETA, ni la batalla legal contra el entorno
que hace posible su supervivencia han podido acabar con la ley del
silencio que ha sido impuesta durante décadas, a base de balas,
bombas y campañas de acoso, a la sociedad vasca.
Los que decidieron irse, por no poder soportar el miedo cotidiano o
la vida en régimen de libertad vigilada, lo hicieron en silencio. La
carta pública de quien fuera secretario general de la patronal
guipuzcoana debe ser interpretada como un grito de hartazgo, más que
como una decisión racional, a la que podría haber llegado calculando
las probabilidades de sufrir un atentado en estos momentos de
decadencia de ETA. Si tras el paso de hacer pública su carta no
hubiera estado la rebeldía del que ha sufrido durante demasiado
tiempo en silencio, Ruiz Urchegi habría renunciado a la escolta sin
publicidad. Pero se ha plantado y ha dicho a ETA que, si vuelve a
atentar, ahí le tiene a él, que va a vivir en libertad, mientras no
decidan matarle.
José María Ruiz Urchegi, a quien ETA colocó una bomba lapa en los
bajos de su coche en 1996, dejando sin piernas a su primo Santiago
Lezeta, nos recuerda que las víctimas del terrorismo etarra no han
sido sólo las personas asesinadas y sus familias, sino también los
miles de ciudadanos que viven sin libertad, sin que nadie ponga sus
fotos en las plazas de los pueblos vascos, como ponen las de los
asesinos que están en las cárceles por sus crímenes. Ahora, el
Gobierno de López ha decidido retirar esas fotos, pero han estado
ahí durante años, como homenaje a quienes no podían pasear por las
calles. La falta de libertad de los amenazados, sin embargo, no
parece haberle importado demasiado a nadie, o al menos a nadie que
se atreviera a reclamarla en los pueblos del País Vasco.
Cataluña gasta un millón de euros en
"transcribir" sesiones del Parlament
www.gaceta.es 14 Octubre 2010
La Generalitat adjudica el contrato a una empresa privada
especializada en traducciones. El periodo de vigencia del servicio
se prolonga hasta el año 2013.
Nunca antes la cooficialidad de lenguas en el seno del Parlamento
catalán había salido tan cara en plena recesión económica. El
Gobierno tripartito (PSE-ERC-ICV) que preside el socialista José
Montilla ha acometido, en lo que es ya la recta final de su mandato,
la adjudicación de un contrato por valor de casi un millón de euros
para la prestación de un servicio de “transcripción” de las sesiones
y actos institucionales que se celebren en dicha cámara autonómica.
En concreto, este contrato, que se eleva a los 929.250 euros acaba
de ser concedido provisionalmente a una empresa privada, con sede
social en Barcelona, especializada en “traducciones de diferentes
idiomas y en distintos sectores técnicos”, como reza en la página
web de la entidad.
Lea la información completa en la edición impresa de LA GACETA
Cataluña
El PP recurre ante el TC la ley del cine y
el Código de Consumo
Sánchez-Camacho critica la «radicalidad» del tripartito en materia
lingüística
MARÍA JESÚS CAÑIZARES / BARCELONA ABC Cataluña 14 Octubre 2010
El Gobierno tripartito afronta, esta vez en precampaña electoral, un
nuevo conflicto constitucional, en esta ocasión en relación a la ley
del cine y el Código de Consumo. La presidenta del PP catalán,
Alicia Sánchez-Camacho, anunció ayer que su partido presentará en
los próximos días un recurso ante el Tribunal Constitucional (TC)
contra ambas normativas, que tienen en común la imposición de
sanciones lingüísticas, en un caso por incumplimiento de las cuotas
de doblaje en catalán y, en el otro, a los comerciantes que no
rotulan en catalán.
«Esta es una decisión meditada y la única posible ante la posición
radical del tripartito a la hora de redactar diversas leyes
derivadas del Estatut al margen del Estatut», dijo la candidata a la
presidencia de la Generalitat, quien recordó que los populares
catalanes han instado en repetidas ocasiones al Gobierno autonómico
a no impulsar leyes «que no respetan el marco común de convivencia
de la Constitución y no garantizan la igualdad de ambas lenguas
oficiales».
