PIB por rentas: un 18,7% menor al oficial
Exigiremos a la Comisión Europea y a Eurostat la auditoría e
inspección de la contabilidad de España por graves discrepancias
contables que pueden poner en riesgo la estabilidad
Roberto Centeno El Confidencial 3 Octubre 2016
J.C. Barba, J. Laborda, J.C. Bermejo
El pasado mes de junio, los economistas abajo firmantes
—independientes todos ellos y autores de numerosas publicaciones y
con largas trayectorias profesionales en la empresa y/o en la
universidad— publicamos un estudio del PIB, ante las clamorosas
contradicciones entre cifras oficiales y otros indicadores con los
que guardan estrecha relación. Y lo que es peor, ante un sistema
contable único en Europa, donde al contrario que en la contabilidad
de verdad se empieza la casa por el tejado —el Banco de España
'estima' cada mes sin datos suficientes el 'crecimiento' del PIB, y
poco después el INE 'confirma' el dato a veces a martillazos—, y
cuatro años después, el INE revisa la cifra que puede ser como la
reciente de 2012, el doble peor (-2,6% y no -1,36%, como afirmaron).
Ante un sistema de cuentas nacionales, elaborado no por
instituciones independientes como en los estados de derecho, sino
por instituciones cuyos responsables son nombrados por el Gobierno,
que a su vez designan a dedo a la primera y hasta la segunda línea
de mando, la manipulación a favor de los intereses del poder es la
única certeza. Manipulación iniciada en 2008, cuando el Gobernador
del BdE mintió con la cifra de crecimiento del 4T-2007 para
'demostrar' que, aunque las economías mundiales se estaban
hundiendo, la española bajo la sabia mano de Zapatero crecía y ganó
las elecciones. Esta patraña ampliada sistemáticamente es lo que
decidimos analizar.
La respuesta de Bruselas
Existen tres maneras diferentes de medir el PIB dependiendo de lo
que se tenga en cuenta en el flujo circular de la renta. La primera
es medirlo a partir de la producción, o suma de valores añadidos
sectoriales; la segunda, a partir de las rentas pagadas, es decir,
salarios, excedente bruto de explotación e impuestos sobre la
producción, y la tercera, a partir del gasto, sumando consumo
privado, consumo público, formación bruta de capital y saldo
exterior (exportaciones-importaciones). Las tres tienen que dar el
mismo resultado.
El primer procedimiento elegido fue calcular el PIB a partir de la
producción, utilizando fuentes estadísticas independientes de las
oficiales para el cálculo de los valores añadidos sectoriales. Así,
en el sector industrial, utilizamos el IPI (índice de producción
industrial), que de estar correlacionado al 100% hasta 2008 con el
valor añadido industrial de la contabilidad nacional, acumula una
diferencia no explicable entre 2008 y 2015 del 17,6%. En el sector
servicios, utilizamos el indicador del sector servicios deflactado,
que de nuevo debería ser igual al valor añadido de servicios, pero
que resultó ser un 22, % inferior; en conjunto, el PIB real es un
18,7% inferior al oficial.
La respuesta siguiente se produjo el pasado 10 de septiembre,
firmada por el comisario para Asuntos Económicos y Financieros,
Pierre Moscovici, y el vicepresidente de la Comisión y responsable
de Estabilidad Financiera y Mercados de Capitales, Valdis
Dombrovskis. De forma extremadamente educada y respetuosa, algo que
hemos agradecido vivamente, aducen sin embargo las reuniones
mantenidas con el Gobierno, BdE e INE, y a que Eurostat, según
ellos, comprueba todas las cifras que recibe, algo que
desgraciadamente no es cierto, como les demostramos con hechos y
cifras en nuestra respuesta. Como tampoco es cierto que la economía
crezca al 3,2%, sino a la mitad.
Estas son las implicaciones que les hemos hecho llegar y que por su
gravedad extrema no pueden ignorar por más tiempo. La deuda nacional
o pasivos en circulación ascendía según el BdE, a marzo 2016, a 1,53
billones de euros o el 141% del PIB oficial, nada que ver con la
deuda según Protocolo de Déficit Excesivo, que no contabiliza toda
la deuda, pero que es la publicada por Gobierno y medios. De esos
1,53 billones, 207.000 millones corresponden a “deuda en poder de
otras administraciones públicas” que algunos analistas restan de la
deuda total, algo que a nuestro juicio es un error, ya que no existe
posibilidad alguna de que las comunidades autónomas y corporaciones
locales devuelvan nada. Sus legiones de enchufados y su gasto sin
control alguno son la causa esencial de la ruina de la nación.
Como el PIB real de España no es de 1,09 billones de euros sino de
894.000 millones, la deuda pública nacional sería del 171% del PIB.
Si devolver una deuda pública del 141%, sin soberanía monetaria, es
una tarea titánica, y cuando las cifras rozan en realidad el 171% se
convierte en una tarea imposible, salvo que se produzca una
importante quita.
El PIB medido desde la perspectiva de la renta
Así las cosas, hemos terminado el segundo análisis, correspondiente
al cálculo del PIB desde la perspectiva de la renta.
Salarios. Según la encuesta de costes laborales, los salarios han
subido de 2007 hasta 2013 un 9,9%. Como el empleo según los datos de
afiliación a la Seguridad Social (junio de 2007 a junio de 2013)
cayó un 15,4%, un simple cálculo nos lleva a la conclusión de que la
masa salarial en el periodo descendió un 7%. Según la contabilidad
nacional, en el mismo periodo las rentas salariales han caído un
7,1%, luego el ajuste es válido.
Excedente bruto de explotación. Según la contabilidad nacional, el
descenso entre 2007 y 2013 fue del -1,2%, después de las últimas
correcciones hechas. Antes de eso, se puede ver en Eurostat que se
había informado de un aumento del 3,8% (en Eurostat todavía no está
reflejada la última corrección). Sin embargo, si vamos a los datos
del Impuesto de Sociedades, en el resultado bruto de explotación
(que es el equivalente al dato de la contabilidad nacional), vemos
que el descenso es del 43% (186.840 millones en 2007 y 106.449
millones en 2013). Tomando los del IRPF en el apartado de 'rentas
del capital y otras', vemos que el descenso en las bases imponibles
entre 2007 y 2013 es del 44,8% (130.842 millones en 2007 y 72.269
millones en 2013).
Dado que el excedente bruto supuso el 43% de la renta nacional en
2013, según la contabilidad nacional, y tomando una media redondeada
del 44% de descenso en estas rentas, según los datos de la Agencia
Tributaria, en lugar del -1,2% que informa la contabilidad nacional,
el descenso esperable hubieran sido 192.650 millones de euros más de
lo informado por el INE, o el 18,68% del PIB de 2013.
Si nos fijamos en la sobreestimación del PIB desde el lado del
análisis de las rentas de la economía española que acabamos de
exponer, 18,68%, es exactamente la misma desviación que obtuvimos en
el análisis que publicamos en este mismo medio en el mes de julio,
pero realizando el cálculo desde el lado de la oferta, un 18,7%.
Solo nos queda el análisis desde la demanda, que publicaremos
próximamente.
No sabemos si son ustedes conscientes de las consecuencias de lo que
hemos expuesto, pero son obvias: no solo es que por primera vez
desde la Guerra Civil, a pesar de estar mucho mejor preparados, los
hijos vivirán peor que los padres y con expectativas de futuro cada
día más sombrías, no solo es que el reparto de la renta y la riqueza
sea el segundo más injusto de la Unión Europea, no solo que la carga
fiscal sobre la clase media y trabajadora sea la tercera más alta de
la OCDE, es que la gigantesca burbuja de deuda acumulada por
gobiernos (central, autonómico y local) irresponsables y venales, y
que no cesa de crecer, será la ruina de varias generaciones de
españoles.
Cada semana, necesitan conseguir en los mercados entre renovaciones
y deuda pública nueva la locura de 5.000 millones de euros por el
descontrol absoluto del gasto, y se felicitan por lo fácil que les
resulta cuando es el BCE y no ellos quien se lo consigue. Además, se
añade otro problema derivado de la financiación de la economía
española en su conjunto. La deuda del Banco de España con el
eurosistema es la mayor de Europa, con 293.100 millones hasta julio
pasado. El día que el BCE cierre mínimamente el grifo de este tipo
de financiación o los mercados incrementen su aversión al riesgo, la
situación será insostenible.
No duden ustedes de que vamos a seguir trabajando para presentarles
estos datos adicionales para reforzar estas tesis y cumplir nuestro
objetivo de abrir un debate que consideramos fundamental para el
futuro de nuestro querido país, y exigiremos a la Comisión Europea y
a Eurostat la auditoría e inspección de la contabilidad del Reino de
España, tal como establece el Reglamento 223/2009 de la UE en caso
de graves discrepancias contables que puedan poner en riesgo la
estabilidad económica de la UE. Una democracia merecedora de tal
nombre debe basarse siempre en la transparencia y en la verdad.
El PSOE se lo merece
EDITORIAL Libertad Digital 3 Octubre 2016
El espectáculo bochornoso protagonizado por los socialistas este
sábado en su Comité Federal ha alcanzado cotas nunca vistas en la
democracia española. Las presuntas discrepancias sobre estrategia
política, en un momento complejo como el que atraviesa España, han
devenido una lucha descarnada por el poder en la organización que
más tiempo ha gobernado en democracia y que, a pesar de las duras
derrotas que ha venido sufriendo en los últimos dos años, sigue
ostentando importantes responsabilidades institucionales.
