Y el Estado se quitó la chaqueta
LUIS SÁNCHEZ-MERLO El Mundo 9 Noviembre 2015
El despliegue cinematográfico, con cientos de agentes deteniendo
tesoreros y empresarios (incluido el registro por la Policía de la
vivienda y demás dependencias de la familia Pujol), la proclama
soberanista -urgida por las prisas de la CUP- precipitando la
tramitación de la independencia y la respuesta del jefe del
Ejecutivo que, con reflejos redimidos, escenificaba una declaración
grave seguida de encuentros con la oposición, han marcado el final
trepidante de este otoño para el recuerdo.
Ante la escalada, muchos españoles han tomado conciencia de que se
puede estar poniendo en riesgo la integridad de la Nación. Algo así
como la hora de la verdad. Y es que la 'galbana' institucional había
cimentado la creencia de que el desafío -aunque continuado- no
llegaría al final. No se había dado suficiente importancia al hecho
de que quien va a cometer un fraude de ley lo hace con sumo cuidado.
Y, desde la Diada del 2012, los paladines de la ruptura habían
trazado un minucioso itinerario de desafíos, provocaciones y
amenazas.
Con su comparecencia y la llamada a sindicar la defensa de la
unidad, el jefe del Gobierno se ponía manos a la obra para
desbaratar lo que tenía el aroma de la insurrección, por parte de
dos partidos soberanistas que disponen de la mayoría absoluta de
escaños -que no de votos- en el Parlamento de Cataluña.
Pero los que no parecen habérsela quitado todavía -y esto no ha
pasado desapercibido- son quienes desde una posición no
independentista han hecho gala de sonora pasividad, acompañada de
espeso silencio -con honrosas y escasas excepciones- ante el
atropello de quienes se han erigido en valedores de la separación de
Cataluña, sin miramientos legales.
Así, la recién elegida presidenta, Carme Forcadell, siguiendo al pie
de la letra el libreto del viaje a la independencia y como
estrambote a su discurso inaugural, profirió con un tenue hilo de
voz: "Visca la república catalana". La mitad del hemiciclo
-exactamente, el 47% de los presentes- rompía en aplausos, quedando
en silencio el resto. No se entiende bien que los 'desconsiderados'
no se ausentaran, evidenciando que la elegida sólo representa a una
parte del conjunto.
Y es que la secuencia lógica de este 'continuum' debería haber
pasado por un rechazo explícito -decía Ortega, "ha llegado el minuto
preciso en que hay que quebrar ese silencio"- porque si no,
descartada la complacencia, la pregunta es inevitable: ¿es que nada
turba en esta Cataluña exaltada por ese cuarenta y pico por ciento
que ha decidido "desconectar"?
Ensalzó Forcadell un valor irreal e inexistente -la república
catalana- que es, además, contrario a la Ley fundamental del Estado.
Y lo hizo en sede parlamentaria y durante el desempeño de su
posición institucional como representante del Estado. Nunca se había
llegado tan lejos en la dialéctica de la confrontación y quienes han
empezado a romper amarras saben lo ingrato de una diligencia
judicial frente a la inmunidad parlamentaria, el clima hostil a esa
variable y la rentabilidad de la provocación o el victimismo. Con el
grito de la presidenta se ha roto también el espejo para quien
quisiera ver lo que está sucediendo.
Los autores intelectuales de este epígrafe de la hoja de ruta,
perpetran una agresión a quienes -igualmente representados en el
Parlamento- no desean ni la independencia ni la proclamación de la
república catalana (aunque una parte de ellos no le haría ascos a la
española). Han matado, pues, dos pájaros de un tiro porque, además
de este desaire, nada menos que al cincuenta y pico por ciento de
los votantes catalanes, insisten en la carga emocional contra varias
decenas de millones de españoles, una vez más sacudidos por el
oleaje que impugna la concordia.
Como era de esperar, la inminencia de la confrontación ha provocado
disgusto indisimulado pero, al mismo tiempo, parece haberse perdido,
por fin, esa reserva a diagnosticar la enfermedad -rebeldía- y su
farmacopea -artículo 155-. Para defender la independencia, se asesta
un golpe a la democracia que, ante todo, es orden jurídico y cuando
este se quiebra -con la desobediencia de las leyes y los tribunales-
lo que aflora es el totalitarismo. Y en esta ocasión se invoca, con
naturalidad, el uso, previsto en caso de resistencia o
desobediencia, de la 'coerción federal', a emplear con medida,
prudencia y proporcionalidad. Una y otra vez, la ley se ha
incumplido y la demanda para que se aplique sin complejos se ha
convertido en exigencia compartida por la mayoría que no quiere la
desconexión y cuyo hastío no deja margen para la condescendencia.
La unidad de España no es una imposición caprichosa, es una
exigencia de la Historia y la garantía de que todo el mundo tenga
los mismos derechos. De ahí que ésta sea la hora de los ciudadanos,
lo que implica un ejercicio de pedagogía constante para que se
deslinden bien las cuestiones. Porque lo grave no es pedir la
independencia, aspiración legítima de quienes así lo desean, sino
proclamar, violentándola, el desacato a la ley.
La sociedad silente no permitiría que se la utilice como escudo para
distraer de otras cuestiones que podrían explicar el frenesí para la
desconexión ¿de la justicia española, de la Policía, de las
instituciones del Estado? ¿Para enervar la aclaración de los
ilícitos penales, impunes, que se hayan podido producir?
Cataluña centrará la campaña electoral de los partidos de cara a las
generales. Pero de forma especial, la de aquéllos que no están
dispuestos a abandonar a esa otra mitad de catalanes que también se
sienten españoles, ni a aceptar el acta de un garrotazo al Estado en
el seno de una sociedad conmocionada por el paisaje de la escisión y
la corrupción. Y llegados aquí, una pregunta: ¿cómo es que en el
anuncio de la proposición parlamentaria para la puesta en marcha de
la independencia, no se ha mencionado -en un ejercicio de
coherencia- que los partidos que forman parte de esas dos
coaliciones no piensan concurrir a las elecciones generales?
Cada día parece más claro que la apelación a los sentimientos
encubre el atropello a las leyes. Una certeza: los que plantean la
sedición retrocederán ante el ejercicio legítimo de los medios del
Estado. Y un vaticinio: no llegaremos al abismo y ganará el imperio
de la Ley, aunque el mal ya está hecho y el problema seguirá
constando con mayor o menor intensidad.
Pero como no hay que fiarse mucho de los remedios penales para
atajar actuaciones planeadas hasta sus más mínimos detalles para
convertir el proceso penal en una causa política -con mártires
sonriendo ante las cámaras- rescatemos el orteguiano "¡catalanes a
las cosas!" y que nadie desvíe a este país de sus auténticos
objetivos: consolidar la recuperación económica y fortalecer la
estabilidad.
Tiempo de tender puentes, de preocuparse y ocuparse de las cosas, de
gobernar para resolver los problemas de la exclusión, de los
refugiados, de los desheredados. Sin perder, por ello, de vista, el
catálogo de los delitos que el Estado tiene censados y que, hasta el
momento, se pueden computar en el debe de los secesionistas:
- Delito continuado de sedición, de acuerdo con el artículo 544 y
siguientes del Código Penal.
- Delito de desobediencia y desacato a las autoridades judiciales
del Estado, según el artículo 508 del Código Penal.
- Delito de usurpación de atribuciones, al haberse convocado
consulta popular por vía de referéndum sin tener competencia para
ello. Artículo 506 del Código Penal.
- Delito continuado de ultrajes a España y a sus símbolos y
emblemas, contemplado en el artículo 543 del Código Penal.
Y una reflexión final: cuando se avecina un temporal, la veteranía
de un comandante con miles de días de mar es el mejor activo para
capearlo y seguir navegando rumbo al destino. Porque una mala
decisión puede ser fuente de nuevos males, pero la falta de decisión
siempre conduce al desastre.
Luis Sánchez-Merlo fue secretario general de la Presidencia del
Gobierno (1981-82).
El absurdo antropológico del nacionalismo
secesionista
Ernesto Ladrón de Guevara www.latribunadelpaisvasco.com 9
Noviembre 2015
A día de hoy decir que el nacionalismo responde a ideas irracionales
es un pleonasmo. Los hechos son demasiado contundentes como para
deshacer esta idea.
Resulta redundante elucubrar sobre los efectos negativos sobre la
economía de una posible secesión de Cataluña. No voy a emplear ni un
solo renglón para este asunto pues hay autoridades sobre la materia
mucho más cualificadas que yo, pero es una obviedad. Solamente
argumentar sobre esto es un insulto a la inteligencia de mis
lectores, que de sobra saben que el planteamiento de la
independencia de Cataluña nos está pasando factura, pues genera
incertidumbre, inseguridad jurídica y desasosiego. Y eso es lo que
más asusta al mundo del dinero.
Pero, sobre todo, es un exabrupto contra la realidad
histórico-cultural de Cataluña, que no es ni de lejos la que
predican los nacionalistas.
No hay ni un solo argumento de peso para reforzar la idea de la
independencia de Cataluña, salvo prejuicios, ideas racistas en el
fondo de esa ideología separatista, mucha ignorancia y una buena
dosis de soberbia. Y, sobre todo, emoción, mucha emoción.
Romanticismo a tope, impulsos sentimentales sin un ápice de
reflexión, a raudales. Y así puede ocurrir de todo. De esta manera
surgieron los totalitarismos en el siglo XX, sin un mínimo de
reflexión moral sobre los comportamientos, sin el más elemental
ejercicio de racionalidad, de humanismo político.
La prueba de lo que digo es que no hay ni una personalidad del mundo
del pensamiento que abogue por las ideas separatistas, ni de hoy ni
del pasado. No hay ni un intelectual, ni un personaje del universo
de los científicos, filósofos, antropólogos, literatos o políticos
que hayan dejado huella en la historia del reciente pensamiento
político que haya dado un solo argumento a favor del nacionalismo
secesionista.
Vamos a ver ejemplos:
D. Santiago Ramón y Cajal, al que probablemente no conozcan los que
se han formado en la LOGSE, premio Nóbel de medicina en 1906, y
humanista incuestionado, decía en su libro “El mundo visto desde los
ochenta años” lo siguiente:
“¡Pobre Madrid, la supuesta aborrecida sede del imperialismo
castellano! ¡Y pobre Castilla, la eterna abandonada por reyes y
gobiernos! ¡Qué sarcasmo! Ella, despojada primeramente de sus
libertades, bajo el odioso despotismo de Carlos V, ayudado por los
vascos, sufre ahora la amargura de ver cómo las provincias más
vivas, mimadas y privilegiadas por el Estado, le echan en cara su
centralismo avasallado r[…]
..Ella [Castilla] fue víctima, como Cataluña, de los funestos
déspotas austríacos y borbónicos. ¿Qué culpa tiene de que Felipe IV,
el imbécil, atropellara los fueros del Principado y de que un rey
francés intruso, Felipe V, arrebatara cuanto restaba de los antiguos
privilegios? […]
No es que me asusten los cambios de régimen, por radicales que sean,
pero me es imposible transigir consentimientos que desembocarán
andando el tiempo, si Dios no hace un milagro, en la desintegración
de la patria y en la repartición del territorio nacional. Semejante
movimiento centrifugo, en momentos en que todas las naciones se
recogen en sí mismas unificando vigorosamente sus regiones y creando
poderes personales omnipotentes, me parece simplemente suicida. En
este respecto, acaso me he mostrado excesivamente apasionado.
Sírvame de excusa la viveza de mis convicciones españolistas, que no
veo suficientemente compartidas ni por las sectas políticas más
avanzadas ni por los afiliados más vehementes a los partidos
históricos.”
El vasco universal Pío Baroja afirmaba…
"[…]Han llegado a querer demostrarnos que los vascos, cuando eran
salvajes, ya creían en un Dios único, cosa que asegura el sabio
jesuita Larramendi, probablemente en un rasgo de humorismo". "De
esas piadosas mistificaciones hay a montones, inventadas por los
éuscaros".
Miguel de Unamuno, tiene muchas alusiones a las excentricidades
nacionalistas, quizás por ello tiraron su busto a la ría de Bilbao y
le quieren tan poco los herederos de Sabino Arana. Una de las frases
suyas, por no citar muchas más es la que sigue: “El nacionalismo es
la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de
mala historia”
Yendo a los tiempos actuales, Vargas Llosa, ha expresado en
diferentes ocasiones y contextos los riesgos del nacionalismo para
el progreso de nuestra civilización. Una de las frases que se le
atribuyen es la siguiente: “Creo que, en última instancia, el
nacionalismo está reñido con la democracia”
Podríamos seguir citando a múltiples representantes de la cultura,
personalidades de la historia del siglo XX, insignes personajes que
han dejado su huella en nuestra trayectoria colectiva, etc, que se
han posicionado clarísimamente sobre los riesgos del nacionalismo y
la desmembración de nuestra patria. Sería muy largo de referir:
Sánchez Albornoz, Azaña, Ramiro de Maeztu, Gregorio Marañón,
Maradiaga, Unamuno, Niceto Alcalá Zamora… etc. No lo voy a hacer
para no extenderme. ¿Hay alguien de relieve que abogara por la idea
separatista? Yo no conozco a nadie.
