Rajoy no se atreve a disuadir EDITORIAL Libertad Digital 26 Mayo 2017
Este nuevo ataque al Estado de Derecho debe abortarse antes del
nuevo referéndum separatista, no judicialmente sino politicamente,
mediante la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
La tardía pero acertada y proporcional gravedad con la que el
Gobierno del PP (y el diario El País) describe desde el pasado lunes
el proceso separatista iniciado en Cataluña en 2012 parece más
orientada a disipar una posible alianza del PSOE de Sánchez y
Podemos con los separatistas catalanes para desbancar a Rajoy que a
anunciar y concretar medidas para sofocar lo que algunos ministros
ya se atreven a calificar de "intento de golpe de Estado".
No se entiende, en cualquier caso, que el presidente del Gobierno, a
estas alturas, y por mucho que se lo pregunten los periodistas, no
se atreva siquiera a mentar el artículo 155 de la Constitución, o
cualquier otra medida que sea capaz de evitar la celebración de otro
9-N en Cataluña, como el que los nacionalistas anunciaron ya hace
más de un año y pretenden perpetrar este mismo otoño. Las palabras
de Rajoy en las que promete "defender la Constitución", o que no va
a "adelantar acontecimientos" ni a "anunciar problemas", no
constituyen más que una nadería que, con el manto de una pretenciosa
prudencia, encubre una clamorosa irresponsabilidad.
Toda acción orientada a impedir o a disuadir la comisión de un
delito tiene, inexorablemente y por definición, que adelantarse a
los acontecimientos; y no hay que olvidar que la nueva consulta
secesionista, así como la tramitación exprés de las leyes de
transitoriedad jurídica o la proclamación unilateral de
independencia, no deja de ser un corolario lógico de un problema que
Rajoy tiene en su mesa expuesto con toda su gravedad desde la Diada
de 2012.
Por otra parte, conviene advertir que, desde el 9 de noviembre de
2014, los gobernantes nacionalistas han seguido perpetrando delitos,
cuanto menos de desobediencia, ciertamente menos vistosos y más
fáciles de ocultar a la opinión pública que la celebración de un
referéndum ilegal, pero no menos graves. Tal es el caso de su
pública y confesa desobediencia a todas las resoluciones que el
Tribunal Constitucional ha emitido desde entonces contra el procés,
entre ellas las destinadas a suspender las ilegales estructuras de
Estado y la Consejería de Exteriores, o la sentencia que no menos
estérilmente trataba de anular la ilegal resolución del Parlamento
autonómico de noviembre de 2015 en la que se declaraba solemnemente
"el inicio del proceso de creación del Estado catalán independiente
en forma de república".
No mucho más tranquilizadoras son las palabras de la ministra
Cospedal en las que, por una parte, afirma que están dispuestos a
"impedir que se pongan urnas de papel, de cartón o lo que quieran
poner" y, por otra, asegura que la consulta "tendrá consecuencias
penales". Y esto es así porque una cosa es impedir un delito y otra
muy distinta castigarlo. Recuérdese que la ilegal consulta del 9-N,
que para el dimitido fiscal general del Estado Eduardo Torres Dulce
entrañaba los delitos de usurpación de funciones, desobediencia,
prevaricación y malversación de fondos públicos, no se impidió y
sólo se castigó con una ridícula pena de desobediencia, por la que
ninguno de los condenados ha tenido que ir a la cárcel.
Por otra parte, es del todo ridículo esperar al día de la nueva
consulta ilegal para enviar a la Policía a retirar las urnas. Este
nuevo ataque al Estado de Derecho debe abortarse antes, no
judicialmente sino politicamente, mediante la aplicación del
artículo 155 de la Constitución.
En cualquier caso, mientras los sediciosos políticos separatistas no
oigan de los labios de Rajoy que se juegan la financiación a cargo
del contribuyente, la poltrona o la cárcel, las cartas a Puigdemont
o las promesas del presidente del Gobierno "en defensa de la
Constitución" causarán en los golpistas el mismo nulo efecto
disuasorio que las que tuvieron aquellas por las que, antes del 9-N,
solemnemente garantizó que esa consulta no se iba a celebrar.
74.223 sin barretina
Antonio Burgos ABC 26 Mayo 2017
En la España alegre y confiada del No Passsa Nada, todos comentando
lo que vaya a ocurrir con Susana Díaz, incluso quién puede sucederle
en Andalucía tras los consiguientes congresos. Y todos comentando la
trastada que pueda ocurrírsele a Pedro Sánchez, que ha demostrado
que las plazas de toros siguen siendo el mejor orteguiano espejo de
España. Sánchez ha demostrado que, como las plazas de toros, Ferraz
tiene dos puertas. Como suelen decir los toreros con ansias de
triunfo, o salen por la puerta de la enfermería o por la puerta
grande. Lo de Sánchez en las puertas de Ferraz más torero no ha
podido ser. Salió por la puerta de la enfermería, que suele ser la
del garaje, de tapadillo, para volver a entrar por la puerta grande.
No a salir: a entrar, que parecía mucho más difícil. En sus manos
están ahora muchas cosas no sólo de su partido sino, lo que es más
serio y preocupante, de nuestra propia España. Y todo por el
«derecho a decidir», como les comentaba el otro día, el Domingo de
Primarias, que no me negarán que suena a calendario litúrgico de la
Pascua Florida; pues para muchos susanistas ha sido como la Dominica
in Albis, que se les quedaron con los ojos en blanco cuando se
enteraron de los resultados.
Decía yo el Domingo de Primarias que nuestra democracia sufre, entre
otros, el mal de que unos pocos se arrogan el derecho a decidir por
los restantes 46 millones de españoles. ¿De qué nos sirve hartarnos
de ir a votar, si luego vienen unos partidos, o los sátrapas de unos
territorios nacionales, y se adjudican el derecho de decidir por
todos nosotros? El futuro de España, o sea, nuestro propio futuro,
cada vez depende menos de lo que decidimos en las elecciones
generales, sino de estos que apenas tienen mayor dimensión social y
numérica que un grupo de presión partidista o territorial; y son los
que, por encima de las urnas y de las inmensas mayorías, acaban
imponiendo su santa voluntad. La inmensa minoría siempre, que decía
Juan Ramón Jiménez. Y si se juntan el hambre con las ganas de comer,
ni te cuento. Lo digo a propósito de esa «conjunción astral» que se
ha producido en estos días, que ha dejado en pañales a la que citaba
Bibiana Aído (la que se-ha-ido a Nueva York) para hacerle la pelota
a Zapatero, y que amenaza de momento, apunta, nene: a la Unidad de
España, a la Corona, a la propia Constitución. Hablo de esa
conjunción astral como muy a la venezolana, pero sin triunfo del
novillero Colombo en Las Ventas, en la que el hambre de
independentismo de los separatistas catalanes, vía virtual golpe de
Estado con una ley unilateral para decirnos «adiós, muy buenas» y
largarse de la Patria común e indivisible de la Constitución, se ha
unido con las ganas de comer radicalismo de izquierda del que
echaron de Ferraz por la puerta de la enfermería, con un cornalón
electoral de caballo, y lo han vuelto a entrar a hombros por la
puerta grande, mientras a la moderada Susana la mandaban a lo que
rima con su nombre: a Triana.
El desafío del que Bieito Rubido calificó la otra noche por la
televisión como «el problema más grave de España desde la guerra
civil» no hubiera sido quizás el mismo sin Pedro Sánchez en Ferraz;
sin su radicalismo y sus ansias de pactar al precio que sea con
Podemos para echar a Rajoy, en una sesión continua del Pacto del
Tinell. Pero con ese radicalismo del PSOE acampado junto a otros dos
radicalismos, el de Podemos y el de los separatistas catalanes que
quieren reeditar viejos golpes de Estado de la II República, aquí
puede ocurrir de todo. Tristísimo. O para preguntar a qué hora sale
el primer avión y largarse donde sea. El futuro de la Patria de 46
millones de españoles depende del derecho a decidir de parte de los
catalanes y de 74.223 votantes socialistas de las primarias, que a
lo mejor hasta les da Pedro Sánchez una barretina a cada uno, para
facilitar las cosas...
El Golpe de cada día
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS El Mundo 26 Mayo 2017
Según el diario de soraya.cat, Rajoy está dispuesto, esta vez, a
impedir que la Generalidad catalana, en abierta rebelión contra el
Estado que representa y del que mensualmente cobra, celebre un
referéndum para acabar con la ciudadanía española en Cataluña y
crear, con el apoyo de los detritos chavistas de Madrid, una
república totalitaria en Cataluña. La razón para que Rajoy no
permita, esta vez, las urnas funerarias de la democracia española en
Cataluña, es la imagen internacional de España, que sería la de un
rompecabezas a punto de descabalarse y en el que nadie en su sano
juicio invertiría. O sea, para que no se rían a sus espaldas en
Bruselas.
Pero la imagen nacional de la Nación, el decoro que los políticos
deben observar al representarnos, sigue sin importarle a Rajoy. Sólo
eso explica que insista, por tercera vez y por escrito, en invitar
al cabecilla del Golpe a las Cortes, sede de la soberanía nacional y
templo de las leyes que obligan a intervenir cualquier
administración fuera de la ley, para que inste a los representantes
de todos los españoles, incluidos los de Cataluña, a disolverse.
Es como si Landelino, al entrar Tejero con el pistolón, hubiera
dicho:
- Mi Teniente Coronel, por favor, guarde el arma, suba a esta
tribuna que tantos grandes patriotas han ocupado desde 1812, y diga
a los diputados que vuecencia acaba de secuestrar por qué lo hace,
dialogaremos y seguro que llegamos a una solución. Mientras, que sus
valerosos acompañantes bajen sus fusiles, no vaya a escaparse un
tiro y tengamos una desgracia.
Lo que hizo Suárez fue resistirse a la humillación, y cuando se vio
que el Rey y el Ejército no respaldaban el Golpe, lo que hizo Calvo
Sotelo fue encarcelar a los golpistas, juzgarlos y mandarlos treinta
años a la cárcel.
Pero como decía ayer Arcadi, lo que le pasa al Gobierno y a la
oposición decentita es que están hechos al golpe de Estado a plazos
que el separatismo y sus brigadas mediáticas, políticas y
balompédicas vienen perpetrando a diario desde 1980 y se han
asustado al verlo entero en la Ley de Desconexión: incumplimiento de
las leyes, discriminación lingüística, censo y escarnio de jueces y
ciudadanos desafectos, financiación de medios afines y cierre de los
hostiles, corrupción sagrada por cuatribarrada... ¿Algo nuevo?
Sí: el fin de los cómodos plazos.
El borrador de Puigdemont Cristina Losada Libertad Digital 26 Mayo 2017
No hay nada como el texto. Los separatistas catalanes, el Gobierno
autonómico catalán, llevan años anunciando urbi et orbi sus planes
de secesión, con diferentes hojas de ruta, con distintas fechas, con
unos u otros compañeros de viaje, pero con una estación término
clara: la ruptura con España, sí o sí. No se puede decir que no lo
pusieran negro sobre blanco. Prepararon papeles, una montaña de
papeles, bajo la batuta de un Consejo Asesor para la Transición
Nacional, presidido por el que fuera vicepresidente del Tribunal
Constitucional, Carles Viver. El Consejo se creó en 2013 y su opus
magnum, publicado un año después, es un Libro Blanco que reúne los
informes sobre todo lo que usted quiera saber en más de mil
trescientas páginas: desde cómo será la política monetaria del
futuro Estado catalán hasta cómo se solventará el abastecimiento de
energía y agua.
Todo anunciado y todo por escrito. Todo menos el día y la hora, que
esto se reserva, porque depende. Y, sin embargo, no ha sido hasta la
aparición, el otro día en la prensa, del borrador de una
autodenominada Ley de Transitoriedad Jurídica que se han encendido
luces rojas en las dependencias oficiales del siempre malvado pero a
ratos somnoliento Madrit. El heroico Gobierno se ha despertado de la
siesta y ha activado la retórica de los grandes desafíos. Tan brusco
fue el despertar que incluso Rajoy se muestra enfadado. En lugar de
fumarse tranquilamente ese puro legendario suyo, lo ha roto con
ademán de cabreo. Vale, bien, pero ¿qué esperaban? Esto estaba más
anunciado que en el sobado título de García Márquez.