Los análisis en torno a la situación dantesca en que se encuentra el
PSOE, que ya se ha cobrado la cabeza de Pedro Sánchez, parten de la
premisa de que se trata de un partido esencial para el devenir de la
Nación que siempre ha hecho gala de un alto sentido del Estado. El
PSOE sería así una especie de garante de las esencias democráticas y
un valladar contra los radicalismos de izquierdas, lo que le
convertiría en un agente imprescindible para mantener a la política
española en la centralidad.
Lo cierto es que, si alguna vez se aproximó a la realidad en los
últimos cuarenta años, esa premisa quedó completamente sin efecto
tras el 13-M y los dos mandatos de Zapatero, que llevó al PSOE a
unas cotas de radicalismo sectario inauditas en un partido
socialdemócrata europeo moderno. Sus políticas sectarias,
tremendamente divisivas, su complicidad con los nacionalistas
separatistas y su entreguismo blanqueador ante ETA alfrombraron el
surgimiento de Podemos, que hizo acto de presencia en Ferraz el
sábado en forma de agitadores callejeros al más puro estilo del
Comando Rubalcaba.
Sánchez, un personaje de una mediocridad pavorosa, se creyó un nuevo
Zapatero y pretendió llevar el PSOE aún más a la izquierda más
siniestra, pero, para su desgracia, ese espacio ya lo ha ocupado la
formación de Pablo Iglesias y el resto de la tropa bolivarianamente
liberticida. El resultado viene siendo una caída brutal en apoyo
popular, paralelo al aumento de las tensiones internas en un partido
cada vez más marginal en la política nacional.
El sainete socialista trajo este sábado la dimisión de Pedro
Sánchez. Ahora bien, no por eso ha quedado resuelto el nudo gordiano
de la formación del nuevo Gobierno, puesto que no está claro que los
nuevos órganos mandarines del PSOE vayan a tomar una decisión tan
comprometida como la abstención en una nueva investidura a favor de
Mariano Rajoy.
En los próximos días veremos qué línea se impone en el PSOE, y hasta
qué punto éste es capaz de recuperarse del ominoso ridículo que está
infligiéndose. Sea como fuere, los socialistas tienen muy merecido
lo que les ha ocurrido, por su tradicional sectarismo y su
formidable falta de escrúpulos, que en tantas y qué cruciales
ocasiones ha hecho un daño tremendo a España.
CRISIS DEL PSOE
El PSOE como epítome de un régimen que
termina
Si hoy ha saltado por los aires el PSOE, que durante décadas ha
ostentado un poder extraordinario, cualquier cosa es ya posible,
incluso que el PP siga sus pasos si no escarmienta en cabeza ajena.
Editorial vozpopuli.com 3 Octubre 2016
Al final el tapón saltó, el primero de dos. Pedro Sánchez, a pesar
de su resistencia numantina, del filibusterismo desplegado en el
comité federal, con el que ha alargado innecesariamente una muerte
anunciada, no ha podido torcer el pulso de los barones socialistas
amotinados, que, ahora, habrán de gestionar una herencia envenenada
y ver la manera, si ello es aún posible, de recomponer un PSOE, más
que roto, hecho añicos.
Por más que el dimitido secretario general planteara la jornada de
ayer de tal suerte que pareciera que se iba a dirimir si el PSOE se
entregaba al PP o enarbolaba la bandera de la verdadera izquierda,
lo cierto es que Sánchez ha pagado por sus muchos errores y su
incompetencia, no por su impostada pureza ideológica. Incapaz de
recomponer a un partido ya partido en dos por su antecesor, José
Luis Rodríguez Zapatero, ha ido de derrota en derrota electoral
hasta la dimisión final. Tal ha sido su falta de reflejos, su nula
habilidad política que, para conservar algún poder, ha terminado por
suplicar a sus íntimos enemigos; aquellos que aspiran a canibalizar
al Partido Socialista para, en un futuro, asaltar los cielos.
Pedro Sánchez no es un mártir de la izquierda, ni mucho menos: es
víctima de su propia mediocridad. Una mediocridad que, de manera muy
burda, ha intentado travestir a última hora de pureza ideológica,
olvidando convenientemente que pocos meses antes había firmado un
acuerdo de investidura con Ciudadanos, partido al que en esa
izquierda pura tachan de “marca blanca del PP”, u ocultando que,
para salir del atolladero en el que él solo se había metido, no
tenía ningún reparo en pactar con los nacionalistas catalanes,
devenidos hoy en secesionistas, que, como es sabido, son gente de
bien, ajena a la corrupción que exuda España, no como el malvado
Mariano.
Con todo, lo peor es que la mediocridad de Pedro Sánchez no es la
excepción sino la norma. El fondo de armario del PSOE no incita ni
mucho menos al optimismo. Con unos cuadros dirigentes tanto o más
mediocres que el dimisionario, no parece que el futuro vaya a ser
mejor que el sonrojante presente socialista. Sin ir más lejos, el
espectáculo ofrecido ayer por la crème de la crème de sus cuadros
dirigentes, con instantes verdaderamente apoteósicos, donde la
crispación de los presentes a punto estuvo en degenerar en algarada
general, no se corresponde, o no debería, con lo que cabe esperar de
una formación política que ha gobernado durante más de dos décadas
un país que, hoy por hoy, es la decimosegunda potencia económica
mundial. Espectáculo que no es ya síntoma de un partido roto, hecho
añicos, sino prueba bochornosa del bajísimo nivel de sus cuadros
dirigentes y de buena parte de la tropa que aspira a sucederles.
Pase lo que pase ahora, y sea cual fuere la hoja de ruta que
alcancen a pergeñar los que quedan en el puente demando del pecio
llamado PSOE, es evidente que el monumental lío no se va a arreglar
en dos días, ni siquiera en dos años, de hecho, puede no tener
remedio. Así pues, el único partido con implantación nacional que
queda aparentemente entero es el PP, unido, claro está, por el
pegamento del poder. Todas la demás formaciones del mapa político
español, exceptuando un Ciudadanos muy desdibujado, o bien son
partidos-movimiento, como Podemos y sus mareas, o bien son
nacionalistas o bien son agrupaciones para gobernar a lo sumo una
polis, como sucede con Ada Colau en Barcelona. Asistimos pues a una
atomización del mapa político que, en cierta manera, se corresponde
con la lenta pero inexorable pulverización del sistema institucional
surgido en 1978. Desde esta perspectiva, el PSOE no es más que otro
pilar fundamental en el equilibrio de ese modelo que se viene abajo.
Queda pues el PP de Mariano como garante del Estado, lo cual vistos
y conocidos sus méritos no resulta demasiado reconfortante.
Tiene su lógica que un modelo nacido para ser controlado por
partidos construidos de arriba abajo, terminara siendo dinamitado
por los excesos de los propios partidos. De hecho, diríase que, a
día de hoy, los partidos no son la solución sino el problema. Y el
PSOE es prueba de ello. Esa explicación romántica que venden los
derrotados y sus simpatizantes, según la cual el PSOE ha terminado
rompiéndose al traicionar la pureza de la izquierda, es falso. El
PSOE ha saltado por los aires porque hace demasiado tiempo que es
una organización refractaria al talento, al mérito… y al altruismo;
un partido cerrado, endogámico y destinado al medro, en el que cada
cual se sirve a sí mismo y donde, una vez cogido el sitio, nadie se
mueve del asiento. Al fin y al cabo, Pedro Sánchez no cayó del
cielo; como Zapatero, vino impuesto por quienes manejan los hilos.
Sin embargo, en el PP en vez de salivar ante una investidura a
priori mucho más cercana, deberían tomar buena nota y escarmentar en
cabeza ajena. Si hoy ha saltado por los aires un PSOE que durante
décadas ha ostentado un poder extraordinario, cualquier cosa es ya
posible, incluso que el PP siga sus pasos. Así que tomen nota,
porque esto no es el final, ni siquiera es el principio del final,
pero sí tal vez, el final del principio.
El estrafalario 31 de un septiembre negro
Pedro de Tena Libertad Digital 3 Octubre 2016
Es posible que el PSOE no tenga arreglo y que su gente de bien opte
por la salida.
"Los comunistas fueron los únicos beneficiados con el 34. La
República, no. El socialismo, menos aún". Eso escribe Andrés Saborit
en la introducción a su esencial biografía de Julián Besteiro, que,
con otros socialistas, como es bien sabido, se opuso a tal golpe de
Estado revolucionario contra la derecha que había doblado en escaños
al PSOE en 1933. Aquel octubre de 1934, sin contar con los
organismos de decisión elegidos por el PSOE y por UGT, Largo
Caballero, desde su no es no a un Gobierno legítimo de la derecha de
entonces, desencadenó una ofensiva contra la legalidad republicana
vigente, apoyado por un sector de la UGT, especialmente el minero,
los anarcosindicalistas asturianos, los comunistas y el
independentismo catalán.
