No les puede salir gratis
EDITORIAL Libertad Digital 17 Agosto 2014
Si algo caracteriza a la democracia española de forma continuada
desde el año 78 es la voluntad de integrar tanto al nacionalismo
catalán como al vasco. La propia Constitución es el mejor ejemplo de
ello: la creación del Estado autonómico, la división entre regiones
y nacionalidades históricas… Buena parte de la almendra central del
texto constitucional es un esfuerzo por dar gusto a quienes abominan
de España.
También las décadas posteriores a la aprobación de la Carta Magna
son un largo camino de concesiones al nacionalismo: económicas,
intelectuales, de todo tipo.
La entrega ha sido total en el caso de una izquierda que ha decidido
que cualquier nacionalismo es aliado, haya lo que haya detrás: desde
el racismo infecto de Sabino Arana al clasismo excluyente de
Convèrgencia, todo le parece bueno si va contra esa idea demencial
de España que maneja.
Lo peor no ha sido ese esfuerzo de la democracia, que podría tener
su sentido; ni el sistema autonómico lleno de deficiencias que se ha
generado. Lo peor es que ha sido completamente baldío. De hecho, esa
voluntad de integración ha resultado contraproducente: cuantas más
cesiones se han hecho a los nacionalistas, más furioso ha sido su
ánimo independentista y, sobre todo, más radical ha sido su odio a
España. Cuanto más se ha intentado configurar la casa común para que
ellos se sintiesen cómodos, más se han esforzado por destruirla.
El nacionalismo ha sido el gran responsable de los peores problemas
que ha sufrido España en estas décadas: el terrorismo de ETA, la
falta de libertades tanto en el País Vasco como en Cataluña y, tal y
como se está descubriendo ahora, la terrible corrupción que ha
asolado lo que en lugar de una comunidad autónoma parece haber sido
el patio particular de la familia Pujol Ferrusola.
La confesión de Pujol y lo que ésta ha supuesto de despertar para
Cataluña y el resto de España tienen un valor simbólico que no se
puede desaprovechar y que, de hecho, debería marcar un cambio de
tendencia: ha llegado el momento de decir basta y de que el
nacionalismo, ahora especialmente el catalán, se enfrente al
resultado de su deslealtad.
El nacionalismo ha sido terriblemente desleal, liberticida,
despilfarrador y, para colmo, ladrón. Ha llegado el momento de que
pague por todo ello. Tanto las ideas más retrógradas de Europa como
las personas que las defienden deben ocupar el lugar que les
corresponde: en algunos casos la cárcel y en todos el de la
deslegitimación que merece una ideología construida sobre la mentira
y radicalmente opuesta a la libertad.
Las cuitas de Montoro y el gráfico que a
Campa espanta
Nacho Cardero El Confidencial 17 Agosto 2014
Uno de los entretenimientos más sugerentes que resultan de la
lectura de los últimos trabajos de Juan Pablo Fusi consiste en
tratar de adivinar en qué momento, página o acotación va a poner a
José Luis Rodríguez Zapatero como chupa de dómine. “Supuso la
ruptura de los consensos básicos vigentes, tácita o explícitamente,
desde la transición” (1), “fue el principal responsable de la
crisis” (2). Fusi, historiador independiente, nada sospechoso de ser
un submarino de la FAES, coloca al expresidente en el lugar que el
devenir de los acontecimientos le ha reservado: el del peor
presidente de la democracia.
Lapidar a Zapatero se ha convertido en el reality preferido de la
opinión pública. Por delante incluso de Master Chef. Le zurran hasta
sus otrora caballeros de la mesa cuadrada, Solbes, Sebastián et
alii, como si ellos no tuvieran nada que ver con la gestión que se
hizo de la economía española aquellos años, como si las decisiones
las tomara el bedel de La Moncloa. “El día de su anuncio en el
Congreso [aprobación del cheque-bebé] ostensiblemente no aplaudí la
intervención del presidente del Gobierno”, se excusaba Solbes (3).
Por si no bastara, a estos felones viene a sumarse José Manuel
Campa, quien fuera secretario de Estado de Economía (2009-2011) y
ahora directivo a las órdenes de Emilio Botín. Lo de Campa no es
tanto por acción como omisión. Doctorado por la Universidad de
Harvard, profesor del IESE y responsable de las relaciones con
inversores y analistas del Santander, pronunció una conferencia el
pasado mes de mayo, Retos para la recuperación económica en el euro,
en la que enunciaba los males de España y exponía una serie de
soluciones en las que, muy poco o nada socialistas, seguía la línea
marcada por la ortodoxia imperante. ¿La conclusión a extraer? La
deuda pública española es poco menos que impagable.
Lo llamativo del caso no reside en la mencionada exégesis (nada
novedosa) sino que sea Campa, cómplice necesario de que hoy estemos
con el agua el cuello y de aquel Plan E en el que se dilapidaron más
de 15.000 millones de euros en obras fantasma y pavimentar calles
que no lo necesitaban, el que lo afirme. El gráfico de la deuda que
mostró en su exposición, que debería sonrojarle si no fuera porque
la memoria en este país es frágil como el alabastro, pone negro
sobre blanco las miserias de un modelo económico.
La curva asciende en vertical. Directa al abismo. El Banco de España
lo vino a corroborar la semana pasada. Nos encontramos por encima
del billón de euros de deuda pública. El Gobierno central y las
comunidades siguen endeudándose para, como señalaba Juan Carlos
Barba en este mismo diario, impulsar la demanda “y que así el
electorado viva la ficción de una recuperación”. Hemos alcanzado las
trece cifras. La deuda de las administraciones públicas alcanza los
1.007.319 millones de euros en junio, lo que ya supone el 98,2% del
PIB.
Lo infamante de los gráficos de Campa reside en el hecho de
comprobar cómo las familias españolas, a pesar de los ERE, de los
recortes salariales, del dogal impositivo que el gobierno ha puesto
a los contribuyentes, se han ido progresivamente desapalancando;
igual que las compañías españolas, que han vendido activos hasta
prácticamente tocar hueso. El sector privado ha cumplido. Y lo ha
hecho con fe espartana, obedeciendo órdenes de Bruselas. El sector
público, en cambio, rien de rien. Las Administraciones se han pasado
la austeridad por donde todos sabemos. Especialmente, las
autonomías.
Viñeta de 'The Economist': así trata el Estado a sus
ciudadanos.Viñeta de 'The Economist': así trata el Estado a sus
ciudadanos.
La deuda bruta de las comunidades ha crecido un 16,3% en los últimos
12 meses y un 9,17% en lo que llevamos de 2014, lo que significa
que, a pesar de contar con la bombona de oxígeno del Fondo de
Liquidez Autonómica (FLA), sus gastos siguen sin poder financiarse
con ingresos pese a los recortes que teóricamente se han acometido.
La bola crecerá y crecerá, y seguirá así hasta que las comunidades
autónomas no dejen de ser un nido de canonjías y se elimine de una
vez por todas el ‘gasto político’, auténtica lacra del país. Nos
referimos a las duplicidades entre administraciones, cargos de libre
designación, asesores, etcétera, ese morlaco que ni el anterior
gobierno ni el actual se han atrevido a encarar con determinación.
La experiencia nos dice que la deuda pública de un país jamás se
paga, sino que se refinancia, esto es, un roll over tras otro
siempre y cuando se presuma capacidad de pago. El problema es caer
en la autocomplacencia -como le ocurre al Ejecutivo de Rajoy-,
porque del optimismo del presente vendrán las lamentaciones del
futuro. Para no hacerlo es imprescindible continuar con las
reformas, “reducir el tamaño del estado por debajo del 30% del PIB,
de donde nunca debió moverse. Es imprescindible, para ello, reducir
impuestos, devolverle al individuo su capacidad de elección”, aporta
el profesor y colaborador de este medio Juan Manuel López-Zafra.
