MI querida España
Vicente A. C. M. Periodista Digital 2 Diciembre 2012
El título de mi escrito solo quiere reflejar el profundo sentimiento
de orgullo que siento por ser español y haber nacido en esta bendita
tierra. Sin embargo, hoy, esta frase debería decirse en otro tono
más melancólico y triste, que refleje la dramática situación que la
está llevando hacia su desmembramiento tras más de 500 años de
existencia como Estado libre. Un desmembramiento al que los
españoles asistimos atónitos y pasivos, como si se tratase de una
mala pesadilla de la que no podemos despertar. Y debemos hacerlo,
debemos despertar y tomar conciencia de que es una cruel realidad
capitaneada por traidores y políticos corruptos, que solo buscan su
propia supervivencia.
Ayer hablaba de la necesidad de responder a la opresión de esta
partitocracia de la casta gobernante apoyada por el poder
financiero, fiel lacayo en el reparto de los beneficios. Es
necesario poner freno a esta carrera alocada de despropósitos y a
estas medidas de expolio y empobrecimiento de la sociedad, mientras
esa casta corrupta y corruptora se blinda y se garantiza su futuro,
sin importarle si en su empeño España desaparece o se parte en mil
pedazos. Ha llegado la hora de que sientan el aliento de la
contestación ciudadana, de la rebelión y oposición frontal.
El PP tras casi un año en el poder ha demostrado una nula voluntad
de cambiar el "status quo" y solo se ha preocupado de que la UE no
le deje en evidencia y le imponga un Gobierno de expertos que sí que
tomen medidas correctoras eficaces contra la crisis. Como siempre,
Rajoy solo ha intentado salvar tiempo y retrasar lo inevitable,
siendo un mal clon de la actitud irresponsable de su antecesor,
Zapatero. Ha mentido hasta en lo más fundamental, y por razones
puramente partidistas. Su estudiada ambigüedad sobre el tema de las
pensiones, previo a las elecciones autonómicas, solo es un ejemplo
de su mezquindad a la hora de justificar sus promesas electorales
incumplidas.
Su actitud sumisa y condescendiente con el separatismo catalán de
CiU, ERC y demás grupúsculos neonazis, pagando sus despilfarros y la
pésima gestión del tripartito, choca con la férrea firmeza de gravar
a las rentas más indefensas, como la de los pensionistas, y la
ilegal supresión de la paga extra de diciembre a los contratados de
la Administración, sujetos a convenio en vigor. Si a eso sumamos su
falta de reacción real a las insumisiones de otras autonomías como
la de Andalucía o la de El País Vasco, el panorama no puede ser más
desolador.
Por eso es necesario que los ciudadanos salgan de su estupor y del
ensimismamiento y engaño al que la inmensa mayoría de los medios de
comunicación, especialmente las televisiones, vienen realizando
desde sus púlpitos de desinformación. No hay periodismo crítico,
sino solo auto censurado, selectivo y sectario con la información.
Desde Internet solo podemos ser un gota en un océano de contenidos,
pero si fuéramos millones de gotas, podríamos inundar nuestra
querida España para que las ratas la abandonasen. ¿Podremos hacerlo?
Determinación en el rumbo
El Editorial La Razón 2 Diciembre 2012
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, responde a las preguntas
de LA RAZÓN en uno de los momentos más delicados desde que está al
frente del Ejecutivo: adoptadas las medidas de ajuste del gasto
público, esta nave llamada España da las primeras muestras de
recuperación del rumbo. Y la gran cuestión es si se mantendrá así, o
cualquier combinación fatal de los elementos obligará a nuevos y
problemáticos sacrificios. El presidente del Gobierno se declara
razonablemente optimista, entre otras razones porque está convencido
de que ha hecho lo único que cabía hacer. España, nos recuerda, se
está desendeudando a marchas forzadas. No sólo las administraciones
públicas, sino también las familias, las grandes empresas y la
banca. Es un proceso duro y difícil, pero imprescindible para la
recuperación económica. Desde esta perspectiva Mariano Rajoy ha
abordado su acción política. No es lo que hubiera querido hacer pero
–y no se recata a la hora de admitirlo– es lo único que podía hacer
dados los datos del problema heredado.
Cuando ocupó La Moncloa no
contaba con una desviación disparada del déficit ni con las enormes
deudas que acumulaban algunas empresas públicas. Tampoco eran
correctos los datos del sistema bancario ni podía preverse el cúmulo
de facturas sin pagar que dormían en los cajones de consejerías y
ayuntamientos. Es preciso recordarlo, aunque Mariano Rajoy no quiera
cargar las tintas contra el Gobierno anterior porque de otra forma
no se entenderán las medidas que ha tenido que adoptar. Es, por
supuesto, el «leitmotiv» que se desprende de toda la entrevista. El
presidente del Gobierno reconoce que se ha visto obligado a
incumplir el programa electoral y lamenta especialmente las subidas
del IRPF y del IVA, pero tiene la absoluta convicción de que ahora
estaríamos mucho peor de no haber abordado con frialdad el grave
desequilibrio fiscal. Y está igualmente convencido de que el año que
viene será mejor, aunque haya crecimiento negativo, y de que en el
año 2014 se cambiará felizmente la tendencia a poco que se hagan las
cosas bien. Y en su opinión, la manera de hacerlo es mantener el
control de déficit, culminar la reestructuración del sistema
bancario, intensificar la lucha contra el fraude fiscal y que se
siga avanzando en la integración europea. Y, a partir de ahí,
esperar a que comiencen a dar sus frutos en el empleo las medidas de
reforma puestas en marcha. Pero el presidente también advierte de
que hará lo que tenga que hacer para sacar a España de esta
situación. Y lo explica con claridad meridiana: «A estas alturas,
las consecuencias políticas, en términos de interés particular, son
la última de mis prioridades».
Indeterminación y sin rumbo
Nota del Editor 2 Diciembre 2012
De los profesionales de la política que andan pastando en las verdes
praderas del PP se puede decir que son unos inútiles absolutos para
las tareas de administración de España. Estos profesionales han
estado siete años en el congreso de diputados y no se han enterado
de nada. Si la oposición no se puede enterar de nada de lo que pasa
en la administración de España, hay que eliminarla.
Estos profesionales de la política que ahora detentan la jefatura de
la administración de España, no se quieren enterar de nada, al
contrario, echan encima de cualquier atisbo de levantar las alfombras
una tupida masa de despiste para que todo siga igual, pues su
interés radica en disfrutar de la profesión política que es tan
buena en un lado como en el otro, una alternancia entre pares.
Estos inútiles se creen que nos toman el pelo y no es verdad, no nos
toman el pelo, nos toman el dinero que es peor para nosotros y mejor para ellos; a
nosotros, como ya no nos queda ni un pelo, no nos lo pueden
tomar.
Si el que dicen que ejerce el gobierno de España tuviese la más
mínima idea de España, algún principio ético, algún principio moral,
algo de sentido común y solo un poquito de honor en mantener la
palabra dada, habría tomado ya alguna medida ejemplarizante e
indispensable, pero no, sigue haciendo los mismos disparates de los
miserables que carecen de lo anterior.
Que no haya tumbado la insultante estupidez de la traducción de
lenguas regionales en el Senado, inútil institución (y que viajan en
primera clase) de todos modos, indica hasta donde llega su dedicación
a hundir España mediante el hundimiento de los españoles.
Yo no creo que los profesionales que nos pastorean sean tan inútiles
com demuestran sus actos, creo que en el fondo lo que les interesa
es hundirmos mas para seguir viviendo del cuento, porque ni siquiera
es válida la suposición de que trabajen por cuenta de otro país al
que le interese nuestra destrucción, aunque quien sabe.
Mientras no deroguen todas las leyes sobre lenguas regionales, estan
demostrando que su interés no es España ni los españoles, sino todo
lo contrario, su interés es destruir España.
Y que no me vengan hablando de democracia y constitución, palabras
sin valor en esta miserable sociedad de profesionales de la política
y sus fervientes ayudantes judiciales.
Hablar de que es necesario reformar la constitución con un tribunal
anti constitucional que la reforma en sentido contrario a su letra y
espíritu en cada sentencia, es un insulto a los españoles que
sufrimos el peso de la ineficacia del estado por culpa de los
profesionales de la política y muchos de ellos tambien profesionales
del puro y directo trinque.
