Gana Marx, pierde la poderosa pareja
Alejandra Ruiz-Hermosilla www.gaceta.es 26 Mayo 2014
En España gana votos por doquier el marxismo que desangró media
Europa y la derecha más derecha ni respira.
Que el bipartidismo se resquebraja en España es una obviedad que
nadie se creía hasta hace unas horas. Hoy es una evidencia difícil
de poner en cuestión por más que algunos analistas políticos se
empeñen. Que el PP y el PSOE no sumen la mitad de las voluntades de
los votantes, es la prueba del algodón.
El dato de participación, mucho mayor de lo esperado y mayor que en
2009, certifica el descalabro de los grandes, que deberían haberse
beneficiado de ese escaño caro en votos, pero que no han podido
rentabilizar porque los partidos pequeños y nuevos han movido a los
ciudadanos hasta las urnas con ímpetu superior al de Arias Cañete y
Valenciano, incluso juntos.
La gran sorpresa la ha dado Pablo Iglesias y su formación Podemos,
que se estrenaba en estos comicios y casi iguala a Izquierda Unida.
Ha superado a la formación magenta de Rosa Díez y a la Plataforma
Ciudadanos de Albert Rivera.
Así se explica dónde han ido a parar los dos millones quinientos mil
votos que ha perdido el PSOE. Lo que es más difícil de explicar es
dónde están los dos millones seiscientos mil votantes que han
abandonado al PP. Vox no ha llegado a los 250.000 y el resto de
partidos a la derecha de los de Génova no suma no 50.000 votos.
Incógnita, porque ya sabemos que los electores no se han quedado en
casa. O no, porque también sabemos que las gentes de derechas votan
con frecuencia opciones que, siendo de izquierdas, lo parecen menos
por la defensa cerrada que hacen de la unidad de España. Luego, en
materia económica son liberales y en políticas sociales, de
izquierdas, pero llevan piel de cordero conservador.
Y así pasa en España, que gana votos por doquier el marxismo que
desangró media Europa y la derecha más derecha, que en siete socios
de la UE se mueve en torno al 20 por ciento de los votos, aquí ni
respira. Radicalismos sólo nos gustan de un signo. En realidad de
dos, que a la hora de elegir formación nacionalista a la que votar
también han gustado más ERC y EH-Bildu que CiU y PNV. Al final, la
lectura es parecida: mejor un nacionalista de izquierdas que un
nacionalista de derechas.
Al resto de la UE nos parecemos, eso sí, en dar la victoria al
Partido Popular, a los liberal-conservadores frente a los
socialdemócratas, que se quedan a 27 euroescaños de los populares.
En España se han quedado a dos, pero es que repartimos menos.
El batacazo
Giro a la izquierda de España
Almudena Negro www.diariosigloxxi.com 26 Mayo 2014
Giro a la izquiera que recuerda el camino que COPEI y Acción
Democrática siguieron en Venezuela, y que dio como resultado la
dictadura de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Los españoles quieren más
Estado, más intervención, más gasto público. Una desgracia.
Que tanto PP como PSOE iban a sufrir un duro correctivo por parte de
sus respectivos electorados en unas elecciones en las que el
españolito cree no jugarse nada y tan dadas a experimentos, como
cuando en aquella ocasión la derecha mandó a Ruiz Mateas a Bruselas,
estaba cantado. Empero, el batacazo de ambas formaciones ha sido
mucho mayor de lo esperado.
En Génova 13 todos confiaban en ganar a los socialistas. De hecho,
han ganado. Amarga victoria. El más agorero de los portavoces
oficiosos del PP le adjudicaba al socio europeo de Angela Merkel,
incluso horas antes de conocerse la decisión del electorado, un
mínimo de 18 escaños. Las encuestas publicadas hasta ahora, todas
ellas erradas –algunos deberían de meditar-, parecían ratificar la
cuestión. Pero han sido 16, frente a los 24 obtenidos en 2009.
Carlos Iturgáiz, fiel escudero de Jaime Mayor Oreja, sólo ocupará
escaño si la lista corre. No sé yo si eso a los de Rajoy, que no
entienden nada, les preocupa.
Patética intervención la de María Dolores de Cospedal y su
candidato, Miguel Arias Cañete, pasadas las 11 de la noche, quienes,
lejos de reconocer el castigo de sus votantes, se deshicieron en
excusas políticamente correctas, perfectamente pronunciadas en ese
politiqués que no habla el pueblo. Paradigmática intervención, que
explica perfectamente, junto con la traición a sus votantes, que
hasta ayer el PP parecía despreciar, el resultado obtenido.
Resultado que en las próximas autonómicas y municipales podría
significar perder la mayor parte de su poder territorial, Madrid
inclusive.
Elena Valenciano, más pragmática, reconocía ayer que los 14 escaños
–en 2009 obtuvieron 23 asientos en el parlamento europeo- “son un
mal resultado”. Hoy mismo podría haber consecuencias. No son pocos
quienes exigen que Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien se le acaban de
chafar los planes sucesorios para solaz de Madina, Chacón y hasta
Tomás Gómez, convoque Congreso y se vaya a su casa. El terremoto en
la formación que fundara Pablo Iglesias, está garantizado.
Los vencedores de la noche resultaron ser, por una parte, los
estalinistas de Pablo Iglesias, el tertuliano de La Sexta que se ha
llevado de calle, con una campaña digital y moderna, a los jóvenes y
se ha colocado como cuarta fuerza política, tercera en el Madrid de
Esperanza Aguirre. Y ello para horror de Izquierda Unida –menudo
mosqueo tenían- y UPyD –otros que están ya fuera de la realidad-,
que suben pero poco pueden presumir después de que el novato les
haya robado la merienda.
Por otra parte, los Ciudadanos de Albert Rivera, quienes obtuvieron
2 escaños. Javier Nart y Juan Carlos Girauta, qué diferentes pero
qué iguales, irán a Europa. Se lo merecen. Al fin y al cabo, son la
única voz en defensa de la libertad y la nación española que se
escucha en el parlamento de Cataluña. Una Cataluña en la que ERC ha
ganado a CiU y que vulneraba la normativa electoral, ofreciendo en
Twitter los resultados de escrutinio de las mesas electorales
catalanas antes de las 23:00 horas. Malos resultados los obtenidos
por VOX, la escisión del PP, que aspiraba a mantener a Alejo Vidal
Quadras en Bruselas. Les faltaron los votos que ha obtenido la
formación presidida por Francisco Alvarez Cascos, quien les ofreció
por carta –fitlrada a los medios desde VOX- ir en coalición. Pero
sólo tienen 4 meses de vida. Si aguantan, pueden.
Europa sí, pero no así
Jose Javier Esparza www.gaceta.es 26 Mayo 2014
El hundimiento del voto de la derecha es palmario: puede afirmarse
que a quien más ha dañado la abstención es precisamente al PP.
Más del 70% de las normas que nos afectan todos los días se deciden
en Europa, nos han dicho los políticos durante esta campaña. Cerca
del 60% de los ciudadanos europeos se han abstenido en estas
elecciones. En España ha votado el 45,58%, y la cifra se enuncia
como un milagro de compromiso (aunque todo el mundo sabe que se debe
a la movilización del voto separatista catalán). En Francia ha
votado el 40,6%. En términos globales –datos del propio Parlamento
Europeo-, la participación ha sido del 43,1%. Es menos de la mitad
del electorado, y no es irrelevante constatar la obviedad.
El dato es muy significativo porque el Parlamento Europeo, aun con
todas sus limitaciones legislativas, es la única instancia de
gobierno europeo –la única- que obedece al voto ciudadano. Es
imposible no concluir que a la mayoría de los europeos no les
moviliza lo más mínimo el proyecto de la Unión. El discurso oficial,
en España y en todas partes, insiste en la legitimidad de un quórum
tan magro. Vale, será legítimo, pero no se puede ignorar la
realidad: el proyecto europeo vigente apenas motiva a los
ciudadanos. Otra realidad que nadie negará: en buena parte de los
países, España incluida, lo que se ha votado no es tanto “Europa”
como el propio patio doméstico.
Ahora bien, el hecho de que se haya votado según criterios
domésticos no significa que la cuestión europea quede al margen de
las preocupaciones ciudadanas. Precisamente el descontento con
Europa ha sido el motor del voto en muchos casos. El ejemplo más
espectacular es el de Francia, donde el Frente Nacional de Marine Le
Pen triunfa sobre centristas y socialistas. Marine Le Pen ha
cimentado su campaña sobre una melodía que podríamos enunciar como
“Europa sí, pero no así”. En la misma onda se sitúan el UKIP
británico, Alternativa por Alemania, los liberales austriacos y el
Jobbik húngaro, partidos todos ellos que conocen un crecimiento
significativo. Va en idéntico sentido, aunque en el lado izquierdo,
el triunfo de Syriza en Grecia. Todo esto significa que el bloque
“euroescéptico” en el nuevo parlamento va a ser más poderoso que
nunca. Y a efectos de análisis, habrá que aceptar –y ya iba siendo
hora- que la pregunta acerca de la viabilidad del actual proyecto
europeo es perfectamente legítima. No hay nada malo –al contrario-
en cuestionar si el euro, los ajustes del Banco Central, la
omnipotencia de la burocracia de la Unión y demás artillería
bruselense son realmente lo que los europeos necesitamos.
Estas consideraciones valen también para España. Los dos partidos
que han abanderado el proyecto europeo desde los años 80, que son el
PSOE y el PP, sufren un batacazo espantoso en estas elecciones. Hace
cuatro años, PP y PSOE tenían 47 escaños; ahora tienen 30 de los 54
en juego. Inversamente, ganan fuerza los separatistas de todos los
pelajes y emerge una fuerza a la extrema izquierda que con toda
seguridad bebe en los decepcionados del socialismo.
El hundimiento del voto de la derecha es palmario: puede afirmarse
que a quien más ha dañado la abstención es precisamente al PP, pese
a su exigua victoria. Capón, pues, a Rajoy, que en rigor debería
replantearse esa política suya de concienzuda destrucción de la
derecha social, a la que ha desmovilizado hasta el desarme total. Y
el crecimiento del voto de la ultraizquierda, articulado en torno a
“Podemos” y a Izquierda Unida (juntos, un 18% del total), arroja
sobre el tapete una novedad que sólo puede interpretarse con alarma.
