¿A que Abascal tiene bastante sentido común? Yo creo que sí
Miguel Ángel Belloso okdiario 25 Enero 2021
El domingo 17 de enero el diario El Mundo publicó una gran
entrevista con Santiago Abascal, el líder de Vox. Un poco antes lo
había hecho ABC, también este ilustre refugio abierto y liberal
donde escribo, OKDIARIO, y la verdad es que, en los tiempos que
corren, en los que las omnipotentes redes sociales de Estados Unidos
impiden al que hasta la semana pasada fue el presidente del país,
Donald Trump, el acceso y la comunicación con sus millones de
seguidores, este gesto ordinario presidido por la profesionalidad
cobra enorme importancia y mérito. Igual que en América con Trump,
la prensa progresista y todas las cadenas de televisión importantes
de España, que son las que cuentan y las que adocenan con su
sectarismo a la opinión pública, han dibujado a Abascal como a
Satán. Como un enemigo de la democracia y un peligro para la
concordia civil.
En realidad, lo que ha hecho Abascal y su partido Vox desde que
nació es representar y dar eco a todos aquellos a los que había
dejado huérfanos el Partido Popular bajo la presidencia del melifluo
señor Mariano Rajoy, que sentía aversión por la ideología y que ha
eludido siempre todos los charcos posibles, ya desde que sustituyó
como ministro de Educación a Esperanza Aguirre en el primer Gobierno
de Aznar. Así son los gallegos. O algunos genuinos como el
registrador de la propiedad. Sí, ya sé que el señor Rajoy evitó la
intervención de España por Bruselas después de la crisis de 2011,
que saneó el sector financiero y que reformó modestamente el mercado
laboral. Todos ellos han sido grandes sucesos, pero me parece que no
suficientes para rendirle una pleitesía total. Dejó al PP hecho unos
zorros, consintió hasta el último momento la tragedia que se urdía a
diario en Cataluña, y sólo reaccionó como los semovientes cuando ya
no queda más remedio, con la vara, a lomos del rey Felipe VI y de su
discurso fastuoso del 3 de octubre de 2017.
Todos estos hechos están implícitos en la entrevista de Abascal, en
la que afirma con razón que su partido ha llegado para señalar lo
que piensan muchos españoles sobre una inmigración que viene llamada
por un estado de bienestar elefantiásico y que abusa del sistema de
protección social; sobre un estado de las autonomías que ha
multiplicado hasta el extremo los cargos públicos y el gasto
suntuario sin demostrar todavía fehacientemente su contribución al
bienestar general y el grado de confort que proporciona a los
ciudadanos al menor coste posible; sobre una Unión Europea ahora
providencial, pero regularmente demasiado invasiva e
intervencionista; o sobre un sistema electoral que otorga
privilegios inaceptables a partidos pequeños, que finalmente acaban
resultando sobre representados, y que ha instaurado la dictadura de
los nacionalismos de toda laya que amenazan cotidianamente la unidad
de España y la vertebración del país.
Para poner fin a estas desgracias, sería preciso un cambio de
Gobierno que sólo ocurrirá si el PP y Vox llegan a un acuerdo, pero
estas entrevistas llegan unos meses después de la moción de censura
contra Sánchez en la que Casado decidió romper totalmente amarras
con Vox de mal modo, insultando a Abascal sin necesidad y
dificultando enormemente la posibilidad de la conciliación. Es una
pena porque la última encuesta publicada por OKDIARIO refleja que
una coalición al estilo de España Suma, que agrupara al PP, a Vox y
a lo que queda de Ciudadanos estaría en condiciones de obtener una
mayoría absoluta mayor que las que cosecharon Aznar y después Rajoy.
Ya antes del debate de la moción de censura, Casado dio muestra de
sus novedosas intenciones defenestrando como portavoz del Grupo
Parlamentario a Cayetana Álvarez de Toledo, y a continuación ha
indicado que su propósito es volver a centrar el partido, que es
justo lo contrario de lo que prometió cuando venció las primarias
con la promesa de recuperar sus señas de identidad. Como no nací
ayer, centrar el partido significa escorarlo a la izquierda con el
vano propósito de sumar apoyos de los descontentos con la deriva
irracional del ayuntamiento social comunista de Sánchez e Iglesias.