Rajoy, De Guindos y la ‘banda de los
cuatro’
Carlos Sánchez El Confidencial 2 Diciembre 2012
El jueves por la noche ocurrió algo significativo. El día se apagaba
y la noche fabricaba sus embelecos, como le gustaba decir a Lope de
Vega. Fue entonces cuando un grupo de altos funcionarios del
Ministerio de Economía aparcó sus berlinas ante el Ministerio de
Empleo.
Eran los ‘hombres de negro’ del ministro De Guindos, una suerte de
salvapatrias que se sienten dotados de poderes especiales. Entre
otras cosas porque representan la ortodoxia financiera. Son la voz
de esa entelequia que responde al nombre de Bruselas. Ellos son los
elegidos, y eso explica que nada más entrar en la planta noble del
ministerio de Fátima Báñez se pusieran manos a la obra para conocer
las cuentas de la Seguridad Social. Allí estuvieron hasta altas
horas de la madrugada, y cuando salieron en la fría noche madrileña
debieron sentir el placer del trabajo bien hecho. La Comisión de
Seguimiento del Fondo de Reserva había acabado la reunión. Cuando
salieron de los Nuevos Ministerios, los altos de la Castellana,
donde se ubicaba el viejo hipódromo de Madrid, parecían desolados.
Sin duda, por lo que se venía encima.
España hace lo más duro del ajuste en términos sociales gratia et
amore, sin que llegue dinero de Alemania para bajar la prima de
riesgo. Y todo por ahorrar 3.900 millones de euros, que es menos que
lo que inyectará el sector público en el Banco de Valencia para
entregárselo por un euro a la CaixaPocas horas después se reunía el
Consejo de Ministros y el Gobierno tenía que decidir sobre un asunto
transcendental que marcará un antes y un después: la revalorización
de las pensiones para adecuar su cuantía a la evolución del IPC. De
Guindos se fajó para convencer a alguno de sus colegas del consejo
de ministros de que lo mejor era no atender a razones legales. O,
incluso, humanitarias. Lo logró. Bruselas dixit.
Las pensiones vuelven a perder poder adquisitivo y De Guindos -con
el respaldo del presidente- aparece como triunfador, pero de un país
más pobre. Y no sólo por razones económicas. España es hoy una
nación más injusta que abandona a los más vulnerables. Su victoria
es sólo pírrica porque el Gobierno de Rajoy se deja un jirón más en
el empeño. Si antes su credibilidad estaba herida, el presidente se
convierte ahora en un polichinela de la política económica que le
trazan desde fuera. Pero sin que haya rescate por medio.
Dos décimas de déficit
España hace lo más duro del ajuste en términos sociales gratia et
amore, sin que llegue dinero de Alemania para bajar la prima de
riesgo. Y todo por ahorrar 3.800 millones de euros, que es menos que
lo que inyectará el sector público en el Banco de Valencia para
entregárselo por un euro a la Caixa. O lo que es lo mismo, Moncloa
da otro zarpazo a la protección social por sólo dos décimas de
déficit, que es lo que se hubiera imputado al ejercicio de 2012 en
términos de devengo.
Sin duda que el Gobierno se ha visto empujado a tomar esta decisión
por las circunstancias heredadas y porque el objetivo número uno -y
casi único- es cumplir con el objetivo de déficit. Sí o sí, como
dice Rajoy. También es más que evidente que cuenta con escaso margen
de maniobra. Pero gestionar la cosa pública es hacer política de
prioridades, y no parece razonable ahondar en la recesión con
ajustes que profundizan en el deterioro de la renta disponible de
las familias. Un disparate que pagará la economía española en
términos de crecimiento, como por cierto, ha calculado el propio FMI
a la hora de evaluar el comportamiento de los multiplicadores.
El FMI ha calculado que por cada dólar que se recorte el gasto
público, el PIB se contrae entre 0,90 dólares y 1,70 dólares. Es
decir, que los recortes son muchos más contractivos en el corto
plazo, lo que debería animar a países como España a rebelarse. El
Gobierno tiene que recortar el déficit en medio de una brutal
recesión, lo cual no tiene ningún sentido económico. Entre otras
cosas porque la subida de impuestos para lograr ese fin sólo socava
el consumo.
Zapatero, al lado de Rajoy, se ha convertido en un aprendiz. Nunca
antes se había traicionado tanto a un país secuestrado por las
fracasadas recetas de la banda de los cuatro: el FMI, la OCDE, la
Comisión Europea y el Banco Central Europeo, culpables por acción y
omisión del desastre, pero que ahora aparecen ante la opinión
pública como los salvadores del desaguisado.
Un monumento a la democracia
Horas antes de que el Consejo de Ministros hubiera decidido no
revalorizar las pensiones, se presentó en Madrid un sujeto nacido
políticamente en el seno de ese monumento a la democracia que es el
PRI mexicano, y que responde al nombre de Ángel Gurría. Lleva más de
30 años sin bajarse del coche oficial y como secretario general de
la OCDE ha avalado las políticas erróneas de todos los gobiernos
Horas antes de que el Consejo de Ministros hubiera decidido no
revalorizar las pensiones, se presentó en Madrid un fulano que nació
políticamente en el seno de ese monumento a lademocracia que es el
PRI mexicano, y que responde al nombre de Ángel Gurría. Lleva más de
30 años sin bajarse del coche oficial y como secretario general de
la OCDE ha avalado las políticas erróneas de todos los
gobiernosGurría es, como otros muchos altos funcionarios de
organismos multilaterales, un superviviente. Un corcho que flota. A
las puertas del Ministerio de Economía le esperaba un Audi del
tamaño del Santiago Bernabéu, y codo con codo junto al ministro De
Guindos dijo al país lo que tenía que hacer. Como si España fuera
una colonia. Su colonia. Sólo con releer los análisis que
periódicamente hace la OCDE sobre la economía española -siempre
zalameros con el poder- uno se da cuenta de en manos de quién está
el mundo. Nunca dijo que la política de Zapatero llevaba al país a
la ruina.
Y qué decir del FMI, cuya directora gerente reconoció en Inside Job
que se enteró de la caída de Lehman Brothers por los periódicos,
pese a ser la ministra francesa de Finanzas. Y cuya reacción al
enterarse de la quiebra fue decir: ¡Santo cielo! O de Durao Barroso,
otro profesional de la política cuyo mayor mérito es ser políglota y
pertenecer a un país pequeño. Una suerte de tonto útil que defiende
los intereses de Francia y Alemania.
La Comisión Europea -cuyos informes están pasteleados con los
gobiernos afectados- nunca vio por donde soplaban los vientos de la
crisis, pero se atreve con desfachatez a apuntar las soluciones. Lo
mismo que el BCE, incapaz desde que estalló la crisis de asegurar la
transmisión de la política monetaria. Con tipos de interés cercanos
a cero, es de aurora boreal que el crédito no fluya, lo cual no es
incompatible con avanzar en el desapalancamiento de los sectores más
endeudados.
La ‘banda de los cuatro’ es hoy la que dirige el caos, y es curioso
el papel de los gobiernos en este momento histórico. Obedecen de
forma disciplinada sin rechistar sólo para contentar a unos mercados
que se nutren intelectualmente de funcionarios y burócratas
incapaces de estar a la altura del tiempo que les ha tocado vivir.
Amparados en una aparente tecnocracia que en el caso actual sólo
tiene un objetivo: lograr que los acreedores -la banca alemana y
francesa- cobren lo que un día prestaron de forma alegre y confiada,
como decía García Márquez. Por eso baja ahora la prima de riesgo. No
porque la economía española esté mejor, sino porque los acreedores
tienen ahora más garantías de que aunque la economía se desangre,
podrán recuperar sus disparatados préstamos gracias a los
desaforados recortes. En el caso español, 30.000 millones en un año
y en medio de una recesión. Así de fácil. Aunque sea necesario que
los pensionistas pierdan poder adquisitivo y el país se hunda un
poco más en el fango.
Como ha escrito de forma brillante el profesor Alfredo Pastor, como
una reestructuración supondría pérdidas para los acreedores, estos
han impulsado la solución hoy en vigor, que consiste, sencillamente,
en ir sustituyendo el deudor privado por el Estado: así, todos los
préstamos que el FROB pueda dar a la banca, y que esta empleará en
parte en mantener a flote constructoras y promotoras, tienen al
Estado como deudor. Y todo ello auspiciado por la 'banda de los
cuatro'. Sin palabras.