No es en absoluto tranquilizador que el descontento social empiece a
canalizarse a través de formaciones que, por sectarias, constituyen
una amenaza para la convivencia. Buena parte de la responsabilidad
hay que imputársela a la mayoría mediática, que desde hace casi
cuarenta años viene reprimiendo con vehemencia cualquier aventura
política en la derecha, pero que, al contrario, otorga una
indulgencia sin límites a la izquierda radical.
Resumen general: miremos donde miremos, el horizonte repite el
eslogan de “Europa sí, pero no así”. En España, la impotencia de
populares y socialistas para ejecutar una política de reconstrucción
nacional ha desembocado en un mapa fragmentario donde sólo ganan los
separatistas y la ultraizquierda. Y en el conjunto de Europa, el
engrosamiento de los contestatarios debería llevar a Bruselas a
reconsiderar una política que provoca tanta abstención y tanta
disidencia. No es esto, no es esto.
España mañana será venezolana
Pedro de Hoyos Periodista Digital 26 Mayo 2014
Si uno se para a pensar cuál es el mensaje de los electores a los
grandes partidos puede perderse en una profusión de ideas a veces
contradictorias. Evidentemente el mensaje de la izquierda nos es el
mismo que el de la derecha.
Lo primero que cabe destacar es que España se siente más de
izquierdas que de derechas; o que es más fácil movilizar a los más
radicales, aquellos que quieren cambiar el status quo, que a los que
viven despreocupados del estado de las cosas, que tal vez desean el
mantenimiento del sistema tradicional. La izquierda sociológica se
ha movilizado, ha salido de casa y ha ido a las urnas encumbrando a
los hijos cabreados del PSOE. Si en el resto de Europa el ascenso de
la derecha radical es la noticia, en España la noticia es el ascenso
de I.U. y sobre todo de Podemos, partido sustentado por fondos
iraníes y venezolanos. Si ese es el futuro que nos espera malditos
sean los electores. Hijos de Hitler en el caso europeo, hijos de
Stalin en el caso español. Aviados estamos.
Al PSOE le han abandonado los suyos, le han hecho pagar su
participación en la crisis negada por Zapatero y combatida con las
mismas medidas que ha aplicado el PP. La izquierda sin duda ha
considerado tibia la postura de Rubalcaba. Poco “obrerismo” al
parecer. Los tiempos que se avecinan serán de más populismo y más
izquierdismo para recuperar sus votantes de otras ocasiones, en un
mundo que no permite determinados experimentos, en un mundo que aún
no ha inventado una alternativa al capitalismo salvaje que nos ha
llevado a seis millones de parados o al socialismo angustioso y
liberticida.
Que buena parte del éxito de este nuevo partido venga avalado por su
presencia en dos televisiones que antes le hacían el caldo gordo al
PSOE significa lo abandonado que le han dejado los medios que antes
le sustentaban. Convendría observar la evolución de los mensajes de
estas televisiones, las conversaciones ocultas que se cruzarán y
cómo evolucionarán los apoyos mutuos que unos y otros se cruzarán en
el futuro. ¿Quién depende más del otro, los partidos de los medios o
los medios de los partidos? ¿Habrá vendetta?
Al PP también le han abandonado buena parte de los suyos. Que Vox
haya estado a punto de alcanzar el Parlamento europeo, sumado a los
votos de Ciudadanos y UPyD, demuestra el descontento por la pérdida
de unos productos típicos de la derecha (si me dejan exagerar:
“Dios, Patria, Rey”) y que los votantes del PP no sólo quieren la
resurrección de la economía a toda costa, sino que son votantes con
otros valores más habituales en la derecha tradicional y que el PP
de la macroeocnomía y las estadísticas onanistas ha descuidado.
Aunque cabe poner en duda que estos resultados puedan trasmitirse a
unas elecciones nacionales Europa tiene un problema y España otro.
El castigo a los partidos mayoritarios ha sido enorme. Habrá que
saber si sólo es un aviso o si tiene más calado: mientras Europa se
desahoga votando a la ultraderecha en España votamos a la
ultraizquierda. España mañana será venezolana. A modelnos no nos
ganará naide
Pésimos presagios
EDITORIAL Libertad Digital 26 Mayo 2014
Las urnas han arrasado con los pronósticos y provocado una auténtica
convulsión en el panorama político nacional: a la espectacular
sangría electoral de los dos grandes partidos se une la
impresionante emergencia de la extrema izquierda y del nacionalismo
radical y filoterrorista. El escenario, ciertamente, es de
pesadilla.
PP y PSOE han cosechado lo que vienen sembrando desde hace tantos
años: unos resultados irrisorios fruto de sus mil enjuagues,
traiciones e incompetencias. Si estos resultados marcaran tendencia,
el bipartidismo que ha conformado la vida política de los últimos
decenios podría tener los días contados. Quizá ni siquiera pudiera
salvarlo un Gobierno de concentración. El futuro se presenta
especialmente tremebundo para un PSOE desnortado y con la extrema
izquierda absolutamente salida de madre. El PP, en cambio, tiene el
consuelo de ver cómo se ha estrellado Vox, el principal proyecto del
regeneracionismo liberal-conservador. Una pésima noticia que incluso
puede reforzar a Rajoy, que podría presentarse como valladar frente
al extremismo antisistema y seguir perpetrando agresiones de todo
tipo contra los principios y valores que en teoría debería abrazar
su partido.
Para colmo de males, las fuerzas más encarnizadamente antiespañolas
salen reforzadas de este envite, con resultados terroríficos en País
Vasco, Navarra y Cataluña. El escenario en estas regiones se torna
estremecedor.
Por el lado positivo apenas podemos consignar los resultados de UPyD
y Ciudadanos, merecida recompensa a su defensa infatigable de la
unidad de España y de su lucha contra quienes quieren destruirla y
quienes han permitido que se haya llegado a estos extremos de
desvertebración nacional.
Estos comicios no van sino a ahondar la inestabilidad política que
padece la Nación desde hace ya demasiado tiempo. España vive una de
sus horas decisivas y los problemas, lejos de irse solucionando, se
van enmarañando y agravándose. Es la hora de los liderazgos fuertes
y decididos. Liderazgos que sólo exhibe la extrema izquierda y el
nacionalismo sedicioso. No hay manera de atenuar la gravedad del
desafío.
Elecciones europeas
Terremoto electoral
José Luis González Quirós Libertad Digital 26 Mayo 2014
Las elecciones europeas que ayer se celebraron en España han
supuesto un auténtico terremoto electoral cuyas repercusiones serán
profundas y duraderas. El descalabro de los dos grandes partidos es
mayor aún del que resultaba previsible y ninguna maniobra de
maquillaje hará posible que se olvide. Ya pueden esforzarse la
vicepresidenta y la secretaria general –y presidenta de Castilla La
Mancha, que es mujer de inagotables capacidades– en disimular el
descalabro, que la herida inferida al PP de Rajoy no se cura con
monsergas. Tampoco el PSOE está para bromas, pero al menos no se
empeña en presentar el resultado como un éxito.
El electorado español ha girado a la izquierda de manera
espectacular y ese es un mérito que nadie podrá disputarle al
Gobierno de Rajoy, que ha conseguido que el PP aparezca como un
partido en liquidación, o al menos eso es lo que van a pensar desde
esta noche los miles de cargos electos que se ven en la calle en los
próximos meses, porque no cabe esperar que este desastre amaine por
arte de birlibirloque. En Madrid, por ejemplo, donde se han perdido
casi la mitad de los votos respecto a las elecciones europeas de
2009, se antoja punto menos que imposible mantener el Gobierno de la
Comunidad y la victoria en los grandes ayuntamientos.
Si la derecha hubiese obtenido este resultado después de acometer
reformas de auténtico calado, tal vez cabría una disculpa, pero
conseguir el ascenso de una izquierda radical y el abandono de un
altísimo porcentaje de los votantes propios por no haber hecho nada
medianamente serio no es un mérito al alcance de cualquiera. El
panorama se describirá como de crisis del bipartidismo, porque somos
muy dados a repetir los tópicos, pero lo que es realmente
espectacular es el destrozo de la sólida mayoría política del PP a
cambio de nada.
Es verdad que aparecen pequeños partidos, pero sobre todo en la
extrema izquierda. El Gobierno de Rajoy y sus habilidosas terminales
mediáticas se han encargado de silenciar a Vox, consiguiendo dejarlo
fuera de la Eurocámara por menos de dos décimas, y de potenciar a
Podemos, seguramente con el astuto propósito de perjudicar a la
izquierda. Dejando aparte que esto se parece a provocar un infarto
para combatir un cáncer, muestra bien a las claras las delirantes
maniobras que, al parecer, se enderezan exclusivamente a poder
seguir diciendo que el PP ha ganado las elecciones.
Seguramente se dirá que las urnas expresan el desafecto de los
ciudadanos por cualquier conjunto de razones, hay donde escoger,
pero sería hacer un reconocimiento cicatero de los méritos del Gran
Timonel, sea quien fuere, porque no conviene olvidar que el PP ha
desaparecido prácticamente del País Vasco y de Cataluña, mientras
que ERC gana por primera vez unas elecciones generales en esta
última región. Se trata, por tanto, de algo más que un desastre, es
un terremoto de proporciones desconocidas, aunque de causas bastante
obvias. Resulta que, cuando las cosas se hacen mal y contra lo que
se ha dicho que se haría, los propios te abandonan y los contrarios
te toman por necio, porque les parece, con razón, que Montoro no es
la persona más adecuada para hacer la política de izquierdas que ha
venido haciendo. En esto, al menos, tendríamos que ponernos todos de
acuerdo.
Los doce errores que una casta política no
puede cometer, sin morir en el intento
Luis del Pino Libertad Digital 26 Mayo 2014
1) No exprimas a la ciudadanía hasta la extenuación. No cargues todo
el peso del ajuste sobre las espaldas de los ciudadanos, para no
tocar los diecisiete chiringuitos en que has convertido el estado
autonómico. Con ello, solo consigues empobrecer a la gente para
mantener tu negocio. La gente empobrecida siente la tentación de
abrazar el extremismo. Si además comprueba lo bien que tú sigues
viviendo, normalmente se deja caer en esa tentación.
2) No traiciones tus señas ideológicas de identidad. Si eres
socialista, no indultes banqueros, ni reduzcas las pensiones. Si
eres conservador, no liberes terroristas, ni mantengas leyes de
aborto libre. Aunque tú solo te muevas por dinero, muchísimos
electores creen sinceramente en una serie de valores ideológicos.
3) No trates a tu electorado como si fuera imbécil. Si traicionas tu
programa electoral, no intentes encima convencer al votante de que
no es cierto lo que está viendo con sus propios ojos. Aunque tú
creas que sí, la mayoría de la gente no tiene un pelo de tonta.
