El 'socialismo del siglo XXI' no es más que
una coartada para el robo
EDITORIAL El Mundo 14 Abril 2015
La nación que asombra al mundo por haber condenado a sus ciudadanos
al desabastecimiento de los productos más básicos, a la inflación
desbocada y a la más triste miseria mientras acumula una de las
mayores reservas de petróleo está en manos de una oligarquía
corrupta que, apoyándose en la represión de la fuerza militar,
utiliza los resortes del Estado en beneficio de sus élites
extractivas. El socialismo del siglo XXI con el que el régimen de
Hugo Chávez extendió su influencia por todo el continente ha
resultado ser ni más ni menos lo que parecía: una estructura de
poder por el poder. Noticias como la que publicamos hoy no son sino
la constatación de hasta qué punto la rapiña está instalada como una
práctica institucional rutinaria en el régimen bolivariano, que la
promueve y la alienta para beneficiarse de ella.
El Gobierno de Venezuela facilitó, a través de la secretaría de la
Presidencia durante la etapa de Chávez, pasaporte diplomático a dos
asesores del Ministerio de Economía con evidente perfil de servicio
secreto para que sacasen libremente del país maletas cargadas de
billetes, que de esta forma podían pasar por la aduana sin ser
inspeccionadas. Ese efectivo se ingresaba después en una ventanilla
de la Banca Privada de Andorra (BPA), directo a una cuenta a nombre
del responsable antidroga de su policía científica, dato que añade
la elocuente sugerencia de cuál es el verdadero origen de esos
fondos y abunda en la sospecha de connivencia de las autoridades de
Caracas con el narcotráfico. Una vez en la entidad financiera, nadie
preguntaba por su procedencia ni se daba la más mínima alerta para
prevenir el blanqueo. La desvergüenza con la que se construyó el
éxito de BPA y de su filial española, Banco Madrid, residía,
precisamente, en el desarrollo de estrategias cómplices para atraer
el dinero sucio de las mafias y el crimen organizado. En la parte
que compete a las autoridades españolas, su persecución debe ser
implacable.
Este periódico ya publicó que varios altos cargos del chavismo
utilizaron Banco Madrid para blanquear dinero procedente de los
sobornos que pagaban empresas españolas a cambio de adjudicaciones.
Es insólito que semejante refugio pudiese anidar impunemente en el
corazón financiero de nuestra capital, aunque la rápida reacción del
Banco de España y del Ministerio de Economía contribuye a mantener
la confianza en las instituciones. Hace semanas se conoció, también,
que el Gobierno de Chávez evadió 15.000 millones de euros al HSBC
suizo. No es de extrañar, por tanto, que EEUU aplicase sanciones
contra un grupo de funcionarios venezolanos a los que relaciona con
el narcotráfico y calificase a Venezuela como una amenaza para su
seguridad. Debilitado, Nicolás Maduro sólo pudo esgrimir en Panamá
las manidas proclamas antiamericanas con las que pretende ocultar
los excesos liberticidas de su régimen represivo. El hecho de que
por primera vez publiquemos una exclusiva bajo una firma colectiva
(Consorcio Iberoamericano de Periodistas de Investigación) para
proteger la identidad de sus autores es una prueba más de las
dificultades que tiene que sortear la prensa libre para abrirse paso
en Venezuela.
UPyD y el obsceno espectáculo de los
tránsfugas
JOSé ANTONIO ZARZALEJOS El Confidencial 14 Abril 2015
Los partidos políticos mueren con agonías largas y penosas y este
puede ser el caso de UPyD, pero también para estas organizaciones
debería haber un código social que reprobase la autodestrucción
Escribió Georges Clemanceau, el político más notable de la III
República francesa que “un traidor es un hombre que dejó su partido
para inscribirse en otro y un convertido es un traidor que abandonó
su partido para inscribirse en el nuestro”. En ambos casos
consideraba el francés que se trataba de una traición. En Unión,
Progreso y Democracia –que ayer lunes completó su mermada dirección
para evitar tener que constituir una comisión gestora– se está
produciendo un espectáculo obsceno de cargos del partido que lo
abandonan para echarse en brazos de Ciudadanos. No son gente
particularmente respetable. Una cosa es disentir y apartarse y otra,
muy distinta, perpetrar un acto de transfuguismo. Y para recordar
otro caso parecido al de UPyD hay que remontarse a la
autodestrucción de UCD en 1981 y 1982.