Nada tiene el borrador de Puigdemont de sorprendente. Si acaso, la
chapuza. Aunque no hay otra forma de hacer lo que quieren hacer los
separatistas que no sea la chapucería elevada al cubo. Andrés de
Blas, catedrático de Ciencia Política, lo calificó de "proyecto
disparatado que no tiene pies ni cabeza". Un "horror jurídico", dijo
Joan Botella, decano de la Facultad de Política de la Autónoma de
Barcelona y presidente de Federalistes d’Esquerres. La catedrática
de Constitucional Teresa Freixes escribía en un interesante artículo
lo siguiente:
Mayor chapuza jurídica es inimaginable. De forma similar a lo que
dispuso en su día la Ley Habilitante alemana de 1933, que permitió
al nacionalsocialismo subvertir el régimen de Weimar sin derogarlo
oficialmente, la Ley de Transitoriedad jurídica habilita falazmente
a saltarse la Constitución, el Estatut de Autonomía de Cataluña y la
legislación española.
El borrador se llamará ley, pero de ley no tiene más que el nombre.
Lo que plantea es un falaz de la ley a la ley: sin otro fundamento
que el porque yo lo digo. La denominada disposición final causa
sorpresa, sí, aunque por su descaro: la independencia se proclamará
cuando el referéndum la haya ratificado, pero si se ponen obstáculos
al referéndum se proclamará de inmediato. Esta disposición final es,
en realidad, la disposición desde el principio. Pone sobre el papel
el principio de lo haremos como sea.
Jurídicamente no tiene un pase. Es inconstitucional de cabo a rabo.
Como tantas otras cosas que ha venido haciendo la Generalidad
catalana. Ninguna novedad, en su proyecto de control de los medios,
la lengua, los jueces. ¿Recuerdan cómo acusaban a España de carecer
de separación de poderes durante el proceso por el 9-N? En el
borrador de Puigdemont, lo del entierro de Montesquieu se resuelve
rapidito: al presidente del Supremo lo nombra el presidente de la
Generalidad, al fiscal general lo nombra el presidente de la
Generalidad. ¿Para qué andarse con medias tintas? Pero dejemos el
borrador porque borra. Borra el sentido de la realidad. Es como
cuando en el 9-N las teles, todas, informaban a pie de urna de cómo
iba el referéndum que no era referéndum. La ilegalidad parecía
legal.
Habrá decenas de conjeturas sobre cuál es el significado político de
ese borrador y de otros movimientos de los separatistas. Si van en
serio o no, si lo harán o dejarán de hacerlo. Pero no conviene
perderse en el tablero de ajedrez. Por perderse en él, hubo urnas,
votos y votantes el 9-N. Como antes hubo años de espera, hasta que
el TC sacó su sentencia sobre el estatuto catalán. Mientras en
Madrit estén pensando en cuál será la siguiente jugada, ya la habrán
hecho. ¡Sorpresa!
Demasiadas incógnitas, y una victoria
José Luis González Quirós vozpopuli.es 26 Mayo 2017
La crisis política por la que atravesamos, si es que se puede llamar
crisis a algo tan duradero, está a punto de convertirse en una
aporía debido al número excesivamente alto de incógnitas. Cualquiera
que haya estudiado media hora de matemáticas sabe que las incógnitas
hay que despejarlas una a una, y que, cuando el sistema no se deja
ordenar, la solución es imposible. Claro es que la política no es
nunca tan precisa como la matemática, pero cuando pierde por
completo la lógica lo imposible puede acabar por suceder. No estamos
todavía en ese punto, pero el exceso de incógnitas, desde la
viabilidad de la legislatura al porvenir de Cataluña, pasando por el
incierto futuro de las fuerzas políticas, en un escenario
internacional muchísimo más confuso que el de los últimos cincuenta
años, hace que no se pueda descartar casi nada.
Rajoy puede ser procesado o ganar las próximas elecciones, el PSOE
puede dividirse o volver a rozar la mayoría, Ciudadanos y Podemos
pueden desbancar a los mayoritarios, reducirse a casi nada, o
quedarse como están, Sánchez podría ser el próximo presidente o
perecer. De momento, Corcuera y Leguina han dejado el PSOE, no es
que sea una catástrofe, pero reconozcan que algo raro pasa, es como
si la Cibeles se fuera a dar un paseo por las Ramblas. En España,
como decía Marx que sucedía con el capitalismo, todo lo que era
sólido se desvanece en el aire.
El retorno de la lógica
La victoria en las primarias de Sánchez ha sido casi como un cisne
negro, lo es siempre la derrota de los aparatos. La extrañeza del
caso se ha magnificado por un doble empeño: el de vaticinar en su
contra y el de considerar el suceso con lógicas un poco
oportunistas. Lo que casi nadie ha dicho es que Sánchez ha vencido
repitiendo lo que ha sido la doctrina del PSOE desde la declaración
de Granada (2013), cuando casi nadie sabía quién era Pedro Sánchez.
Eso invita a pensar que su triunfo supone la reivindicación, antes
que del rencor o cualquier otra clase de sentimientos negativos, de
la dignidad política de unos ciudadanos comprometidos con ese
partido, que no se han sentido satisfechos con la idea de que
Sánchez, un recién llegado, al fin y al cabo, fuese la causa del
desastre electoral socialista, y la convicción de que cualquier
intento de recuperar la mayoría política tendrá que hacerse desde la
izquierda, rompiendo con la lógica implícita en el supuesto relevo
del PP, puesto que ese cambio no se puede producir dada la división
del electorado, fruto, en parte nada insignificante, de la
estrategia de apoyo mediático a Podemos que han desplegado los
amigos del PP en los medios. Una muestra de esa armonía entre
fuerzas de apariencia tan antagónica es que el único efecto
indiscutible de la estrambótica moción de censura a Rajoy presentada
por Iglesias, es darle al censurado una prórroga parlamentaria de un
año.
Aunque se enmarque la victoria de Sánchez en una cierta recuperación
de papeles, nada está escrito acerca de que su plan político haya de
constituir un éxito, pero tampoco hay nada que obligue a pensar que
tenga que cometer toda la batería de errores que le atribuían los
que pensaban que su victoria sería un desastre absoluto.
El diagnóstico de los cabezas de huevo
Una manera (equivocada) de interpretar el sentido de la victoria de
Sánchez es suponer que la crisis del PSOE obedece, sobre todo, a la
debacle universal de la socialdemocracia, y que, para superar ese
declive, hace falta un político con más hechuras que Sánchez, de
forma que su victoria solo puede explicarse en función de las
profundas carencias que afectan a los militantes socialistas que,
según ese diagnóstico, no se enteran de nada porque tienen menos
luces que un barco pirata. No seré yo quien confunda al militante
del PSOE con un académico sueco, pero no conviene olvidar que la
democracia no es solo cosa de listos, sino, muy simplemente, la
destitución pacífica de quien no lo hace bien, y es evidente que
quienes idearon el putsch contra Sánchez no pasaban de chusqueros.
No está mal, por tanto, que ciertas reglas elementales se
restablezcan, aunque eso confunda a quienes creen que la democracia
se puede reducir a lo que ellos hablan con sus amigos.
Es posible que Sánchez sea el inicio de un desastre, ya se verá,
pero lo que no puede dudarse es que ha llevado a cabo una proeza
moral, como una especie de Quijote inverso ha demostrado que algunos
gigantes apenas son molinos de viento, pese a que se escribieran
contra él más editoriales que los nunca escritos contra el mismísimo
tifus. Dejar con un palmo de narices desde Maruenda a Cebrián, y a
muy buena parte de lo que hay en medio y a ambos costales, ha sido
sobremanera notable, y puede que no presagie tanta catástrofe.
El consejo de no darlos, y es paradoja
Sánchez puede ahora escoger consejos, porque los que le presentaron
como una plaga se aprestarán a aliviar sus posibles dudas con toda
clase de evidencias incontestables. Si, por el contrario, consigue
mantenerse en la línea de coherencia personal y política que ha
sabido ofrecer, más allá de las incongruencias circunstanciales y
oportunistas que de manera casi inevitable tiene que deponer un
político, tendrá un horizonte largo por delante. Si acierta a
construir una alternativa y no se reduce a vivir del “No es no”, nos
habrá hecho a todos un favor memorable. Es posible que Sánchez haya
ganado gracias, al menos en parte, a energías muy primarias que se
apoyan en verdades políticas de picapedrero, pero no habría que
deducir de ello que quiera refundar una política neolítica.
Seguramente sabrá que, aunque las elecciones tanto se pierden como
se ganan, para llegar al poder de verdad es muy aconsejable tener
algo positivo que decir, y más deseable todavía no tener que
desmentirlo al día siguiente de tomar posesión del cargo, tiene
donde mirar para darse cuenta de que ese no es negocio de larga
singladura.
Rajoy y el circo de los enanos que crecen
Como la capacidad de decir cosas que agraden al que manda es casi
inagotable, ha habido quien, especialmente cuando las musas estaban
ya casi en el teatro, ha dicho que a Rajoy le convenía mucho el
triunfo de Sánchez, hay gente para todo. Lo que es asombroso es que
muchos de los auxiliares mediáticos del pontevedrés creyeran echarle
una mano cuando pronosticaban una Diaz barredora, y equiparaban la
victoria de Sánchez con las plagas de Egipto, especialmente para los
socialistas: supongo que la gratitud de Sánchez será memorable con
tanto bobo desinteresado.
Si fuese verdad que Rajoy y su PP no tienen demasiados motivos para
el regocijo, el presidente tendrá que modificar su habitual paso
ligero, en compañía del marido de la Pastor, y prepararse para el
salto de obstáculos, con el riesgo bastante obvio de que en uno de
ellos acabe por dar con las napias en el tartán. No le ayudarán en
su propósito ninguno de los calendarios en marcha y puede que su
única baza se reduzca a una especie de miedo universal, azuzado por
los bufones de siempre. Mal remedio para una agonía larga, lenta y
exasperante. Es verdad que sus conmilitones del PP no dan muestras
de ninguna energía limpiadora y parecen dispuestos a aceptar lo que
sea, a reír las gracias de quien pretende evitar la soga con
chascarrillos, pero puede que algún día acabe tan inaudita paciencia
y por el propio frente interno las cañas se tornen lanzas. Incluso
sin esa metamorfosis lo pasará muy mal el presidente, salvo, claro
está, que a quienes pueden ponerle las cosas muy difíciles les dé
por prolongar el espectáculo por hacer un cálculo equivocado de sus
posibilidades. Esa es una de las incógnitas, nada simples, que
habrán de despejar tanto Ciudadanos como el renovado Sánchez que un
día, no tan lejano como parece, se pusieron codo con codo, pero
entonces no se atrevieron a pasar del gesto a la batalla. Puede que
en política, como en la novela negra, vuelva a llamar el cartero.
Descomposición. Segunda ofensiva de las
criaturas antiespañolas del zapaterismo
Hermann Tertsch ABC 26 Mayo 2017
El Gobierno sedicioso de la Generalidad tiene preparado un plan
secreto de coacción y de imposición de un marco ilegal a todos los
españoles en Cataluña. Dicho de otra forma, un gobierno regional
autonómico se dispone a una operación de secuestro de siete millones
de españoles con prácticas propias de un golpe de Estado. Prevén
destituciones, expulsiones, deportaciones, confiscaciones y un
sinfín de medidas de fuerza, todas ilegales pero necesarias para los
muchos delitos que conlleva el crimen de alta traición que es la
proclamación de la secesión e independencia de una región de España.
Publicaba ayer lunes el plan uno de los muchos medios, en realidad
han sido la mayoría, que tanto han contribuido a la impunidad y
continuidad del proceso golpista. Con su permanente demanda al
Gobierno de la Nación de «entender» el delito, ignorar la ley,
tolerar el delito y garantizar la impunidad. El Gobierno ha huido
del conflicto, mirado a otra parte e intentado ocultar el delito con
dinero y trato apaciguador con la Generalidad sediciosa. Rajoy rizó
el rizo al invitar al delincuente a negociar el delito en Madrid.