Margallo, paradigma del PP zapaterista
EDITORIAL Libertad Digital 9 Noviembre 2015
Los críticos liberal-conservadores de este Gobierno le han criticado
repetidas e indignadas veces que no parece un Gobierno del PP, sino
más bien del PSOE del infausto Rodríguez Zapatero. Se le votó
masivamente para que emprendiera un cambio radical pero a la hora de
la verdad no ha hecho sino continuismo del zapaterismo en asuntos de
trascendental importancia, denuncian. Y pueden aportar para sostener
su argumento contundentes ejemplos.
El ministro de Asuntos Exteriores, el siempre inoportuno José Manuel
García Margallo, es la encarnación de ese PP irreconocible, de ese
PP zapaterista que provoca desconsuelo y vergüenza ajena entre buena
parte de su potencial electorado.
Si hay un ámbito en el que al Partido Popular no lo reconoce ni su
cada vez más contrariado refundador, José María Aznar, es el de la
política exterior. Ayer, en tiempos del propio Aznar, al PP lo
definían el euroatlantismo, la denuncia implacable de las tiranías
castrista y chavista y el compromiso con una agenda de libertad para
el Gran Oriente Medio que se tradujo en el apoyo a la guerra que
tuvo por objetivo el derrocamiento del sanguinario dictador iraquí
Sadam Husein. Hoy en día Aznar continúa siguiendo muy de cerca la
política internacional, y son frecuentes sus declaraciones en
defensa de Israel y de los demócratas cubanos y venezolanos, así
como sus advertencias sobre las consecuencias devastadoras que puede
tener la política de apaciguamiento que se está siguiendo con la
República Islámica de Irán, enemigo formidable de Occidente en
trance de conseguir armamento atómico y uno de los grandes
promotores del terrorismo.
Pues bien, José Manuel García Margallo está viniendo a ser una
suerte de anti José María Aznar, como bien saben en La Habana,
Caracas, Jerusalén y Teherán. Y en Ankara, donde el liberticida
Recep Tayyip Erdogan debe de andar alborozado con los elogios del
canciller a la alianza de civilizaciones, engendro patrocinado por
el islamista turco y el laicista Zapatero que tiene por referente un
plan iraní y que no tiene otro objeto que aventar antiamericanismo
de baja intensidad, cubrir el expediente buenista y parasitar fondos
públicos en beneficio de lobistas y sablistas aun menos
recomendables que sus caciques.
Por si esto no fuera suficiente, García Margallo ha adquirido la
ominosa costumbre de hablar sobre la cuestión catalana. Él, el
ministro que menos tenía que hablar del asunto, no ha dejado de
hacerlo cuando le ha venido en gana, siempre para meter la pata y
hacer el caldo gordo a los separatistas. El punto culminante fue su
debate con Oriol Junqueras, en el que hizo un ridículo sólo a la
altura de su incomprensible soberbia.
José Manuel García Margallo, ministro pésimo que está donde está y
hace impunemente lo que hace por su estrecha relación con el
presidente del Gobierno, dice mucho de este PP de Mariano Rajoy. Y
habrá quien se extrañe todavía de que las encuestas vaticinen a los
populares un resultado tremendo el 20-D, en que pueden perder hasta
la mitad de los votos que cosecharon en 2011.
España la loca
Pedro de Tena Libertad Digital 9 Noviembre 2015
El año en el que España se volvió loca. Así se titulaba el libro de
Patricia Godes sobre Alaska y los Pegamoides, entre otros astros de
la movida madrileña. Corría 1982. Pero no ha sido el único año de
España la Loca, porque si repasamos el año que llevamos podemos
decir que este es el año en que España se ha vuelto loca como una
cabra. Lo ha principiado José Luis Barreiro en La Voz de Galicia,
una tierra donde no he visto nunca un cartel indicativo en
castellano. La relación de España con la locura ha sido siempre una
tentación perpetrada. El pobre Don Quijote y doña Juana la Loca han
sido pasto de psiquiatras desde antes de existir como tales
profesionales. En realidad, los Austrias tenían un poco deshilachada
la cabeza. Véase el hijo de Felipe II, el famoso Don Carlos. Pero
los Borbones comenzaron mal porque Felipe V tenía un toque depresivo
en el cerebro. El especialista González Duro ha dicho que España
está llena de locos, especialmente de reyes locos, y añade a su
lista el obseso afán de control de Felipe II y el caso de el
Hechizado, otro Carlos, esta vez II. No olvidemos el caso de
Fernando VII, loco de malo que era, ni el de Juan Carlos I, otro
deseado con el pueblo en el bolsillo, que desvalijó el prestigio de
la casa real, que ya hay que estar loco.
Pero no nos consolemos con las locuras reales. Somos todos los que
nos estamos volviendo locos. Seguramente no habría escrito este
artículo de no haber leído que Podemos quiere convertir al aragonés
–que hablan cuatro de cada cien y sólo en alguna comarca– y al
catalán en lenguas cooficiales de la Comunidad de Aragón, el de
Fernando el Católico. A este paso, veo a mis bisnietos estudiando
Geografía, sólo la andaluza, claro, o Matemáticas, en caló o en
árabe. En todo menos en castellano, inglés y chino, que es lo que
deberíamos practicar para ser ciudadanos del mundo que se nos viene
encima. Pero nuestra locura completa ha sobrevenido con el caso del
independentismo catalán. Repasen. Los separatistas quieren nuestro
dinero y la doble nacionalidad catalana y española, por lo de
Europa, el euro, la liga de fútbol, los hospitales y las pensiones,
entre otras cosas, pero, claro, no quieren ser españoles, qué asco.
Es más, quieren que los españoles paguemos las deudas que los
nacionalistas han contraído debido a los robos de Pujol y otros
bandidos, que esos sí que les roban y nos roban a todos. Y el PSOE
no sabe no contesta. Y el PP calla otorgando tiempo, como el
Tribunal Constitucional. Mientras, separatistas vascos y gallegos
toman nota de las locuras del radicalismo y de la santa prudencia
cobarde. Y todos nosotros, cada vez más locos de atar.
Por si fuera poco, el jefe del Estado Mayor del Ejército en tiempos
del innombrable Zapatero se pasa a la III República de Podemos y se
olvida de que la ley es la clave del Estado de Derecho. El ministro
Morenés no lo suspende como el pacifista y millonario Bono suspendió
al teniente general Mena en Andalucía por citar textualmente la
Constitución. Pedro Sánchez, que ve cómo se le escapa el PSOE de las
manos, observa cómo Susana Diaz, a la que Albert Rivera limpia y da
esplendor, espera su despeñamiento por méritos propios. Ante la
insuficiencia de la economía, Rajoy saca el as separatista de la
manga y espera que el cava le alegre las elecciones. Mientras tanto,
los regeneradores de Ciudadanos siguen sosteniendo de forma infame y
vergonzosa al régimen andaluz, por cierto, hecho a imagen y
semejanza del pujolista. Pero eso sí, este sábado han presentado
nada menos que en el Cádiz de las Cortes liberales su programa de
cambio mientras torpedean la comisión de investigación sobre el
fraude de la formación y tragan y tragan y vuelven a tragar desde el
Impuesto de Sucesiones a los sucesivos, nuevos y viejos, escándalos
y manejos del PSOE más corrupto de España. En el futuro, veo a
Susana y Albert de la mano en La Moncloa, tras haberse prometido en
San Telmo. Será una alucinación para dentro de unos años. Cosas de
loco.
Así que repitamos con Unamuno: "Porque ¿no guardo yo, y bien
apretada a mi pecho, en mi vida cotidiana, a mi pobre madre España
loca también? No a Don Quijote sólo, no, sino a España, a España
loca como Don Quijote; loca de dolor, loca de vergüenza, loca de
desesperanza, y, ¿quién sabe?, loca acaso de remordimiento". Pues
sí, la loca de esta casa somos todos y, al parecer, no hay cura.
El fraude 'histórico' de Paul Preston
Roberto Centeno El Confidencial 9 Noviembre 2015
Tenemos ante nuestros ojos una España arruinada por la mayor deuda
de su historia, dividida por la dejación criminal del presidente del
Gobierno y del monarca, que han dejado pudrirse hasta el límite un
golpe de Estado, con la mayor tasa de paro juvenil del mundo
desarrollado y los que consiguen empleo con salarios que no permiten
salir de la pobreza, con la más injusta distribución de la renta y
la riqueza de Europa, y “donde los bancos controlan desde el
Constitucional hasta los hospitales”, según Luis Garicano,
coordinador del programa económico de C´s. Que un demagogo
propagandista como Paul Preston, que se denomina a sí mismo
historiador cuando no es más que un manipulador que utiliza los
hechos a su antojo y realiza afirmaciones sin prueba alguna que las
sustente, analice así ciertos episodios es algo que resulta pura y
sencillamente repugnante.
Su último 'remake' alimenticio de la biografía de Franco es un
insulto a la inteligencia y al rigor histórico. Como señala el más
prestigioso historiador inglés de las guerras del siglo XX, Antony
Beevor, en su obra 'La guerra civil española' (Critica, 2015), “la
guerra civil española es la única excepción al hecho de que la
historia la escriben los vencedoros, en este caso la han escrito los
vencidos”. Preston es un propagandista entusiasta aunque nada
desinteresado de los vencidos, a quienes solo su “autodestrucción
compulsiva y odio mutuo mayor que el que profesaban a Franco” y “la
desastrosa conducción de la guerra que llevaron a cabo los
comandantes comunistas y sus consejeros soviéticos” les llevaría a
perder la guerra, algo que magistralmente documenta y describe.
Beevor termina su obra con una pregunta clave. ¿Qué habría ocurrido
en caso de una victoria republicana? “Con un gobierno autoritario de
izquierdas o abiertamente comunista, España habría quedado reducida
a un Estado similar al de las repúblicas populares centroeuropeas y
balcánicas hasta después de 1989”. Aunque esto a Preston le trae al
pairo, ha encontrado en el odio a Franco un modo de vida
especialmente lucrativo, no tanto por la venta de libros más bien
escasa sino por las numerosísimas conferencias que los gobiernos de
izquierdas y los separatistas le pagan con enorme generosidad.
Negocio que ahora extiende a la defensa del separatismo catalán, que
presumiblemente paga mejor.
Las grandes mentiras de la 'memoria histórica'
No vale la pena molestarse en refutar las patrañas de Preston, pero
para desmontar las grandes mentiras de la 'memoria histórica' del
indigente mental Rodríguez Zapatero retomadas ahora por los
perroflautas, resulta adecuado utilizar cuatro grandes
descalificaciones que aparecen en una hagiografía de Preston
publicada aquí el pasado miércoles. La primera: que “Franco (no)
ganó la guerra con estrategias dignas de Napoleón”. Ninguna historia
seria, empezando por la obra cumbre de Salas Larrazábal y terminando
por el modesto Pío Moa, a quien la izquierda quiere encarcelar y
quemar sus libros, ha comparado jamás a Franco con Napoleón. Solo el
sectario Preston le degrada a “buen jefe de batallón”.
Franco no era Napoleón, pero jamás perdió una batalla. Su conducción
de la guerra fue deliberadamente lenta, en razón a consolidar su
liderazgo primero (renuncia al asalto directo a Madrid en septiembre
de 1936 y desvío para liberar El Alcázar, “la defensa más heroica de
Occidente”, en palabras de Henry Kissinger, el mítico secretario de
Estado norteamericano), lo que le permitió pasar de 'primus inter
pares' entre los generales alzados a la jefatura suprema del Estado.
Y a reducir al máximo las destrucciones después, como explicó al
embajador italiano Roberto Cantalupo, que lo relata en su libro
'Embajada en España' (Caralt, 1951). Las destrucciones en España
fueron mínimas -40 de 50 capitales no sufrieron daño alguno y el
resto, excepto Teruel y Oviedo (ambas por la República), escaso-,
las comunicaciones sufrieron daños pero las instalaciones
industriales y agrarias no.
La principal crítica fue su conducción de la batalla del Ebro, la
mayor de toda la guerra. En contra de la opinión de sus generales,
Franco se negó a lanzar una ofensiva desde Lérida y ocupar Cataluña
dejando cercado al grueso del ejército de la República que había
cruzado el Ebro. No lo hizo por una razón contundente: el temor a
provocar un ataque francés (poco probable pero no imposible) por el
que clamaban muchos miembros del Gobierno del Frente Popular en
París, en cuyo caso se hubiera encontrado en una trampa mortal con
Francia atacando desde el norte y el ejército del Ebro desde el sur.
Prefirió destruir al último gran ejército de la República para
después ocupar Cataluña sin oposición y llegar a la frontera
francesa sabiendo que sin nadie a sus espaldas el Gobierno francés
tendría que estar loco para atacarle.