Aquellos hechos, y muchos otros anteriores y posteriores, debieron
producir en el PSOE histórico y luego en el PSOE de la Transición
una reflexión autocrítica que diera paso a una socialdemocracia
moderna, donde el adversario político y social no fuese un ente
dañino y perverso para los intereses ciudadanos sino, sencillamente,
otra manera, tan legítima como la propia, de interpretar los
intereses generales de un país. No se hizo. La famosa frase de "Hay
que ser socialistas antes que marxistas" de un joven Felipe González
sólo sirvió para conseguir la ocupación de todo el poder interno,
pero no para dar paso a una socialdemocracia respetuosa con la
democracia y con los adversarios externos e internos. Luego vino
Zapatero a la grupa de un comportamiento vergonzoso el 11-M y mordió
los cimientos sensatos que aún quedaban en el edificio socialista.
¿Pretendía Pedro Sánchez, otro largo caballero de 190 centímetros de
altura física, consumar una operación, mutatis mutandis, dando por
bueno un Gobierno con un PSOE en minoría (como mucho con 85 de 176
escaños) en manos de la izquierda radical comunista-populista y los
independentistas al margen de los órganos representativos del PSOE?
Pues tardaremos en saberlo porque la mayoría del Comité Federal
reaccionó, aunque tardíamente, y ha abortado la posible intentona.
Pero terminaremos sabiéndolo. Lo que parece ya cierto es que, como
en el caso histórico mencionado, lo que se ha hecho ha beneficiado
al PP –pronto será sí es sí– y a Podemos, no a la democracia y,
desde luego, no a su partido, al que ha torturado innecesariamente
porque sabía que no podía ganar, y al que ha mostrado finalmente su
verdadera cara de trilero de la limpieza de los procedimientos
internos.
El espectáculo de este ultimo día, el anómalo 31 de un septiembre
negro del PSOE, será difícil de olvidar. Azaña contó que en 1934 fue
a verle Fernando de los Ríos y describió así lo que ocurrió:
En cierto momento se le saltaron las lágrimas. Respondió que su
situación era trágica. Pasaba por una terrible crisis de conciencia.
Su formación intelectual y moral, su actuación de profesor y de
militante, sus miras sobre España le habían encaminado siempre hacia
otros métodos que los actualmente en boga en su partido. No podía
abandonarlo en tales momentos y con gran repugnancia le seguiría.
Comprendí su nobleza, pero cuando escuché a Susana Díaz, a la que no
parecen hacer daño los besos de los banqueros y grandes empresarios
españoles, hablando otra vez de la derecha "dañina" comprendí que,
de seguir así y con su mochila judicial a cuestas, es posible que el
PSOE no tenga arreglo y que su gente de bien opte por la salida.
El oro de papel
Juan Manuel López-Zafra El Confidencial. 3 Octubre 2016
"No gold-digging for me; I take diamonds! We may be off the gold
standard someday". Mae West
El pasado 1 de octubre, el FMI celebraba como un hito ('milestone',
en su versión original) la introducción de la moneda china, el
renminbi o yuan, en la cesta de los derechos especiales de giro, el
'oro de papel'. Esta es una noticia que a la mayor parte de la
población le resultará completamente indiferente, ya que se trata de
uno de los grandes desconocidos del sistema monetario internacional,
a pesar de los cientos de millones de dólares que hemos gastado en
su promoción a lo largo de su larga historia de 45 años. Sí, digo
bien 'hemos', porque somos los ciudadanos quienes aportamos con
impuestos (más impuestos) para cuidar y mantener esta criatura
artificial, engañosa y completamente contra natura que los
burócratas de Washington, apoyados por los de Fráncfort ahora y por
los de la calle de Alcalá antes, se empeñan en mantener “por nuestro
bien”. Por nuestro bien asumimos una cuota del 2% del club, valorada
('sic', pues solo tiene valor aquello que puede cambiarse
libremente, y esta es impuesta y sin contrapartida alguna) en unos
12.000 millones de euros al año. Un club tan exclusivo que en 2010
impuso, sin que nadie se opusiese y sin apenas reflejo en los
medios, un incremento del 100% en las cuotas de sus miembros.
Recuerden que fue, eso sí, por nuestro bien.
La artificialidad de esos derechos viene derivada tanto de su
génesis como de su composición, absolutamente arbitraria. El Fondo
Monetario Internacional surgió al pairo de los acuerdos de Bretton
Woods, y con ellos debió morir. Sin embargo, no solo no ocurrió,
sino que se vio reforzado con una presencia cada vez mayor en todas
las crisis internacionales, interviniendo unas economías y apoyando
monedas de forma harto vergonzante. Así, si el 1 de marzo de 1947 el
FMI iniciaba sus operaciones (lo que formalmente había ocurrido, sin
efecto alguno, el 25 de junio del año anterior), su primera medida
fue premiar los errores de política económica del Gobierno francés
otorgándole un préstamo de 25 millones de dólares a tipos de interés
muy por debajo de los de mercado, para que así pudiese mantener
sobreevaluada su moneda. Este es solo uno de los ejemplos de este,
para algunos, adalid del neoliberalismo internacional, un organismo
de funcionarios extraordinariamente bien pagados y cuya principal
labor ha sido, es y será hasta su desaparición efectuar ingeniería
socioeconómica allí donde se lo permitan.
Ese mismo organismo creó a finales de los sesenta una 'moneda de
reserva' (entienda el lector que no añada en adelante el necesario
'sic' a cada afirmación oficial, pues posiblemente ocuparían más que
la propia idea que pretendo transmitir) para acabar con el patrón de
reserva que en los 3.000 años hasta entonces había sido escogido de
forma espontánea por los individuos. No en vano, expresiones como
'pago en metálico' aluden a esta milenaria tradición que el FMI se
encargó de torpedear, apoyada en los informes de keynesianos y
monetaristas. Recuerden que apenas dos años después de este 'casual'
nacimiento de esta 'moneda', el presidente Richard Nixon, apoyándose
en la peor decisión que jamás haya tomado uno de los más grandes
economistas que jamás hayan existido, Milton Friedman, decidía
cerrar la ventanilla del oro y quebrar, 'de facto', todo el sistema
monetario internacional. De ello ya escribí aquí hace algún tiempo.
Por supuesto, la historia la escriben los vencedores, y solo hay que
acudir a la web del FMI para ver de qué forma tan entrañable
modifica la historia, al señalar que fueron “el déficit de oro y
dólares norteamericanos” los que llevaron a “la comunidad
internacional” a “crear un nuevo activo de reserva internacional con
el auspicio del FMI”. Por eso señalaba al principio que la decisión
era engañosa, pues el organismo oculta la realidad y plantea un
relato de consecuencias y no de causas: claro que existía un déficit
de oro, derivado de unas políticas de expansión del gasto público
que provocaron unos déficits públicos y, sobre todo, comerciales
como jamás antes en la historia se habían dado —precisamente por la
férrea disciplina que provocaba hasta entonces el patrón de reserva
natural que era el oro.
De las 16 monedas que inicialmente compusieron los DEG, se pasó a
una cesta de cinco solo al cabo de siete años (mostrando una
fiabilidad tan importante como la confianza transmitida), para pasar
a cuatro en 1999 con el dólar estadounidense, la libra esterlina, el
yen japonés y el euro (que sustituía al franco francés y al marco
alemán). Hoy, 17 años después, accede al 'prestigioso' club el
renminbi, que con un peso del 10,9% ha provocado un recálculo muy
sustancial de las paridades dentro de la cesta: el dólar mantiene su
peso relativo (pasa del 41,9% al 41,7%), y caen todas las demás: el
euro (pasa del 37,4% al 30,9%), el yen (del 9,4% al 8,3%) y la libra
esterlina (del 11,3% al 8,1%). Según el FMI, los pesos o
coeficientes de las monedas no hacen sino reflejar su importancia en
el comercio internacional; añadamos que de forma tan poco adecuada
que solo se revisan cada cinco años.
Dejo la característica de contra natura de esta 'moneda' para el
final. Si el objetivo del FMI con la creación de los DEG era dotar
al sistema monetario de un “activo de reserva internacional” (como
literalmente señala en su web), ¿por qué no mantuvo el oro, que
desempeñaba ese papel desde hacía 3.000 años? La respuesta es
sencilla: el oro no admite manipulación alguna; en las cámaras de
los bancos, aseguradoras o particulares, existe la cantidad que
existe, conocida y apreciada por todos. Su volumen crece en una
cantidad anual que ha promediado el 1,6% desde 1928, y no puede, ni
siquiera hoy en día, ser falsificado. Los burócratas y los políticos
lo odian, porque señala los límites del ego personal, castigando a
quien despilfarra y premiando a quien ahorra y crece de forma sana.
Tanto temor suscita que llevó a nuestro ministro Solbes, al grito de
“el oro ya no es una inversión rentable”, a vender antes de la
entrada en vigor del euro casi un 50% de nuestras (sí, digo
nuestras, porque eran de todos los españoles) reservas a un precio
de alrededor de 660 dólares la onza. Hoy cotiza por encima de los
1.300 dólares —el doble—. Visionario.
Y ahora piense, querido lector, qué prefiere, si un kilo de oro o su
contravalor en 'oro de papel', en derechos especiales de giro, con
el marchamo y la confianza del FMI. Y sabrá por qué este sistema
monetario está abocado al fracaso en esta generación.
El payaso cocomocho.
