Debate en el Congreso: decepcionante pelea
de dos bravucones de barriada
Francisco Rubiales Periodista Digital 21 Febrero 2013
Rajoy ganó por goleada, pero decepcionó porque, por vez primera en
décadas, los españoles contemplaban el Debate sobre el Estado de la
Nación no para ver quien ganaba o perdía, sino para asistir
esperanzados a la unión de los grandes partidos para salvar a España
del foso en el que se encuentra hundida. Pero en lugar de
colaboración, vieron la pelea hortera de dos matones de barriada.
Todavía es demasiado pronto para analizar el contenido del debate
sobre el Estado de la Nación 2013, pero no para emitir una condena
rotunda sobre las formas empleados por el presidente del gobierno y
el líder de la oposición, que se exhibieron sin pudor, ante todos
los españoles, como dos bravucones de barriada peleando en la plaza
pública. Lamentable espectáculo cuando el país está en crisis
profunda y sus ciudadanos demandan un esfuerzo de unidad y
cooperación para solucionar los graves problemas que nos empujan
hacia el precipicio.
Rajoy y Rubalcaba se exhibieron como dos chulos peleando con navaja,
como dos matones sin educación ni tacto, mas interesados en humillar
al contrario que en resolver los problemas de España. Rajoy hablaba
con seguridad, sin admitir errores y sin autocrítica, pero marcado
por el fracaso y la pérdida de confianza de los ciudadanos, tras
haber afirmado recientemente algo inconcebible en democracia: que él
había incumplido sus promesas electorales, pero había cumplido con
su deber, lo que equivale a consagrar la mentira como estilo de
gobierno y defender el nefasto principio de que "el fin justifica
los medios". A Rubalcaba se le notaba que subía a la tribuna
necesitado de éxito, pues está cuestionado dentro de su propio
partido no sólo porque es un mediocre marcado por el pecado de haber
sido el subalterno destacado de Zapatero, verdugo y castigo de
España, sino porque el PSOE se desmorona, víctima de su perversión
interna y de una deriva clientelista que sólo hace viable al partido
mientras controle el poder y reparta dinero y favores entre sus
fieles.
Con esas premisas, el debate ofreció a los españoles un espectáculo
ajustado a lo que es la España del presente, siendo fiel al "Estado
de la Nación", marcado por la baja calidad de su sistema político,
una vulgar dictadura de partidos disfrazada de democracia, habituada
a delinquir, a moverse con impunidad y a despreciar a los
ciudadanos. La España política real es la que ayer contemplaron
estupefactos los españoles: un país dominado por bandas-partidos,
cada una de ellas gobernada por un mequetrefe pendenciero, sin
grandeza, educación o inteligencia.
El debate fue un derroche de vulgaridad y bajeza, justo cuando el
país necesita eficacia, solvencia y grandeza.
Contemplar a Rajoy hablando de éxitos cuando su gobierno ha arrasado
lo poco que quedaba del país, después del paso por el gobierno de
Zapatero y sus socialistas, o ver a Rubalcaba acusando a sus
enemigos de corrupción, cuando nadie puede batir los records que en
ese campo ha acumulado el socialismo, es penoso, como no lo es menos
asistir impotentes, como ciudadanos, a la exhibición de esos dos
matones a los que los sufridos y aplastados españoles pagan sueldos
de lujo por pelearse en público y exhibir sin pudor su insolente
mediocridad y falta de valores.
Es pronto para hablar de los contenidos del debate porque no ha
concluido todavía, pero si puedo afirmar lo siguiente:
No me gusta Rajoy porque es un tipo rancio, un elitista enemigo del
ciudadano e ignorante en democracia, pero todo cambia y Rajoy
empieza a resultar soportable cuando escucho a Rubalcaba pidiendo
mas impuestos y comportándose como un hipócrita redomado que
defiende todo lo que no quiso o no supo hacer cuando gobernaba y que
condena una mentira, un fracaso económico y una corrupción que él y
su jefe Zapatero convirtieron en despreciables políticas del Estado
que ellos pilotaban. No me cabe duda en estos momentos de que
Rubalcaba es el mejor valedor de Rajoy y que a Rajoy, como ha
reconocido hoy en la Tribuna, no le conviene que el lider de la
oposición cambie y sea sustituido por un verdadero demócrata,
decente y listo.
Ambos deberían dimitir, tras disolver sus respectivos partidos para
dar a España la oportunidad que merece, tras soportarlos demasiado
tiempo en el poder, de regenerarse empezando de nuevo, con una
Constitución democrática, con un régimen al servicio del ciudadano y
con una ética solvente y sólida presidiendo la vida política y la
convivencia, algo que hasta ahora nadie ha visto en esta España
secuestrada por sus partidos políticos, corrupta, sin democracia y
llena de ciudadanos que sufren sin confianza ni ilusión, mal
gobernada y camino de la pobreza y del fracaso.
Voto en Blanco
Gobierno: más de lo mismo
Editorial www.gaceta.es 21 Febrero 2013
Ninguna de las dos ofertas merece ser creída.
Entre los datos que el Gobierno reconoce y los que la oposición le
reprocha, el ciudadano tiene información bastante para hacerse una
idea de cuál es el estado de la nación: por decirlo en una sola
palabra, un estado lamentable. A partir de este acuerdo básico
común, empiezan las diferencias, que para el contribuyente asfixiado
se resumen así: el Gobierno dice que lo va a arreglar, y la
oposición dice que lo haría mejor que el Gobierno.
Ninguna de las dos ofertas merece ser creída. El país saldrá
adelante porque, entre otras cosas, ni a los socios de la zona Euro
ni a Estados Unidos les conviene que España llegue a los niveles de
Estado fallido de Somalia, así que saldremos de la crisis. Muy
tarde, muy pobres y muy enfurecidos por lo mal que lo han hecho los
sucesivos Gobiernos que nosotros mismos hemos querido, con nuestro
voto, que dirijan a la nación; pero acabaremos saliendo.
Naturalmente, eso no quiere decir que volvamos a los días de vino y
rosas, sino que ya seremos conscientes de nuestra verdadera
dimensión, y nos comportaremos como lo que seremos, ni más ni menos:
los amables camareros de los que vengan aquí de vacaciones. Ni el
Gobierno puede comprometerse a más, ni es sensato creer en sus
promesas cuando ya ha demostrado que ni siquiera ha podido liberar a
los autónomos de pagar el IVA de las facturas que no cobraron, y ha
tenido que repetir la promesa para el año que viene.
En el fondo, las propuestas de Mariano Rajoy no entrañan novedades
dignas de mención: dejan el sistema partitocrático intacto; no
acometen ninguna restauración de los mecanismos constitucionales de
control del poder que desde Felipe González han sido desactivados o
falsificados metódica y minuciosamente; no plantean reducir con algo
más que cosmética el tamaño del Estado en sus distintos escalones
administrativos; el presidente no ha dicho una palabra sobre
restaurar el derecho de familia del Código Civil pisoteado por su
antecesor ni sobre defender la vida inocente de los no nacidos ni
sobre una acción decidida frente a las provocaciones separatistas
¡ni sobre la banda terrorista ETA, su penetración en las
instituciones y la ignominia del desistimiento en su represión y la
investigación de los más de 300 asesinatos sin esclarecer!
El Gobierno, por boca de su presidente, nos ha ofrecido más de lo
mismo. A eso lo llama firmeza. Pero, eso sí, está preocupado por el
paro colosal que nos aflige. Compadezcámoslo.
El estado de la nación / Propuestas
fallidas
Pío Moa www.gaceta.es 21 Febrero 2013
El estado de la nación es la crisis múltiple a que la han llevado
unos políticos infames, que se presentan sin embargo como los
salvadores de ella.
Blog II: La racionalidad del comunismo / Justicia de ultratumba
www.piomoa.es
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Un político de bajo perfil ante una crisis de alto perfil. Y un jefe
de la oposición con una concepción demagógica y gangsteril de la
política. Las fechorías delictivas de Zapatero-Rubalcaba
(colaboración con la ETA, promoción del separatismo, corrupción de
la justicia --Garzón, por ejemplo--, acoso al Valle de los Caídos,
espionaje, Sitel, Faisán, ley de memoria histórica, etc.) fueron
posibles en gran medida por la seudooposición de Rajoy. Para este
solo importa “la economía”. En su discurso ha asegurado que sus
medidas económicas son las únicas posibles ante la situación y que
en un plazo medio invertirán la desastosa tendencia económica
heredada. Es una apuesta, claro, que puede resultar o no, el tiempo
lo dirá, y es muy difícil asegurar por dónde saldrán las cosas, dado
que los economistas hacen diagnósticos y proponen salidas muy
diversas.
Asombrosas las palabras de uno y otro sobre la corrupción. Al
parecer, después de tantos años, se han dado cuenta de que la
corrupción es mala y daña la democracia, la imagen de España, etc.