La actitud más digna es la de los que discrepan y dan la batalla
interna y en los órganos estatutarios de la formación. O la de los
que se retiran con mayor o menor discreción y regresan a la vida
privada. Y por supuesto, la de los que siguen en sus puestos y al
lado de la dirección, estén confundidos o errados. La dignidad es
compatible con el yerro, pero la traición es oportunista y no
responde más que a un cálculo de intereses normalmente de carácter
personal. Es lógico y humano –e injusto pero inevitable– que Rosa
Díez se sienta traicionada. El hecho de que ella también abandonase
el PSOE para fundar UPyD es algo diferente al transfuguismo y remite
a una nueva etapa en la que la ahora portavoz y lideresa del partido
se lanzó a una iniciativa repleta de incertidumbres y apuestas
improbables.
Me viene a las mientes esta reflexión al leer algunos de los
artículos que David Ortega, catedrático de Derecho Constitucional y
concejal-portavoz de UPyD desde 2011 en el Ayuntamiento de Madrid,
ha recopilado en un libro titulado De la cultura de la queja al
compromiso político (Editorial Gens). El capítulo 6º de la
recopilación reúne los artículos referidos a UPyD durante la
trayectoria más esperanzada y brillante de la formación. Ortega,
discreto, sigue al pie del cañón, seguramente crítico con lo que
ocurre en su partido, pero sin pulsiones abandonistas y, mucho
menos, sin afán de tránsfuga. El libro sirve para seguir el reguero
que en la política española ha ido dejando UPyD y que, no por el
desastre irreversible que ahora sufre, debe desconocerse. Hubo
tiempos de euforia y esperanza a recordar. Tiempos en los que muchos
se engancharon a las siglas lideradas por Díez y obtuvieron un lugar
al sol en la política española y ahora abandonan el barco
precipitadamente.
Hay que esperar que el error de juicio moral que están perpetrando
algunos cargos del partido magenta no se corresponda con la torpeza
de Ciudadanos admitiéndolos acríticamente en sus filas. Nada ganaría
el partido de Rivera y perdería crédito porque, aunque –como
escribió Clemanceau– sean “convertidos”, no dejaran de ser
traidores. La primera lección de decencia que se espera de
Ciudadanos es que no se comporte con los tránsfugas como los
partidos viejos: recibiéndolos con alharacas.
La única salida razonable a la dramática situación por la que
atraviesa UPyD es la que están intentando algunos críticos:
organizarse cara al Congreso extraordinario del partido en junio,
disputarle el liderazgo a la actual dirección, sustituirla con una
propuesta de coalición o fusión con Ciudadanos y, de ganar el
cónclave, ejecutar el programa engrosando con los de Albert Rivera
una gran fuerza política que disponga de mayor potencial que el
actual para las elecciones generales.
Sería lamentable que a la obscenidad de los tránsfugas que aquí y
allí menudean en las filas de UPyD se añadiese la complacencia de
Ciudadanos, representando ambas formaciones un espectáculo ya visto
demasiadas veces en la política española, en la que las lealtades y
los principios no son corolarios de criterios ideológicos sino
relativismos que están en función de razones coyunturales atentas a
los intereses particulares más básicos: el medro personal como pauta
de conducta ética. No se trata, por lo tanto, de defender a la
dirección actual de UPyD –cuya responsabilidad debe ser dilucidada
en un Congreso extraordinario del partido– como de introducir alguna
dosis de decencia en la vida de los partidos políticos.