4) No pienses que puedes controlar lo que ya no controlas. Aunque no
lo creas, ya no vivimos en la era del papel y de la TV. Y aunque
pienses que puedes controlar a la opinión pública quitando y
poniendo directores de periódico, o a base de concesiones de
licencias y publicidad institucional, la Red permite hoy en día a
los ciudadanos organizarse, superar cualquier bloqueo informativo y
conocer la realidad que tú tratas de ocultar.
5) No perviertas tus instrumentos de medida. Has convertido los
organismos y empresas de análisis demoscópico en simples
herramientas de manipulación de la opinión pública. En consecuencia,
has terminado haciéndote trampas al solitario y creyéndote tus
propias predicciones inventadas. Pasó con las últimas elecciones
autonómicas catalanas y ha vuelto a pasar en las europeas.
6) No cierres las válvulas de escape de una olla a presión. La
tensión acumulada termina encontrando vías de salida, a veces de
forma explosiva. Has hecho, por ejemplo, lo posible y lo imposible
para evitar que te salieran fuerzas contestatarias de derecha
moderada, con lo cual has terminado consiguiendo que te salga una
contestación de extrema izquierda. Como suele decirse: "ahí la
tienes, báilala".
7) No sobrevalores la aversión al caos. Como dice Huerta de Soto, el
Imperio Romano cayó porque los gobernantes consiguieron que el
ciudadano terminara prefiriendo ser invadido por los bárbaros. Si
dices "¡Que vienen los extremistas! ¡Vótame a mí, que soy
moderado!", la cosa puede funcionar. Pero lo que no funciona nunca,
por ejemplo, es el mensaje "¡Que vienen los extremistas! ¡Vótame a
mí, que soy un perfecto ladrón!".
8) No desprecies el valor de lo simbólico. En tu afán por consolidar
el estado autonómico en el que se basa tu negocio, has tratado de
eliminar cualquier referencia simbólica a España. Y ahora te
encuentras con que no tienes ningún argumento con el que pedir a la
gente sacrificios: ¿por quién va a sacrificarse la ciudadanía,
aceptando ajustes duros? ¿Por ti? ¿Por el partido? ¿Por la
Monarquía? ¿Por la República Confederal? ¿Por Europa? Nadie se
sacrificaría por nada de eso. Sin embargo, sí serían capaces de
hacerlo por su país.
9) No sobrevalores el papel de la propaganda. Por mucho que te
empeñes en repetir que "hay brotes verdes", que "la recesión ha
terminado" o que "hay alegría en las calles", la gente va a comprar
todos los días, y sabe cuánto le dura su sueldo, y habla con sus
amigos y con sus familias. Las mentiras flagrantes solo convencen a
los que de todas formas te habrían votado, aunque no las dijeras.
10) No mates a la gallina de los huevos de oro. Si eres corrupto,
trata al menos de moderarte. No puedes saquear en comandita las
cajas de ahorros, y encima desahuciar a decenas de miles de
personas, y encima estafar a centenares de miles con las
preferentes, y encima hacer que todos ellos paguen con sus impuestos
el agujero generado. Las cosas, los bolsillos y el aguante de la
gente, dan de sí lo que dan de sí.
11) No desprecies el valor de los sacrificios rituales. Cuando el
dios de la opinión pública se encoleriza por el estado de corrupción
generalizada, no te queda más opción que aplacarlo. Y eso exige
soltar lastre. No puedes pretender calmar a la ciudadanía colérica,
si ningún corrupto va nunca a la cárcel o si conviertes la
institución del indulto en una garantía perpetua de inmunidad.
12) No confundas el laboratorio con la realidad. La ingeniería
social también tiene sus límites, como la civil: los límites que
impone la propia sociedad que se quiere transformar. Si un terreno
no ofrece una base adecuada para construir una presa, construirla es
un suicidio. De la misma manera, mantener, por ejemplo, hojas de
ruta de confederalización sin apoyo social en toda España, equivale
a un suicidio colectivo, como estás teniendo ocasión de comprobar.
Los europeístas no pueden permitir que los
extremistas rompan la UE
Editorial El Mundo 26 Mayo 2014
EUROPA se convirtió ayer en el escenario de un terremoto político:
el auge de la extrema derecha y de partidos contrarios a la UE. El
ejemplo más preocupante se vivió en Francia, donde el Frente
Nacional de Marine Le Pen avasalló ganando las elecciones, y en
Reino Unido con el éxito del Ukip. También el ultraderechista danés
fue el más votado en su país y lo propio consiguió la izquierda
radical de Syriza en Grecia. Los neonazis griegos de Amanecer Dorado
y los ultraderechistas austríacos se erigieron como la tercera
fuerza de su país. E igual de alarmante resulta que en Alemania un
partido heredero del nazismo haya conseguido un escaño. Formaciones
contrarias a la UE, con alegatos antisistema, que abogan por reducir
o prohibir la inmigración e incluso la libre circulación y, sobre
todo, ponen en riesgo la unión política. Es decir, el auge de
partidos que sólo provocan inestabilidad en Europa.
Los grupos encargados del buen funcionamiento de la UE no
consiguieron sus mejores resultados. Hasta la coalición de Merkel,
que, pese a ganar, firmó ayer sus peores números. El PS de Hollande,
que tenía la difícil tarea de recuperar la confianza de los galos,
se ha visto relegado a un remoto tercer puesto. Francia es uno de
los valedores y promotores de la Unión. «Los franceses ya no
queremos que nos gobiernen desde fuera», ha dicho tan pronto conoció
los resultados Le Pen. La perdedora de estos comicios puede ser la
unión de Europa.
Pero pese a ello y a los agoreros de la abstención, que
satisfactoriamente se saldó con el primer crecimiento de
participación en unas europeas (una décima), el PPE y Juncker se
alzaron con la victoria con 211 escaños (63 menos que en 2009)
seguidos muy cerca de los socialdemócratas con 193 (sólo baja 3).
Los soberanistas y eurófobos han conseguido 168 escaños (47 más).
Socialistas y populares están obligados a pactar para elegir al
presidente de la CE.
Aunque la fragmentación del voto de los euroescépticos irá en su
contra, los partidos europeístas no pueden obviar su avance, ya que
hacerlo sería una irresponsabilidad. Tienen que convencer a la
sociedad de que pueden trabajar por Europa mediante eficaces
políticas sociales y económicas. Es el único camino para cerrar la
puerta a las formaciones antieuropeas y evitar un nueva alarma.
Elecciones europeas
El agónico ocaso de la sociedad abierta
Juan Ramón Rallo Libertad Digital 26 Mayo 2014
La socialdemocracia europea se construyó sobre un consenso
ideológico profundamente antiliberal, hijo bastardo del pacto
silente entre comunistas y fascistas. Sin embargo, la administración
de esa socialdemocracia consensuada recayó sobre unas élites
presuntamente tecnocráticas que renunciaron a cualquier discurso
ideológico en aras del turnismo gubernamental. Ningún partido
mayoritario osó jamás disputar las bases de ese consenso, dando la
batalla de las ideas y de los valores: al contrario, se limitaron a
asimilarlo con el propósito de maximizar sus opciones de acceder y
mantenerse en el poder. De hecho, todos aquellos que lo combatían,
que pugnaban por plantear un debate más de fondo cuestionando la
esencia misma de los valores y las ideas socialdemócratas, eran
directamente tildados de antisistema: cuando, en verdad, los mayores
antisistema eran aquellos que se obstinaban en blindar un sistema
claramente fallido.
A la postre, semejante circo político funcionó mientras la calidad
de la gestión socialdemócrata no era cuestionada por el conjunto de
la población. Mas en cuanto el pan ha comenzado a escasear, ha
bastado con que unas pocas formaciones de inspiración fascista o
comunista articularan un discurso mínimamente ideologizado para que
la fallida tecnocracia se ponga a tiritar. No sólo en España, sino
en casi toda Europa.
Acaso muchos opten por responsabilizar a la crisis del ascenso de
formaciones filocomunistas y filofascistas. Y, ciertamente, la falta
de pan tiene su porción de responsabilidad. Pero el problema de
fondo es otro: si la mayoría de la población asocia crisis con la
necesidad de un mayor antiliberalismo es porque las ideas
antiliberales llevan décadas siendo absolutamente mayoritarias en
Europa; es decir, si la incertidumbre trata de combatirse con mayor
estatismo es porque hemos interiorizado el discurso de que el Estado
es providente y la libertad una amenaza. A diferencia de otras
etapas históricas, nuestro problema no es que el Leviatán haya
aprovechado la crisis para crecer, sino que la mayor parte de la
población le ha implorado al Leviatán que crezca.
No en vano, el fondo del discurso de las formaciones antiliberales
que han ascendido con fuerza en casi toda Europa, y también en
España, es idéntico: la honda aversión a la sociedad abierta y a sus
valores de tolerancia, diversidad y voluntariedad. Desde el Frente
Nacional en Francia azuzando el odio contra los inmigrantes a Syriza
en Grecia avivando el odio contra los capitales extranjeros, pasando
por los distintos grupos de extrema izquierda que han emergido en
España, todos intentan asfixiar y reprimir con gran radicalidad los
pocos recovecos de libertad que todavía no habían sido barridos por
el consenso socialdemócrata que ha gobernado Europa desde la
conclusión de la Segunda Guerra Mundial. Pero su ascenso no se debe
a que los liberales se hayan quedado en casa, sino a que apenas
existen. La mayoría de europeos no piensan sustancialmente distinto
hoy que hace diez años; el núcleo de sus ideas sigue siendo el
mismo: la diferencia es que hace diez años tenían el estómago lleno
y hoy no, con lo que han optado por declinar su apoyo a la
tecnocracia y abrazar partidos ideológicamente afines pero más
radicales.
Así las cosas, el liberalismo lo tiene harto complicado en Europa:
las ideas liberales han sido absolutamente barridas de la escena
política durante el último medio siglo, machacadas por el consenso
socialdemócrata erigido en torno al dadivoso y corruptor Estado de
Bienestar. Reconstruirlas no es cuestión de años, sino de décadas: y
décadas es justo de lo que carece este Viejo Continente. Pues es
viejo en el peor sentido del término, a saber, cortoplacista,
mortecino y sin ilusión por el futuro; la tentación del
antiliberalismo es justo la de consumir el capital acumulado durante
generaciones en Europa, cual tercera generación de nuevos ricos que
dilapida la fortuna familiar: una creciente generación de jubilados
que tan sólo aspiran a seguir cobrando su pensión garantizada por el
Estado y una menguante generación de jóvenes desanimados y sin
aspiraciones cuya opción más racional es deglutir políticamente el
capital legado por sus padres.