El hecho es que los escándalos que salen a la luz no exponen solo la
corrupción de tales o cuales políticos, sino la connivencia –por lo
menos-- de muchos otros que sabiéndolo callaban. Contra lo que
indican los recientes descubridores de la corrupción, esta se halla
muy extendida, por activa y por pasiva. Y los asuntos de espionaje
entre unos partidos y otros sugieren un enmafiamiento de los
partidos, que acumulan informes sobre sus contrarios para protegerse
del ataque de estos. Nada preocupa tampoco a Rajoy la corrupción y
servidumbres de una justicia atacada y torcida desde los tiempos de
Alfonso Guerra. Para él hay dos prioridades absolutas: la economía,
que "lo es todo" y el afianzamiento de la partidocracia, hoy también
en crisis por una indignación ciudadana que sin embargo no encuentra
alternativa clara y potente.
Las palabras de Rajoy sobre el separatismo –que ha limitado al de
CiU y Esquerra, sin citarlos—son tan falsarias como las dedicadas a
la corrupción, pero mucho más peligrosas, porque se trata el mayor
peligro para la democracia y la integridad nacional. Pero Rajoy, con
mentalidad de leguleyo de tres al cuarto, lo reduce a un problemilla
legalista relacionado con la Constitución. Una Constitución que los
partidos vienen vulnerando casi sistemáticamente, incluyendo el PP y
empezando porque ninguno tiene el funcionamiento democrático que
exige la Constitución. Frente a quienes se han situado abiert y
desafiantemente fuera de la ley, Rajoy solo tiene palabras de
"diálogo", es decir, de mayores concesiones todavía en el camino a
la secesión y la desespañolización de España. Como los "diálogos" de
Zapatero con la ETA. Y aunque invoque la ley, está clara su decisión
de no aplicarla, al no haberlo hecho a quienes se han situado al
margen de ella.
Por otra parte, las incesantes concesiones a los separatistas son
parte de una política cuya otra cara es “más Europa”, lo que quiere
decir “menos España”.
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A Rajoy se le ha acusado a menudo de “blando”, “maricomplejines” y
cosas por el estilo, y yo creo que no es así. Es un tipo bastante
duro y resuelto, coherente con sus ideas. Las ideas de un señorito
progre, a quien importa el poder y su reparto, y no España. Lo
descubrí en 2005, cuando publiqué el folleto Contra la balcanización
de España, sin el menor efecto. He aquí otro artículo, este de enero
de 2006, reconozco que algo ingenuo por mi parte, pues creía aún que
mis preocupaciones eran compartidas por el PP rajoyano:
Ganar la iniciativa
Dada la emocionalidad que inevitablemente provoca la serie
interminable de insolencias y provocaciones del Iluminado de la
Moncloa y sus aliados separatistas y terroristas, es fácil perder la
perspectiva general de la situación y caer en disputas parciales que
enturbian la visión de conjunto. De hecho viene ocurriendo con el
PP. Este partido ya mostró en la última campaña electoral su
capacidad para ponerse a la defensiva cuando tenía todo a su favor,
arriesgando, aun antes del 11-M, perder la mayoría absoluta e
incluso la mayoría. Y ahora ofrece un espectáculo parecido al que
Demóstenes achacaba a los atenienses: “peleáis como los bárbaros,
que cuando les golpean llevan las manos a proteger la parte
golpeada, y cuando reciben un nuevo golpe en otro lugar allí acuden
sus manos, porque no saben pararlos ni vigilar la táctica
contraria”. Difícilmente cabe imaginar un partido con más razón y
más razones de su lado, y tan poco hábil para defenderlas.
La mayor tara de la democracia en estos treinta años ha sido la
inaplicación de la Constitución y sus libertades en las Vascongadas
y, en menor pero creciente medida, en Cataluña. La asignatura
pendiente del régimen consistía en extender a esas regiones la
democracia. En 2003 Jaime Mayor Oreja mostró en una clarividente
conferencia que sólo una estrategia de fortalecimiento democrático,
con aplicación de la ley y las libertades a las Vascongadas y
Cataluña, y garantía de sus usos en todo el país, podía consolidar
los logros de la Transición. Por desgracia su partido fue incapaz de
tomar la iniciativa en esa dirección, y el mismo Mayor Oreja se vio
marginado.
La indecisión o el oportunismo del PP han terminado propiciando el
actual proceso involutivo: son las formas liberticidas de hacer
política impuestas en Cataluña y Vascongadas las que se están
imponiendo en todo el país. Ello significa la sustitución del vasto
consenso político y popular en torno a la Constitución, por acuerdos
intrigantes entre grupos de políticos irresponsables, torpedeando la
Constitución mediante hechos consumados. Ninguno de los chanchullos
resultantes podrá obtener la lealtad y respeto ganados por la
Constitución más consensuada de la historia de España. De hecho
estamos cayendo en una política a la latinoamericana, donde los
votos se utilizan corruptamente contra la ley y la libertad.
Entramos en un nuevo período de inestabilidad, si no paramos a
tiempo el proceso.
¿Podemos pararlo? Las fuerzas para ello están ahí, en la sociedad,
abrumadoramente superiores a las contrarias. Pues la inmensa mayoría
desea, sin lugar a dudas, vivir en una nación unida, democrática y
estable, condiciones para asegurar la prosperidad, una influencia
adecuada que proteja nuestros intereses en el mundo de hoy, y el
desarrollo de nuestra cultura, que ha conocido épocas gloriosas.
Pocos españoles, en cambio, apoyarán el plan diseñado por la funesta
alianza de demagogos, separatistas y terroristas, que consiste y
sólo puede consistir en un “Estado español” impotente, convertido en
un amasijo de seudo naciones fundadas en el odio a España, con
ciudadanos de primera y de segunda, y la mancha de un terrorismo
legalizado en su origen, resentidas entre sí, internacionalmente
irrelevantes, peones de las intrigas e intereses de potencias más
fuertes, e incapacitadas para afrontar nuevos peligros como los del
islamismo radical.
Tal es la elección de nuestros días, después de treinta años de
democracia. ¿Será posible desmantelar el artificio de falacias con
que la siniestra alianza intenta cegar a la población sobre sus
intereses y las consecuencias de tales planes? ¿Será posible superar
las respuestas “bárbaras”, como decía Demóstenes, y encauzar la
formidable fuerza partidaria de la unidad y la libertad para
frustrar los planes contrarios? Es indispensable que así ocurra.
Pero ello no depende del PP, o sólo de él, sino de toda la sociedad.
Un debate aburrido y una nación en crisis
EDITORIAL Libertad Digital 21 Febrero 2013
Se supone que los ciudadanos de un país sumido en una crisis
institucional, política y económica tan grave como la que padecemos
tienen derecho a exigir a sus representantes algo más que
entretenimiento cuando discuten sobre el estado de la nación. Lo
cierto, sin embargo, es que la primera jornada del debate no ha
conseguido ni siquiera eso, pues ha sido aburrida y previsible en
extremo.
Tal y como era de esperar, Rajoy ha dedicado buena parte de su
intervención a recordar la, ciertamente, desastrosa herencia
recibida, para justificar con ella algunos de sus incumplimientos
electorales, como la brutal y contraproducente subida de impuestos o
la relacionada con la reducción del déficit . Teniendo presente que
se comprometió ante Bruselas y ante los electores a situar el
déficit en 2012 por debajo del 4,4%, y a hacerlo exclusivamente
mediante la reducción del gasto público, Rajoy ni siquiera ha podido
o querido confirmar que el empobrecedor aumento de la presión fiscal
ha servido para que el desfase entre gastos e ingresos se sitúe por
debajo del 6,3%, último tope de los muchos que ha ido renegociando
con nuestros socios comunitarios. Lo más que el presidente ha dicho
es que se situará "por debajo del 7%". Tampoco ha dedicado ni una
palabra al histórico incremento de la deuda pública, el mayor que
hay registrado España en un solo año. Rajoy puso el grito en el
cielo en tiempos de Zapatero cuando la prima de riesgo de nuestra
deuda soberana alcanzó los 200 puntos, pero ahora ve positivo que
sólo esté en los 350.
No menos previsible ha sido al utilizar los buenos datos que ofrece
la balanza comercial, únicos realmente positivos y que lo serían
mucho más si Rajoy practicara las reformas y la austeridad que
predica.
Junto a esta pretensión de ver brotes verdes en la economía, Rajoy
ha querido adornar su discurso con anuncios estrella tan escasamente
ambiciosos como el que permitirá, a partir de 2014, no tener que
pagar el IVA hasta que no se haya cobrado la factura
correspondiente, la línea de crédito de hasta 45.000 millones de
euros para las pequeñas empresas y el endurecimiento de las penas
que castigan la corrupción.
Habida cuenta de que lo anunciado respecto del IVA ya fue un
compromiso que Rajoy hizo en su discurso de investidura, en
diciembre del 2011, remitir su cumplimiento a 2014 resulta
decepcionante. En cuanto a la línea de crédito para pymes, más
valdría que, en su lugar, el Gobierno les aliviara la enorme presión
fiscal que soportan y que no succionara el poco ahorro disponible en
beneficio de un Estado absolutamente sobredimensionado. Finalmente,
aunque el problema de la corrupción no sea, como dice Rajoy, el más
grave que padece España, la raíz no está en la supuesta lenidad de
nuestras leyes, sino en la falta de transparencia y en el exceso de
intervencionismo, que multiplican las tentaciones de los políticos,
así como en una justicia sumamente manipulada que con escandalosa
frecuencia acude en auxilio de los políticos corruptos.
