El desconcierto constitucionalista ante la
anunciada comisión de un delito
EDITORIAL Libertad Digital 30 Agosto 2017
A pesar de que el portavoz de la Generalidad, Jordi Turull, ha
proclamado la disposición de los golpistas a aprobar las
inconstitucionales leyes de ruptura sin pasar siquiera por el
Parlamento regional catalán, sino mediante un decreto ley; y a pesar
de que el propio Puigdemont se ha mostrado favorable, incluso, a que
su quimérica república catalana disponga de un ejército propio, el
presidente del PP catalán, Xabier García Albiol, ha asegurado
categóricamente que "altos responsables del Gobierno de Cataluña"
son "plenamente conscientes" de que el ilegal referéndum
secesionista del 1 de octubre "no se va a celebrar". "Es cierto que
hay una parte de ellos, como Puigdemont y Junqueras, que sí lo
creen", admite Albiol; "pero", añade, "otros saben que no se va a
celebrar porque el Gobierno de España no lo va a permitir".
Nada resultaría más grato que felicitar a Albiol por su pronóstico
si, llegado el 1-O, se comprueba que, efectivamente, el Gobierno de
España ha logrado evitar lo que no se atrevió a impedir el 9 de
noviembre de 2014. Sin embargo, a día de hoy su optimismo no tiene
fundamento alguno, y se podría decir incluso que es irresponsable.
Resulta, por otro lado, sumamente representativo de la colosal
contradicción en que está incurriendo el campo constitucionalista,
que por una parte afirma que la nueva consulta secesionista no se
celebrará y, al mismo tiempo, aboga por que sea la Justicia quien
castigue lo que, a su juicio, no se va a producir. Tremendo.
Al margen de que una cosa es evitar la comisión de los delitos de
malversación de fondos públicos, prevaricación, desobediencia y
usurpación de funciones que entraña el 1-O y otra muy distinta
castigarlos, el único consenso que impera entre la somnolienta e
indolente clase política constitucionalista consiste en airear la
obviedad de que lo que se está perpetrando desde la Administración
autonómica catalana choca frontalmente contra el ordenamiento
jurídico. Fuera de eso, no hay la menor coincidencia en la forma de
afrontarlo. Las declaraciones que ha hecho este lunes la socialista
Margarita Robles, partidaria de que el 1-O el Gobierno ordene
retirar por la fuerza las urnas de la ilegal consulta, no son
representativas de un PSOE que lo apuesta todo a algo tan
contraproducente como intentar contentar a los golpistas con una
reforma constitucional que admita lo inadmisible: que Cataluña es
una nación y España, un "Estado plurinacional".
Poco después, la propia Robles se ha visto obligada a aclarar que
sólo planteaba "una cuestión puramente jurídica"; "desde el punto de
vista político, espero que esa situación nunca llegue a producirse,
precisamente por que actúe la política, por que haya sentido común y
haya diálogo", ha añadido.
Nada que objetar a las primeras declaraciones de Robles: "Ante el
conocimiento de cualquier acto preparatorio para la comisión de un
hecho delictivo, la obligación es impedir que se cometa ese hecho
delictivo". El caso es que se tiene conocimiento de que los
golpistas pretenden perpetrar una nueva consulta secesionista desde
hace más de un año, y resulta surrealista que haya que esperar al
1-O para realizar una circense y teatral retirada de urnas que bien
pudiera dar lugar a enfrentamientos perfectamente evitables. En
ningún otro país democrático se hubiera permitido a nadie ostentar
cargo público alguno mientras manifestara y mantuviese su intención
de atentar tan gravemente contra el ordenamiento jurídico como lo
están haciendo los mandatarios regionales de Cataluña desde 2012.
Ciertamente, hay una vía política, al margen de la judicial, para
poner fin al subversivo proceso secesionista; pero no pasa por ese
diálogo político con el que tantos encubren su apuesta por contentar
a quienes no se van a contentar ni merecen ser contentados. Se trata
de una medida estrictamente política, la aplicación del artículo 155
de la Constitución, que no pretende castigar penalmente a nadie por
ningún delito cometido, sino evitar que desde las propias
instituciones del Estado –las Administraciones autonómicas lo son–
se pueda atentar gravemente contra los intereses de España.
Aunque se necesitaría más tiempo que lo que queda para el 1-O para
llevar a cabo, en aplicación de dicho artículo, la suspensión de la
Administración regional catalana, ¿alguien en su sano juicio cree
que, pasada esa fecha, los sediciosos mandatarios regionales se van
a convertir en escrupulosos observantes del ordenamiento
constitucional? Pues eso parecería creer –o quiere que se crea– el
secretario de Comunicación de Ciudadanos, Fernando de Páramo,
empeñado en asegurar que "estamos ante los últimos días del
proceso".
Ojalá no sea así, pero es de temer que el auspicioso pronóstico del
representante de Ciudadanos sea tan infundado e como el de Albiol,
dignos representantes ambos de una clase política constitucionalista
instalada en una tan cómoda como insensata ceguera voluntaria.
El precio prohibitivo
Nadie estará dispuesto a asumir el drama
Hermann Tertsch ABC 30 Agosto 2017
Cataluña no se va a independizar. No lo va a hacer por muchos
motivos, pero uno capital es que nadie está dispuesto a generar ni
soportar la violencia que sería necesaria para romper España. Y
mucho menos la violencia que resultaría de la misma y que se
extendería por toda la geografía española y quizás por la cada vez
más inestable Europa. Nadie quiere esa violencia salvo despojos
minoritarios de la sociedad del bienestar y la tolerancia
malentendida. Que una siniestra alianza entre estos radicales
urbanos, fanáticos aldeanos y políticos inmorales haya puesto en
jaque a un Estado del Primer Mundo como es España se debe a
debilidades del sistema, de los partidos y de unos políticos ya
todos producto de una selección negativa propia de regímenes
socialistas. Por eso el mensaje nacionalista ha tenido tiempo, poder
y dinero para convencer a sectores amplios de la sociedad de que
ellos los protegen mejor que España. Porque en España han gobernado
políticos dispuestos a entregar a los nacionalistas los recursos
para el engaño a cambio del apoyo para su propio autoservicio. Los
partidos, convertidos todos en agencias de contratación con libre y
consensuado acceso al erario, se sirven del Estado, esquilman a la
clase media y pactan lo que sea con quien sea con tal de seguir
haciéndolo.
Así se ha llegado al final de fiesta. Porque parte de los
privilegiados ya no tienen otros privilegios que exigir en trueque o
chantaje que los símbolos supremos de estado-nación. Con los que
seguirían sirviéndose de su estado y esquilmando a su clase media.
Aunque sea ya imposible pedirles a muchos siquiera que conciban una
reacción del actual Gobierno de España con la firmeza y contundencia
necesarias para poner fin a la deriva criminal del gobierno de la
Generalidad, llega el momento en que es imposible ceder, simular o
despreciar, esas tres pasiones de Rajoy. Y habrá que ver quién puede
más, como dice un Trapero Mayor de los Mozos de Escuadra, en
referencia a su gente armada por un lado y las Fuerzas de Seguridad
del Estado por el otro. No debe tener ninguna duda. En Cataluña
escasean las verdades. Y hay una arrolladora: hay muchos más
españoles, también en Cataluña, capaces del sacrificio personal por
España, incluido el último y supremo, que nacionalistas dispuestos a
ofrecer no ya la vida o la salud, siquiera su patrimonio, empleo o
pensión por defender el proyecto de secesión y destrucción de
España.
Solo conocemos separatistas en tiempos de bonanza en los que estar
contra España y la legalidad granjea pingües beneficios, mientras
defender España y su Constitución solo desgracias y represalias. Hay
que conocer poco al ser humano para no saber que de cambiar esas
condiciones cambiarán muchas opiniones. Un nauseabundo producto de
la degradación moral e intelectual de la sociedad catalana, Gabriel
Rufián, era un españolito más que se hizo separatista cuando vio el
nicho laboral. El negocio le salió redondo. Pero tal como es, con
mucho dinero español y a diario en todas las teles. No para acabar
en una trinchera. Entre los errores más terribles de los gobiernos
de Madrid estuvieron la entrega de competencias clave para la
siembra del odio y la retirada de símbolos e instituciones de España
de aquella región. Y muy especialmente la callada aceptación de la
viabilidad de la destrucción pacífica de España. Se propagó la
disparatada quimera de que sus partes rotas lograrían esa
convivencia armónica supuestamente inviable en la España unida. De
que la aventura sería gratis. Se debió dejar claro hace mucho que
España no puede romperse sin violencia y sin sangre. Que el precio
del capricho de unos pocos es demasiado alto.
Herrera explota en COPE contra la última
"mentira" catalana: "Hasta los huevos"
ESdiario 30 Agosto 2017
El locutor de la emisora de los obispos ya no puede más. El último
órdago ilegal catalán ha colmado el vaso de su paciencia y ha hecho
el peor de los augurios para los ciudadanos catalanes.