“Que durante la segunda guerra mundial, Franco salvó a España al
resistir valientemente las exigencias de Hitler para que entrara en
el conflicto”. ¡Pues claro que salvó a España de entrar en la
guerra! ¿Quién si no? Este tema está ampliamente documentado y
zanjado por los historiadores. Franco no resistió “valientemente”
sino ganando tiempo con la habilidad y sangre fría que le
caracterizaban, ante 160 divisiones alemanas de élite en los
Pirineos, y solo la suerte -la 'baraka' que le atribuían los moros-
le salvó (nos salvó) por la mínima. Como demuestra Luis Suárez, un
historiador con mayúsculas, en su reciente libro 'Franco y el III
Reich' (La Esfera de los Libros, 2015), la orden de invasión estaba
firmada y solo la intervención en los Balcanes para ayudar a
Mussolini evitó el ataque. Franco salvaría además a 45.000 judíos,
algo que no hizo ningún otro país.
Lo hizo no dejándose intimidar (“al otro lado de los Pirineos hay un
millón de bayonetas”, diría), pidiendo la luna y diciendo que sí,
que por supuesto se sumaría a la guerra cuando estuviera preparado
(sic), pero exigiendo tales compensaciones territoriales (casi todo
el imperio colonial francés del Norte de África) y materiales
(trigo, petróleo, armás, etc), que Hitler no podía dar ni de lejos.
Tan claro lo tenía, que en su entrevista con Mussolini en
Bordhiguera desaconsejó a este su alianza con Alemania. Pero no solo
Alemania, impidió también con la misma habilidad la ocupación de las
Canarias por Inglaterra. Solo los demagogos propagandistas como
Preston o Viñas mantienen esta y otras patrañas inauditas, ya que es
mucho más rentable con izquierdistas, separatistas y perroflautas
con acceso al presupuesto.
"Franco no es el autor del milagro económico"
“Franco (no) es el arquitecto del milagro económico de los años
sesenta”. ¡Realmente grandioso!. O sea, que Franco, cabeza del
régimen autoritario -el régimen fue 'autoritario' no 'dictatorial',
algo que está zanjado también desde hace años por historiadores y
sociólogos-, permite poner en marcha un Plan de Estabilización en
1959 que supone un giro político y económico de 180º con la
liberalización interna y exterior, con una estructura y un sistema
económico extraordinariamente gestionados que dan lugar a la “gran
era de crecimiento de España”, en palabras de mi maestro y mejor
economista de la segunda mitad del siglo XX Enrique Fuentes
Quintana, y Franco ni se entera. Es el colmo del despropósito.
“La economía siempre es economía política, y la política económica
que orienta la vida económica del país es parte siempre de la
política general”, según apuntó Fuentes Quintana. Franco sabía de
economía lo que Rajoy y ZP; o sea, cero. Pero tenía el buen sentido
de encargar el tema a quienes sí sabían y no al hatajo de ignorantes
de la última década, que más parecen sacados de una escombrera. Pero
sobre todo, y esa es la diferencia esencial, el único objetivo de
Franco era el crecimiento y la creación de una poderosa clase media
que evitara para siempre cualquier conflicto civil. Todo lo
contrario que la oligarquía nacida en la infausta Transición, cuyo
objetivo es el enriquecimiento personal y el poder como sea, no para
mejorar España sino para consolidar y enchufar a dos millones de
familiares y amigos, el cáncer que está devorando España y
destruyendo a la clase media.
Franco, aconsejado por Carrero, eligió a los competentes López Rodó,
Ullastres y Navarro Rubio para dirigir la economía, que a su vez se
rodearon de los mejores profesionales con total independencia de su
credo político. Sardá, de ERC, y Fuentes Quintana fueron los autores
del Plan de Estabilización. Cuando uno los compara con la basura de
los Solbes, Montilla, Salgado, Sebastián, Álvarez, Pepiño, Chacón
(que nombró JEMAD a un perroflauta para quien la política debe estar
por encima de la ley) o los caraduras e ineptos Guindos, Soria,
Mato, Báñez, Pastor (¡que ha llevado el AVE a su pueblo, Zamora! ¡Si
será por dinero!), a uno le entran ganas de llorar. Fuentes me
contaría entristecido cómo en los sesenta les dejaron gestionar la
economía sin interferencia alguna. En 1977, los 'demócratas' le
llamaron a gritos para solucionar el desastre que habían organizado,
y nada más arreglarlo con los Pactos de La Moncloa, fueron a lo suyo
(enriquecerse) y tuvo que dimitir.
En 1975, después de 15 años de crecimiento anual acumulativo en el
entorno del 7%, a España no la conocía como diría Guerra “ni la
madre que la parió”. De nación subdesarrollada en 1959 a octava
potencia económica del mundo. De una renta per cápita igual al 59%
de la media de los países centrales de la UE (CEE-9), a un 81,4%,
que 40 años después la oligarquía política ha reducido al 73,2%. "En
solo 15 años consiguen un aumento de la renta per cápita muy
superior al de los 100 años anteriores", según el Banco de España;
un logro único en Europa, y Preston ni lo menciona. Esto es lo que
despectivamente llaman la izquierda y los ineptos y cobardes de la
derecha, culpables ambos del desastre actual, “desarrollismo". ¡Pues
a ver si dejáis de robar y traéis un poco de desarrollismo, que
buena falta nos hace!
Y por último, el otro mito es que “Franco previó y fomentó la
transición a la democracia”. Pues no, porque Franco creía (y acertó
de pleno) que un sistema que temía oligárquico de partidos, hundiría
todo lo que el pueblo español había conseguido levantar con sangre,
sudor y lágrimas. Y sí, porque tenía la cabeza muy clara y sabía que
la única alternativa a su muerte era una democracia. Hay dos hechos
esenciales que lo prueban y que Preston ignora, como todo lo que no
avale su rentable odio a Franco: el primero contado por el rey Juan
Carlos y el segundo por Suárez. Juan Carlos le pidió un día consejo
sobre cómo gobernar España y Franco le respondió: “En eso no puedo
ayudaros, alteza, porque vos sois muy diferente a mí y porque el
mundo actual nada tiene que ver con el que yo conocí, así que
gobernad según vuestro mejor criterio, pero sobre todo mantened la
unidad de España”.
A Suárez, siendo secretario general del Movimiento, un día Franco le
pregunta: “Oiga, Suárez, me dicen que usted cree firmemente que a mi
muerte solo será posible la democracia, ¿es cierto?". "Así es,
excelencia. Y no es que lo crea, es que no existe otra alternativa”,
respondió. Franco guardó silencio unos momentos y luego dijo: “Es
también lo que pienso y crea que he meditado mucho sobre ello, pero
bueno, si ha de ser así, al menos procuren ustedes que ganen los
nuestros”. Esto me lo relató personalmente Fernando Abril, el hombre
que mejor podía saberlo. Franco nunca creyó en la democracia, pero
era un pragmático que no se dejaba llevar por ensoñaciones y sabía
que en un mundo de democracias otra forma de gobierno era imposible.
Que los golfos de la Transición afirmen que ellos trajeron la
democracia, es un insulto a los españoles.
Por cierto, Preston ha donado parte de sus archivos a los
separatistas catalanes, el nuevo objeto de su devoción, que los han
depositado en el Monasterio de Poblet como si fueran textos sagrados
(!!!!). Desconozco si a cambio de un generoso pago, pues como me
explica mi gran amigo César Vidal desde su exilio, “es muy habitual
entre ciertos autores entregar los libros y documentos que estorban
o ya no caben en casa a una institución pública a cambio de una
generosa contraprestación económica con cargo al presupuesto”.
Con todas las de la Ley
Antonio Pérez Henares Periodista Digital 9 Noviembre
2015
Pero con todas. Culminado en el parlamento autonómico catalán el
golpe de Estado contra la Constitución, la soberanía del pueblo
español, su democracia y su leyes es llegada la hora de la Ley. Y de
aplicarla. Hasta aquí ha sido imprescindible la prudencia. A partir
de ahora lo serán la firmeza, la contundencia y la efectividad. El
Estado de Derecho y la legalidad constitucional han de ser
restablecidas de inmediato y quienes han incurrido en cometido y sus
responsables responder por ello.
Los primeros pasos de la respuesta han de ser claros y precisos y
parece que están bien estudiados y preparados. Es importante la
unidad de criterio, y bienvenido sea el PSOE a ella, tras tantos
años de indefinición, cuando no connivencia, con la deriva
separatista. Confiamos que se mantenga. Que cabe mantener serias
prevenciones pues la peor herencia del insensato Zapatero y su
gobierno no es ni siquiera la económica sino el haber ofrecido su
apoyo al disparate en la peor dejación de funciones que se recuerda
a un presidente español. Cuando en vez de defender su Nación, la
cuestionó mientras sus voceros no paraban de salmodiar su mantra de
“No pasa nada” y por no plantar cara a los separatistas los
equiparaban a los defensores de la Constitución a quienes por
defenderla tachaban de “separadores”. El mejor resumen de aquel
esperpento socialista fue aquel día en el Senado con Montilla,
cordobés de origen, y Chavez, sevillano, hablando en catalán por
pinganillo.
Hoy ZP se reencarna en Pablo Iglesias y en quienes siguen con la
salmodia de pretender, por un lado, vulnerar el precepto esencial de
la Constitución, “la soberanía reside en el conjunto del pueblo
español”, expropiarla y trocearla a su antojo y conveniencia, y, por
el otro, arrogarse el ser, precisamente ellos los garantes de la
Unidad con un presunto dialogo con quienes han dejado mas que claro,
y con hecho consumados, que no aceptan semejante cosa sino que
imponen sus designios sin importarles nada, ni siquiera la voluntad
de su propia ciudadanía, y que consideran que “pacto” es la
rendición incondicional y la aceptación de todos y cada uno de sus
chantajes.
Está por ver hasta donde llega el PSOE en su lealtad constitucional.
El optimismo viene en cualquier caso más por la firmeza de algunos
de sus dirigentes territoriales como Susana Díaz o Fernández Vara
que por el propio secretario general Pedro Sánchez que todavía no
parece comprender que para los españoles este es un asunto
trascendental y que, como ya le advirtió Felipe González, andarse
con equidistancias resulta letal. Y para él, primero que para nadie.
Allá Sánchez. Porque tiene recambio. Y el PSOE también. En ello está
Ciudadanos.
Pero mas allá de estas inquietudes, lo crucial será el
comportamiento del Gobierno. Es necesario que actúe con todas las de
la ley. Pero que actúe. Debe ser escrupuloso con el Estado de
Derecho pero con su respaldo, es el Ejecutivo, como su propio nombre
indica, quien ha de hacerla cumplir. Porque ha de ser consciente de
algo que hoy ya es la exigencia absoluta de la gran mayoría de los
españoles. Ni van a permitir fisuras en la defensa de la España
Democrática y Constitucional, y eso afecta a los partidos de la
oposición, ni van a tolerar titubeos ni palabras a las que no
refrendan los hechos al Gobierno de la Nación. Con todas la de la
Ley. Es justo, es necesario y claro está. Y haciendo que se cumpla,
también.
Azúa vende humo
Vicente Torres Periodista Digital 9 Noviembre 2015
Resulta un tanto jocoso que Félix de Azúa se muestre tan crítico con
el PP, el PSOE y el CDC y diga que Ciudadanos es un partido serio.
¿Es que no se ha enterado de las trapacerías de este partido en
Andalucía, Asturias o el Reino de Valencia, en donde Toni Cantó y
Alberto Rivera tenían un pacto indigno a todas luces? Según reveló
la prensa, si Toni Cantó le hubiera ganado las elecciones a Andrés
Herzog, se habría llevado el partido entero (UPyD) a Ciudadanos.
Cabe pensar que Irene Lozano estaba conforme con esto. Toni Cantó ha
encontrado acomodo en el partido que según Azúa es serio e Irene
Lozano se ha ido al PSOE y no sería descabellado pensar que a causa
de que la oferta de este partido ha sido mejor.
Por otro lado, el digital Dolca Cataluña le da hoy un buen repaso,
merecido a todas luces, a Luis Garicano, otro fichaje estrella de
Ciudadanos.
¿Le parece aceptable a Félix de Azúa el programa económico que
presentó este partido 'serio' hace unos meses?
En otro de los puntos de la entrevista concedida a Antonio Lucas
para El Mundo afirma que si se hubiera aplicado el artículo 155 hace
dos años no estaríamos en esta situación. ¿Y por qué hace dos años y
no seis u ocho?
Le parece bien el empeño de Rivera de que Rajoy no sea el nuevo
presidente, como si Rivera fuera mejor que Rajoy, y como si Rajoy
fuera el problema.
La situación en la que estamos es consecuencia lógica de que 1978 se
les concedieran tantas ventajas a los nacionalistas y no se
estableciera al mismo tiempo la separación absoluta de poderes. El
PSOE, tan grato a Félix de Azúa durante mucho tiempo, acabó con la
poca que había.
Sin la separación de poderes la corrupción no tiene más remedio que
crecer. Con la separación de poderes los nacionalistas no habrían
logrado crecer tanto, incluso es posible que hubieran desaparecido.
El partido que de forma seria pide la separación de poderes es UPyD.
¿De verdad Rusia es el enemigo?