No sabemos si los nacionalistas consumarán su proyecto rupturista,
pero parece seguro que sacarán tajada por haberlo intentado, a la
vista de cómo Rajoy ha ofrecido diálogo a un Duran i Lleida
disfrazado de cordero. El presidente del Gobierno ni ha advertido a
los nacionalistas de las consecuencias de su proyecto rupturista ni
ha denunciado su indignante manejo del dinero público. Tampoco ha
hecho mención del clamoroso incumplimiento de las sentencias del
Tribunal Supremo por parte de la Generalidad en materia lingüística.
A pesar de su mediocre intervención, Rajoy lo ha tenido fácil para
vapulear dialécticamente a un Rubalcaba instalado en la más
previsible de las demagogias. Y es que basta recordar las altísimas
cotas de deterioro económico y corrupción alcanzadas con el PSOE
para desacreditar al líder socialista como alternativa creíble. Para
colmo, éste no hace más que llamamientos al Gobierno para que se
comporte de forma aun más irresponsable de lo que lo está haciendo.
Sólo Rosa Díez ha puesto el dedo en la llaga al reclamar la
imperiosa necesidad de "refundar el Estado", reforma ciertamente
clave para atajar la crisis tanto económica como nacional que
padecemos. Así Díez ha criticado a Rajoy "por mantener el actual
estado de las autonomías en vez de proteger y garantizar el estado
del bienestar". Aunque nosotros consideremos al mal llamado Estado
del Bienestar una máquina de despilfarrar recursos escasos, aun es
peor, ciertamente la actual configuración del modelo autonómico. Sus
duplicidades y redes clientelares socavan las posibilidades de
recuperación económica, y sus fuerzas centrífugas someten a la
Nación a tensiones insoportables, con la igualdad y la libertad como
grandes perjudicadas.
También ha estado acertada la representante de UPyD al reclamar una
ley de transparencia contra la corrupción y al criticar a Rajoy por
considerar éste que hubiese sido nocivo aplicar el programa del PP
en materia fiscal; pero sobre todo ya era hora de que alguien
hablara de reformar la Constitución "no para dar encaje a las
reivindicaciones de los nacionalistas, sino para resolver de forma
satisfactoria los retos que nos plantea la sociedad española del
siglo XXI". Lamentablemente, Díez ha clamado en el desierto.
El tahúr Rajoy vuelve a jugar con las
cartas marcadas
S. McCoy El Confidencial 21 Febrero 2013
He leído con cierto detenimiento el discurso de Mariano Rajoy en el
debate sobre el estado de la Nación. Básicamente, ha cumplido el
guión: larga enumeración de certezas y promesas a partes iguales,
con tendencia, como no podía ser de otra manera y pese a su dura
introducción inicial, a ver el vaso medio lleno. Otros vendrán que
malo te harán. O no, pobre Rubalcaba.
Dentro de las medidas de corte fiscal, el presidente ha anunciado un
plan de pago a proveedores que les ha tenido que sonar a muchos de
ellos como el clásico comienzo del chiste: "Tengo una noticia buena
y una mala". Y es que a la bondad natural de la medida se contrapone
el hecho de que sólo va a afectar a las facturas emitidas con
anterioridad al uno de enero de 2012 que no hubieran entrado en los
27.000 millones ya abonados el año pasado.
Vaya, su gozo en un pozo.
Y es que, al hecho no suficientemente comentado de que aún puedan
quedar sin pagar por parte de las Administraciones Públicas 2.700
millones (un 10%) cuyo derecho de cobro e habría devengado, tomando
como referencia la fecha de ayer, hace al menos 416 días, que manda
narices, se añade una realidad que es aún más escalofriante:
demasiados ayuntamientos y comunidades autónomas siguen sin cumplir
en tiempo y forma con concesionarias o suministradores de servicios
básicos y de material.
Que se lo pregunten, si no, a los laboratorios o profesionales
farmacéuticos, bienes y servicios de primera necesidad que, incluido
el material auxiliar, acumulaban impagos cercanos a los 7.000
millones de euros a cierre de este diciembre. O a las compañías de
telecomunicaciones o electricidad, pillados por la falta de
diligencia de la Junta de Andalucía o de algunos pueblos señeros del
sur de Madrid.
Como no podía ser de otra manera, los dispendios del Fondo de
Liquidez Autonómica han ido encaminados, primero, a cumplir con las
obligaciones financieras regionales y, después, a mantener viva la
estructura local de funcionamiento a través del abono de salarios
tanto de funcionarios como de ese coladero de amiguetes que es, en
numerosos casos, el personal laboral. ¿El resto? Año nuevo, vida
antigua.
Eso por no hablar de todos los municipios que siguen en quiebra, con
desequilibrios insalvables entre sus compromisos corrientes y su
recaudación. Basta con hablar con las compañías afectadas para saber
que es así: "El que no cumplía antes del primer programa, ha vuelto
a impagar", afirman desolados algunos de sus responsables.
Una conducta que genera una severa sospecha sobre la veracidad de
las cuentas que algunas comunidades han presentado y que cumplen
milagrosamente con los objetivos fijados por el Gobierno (1'5% sobre
P.I.B.). Niveles cuyo incumplimiento, no lo olvidemos, llevan
aparejados para sus responsables mayor fiscalización y sanciones
administrativas. Da la sensación de que, antes de caer en las garras
de quien puede desvelar los más íntimos secretos de la contabilidad
creativa y condenar al ostracismo a sus autores, sus dirigentes han
vuelto a la política de facturas al cajón. Y ya las iremos sacando
cuando se pueda. Verán como nos equivocamos poco.
Por si acaso, recomiendo a aquellos que no han tenido noticias de
los pagos que les adeudan desde el sector público que llamen para
informarse a los organismos correspondientes, no vaya a ser que se
encuentren con la sorpresa de que aún no han sido registrados. Dos
casos concretos de este proceder le han hecho saber a un servidor
desde que nuestro nunca suficientemente bien ponderado líder
nacional anunció ayer esta segunda fase para deudas acumuladas hasta
final de 2011. Ale, todo suyos. Y cuando obtengan la respuesta, les
invito a que la compartan en el foro. Ya verán qué gracia.
Total, que Rajoy ha vuelto a jugar con las cartas marcadas en lo que
supone una muesca más en el revolver de las verdades a medias que
vende como buenos disparates y permite salvar a sus correligionarios
mientras se siguen hundiendo en el fango ciudadanos y empresas.
Algunos dirán que el periodo medio de pago ha caído sustancialmente
al pasar de 162 a 141 días en 2012. Pero eso es una media geográfica
y sectorial. La realidad, desgraciadamente, es mucho más dramática.
Como bien siendo habitual, hemos preferido dar peces a nuestros
políticos para que alimenten a los que de ellos dependen, antes que
exigirles que sepan pescar, esto es: gobernar en tiempos de escasez.
Y encima, lo vendemos como logro. No aprenderemos.
Estado de la Nación
Lo que Rajoy no dijo
Manuel Llamas Libertad Digital 21 Febrero 2013
Como ya es tradición en España, Rajoy aprovechó el debate sobre el
estado de la nación para anunciar una nueva batería de medidas
económicas para estimular el crecimiento que, según el presidente,
constituye una "segunda generación" de reformas. Entre ellas
destacan la promesa incumplida de abonar el IVA en el momento de
cobrar la factura a partir de enero de 2014, destinada a autónomos y
pymes, ciertos incentivos fiscales para potenciar la creación de
nuevas empresas y la movilización de 45.000 millones de euros, con
respaldo directo o indirecto del Estado, para incrementar la
financiación empresarial.
Sin embargo, más allá de estas recetas adicionales, algunas
positivas y otras contraproducentes, lo más relevante del discurso
de Rajoy fue, precisamente, lo que no dijo. En la primera parte de
su intervención, dedicada a cantar las bondades de los ajustes y
reformas llevadas a cabo durante su primer año de Gobierno para
evitar la quiebra, eludió citar el mayor error de su gestión
económica: la brutal e histórica subida de impuestos aprobada en
2012. España es, hoy por hoy, un auténtico infierno fiscal gracias
al PP. De hecho, lejos de corregir el atraco a mano armada impuesto
a los contribuyentes, el líder popular se justificó afirmando:
Hicimos lo que cualquier Gobierno responsable hubiera considerado su
deber. Cumplimos con nuestro deber.
Así, escudándose en que heredó un déficit público "insostenible",
defendió la confiscatoria subida del IRPF, de los Impuestos
Especiales, del Impuesto de Sociedades y otras "muy dolorosas", como
el IVA. Y ello buscando el "mayor nivel de equidad posible", es
decir, castigando con mayor dureza a las rentas altas y grandes
empresas.
¿Resultado? Una recaudación extra de 6.800 millones de euros en
2012, lo cual equivale a poco más del 6% del déficit total
registrado en 2011 (100.402 millones de euros). Para ese viaje no se
necesitaban tantas alforjas. No en vano, según avanzó Rajoy, el
déficit rondará el 7% del PIB en 2012, que junto con el agujero de
las cajas arrojará un descuadre próximo al 8,5% –siempre y cuando no
se maquillen ciertas cifras–, lejos del 6,3% que exige Bruselas y
tan sólo un punto menos que en el ejercicio previo. Así pues, su
ajuste fiscal ha fracasado y, lo que es peor, ha configurado un
marco tributario que intensifica hasta el extremo el expolio del
sector privado por parte de los poderes públicos, que se traducirá
en menos crecimiento y creación de empleo, lo cual retrasará la
ansiada recuperación. Pero ni una palabra de perdón, ni un atisbo de
rectificación en las palabras de Mariano Rajoy.