La doble de Cospedal
Aleix Vidal-Quadras www.gaceta.es 2 Diciembre 2012
La 'doble' se permitió afirmar en el transcurso del debate sobre
organización territorial del Estado que “tenemos que resolver dónde
se residencia la soberanía, esto es lo primero que tenemos que
delimitar”.
Es sabido que los personajes que ejercen numerosas y exigentes
responsabilidades llegan a un punto de saturación en que no pueden
atender personalmente todos sus compromisos y recurren a un doble
para que los sustituya. A mí me parece legítimo este recurso porque
al fin y al cabo la alternativa sería que figuras de considerable
valía renunciasen a algunos de sus cometidos con el evidente
perjuicio que esta reducción de su ámbito de actuación causaría a
sus conciudadanos.
Sin embargo, un requisito indispensable para que este tipo de
maniobra tenga éxito es que el doble, aparte de ser un calco del
original, haya recibido una preparación muy cuidadosa con el fin de
que no cometa deslices delatores. Ignoro cuantas dobles tiene la
secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha, pero
la que estuvo presente el pasado 28 de noviembre en la Mesa Redonda
organizada por la Fundación Rodríguez Ibarra sobre la organización
territorial del Estado es evidente que necesita una mayor formación
para no desentonar con la auténtica. La doble se permitió afirmar en
el transcurso del debate que “tenemos que resolver dónde se
residencia la soberanía, esto es lo primero que tenemos que
delimitar”.
Profundizando en este peculiar enfoque, dijo también que “hay que
despejar si la soberanía nacional sigue residiendo en el pueblo
español o si hay que cambiar esta forma de determinar su voluntad”.
La doble parecía ignorar que este punto no sólo quedó totalmente
resuelto en la Constitución de 1978, sino que no existe Estado en el
mundo en el que el sujeto constituyente no sea el demos del mismo al
completo. La verdadera Cospedal, según es notorio, no abriga la
menor duda al respecto por lo que urge someter a la o a las dobles a
un reciclaje muy exigente en temas tan trascendentales.
Diversidades
Jon Juaristi ABC 2 Diciembre 2012
La diversificación favorece a los nacionalismos, cuyas divisiones
internas incrementan paradójicamente sus efectivos
CUANDO un nacionalismo se divide en fuerzas de distinto sesgo —de
derechas y de izquierdas—, la comunidad nacionalista aumenta en
número. En rigor, los nacionalismos se comportan en forma muy
distinta a los demás movimientos políticos. Las divisiones en el
seno del socialismo o del liberalismo los debilitan. Al
nacionalismo, la fragmentación interna le sienta muy bien. Es algo
que no conviene olvidar, el carácter paradójico de los
nacionalismos, que pierden para ganar con mayor facilidad.
La explicación de este fenómeno no es sencilla, pero puede
intentarse. Un nacionalismo ideológicamente monolítico corre un
altísimo riesgo de quedarse aislado frente a los movimientos de
signo distinto. Al dividirse en opciones aparentemente
contrapuestas, diversifica su oferta e invade el espacio de sus
adversarios no nacionalistas. En una palabra, crece. Es decir, crece
a expensas del contrario. Un nacionalismo conservador y oligárquico
no sólo provoca el rechazo de los nacionalismos antagónicos, sino el
de todas las fuerzas progresistas y, a la inversa, un nacionalismo
revolucionario se enfrentará inevitablemente con todos los sectores
contrarrevolucionarios de la sociedad. Pero desde el momento en que
se desdobla en una versión conservadora y otra revolucionaria, rompe
la dinámica de las oposiciones verticales a la par que consolida su
cohesión interna, aparentemente dañada por las discrepancias
ideológicas. Porque un nacionalista conservador será antes
nacionalista que conservador y un nacionalista revolucionario
seguirá anteponiendo siempre el nacionalismo a la revolución. La
expresión política de dicha cohesión ideológica se llama frentismo:
una solidaridad —si no natural, al menos espontánea— que no necesita
hacerse explícita para unir a los nacionalistas de todas las
tendencias ante sus enemigos comunes, los no nacionalistas.
Un nacionalismo que no rebase los límites de su nicho social
originario se condenará a la marginalidad y a la impotencia. Para
conquistar la hegemonía social (y territorial) deberá alcanzar el
grado más alto posible de diversidad política, porque sólo así
destruirá la unidad de sus adversarios conservando la suya, a veces
en un engañoso stand-by. La diversificación del nacionalismo obliga
a los no nacionalistas a un continuo sobreesfuerzo para mantener
separadas a las fracciones nacionalistas. Es decir, para evitar la
fusión de las mismas en un frente. Es un esfuerzo inútil, que
desgasta fatalmente a quienes lo intentan. El nacionalismo
diversificado es siempre un frente, aunque no se manifieste como
tal. Cualquier concesión hecha por los no nacionalistas a una sola
de las fracciones nacionalistas con el objetivo de alejarlas del
resto, fracasa siempre porque beneficia al nacionalismo en su
conjunto, minando a la vez el campo del que proceden las
concesiones, un campo también diversificado pero carente del
tegumento frentista.
La historia del período constitucional español iniciado en 1978
demuestra la eficacia de la diversificación de los nacionalismos y
la asombrosa facilidad con que los supuestos nacionalistas moderados
radicalizan sus demandas cuando la diversidad alcanza un determinado
umbral en momentos de crisis del sistema político o económico. E
ilustra asimismo la desesperante tendencia de los partidos
constitucionalistas a interpretar equivocadamente la fragmentación
política de los nacionalismos y a repetir la fórmula de las
concesiones selectivas a pesar de su más que probada inanidad ante
la cohesión tácita o manifiesta de aquéllos. Sus reacciones ante los
resultados electorales en Cataluña prueban que nada ha cambiado en
tal aspecto.
El momento Minsky
Mario Conde www.gaceta.es 2 Diciembre 2012
La clase política suele asumir que es tan potente su dominio sobre
la ciudadanía, que las protestas no afectan después al voto, que se
sigue depositando en ellos sea por convicción, mal menor o voto
útil.
Davison alude a lo que llama el axioma “ergodic”, que implica asumir
que es posible pronunciarse con fundamento sobre el futuro a partir
del patrón de comportamiento del pasado. Hace tiempo que vengo
sosteniendo que extrapolar el presente o el pasado para adivinar el
futuro, es un error capital que muchos empresarios pagan con la
quiebra. Y ponía el ejemplo de un antepasado mío que gozaba de la
concesión de transporte en diligencia, y ante el invento del
automóvil extrapoló el pasado para concluir que dicho invento no
tendría futuro. El que se quedó sin futuro fue él. Pero en política
hay que reconocer que, mas o menos, funciona eso del axioma
“ergodic” y la clase política suele asumir que es tan potente su
dominio sobre la ciudadanía, tan poderosa la red clientelar, que las
protestas, incluso las callejeras o concentraciones numerosas, no
afectan después al voto, que se sigue depositando en ellos sea por
convicción, mal menor o voto útil.
Pero en finanzas, además de ergodic, se habla del “momento Minsky”:
cuando la gente toma conciencia del nivel de las pérdidas
potenciales acumuladas y deja de conceder nuevos préstamos. Es
decir, llega un momento de ruptura clara. ¿Existirá el momento
Minsky en política? ¿Habrá un momento en el que la sociedad tome
conciencia de su realidad, de sus pérdidas reales y potenciales y
decida retirar la confianza?.
Pensemos: la desconfianza ante la clase política es total, pero de
momento no se traduce en retirada masiva de voto. Véase Cataluña.
Pero, la cuestión es si en algún momento funcionarán de conjunto los
dos efectos: el ergodic (futuro no igual a pasado) y el momento
Minsky: no concederá nuevos préstamos, esto, es nuevos votos. En
Italia sucedió y desaparecieron la Democracia Cristiana y el Partido
Comunista. Cuando la expectativa de beneficios implícitos en las
acciones desaparece, no se compran esos títulos. Un voto no es lo
mismo que una acción, pero puede acabar sujeto a la misma regla.