Vicente A. C. M. Periodista Digital 3 Octubre 2016
El anuncio de un referéndum por la independencia para otoño del
próximo año por parte del actual Presidente de la Generalidad,
merece no solo una respuesta política desde los responsables del
Gobierno, sino también hacer cumplir la Constitución y aplicar el
artículo 155 suspendiendo la autonomía. No puede este payaso
cocomocho seguir desafiando con total impunidad a España incluso en
foros internacionales como acaba de hacer en Portugal. El Estado no
puede consentir que ningún Parlamento autonómico se arrogue unas
competencias que no tiene y viole la Constitución y haga caso omiso
a las sentencias del Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo
de España. Eso, simplemente, se trata de insumisión y deslealtad
institucional. Hace tiempo que otros responsables como Artur Mas,
Carme Forcadel, Neus Munté, deberían sentarse en el banco de los
acusados y ser juzgadas por sus delitos activos de sedición. Solo la
situación de un Gobierno en funciones no puede ser excusa para haber
paralizado de hecho todas las actuaciones judiciales.
Cataluña será solo independiente cuando así lo decida el pueblo
español aprobando en referéndum una modificación de la Constitución
de España en la que la Soberanía Nacional se trocee como un pastel y
se ceda a las pretensiones de los nacionalistas reconociendo el
inexistente “derecho a decidir” de lo que llaman “pueblos de
España”. Actuaciones y bravatas como las que protagonizan todos los
días los máximos representantes catalanes y su Parlamento deben ser
perseguidas con toda la fuerza de la Ley, llegando incluso a su
destitución, la suspensión de la Autonomía y el control de todas las
competencias por parte del Gobierno de España. Es lo que dice la
Constitución y lo que se debe aplicar sin más demora ante la
gravedad y persistencia en el desafío secesionista.
El pueblo español en Cataluña no se merece estar sometido a la
discrecionalidad y voluntad de unos sediciosos delincuentes. El
Gobierno de España debe hacer algo más que pomposas declaraciones
que no surten ningún efecto y debe actuar de una vez asumiendo su
responsabilidad del modo que le permita su actual estatus “en
funciones”. Debe contar con la aprobación del Congreso de los
Diputados, para lo cual deberá hacer una propuesta en la que se pida
la aplicación del artículo 155 de la Constitución y se disuelva el
Parlamento en Cataluña. Posteriormente, y una vez perdido el
aforamiento de los diputados autonómicos, proceder a su denuncia
ante los tribunales ordinarios para que sean jugados por sedición,
malversación de fondos públicos, prevaricación por no aplicar las
sentencias de los Tribunales Supremo y Constitucional y resto de
delitos.
Y es que un petimetre como Carles Puigdemont no puede pavonearse en
foros internacionales anunciando la hoja de ruta de los
secesionistas con una celebración de un referéndum ilegal y una
posterior declaración unilateral de independencia de España. La
imagen que transmitimos es de absoluta impotencia, de desgobierno
total y de inseguridad jurídica ante un hecho de la gravedad de un
delito de sedición. España no puede dar la impresión de ser débil
ante un ataque a su Soberanía Nacional, algo que por desgracia y
para vergüenza de todos los españoles, sucede a menudo en el Peñón
de Gibraltar por el matonismo del Reino Unido con exhibición de
fuerza y apropiación ilegal de territorios y aguas colindantes,
desobedeciendo las resoluciones de la ONU en un claro desafío a la
legalidad.
Ya no basta con gestos diplomáticos, con protestas que caen en saco
roto y son sistemáticamente ignoradas por las autoridades
británicas. Ya no basta con realizar advertencias a los responsables
del Gobierno y Parlamento en Cataluña sobre su comisión de delitos.
Hay que dar uno o dos pasos más elevando el tono y actuando para
obligar al contrario a abandonar su actitud. El Gobierno debe ser
quien defienda los intereses de España y de los españoles y no puede
escudarse en que su labor la asuma un Tribunal Constitucional cuya
misión no es la de ser policia judicial, sino solo la de juez
imparcial intérprete de la Constitución, de su espíritu y de su
letra.
Hay que terminar con este circo que siguen montando los
secesionistas y que deja la imagen de España en muy mal lugar. Hay
que aplicar la Ley sin más excusas y sin remilgos que solo pueden
ser interpretados como cobardía, impotencia e incompetencia.
¡Que pasen un buen día! Pedro Sánchez ha dimitido pero no ha
renunciado a recuperar su puesto y conseguir hundir al PSOE y a
España.
Dignidad antes que una paz indigna
Editorial OKDIARIO 3 Octubre 2016
Colombia se niega a dejar impunes más de 222.000 asesinatos, 25.000
desaparecidos y casi 30.000 secuestrados. El 50,22% de los
colombianos prefieren la dignidad de una justicia íntegra a una paz
indigna por la que quedaría en casi nada el medio siglo de atroz
narcoterrorismo. La victoria del ‘no’ es el triunfo de los
colombianos sin temor y, especialmente, de Álvaro Uribe, defensor a
ultranza de la libertad y activista decidido contra el terror. El
expresidente ya lo advirtió: “La impunidad total será la madre de
las nuevas violencias”. Su propio padre fue asesinado a manos de las
FARC y tras una intensa campaña junto a Andrés Pastrana, antaño
rival político, ha conseguido que su mensaje cale entre la población
y no haya descanso para aquellos cabecillas que ordenaron matar,
violar, secuestrar y torturar durante más de cinco décadas.
Aunque de manera muy ajustada —menos de 63.000 votos de diferencia—
casi 6.500.000 colombianos han rechazado el acuerdo que Juan Manuel
Santos firmó el pasado 26 de septiembre con el líder de las FARC,
Rodrigo Londoño Echeverri, alias ‘Timochenko’. El actual presidente
queda muy tocado después de implicarse en una campaña que ha tenido
resonancia a nivel mundial y donde, desde el principio, él ha
tratado de sacar el rédito político correspondiente para situarse,
costara lo que costase, como el “líder histórico” que llevo la paz a
su país. De hecho, este plebiscito sobre la ‘Ley de Amnistía’ ha
sido publicitado con recursos públicos y evidente desigualdad en el
trato del “sí” sobre el “no”.
El resultado en las urnas responde de un modo taxativo a un acuerdo
envenenado que conllevaría sanciones mínimas —entre cinco y ocho
años de prisión en delitos graves— para los asesinos. Además,
supondría daños irreparables para la economía del país que, para
empezar, tendría que aumentar considerablemente el gasto público y,
por lo tanto, los impuestos a personas que fueron víctimas o,
simplemente, vivieron en riguroso arreglo a la legalidad. Según un
informe de Bank of América, en los términos que propone Santos, la
paz costaría un mínimo del 1% del PIB anual durante los próximos 10
años y podría aumentar hasta el 3,8%. Demasiado castigo para los
inocentes, indigno premio para los verdugos. A expensas de lo que
pueda pasar de aquí en adelante, y con el objetivo primordial de
mantener el alto el fuego, esta inapelable respuesta del pueblo
colombiano recuerda a la que dio Winston Churchill ante los Acuerdos
de Múnich de 1938: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la
guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis guerra”.
El político inglés se opuso así al tratado que propició su antecesor
como primer ministro, Neville Chamberlain, y por el que el Tercer
Reich de Adolf Hitler se anexionaba la región checa de los Sudetes.
Lo consideraba igual que abrirle la puerta a los nazis para hacerse
con toda Checoslovaquia, como de hecho sucedió en 1939. Con las
evidentes diferencias contextuales, el Gobierno de Santos ha de
luchar con la ley y por la ley contra las FARC y garantizar un
proceso de paz justo por el que los terroristas paguen por los
crímenes cometidos. Colombia no debe permitir que los padres del
terror desfilen sin mácula e incluso puedan tener voz y voto en el
Congreso. El Ejecutivo de Santos ha de evitar esa tendencia a
fabricar una justicia a medida con el objetivo de atribuirse una paz
que, en el fondo, no sería más que un mérito de cartón piedra. Sólo
conseguiría retrotraer al país a la posición de inicio pero con el
escarnio de haber claudicado ante el engaño de los terroristas.
El multiculturalismo: arma de destrucción
masiva de los pueblos europeos
Alberto Ramos latribunadelpaisvasco.com 3 Octubre 2016
El multiculturalismo no es una ideología política común, un cuerpo
de ideas basado en una teorías sociales y económicas más o menos
discutibles, una interpretación racional del hombre y su mundo sobre
la que se basa después un programa de reforma de la sociedad, sino
simplemente una creencia, casi una religión. Pues es evidente que el
multiculturalismo pertenece a la familia de las creencias
religiosas.
Los adeptos de esta nueva religión son generalmente incapaces de
darnos una explicación coherente de sus dogmas en mutación
permanente: los propagadores de esta “buena nueva”, que anuncia el
Edén terrenal a corto plazo y para siempre, tanto hablan de
integración como de intangiblidad de las culturas, tanto de
mestizaje como de preservación de las diferencias, tanto de
“igualdad” como de “diferencia”, tanto de uniformidad como de
diversidad, tanto de unidad como de pluralidad, tanto del deber de
solidaridad con el “Otro” como de la supuesta necesidad que
tendríamos de acogerlo, etc… Pero desde el punto de vista de la
extensión del fenómeno, estas contradicciones y otras discusiones de
los teóricos del multiculturalismo no tienen ninguna importancia.