Los partidos políticos mueren también con agonías largas y penosas y
este puede ser el caso de UPyD –pero también para estas
organizaciones debería haber un código social que reprobase la
autodestrucción que provoca la traición y el transfuguismo–. La
advertencia, más que a los obscenos tránsfugas magentas, se dirige
al partido de Albert Rivera, que podría perder su inocencia si no da
con la puerta en las narices a los oportunistas y no espera a que el
Congreso extraordinario de UPyD defina una política oficial de
relación con Ciudadanos. Porque lo bien hecho bien parece
Una sentencia que confirma el fracaso del
Estado de Derecho frente al chivatazo
EDITORIAL El Mundo 14 Abril 2015
La absolución de dos integrantes de la red de extorsión de ETA con
sede en el bar Faisán de Irún y la condena a penas leves a sólo dos
de ellos demuestra hasta qué punto la banda terrorista se benefició
del chivatazo cometido por el jefe superior de Policía del País
Vasco, Enrique Pamies, y por un agente a sus órdenes, José María
Ballesteros, para dar la alerta a sus cabecillas. La sentencia de la
Audiencia Nacional notificada ayer confirma que nos encontramos ante
una de las mayores iniquidades cometidas en democracia y ante una
imperdonable afrenta a las víctimas contra la que, lamentablemente,
el Estado de Derecho ha ofrecido una respuesta frustrante. Es éste
un fracaso palmario de las instituciones, empezando por el Gobierno
de José Luis Rodríguez Zapatero, siguiendo por la policía que
dirigía Alfredo Pérez Rubalcaba y terminando de forma especialmente
lamentable por la Justicia.
«Nada se pudo encontrar en los registros», se reconoce en la
resolución para justificar las absoluciones -el fiscal pedía 12 años
para cada acusado-. Nada se pudo encontrar, ni los 54.000 euros
procedentes del cobro del impuesto revolucionario, ni la
contabilidad, ni la documentación referente a su penosa burocracia,
ni la lista de extorsionables y extorsionados con sus
correspondientes cartas, ni los sellos con el anagrama de ETA. Y
sólo hay una razón que pueda explicarlo: la delación cometida por
los dos policías, que puso sobre aviso a los chantajistas de que se
les venía encima una redada. Es singularmente triste que la
Audiencia Nacional sí que considere acreditado, por el contrario,
que el Faisán era el centro de la trama y que era Joseba Elosua, el
hombre que recibió el chivatazo, quien la dirigía. La pista era pues
la buena y todo indica que los arrestados habrían recibido la
condena que se merecen si no hubiese mediado el soplo.
La condena a los policías por una mera revelación de secretos y no
por un delito de colaboración con ETA se explicó por la Audiencia
Nacional entonces con el inaceptable razonamiento político de que el
chivatazo «no fue una acción directa para favorecer la actividad de
la banda terrorista, sino que fue guiada con la finalidad de que no
se pudiera entorpecer el proceso que estaba en marcha para lograr el
cese de la actividad de ETA». Esto es: que no se quería poner en
peligro «la paz social». Cae por su propio peso lo pueril de ese
argumento. La contribución de las víctimas a la democracia reside
precisamente en haber renunciado a responder por su mano a los
crímenes terroristas, depositando su confianza en la respuesta justa
del Estado de Derecho. Eso es lo que aquí ha fallado y sólo hay una
manera de empeorarlo: indultando a Pamies y Ballesteros.
TRAS AÑOS DE SUBIDAS IMPOSITIVAS
Los españoles sufren hoy la mayor carga
fiscal de la historia
Se mire por donde se mire, España no es un país de impuestos bajos,
sino todo lo contrario.
DIEGO SÁNCHEZ DE LA CRUZ Libertad Digital 14 Abril 2015
¿Es España un país de impuestos bajos? No pocos analistas afirman
que la Vieja Piel de Toro soporta una carga fiscal demasiado baja.
De hecho, tampoco faltan los políticos que, desde todo tipo de
formaciones, defiende la necesidad de revisar al alza la fiscalidad
vigente en nuestro país.
Sin embargo, un vistazo a los datos de imposición efectiva nos
permite desmentir este mito tan extendido. En primer lugar, podemos
analizar cuál es el tipo efectivo pagado en el IRPF según salario
bruto en euros. Haciendo este cálculo, vemos que rentas bajas,
medias y altas soportan en España una carga tributaria mucho mayor a
la que encontramos en Reino Unido, Alemania o Francia:
http://www.libremercado.com/2015-04-14/los-espanoles-sufren-hoy-la-mayor-carga-fiscal-de-la-historia-1276545474/
Fuente: Juan Carlos Barba
En segundo lugar, si ponderamos el tipo medio de los principales
tributos vigentes en nuestro país, vemos que su peso porcentual
sobre la base imponible acumula un lustro de continuos aumentos.