Para negociar la legalidad con el violador de la misma. Este
despreció la oferta. Ya solo quiere la aceptación de su tropelía
criminal.
Esta noticia disputaba ayer el protagonismo en los medios al
terremoto habido en el PSOE, donde Pedro Sánchez vapuleó a Susana
Díaz, candidata del aparato, y a Patxi López, candidato de la nada.
En realidad estas dos noticias son una misma: España da un paso de
gigante hacia un choque frontal entre la debilitada España
institucional y constitucional y la insurrección del extremismo
izquierdista y separatista. Que gobierna las capitales, cuenta con
gobiernos regionales y toma el mando en un PSOE aliado ya pleno de
las fuerzas anticonstitucionales y antiespañolas. Pasada la crisis
económica que hizo caer a Zapatero, las criaturas que son legado de
su revanchismo izquierdista -Podemos, el PSOE «podemizado» y las
fuerzas separatistas- se unen en un renacido frente para echar del
poder al PP y criminalizar a la derecha.
No me resisto a recordar que hace más de dos años lo auguré en el
libro «Días de ira». Rajoy pudo haber dificultado, quizás incluso
evitado, esta fase avanzada de la descomposición con una retirada.
Ya es tarde. Ahora se produce el retorno del espíritu del Pacto de
Tinell en estadio ya final, tras abortarse los últimos intentos de
reanimar una socialdemocracia con lealtad institucional y
constitucional, con compromiso nacional y capaz de pactar con la
derecha. No la habrá. El hacha de guerra civil desenterrada por
Zapatero ha generado el odio necesario en la izquierda. La desidia e
inanidad del PP han hecho el resto. El PSOE, el segundo pilar
constitucional, ya está en la senda recorrida por Santiago Carrillo
en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). En la ruptura con su
padre socialista Wenceslao -que hoy serían Felipe, los históricos y
los barones-. En la unión al Frente Popular comunista para liquidar
la España constitucional y su unidad nacional. ¿Qué hará Rajoy? Si
pudiera, nada. O negociar con separatistas e izquierdistas un
reparto de espacios. Pero ya no hay margen ni para la trampa ni para
la nada. Los sediciosos se ven cerca del triunfo y el botín. Y el
revanchismo organiza ya la causa general político-judicial para
proscribir a la derecha. Si se deja, para siempre. Algunos dicen que
Sánchez es tan consumado perdedor como Jeremy Corbyn, por tanto una
bendición para Rajoy. Corbyn no tiene a su izquierda otro partido
aún más peligroso para las libertades que secuestre al suyo. Y lo
más importante, Theresa May no sufre una descomposición vertiginosa
de su liderazgo, de su partido, de las instituciones y de su patria.
Capilaridades Mayte Alcaraz ABC 26 Mayo 2017
Puigdemont e Iglesias. Objetivo: destruir España
Viendo la portada de ABC reflexioné sobre los complejos arcanos que
justifican la convergencia de los dos políticos que la ocupaban:
Carles Puigdemont y Pablo Iglesias. El primero, representante de la
añeja burguesía catalana tan laxa ella con la corrupción de sus
honorables y madres abadesas. El segundo, autoproclamado portavoz
del proletariado aunque enrolado en la elitista casta universitaria
con cuentas corrientes del petróleo caribeño. Descartada la
abundancia capilar que reflejaba la instantánea como otro elemento
unificador, más allá de la común necesidad de aplicar el código
penal a sus peluqueros, a los dos les une la singular antipatía que
despiertan en las alcaldesas de sus ciudades. No hay madrileño al
que odie más Manuela Carmena (descontados, claro, los ciudadanos de
a pie a los que hace la vida ciudadana imposible) que a Iglesias,
que siempre recuerda a la regidora que es mortal en el cartel
electoral de Podemos. Y Ada Colau, la ágrafa alcaldesa de Barcelona,
está deseando embarcar a Puigdemont en un crucero de
Transmediterránea para birlarle el despacho de presidente de la
Generalitat.
Seguí buscando coincidencias y reparé en otra. Los dos tienen
acreditadas habilidades para lo del ojo ajeno y la viga en el
propio. Debajo de esa densa coleta, Iglesias acoge a un funambulista
que lo mismo esconde la vocación por las plusvalías en los pisos de
protección oficial de su mano derecha que tapa la talegada que se
embolsa procedente de democracias tan acreditadas como Irán o
Venezuela. Su réplica catalana viene de abstenerse en el Consorcio
del Palau de la Música, una más que tibia decisión en la exigencia
moral de que se le devuelva a los barceloneses el dinero robado por
los amigos de Jordi Pujol; y con su melena que todo lo tapa ni mu
dice del enriquecimiento de la familia o banda para delinquir del
expresidente o del embargo de las sedes de su partido que, aunque de
PDECat se vista, Convergencia se queda.
Otra concomitancia se halla en su irrefrenable deseo por controlar
los medios: los independientes, claro. Si el embrión del soberanismo
fue el pensamiento único plasmado en un vergonzoso editorial que
firmaron los periódicos catalanes ¿qué puede frenarles para
sacralizar esa vocación por el control de la Prensa en su llamada
ley de desconexión? Como Puigdemont, Pablo Iglesias y sus huestes
también gustan de una sospechosa pulsión por decidir qué portadas,
qué informaciones y qué opiniones deben publicar los periódicos. No
hay día en que el líder de Podemos o su segundo, Pablo Echenique, el
dirigente más "solidario" con la caja común de la Seguridad Social,
no afeen las decisiones de las empresas editoras que, en uso de su
libertad, optan por interpretar para sus lectores la actualidad.
Tiemblan las piernas con solo pensar en la libertad de prensa,
felizmente conquistada en la transición que denuestan, en manos de
estos sujetos.
Ah y se me olvidaba la coincidencia fundamental de estas frondosas
capilaridades: destruir España. No es pequeña, no.
El ovni
David Gistau ABC 26 Mayo 2017
Las generaciones europeas ya no tienen el sentido de conquista
democrática relacionada con la derrota del nazismo, la Guerra Fría y
el régimen del 45 al que España se incorporó con un retraso de tres
décadas. La doctrina democrática está fatigada y sufre, a ambos
extremos, regresos de lo revolucionario y de lo reaccionario que,
por añadidura, han convertido en motivo de mofa otras palabras tales
como liberal o cosmopolita. Observen el odio que concitan en ambos
extremos, el revolucionario y el reaccionario, personajes como
Macron que parecen detener la inercia regresiva que querría
devolvernos a aquella Europa de otoño del 40 en la que, repartido el
continente entre los dos totalitarismos, el de clase y el de
nación/raza, sólo quedaba una democracia, Inglaterra, acosada encima
por el "Blitz" y por la inminencia de la invasión anfibia, la
operación "León Marino" –un Día-D inverso–, que Hitler no desató por
atender a la promesa de Göring de que sus aviones bastarían para
ganar la isla o, al menos, para imponer a Churchill una negociación
que evitara el mantenimiento de dos frentes.
El desistimiento democrático tiene diferentes enfermedades
oportunistas en cada lugar de Europa. En España, donde no solemos
privarnos de nada cuando de salir de verbena se trata, se nos han
aparecido los dos no-muertos totalitarios, el revolucionario y el
nacionalista. Sigue siendo posible elegir cuál de las dos facciones
ha de helarte el corazón: o cuál ha de ponerte rumbo a París, ya que
París no ha caído y por ello he considerado necesario comprobar la
vigencia de mi documentación francesa. ¡Si hasta en el PSOE
proclaman cantando, puñito en alto, voluntades de liquidar al
burgués! ¡Ellos que no sé de dónde pueden sacar el rencor social! De
los restaurantes a los que van seguro que no.
Como cantaba Krahe al comparar modalidades de tormento que es
posible infligir al ser humano, la bolivariana no está mal. Pero
dejadme, ay, que yo hoy esté asombrado con la nacionalista catalana
después de las revelaciones sobre el "plan secreto" (siempre
astutos) hacia la independencia que lleva días desvelando "El País".
Exceptuemos, por razones patológicas, a los exaltados profesionales,
genéticos, a los distópicos, a los delirantes. En el independentismo
nos siguen quedando muchas personas que durante años votaron y
vivieron moderado y que en algún momento, tal vez por huir de la
crisis hacia un refugio emocional, se alistaron en esa persecución
del destino manifiesto que siempre me ha recordado la promesa de
tener un OVNI en el granero en el que se salvarán de la aniquilación
universal los elegidos. Bien. Allá esas personas con sus motivos.
¿Pero de verdad la fascinación es tal como para desertar de una
democracia y avenirse a vivir en un régimen dictatorial que no
tendrá libertad de prensa ni independencia judicial y en el que sólo
se podrá existir militarizado por el Estado? ¿De verdad la doctrina
democrática ha caído tan bajo como para que no aprecien la
diferencia?
¡Oh, ah, eh!
ARCADI ESPADA El Mundo 26 Mayo 2017
La publicación de un llamado "borrador secreto" de una ley de
secesión ha causado gran alarma entre los demócratas, especialmente
perceptible en los socialdemócratas. Es de gran interés simbólico
que los alarmados hayan tenido que leer el texto para utilizar por
vez primera expresiones de calibre como "golpe de Estado", "golpe a
la democracia" y la que me maravilla de veras, esa de "autogolpe",
cuyo sentido se me hace más oscuro, e incluso obscuro, a medida que
la pienso. Un autogolpe es un fingimiento. Pero aquí no hay nada
fingido, y menos que nada las víctimas: se trata de la derogación de
la ley democrática contra los ciudadanos de un Estado sujeto a ella.
Técnicamente, un golpe de Estado. Aunque lo extraño, insisto, es que
hayan tenido que leer el texto para calificar el plan. Dijera lo que
dijera, ese proyecto de ley es un golpe en sí mismo y como tal debe
ser combatido y sus responsables castigados.
No sé qué esperaban encontrar los alarmados en el texto de un golpe
de Estado. Estos días, para irme aclimatando, he leído algunos
bandos militares. Recomiendo el que escribió el general Mola en
Navarra. Es de gran calidad literaria y utilísimo para ejercitarse
en el subjuntivo. Todos los bandos incluyen medidas como el control
de la prensa o el sometimiento de los hechos de justicia a la
justicia de los hechos. Así, por ejemplo, el del desagraciado Fermín
Galán, tan lacónico: "Todo aquel que se oponga de palabra o por
escrito, que conspire o haga armas contra la República naciente será
fusilado sin formación de causa". Y en esa línea excepcional se
inscribe también el bando del Gobierno desleal de la Generalidad.
Ya que los alarmados, sin embargo, se han ocupado de leer deberían
haber caído en la cuenta de algo importante. Y es que más allá de
las formas expeditivas a que obliga el género, el texto, en el que
habrá colaborado aquel ex miembro del Tribunal Constitucional,
Carles Viver, al que el Gobierno aún no ha arrancado de la guerrera
la medalla al Mérito Constitucional (y espero que no lo haga porque
las huellas deben perdurar para que se sepa hasta dónde llegaron las
aguas), no describe tanto una situación futura como presente. Si a
algunos de los sublevados le preguntaran en confianza: "Cómo habéis
podido hacer esto", su respuesta solo podría ser: "No nos ha costado
lo más mínimo, porque es lo que hemos hecho siempre". Control de los
medios, filtrado e intimidación de los jueces, prioridad de la
lengua catalana, política falseada y discriminatoria de
subvenciones, incumplimiento de sentencias firmes... ¡Hombre,
hombre, alarmados! Estos versos se conocen perfectamente en
Cataluña. Otra cosa es que ahora les hayan puesto música. Militar,
por supuesto.
La interminable politización judicial
EDITORIAL El Mundo 26 Mayo 2017
Los españoles se encuentran entre los europeos que más desconfían de
la independencia de la Justicia, según todas las encuestas. Y casi
cuatro de cada 10 tiene una percepción «mala o muy mala» del
sistema. Es éste uno de los problemas más serios de nuestra
democracia y tiene mucho que ver con la politización de la Justicia,
una pesada rémora que arrastramos desde su origen. Este diario se ha
caracterizado por reclamar la despolitización desde el primero de
nuestros números. Creemos firmemente que es una de las cuestiones
más urgentes en aras de esa pretendida regeneración democrática con
la que tanto se llenan la boca todos los partidos.
