La independencia de Cataluña, comedia bufa
Amando de Miguel Libertad Digital 7 Marzo 2017
Ahora resulta que los adalides de la independencia de Cataluña se
ven juzgados por "desobediencia" en los tribunales por haber
organizado un referéndum secesionista por libre. Parece algo pueril,
y encima ellos se defienden arguyendo que no era tal referéndum sino
una "consulta participativa". Puede que no sean niños, pero sí
cobardes, como aquellos ridículos burgueses de La kermés heroica.
Así no vamos a ninguna parte. Esto parece una comedieta de barrio.
Por si fuera poco, cunde la impresión de que los jefes secesionistas
han sido unos ladrones. Ahora se explica que lanzaran el estribillo
de "España nos roba". Díjole la sartén al cazo: "Quítate que me
tiznas".
Cuando los que se consideran caudillos de una nación irredenta
aspiran a independizarse, no tienen más que una salida digna: pasar
por la cárcel. Así se ha hecho otras veces en la historia. Nada de
"desobediencia". Su conducta debe ser de perfecta sedición. Solo así
podrían ser mártires de la causa, verdaderos padres de la patria
catalana. Por el actual camino de la sisa del 3% (como mínimo) no se
llega a tal beatitud cívica. Se precisa algo más de finura, de
grandeza.
Otro error del movimiento secesionista catalán ha sido agarrarse al
argumento de la lengua propia, distinta del castellano, para un gran
parte de los catalanes. Pero en Europa no es causa suficiente para
separarse del resto de la nación. Sobre todo, porque el castellano
es hoy una lengua de comunicación en el mundo. Es decir, la aprenden
millones de personas que tienen otra lengua familiar. Por tanto, al
intentar erradicarla se cae en el ridículo. En América hay una
veintena de Estados con el español como idioma oficial. Algunos de
ellos también tienen otras lenguas propias. No se les ocurrió
suprimir el español, aunque México estuvo a punto de adoptar el
francés como lengua oficial y Argentina el italiano. Por fortuna, se
impuso el sentido común.
Se dice que Cataluña es la tierra del sentido común, pero los
separatistas se han embarcado con mal viento y con el timón
defectuoso. Habrá que esperar a una nueva generación de valientes
independentistas, dispuestos a pasar por la cárcel para hacer
méritos. De paso, cultivarán el castellano, como hicieron en su día
los irlandeses con el inglés.
Los españoles vamos a terminar por aceptar que, en efecto, Cataluña
es una nación con deseos de constituirse en Estado, solo que el
Estado más corrupto de Europa. Ahora está claro por qué tantas
prisas por la independencia. Sería la ocasión perfecta para que los
políticos corruptos se libraran de la cárcel. De momento, solo por
la presencia de los jueces y de los inspectores de Hacienda se puede
advertir que Cataluña es parte de España.
El asunto de Cataluña empieza a ser fatigante para el conjunto de
los españoles. Son muchos años comprobando que las noticias sobre
Cataluña suelen abrir los periódicos informativos y telediarios de
España. Es una donosa forma de no sentirse españoles.
En los últimos lustros son muchos los profesionales, directivos y
técnicos que han salido de Cataluña hacia otras regiones españolas.
Pocos son los que con gusto han hecho el camino inverso. Imagino que
el éxodo de capital humano se reforzará el día en que Cataluña se
declare independiente de verdad. Procederá entonces la pregunta que
solía hacer Josep Plá: "¿Esto quién lo paga?".
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Votar en España es una estafa al votante
Antonio García Fuentes Periodista Digital 7 Marzo 2017
Que el sistema “parlamentario” actual es un rotundo fracaso, no se
necesita mucha inteligencia para deducirlo; que el voto individual
igualmente lo es, tampoco me merece ya muchas dudas; y aunque han
querido llenarnos “los sesos”, con una monumental mentira, hay que
volver a replantear temas tan cruciales, como son la gobernabilidad
de los pueblos incluidos sus entes menores de cualquier categoría.
En España, para que un diputado, que además ha sido elegido en lotes
sobre la base de listas cerradas y que el jefe (“que no líder, por
lo que ya he dicho en anterior artículo”) y su camarilla más adicta,
han dictado; es tan incalificable que a la vista está; puesto que
nunca sabemos a quienes hemos elegido para que defienda nuestros
intereses más cercanos, que es lo que preocupa al individuo; que sí…
“a lo sumo patriota, pero mucho antes, es su casa, su familia,
hacienda y en definitiva sus intereses más próximos”; y como tal
elector, debe saber a quién elige para pedirle cuentas llegado el
caso y si lo merece incluso felicitarlo; puesto que la felicitación
en política no debe existir, ya que el servicio público debe ser un
honor y no un negocio material, como aberrantemente lo sigue siendo
y de ahí la abundancia en corrupciones.
De esta forma en que funcionan (“y lo de funcionar es una regalía
inmerecida, puesto que no funcionan”) los parlamentos públicos; lo
hacen de forma dictatorial y sin concesiones a nadie; curiosamente
no se cansan de hablar de democracia, cuando lo que emplean es la
dictadura más descarada e implacable, que impone el jefe o
“caudillo”.
Tampoco me valen esas coaliciones de “distintos” (si bien ya los
vemos a todos iguales, puesto que su interés es su panza y su
bolsillo) que hacen cuando se conforma un gobierno, diciéndonos que…
“es necesario para que el asunto sea gobernable”; cuando la
realidad, es que se reparten el poder (traducido siempre a dinero a
manejar) a cara de perro y cerrado “el trato de intereses mutuos”,
es cuando van a gobernar; manteniéndose esos gobiernos mientras los
intereses pactados se mantengan; del pueblo… simplemente lo olvidan
una vez le han logrado el voto.
En democracia (verdadera) debe gobernar aquel que obtiene el mayor
número de votos y si no obtiene la mayoría, que se prepare a
plantear asuntos que afectando a la mayoría; el resto tenga que
aceptarlos o “quedar con el culo al aire”; al pueblo le importa un
rábano quién o quienes lo va a gobernar, lo que quiere es ser bien
gobernado y pagar los mínimos impuestos… “o sea los justos”, para lo
cual hay que vigilar al político.
Llegados a “parlamentar” los que indebidamente se dicen
parlamentarios, puesto que llegados al asiento, aparte de
calentarlo… se dedican a cumplir órdenes del jefe y apretar el botón
que éste les ordena… ¿Para qué queremos mantener ese ejército de
“apretabotones”? Que trabajen en su demarcación enterándose de los
problemas que en ella hay y que en su grupo diluciden lo que hay que
defender; así en el parlamento, con que vaya el portavoz y su
suplente (“por si le da algo o se muere, que haya un sustituto”) es
más que suficiente; el resto a trabajar y justificar el buen sueldo
que les pagan… “y no me hagan reír con aquello que suelen decir que
están mal pagados”; al que no le interese la política, que se vaya a
la vida particular y entonces sí que va a aprender “lo que es bueno;
en la vida privada y dando el pecho es como se aprende”.
En cuanto a la representación del electo (cualquier electo) ¿Cómo es
permitido que un individuo sólo por haber cumplido los dieciocho
años y ser electo pueda ocupar cargos para los que se necesitan unos
conocimientos que no tiene ni por asomo? ¿Cómo se puede votar con
esos dieciocho años y aun así estos inútiles en algunos países dicen
de bajar la edad a los dieciséis? ¿Qué experiencia de la vida puede
tener una criatura que en inmensa mayoría “aún ni han roto el
cascarón de la vida?