Lo mismo cabe decir de la nueva batería de medidas anunciada por el
presidente en la segunda parte de su intervención. El Gobierno
aprobará algunas deducciones fiscales para impulsar la creación de
empresas y la contratación de jóvenes, y reducirá trámites
administrativos para la actividad empresarial. Bienvenidas sean,
pero en el fondo este tipo de rebajas tributarias, limitadas a
determinados casos y circunstancias, introduce más discriminaciones
arbitrarias y, sobre todo, una mayor complejidad en un modelo fiscal
y laboral ya de por sí prolijo y casi incomprensible. España
necesita simplificar y clarificar su normativa para reforzar una
seguridad jurídica en claro declive en los últimos años, y de este
modo potenciar la inversión, especialmente la exterior, para volver
a crecer con fuerza sobre bases sólidas. Por otro lado, lo peor es
que el Gobierno apostará por más financiación pública, vía ICO y
avales de todo tipo, para tratar de reactivar el mercado crediticio,
lo cual no sólo no solventará la actual sequía financiera, sino que
servirá para incentivar nuevamente la puesta en marcha de proyectos
poco rentables, cuando no ruinosos, tal y como aconteció en las
cajas de ahorros. El crédito público, directo o indirecto, es,
simplemente, nefasto.
Sin embargo, por encima de todo, destaca nuevamente el anuncio que,
por desgracia, no efectuó Rajoy en su discurso: drásticos recortes
del gasto público, acompañados de grandes rebajas de impuestos.
España no necesita más medidas concretas de estímulo, sino una mayor
libertad económica y una menor presión fiscal.
Estado de la Nación
Qué lejos queda 2014
Emilio J. González Libertad Digital 21 Febrero 2013
Mariano Rajoy ha presentado este miércoles en el Congreso, durante
el Debate sobre el Estado de la Nación, un nuevo paquete de medidas
económicas, que será el quinto que conozcamos los españoles desde
que empezó la crisis. Los cuatro anteriores –tres de Zapatero y uno
del propio Rajoy– han pasado, en general, con más pena que gloria y
sin cosechar resultados verdaderamente significativos. El que acaba
de dar a conocer el presidente del Gobierno tampoco parece que vaya
a ser algo así como el bálsamo de Fierabrás, que todo lo cura.
Las medidas que contiene el plan son correctas y algunas de ellas
demandadas desde hace mucho tiempo, como, por ejemplo, que autónomos
y pymes no tengan que liquidar a Hacienda el IVA de las facturas
pendientes de cobro, la nueva línea de crédito para las pequeñas
empresas o los incentivos a la actividad emprendedora. El problema
es que todo esto parece una especie de huida hacia adelante por
parte de un Gobierno acosado por los escándalos de corrupción y
acusado de no hacer ni mucho menos todo lo que puede y lo que debe
frente a la crisis.
Estas medidas están pensadas, dice Rajoy, para que entren en vigor
en 2014, con lo que la cuestión es inmediata: ¿qué va a hacer,
entonces, el Gobierno este año? Pues mucho me temo que lo que ha
venido haciendo desde que llegó al poder: esperar a que las
circunstancias mejoren por sí mismas y actuar únicamente cuando no
tenga más remedio porque la presión de los mercados, o de la Unión
Europea, le obligue a ello. Porque si esas medidas son tan buenas
como parecen a priori, ¿por qué no se toman ya, en vez de dentro de
un año? Desde el Ejecutivo contestarán que, como muchas de ellas
tienen repercusiones presupuestarias, hay que esperar a que se
avance en la reducción del déficit público para poder empezar a
tomarlas. Y este es el quid de la cuestión, porque lo que hemos
visto del PP hasta la fecha es una corrección del déficit a golpe de
subida de impuestos y de recorte o congelación del gasto en aquello
que más importa a los ciudadanos: sanidad, educación, pensiones y
prestaciones por desempleo, mientras sigue creciendo el número de
asesores, no se reduce el de coches oficiales, no se cierran las
ruinosas empresas públicas que solo sirven para colocar a amigos,
familiares y compañeros de partido ni se reforma de verdad el Estado
de las Autonomías. El PP no ha hecho nada de esto ni cabe esperar
que lo vaya a llevar a cabo este año. Es decir, que vuelve a
confiarlo todo a que la economía empiece a mejorar, en vez de
meterle mano de una vez por todas al gasto público.
Esperar hasta 2014 para tomar esas medidas, por otra parte, es
hacerse un poco el cuento de la lechera. Si la economía mejora, el
déficit también lo hará y entonces se podrá poner en marcha el
paquete de medidas anunciado. Pero resulta que el panorama económico
este año pinta mucho peor que 2012 para Estados Unidos y, sobre
todo, para una Unión Europea que puede volver a entrar en recesión y
que sigue siendo el destino de más de dos terceras partes de
nuestras ventas al exterior, de esas exportaciones cuya buena marcha
el Gobierno pretende convertir en los primeros brotes verdes o en
los primeros rayos de luz que muestran el final del túnel. Ojalá sea
así, pero, tal y como están las cosas por EEUU, Alemania y Francia,
más bien cabe esperar un frenazo de las ventas al exterior y de la
llegada de turistas. El tiempo lo dirá pero, insisto, a falta de
medidas económicas este año, todo se fía a una recuperación que
dista mucho no solo de consolidarse sino tan siquiera de haber
empezado.
Para complicar más las cosas, Rajoy y el Gobierno no parecen querer
tener en cuenta lo que puede suceder en los mercados con la deuda
pública española. Después de que ésta creciera hasta el 84% del PIB
en 2012, sin que el Ejecutivo nos haya explicado adecuadamente por
qué, su volumen se acerca peligrosamente al nivel del 90%, a partir
del cual se empieza a considerar que un país está verdaderamente en
riesgo de insolvencia, de suspensión de pagos. El objetivo del
Gabinete, en este contexto, tendría que ser reducir cuanto antes el
déficit y frenar el crecimiento de la deuda, con el fin de atajar
semejante riesgo, porque los problemas con la prima de riesgo pueden
reaparecer en cualquier momento. Y, relacionado con ello, si al
Gobierno de verdad le importa tanto eso del IVA, del crédito a la
empresa y del impulso a los emprendedores, lo que tendría que hacer
es reducir el déficit de forma drástica para poder llevar a cabo
cuanto antes una bajada general de impuestos y para que la
financiación del déficit no se lleve los recursos que necesita el
sector privado para sobrevivir.
Rajoy no ha dicho nada de esto; solo nos ha remitido a 2014 como
fecha para empezar a hacer algo, lo cual suena a esperar a que pase
lo peor de la crisis, si es que pasa, y a confiar en que no haya
nuevas sorpresas desagradables. Qué lejos queda 2014.
La ineludible y elusiva transición
JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 21 Febrero 2013
· En España no hay que cambiar la Constitución ni las leyes. Hay,
simplemente, que cumplirlas. Algo que no se hace, porque nos encanta
dictar leyes, pero nos encanta aún más violarlas.
¿De qué nos sirve haber tenido una docena de constituciones si a los
pocos años eran papel mojado? ¿De qué nos sirven los partidos
políticos si son incapaces de entenderse? ¿De qué nos sirve tener
más funcionarios que nadie si los trámites administrativos son un
calvario? ¿De qué nos sirve estar finalmente en Europa si empezamos
a renegar de ella? Y no sigo porque, de seguir, terminaría
preguntando de qué nos sirve la democracia, cuando lo que quiero es
que lleguemos a ella de una vez para siempre.
Al regresar a España tras vivir 33 años en democracias consolidadas,
una de mis primeras columnas en ABC versó sobre la «sociedad civil»,
concepto prácticamente inédito aquí en aquel momento, 1990, lo que
consideré grave carencia al tratarse de la argamasa de la
democracia. Desde entonces, la sociedad civil se ha hecho tan
popular entre nosotros que hasta Mario Conde la usó como lema en su
última campaña electoral. Yo, en cambio, no he vuelto a citarla, al
darme cuenta del enorme error cometido al hacerlo. Error consistente
en centrarme en lo «civil», dando por supuesto que teníamos una
sociedad. O sea, primando al adjetivo sobre el sustantivo, error muy
frecuente no solo entre nuestros literatos, y donde puede estar el
origen de bastantes de nuestros desaciertos. En este caso, lo que
falta en España es «sociedad». Y antes de que empiecen a caer palos
sobre mí, permítanme explicarlo.