No se habla de otra cosa. La ley de ruptura catalana ha extendido la
preocupación por toda la sociedad y ha copado los editoriales de
todos los medios. También en la radio, donde Carlos Herrera terminó
explotando contra lo que considera una gran mentira que sólo puede
acabar de la peor de las maneras.
Según el locutor de COPE, "asciende lo que Juntos por el Sí,
empujados por la CUP, aprobaron en el Parlamento de Cataluña, la Ley
de Transitoriedad Jurídica. No deja de hacer una aviso de los pasos
que se están dando para un pequeño golpe de Estado. Pero es todo
mentira, no es ninguna ley ni es de ninguna república. Pero que hará
al final del proceso llegue un momento de fricción".
A juicio del director de Herrera en COPE "para un independencia la
gente tiene que salir a la calle, tiene que haber sangre, y la gente
no está dispuesta". En este punto recordó que "si Cataluña quisiese
ser independiente lo hubiera sido hace mucho tiempo. El primer
intento fue en la I República con Estanislao Figueras (y el primer
presidente de la República, Don Estanislao Figueras, dimitió con la
frase: “Estoy hasta los huevos de todos vosotros") y el segundo
Maciá en el 31 y la tercera de Companys en el 34, con Lerroux en el
Gobierno. Dura dos días Companys y empiezan a salir de las
alcantarillas".
No obstante, señaló Herrera, "los tiempos han cambiado. Sin algo más
que el deseo de un golpe de Estado tú no creas una república. Para
tapar lo de la manifestación no hay nada como una ley bolivariana.
Las auténticas víctimas del proceso son los que viven en Cataluña,
no los que vivimos en Sevilla. Es la comisión de un delito".
En su opinión, "es un debate jurídico. Ninguna ley puede derogar una
Constitución, ninguna. Habría amnistía para los líderes
soberanistas. Le obliga a tener la nacionalidad catalana. Y luego,
la deuda que tiene Cataluña acumulada por el desastre administrativo
de los gobiernos de Cataluña, esa no se paga. Y como somos guay y
cool, no vamos a tener ejército".
Y para terminar, el peor de los augurios: "Le estoy diciendo lo que
hay, en qué consiste esto. Al final, esto acaba con unos que quieren
hacer una cosa delictiva y otros que tienen que impedirlo en nombre
de la ley, y eso crea fricciones. La fricción es inevitable".
Los antisistema con coche oficial
Amando de Miguel Libertad Digital 30 Agosto 2017
Las únicas aportaciones originales de los españoles a la historia de
los movimientos políticos contemporáneos han sido el carlismo y el
anarquismo. Puede que fueran dos versiones antitéticas de lo mismo.
Un hispanista tan apasionado por todo lo español como el inglés (del
grupo exquisito de Bloomsbury) Gerald Brenan encontró la clave para
entender su Laberinto español en el anarquismo. También es curioso
que, llegado el momento de la Transición democrática de 1977, se
recobraran todas las formaciones políticas del pasado, excepto el
anarquismo. No apareció de momento, pero, pasado el plazo de una
generación, se presentó con brío juvenil un remedo de la vieja
acracia española. Me refiero a esa repelente mixtura que forman las
mesnadas de Podemos con las Mareas gallegas, la catalana CUP
(Candidatura de Unidad Popular) y los antisistema de todos los
pelajes. Parecerán excrecencias, pero siempre fueron veleidades
admiradas por otros militantes de la izquierda.
No hay más que recordar el lamentable soneto de Antonio Machado, que
así se cierra: "Si mi pluma valiera tu pistola/ de capitán, contento
moriría". Es un homenaje a Enrique Líster, el famoso revolucionario
anarquista que traicionó a los suyos y llegó a ser general del
Ejército soviético con Stalin. Organizó la lucha de los maquis
españoles en los años 40. Murió tranquilamente en 1994, tras
regresar a España en 1977. Antonio Machado no tuvo tanta fortuna.
Otro ejemplo imperecedero de fervor anarquista es la célebre novela
y película de Ernest Hemingway Por quién dobla la campana. Por
cierto, no se sabe por qué el traductor se empeñó en que fuera Por
quién doblan las campanas. Esa obra del enamorado de España supuso
un enaltecimiento internacional de los anarquistas y comunistas
españoles durante la guerra civil.Perdieron la contienda, pero
gozaron de una buena prensa. Todavía hoy se repite en todo el mundo
y en castellano el grito de la Pasionaria: "¡No pasarán!". Bueno,
realmente pasaron, pero esa es otra historia.
Bien es verdad que los antisistema hodiernos no son tan líricos ni
tan patibularios como sus ancestros. Baste decir que normalmente han
pasado por la universidad, lo cual tampoco es una garantía, vista lo
jamona que está últimamente el alma mater. Hoy algunos másteres se
hallan al alcance de cualquiera.
Los actuales antisistema no reniegan de las mieles del poder
político. Antes bien, se valen de todas las trapacerías para
participar de las coaliciones que gobiernan o van a gobernar. Al
menos se envanecen con algunos altos cargos municipales o
regionales, lo suficiente para poder disfrutar de coche oficial,
aparte de otras sinecuras. ¡Qué gran cosa debe de ser hacer la
revolución sin apearse del coche oficial! El cual requiere al menos
dos turnos de chóferes, no vaya a ser cosa de explotar al obrero.
Se entiende que estos nuevos populistas recobren, embelesados, las
viejas palabras del anarquismo histórico: federación, solidaridad,
reparto, acción directa. Tampoco hacen muchos ascos al entendimiento
con los terroristas. ¿No han llegado a decir los de la CUP que el
verdadero terrorista es el Rey? La auténtica alma anarquista se
revela al propiciar la okupación de algunas viviendas, por lo
general de gente humilde. Puede ser una extraña forma de
solidaridad. Intentan recuperar el sueño del reparto, no tanto con
la nacionalización de los latifundios como con la de las grandes
fortunas. Claro que no pasan de una especie de proyecto utópico para
satisfacer las ansias idealistas. De lo que no se privan es de la
alianza con los separatistas, ahora considerados como soberanistas.
Todo sea por disfrutar del coche oficial de alta gama.
Contacte con Amando de Miguel fontenebro@msn.com
******************* Sección "bilingüe"
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Inseguridad jurídica, el gran lastre invisible de la
economía española
La lentitud de la Justicia, la arbitrariedad legislativa o la débil
protección de la propiedad privada hacen mella en el crecimiento de
España.
Diego Zuluaga Libertad Digital 30 Agosto 2017
Asentada la recuperación, es propicio preguntarse cuáles son los
puntos flacos de la economía española, vista la proximidad de la
siguiente recesión -la experiencia histórica es de una contracción
cada siete años- y la realidad de que aún nos encontramos por debajo
de la media de la eurozona en PIB per cápita. ¿Cómo mitigar el daño
de la próxima crisis y converger más pronto que tarde con las
economías más prósperas del mundo?
En los tiempos que corren, tanto por sus consecuencias políticas
como por el impacto mediático, podría pensarse que el separatismo en
Cataluña y el sangriento terrorismo islamista presentan las amenazas
más sobresalientes al bienestar futuro de los españoles.
Si bien es cierto que la incertidumbre creada por el independentismo
probablemente esté frenando la inversión de forma temporal, los
efectos permanentes se reflejarán más en una redistribución del
capital y las empresas hacia el resto de España que en una pérdida
neta de producción. Ésa por lo menos ha sido la experiencia en
países como Canadá y Gran Bretaña que recientemente han sufrido
fenómenos similares.
Del mismo modo, aunque los estudios académicos indican que el
terrorismo etarra redujo el PIB del País Vasco en diez puntos
porcentuales entre 1975 y 2000, gran parte de este impacto respondía
a la persistencia del terrorismo nacionalista vasco y a la
expectativa de que continuara en el futuro. La violencia islamista,
sin embargo, opera de manera casi aleatoria -tanto en la selección
de los lugares como de las víctimas- y es discutible su permanencia
con la inminente derrota del ISIS. Pese al coste humano y
psicológico, se calcula que el 11-S redujo el crecimiento
estadounidense en sólo medio punto porcentual, que de todos modos se
recuperó en los trimestres siguientes.
Débil protección de la propiedad
Por el contrario, uno de los factores que históricamente ha relegado
a la economía española a la segunda división de los países
desarrollados es la inseguridad jurídica. Nos referimos
fundamentalmente a la proverbial lentitud de la Administración
Pública, la propensión de sucesivos gobiernos a cambiar marcos
legislativos clave de forma frecuente y arbitraria, y en general a
la débil protección de los derechos de propiedad. La corrupción
política refleja en parte esta falta de robustez institucional que
otorga al político el papel de valedor de causas particulares.
Es ya ampliamente conocido el atasco de causas a todos los niveles
de la Administración de Justicia. Y lo preocupante es que en algunos
casos las dilaciones van en aumento. Según las estadísticas del
Consejo General del Poder Judicial, los procesos por expropiación
forzosa tardaron en 2016 una media de 16 meses en dirimirse, cuatro
meses más que en 2007. En el caso de los conflictos colectivos, la
duración media fue de más de once meses -llegando a 58 en Baleares-
cuatro veces más que al comienzo de la crisis. Esta tendencia al
alza se observa también en procesos por despido, accidentes de
trabajo y medio ambiente.