Pero una cosa es predicar y otra dar trigo. Y no hay día en que no
asistamos a algún nuevo episodio que pone en entredicho la
credibilidad de un pilar tan esencial como el judicial. Así, la
designación ayer de la magistrada Concepción Espejel para presidir
la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional resulta tan polémica
como errónea. Aupada para este importante cargo con los únicos votos
de la mayoría conservadora del Consejo General del Poder Judicial,
se da la circunstancia de que esta magistrada ha sido noticia en los
últimos meses por ser apartada de casos tan sonados como el de la
primera época de la trama Gürtel o el de la supuesta caja B del
Partido Popular, por una supuesta cercanía de Espejel a esta
formación que le llevó a ser recusada. La misma Sala que va a
presidir consideró que la falta de apariencia de imparcialidad
estricta recomendaba dejarla al margen de aquellos asuntos
judiciales tan espinosos. Recordemos que el argumento esgrimido en
2015 por la Audiencia Nacional para apartarla fue que Espejel fue
vocal del CGPJ a propuesta del PP y que en su votación participó
"activamente" el entonces senador y tesorero del partido Luis
Bárcenas.
Por todo lo dicho, no es de recibo que la magistrada vaya a presidir
ahora esta Sala, uno de los puestos clave y más sensibles en la
judicatura española. La misma prudencia que la alejó del caso Gürtel
debería haber descartado ahora su candidatura. No hay motivos para
cuestionar la valía profesional y los méritos de Espejel para
desempeñarse como jueza. Pero en un puesto así lo estético también
es importante y se requiere a alguien cuya apariencia de
imparcialidad sea intachable. Debemos tener en cuenta que Espejel
tendrá funciones de gobierno -es decir, de organización
administrativa-, pero también juzgará asuntos como integrante del
tribunal. De ahí que la mancha que ahora mismo la salpica despierte
lógicos recelos en la opinión pública y lleve a pensar en que
estamos ante un nuevo intento de instrumentalización de la Justicia
por parte del Gobierno. En un momento, además, especialmente
delicado en el que se deben dar pasos con pies de plomo. Porque el
crédito del sistema se ha resentido más si cabe con la reciente
reprobación por parte de todos los grupos parlamentarios -salvo el
PP- del ministro del ramo, Rafael Catalá, y del fiscal general, José
Manuel Maza, y el fiscal Anticorrupción, Manuel Moix, a raíz de
casos que ponen en duda la imparcialidad de la Fiscalía.
No nos cansaremos de repetir que el problema fundamental radica en
el sistema de elección del CGPJ y de los altos tribunales. Los
grandes partidos se reparten los puestos a modo de cromos. Y,
mientras eso no cambie, la despolitización judicial será tan urgente
como quimérica.
La opacidad de la partidocracia
Lorenzo Abadía elespanol 26 Mayo 2017
Sin poder dilatar su cita con el destino, Europa ha de enfrentarse
con decisión a los grandes retos que determinarán su papel en el
siglo XXI.
La supervivencia de una moneda común de la que hoy dependen los
endeudados países del sur, la pretensión socialdemócrata de elevar
la utopía de la igualdad -que Hannah Arendt llamó la cuestión
social- a materia constituyente en lugar de garantizar la libertad
en procura de la prosperidad, la seguridad común o la integración de
la inmigración en el acervo de valores y derechos fundamentales que
caracteriza la cultura occidental son algunas cuestiones perentorias
cuya resolución marcará definitivamente el rumbo secular del
continente. Debido a su trascendencia, es preciso que las decisiones
se produzcan habiendo intelectualizado el contexto de transformación
que ha generado la globalización y definido qué tipo de Unión se
persigue; si ha de primar la ciudadanía europea, la libertad de los
mercados o la soberanía de los Estados.
El tiempo rajoyesco de espera ha terminado. La espada de Damocles de
la confrontación entre naciones que el auge del populismo ha
colocado sobre la cabeza de Europa exige decidir con rapidez si se
está dispuesto a compatibilizar el orden todavía vigente nacido en
Westfalia con los nuevos parámetros que un mundo híper conectado
demanda para lograr la independencia de la Unión que, por paradójico
que parezca, la recuperación total de la soberanía por parte de los
Estados europeos negaría de raíz.
Apremia saber, por lo tanto, qué forma política desea establecer
Europa y qué régimen de poder está dispuesta a constituir. Si
Monnet, Schuman o De Gasperi sembraron la semilla de la Unión
Europea sobre la base de la paz y la cooperación, hoy no vendría mal
recordar a los padres constituyentes de los Estados Unidos de
América, Jefferson, Madison o Hamilton en su manera de aproximarse
al poder, analizar la condición humana y garantizar la libertad
política de sus conciudadanos. Éste debe ser el gran debate del
próximo lustro.
Pese a haber unido su suerte a la de un continente cuya existencia
se hace inexplicable sin nuestra aportación, España no se encuentra
actualmente en condiciones de aportar soluciones a los problemas
descritos. Pudiendo haber sido un contribuyente neto de experiencia,
nuestro país adolece de las mismas adversidades de fondo: una
acusada crisis de identidad y un régimen de poder oligárquico. La
trágica diferencia es que, por un lado, mientras Europa como unidad
política constituyente es sólo un proyecto, España es una realidad
nacional con siglos de existencia. Y, por otro, que la oligarquía en
la Unión Europea se concita entre Estados cuyos sistemas políticos,
especialmente el francés, el alemán y el del Reino Unido que nos
deja, son mucho más representativos de la sociedad civil que el
español. España debe superar estos dos enormes escollos que el
optimismo de la Transición anegó y que el paso del tiempo ha hecho
emerger de modo permanente. Sortear el primero implica sanear la
base sobre la que se asientan nuestras libertades. Esquivar el
segundo es un requisito sine qua non para erradicar la corrupción
como forma sistémica de gobierno y eliminar el déficit crónico del
Estado.
En pleno relativismo posmoderno, disponer de una clara conciencia de
nuestra unidad política que sea capaz de desestimar el error que
supondría el federalismo y de rechazar la impostura del derecho a
decidir sólo puede hacerse definiendo la nación como un hecho
objetivo conformado por la historia y no como el resultado de una
subjetividad reflejada en un proyecto, tal y como lo expuso Ortega y
Gasset en su España invertebrada, fuente de la que sigue bebiendo la
derecha nacional. Tirando del hilo de la subjetividad uno puede
terminar coherentemente en la República independiente de su casa. Es
lo que hacen las ambiciones de poder nacionalistas.
La reciente oferta del gobierno de la nación al separatismo para
acudir al Congreso a debatir sobre el derecho de autodeterminación
de Cataluña es una muestra más del grave error que supone apoyar el
concepto subjetivo de nación. Invitar a Puigdemont implica aceptar
que si los diputados aprobasen que Cataluña puede celebrar un
referéndum para decidir su independencia de la histórica nación
española, no habría inconveniente alguno en convocarlo, previa
reforma constitucional. La independencia, de producirse en algún
momento, constituiría un hecho, pero nunca habría estado
fundamentada en un derecho legítimo, al menos para quienes
diferenciamos entre la constitución formal y la constitución
material de una nación. ¿Acaso si votásemos unánimemente
convertirnos en marcianos dejaríamos a un lado nuestra condición
humana?Las naciones no se votan. Rescatando el término de Sánchez
Albornoz, su “contextura vital” sólo puede ser forjada por la
historia.
Por último, resulta imprescindible comprender la estrecha relación
de causalidad existente entre la libertad política de una nación y
la prosperidad de sus gentes. España no resolverá sus graves
problemas sociales y económicos mientras los ciudadanos no dispongan
de la potestad de poner y deponer a sus representantes, que es lo
mismo que decir, mientras la clase política no dependa directamente
de ellos. Abordando la naturaleza íntima del poder y analizando la
condición humana, no resulta difícil concluir que es preceptivo
establecer una serie de cauciones y precauciones respecto al mismo
que garanticen la democracia. Además de la cuestión esencial de la
separación de poderes, la figura del diputado de distrito uninominal
juega un papel fundamental, al eliminar el instrumento que convierte
a las cúpulas de los partidos políticos en los verdaderos titulares
de la soberanía: el poder de hacer las listas electorales. Es lo que
he intentado explicar en mi nuevo ensayo Desconfianza. Principios
políticos para un cambio de régimen.
Mucho más allá de mi humilde aportación, en España no nos faltan
cabezas brillantes capaces de emprender esta titánica labor a favor
de la libertad y de servir al mismo tiempo de faro al eclipse
europeo. Si anteriormente decía que España no estaba en condiciones
de aportar luz, lo hacía bajo el convencimiento de que la
mediocridad partitocrática opacará su luz.
*** Lorenzo Abadía es analista político, doctor en Derecho y autor
del ensayo 'Desconfianza. Principios políticos para un cambio de
régimen' (Unión Editorial).
El mito de la España de las Tres Culturas Jesús Laínz Libertad Digital 26 Mayo 2017
En diciembre de 1998 un presidente norteamericano visitó por primera
vez tierra gobernada por los palestinos. Durante el acto compartido
con Yaser Arafat en Gaza, Bill Clinton puso como modelo para la
convivencia en Oriente Medio a la España medieval por haber sido
aquélla una era de tolerancia y convivencia que debería ser imitada
en nuestros días para resolver definitivamente el sangriento
conflicto árabe-israelí.
La visión del presidente Clinton respondía no sólo a los tópicos
románticos sobre España tan extendidos entre los compatriotas de
Washington Irving, sino también, y sobre todo, al pensamiento
dominante en el multicultural Occidente de nuestros días. Además,
todo ello suele ir acompañado de la pintura de los cristianos con
los oscuros colores de la intransigencia y la barbarie y de los
musulmanes con los luminosos de la tolerancia y la cultura.
Esta interpretación del pasado medieval español está muy arraigada
tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. El último ejemplo de
ello nos lo está ofreciendo precisamente en estos días Elizabeth
Drayson, profesora de la universidad de Cambridge que acaba de
publicar el libro The Moor’s Last Stand: How Seven Centuries of
Muslim Rule in Spain came to an end, centrado en la conquista de
Granada y la figura de Boabdil, el último rey nazarí:
Hoy, Boabdil representa una última resistencia contra la
intolerancia religiosa, el poder fanático y la ignorancia cultural;
su entrega de la ciudad y reino de Granada simbolizó la pérdida de
la fecunda creatividad intercultural, renovación y convivencia
nacidas de la conquista musulmana de España.
¿Concuerda esta visión con los hechos? El primer dato que salta a la
vista es que la palabra que mejor resume los ocho siglos de
presencia musulmana en suelo español es reconquista. Pues, desde
Guadalete hasta Granada, los habitantes de la piel de toro fueron
incansablemente de batalla en batalla hasta que uno de los
contendientes se impuso definitivamente sobre el otro. No por
casualidad España, con sus varios miles de castillos, torres,
ciudadelas y otras fortificaciones, es la primera potencia mundial
en este tipo de construcciones. Como resumió el egregio medievalista
Claudio Sánchez-Albornoz, "lo español nació no de la cópula sino de
la batalla entre islamismo y cristiandad en nuestro suelo". De este
simple dato se infiere que la coexistencia en un mismo territorio no
significó convivencia, por mucho que las palabras se parezcan.
Evidentemente, el contacto durante siglos de estas dos comunidades
religiosas, más la judía, produjo un trasvase cultural notable que
ha dejado huellas indelebles en nuestra cultura, lengua e historia,
pero no puede olvidarse que todo ello se produjo en el marco de un
enfrentamiento bélico permanente que implicó violencia, intolerancia
y compartimentación de la sociedad, y que sólo terminó con la
derrota total de los musulmanes.