«Agrupación natural o pactada de personas que constituyen unidad
distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir,
mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la
vida», define el diccionario de la RAE la sociedad. Lean, por favor,
con detenimiento cada una de esas palabras, mediten sobre cada una
de sus oraciones y díganme, con la mano en el corazón, si la nuestra
es una auténtica sociedad. Si existe entre los españoles un pacto
para cumplir los fines comunes mediante la mutua cooperación. Por
más esfuerzos que hagan, llegarán a la conclusión de que no, de que
no existe. Y si echan la vista atrás, admitirán, con amargura, eso
sí, que solo en muy contadas ocasiones, la Transición, por ejemplo,
tal fenómeno se produjo, para disolverse muy pronto y llegar al
estado actual, en el que no estamos de acuerdo en casi nada.
Entonces, me preguntarán, ¿qué tenemos? Pues algo hemos de tener
para haber vivido tantos siglos juntos, aunque sea peleándonos. Para
contestar a esa pregunta necesito acudir a dos términos alemanes,
usados en textos constitucionales, aunque no siempre bien usados. Me
refiero a Gemeinschaft ya Gessellschaft. Gemeins
chaft, derivado de Gemein, común, significa comunidad, municipio,
parroquia, el marco social emparentado con el clan o la tribu, donde
nacemos, crecemos y vivimos, en un estadio previo a la moderna
democracia, que facilita, entre otras cosas, el nepotismo y la
corrupción.
Mientras que Gesellschaft significa sociedad, un colectivo mucho más
amplio, moderno, dinámico, integrado por gentes diversas, sin otra
relación que la voluntad individual de realizar una actividad
conjunta y alcanzar unos fines comunes, sea una compañía comercial o
un pacto constitucional como nación o como Estado modernos. Estamos
ya en lo que Ortega definió como «proyecto sugestivo de vida en
común», que desborda lo familiar, lo local, lo parroquial, lo
ideológico incluso, para cristalizar en voluntad conjunta de
empresa.
Dicho lo cual, la pregunta del millón: ¿en qué estadio nos
encontramos los españoles? No sé qué opinarán ustedes, pero
personalmente pienso que mucho más cerca de la Gemeinschaft, de la
simple comunidad, que de la Gesellschaft, la plena sociedad.
Siéndonos incluso a veces difícil alcanzar el grado de comunidad,
como se ve en cualquier asamblea de vecinos. Aunque la mejor prueba
la tenemos a diario en todos los niveles de la vida pública
española: ¿a quién se da un cargo, una plaza, una cátedra, un
contrato en España? Pues, por este orden: al familiar, al amigo, al
correligionario, el recomendado. Encontrándolo, además, normal.
¿Cómo no se va a favorecer al pariente, al conocido, al
correligionario? Lo insólito, e incluso improcedente, sería
posponerlo a alguien «que no es de los nuestros», por más méritos
que acumule, lo que lleva una corrupción inmanente. Con lo que
espero ya no extrañe tanto mi primera afirmación: en España no
existe sociedad en el sentido amplio, profundo, moderno de esa
palabra. Existe una pre-sociedad, una comunidad, o, más bien,
comunidades, nombre, por cierto, que dieron los padres de nuestra
Constitución a las Autonomías, sin darse cuenta, supongo, de que
estaban legitimando el viejo ordenamiento pre-nacional en vez de
creando uno nuevo. Es más, las Comunidades en España no se reducen a
las 17 Autonomías, sino que se multiplican por los partidos
políticos, colegios profesionales y docenas de otras asociaciones,
tirando cada una para sí, sin existir esa vocación común que
cimienta la sociedad moderna. España sigue siendo un conjunto de
clanes, tribus, peñas, cofradías, «nacionalidades», pre-democráticas
todas ellas. ¿Puede considerarse sociedad democrática a la que
rechaza a un entrenador de fútbol por sus ideas políticas?
Con lo que llegamos a la pregunta no ya del millón, sino del billón:
¿cómo se construye una sociedad donde nunca la ha habido? Pues más
fácil de decir que de realizar: olvidándonos de la costumbre de
cambiarlafachada, sintocar elinterior. De poco sirve cambiar la
constitución, los partidos, el gobierno, la administración, el
régimen incluso, si continuamos con los hábitos de siempre,
gobernantes y gobernados. Si queremos equiparar España a los países
europeos más avanzados, no hace falta poner el Estado patas arriba.
Bastan las leyes que tenemos. Pero cumpliéndolas. Porque nos encanta
dictar leyes, pero nos encanta aún más violarlas. Incluso tenemos un
brutal y machista refrán que incita a ello. Con el respeto a la ley
y con una justicia eficaz, despolitizada, totalmente independiente,
bastaría. No se necesitaría más. Ese sería el auténtico cambio, la
verdadera transición, la democracia real. Algo que nunca hemos
tenido, incluidos los periodos en que la izquierda gobernó. Dijo,
¿recuerdan?, que «iba a dejar España que no la reconocería ni la
madre que la parió», y lo único que hizo fue adoptar los peores usos
de la derecha. ¿Estamos condenados a ello?
Solo me queda añadir que nunca he deseado tanto equivocarme.
El Rey, Bárcenas y Mas, los convidados del
Debate
Pablo Sebastián www.republica.com 21 Febrero 2013
Rajoy ha dicho ayer en el Parlamento que España tiene futuro, pero
anduvo de puntillas y por la sombra sobre el presente de nuestro
país, donde perdura la incertidumbre económica y la crisis social y
donde soportamos problemas institucionales y casos de corrupción de
primer nivel. Los que pueden provocar, mal que le pese a Rajoy y a
su mayoría absoluta, una movilización popular que fuerce la
necesaria y cada vez mas urgente reforma democrática de la
Constitución. Un “periodo constituyente” como el que ayer pidió Rosa
Díez con razón, que no solo va a depender a la vigente mayoría del
parlamento, cada vez mas alejada de la ciudadanía, porque los
españoles de a pie también tendrán algo que decir si la ruina
general y los escándalos siguen como van. De momento, ayer el líder
del PSC ya ha pedido la abdicación del Rey y una segunda transición.
En el Vaticano los llaman “los cuervos” que sobrevuelan la plaza de
San Pedro, en España, y en honor a don Juan Tenorio, a los fantasmas
que se hacen notar se les llama “convidados de piedra” en esta gran
cena o bacanal de Baltasar en la que se ha convertido la política
española, ahora que España se le escapa al presidente Rajoy, como el
agua entre las manos. Ayer los convidados de piedra en el debate del
estado de la pobre y fallida nación eran tres: el Rey don Juan
Carlos, a quien el líder PSC, Pere Navarro, pidió la abdicación; el
ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, al que Rajoy no osa mencionar
(mientras que Cospedal, sí lo acaba de demandar); y Artur Mas, el
tercer innombrable, al que Rubalcaba justificó su reciente rebeldía
culpando al “desdichado” Tribunal Constitucional, y al que Rajoy,
con retraso y sin mucho señalar, acusaba de “deslealtad
constitucional”.
Lo de Pere Navarro es un asunto muy serio porque es la primera vez
que el líder de un partido político español, con representación en
el Congreso de los Diputados y el parlamento de Cataluña, le pide al
Rey que abdique. Posibilidad que ya hemos subrayado en estas páginas
el pasado lunes a raíz de su presunta implicación en el caso
Urdangarin, y de la que ayer se alejaban los líderes del PP y del
PSOE -Soraya Rodríguez entre otros- a pesar de que el PSC es el PSOE
en Cataluña, de ahí la gravedad de dicha declaración, cuyas
consecuencias veremos hasta dónde van a llegar.
Pero de todo esto nada se habló en el debate, entre los dos grandes
partidos nacionales, como tampoco entraron Rubalcaba ni Rajoy de
manera directa y contundente en la declaración del parlamento
catalán de soberanía propia, dejando el presidente del Gobierno el
solo requiebro de que eso era una “deslealtad constitucional”, y a
otra cosa mariposa. Mientras Rubalcaba decía que la culpa de la
secesión catalana era un poco de todos y sobre todo del Tribunal
Constitucional (sic), por reformar el estatuto catalán que había
aprobado el referéndum catalán, con la previa bendición, a todas
luces inconstitucional, de Zapatero y del PSOE.
Y, finalmente, llegó el turno de la corrupción del caso Bárcenas al
que Rubalcaba aludía como de pasada, justificando así su petición de
dimisión a Rajoy, a quien por otra parte Rubalcaba le pedía un sin
fin de pactos y acuerdos, lo que contradecía su “¡váyase señor
Rajoy!”. Y entonces apareció el Rajoy y lo fulminó: “Yo no voy a
pedirle su dimisión porque no me conviene y eso lo hacen otros en su
partido; el PSOE fue condenado por financiación ilegal y el PP no;
yo he ganado las elecciones por una mayoría absoluta y usted es el
autor de la derrota electoral más importante de la Historia del
PSOE”. He aquí tres frases implacables de Rajoy, tres golpes secos a
Rubalcaba con el bate de roble, que acabaron con las críticas y
“slogans” populistas del jefe de la oposición, que en sus críticas
Rubalcaba pretendía conciliarse con su electorado y con las bases
del PSOE.
La respuesta del presidente del Gobierno -que llevaba escritos su
premeditado varapalo a Rubalcaba- fue lógica y de cajón: utilizó los
errores del anterior Gobierno y palabras del propio Rubalcaba para
imponer el debate sobre el pasado y eludirlo sobre los 14 meses del
Gobierno del PP, como sin éxito reclamaba el líder de la oposición.