Lo dijo Confucio hace ya dos milenios y medio… “y curiosamente hasta
los nuevos “comunistas/capitalistas” chinos, han vuelto a sus
enseñanzas y su obra ha sido rescatada y se está impartiendo en la
escuela pública.
Este sabio mundial, dijo entra otras muchas verdades… “Que nadie que
no sepa gobernar su casa y su hacienda, entre a gobernar hombres”.
Lógico por demás, ya que esa afirmación es todo un tratado de
política, puesto que… ¿A qué edad se empieza a saber gobernar la
casa, la familia y la hacienda y aquel que lo consigue? Los que
logran ello, generalmente y salvo excepciones, lo logran más cerca
de los cincuenta años que de los cuarenta; o sea cuándo ya se ha
vivido (“y sufrido”) con amplitud todos los avatares de la vida.
Y además y como me decía un lector… “Si para conducir un vehículo,
hacer una instalación eléctrica o de fontanería, despachar
medicamentos o ejercer los múltiples oficios necesarios, necesitas
una acreditación… ¿qué acreditación tienen la mayoría de políticos?
Ninguna y por ello va tanto inútil a la política”.
Aquí en España, simplemente recordar al indeseable e inolvidable;
José Luís Rodríguez Zapatero… “de la nada a nada menos que
presidente de Gobierno”; lo ocurrido en su mandato a la vista está…
“un elefante entrando en una cacharrería y así dejó España cuando
por fin lo echamos”… no, no ha sido él solo, pero sí que ha sido el
mayor culpable de todo cuanto hoy padecemos la mayoría de españoles.
Por tanto hay que estudiar de nuevo, este sistema caduco y
fracasado, por cuanto el mismo no es posible sostenerlo más; salvo
que nos quieran poner a todos los indefensos (“que es la enfermedad
cancerígena peor, la indefensión en que se encuentra el pueblo en
general”) a pedir limosna, como ya lo están muchos de ellos,
precisamente por culpa de los indeseables gobernantes que
rotundamente… NO SUPIERON GOBERNAR.
La política y no me cansaré de repetirlo… “es el arte de gobernar
bien a los pueblos”; y el que no tenga ni preparación ni vocación
para ello; hay que procurar que no toque nada público. Sencillamente
no hará nada bien puesto que no sabe.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más)
Los hombres de bien.
Vicente A. C. M. Periodista Digital 7 Marzo 2017
El PSOE y sus confluencias federales están contribuyendo a la
desintegración de España. En la Comunidad autónoma de Valencia un
Ximo Puig desatado en su involución independentista, acaba de
legislar vía Decreto la imposición del valenciano como lengua
exclusiva en la educación. Esa ilegalidad manifiesta viola lo
establecido en la Constitución de España respecto a la convivencia
de las lenguas en aquellas comunidades con otra reconocida diferente
de la común, el castellano, conocido en todo el mundo como el
español. Una medida represiva y lesiva para los derechos de los
niños hispano hablantes que solo entienden y se expresan en esa
lengua. Una ley cien por cien ilegal que debe ser de modo inmediato
recurrida por el Gobierno de España ante el Tribunal Constitucional.
Ximo Puig y el PSV, rama federal valenciana del PSOE, está siguiendo
la misma senda e incluso a un ritmo mayor que la de sus vecinos del
norte en la comunidad rebelde e insumisa de Cataluña, donde otra
federación, el PSC, liderada por un esperpéntico e histriónico
Miguel Iceta, anda en una absoluta esquizofrenia en un equilibrio
imposible entre el federalismo y la independencia. Ximo Puig es
simplemente no ya un mero cómplice de formaciones independentistas,
sino un entusiasta impulsor de las medidas tendentes a exacerbar la
diferenciación cultural como apuntalamiento del sentimiento
nacional, clave para la reivindicación independentista.
El PSOE se encuentra actualmente en una difícil coyuntura con un
vacío de poder tras la creación de la Gestora Ejecutiva, con un
largo proceso de retorno a la normalidad con la convocatoria de un
Congreso extraordinario de carácter político, donde se intentará la
redefinición y regeneración del partido y con un elemento
distorsionador retornado tras su exilio forzado, Pedro Sánchez,
centrado en recuperar su poder aupado por la militancia y
radicalizar al PSOE terminando lo que ya intentó, su alianza
política con el principal enemigo del PSOE, PODEMOS. Una situación
dantesca que volverá a bipolarizar a España entre una derecha
acomplejada y un Frente Popular formado por una ultra izquierda
radicalizada que contaría con el apoyo del resto de enemigos de
España, los partidos secesionistas de las comunidades autónomas como
Cataluña y sus satélites Baleares y Valencia.
Estamos en un momento clave de la Historia de España donde, a la
debilidad de un Gobierno casi en funciones por su dependencia
parlamentaria, se suma la debilidad y fraccionamiento del PSOE. Una
situación que todos los enemigos de España no están dudando en
aprovechar, más aún, cuando ese Gobierno acomplejado el PP no se
atreve a adoptar medidas firmes y decididas para terminar con la
insumisión, la rebeldía y la violación sistemática de derechos de
los españoles residentes en esas comunidades autónomas con
independencia de su origen, lengua y afiliación ideológica. Porque
como ya dijo el político irlandés Edmund Burke: “para que triunfe el
mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada”. Ha sido
demasiado tiempo el que esos hombres, quizás no todos de bien, no
han hecho nada para detener lo que ahora parece imparable.
Creo que la Gestora del PSOE debería, al menos, censurar la actitud
de uno de sus más relevantes dirigentes como lo es Ximo Puig, ya que
su política es totalmente contraria a la debería defender un partido
como el PSOE comprometido con España, con la Constitución y con
todos los españoles y que, por defender esas convicciones, ha pagado
con la sangre de sus militantes bajo el terrorismo de ETA y de otros
grupos terroristas en los años de democracia.
El PSOE tiene la misión histórica, junto al resto de las fuerzas
democráticas de España que se declaran constitucionalistas, de
formar un frente común de reacción contra el secesionismo y contra
aquellas otras fuerzas políticas que solo pretenden la desmembración
de la nación. España no es, y, si podemos impedirlo, nunca será, una
entidad plurinacional formada con los despojos de lo que quedase
tras la independencia de esos territorios lanzados en rebeldía e
insumisión. Debemos ser fuertes y ser conscientes de que nos asiste
la legitimidad que nos otorga la Constitución que, además, contempla
las medidas a adoptar ante estos casos de grave deslealtad
institucional como la protagonizada por la Mesa y el Parlamento de
la Comunidad autónoma de Cataluña o como ahora la del Gobierno de la
Comunidad autónoma de Valencia.
No hacer nada para cortar el mal de raíz es traicionar a los
españoles. ¿Quiere el PSOE abstenerse de lo que es su deber y
permitir que ese mal triunfe por su inacción y miope visión
política?
¡Que pasen un buen día!
Europa da mucho miedo
Javier Benegas vozpopuli.es 7 Marzo 2017
“Francia está enferma y vive una terrible crisis de confianza”, ese
es el recado que Alain Alain Juppé dejó a sus colegas y
conciudadanos tras anunciar en rueda de prensa que no será candidato
a las presidenciales francesas. A pesar de que las encuestas le
colocaban como favorito entre los candidatos conservadores, y que en
su entorno le animaban a presentarse, Juppé declinó, afirmando que
para él ya era demasiado tarde, que no era la persona indicada para
unir a la derecha y al centro en torno a un único proyecto.