El riesgo, aclarémoslo, no es el de una revolución convencional, que
a nadie interesa: el riesgo es el de apuntalar y reforzar el actual
régimen extractivo con un legitimador barniz de regeneración
democrática. Un sofisticado chavismo a la europea que renueve la
arena del circo y vuelva a repartir pan a costa de nuestra libertad
presente y prosperidad futura. Los partidos mayoritarios han
claudicado a la hora de combatir ideológicamente esta senda de
degeneración estatista: en esencia, porque el fondo de su discurso
es el mismo. Su esperanza por conservar la poltrona pasa por que la
recuperación económica se intensifique y la radicalización de los
movimientos antiliberales se modere: pero cuanta más fuerza cobre la
radicalidad antiliberal, menos bases quedarán para una recuperación
sostenible y no sufragada mediante el expolio y la destrucción
generalizada de capital (impagos, devaluaciones, inflaciones,
controles de capitales, aranceles, incrementos de impuestos…).
Una pescadilla que se muerde inquietantemente la cola y ante la que
los liberales sólo nos queda ofrecer una numantina resistencia
ideológica que bregue tanto contra el socavado consenso
socialdemócrata cuanto contra las energizadas excentricidades
filofascistas y filocomunistas. Eso y, una vez superado el límite
personal que razonablemente le impongamos al heroísmo, el exilio.
Un país sin referentes morales
Jesús Cacho www.vozpopuli.com 26 Mayo 2014
“Independientemente de los móviles de este asesinato, hay algo que
me sorprende en mí mismo: no haber experimentado ninguna emoción
particular por la muerte de una persona que pertenece a un partido
político al que voté en las últimas elecciones generales. Sin duda,
cuando se vota a un partido se establece algún tipo de vínculo
emocional con quienes representan ese partido. El votante deposita
su confianza en una organización, cuya garantía última son las
personas que la componen, y es aquí donde, creo, se produce ese
vínculo (…) He oído que en internet se dijeron cosas terribles sobre
este asesinato, pero lo que sobre todo me ha sorprendido ha sido mi
propia indiferencia emocional, aunque moralmente lo condene (…) Me
parece un síntoma de que algo está pasando en las relaciones entre
los representados y los representantes políticos. Se han distanciado
tanto, tan aislados están en su mundo, que los vínculos emocionales
se han roto. Es como si hubiéramos asistido a la muerte de un
marciano (…) Todo esto me parece algo inquietante; es un signo que
habla de la indiferencia del mal, de cómo el mal puede llegar a ser
rutinario sin generarnos conflicto emocional alguno”.
El párrafo transcrito pertenece a un post, firmado por “modesta”,
del foro correspondiente a una noticia aparecida en Vozpopuli el
pasado lunes 19 relacionada con el asesinato de Isabel Carrasco, y
es uno de los textos –una auténtica flor en el inhóspito erial de
las redes sociales- que más me han hecho cavilar en los últimos
días. Aproximación deslumbrante en su sincera crueldad a la
situación de una sociedad que, a la ausencia de referentes morales,
ha unido en los últimos años el divorcio, la ruptura profunda entre
votantes y votados, representantes y representados, entre partidos y
ciudadanos. Una radiografía perfecta de los males de una ciudadanía
desengañada, descreída, estafada por la realidad de un presente cuya
dureza jamás llegó a imaginar hace apenas unos años, cuando todos
nos pensábamos ricos, y los ciclos y las crisis eran cosa del pasado
remoto y ante nosotros se abría una autopista hacia el cielo del
eterno crecimiento económico.
A falta de liberales, la práctica totalidad de las reformas
emprendidas por el PP se han quedado a medio camino
La reflexión es más oportuna que nunca en un día como hoy, en el que
los españoles están llamados a las urnas para elegir a sus
representantes en un proyecto que, con Europa en plena crisis,
adquiere tintes de manifiesta irrealidad. Cuando dentro de unas
décadas, los historiadores hagan recuento de estos años seguramente
coincidirán en que la consulta del 20 de noviembre de 2011 fue la
última oportunidad que millones de españoles, que estaban dispuestos
a aceptar cualquier sacrificio, se dieron para enderezar el rumbo de
una España que se había ido a pique bajo la doble presidencia de un
tipo cuyo nivel de incompetencia había rebasado ampliamente la
importancia del cargo. Pronto esas esperanzas se vieron defraudadas.
De espaldas a su programa, el nuevo Ejecutivo debutó con una brutal
subida de impuestos, particularmente del IRPF, que ha comprometido
el nivel de vida de las amplias clases medias. La práctica totalidad
de las reformas emprendidas por el PP se han quedado a medio camino,
como corresponde a un Gobierno en el que, a falta de liberales,
cohabitan todas las tribus que pueblan el espectro de la derecha
española, desde socialdemócratas a conservadores puros, pasando por
estatistas convencidos. Todo a medio gas, todo mediocre, todo
triste. “La espaciosa y triste España” del verso de Fray Luis de
León. Todo infinitamente lejos del golpe de genio de ese líder capaz
de abordar con valentía las reformas de fondo, económicas pero sobre
todo políticas, que reclama la situación terminal de un régimen,
¡ay, la famosa Transición!, que ha llegado exhausto hasta aquí, con
la propia Corona encabezando el ranking de una corrupción galopante.
Un cabreo existencial y económico
Peor que eso. La labor de este Gobierno se ha visto, además, privada
de la auctoritas necesaria por el escándalo de corrupción
descubierto en las sentinas del propio partido en la calle Génova,
un episodio que en una democracia sana (“Resiste Luis, hacemos lo
que podemos pero no es fácil”) hubiera forzado la dimisión de su
Presidente. La consecuencia de ese escándalo, sumado a la innata
incapacidad de Rajoy y su equipo para satisfacer las altas
exigencias puestas en él por tantos españoles, su condición de mero
gestor agazapado ahora en espera de que la recuperación selle todos
los problemas y haga olvidar las miserias políticas del régimen, ha
venido a significar el cierre del círculo del desengaño colectivo.
Todas las esperanzas se han esfumado. Todos los puentes entre
gobernantes y gobernados se han roto, y en su lugar se ha instalado
una desconfianza que bordea el desprecio, incluso el rencor. Como
decía “modesta”, se han roto los vínculos emocionales entre los
ciudadanos y su clase política.
El cabreo del ciudadano con sus políticos no es algo meramente
existencial. Es también económico, de pérdida de nivel de vida y de
oportunidades de futuro, de esa ausencia de perspectivas que obliga
a jóvenes de brillante currículum a buscar trabajo en el extranjero.
Rara será la familia española que de una u otra forma no haya sido
castigada por la crisis y sus escándalos, bien con la desaparición,
total o parcial, de sus ahorros en “preferentes” y otros vehículos
de inversión con sabor a estafa, bien con la pérdida del puesto de
trabajo, la extra de Navidad o los recortes salariales. Pero
mientras las familias se apretaban el cinturón, en la acera de
enfrente los españoles asistían perplejos al espectáculo del rescate
financiero, más de 60.000 millones de dinero público, de unas
entidades cuyos dirigentes se lo han llevado crudo a la vista del
tendido. Espectáculo de una obscenidad que raya en el esperpento y
que esta misma semana ha tenido uno de sus episodios más llamativos
con el juicio a los rectores de Caixa Penedès: cuatro señores se
adjudicaron 31,6 millones en planes de pensiones porque “no haberlos
cobrado hubiera supuesto una discriminación respecto al resto de
trabajadores de la entidad”.
Nada sería igual sin la pobreza de nuestra casta política. No hay
liderazgos. No hay referentes morales
De modo que la gente ha perdido el respeto… y la paciencia. Y donde
antes la buena educación o los principios morales imponían la
tolerancia como norma, ahora aletea airado el deseo de zarandear el
Audi donde viaja ese poder lejano y esquivo, o se descarga en
twitter la rabia de quien se alegra por el vil asesinato de una
política, y las redes sociales navegan cargadas de improperios, y
los foros se inundan de insultos y todo se retuerce, se envilece, se
encanalla. Nada sería igual sin la pobreza de nuestra casta
política. No hay liderazgos. No hay referentes morales. En una de
las mayores crisis de su historia reciente, España se ha topado en
el puente de mando con la clase política más feble. Su pobreza,
intelectual y moral, desmiente de largo el aserto de Bertrand
Russell, según el cual en una democracia los elegidos nunca pueden
ser peores que los electores, porque si lo fueren, éstos serían
todavía peores por haberlos votado. La mala suerte de España con sus
políticos ha sido un tópico proverbial de nuestras elites, desde
Larra aOrtega, pasando por Baroja y muchos más. Uno de los “males de
España” estaba, según Azaña, en la incapacidad para conseguir formar
una clase dirigente capaz de encarrilarnos por la senda de un país
democrático, educado y culto. El problema se ha ido agravando desde
el inicio de la Transición a esta parte, con los partidos
convertidos hoy en agencias de colocación de fieles “domesticados”,
en expresión también de Azaña, cuya vida laboral ha transcurrido
siempre en el aparato, que tendrían difícil encontrar un buen empleo
en el sector privado.
Felipe González como enlace entre clase política y gran empresa
En este marco votan hoy los ciudadanos para elegir a sus
representantes en Europa. Pero el problema de los españoles no es
Europa, sino España. Lo que hay que enmendar, recomponer, ajustar es
España. Dar una salida pacífica, democrática, a la frustración de
millones de ciudadanos desencantados con el sistema, algo que no
entra en los planes del establishment patrio. Los empresarios del
Ibex se están implicando directamente en una solución a la crisis
española plenamente continuista, alarmados sobre todo por el desafío
secesionista catalán. Con el beneplácito del Rey, empeñado en ganar
tiempo para recomponer su imagen hundida, Felipe González está
oficiando de go-between entre Zarzuela, los dos grandes partidos y
la gran empresa. El ex presidente ha mantenido conversaciones con
César Alierta(Telefónica) Y Emilio Botín (Santander), auténtico
cogollo del poder económico español, como cabeza de un quinteto
compuesto por Francisco Gonzalez (BBVA), Isidro Fainé (La Caixa)
eIgnacio Sánchez Galán (Iberdrola). Al “Grupo de los Cinco” le
preocupa Cataluña, y le preocupa la suerte que pueda correrPérez
Rubalcaba si esta noche se confirmara un coscorrón electoral en las
filas del PSOE, porque para ellos, alarmados por la existencia en el
socialismo de delfines tipo Madina, Don Alfredo es un pilar
fundamental en la estabilidad del sistema.