La arbitrariedad legislativa es otro problema acuciante para las
empresas que operan en España. El ejemplo reciente más paradigmático
es la retirada a partir de 2010 de las subvenciones de tarifa a las
energías renovables. Ello nos ha convertido en el país europeo con
más pleitos pendientes en el Tribunal de Arbitraje del Banco
Mundial, duplicando el número de casos del segundo, la corrupta y
dictatorial Hungría. Lo grave no es el cambio legislativo en sí, ya
que los subsidios verdes de la era Zapatero habían dilatado el
déficit de tarifa e inducido una sobrecapacidad difícilmente
sostenible incluso en los últimos años del boom, sino la imagen de
país chapucero que transmite de España, ahuyentando la futura
inversión extranjera en proyectos de envergadura.
Alquiler y okupas
Pero quizá la debilidad estructural más grave en lo que al régimen
legal se refiere es la endeble protección de la propiedad privada
frente a invasiones públicas y privadas. Sólo en los últimos años
hemos comenzado a recuperarnos de la devastadora decisión de Franco
-más socialista de lo que comúnmente se reconoce- de congelar los
alquileres en 1946. Su Ley de Arrendamientos Urbanos destruyó en la
práctica el mercado del alquiler en España durante medio siglo, y
sólo con el estallido de la burbuja inmobiliaria ha vuelto a crecer,
aunque sus dimensiones son aún muy inferiores a las de mercados
europeos como el alemán o el británico.
Al legado de intervención franquista se une ahora el fenómeno de los
okupas, parapetados tras Podemos y grupos afines, y frente a quienes
los propietarios se encuentran indefensos por la pusilánime
respuesta judicial a semejante usurpación. Conviene recordar que
países de nuestro entorno que llevan más tiempo sufriendo
ocupaciones tienen en la actualidad regímenes mucho más estrictos
para contrarrestarlas. España, en cambio, sitúa la balanza en contra
de los propietarios. No sorprende, por tanto, que el último Índice
Internacional de Derechos de Propiedad nos sitúe a la cola de Europa
occidental, sólo por delante de Grecia e Italia.
La inseguridad jurídica es una barrera a la inversión doméstica y
extranjera. La expectativa de costosos y prolongados procesos
judiciales aplaca la voluntad inversora de las empresas, reduciendo
de este modo la productividad de los trabajadores y la ocupación. La
arbitrariedad legislativa y la falta de vigor en la defensa de la
propiedad privada apuntan en la misma dirección, hacia menos
inversión, menos producción y menos oferta. No es gratuito que los
países más ricos del mundo usen el sistema legal anglosajón y
escandinavo, ambos reconocidos por su relativa transparencia,
estabilidad y firmeza. Si queremos igualarlos, España deberá seguir
su ejemplo.
Diego Zuluaga es economista e investigador del Institute of Economic
Affairs de Londres.
Nazismo cultural
Fran Carrillo okdiario 30 Agosto 2017
Todo movimiento político surgido de una idea romántica o
revolucionaria parte siempre de una consideración de oprobio frente
a la que oponen una existencia sentimental consciente. El éxito y
pervivencia de dicho movimiento necesita, a posteriori, de una
mayoría social evidente que respalde la fechoría emocional que
comete. Lo minoritario es difícil que subsista más allá de acciones
puntuales. En Cataluña, hoy, se repiten esquemas conocidos ya
concebidos. El procés combina la modernidad de un movimiento utópico
y revolucionario con las apelaciones románticas de regreso a un
pasado que nunca existió, pero que conviene construir a base de
mitos y educadores subvencionados. El crecimiento del seny indepe se
debe al odio visceral de pertenencia al régimen democrático del que
procede y sin el cual ninguna manifestación, violenta o no, se
produce. Matar a la madre, la democracia, como prueba de fuerza, es
sin duda la tensión de la que nace todo lo demás.
Al procés actual lo apoya una sugerente clase media, nacida de esa
burguesía catalana que pasó de ser española a secesionista de la
noche a la mañana. Votantes siempre de partidos
liberal-conservadores desde los tiempos de La Renaixença, esa
burguesía que admiraba a Cambó y leía a Vicens Vives y Plá, abraza
ahora las burradas tuiteras de santos rufianes y arcángeles
gabrieles. Cataluña del revés. Pero, sobre todo, el procés se
asienta en las masas despolitizadas de jóvenes que, desde la
pubertad de su radicalismo, han capitalizado la causa de forma
irreverente. Destrozan socialmente aquello que siempre unió a
Cataluña: el sentido común.
Sin suborganizaciones creadas ad hoc para la causa, ningún entramado
es posible. Ian Kershaw, el mejor biógrafo de Hitler, ya habló de la
importancia de estas entidades para configurar un orden totalitario
en su magna obra, ‘Hitler: 1889-1936’. Alienar la cultura a través
de los valores forma parte de toda estrategia soberanista. Para ello
es preciso construir un nuevo panorama que rehúse todo tipo de
influencias, sobre todo si son españolas. Priorizar por un lado lo
catalán (lengua, familia, raza) y fomentar las virtudes del pueblo
elegido, al que enfatizan por delante de todo valor individual,
constituye el quehacer nacionalista. La Heimat (tierra de origen) y
el Volk (pueblo) como origen y destino del mismo delirio
totalitario. Han desarrollado un sistema de sincronización de las
diferentes organizaciones sociales y culturales con la política e
ideología del procés, alterando en muchas de ellas su esencia de
nacimiento. La propaganda que acompañó al acto del otro día, una
manifa que acabó en retrato de la infamia, nutre de contenido cada
acto del gobierno y acólitos. Todo lo que no entre en ese ecosistema
es literalmente censurado.
La ANC, Omnium Cultural y tantas otras, recuerdan a esa
Reichskulturkammer (Cámara de la Cultura del Reich) que aglutinaba
las diferentes entidades e inquietudes culturales y artísticas de la
patria, y quien regulaba la pureza de los movimientos estéticos del
Reich. La cultura sirve cuando la propaganda lo decide. Sublimar el
arte por el arte no es tarea de los totalitarios, sino vigilar la
pureza de su substancia, para que nadie quiebre su inmaculado origen
(catalán). El procés quiere ganarse el corazón del pueblo mediante
el terror, la amenaza, el chantaje y el mito constante de la
opresión, y para ello es necesario que la sociedad inhale unos
valores culturales, lo que el historiador alemán Mosse llamó una
“cultura total”, que nadie cuestione, que abrace el común objetivo
de la independencia, eco romántico de un periodo en el que el hombre
sólo es hombre si sirve a un propósito, aunque ello le convierta en
parte de un rebaño adocenado.
Cataluñistán
Manuel Molares do Val Periodista Digital 30 Agosto 2017
Cataluña crea soñadores extraordinarios, calenturientos,
capaces de reír al lado del Rey en los momentos más trágicos, como
Ada Colau en el primer homenaje a los entonces quince, hoy 16,
asesinados por una banda de jóvenes yihadistas en su ciudad,
Barcelona, y en Cambrils.
Algo así hacía Dalí, el genio catalán por antonomasia, ante el
cadáver de algún amigo. Y es que en Cataluña hay quienes llegan a
dominar instituciones para hacer genialidades como proclamar la
independencia.
Para lograrla Jordi Pujol patrocinó como otra genialidad en los 1990
la Fundación “Nous Catalans” para integrar a los inmigrantes,
especialmente musulmanes, en la catalanidad activa y posible
independentismo frente a su verdadero país de acogida, España.
Esperaban generaciones de musulmanes que hablaran solo catalán y de
Cataluña sin incidir en la necesidad de adaptar sus creencias a los
valores occidentales; lo lograron con esas mujeres veladas,
familiares de los terroristas, que dicen no haber conocido sus
intenciones, ya, ya.
Así fueron creando Cataluñistán, y ahora los españoles nos
encontramos con que el islam violento se apodera de jóvenes educados
para el independentismo catalán.
Lo que explica la carta abierta de una educadora social que atendió
a los futuros terroristas en los colegios de Ripoll que llora porque
eran muy buenos catalanes y que como los ha matado la policía se
quedó sin “mis niños”.
Un sentido de culpabilidad impregna los medios informativos
regionales, no por el fracaso de la conversión a la mentalidad
occidental de los 600.000 musulmanes actuales en Cataluña, sino por
no haber logrado transmitir el amor en exclusiva a esa nación
separada de España con el sueño genial de Pujol de los “Nous
Catalans”.
Ahora “mis niños” se proponen imponer el Califato en Cataluña y
luego en toda España, pero en catalán.