Al igual que las naciones balcánicas, que tuvieron que sacudirse el
dominio otomano para conservar su carácter europeo, España –concepto
que en este contexto incluye, naturalmente, a Portugal– es la única
nación de Europa Occidental voluntariamente europea. Las demás no
pudieron no serlo. Pero España, como territorio de herencia racial
europea, cultural romana, religiosa cristiana y política goda, pudo
haber desaparecido para siempre en el año 711. Si así hubiera sido,
hoy no se llamaría España sino Al Ándalus, y formaría parte de la
comunidad islámica de naciones junto con Libia, Egipto y Pakistán.
La clave del enfrentamiento fue, evidentemente, el infranqueable
abismo religioso que separó a musulmanes, cristianos y judíos. Dicho
abismo, que nunca se cerró en los largos siglos de reconquista y
que, lamentablemente, sigue muy lejos de cerrarse en todo el mundo
un milenio después, había comenzado a abrirse bastante antes del
salto del Estrecho por Tarik. Pues durante el reino visigodo fueron
promulgadas numerosas leyes contra los judíos, considerados el
pueblo deicida, por las que se les prohibía el ejercicio de su
religión, se limitaban sus derechos civiles y procesales, se les
prohibían la circuncisión y sus costumbres festivas o alimentarias e
incluso se ordenaba su expulsión o esclavitud.
Pero a comienzos del siglo VIII desembarcaron las tropas de Tarik,
así descritas en la Crónica General de España de Alfonso X el Sabio:
Las sus caras de ellos, negras como la pez, el más hermoso de ellos
era negro como la olla, así lucen sus ojos como candelas (…) La vil
gente de los africanos que no se distinguen por su fuerza ni por su
bondad, y todos sus hechos hacen con arte y engaño.
A partir de aquel momento, aparte del continuo batallar, el destino
de los cristianos en territorio musulmán y el de los musulmanes en
territorio cristiano, así como el de los judíos en cualquier sitio,
fue el de súbditos de segunda, víctimas de todo tipo de
discriminaciones legales y expuestos a los incontrolables desmanes
populares.
Las leyes musulmanas prohibían a sus fieles vivir en comunidad con
cristianos y judíos, considerados "gentes viles", o sacrificar reses
para ellos, o comprar sus ropas, o vestir como ellos, o servirlos
para darles masajes o sujetarles el estribo. Los musulmanes
disfrutaban de derechos y estaban exentos de obligaciones que les
distinguían de cristianos y judíos, carentes de los primeros y
sujetos a las segundas. Estos derechos y estas exenciones fueron,
además, el principal motivo de conversión para muchos que desearon
mejorar sus condiciones de vida.
Un ejemplo del siglo XII, el Tratado del juez Ibn Abdun:
Debe prohibirse a las mujeres musulmanas que entren en las
abominables iglesias, porque los clérigos son libertinos,
fornicadores y sodomitas (…) No deben venderse ropas de leproso, de
judío, de cristiano, ni tampoco de libertino, a menos que se haga
conocer al comprador el origen (…) No deberá consentirse que ningún
judío ni cristiano lleve atuendo de persona honorable, ni de
alfaquí, ni de hombre de bien; al revés, habrán de ser aborrecidos y
huidos (…) Tampoco se les saludará con la fórmula "La paz sea sobre
ti", porque constituyen el partido de Satán (…) Deberán llevar un
signo por el que sean conocidos, para humillarlos (…) Lo mejor sería
no permitir a ningún médico judío ni cristiano que se dedicase a
curar a los musulmanes, ya que no abrigan buenos sentimientos hacia
ningún musulmán, y que curen exclusivamente a los de su propia
confesión, porque a quien no tiene simpatía por los musulmanes,
¿cómo se les ha de confiar sus vidas?
Junto a la discriminación religiosa no hay que olvidar el prejuicio
racial, pues los musulmanes de estirpe árabe no dejaron nunca de
subrayar su superioridad no sólo sobre los mozárabes, de estirpe
hispano-romano-goda, sino también sobre los bereberes, musulmanes
como ellos pero tenidos por casta inferior. Así lo explicó el
eminente arabista francés Lévi-Provençal:
Hasta los últimos días del reino de Granada, la proclamación de la
ascendencia puramente árabe continuó siendo en la Península la única
prueba reconocida de la verdadera nobleza de sangre.
En el lado cristiano las cosas no fueron muy distintas, incluso
durante el reinado que suele presentarse como la cima de la llamada
España de las Tres Culturas, el de Alfonso X. Pues en sus Siete
Partidas, entre otros muchos preceptos, se estableció para judíos y
moros la incapacidad para atestiguar en juicio contra cristianos,
así como la de tener siervos o empleados cristianos, bajo pena de
muerte. El proselitismo de la fe judaica estaba castigado con la
muerte, igual pena que la que recibía el cristiano que se
convirtiese al judaísmo, mientras que la situación opuesta, la del
judío convertido al cristianismo, estaba permitida. También se
establecieron una serie de reglas sobre la vida cotidiana, como la
prohibición para los cristianos de comer o beber con los judíos, de
beber vino hecho por judíos, de bañarse en compañía de judíos o de
recibir medicina o purga hecha por judíos. Éstos, además, tenían que
ir en todo momento identificados como tales mediante alguna señal
cierta sobre sus cabezas, bajo pena de multa o azotes. La situación
religiosa de los musulmanes fue aún más grave, pues quedaron
prohibidas las mezquitas y el culto musulmán en público. Al hecho de
que un cristiano adoptase la fe musulmana se le consideraba locura y
era castigado con la muerte:
Ensandecen a veces los hombres, que los hay que pierden el seso y el
verdadero conocimiento; como hombres de mala ventura y, desesperados
de todo bien, reniegan de la fe de nuestro señor Jesucristo y
tórnanse moros.
En cuanto a las relaciones entre los sexos, se estableció la pena de
muerte por apedreamiento para el moro que yaciera con cristiana. Y
para ella también. En cuanto a la pena para el judío que yaciera con
cristiana, se establecía también la muerte, mientras que para la
cristiana que yaciera con judío la pena era "que se dé a todos".
Por otro lado, no hay que olvidar que la España medieval se
caracterizó por las continuas matanzas de judíos tanto en el lado
cristiano como en el musulmán, sobre todo, en este último caso, tras
las invasiones almorávide y almohade. La más importante en suelo
cristiano fue la de 1391, año en el que fueron asesinados miles de
judíos por toda España. Y el aumento de la hostilidad antijudaica
acabaría desembocando en la expulsión de 1492.
Si bien, a diferencia de las otras dos comunidades, los judíos no
figuraron en ningún momento ni lugar como casta dominante, también
marcaron distancias con los enemigos de su fe. Todos los pensadores,
poetas y escritores judíos de aquellos siglos –Yehuda Halevi, Josef
Hacohen, Ibn Gabirol, Maimónides– se consideraron desterrados en
España y sólo concibieron como su patria la tierra de Israel.
Hacohen, descendiente de judíos huidos en 1391, calificó a España
como "aquella tierra que Yahvé maldiga". Yehuda Halevi, considerado
el mayor poeta de la diáspora, estuvo obsesionado toda su vida por
la idea de la vuelta a la patria perdida, sintiéndose ajeno a la
España que le vio nacer.
Mi corazón está en Oriente y yo en el extremo de Occidente. ¿Cómo
voy a saborear lo que como? ¿Cómo disfrutarlo? (…) ¡Poca cosa es a
mis ojos abandonar todos los bienes de España mientras que para
ellos es precioso ver el polvo del santuario en ruinas!
En cuanto a Maimónides, consideró a cristianos y musulmanes,
lógicamente, como sus enemigos, y también como animales carentes de
alma a los que se podía violar y matar sin cometer pecado por
tratarse de "naciones muertas" frente a la naturaleza angelical del
pueblo elegido.
Tras la reconquista llegó la repoblación, proceso multisecular que
llevó a los cristianos desde el Cantábrico hasta Gibraltar
expulsando en su camino a sus enemigos. Un solo ejemplo: la arriba
mencionada Crónica General de Alfonso X, escrita en aquellos mismos
días por los protagonistas de los hechos, nos dio cuenta del
vaciamiento de Córdoba y Sevilla tras su conquista por Fernando III.
Como excepción, en el reino de Valencia permaneció una numerosa
población rural musulmana sobre todo en las comarcas montañosas del
interior, población que no desaparecería hasta su expulsión
definitiva por Felipe III.
El simple hecho de que las poblaciones judías y moriscas continuasen
existiendo como comunidades separadas –y discriminadas– hasta su
definitiva expulsión prueba que la fusión que hoy se desea con
efectos retroactivos nunca existió, al menos a gran escala.
Evidentemente, el tema es inabarcable en unas pocas páginas, pero
sirvan estos breves párrafos como introducción para seguir tirando
del hilo.
www.jesuslainz.es
LA PRIMERA MINISTRA POLACA CARGA CONTRA BRUSELAS Szydlo: 'O Europa se levanta, o lloraremos
cada día por nuestros hijos'
Desde Polonia consideran que las medidas migratorias de la UE,
especialmente la apertura de fronteras y el espacio Schengen, son
"en gran parte culpables" de los últimos ataques islamistas en suelo
europeo.
Arturo García GCT 26 Mayo 2017
Mientras los principales líderes europeos condenaban los "violentos
incidentes" en Manchester -rechazando así la etiqueta islamista de
un nuevo ataque realizado en nombre de Alá- y defendían las bondades
del espacio Schengen a pesar de que el terrorista Salman Abadi se
aprovechó de la apertura de fronteras para viajar a Siria o
Alemania, Beata Szydlo ha pedido a Europa que "se levante" porque de
lo contrario estará "llorando la pérdida de sus hijos cada día".
En un discurso en el Parlamento, la primera ministra polaca
reivindicó su decisión de no acoger a más migrantes en los próximos
meses pese a las presiones de Bruselas, que ha amenazado
reiteradamente al Gobierno, porque "no tienen sitio en nuestro país,
pues no cumplen con los valores para vivir aquí".
"Polonia no será partícipe de la locura migratoria de Bruselas que
pone en riesgo la seguridad de todos los europeos", añadió Szydlo,
que denunció la tibieza de los principales dirigentes europeos con
el terrorismo. Tras el ataque en Manchester, las autoridades
británicas se negaron durante tres horas a informar acerca de los
pormenores de la masacre e incluso la premier británica, Theresa
May, rechazó informar sobre la identidad y el origen de Salman
Abedi.
El mismo martes, cuando se conoció la noticia del fallecimiento del
matrimonio polaco que había acudido al recinto a recoger a sus dos
hijas, Szydlo exigió un cambio en las políticas de inmigración y
seguridad en suelo europeo.
La dirigente polaca dio su apoyo al ministro de Defensa, Antoni
Macierewicz, que apostó por la ampliación del Ejército para ser
capaz de hacer frente a todas las amenazas que se ciernen sobre el
país, especialmente el terrorismo.
Las medidas de Bruselas no funcionan
Las políticas de acogida puestas en marcha por Angela Merkel hace
casi dos años han resultado fallidas. Los incidentes en la Ruta de
los Balcanes fueron constantes y las principales ciudades se vieron
colapsadas. Tanto Hungría, donde Viktor Orbán fue convertido en el
enemigo público número uno de Occidente, como Polonia se
posicionaron en contra y marcaron sus diferencias con la canciller
alemana.
Los polacos apostaron por apoyar a los refugiados en su lugar de
origen, como piden muchos ciudadanos sirios que quieren volver a sus
casas, y decidieron defender su tradición cristiana: "Nunca daremos
la espalda a los refugiados, pero estamos seguros de que la solución
está en trabajar en sus países".
Para entender la situación que vive Europa basta un simple vistazo
al siguiente mapa. En él se muestran los atentados terroristas
islamistas (en rojo) y las operaciones policiales contra el
yihadismo (en azul) desde el 1 de enero de 2014 hasta hoy. Llama la
atención lo que ocurre en Polonia, donde sólo se ha registrado la
detención de un ciudadano iraquí en el verano de 2016 en posesión de
explosivos.
En ese mismo tiempo, en Francia, Reino Unido, Alemania o incluso
España los detenidos por terrorismo islámico se cuentan por cientos.