Sables mudos, ministros locuaces
Editorial www.gaceta.es 2 Diciembre 2012
El Gobierno Rajoy, por mano de su ministro de Defensa, Pedro
Morenés, ha destituido fulminantemente al director de la revista
Ejército, general de brigada Ángel Luis Pontijas Deus. La causa: un
editorial de esa revista, órgano oficial del Estado Mayor del
Ejército, en el que se exponía el daño causado a la credibilidad de
España por la política soberanista de Artur Mas. Acto seguido, el
Ministerio de Defensa se ha apresurado a filtrar la noticia al
diario El País. De manera que, en resumidas cuentas, el Gobierno del
PP acaba de ponerle en bandeja al nacionalismo catalán la cabeza de
un general con inmediato aviso al periódico de referencia del PSOE.
Politiquerías al margen, este episodio vuelve a poner sobre el
tapete el derecho de los militares a opinar sobre cuestiones
públicas. A primera vista, la decisión de Defensa se enmarca en la
obligada neutralidad política de las Fuerzas Armadas. Ahora bien,
hace falta un criterio extremadamente rígido para ver en el
editorial de la revista Ejército una intromisión ilegítima en el
debate público.
El texto lamenta que Artur Mas no asistiera al desfile del Día de la
Fiesta Nacional y dice que “estas singularidades provocan una
disminución de la credibilidad de nuestra nación, agravan la crisis,
perjudican la estabilidad política y se traducen en una mayor
penalización de los mercados”. Esto no es tanto una opinión como la
constatación de un hecho objetivo. Acto seguido se lamenta porque la
mala situación económica está “empeorando en gran medida la cohesión
nacional”, lo cual es igualmente un hecho objetivo. Y por último
formula su voto de que la crisis no afecte a la capacidad de España
para hacer frente a sus compromisos militares, lo cual tal vez haya
sido recibido por el ministro Morenés como una velada amenaza, pero…
¿a quién? En cualquier caso, ¿es tan grave como para justificar una
destitución inmediata?
Por otro lado, sorprende que Defensa se haya apresurado a filtrar la
noticia poniéndose en primera persona. Reglamentariamente, la
autoridad sobre la revista Ejército compete al jefe del Estado Mayor
del Ejército, no al ministro. Por tanto, ha de ser el JEME quien
aplique la sanción, y no el señor Morenés. Salvo que el ministro
quiera demostrar a alguien su ánimo expeditivo cuando de mellar
sables se trata. Ánimo, por cierto, que muchos observadores han
echado en falta a la hora de esgrimir el artículo 155 de la
Constitución frente a los gobiernos autonómicos que han incumplido
sus deberes constitucionales.
La dimisión
Alfonso Ussía La Razón 2 Diciembre 2012
Nos lo revela Toni Bolaño en LA RAZÓN. A la vista de los desastrosos
resultados electorales de CiU, Artur Mas dimitió. No le aceptaron la
dimisión y siguió en el cargo. Españolísima actitud la del dirigente
secesionista catalán. Recuerdo la dimisión de Joaquín Almunia,
cuando fue derrotado ampliamente por la candidatura de José María
Aznar. Dimitió sin consultárselo a nadie. Y se fue. Sabía el
significado de la dimisión.
El que dimite, lo hace voluntariamente, sin estar a expensas de los
demás. El que dimite de verdad, se cesa a sí mismo, y no hay vuelta
de hoja. El que dimite y espera la reacción de los suyos, no pasa
del gesto teatral. Estrategia del tramposo. Antoni Asunción dimitió
también. Y María San Gil, después de dejarse la piel por el Partido
Popular en las Vascongadas, harta de artimañas y deslealtades,
dimitió.
No esperó a que Rajoy se pusiera en contacto con ella. «María, no te
acepto la dimisión». Nadie está capacitado ni autorizado para
aceptar o no el abandono voluntario de una responsabilidad. Por otra
parte, los que no aceptaron la dimisión de Mas fueron los
subalternos de Mas, los que viven a costa de la confianza del
presumiblemente dimitido. El cargo es el cargo y el euro es el euro,
con «nació y Estat» o sin «nació ni Estat». La última, tajante e
inesperada dimisión la protagonizó Esperanza Aguirre. Decidió, por
las causas que fueran, que su dignidad le demandaba la dimisión, y
se marchó a su casa. El gran maestro de las falsas dimisiones fue
Julio Anguita. Lo hizo en una decena de ocasiones, pero nunca se las
aceptaban.
Don Pedro Sainz Rodríguez, ministro de Educación del primer Gobierno
de Franco, dimitió desde Portugal. Arrese lo hizo en España y le
mandaron una pareja de la Guardia Civil. Siguió en su puesto hasta
que el anterior Jefe del Estado consideró que había llegado el
momento del cese. «En el camino de El Pardo/ han leventado una
ermita/ con un letrero que dice:/ “Maricón el que dimita”».
Nixon no dimitió. Lo echaron. En las esquinas de la Política, los
más severos con las dimisiones son los orientales, especialmente los
japoneses. Dimiten a lo bestia. Es decir,lo anuncian, lo cumplen y
se suicidan. El parecido entre Mas y un japonés es pura
coincidencia. No reclamo su suicidio, sino el cumplimiento de su
abandono voluntario ante un resultado estremecedor para sus
intereses y sus promesas. Después del chupachús, Clinton consultó
con Hillary, su mujer, la conveniencia de su dimisión. Engañosa
maniobra. Fue ella la que le dijo que tararí que te vi, y Clinton
cumplió íntegramente su mandato. Un auténtico dimisionario no
consulta con nadie su decisión. De Gaulle no necesitó más de un
minuto para abandonar el Poder. «No se puede gobernar sosegadamente
un país que tiene más de quinientas clases de quesos».
Y los más divertidos en su ridículo respeto por el significado de la
dimisión –más ridículo aún que en los políticos españoles–, son los
italianos. Se leía en un gran titular. «Dimite el ministro Paolo
Bassi como consecuencia del escándalo del Ministerio de
Agricultura». Y dos días más tarde: «Paolo Bassi, nuevo ministro de
Industria». Una dimisión discreta y calculada.
Se presentía que Durán Lleida no iba a mostrarse excesivamente
amable y solidario con Mas después del fracaso. Se mantuvo en la
coalición con Convergencia durante su frenética campaña
independentista, y ahora dice que Unión Democrática de Cataluña no
desea la independencia. Tampoco dimitirá, porque Durán, hombre muy
inteligente, le ha tomado gusto a Madrid y al Congreso de los
Diputados, con Ipad o sin Ipad, que ya se sabe como ruedan las
cosas. En fin, que Mas dimitió y no le aceptaron la dimisión. Es
decir, que hizo un paripé para quedar bien. Más que una dimisión, la
de don Arturo fue una mentirosa chiquillada.
Europa y España: susto o muerte
Daniel
Lacalle El Confidencial 2 Diciembre 2012
The politicians’ job now is not to reduce debt, just try to find
fun and creative ways to hide it”
Llega noviembre en la City y con él los despidos, los bonus y las
estimaciones de 2013. En 2012, el “bonus pool” caerá un 33% y se
estima que se desplomará en 2013 a un nivel cuatro veces inferior al
de 2007. Se anuncian 30.000 despidos y otros tantos en el primer
trimestre. Una alegría. Para que se hagan ustedes una idea, los
trabajadores de la City de Londres pagaron 11.000 millones de libras
al gobierno británico en impuestos en 2011, el 7% del total de
ingresos del país, y más impuestos que toda Escocia, por ejemplo,
según la consultora Ambition. Sin embargo, el ambiente es
extremadamente negativo. La semana pasada se retiraron 9.000
millones de fondos de renta variable, la mayor caída del año tras
nueve semanas consecutivas de retiradas.
Sin embargo, los análisis que nos llegan, para variar -como
siempre-, son bastante positivos con el entorno económico en todo el
mundo. Ya saben, “est todo
muy descontado” es la frase de cada noviembre desde 2007.
Las previsiones, y tómenlas ustedes con la cautela del que sabe
que siempre son optimistas, no son muy halagüeñas para Europa.
Goldman espera caídas del PIB en la Eurozona del 0,4%. Unos
comentan que es la crisis de deuda, otros que es la malvada Alemania
que nos ataca -aunque se haya dejado el 23% de su PIB en ayudas a la
periferia-, pero la realidad es que vivimos la desindustrialización
más agresiva vista en ningún área de la OCDE, y esa caída no es por
casualidad. Es por el impacto de las políticas de intervencionismo,
impuestos altos y costes de energía desproporcionados. No es
casualidad que sea Alemania la única que mantiene un sector
industrial potente, porque es también la única que no se dedica a
esquilmarlo a impuestos e inseguridad jurídica.