Y eso a pesar de que en su discurso inicial Rajoy no estuvo nada
bien, ni se presentó como un líder inapelable de la nación. Regresó
con su discurso auto exculpatorio de la herencia recibida y se
apropió como éxitos el anuncio de Draghi de que el BCE no dejaría
caer a España e Italia -que fue lo que de verdad hizo caer la prima
de riesgo-, o el rescate bancario español por parte de la UE, e
incluso la mejora de la balanza comercial que es fruto de la caída
de las importaciones de España. Y presumió de que el déficit público
estará por debajo del 7% para 2012, pero lo cierto es que estará
cerca del 8 %, por causa del rescate bancario.
Los éxitos de Rajoy, y esos son ciertos, están en el recorte del
gasto público y en haber machacado a impuestos a todos los
españoles. Lo demás y los pretendidos brotes verdes para finales de
año aun están por ver. En cuanto a sus propuestas e incentivos para
crear empleo y luchar contra la corrupción, no están mal pero ya se
verá en qué quedan. Lo mismo ocurre con la propuestas de Rubalcaba
sobre la reforma de la Constitución para abrir una vía federal y
cambiar la ley electoral (esto último no está nada mal).
A Rajoy los debates parlamentarios no se le dan mal y parece que ha
aprendido a tocar las cuestiones más sensibles de la sociedad con
sus alusiones a los parados y a los desesperados de España. Y
buscando el cuerpo a cuerpo con Rubalcaba y Cayo Lara (quien sí tocó
el nervio del caso Bárcenas), al reclamar para el PP y para el
Gobierno los “sentimientos” y “la esperanza” de los españoles.
Sin embargo los cuatro problemas capitales de España ahí siguen y
ahí están: paro, corrupción, ruptura de la cohesión nacional y
crisis institucional (la Corona incluida). Y ahí van a seguir sin
que en el horizonte se perfile un gran acuerdo nacional. Incluso esa
reforma de la Constitución que Rubalcaba pide y que Rajoy no ha
descartado pero sin decir nada más está en el aire, porque nadie,
con excepción de Rosa Díez, planteó en el debate el verdadero
problema del momento español: el agotamiento y final del Régimen de
la transición.
'Nihil novum sub sole', o el estado de los
partidos
José Luis González Quirós El Confidencial 21 Febrero 2013
El llamado debate sobre el estado de la Nación ha pasado sin pena ni
gloria porque ni ha sido un debate, ni apenas se ha hablado sobre el
estado de la nación, a no ser que hayamos llegado ya a confundir por
completo a la nación con quienes tan deficientemente se ocupan de
ella. Rajoy ha hecho lo que se esperaba y eso no es gran cosa para
la mayoría de sus votantes. Le quedan todavía miles de
incondicionales, muchos de ellos en los bancos del Congreso, pero
caben serias dudas de que su intervención haya supuesto un alivio
para los que, con perfecto derecho, conservan la esperanza de que de
su política pueda venir algo bueno. Sin embargo, en la medida en que
crea que lo importante es haber ganado a Rubalcaba, podrá sentirse
ufano, puesto que acertó a ponerle una varita al líder socialista
que seguramente habrá escocido: tal vez la cosa más cierta y creíble
que haya dicho ayer Rajoy sea, precisamente, su réplica afirmando
que no había pedido la dimisión de Rubalcaba porque no le convenía
hacerlo. Claro es que Rubalcaba se había arriesgado previamente al
pedir la dimisión de Rajoy, lo que, a buen seguro, tampoco le
convendría mucho.
Rubalcaba y Rajoy, Rajoy y Rubalcaba son ya como las dos faces de
una vieja medalla, mientras los españoles ya no creen en esa clase
de milagros. Da lo mismo que se acusen de corrupción o que se
avengan a hacer un pacto contra ese cáncer que, a su parecer, no les
afecta grandemente, porque de esas cosas, habladurías, dimes y
diretes, no se habla, si no es por alusiones, en los sitios serios
como el Congreso. En sus manos, la política se ha convertido en algo
perfectamente ritualizado, sin vida alguna que ya no interesa nada
más que a los que viven de un tinglado tan fuera de tamaño.
Este carácter casi orwelliano de la política española, que el PP
haga políticas que serían apropiadas en un partido de izquierda,
mientras que el PSOE le reprocha el incumplimiento de sus promesas,
está haciendo más por el desprestigio de la política que los
episodios, sangrantes en todo caso, de corrupción, pero es
perfectamente coherente con la estrategia que el Partido Popular, en
este caso, aplica a su tratamientoRajoy no ha explicado cómo es que
tras un año de Gobierno el paro ha seguido subiendo de manera
inmisericorde, ni cómo la deuda pública ha aumentado tanto como en
cualquiera de los años del zapaterismo. Y no lo hace porque, al
parecer, le basta con afirmar, ya veremos en qué queda luego el
dato, que el déficit se ha situado por debajo del 7%, es decir, casi
como lo del corrido mexicano, que decía que “de seis tiros que la
dieron, no más uno era de muerte”. Ya sabemos que Rajoy considera
que su deber ha sido la causa de su olvido del programa electoral,
probablemente el documento más inútil en la historia de la
democracia española, pese a lo cual pude oír días atrás cómo un
secretario de Estado más ufano de la cuenta hablaba de las políticas
de un gobierno liberal.
Este carácter casi orwelliano de la política española, que el PP
haga políticas que serían apropiadas en un partido de izquierda,
mientras que el PSOE le reprocha el incumplimiento de sus promesas,
está haciendo más por el desprestigio de la política que los
episodios, sangrantes en todo caso, de corrupción, pero es
perfectamente coherente con la estrategia que el Partido Popular, en
este caso, aplica a su tratamiento. Véase la manera de afrontar lo
de Bárcenas, o las alabanzas a la inocencia y perspicacia de la
señora Mato, porque al parecer nadie, y Rajoy menos que nadie, es
responsable de que el tesorero del PP, un cargo que no se adjudica
por sorteo, haya levantado una fortuna sin que nadie se considere ni
siquiera afectado por la responsabilidad in vigilando. Es decir, que
Rajoy tenía el mismo despiste con las cuentas delpartido que la
señora Mato con los gastos de sus chiquitines o los vehículos que
pernoctaban en sus garajes: normal que considere su deber protegerla
de las maledicencias.
Rajoy y Rubalcaba están a punto de conseguir que la política
española sea una representación tan ritualizada como una ópera
oriental de esas que un español común tiene que seguir, si tiene la
paciencia que requiere el caso, con un asesor al lado porque cuanto
en ellas acontece no parece tener mucho que ver con el mundo común.
Si fuera por lo que se dice en estos debates no tendríamos ni idea
de lo que pasa, aunque, eso sí, sabríamos que unos y otros se
consideran enemigos mortales, aunque sea puro teatro.
Saldremos adelante, pero no será por lo que digan o hagan,
entretenidos como están en sus cuitas y sus imágenes, y con el cuajo
suficiente como para volver a repetir la promesa de que no habrá que
adelantar el IVA cuando no se cobre. Si se les hace caso, lo único
que funciona mal es la economía, lo demás va de cine, y lo digo sin
ironía. Rajoy ha apuntado en su discurso un descubrimiento de alguna
de esas águilas que tiene a su servicio, la desagregación del número
de parados entre españoles y extranjeros, lo que, aparte de recordar
la invención zapateril de la “desaceleración del índice de
crecimiento del desempleo”, no sé qué demonio querrá decir. Tal vez
si enfrente hubiese un político con ganas podría haberle reprochado
ese distingo, pero como Rubalcaba va a lo que va, a reinventar el
partido socialista, no tendrá tiempo de caer en nimiedades.
*José Luis González Quirós es analista político
Los Goya al agua
Juan Vicente Santacreu Estrella Digital 21 Febrero 2013
En los Goya de este año, y como manda la tradición, también se habló
de muchas cosas y por supuesto algo del cine español. Las películas
triunfadoras de este año han venido más recatadas y sin sexo ni
mariconadas ni mamadas, son películas para todos los sexos, perdón,
para todos los públicos, películas que ni siquiera parecen productos
del cine español. Los grandes vencedores han sido una Blancanieves
española que no se lo “hace” con ningún enanito y además sin tacos
ni obscenidades, y el bonachón de Tadeo Jones que en lugar de sexo
derrama dulzura haciendo la delicia de grandes y enanos. Mis
felicitaciones para Intereconomía. La gran marginada, y no sé por
qué, Lo imposible. Espero que las taquillas rectifiquen este grave
error.
Pero acostumbrados a que los Goya son un punto de encuentro para
hablar de otras cosas y sobre todo para atacar a los sumisos, mansos
y castrados de la Panda Popular, todos los participantes
sincronizados y por orden de aparición se fueron tirando a la
piscina y sin mojarse. Desde una patética titiritera que nos contó
como murió su padre de sed y frío durante el gobierno de Zapatero,
hasta pedir trabajo para poder alimentar a su hijo pequeño. –Mira
Candelita, en España hay 6 millones de parados por culpa de Zapatero
y cuando no encontramos trabajo de titiritero, trabajamos en algo
serio-. No faltó quien con ojos vidriosos de emoción lamentó la mala
educación de la enseñanza que reciben nuestros hijos. Supongo que se
refería a la enseñanza pública socialista, porque la privada y de
derechas nadie la cuestiona. Es más, de todos ellos, los que pueden,
llevan a sus hijos a la privada y a estudiar en español, como Dios
manda.