Barcelona, qué solos se quedan los muertos
Javier Caraballo El Confidencial 30 Agosto 2017
Qué solos se quedan los muertos en España. ¿Cuánto ha pasado del
atentado? ¿10 días, 12? ¿Desde cuándo no importan las víctimas del
atentado de las Ramblas? Acaso los muertos ya llegaron olvidados a
la manifestación que se convocó en su nombre, su entierro público, y
eso es como morir dos veces, una sensación extraña, de hastío y de
pena, que ya la cantaba el poeta: “No sé; pero hay algo / que
explicar no puedo, / algo que repugna / aunque es fuerza hacerlo, /
el dejar tan tristes, / tan solos los muertos”.
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ya dijo que el
atentado de Barcelona no iba a cambiar la hoja de ruta de la
independencia, pero lo que nadie esperaba es que las paletadas de
olvido sobre las víctimas de las Ramblas iban a taparlo todo tan
pronto y, sobre todo, que subrepticiamente se fuese a utilizar el
atentado como la plataforma definitiva para lanzar sobre la mesa el
órdago independentista.
Lo que ocultaban aquellas declaraciones, que entonces parecían
grotescas, de Carod-Rovira era esto, la aceleración del 'procés'.
Sobre la tragedia del atentado, el antiguo líder de Esquerra dijo
aquello de que, “por primera vez, en 37 años, el Estado no ha
existido” y acaso pensábamos que se trataba solo de una provocación
más, una chulería, un despropósito cargado de miseria moral. Cuando
todavía hay víctimas del atentado, debatiéndose entre la vida y la
muerte, ¿cómo puede nadie pensar en estrategias políticas? Pero era
así, un cálculo preciso de cómo el atentado de Barcelona podía
servir para espolear la ‘hoja de ruta’ de la independencia. No solo
no la iba a frenar ni a interrumpir, como sostenía Puigdemont, sino
que serviría para reactivarla.
El atentado de Barcelona se ha convertido, 'de facto', en el
preámbulo de las leyes de desconexión, por eso ayer se presentó todo
el paquete de golpe. Como si la gestión del atentado por parte de
los Mossos d’Esquadra se hubiera convertido en el primer paso, 'de
facto', de la independencia. Por eso dijo Carod lo que dijo, para
grabarlo en la mente de los suyos: la independencia ya ha comenzado.
Tantas son las tergiversaciones de la historiografía catalana que,
al final, este solo sería un episodio más. Desde el 11-S de la
mítica Diada hasta ahora, cada paso de la historia de Cataluña se ha
manipulado y manoseado para hacerlo pasar como un acto de
sublevación a favor de la nación catalana que nunca existió. Ya lo
advertía Josep Pla en los albores de la democracia, que se estaba
fabricando una historia de Cataluña que nunca había existido, y lo
que ha ocurrido desde entonces, en estas casi cuatro décadas de
autogobierno, es que se ha impuesto la oficialidad de una memoria
inventada y se han aniquilado, silenciado, marginado o ignorado las
voces de intelectuales que no se ajusten a la doctrina.
“Hay historiadores catalanes —o se llaman así, hay de todo— que
tienen un proyecto de país y buscan que la historia les dé la razón.
Y fabrican más memoria que historia”, dijo en una entrevista hace un
par de años el rector de la Universidad de Lleida, Roberto Fernández
Díaz, cuando se condenó él mismo a la irrelevancia catalanista por
desmontar algunos de los mitos del nacionalismo.
En la cadena de fabricación de la memoria inventada, de la que
hablaba el rector, el atentado de Barcelona se ha comenzado a
manosear, casi desde el mismo día, para intentar convertirlo en el
último eslabón: la tragedia de las Ramblas como demostración de
autosuficiencia de un país que ya funciona como Estado independiente
y tiene sus propios héroes. Ya lo decía Rufián cuando se oponía a la
presencia del rey Felipe VI en la manifestación, y ahora debemos
entenderlo con la perspectiva de la manipulación de lo sucedido: "La
manifestación del 26-A la deben liderar héroes por su cometido y no
reyes por su apellido”.
Los elogios al trabajo de los Mossos d'Esquadra, las alabanzas
constantes al jefe de esa policía, Josep Lluís Trapero, no eran al
trabajo policial, sino a la simbología que, de repente, se estaba
creando, para hacerles ver a los catalanes que el proceso ya se
había puesto en marcha, que la República catalana ya tenía su
propias fuerzas y cuerpos de seguridad, su propio ejército, sin
necesidad de que ningún otro le prestase ayuda o colaboración.
Llegará un día, acaso, en el que todo esto lo recordaremos como un
tiempo de delirios incontrolables y también de silencios y de
complicidades. Llegará un día en el que España dejará de ser un país
con una constante inclinación hacia la autodestrucción, en el que el
interés de todos sea mirar al futuro, trabajar juntos, y recuperar
el pasado solo para superarlo y nunca jamás repetirlo. Llegará ese
día y, aunque no lo veamos, alguien rescatará como una muestra más
de infamia el atentado de Barcelona y lo pronto que se olvidaron de
los muertos porque la urgencia estaba en aprovechar el momento para
agitar los planes rupturistas de un puñado de políticos. Y entonces
solo podrá repetir otra vez aquellos versos para consolar su
incredulidad ante lo que había sucedido. “No sé; pero hay algo / que
explicar no puedo, / algo que repugna”. Ay, Barcelona, qué solos se
quedan los muertos.
Ciudad muerta
José María Albert de Paco Libertad Digital 30 Agosto 2017
1) El islam es una religión de paz que nada tiene que ver con el
terrorismo. La guerra que libra el islamismo contra la civilización
rinde, de manera más o menos cotidiana, matanzas de infieles,
crímenes de honor, ablaciones de clítoris, jurisprudencias basadas
en el ojo por ojo y, en general, estados de opinión contrarios a la
democracia. Alá es el único dios en cuyo nombre se sigue asesinando
en el siglo XXI, y al margen de disquisiciones teológicas o
etimológicas sobre conceptos como el de sharía, no parece pertinente
dejar de lado esa evidencia a la hora de abordar sucesos como el de
Barcelona. Un hombre tan poco sospechoso de islamofobia como Mario
Vargas Llosa ha llamado la atención al respecto en infinidad de
ocasiones. Esta reflexión, por ejemplo, tan afable como certera,
corresponde a un artículo publicado en El País hace 4 años: "Tengo
algunos amigos musulmanes y todos ellos, personas cultas, modernas,
tolerantes, genuinamente democráticas, me aseguran que no hay nada
en su religión que no sea compatible con un sistema político de
corte democrático y liberal, de coexistencia en la diversidad,
respetuoso de la igualdad de sexos y de los derechos humanos. Y, por
supuesto, yo quiero creerles. Pero, ¿por qué no hay todavía un solo
ejemplo que lo demuestre?". Más expeditivo, el periodista libanés
Ghasan Charbel, en un artículo reciente en el periódico panárabe
Asharq al Awsat recogido por El Medio, se preguntaba: "¿De dónde
sacamos [nosotros, el islam] semejante carga de odio? ¿Por qué
sentimos la tentación de colisionar con el mundo y no de vivir con
él y en él?".
2) Muchachos como tú y como yo. De los asesinos hemos conocido a sus
padres, sus hermanos, sus abuelos, sus tíos, su educadora social, su
maestra, su alcalde, sus amigos y hasta las hectáreas de marihuana
que cultivaba uno de ellos en su Marruecos natal. De las víctimas,
apenas un apunte. No tengo la menor duda de que hay que encararse
con el mal y a sus aledaños, pero no para aliñar el relato de un
sueño truncado.
3) Barcelona es una ciudad abierta, diversa y tolerante. Es probable
que confundiéramos nuestra dicha con la circunstancia de vivir en
una ciudad dichosa, que nos hiciéramos un lío y, obnubilados por la
rumba olímpica, termináramos por pergeñar un falso recuerdo. Pla,
nuestro primer xerraire, ya previno al mundo acerca de Barcelona
("una ciudad espantosa, agobiante y de escasísima calidad [...] con
un nivel de violencia indescriptible", le dijo a Serrano Soler). Sea
como fuera, Cobi, el maragallismo y la apacible sonrisa de Eduardo
Mendoza propiciaron el espejismo de una ciudad de dibujos animados,
modalidad línea claral, si bien al entuerto también contribuyó, y no
precisamente de forma residual, la ofuscada admiración que España, y
particularmente Madrid, ha profesado por Cataluña. La manifestación
del sábado, en que los nacionalistas hostigaron a militantes de
Nuevas Generaciones, SCC y C's, destrozaron carteles en español y
llamaron "asesino" a un individuo que portaba una bandera de Israel,
sepulta definitivamente una leyenda que, en los últimos años,
presentaba variados signos de agotamiento. La vergüenza que sentí me
resultó vagamente familiar, pero mientras duró el desfile no acerté
a identificar en qué otro instante de mi vida había sentido una
repulsión así, tan angustiosamente física. Al poco me acordé: fue en
septiembre de 1989, con motivo del abucheo al rey Juan Carlos I en
la inauguración del Estadio Olímpico, aquel Freedom for Catalonia
entre cuyos promotores, por cierto, figuraba el consejero Forn,
sexador de muertos. El mismo zumbido encrespado, el mismo espesor en
el aire, la misma fronda envenenada.