El pasado martes, las Fuerzas de Seguridad españolas arrestaban a
dos marroquíes en Madrid que estaban listos para atentar. Uno,
siguiendo las instrucciones de los manuales del ISIS, trataba de
obtener la licencia para conducir camiones.
'Nuestra seguridad es innegociable'
"El Gobierno de Szydlo no negociará sobre cuestiones que afecten a
la seguridad de sus ciudadanos", aseguró el portavoz Rafal Bochenek,
que defendió que la decisión del Ejecutivo polaco es de simple
"sentido común".
Bochenek consideró que la política migratoria de la Comisión Europea
es "ineficaz" y recordó que, además de Polonia, Austria y Hungría
tampoco han recibido refugiados dentro del mecanismo de cuotas
planteado por Bruselas en 2015, mientras que la mayoría del resto de
socios comunitarios no han cumplido con sus correspondientes cuotas.
"La política migratoria de la UE, que ahora se lleva a cabo y
conduce a la supuesta reubicación de refugiados o inmigrantes
económicos en toda la UE, realmente supone un estímulo a las
actividades de los grupos criminales que trafican con personas para
introducirlas ilegalmente en Europa", dijo.
La primera ministra polaca ya aseguró que "Polonia no puede recibir
refugiados", mientras que su ministro del Interior, Mariusz
Blaszczak, ha dicho que el mecanismo de cuotas de la Unión Europea
"es defectuoso porque supone una amenaza para la seguridad y no
resuelve el problema".
La deuda exterior: el talón de Aquiles de España
Juan Ramón Rallo elconfidencial 26 Mayo 2017
La evolución del déficit público, y de su corolario la deuda
pública, tiende a copar los titulares de prensa. Es lógico, porque
tanto PSOE como PP nos han dejado una desastrosa herencia en forma
de intereses. Sin embargo, a día de hoy, el mayor problema de la
economía española sigue sin ser su elevadísimo endeudamiento
público, sino que lo constituye su astronómico endeudamiento
exterior. En términos brutos, la deuda pública asciende a 1,1
billones de euros; la deuda exterior, en cambio, a 2,7 billones de
euros (evidentemente, parte de esa deuda pública forma parte de
nuestra deuda exterior).
Pero, para estudiar la solvencia de cualquier agente económico,
conviene analizar no tanto sus pasivos brutos sino la diferencia
entre sus activos y sus pasivos: esto es, cuánto adeudamos a los
demás una vez liquidadas todas nuestras propiedades. En este
sentido, los pasivos exteriores de España superan a sus activos
exteriores en 950.000 millones de euros: una cifra que sigue siendo
alarmantemente elevada pero que, al menos, durante los últimos años
nos ha brindado alguna buena noticia. Y es que, por primera vez en
nuestra historia económica reciente, el PIB de España crece sin que
nuestro país aumente su endeudamiento exterior. No porque nadie
quiera financiarnos (no al menos en la actualidad), sino porque no
estamos demandando ese endeudamiento.
Basta efectuar una somera comparativa al respecto: mientras que en
la anterior fase expansiva (1996-2007) los pasivos exteriores de
nuestra economía aumentaron en 755.000 millones de euros, en esta
fase de recuperación (2014-2016) se han reducido en 57.000.
Ahora bien, antes de echar precipitadamente las campanas al vuelo,
deberíamos darnos cuenta de que el volumen de nuestros pasivos netos
con el exterior todavía equivale a más del 80% de todo nuestro PIB.
Se trata de una de las posiciones exteriores más deudoras de Europa
y de todo el planeta:
Ese desmesurado endeudamiento exterior es, como decíamos, una de
nuestras mayores debilidades actuales: que hayamos dejado de
incrementarlo no significa que haya dejado de existir. Y esto es
problemático por dos razones: a largo plazo, porque debemos pagar
tales pasivos a costa de nuestro ahorro interior; a corto-medio
plazo, porque muchas de esas deudas van venciendo y tenemos que
refinanciarlas. Si la mayoría de nuestras familias, empresas y
administraciones públicas españolas no fueran capaces de refinanciar
o amortizar con regularidad sus deudas exteriores, entonces
caeríamos en un macro-corralito exterior que nos sumiría en una
fortísima crisis.
De hecho, ese macro-corralito exterior es lo que estuvo a punto de
sucedernos en el año 2012 por culpa de la pésima gestión de Zapatero
primero y de Rajoy después. Si dividimos nuestra deuda exterior en
dos grandes grupos —por un lado, la deuda exterior del Banco de
España y, por otro, la deuda exterior del resto de la economía—,
comprobaremos que, a partir de la segunda mitad de 2011, la deuda
exterior del conjunto del país exceptuando al Banco de España
empieza a caer en picado: pasa de 1,05 billones de euros a 665.000
millones. La razón de esta brutal contracción de nuestros pasivos es
que España vivió una fuga de capitales: debido a la inepcia de
nuestros gobiernos para equilibrar sus presupuestos y para acreditar
su capacidad de mantenerse dentro del euro, los inversores
internacionales dejaron de confiar en nosotros y de refinanciar
nuestras deudas.
En una situación así, cualquier persona normal habría entrado en
suspensión de pagos: si debes dinero, careces de él y tu acreedor no
te refinancia, por necesidad entras en situación concursal. Es
decir, en 2012 España debería haber quebrado. Si no lo hizo fue
porque dentro de la eurozona existen mecanismos automáticos de
concesión de créditos entre los bancos centrales nacionales que
componen el Eurosistema (Target2) y esos mecanismos nos
proporcionaron varios meses de oxígeno: a efectos prácticos, el
Bundesbank le daba crédito al Banco de España y el Banco de España
refinanciaba a nuestras entidades financieras aislándolas
temporalmente de la bancarrota. Por eso, en el siguiente gráfico,
podemos observar cómo la deuda exterior del Banco de España aumentó
en 2011 y 2012: un incremento correlativo al descenso de la deuda
exterior del resto de la economía. Esto es, una deuda vino a suplir
a la otra evitando nuestra quiebra.
Pero tal situación pendía de un hilo: los alemanes andaban —con
razón— muy inquietos de que casi toda la financiación exterior de la
economía española dependiera del Bundesbank (si el euro se rompía en
esas condiciones, habrían sufrido enormes pérdidas). Por ello, la
financiación que nos proporcionaba el Eurosistema ante la fuga de
capitales solo podía tener un carácter provisional: de haberse
pretendido alargar por más tiempo y por mayor cantidad, la eurozona
habría estallado por tensiones políticas.
Y fue aquí cuando llegó el verdadero salvador de la economía
española, que no fue Mariano Rajoy sino Mario Draghi. En julio de
2012, el presidente del BCE pronunció aquellas mágicas palabras de
que “haría todo lo necesario para salvar al euro”, entendiéndose por
tal que evitaría la quiebra de gobiernos y entidades financieras en
problemas. Una vez lanzada esa señal —España dejaba de ser un riesgo
exterior porque teníamos al BCE detrás que, a su vez, tenía a los
gobiernos más solventes de la eurozona detrás—, la fuga de capitales
se detuvo: los inversores foráneos volvieron a estar dispuestos a
prestarnos para refinanciar nuestra deuda exterior. Por eso, a
partir del momento en que habla Draghi, la deuda exterior del Banco
de España empezó a caer y la deuda exterior del resto de la economía
volvió a crecer: cuando se normalizaron los flujos exteriores de
crédito, el recurso extraordinario al Eurosistema dejó de ser
necesario.
No cabe dudar de que el apoyo explícito de Draghi a la economía
española no ha estado exento de problemas: al prometer que nos
rescataría ilimitadamente en caso de ser necesario, el Gobierno de
España se durmió en los laureles y minimizó el ritmo de reformas y
de ajustes presupuestarios. Pero tampoco cabe dudar de que la
estabilización macroeconómica de España se produjo gracias al
rescate encubierto de Draghi y no gracias al lentísimo saneamiento
de Rajoy: y es esa estabilidad macroeconómica la que explica la
tranquilidad financiera dentro de la cual se ha ido desarrollando el
cambio de modelo productivo y la consecuente recuperación actual. Si
algún burócrata tuviera que colgarse alguna medalla por el vuelco
vivido en España, ese sería Draghi, no Rajoy.
En suma: que hayamos dejado de endeudarnos con el exterior es una
buena noticia; que sigamos estando muy endeudados con el exterior es
una muy mala noticia, aunque no resulte alarmante mientras el BCE
nos avale. Por eso es crucial seguir aprovechando este periodo de
gracia para mejorar nuestra solvencia exterior —amortizar nuestro
endeudamiento y aumentar nuestra competitividad frente al resto del
mundo—, de manera que cuando el BCE termine retirando la red, no
caigamos al vacío.
La incompleta recuperación de la economía española
La reciente encuesta
de condiciones de vida expone bien a las claras que aún
estamos muy lejos de los niveles de vida previos a la
crisis
Juan Carlos Barba
elconfidencial 26 Mayo 2017
A tenor de lo que repiten muchos tertulianos y
analistas de los medios afines al poder (que son casi
todos), parecería que la crisis fuera ya agua pasada.
Sin embargo, el INE en su 'Encuesta de
condiciones de vida' deja bien claro que no es
así. En el gráfico siguiente, podemos ver la
evolución de la renta media por persona entre
2008 y 2016. Este es el año de la encuesta, pero los
datos se refieren al año anterior. Como vemos, el máximo
se alcanzó en 2008 y luego tuvimos una caída continuada
que no se detuvo hasta el año 2014. Si tenemos en cuenta
la inflación del periodo, la caída de renta acumulada en
2015 era, pese a la recuperación del 2,8% de ese año, de
un 13,2%. Es decir, que aún necesitaríamos otros cinco
años al ritmo de recuperación de 2015 para conseguir
alcanzar los niveles de renta por persona de 2008. Como
2016 también ha sido un buen año y 2017, si no hay
imprevistos, también lo será, tendríamos que
esperar a 2021 para que la sociedad española
superara los niveles de riqueza material de 2008. Nada
menos que 13 años perdidos.
Por supuesto, esto tiene su reflejo claro en el
empleo. Como vemos en el siguiente gráfico, la
recuperación de empleo (normalizado de
parcialidad, lo que se conoce como empleo equivalente a
tiempo completo), a finales de 2016 estaba lejísimos de
los niveles de 2008, en cuyo primer trimestre se alcanzó
el máximo histórico de empleo de la economía española
con 20.175.000 empleos. El mínimo lo vimos a finales de
2013, con una caída del empleo del 19,8%. A finales de
2015, la caída quedaba en el 15,5%, y a finales de 2016,
en el 13,2%. Es decir, que solo hemos recuperado
un tercio del empleo perdido en tres años de
fortísima creación de empleo. Lo cual nos lleva a fechas más o menos
similares a las anteriores para una recuperación completa, en este
caso un año más, 2022.
La retórica de que la crisis quedó atrás parece
entonces más falsa que nunca a la vista de estos datos,
a los cuales se puede añadir cualquier indicador que
queramos (producción industrial, actividad de los
servicios, actividad comercial). El único que no cuadra
es el
dato del PIB, que es en el que se basa la retórica
triunfalista del Gobierno y de sus palmeros. No sabemos
a ciencia cierta qué ha pasado para que el PIB no sea
capaz de reflejar lo que tiene que reflejar, que es el
nivel de vida de un país, pero está más que claro a
estas alturas que resulta un indicador
totalmente inútil para evaluar la evolución de
la crisis y de la recuperación.
Más allá de este problema, lo que nos dicen estos
datos es que tenemos una economía con una capacidad
ociosa de la fuerza de trabajo muy grande, es decir, con
una demanda muy deprimida. Para
alcanzar unos niveles adecuados de empleo dentro de lo
que es el contexto europeo, deberíamos crear todavía
unos 2,5 a tres millones de empleos más, con lo que
superaríamos el 70% de la población entre 20 y 64 años
con empleo. Se antoja difícil que seamos capaces de
llegar a esa cifra antes de la siguiente crisis, cuya
gravedad aún es una incógnita, pero que a mi modo de ver
coincidirá con el inevitable pico de precios de las
materias primas, que se dará en un plazo de dos a
tres años.