Esa desindustrialización tiene un problema. Que no vuelve
fácilmente. Y también que los billones gastados en generar
infraestructuras y capacidad para acomodar el “crecimiento” siguen
ahí, aguardando la llegada de los unicornios, los ciudadanos,
sufriendo el coste en sus bolsillos vía impuestos, consumiendo menos
y hundiendo aún más la demanda interna. Vamos bien.

Los países de Europa 2013 tienen dos alternativas: seguir
el modelo alemán, que efectivamente supone “susto”, apretarse el
cinturón, atacar el gasto e incentivar a la industria, o seguir el
modelo “muerte” de Francia, de usar sus industrias y sus ciudadanos
como instrumentos al servicio de un estado que ni genera empleo -el
paro está en máximos de 13 años-, ni genera valor añadido -los
márgenes empresariales se encuentran en mínimos de los últimos 10
años-, para seguir gastando y aumentando deuda -una deuda que, en
términos oficiales es el 86,1% ,y en términos reales, si incluimos
garantías y prestamos, supera el 146% del PIB, según Zerohedge. Sí,
es cierto que usando el mismo principio de considerar toda la deuda,
Alemania tiene una deuda sobre PIB de 139% comparada con el 82%
“oficial”. A todos los europeos nos gusta esconder facturas bajo la
alfombra, pero la diferencia es que esa cifra aterra a las
autoridades alemanas y por ello buscan bajarla a toda costa. Los
demás parece que no tenemos suficiente y queremos más deuda.
Fíjense en el ejemplo de esta semana de Arcelor Mittal. El
gobierno francés ha amenazado con expropiarle sus activos en Francia
solo por intentar reducir su plantilla cuando en Europa su sector
-la industria del acero- sufre una sobrecapacidad del 20%. Una
empresa que emplea a 20.000 personas en Francia es amenazada con una
nacionalización por ajustar 600 puestos, menos de un 25% de lo que
debería ajustar, según los analistas del sector. ¿Qué gran industria
invertiría en un país donde se le puede amenazar con la
expropiación? Y después nos preguntamos por qué desaparece el
capital inversor industrial de Europa.
España: miedo y esperanza
“The Spanish inflation data is more cooked than a Gordon
Ramsay roast beef”
Las previsiones para España siguen siendo cautelosas. Sí, hay
que reconocer lo que va mejorando, y los datos de la balanza de
pagos de septiembre son esperanzadores. Una mejora de 3.000
millones de euros respecto a septiembre de 2011 en cuenta
corriente, casi 4.000 millones contando la cuenta de capital. El
Eurosistema ya nos financia con 34.000 millones menos que en
agosto.
España preocupa porque no es la primera vez que se habla de
brotes verdes y resulta que son plantas venenosas, pero también
interesa porque es un país con potencial. Un “recovery play”.
Estar muy endeudado y tener una economía enormemente cíclica
asusta y atrae a inversores por igual, dependiendo de su perfil
de riesgo. Tener empresas con buenos activos es otro atractivo,
porque siempre pueden ser vendidos para reducir deuda. Y sí, la
prima de riesgo baja, pero muchos ven esa bajada como temporal,
como fue la del invierno de 2011, algo así como cuando se le
baja un poco la fiebre al enfermo antes de subir de nuevo.
Lo que asusta, obviamente, es que hemos perdido tanta
credibilidad en las cifras oficiales que ya pocos se las creen,
aunque nos parezca injusto. Hasta Goldman Sachs duda de
las cifras de PIB, de manera diplomática, eso sí, en su informe
“Euro area outlook 2013-16: A Long Grind as Economies Adjust”.
Otro problema es que las comunidades autónomas ya son objeto de
conversación hasta en el pub de la esquina, y la gente sabe que
algunas han dejado de aceptar facturas desde septiembre. Es una
pena, porque se nubla el esfuerzo y éxito de otras.

Seamos claros, merece la pena ser prudentes y no vender
brotes verdes y crecimientos cuando son cuestionables o débiles.
Manejar las expectativas es mucho más importante y
beneficioso que tirarnos el rollo y luego decir que es una
desviación ”sin importancia” o explicar que los números serían
buenos si quitásemos esta u otra cantidad. Los objetivos no son
“aproximaciones”. Son objetivos. Los números son los números,
hay que batirlos, no cumplirlos.
En la City se percibe a España como un enorme examen a la
posible recuperación. Y cada dato y resultado se va a mirar con
lupa. En nuestra mano está volver a fastidiarla monumentalmente,
escondiendo y extendiendo, o atraer capital y recuperar la
confianza.
¿Atraer capital? Para qué si somos los mejores
Esta semana tuve una serie de conversaciones con fondos de
inversión que estaban mirando la posibilidad de invertir en
empresas españolas. También charlé con brókers locales que están
desesperados por cerrar alguna de esas ventas, que siguen
paralizadas.
Nuestros analistas patrios se han matado a hacer una venta
positiva de España, dando unos cuantos datos atractivos,
poniendo un poco de esperanza. Un esfuerzo encomiable. Pero los
mensajes que llegan al que quiere invertir no son una fiesta.
“Este es mi patio y aquí mando yo”, “aquí no queremos
extranjeros”, o peor “aquí encantados de colocarle nuestro
papelón, pero que no entre ni uno a opinar”, que exigen
condiciones a los compradores -se lo juro-, o vender con primas
de escándalo.
Según el presidente de un bróker nacional, muchos directivos
aún siguen pensando que volverá 2005, que regresarán los días
del crédito eterno y que entre nosotros nos bastamos y sobramos.
En Reino Unido e Irlanda aún no se ha recuperado el crédito a
empresas y familias después de cinco años. Un amigo de un
private equity me contaba que estaba francamente
decepcionado ante el inmovilismo patrioy, tras varios intentos y
viajes, simplemente tuvo que decir “no aguanto más, adiós”.
En 2008, pasaba lo mismo. Los inversores se reunían con
empresas en dificultades con intención de colaborar y algunas
sacaban el orgullo nacional, sin dinero pero obstinado. Muchas
decían que “llegaba la recuperación” y la mayoría argumentaba
que “no barajamos las ofertas” “no cedemos un ápice de control”.
No tengo que decirles el destrozo que siguió.
Atraer capital extranjero, de largo plazo, nos
ayudaría a mejorar la imagen del país, a poner en el mapa a
empresas en las que nadie se fija y a volver a modernizar el
país, con la ayuda y colaboración de inversores que apoyan,
acompañan y complementan. Sería un revulsivo espectacular. Pero
corremos el peligro de, por obstinación y un miedo infundado,
hundir la flota antes que vender un barco.
Es nuestra decisión. Si realmente nos creemos que solos
salimos adelante, pues nada, hagámoslo. Al fin y al cabo, El Cid
ganó una batalla muerto. Pero estaba cadáver
******************* Sección "bilingüe"
***********************
Defender a España en Cataluña
EDITORIAL Libertad Digital 2 Diciembre 2012
Sin el esfuerzo solidario del resto de los españoles Cataluña sería
a estas alturas una región quebrada, con una ruina financiera
superior a la que ahora mismo padece Grecia. Esta es la realidad,
por más que el ejecutivo convergente lleve años mintiendo a los
catalanes con la estupidez de que España les roba. En concreto, tal
y como hemos demostrado en nuestra sección "Libre Mercado", la
liquidez extra inyectada por el gobierno de España a la
administración que preside Artur Mas asciende a 11.687 millones de
euros solo en 2012, mientras que el apoyo del FROB a las cajas
catalanas ronda los 5.817 millones. Así pues, los españoles hemos
transferido a la Generalidad de Cataluña más de 17.500 millones tan
sólo en el presente ejercicio, o lo que es lo mismo, un 64% más de
lo presupuestado por el gobierno autónomo catalán para hacer frente
a los gastos de 2012.
Semejante esfuerzo compartido, por su carácter extraordinario, no
puede archivarse como un apunte más en la gestión cotidiana de las
finanzas del Estado. Muy al contrario, la gravedad de la situación
económica por la que atraviesa el país y la necesidad de que las
administraciones controlen su déficit en los términos acordados,
suponen una exigencia añadida a la que ningún organismo puede
sustraerse, y mucho menos el gobierno catalán, el más derrochador de
los diecisiete miniestados que padecemos todos los españoles.