Elites reacias al cambio. Soluciones lampedusianas de un Poder que
solo aspira a alargar la agonía, a ralentizar la caída de los
dioses, en lugar de tomar con determinación el timón de los cambios
que reclama a gritos la profundidad de la crisis política española.
La grosse koalition que propugnan, manifestación de la coyunda entre
lo público y lo privado, descarta, en efecto, ese gran pacto de
Estado que, con luz y taquígrafos, tendría que abordar una reforma a
fondo de la Constitución del 78 como única vía razonable para sanear
las instituciones, democratizar los partidos, devolver la
independencia a la Justicia (única manera de acabar con la
corrupción estructural que sufrimos), intentar una solución pacífica
al problema catalán y, en definitiva, alumbrar otro nuevo periodo de
vida en común que, agotado el que se inició en 1975 con la muerte de
Franco, sea capaz de llevar a los españoles hasta el umbral del
2050, y de hacerlo en paz prosperidad, volviendo a tender los
puentes afectivos que un día unieron a representantes y
representados y que hoy han saltado por los aires.
Ortega y la rebelión de las masas
fernando garcía de cortázar ABC 26 Mayo 2014
Si Unamuno aparece, desde el umbral mismo de la Dictadura,
interpelando a España para que haga revivir el esencial liberalismo
de un pueblo modelado en la cultura cristiana, Ortega adopta un
distanciamiento que sorprende a quienes lo habían señalado como
líder espiritual del movimiento regeneracionista. En la evolución
intelectual del catedrático madrileño se ha abierto una nueva etapa,
que incluye la sustitución del paternalismo regeneracionista por el
recelo ante la democracia. Siempre atento a los acontecimientos
científicos y sociales que vive Europa, Ortega observa la Dictadura
como la variable española de una rectificación del parlamentarismo,
al estilo de diversas experiencias políticas del continente.
Las viejas simpatías por el radicalismo o el reformismo amainan, en
el ánimo del sagaz observador. Sin abandonar nunca el empeño en
instaurar una pedagogía orientada a la formación de una nación de
ciudadanos, el discurso político de Ortega irá despojándose de su
tono de exhortación a las élites para convertirse en un análisis en
el que la política cede su lugar de relevancia a la sociología. Las
escasos comentarios a los acontecimientos iniciados con el golpe de
Estado tienen, en las palabras de Ortega, un aire blando,
comprensivo, que contrasta con la particular dureza empleada en sus
ataques a la vieja política. Quizás el filósofo muestre, como pocos,
el desaliento que el fracaso del regeneracionismo de las dos
primeras décadas del siglo ha sembrado en el espíritu de la
generación del 14. Aunque en 1930 se entregue a la causa de la
República acuñando uno de los más célebres lemas de la transición,
«Delenda est monarchia», eso ocurrirá tras la caída de Primo de
Rivera y el nombramiento de Berenguer.
A lo largo de los seis años y medio del Directorio, la templanza de
Ortega es algo más que moderación. Es sospecha íntima de un cambio,
de la llegada de un nuevo ciclo histórico dominado por las doctrinas
políticas que ponen sus esperanzas en la movilización de las masas.
Para él, por el contrario, todo proyecto de gobierno debía basarse
en la pedagogía social elaborada por las minorías selectas.
Combativo, como nunca, contra el «plebeyismo», Ortega no deja de dar
consejos a los nuevos gobernantes, confiando en que los españoles
echen en falta la libertad que no han sabido ejercer
responsablemente. En 1925, su elogio fúnebre a Antonio Maura
rectifica la trayectoria de su mocedad radical y manifiesta su
admiración por el único dirigente de los viejos partidos dinásticos
capaz de proponer un verdadero programa de cambio en España. Dos
años más tarde su ensayo sobre Mirabeau ensalza la figura del
político como dirigente histórico al servicio de una idea, no como
mero gestor del Estado: un prócer consciente de su tiempo con una
inmensa ambición nacional.
Escisión entre minorías
En «La deshumanización del arte», Ortega irá mucho más allá del
pretexto de un ensayo sobre las vanguardias, para hacer la apología
de un nuevo concepto de la política que, como la complejidad del
arte reciente, desborda la capacidad de comprensión de las mayorías
y establece la necesaria escisión entre las minorías egregias y las
masas ignorantes.
La «Revista de Occidente» de Ortega constituirá el mayor esfuerzo de
su tiempo para dar forma concreta a la voluntad de «europeizar
España» planteada desde el regeneracionismo de Costa y el 98.
Alejada de los debates políticos del corto plazo, la revista
alumbrará ensayos de literatura, filosofía, sociología, psicología y
ciencias experimentales, que abren a la avidez de los lectores las
compuertas de la revitalización de la cultura europea tras el trauma
de 1914. La formación de las minorías era el propósito de buen
número de las experiencias culturales que se hicieron paso en
aquella brillante década española de los veinte. Los nombres más
ilustres de la cultura europea del momento figuran en la
publicación, cualquiera que sea su disciplina: Huizinga, Weber,
Whitehead, Freud, Simmel, Spengler, Russell, Morand, Cocteau… Junto
a ellos, sobresale también el esfuerzo por dar a conocer la intensa
actividad científica y literaria española, que se incorpora
resueltamente al ritmo continental: los poetas de la generación del
27, la nueva novela de Jarnés y, sobre todo ello, el repaso crítico
exhaustivo, hecho desde nuestro país, de las nuevas tendencias del
pensamiento europeo.
En el final de la década, cuando está a punto de expirar la
Dictadura, Ortega publica las sucesivas entregas que compondrán su
obra de mayor impacto en el exterior, «La rebelión de las masas».
Contribución a las reflexiones que se realizan por doquier ante una
nueva realidad de la que la política ya no podrá prescindir, Ortega
desplegará su talento de analista y sus prejuicios de intelectual
consciente del sector social al que representa y que considera
amenazado. No se trata solo del «hecho de las aglomeraciones». Se
trata también, y sobre todo, de la valoración de una nueva época en
la que la excelencia doctrinal y la búsqueda de la verdad, base de
nuestra civilización, podrán ser sacrificadas por un nuevo
arquetipo, el del «hombre-masa» y de los políticos puestos a su
disposición. «Sufre hoy el mundo una grave desmoralización» -se
lamenta el filósofo-, entre cuyos síntomas se encuentra la falta de
respeto a las conquistas culturales de nuestra civilización y la
pérdida de una conciencia de pasado común sobre el que poner en
marcha un futuro en armonía. La llamada a que España construya su
destino integrándose en una Europa exigente, que huye de la
vulgarización y la demagogia, parece anunciar, al filo inicial de la
nueva década, los datos de la tragedia en la que se arriesgaría
gravemente la supervivencia de nuestra cultura nacional y la idea
entera de Occidente.
******************* Sección "bilingüe"
***********************
El independentismo arruina el futuro de Cataluña
Roberto Centeno El Confidencial 26 Mayo 2014
Pinche aquí para consultar la versión alemana de este artículo
escrito por Stefanie Claudia Müller
http://blogs.elconfidencial.com/economia/el-disparate-economico/2014-05-26/die-unabhangigkeitbestrebungen-ruinieren-die-zukunft-kataloniens_136511/
Alemania es el socio económico más importante para España y, en
consecuencia, para Cataluña. Es justamente por esto que los
empresarios germanos ahora están muy preocupados sobre la intención
del Gobierno catalán de separar la región del resto de España.
Algunos de los miembros del círculo de ejecutivos alemanes en
Barcelona (KdF) han salido del silencio que caracteriza a muchos
círculos económicos y políticos en relación con la política de Artur
Mas.
Han publicado una declaración como personas privadas en la cual
expresan su enorme preocupación sobre esta evolución en Cataluña,
que ellos ven no solamente económicamente peligrosa por la salida de
Cataluña de la Unión Europea, sino también porque es anacrónica y
potencialmente desastrosa. Textualmente dicen: “Alertamos de los
peligros de un fervor nacionalista, que en el último siglo ha traído
sufrimientos inmensurables sobre Europa y que tampoco traerá nada
bueno para Cataluña.”
Los empresarios españoles deberían posicionarse contra el
independentismo
Esta declaración valiente, promovida, entre otros, por el abogado
Carlos Wienberg en Barcelona refleja lo que muchas empresas foráneas
y políticos extranjeros piensan pero no quieren expresar. Y la élite
empresarial española, en una dejación suicida, tampoco se ha querido
pronunciar ni contra el independentismo ni contra la inaudita
cobardía del Gobierno y del Rey.
Pero es esencial frenar este movimiento que lleva a una situación
absurda en la que se manda a corresponsales extranjeros notas de
prensa en catalán o soflamas sobre la independencia en inglés, en
las que se les invita a ir a Cataluña para hablar con los líderes
proindependencia para dejarse convencer de algo que es para todos
los economistas y también politólogos una auténtica locura, y que no
corresponde ni a una lógica histórica –Cataluña jamás ha sido
independiente y menos aún una nación– ni a una necesidad del pueblo
catalán que no vive bajo ningún tipo de presión. En Alemania, como
en el resto del mundo civilizado, pagan más impuestos al Estado los
estados o länder más ricos como Bayern y Baden-Württenberg, porque
tienen la suerte de tener en su territorio las mejores empresas del
país.
Es esencial frenar este movimiento que lleva a una situación absurda
en la que se manda a corresponsales extranjeros notas de prensa en
catalán o soflamas sobre la independencia en inglésSe ha publicado
ya en muchos medios importantes en Alemania. Wienberg quería sobre
todo dejar claro que Cataluña tiene que salir de la UE en un caso de
independencia: “Van Rompuy, Barroso, Redding y Junckers lo han
confirmado varias veces”, dice el abogado. Y en este sentido resulta
tan falsa como patética la propaganda por parte del Círculo Catalán
de Negocios que dice en un comunicado a la prensa extranjera que no
está claro que Cataluña tenga que salir de la UE, que no hay nada
escrito de que esto será así. Este círculo de empresarios catalanes
tramposos que están engañando miserablemente al pueblo catalán
recuerdan a los eclesiásticos de Constantinopla discutiendo sobre el
sexo de los ángeles cuando los turcos estaban escalando sus
murallas.