José Javier Esparza www.gaceta.es 9 Noviembre 2015
Esta misma semana, el jefe del Estado Mayor del Ejército
norteamericano, general Mark Milley, tomaba la palabra en la cumbre
Defense One, en Washington, y señalaba a Rusia como “la principal
amenaza para los Estados Unidos”. Las acciones de Rusia –dice el
general- son agresivas y contrarias a los Estados Unidos. Como es el
único país del mundo –argumenta Milley- con capacidad nuclear
suficiente para destruir Norteamérica, Rusia representa, a ojos de
Washington, una “amenaza existencial”. Hace pocos días, en el
contexto de las maniobras “Trident Juncture”, el vicesecretario
general de la OTAN, Alexander Vershbow, también apuntaba a Rusia
como adversario central de Occidente. Es el mismo discurso que ayer
mismo, miércoles, repetía el secretario general de la Alianza, Jens
Stoltenberg, señalando específicamente la agresión en Ucrania. Hay
demasiadas voces que cantan la melodía de una nueva “guerra fría”.
¿Qué está pasando? Esencialmente, que el mapa del poder mundial ha
cambiado de forma sensible en tan sólo dos o tres años. Hasta hace
muy poco tiempo, los Estados Unidos creían el camino expedito para
realizar su proyecto de un gran espacio trasparente a escala
mundial, sustentado sobre relaciones comerciales y financieras
globales y con epicentro, naturalmente, en Washington. La OTAN
permanecía y aún permanece bajo esa órbita. Pero he aquí que China y
Rusia han movido sus piezas, han construido sus propios proyectos y
en modo alguno están dispuestas a aceptar la hegemonía mundial
norteamericana. ¿Eso era previsible? En realidad, sí. Lo que no
resultaba tan predecible era que los europeos descubriéramos
súbitamente que, en esta especie de nueva guerra fría, los que
perdíamos éramos nosotros. Y que a lo mejor conviene no secundar del
todo la política de bloques que Washington insiste en mantener.
El húngaro Orban declara que Rusia está haciendo en Siria lo que
tenía que haber hecho Europa. Sarkozy –el mismo que volvió a meter a
Francia en la OTAN- viaja a Moscú y elogia el papel de Putin en el
orden internacional. Simultáneamente, la canciller alemana, Angela
Merkel, y el presidente francés, François Hollande, viajan a Pekín y
manifiestan sus deseos de estrechar los lazos con China. Hungría,
Francia y Alemania forman parte de la Alianza Atlántica. Los dos
últimos países han apoyado además la operación de cambio de poder en
Ucrania, estimulaºda desde Washington. Pero las exigencias
norteamericanas están yendo demasiado lejos. La guerra de Siria ha
abierto muchos ojos. A ras de suelo, es un hecho objetivo que quien
está defendiendo a los cristianos sirios e iraquíes y quien está
atacando a la tiranía rabiosamente antidemocrática del Estado
Islámico es precisamente Moscú. Por el contrario, los países de la
OTAN y sus aliados han apoyado la creación de milicias islamistas en
Oriente Próximo, y esto es también un hecho objetivo. O sea que los
occidentales hemos armado en Siria a los mismos que detenemos en
Europa, y consideramos enemiga a Rusia porque mata en Siria a los
mismos que encarcelamos aquí. Es descabellado, pero esta es la
situación. Por toda Europa se extiende la impresión de que estamos
en el lado equivocado. Y no es sólo una impresión: es un hecho que
la política norteamericana, hoy, resulta más peligrosa para Europa
que la política rusa.
Entendámonos: Moscú no nos salvará. Moscú no está defendiendo a “la
Cristiandad”. Tampoco “la democracia”. Moscú está defendiendo sus
propios intereses geopolíticos, que no son los nuestros. La clave
está en que esos intereses rusos, que Washington ve como enemigos,
no son necesariamente adversos con ojos europeos.
Lo que quiere Rusia
Con frecuencia se oye decir a los analistas de facción que Putin
intenta reconstruir el espacio geopolítico soviético. No: lo que
intenta reconstruir es el espacio geopolítico tradicional ruso, que
es el mismo desde los tiempos del zar Pedro el Grande. Los regímenes
cambian y pasan, pero la geografía siempre es la misma y, por tanto,
los intereses geopolíticos de una nación siempre son idénticos. En
el caso ruso, se trata de controlar un espacio continental enorme,
pero muy difícil y poco habitable, lo cual obliga a buscar
permanentemente salidas al sur, a los mares cálidos. Es esto, y no
otra cosa. ¿Y no hay diferencias entre el Kremlin de hoy y el de
1960? Sí, sí las hay. La Rusia de hoy, a diferencia de la vieja
Unión Soviética, no tiene un proyecto de dominación mundial. Porque
tampoco posee los instrumentos para semejante cosa. Algo que hay que
tener presente cuando se habla de la “amenaza rusa”.
Por así decirlo, Rusia es como un tipo demasiado grande con energías
limitadas y ostensibles dificultades para sostener un cuerpo
descomunal. En 2014 el PIB de Rusia fue de 1,4 billones de euros.
¿Es mucho o poco? En el mismo año, el de Francia superó los 2
billones y el de España fue un billón, así que calcule usted. El PIB
conjunto de la zona euro supera los 10 billones. Si Rusia entrara en
la zona euro, su aportación apenas superaría el 10%. ¿Y su gasto en
Defensa? En 2014 fue de 63,7 millones de euros. Una vez más, ¿mucho
o poco? Compare: Francia gastó 47,2 millones, el Reino Unido 45,6,
Alemania casi 35, Italia gastó 23,3 millones de euros, España –oh,
sí- sólo 9 millones. Es decir que sólo la suma de los principales
países de la Unión Europa supera con creces el gasto militar ruso.
Incluso en el caso de que Rusia estuviera mintiendo sobre su gasto
en defensa –cosa que insinúan algunos observadores atlantistas- y en
realidad fuera mucho mayor, seguiría por debajo del gasto militar de
la UE. Saquemos de la comparación a los Estados Unidos, cuyo gasto
en defensa en 2014 superó el medio billón de euros, y a China, que
invirtió 162,7 millones. El gasto militar norteamericano sigue
representando aproximadamente la mitad del gasto mundial en esta
materia y multiplica por ocho la cifra declarada por Rusia. Son
cosas que hay que saber antes de hablar de “amenazas
expansionistas”.
¿Qué más tiene Rusia? ¿Petróleo? Sí: siempre figura entre los tres o
cuatro máximos productores mundiales. Pero los otros dos primeros
son Estados Unidos y Arabia Saudí, de manera que no es un dato
determinante. ¿Gas? También, y con mayor ventaja que en el caso del
crudo, pero el otro gran productor mundial son los Emiratos, que
políticamente están en el otro lado. ¿Armas nucleares? Por supuesto,
Rusia las tiene y las exhibe sin embozo. Pero también las tienen
China, Francia, el Reino Unido, Pakistán, la India, probablemente
Israel y, por supuesto, los Estados Unidos. Y como la nuclear es un
arma que, por definición, sólo puede usarse una vez –porque la
segunda sería el apocalipsis mundial-, tampoco el dato es
determinante.
La imagen del mundo
Y bien: si la potencia rusa no es determinante en PIB, ni en gasto
militar, ni en petróleo, ni en gas ni en armas nucleares, ¿entonces
qué tiene Rusia para ser una superpotencia? Espacio. Porque Rusia
tiene todo eso –que no es moco de pavo- pero, sobre todo, tiene otro
elemento que hace determinante al conjunto: espacio, territorio. Hoy
como en tiempos de los zares. Y desde que gobierna Putin tiene,
además, la clara decisión de tomar pie en ese espacio para reafirmar
la soberanía nacional rusa en el tablero mundial. Cuando se dice que
Putin es el único “hombre de Estado” que queda en Europa se quiere
decir precisamente eso: mientras todos los demás jefes de estado o
de gobierno europeos se ven a sí mismos como gestores temporales de
un negocio cuyo origen y destino ya no depende de ellos, Putin sí se
ve como protagonista de la soberanía de su nación.
¿Cómo proyecta Rusia esa afirmación de su soberanía? Ante todo, en
los términos clásicos de un estado-nación, por más que se trate de
un estado-continente. Es decir que Moscú no concibe el mundo como un
escenario llamado a constituir un único espacio comercial e
institucional bajo los criterios de la “gobernanza global” –que esa
es la visión predominante en Occidente-, sino que permanece en la
visión clásica de la política internacional protagonizada por
agentes que pueden ser ora amigos, ora enemigos, pero siempre cada
cual con su propio objetivo singular. Ahora los agentes no son sólo
nacionales, sino transnacionales, pero las reglas del juego, a ojos
de Moscú, son las mismas. Donde Washington –y Bruselas- ven un mundo
unipolar, Moscú lo ve multipolar. En la última fiesta nacional rusa
se comentó mucho la ausencia de líderes occidentales en los
festejos. “Putin está aislado”, dijeron aquí nuestros medios de
comunicación. Pero quienes estaban al lado de Putin en la tribuna
eran los chinos y los indios: 2.500 millones de personas tirando por
lo bajo. Curioso “aislamiento”.
¿Y Europa? ¿Qué dice Europa? Nada, que se sepa. Lo cual nos coloca a
todos en una situación francamente enojosa, porque Europa, quiera o
no, está obligada a entenderse con Rusia, mal que les pese a los
americanos y a los eurócratas de Bruselas. Primero, por inevitable
contigüidad geográfica: basta mirar el mapa para entender que Europa
sólo es el apéndice de la masa euroasiática; estamos donde estamos y
nunca tendremos por medio un mar que nos separe de Moscú. Además,
por evidente vecindad cultural, ¿o no son europeos Tolstoi y
Tchaikovski, Dostoievski y Rachmaninoff? Y de manera muy particular,
por complementariedad económica. ¿Qué tiene Rusia que nosotros no
tenemos? Materias primas. ¿Qué tenemos nosotros que no tiene Rusia?
Elevadísima capacidad tecnológica e industria de transformación de
alta calidad. No es que estemos hechos el uno para el otro, pero la
complementariedad es evidente. Tanto Europa como Rusia lo sabían
perfectamente hace diez años. También Washington, y por eso ha
pasado lo que ha pasado en el mundo.
¿Rusia es nuestro enemigo? Visto el caso desde Washington, sí: Rusia
y también China. Pero los europeos deberíamos acostumbrarnos a mirar
con ojos europeos. Todo descansa en qué entendemos por “nuestro”. Es
hora de que ese “nuestro” vuelva a corresponder a un “nosotros”.
Nosotros, europeos.
Informe 2015 del Instituto Cervantes
El español es la segunda lengua nativa del
mundo tras el chino mandarín
Sara Fernández-Sánchez
www.latribunadelpaisvasco.com 9 Noviembre 2015
El Instituto Cervantes ha editado su informe global sobre el idioma
español en el mundo correspondiente al año 2015. Titulado, “El
español: una lengua viva” el trabajo revela que, actualmente, casi
470 millones de personas tienen el español como lengua materna. A su
vez, el grupo de usuarios potenciales de español en el mundo (cifra
que aglutina al grupo de dominio nativo, el grupo de competencia
limitada y el grupo de aprendices de lengua extranjera) alcanza casi
los 559 millones.
El documento del Instituto Cervantes también descubre que el español
es la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes, tras
el chino mandarín, y también la segunda lengua en un cómputo global
de hablantes (dominio nativo + competencia limitada + estudiantes de
español).
Por razones demográficas, el porcentaje de población mundial que
habla español como lengua nativa está aumentando, mientras la
proporción de hablantes de chino e inglés desciende.
En 2015, el 6,7% de la población mundial es hispanohablante (esos
casi 470 millones de personas con dominio nativo del español
mencionados en la primera línea), porcentaje que destaca por encima
del correspondiente al ruso (2,2 %), al francés (1,1 %) y al alemán
(1,1 %). Las previsiones estiman que, en 2030, los hispanohablantes
serán el 7,5 % de la población mundial. A su vez, dichas previsiones
también pronostican que, dentro de tres o cuatro generaciones, el 10
% de la población mundial se entenderá en español.
Actualmente, más de 21 millones de alumnos estudian español como
lengua extranjera.
******************* Sección "bilingüe"
***********************
El carajal autonómico y las (malas)
tentaciones de algunos
Carlos Sánchez El Confidencial 9 Noviembre 2015
Ahora que se cumplen 40 años de casi todo, merece la pena
desempolvar el origen del Estado autonómico. España salía de la
dictadura, y no estará de más recordar que, junto a la amnistía y la
democracia, la tercera reivindicación política de un cierto número
de españoles era la creación de un nuevo orden territorial. En
particular, en aquellas regiones -País Vasco o Cataluña- que habían
gozado de Estatuto de Autonomía durante la II República. O, por lo
menos, lo habían intentado, como es el caso de Galicia, cuyo
Estatuto fue aprobado en referéndum, pero nunca vio la luz tras
estallar la Guerra Civil pese al empeño de Castelao.
La fuerza de esas demandas es lo que explica el interés de Suárez en
encauzar los problemas territoriales desde un primer momento, lo que
justifica su empeño en incorporar a Tarradellas al proceso político,
y que tuvo su momento álgido tras su célebre "Ja sóc aquí",
proclamado con solemnidad ante una abarrotada plaza de Sant Jaume.
De hecho, en una actuación sin precedentes y que refleja su arrojo
político, Suárez metió con calzador en el ordenamiento jurídico
vigente -a través de un real decreto-ley- la restauración de la
legalidad republicana. Una simple decisión de Consejo de Ministros.