Por lo demás, la prueba de que el multiculturalismo no sólo no es un
trasunto de la diversidad sino que se opone a ella fue la ausencia
de las banderas de las 34 nacionalidades de las víctimas (incluyendo
a los heridos): Alemania, Argelia, Argentina, Australia, Austria,
Bélgica, Marruecos, Canadá, China, Colombia, Cuba, Ecuador, Egipto,
Estados Unidos, Filipinas, Francia, Grecia, Reino Unido, Holanda,
Taiwán, Honduras, Rumanía, Hungría, Irlanda, Italia, Kuwait,
Macedonia, Mauritania, Pakistán, Perú, República Dominicana,
Turquía, Venezuela y España.
4) Una manifestación masiva. En las fotos, los manifestantes
aparecían formando un bloque por efecto de los teleobjetivos, que
tienden a comprimir el espacio. En verdad, la densidad en el centro
del Paseo de Gracia no excedía de 1 manifestante por metro cuadrado,
y por los laterales se circulaba perfectamente. No hay que
despreciar la posibilidad de que una de las razones por que los
barceloneses no atestaran las calles fuera el Alavés-Barça, que se
disputaba a la misma hora.
5) Una minoría que no representa a nadie. Reducir la presencia
independentista al cogollo de banderas que se ve en las imágenes es
erróneo. Las banderas más aparatosas, en efecto, correspondían a
quienes allí se concentraban, pero toda la manifestación era una fan
zone independentista, con profusión de esteladas anudadas al cuello,
carteles contra el Gobierno y el Rey, y una presencia más que
notable de viejas-del-visillo prestas a zarandear españoles. Siempre
Pla: "¿Cataluña? Un país de groseros".
6) Los españoles también llevaron banderas. Cierto, pero, que yo
viera, ningún español trató de achicar el espacio de nadie (menos
aún de forma organizada) ni concibió la posibilidad de abuchear o
insultar a Puigdemont, Junqueras o Colau. Y pese a ello, el
coolumnismo a lo Évole, ese que aspira a salir sin mácula de todos
los charcos, sigue arrastrando el fardo de esos
dos-nacionalismos-igualmente-perniciosos, confundiendo (copyright:
Savater) apéndice con apendicitis.
7) Ada Colau cedió el protagonismo a la policía, los bomberos, los
taxistas y los servicios médicos. La tortuosa relación de Ada Colau
con la democracia da lugar a equívocos que son en verdad
claudicaciones. Colau tenía la obligación de estar al frente de la
manifestación no por una cuestión de protagonismo, sino porque los
políticos electos son la única dignidad civil que representa a todos
y cada uno de los ciudadanos. Entiendo, no obstante, que un
personaje que basó su campaña electoral en consignas como "No nos
representan", en el desprecio, en suma, a las instituciones
democráticas, sea incapaz de asumir esa evidencia y acabe cediendo
al pueblo la cabecera de la marcha y a los insurrectos el servicio
de orden.
8) En cambio Myriam Hatimi, de la Fundación Ibn Battuta, que se
decía representante de una comunidad, lo fue a pie juntillas. Aunque
antes que repesentante deberíamos decir delegada, comisionada o
embajadora. Porque en la manifestación hubo pocos, muy pocos
musulmanes.
9) El abrazo del padre del niño asesinado con el imam de su pueblo
fue un ejemplo de concordia. Y la demostración de que la bondad
suprema también puede ser aterradora.
Secesionismo.
Las 10 mentiras desmontadas de la
independencia de Cataluña
Una usuaria de Facebook rebate los argumentos del independentismo
Redacción www.lavozlibre.com 30 Agosto 2017
Harta de las mentiras sobre la independencia de Cataluña, una
usuaria de Facebook ha decidido desmontar las 10 más evidentes e
históricas del proceso.
Ha sido María Pilar Crespo Hernández una de las usuarias de Facebook
que ha querido compartir las 10 mentiras desmontadas del
independentismo catalán. Un texto elaborado por un experto que
asegura estar “harto” de “aguantar mentiras independentistas, que
ensalzan a la gente de Cataluña que desprovisto saber que sus
políticos son de la pésima forma posible se las creen”.
Una por una, el texto desmonta las 10 mentiras históricas más
repetidas que han hecho que muchos crean en un proceso de secesión.
Las repasamos, una por una:
La primera no es otra que el manido argumento de “España nos roba”,
asegurando que Cataluña es la CCAA que más aporta al Estado y la que
menos recibe. Algo que en Facebook este texto desmonta. Es Madrid,
con mucha diferencia, seguida de Baleares y La Rioja la comunidad
que aporta más de lo que recibe a cambio.
2. La segunda de las 10 mentiras es asegurar que Cataluña genera más
riqueza que cualquier otra región de España. En realidad, Navarra o
Baleares cuentan con una renta per cápita mayor e incluso Madrid
supera a Barcelona en comercio e inversión industrial.
3. Cataluña fue reino independiente. Es una de las mentiras más
repetidas y que más hondo ha calado, cuando en realidad nunca ha
habido ningún Estado catalán, siendo los únicos Reyes de la región
los de Aragón. Además, la casa condal de Barcelona no representa la
actual Cataluña y tampoco fue independiente, ya que perteneció
primero a los reyes francos y después al reino de Aragón.
4. La corona catalano-aragonesa tampoco existió. Aunque el caballero
de Barcelona Ramón Berenguer IV se casó con la emperatriz aragonesa
Petronila, nunca fue nombrado rey de Cataluña ni tan siquiera de
Aragón.
5. La quinta de las mentiras históricas que desmonta el texto de
Facebook es que Cataluña es una nación histórica. No fue hasta la
segunda mitad del siglo XIX, la crisis de 1898 y la pérdida de
Filipinas que el patriotismo catalán comenzó a ahondar.
6. El origen de su bandera es catalana. En realidad es una bandera
aragonesa. De hecho, todos los autores catalanes del medievo se
referían a ella como la señal real de Aragón. Algo que desmonta la
mentira de Carod Rovira cuando afirmó que la unión
“catalano-aragonesa adoptó la senyera catalana de las cuatro
barras”.
7. Otra de las mentiras del independentismo catalán es afirmar que
Cataluña siempre ha querido ser independiente. Algo que se desmonta
conociendo que tras el asalto de las tropas de Napoleón en 1808, los
catalanes se levantaron contra Francia y lucharon a muerte por la
libertad de España. De hecho, Agustina de Aragón era barcelonesa de
padres leridanos.
8. La Diada como símbolo de resistencia. El 11 de septiembre de
1714, fecha que utilizan siempre los independentistas como inicio de
la lucha de Cataluña contra la supuesta opresión de Castilla, es en
realidad el día en el que las tropas de Felipe V entraron a
Barcelona, que estaba bajo dominio francés. En el asedio a la
ciudad, miles de catalanes lucharon para la que estimaban como
legítima dinastía española.
9. El español fue una imposición de Felipe V. El documento de
Facebook resalta que existen documentos que demuestran que se
editaban más libros en alcaide que en catalán.
10. La última de las mentiras que desmontan en Facebook es que los
catalanes siempre han querido ser independientes. “No nos
desespañolizamos ni un ápice manteniéndonos excesivo catalanes; en
fin, que la fianza de ser nosotros bastante españoles consiste en
ser demasiado catalanes, porque lo contrario es ir contra la
naturaleza”, dijo el diputado de la Liga Regionalista en las Cortes
de 1931. Unas palabras que suenan a unión y fusión total con el
resto de España.
El catalán volverá a ser requisito para ser
médico en Baleares... por un 'tuit'
MÉS protestó contra una resolución mediante la cual se dispensaba
del catalán para el acceso a plazas; horas después, la resolución
fue modificada.
Libertad Digital 30 Agosto 2017
Después de días y semanas de polémicas y discusiones, este martes,
el Boletín Oficial de las Islas Baleares publicaba una resolución
mediante la cual se dispensaba de los conocimientos de catalán
exigidos para el acceso a plazas de médicos, enfermeros y
farmacéuticos.
Sólo unos minutos más tarde el partido ecosoberanista MÉS, socio del
PSOE en el Gobierno balear, mostraba su malestar y rechazo a que el
catalán dejara de ser requisito, pasando a ser mérito como ya lo
fuera durante la anterior legislatura. "Hemos hemos hecho constar
nuestro rechazo a la resolución de eximir del catalán en el IBSalut.
Los trabajadores tienen que conocer el catalán", rezaba el tuit de
MÉS per Mallorca.
Ya por la tarde, el IBSalut, mediante su director general Juli
Fuster, anunciaba que modificaría su propia resolución para
"adecuarla a los criterios de fomento del uso de la lengua propia".
De este modo, según el propio Fuster, "se dará más peso al
conocimiento del catalán a la hora de contratar" médicos, enfermeros
y farmacéuticos.