Según datos de Eurostat, los ingresos públicos de España en el año
2007 suponían el 41,1% del PIB; en 2012, habían caído casi cinco
puntos hasta situarse en el 36,4%. Por el lado de los gastos, han
pasado del 39,2% al 43,4%, o lo que es lo mismo, han aumentado en
más de cuatro puntos. Una tendencia que mortifica a Montoro y
ejemplifica los males de este país.
Bombardeo de Caracas.Bombardeo de Caracas.
De no hacerlo, de no haber una política de contención de deuda,
llegará un día en que, sin esperarlo, nos encontraremos en un
escenario de falta de liquidez que generará insolvencia (como estuvo
a punto de ocurrir en el verano de 2012), y entonces tendremos un
problema abismal y nuestros acreedores terminarán asaltando las
torres KIO como los barcos de guerra ingleses bombardeaban la bahía
de Caracas para reclamar sus deudas, hecho que, como recordaba
nuestro colaborador Ignacio de la Torre, fue portada de los diarios
españoles.
Entre las soluciones que plantea Campa para aminorar nuestro alto
grado de apalancamiento y afianzar nuestra endeble recuperación se
encuentran: uno, crecimiento basado en el consumo; dos, corrección
al alza de la inflación; tres, venta de activos; cuatro, integración
financiera; cinco, desaparición o crecimiento de las pymes
españolas; y seis, aplicación de quitas públicas y privadas.
Soluciones del que fuera secretario de Estado con Zapatero. Ver para
creer. Entendemos que, a estas alturas, en el Banco Santander le
habrán explicado que no es lo mismo predicar que dar trigo. Mientras
tanto, la deuda pública en las trece cifras.
(1) Página 265 de Historia mínima de España (Turner Publicaciones)
(2) Página 257 Breve historia del mundo contemporáneo (Gutemberg)
(3) Página 347 de Recuerdos (Editorial Deusto)
El Majzen
Luis del Pino Libertad Digital 17 Agosto 2014
¿Quién manda en Marruecos? La tentación inicial sería responder que
el gobierno electo. Al fin y al cabo, Marruecos es teóricamente una
democracia.
O bien, si conoce mínimamente la situación, alguien podría responder
(con algo más de precisión) que quien manda es el Rey, que sigue
poseyendo en la práctica un amplio poder, a pesar incluso de la
reforma constitucional de 2011.
Sin embargo, si preguntamos a un marroquí medianamente versado en
los asuntos políticos, nos dirá que quien manda en Marruecos es, en
realidad, el Majzen.
¿Qué es el Majzen?
La palabra árabe "majzen" significa, literalmente, almacén. De
hecho, de ella proviene nuestra palabra española "almacén". Y en
Marruecos, el término Majzen se utiliza para designar a la
oligarquía compuesta por el Rey, sus familiares, los altos mandos
del ejército, los altos miembros de las fuerzas de seguridad, los
altos funcionarios, los grandes terratenientes, los grandes
empresarios y los líderes tribales. En suma, el grupo de personas
que verdaderamente constituye el poder fáctico en nuestro país
vecino.
Cuando un marroquí dice que quien manda es el Majzen, lo que está
afirmando es que, en realidad, las instituciones democráticas son
solo un decorado, manejado a su antojo por quienes de verdad
detentan el poder. No es el gobierno legalmente constituido quien
toma las decisiones, sino que ese gobierno es solo un instrumento en
manos de quienes controlan la Economía, el Ejército, los Servicios
de Información y la Judicatura.
Obviamente, al Majzen no puede pertenecer cualquiera: es el Majzen
quien decide a quién admite en el club. Se trata en buena medida de
una cuestión hereditaria: nacer en una buena familia te puede
resolver la vida, Pero no es un grupo completamente cerrado, sino
que va cooptando a aquellos nuevos miembros que sea interesante y
seguro incorporar a la estructura de poder.
Por supuesto, tampoco se trata de una organización formal, ni
monolítica. En el Majzen hay facciones, alianzas y traiciones. Hay
gente que se encumbra y hay gente que, de repente, puede caer en
desgracia. Pero a todos los miembros del Majzen les une, en
cualquier circunstancia, un interés común: el mantenimiento de las
estructuras sociales que garantizan a los miembros del Majzen sus
privilegios y permiten la propia pervivencia del Majzen.
En resumen: el Majzen es lo que por estos lares llamaríamos "la
Casta marroquí", pero se trata de una casta aún más cerrada y feudal
que la nuestra.
En todos los países, por muy democráticos que sean, tienden a
formarse oligarquías. El mero roce cotidiano entre personas que
ocupan puestos de decisión tiende a formar vínculos y a hacer surgir
intereses comunes entre ellas. Lo que diferencia a una verdadera
democracia (por ejemplo, Estados Unidos) de un simulacro de
democracia (como por ejemplo, Marruecos) son tres cosas: en primer
lugar, que el poder de la oligarquía está limitado por la Ley,
minimizándose así la arbitrariedad del gobernante; en segundo lugar,
que la oligarquía está relativamente fragmentada, gracias a la
separación de poderes, para evitar que todo el poder se concentre en
un único grupo dirigente; y en tercer lugar, que esa oligarquía es
relativamente abierta y son los electores (y no la propia
oligarquía) quienes eligen a los oligarcas.
¿En qué posición está España, dentro de ese abanico de países
democráticos? Pues, por desgracia, bastante más cerca de Marruecos
que de los Estados Unidos. La carencia de respeto por la Ley en
nuestros gobernantes, la ausencia de una verdadera separación de
poderes y la cooptación de candidatos electorales por las cúpulas de
los partidos (combinada con las barreras de entrada a nuevas
formaciones políticas) ha hecho que en nuestro país se haya
terminado consolidando una auténtica Casta muy parecida al Majzen
marroquí.
Y el problema es que, cuanto más se aproxima una oligarquía al
modelo del Majzen, más se resiente el estado democrático y más
aumenta la desigualdad social. Para un auténtico Majzen, la
democracia no es el fundamento de su poder, sino un simple mal
necesario, con el que dotarse de legitimidad ante la opinión pública
nacional e internacional. Con lo cual, cualquier cosa que permita
moldear (o incluso falsificar) la voluntad del pueblo es aceptable.
Y la democracia termina convirtiéndose en un mero simulacro. Y si un
Majzen quiere el poder es, obviamente, para mantener sus
privilegios, lo que quiere decir que un verdadero Majzen termina
consagrando una estructura social formada por dos capas bien
diferenciadas: una minoría extraordinariamente rica y una mayoría
que se mueve en el límite de la subsistencia.
Si miran ustedes a su alrededor, observarán que España era, hace
veinte años, bastante más libre y democrática de lo que lo es hoy en
día. Nuestra oligarquía ha ido transformándose poco a poco en un
Majzen, limitando cada vez más, por el camino, nuestras libertades.
Las pasadas elecciones del 25-M han marcado, afortunadamente, un
punto de inflexión. Las posibilidades de manipulación de la opinión
pública por parte de nuestra Casta dirigente se han visto muy
mermadas, gracias a los pésimos resultados cosechados por los dos
principales partidos del régimen. Con lo que, de repente, se ha
abierto la posibilidad de frustrar la consolidación final del Majzen
español.
Será cuestión de aprovechar la oportunidad para recuperar las
libertades perdidas y restablecer los usos democráticos, ¿no?
- Seguir leyendo:
http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/el-majzen-13126/
Trescientos millones diarios
Alejo Vidal-Quadras www.vozpopuli.com 17 Agosto 2014
La deuda pública en España ha alcanzado ya la cifra amenazadora de
un billón de euros. Pero lo peor no es su desmesurado volumen, sino
que va a seguir creciendo hasta representar el 100% del PIB en 2016.