Se trata de una ceguera suicida. Y no solamente una Cataluña
separada tendría que abandonar la Unión Europea, es que todas la
empresas y bancos con sede social en Cataluña tendrían que abandonar
España, donde realizan los dos tercios de su negocio, lo que, unido
a la desbandada de las multinacionales de alimentación y farmacia en
la región ya que sus principales clientes están en el resto de
España, hundiría el PIB per cápita a poco más de la mitad en el
mejor de los casos. Y algo que preocupa extraordinariamente en los
mercados de capitales: Cataluña tendría que hacerse cargo de su
cuota parte –como ha sucedido en todos los procesos de escisión– de
la deuda española, que es del 20%. Como la deuda total de España
(pasivos en circulación) es de 1,36 billones de euros, no sólo la
computable, Cataluña debería abonar 272.000 millones de euros, a lo
que se añaden los 50.000 que adeuda en forma directa; un total de
322.000 millones de euros, lo que es imposible de asumir por
Cataluña y que la conduciría a la suspensión de pagos al día
siguiente de declarar la independencia.
Aquellos descerebrados que afirmen que no se harían cargo, el
Gobierno de España tiene los medios para cobrarla embargando los
activos de empresas catalanas en España para luego subastarlos,
exactamente igual que hace hoy Hacienda para cobrarse los impagados
de los contribuyentes.
La Reichskristallnacht del nacionalismo radical catalán
Dejando estos temas aparte, con la llamada “declaración de
Barcelona” de los economistas alemanes, se ha sensibilizado a la
opinión pública alemana sobre problema real que los catalanes,
muchos de ellos, no quieren ver. La independencia no aporta nada a
Cataluña, solamente problemas. Y no sólo es una cuestión económica,
lo que es bastante de sentido común (rotura de un mercado común),
sino que acarrearía consecuencias políticas para los catalanes que,
o no consideran, o ni se las pueden imaginar.
Muchos de los extranjeros que viven en Barcelona, una ciudad
maravillosa y siempre muy cosmopolita, están literalmente hartos de
las conversaciones independistas y el catalanismo. Ellos han venido
a España para aprovechar la movilidad de la UE e intentar su suerte
en otro país. Ahora tienen que luchar contra el extremismo con que
se enseña la lengua catalana y se impone una cultura que debe ser de
libre elección, y que sólo la inaudita pasividad del Gobierno está
permitiendo que se vulnere la Ley y los derechos humanos más
elementales. Mas critica al Gobierno central de ser “imperial y
intolerante”, pero es eso, exactamente, en lo se convierte Cataluña,
que siempre fue una fuente de muchas culturas.
El Círculo de Empresarios Catalanes tramposos que están engañando
miserablemente al pueblo catalán recuerdan a los eclesiásticos de
Constantinopla discutiendo sobre el sexo de los ángeles cuando los
turcos estaban escalando sus murallasLas inversiones en curso no se
han detenido porque consideran el tema erróneamente cerrado, al ser
declarada ilegal la consulta por el Tribunal Constitucional. Y no es
extraño que en Alemania consideren eficaz e irreversible la decisión
del Tribunal Constitucional que anula la convocatoria de un
referéndum para la autodeterminación de Cataluña. No podemos olvidar
que para los alemanes, igual que el resto de las naciones
democráticas, la noción de Estado de Derecho, creada por el gran
jurista Robert von Mohl, es algo muy serio. Jamás puede entenderse
ni allí ni en ninguna otra parte, como en España, que se emplee
continuamente la expresión "Estado de Derecho" para indicar que aquí
la vida política y económica está regida por leyes, y luego estas no
se cumplen en función de los intereses cortoplacistas o no de las
oligarquías política y económica.
Debe recordarse ahora, para que a ningún extranjero le extrañe, la
poca importancia que tienen en España las leyes políticas y
económicas. Por ello, y aunque el Tribunal Constitucional haya
anulado la validez del referéndum convocado por el actual Gobierno
catalán, eso no quiere decir en absoluto que las autoridades
políticas separatistas vayan a respetar esa decisión constitucional.
Si el presidente de la Generalitat no llega a convocar ese
referéndum no será porque una entelequia jurídica como la del
Tribunal Constitucional se lo prohíba, sino porque teman la
intervención de la policía estatal para impedir de hecho que se
celebre.
Se pensará que aquí lo único que cuenta es la política de hechos
consumados. Y tienen razón los que así opinan, porque esta situación
se habría cortado de raíz si el Jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, o
el rey Don Juan Carlos de Borbón no hubieran permitido a ninguna
autoridad sometida a la soberanía del Estado Español que el
presidente de la Generalitat hubiera llegado tan lejos; no sólo en
sus palabras, sino también con actos políticos claramente delictivos
tipificados en el Código Penal español como “provocación para la
sedición”, penado con una codena de hasta 20 años. Y un lugar de
meter en la cárcel a Artur Mas, le abrazan y saludan afectuosamente.
Esta deriva independentista daña extraordinariamente la imagen de la
economía alemana, que es muy importante en esta región de España,
donde tienen sede Seat, la filial de Volkswagen, o Lidl y Allianz.
“A los alemanes nos gusta tener seguridad en nuestras
planificaciones. Este proceso de independencia genera mucha
inseguridad”, explica Georg Abbeg del despacho Roedl & Partner en
Madrid.
Esta deriva independentista daña extraordinariamente la imagen de la
economía alemana, que es muy importante en esta región de España,
donde tienen sede Seat, la filial de Volkswagen, o Lidl y AllianzLa
consulta catalana está prevista para el 9 de noviembre de este año.
Fecha clave para los alemanes y también en Europa: el 9 de noviembre
de 1938 fue la noche Reichskristallnacht, en la cual el nacionalismo
feroz de los nazis enseñó su cara más fea al resto de Europa. El 9
de noviembre de 1989 fue la caída del muro en Berlín, un día de
mucha alegría que ponía fin a una Alemania separada. Pero los
alemanes sabían también en su mayoría que a partir de este momento
nunca jamás podrían dejarse llevar por el nacionalismo y tampoco
debería dejarse arrastrar España, que ha vivido una terrible guerra.
Ni el nacionalismo español ni el nacionalismo regional deberían
dirigir la política española: nos tiene que dirigir un sentido
europeo que nos ha salvado hasta ahora a todos de un futuro oscuro.
Los separatistas no pagan a los traidores
La provocación del nacionalismo radical amenazando con violencia a
Montoro, que es precisamente quien saquea a los españoles para
regalarles el dinero a los separatistas catalanes, demuestra una vez
más que la debilidad ante el chantaje independentista favorece el
aumento y la extensión de las fuerzas separatistas, que no pagan a
traidores. Un ejemplo más del suicida error de D. Juan Carlos
diciendo a los separatistas que hablando se entiende la gente, y de
Margallo, felicitando a la Generalitat por el éxito de la Diada
encadenada. Es difícil encontrar en la historia europea personajes
de tan peligroso e irresponsable histrionismo.
Pero el tema es infinitamente peor. El Rey y Rajoy están negociando,
con la oligarquía catalana, a espaldas de los españoles, un pacto
fiscal que supondría no sólo la ruina de las demás regiones, sino,
sobre todo, la destrucción de la unidad nacional y moral de España.
Esta forma felona de gobernar estaría regalando a Cataluña lo que
los catalanes no han podido durante toda su historia: una nación
propia. Esta inaudita gesta de cobardía ante un separatismo aldeano
que no resistiría ni a una compañía de la Guardia Civil ejecutando
la orden de un Boletín Oficial del Estado, que se paralizó de miedo
ante Franco, quiere obtener ahora, ante una Monarquía nula y un
Gobierno amedrantado, lo que Cataluña nunca fue. Al Rey y al
Gobierno no les impresiona lo más mínimo el hecho de estar rompiendo
500 años de historia de España. ¿A cambio de qué?
(1) Stefanie Müller es una periodista alemana.
La distorsión del “derecho a decidir”
La reivindicación se presenta como expresión natural e innegociable
del principio democrático, pero ese es un argumento engañoso
revestido de una legitimidad impostada, y que incluye ingredientes
poco democráticos
Francisco J. Laporta. El Pais 26 Mayo 2014
Estos días he leído dos ideas en torno a los derechos humanos que
suenan a paradoja pero quizá no lo sean tanto. Liborio Hierro, uno
de nuestros más serios investigadores sobre el tema, advierte en un
libro reciente, Autonomía individual frente a autonomía colectiva,
que también puede darse el caso de que ciertos “poderes viejos”
hagan suyo el lenguaje de los derechos para revestirse de una
legitimación nueva y volver a dominar a las personas. Por su parte,
Joshua Greene, en un libro muy discutido, Moral Tribes, desliza la
idea de que los derechos pueden ser esgrimidos también como un arma
que nos permite blindar nuestros sentimientos como si fueran hechos
concluyentes, no negociables. Si tengo derecho a algo, el asunto
está zanjado: no caben más argumentos. Me parece que ambos tienen
razón: invocar los derechos puede ser una estrategia de ciertos
poderes sociales para controlar a las personas de otra manera, y
apelar a ellos hace difícilmente negociables los desacuerdos morales
y políticos en los que esos derechos anidan.
Esas dos advertencias son aún más pertinentes cuando el lenguaje de
los derechos no es usado para referirse a personas individuales sino
a supuestas entidades colectivas, como las minorías, las naciones o
los “pueblos”. En este caso, las distorsiones tienden a
incrementarse por dos razones: en primer lugar, los poderes y sus
intereses disimulan su verdadera condición mediante el subterfugio
de presentarse como la voz de la entidad colectiva: no soy yo el que
habla, es la nación, el pueblo y sus derechos, lo que habla a través
de mí. En segundo lugar, los ciudadanos son empujados a un ejercicio
sentimental de traslación de su identidad a la entidad moral
superior y muchos acaban por creer que lo mejor o lo más importante
de lo que son se lo deben a su pertenencia al todo. Si se pone en
cuestión la entidad colectiva se ponen en cuestión sus derechos y
hasta su propia identidad personal.
Los ciudadanos son empujados a trasladar su identidad hacia una
entidad moral superior
Esa representación mágica que pretenden algunos voceros del
nacionalismo es, naturalmente, una impostura, pero tiene unos
efectos demoledores sobre la deliberación de los problemas públicos.