Prohibiciones
Sánchez-Camacho añadió que «Cataluña siempre ha sido tierra de
libertad y no puede convertirse en la comunidad de la prohibición,
de la sanción por cuestiones lingüísticas y de la imposición como ha
pretendido el tripartito». Asimismo, se comprometió a modificar
ambas leyes si, tras las elecciones del 28-N, el PPC se convierte en
una fuerza decisiva y garantizará que las futuras normativas que
salgan del Parlament se ajusten a la Constitución. Según la
dirigente popular, el PPC es «el único partido constitucionalista
que tiene capacidad de decidir el próximo Gobierno catalán», en
clara alusión a Ciutadans, cuyo presidente, Albert Rivera, quien
también ha anunciado que instará al Defensor del Pueblo a recurrir
la ley del cine.
La iniciativa del PPC se une al recurso que, hace unos meses,
presentó ante el TC la Defensora del Pueblo en funciones, María
Luisa Cava de Llano, contra la ley catalana de acogida de los
inmigrantes. En este caso, esta institución invocó la sentencia de
este Alto Tribunal sobre el Estatut, en la que se establece que el
catalán no puede ser considerada lengua preminente en detrimento del
castellano, para impugnar la citada normativa, en la que se exige a
los extranjeros que acrediten el conocimiento de la lengua catalana
para lograr el certificado de arraigo. El recurso de Cava de Llano
—promovido por la asociación Impulso Ciudadano, presidida por el
diputado del grupo mixto, José Domingo— fue admitido a trámite la
semana pasada.
Por estos mismos motivos, el PP cree que son impugnables las multas
lingüísticas que establecen la ley del cine —que dio lugar a una
huelga en el sector de exhibidores— y el nuevo Código de Consumo,
que entró en vigor el pasado mes de agosto y que eleva de 3.000 a
10.000 euros las multas por no rotular los comercios en catalán.
Ahora Montilla quiere usar el español para
debatir con Mas
El líder de CiU sigue reticente a hacer el cara a cara en castellano
www.lavozlibre.es 14 Octubre 2010
Madrid.- El cara a cara entre José Montilla y Artur Mas está en el
aire. Las diferencias lingüísticas son la causa de que el debate
sea, a día de hoy, una posibilidad dudosa. El PSC propuso, de
inicio, la celebración de dos debates: uno en castellano, en una
cadena de televisión nacional, y otro en catalán.
Artur Mas, inicialmente, aceptó el cara a cara y aseguró que no iba
a poner condiciones. Había un principio de acuerdo que ya no existe.
La situación se ha enquistado hasta el punto de que los equipos de
cada partido políticos que se están encargando de las negociaciones,
han estado a punto de romper relaciones.
De hecho, el líder de CiU ha asegurado que utilizar el castellano en
uno de los debates “no es consecuente, porque en el Parlament se
utiliza el catalán y éstas son unas elecciones al Parlament”. Mas
recordó que el castellano en las sesiones tan sólo es utilizado por
el PP y por Ciudadanos.
Que el acuerdo está lejos de producirse lo demuestra las acusaciones
cruzadas que ambas formaciones se han lanzado en los últimos días.
“Hacer un debate en castellano es un insulto a la inteligencia de
los electores”, afirmó Felip Puig, número 2 del partido
nacionalista, y que fue el primero en abrir las hostilidades. “CiU
no tiene ninguna voluntad de llevar a cabo el debate”, fue la
respuesta del PSC, a través de un comunicado.
Mas intentó apaciguar los ánimos reprochando públicamente las
palabras, “poco oportunas”, de Felip Puig, pero se niega a aceptar
públicamente la posibilidad de un debate en castellano.
Montilla, en cambio, pretende desligarse del problema: “No tengo
problemas en el tema de los idiomas. El segundo debate sería en
castellano y en una cadena nacional para poder llegar a más gente”.
Y ahonda en sus razones para preferir el español: “No tengo ningún
interés en negar o ignorar que una parte importantísima de la
sociedad catalana ve la televisión en castellano. De ahí a que sólo
quiera hacer el debate en castellano, va un abismo”, declaró el
Presidente de la Generalitat de Cataluña.
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