Esta ratio ha saltado del 12,4% al 15,2% entre 2009 y 2014, un
aumento superior al 22,5% en apenas cinco años.
Fuente: El País
En tercer lugar, las cifras de recaudación de IRPF e IVA arrojan
cifras récord para el año 2014. En el Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas, los ingresos fueron de 72.662 millones de euros,
el número más alto de toda la serie histórica, con un aumento de
casi 50 millones frente al nivel registrado en 2007. En cuanto al
IVA, la cifra de 2014 fue de 56.174 millones, también la mayor cifra
de la historia, superando los números de 2007 en 320 millones.
En cuarto lugar, si analizamos la fiscalidad del trabajo en Europa,
comprobamos que el tipo impositivo real que soportan de media los
españoles llega al 40,5%, por encima del 26,68% de Irlanda, el
31,54% de Reino Unido, el 37,9% de Luxemburgo o el 37,98% de
Dinamarca. La cuota española está cerca del 42,21% finlandés o el
42,87% sueco.
Salvando el caso griego, eso sí, el sueldo medio de los países
incluidos en el cálculo es muy superior a los niveles de
remuneración observados en España. Ajustando los datos, encontramos
que la fiscalidad efectiva por trabajador es aún mayor: ronda el
45%, tal y como explica Juan Ramón Rallo.
En quinto lugar, las estimaciones de esfuerzo fiscal de la
Asociación Española de Asesores Fiscales y Gestores Tributarios
(Asefiget) elevan la situación de los contribuyentes españoles al
primer lugar de la tabla europea. El Sindicato de Técnicos del
Ministerio de Hacienda (Gestha) apunta, por su parte, que el
esfuerzo fiscal medio en España es un 20% mayor que la media
europea.
Inmersión y cohesión social: acto de fé
"Sorprende que en los 25 años que se predica el padrenuestro de que
'la inmersión garantiza la cohesión social' nadie lo haya comprobado
nunca. No hay un solo estudio que demuestre esta supuesta relación
causal. Es una cuestión de fe"
Cronica Global 14 Abril 2015
Laura Fàbregas, periodista y licenciada en Ciencias Políticas, en un
artículo publicado este viernes en El Periódico:
"[...] La perversidad de este sistema [de inmersión lingüística]
radica principalmente en su obligatoriedad -no poder elegir entre
ser escolarizado en catalán, castellano o inglés-, pero también en
el hecho de que se haya elevado la lengua catalana como parte
estructural de la identidad catalana sin la cual no puede haber
integración o cohesión social. Una verdad revelada que convierte
cualquier crítica hacia el modelo educativo en un sacrilegio contra
Cataluña y el catalán.
Más allá de esta perversidad, como sucede con toda religión, también
se evidencia una especie de doble moral: defender públicamente el
catalán en la escuela, pero llevar a los hijos al Liceo francés o a
la Escuela alemana. Son muchos y conocidos los personajes públicos
independentistas que prefieren que su prole se eduque en el
bilingüismo o el trilingüismo, y eso sí que seguramente no
contribuye ni a la cohesión social ni a la igualdad de
oportunidades. Libertad de elección solo para quien pueda pagar.
Lo que más sorprende es que en los 25 años que se predica el
padrenuestro de que 'la inmersión garantiza la cohesión social'
nadie lo haya comprobado nunca. No hay un solo estudio que demuestre
esta supuesta relación causal. Es una cuestión de fe, que empieza y
acaba con este predicado.
[...] En el sistema educativo catalán, los derechos de los
ciudadanos catalanohablantes están actualmente reconocidos y
salvaguardados. Quienes no gozan de la misma suerte son los
ciudadanos castellanohablantes. Si en Cataluña se continua
aprendiendo el castellano no es porque el sistema lo propicie, sino
porque la ley no es lo suficientemente totalitaria para imponerse en
una sociedad compleja donde buena parte de la televisión, la vida
pública y el mercado son en castellano. A pesar de ello, se ha
conseguido que buena parte de la población catalana viva en un
estado de paranoia constante, donde cada sentencia del Tribunal
Constitucional, del Supremo y hasta del TSJC se percibe como un
ataque a la lengua. Poco importa que se reconozca que el catalán
debe ostentar una condición preferente y que solo se pida un 25% de
clases en castellano, porque si algo comparten todos los
fundamentalismos es el amor por la pureza y el rechazo al
pluralismo".