Quienes la detentan parecen creerse autorizados para imprimir un
turbio sesgo a su favor en el debate público y promueven para ello
una vergonzosa parcialidad en los medios que administran. La
justificación que esgrimen se presenta como algo natural: si se pone
en cuestión el derecho colectivo se pone en cuestión la patria. Y
por lo que respecta al mensaje que se proyecta sobre el ciudadano,
lo que se busca es que quienes habitan ese espacio se abandonen al
sentimiento colectivo y estén dispuestos a sacrificar sus derechos
individuales ante el altar de la entidad moral superior.
Distorsionado así el debate público sobre los derechos que se
tienen, y entregados los ciudadanos a la identidad enajenada, el
lenguaje de los derechos se torna, en efecto, en un instrumento de
dominación y queda blindado ante cualquier negociación. Lamento
tener que decirlo, pero la atmósfera de la discusión es hoy
francamente irrespirable en Cataluña, y está lejos de lo que debe
ser una deliberación pública libre.
En ese marco deformante es donde hay que examinar esa reivindicación
del llamado “derecho a decidir” que está prendiendo demasiado en
Cataluña. Se presenta, con actitud desafiante, como expresión
natural e innegociable del principio democrático y los derechos que
lleva consigo, de forma que aquellos que discuten la existencia de
tal derecho o no apoyan su ejercicio sin límites han de ser tenidos
irremediablemente por anti-demócratas y desconocedores de los
derechos más elementales del ciudadano. Lo que está sucediendo en
Cataluña, la postulación colectiva del “derecho a decidir”, no puede
ser limitado ni detenido por meras leyes, ni siquiera por la
Constitución o por decisiones del Tribunal Constitucional, porque
eso traicionaría el derecho básico a tomar parte en las decisiones,
que el demócrata tiene que defender ante todo. Algunos de quienes
apelan a este argumento, incluso desde la sedicente “izquierda”
—¡cosas veredes, Sancho!— lo llaman “radicalidad democrática”.
Deploro tener que decir que no hay tal cosa. Tan sólo es un
argumento engañoso revestido de una legitimidad impostada. Si
hurgamos un poco en sus adentros veremos enseguida que tiene
ingredientes poco o nada democráticos y alguno bastante oscuro.
Hay, en efecto, en esa propuesta, como en todo procedimiento de
decisión mediante el voto de una pluralidad de actores, al menos
cinco momentos en los que no aparece para nada el principio
democrático, es decir, en los que el proceso que se promueve carece
de alcance democrático porque no se expresa en él la voluntad de los
ciudadanos. En esos cinco momentos, por tanto, el derecho a decidir
no es democrático ni expresión de democracia alguna, sino producto
de decisiones políticas no consultadas con pueblo alguno. El primero
es la resolución misma de consultar o no consultar al electorado. Es
lo que se llama en la jerga politológica el control de la agenda. El
segundo, como recordaba en estas páginas hace días José Álvarez
Junco, la determinación e identificación del cuerpo electoral, del
demos que ha de decidir. Un tercero es la cuestión sobre la que ha
de decidirse, es decir el objeto de la decisión. El cuarto es la
formulación de la pregunta o interrogante que se somete a ese demos.
Y el último es el momento temporal —la fecha— en que se va a
proceder a realizar la operación. Es palmario que ninguna de esas
cinco materias tan importantes para el proceso democrático le ha
sido consultada a nadie para que pudiera ejercer sobre ella el
famoso derecho a decidir. Han sido resoluciones tomadas de antemano,
es decir, impuestas desde la Generalitat, más allá seguramente de
sus competencias legales, y con el fin, al parecer, de que se ponga
en marcha ese proceso con tantas ínfulas democráticas. Pero ellas
mismas no son resoluciones democráticas. No hay que escandalizarse
por ello, porque se trata de extremos que no pueden ser decididos
democráticamente por razones lógicas. Si se consulta o no a los
ciudadanos, quién constituye el demos o cuerpo electoral, cuál es el
objeto de la decisión o cuál la fórmula de la pregunta, y cuándo se
va a realizar la consulta, son asuntos que se imponen al proceso
democrático desde fuera, y tienen que imponerse desde fuera. No
puede ser de otra manera. Si nos propusiéramos consultar esos
extremos incurriríamos necesariamente en argumentos circulares o
regresos al infinito, es decir, en razonamientos inconcluyentes.
Esto sólo nos tiene que llevar a una convicción importante: que el
derecho a decidir no es, como se pretende, la quintaesencia de la
democracia, sino sólo un momento importante de ella rodeado por
decisiones no democráticas. Y es a esas decisiones a las que hay que
interrogar por si esconden alguna trampa.
No existe ningún pueblo catalán en el nombre del que se pueda hablar
para pedir un “Estado propio”
Sobre las competencias legales para convocar o decidir un tema
semejante, o sobre la naturaleza alambicada de la pregunta ya se han
escrito demasiadas cosas. A mi juicio, sin embargo, la cuestión que
crea una distorsión más espesa en el debate es la contenida en el
primer principio de la declaración del Parlament. Esa que dice que
el pueblo de Cataluña es un “sujeto político y jurídico”. Dejemos a
un lado lo de “soberano”, porque esa es una cuestión ulterior. Pues
bien, lamentaría que alguien se ofendiera, pero esa afirmación tan
solemne es simplemente la fabulación voluntarista de una entelequia.
Y en ella, me parece, está casi toda la trampa. Cuando advertimos
que una pluralidad de individuos tiene algunas propiedades comunes:
creencias religiosas, el uso de una lengua, pautas culturales,
tradiciones, etc. nos sentimos tentados con frecuencia a articular
esas propiedades en forma unitaria e hipostasiarlas en una entidad
nueva y distinta de los individuos que las comparten. De ahí nacen
los entes colectivos y las abstracciones sociológicas que parecen
erigirse ante nosotros demandando que las tratemos como seres vivos
con personalidad, rasgos mentales (intenciones, voliciones, etc.) y
derechos. Es decir, que las consideremos “sujetos”. Pero esto no es
más que una manera de hablar, una ficción que a veces es útil y a
veces engañosa. Y siempre es ética y políticamente peligrosa. No
existe ningún pueblo catalán en el nombre del que nadie pueda
hablar, y por tanto ni tiene ni puede tener derechos, ni históricos
ni actuales, ni jurídicos ni morales. Ni cabe que como tal sujeto
ficticio exprese un deseo de tener “un Estado propio” como si de
adquirir un traje nuevo se tratara. Todo eso no son sino
fabulaciones y patrañas que solo pueden desembocar en una nueva
forma de limitar los derechos de los individuos y hacer
emocionalmente imposible la solución de las controversias.
Francisco J. Laporta es catedrático de Filosofía del Derecho de la
Universidad Autónoma de Madrid.
Terremoto electoral en Galicia
Carlos Ruiz Miguel Periodista Digital 26 Mayo 2014
Los resultados de las elecciones europeas, por más que dichas
elecciones sean diferentes de las nacionales y regionales, auguran
un terremoto electoral en Galicia. El dominio del PP corre muy serio
riesgo de ver su fin. Y se avecina como probable una coalición de
izquierdas en la que el Bloque Nacionalista Galego sea un socio
menor, al mismo tiempo que se aprecia un importante, aunque aún
insuficiente aumento de votos de UPyD. @Desdelatlantico
Las elecciones europeas de 2014 han tenido, nadie lo duda, un
importante alcance nacional.
Es notorio que los candidatos principales no han dicho nada sobre
cuestiones absolutamente esenciales para Europa (el conflicto de
Ucrania, o la relación con la UE de países extra-europeos como
Turquía o Marruecos). Es notorio que las elecciones se plantearon en
clave interna.
Ahora bien, no es menos cierto que el electorado también es
consciente de que, entendidas en clave interna, estas elecciones
permiten manifestar una OPINIÓN sobre el estado de la política
nacional, pero no son el medio para articular una DECISIÓN en
política nacional.
Hechas estas salvedades, conviene analizar los resultados de
Galicia.
1. El dominio del PP inicia un declive difícil de evitar
El PP ha obtenido el peor resultado electoral en Galicia en los
últimos 25 años.
Sería injusto echar toda la culpa de ello al PP nacional (que, por
lo demás, está dirigido por un gallego), como también sería injusto
afirmar que la culpa es del candidato supuestamente de "lujo"
presentado por el PP.
En las últimas elecciones (autonómicas) de 2013 se celebró como un
gran "éxito" que el PP aumentara sus escaños a pesar de haber
disminuido sus votos respecto a las generales de un año antes.
Alberto Núñez Feijoo y la dirección del PP prefirieron atribuir ese
"éxito" a la "buena gestión" prestando oídos a muchos análisis fruto
de la adulación y el halago, más que interesados.
En este blog ya advertí que el PP "ganaba perdiendo" y que había
sufrido un notable descenso de votos que sólo por efecto de la ley
electoral produjo el paradójico efecto de aumentar sus escaños. El
PP, como he dicho, en lugar de analizar seriamente la cuestión
prestó oídos a quienes les adulaban (siempre a cambio de dinero, eso
sí) y ahora se encuentran con esto.
Ahora, sin embargo, el descenso de votos se ha agudizado y el PP ha
pasado de contar con el 45% de votos en las autonómicas de 2012 al
35%.
Es un hecho que tanto el gobierno regional del PP, como el propio
partido regional, atraviesan serios problemas.
En primer lugar, la gestión del gobierno regional de Núñez dista de
ser brillante.
En su momento me referí al hecho de que las elecciones autonómicas
de 2012 se celebraron antes de que se oficializara el fracaso de la
fusión de las cajas auspiciado por el presidente regional Núñez, al
amparo de la ideología galleguista. Igualmente, en aquellas
elecciones se utilizó como carta un supuesto contrato con Pemex para
salvar de su agonía a los astilleros gallegos que luego que vio que
no existía, aunque, por otras vías, se consiquió que Pemex
construyera dos importantes buques en Galicia (eso sí, tras haber
comprado a precio de saldo uno de los astilleros que los van a
construir).
A ello se añade, en segundo lugar, que la gestión del partido está
envuelta en la sospecha de la corrupción, sobre todo en la provincia
de Coruña, en el marco de la "operación Pokemon". Una ilustración de
ello se encuentra en el hecho, asombroso, de que la porta-VOZ del PP
de Galicia, y diputada autonómica, Paula Prado del Río, lleve dos
meses muda, sin hacer ni una sola declaración pública, dadas las
sospechas sobre una eventual implicación suya en el caso. A mi
juicio, la destitución de Paula Prado después de estas elecciones es
más que probable. Pero el problema está más arriba.