Sin ese cambio de
modelo productivo, ni tendremos a largo plazo pleno
empleo ni seremos capaces de pagar salarios homologables
a los de la Europa rica
Por último, me gustaría terminar con una reflexión
sobre el
sector exterior. A pesar del excelente
comportamiento de las
exportaciones (que tampoco es excepcional en el
contexto europeo), estamos viendo cómo las
importaciones aumentan aún más rápido, de modo que
la
balanza comercial se deteriorará sobre siete décimas
del PIB durante este año. Según continúe el ciclo, es de
prever que la tendencia se acentuará, con lo que nos
veríamos otra vez en una situación de déficit
exterior notable cuando nos acercáramos a los
niveles de actividad económica de 2007. Cierto que no
tan grave, pero aun así podríamos ver unos tres puntos
porcentuales de déficit por cuenta corriente, algo
a largo plazo insostenible. Eso pone de
manifiesto que el modelo productivo sigue teniendo
graves problemas.
No generamos suficientes exportaciones como para que
a nivel macro pueda sostenerse un empleo completo de la
fuerza de trabajo, y los poderes públicos no
están haciendo nada para paliar esta situación
mediante la financiación de I+D pública, el
establecimiento de mecanismos eficaces de transferencia
público-privada de tecnología o la creación de una banca
pública empresarial al estilo de la alemana. Lo único
que están haciendo es tratar de devaluar los
salarios, una política tan primitiva para
tratar de solucionar el problema del desempleo que
cuesta trabajo entender que se siga recomendando. Es
como si un médico siguiera recetando sangrías para
intentar curar a un paciente. Lo que sí que debemos
tener claro es que, sin ese cambio de modelo productivo,
ni tendremos a largo plazo pleno empleo ni seremos
capaces de pagar salarios homologables a los de la
Europa rica a nuestros trabajadores.
Rajoy toca a rebato sin apagar el fuego
El rugido del león elespanol 26 Mayo 2017
En sólo unos días, Rajoy y Puigdemont han pasado de emplazarse
mutuamente en ruedas de prensa a constatar sus insalvables
diferencias por carta. El presidente catalán escribió el miércoles
al jefe del Ejecutivo para pedirle que se siente “a negociar” un
referéndum, a lo que éste le ha contestado que no puede pactar
bilateralmente una consulta para liquidar la soberanía nacional
porque es ilegal.
Las posiciones eran conocidas desde que comenzó el pulso, pero las
declaraciones y ademanes empleados por ambas partes resultan cada
vez más vehementes y llamativos. De hecho, el uso del correo
ordinario en plena era digital resultaría cómico de no no ser el
reflejo de la gravedad de un conflicto institucional que el Gobierno
considera inminente. Según ha sabido EL ESPAÑOL, Rajoy cree que
Puigdemont aprovechará el mes de agosto para activar la denominada
ley de transitoriedad hacia la independencia, lo que pillaría al
Tribunal Constitucional de vacaciones.
Hechos consumados
Los indicios que han llevado al presidente a considerar este
escenario son muchos y sólidos. Las autoridades de la Generalitat
siempre han recurrido a una política de hechos consumados para
presentar la ruptura como un choque de legitimidades entre Cataluña
y España. La mayoría separatista reformó el reglamento del
Parlament, que ya puede aprobar las leyes de desconexión y la
convocatoria del referéndum en lectura única, con el objetivo de
minimizar la capacidad de impugnación del Estado. Esta semana,
además, se ha conocido un borrador detallado de la ley de ruptura a
la que el propio Rajoy ha tachado de “golpe de Estado” y “chantaje a
la democracia”. Y Junts pel Sí acaba de presentar nuevas enmiendas
al reglamento de la Cámara catalana para que el mes de agosto sea
hábil a partir del día 16.
Esta modificación de la actividad parlamentaria en Cataluña ha
desatado máxima preocupación en el Gobierno, que cree que Puigdemont
va a activar la independencia en vacaciones. La inquietud del
Ejecutivo está justificada. Por eso no se explica que el presidente
y sus ministros salgan en tromba a denunciar la “amenaza”, pero no
sean coherentes con la gravedad que ellos mismos reconocen y se
anticipen. La Fiscalía tiene que interrogar a la Generalitat sobre
la autoría del citado documento delictivo y dirimir así posibles
responsabilidades penales por inducir a la sedición.
Circunstancias excepcionales
En circunstancias tan excepcionales, el Gobierno debe estar
preparado para actuar de manera igualmente extraordinaria y aplicar
la suspensión de la autonomía catalana si fuera necesario. Ante este
escenario, la unidad de los partidos constitucionalistas es
fundamental, por lo que tampoco se entiende el desdén con el que
Rajoy ha recibido la reelección del Pedro Sánchez como secretario
general del PSOE.
Es lógico y oportuno que el Ejecutivo se preocupe ante los signos
cada vez más clamorosos de que el choque de trenes va a producirse.
Lo que no es normal ni sirve de nada es que Rajoy se limite a tocar
a rebato sin, al mismo tiempo, mover un dedo para apagar el fuego.
El Estado, qu'est-ce que c'est?
Santiago González El Mundo 26 Mayo 2017
Hoy, en mi columna de El Mundo
Lo del lunes en el Ayuntamiento de Madrid fue un acto sedicioso
puesto en práctica con la complicidad necesaria de Podemos y de su
alcaldesa, que no habría accedido al cargo sin la colaboración
activa del PSOE. En Madrid comenzaba a desatarse la tormenta
perfecta que amenaza al Estado desde todos los puntos de la rosa.
Cabe preguntarse en esta tesitura quién defiende al Estado. No
ciertamente el PSOE, que es un partido difunto. Que haya ganado las
primarias Pedro Sánchez no es garantía de que esté vivo, sino de que
es un líder del género fantástico, un zombie elegido por la mayoría
del camposanto. Alguna vez lo he comparado con el jinete sin cabeza
de Washington Irving en Sleepy Hollow. Carecer de cabeza no le
impedía manejar el hacha con soltura y decapitar a todo humano que
se le cruzara.
O sea que Pedro bastante tiene con lo suyo como para hacer de
contrafuerte. Tenemos al Gobierno y al Ministerio Fiscal, que no
parecen partidarios, aunque lo han expresado en términos mejorables.
Dice Rajoy que "es un chantaje querer liquidar el Estado en 24
horas". Hombre don Mariano, también lo sería en 48. El fiscal
general considera el borrador de la ley "sorprendente y extraño a un
Estado de Derecho". Extraño sí, sorprendente en absoluto. Ya no hay
lugar para sorpresas.
Algo debería hacer ya el presidente. Al fin y al cabo juró ante el
Rey "guardar y hacer guardar la Constitución" hace casi siete meses
y parece que concurren los dos supuestos necesarios para la puesta
en marcha del artículo 155: una comunidad que no cumple las
obligaciones que le imponen las leyes y/o que "atente gravemente al
interés general de España". Si no se dan ambos en el caso que nos
ocupa, tal vez debería negociarse una reforma constitucional para
eliminar el trasto inútil con una mayoría de al menos 4/5 de la
Cámara.
El invitado de Carmena blasonaba el lunes que el Estado no es tan
fuerte como su voluntad sediciosa, ni la Unión Europea para no
admitirlo como socio. Exigió el referéndum con ultimátum: si no, la
independencia inmediata. Este tipo, que no se ha leído a Max Weber,
es el representante ordinario del Estado en la Comunidad Autónoma
Catalana. Todo va haciendo juego. Un diario de Barcelona, propiedad
de un grande de España, llevaba a titular de portada ayer Puigdemont
tiende la mano, sin que la Diputación de la Grandeza se haya reunido
para decirle al Rey que entre los suyos hay un miembro indigno.
Hasta aquí llegó el nivel. El padre fundador engañó a Hacienda
durante 23 años, pero era sólo un delincuente, nunca se le pudo
suponer la estolidez que exudan sus herederos biológicos y
políticos.
A ver, Pedro, ¿tú sabes lo que es un Estado? No, pero sí sabe que
prefiere la compañía de Puigdemont o de Iglesias, incluso la de
Bildu, a la del PP. El caso es que le ayuden a mandar en lo que el
gran Luis Ciges llamaba con soberbio calembur la descojo-nación. No
importará lo que le quede de España; su ambición mezquina se
conformará con ese trozo.
El golpe de Estado
Vicente Torres Periodista Digital 26 Mayo 2017
Se sabe cómo empiezan las cosas, pero no cómo acaban. El desafío del
gobierno catalán, que lo ha hecho sin tener en cuenta la voluntad de
los catalanes y si se sigue escarbando se ve claramente que los
partidarios de la secesión eran muy pocos en años anteriores y sólo
la dejadez de los anteriores presidentes de España ha permitido que
siga creciendo, ha surgido como consecuencia de una serie de
disparates enormes y perjudica a todos, pero principalmente a los
catalanes.
Los nacionalistas no pueden presumir de haber hecho nada bueno,
porque no han hecho más que maldades y han dado motivo a que se
cometan otras. Todo el mundo entiende que si no hubieran existido
los partidos nacionalistas tampoco lo habría hecho el terrorismo, en
el caso de España, obviamente.
Todo el mundo espera que Mariano Rajoy haga algo, pero quien sí
habría hecho es Rosa Díez y no la votaron, así que el deseo de que
el gobierno tome la iniciativa tampoco es tan grande. No se tuvo en
cuenta para votar.
Por su parte, el presidente del gobierno tiene una gran capacidad
para quedarse quieto, pero antes de criticarlo por eso hay que
fijarse en el resto de los componentes de la Casta, comenzando por
el coletas y observar su afinidad con los etarras. Rajoy no puede
pretender de ningún modo que el coletas le apoye, por muy
beneficiosa que sea para los españoles la acción que pretenda llevar
a cabo. Luego está el guaperas, que ha retornado a la Secretaría
General del PSOE, cuyo ideario, según advirtió el propio Alfonso
Guerra, consiste en el odio al PP. Si el partido socialista tuviera
una actitud clara e inequívoca en este sentido, Rajoy no tendría más
remedio que actuar, pero no habría tenido necesidad de hacerlo
porque los secesionistas son sinvergüenzas pero no tontos y no se
habrían atrevido. Claro que si el PSOE tuviera una actitud correcta
en este caso habría sido Susana Díaz quien ganara las primarias. Y
queda Riverita, pero ya no hay espacio para él.
Carta de una vaca a Rajoy
JORGE BUSTOS El Mundo 26 Mayo 2017
Estimado presidente:
Me presento. Soy una vaca sin papeles, me llamo 'Margarita' y le
escribo desde el corredor de la muerte de las vacas. Como aficionado
a los refranes sabrá que uno no es de donde nace sino de donde pace,
y yo he pacido toda mi vida en Cataluña. Sin embargo, a ojos de la
Generalitat no soy lo suficientemente catalana como para seguir
viva: carezco de una trazabilidad clara, al parecer. Represento un
peligro para la salud de mis conciudadanos, que no deben mezclarse
con especies no homologadas. Yo no sé a qué le suena todo esto, pero
a mí desde luego me recuerda a Himmler, aunque él al menos ponía
mucho cuidado al entrar en casa cuando regresaba tarde del trabajo
para no despertar a su canario.
Concernida por la delicada situación en que me encuentro,
comprenderá que haya seguido con el máximo interés el intercambio
epistolar que usted ha protagonizado con mi president, el señor
Puigdemont. Hablan ustedes de soberanía, de voluntad de
entendimiento, de responsabilidad institucional; pues bien, apelo a
mi condición de bóvido residente en un Estado de Derecho para
terciar con intención constructiva en la disputa. Porque mi caso
puede ser el de muchos, y mi vida está en manos del Govern como la
de todas mis paisanas.