Sean cuales sean sus razones, la renuncia de Juppé a postularse como
futuro Jefe del Estado acerca a Marie Le Pen al Palacio del Elíseo.
La desdibujada derecha francesa, con su principal candidato,
Francois Fillon en serio riesgo de ser imputado por los presuntos
empleos ficticios de su esposa y de dos de sus hijos, podría verse
desbordada por el Frente Nacional, incluso arrasada. Sin embargo, en
caso de que esto llegara a suceder, no será por la corrupción. La
corrupción es solo un síntoma de que algo no va bien hace tiempo. De
fondo está el divorcio entre la nación oficial y la real. Una
circunstancia que no es exclusiva de Francia sino que, como se está
comprobando, afecta a otros países occidentales. Y nadie parece
tener la solución.
Hacia un Estado todavía más prepotente
Que exista un estado de opinión cada vez más favorable a políticas
proteccionistas como las que apadrina Le Pen, es una mala noticia.
El crecimiento económico, el bienestar y la paz están estrechamente
relacionados con un comercio internacional pujante. Esto es así hoy
y lo seguirá siendo mañana. Por lo tanto, poner barreras al
intercambio económico no mejorará las expectativas del ciudadano
común; lo más probable es que ocurra justo lo contrario.
Para muchos la defensa de la “identidad” consiste en una vuelta al
viejo nacionalismo del siglo XX. Un peligrosos retroceso donde las
fronteras dejarán de ser líneas punteadas en los mapas y se
convertirán en auténticas barreras físicas para bienes, servicios y…
personas. Lo que, lejos de generar riqueza, acarreará tensiones. "Si
los bienes no cruzan las fronteras, lo harán los soldados" advertía
Bastiat. Además, ese nacionalismo donde el poder político se
legitima para fiscalizar todo, lo forastero pero también lo
autóctono, acarreará un control estatal todavía más opaco y
prepotente, pues siempre podrá justificarse con la existencia de la
amenaza externa.
Ahora bien, la demanda de este proteccionismo deriva de otra
sensibilidad más profunda, no exclusivamente económica. La
globalización es un fenómeno mucho más que comercial. Pone en jaque
la existencia del Estado-nación, pero no solo en cuanto a la
jurisdicción sino, y muy especialmente, en lo que se refiere a la
propia identidad de las sociedades o, mejor dicho, a sus raíces. Y
ahí es necesario separar el trigo de la paja. No es posible mantener
como único diagnóstico que el ciudadano común se está comportando de
manera irracional y mezquina, inasequible a la razón.
Oídos sordos
Antes de que políticos como Le Pen aprovecharan la coyuntura,
existía una demanda de principios y de defensa de los sistemas
legales que las democracias liberales se dieron a sí mismas. No se
trataba de una desconfianza irracional hacía la globalización sino
de una desconfianza muy fundamentada hacia la clase dirigente,
porque ésta no salvaguardaba valores fundamentales e, incluso, en
muchas ocasiones renunciaba a aplicar la ley alegando razones de paz
social, de tolerancia y de discriminación positiva.
En realidad, a mucha gente no le preocupaba tanto la apertura de las
fronteras como verse privada de un orden lógico, sólido, reconocible
y previsible que, además, se sustentara en valores tradicionales,
como la responsabilidad personal y la igualdad ante la ley. Sin
embargo, ante esta legítima preocupación, los gobernantes hicieron
oídos sordos. Es más, se sumaron con entusiasmo a una corriente de
progresismo transnacional empeñada en deconstruir primero a las
sociedades y después al propio individuo, imponiendo una nueva y
sofisticada dictadura: la corrección política, donde las personas
debían confundirse con el paisaje.
De hecho, hoy quienes vienen a Europa lo hacen principalmente
atraídos por sus sistemas de bienestar, por las prestaciones y
derechos sociales, no por los principios –mucho menos los deberes–
que alumbraron a las sociedades abiertas y que, pese a las
apariencias siguen siendo muy necesarios para que la libertad
prevalezca. Circunstancia que, por otro lado, se da en muchos
ciudadanos originariamente europeos, acostumbrados a exigir derechos
pero refractarios a asumir responsabilidades.
Así pues, esté Europa más o menos enferma, resulta evidente que el
mix entre economicismo y progresismo sobre el que han discurrido
décadas de globalización, desmanteló valores y cadenas de valores
que eran fundamentales. Y ahora que se están invirtiendo las
magnitudes, que el rancio nacionalismo enseña los dientes, todos se
echan las manos a la cabeza o, como Alain Juppé, ponen pies en
polvorosa, mientras Marie Le Pen se encarama a las rejas del Elíseo.
Dugin es el enemigo
Conviene no quedarse en las capas superficiales de la derecha
alternativa, tanto en Rusia como en los Estados Unidos, porque entre
bastidores acecha el fantasma de Julius Evola, representado hoy por
el liberticida Aleksandr Dugin.
Juan Pina vozpopuli.es 7 Marzo 2017
No es la primera vez, ni será la última, en la que las sociedades
humanas se vean sometidas a una fuerte convulsión ideológica que
afecta a su autopercepción y a su modelo de organización en todos
los terrenos. Esa convulsión siempre tiene su origen en el desgaste
estructural del sistema vigente hasta entonces, agotamiento que
obedece generalmente a su desconexión con la realidad cultural de su
tiempo. Ésta, a su vez, se desarrolla en el marco establecido por la
tecnología de interrelación, colaboración y distribución del
conocimiento existente en cada época. No es casual, por lo tanto,
que vivamos precisamente ahora el derrumbe del modelo
socialdemócrata de Estado paternalista.
Ese modelo se ha caracterizado por un endeudamiento extremo y unos
impuestos confiscatorios a todos los niveles de renta, ambas cosas
destinadas a posibilitar una reasignación opaca y arbitraria de los
recursos que mantiene en el poder a quien la dirige: la élite
extractiva, la casta nucleada en torno a la macroorganización Estado
y sus ramificaciones en la gran empresa bajo control indirecto pero
efectivo del Estado. Es un modelo basado en una estructura social en
red descentralizada, jerárquica, donde las interacciones entre los
individuos se ven autorizadas, impedidas o condicionadas y
distorsionadas por infinidad de nodos de paso obligatorio de
diversos tamaños e intensidad. El Estado reina en una red así, y sus
múltiples nodos propios articulan prácticamente el conjunto de la
sociedad interviniendo cuanto en ella sucede.
El Estado socialdemócrata, que es el que tenemos en el mundo
occidental desde 1945, se ha ido perfeccionando hasta producir una
cuasidictadura cuyo abundante maquillaje de benevolencia y
legitimación popular es cada día menos capaz de ocultar su dirigismo
asfixiante y su inevitable corrupción. Pero, en ese mismo periodo,
la revolución tecnológica ha ido empoderando al individuo incluso
sin que se diera cuenta, y los nodos de paso se han ido disolviendo
a un ritmo cada vez más vertiginoso en todos los terrenos (cultura,
empresa…), hasta llegar a embestir al último de esos ámbitos: la
política. La reacción del sistema ha sido bunquerizarse y caminar a
ritmo frenético hacia un modelo prácticamente orwelliano, a
sabiendas de que, al hacerlo, iría perdiendo primero el maquillaje y
después el apoyo de gran parte de los súbditos.