Una medida "incoherente"
El Pacto del Gobierno Balear, formado por PSOE y MÉS y apoyado por
Podemos, aprobó en el Parlamento regional el pasado 31 de marzo de
2016 la modificación de la Ley de la Función Pública balear para que
el catalán volviera a ser requisito y no mérito en el acceso a la
administración autonómica. Durante la anterior legislatura, el
Partido Popular había modificado la ley para que el idioma fuera
sólo un mérito más.
En la nueva modificación se preveía que se pudieran establecer
excepciones en la obligatoriedad del uso del catalán, por ejemplo
cuando la prestación asistencial pueda resultar afectada por la
insuficiencia de profesionales. Una excepcionalidad que ahora vuelve
a quedar en duda.
"Este Govern se burla, día sí día también, de los ciudadanos",
declaraba Xavier Pericay, portavoz de Ciudadanos Baleares, tras las
idas y venidas de ayer. "El Govern ha ido aplicando la
contrarreforma según le ha convenido", continúa, añadiendo que "no
lo ha exigido a sus cargos de confianza, pero sí a los candidatos
para ocupar una plaza de interino como agente forestal". La nueva
resolución para los médicos enfermeros y farmacéuticos "constituye
la culminación de esta tomadura de pelo", zanja Pericay.
La batalla para salvar la lengua de los
siete hablantes
El ixcateco se habla en Oaxaca (México) y lo domina menos de una
decena de lugareños
Otros idiomas como el chontal o el zapoteco también corren peligro
en el país azteca
En total 187 dialectos están a punto de desaparecer. Un grupo de
lingüistas intenta salvarlos
Ander Izaguirre El Mundo 30 Agosto 2017
Don Hilarino es la única persona que tiene teléfono móvil en
Chontecomatlán, un pueblo de 400 habitantes. Se empeñó en comprarlo.
No puede hablar con nadie, porque la cobertura no llega a este
rincón de la sierra, pero él habla y habla sin parar con el teléfono
en la mano.
Don Hilarino apunta a un árbol con la pantalla, se pone a grabar y
dice:
-Ijltaa a ek guishanajl.
(Esto es un árbol de aguacate).
Apunta a una casa y dice:
-Ijltaa ley nejujlk.
(Ésta es mi casa).
Sigue caminando, sigue apuntando, sigue diciendo:
- Ijltaa lane ajlbae jlijuala gahi.
(Este camino lleva al siguiente pueblo).
Don Hilarino Torres Mendoza -campesino de 56 años, sombrero de paja,
barba mechada de canas- graba frases en chontal de Oaxaca. Es una de
las 68 lenguas -con sus 364 variantes dialectales- que todavía se
hablan en México. Todavía: porque 187 de esas variantes están en
riesgo medio, alto o muy alto de desaparición, según los datos del
Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI). El chontal que
habla don Hilarino es uno de los idiomas que ya parecen condenados.
Sólo quedan unos 3.500 hablantes, que usan tres dialectos distintos,
viven desperdigados por las sierras y tienen en su mayoría más de 50
años.
Don Hilarino está allá, en medio del oleaje de cordilleras verdes y
nubosas, y no para de levantar su teléfono y de grabar frases en
chontal.
-Este hombre es asombroso -dice Salvador Galindo-. Nosotros llegamos
acá para recoger testimonios en chontal y para proponerles un método
de revitalización del idioma. En algunas comunidades nos reciben con
un poco de desconfianza. Pero en Chontecomatlán enseguida se nos
acercó don Hilarino, nos dijo que estaba muy contento por nuestra
visita y nos enseñó un montón de vídeos.
Había un problema.
-El hombre no se maneja muy bien con el teléfono. Nos enseñaba un
vídeo y luego sin darse cuenta lo borraba. ¡Cuánta información habrá
borrado porque le da al botón que no es o porque ya no tiene sitio
en la memoria!
Con su teléfono, Don Hilarino intenta salvar los restos de una
eliminación sistemática que él vivió de niño:
-Qué pasaba entonces, pues que los maestros te prohibían hablar en
chontal. Te decían: si tú hablas tu chontal, te voy a dar tu...
-hace el gesto de un puñetazo-. Nosotros pues ya no platicábamos. Yo
no dejé de hablar el chontal, pero los niños de ahora ya no lo usan.
Ahorita queremos rescatar la lengua pero qué pasa, que no hay
recursos, que el Gobierno no ayuda a enseñar la lengua chontal.
Antes enviaron a maestros que prohibían el chontal, ahora no envían
a maestros que ayuden a recuperarlo.
El maestro Galindo hace lo que puede. Tiene 45 años, la cara ancha
zapoteca, el pelo negro, revuelto y denso, siempre una sonrisa que a
ratos parece melancólica y a ratos irónica. Trabaja para el Centro
de Estudios y Desarrollo de las Lenguas Indígenas de Oaxaca
(Cedelio), un organismo gubernamental, y cada año recorre decenas de
miles de kilómetros por las sierras y los valles, visitando a las
comunidades más lejanas.
Oaxaca es un territorio muy montañoso, con valles profundos, remotos
y aislados que cobijan la mayor diversidad lingüística de México. En
Oaxaca hay 18 grupos étnicos -mixtecos, zapotecos, triquis, mixes,
chatinos, chinantecos, mazatecos...-, que hablan 16 idiomas
indígenas con docenas y docenas de variantes. El mixteco tiene 81
variantes, muchas de ellas ininteligibles entre sí; el zapoteco
tiene 62, y sigue la lista.
En junio de 2016, Galindo recorrió las pistas de tierra de la
cordillera Chontal, por bosques de pinos y encinas, para devolver un
tesoro a su lugar de origen: unos discos compactos con 17 horas de
grabaciones que el lingüista estadounidense Paul Turner había hecho
con hablantes de chontal en 1967. Esas grabaciones quedaron
olvidadas durante décadas, hasta que el arqueólogo histórico Danny
Zborover las encontró en la biblioteca de la American Philosophical
Society, en Filadelfia. Zborover y su colega lingüista Aaron
Sonnenschein contactaron con Galindo, quien los guió por los 16
pueblos en los que se habían hecho las grabaciones.
-El regreso fue muy interesante -dice Galindo-, porque sirvió para
observar los cambios de una lengua tan pequeña como el chontal en
medio siglo. Bueno: sirvió para ver el retroceso.
-En algunas comunidades, como la Candelaria, la mayoría de los
adultos aún hablan chontal, y muchos jóvenes también. Se oye en la
calle, en las casas, en las reuniones municipales... -dice
Sonnenschein-. Pero en otras, como Santa María Ecatepec, se perdió
mucho. Hablan casi todo en español.
Sonnenschein y Zborover repartieron a los vecinos docenas de copias
de las grabaciones de 1967, y de paso hicieron encuestas: ellos
decían palabras y frases en español, y los entrevistados las
traducían al chontal. Con muchas más lagunas en 2016 que en 1967.
-Incluso encontramos a una de las personas que Turner entrevistó y
que ahora tiene 79 años -dice Sonnenschein-. Fue una entrevista muy
triste, porque él ya casi no usa la lengua, y no fue capaz de
responder a las preguntas que sí respondía medio siglo antes.
-El hombre ni se acordaba de que le habían hecho la grabaciones en
1967 -dice Galindo-, pero cuando escuchó su voz, se echó a llorar.
¡Medio siglo! Él mismo se escuchaba respondiendo a las preguntas
cuando era joven, y entonces se acordaba: «¡Ah, sí, es verdad, se
decía así!». Pero fue muy triste. En el pueblo ya casi no hablan la
lengua.
Sonnenschein quiere mantener alguna esperanza -«si los jóvenes se
animan, si las comunidades hacen el esfuerzo, si las organizaciones
como Cedelio apoyan...»-, pero dice que la lengua chontal está en
riesgo alto de extinción.
-Esas comunidades perderán una manera de ver el mundo. La Humanidad
perderá una manera de ver el mundo, unas palabras, unos matices,
unas historias, unas literaturas.
Galindo fue maestro de Primaria en varias escuelas indígenas de
Oaxaca. Ganó una beca para irse un año a la Universidad de Arizona,
donde estudió métodos de enseñanza adaptados a la diversidad
cultural, y ahora aplica esas ideas con sus colegas del Cedelio.
Viajan a las comunidades indígenas, proponen programas para
revitalizar sus lenguas -programas que han tenido éxito con lenguas
nativas de Estados Unidos y Canadá, pero que también tuvieron mucho
más apoyo institucional-, o al menos intentan registrar aquellos
idiomas condenados a la extinción.
Sienten urgencia: los idiomas se pierden a chorros y ellos intentan
conservarlos en cestos con agujeros.
-Queremos comprar grabadoras y computadoras, queremos dar cursos de
formación a los hablantes más comprometidos -dice Galindo-. Son ya
muy mayores, no han transmitido la lengua a las siguientes
generaciones, pero algunos al menos tienen el interés de registrar
lo que saben. Pero no tenemos ni dónde guardar ese material: en el
Cedelio no tenemos servidores de almacenamiento. Nos dejan sin
presupuesto, nos dejan fuera hasta de los organigramas oficiales.
México es uno de los países con mayor diversidad lingüística de todo
el mundo.