******************* Sección "bilingüe"
***********************
La burbuja se está pinchando
Según los sondeos oficiales, ha descendido 13 puntos el apoyo a la
independencia
Francesc de Carreras. El Pais. 14 Abril 2015
El independentismo, en fase infantil
La mejor perspectiva de los partidarios de la independencia es
acumular fuerzas para una negociación a medio plazo. Enric Company.
Han tenido que pasar cuatro años de intensa fiebre política para que
las encuestas oficiales dieran una alegría a quienes han asistido
atemorizados al auge del independentismo catalán en los sondeos.
Respira por fin aliviado el unionismo, feliz por comprobar que su
intensa movilización y el bombardeo mediático que ha provocado haya
logrado frenar el avance de la oleada en la que hace un par de años
temía ahogarse. Ahora son obvias las divisiones en los partidos
soberanistas, la debilidad de su liderazgo y la confusión con que se
enfrenta al futuro inmediato.
La última encuesta oficial de la Generalitat, que da al unionismo
una ventaja de cuatro puntos porcentuales sobre los partidarios de
la independencia, ha sido leída como el parte de la derrota. Ni
entre quienes promueven un Estado catalán soberano ni entre quienes
se oponen a él se opera a día de hoy con la expectativa real,
creíble, de que el movimiento vaya a desembocar en su creación y
reconocimiento internacional en un par o tres de años. Entonces,
¿cuáles son sus perspectivas plausibles?
Una de las posibilidades más verosímiles es que el proyecto
independentista siga dando patadas para adelante al balón,
posponiendo la hora de la verdad en sucesivos plazos de dos o tres
años a la espera de un escenario político más propicio. Por hora de
la verdad se entiende la puesta en práctica de otra de las
posibilidades, consistente en aplicar la por el momento última hoja
de ruta que sus dirigentes manejan, que incluye actuaciones propias
de la soberanía previamente anunciadas en el programa de las
próximas elecciones al Parlament. Si así lo hicieran se abriría en
España una crisis política grave, que pondría en juego los apoyos
políticos y de todo tipo de cada una de las partes. La relación de
fuerzas en España y fuera de ella, es decir, en la Unión Europea,
decidiría. Hasta ahora, todos los choques han abocado a sucesivas
derrotas del bloque soberanista, aunque al mismo tiempo cada una de
ellas se haya convertido en un nuevo argumento para ratificar e
incluso subir la apuesta.
Si la respuesta del Gobierno español a una situación de este tipo se
mantuviera en las coordenadas en que ha afrontado el desafío hasta
ahora, en particular la declaración de soberanía por el Parlamento
catalán de 2013, y con ello bastara para frustrar los ejercicios de
soberanía, el movimiento independentista habría llegado a un punto
tras el cual no le quedaría otra opción que el repliegue. Si la
relación de fuerzas no permite imponerse al Gobierno español ni
obtener reconocimiento internacional, se cosecha una derrota. Una
más, pero esta de mayor gravedad.
Cuando fracasan, tentativas de este calado no dejan indemnes a
quienes las han protagonizado. No salen gratis. Dejan heridas en la
sociedad y en las instituciones. En la economía. Las cosas no
vuelven a ser como antes. Distinto sería, quizá, si se estuviera
ante procesos pactados, como los de Escocia o Quebec. No es el caso.
Ahí está la retirada de Alex Salmond tras perder su referéndum para
ejemplarizar, por si hiciera falta.
El origen reactivo del actual brote del independentismo en Cataluña
lo ha configurado como un movimiento de confrontación y lo
condiciona. Se conoce bien su capacidad de movilización, pero no
tanto su capacidad de maniobra, su cintura política. Ha tenido que
enfrentarse al más cerrado inmovilismo y eso también lo condiciona.
No está claro si, llegado el caso, aceptaría entrar en la
negociación de vías reformistas como las apuntadas por la izquierda
española. Pero es desde luego otra posibilidad. Una opción de este
tipo es difícil de imaginar en este momento porque la posición tanto
del Gobierno del PP como del bloque soberanista ha sido la de negar
las terceras vías, las soluciones intermedias, las negociaciones
sobre el fondo del asunto, que no es otro que un más efectivo
reconocimiento nacional de Cataluña.