Cuando la convulsión ocasionada por el declive del sistema agita las
aguas, el fango del fondo asciende a la superficie. Adquieren así
nueva vida los sedimentos depositados por el sucesivo descarte de
sistemas anteriores de organización social, que obedecieron en su
momento a cosmovisiones superadas y, por supuesto, menos compatibles
aún que la socialdemócrata con la cultura de las sociedades actuales
y con el marco tecnológico en el que se desenvuelve. Pero en este
río revuelto pescan, y al principio pescan bastante, los nietos
ideológicos de los viejos comunistas y de los viejos fascistas. En
ambos casos se revisten de ropajes de libertad, pues no les queda
más remedio si quieren captar la atención y el apoyo de la gente de
hoy, la gente que precisamente cuestiona los excesos del estatismo
socialdemócrata aunque no lo exprese así. Pero tanto las coletas y
rastas de la izquierda alternativa como la rana Pepe y la aparente
jovialidad de la derecha alternativa, enmascaran el simple regreso
de los totalitarismos que asolaron Europa y el mundo hace un siglo.
En este contexto, resulta particularmente alarmante el ascenso de lo
que internacionalmente se ha dado en llamar tradicionalismo, con o
sin el prefijo “neo”. Y más alarmante aún es que sus versiones más
lights hayan logrado incluso seducir a sectores minoritarios,
“páleo” o simplemente ingenuos del liberalismo clásico e incluso del
libertarismo. Estoy convencido de que esos sectores volverán a casa,
escandalizados, tan pronto como se tomen la molestia de escarbar
hasta el fondo para ver qué hay en él. En cualquier caso, la
radicalización ya imparable del nuevo estatismo “de derechas” les va
a obligar a elegir: la Libertad no es compatible con el orden
arcaico que promueven los ideólogos de este tradicionalismo
recesivo, que incluso habría horrorizado a conservadores
convencionales como Thatcher o Reagan. La revisión histórica que
inducen no se limita estas últimas seis o siete décadas de
socialdemocracia, sino que cuestiona todo el camino recorrido desde
el Renacimiento, y por supuesto la Ilustración entera y su logro
máximo, que no fue la Revolución Francesa, sino la Americana.
Tal vez no sea exacto denominar fascistas o neofascistas a estos
autores intelectuales del estatismo alternativo en la era
Putin-Trump, porque se remontan a mucho más atrás y reivindican
abiertamente elementos del feudalismo como las castas sociales,
elementos del absolutismo como la exclusión total de los gobernados
en el proceso de gobierno, y elementos de la teocracia como la
imposición organizada de sus creencias y valores. Cuando uno no se
queda en la llamativa superficie tuitera del movimiento
neorreaccionario o Alt-Right y acude a sus fuentes, a sus pensadores
de referencia, encuentra sobre todo la figura de Julius Evola, cuyo
discípulo vivo más influyente es Aleksandr Dugin. Ambos comparten un
rechazo extremo nada menos que a la modernidad en general (y eso
incluye obviamente el capitalismo, la limitación del gobierno y
otros cimientos básicos de la civilización actual). En su Cuarta
Teoría Política —libro de cabecera de gran parte del putinismo pero
también del trumpismo o al menos del influyente sector liderado por
Steve Bannon—, Dugin ataca ferozmente la noción misma de individuo,
a la que considera responsable tanto del liberalismo como del
socialismo. Para él, sencillamente, los individuos no tienen
derechos. Su colectivismo es absoluto y su programa político
consiste en el imperio de “Eurasia” bajo el yugo ruso. Dugin no
pasaría de ser un irrelevante nazi más (no lo digo yo, se lo llama
él mismo) de no ser por la enorme influencia que al parecer ejerce
en las altas esferas. Caracterizado como “Putin’s Rasputin”, este
peligroso enemigo de la Libertad individual y del capitalismo de
libre mercado está en nuestras antípodas ideológicas, exactamente
igual que la extrema izquierda.
El despotismo dulce de la democracia
Roberto Esteban Duque gaceta.es 7 Marzo 2017
El poder propicia una viciosa relación con los ciudadanos, en orden
a que ellos mismos consientan en renunciar a sus posibilidades. Se
crea así una dictadura bajo apariencias e instituciones
democráticas. Tocqueville se refirió en La democracia en América al
despotismo blando, le doux despotisme:
“Pienso que la especie de opresión que amenaza a los pueblos
democráticos no se parecerá a nada de lo que ha precedido en el
mundo (…). Si quiero imaginar bajo qué rasgos nuevos podría
producirse el despotismo en el mundo, veo una multitud innumerable
de hombres semejantes e iguales que giran sin descanso sobre sí
mismos para procurarse pequeños y vulgares placeres con los que
llenan su alma (…). Por encima de ellos se alza un poder inmenso y
tutelar que se encarga por sí solo de asegurar sus goces y de
vigilar su suerte. Es absoluto, minucioso, regular, previsor y
benigno. Se parecería al poder paterno si, como él, tuviese por
objeto preparar a los hombres para la edad viril, pero, al
contrario, no intenta más que fijarlos irrevocablemente en la
infancia. Quiere que los ciudadanos gocen con tal de que sólo
piensen en gozar. Trabaja con gusto para su felicidad, pero quiere
ser su único agente y sólo árbitro; se ocupa de su seguridad, prevé
y asegura sus necesidades, facilita sus placeres, dirige sus
principales asuntos, gobierna su industria, regula sus sucesiones,
divide sus herencias, ¿no puede quitarles por entero la dificultad
de pensar y la pena de vivir?”.
El efecto del reglamentarismo no es el de destruir las voluntades,
sino el de ablandarlas, doblegarlas y dirigirlas. Tal despotismo,
presente asimismo en la obra de Bertrand de Jouvenel, acecha a
cualquier democracia. Consiste en anestesiar a la opinión pública,
crear un imaginario colectivo, dirigir amenazas y demandas
judiciales desde el establishment. A falta de tensión espiritual, de
compromiso con la libertad y sin una vida virtuosa, ¿cómo puede ir
bien lo público? La fachada democrática puede subsistir, pero es
ineficaz de cara a promocionar la justicia.
La soteriología del Estado ha intentado unificar a la humanidad
incorporándola a un cuerpo de tipo más bien grotesco. El debate
supuestamente libre de la plaza pública está desproporcionadamente
influenciado por el Estado. Esta semana ha sido noticia el autobús
de “Hazte Oír” porque los manipuladores de los medios de
comunicación buscan sus fuentes en portavoces gubernamentales o en
expertos ligados al aparato estatal que desacrediten aquello que
molesta al poder. Hasta el mismísimo Carlos Osoro, cardenal y
arzobispo de Madrid, en muchas ocasiones decepcionante, ha
reprochado a los medios de comunicación su inusitada cobertura con
el autobús de la discordia: “¿qué nos pasa para no saber lo que nos
pasa?”, fueron sus meditadas palabras. Es decir, ¿puede ocupar el
locus primero de los telediarios de toda la semana un mensaje
políticamente incorrecto? Naturalmente, pero sólo sucederá en un
Estado empeñado en crear invisibilidad sobre todo aquello que recusa
ser salvado por él.
El Estado moderno se ha definido a sí mismo mediante la usurpación
del poder de los cuerpos comunitarios más pequeños. La creencia de
que el Estado es una consecuencia natural de la familia y la
comunidad se ha vuelto cada vez más falsa. Como señala Robert
Nisbet, el Estado moderno surgió de la oposición a los grupos
basados en el parentesco y a otros agrupamientos sociales locales.
La historia del Estado occidental se ha caracterizado por la
absorción gradual de unos poderes y responsabilidades que
anteriormente residían en otras asociaciones, y por una relación
cada vez más directa entre la autoridad soberana del Estado y el
ciudadano individual.