Los creyentes de esta nueva religión no las entienden.
Lo que estos retienen del multiculturalismo es únicamente la idea
fundamental de que nuestras sociedades hasta ahora monoétnicas,
homogéneas racial y culturalmente, son sociedades imperfectas y que
hay que favorecer la implantación masiva de otras razas y culturas
sobre los suelos nacionales de las distintas patrias europeas para
cambiar este defectuoso estado de cosas. El discurso cambiante de
los doctores de esta iglesia, haciendo contorsiones dialécticas para
adaptar su discurso a la realidad que huye del catecismo imperante,
no alcanza a la masa de los sectarios de esta creencia. “Las masas
siempre aceptan las doctrinas en bloque y nunca evolucionan. Sus
creencias revisten siempre una forma muy simple. Implantadas
fuertemente en unos cerebros primitivos, estas permanecen
inquebrantables durante mucho tiempo”.
Ningún apóstol ha dudado nunca del futuro de su fe, y los apóstoles
del multiculturalismo están persuadidos del triunfo próximo de la
suya. Una victoria tal implicaría necesariamente la destrucción de
la sociedad actual y su reconstrucción sobre otras bases. Nada
aparece más sencillo a los discipulos de los nuevos dogmas. Es
evidente que se puede, mediante la violencia, desorganizar una
sociedad (y la invasión masiva de nuestros días es la mayor
violencia que haya sufrido Europa en toda su historia). Se puede
destruir en una hora un edificio construído en mucho tiempo. ¿Pero
podemos admitir que el hombre puede volver a levantar a placer una
organización destruída?
Para entender la influencia ejercida por el multiculturalismo e
incluso su aparente éxito cada día más visible en nuestras
sociedades no es necesario examinar sus dogmas. Cuando observamos
las causas de este éxito, constatamos que este es totalmente extraño
a las teorías que esos dogmas proponen o a las negaciones que
imponen. Al igual que las religiones, el multiculturalismo se
propaga por otros motivos que por razones. El multiculturalismo es
muy débil cuando trata de discutir de argumentos racionales,
concretos, sacados de la realidad misma de las cosas. Pero se
fortalecen en el terreno de las afirmaciones, de los ensueños y de
las promesas quiméricas.
Gracias a esas promesas de regeneracion de nuestras sociedades que
nos anuncia el nuevo orden basado en la cohabitación de grupos
diametralmente distintos cuando no opuestos e incompatibles, el
multiculturalismo llega a constituir una creencia con forma
religiosa antes que una doctrina basada en la razón. “La gran fuerza
de las creencias, cuando llegan a revestir esta forma religiosa, es
que su propagación es independiente de la parte de verdad o de error
que puedan contener. Cuando una creencia está fijada en las almas,
su absurdo no aparece, la razón ya no la alcanza. Sólo el tiempo
puede desgastarla. Lo que ha entrado en la esfera del sentimiento no
puede ser ya tocado por la discusión. Las religiones, que no actúan
más que sobre los sentimientos, no pueden ser socavadas con
argumentos, y es por ello que su poder sobre las almas siempre ha
sido absoluto".
El multiculturalismo no viene a reemplazar la utopía socialista, ya
moribunda y fracasada. Es una nueva versión antes del descalabro
final de esa otra religión que cambia de aspecto según las épocas
sin querer desaparecer definitivamente. Los inmigrantes, o mejor
dicho los colonos de esta colonización en sentido inverso, se han
convertido en el nuevo proletariado cuya emancipación y triunfo han
de regenerar la sociedad y el mundo, creando el “hombre nuevo” que
toda religión lleva en sí.
La quimera multiculturalista tendrá una vida mucho más breve que la
utopía socialista, y un fin mucho más dramático. “El socialismo
proponía unas esperanzas y era eso lo que hacía su fuerza. Cada uno,
según sus propios sueños, sus ambiciones o sus deseos veía en el
socialismo aquello que los fundadores de la nueva fe no habían
pensado siquiera en poner en ella. Los pobres, bajo la carga de su
dura labor entreveían confusamente un paraíso luminoso en el que
serían colmados de bienes a su vez. La inmensa legión de
descontentos esperaba que su triunfo sería el mejoramiento de su
destino… Es la suma de todos esos sueños y de todos esas
insatisfacciones y enojos, de todas esas esperanzas, lo que daba a
esa fe su incontestable fuerza”.
Derrumbado el socialismo bajo el peso de sus contradicciones y de
las realidades que no conocen de fantasías ni de credos, aparece el
último capítulo de esa larga serie de químeras y utopías, que
buscando la felicidad universal de la humanidad, ha engendrado los
monstruos más sedientos de sangre y destructivos que la mente humana
podía imaginar. A aquellas equivocadas teorías económicas y
sociales, al fracaso de un concepto del hombre eminentemente
materialista y huérfano de espíritu, y como colofón a la historia
del desvarío de los hombres, busca ahora tomar el relevo el llamado
multiculturalismo. Su triunfo no sería simplemente el de una ideas
nefastas (que pueden combatirse) o la implantación de un régimen
cualquiera (que se puede derrocar), sino la suplantación de unos
pueblos europeos por otros no europeos: un genocidio por
sustitución. Se sale de las dictaduras o de los malos gobiernos, se
puede cambiar de régimen político o rechazar un sistema económico
cuando éstos ya no dan más de sí y ni la fuerza ni la coerción
alcanzan ya para sostenerlos y perpetuarlos, sólo la muerte no
admite corección ni ofrece alternativa.
Es la muerte de los pueblos europeos la meta última del
multiculturalismo. Esa muerte no vendrá con la desaparición física
del último europeo consciente de serlo, sino con la de su cultura,
de su modo de vida, de su mentalidad, de sus valores, de su
espíritu, ahogados bajo una caótica marea multirracial y
multicultural. El multiculturalismo no busca la victoria de lo que
predica, es decir del propio multiculturalismo, la utópica e irreal
convivencia armónica y provechosa entre diferentes razas y culturas
en un mismo espacio, celosas de sus particularismos culturales y
sometidas a diferentes códigos legales y morales. El
multiculturalismo tiene como principal y tal vez como único objetivo
el aniquilamiento material y espitual de los pueblos europeos y el
fin de sus culturas milenarias, el saqueo de sus riquezas y la
ocupación de su espacio, en suma el exterminio de la civilización
del hombre blanco y el retorno a la barbarie de los primeros
balbuceos de la humanidad. El multiculturalismo es, en definitiva,
el caballo de Troya de los enemigos de Europa y la cultura y modo de
vida de sus pueblos, una ideología de derribo para aniquilar a los
pueblos blancos.
Ese credo, tan contrario a los intereses de aquellos mismos a
quienes se busca imponerlo, tan incompatible con la supervivencia y
continuidad de nuestras naciones, es tan absurdo y criminal que no
puede progresar predicando su ilógico catecismo sobre el conjunto de
sus víctimas necesarias. Es por eso que la invasión masiva y
acelerada extraeuropea es fundamental para ese fin. Sólo una minoría
de europeos se rendirán al culto de la destrucción de sus patrias
milenarias, el culto de su propia muerte. Sin el concurso de las
masas extranjeras ya presentes sobre suelo europeo y de las que
están en marcha para sumarse a esa marea, el multiculturalismo no
pasaría de ser una anécdota menor, una extravagancia intelectual,
una idea grotesca y sin porvenir, un “brindis al sol”.
Es por ello que el multiculturalismo no puede triunfar, es decir
implantarse como sistema, más que sobre la base de unos enormes
contingentes no europeos que se impondrían por la fuerza de la
cantidad a las poblaciones autóctonas. No se puede esperar que los
propios europeos, de manera voluntaria y masiva abracen la causa de
su propia desaparición. Sin duda éstos no lo harán en su mayoría,
pero el tamaño de las poblaciones extranjeras será dentro de poco de
tal envergadura que ésta actuará como arma de intimidación y de
amenaza sobre los europeos. Cuando la relación demográfica entre
nativos y alógenos se trastoque de manera dramática, cuando se
altere gravemente el equilibrio entre ambas poblaciones, todavía
ampliamente favorable al elemento europeo, entonces aparecerá la
violencia generalizada y sin freno contra este último. Ese momento
llegará incluso mucho antes de que las poblaciones extraeuropeas
sean mayoritarias en cada uno de los distintos países de Europa.
Para esto bastará que haya en la percepción, en el ánimo de las
huestes colonizadoras (en algunos grupos étnicos y culturales más
que en otros) la sensación de que la víctima ya está entregada y sin
defensa posible, de que “el viento sopla a su favor” y las
posibilidades de éxito son, más que razonables, probables. Entonces
empezarán las agresiones sistemáticas y generalizadas, el asalto
frontal y sin máscara a nuestras patrias y sus pueblos, en una lucha
en la que nos jugaremos el ser o no ser, la sumisión o la
liberación, el fin o el renacer. No podemos prever con exactitud
cuando ni cómo llegará ese tiempo, pero todo indica que ya estamos
viviendo los prolegómenos de un conflicto terminal que desembocará
en guerra abierta probablemente en un futuro no demasiado lejano. La
cuenta atrás ya ha empezado y el tiempo corre en contra nuestra.