No menos “sembrada” estuvo la payasa Eva Hache cuando le echó en
cara al “franchute” Gerard Depardieu que en lugar de llevarse el
dinero a Rusia lo podía haber traído a España. En ese momento me
llené de emoción pensando que le iba a decir lo mismo al tránsfuga
Bardem, ya que lo tenía “a huevos” y muy cerca. Miami no es sitio
para el dinero de un español y menos de un socialista decente. Pero
cuando uno no es español, socialista ni decente...
Y no podía faltar quien hablara de suicidios y desahucios. Pero
cuidado, no hagamos demagogia, ya que esto es un tema peligroso.
Suicidios y desahucios han habido con el mismo porcentaje en los
últimos 30 años. Como he dicho en muchas ocasiones, el dinero al
igual que la energía, ni se crea ni se destruye, simplemente se
transforma o pasa de manos. Lo mismo ocurre con las deudas; no
desaparecen. Lo hemos visto con los bancos y lo podemos ver con
cualquier otro tema, si se produce una deuda, o la paga el deudor o
el acreedor. Pero como esta banda de golfos se sigan poniendo
bordes, se condonaran las deudas y las pagará el pueblo español. Y
aquí entro yo, porque a mí, ni me apetece ni quiero pagar las deudas
de nadie.
Y sobre la dación en pago, ¿sólo se entrega el piso en dación cuando
se pierde?. Cuando esos mismos han vendido los pisos duplicando el
valor y especulando, ¿por qué no entregaron los beneficios al
Banco?. ¡¡Ah!!, sólo se da cuando se pierde. Pues cuidado, que como
baje la Bolsa y pierda dinero, entregaré mis acciones en dación de
pago.
El dinero al igual que la energía, ni se crea ni se destruye,
simplemente se transforma o pasa de manos
Así que vosotros, los titiriteros de mierda, y lo digo con todo el
respeto del mundo, si sois tan socialistas, empezar por pagar
impuestos en España, renunciar a las subvenciones y comprarles con
vuestro dinero los pisos a los fanfarrones.
Mientras muchos españolitos vivían en pisos con parquet y piscina
sin poder, yo pudiendo más que ellos vivía en mi pisito con terrazo
español. Así que estoy harto de tanto fanfarrón, de los privados y
de los públicos: Aeropuertos, palacetes, Museos de la Ciencia, Aves
sin pasajeros, gimnasios en pueblos de viejos, macro-Televisiones en
dialectos regionales y tantas subvenciones para titiriteros,
imbéciles y payasos nacionales.
Y ya puestos no me puedo olvidar de Bankia, las Cajas y la madre que
los parió. Vosotros los políticos nos habéis estrujado, nos habéis
bajado los pantalones y nos habéis vuelto los bolsillos al revés. Y
ahora cuando nos la estáis “hincando”, aún sale algún gilipollas que
dice: “perdón señor político por darle la espalda mientras me la
hinca”.
¡¡Ya está bien hijos de puta!!, poner freno de una vez. Y a vosotros
los políticos también.
Así lo pienso y así lo digo, porque estoy muy escocido.
Juan Vte. Santacreu – en Twitter @JVSantacreu - Estrella Digital
Izquierdosis
ARCADI ESPADA El Mundo 21 Febrero 2013
HUBO graves errores en la intervención de Rubalcaba. De orden
expositivo, de tono, incluso de malicia. Tuvo lapsus pesados, como
cuando calificó de decisión política la sentencia del Constitucional
sobre el Estatuto de Cataluña. Y no supo resolver su problema
habitual, esto es, cómo evitar que la demolición que aplica al
presidente no suponga también su propia demolición: buscando
constantemente el favor de la grada, Rubalcaba no superó el patético
ejemplo talegón. Sin embargo, su principal problema fue estructural.
Estaba trazando un aguafuerte español donde se veía a los niños
comer de los containers, y atribuía el paisaje a los principios del
Partido Popular, a sus intenciones, a la ideología del mal que
encarna.
Alcohol alcanforado, y bebiéndoselo.
El reproche político puede atribuirse a la incompetencia, a la
debilidad, o a la alienación del adversario. Pero atribuirlo a su
intención malvada es de cómic. Aunque algo perezosamente, se lo
reprochó el presidente hacia el final del intercambio. Ustedes no
tienen el patrimonio de los buenos sentimientos, le espetó con razón
y sin réplica. Sólo le faltó rematar que tampoco el blindaje ante
los malos.
Otro problema del discurso de Rubalcaba afectó a su postura ante el
separatismo. En este punto, la envejecida izquierda española aún no
es capaz de decir, seca y llanamente, estamos con la Constitución y
con el Gobierno que la aplica. Aún no entiende esa izquierda que el
asunto requiere los consensos de la política exterior. Siglo y medio
y no lo entiende. La razón principal es que a la izquierda le cuesta
mucho reconocer, excepto si gobierna, que no todo quebrantamiento es
un progreso. Se diga lo que se diga la palabra rebelde es aún de
izquierdas. Decía Rubalcaba que ante la cuestión territorial el
Gobierno no podía quedar inmóvil; que había que ir hacia delante.
Ahí está el núcleo podrido: que ante un desafío a la ley haya que
moverse, como al que le dicen arriba las manos y vaya si las arriba;
y que el sometimiento sea progreso.
Mientras todo eso sucedía, mientras Rubalcaba luchaba vana aunque
esforzadamente, contra el tiempo, la memoria y la esclerosis, el
jefe de los socialistas en Cataluña declaraba, con especial y
solidario sentido de la oportunidad, que el Rey ha de abdicar. El
último problema, en efecto, es qué estructura, qué autoridad
política, qué coherencia militante, apoya hoy el discurso y la
acción del socialista Pérez Rubalcaba.
La Asociación por la Tolerancia organiza la
I Jornada por la Lengua Materna y el Bilingüismo
En el Centro Cívico Urgell de Barcelona el próximo 23 de febrero
www.lavozlibre.com 21 Febrero 2013
Barcelona.- La Asociación por la Tolerancia organiza en el Centro
Cívico Urgell de Barcelona la I Jornada por la Lengua Materna y el
Bilingüismo coincidiendo con el Día Internacional de la Lengua
Materna, celebrado por la Unesco.
En la Jornada, que tendrá lugar el próximo 23 de febrero de 18:00 a
21:00 horas, participarán asimismo las asociaciones Galicia
Bilingüe, Círculo Balear, Plataforma por la Libertad de Elección
Lingüística (País Vasco) y Plataforma Valenciana por la Libertad
Lingüística, que desde sus respectivas comunidades autónomas se
oponen al modelo de inmersión forzosa y a la manipulación de los
contenidos educativos por parte de los gobiernos nacionalistas
autonómicos.
Mercé Vilarrubias, catedrática de inglés en la EOI de Barcelona y
autora del libro 'Sumar y No Restar', y José Manuel Pousada,
vicepresidente de Galicia Bilingüe, serán quienes abran esta I
Jornada por la Lengua Materna y el Bilingüismo. En sus ponencias
tratarán el derecho a la enseñanza en la lengua materna y los
modelos educativos en Europa, haciendo especial hincapié en resaltar
la lubertad de elección lingüística y el bilingüismo como
alternativas a la inmersión.
Ya a partir de las 19:30 horas, los representantes de las
asociaciones participantes tomarán la palabra para tratar la
inmersión lingüística en España y el control de los contenidos por
las autonomías, además de proponer sus ideas de cara al futuro. En
esta charla estarán presentes Gloria Lago (Galicia Bilingüe), Jorge
Campos (Fundación Círculo Balear), María Aldecoa (Plataforma por la
Libertad de Elección Lingüística del País Vasco), Pablo Espinosa
(Plataforma Valenciana por la Libertad Lingüística) y Eduardo
López-Dóriga (Asociación por la Tolerancia).
Tolerancia y bilingüismo: medias verdades,
sin duda inducción al despiste para engañar al personal.
Nota del Editor 21 Febrero 2013
España está inmersa en un proceso de descomposición social (desde
que aparecieron leyes sobre lenguas regionales) y territorial (como
consecuencia de lo anterior).
Aunque hay muchísima gente que quiere que pase desapercibido, la
constitución española establece el deber de conocer el idioma
español, y no establece deber de conocer lengua regional alguna.
Los sucesivos (des)gobiernos han incumplido la constitución, el
tribunal constitucional ha sentenciado en contra de la letra y el
espíritu de la constitución, y ahora hay quienes dan por bueno que
sea obligatorio conocer las lenguas regionales, en principio, para
todos los alumnos, aunque su lengua materna sea el español, que
tengan la desgracia de ser escolarizados en cualquier región donde
el español es lengua impropia), aunque el resultado llega a todos
los ciudadanos, especialmente los que tiene alguna relación con las
regiones donde el español es lengua impropia y son de hecho
ciudadanos de cuarta clase.
Hablar de tolerancia, para admitir la obligatoriedad de aprender una
lengua regional, es un disparate. No deja de ser una conculcación
del derecho humano y constitucional, por mucho que el tribunal
(anti) constitucional haya pervertido la letra y el espíritu de la
constitución española.