Está bien que Rajoy pretenda restablecer sus relaciones
institucionales con Artur Mas, pero no a costa de relajar los
requerimientos que se han establecido con carácter general a todas
las administraciones. Si el nuevo gobierno catalán quiere seguir
manteniendo su autonomía presupuestaria deberá obedecer los mandatos
del ejecutivo, es decir, ni más ni menos que el resto de comunidades
autónomas, porque aplicando reglas iguales para todas las
administraciones territoriales, como exige la Constitución, también
se defiende a España en Cataluña.
Esa igualdad de todos los españoles y sus instituciones periféricas
es, entre otras cosas, lo que defiende el partido de Albert Rivera y
que tanto parece molestar a la secretaria general del PP en
Cataluña. Alicia Sánchez Camacho, partidaria de nuevos privilegios
financieros para la Generalidad, ha tachado a Ciutadans de ser una
franquicia del PSOE, pero en unos momentos tan graves para la unidad
de España como los que atravesamos, acudir a la precisión ideológica
para desvirtuar a un rival político carece de sentido. De hecho, a
tenor de la política económica del gobierno de la propia señora
Sánchez Camacho, pocos partidos hay más socialistas en estos
momentos que el propio PP. En todo caso, si el Partido Popular de
Cataluña no hubiera dejado a un lado sus señas clásicas de identidad
no se sentiría amenazado por un pequeño partido como C’s, que no
hace más que recuperar el mensaje nacional, solidario y vertebrador
que un día enarboló Vidal Quadras en el PPC.
Lo importante es defender a España y hacerlo por igual en todo el
territorio nacional. El PP puede y debe hacerlo, exigiendo a
Cataluña los mismos esfuerzos que al resto de regiones y, de paso,
recordando a Sánchez Camacho el discurso político que el Partido
Popular de Cataluña jamás debió abandonar.
El tío Melquíades y la Cataluña del tres
por ciento
Alejandro Vara www.vozpopuli.com 2 Diciembre 2012
"Señores, no puedo aguantar más. Tengo que serles franco. Estoy
hasta los c... de todos nosotros". Estanislau Figueres. Primer
Presidente de la Primera República española
La Cataluña del tres por ciento, seguía ahí. Cuarenta y ocho horas
después del cataclismo de Artur Mas, el ídolo caído, el Moisés
desmoronado, volvió a emerger el verdadero "hecho diferencial
catalán". Más que la lengua, que la Generalitat, que la Moreneta,
que Els Segadors, que la senyera, que el Barça, que Canaletas. El
hecho diferencial se llama corrupción y atiende por el epígrafe del
"tres por ciento". Maragall lo apuntó, en tiempos y sede
parlamentaria, y se la envainó, segundos después. "Con las cosas de
comer no se juega", vino a amenazarle Artur Mas.
Manuel Bustos, alcalde Sabadell, la quinta población catalana por
número de habitantes, presidente de la Federación Catalana de
Municipios, peso pesado del PSC, populista, caciquil y vocinglero,
era imputado este martes por presunta corrupción urbanística y otros
cargos del entorno de la "mordida". Caía en el mismo paquete Daniel
Fernández, secretario de Organización de los socialistas catalanes,
director de la campaña electoral de Pere Navarro (cincuenta mil
votos y siete escaños menos), diputado en el Congreso, salpicado por
un feo asunto de tráfico de influencias.
Una Ley no tan ciega
Sólo habían pasados dos días desde el descacharrante final de la
huída hacia adelante de Mas. ¿Demasiada coincidencia? ¿Una vendetta
de CiU por el escándalo de las cuentas corrientes en Suiza? Algo
peor. Los jueces, según trascendió, evitaron influir en la buena
marcha de la consulta electoral. La Ley en Cataluña parece que no es
ciega. Es sensible a los calendarios políticos, a los colores de los
partidos y hasta a los nombres y apellidos de los presuntos
delincuentes. Otro hecho diferencial. Pregunten al fiscal jefe de la
Comunidad, tan brioso al perseguir a quienes filtran papeles contra
Convergencia.
La consulta soberanista de Artur Mas parió un ratón. Lejos de la
"mayoría excepcional" se estrelló en "derrota excepcional". Un
colosal bochorno, un estruendoso fracaso. El voto independentista se
escapó por la tronera de ERC y el "rey Artur" se quedó con la cara
lela, compuesto y sin pareja de baile. En el balcón del Majestic,
perplejo y pasmado, tenía la misma expresión de Ibarretxe tras
contemplar el naufragio de su plan en el Congreso de los Diputados.
A uno, como dejó escrito Francesc de Carreras, le empujó Arzalluz a
su delirio. Al otro, un avieso Pujol, en avanzado estado de
ensoñación prometeica.
El abismo financiero
Ahora toca gobernar. CiU, que ha practicado durante tres décadas el
rentable papel de "llave de la gobernabilidad del Estado", o sea, de
vender sus apoyos parlamentarios a PP y PSOE a cambio de alegría en
la caja registradora, se encuentra ahora ante un panorama de
endiablada inestabilidad. Al borde del abismo financiero, pendiente
de la elaboración de unos presupuestos necesariamente impopulares y
dolorosos, con tanta credibilidad crediticia como un euro de cartón,
800.000 desempleados, una deuda de 44.000 millones y una sociedad
que ha pasado del delirio secesionista inducido por voceros,
intelectuales, cultureta, periodistas y predicadores, a la más
lacerante postración.
Artur Mas está políticamente muerto y listo para el sacrificio. CiU,
electoralmente desarbolada. El soberanismo, muy vivo aún en el
Parlament, anímicamente hibernado. Los responsables máximos de este
cataclismo, señalados por los tribunales bajo la hedionda sospecha
del cambalache del tres por ciento. Y sólo un camino para huir del
desfiladero: negociar con Madrid, entenderse con el PP, atender las
exigencias de Montoro. Casi nada. "Un político razonable", calificó
el diputado popular Rafael Hernando al farisaico Duran Lleida, que
ha pasado de su presencia cojitranca en la manifa de la Diada
independentista a convertirse en el "puente imprescindible" para
negociar las cuentas con Hacienda. Un desideratum. En suma, lo que
viene a ser la política.
La Cataluña del tres por ciento está avocada a una refundación de
raiz. A reorganizar sus estructuras políticas, a fortalecer sus
controles democráticos, a dinamitar la pestífera financiación de sus
partidos. Recordemos Banca Catalana, Filesa, Casinos, Pallerols,
Palau, Campeón... y ahora, Mercurio y el tío Melquíades del alcalde
de Sabadell, a quien su sobrino, el edil Bustos, nombró presidente
de la empresa municipal de la vivienda para llevarse por la cara
proyectos y concesiones urbanísticas. El oasis apesta. ¿Quién lo
saneará? Sólo el viento fresco de un partido, Ciutadans, aún en
enaguas pero creciente, señala el camino de la casi imposible
regeneración.
Como todos sabían, salvo Mas y sus palmeros, no es una Cataluña
independiente la solución. Todo pasa por darle una patada al tablero
y repartir de nuevo las cartas. Con otros nombres, otras reglas de
juego y otros códigos deontológicos. Inyectar ética pública, moral
democrática y responsabilidad institucional donde ahora sólo hay
trampa y mugre, corrupción y compadreo. Un empeño casi imposible en
una comunidad hipnotizada y manipulada por el nacionalismo y su
abrumadora propaganda. Son treinta años de adoctrinamiento y
manipulación. Y de tres por ciento.
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Barómetro del Gobierno: Malos tiempos para Gallardón, con todos los
frentes de la Justicia sublevados. Enrevesados para Ana Pastor, con
Iberia sublevada, fuera de control, y las Navidades que se acercan.
De Guindos y su valiente plan antidesahucios le salva esta semana la
cara al Gobierno.
Regresión
EUGENIO TRÍAS SAGNIER, FILÓSOFO ABC 2 Diciembre 2012
«De repente, un amplio sector de la población se pone en manos del
caudillo visionario, perdiendo toda perspectiva de presente y de
futuro, desoyendo las voces que aconsejan prudencia y seny. Ese tan
cacareado seny catalán deja paso al delirio»
COMO mostró Sigmund Freud en uno de sus más brillantes ensayos,
Psicologíadelasmasas, la masa es masa enamorada. Para que esa
patología alcance su máxima intensidad requiere un caudillo
carismático, un personaje visionario que hable en una intencionada
confusión de tiempos, mezclando el presente con el futuro que se
promete, oponiendo a las miserias del día a día la belleza sublime
de lo que se trae a presencia desde un futuro de incertidumbre.