El Gobierno se ufana de la bajada de nuestra prima de riesgo, lo que
abarata los empréstitos, y del crecimiento, que se sitúa por encima
del francés, del alemán y del italiano.
Los signos de recuperación de la creación de empleo, aunque
modestos, le permiten también echar las campanas al vuelo y
proclamar lo acertado de sus políticas. Sin embargo, el tremendo
volumen y la evolución del endeudamiento del Tesoro son el indicador
que demuestra que la economía española dista de estar saneada. Cada
día que pasa, nuestro país debe trescientos millones de euros más,
lo que equivale a decir que cada año nuestras Administraciones
gastan del orden de cien mil millones de euros más de lo que
ingresan, y esta trayectoria suicida se mantendrá durante los
próximos años.
Todo lo que nuestro país produce en un ejercicio presupuestario lo
debemos, lo que constituye una carga onerosa que gravita sobre
nosotros y nos impide encontrar la senda de la verdadera
prosperidad. En los años previos a la crisis, los países del Sur de
Europa gastaron en exceso aprovechando los bajos tipos de interés y
la financiación que fluía a chorros desde los Estados Miembros
centrales. Algunos Gobiernos, como el griego, entraron prácticamente
en el campo de lo delictivo falseando las cuentas que presentaban en
Bruselas. Ahora intentan desesperadamente reducir sus déficits e
introducir reformas estructurales que les hagan competitivos. Por
supuesto, una de las medidas aplicadas ha sido la brutal subida de
impuestos, factor que ahoga el dinamismo económico y dificulta el
ahorro y la inversión.
Nadie quiere reconocer, y el Gobierno español tampoco, que mientras
no se aligere el Estado, se simplifique la Administración y se
reduzca significativamente la nómina pública, continuaremos
entrampados y sin posibilidad de prosperar. Los cíen mil millones
que España gasta cada año de más han de ser eliminados modificando a
fondo la estructura territorial del Estado, suprimiendo miles de
organismos inútiles, cortando subvenciones, atajando de una vez la
corrupción y adelgazando sin vacilar las infladas plantillas en
Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.
Cuando uno observa que todavía hay gente que plantea exigencias en
los planos de la financiación autonómica o en el de la protección
social que implicarían incrementar aún más el gasto público, entra
la duda no ya de si nuestros políticos entienden el funcionamiento
de la Hacienda común, sino de si conocen las reglas elementales de
la aritmética.
¿Hay alguien de guardia?
Vicente A. C. M. Periodista Digital 17 Agosto 2014
Según el inquilino de CiU en el hotel Palace de Madrid, Duran y
Lleida, no abordar el debate soberanista perjudicará la economía
española, a lo que yo añado que de llevarse a cabo la secesión, sí
que perjudicaría gravemente la economía española, amén de la
catalana. Lo curioso es que a lo que este sujeto llama debate, otros
como el de ERC un tal Lluis Salvadó, lo considera algo superfluo ya
que ellos se mueven por la legalidad del pueblo y que el proceso no
lo marcará el Tribunal Constitucional. O sea el debate es “esto es
lo que hay”. Para estos tipos la Constitución no les aplica y lo que
prevalece es imponer una supuesta voluntad de un inexistente “pueblo
catalán” carente de legalidad alguna, ni propia ni delegada por la
soberanía nacional que reside en el pueblo español.
La verdad es que hace tiempo que estoy harto de estos payasos, de
sus bravuconadas de barra de bar y de la permisividad inaceptable
que se les concede desde el Gobierno de España. No me cansaré de
repetir que existe una dejación de responsabilidades en la actitud
dialogante y mercantilista del Gobierno de Mariano Rajoy, dispuesto
a mantener la estrategia de las compensaciones económicas y de la no
injerencia sobre los desmanes que se vienen perpetrando contra los
derechos de los españoles en la C.A. de Cataluña desde su Parlamento
y el Gobierno de la Generalidad.
Queda menos de un mes para el comienzo de las jornadas de lucha
promovidas por los secesionistas, con la movilización multitudinaria
de ciudadanos en la Diada, la posterior aprobación de la Ley de
Consultas y la enésima insumisión a la Constitución proclamando la
exclusiva voluntad del pueblo catalán como base de toda la
legitimidad que necesitan para realizar su referéndum separatista.
Será entonces cuando certifiquemos la voluntad real de Mariano
Rajoy, del PP y del parlamento español de llevar a cabo las medidas
tendentes a que no se consume esta traición y sedición.
Desgraciadamente, los antecedentes solo parecen indicar que la
apuesta de Martiano Rajoy es que Artur Mas nunca va a atreverse a
llevar a término sus amenazas, haciendo caso a los rumores que
apuntan a declaraciones en privado en ese sentido, totalmente
opuestas a las realizadas en público y en cualquier acto de
enaltecimiento del separatismo catalán. Son incapaces de ver que
esta estrategia es tan simple como la de “poli bueno, poli malo” y
que hace tiempo que este proceso ya no está en manos de CiU, sino de
sus socios de gobierno ERC, CUP, los movimientos civiles como la ANC
y demás parafernalia folclórica de esta gansada.
Sería bueno que los medios de comunicación y los partidos políticos
que aspiran a gobernar España, muestren de una forma más clara sus
posiciones ante el desafío secesionista, dejando a un lado los
intereses económicos que les hacen rehenes de los poderes del Estado
y de los Gobiernos autonómicos como el de Artur Mas. Por una vez
deberían anteponer la ética informativa sobre la conveniencia y la
hipocresía. La misma que demuestran diversos sectores como el de los
empresarios que siempre quieren nadar y salvar la ropa, demostrando
que el capital no tiene otra ideología que la del beneficio y
apuntarse a caballo ganador. Unos empresarios que lo mismo apoyan
una dictadura, que se declaran firmes defensores de una democracia
en la que no creen.
Aún estoy por oír la respuesta de algún responsable del Gobierno, no
ya del mismo Rajoy al que es misión imposible sacarles de su retiro
gallego, sino de alguno de los teóricos integrantes del equipo de
guardia ¿o es que no ha quedado nadie con esa misión? Mejor ni
pregunto.
Democracia y demagogia
Francisco Rodríguezwww.diariosigloxxi.com 17 Agosto 2014
Nuestra democracia me parece más bien demagogia. Los políticos se
aplican a cantar sus propias excelencias, tapar sus errores y
corrupciones, convencernos de que las soluciones que ofrecen son las
únicas válidas para recuperar el estado de bienestar y pedirnos su
voto para ejercer el poder, que resulta para ellos magníficamente
retribuido.
No hay que esperar que nos digan la verdad de nada, pues si
existiera una verdad indubitable se lanzarían de inmediato a
destruirla, en la medida que se opusiera a sus intereses. La esencia
de la política no es la mentira sino la opinión, que busca ser
compartida por el mayor número de personas que, normalmente, carecen
de la formación crítica suficiente para un análisis desapasionado y
objetivo de los verdaderos intereses que están defendiendo.
Si aparecen en la plaza pública demasiadas opiniones, todas
coincidentes en la ansiosa búsqueda del poder, pueden provocar que
su ejercicio, el gobierno, resulte difícil, ya que si ninguna
opinión consigue la mayoría de los votantes hay que buscar pactos y
componendas en los que funcionará el toma y daca, en un equilibrio
que puede resultar inestable, salvo que se decidan nuestros
políticos a buscar sistemas electorales más seguros y veamos cómo
funcionan. Ya que tenemos una amplia variedad de ámbitos
electorales, se podría ensayar la modificación en alguno de ellos,
aunque de inmediato, cada partido decidiría su apoyo o rechazo,
exclusivamente según sus propias y puntuales expectativas.