Así es como volvió a ser una realidad la Generalitat de Cataluña.
El propio real decreto-ley advertía de que no se trataba de ningún
privilegio y, de hecho, señalaba que la nueva regulación no
prejuzgaba (hasta la aprobación de la futura Constitución) que
“fórmulas parecidas” pudieran emplearse “en supuestos análogos en
otras regiones de España”. Estamos en septiembre de 1977, apenas
tres meses después de las primeras elecciones democráticas.
Es decir, la recuperación del autogobierno en Cataluña y el
convencimiento de que había que extender el modelo de la Generalitat
al resto del país fue una decisión política. Solo política.
Como algunos especialistas en financiación territorial han escrito,
la España de las autonomías no fue fruto del rigor del análisis
económico. Ni, por supuesto, tuvo su origen en un debate entre
juristas o constitucionalistas encerrados en un parador para
estudiar a la luz del derecho comparado los diferentes modelos de
autogobierno. Fue la política quien decidió construir un nuevo
modelo territorial a partir de la presión popular y, por supuesto,
de los propios partidos políticos.
Un monstruo de mil cabezas
Ese modelo, con el paso del tiempo, se ha ido perfeccionando y
ajustándose a las circunstancias (también políticas). Pero en lugar
de clarificarse, lo que realmente ha salido es (por falta de
coherencia) un monstruo de mil cabezas difícil de entender. Entre
otras cosas, porque la propia Constitución deja abierto hasta el
absurdo el modelo territorial, lo que explica que el diseño general
del modelo tenga más que ver con la capacidad de influencia de los
grupos de presión -los distintos nacionalismos necesarios para
completar mayorías parlamentarias o por los barones regionales- que
con las necesidades reales de los distintos territorios.
El resultado, como no puede ser de otra manera, es una especie de
competición deportiva por ver quién le saca más cuartos a la
Administración central. El modelo es tan abierto que incluso ahora
que se habla tanto de la aplicación del artículo 155 de la
Constitución se le da una primacía fundamental al Senado, cuando
todo el mundo sabe -y los políticos y los senadores mejor que nadie-
que la Cámara alta es un bodrio que para nada está capacitada en
términos democráticos para decidir un asunto tan relevante.
El esperpento autonómico no solo afecta al Senado, también a las
comunidades autónomas, que se han construido a partir de una miríada
de leyes -muchas de ellas redundantes y artificiosas- que al final
solo han servido para levantar una estructura autonómica enrevesada
y oscura tristemente congruente con el famoso 'café para todos'.
Esta contradicción entre lo que quería el constituyente (el
reconocimiento de las singularidades regionales) y lo que finalmente
ha salido es lo que explica las rencillas entre las distintas
comunidades autónomas, más preocupadas por el qué dirán (se hace
política mirando lo que hacen otras regiones) que por su propia
voluntad de autogobierno.
El resultado es un sistema opaco y permanentemente en revisión.
Básicamente, porque en los últimos 35 años ningún Gobierno ha sido
capaz de cerrar el Título VIII, lo que hubiera evitado muchos
quebraderos de cabeza. Pero también mucho gasto público. Ni siquiera
los políticos han sido capaces de convertir el Senado en una
verdadera cámara territorial, pese a que todos y cada uno consideran
que la Cámara alta es inservible con su alta configuración (además
de profundamente antidemocrática).
Políticas disparatadas
Y no se ha hecho, precisamente, porque a la mayoría de las
comunidades autónomas les ha sido más rentable hacer de pedigüeños
ante el poder central que ejercer la corresponsabilidad fiscal, lo
que hubiera significado dar la cara ante sus ciudadanos cuando los
ingresos se desplomaban o el gasto se disparaba por aplicar
políticas disparatadas.
El proceso secesionista catalán -sin entrar en disquisiciones
históricas- bebe mucho de tanta improvisación autonómica. Y es
precisamente por eso por lo que lo razonable sería poner orden de
una vez por todas al carajal autonómico. Y esto solo puede hacerse
incluyendo la financiación territorial en la Constitución, lo que
blindaría por un tiempo largo este asunto. Al fin y al cabo,
cualquier Carta Magna que se precie tiene como uno de sus objetivos
fundamentales sobrevivir a varias generaciones. Y constitucionalizar
el papel del Consejo de Política Fiscal y Financiera como órgano a
través del cual se ejerce la coordinación entre el Estado y las
comunidades autónomas en materia de financiación o dejar bien clara
la atribución al Estado de las competencias exclusivas sobre la
Hacienda general irían en la buena dirección. Además de delimitar
con precisión el papel del Estado en cuestiones como la educación.
El politólogo Ignatieff recordaba hace algún tiempo que en su
juventud lo que le atraía del exprimer ministro canadiense Pierre
Trudeau (devuelto a la celebridad tras la victoria electoral de su
hijo al frente del Partido Liberal) era que en su mensaje combinaba
un contundente rechazo a aplacar el sentimiento nacionalista en su
provincia con el compormiso apasionado de llevar a los quebequenses
al centro de la vida nacional de Canadá. Así es como se ganó el
referéndum por 60 a 40.
No estará de más recordar, por ello, que la delirante reivindicación
nacionalista en Cataluña tiene su origen en el modelo de
financiación. Y si hace años se hubiera atendido este problema desde
la altura constitucional que el asunto merecía, es muy probable que
no se hubiera llegado hasta aquí. No para beneficiar a Cataluña,
sino para favorecer al conjunto del país, que hoy paga caro un
sistema absurdamente igualitarista que supone un auténtico
despilfarro. Y que es marcadamente ineficiente, al no tener en
cuenta ni las economías de escala ni la densidad de población. Ni
siquiera la realidad económica o social. ¿O es que tiene sentido un
sistema autonómico en el que ocho regiones cuentan con menos de dos
millones de habitantes y deben garantizar a sus ciudadanos los
servicios básicos esenciales como son la sanidad, la educación o los
servicios sociales?
Esta inconsistencia del sistema es lo que debería obligar a negociar
durante la próxima legislatura un modelo autonómico renovado. Y es
en ese contexto en el que debe ahogarse y abordarse el actual
proceso secesionista catalán, fruto de la incuria del Estado por no
delimitar claramente las competencias. Si el Estado (en el sentido
amplio del término) hubiera hecho acto de presencia defendiendo los
intereses generales, es probable que no se hubiera llegado a esta
situación.
Parece evidente que es mejor negociar con lo que queda de sensatez
en el nacionalismo -y con eso que se llama burguesía catalana- que
esperar a que Mas sea definitivamente un cadáver político y sea
sustituido por alguien mucho más ultramontano y radical. Ese es el
debate político -y no solo el jurídico- que debiera hoy instalarse
en el Palacio de la Moncloa en lugar de sugerir la asfixia
financiera de la Generalitat por la vía de graduar el flujo de
recursos económicos. Tan ilegal como descabellado.
Una recentralización del sistema político por la puerta -como
sugiere Montoro y asume Rajoy- solo creará nuevos problemas que
tendrán que afrontar las próximas generaciones. Las amenazas
veladas, en el sentido de cerrar el grifo y dañar económicamente a
Cataluña, pueden ser muy rentables electoralmente, pero solo
perjudicarán a los más débiles. Y lo que es todavía peor, enredarán
aún más un problema que es político y solo político, lo que por
supuesto no es incompatible con frenar en los tribunales el delirio
independentista.
Hoy: la desconexión
RAÚL DEL POZO El Mundo 9 Noviembre 2015
Josep Pla describía una Barcelona inextricable tomada por los
soldados en la huelga general, con los gorriones gritando en la
humanidad de La Rambla. "Escudellers, como la boca del lobo, el
mercado del amor desbordante". Nada queda de aquella Barcelona. Hoy
lunes no habrá ni pistoleros, ni 'somatens'. Y sin embargo podría
aprobarse en el Parlament una declaración unilateral de
independencia (DUI) e iniciarse la "desconexión" con España.
Una Cataluña al borde de la quiebra, con un partido hegemónico (CDC)
que ha saltado por los aires, sin un presidente electo, mostrará su
deseo de independencia. Con este solemne motivo he hablado con
algunos testigos en primera línea y todos coinciden en decirme que
no habrá investidura de Mas ni el martes ni el jueves, aunque no es
imposible que este día dos diputados de la CUP se pasen al enemigo.
Mientras, Mas sufre el rechazo en una soledad gótica. Prepara un
discurso que no convencerá a la mayoría; idea algo que no quería: un
'plan B', nuevas elecciones en marzo con una CDC desembarazada de la
dinastía Pujol.
Los catalanes cercanos a la Generalitat tienen las cosas claras:
este mismo lunes habrá DUI, se recurrirá al Tribunal Constitucional,
que aceptará el recurso y se suspenderá la declaración con la
advertencia de lo que puede suceder a quien desobedezca. "Si alguien
intenta saltarse la advertencia, será multado, incluso imputado por
delitos muy graves", dicen algunos. Otros piensan que no va a pasar
nada. "Se esperará al 20-D para analizar los resultados y, si son
favorables, se emprenderá el camino del diálogo constitucional y se
llegará a un acuerdo". Predecir el futuro en Cataluña cada día se
pone más difícil. El ruido va a ser ensordecedor porque el centro de
la campaña va a ser Barcelona. Las medidas que se apliquen serán
excesivas e innecesarias para unos e insuficientes y débiles para
otros. Unos acusarán a otros de cobardes y chulos y todo terminará
en una mesa a principios de año. No hay que esperar en la campaña
electoral sino bravuconadas orales y pocas acciones concretas. Ni el
Gobierno de Madrid decretará medidas de fuerza, ni el de Barcelona
irá más allá de sus palabras.
Joan Herrera, que ahora se va retirando de la política, desengañado
de 'El Procés', ha declarado: "Artur Mas es un bróker". Ya han
empezado a desacreditar al libertador. Yo lo veo como un político
atormentado con el síndrome de Coriolano -que inspira la obra más
política de Shakespeare; para algunos, la mejor tragedia-. El
general romano ve a la chusma indócil como vulgar algarabía que no
merece ni pan ni circo. Los desprecia, pero los utiliza; no les
escucha, pasa por encima de todo para imponer sus fantasías,
traicionando las instituciones y olvidando la ley, que es lo que
impide que nos comamos unos a otros.
Mas escribe su discurso y todo el Estado está contra Carmen
Forcadell, de Xerta (Tarragona), de apellido más eufónico que de
voz, flaca, casada, madre de dos hijos, hija de un camionero,
admiradora de Macià, filóloga, ex concejala de Sabadell.
La última barricada
Luis Herrero Libertad Digital 9 Noviembre 2015
La ley, al parecer, es una vieja zorra de encantos ocultos que
debidamente magreada permite conductas más licenciosas de lo que
cabría esperar de su naturaleza coercitiva. A los independentistas,
por ejemplo, les va a permitir este lunes por la mañana que aprueben
una declaración parlamentaria que invita -rectifico, que obliga- a
la sedición. Lo asombroso no es sólo que esa dama casquivana, la
ley, vaya a permitir tal cosa, sino que además se las ha ingeniado
para pararle los pies a quienes han tratado de evitarlo. Tras la
decisión del Tribunal Constitucional de rechazar la suspensión del
debate convocado por Forcadell para este lunes a las 10 de la
mañana, Junts pel Si y la CUP tienen vía libre para defender sus
tesis independentistas y conseguir que el Parlament las apruebe.
Perdón por la imagen, pero es así como lo veo: la ley, este lunes,
se va a llevar a la cama a su violador.
Lo más triste del asunto es que ese mismo principio -el de la
permisividad de la ley con quien le mete mano con suficiente
habilidad- hubiera servido para provocar un interesante intercambio
de parejas. Si el Estado hubiera tomado la iniciativa, en lugar de
haber sido el voyeaur del estupro, ahora sería él quien estaría
amartelado con la ley, y esa misma ley, tan fiel a quien la invoca
como el genio de la lámpara de Aladino, se encargaría de estar
parándole los pies a los prohombres de la secesión catalana.
El Gobierno ha permitido que la escena de cama entre la ley y el
independentismo alcance temperaturas tan tórridas porque está
convencido de que, al final, habrá gatillazo y no se consumará la
violación anunciada. Yo creo que se equivoca. Primero, porque estoy
tristemente convencido de que la violación sí se consumará (y tendrá
consecuencias a corto plazo, aunque no sé muy bien de qué alcance).
Y segundo porque a los estudiantes de derecho se les enseña que si
se puede probar que la intención del violador era la penetración, el
hecho de que en el último momento no pueda consumarla por no lograr
la erección no le exime de culpa, sólo convierte su acto en un
delito de violación en grado de tentativa. El Gobierno lo sabe pero
ha decidido mirar hacia otra parte.