-Pues al Gobierno no le importan nada nuestros idiomas.
En la carretera. Los trabajadores del Cedelio sólo tienen una
furgoneta para recorrer los 93.000 km2 del Estado de Oaxaca -un
territorio mayor que Andalucía. A veces, como hace hoy Galindo, usan
su coche particular. Salen de expedición para dos, tres o cuatro
días, porque en los caminos de las montañas y las selvas nunca saben
cuánto durará el viaje ni dónde van a dormir. Siempre hay alguien
que los acoge, pues han tejido una red de amistades.
-Es muy importante ir a los pueblos. Somos una institución pública,
financiamos proyectos, talleres, publicaciones, pero los
trabajadores nos implicamos personalmente, trabajamos mano a mano
con los maestros indígenas, los alcaldes, los hablantes. Llegas a
una comunidad en la sierra, a 12 ó 15 horas de la ciudad de Oaxaca,
te viene un abuelito y te dice: no me puedo creer que vengan desde
la capital a preocuparse por nuestra lengua. Eso les anima.
Galindo tenía pendiente una ruta por varias comunidades de la Sierra
de Juárez y ya no quiere retrasarla más.
Por eso sale a las ocho de la mañana desde Oaxaca con su coche. Toma
la carretera 175, que se dirige al norte y se cuela por un
desfiladero: es la entrada a la sierra, entre las primeras colinas
secas, cubiertas de matorrales y encinas. La carretera -trazado
sinuoso, pendientes muy empinadas- presenta un estado magnífico en
sus primeros 50 kilómetros: asfalto nuevo, rayas de pintura amarilla
reluciente, señales reflectantes en cada curva.
-La carretera está de lujo hasta Guelatao, porque es el pueblo en el
que nació Juárez.
El zapoteco Benito Juárez: presidente mexicano en el siglo XIX,
resistente contra el invasor francés, modernizador de la República,
benemérito de las Américas.
-Las autoridades van todos los años a Guelatao, en el cumpleaños de
Juárez, a hacer sus discursos, con las marchas, los himnos, las
banderas y todo eso, así que la carretera la mantienen perfecta.
A partir de Guelatao, la carretera sigue trepando por la sierra y se
convierte en un camino cada vez más estrecho, con baches cada vez
más profundos, hasta que desaparecen las últimas ronchas de asfalto
y ya solo queda un camino traqueteante de tierra apisonada. Por lo
visto, en las comunidades más altas de la sierra debería nacer un
presidente de México para que les asfaltaran la carretera.
El Estado mexicano sí extendió otras infraestructuras por estas
montañas: los Centros de Integración Social (CIS), internados en los
que estudian los jóvenes de la región. En la Sierra de Juárez hay
dos: uno en Guelatao y otro más arriba, en Zoogocho.
-Los crearon en la década de 1940, para incorporar a los pueblos
indígenas al Estado-nación mexicano. Hacían dos cosas: castellanizar
a los jóvenes y enseñarles oficios, carpintería, electricidad,
mecánica... -explica Galindo.
En Guelatao, los pabellones del CIS -dormitorios, talleres y aulas
para unos 200 alumnos indígenas- están junto a una laguna. Dicen que
en esa laguna un borrego cambió la historia de México en 1818.
El borrego se escapó de su rebaño, cayó al agua y se ahogó. El
pastor era un huérfano de 12 años, de nombre Benito Juárez, y cuenta
la leyenda que decidió huir a la ciudad de Oaxaca para evitar la
bronca de su tío. El propio Juárez escribió que no, que él se marchó
porque en la sierra estaba condenado al analfabetismo y a la
miseria: en Guelatao no había ni escuela, y él, hijo de «indios de
la raza primitiva del país», no sabía leer ni escribir. En Oaxaca
estudió y estudió y estudió, se abrió paso entre el racismo y el
clasismo, aprendió castellano, latín, inglés y francés, se graduó
como abogado, defendió a indígenas en los tribunales, empezó una
carrera política que lo llevó a la presidencia.
Siempre fue obvio: no había modo de prosperar en la sociedad
mexicana sin hablar castellano. La historia de Benito Juárez sirvió
para expresar eso mismo pero con enfoque positivo: los indígenas
podían llegar a lo más alto, incluso a la presidencia, siempre que
estudiaran castellano.
Complejos. Mis padres hablaban zapoteco entre ellos, pero con los
hijos se pasaban al castellano. Era la lengua con la que podríamos
estudiar y tener mejores empleos -dice el maestro Andrés Domínguez,
de 48 años, en el pueblo serrano de Zoogocho-. Ahorita tenemos otra
sensibilidad, queremos conservar el idioma, pero tú hablas en
zapoteco a los adolescentes y te contestan en castellano, porque se
avergüenzan. Es la lengua de los campesinos, de los pobres, la que
se habla en casa pero no fuera.
Zoogocho está en el corazón de la Sierra de Juárez, a 1.500 metros
de altitud, entre montañas cubiertas de pinos, ocotes, madroños,
cedros y encinos. Sus habitantes despejaron unas pocas tierras para
cultivar unas huertas y criar animales.
-Antes el pueblo vivía de la agricultura -dice el maestro
Domínguez-, pero ahora el ingreso principal son las remesas que
mandan los emigrantes desde EEUU.
La sierra se despuebla rápido. El censo de 2010 dice que Zoogocho
tenía 368 habitantes; en Los Ángeles (California) vive una comunidad
de más de 1.500 zoogochenses, que fueron emigrando desde hace más de
medio siglo. Los emigrantes y algunos de sus hijos siguen hablando
zapoteco: dicen que si el idioma se salva, se salvará en los barrios
de California y no en las sierras oaxaqueñas.
El inglés. Dos chicas de 16 años se me acercan en la plaza porque
tengo pinta de gringo.
-Do you speak English?
Les digo que yes, a little bit, pero que hablo mejor español. Se
decepcionan un poco. Insisten: ¿no podríamos hablar un poco en
inglés, just five minutes? Lo estudian en el colegio, ven películas
en la computadora, me dicen, pero acá nunca tienen ocasión de
hablarlo.
-Vale, de acuerdo. Why are you learning English?
-Because we want to visit the United States y because el English
suena muy chido.
En extinción. Quedan siete personas que hablan ixcateco.
Los siete saben -y nadie más- que chuquiji significa plátano, que
uxandu xje es jaguar y que namitsi es abuelo. Los siete viven en
Santa María Ixcatlán, un pueblo de 500 habitantes en la Sierra Madre
del Sur, a 150 kilómetros de la ciudad de Oaxaca.
Al ixcateco le pusieron todo el empeño. Los del Cedelio recopilaron
un vocabulario, colocaron señales escritas en ixcateco en las
calles, en los edificios, en los lugares públicos, incluso trajeron
a finales de 2016 a la doctora Leanne Hinton, de la Universidad de
California, para que explicara su método maestro-aprendiz, que pone
a trabajar juntos a viejos y jóvenes y que ha servido para
revitalizar pequeñas lenguas indígenas en Estados Unidos.
¿Qué posibilidades de supervivencia tiene una lengua con siete
hablantes?
-Sinceramente, ninguna -dice Galindo-. En los últimos años
invertimos dinero, tiempo, el esfuerzo de muchas personas, pero se
siguen perdiendo hablantes. Los siete sólo hablan el idioma cuando
los reunimos nosotros.
Me cuenta un lingüista -exigiendo anonimato- que a los hablantes del
ixcateco les queda un último interés por su lengua:
-Los ancianos empezaron a pedir dinero a cambio de palabras. Veían
que llegaban lingüistas extranjeros que querían hacer vocabularios,
así que empezaron a cobrarles: 40 pesos [unos dos euros] por cada
palabra. Luego subió la cotización, llegaron a 70.
Un jornalero gana 150 pesos diarios: el precio de dos o tres
palabras. Con el vocabulario puesto a la venta, el lingüista
sospecha que los ancianos a veces colaban algunas palabras
inventadas. Y, evidentemente, no les interesaba que creciera el
número de hablantes: no querían competencia.
Galindo conoce estos fenómenos:
-En algunas comunidades hay una especie de proveedores oficiales.
Cuando llega un investigador, siempre tiene que pasar por esas
personas. A veces los estudios y los proyectos se deforman, porque
hay interés económico pero no hay un interés cultural verdadero.
Nosotros nos negamos a entrar en subastas. Si la propia comunidad no
tiene interés por revitalizar la lengua, si sólo es un programa de
las instituciones, fracasará seguro.
Galindo quiere ser justo con los hablantes ixcatecos.
-De verdad que hacen un esfuerzo titánico. Ahí están doña Juliana,
don Gregorio, don Pedro, don Cipriano. O la hija de don Cipriano,
Rosalía, que tiene treinta y pico años y es la hablante más joven.
Nos reunimos con ellos, intentamos organizar talleres, pero ya son
mayores, están cansados, no tienen la energía para dedicarse a la
enseñanza. Vamos con ellos a la escuelas a enseñar un poco de
ixcateco, pero los niños no tienen interés.