Me parece, sinceramente, ridícula la explicación dada por el
presidente regional Núñez atribuyendo el descenso de votos del PP a
la irrupción de PODEMOS. Si este es de verdad el nivel de análisis
que tiene el PP de Galicia, creo que el liderazgo del partido tiene
un problema más serio de lo que pensaba.
2. El PSOE se mantiene ¿efecto Blanco?
El segundo dato que llama la atención es que el PSOE ha subido,
ligeramente, el porcentaje de sus votos. Ha pasado del 20'61% en las
autonómicas de 2012 al 21'73%.
No creo que este ligero ascenso, tanto más llamativo por cuanto que
se produce en un contexto de grave hundimiento del PSOE, sea debido
al "glamour" de la candidata Elena Valenciano Martínez-Orozco.
A mi juicio, este buen resultado, dadas las circunstancias y los
antecedentes, se explica por el "efecto Blanco". Esto puede
significar que el "exilio" de José Blanco López en el Parlamento
Europeo puede ser muy corto y su regreso a Galicia puede
precipitarse.
Máxime si tenemos en cuenta que el actual líder del PSOE gallego,
José Ramón Gómez Besteiro, también está implicado en la red de
corrupción que se investiga en la "operación Pokemon" y existen
probabilidades de que sea imputado.
3. IU-AGE se consolida como tercera fuerza a pesar del ascenso de
Podemos
El tercer dato relevante es que la coalición de IU con la formación
nacionalista galelga ANOVA, la "Alternativa Galega de Esquerdas"
(AGE) consolida la tercera posición que obtuvo en las elecciones
autonómicas de 2012.
Ahora bien, es un dato preocupante para la coalición AGE que haya
bajado sus votos del 13'90% en 2012 al 10'52%.
Las causas de este descenso son, creo, dos.
Una es interna: en estos dos años, la coalición AGE ha conocido de
algunas tensiones que no fueron adecuadamente gestionadas. La
principal fue la crisis derivada por la sustitución del diputado
autonómico David Fernández Calviño (que dejó su escaño para irse a
trabajar como investigador a Dinamarca).
La otra causa es externa: el ascenso de "PODEMOS" que, como se ve,
ha drenado votos a Izquierda Unida y probablemente también al Bng.
4. El sorprendente ascenso de PODEMOS a la cuarta posición.
La formación liderada por Pablo Iglesias Turrión ha obtenido un
éxito ciertamente destacable en Galicia. Ha alcanzado la cuarta
posición en Galicia, con un 8'34%.
Este éxito, que no ha sido aislado, es tanto más destacable cuanto
que el porcentaje de PODEMOS en Galicia es superior al porcentaje
nacional obtenido por esta agrupación. Y a ello se suma el hecho de
que el sistema mediático gallego, férreamente controlado desde la
Xunta, no prestó prácticamente NINGUNA atención a este partido y a
que el mismo no tiene ningún líder mínimamente conocido en Galicia.
5. El hundimiento del Bng
El Bng prosigue su inexorable hundimiento. Si en las elecciones
autonómicas de 2012 bajó del tercer al cuarto puesto con un 10'11%
de los votos, ahora ha descendido al quinto puesto con un 7'90% de
los votos y ello a pesar de presentar una buena candidata, Ana
Miranda Paz, que ya había sido diputada europea.
Las causas del declive del Bng son varias.
En primer lugar, el análisis que en su día hizo Xosé Manuel Beiras
Torrado para forjar AGE, a saber, que en esta circunstancia
histórica, la preocupación por cuestiones identitarias es secundaria
ante la magnitud de la crisis político-socio-económica, se ha visto
reforzado con la irrupción de PODEMOS que muy probablemente ha
extraído votos tanto de AGE como del propio Bng.
A lo anterior se suma el gravísimo erre con Bildu para estas
elecciones a pesar de una buena parte de las víctimas de ETA fueron
gallegas.
6. El importante, pero aún insuficiente, ascenso de UPyD.
UPyD ha obtenido en Galicia un 3'47% de los votos, el mejor
resultado de su historia. Si en las elecciones generales de 2011
había llegado a un 2'1%, vio ese respaldo disminuir hasta un 1'47%
en las autonómicas de 2012. Bien es cierto que en las autonómicas
parte del voto que podría haber ido a UPyD se lo apropió la
formación del ex-banquero Mario Conde Conde, que obtuvo un 1'1%. Aun
así, se aprecia un ligero incremento de votos, incluso considerando
que esos votos que obtuvo Conde hayan ido ahora a UPyD.
La irrupción de PODEMOS ha hecho que UPyD haya pasado del 5º al 6º
puesto en la clasificación, pero ha experimentado un aumento de
votos significativo. En este momento UPyD tiene aproximadamente la
mitad de votos que el Bng.
A mi juicio, es probable que UPyD haya obtenido sus votos más del PP
que del PSOE. La política galleguista y cripto-nacionalista del PP
de Galicia hace que, insisto, a mi juicio, una parte de los votos de
ese partido se hayan dirigido a UPyD.
Este aumento es muy significativo en las ciudades (La Coruña,
Santiago de Compostela, Vigo) donde está por encima del 4%.
7. El fracaso de CIUDADANOS y VOX y otros
Se especuló en su momento que "Ciudadanos", cuyo origen está en
Cataluña tuviera mejor eco en Galicia que la "centralista" UPyD. No
ha sido así. Aunque Ciudadanos es la 7ª formación política de
Galicia, su porcentaje de voto ha sido del 1'61%, es decir, la mitad
que UPyD.
Ahora bien, adviértase que si UPyD y Ciudadanos sumaran sus votos,
en Galicia conseguirían el 5'28% de votos lo que haría casi segura
su presencia en el Parlamento gallego. No me cabe duda de que las
direcciones de ambos partidos trabajarán en esa dirección en
Galicia.
Llama la atención que el partido que ha obtenido mayor número de
votos detrás de "Ciudadanos" haya sido el Partido contra el Maltrato
Animal, con un 1'07%, aunque justo es decir que este partido ha
obtenido en Galicia un porcentaje algo menor al obtenido en el
conjunto nacional.
Notorio ha sido también el fracaso de "Compromiso por Galicia"
(aliado de CIU, PNV y CC) que ha reducido aún más sus votos respecto
a las autonómicas de 2012, bajando de un 1'01% al 0'95%. El fracaso
es tanto más relevante cuanto que los medios gallegos han dado una
cierta cobertura a este partido que. en todo caso, ha sido muchísimo
o infinitamente mayor que la otorgada a listas que han obtenido
similar (Ciudadanos) o muy superior (UpyD, Podemos) resultado.
Igualmente importante ha sido el fracaso de "Vox" en Galicia, donde
ha obtenido un 0'77% de votos, porcentaje inferior al conseguido en
el conjunto nacional.
8. Conclusión.
Los resultados en Galicia no sólo muestran un fracaso de las
encuestas y sondeos de los medios locales (muy llamativa en el caso
de la del grupo "Voz" muy próximo a Núñez Feijoo), sino de los
medios gallegos en general, cuyo sesgo localista les ha llevado a
ningunear absolutamente a formaciones que sin ser consideradas
"gallegas" tienen el favor de un número importante de gallegos y
publicitar con profusión a formaciones "gallegas" cuyos resultados
han sido sumamente pobres.
Si las tendencias actuales se consolidan, se avecina un cambio
significativo en la política gallega. No sólo en los gobiernos
municipales, donde pueden aparecer nuevas marcas políticas, sino
también en el gobierno regional donde es muy probable una pérdida de
la mayoría absoluta del PP que, solo en el mejor de los casos,
podría salvar el gobierno si una eventual alianza UPyD-Ciudadanos
alcanzara representación suficiente y consiguiéndola, permitiera al
PP gobernar pues lo que sí es evidente es que la primera posición
relativa del PP no parece que vaya a desaparecer.
A la vista de estos resultados, creo improbable que el PP siga
adelante con su reforma del sistema electoral gallego para reducir
el número de diputados en el Parlamento que puede volverse
precisamente contra quien la ha impulsado.
Cataluña
Golpe separatista a la democracia
ángel hernández guardia ABC Cataluña 26 Mayo 2014
Pasadas las elecciones europeas volvemos a la crispada y viciada
atmósfera de la tensa y peligrosa realidad de la sociedad catalana
La asociación Movimiento Cívico 12-O nació a partir del inicio del
llamado «proceso hacia la independencia de Cataluña», en la Diada de
2012, con dos objetivos muy claros: Uno defender a ultranza la
aplicación de las leyes y de la Constitución en Cataluña, donde ya
llevaba años siendo incumplida e incluso ignorada por las
autoridades locales. El segundo y complementario consistía en
normalizar en la vida política catalana la presencia y el respeto
debido en la calle y en ámbitos sociales, de los partidos políticos
catalanes que representan a los españoles de Cataluña,
fundamentalmente el PP y Ciudadanos.
Estos dos objetivos no solo no se han alcanzado sino que la presión
agresiva y violenta del separatismo impulsado por la ANC, ERC, ICV y
el gobierno de CiU, cada vez ha sido más intolerante y totalitario.
Excepto haber convertido en «tradicional» la celebración de la
fiesta nacional de España el 12 de Octubre, no se ha frenado la
aplicación parcial de la ley por parte de los jueces y fiscales
separatistas, la obstrucción sistemática y en fraude de ley, de las
leyes y sentencias y la elaboración por el Parlamento de
resoluciones y normativas que vulneran e ignoran la Constitución y
el aumento de la división social y de la violencia correspondiente.
Pasadas las elecciones europeas, volvemos a la crispada y viciada
atmosfera de la tensa y peligrosa realidad de la sociedad catalana y
la hoja de ruta del separatismo, que confiamos que en el momento
adecuado sea parada definitivamente, sobre todo la parte de gasto
que supone para los ciudadanos españoles en propaganda y estancias
lujosas especialmente por aquellas instituciones que tienen la
obligación de hacer cumplir las leyes.
Los españoles que amamos Cataluña y que en consecuencia estamos
contra la independencia y sobre todo por el procedimiento
democrático para resolver las cuestiones políticas, hemos decidido
continuar la tradición de convocar una gran y masiva manifestación
en el Paseo de Gracia de Barcelona el 12 de Octubre de 2014, que
deje claro especialmente este año que muchos miles de ciudadanos de
Cataluña rechazamos la opción separatista y la anti constitucional
propuesta de obligarnos a elegir entre nuestra patria cultural e
histórica, nuestros derechos humanos y una utopía falsa e imaginada.
Invitamos a quienes comparten este sentimiento con nosotros a
participar sin condiciones ni restricciones partidistas.
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