Este es, sin embargo, uno de los probables escenarios de futuro. Uno
de los más sorprendentes e incomprensibles aspectos del movimiento
independentista en estos años ha sido su convicción de que su
objetivo estaba al alcance de los dedos. Que la independencia estaba
al caer. Un infantilismo inconsciente, ciego a la desproporción
entre la fuerza del Estado español y la de un movimiento político
que, cuando más, puede contar con la simpatía de la mitad de la
población de Cataluña.
Pese a todo, el independentismo está configurándose como factor
político estructural, como tendencia hegemónica en el catalanismo en
sustitución del autonomismo y del federalismo. El catalanismo tardó
medio siglo hasta conseguir en 1932 el primer estatuto de autonomía,
después de varios intentos frustrados. De forma análoga cabe pensar
ahora que una expectativa realista, la mejor, es que el
independentismo deba transitar por un periodo de acumulación de
fuerzas de incierta duración. Aspirar a que sus apoyos crezcan hasta
el 75% de la población. Sin esto, no tendrá opción. Y trabajar
también para la maduración de la otra parte. De forma que, superado
el infantilismo, lo que en este principio de siglo XXI ha sido
imposible negociar pueda serlo en unas décadas.
Hay suficientes indicios que muestran cómo bastantes catalanes
seducidos durante estos últimos años por la independencia están
aterrizando en la realidad. Empieza a verse claro que uno de los
principales errores de los nacionalistas ha sido no explicar la
verdad e intentar mantener a los ciudadanos en la ilusión de una
burbuja, política y mediática, con el objetivo de convencerles de
que la independencia de Cataluña era algo fácil y rápido por muchas
razones, entre ellas por el apoyo internacional. “¿Cómo el mundo
libre, sea Europa o Estados Unidos, va a oponerse a la libertad de
los catalanes?”, se preguntaban constantemente políticos y
tertulianos. Añadiendo a continuación: “El obstáculo es España, sólo
España y los españoles. Pero si los catalanes estamos unidos, y nos
manifestamos masiva y pacíficamente por la independencia, las
presiones internacionales obligarán a que España ceda”.
Grave error de apreciación o consciente mentira. Cualquier persona
con unos mínimos conocimientos de lo que sucede en el mundo sabe
perfectamente que esto no es así. Precisamente en el mundo libre, es
decir, en los países occidentales, las normas del derecho
internacional son respetadas, especialmente las más esenciales,
entre las cuales se encuentra el principio de integridad territorial
de los Estados, garantizado por los tratados de la UE y de la ONU.
En Cataluña se sostenía, y aún se sostiene, que en su caso es de
aplicación el derecho de autodeterminación, no el de integridad
territorial. Otro error u otra consciente mentira.
Esta ignorancia la está pagando ahora la Generalitat cuando intenta
desplegar acciones políticas en el extranjero: hace el ridículo. El
viaje a EE UU de Artur Mas ha sido un fiasco total. El gobernador de
California le canceló la cita con la excusa de que unos días antes
había fallecido su hermana. En Nueva York, el público asistente a su
conferencia en la Universidad de Columbia estaba compuesto
básicamente por catalanes que aplaudían sus réplicas a las
observaciones críticas del moderador. La foto de sus declaraciones a
los medios neoyorquinos es patética: sólo se ven los micrófonos de
los medios de información de la Generalitat.
Unas semanas antes, Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión
Europea, en alusión al extravagante nombramiento de Amadeu Altafaj
como “delegado permanente de Catalunya ante la UE”, cargo que sólo
pueden designar los Estados, dijo que todo contacto oficial de una
comunidad autónoma o similar con la UE no puede ser directo, sino
que debe hacerse a través del Estado miembro.
La burbuja, pues, se está pinchando. La realidad se impone. Los
catalanes lo ven. El apoyo a la independencia, según los sondeos
oficiales, desciende 13 puntos mientras su rechazo aumenta 23.
Muchos catalanes que venían de las nubes están aterrizando en la
realidad.
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