Sin divisiones entre el Estado, la sociedad civil y la economía
¿Existe realmente un “espacio libre” fuera del Estado, un foro
público que no sea tutelado por él? La regulación gubernamental
alcanza a todas las facetas de la sociedad y a todas las
actividades, sean del tipo que sean. El gobierno se ve cada vez más
como un proveedor burocrático de bienes y servicios, cuya tarea
principal es servir a sus clientes, confundiéndose entre sí los
espacios en el Estado, en las empresas y en la sociedad civil. Los
dioses de hoy no respetan las nítidas divisiones entre el Estado, la
sociedad civil y la economía.
Hay una antropología que puede ser aceptada en un orden
supuestamente democrático, pero que no es asimilable en una
antropología cristiana, en la que los fines de la persona no se
eligen sino que vienen dados por Dios. Si las “identidades públicas”
de los niños cristianos están siendo educadas para ser ciudadanos
del Estado, con una autodisciplina que evita el lenguaje de la
naturaleza y el lenguaje público cristiano incluso dentro de las
propias escuelas, ¿quién se atreve a sostener ya que existe un
“espacio libre y público”, una democracia comunicativa y
deliberativa, una “esfera pública polifónica”, en expresión de
Habermas? Si el precio a pagar para ser admitidos en la sociedad
civil es el sometimiento de las pretensiones de la verdad oficial a
los niños, que se les educa conforme a la vara de medir de una razón
pública ideologizada, asistiendo así al empobrecimiento del tejido
social buscando la uniformidad dependiente del poder, ¿quién podrá
manifestar que no estamos ya bajo el yugo del mito de un Estado
policial que se presenta como salvador?
No se pueden silenciar las posiciones o afirmaciones impopulares y
supuestamente minoritarias, sometiéndolas a alguna media verdad. No
pueden ser amordazadas las propuestas encaminadas a cambiar los
términos del discurso político, o de una política públicamente
digerible, mostrando a sus agentes ante la opinión pública como
casposos, ultras y disgregadores ante una plácida y benévola
mayoría. El pragmatismo político puede propiciar una pobre capacidad
de escucha y una intolerancia impaciente para los que hablan desde
ángulos diferentes.
Los Estados ofrecen defendernos de las amenazas que ellos mismos
crean, reprimiendo el ejercicio de la libertad de expresión con
leyes ideológicas y totalitarias, recurriendo a fiscales, capaces de
negar cualquier cultura que no quede absorbida por la cultura
política y policial del Estado. Incluso se llega a imponer el
lenguaje de la ciudadanía si no quieres permanecer en el ghetto.
Michel Foucault ha mostrado cómo en la práctica lo que Hegel
consideró un ideal (el poder fluyendo del Estado a la sociedad
civil) se ha convertido en una funesta realidad: las instituciones
de la sociedad civil tienen una función educativa o disciplinaria
que sólo consistirá en realizar el proyecto estatal.
IMPUNIDAD PARA LA VIOLENCIA DE LA IZQUIERDA
Arrasar Gamonal, dos años de cárcel; gritar
en Blanquerna, cuatro años
Juan E. Pflüger gaceta.es 7 Marzo 2017
Entre los días 9 y 17 de enero de 2014, centenares de radicales de
extrema izquierda asolaron el barrio burgalés de Gamonal. La excusa:
protestar contra la aplicación del plan municipal de urbanismo que
pretendía construir espacios verdes y soterrar gran parte de las
plazas de aparcamiento y del tráfico. Los radicales, que
consideraban excesivo el gasto de 8,5 millones de euros, generaron
destrozos por valor de más de dos millones, además del coste que
supuso el desplazamiento de doscientos efectivos de la Unidad de
Intervención Policial (UIP).
Los vecinos, sufrieron incendios y rotura de vehículos, daños en sus
propiedades y tuvieron que hacer frente al pánico que supone que
grupos radicales conviertan tu barrio en un campo de batalla.
Ahora, empieza el juicio contra doce detenidos durante los
incidentes y, después de sembrar el caos durante ocho días en un
barrio, las penas que para ellos pide la Fiscalía son de dos años de
cárcel y multas de entre 24.000 y 31.000 euros. Unas posibles penas
que contrastan con los cuatro años de cárcel a los que han sido
condenados los jóvenes que entraron al centro cultural Blanquerna y
que han sido recientemente condenados por el Tribunal Supremo en una
sentencia que revisaba la dictada en primera instancia.
Los disturbios de Burgos acabaron con más de medio centenar de
detenidos y dos docenas de policías heridos, mientras que la
protesta en la librería separatista Blanquerna no dejó heridos de
ninguna consideración y los jóvenes que entraron eran identificados
sin oponer resistencia a su salida del local.
La impunidad de la izquierda queda patente y, como viene siendo
habitual, la petición de penas solicitada por la Fiscalía quedará
reducida en la sentencia del juzgado de lo Penal número 3 de Burgos.
La izquierda, cada vez más violenta
Las movilizaciones del 15-M, pasando por las marchas de la dignidad,
las ediciones de rodea el Congreso o los ataques durante la
celebración de eventos, son solamente algunos de los ejemplos de los
últimos años que dejan claro el aumento de la violencia de la
izquierda radical en España. En las convocatorias anteriormente
enunciadas apareció en España lo que la Policía empezó a denominar
como el “bloque negro”. Grupos numerosos de jóvenes vestidos con
ropas oscuras, generalmente de tipo deportivo, que cubren sus caras
con pasamontañas negros. Unos grupos que van copando las primeras
filas de las manifestaciones hasta que, cuando se sienten fuertes,
inician las agresiones a los agentes de la UIP para provocar sus
cargas y luego intentar manipular, a través de redes sociales y
algunos medios de comunicación, acusando a los agentes de respuesta
desproporcionada.
Los datos, sin embargo, son más que claros: la Policía Nacional
tiene identificados hasta 130 grupos violentos de extrema izquierda
en toda España. Están compuestos por más de 4.000 miembros activos.
Hace una año eran muchos menos -120 grupos y cerca de 3.000
individuos- y la tendencia, según los expertos policiales es que
sigan aumentando.
Fuentes policiales aseguran que los comportamientos violentos de
estos grupos han cambiado. Si entre 2013 y 2015 se caracterizaban
por aprovechar grandes concentraciones para generar momentos de
violencia muy extrema al final de los eventos, en el último año las
agresuibes son organizadas y aisladas y los objetivos tienen un
mayor carácter político que institucional.
La Policía también considera muy llamativo el incremento de los
actos violentos de este tipo de grupos en ciudades gobernadas por
Podemos y sus confluencias, como Madrid y Barcelona. En este último
caso, estos grupos radicales se han visto apoyados por concejales de
grupos antisistema que campan en las instituciones. Tal es el caso
de lo ocurrido en el barrio de Gracia de Barcelona, cuando los
radicales que protestaban por el desalojo del denominado “banco
espropiado” recibieron el apoyo de concejales de la CUP, como José
Garganté.
******************* Sección "bilingüe"
***********************
Telexenofobia
La televisión es parte esencial del proyecto nacionalista de
deconstrucción ideológica del Estado
Ignacio Camacho ABC 7 Marzo 2017
Educación y propaganda. Planes de estudio y televisiones de
cabecera. El éxito de los nacionalismos frente al Estado se debe
sobre todo al concienzudo cumplimiento de un plan de evangelización
que se inculca en la escuela y utiliza las cadenas autonómicas como
caja de resonancia. Pedagogía para los niños y comunicación para los
adultos: con esos instrumentos se ha ejecutado la demolición del
concepto de España.