Como en política no hay verdades absolutas, salvo creer a pies
juntillas que la democracia es el mejor de los sistemas políticos,
las opiniones que se nos ofrecen, a la búsqueda de nuestro voto, son
bastante parecidas: el estado de bienestar y sus estrategias:
¿gastar más o recaudar más? ¿Más prestaciones? ¿Menos impuestos?
Aunque estemos comprobando cada día que el bienestar no resulta
sostenible. Hay quien ofrece un sueldo a todos los españoles, aunque
no deje claro cómo lo va a hacer. Para distinguirse unos de otros,
algunos añaden trazos gruesos como el anticlericalismo, el aborto o
la ideología de género, aunque estamos viendo que muchas de esas
posturas, sedicentemente “progres” son aceptadas de forma expresa o
tácita por los contrarios, para mayor confusión.
Pero si las soluciones políticas, como arte de lo posible, no cuajan
y si cuajan no se mantienen durante mucho tiempo, los hechos que, en
principio, debían ser aceptados por todos, también están sometidos a
constantes revisiones y manipulaciones ya se trate de la guerra
entre Borbones y Austracistas terminada en 1714, la guerra civil, la
transición del régimen de Franco a la promulgación de la
Constitución de 1978 y hasta la reconquista y el descubrimiento de
América. Cada vez sabemos menos de nosotros mismos, ni de nuestro
pasado ni de nuestro futuro. ¿Saldremos de esta crisis y cuándo?
¿Cómo se resolverá el problema del envejecimiento de la población?
Christine Legarde, la del FMI dice: “Los ancianos viven demasiado y
eso es un riesgo para la economía global, hay que hacer algo ya”.
Recomienda disminuir las pensiones y aumentar la edad de jubilación.
¿Qué les parece? Si esto se dice desde la democrática y avanzada
Europa, me temo lo peor.
Claro que ahí tenemos los luminosos ejemplos de Cuba o Venezuela
para alimentar nuestra esperanza. (Es broma, una triste broma)
España / Caso ERE
Un fraude diseñado al milímetro y en tres
fases
F. Martí / F. Velasco. Sevilla/Madrid. La razon 17 Agosto 2014
Así se fraguó la mayor trama de corrupción de España
Alaya repasa en su escrito al Supremo cómo la Junta «subvertió el
ordenamiento jurídico» para hacer prevalecer sus intereses políticos
Considera que la Junta ideó un sistema para disponer de manera
«ilícita de fondos públicos», que mantuvo entre los años 2000 y 2011
El fraude de los ERE se origina porque la Junta de Andalucía ha sido
incapaz de acomodar una decisión política al ordenamiento jurídico.
Ésa es la teoría que sustenta la instrucción de la jueza Mercedes
Alaya y que deberán ahora avalar o no otras instancias judiciales,
entre ellas el Tribunal Supremo, ya que hay implicados nueve
aforados, entre los que se encuentran los dos ex presidentes
autonómicos Manuel Chaves y José Antonio Griñán. El Gobierno andaluz
decidió en 1999 conceder ayudas sociolaborales a los trabajadores
afectados por Expedientes de Regulación de Empleo. El desempleo y la
fragilidad del tejido productivo siempre ha sido uno de los
principales problemas de la región. Para minimizar el impacto y como
una de sus políticas «estrella», la Junta decidió sufragar los
costes de las grandes reestructuraciones empresariales,
garantizándose así la «paz social» y apagar los conflictos que
podrían erosionar al Ejecutivo autonómico y al PSOE. La fórmula,
pactada con sindicatos y empresarios, era simple: la Junta pagaba a
los trabajadores despedidos una renta mensual a través de una póliza
financiada con fondos públicos hasta la edad de jubilación y la
empresa, en teoría, seguía funcionando con un plan de viabilidad.
Todos los actores ganaban. Esta idea política se ejecutó provocando,
a juicio de Alaya, «una auténtica subversión del ordenamiento
jurídico» que la Junta ha mantenido durante más de una década con
pequeños cambios legales insuficientes. En la exposición razonada
remitida al Tribunal Supremo para justificar la implicación de los
nueve aforados, la magistrada repasa el origen del caso.
LOS PRECEDENTES
En 1999, la Consejería de Empleo recurría a subvenciones
excepcionales para pagar prejubilaciones. Jurídicamente era la
fórmula apropiada, pero en la práctica había un problema: al ser
ayudas recurrentes y heterogéneas, los órganos de control interno
comenzaron a poner reparos, lo que ralentizaba el proceso y por
tanto, la consecución de los objetivos políticos. Esa «controversia»
entre los órganos de gestión y los de fiscalización dio lugar a la
creación de un nuevo sistema para la concesión de las ayudas.
EL PROCEDIMIENTO
El ex consejero de Empleo Antonio Fernández denominó como
«procedimiento específico» la nueva fórmula de trabajo encontrada
para seguir impulsando las políticas de ayudas sociolaborales de la
Junta. Así lo refleja Alaya en su escrito. Con la intención de
agilizar el funcionamiento, la Junta traspasó fondos públicos a una
empresa pública. El Instituto de Fomento de Andalucía –luego Agencia
IDEA– recibía transferencias de financiación por parte de la
Administración. Esta figura presupuestaria es legal siempre que se
utilice para equilibrar la cuenta de resultados de los entes
públicos. Sin embargo, ese dinero no se utilizaba para ese fin sino
para pagar los ERE y las subvenciones a empresas que ordenaba la
Consejería de Empleo. El interventor se limitaba a verificar el
expediente de la transferencia de financiación, pero no el uso de la
misma, toda vez que no ejercía sus funciones de fiscalización en la
empresa pública, que actuaba como «caja pagadora». Un agujero legal
que posibilitó el fraude. En este tiempo se distinguen dos etapas.
Durante 2000 y 2001, el dinero llegaba a la empresa pública a través
de modificaciones presupuestarias, siempre como transferencias de
financiación. El segundo periodo es el comprendido entre 2002 y
2009, en el que ya figura en el Presupuesto de la Junta de Andalucía
que aprueba el Parlamento una partida presupuestaria que se nutre de
las citadas transferencias y que por tanto se utilizó de manera
«inadecuada», a juicio Alaya.
Entre 2000 y 2001, el juzgado ha contabilizado siete modificaciones
presupuestarias por 93 millones de euros, aprobadas por el Gobierno
que presidía Chaves a propuesta de la ex consejera de Economía y
Hacienda Magdalena Álvarez. Éste es uno de los motivos que sustentan
la imputación de Chaves y la de la ex ministra de Fomento, así como
la de los sucesivos responsables andaluces de Economía y Hacienda
–José Antonio Griñán y la diputada andaluza Carmen Martínez Aguayo–,
que también recurrieron a estas modificaciones del Presupuesto, que
supusieron una «disposición ilícita de fondos públicos».
Transcurrida esta primera etapa y ante las deficiencias del sistema,
la Consejería de Empleo ideó un «referente legal» para normalizar la
situación. Un convenio entre la mencionada Consejería y su empresa
pública mediante el cual esta última se encargaba de «materializar»
las ayudas . Se firmó en julio de 2001, pero su desarrollo siguió
obviando normas básicas como la propia Ley de Hacienda Pública de la
Junta. En la práctica, Empleo concedía subvenciones discrecionales
sin publicidad y libre concurrencia y su ente instrumental abonaba
el dinero que previamente le llegaba vía transferencias de
financiación. Esta forma de actuar se prolongó hasta 2010, pese a
que el convenio que supuestamente avalaba las actuaciones expiró el
31 de diciembre de 2013.