El caudillo carismático carece de dudas; todo en él aparenta ser
certeza, evidencia. Hasta el rostro, la mirada, las mandíbulas
salientes, el cuerpo entero se ajusta a ese personaje que se va
construyendo. Enuncia por activa y pasiva ser testigo y guía de un
acontecimiento histórico para su país, el más grande en un milenio.
Entre figurar como el president de los recortes o su investidura
como líder visionario ha elegido, con perturbada inteligencia, la
segunda opción. Y ha comunicado su emoción, su pasión, su leyenda a
un importante sector de su pueblo que le sigue a ciegas y a otro
sector de indecisos que prefieren aparcar las dudas, secundando la
apuesta heroica y la épica sublime de su caudillo.
Nunca como ahora reza el dicho de que entre lo sublime y lo ridículo
hay sólo un paso. Introducir racionalidad en este delirio colectivo
no es posible. Se ha rebasado la delicada franja de nuestra
normalidad neurótica, de nuestras histerias y obsesiones, en
dirección extraviada hacia una regresión psicótica. La que padece
toda masa enamorada, conducida por un caudillo que sólo atiende a su
imaginario ferviente.
Max Weber distinguía tres suertes de legitimación del poder de
dominación: el tradicional, el carismático y el
racional-burocrático. Lo propio de este último, lo que le emparenta
con la modernidad, es su naturaleza des-encantada. La legitimidad la
proporciona el propio funcionamiento racional, lejos de místicas de
raza o tierra, o de comunicaciones con el más allá.
El poder racional-burocrático rompe el hechizo religioso del segundo
estadio, el que surge de la irrupción de un liberador: Moisés,
Mahoma, Zaratustra. O el de los nacionalismos emergentes
decimonónicos (surgidos tras la descomposición de imperios: el
turco, el austro-húngaro). O el que se produce, lleno de
legitimidad, en los procesos de descolonización en Asia, en el
Oriente Medio, en África.
Pero no es el caso de Cataluña, que apostó por las reglas de juego
de la Constitución en hermandad con los principales partidos de la
nación. Y que se comprometió a ser leal al Estado de las Autonomías,
o a proponer reformas de la Constitución desde dentro del sistema
vigente, salvaguarda de una democracia que ha permitido a los
españoles vivir muchos años de paz civil y de prosperidad social.
Pero el caudillo visionario prefiere encarnar este papel —histórico,
sublime— al de un modesto gestor de los desaguisados económicos del
país (sus despilfarros, sus corrupciones) y la consiguiente ola de
descontento por la situación crítica (huelgas, manifestaciones). Y
en esa regresión del desencantado régimen racional, germen de una
prometedora democracia, aparecen formas que creíamos orilladas
debido a un error de óptica. Ingenuamente pensábamos que esta
terrible crisis económica y social que padecemos tenía algo
positivo: no dejar espacio, como sucedió en los años treinta, a
totalitarismos emergentes, nacional-socialismo, comunismo
estalinista.
De repente, un amplio sector de la población se pone en manos del
caudillo visionario, perdiendo toda perspectiva de presente y de
futuro, desoyendo las voces que aconsejan prudencia y seny. Ese tan
cacareado seny catalán deja paso al delirio; la celebrada rauxa, a
la regresión psicótica.
Y los que participan de la misma fe (en el caudillo; en el
imaginario tribal que de este modo se construye) quieren formar una
unidad indisoluble. Se constituyen comunidades de creyentes que
aguardan el pentecostés de las esencias patrias, en un delirio
esquizofrénico que sabe alternar la visión profética de Utopía con
el atajo que pretende sortear una situación económica insostenible.
Aunque no se les haga demasiado caso en Moscú ni en Bruselas,
porfían en su empeño. Y en lugar de apelar al sentido racional de la
ética moderna, con su ecuación de libertad y responsabilidad, hacen
dejación de ésta, en vista a la suprema liberación, la que el
caudillo carismático propone y dispone.
Y para cerrar del mejor modo el círculo regresivo que erige ese
nuevo Santuario donde se rinde culto al nacionalismo excluyente, se
apela a la más perversa Teología Política, la de Carl Schmitt: la
dialéctica entre el amigo y el enemigo, y la distinción entre el
enemigo privado ( inimicus) y el hostes: aquél a quien es lícito
declarar la guerra (el judío para el nuevo Estado alemán, el burgués
para el totalitarismo estaliniano). El enemigo público es, para el
nacionalismo que padecemos, España (o los españoles que no son
catalanes; o el Estado español).
Sigmund Freud, si resucitase, podría elaborar el más certero ensayo
sobre esa psicosis colectiva, de naturaleza regresiva, que consigue
enajenar, de pronto, a un sector muy amplio de la población, ante el
estupor y la perplejidad de quienes son interpelados como
enemigospúblicos (el resto de los españoles y los muchos catalanes
que no son nacionalistas).
El obvio cierre de filas ante un desafío —tan delirante como
efectivo— es visto como «nacionalismo español». En la pleamar de
este delirio llegan a oírse lejanos e inquietantes tambores de
guerra, o aviones que parecen hacer siniestras maniobras.
Se fabula, se desea, se quiere que al Santuario Local se contraponga
un viejo Estado-Nación en horas bajas. Se aprovecha de manera
desleal las cuitas de ese Estado que proporcionó, ayer, pingües
beneficios. A quienes fueron socios del partido gobernante en la
Generalitat, en una primera singladura, se les esquina casi sin
previo aviso e incluso se les somete a la urgencia de un chantaje.
El único remedio a toda esta pesadilla radica en la unión, mal que
les pese, entre los partidos que establecen una tajante línea roja a
la separación de una parte del Estado-Nación. No es aceptable el
riesgo del corpsmorcellée ( Jaques Lacan), o del fantasma de la
castración. Los mecanismos de represión y sublimación deben
funcionar del mejor modo; en los pueblos lo mismo que en las
personas y, desde luego, en el ordenamiento jurídico que regula el
juego político en una democracia moderna.
Pertenezco a una generación que soñó con un estimulante y sugestivo
proyecto de vida en común: la consolidación de una democracia en un
país asolado por caciquismos, santuarios locales y atrasos
seculares. Y que cerró la más cruel de las guerras con una dictadura
de cuatro décadas.
Se orilló el analfabetismo, logró invertirse la proporción entre
campo y ciudad. En los años setenta se inició un cambio histórico
económico y social que culminó en una democracia, a través de una
Monarquía Constitucional presidiendo el Estado de las Autonomías. La
inviabilidad de los excesos de éstas no significa necesariamente su
supresión. La unión hace la fuerza. La unión nos permitirá convivir
con otros Estados-Nación en un proyecto europeo como máxima
prioridad.
¿Y por Cuenca?
J.M. Ruiz Soroa El Correo 2 Diciembre 2012
No acaban de entender la razón por la cual toda la intelectualidad
española proclama compungida que, desde hoy mismo, hay que encontrar
la forma de que los catalanes estén contentos en España
La actualidad estrepitosa pide a este opinador que diga algo sobre
el reciente viaje a ninguna parte del nacionalismo catalán. Se lo
exige, casi. Y, sin embargo, hay algo en él que le hace rebelarse
contra esta exigencia. Y es que –me digo– ¿por qué siempre tenemos
que estar en España hablando de las últimas ocurrencias de los
nacionalistas catalanes o vascos? ¿Es que en el resto del país no
sucede nada digno de atención? ¿Sólo ellos merecen interesarnos por
sus cuitas? ¿Por qué no hablar de lo que queda de España en lugar de
devanarnos los sesos con las tribulaciones metafísicas de los
periféricos?
Por eso, en lugar de con catalanes hablo con un amigo conquense.