Pareciera que llegados a ese punto, en que las incógnitas del tiempo
presente se han ido desvelando una tras otra y que el futuro no
ofrece ya dudas, todo un mundo fuera sin embargo incapaz de
reaccionar y aceptara desaparecer en silencio, sin sobresaltos ni
rebeldia, dando por inútil todo gesto de oposición y toda voluntad
de resistir. La vida no es un regalo gratuito sino una lucha
permanente. Quien no lucha perece, quien se entrega desaparece. No
hay ideología ni creencia que pueda sustituirse a las leyes
inmutables de la naturaleza. El crimen de soberbia contra el orden
natural de las cosas conlleva un castigo de extraordinaria
severidad. Los pueblos europeos no tardarán en experimentar las
terribles consecuencias de sus perversos despropósitos y sus
insensatas transgresiones. La rueda de la Historia ha empezado a
girar y nada de lo que digamos o hagamos podrá detenerla ya. La
fruta pronto estará madura. Lo peor es seguro, el desastre es
inevitable. La utopía multicultural estaba destinada al baño de
sangre desde su comienzo.
(En cursiva, unas citaciones de Gustave Le Bon, "Psicología del
socialismo", 1898)
Uribe pide un “gran acuerdo nacional” por
la paz sin “premio al delito”
OKDIARIO 3 Octubre 2016
El ex presidente de Colombia y uno de los mayores defensores de la
campaña por el ‘no’ en el referéndum, Álvaro Uribe, ha pedido “un
gran pacto nacional”, agregando que todos, los que votaron y los que
se abstuvieron, “quieren la paz”.
En un comunicado publicado bajo el título ‘Frente al resultado del
plebiscito’, el ex mandatario ha resaltado la necesidad de evitar
que “en nombre de la paz se creen riesgos a los valores que la hacen
posible”.
“Pedimos que no haya violencia, que se le de protección a las FARC
(Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y que cesen todos los
delitos, incluidos el narcotráfico y la extorsión”, ha añadido.
En este sentido, ha solicitado a la principal guerrilla del país que
“permitan el disfrute de la tranquilidad” a la población,
argumentando que ello “contribuirá mucho a la unidad de los
colombianos”.
Reflexión de la comunidad internacional
“Insistimos en correctivos para que haya respeto a la Constitución,
no sustitución; justicia, no derogación de las instituciones;
pluralismo político sin que pueda percibirse como premio al delito;
política social sin poner en riesgo la empresa honorable”, ha
explicado.
Así, ha pedido una reflexión a la comunidad internacional,
recalcando que aquellos que han defendido el ‘no’ al acuerdo
“quieren contribuir a un acuerdo nacional”.
“Sabemos que nuestros compatriotas del ‘sí’, al recibir el mensaje
de nuestra buena voluntad, nos escucharán y los escucharemos,
pedimos lo mismo al Gobierno, a sus negociadores y a la comunidad
internacional”, ha dicho.
Por otra parte, ha indicado que “la economía del país está en
dificultades, que podrían agravarse con los acuerdos (de paz) y
llegar al punto de que por frenar la confianza de inversión no
hubiera recursos para cumplir lo pactado con las FARC”.
“Pedimos encarecidamente al Gobierno y al Congreso decisiones de
severa austeridad y promoción efectiva de la confianza privada para
garantizar el compromiso con la inversión social”, ha señalado.
Por último, ha expresado su “afecto y solidaridad” con los soldados
y policías de Colombia, reclamando al presidente, Juan Manuel
Santos, y al Congreso “que se permita un alivio judicial que no
constituya impunidad”.
******************* Sección "bilingüe"
***********************
¿Orgullosos, de qué?
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS El Mundo 3 Octubre 2016
El único golpe de verdad en el esperpento tercermundista de Ferraz
es el que ha recibido en pleno mentón Mariano Rajoy con la dimisión
a trompazos del obtuso Snchz. Era lo único que podía impedir las
terceras elecciones, cuyo decreto 18/D/16 llevaba en el bolso el
viernes Meninha Ashishina. Y lo que más podía perjudicar a Iglesias,
que veía en la continuidad de Snchz la ocasión de apuntillar al
PSOE. Ahora, si Fernández lo hace bien y la Niña de la Estación toma
el AVE pero no para comérsela, el PSOE tendrá dos años para
rehacerse y desmontar el poder mediático podemita y el municipal que
les regaló Bobosolemnissimus.
Supongo que Snchz volverá a las andadas, o sea, a las primarias,
para recalentar lo que, a escondidas, había cocinado: un pacto de
Gobierno con Podemos y los separatistas, con los pujoles y rufianes
guardando cinco meses ese inaplazable referéndum que llevan cuatro
años aplazando. Es lo que pidió obscenamente Iceta en la prórroga de
Cocomocho y lo que autoriza el gatillazo de Mas, perdonado y
recompensado por Rajoy con el sablazo de 8.000 euros a las empresas
para pagar el prusés. "Si Rajoy hace como que no se entera de lo que
hacemos -decía Iceta- lo que debéis hacer ahora es aparcar el
derecho a decidir unos meses, hasta formar un Gobierno PSOE-Podemos.
Y entonces decidiremos qué decidimos". Pero Ana Gabriel, que
comprobaba a mano la vigencia de su desodorante, no lo oyó.
Este pacto es una de las mentiras que, según Snchz, le prohibieron,
sin éxito, sus padres. La otra fue decir en su investidura que
quería un gobierno con C's, jamás con separatistas y comunistas.
Pero ese pacto estaba hecho y es lo que precipitó la salida en
tromba de los críticos artríticos: o lo paraban ya o Snchz se iba a
la Zarzuela con una precaria mayoría comunista-separatista y él de
Compañero Florero.
Lo más grotesco de este PSOE que sale de la crisis como entró, sin
definir su idea de España, es que Schz barritara: "¡Más que nunca
hay que estar orgullosos de ser socialistas!". ¿Orgullosos, de qué?
¿De sacar una urna para votar a escondidas el prusés disfrazado de
congrés? ¿De que, a gritos de «¡sinvergüenzas!», le obligaran a
guardar su urna-exprés? ¿De los ultrapedristas acarreados a Ferraz
como el 13-M a Génova 13? Si tuviera vergüenza, Snchz se
avergonzaría, pero está orgulloso de desconocerla.
Zapatero, contigo empezó (casi) todo
Javier Somalo Libertad Digital 3 Octubre 2016.
Saltándonos, por no entrar en detalles, la "interrupción" del 23-F,
no teníamos precedente de una investidura fallida hasta que, al poco
tiempo, llegó la segunda. Ahora ya hay doblete inédito… pero camino
de triplete. Tampoco había precedente de fracasos electorales tan
estrepitosos ni de tan millonarias pérdidas de votos en los partidos
de mayorías absolutas. Y lo que más se acerca a la voladura interna
de un partido como la que vive el PSOE podría ser el desguace de la
UCD, pero los tiempos y las circunstancias eran distintos y la
formación de Suárez no era tanto partido como el PSOE, del que ya se
empiezan a generalizar injustificadas loas. Parece como si todo lo
que está sucediendo en España fuera novedad.
Coincido con lo que dijo el viernes Joaquín Leguina en el
informativo de Juan Pablo Polvorinos: que el precedente de casi todo
es José Luis Rodríguez Zapatero, excepción a esa regla de que
alguien vendrá que bueno te hará. Aquello fue realmente insuperable.
Con Zapatero se abrió la barra libre del separatismo, fruto de una
apuesta con Pascual Maragall. Con Zapatero se resucitó a una ETA sin
pulso que ahora no necesita entregarse porque robó el poder a los
que la persiguieron y quedaron vivos. Con Zapatero conocimos, además
de la rendición, la deserción hipócrita en unos campos de batalla y
la incursión en otros que sí le parecieron justos –aprendió de los
bombardeos de Solana y de la guerra de 1991 en el Golfo– porque era
él quien decidía en qué consistía la PAZ, esa que le llevó en
volandas al infame 13 de marzo de 2004, morgue de la Transición
española. Con él sufrimos el despilfarro público bautizado como
"gasto social", el arado de las cunetas de la Guerra Civil, la
persecución a la libertad en todos sus órdenes, el adoctrinamiento
como asignatura o la discusión del "término" nación. Y todo bajo
aquel famoso talante desnudo, desprovisto de cualidad, ni bueno ni
malo. Sólo talante.
Con Zapatero se institucionalizó el analfabetismo funcional, la
inepcia como activo para acceder a cargo público, los "cónyugues
inclusos" y "acontecimientos planetarios" de Leire Pajín o el dinero
público que "no es de nadie" de Carmen Calvo o las zapatillas Kelly
Finders y las "soluciones habitacionales" de María Antonia Trujillo,
detalles que ya no recordamos lo suficiente cuando nos escandaliza
la carmenada del día. Simples anécdotas al lado del despotismo de
show room de la vicepresidenta De la Vega que sometía al
Constitucional en medio de un desfile o las maniobras paraestatales
de Rubalcaba o las conexiones telefónicas de Camacho, su secretario
de Estado, con etarras agraciados por salvoconductos.