PRESUPUESTO FALSO
La inclusión entre 2002 y 2009 de una partida presupuestaria
específica en la Ley de Presupuestos para estas ayudas tuvo otras
consecuencias. Para justificar las transferencias de financiación
que recibía el IFA –y que sólo podían utilizarse legalmente para
enjugar las pérdidas de la empresa pública–, este ente «falseó» sus
cuentas incrementando de manera «ficticia» sus gastos. En realidad,
sostiene Alaya, «el pago de las subvenciones –que le ordenaba
Empleo– no le suponía gasto alguno». Este es otro de los motivos que
la jueza reprocha a los aforados y que ha motivado la imputación de
los altos cargos de la Junta imputados y que no gozan de fuero.
CAMBIO EN 2010
En el Presupuesto de 2010, y tras varios avisos internos y externos,
la figura presupuestaria de las transferencias de financiación
desapareció y el crédito se consignó de manera «adecuada» para
conceder subvenciones. En la práctica «todo siguió como antes»: sin
bases reguladoras de las ayudas, sino a través de órdenes de Empleo
a la empresa pública para que abonara los compromisos que la
Consejería iba adquiriendo.
NUEVAS NORMAS
Con el escándalo en los medios de comunicación, la Consejería de
Empleo dictó dos órdenes –2011 y 2012–en las que incluían bases
reguladoras de las ayudas y su convocatoria, pero obvió «la
legislación estatal para este tipo de ayudas». El escrito recoge
algunos pagos a ayudas comprometidas anteriormente y que motivan la
imputación del ex consejero de Empleo y aforado Manuel Recio.
PACTO PSOE-IU
El 18 de octubre de 2012, con IU en la Junta y Susana Díaz como
«número dos» de Griñán –su renuncia al cargo se produjo en 2013–,
ambos partidos aprobaron una norma para seguir otorgando ayudas.
Alaya duda de que una comunidad autónoma tenga competencias y
critica que se le ha dado una salida a las subvenciones ya
comprometidas irregularmente.
Cambios cosméticos
Los reparos
- Los problemas surgen en el año 2000, cuando los funcionarios que
fiscalizaban las ayudas ponen reparos a la concesión de las
subvenciones excepcionales.
La «solución»
- Se introduce una empresa pública en el proceso para «huir» del
control administrativo que retrasaba las ayudas de los ERE.
El Presupuesto
- Se recurre a transferencias de financiación para el pago de
subvenciones, lo que obliga a «falsear» el Presupuesto, ya que esa
figura sólo sirve para enjugar pérdidas.
Discrecionalidad
- Con el sistema funcionando, comienzan a pagarse las comisiones y
se introducen a los primeros «intrusos». Un «negocio» sostenido con
fondos públicos.
Avisos ignorados
- Las advertencias sobre la ilegalidad se ignoran y sólo se operan
cambios menores que Alaya considera ilegales.
El testimonio de los cristianos iraquíes
El drama que llega de Irak: "No nos dejan salir y solo nos dan una
opción, islam o muerte”
Un sacerdote relata las historias de los cristianos que llegan a su
parroquia huyendo del Estado Islámico y llenos de miedo ante lo que
han vivido.
Javier Lozano Libertad Digital 17 Agosto 2014
Lo que está ocurriendo en Irak tiene visos de convertirse en un
drama histórico que acabe con dos comunidades con unas raíces en
esta tierra que se remontan a más de 2.000 años. Bajo el régimen del
terror, los islamistas del Estado Islámico están poco a poco
consiguiendo su objetivo de 'limpiar' a su paso todo rastro de todo
aquello que suene a cristiano o a yazidí. Estas dos minorías
religiosas están siendo literalmente masacradas y sólo ante unas
matanzas y una barbarie pocas veces vista la comunidad internacional
se ha lanzado a intentar frenar lo que se está convirtiendo en un
genocidio.
Este sábado, los yihadistas mataban a sangre fría a más de 700
yazidíes al negarse a convertirse al islam. Además, los terroristas
se llevaron a las mujeres y a los niños de estas comunidades. Este
tipo de masacres se están convirtiendo en algo normal. Un día les
toca a los cristianos y otro día a ellos.
Este estado de terror y las abominables modos de acosar y asesinar
del Estado Islámico ha provocado la huida de cientos de miles de
iraquíes, que intentan llegar a las zonas seguras del Kurdistán o a
Bagdad, en muchos casos como una mera escala para salir del país que
les vio nacer. Este éxodo ha provocado además una gran crisis
humanitaria. Los que no mueren o son sometidos a manos de los
islamistas deben sufrir las temperaturas de más de 50 grados, la
falta de agua y de comida. Y por ende la muerte.
Ante esta situación, muchos sacerdotes siguen permaneciendo en Irak
a pesar de la persecución. Uno de ellos, el argentino Luis Montes,
relata desde Bagdad el drama que están viviendo todos aquellos
refugiados a los que está albergando. Este sacerdote del Instituto
del Verbo Encarnado quiere contar las historias concretas de todos
aquellos iraquíes que están sufriendo la barbarie islamista para que
todo lo que están sufriendo "no se pierda en las estadísticas".
"El número de víctimas en Irak es escalofriante. El daño que se está
produciendo a estas vidas, a este país y en definitiva al mundo
entero es irreparable. Es una tragedia que no tiene nombre", afirma
el padre Montes, testigo de todo lo que está ocurriendo.
Por ello, ha recogido el testimonio de los propios iraquíes para que
el mundo conozca lo que allí ocurre y no abandone a su suerte a
estas minorías. La presión internacional es clave para que los
países occidentales se impliquen en el conflicto.
"¿Qué hemos hecho para merecer esto?"
Saadia, una refugiada iraquí que consiguió llegar a Bagdad afirma
que "nuestra zona se vio afectada, vi morir a tres personas. No
podemos soportarlo más, estamos en el punto de mira. No queremos
morir, queremos vivir. No queremos que nos quiten nuestra tierra
porque tenemos derechos".
Otro cristiano, Joe Hanna, cuenta desesperado que "muchos de mi
familia todavía están atrapados allí, ¿por qué? ¿Por qué? Todos mis
parientes están allí esperando, ¿qué hemos hecho para merecer esto?
Los amenazaron con que tenían que ceder o convertirse al islam".
Otra refugiada llamada Fanni relata otro de los dramas de lo que
está ocurriendo, el de los huidos que se esconden en las montañas
para no ser atrapados por el Estado Islámico. "Decenas de familias
con niños y bebés están en las montañas con niños muy pequeños. Nos
dijeron que estarían cuatro días. No tenían nada que comer, sólo
comían el trigo del campo. Hay que salvarlos. Aquí nosotros estamos
bien, no necesitamos nada. Por Dios, ¡hay que traerlos de vuelta!",
clama esta mujer.
Pero además el padre Montes cuenta la historia de una de las
familias que ha llegado huyendo del Estado Islámico, "par así poner
rostro a la tragedia" y ver un ejemplo de la magnitud de la tragedia
que están viviendo miles de familias.
"Hoy vinieron a verme dos mujeres para pedirme el certificado de
bautismo de varios miembros de sus familias -relata el sacerdote que
permanece en Bagdad-. Es un certificado que necesitan para pedir la
visa para dejar el país".
Estas mujeres viven cerca de Bagdad pero tienen parte de su familia
en Qaraqosh, la mayor ciudad cristiana de Irak y tomada por los
islamistas. Sabiendo que llegaba el Estado Islámico parte de la
familia abandonó la ciudad pero tres de ellos no pudieron. Una de
las personas era muy anciana y está enferma por lo que se quedó con
ella uno de sus hijos y la mujer de éste.
"Esperan a que cedan o mueran de sed"
"Los terroristas los visitan diariamente para presionarlos para que
se conviertan al islam. Hablan con el hijo de esta señora y viendo
su negativa una y otra vez le dijeron que le daban unos días, pero
que si no se convertía se llevarán a su mujer para dársela a uno de
los combatientes y lo matarán a él y a su madre", relata el
testimonio contado por la familia de estos tres cristianos.