Hasta ahora, Mas y los suyos se han salido siempre con la suya. En
las diadas, en los referéndums de cartón, en las proclamas
plebiscitarias de las elecciones autonómicas, en la reunión ilegal
de la Junta de Portavoces y en las declaraciones parlamentarias de
independencia. Ninguno de los tres poderes del Estado -ni el
ejecutivo, ni el legislativo ni el judicial- han hecho nada para
impedir que alcanzaran cada uno de sus objetivos. El discurso
gubernamental es que no hay que preocuparse en absoluto porque
ninguna de esas conquistas de las huestes independentistas significa
nada desde el punto de vista práctico. Es una curiosa manera de
entender lo que es práctico. Si ir ganándole terreno al adversario
palmo a palmo hasta hacerle combatir al pie de la muralla de su
fortaleza y conseguir que la moral de la tropa sediciosa vaya
agigantándose hasta acercarla a la euforia no significa nada desde
el punto de vista práctico, que venga Sun-Tzu y lo vea.
Los cancerberos del Estado declinaron la batalla preventiva y ahora
se han puesto de acuerdo, en el último minuto, en que defenderán la
virtud de la ley impidiendo que la consumación del delito quede sin
castigo y produzca efectos políticos. Así que esto es todo lo que va
a pasar: el martes, a primera hora, se reunirá el Consejo de Estado
para aprobar el dictamen preceptivo que el Gobierno le solicitará
este mismo lunes por la tarde, una vez que el Parlament haya
aprobado la declaración sediciosa. Inmediatamente después tendrá
lugar un Consejo de Ministros extraordinario que aprobará la
interposición del recurso de inconstitucionalidad. El miércoles se
reunirá, también en sesión extraordinaria, el pleno del TC. Ese
mismo día, por unanimidad, los once magistrados lo admitirán a
trámite y la declaración quedará automáticamente suspendida. Después
de eso, compás de espera.
El Gobierno no prevé que haya actos de desobediencia hasta después
de las elecciones del 20 de diciembre. Lo que establece la
resolución soberanista es que en el plazo de 30 días debe comenzar
la tramitación parlamentaria de leyes que pongan en marcha las
estructuras necesarias del nuevo Estado (una Hacienda propia y una
Seguridad Social propia, por ejemplo), pero el Gobierno cree que los
plazos se demorarán en el tiempo porque primero tiene que
pronunciarse el Consejo Consultivo catalán y ese trámite depende,
entre otras cosas, de que se haya elegido al nuevo presidente de la
Generalitat, algo que no parece una tarea inminente mientras la CUP
no se apee del burro de los vetos. La patata caliente, por lo tanto,
pasará a manos del nuevo Gobierno y Rajoy, con un poco de suerte, ya
no tendrá que comerse el marrón -al menos en solitario- de aplicar
el artículo 155 de la Constitución.
Todo gira, como se ve, a una pura cuestión de observancia de las
normas. La ley, y sólo la ley, se ha convertido en la última ratio
de este debate de mil demonios. Y eso es precisamente lo malo. Una
última ratio no es un amén irracional de obligado cumplimiento, sino
un argumento definitivo que hace innecesario prolongar la discusión
porque es muy superior a todo argumento en sentido contrario. Al
hablar sólo de la ley olvidamos lo que hay detrás de la ley, el bien
jurídico que la ley protege. El verdadero debate no es la ley, sino
la nación, ese sujeto político en el que reside la soberanía
constituyente de un Estado. Quienes defienden el derecho de
autodeterminación, el derecho a decidir, defienden en el fondo lo
mismo que la CUP o Esquerra: que Cataluña es una nación -y por lo
tanto tiene derecho a constituir un Estado propio (otra cosa es que
lo ejerza o no)- sólo por el hecho de que es una comunidad humana
con ciertas características culturales comunes.
A partir de ahí, naturalmente, la consecuencia se cae por su propio
peso: hay que expulsar "lo español" de las influencias culturales
que han ido haciendo con el paso del tiempo que Cataluña sea lo que
es hoy día. ¿Pero de verdad es eso posible? ¿Se pueden aislar los
componentes genéticos que a lo largo de un proceso secular de
interacciones sociales, culturales o políticas han dado como
resultado una identidad mestiza? ¿Se puede resetear todo ese proceso
de sucesivas influencias reciprocas y quintaesenciar el concepto
"Cataluña" hasta reducirlo a un hecho diferencial en estado puro? El
fanatismo nacionalista ha hecho posible que muchos piensen que sí.
La educación en Cataluña sigue desde hace décadas las pautas del
discurso indigenista de Ecuador, Bolivia o Venezuela. Considera a
Cataluña como un pueblo indígena que fue colonizado por una nación
extranjera y sólo le preocupa el estudio de los caracteres y la
cultura del pueblo primitivo que habitaba en el territorio que
profanaron los colonos españoles. Cualquier día de estos veremos a
Ada Colau emulando a su predecesor de principios del siglo XX, el
alcalde Bartomeu Robert -curiosamente hijo de padre mexicano y madre
donostiarra-, que hacía exhaustivas mediciones de cráneos a gentes
del país para demostrar que la estirpe catalana era superior a las
demás.
El debate lo hemos perdido. Ahora sólo nos queda -y no sé si por
mucho tiempo- la mera observancia de la ley. La última barricada.
'Cleptocracia' o 'Llibertat'
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS El Mundo 9 Noviembre 2015
Hoy puede quedar descabalgado Artur Mas del jumento separatista. Y,
por favor, que no se ofendan los asnos lectores -en la crisis de la
Prensa escrita, todos son bienvenidos- ni los amigos de Platero:
como el pollino es el símbolo del separatismo catalán, es natural
que su líder no se apee del caballo sino que lo bajen del burro.
Así sucederá hoy, salvo que el cura Rigol -desde el carlismo
trabucaire no había en Cataluña tanto clérigo y tanta monja en
guerra con la Constitución- logre el milagro de que los de la CUP
invistan Patriarca de la Tierra Prometida al Josué de Moisés% Pujol.
De momento, el asno seguirá sin jinete, dando vueltas a la noria
soberana.
Si no fuera por lo que revela de cobardía en este Gobierno y de
corrupción del régimen constitucional -inducida por el separatismo
pero admitida por el PP y el PSOE-, el caos político en Cataluña,
trufado de incertidumbre y amenizado por el más absoluto
desconcierto, sería un espectáculo maravilloso.
Ahora sale Godó -con Zarzalejos 'El malo' de chambelán- diciendo "no
es esto, no es esto", como si no hubiera hecho él la lista de Junts
pel Sí para asegurar esa mayoría absoluta ahora convertida en
absoluto desbarajuste. Ahora viene Juliana, editorialista
anticonstitucional de los 11 periódicos catalanes, 11, contra la
legalidad española diciendo que fuera de la legalidad no se va a
ninguna parte. Pero con Montilla y Pujol, sí que iba el amigo -y sin
embargo falsificador- de Tigrekán. Ahora, en fin, el director de 'La
Vanguardia' va y escribe esta frase que los retrata a todos: "Los
moderados viven más". ¿Y cuándo se han moderado los golpistas del
Puente Aéreo, los cacos del 'Espanya ens roba'? ¿Desde que la
Generalidad no la deciden los godosios sino los sandalios de la CUP?
Pero lo más divertido del esperpento antiespañol de estos bandarras
es el intento de esconder las siglas de Pujol, CDC, que después de
juntarse tantísimos por el Sí (al Golpe, No a la Ley), andan
buscando cómo llamarse para que nadie los reconozca, tarea difícil,
por no decir absurda si buscan votos el 20D.
Con las prisas -y la PRISA, que tontea- se han puesto Democracia i
Llibertat. Pero así nadie los reconocerá. Si apelan a los que dudan
si robar es todavía el gran acto patriótico catalán, deberían
llamarse 'Cleptocracia o Llibertat'. Y que elijan.
'Cataluña Unplugged'
SANTIAGO GONZÁLEZ El Mundo 9 Noviembre 2015
El sábado viajé a Barcelona con Manuel Montero para dar una charla
sobre nacionalismo y lenguaje a la que nos había invitado la
Asociación por la Tolerancia. Por la mañana dimos un largo paseo
capitalino y ante el espectáculo de una ciudad fantástica, hervidero
de turistas y de autóctonos que se disponían a oficiar el rito
burgués del aperitivo a mediodía, pensamos en que estábamos a un día
de la desconexión y no tuve más remedio que recordar aquella
sentencia de Talleyrand que Bertolucci subió al título de una de sus
buenas películas: "Sólo el que ha vivido antes de la Revolución sabe
lo que es la alegría de vivir".
Hoy, 9 de noviembre, el programa prevé la desconexión. Un 9 de
noviembre tuvo lugar el 'putsch' de la cervecería de Munich; más
tarde, en la misma fecha fue la noche de los cristales rotos. Un 9
de noviembre cayó el muro de Berlín y en la misma fecha, 26 años
después, se van a poner estos desaprensivos a levantar el de
Cataluña. La desconexión pararía la noria, el chorrito de la fuente,
el río donde se afanan las lavanderas, el fuego en el que se
calientan los pastores. 'Cataluña Unplugged' está llamada a ser un
belén cuyas figuras serían todas 'caganers'.
El sábado, a falta de 48 horas, nada hacía predecir en la calle el
golpe que van a dar esta mañana. El taxista que me recogió en el
aeropuerto hablaba del tiempo. A mí no se me ocurrió preguntarle por
el tema en estricta observancia de Paul Johnson: "Nunca se te ocurra
utilizar a un taxista como fuente". Los periódicos de Barcelona
decían en portada que el Gobierno "señala" a Forcadell. 'Ara', con
más intención titulaba: "apunta".
A esas horas, la gran Núria de Gispert estaba reunida con otros
fugitivos de Unió para fundar un partido 'masista', pero eso no
parecía importarle a las buenas gentes que 'hacían el vermú' en las
terrazas que se va a cargar Colau. La única ruptura hasta la fecha
es la coalición de la modesta comisión. Ahora van a pulverizar el
partido. La desconexión es también una cuestión interna. Eran los
catalanes los que desconectaban de la cuestión y pasaban del asunto.
Un camarero de la cantina de la estación de Córdoba, mientras el
telediario daba cuenta de un atentado etarra, miró a mi querido
Luciano Rincón, su único parroquiano y le explicó su condición de
'unplugged': "Es que esto de lo vasco es mú cansao y mú seguío".
Al llegar a la Plaza de Sant Jaume, Manu y yo, todavía 'plugged'
recordamos el 6 de octubre del general Batet. Companys le exigió que
se pusiera a sus órdenes con sus efectivos. El militar le reclamó
una orden por escrito, y el interlocutor se la envió. Luego le pidió
un par de horas para pensárselo, plazo que también obtuvo, y que el
general aprovechó para llevar dos cañones a la plaza, apuntar con
uno al Ayuntamiento y con otro al palacio del Gobierno y decir que
nones. Batet es uno de mis dos héroes republicanos. El otro (otra)
es Clara Campoamor. Mas ha aprendido de esta anécdota que las
órdenes para perpetrar actos delictivos, como abrir los colegios
para referendos ilegales nunca deben darse por escrito.
Empezamos a calcular en qué lugar habría emplazado exactamente aquel
buen hombre los cañones y sumidos en tan beatífica cavilación fuimos
sorprendidos por una muchedumbre que empezó a gritar a la puerta del
Ayuntamiento. "Mira, la desconexión, que se ha adelantado", dijo
Manu. Pero sólo era una boda.
En nombre del pueblo
JAVIER REDONDO El Mundo 9 Noviembre 2015
Pujol inició un proceso de construcción nacional con el señuelo de
la singularidad. A su favor jugaron la idealización de la II
República y la voluntad de los partidos de la Transición de hacer
viable una fórmula imposible, una contradicción en términos: el
nacionalismo integrador. En realidad, el 'molt honorable' se dedicó
a montar un régimen como tapadera. Pujol dejó el trampantojo en
manos de su leal lacayo, tan escurridizo como pacato. Perfil idóneo
para cumplir escrupulosamente el encargo de blindar los negocios
sucios de la familia. Sólo activaría la palanca de la 'desconexión'
en caso de que el Sistema corriera riesgo de implosión.
Sin embargo sucedieron imprevistos: Convergencia perdió el Govern y
sin proponérselo resucitó al dragón de la izquierda nacionalista,
dispuesta a llegar hasta el final. Mas creyó dar carpetazo al asunto
incorporando a ERC a la empresa. Pasaron más cosas: la CUP, junto
con Podemos de Cataluña, ha situado las barricadas de la lucha de
clases a las puertas del palacio burgués de la Generalitat.
Entretanto C's, el partido necesario, se revolvió contra la
"insufrible cháchara de la 'conllevancia'" y articuló en la región
un discurso liberal, progresista y racional.
Finalmente Mas topó en Moncloa con el paquidermo Rajoy, que por
fortuna no se ha movido un milímetro: ni una cesión, la política
comienza por defender el Estado de Derecho, la igualdad entre
españoles no se negocia y la Constitución no le autoriza a vertebrar
la sedición. La impermeabilidad del Gobierno desquicia la tramoya
nacionalista, privada del socorro de la estéril tercera vía. Cuando
ustedes lean estas líneas, el Parlament, fuera de la ley, estará
valorando dos modelos de ruptura y exclusión: elitista-lucrativo y
leninista-nivelador. Es un choque de banderas en nombre del pueblo,
a costa de su prosperidad y libertad. Mas ansía la investidura, no
gobernar; el 'aberzalismo' bolivariano tiene un prisionero y dos
meses para mantener su chantaje. Cataluña, anclada en el pasado,
pierde otra vez.
LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA
Gabriel Albiac apunta a la "infinita
necedad" de ZP como culpable del auge separatista en Cataluña
"Podía parecer nada más que el desahogo sentimental de un cerebro
infantil, borracho de mitologías hueras. Pero esas mitologías son
letales"
Juan Velarde. Periodista Digital 9 Noviembre 2015
El nuevo paso hacia adelante hacia el separatismo que este 9 de
noviembre de 2015 pretende dar el Parlamento catalán inspira la
mayor parte de las columnas de opinión de la prensa de papel. La
mayoría de las tribunas están enfocadas a la forma en la que el
Gobierno de la nación debe frenar las ansias soberanistas de la
pandilla de Mas, Forcadell, Romeva o Baños. Sin embargo, algún
artículo pone el foco encima de quien se considera el germen de todo
esto, José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente español (2004-2011)
que dijo abiertamente que aceptaría el Estatuto que saliese de la
cámara autonómica catalana.
Arrancamos en ABC y lo hacemos con Gabriel Albiac, que apunta
directamente a ZP como culpable de la situación que ahora mismo se
vive en Cataluña:
Víctor Klemperer anota el crepúsculo de Weimar. Con el nazismo en
puertas. «Ninguno era nazi, pero todos estaban intoxicados». Allá
por el año 2008 -una eternidad parece haber pasado- publiqué yo el
primer libro en el que se proponía dar razón de los políticos
españoles, no como una clase; como una casta. De la cual, sólo lo
peor vendría. Me releo ahora, como quien lee una estela
arqueológica: «Podría, a fin de cuentas, soportar que la vida me la
jodieran grandes monstruos del mal a escala histórica. Los que
invocara un Joseph Roth, descuartizado entre dos guerras. Que me la
joda una banda de idiotas, es más de lo que todo estoicismo podría
hacer tolerable. No hay siquiera epopeya en ver perecer un país a
manos de caricaturas: Blanco, Zapatero, Rubalcaba... Muy miserables
hemos debido ser -y muy medrosos- para merecernos esta casquería».
Sí, muy miserables. Y muy medrosos. Para acabar, hoy, 9 de noviembre
de 2015, en esto.
Recuerda que:
Todos decían entonces, todos siguieron diciendo luego: «No pasará
nada». Pero esos todos no habían leído a Roth. Ni a Klemperer. Ni a
Freud ni a Zweig. La nesciencia era su patria. Y, como los estúpidos
burgueses centroeuropeos de entreguerras, se empeñaron en soñar con
que bastaría echarle unas monedas al monstruo para que se calmara.
Que basta pagar convenientemente al Hitler o al Mas de turno para
que todas sus mitologías aterricen. No ha habido en el siglo veinte
idiocia más asesina que aquella de los benévolos burgueses alemanes
y austríacos que vieron llegar al monstruo y se empeñaron en creer
que las cruces gamadas eran un disfraz para pedir limosna. Fueron
exterminados. Por la galerna sin control de las mitologías, que son
el nombre respetable de la matanza.
A quienes nos formamos, desde muy jóvenes, en la lectura de aquellos
testigos trágicos de un mundo que se vino abajo, nada de lo de
Cataluña hoy nos sorprende. El día aquel en que un presidente
español prometió someterse a lo que un Parlamento regional le
dictase, el conflicto civil se hizo inevitable: un Estado que se
dice siervo de una de sus instancias locales estalla. Y nunca el
estallido de un Estado es incruento. Cuando un día los historiadores
tracen responsabilidades de esta tragedia mayor que es el fin de
España, el nombre de Rodríguez Zapatero primará por encima de todos.
Pocos podrán optar a un epitafio más infamante.
Finaliza que:
Lo de hoy en Barcelona será tan sólo el epílogo de aquello que un
extraño presidente puso en marcha para disolver España. Podía
parecer nada más que el desahogo sentimental de un cerebro infantil,
borracho de mitologías hueras. Pero esas mitologías son letales.
También la infinita necedad puede ser un pasaporte para pasar a la
historia. Rodríguez Zapatero: lo nefasto no es menos memorable que
lo ilustre.
Y sí, es verdad, «ninguno era nazi, pero todos estaban intoxicados».
Y pusieron el germen de esta locura. No lo olvidaremos. Nunca.
Isabel San Sebastián exige al Gobierno de Mariano Rajoy que se deje
de tibiezas y aplique de una vez por todas el artículo 155 de la
Constitución para frenar a los independentistas catalanes:
Hay que reconocer al separatismo catalán su victoria arrolladora en
la batalla de la propaganda contra el sentido común. Su manejo de la
mentira, la falacia, la insidia y la tergiversación, hábilmente
aderezadas con un buen chorro de amenaza y altas dosis de
victimismo, se ha revelado tan eficaz como para convencer a una
parte de los españoles, abrumadora si hablamos de dirigentes
políticos, de aquello que decía el cojo en el chiste de los amigos
perseguidos por un león: «No corráis, no corráis, que es peor».
Durante lustros han asaltado al contribuyente esos gobernantes
corruptos, cargando a cada obra y contrato público una comisión
ilegal destinada a sus cuentas en paraísos fiscales, pese a lo cual
han logrado hacer creer a millones de ciudadanos que la ladrona era
España. Desde el escándalo de Banca Catalana hasta nuestros días no
han dejado de engordar esos gurús del nacionalismo, encabezados por
el clan Pujol, a base de extorsionar a empresarios o directamente al
Gobierno español, sin coste alguno para ellos ni para su partido.
Les bastaba con envolverse en la senyera y gritar «¡vienen a por
Cataluña!» para que toda la ira popular levantada por la corrupción
se volcara contra la Nación, en un acto de prestidigitación política
ejecutado con maestría durante más de tres décadas. Y ahora que esa
gestión desastrosa ha llevado a la comunidad a tener que pedir un
rescate de 49.000 millones de euros procedentes de nuestros
bolsillos solidarios, lejos de agradecer la ayuda, siguen gritando
«¡al ladrón!» y utilizando el dinero para financiar un proceso
sedicioso basado en la injuria y el embuste histórico.
Precisa que todo esto es:
Una ofensa a la verdad, la legislación y la soberanía que hoy
escribe un nuevo capítulo con la proclama rebelde lanzada en el
Parlamento autonómico. ¡Basta ya! Ayer publicaba este periódico un
relato pormenorizado, extraordinariamente esclarecedor, de la deriva
seguida por estos apóstoles de la ruptura en los últimos años: cada
conversación, una nueva exigencia; cada concesión, un motivo de
agravio; cada petición, un chantaje. Han pagado comprensión con
deslealtad. Han confundido diálogo con dictado. Han pervertido el
concepto «democracia» divorciándolo del respeto debido a las reglas
de juego que la rigen. Han manipulado sin recato a la opinión
pública a través de los medios de comunicación que controlan y
utilizado la enseñanza pública para adoctrinar en sus postulados en
lugar de educar.
Concluye que:
Ahora rompen la baraja en una huida hacia adelante cuya meta es el
precipicio, seguros de que tampoco esta vez tendrá nadie los redaños
suficientes para pararles los pies. ¡Basta ya! Es tiempo de actuar
con decisión. De responder a la intimidación con toda la fuerza de
la Ley y todo el impulso político que requiere el desafío. Si el
consenso es conveniente, la firmeza resulta indispensable. Solo o en
compañía de quienes quieran defender con él la unidad de España y el
Estado de Derecho, el Gobierno debe tomar todas las medidas a su
alcance para poner fin hoy mismo, no mañana ni pasado, a una
provocación golpista que no puede quedar impune. Eso supone impugnar
la proclama ante el Constitucional, desde luego, pero también
implicar a la Fiscalía General del Estado por la vía penal y cerrar
el grifo de la financiación a una Administración lanzada al abismo
de la desobediencia. Esto es, activar el artículo 155 de la
Constitución, que existe precisamente para eso.
Es hora de correr ante el león. O mejor dicho; de impedir de una vez
por todas que el león siga corriendo.
José María Carrascal adelanta lo que pasará este 9 de noviembre de
2015 desde el mismo momento en que el Parlamento catalán dé vía
libre a la patochada separatista:
A las diez de esta mañana, la hora menos taurina del día, sonarán
los clarines en el Parlamento catalán para iniciar lo que llaman la
«desconexión» con España, que no es otra cosa que el inicio del
proceso independentista. Lo hacen rompiendo la legalidad española y
sin aval internacional. Amparados únicamente en su «legitimidad»
que, ¡oh paradoja!, les viene del ordenamiento legal español. Y lo
hacen, además, sin un respaldo amplio, sólido de los catalanes, que
en su mayoría se mostraron en las últimas elecciones autonómicas
contrarios a la independencia, sobre todo de esta manera.
Subraya que:
Sabiendo que el Gobierno presentará de inmediato un recurso de
inconstitucionalidad que, según todos los indicios, el Tribunal
Constitucional aceptará y aprobará, invalidando la resolución. No
importa. Seguirán adelante. Unos, los menos, para escapar de la
Justicia española que sigue de cerca sus actividades delictivas en
el ejercicio de sus funciones. Los más, por pura inercia y no ser
tachados de malos catalanes. Y el núcleo duro, central, dirigente,
por espíritu catalanista. Son los cruzados de la causa, capitaneados
por la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, convencida de que
los catalanes llevan tres siglos esclavizados por España, como ha
dicho en innumerables ocasiones, y piensa que suena la hora de
sacudirse las cadenas. «¡Hombre!, podría decírsele, para haber
estado esclavizados no les ha ido tan mal. Por lo pronto, se han
convertido en una de las partes más ricas, más modernas, más
desarrolladas del país». Será ella quien reciba del TC el alto del
proceso independentista y la encargada de que no siga adelante. De
no cumplirlo, se la suspenderá de funciones. Lo que ocurra en
adelante queda en manos del azar.
El nacionalismo ha sido comparado con un enamoramiento, con buenas
razones por lo que supone de enajenación mental transitoria entre
sus afectados, aunque también tiene bastante de religión secular, en
la que la «nación» se torna divinidad y sus seguidores, en
feligreses de la misma, con una fe que se vive, se siente, se cree
sin necesidad alguna de razones. De ahí que pueda engañárseles, como
ha ocurrido en Cataluña durante las últimas décadas, con toda clase
de embelecos.
Y detalla que:
El primero de ellos es que si Cataluña ha llegado a ser lo que es,
se lo debe, aparte de la laboriosidad, iniciativa y espíritu de
empresa de sus habitantes, al resto de España, que le ha ofrecido
amplio mercado, mano de obra barata y abundantes inversiones tanto
privadas como públicas. También España le debe mucho a Cataluña.
Pero no vamos a perder el tiempo en discutir ahora y aquí sobre
quién debe más a quién. Los que aún reflexionamos sabemos que los
beneficios han sido mutuos y emparejados. Lo malo es que muchos de
esos catalanes han abandonado Cataluña y los que se quedaron han
sido arrollados por la marea catalanista. Mientras en esta parte
crece el hartazgo y enfado.
Es como suenan tempraneros los clarines de la confrontación en una
Barcelona antitaurina. Aunque nunca ha sido Cataluña tan «tipycal
Spanish». Pero de la España del siglo XIX. La corrida será a las
cinco de la tarde, como mandado, y ya saben ustedes a quien se
lidia.
En El Mundo, Santiago González escribe sobre la desconexión catalana
y recuerda que mientras un 9 de noviembre, pero de 1989, se producía
la caída del muro de Berlín, en Cataluña quieren empezar a construir
otro:
El 7 de noviembre de 2015 viajé a Barcelona con Manuel Montero para
dar una charla sobre nacionalismo y lenguaje a la que nos había
invitado la Asociación por la Tolerancia. Por la mañana dimos un
largo paseo capitalino y ante el espectáculo de una ciudad
fantástica, hervidero de turistas y de autóctonos que se disponían a
oficiar el rito burgués del aperitivo a mediodía, pensamos en que
estábamos a un día de la desconexión y no tuve más remedio que
recordar aquella sentencia de Talleyrand que Bertolucci subió al
título de una de sus buenas películas: «Sólo el que ha vivido antes
de la Revolución sabe lo que es la alegría de vivir».
Hoy, 9 de noviembre de 2015, el programa prevé la desconexión. Un 9
de noviembre tuvo lugar el putsch de la cervecería de Múnich; más
tarde, en la misma fecha fue la noche de los cristales rotos. Un 9
de noviembre cayó el muro de Berlín y en la misma fecha, 26 años
después, se van a poner estos desaprensivos a levantar el de
Cataluña. La desconexión pararía la noria, el chorrito de la fuente,
el río donde se afanan las lavanderas, el fuego en el que se
calientan los pastores. Cataluña Unplugged está llamada a ser un
belén cuyas figuras serían todas caganers.
Apunta que:
El sábado, a falta de 48 horas, nada hacía predecir en la calle el
golpe que van a dar esta mañana. El taxista que me recogió en el
aeropuerto hablaba del tiempo. A mí no se me ocurrió preguntarle por
el tema en estricta observancia de Paul Johnson: «Nunca se te ocurra
utilizar a un taxista como fuente». Los periódicos de Barcelona
decían en portada que el Gobierno «señala» a Forcadell. Ara, con más
intención titulaba: «apunta».