Poco tiene, pues, de asombroso que un programa de la ETB haya
denigrado con estereotipos soeces la imagen, el carácter y los
símbolos españoles. La tele vasca y, sobre todo, la catalana son
máquinas expendedoras de telebasura política y de consignas al
servicio de sus patrocinadores. En éste último punto, el de la
exaltación sonrojante del Gobierno de turno, se diferencian poco del
resto de emisoras regionales, en cuya comparación la complaciente
TVE, siquiera por estar sometida a mayor presión, se antoja de una
ejemplaridad edificante. También comparten el escandaloso
despilfarro de dinero público y un balance deficitario que en total
consume alrededor de 700 millones. Los ¡¡siete canales!! de TV3 son
la principal herramienta de difusión del mensaje secesionista,
impregnado de xenofobia, mentiras y distorsiones. La Generalitat
regatea recursos a servicios fundamentales -¿se acuerdan de la deuda
con las farmacias?- pero jamás discute inyecciones financieras a una
estructura mediática cada vez más inflada en sus costes.
Con la excepción de Valencia, donde el PP cerró Canal Nou aunque el
gobierno de izquierdas trata de reabrirlo, y de la quebrada
Telemadrid postaguirrista, las autonomías tratan de blindar por
todos los medios el juguete favorito de sus rectores. La televisión,
con sus sobredimensionadas plantillas, es el último organismo al que
aplican recortes. Para Cataluña y el País Vasco se trata de una
cuestión estratégica, relacionada con la hegemonía del pensamiento
dominante; parte esencial del aparato de poder que garantiza al
nacionalismo no sólo el control efectivo de la información sino una
posición de ventaja en la creación de marcos mentales. Justificados
como difusores de la identidad cultural autóctona, los canales
propios se han convertido en armas de intoxicación masiva, puros
dispositivos de combate.
Todo eso ocurre en medio de una general pasividad política y pese al
marco de intervención fiscal que impone severas medidas restrictivas
del gasto. Ni siquiera los partidos de oposición, que en cada
territorio aspiran a apoderarse del eficaz artefacto, levantan
demasiado la voz y apenas se quejan de otra cosa que de parcialidad
en el trato. En el ruidoso debate sobre el dispendio administrativo
falta un cuestionamiento serio de estas fábricas de sectarismo que
funcionan con el combustible de un déficit millonario. Ésta acaso
sea la única nación que subvenciona la deconstrucción ideológica de
su propio Estado.
No nos dejen solos
Cayetano González Libertad Digital 7 Marzo 2017
Quienes plantan cara en Cataluña a las fuerzas secesionistas merecen
todo el apoyo y el respaldo del resto de España y de los poderes
públicos.
Hacía tiempo –quizá desde aquellas multitudinarias manifestaciones
en apoyo a las víctimas del terrorismo, cuando Zapatero estaba en
pleno proceso de negociación política con ETA– que no asistía a un
acto de tanta enjundia moral y cívica como el organizado hace unos
días en Madrid por la Fundación Valores y Sociedad y la Fundación
Villacisneros.
Fue una mesa redonda, denominada El fortalecimiento del coraje
cívico en la defensa de España, en la que tomaron la palabra José
Antonio Ortega Lara y Consuelo Ordoñez, auténticos referentes
morales; Mariano Gomá, presidente de Sociedad Civil Catalana; Josep
Bou, presidente de Empresaris de Catalunya, y Dolores Agenjo,
directora del Instituto Pedraforca de Hospitalet de Llobregat, que
se negó a entregar las llaves de ese recinto educativo para que se
pudieran instalar urnas en aquella pantomima de referéndum del 9 de
noviembre de 2014, convocado por Artur Mas y sus secuaces.
Si algo me impactó sobremanera fue el denominador común de las tres
intervenciones de las personas procedentes de Cataluña. No fue otro
que una petición clara y expresa, dirigida en primera instancia a
los que allí estábamos, pero que tenía como destinatarios
principales al Gobierno de la Nación y al resto de los poderes
públicos, de que no se les dejara solos en esa batalla que de manera
tan ejemplar como heroica están librando desde la sociedad civil
contra los poderes públicos catalanes partidarios de la secesión.
Ese impacto se agudizó cuando al día siguiente pude contemplar la
foto del jefe del Estado, la vicepresidenta del Gobierno y lideresa
de la denominada operación Diálogo en una actitud más que
complaciente con el vicepresidente de la Generalitat y uno de los
principales responsables de ese pulso al Estado, el líder de ERC,
Oriol Junqueras. Si puede sonar a tópico lo de que una imagen vale
más que mil palabras, en este caso el contraste entre los
testimonios de Gomá, Bou y Agenjo sobre la situación que se vive en
Cataluña y lo que la citada foto transmitía era sencillamente
brutal. ¿De qué se están riendo?, fue la lógica y natural pregunta
que me planteé, a la que era muy difícil encontrar una respuesta que
tuviera un mínimo de sentido.
Que el Estado ha claudicado en Cataluña como consecuencia de su
ausencia durante tantos años es algo evidente que sólo los muy
ciegos no querrán ver ni admitir. Esta situación ya se vivió hace
años en el País Vasco, y entonces hubo no sólo una respuesta cívica
importante –Foro de Ermua, Basta Ya, intelectuales, escritores–,
sino que el Estado, el Gobierno de la Nación, sobre todo a partir de
1996, con Aznar, se implicó en una batalla política, jurídica,
cultural para derrotar a ETA y a todo lo que la banda terrorista
representaba. Esa batalla, que cuando Aznar abandonó la Moncloa en
2004 estaba a punto de ganarse, se dio por concluida con el nefasto
Zapatero y su ya citado proceso de negociación política con ETA.
Posteriormente Rajoy heredó ese estado de cosas, no hizo nada, como
es habitual en él, y ahora en el País Vasco ETA está en las
instituciones, el PNV en el Gobierno autonómico, ETB emite videos
insultantes contra España y los españoles y el PP local es algo
inexistente e irrelevante.
A los ciudadanos, el Estado no les puede pedir, y mucho menos
exigir, que sean mártires o héroes. Las batallas políticas, legales,
culturales e ideológicas las tienen que dar las instituciones que
representan a todos los españoles, los jueces, los partidos, etc.
Pero cuando esas instituciones fallan, entonces no queda otro
remedio que apelar a la heroica, y eso es lo que actualmente están
haciendo en Cataluña ciudadanos como Mariano Gomá, Josep Bou o
Dolores Agenjo. No han sido los únicos, pero desde luego están en el
grupo de los mejores. Tienen toda la razón: no se merecen que les
dejemos solos.
La España de Pedro y Pablo
Pablo Planas Libertad Digital 7 Marzo 2017
Mas, Homs y Puigdemont todavía se están riendo del informe del
Consell de Garanties Estatutaries de la Generalidad sobre la partida
presupuestaria para el próximo referéndum. Hasta los juristas
afectos sostienen que, como no es legal que la Generalidad convoque
una votación de esa naturaleza, no cuela destinar seis millones de
euros a tal efecto. Hace ya un tiempo que la legalidad es un detalle
menor para los caudillos separatistas, de modo que, si no les para
el Tribunal Constitucional, tampoco es previsible que lo haga el
Consell de Garanties, otro organismo autonómico más de la tupida red
de parapetos, tipo Comissió Jurídica Assessora y Oficina Antifrau,
creados para disimular que todo eso de las leyes y su cumplimiento
no va con ellos.