Zapatero, es verdad, contigo empezó todo. También porque el PP te
heredó y renunció a enmendar lo peor de tu legado. Ahora el PSOE –y
España entera, claro– asume todos y cada uno de aquellos desastres
transfigurados en un tal Pedro Sánchez que ni siquiera consiguió ser
Schz, algo que sí logró ZP. Hablando de Frankenstein, Pedro Sánchez
ha conseguido aunar en su persona lo peor de cada momento: la
estulticia, la soberbia, la nada solemne –bobo, dijo Rajoy– y la
irresponsabilidad nacional que hunde al PSOE, asido al PP y a
España.
Rául Vilas lo advirtió en una reunión de redacción: ahora todo serán
elogios. Y es verdad. El PSOE aprovechará su crisis mirando al PP y
a las urnas, cantando las glorias de un partido viejo, sólido,
nacional y honrado frente a la corrupción del marianismo, tan
condenable como inferior al latrocinio orgánico y hereditario de
ERES, cursos fantasma, adjudicaciones, subvenciones y otras hierbas
que vertebran España –ya es lo único–de norte a sur. Por eso
Libertad Digital volverá a refrescar la memoria del PSOE, para
contrarrestar ese tsunami de elogios que ya amenaza con anegar su
historia real y tantísimas sombras. Las del PSOE colaboracionista.
Las del PSOE golpista por más que el 1934 real se haya convertido en
el 1984 de Orwell, volatilizado en una presunta guerra espontánea
surgida en el 36. Las del PSOE violento que marcaba a diputados
–Calvo Sotelo– luego asesinados y que hoy no merecen calle por ser
franquistas antes que Franco. El PSOE revanchista y fratricida
contra quien, como Julián Besteiro, discutió su bolvechización. El
PSOE autor de unas frases tan fundacionales como que las pronunció
Pablo Iglesias Posse:
"Mi partido está en la legalidad mientras ésta le permita adquirir
lo que necesita; fuera cuando ella no le permita alcanzar sus
aspiraciones".
"… hemos llegado al extremo de considerar que antes de que Su
Señoría [Antonio Maura] suba al Poder debemos ir hasta el atentado
personal".
No, no eran tuits que se puedan escribir y borrar. Figuran en los
Diarios de Sesiones de las Cortes. Sin tapujos, sin adornos, como
augurios o algo más: como anuncios.
Pero es el PP el que ha de condenar el franquismo. El PP es el más
corrupto y el más franquista porque no quiso recoger el guante de
Zapatero. Así quedó saldada la concordia construida hasta con la
ayuda de Santiago Carrillo, hecha añicos por los socialistas. Esa
renuncia a la defensa propia –no del partido sino de su base–, ese
complejo innato de la derecha también lo supo aprovechar como nadie
Zapatero. Y el PP calló.
Más cerca en el tiempo, encontraremos al PSOE que luchó contra ETA y
murió en el intento, traicionado también por el PSOE del "diálogo".
El de las luces y los apagones, el sacrificio y las trampas, el
sufrimiento de los años de plomo y la guerra sucia, el de los
langostinos en el sur y la vocación en La Coruña o el País Vasco. El
PSOE de 1982, desaparecido en el antifranquismo pero crecido contra
Suárez porque la legalización del PCE podía restarle votos (ni uno
perdió), el PSOE del Rey "de cartón piedra", el de la
Vicepresidencia del Gobierno Armada, contragolpista de diseño. En
definitiva, el PSOE de Felipe González, capaz de luchar
corajudamente contra el chavismo en Caracas mientras lo patrocina en
Bogotá sin dejar de fumar habanos en Tropicana.
Cuesta enmendar al PSOE si se piensa en algunos socialistas igual
que se hace difícil sacudir al PP si se tiene cierta memoria. Pero
la política, el partido y la militancia no pueden jamás soslayar al
ciudadano, verlo como un voto, despreciado e insultado si no es
propio o incondicional. Esa actitud autoritaria es la que obliga a
la enmienda total para evitar ventajismos en este largo año sin
gobierno y para no caer en la trampa de la catarsis según la cual,
muerto Sánchez, el PSOE fue siempre ejemplar. Hay socialistas buenos
pero será porque no se parecen a la historia de su partido o porque
se han enfrentado a ella con honradez.
Este PSOE –y el PP y España si no se remedia– quedó condenado por
Zapatero. Pero en su agonía, y a costa de Sánchez, no ha de hacerse
un balance positivo del partido. El resurgimiento, si llega y se
acompaña de regeneración, será digno de aplauso pero no podrá crecer
sobre mentiras.
CRISIS EN EL PSOE
Del Sanchismo al Susanismo hasta la
defunción
Alejandro Inurrieta vozpopuli.com 3 Octubre 2016
España es un país roto social y económicamente hablando, por más que
los patriotas de banderita arenguen todos los días desde diferentes
púlpitos. A esta crisis social y económica, se une la profunda
crisis de representación política, que ha estallado en toda su
intensidad el pasado fin de semana en la sede del PSOE. Más allá de
las risas no disimuladas de los adversarios políticos, que van a
recoger los restos del electorado socialista, lo que la sociedad no
es consciente es que navegamos hacia un modelo similar al argentino,
o el mejicano, que no sé cual es peor.
La ruptura del PSOE aboca a España a parecerse a Méjico
Prueba de la importancia que tiene la sima creada en el PSOE, antaño
el partido que vertebraba el país y cuya primera etapa de gobierno
hay que glosarla con admiración y agradecimiento, es que las últimas
semanas los apuñalamientos en el seno de dicha organización han
pasado por encima de noticias tan relevantes como el juicio al
Consejo de Cajamadrid por las tarjetas black, la declaración de
Puigdemont en el Parlament sobre la fecha del referéndum en Cataluña
o el drama estructural de refugiados en Siria. La posibilidad de que
el PSOE muriera en el intento de superar esta enésima crisis de
identidad ha revuelto el ya de por sí negro panorama político que
supura en España desde hace lustros.
El espectáculo mediático del golpe en Ferraz ha distraído a la
sociedad que ha obviado hasta la declaración de Puigdemont en
Cataluña
En esta gran conjura para dar la estocada final a la organización
política más longeva han contribuido numerosos actores. Desde las
más altas instituciones empresariales, medios de comunicación
dopados de financiación bancaria que les convierte en sucursales
ideológicas de quienes les pagan las nóminas, hasta una sociedad
vacía que ha delegado el poder por falta de personalidad y capacidad
de ejercer su labor ciudadana. Este espectáculo ha culminado con
algunos editoriales, especialmente del Grupo Prisa, en el que se
instaba sin rubor a decapitar a un líder político, por cualquier
método, elegido por la propia militancia, o programas
pseudoinformativos de La Sexta TV en el que se tomaba partido
directamente por una parte de la organización, especialmente aquella
que tiene capacidad de contratación para emplear a familiares y
amigos desempleados.
La conjura entre grandes medios de comunicación y la vieja guardia
del PSOE han provocado la caída de Sánchez
En cualquier caso, la inmediatez de las imágenes contempladas en la
calle Ferraz, ya que dentro se prohibió la entrada de la prensa,
emulando las peores prácticas de países autoritarios, no debe
enturbiar el análisis sereno y objetivo de lo que está ocurriendo en
el PSOE. Esta organización, que antaño aglutinaba la gran mayoría de
la población que se autodenominada de izquierdas, dejando un reducto
más a la izquierda para utilizarlo de muleta cuando no se alcanzaba
la mayoría absoluta, hoy compite de forma descarnada por el mismo
electorado. La pregunta que surge es clara: ¿qué ha ocurrido para
que la situación haya llegado hasta el umbral de la descomposición?
Las respuestas son varias, y algunas son exógenas, ya que la crisis
de la socialdemocracia es común al resto de formaciones homónimas
europeas. Pero hay algunos elementos intrínsecos cuyos responsables
hoy son los que han diseñado y ejecutado esta forma de golpe de
Estado a la militancia del partido. Estos responsables son, sin
duda, Felipe González y Alfonso Guerra, que se repartieron los
papeles para cumplir la máxima del expresidente: gato blanco o gato
negro, lo importante es que cace ratones. Esta máxima se instauró en
la cultura política de la organización, y a partir de ahí se tejió
una estructura clientelar entre la sociedad y el PSOE,
mayoritariamente en Andalucía y Extremadura, para ganar elecciones,
sacrificando el debate y la opinión de la militancia. Esta forma de
hacer política se expandió al resto del país, y así han surgido los
llamados cuadros corcho, es decir aquellos que hoy eran guerristas y
mañana renovadores, y que ahora se dejará notar cuando la presidenta
andaluza se eleve a la Secretaría General por aclamación, dada su
alergia a la democracia participativa directa.
El modelo clientelar y mediocre creado por Guerra en Andalucía se ha
extendido al resto de la organización
El problema para la sociedad española es que esta suerte de cortijo
ha deparado unos modelos de gestión pésimos, donde la mediocridad de
los elegidos es directamente proporcional a sus veleidades
utilizando el dinero público, lo que ha propiciado que la sociedad
española identifique al PSOE con esta forma de hacer política. De
esta mediocridad, por supuesto, no se ha librado el propio Sánchez
que fue elegido por eliminación y con contrato de obra y servicio.
De facto, fue una jugada entre la vieja guardia andaluza y los
restos desperdigados de los dirigentes corcho, para propiciar una
transición hasta que llegase en calesa a Ferraz la peor dirigente
que ha tenido la Junta de Andalucía desde la restauración de la
democracia.