¿Qué hay por ahí? Lo primero, me dice, estoy muy orgulloso de la
calidad de la ciudadanía de aquí, que ha asumido con toda
naturalidad (incluso con un cierto deje de indiferencia) la reciente
reclamación de independencia de Cataluña. Hace unos años, no tantos,
se hubiera montado una verbena patriótica para defender la sagrada
unidad. Estos meses, por el contrario, las gentes han mirado con un
cierto asombro el estallido catalán, pero sin acritud ninguna y,
sobre todo, sin excitarse. Han visto cómo llovían sobre sus cabezas
los más curiosos improperios del catalanismo, que les acusaba al
tiempo de robar a ese país, de despreciar su cultura y de intentar
imponerles otra identidad. ¡Vaya pataleta absurda!, han pensado,
deben referirse a otros, no a nosotros. Se han reído un poco cuando
los catalanistas han hablado de ejércitos y sables, meneando la
cabeza con sorna: ¡pues sí que están los tiempos para golpes
militares! Les ha resultado un pelín patético ese recurso de los
catalanistas a la amenaza de la fuerza para hinchar su fervor. Al
final, la mayoría ha pensado que, si de verdad nos ven así, mejor
que se vayan, que ya nos arreglaremos sin ellos. Aunque también
muchos han rumiado que no, que en el fondo no quieren irse, que sólo
quieren gritar para mamar.
Y este es el punto que tiene un tanto escamados a los conquenses. El
por qué en este país nuestro sólo maman los que gritan. No acaban de
entender la razón por la cual toda la intelectualidad española
proclama compungida que, desde hoy mismo, hay que encontrar la forma
de que los catalanes estén contentos en España, que hay que reformar
el Estado para que estén cómodos y se sientan queridos. Que hay que
federalizar el Estado, como dicen los más finos. Pero bueno, si
ellos son los que han armado el lío, que lo solucionen ellos, dicen
los de Cuenca. Si tienen un problema tan gordo para ser ciudadanos
de este Estado, ése es su problema, no el nuestro. ¿Por qué debemos
asumir como propio el problema de ellos, por qué siempre tenemos
nosotros que dar para que ellos vuelvan otra vez a quejarse? Los
conquenses son en esto muy castizos y de mente un tanto cuadrada:
cada uno debe resolver sus problemas, no endosárselos a los demás
como si fueran de todos. Porque no lo son. Y resulta un tanto pueril
pedirnos ahora que les demos besos a los catalanes para que se
sientan estimados. Que se aclaren ellos solitos sobre sus
sentimientos, que ya son mayores para hacerse un psicoanálisis.
Además, dicen en Cuenca –en voz baja– ¡vaya momento han buscado los
señoritos para montar el pollo! Seguro que hubo ocasiones mejores,
en que podían causar menos daño de imagen al resto que no éstos de
presión en los mercados. Aunque la provincia está tierra adentro,
hay quien menciona incluso eso de los barcos y las ratas.
En el fondo, a los de Cuenca esto de los nacionalismos hispanos les
recuerda el cuento famoso de la ‘apuesta de Blaise Pascal’, aquel
estricto francés que defendía el acierto lógico de apostar por la
existencia de Dios puesto que, si existía, nos premiaría, y si no
existía, nada perdíamos. Pues bueno, dicen, los nacionalistas
parecen pascalianos permanentes de la política española: no cesan de
hacer apuestas arriesgadas por uno u otro plan de más autogobierno,
más nación, más poder, más lo que sea. Si sale cara, ya lo tienen;
si sale cruz, no pierden nada porque el resto del Estado no se
atreve a cobrarles la apuesta. Ser político nacionalista es un
chollo, dicen los de Cuenca: salga lo que salga, ganan. Pero ganan
porque los demás tenemos el complejo de la deuda impagable: los
españoles tenemos con las naciones oprimidas una deuda imborrable e
infinita, una verdadera hipoteca perpetua. Nunca la pagaremos, según
parece. Hay quien dice, en este sentido, que Pascal se equivocó de
medio a medio: porque si Dios existiese no dejaría de castigar a
alguien tan hipócrita como para hacer apuestas sin creer en él. Pues
eso, dicen algunos conquenses, ¿cuál es el coste a pagar por las
apuestas catalanas fracasadas?
Mi amigo de Cuenca se vuelve un tanto pesado en este punto. No
parece, me dice, sino que España es como un equipo de fútbol en el
que juegan unos Messi o Ronaldo, a los cuales hay que pagar sueldos
muy por encima de los demás y que, además, pueden jugar con poco
esfuerzo y reclamar la pelota. No parece sino que para España es un
lujo tener en el equipo a Cataluña y Euskadi, y que ese lujo hay que
pagarlo en privilegios y tratos de favor. Y, dice el hombre, los de
Cuenca preferimos, si se nos aprieta, jugar solos, sin estrellas que
salen tan caras y que, encima, nos recuerdan todos los días que no
estamos a su altura. Que se vayan a jugar a otra liga, y nos dejen
la nuestra humilde. Los de Cuenca, en pocas palabras, no entienden
muy bien por qué en España damos a unos pocos tanta capacidad para
hacerse las víctimas y llorar, mientras a los muchos que tiran del
carro les recriminamos por su insensibilidad y les pedimos más
comprensión para las pobrecitas víctimas del centralismo. Pero
tampoco les interesa mucho el asunto, no crean.
Aznar presenta el primer volumen de sus memorias
Cree que Cataluña ha iniciado un "camino suicida"
Aznar: "Los políticos se han convertido en
un problema grave para España"
Europa Press, Periodista Digital 2 Diciembre 2012
El expresidente del Gobierno José María Aznar considera que "los
políticos se han convertido en un problema grave para el país" y ha
definido el momento actual como "uno de los más desalentadores de
toda la historia de la Transición".
En una entrevista que publica el diario 'El Mundo', Aznar afirma que
no le gusta la situación política en este momento y sufre observando
a España. "Hoy la política no es atractiva para la gente capaz (...)
No existen interlocutores para recuperar el consenso", resalta.
Para el expresidente, el consenso lo rompe su sucesor, José Luis
Rodríguez Zapatero "cuando intenta eliminar a media España para
pactar con quienes quieren cargarse el país". "Cuando crees, como
Zapatero, que hacer política es simpatía y relaciones públicas, se
paga un precio altísimo", ha indicado.
En cuanto al Estado autonómico, ha indicado que lo defiende y que su
Gobierno logró "culminarlo" pero el PSOE y los nacionalistas "lo
desbordan y llevan al país a la centrifugación de Estado". Al
respecto, Aznar ha acusado a los nacionalistas de "deslealtad" con
España y con Cataluña.
En este sentido, desvela lo que le dijo al expresidente catalán
Jordi Pujol: "Te ofrezco respetar estos pactos, que juguéis un papel
relevante y entréis en el Gobierno", pero "no quiso".
Sobre Bildu, Aznar asegura que su legalización "ha infringido un
grave daño a la democracia española" y ha señalado al Tribunal
Constitucional de este hecho porque cree que su responsabilidad al
respecto es "enorme". Del mismo modo, se ha referido al caso del
etarra excarcelado Bolinaga, un hecho que, según ha apuntado, le
parece "lo suficientemente rechazable como para esperar que no se
vuelva a repetir".
Finalmente, el expresidente ha señalado que España "va a salir de
esta" porque "es la obligación de los líderes políticos". Tras
señalar que él dejó a "17 millones de personas trabajando sin prima
de riesgo, con triple A y superávit", ha indicado que ahora "hay
bastante gente agitando lo que no debe" pero que está "muy decidido
a promover lo que cree que se debe hacer".
¡ J... con centroman !
Nota del Editor 2 Diciembre 2012
¡ Toma ya ! ¡ J... con centroman!, el tipo que vendió España a los
nazionalistas por un puñado de lentejas y que descabezó el PP en
Cataluña sin que haya
levantado el vuelo desde entonces.
¿ Manda h...! que diga que los políticos se han convertido, cuando
está en su ser, porque no son políticos, son profesionales de la
política.
Todos somos políticos, pero los que tenemos principio éticos y
tratamos de hacer lo mejor posible para todos, no somos
profesionales de la política, nuestro interés es España y por tanto
el mundo, y
no nos dedicamos a hacer todo lo peor posible para mantenernos
viviendo ahora y luego a costa de los demás mortales que no son
profesionales de la política..
A este tipo le tuve que escribir una carta para que no me insultara,
y no por hablar catalán en la intimidad sino por afirmar que en las
regiones donde hay lenguas regionales apoyadas por las
anticonstituionales leyes de imposición lingüística (la de Galicia
obra del PP), podía hablar cualquier lengua y nada sobre mis
derechos como español hablante ni sobre la letra y el espíritu de la
constitución española, destrozada en sucesivas sentencias por el
desprestigiado tribunal anti constitucional.
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