Hablar de bilingüismo, para admitir la obligatoriedad de aprender
una lengua regional, es otro disparate. En la constitución española
no aparece esta palabra, que de todos modos es lógicamente
imposible, puesto que bilingüismo significa dos lenguas, las lenguas
se aprenden como se puede, y aprender simultáneamente dos lenguas
significa dividir al menos por dos la dedicación a cada una de
ellas. El bilingüismo, supone que el que pueda tener ese atributo,
como mucho, conoce un idioma más o menos profundamente y otro menos
o más profundamente. La percepción de la realidad se basa en la
comunicación y sólo tenemos dos canales, visual y auditivo que no
pueden procesar simultáneamente dos idiomas.
******************* Sección "bilingüe"
***********************
Una escuela para todos
JOSÉ DOMINGO DOMINGO. ABC 21 Febrero 2013
El nacionalismo catalán no celebra el Día Internacional de la Lengua
Materna. En Cataluña son los colectivos que defienden los derechos
de los castellanohablantes los que aprovechan la conmemoración de
este día para reclamar el derecho a la educación en castellano. Para
los nacionalistas, el derecho a la enseñanza en la lengua materna ha
quedado reducido al campo de la cooperación internacional, aquí si
defienden programas educativos para minorías étnicas en sus lenguas
nativas con el objetivo de eliminar la discriminación y las
desigualdades en materia de educación. En Cataluña, en cambio, ese
mismo derecho aplicado a la comunidad lingüística castellanohablante
se transmuta en un referente incómodo y con connotaciones
peyorativas para muchos políticos, pedagogos y docentes catalanes.
Para los de casa, la inmersión lingüística obligatoria, un modelo
incompatible con el derecho a la educación en lengua materna. La
iconografía catalana sustituye el concepto de lengua materna por el
de lengua propia. No puede ser más elocuente que el lema “Per una
escola de tots, l’escola en català” de la plataforma “Som escola”
presida las paredes de muchos centros educativos catalanes.
Pero no siempre ha sido así, el derecho a la escolarización en la
lengua materna, fuera castellano o catalán, fue reconocido en la
Segunda República. El franquismo lo suprimió y la recuperación de
este derecho fue uno de los ejes de la lucha de la oposición
democrática. La petición tuvo sus primeros éxitos en las
postrimerías de la Dictadura y el Ministro de Educación y Ciencia,
elcatalán Cruz Martínez Esteruelas, a través de un Decreto del año
1975introdujo “con carácter experimental las enseñanzas de las
lenguas nativas” en los centros educativos. Ya en plena transición,
el acuerdo entre Adolfo Suárez y Josep Tarradellas permitió
incorporar el catalán al sistema educativo como lengua de enseñanza
(Real Decreto 2092/1978, de 23 de junio). Desde el curso escolar
1978/79 fue posible en Cataluña que los centros docentes
desarrollarán programas en lengua castellana o catalana, en atención
a la lengua materna de la población escolar y a las opciones de los
padres.
Transferida la competencia educativa a Cataluña, la ley de
normalización lingüística del año 1983, no por casualidad, se olvidó
de incluir la expresión lengua materna en su texto, desapareciendo
esta referencia como fuente legitimadora de derechos lingüísticos de
los alumnos catalanes. Progresivamente, y a medida que se
incrementaba el número de docentes que conocían el catalán, se
fueron reduciendo las programaciones en lengua castellana hasta
desaparecer la educación en este idioma con los Decretos de
inmersión de 1992.
Es hora de recuperar, como en tantos otros ámbitos, el espíritu de
la transición. La reforma de las leyes educativas que ha puesto en
marcha el Gobierno es una oportunidad inmejorable. La nueva ley debe
cumplir con la Constitución y los Convenios internacionales
suscritos por España que obligan a la Administración educativa a no
discriminar a sus alumnos por razón de lengua. La situación actual
no tiene porqué ser inmutable y ha llegado el momento de aprobar un
régimen lingüístico del sistema educativo español que reconozca y
garantice el derecho a la educación en la lengua materna en aquellas
Comunidades Autónomas con cooficialidad lingüística. Por una escuela
para todos, sin discriminación.
Anulados todos los apartados relativos a la
lengua de los decretos de Educación Infantil del Departament
d’Ensenyament de la Generalitat de 2008
Convivencia Cívica Catalana 21 Febrero 2013
La anulación es consecuencia de la Sentencia del Tribunal Supremo, a
la que se atiene.
Por consiguiente, ahora el Reglamento de Educación Infantil es, a
todos los efectos, el que resulta tras la anulación de los
preceptos. A partir de este momento, ya es de aplicación general a
toda Cataluña y puede ser invocado por cualquier interesado.
Cualquier autoridad que se niegue a su aplicación, deberá atenerse a
las consecuencias legales.
TRIBUNALES SUPERIORES DE JUSTICIA. EDICTO
de la Sección Quinta de la Sala de lo Contencioso Administrativo del
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, sobre interposición de un
recurso contencioso administrativo (exp. 518/2008).
El presente edicto sustituye el publicado en el DOG C nº 6228 de
8-10-2012 (página 47065) que incurrió en diversos errores materiales
manifiestos.
En el recurso contencioso-administrativo número 518/2008 interpuesto
por D. SEVERO BUENO DE SITJAR DE TOGORES contra Decreto 181/2008, de
9 de septiembre, mediante el cual se establece la ordenación de las
enseñanzas del segundo ciclo de la educación infantil se ha dictado
Sentencia por la Sala Tercera del Tribunal Supremo de 12 de junio de
2012, que estimando el recurso de casación interpuesto contra la
Sentencia del Pleno de la Sala de lo Contencioso Administrativo del
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de 18 de julio de 2011,
contiene el siguiente fallo:
FALLO
Estimamos en parte el recurso contencioso administrativo núm.
518/2.008, interpuesto por la representación procesal de D. Severo
Bueno de Sitjar de Togores contra el Decreto 181/2.008, de 9 de
septiembre, del Departamento de Educación del Gobierno de la
Generalidad de Cataluña que estableció la ordenación de las
enseñanzas del segundo ciclo de la educación infantil y declaramos
nulos los artículos 4 apartados 1, 3, 4 inciso inicial, y 5, 10.1 y
14.3 del Decreto citado, y todo ello sin hacer expresa condena en
costas”.
Siguen firmas: Presidente: D. RICARDO ENRÍQUEZ SANCHO,
Magistrados Ilmos.: D. SEGUNDO MENÉNDEZ PÉREZ,
Dª CELSA PICO LORENZO,
D. SANTIAGO MARTÍNEZ-VARES GARCÍA y
D. ANTONIO MARTÍ GARCÍA.
Barcelona, 4 de febrero de 2013
CARMEN GARCÍA MADORELL. Secretaria judicial. PG-327283 (13.037.045)
islam en españa
¿España musulmana? Ya hay 1.177 mezquitas y
más de 1,6 millones de musulmanes en nuestro país
REDACCIÓN MADRID Minuto Digital 21 Febrero 2013
Más de 500.000 musulmanes residentes en España son españoles y, de
ellos, más de la mitad ya han nacido en el país, según un estudio
elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España (Ucide).
Así, el estudio revela que de los 1,6 millones de musulmanes
residentes en España, 1,1 millones son extranjeros y 513.942 son
españoles. De estos últimos, 281.948 son descendientes, 142.393 son
nacionalizados, 31.276 melillenses, 31.265 cebtíes, 20.360 naturales
y 6.700 cebtíes y melillenses emigrados.
Concretamente, se observa que en 54 años se han producido 142.393
nacionalizaciones de musulmanes: 29.212 en el periodo de 1958 a
1997; 61.086 en el decenio de 1998 a 2007; y 52.095 entre 2008 y
2011. Además, destacan las nacionalizaciones de los nacidos en el
antiguo Jalifato de Marruecos bajo administración española y el
proceso de nacionalización de los musulmanes ceutíes y melillenses
(1986-1900) que hasta entonces eran apátridas.
Atendiendo al origen, de los datos se desprende que los dos grandes
bloques en número de población musulmana en España lo constituyen
los españoles (513.942) y los marroquíes (783.137), a los que se
suman los paquistaníes (79.626), los senegaleses (63.491) y los
argelinos (62.432).
Por Comunidades, aquellas con más ciudadanos musulmanes son Cataluña
(448.879), Andalucía, (266.421), Madrid (249.643), Comunidad
Valenciana (176.053), Murcia (86.275), Canarias (66.969) y Castilla
La Mancha (56.551). Mientras, las que menos son Cantabria (4.416) y
Asturias (6.818).
Además, el estudio indica que en España hay 1.177 mezquitas.
Asimismo, revela que los musulmanes en España cuentan con 12 imames
penitenciarios -repartidos por Andalucía, Aragón, Baleares,
Canarias, Castilla y León, Galicia, Madrid, Melilla, Murcia y
Euskadi- pero no disponen de ningún imam castrense y de ningún imam
hospitalario, a pesar de que, según señala el estudio, en la Ley de
1992 del Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica
de España (CIE), se regula el derecho a la asistencia religiosa
islámica en centros hospitalarios.
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