El añejo precedente del caso Banca Catalana, un fraude mucho más
gordo que el del Palau de la Música también Catalana, anima a los
herederos de Pujol a persistir en la estrategia de echar referéndums
sobre el 3% para blanquear las mordidas con la lejía separatista. Lo
que no debían de esperar es que su táctico desacato y sobrevenido
independentismo no sólo les fuera a servir en su descargo, sino como
programa político. Y menos aún que ERC y la CUP se fueran a
comportar como se espera de los criados. Se sospecha que Oriol
Junqueras tiene un as en la manga, pero le va a servir de poco tanto
si se convoca el referéndum con su huella en el delito como si no
hay referéndum por algún azar del destino que los convergentes
puedan vincular a su flirteo con Soraya Sáenz de Santamaría.
Pujol y su tropa pueden morir como héroes en el trazo grueso de la
política y habrán legado a quienes les sucedan, sean de ERC, de Con
Colau Podem, del pedrismo catalán o de tots plegats, lo que todos
ellos dicen condenar, la pura y dura corrupción, esa manera de mirar
por encima del hombro a quienes se ocupan de velar por la ley de
principio a fin de la cadena. Un guardia civil retirado escoltaba en
Andorra a Marta Ferrusola y un exvicepresidente del Tribunal
Constitucional, Carles Viver, testifica a favor de Mas. Dadas las
circunstancias, conocidos los antecedentes y visto el panorama, lo
de Nóos puede ser lo de menos en comparación con lo de Mas y los
Pujol, un flashback de Banca Catalana con el premium del referéndum.
La operación retorno de Pedro Sánchez podría ser el detonante final
del proceso catalán. Podemos avizora una moción de censura si el de
Tetuán recupera la manija socialista. Están por la poética de la
nación de naciones y dispuestos a jugarse unas birras en un
referéndum pactado only catalans sobre el futuro de España. Y hay un
PSOE en sintonía dividido en dos facciones pero unido en la vendetta
del alero de Estudiantes. Unos creen que nadie se querrá marchar de
la España de Pedro y Pablo. Los otros trabajan para la Generalidad,
en prensa o en la presidencia del Pacte Nacional pel Referèndum,
como el exalcalde socialista de Vilanova i la Geltrú Joan Ignasi
Elena. Si gana Sánchez, sayonara, la que faltaba, baby.
El extraordinario caso del 'decrescendo'
vasco
Juan Carlos Girautaelespanol 7 Marzo 2017
Unos intelectuales vascos nos han retratado. La crème de una tierra
próspera y feliz ha puesto los puntos sobre las íes para recordarnos
la insalvable distancia que nos separa. Tenían que quemar los
puentes venciendo su natural contención, a ver si así nos enteramos.
Somos, compatriotas míos, una mancha en el esplendor vasco. No
nacimos salvos, Dios no está de nuestro lado. Somos fachas o progres
trasnochados, catetos, chonis, opresores, atrasados, ignorantes,
vomitivos. Un asco, como nuestra bandera.
El odio tribal pide sangre, y a la mínima brota. En la cronología
habitual, luego hay más sangre, linchamientos, atentados y,
eventualmente, crímenes de lesa humanidad. No se respeta nada porque
el odio es una pasión. Ha sucedido mil veces. Lo insólito en el caso
de la Academia vasca del odio es el orden seguido. Así:
Primero mataron a casi un millar, lesa humanidad. Luego vino el
asesinato por goteo, la amenaza y la humillación siempre. De
preferencia vejando al muerto en su ataúd, variante de la infamia
que contó con la impagable colaboración de la Iglesia. Por fin,
acabaron trabajando en la imposición de su "relato" (en resumen, los
buenos eran ellos). Y entonces, cuando todo duerme, llega el
programa. Humor televisivo, según el gobierno vasco. ¡Fuera
modestia! ¡Una lección de humanismo eskaldún! El odio nacionalista
vasco ha preferido el decrescendo. Qué capricho.
Lo peor del odio es que se te adhiere. Quisieras echarlo al olvido
-a broma, lendakari-, pero el vómito ajeno apesta en tu ropa. O el
PNV paga la tintorería, o no hay manera de disimular; debatir, por
ejemplo, si ese odio va en serio, si llegado el caso matarían.
Porque ya lo han hecho mil veces.
El modo de producción nacionalista vasco de odio (MPNVO) es tan
particular que, si lo lleváramos a la ONU, no podríamos advertir que
"esto va a acabar mal" porque mal es como empezó y como continuó. Y
dada la composición de la instancia neoyorquina de derechos humanos,
capaz de escandalizar a Hannibal Lecter, no descarto que nos
pusieran una multa:
Ya no les disparan en la nuca, tiquismiquis, ya no les vuelan
cuarteles con niños, ya no yacen sus cuerpos, paraguas y diarios
sobre los adoquines húmedos, ya no descuartizan guardias
veinteañeros, ya no vuelan supermercados, ya no amenazan mucho, ya
no aíslan apenas a familias en los pueblos, ya han hecho el
sacrificio de entrar en política, coño. Qué insultos ni que
insultos... ¡Indultos, picajosos!
CORRUPCIÓN EN CATALUÑA
La trituradora del Procés
La trituradora del Procés no estaba ni en las cloacas del Estado ni
en la caverna madrileña. Se encontraba, en realidad, en el despacho
del tesorero de Convergencia i Unió. El liderazgo de corrupción de
Cataluña destroza el proceso independentista
Miguel de la Balsa estrelladigital 7 Marzo 2017
La trituradora del tesorero de Convergencia i Unió guardaba, en
infames tiras de papelito roto, una nueva sorpresa: otros tres
millones de euros en contratos de obra pública entre 2009 y 2013,
que se añaden al inacabable rosario en el que se ha convertido el
afamado 3%.
Generalitat, ayuntamientos, empresas públicas, fundaciones y un
sinfín de entidades que llegan al entorno de Artur Mas, si no a él
mismo. Y ya no son los malvados españoles quienes lo cuentan. Los
implicados en el caso Palau, los primeros, negocian con la Fiscalía
la implicación de CDC.
Desde el caso Adigsa, empresa pública rehabilitadora de vivienda
social, hasta el Palau, pasando por la investigación a los Pujol,
una miríada de procesos han convertido a Cataluña en líder de la
corrupción y los procesamientos.
Se acabaron los días en los que la independencia era necesaria para
liberarse de la corrupción española. Todo el mundo la desprecia,
pero todo el mundo, desde Junqueras y Rufian a Puigdemont, tolera a
los corruptos: son imprescindibles para la independencia.
Liderazgo catalán en corrupción
Desde el caso Adigsa (700.000 euros) han ido creciendo el importe de
las mordidas. Pretoria (PSC y CiU compartieron 20 millones de
euros); Asociación Catalana de Municipios (1 Millón); Palau (18
millones): los diversos episodios Pujol y del 3% suman más de 2.000
millones.
Debe recordarse que los ERE rondan los 1.200 o que la Gürtel no
llega a los 200. Las Black suponen 12 millones. Los doscientos y
pico directivos de cajas de ahorro procesados no responden, ni de
lejos, a las cantidades del caso catalán.
Sin duda Cataluña alcanza el liderazgo en materia de corrupción y
las formaciones de la burguesía catalana abandonan el campo para
dejar el terreno a los más radicales, lo que hará imposible el
"procés", por más que Junqueras se empeñe. Esquerra y CUP siguen sin
emplazar a Convergencia a asumir responsabilidades: esperan pescar
en río revuelto.