En el día a día nadie habla el idioma.
-Pues qué le vamos a hacer. Registramos todo lo que podemos, para
que quede la memoria, pero tendremos que pensar en la ceremonia
fúnebre del ixcateco.
Consecuencias. ¿Qué se pierde cuando se pierde una lengua?
Para el lingüista estadounidense Christopher Moseley, «cada idioma
es un universo mental estructurado de forma única, con unas
asociaciones, unas metáforas, un vocabulario, un sistema fonético,
una gramática y un sistema de pensamiento exclusivo».
¿Qué se perderá con el ixcateco?
-El ixcateco es como una isla -dice Galindo-. En una región de
lenguas mixtecas y chocholtecas, es una lengua distinta, una rareza
que va a desaparecer. Me parece interesante su relación con la
geografía y con la naturaleza. El pueblo está en la reserva de la
biosfera Tehuacán-Cuicatlán, en una zona montañosa con comunidades
aisladas. Por eso ha sobrevivido el idioma hasta ahora, por el
aislamiento. Es la única lengua que tiene nombres para algunas
plantas endémicas de esas montañas. Cuando se pierda, se perderá esa
parte del conocimiento, esa interpretación particular de una parte
del mundo.
En el mundo antiguo de valles aislados, de grupos humanos con muy
poco contacto, abundaban los idiomas. En un mundo de comunicaciones
cada vez más fáciles y veloces, parece obvio que esa variedad se
reducirá.
-Las personas seguirán interpretando el mundo, seguirán nombrándolo
-dice Galindo-. Algunas lenguas mueren pero las culturas siguen
desarrollándose y adaptándose, siguen viviendo.
Las clases. Zoogocho sigue viviendo. En cuanto entramos al pueblo,
suenan trompetas.
El nombre oficial es San Bartolomé Zoogocho. A todos los pueblos
indígenas les añadieron un santo: Chontecomatlán es Santo Domingo
Chontecomatlán, Zoogocho es San Bartolomé Zoogocho, Yatzachi es San
Baltasar Yatzachi, y así todos. Celebran las fiestas de esos santos
con mucha veneración y mucha parranda.
Las trompetas de Zoogocho no son -hoy- por ninguna parranda. Están
llamando a clase a los alumnos del Centro de Integración Social.
-Los CIS ya no son centros de castellanización, pero mantienen su
nombre -dice Galindo-. Integración social: como si los indígenas no
fuéramos parte de la sociedad. Y les queda algo de ese espíritu de
adoctrinamiento, de disciplina fuerte, una educación de estímulo y
respuesta automática. ¿No oíste el toque de trompeta? Era la llamada
para comer. Les gusta mucho esto de los toques de trompeta para
llamar a clase, para salir a comer, para el recreo, para todo.
En el patio de la escuela, unos 60 chicos y chicas -casi todos
vestidos con vaqueros y camisa blanca- se han agrupado para escuchar
los avisos. Dos profesores explican los cambios en las clases, dan
una pequeña bronca a los impuntuales, otra bronca un poco mayor a
aquellos grandotes que anduvieron burlándose de unas niñas pequeñas.
Los carteles de la escuela están escritos en tres idiomas: español,
ayuuk y zapoteco.
-Tenemos un compromiso con las lenguas indígenas -dice el maestro
Andrés Domínguez-. Editamos algunos libros bilingües, en español y
en zapoteco, con cuentos y leyendas de la comunidad. También
enseñamos la escritura. Y tenemos profesores zapotecos, pero al
internado vienen alumnos de otros valles, que hablan zapoteco de
variantes muy distintas, o alumnos mixtecos, mixes, chinantecos...
No podemos atender a toda esa diversidad. Al final la lengua común
es el castellano.
Los CIS ya no son centros de castellanización: tampoco hace falta.
Este internado de Zoogocho ofrece una especialización en estudios
musicales. La banda ha hecho giras por Oaxaca, por otras regiones de
México, por Estados Unidos. Muchos de sus antiguos alumnos tocan
ahora en bandas profesionales o dan clases en los conservatorios de
las ciudades. O, como Víctor Reyes, un zapoteco de 32 años, vuelven
al centro como profesores.
-Los músicos de la banda hablamos idiomas distintos, a veces cuesta
un poco entenderse porque tenemos costumbres distintas. Pero nos
adaptamos. Una banda es justo eso: un grupo de gente distinta que se
entiende con el idioma común de la música, para crear algo juntos.
Sombras. Galindo conduce el coche monte arriba y monte abajo, monte
arriba y monte abajo. En una ladera aparece un puñado de casas
desperdigadas.
-Es un pueblo fantasma -dice.
Y que allí vive su madre.
El pueblo de Yatzachi está en el borde de unos barrancos que se
desploman a un valle profundo, que ya está en sombra a las cuatro de
la tarde. Al otro lado del valle, en unas montañas cubiertas de
pinos, se ven aldeas construidas en los rellanos de las cumbres y en
terrazas inverosímiles. Da la impresión de que bastaría un estornudo
para que las casas se derrumbasen monte abajo hasta caer al río. -Al
otro lado viven los mixes. En este estamos los zapotecos -dice
Galindo.
Y que los zapotecos jóvenes ya no hablan el idioma.
Vemos a un hombre viejo por los caminos de Yatzachi y a nadie más.
Quedan unos 180 habitantes, porque la mayoría emigró: algunos se
fueron a la ciudad de Oaxaca, otros se marcharon a California. Hay
más nativos de Yatzachi en cuatro calles de Los Angeles que en el
propio Yatzachi. La mayoría de las casas son de ladrillo y hormigón,
están sin pintar, o a medio pintar, o a medio terminar, o medio
abandonadas, o abandonadas del todo. Entre las casas y las casetas,
entre las parcelas reconquistadas por los matorrales, se alza una
iglesia sorprendente: enormes muros de piedra, cúpulas rojas con
ribetes blancos, aspecto de alcázar que vigila el valle.
-Ya no viene ni el cura. Siempre le digo a mi madre que deberíamos
convertir la iglesia en biblioteca -dice Galindo.
Su madre vive en una de las pocas casas de adobe que resisten en
pie. Nos espera en la puerta: doña Rebeca Llaguno, 60 años, una
mujer chiquita de movimientos muy vivos, pelo blanco recogido en una
coleta, camiseta gris, vaqueros, sandalias. Es maestra jubilada.
-Cuando veo a alguien por la calle, me alegro mucho -dice-. ¡Todavía
hay gente en mi pueblito!
Nos sienta a Salvador y a mí en una mesa de la entrada y nos saca
una jarra de agua de maracuyá. Luego se mete en la cocina a preparar
tortillas de maíz, frijoles y quesadillas.
-Este pueblo se va a pique -dice doña Rebeca-. Los jóvenes se
marchan a la ciudad, y cuando vuelven es para llevarse a sus padres.
Yo no quiero irme a la ciudad, allá la gente se cruza por la calle y
ni se dicen nada. Como puros animalitos.
-¿Y qué hace usted durante el día?
-Tengo dos pollos, arranco hierbas, visito a algunos vecinos que ya
no pueden caminar, les hago la compra cuando viene la camioneta de
los abarrotes.
Doña Rebeca no quiere moverse, pero no porque le haya faltado ese
gusto: poca gente habrá recorrido como ella las sierras de Oaxaca
hasta sus rincones más remotos. Fue profesora de escuelitas
indígenas toda la vida. Recuerda los tiempos en los que llegaba a
esas comunidades, sin carreteras, sin luz, sin agua corriente, donde
los chamaquitos iban a la escuela desnudos, donde daba clases en una
lengua que no se podía escribir.
Que decían que no se podía escribir.
Después de servirnos las tortillas, doña Rebeca entra en su cuarto y
vuelve con un librito amarillento de 1985. Es el alfabeto zapoteco
que ella elaboró, junto a otros cuatro maestros y lingüistas, y que
sirvió para empezar una escritura común de la lengua zapoteca: una
joya.
Antes usaban ese alfabeto en la escuelita del pueblo. Ahora no hay
escuelita: no hay niños. Y los pumas bajan del monte cada vez más a
menudo, dice doña Rebeca.
-Bajan... ¿al pueblo?
-Sí. Como cada vez hay menos personas, los pumas bajan con más
confianza. Se pasean por la calle. Los vecinos tienen sus
encierritos de ganado, 10 ó 15 ovejas, y viene el puma y las mata a
todas. Se come dos, pero las mata a todas.
Cuando era niña, recuerda doña Rebeca, los maestros castigaban a los
alumnos si hablaban zapoteco.
-Nos ponían una multa de 50 centavos si nos escuchaban: eso era el
jornal que ganaba mi padre por todo un día de trabajo en el campo.
Si veíamos a un maestro por la calle, nos escapábamos por el miedo
de que nos oyera hablar en zapoteco. Cuando venían y nos preguntaban
en español, nos quedábamos mudos. Así nos fuimos quedando muditos.
Al despedirnos, me regala el alfabeto y me pide que se lo enseñe a
la gente. Porque no: no todos quedaron muditos.
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