En cuanto pudieron conseguir un coche intentaron huir los tres, pero
los islamistas los interceptaron a la salida de la ciudad y les
obligaron a volver. Y es que los cristianos que no lograron huir
antes de la toma de la ciudad ahora no pueden salir. "Solo les dan
una opción: o islam o muerte", afirma el padre Montes.
El panorama que les queda allí no es nada esperanzador. La familia
contó al sacerdote que sus familiares ahora "no pueden salir de la
casa porque si sale la mujer sola se la llevan; si sale el hombre
solo entran a la casa y se llevan a su mujer. Y si salen los dos
juntos toman la casa y dejan a la madre en la calle o la matan".
Por ello, los terroristas están simplemente a la espera. Apenas
tienen electricidad y la poca comida que les queda se les está
acabando. Y al no poder salir no pueden comprar nada. "Los han
cercado en su propia casa esperando a que cedan o mueran de hambre y
sed", afirma el sacerdote.
Los familiares que consiguieron llegar a Bagdad alertan además de
que las familias cristianas que no consiguieron salir de Qaraqosh
son más numerosas de lo que se ha dicho. Serían unas 150. De este
modo, el sacerdote afirma que con estos testimonios espera que la
comunidad internacional intervenga. "Esta es solo una historia real
de las miles que se viven en Irak en estos momentos. Es una historia
que tenemos que recordar cuando escuchemos los números que se
manejan".
******************* Sección "bilingüe"
***********************
¿Estamos en la segunda transición o ante
otra cosa?
E. Milá www.minutodigital.com 17 Agosto 2014
El que esto escribe conoció en su juventud un cambio de régimen. Tal
cambio estaba en el ambiente desde 1971 con Franco vivo y con
Carrero Blanco como vicepresidente del gobierno. Los medios de
comunicación insistían en que todo estaba “atado y bien atado”,
aunque evitaban decir hacia dónde. En los últimos años del
franquismo, el régimen había iniciado una descomposición interior
que se negaba pertinazmente desde los medios. Bastó que faltara una
persona, el anciano moribundo de El Pardo, para que el régimen se
desmoronara en pocos meses. Los que vivimos aquellos últimos años
del franquismo y la transición reconocemos hoy muchos elementos que
nos sitúan ante un nuevo fin de ciclo. Al parecer es difícil que en
España un régimen dure más de cuarenta años.
incertidumbre2Fuera de la mitología creada por franquistas que
sugiere que en 1975 todo en España iba bien y que el régimen podía
haberse mantenido sin alteraciones por tiempo indefinido de no haber
sido “por la puñalada por la espalda” que le asestaron los
“evolucionistas”, y fuera de la mitología creada por la “oposición
democrática” de la época, según la cual, la presión popular hizo
tambalear al régimen y forzar la transición, la realidad fue muy
diferente y sería cuestión de que un congreso de historiadores
restableciera la verdad de lo que ocurrió.
El franquismo entre 1970 y 1975 seguía teniendo cierto consenso
social (España es un país de inercias y de población
mayoritariamente apática) y los “poderes fácticos” (magistratura,
fuerzas armadas, fuerzas de seguridad del Estado, alto
funcionariado) no estaban dispuestos a mover nada del entramado de
las Leyes Fundamentales que constituía nuestro ordenamiento
constitucional en la época. En ese tiempo existía una “oposición
democrática” con peso en las zonas industriales, entre los
intelectuales y especialmente en la universidad… pero distaba mucho
de disponer de “fuerza social” suficiente como para forzar una
transición.
La otra versión de la transición
Hoy, a medida que van apareciendo trabajos históricos rigurosos, se
percibe que la versión oficial de una transición modélica pilotada
mediante consenso entre los “sectores evolucionistas del régimen” y
la “oposición democrática”, ante la mirada beatífica del rey y la
decisión de Suárez, no es más que una piadosa versión que tiene muy
poco que ver con lo que ocurrió verdaderamente. Más parece que la
transición que nos llevó a una democracia formal fue una decisión
que tomaron otros actores: el incipiente capitalismo español que
había surgido al calor del desarrollismo económico de los años
sesenta (la década en la que verdaderamente España abandonó el
subdesarrollo y recuperó los 150 años de terreno perdido),
multinacionales extranjeras deseosas de ampliar su penetración en
una España que todavía planteaba límites a las inversiones
extranjeras, los inversores internacionales que veían en España un
prometedor terreno a la vista de que algunos aspectos de su
estructura económica estaban todavía atrasados, nuevos grupos
mediáticos, algunos de ellos vinculados a los intereses del
capitalismo internacional, el Pentágono deseoso de ampliar la
“profundidad” de la OTAN, la Internacional Socialista (que en
aquello años tenía una fuerza componente “socialista Fabiana” y
desde el Congreso del SPD en Bad Godesberg reconocía la posibilidad
de coexistir con un “capitalismo con rostro humano”) y, por
supuesto, individualidades políticas españolas, procedentes del
mundo del dinero, conscientes de que solamente podrían grandes
negocios a la sombra del poder si cambiaban los gestores del
régimen. Este “pool” de intereses fue quien “diseñó” la transición,
correspondiendo su aplicación práctica a los rostros que han quedado
plasmados para la “historieta” como sus mentores: los Suárez, los
Juan Carlos, los Carrillo, los Felipe González, los Fraga, meros
ejecutores tácticos de un plan estratégico cuya paternidad no les
correspondía.
Sabemos lo que siguió: partidocracia, Estado de las Autonomías,
corrupción generalizada, formación de la “casta”, ingreso en la UE,
pérdida de peso económico de España, papel periférico en la UE,
globalización, hundimiento de la educación, de la moral pública,
terrorismo, GAL, proceso de paz, nacionalismos periféricos,
centrifugación nacional, crisis económicas cada vez más duras,
pérdidas de derechos sociales, problemas de la monarquía… un
panorama, en definitiva, de crisis del régimen nacido en 1978.
El sistema político franquista, concebido inicialmente como un
régimen de partido único (FET y JONS, lo que se llamó
“Movimiento–organización”) y luego, a partir de 1967 con la Ley
Orgánica del Estado transformado en “comunión de todos los españoles
con los ideales del 18 de julio” (lo que se llamó
“Movimiento–comunión”), estaba sostenido sobre unos pilares
políticos básicos: el corporativismo monárquico procedente de
Renovación Española, el carlismo tradicionalista, Falange Española
que aportaba la parte social y los llamados “propagandistas
católicos”, cada uno de los cuales tuvo presencia en determinadas
esferas del régimen. Lejos de ser un régimen lineal, unitario y
estable, fue variando con el paso del tiempo: “falangista imperial”
entre 1939 y 1942, “nacional–católico” entre 1943 y 1956,
“tecnocrático–desarrollista” entre 1957 y 1970. Franco jugó, según
la coyuntura política nacional e internacional con las distintas
piezas que apoyaban al régimen y constituyó en base a ellas
gobiernos en los que estaba más o menos representada cada parte. A
partir de 1971 se inició la transición…
Esta afirmación puede sorprender a los que mantiene la “versión
oficial” de que no fue sino hasta el 20–N de 1975 cuando la
desaparición de un anciano entubado desde había dos meses, hubiera
abierto todas las compuertas que impedían la irrupción de la
democracia formal. De hecho, Carrero Blanco era perfectamente
consciente de que el régimen tenía que evolucionar y lo que aspiraba
era a una evolución controlada (democracia a la alemana, con
partidos hasta el socialista, pero sin el PCE) algo que el jefe de
sus servicios de inteligencia, el Coronel San Martín, dejó claro en
sus memorias escritas en los años 80. Carrero tenía un “Plan B”: si
la Comunidad Europea (hoy UE) no aceptaba tal transición, se trataba
simplemente de buscar nuevos mercados… en el Este de Europa. De ahí
que bajo su mandato, Carrero estimulara el comercio hacia el Este
Europeo y la URSS recogiendo la hostilidad de Blas Piñar manifestada
en un curioso discurso en las Cortes Españolas (hoy Congreso de los
Diputados…). El conflicto del Sáhara demostró que la alianza con los
EEUU no era tan sólida como se creía e incluso habían llegado
sospechas de que desde ese país se intentaba desestabilizar al
régimen español, justo en el momento en el que se estaban
renegociando los acuerdos de cooperación militar.