Con estas premisas, y tras negarse a investir a Rajoy, la maquinaria
del capital y sus esbirros en el sur de España han decretado el fin
del contrato, aunque no es previsible que se pueda echar a andar
esta legislatura con la ruptura emocional y política que asola al
PSOE. Lo que hay que tener claro es que no hay una diferencia
ideológica clara entre el mal llamado sanchismo, que no existe, y el
susanismo. De hecho, los que hemos trabajado con Sánchez y le
conocemos bien, su ideario político está muy próximo al social
liberalismo, si es que lo pude discernir, y por ende, más escorado a
la derecha del partido donde pastorean y chapotean Fernández Vara,
Page, Tomás Gómez o la propia Susana Díaz. Por tanto, el falso
debate generado por el entorno de Sánchez es simplemente falso, y
tiene más que ver con una visión de cómo hay que dirigir el propio
partido. Rompiendo el clientelismo político, mediante la democracia
directa, se pierde gran parte del poder orgánico que pasa a estar
diluido y poco coordinado, lo que entorpece el mantenimiento de
tanto dirigente mediocre que, curiosamente, es el responsable que,
por ejemplo, la Junta de Andalucía, tarde un año en homologar unas
instalaciones de formación en Granada o Almería.
No hay debate ideológico ya que Sánchez cohabita en la derecha del
partido con Page, Vara o Tomás Gómez
En resumen, la sociedad española se encamina hacia una estructura de
partido hegemónico, que cubra casi todos los espectros ideológicos,
algo que ya hace el PP. El resto se difuminará en organizaciones
ingobernables y narcisistas, como Podemos, incapaces de dar
respuesta a los graves problemas que tienen los españoles. A partir
de ahora ya nada será igual en lo estético y superficial,
asistiremos a la ausencia de alternancia. Simplemente todo el pastel
que han extraído de la corrupción PP y PSOE se centrará en una única
y gran organización, que colmará los deseos de los grandes poderes
fácticos y no tendrán que invertir en sostener a Ciudadanos, ni
aupar a Podemos vía televisión.
No es revisionismo histórico, es
hispanofobia
Julio Murillo cronica global 3 Octubre 2016
Lo diré sin ambages: el pretendido revisionismo histórico que
practican muchos nacionalistas e independentistas catalanes a día de
hoy no es tal; por no ser, no es ni siquiera revisionismo no
académico, porque la forma de actuar y el irrenunciable código ético
que debe ser pauta de conducta para cualquier historiador que
pretenda arrojar nueva luz sobre determinados hechos debe basarse en
la asepsia quirúrgica, impecable, despojada de toda perversión
ideológica o política. No es esa la forma de proceder de la
pseudociencia histórica nacionalista, más carnicera que cirujana,
que sin contemplaciones opta por la amputación o tergiversación de
los hechos, por la voladura de la reliquia histórica, o por la
condena de la memoria decidida en festiva asamblea en narcosala.
Sí, lo han adivinado: estoy hablando de Colón y de su estatua, del
Descubrimiento y de la Hispanidad, de la supresión de la bandera
española en Cataluña y de la festividad del 12 de octubre; pero
sobre todo, de la hispanofobia que subyace en esa iniciativa
propuesta por la CUP. Y lo hago al margen de que lo ocurrido estos
días haya acabado en agua de borrajas y quede como otra astracanada
más, la enésima, del patético procés catalán.
Escuché hace algunos años una formidable pregunta retórica,
formulada por el expresidente Felipe González en un debate sobre la
legitimidad de los nacionalismos españoles, en la que interpelaba de
forma muy inteligente a sus contertulios: "¿Hasta qué punto, hasta
qué momento de la Historia debemos retrotraernos, remontarnos, a fin
de legitimarla, de darla por buena, y dejarla descansar en paz?".
Evidentemente esa pregunta encierra una trampa, porque es un koan
digno del budismo zen: no hay respuesta que satisfaga a todos,
imposible. Y aún menos si lo hacemos con la pretensión de utilizar
la historia como inmunda arma política.
No podemos vivir instalados en la ucronía, en la historia ficción
--¿y si en vez de haber sido así, hubiera sido asá?-- ni en la
reescritura de los hechos prêt–à-porter. Ningún pueblo puede encarar
su futuro anclado en la rémora del pasado, viviendo de agravios y
alimentando su inquina como único motor anímico; ahogando sus
evidentes carencias y complejos psicológicos a base de revestirlos
de una falsa y deleznable superioridad moral. Mucho inculto anda
suelto en Cataluña; tanto, que produce sonrojo.
Basta, por consiguiente, de impregnar dardos con el veneno de la
Leyenda Negra, que es común, porque en Cataluña la tenemos, y es
intransferible y hedionda ¿O es que acaso ignoran todos aquellos que
acuden a desfogar su frustración cada once de septiembre que entre
1821 y 1845 cientos de navíos catalanes, al mando de negreros del
Maresme, transportaron a decenas de miles de seres humanos en sus
bodegas y sentinas, rodeados de mierda y agua fecal, desde África
hasta Cuba? Según los archivos históricos de la Armada Británica
(Inglaterra abandonó el tráfico en 1820, y no por humanidad sino por
escasa rentabilidad) fueron no menos de 220 expediciones, bien
documentadas. Un tercio de los desgraciados moría en el trayecto y
era arrojado a los tiburones. Carles Maristany (de Masnou) llegó a
transportar, amontonados como sacos y al borde de la asfixia, a 606
africanos en un solo viaje.
Otro catalán detenta el honor de haber exterminado la cultura
autóctona de la Isla de Pascua, en 1862, asesinando a miles de
aborígenes y vendiendo al resto en El Callao (Perú). Paseen ustedes
por la costa catalana y contemplen las mansiones de los indianos
ricos, que amasaron su fortuna traficando con esclavos. Están ahí...
¿Cuántas de las grandes y rancias familias catalanas deben su
fortuna a esa inconfesable ignominia? Causaron tanto dolor e
infinito sufrimiento los catalanes, que aún hoy en Cuba, según
recoge el escritor Jesús Laínz, se recuerda una coplilla de época
que dice: "Desde el fondo de un barranco / grita el negro con afán:
/ ¡Dios mío, quién fuera blanco / aunque fuera catalán!". Ernest
Hemingway adaptó esos versos en su obra For Whom The Bell Tolls (Por
quién doblan las campanas), de forma mucho más despiadada: "Mi nariz
es chata / mi rostro es negro / pero aún así sigo siendo un hombre /
¡Gracias Señor por ser negro / y no un catalán!".
No es este el único ejemplo... ¿Desconocen los que enarbolan
banderas cubanas que hasta el año 2000 en los monasterios ortodoxos
de Tracia y Macedonia rechazaban la visita de turistas catalanes, o
que katalan (monstruo, en albanés) aún se utiliza para asustar a los
más pequeños? Todavía recuerdan, y no perdonan, la llamada Venganza
Catalana, cuando los almogávares de Roger de Flor, la llamada Gran
Compañía, violó, asesinó y esquilmó a poblaciones enteras para
vengar la muerte de su líder.
Basta ya. Recapaciten. Crezcan sobre lo mejor que implica ser
catalán, español y europeo. Y ojalá lleguen a sentirse, sobre todo,
universales. Porque el microcosmos, el inframundo aritmético, en
potencias de signo negativo, es el estercolero del alma. En cuanto a
la Historia, acérquense a ella con espíritu crítico, pero sin odio;
déjenla reposar, perdónense y perdonen. No lo duden: ninguna nación
del mundo, ninguna, se salvaría de la lapidación en un juicio
pormenorizado de sus hechos históricos. Hagan suyo, por lo tanto, el
digno proceder romano al enterrar a un ser querido --porque todos
somos Historia, incluso muertos-- y repitan conmigo lo que ellos
solían musitar entre lágrimas:
Sit tibi terra levis.
Que la tierra te sea leve.
Ciudadanos exige al Govern balear que no
margine el castellano de la enseñanza
La presidenta balear Francina Armengol en una reciente imagen (Foto:
Efe).
OKDIARIO 3 Octubre 2016
Ciudadanos (C’s) Baleares reclamará al Govern que el castellano,
“como lengua oficial del Estado”, sea usado en la enseñanza pública
y concertada como lengua vehicular en una proporción “razonable”,
además de garantizar que en las hojas de preinscripción y de
matrícula de educación infantil y primer ciclo de educación primaria
figure una casilla en la que los padres puedan elegir en qué lengua,
al margen de la inglesa, quieren que sean escolarizados sus hijos.
Para ello, el partido ha registrado en el Parlament una moción que
defenderá en el pleno de este martes, en el que pedirá también que
se garantice que las pruebas de acceso a la universidad y los
papeles del temario “estén en las dos lenguas oficiales, de manera
que cualquier estudiante que se presenta pueda optar libremente por
una u otra versión”.
La proposición también insta al Govern a que la lengua inglesa sea
introducida progresivamente como una lengua vehicular de la
enseñanza pública y concertada, de manera homogénea en todo el
territorio de la Comunidad y en combinación con el plan de formación
del personal docente.
De forma paralela, el portavoz de la formación, Xavier Pericay,
pedirá a la presidenta del Govern, Francina Armengol, que explique
ante la Cámara a qué se refiere cuando apuesta “por un acuerdo
político de izquierdas que suponga un cambio de gobierno en el
Estado”.
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