Invoco su Galicia natal, rica en pastos, donde tengo buenas y
numerosas amigas. Si usted alcanzó a emocionarse en un campo de
alcachofas, que ni sienten ni padecen, ¿no será capaz de apiadarse
de una vaca a la que se le niega, no ya la ciudadanía, sino la misma
vida? No se me imputa fraude fiscal, pues la esquila me delataría si
me aventurase más allá de la frontera con Andorra. Se me acusa, como
a tantos, de no ser una buena catalana, una catalana perfectamente
trazable. Soy pues víctima del peor de los especismos, que es el
nacionalismo, y a esta injusticia general se le añaden varios
agravantes: el machismo, porque me gustaría ver si se atreven con un
toro; la discriminación lingüística, porque no sé mugir en catalán;
y el animalismo singularmente obtuso de esos funcionarios empeñados
en comportarse como acémilas estabuladas en la cadena de un poder
inicuo. "Cataluña es un paraíso para nosotros", decían. "Incluso han
prohibido las corridas", decían. Que las repongan. Prefiero ver a mi
marido toreado en una plaza, donde goza de una oportunidad de
vengarse de la torpeza.
En las horas de debilidad me consuelan los veganos, que me pasan la
mano por el lomo y me atiborran de hierba. Pero yo nunca he sido una
vaca antisistema: yo creo en el capitalismo y en las instituciones,
cuyas garantías son más sólidas que la empatía cuqui. Esta gente es
de una cursilería atroz, presidente. Al próximo perroflauta que me
pida un selfi lo empitono. Yo quiero ser tema de debate en el
Consejo de Ministros, que es donde se deciden los indultos.
Soy una vaca catalana, señor Rajoy. Pero sobre todo soy una vaca
española. Y por española, europea. Como tal exijo ser tratada. Le
confieso mi alivio cuando devuelve a los cabestros del Parlament al
toril constitucional. No me abandone a su capricho. Sobre todo no me
traslade a Andalucía, donde tengo entendido que asan a las vacas con
el dinero robado a los parados.
Me despido con una advertencia a mis congéneres. Que mi sacrificio,
si ha de llegar, no sea en vano. Si nos sacrifican como vacas será
por no saber comportarnos como ciudadanos. Por mirar el Procés como
las vacas ven pasar los (choques de) trenes.
Bravamente suya, Margarita.
Verdades de mentira en TV3 Antonio Robles Libertad Digital 26 Mayo 2017
TV3 acaba de abordar el fenómeno de la posverdad, es decir, la
difusión y manipulación de informaciones falsas como si fueran
verdaderas creando una inseguridad cognitiva corrosiva. En ella, la
verdad y la mentira dejan de tener referencias inmediatas con los
hechos comprobables y pierden su función. La irrupción de las RRSS y
la creciente frivolización de los medios audiovisuales han sido el
caldo de cultivo y el medio para hacerlas virales.
No hay mayor impostura que la indecencia vestida de virtud. Y TV3 la
ha mostrado al desnudo con la emisión del programa Veritats de
mentida. Pareciera que el análisis y la crítica dedicados a las
falsas noticias, a las verdades engañosas, medias verdades o
verdades de mentira no fueran con TV3 o con la Cataluña
nacionalista. Eso sí, como hay que demostrar neutralidad en la
información, la simulan con la aparición fugaz de Pujol y su mujer
en la portada del programa. Visto y no visto, y después de ellos,
impunidad. Así se justificaba el vaciado total de las posverdades
del espacio catalán de comunicación que han sido y son claves para
construir el imaginario independentista.
Por ejemplo, muestran la asistencia de público a las tomas de
posesión del presidente Trump y el presidente Obama y la
manipulación de las imágenes que el equipo de Trump mostró para
demostrar que su toma de posesión tuvo más seguidores. Las imágenes
aéreas posteriores demuestran la posverdad. Sin embargo, el programa
de TV3 obvió las innumerables verdades de mentira de la prensa
nacionalista multiplicando por tres, cuatro o cinco veces el número
de asistentes a sus manifestaciones secesionistas. Posverdad que ha
logrado imponer como normales cifras de dos millones de personas en
espacios donde a duras penas caben 400.000. La evidencia la tenían a
mano, era construcción suya, pero prefirieron ignorarla.
Idéntica amnesia tuvieron cuando prefirieron mostrar las mentiras
económicas del exalcalde de Londres Boris Johnson durante la campaña
a favor del Brexit, en lugar de mostrar la campaña de España nos
roba del nacionalismo catalán. "Cada semana envían 350 millones de
libras a Bruselas; dediquémoslo a la sanidad pública", decían para
encabronar a los británicos contra la UE. La misma denuncia de
expolio fiscal que utilizan los nacionalistas para soliviantar a los
catalanes contra España. No era verdad, pero, tal como reconoció
después del referéndum el líder euroescéptico, la mentira iba bien
para que calara en el opinión pública. Idéntica utilización del
victimismo. Con una diferencia: prefirieron mostrar las vergüenzas
de los euroescépticos ingleses que la vergüenza propia del expolio
fiscal. Artur Más y Junqueras nos han bombardeado amparados en los
medios del régimen con la gansada de que Cataluña podría disponer de
unos 16.000 millones de euros adicionales cada año si las balanzas
fiscales no estuvieran al servicio del expolio fiscal de Cataluña o
tuviéramos el tope de solidaridad entre regiones de un 4,5%, como en
Alemania. Las dos cosas son falsas. Con ese dinero que "España nos
roba" –encizañan– se podrían prestar nuevos servicios, evitar
recortes y reducir la deuda. En buena medida, esta posverdad
desenmascarada por Josep Borrell en Las cuentas y los cuentos de la
independencia ha activado el egoísmo más primario de la gente para
engrosar las filas del independentismo. El rosario de posverdades es
infinito: una sentencia del Tribunal de La Haya que el juez Vidal
difundió siendo falsa y las Raholas de turno convirtieron en viral,
mil sandeces históricas que convirtieron en catalanes a Santa Teresa
de Jesús, Leonardo da Vinci y Colón en la misma tacada, etc. Pero no
echaron mano de ellas, porque en realidad TV3 y el procès son la
encarnación de la posverdad.
Es preocupante el grado de sectarismo del espacio catalán de
comunicación. Si la posverdad se nutre de las RRSS y ya hay millones
de personas que toman por realidad la posverdad de internet en lugar
de atenerse al principio de causalidad de la realidad empírica, en
Cataluña el ensimismamiento nacionalista ha generado una realidad
legal paralela que ha roto por completo con el pulso de la realidad.
Esa extraña patología de Puigdemont y sus clones empecinándose en
vivir en una realidad paralela a la legal tiene un reflejo en el
efecto que los algoritmos provocan en los usuarios de las RRSS al
quedar atrapados como insectos en sus propios deseos e intereses. El
algoritmo en Facebook es una herramienta estadística que descubre
patrones para ofrecerlos a las tendencias de los usuarios. Cuanto
más cerrado sea el recinto mental del usuario, más rodeado estará de
sí mismo; es decir, de aquello que él mismo y su entorno han
provocado. Algo así está provocando este bucle de gente atrapada por
sus propios delirios.
P. D. Posverdad a la catalana: un golpe de Estado de diseño. La
naturaleza de la posverdad más sucia. Porque está hecha de mentiras
camufladas por una rebelión estética, joven, deportiva, que aporte
buena conciencia. Un asco, nunca el fascismo fue tan taimado. A un
golpe de clic.
Guía para no perderse en el caos del modelo
educativo valenciano
La paralización judicial se produce en pleno proceso de admisión del
alumnado. Explicamos las consecuencias clave de la medida.
Lorena Ortega elespanol 26 Mayo 2017
El Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha
suspendido de forma cautelar el decreto de plurilingüismo valenciano
que está previsto implantarse en los colegios a partir del próximo
curso.
La suspensión no es firme, el gobierno valenciano lo va a recurrir,
pero la paralización puede entorpecer las matriculaciones porque se
produce en pleno proceso de solicitud de admisión del alumnado.
Aquí explicamos las claves de las consecuencias de la decisión
judicial sobre el modelo lingüístico educativo de la Comunidad
Valenciana.
¿En qué afecta la suspensión?
La hoja de ruta del gobierno valenciano establece que el decreto de
plurilingüismo se tiene que implantar en el curso 2017/2018 para los
niveles de Infantil (de 3 a 5 años). Cada centro educativo ha
elegido ya el nivel lingüístico que va a aplicar a partir de
septiembre. El decreto paralizado supone cambiar el sistema vigente
hasta ahora y en el que se podía escoger entre estudiar en línea en
castellano o en línea en valenciano en el mismo centro (en la
práctica, supeditado a las plazas disponibles y con centros con solo
una línea) a una única opción por cada centro.
Los colegios han elegido ya el nivel de plurilingüismo para
Infantil. Los niveles van desde estudiar todo en castellano –salvo
las asignaturas de valenciano e inglés- a estudiarlo prácticamente
todo en la lengua propia valenciana. A más valenciano se introduce
también más inglés hasta el punto de terminar la escolarización no
universitaria con acreditación en idiomas. Más de la mitad de los
centros han elegido niveles avanzados de valenciano dando un vuelco
a la actual situación en la que un 34% de las escuelas tenían línea
en valenciano.
La suspensión se produce en pleno proceso de admisión, así que los
padres se pueden encontrar con casos en los que opten por un centro
por un nivel determinado de plurilingüismo que finalmente no pueda
ser aplicado.
¿Qué está recomendando la Consejería de Educación y las AMPA?
La Consejería de Educación que dirige Vicent Marzà (Compromís)
defiende que la suspensión cautelar no es firme y que van a
presentar recurso. Tiene cinco días de plazo para hacerlo. Este
departamento sostiene que el decreto ha pasado varios filtros
jurídicos y que la suspensión no afecta al proceso de admisión del
alumnado. Así que, lo que se está trasladando, también por parte de
la asociación de padres mayoritaria en la Comunidad Valenciana, la
Gonzalo Anaya, es que las solicitudes de centro se hagan como se
tenía previsto.
La presentación de solicitudes finaliza el próximo lunes, antes de
que acabe el plazo para que el Consell recurra y, por tanto, antes
de que el TSJ haga firme la suspensión o la levante despejando el
proceso de matriculación. Por ello, desde la Confederación
Valenciana de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (COVAPA),
la segunda con más representación en la Comunidad Valenciana pero la
de mayor implantación en la provincia de Alicante (donde el decreto
ha despertado mayor contestación social), piden que se amplíe el
proceso de matriculación o se inicie un nuevo proceso. “Hay familias
que tienen a un hijo en un centro y que han elegido otro centro para
otro hijo porque se adecúa más a su proyecto lingüístico, las
familias tienen que tener tiempo de rectificar si la suspensión
prosigue”, dice el presidente, Ramón López.
El lunes acaba el plazo para que los padres soliciten centro, aunque
el plazo de matriculación oficial no arranca hasta el 20 de junio.
¿Qué pasa si el centro no puede aplicar finalmente el nivel
lingüístico elegido?
Entre las principales dudas de los padres está la de saber qué
pasará si finalmente la suspensión sigue vigente para el inicio del
curso que viene y han optado por un colegio específico para sus
hijos únicamente porque la escolarización se hará en el nivel
lingüístico que quieren para ellos. Por ejemplo, si habían elegido
el más avanzado en valenciano y no se puede aplicar. O si han optado
por un centro distinto al de los hermanos solo por el nivel
lingüístico.
En este caso, Marius Fullana, el presidente de la Confederación
Gonzalo Anaya (la mayoritaria en la Comunidad Valenciana con 1.100
AMPA, que ha defendido los niveles avanzados de valenciano),
sostiene que los padres pueden cambiar de centro a posteriori, tal y
como se hace ahora con casos puntuales. El problema es si esto se
produce de forma mayoritaria la magnitud de este supuesto implicaría
la necesidad de más medios. Lo mismo que puede ocurrir, dice
Fullana, si la suspensión sigue vigente y hay que volver atrás en su
implantación. “Volver atrás significa mucho cambio, puede implicar
retrasos en otros procesos como el banco de libros, solicitudes de
comedor, etc”, apunta.
¿Qué plan B maneja Educación si no se levanta la suspensión antes
del inicio del curso?
Desde la Consejería aseguran que, por el momento, no contemplan este
supuesto. De hecho, sostienen que la medida cautelar de suspensión
del decreto “no afecta al proceso de admisión” que finaliza el
próximo 29 de mayo.
“Este proceso continúa exactamente igual y con total normalidad”,
han afirmado. Las asociaciones de padres sí están recibiendo
consultas de padres preocupados con la paralización del plan
lingüístico.