El hecho de que los miembros del PSOE y de la UGT (muy escasos por
lo demás) no fueran obstaculizados por la policía política, indica
que, efectivamente, Carrero estaba trabajando para un híbrido entre
democracia orgánica y parlamentarismo convencional que debía
“abrirse” hasta los socialistas y socialdemócratas, pero no hasta
los comunistas y la extrema–izquierda. Así mismo, el hecho de que
diera luz verde para la reorganización política de la derecha y del
centro, mediante el “asociacionismo” y que, incluso promoviera con
cargo a los patrimonios generales del Estado, ayudas económicas para
quienes querían organizarse como embriones de partidos políticos
(Reforma Social Española de Cantarero sería el “ala
socialdemócrata”, pero también existían engendros locales como el
“Partido Proverista” especie de populismo exótico y, por supuesto,
núcleos democristianos, liberales, amén de monárquicos, falangistas,
carlistas). La idea que Carrero vendía era una “transición
controlada” y por etapas. Pero el “pool” al que hemos aludido quería
cambios más drásticos y veloces.
No hay que olvidar tampoco que la crisis económica mundial de 1973,
después de la tercera guerra árabe–israelí a la que siguió el
embargo mundial de petróleo decretada por los países de la OPEP,
supuso para la economía española un primer descarrilamiento de la
felicidad desarrollista de los sesenta. Una vez muerto Franco, el
régimen tardó apenas tres años en adoptar su nuevo rostro en medio
de oleadas de huelgas, doscientos asesinatos políticos, convulsiones
sin fin y momentos dramáticos en los que la inflación se disparó
(parece hoy imposible) hasta el 30%. Y es que la transición fue
todo, menos modélica.
Un régimen envejecido prematuramente
Pasaron treinta y cuatro años y el régimen, ya desde mediados de los
años 80 parecía prematuramente envejecido: el Estado de las El
cambio en las empresasAutonomías auguraba excesos económicos
faraónicos, descontrol, creación de castas regionales inamovibles;
año y medio después de la llegada de los socialistas al poder se
evidenciaba que la corrupción iba a ser su leit–motiv; el terrorismo
golpeaba más duramente que nunca a pesar de que el eslogan
oficialista de la transición indicaba que “contra terrorismo,
democracia”; la ocupación y el saqueo por parte de los partidos
políticos de todos los centros de poder, incluidas las cajas de
ahorro, etc. Al régimen se le podía aplicar la letra de aquella
canción de Bob Dylan dedicada a Pete Seeger sobre “un viejo y raro
mundo que agoniza | y que apenas sí acaba de nacer”.
La “pasada por la izquierda” estaba resultando catastrófica: se
había negociado mal el Tratado de Adhesión a la UE, estábamos en la
OTAN como resultado de un fraude escandaloso, se sabía que en
Cataluña y en Andalucía gobernaban bandas de salteadores de caminos…
pero “ayudaban al a gobernabilidad del Estado”. Pronto el socialismo
felipista se convirtió en un lastre del que, a lo largo de 13 largos
años, parecía imposible liberarnos; no terminaba de morir y su
agonía fue extremadamente larga. Pero quedaba la esperanza de que el
centro–derecha, antes o después, lo solucionara todo.
En 1996, mientras el “pueblo del PP” coreaba el “Pujol enano, habla
castellano” desde la calle Génova, en el balcón, un exultante Aznar
había empezado ya a negociar el apoyo de CiU a su primer gobierno
aun en minoría. No lo sabíamos entonces, pero Aznar a la vista de la
situación del país y de la necesidad de un tirón económico tras la
“reconversión industrial” socialista forzada y financiada por la UE,
había ideado un modelo económico suicida cuyos éxitos futuros serían
garantía de hambre para pasado mañana.
En efecto, lo peor del aznarismo ya no era su contemporización con
quien todos sabíamos era un simple delincuente económico, Pujol, ni
siquiera el haber recibido una riada de votos no tanto por identidad
y conformidad con su programa, sino por simple rechazo a la agonía
socialista, lo peor era, precisamente, su modelo económico. El
electorado de derechas no suele mirar a la economía, cuyos
mecanismos no termina de comprender, prefiere ver qué soluciones se
aportan a problemas como el orden público, la lucha antiterrorista,
el aborto, la lucha contra la delincuencia… y poco más. En este
sentido, la gestión de Aznar fue mediocre, incluso en su cénit,
durante su segunda legislatura, cuando ya disponía de mayoría
absoluta; el desenlace del Caso Perejil –contrariamente a lo que se
dijo a la opinión pública– fue una vergonzosa retirada del peñón. En
efecto, la negociación llevada a través de Ana Palacio y de Collin
Powell reafirmaba la soberanía española sobre Perejil… soberanía que
no se podía demostrar mediante el establecimiento de una guarnición
o de una simple bandera…
Lo esencial del gobierno Aznar fue el modelo económico y el bajar la
cerviz ante la globalización, sin pronunciar ni una sola palabra en
contra, ni una mera objeción, ni siquiera una súplica: porque España
no tenía lugar bajo el sol de la globalización. Aznar quiso
especializar al país en construcción inmobiliaria (sin pensar en lo
insostenible del modelo durante mucho tiempo) y para que saliera
rentable era preciso importar mano de obra. A partir de 1976–77 fue
llegando inmigración masiva y progresivamente descontrolada con todo
lo que ello implicaba, además de una bajada salarial global. Es
cierto que la llegada de 600.000 inmigrantes anuales entre 1996 y
2006 contribuía también a que el PIB subiera unos puntos, pero era
evidente que se habían convertido en una aspiradora de recursos
sociales.
Por otra parte, el pueblo español no comprendió que sus salarios
eran bajos o incluso bajísimos: Aznar desdibujó esta sensación
poniendo al alcance de todos un crédito abierto de par en par.
Bastaba con llamar a un teléfono para recibir inmediatamente un
crédito de 6.000 euros pagaderos en cuotas de 100 euros al mes y sin
avales ni garantías de ningún tipo. Trabajadores con salarios bajos
podían ir de vacaciones al Caribe y pagar cómodos plazos durante el
resto del año. No importa quién podía obtener una hipoteca por el
120% del valor de viviendas sobretasadas que no valían ni la cuarta
parte de esa cantidad, pagadero, además en 30 años. El país
enloqueció y siguió enloquecido más allá de que las extrañas bombas
del 11–M desplazaran a Aznar al basurero de la historia. La inercia
siguió con Zapatero en su primera legislatura, quien, además,
concentró su esfuerzo en sus delirantes planes de “ingeniería
social”, extraídos de los pánfilos boletines de la UNESCO.
El resultado fue que la nueva pasada por la izquierda dejó al país
al borde del abismo: la crisis económica mundial, que en España
empezó revistiendo las formas de estallido de la burbuja
inmobiliaria, pasó a ser crisis de deuda. Pronto se vio que ZP no
estaba en condiciones de resolver el problema sin hundirnos un poco
más en problemas generados por su debilidad (entre otros, su
“apertura” a un “nuevo estatuto” en Cataluña que conduce
directamente a la crisis actual). Y volvió el centro–derecha…
De la “reforma necesaria” a la “reforma imposible”
Cuando escribimos estas líneas, el régimen ha cumplido su treinta y
seis aniversario, intenta remozar su aspecto, pero solamente ha sido
capaz de cambiar el rostro de un monarca al que todavía no hemos
visto con corona y que no deja de ser una simbiosis de presidente de
la república con cualquier personaje del colorín. Nada más. Ahora ya
es tarde para acometer reformas que rectifiquen los aspectos más
problemáticos del régimen nacido en 1978.