A esas horas, la gran Núria de Gispert estaba reunida con otros
fugitivos de Unió para fundar un partido masista, pero eso no
parecía importarle a las buenas gentes que hacían el vermú en las
terrazas que se va a cargar Colau. La única ruptura hasta la fecha
es la coalición de la modesta comisión. Ahora van a pulverizar el
partido. La desconexión es también una cuestión interna. Eran los
catalanes los que desconectaban de la cuestión y pasaban del asunto.
Un camarero de la cantina de la estación de Córdoba, mientras el
telediario daba cuenta de un atentado etarra, miró a mi querido
Luciano Rincón, su único parroquiano y le explicó su condición de
unplugged: «Es que esto de lo vasco es mú cansao y mú seguío».
Y remata:
Al llegar a la Plaza de Sant Jaume, Manu y yo, todavía plugged
recordamos el 6 de octubre del general Batet. Companys le exigió que
se pusiera a sus órdenes con sus efectivos. El militar le reclamó
una orden por escrito, y el interlocutor se la envió. Luego le pidió
un par de horas para pensárselo, plazo que también obtuvo, y que el
general aprovechó para llevar dos cañones a la plaza, apuntar con
uno al Ayuntamiento y con otro al palacio del Gobierno y decir que
nones. Batet es uno de mis dos héroes republicanos. El otro (otra)
es Clara Campoamor. Mas ha aprendido de esta anécdota que las
órdenes para perpetrar actos delictivos, como abrir los colegios
para referendos ilegales nunca deben darse por escrito.
Empezamos a calcular en qué lugar habría emplazado exactamente aquel
buen hombre los cañones y sumidos en tan beatífica cavilación fuimos
sorprendidos por una muchedumbre que empezó a gritar a la puerta del
Ayuntamiento. «Mira, la desconexión, que se ha adelantado», dijo
Manu. Pero sólo era una boda.
Raúl del Pozo también habla de la desconexión catalana y vaticina
nuevas elecciones en Cataluña después de que el Tribunal
Constitucional pare este 9 de noviembre de 2015 la patochada
separatista:
Josep Pla describía una Barcelona inextricable tomada por los
soldados en la huelga general, con los gorriones gritando en la
humanidad de La Rambla. «Escudellers, como la boca del lobo, el
mercado del amor desbordante». Nada queda de aquella Barcelona. Hoy
lunes no habrá ni pistoleros, ni somatens. Y sin embargo podría
aprobarse en el Parlament una declaración unilateral de
independencia (DUI) e iniciarse la «desconexión» con España.
Una Cataluña al borde de la quiebra, con un partido hegemónico (CDC)
que ha saltado por los aires, sin un presidente electo, mostrará su
deseo de independencia. Con este solemne motivo he hablado con
algunos testigos en primera línea y todos coinciden en decirme que
no habrá investidura de Mas ni el martes ni el jueves, aunque no es
imposible que este día dos diputados de la CUP se pasen al enemigo.
Mientras, Mas sufre el rechazo en una soledad gótica. Prepara un
discurso que no convencerá a la mayoría; idea algo que no quería: un
plan B, nuevas elecciones en marzo con una CDC desembarazada de la
dinastía Pujol.
Dice que:
Los catalanes cercanos a la Generalitat tienen las cosas claras:
este mismo lunes 9 de noviembre de 2015 habrá DUI, se recurrirá al
Tribunal Constitucional, que aceptará el recurso y se suspenderá la
declaración con la advertencia de lo que puede suceder a quien
desobedezca. «Si alguien intenta saltarse la advertencia, será
multado, incluso imputado por delitos muy graves», dicen algunos.
Otros piensan que no va a pasar nada. «Se esperará al 20-D para
analizar los resultados y, si son favorables, se emprenderá el
camino del diálogo constitucional y se llegará a un acuerdo».
Predecir el futuro en Cataluña cada día se pone más difícil. El
ruido va a ser ensordecedor porque el centro de la campaña va a ser
Barcelona. Las medidas que se apliquen serán excesivas e
innecesarias para unos e insuficientes y débiles para otros. Unos
acusarán a otros de cobardes y chulos y todo terminará en una mesa a
principios de año. No hay que esperar en la campaña electoral sino
bravuconadas orales y pocas acciones concretas. Ni el Gobierno de
Madrid decretará medidas de fuerza, ni el de Barcelona irá más allá
de sus palabras.
Y concluye:
Joan Herrera, que ahora se va retirando de la política, desengañado
de El Procés, ha declarado: «Artur Mas es un bróker». Ya han
empezado a desacreditar al libertador. Yo lo veo como un político
atormentado con el síndrome de Coriolano-que inspira la obra más
política de Shakespeare; para algunos, la mejor tragedia-. El
general romano ve a la chusma indócil como vulgar algarabía que no
merece ni pan ni circo. Los desprecia, pero los utiliza; no les
escucha, pasa por encima de todo para imponer sus fantasías,
traicionando las instituciones y olvidando la ley, que es lo que
impide que nos comamos unos a otros.
Mas escribe su discurso y todo el Estado está contra Carmen
Forcadell, de Xerta (Tarragona), de apellido más eufónico que de
voz, flaca, casada, madre de dos hijos, hija de un camionero,
admiradora de Macià, filóloga, ex concejala de Sabadell.
GOBIERNO CATALÁN Y DEL DE ESPAÑA: LO QUE
NOS COBRAN
Antonio García Fuentes Periodista Digital 9 Noviembre
2015
No trato de defender “a los de Madrid”; puesto que tal y como han
dejado a España y los españoles, “en los últimos cuarenta años”,
quizá habría que pedirles daños y perjuicios y la devolución de la
mayor parte de sueldos y prebendas que han recibido inmerecidamente;
pero si ello lo considero así… ¿qué decir de los “muy honorables
servidores públicos catalanes”? Veamos lo que cobran “hunos y
hotros”; y lo que es extensible a otros muchísimos subalternos, como
pueden ser policías, médicos y puede que hasta “sepultureros”; o sea
todos los empleados públicos.
Artur Mas y otros 55 altos cargos de la Generalitat cobran más que
el presidente del Gobierno: Cataluña incluye entre sus altos cargos
tres responsables de la Oficina del Expresidente y otros tantos
delegados del Gobierno en Francia, Alemania y Reino Unido. Mas cobra
136.834,78 euros al año, 58.649,74 más que Mariano Rajoy y casi el
doble que un ministro. Tal como prometió el pasado mes de julio, la
Generalitat de Catalunya ha publicado en su portal de transparencia
el sueldo de sus altos cargos. En total son 284 personas, con
retribuciones que oscilan desde los 24.316,51 euros anuales que
cobra la adjunta al responsable del Centro Cultural Blanquerna hasta
los casi 137.000 euros del presidente de la Generalitat,Artur Mas,
quienes quedan registrados en la página dedicada a las retribuciones
de los altos cargos y personal eventual de la Administración
autonómica.
Entre ellos, 56 personas, incluyendo al propio president, cobran más
que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuyo sueldo como jefe
del Ejecutivo asciende a 78.185,04 euros anuales. Entre estos altos
cargos se encuentran los 12 consejeros autonómicos y 34 secretarios.
En total, los consejeros le cuestan a la Generalitat 1.238.116,32
euros al año, a 103.176,36 euros cada uno, mientras que los
secretarios perciben salarios de 79.651,63 euros, un gasto total de
2.708.155,42 euros. Mas, por su parte, recibe 136.834,78 euros
anuales por su trabajo como presidente autonómico, 58.649,74 euros
más que el presidente del Gobierno y casi el doble que un ministro.
La Generalitat tiene delegados en Alemania, Francia y Reino Unido
que cobran unos 75.000 euros. También tienen sueldos superiores al
de Rajoy los tres responsables de la Oficina del Expresidente, Jordi
Menéndez, Sonia Potau y Salvador Sarquella, con 90.788,38 euros
anuales; el secretario del Govern, Jordi Baiget (102.907,20 euros);
la directora del Gabinete Jurídico de la Generalitat, Margarida Gil
Domenech(102.907,20 euros); el director del Programa de Definición
del Modelo de Administración Tributaria de Cataluña, Juan Iglesias
(102.161,66 euros); el secretario general de la Presidencia, Jordi
Vilajoana (102.907,20 euros), el director del Instituto de Estudios
Autonómicos, Carles Viver(102.907,20 euros) y el director del
Programa para la Aplicación y el Desarrollo de Tributos de Cataluña,
Jordi Boixareu (98.730,35 euros). 99 directores generales que cobran
más que Soraya. Además, Cataluña destina cada año más de 7,5
millones de euros a los sueldos de 99 directores generales, cada uno
con una retribución de 76.270,35 euros anuales, cantidad que se
encuentra por encima de los sueldos de los ministros (68.981,88
euros) o incluso del de la propia vicepresidenta del Gobierno
central, Soraya Sáenz de Santamaría, fijado en 73.486,32 euros.
Entre los altos cargos del Gobierno de Artur Mas llama también
la atención la existencia de delegados del Govern en Francia,
Alemania y el Reino Unido. Cada uno de ellos, bajo el mando de la
Consejería de Presidencia, se lleva cada año 74.833,20 euros por
realizar esta función, también por encima de los salarios de la
vicepresidenta y los ministros. Por departamentos, el que más altos
cargos acumula es el de Presidencia, con 76, seguido muy de lejos
por Economía (29) y Gobierno y Relaciones Institucionales (21). A
continuación se sitúan las consejerías de Empresa y Empleo y
Bienestar y Familia, cada una con 20; Educación y Territorio y
Sostenibilidad, empatadas a 19, y los departamentos de Justicia y
Agricultura…”. (Vozpópuli 20-11-2013)
Recordemos que días atrás (finales de octubre) “El Gobierno de la
Generalidad se declara en quiebra para no pagar a las farmacias a
las que les debe varios meses y pide dinero al Gobierno de España,
que se lo dará… qué remedio”; y como esto afecta a “La Sanidad
Catalana”; les dejo esta dirección, para que vean como ya iban hace
años…http://www.cafeambllet.com/press/?p=17005 en la misma, aparte
de los textos había (los han hecho desaparecer) dos vídeos donde
hablaban personas que dentro “del guiso”, denuncian “los entresijos”
de la pudrición del departamento; cosa que vete a saber cuántos más
de toda España (no solo en Cataluña) apestan a lo mismo: como
muestra un corto texto de esa Web.
“Hace dos años que en la revista cafèambllet investigamos sobre el
destino del dinero público en manos de los gestores de la sanidad
catalana. Hemos encontrado cosas escandalosas: facturas fantasma,
centenares de miles de euros gastados en estudios que nadie ha
visto, alcaldes de diversos partidos cubriéndose las espaldas los
unos a los otros y -como no- amenazas a aquellos que se atrevieran a
hacer público este escándalo. Unas amenazas que lejos de detenernos
en nuestro empeño de poner luz en un entorno tan opaco, nos han
empujado a denunciar con todas nuestra fuerzas una situación que va
más allá del escándalo. Una situación que es la raíz de los recortes
sanitarios que afectan a millones de ciudadanos”.
Sumemos a todo esto, esos “tantos por ciento” que de sobornos han
recaudado (según se afirma) “los honorables Pujol y vete a saber
cuántos más honorables de toda la banda de saqueadores que hay o ha
habido hasta ayer mismo”; y aún muchos de ellos “se rasgan las
vestiduras” clamando por que los vuelvan a elegir en las urnas o
incluso que los dejen separarse de “la voraz España ladrona”.
Por todo esto y muchas cosas más, entendemos “las luchas asesinas y
los navajazos que se dan hunos y hotros, por conseguir el puesto
político y lo que de bienes materiales reporta al que logra sentar
su culo en tan rentables poltronas”; también ello nos demuestra que
en gran medida, aquí y a la política, “acude lo mejor de cada casa
nacional, regional, provincial o local… y es claro que dispuestos a
servir al pueblo como él se merece”… Tururúúúúúúúúúú
A la vista de todo ello y por idiotas que seamos una gran parte del
rebaño español; las intenciones de voto lo dicen las múltiples
encuestas; sólo hay un partido que sube “como las espumas” y
precisamente es “Ciudadanos”, y lo hace por cuanto es el único no
contaminado o mínimamente contaminado (en relación a las ayudas
prestadas a otros partidos de los que debió estar separado
totalmente) y es que Ciudadanos, o mejor dicho, su jefe (Alberto
Rivera) se va viendo… “como vería un náufrago ya desesperado y en la
soledad del océano, una miserable tabla salvadora, a la que se
agarraría simplemente por sobrevivir en espera de lograr llegar a un
barco más seguro que le permitiera llegar a un destino mucho mejor”…
Esa es la España actual y no la serie de chuminadas que nos andan
largando unos políticos, que desprestigiados hasta grados
inimaginables, debieran haberse ido de la política hace ya años.
Por todo ello, pobre España “entera”… una vez más al borde de...?
Amén.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más) y
http://blogs.periodistadigital.com/nomentiras.php
Recortes
de Prensa Página
Inicial
|