Procesamientos y Condenas
El Consejo General del Poder Judicial ha iniciado un repositorio de
casos de corrupción que inicia sus datos en la segunda mitad del año
2015 y alcanza hasta el tercer trimestre de 2016.
En ese periodo, se han abierto en España 166 procesos, que afectan a
1378 procesados y procesadas. 303 se corresponden con casos de
Cataluña, el 22% del total. Debe señalarse que en esas cifras no se
incluyen muchos de los afectados por los últimos casos.
En Cataluña se encuentran con condena firme y en prisión, siete de
las 55 personas condenadas por cohecho y malversación de toda
España, casi un 11%.
Condenas y prisión
Debe señalarse que 399 personas han sido condenadas en los cinco
trimestres citados pero solo 81, con condena firme, han entrado en
prisión por delitos de corrupción. Es por lo tanto una práctica
judicial habitual que la prisión se desplace hasta el momento de la
sentencia firme. Solo cinco se encuentran en prisión preventiva.
Todo el mundo decía que sí
Todos los actores políticos catalanes miran al techo, pero no parece
posible que la agenda judicial y procesal en la que se verá inmersa
CiU y, por extensión dirigentes de DemCat, permita evadir
permanentemente la exigencia de responsabilidad. La aparición
permanente de Germá Gordó, mano derecha de Mas, en las
investigaciones del 3% cercan al expresidente de la Generalitat.
“Todo el mundo me decía que sí” asegura en una grabación Millet,
procesado en el caso Palau, que investiga una desviación de recursos
del Liceu. Los procesados, Millet y Montull, que afirman que Millet
lo tenía todo hecho, parecen estar negociando con la fiscalía la
implicación de CDC; una circunstancia en la que los integrantes del
frente soberanista, por muchos esfuerzos de tolerancia que exija el
"procés", no podrían decir que sí.
La estrategia de Esquerra Republicana es, precisamente, mantener
atrapada a la formación de Puigdemont mientras espera que, en el
peor de los casos, la situación obligue a un anticipo electoral en
el que Junquera podría sustituir a Puigdemont. Una situación que,
como muchas veces han recordado en Esquerra, beneficiaría al
partido, pero difícilmente permitiría la continuación del proceso
soberanista sin representación de DemCat.
El tres por ciento, los Pujoj y la financiación irregular de CiU,
por diversos medios hace inútil la refundación de CiU y deja a la
derecha nacionalista sin referencias. Más que ensanchar la base
social, el mantra del nacionalismo en el gobierno, deberán ocuparse
de mantener su endeble estructura.
Impulsado desde desde dentro
Así está avanzando el nacionalismo catalán
en la Comunidad Valenciana
Rafael Núñez Huesca gaceta.es 7 Marzo 2017
Reuniones de los consejeros de Educación de los pretendidos Països
Catalans, visitas de Puigdemont, Oriol Junqueras y otros líderes
independentistas a la capital del Turia, una nueva televisión
dirigida por la antigua corresponsal de TV3 en la comunidad y, sobre
todo, una nueva política lingüística creada a imagen y semejanza de
la inmersión lingüística catalana. Así está avanzando el
pancatalanismo en la Comunidad Valenciana.
La nueva televisión pública valenciana tendrá como directora a la
que fuera corresponsal de TV3 en la Comunidad Valenciana, Empar
Marco. Para una parte de los valencianos se trata de un perfil
político con un objetivo tan claro en sus fines como discreto en los
tiempos: la catalanización de la Comunidad.
A esto hay que sumar, por ejemplo, las reuniones entre los líderes
separatistas catalanes y algunos altos cargos valencianos. Así, por
ejemplo, el vicepresidente catalán Oriol Junqueras o Josep Rull
protagonizaron el pasado jueves en Valencia una jornada pagada con
fondos públicos bajo el lema: “La hora de las decisiones: balance de
agravios y reivindicaciones conjuntas”.
Acudieron representantes de los Gobiernos de la Comunidad
Valenciana, Cataluña y Baleares -lo que en el imaginario
nacionalista equivale a los Països Catalans- y el acto estuvo
financiado con fondos públicos. No es el primer acto conjunto -ya
han celebrado “cumbres” los consejeros de Educación de las tres
autonomías-, y probablmente no será el último. Quizá consecuencia de
estas reuniones ha nacido el polémico nuevo modelo de Educación en
la Comunidad Valenciana.
Hacía la inmersión lingüística catalana
El pasado día 27 de Enero la Generalitat Valenciana, integrada por
el PSOE y Compromís, aprobó el llamado Decreto de Plurilingüismo,
una ley que se empezará a aplicar el próximo curso 2017/18. Se trata
de un decreto controvertido en tanto que los padres no podrán
decidir la lengua en la cual estudiarán sus hijos y serán los
centros y el consejo escolar quienes tomen la decisión.
En la mayoría de los casos ni los centros ni las AMPAS están
informando a las familias. “La opinión de los padres les es
irrelevante”, lamenta una madre, M.L. (prefiere omitir su nombre y
apellidos por temor a “represalias” contra su hijo), con un hijo en
un colegio valenciano.
Valenciano e inglés en el mismo pack
Los centros se están acogiendo a los niveles con más valenciano. ¿El
motivo? La consellería de Educació ha vinculado la enseñanza del
inglés a la del valenciano, esto es: se discrimina a los alumnos
cuyos colegios opten por las líneas con más castellano (llamados
básico 1 y 2) al finalizar sus estudios no obtendrían titulación
alguna en inglés, tal y como se puede apreciar en el cuadro. En los
niveles llamados “avanzados” -con valenciano- terminarían, sin
embargo, con el nievel B1.

Así las cosas, a partir del próximo curso, los colegios que opten
por el estimulado modelo “avanzado”, distribuirán las horas lectivas
de la siguiente manera: 14 a 16 horas semanales de valenciano, 4
horas semanales de castellano y 2 a 4 horas semanales de inglés.
El decreto es sólo aplicable a colegios públicos y concertados,
quedando los centro privados exentos de una medida que M.L. llama
“clasista”, amén de “discriminatrio”. Explica a La Gaceta que el
decreto “va en contra de los informes de La UNESCO y UNICEF, donde
defienden la educación en lengua materna para evitar la
discriminación al estudiar”.
Se refiere también al recientemente publicado informe PISA en
Cataluña, donde se pone de manifiesto que los niños que no estudian
en su lengua materna “tienen un mayor fracaso escolar”. En
definitiva, concluye, “lo que están intentando hacer es lo que ya se
hizo en su día en Cataluña: una inmersión total”.
¿Están preparados los profesores?
Otro de los problemas potenciales que aparecen con el cambio en la
Educación valenciana es la capacitación del profesorado, dado que en
los niveles “avanzados” habrá más materias en valenciano e inglés,
lenguas en las que no todos los maestros son competentes.
Así las cosas, se están formando numerosas asociaciones que como "No
al Decretazo, Sí a la Elección" tienen por objetivo velar por los
derechos lingüísticos de los niños y ejercer una labor de
resistencia civil. A día de hoy se han interpuesto 3 recursos, por
el momento, en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad
Valenciana por parte de los sindicatos CSI-F y USO y por parte del
FCAPA (Federación Católica de Asosiciaciones de Padres de Alumnos).
El PP, por su parte, también ha puesto también una queja ante el
Defensor del Pueblo que ha sido admitida a trámite.
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