Thomas Molnar en La contrarrevolución (Unión Editorial, Madrid,
1976) nos cuenta que existen dos tipos de “reformas”: lo que llama
la “reforma necesaria” es la que un régimen puede hacer cuando aún
cuenta con apoyos sólidos y ha comprueba que es preciso rectificar
algunos de sus aspectos que no terminan de funcionar. Pone como
ejemplo a la monarquía de Luis XIV. Pero en esos momentos, el
gobierno es fuerte, el régimen está sólidamente asentado, la red
clientelar firmemente establecida, así que… ¿para qué reformar nada?
Las cosas quedan igual. Pero luego viene el tiempo en que los
desfases van ganando en intensidad y alcanzan su límite extremo,
justo en el momento en el que el régimen está debilitado. El tiempo
de Luis XVI. Pero entonces la “reforma necesaria” ya no puede
hacerse, se ha convertido en “reforma imposible”: rectificar
cualquier aspecto del sistema implica demostrar su debilidad y
exponerse a generar desequilibrios todavía mayores. A ese tiempo
sucede, inevitablemente, el de las guillotinas.
No es necesario ponerse dramático, pero si darse un baño de
realismo. El franquismo murió por inadaptación del régimen a las
exigencias de grupos de presión internos y externos. La transición
fue, en realidad, la transmisión de las riendas del poder a una
clase política más adaptada y dócil ante estos grupos de presión.
Así, un régimen fue sustituido por otro. Hoy, en cambio, la
situación es mucho más dramática.
Desde hace décadas la “reforma necesaria” no se ha llevado a cabo
(debería de haberse llevado justo cuando se percibió que la
corrupción tentacular se extendía por todos los estratos del régimen
y el Estado de las Autonomía era una proliferación vermicular y
cancerígena contra el Estado del Bienestar que desviaba hacia la
casta política recursos ilimitados). Ahora ya es tarde. Nada puede
reformarse sin que todo el castillo de naipes construido a lo largo
de 36 años se desplome. Cualquier pequeña amenaza (las
manifestaciones del 15–M, la irrupción de Podemos, la
insignificancia de Urdangarín, el caso Pujol, el separatismo
catalán) pueden dar al traste con todo el régimen. Ni siquiera lo
que ha constituido su “núcleo duro” en estas últimas décadas, la
“banda de los cuatro”, está en condiciones de pactar una reforma,
consciente de que cualquier cosa que toque puede implicar el
derrumbe de todo el conjunto.
Por lo mismo, el régimen ya no puede alardear de nada: ¿sigue siendo
esto una monarquía o es más bien una “república hereditaria”?
¿España es una “nación”, una “nación de naciones”, una “federación”?
¿Existe en algún lugar justicia social? ¿La nacionalidad española
supone algo más que la obligación de pagar impuestos en España?
¿Tenemos futuro más allá de “brotes verdad” que como la zanahoria
puesta ante el hocico del burro éste nunca llega a alcanzar?
Preguntas retóricas unas y preguntas sin respuesta otras.
La reforma del actual sistema es imposible porque vio la luz cuando
la evolución del capitalismo internacional era muy diferente y
cuando existía una correlación de fuerzas políticas radicalmente
distinta a la actual. Los grupos mediáticos que apoyaron el
advenimiento del régimen de 1978 están hoy deshechos o simplemente
han desaparecidos; el capitalismo internacional tienen una
configuración completamente diferente a la de hace 40 años. Los
intereses de los EEUU son los mismos, pero su debilidad es muy
superior a la que tenía en la última fase de la guerra fría. La
globalización se muestra cada día como un sistema más insostenible y
la distribución de fuerzas políticas en España no tiene ni punto de
comparación con la que existía en 1970-75, con fuerte polarización
en los extremos. Los consensos del período 1976-78 son inviables e
imposibles de revalidad, porque las fuerzas políticas que han
sobrevivido de aquella época, aun cuando ocupan lugares de poder,
arecen de peso y de prestigio social.
Esperando el desplome interior del régimen
Vivimos tiempos de cambio de régimen, como los que se vivían en
1970. Pocos lo reconocen todavía, pero lo más probable es que en
apenas cinco años quede poco de las siglas que han construido la
triste cotidianeidad de los últimos treinta años, como quedó muy
poco del antiguo régimen después de la Ley de Reforma Política de
enero de 1977: hasta el día anterior, los “procuradores en cortes”
eran “alguien”, cualquier cosa que decían era reproducido por los
medios, estaban en el ojo del huracán; el día después de votar la
disolución de las cortes franquistas, bruscamente, sus teléfonos
dejaron de sonar, los periodistas cesaron su asistencia a las ruedas
de prensa que convocaban y, simplemente, desaparecieron (o bien
intentaron reacomodarse en UCD o en AP, lográndolo sólo una mínima
parte).
Prepararos para que los Pedro Sánchez, las Sorayas Sáenz de
Santamaría, los Artur Mas y las Susanas Díaz, desaparezcan de la
noche a la mañana. Tan solo se requieren unas nuevas elecciones y la
disipación de las noticias, más o menos, artificialmente generadas
sobre la bondad del actual momento económico.
La última encuesta del CIS indica que el PSOE se encuentra en su
peor momento histórico y que la distancia entre Podemos y los
socialistas va disminuyendo. El PP perdía también dos puntos de
apoyo en relación a la encuesta anterior. Y en Cataluña CiU ya ha
sido reemplazado oficialmente por ERC como partido mayoritario. La
esperanza del PSOE es que en los próximos meses el nuevo secretario
general brille con luz radiante… algo improbable a tenor de lo hecho
y dicho en su primer mes de gestión. CiU, casi, ya ni existía antes
del escándalo Pujol, ahora y antes de que estalle el “escándalo Mas”
y antes de la parada y marcha atrás del referéndum del 9–N,
difícilmente sobrevivirá como coalición. En el País Vasco, la
izquierda abertzale si no ha aventajado ya en intención de voto al
PNV, poco le falta. En estas circunstancias, la encuesta publicada
ayer por El País según la cual el PSOE estaba “a sólo seis décimas”
del PP no deja de ser un mal chiste o un ejercicio de voluntarismo
que poco o nada va a contribuir a realzar la figura de un Pedro
Sánchez del que ahora solamente, incluso sus propios partidarios,
empiezan a percibir su banalidad política.
Con CiU fuera de juego, el PSOE en crisis estructural, el PNV a
punto del “surpaso” y el PP haciéndose a la idea de que perderá
algunas comunidades autónomas y ayuntamientos en las elecciones de
mayo de 2015, con Podemos como estrella emergente, ERC y la
izquierda abertzale amenazando, lo menos que puede decirse es que la
salud del régimen político español sea buena. ¿Alguién cree que
todas estas fuerzas pueden consensuar algo? ¿Alguién cree que la
“banda de los cuatro” (PP+PSOE+PN+CiU) están en condiciones de
impulsar alguna reforma que no acabe con ellos? ¿se entiende ahora
mejor nuestro pesimismo en relación al futuro del régimen y porqué
nos aproximamos, no a una “segunda transición” sino a un proceso de
inestabilidad permanente? Porque lo grave no es que un régimen esté
agonizando, lo realmente grave es que no existe, por el momento,
ningún proyecto alternativo sólido para constituir el reemplazo.
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