Pero esta es una tarea imposible. Jamás ocurrirá. Esta maniobra
estratégica nunca gozará de las bendiciones de los que reparten el
carné del progresismo, ni de sus eventuales destinatarios.
Esto es algo que tiene muy claro el señor Abascal, que en la citada
entrevista en El Mundo declara: «Casado se equivoca de enemigo -al
atacarnos-. Y por muchos esfuerzos que haga por ser progre, la
izquierda ni le va a perdonar ni le va a aceptar». Para mí estos son
verdades que van a misa. Y les pondré un ejemplo, sólo uno más de
los múltiples que podría citar. El pasado 16 de enero, el día que el
partido de Ángela Merkel, la CDU, eligió a su sucesor, el señor
Laschet, un sedicente centrista, el diario El País, que oficia como
la lengua vernácula del Gobierno, se congratuló sin disimular la
euforia, pero a continuación soltó su píldora inevitable: «Que la
fuerza conservadora alemana haya optado por la senda centrista y
europeísta constituye una buena noticia. Ojalá -en su interés y en
el de las democracias europeas- otros partidos de la familia, el PP
español en primera fila, apostaran de verdad por la misma senda de
moderación que tanto rédito ha dado a la CDU».
Esto último se lo podrían haber ahorrado, pues ningún medio de
comunicación progresista apoyará nunca a la CDU, ni tampoco a la
derecha española, aunque lo determinante de estas especulaciones
esotéricas y cínicas es la referencia inexorable al PP, la navajada
correspondiente. No hay editorial ni comentario en la televisión
sectaria de turno que no acabe con una cuchillada al partido de
Casado. Naturalmente, cuando el actual presidente del PP abominó de
Abascal, todos los corifeos izquierdistas de la nación se conjuraron
y emitieron una salva de aplausos. Pero eso fue un instante
momentáneo, un rápido orgasmo por haber conseguido una pequeña
victoria, después de tanta diatriba.
Al día siguiente todo fue convenientemente olvidado y guardado en el
cajón. Para esta tropa de energúmenos insaciables, el PP de Casado
sigue siendo un partido facha indigno de estar al frente del Estado.
Como siempre. Por estas circunstancias que refiero resultan más
patéticos los esfuerzos de Casado y de su lugarteniente, el señor
García Egea, por ser honrados con el báculo progresista. Con su
aprobación inmarchitable y sagrada. No lo conseguirán en ningún
caso, ya se bajen los pantalones hasta los tobillos.
Es una desgracia, como dice Abascal, que el PP haya decidido ser un
adversario de Vox en lugar de un eventual socio, como por otra parte
sucede en Madrid, en Andalucía o en Murcia. Y también que el empeño
de Casado por separarse groseramente de Abascal haya transformado lo
que podría ser una colaboración fructífera y rentable en una
confrontación que sólo puede beneficiar la política disolvente que
practica el social comunismo de Sánchez e Iglesias.
Algunos ‘peperos’, los democristianos, los ‘marianistas’, los
‘feijooistas’, los llamados moderados parecen apoyar, según dicen
las encuestas, el giro brusco de Casado durante la moción de censura
de Vox. Pero como bien explica Abascal, si el tercio restante de sus
seguidores incómodos con el vuelco estuviera dispuesto a plasmar
prácticamente su desacuerdo con esta nueva normalidad, si ese tercio
de votantes del PP decidiera cambiar de opción, en estos momentos
Vox sería uno de los partidos más importantes del país. Creo que no
le falta razón ni que convenga hacernos trampas en el solitario.
Me parece que Abascal tiene otras opiniones muy plausibles. Se opone
radicalmente a la posibilidad de un nuevo confinamiento -que sería
económicamente devastador-, apuesta por más hospitales y es obvio
que da en la diana cuando afirma que el enemigo común de la derecha
debe ser el Gobierno de Pedro Sánchez y sus secuaces, que engañan,
que mienten y que trabajan constantemente para impedir cualquier
alternativa a sus políticas nauseabundas.
Desde este punto de vista, pienso que el señor Abascal está muy
cerca de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que padece sin
reposo las embestidas de la acorazada monclovita. Por eso creo que
si el señor Casado se plantea debilitarla -estando al frente de un
Gobierno frágil y dependiente del Ciudadanos del vicepresidente
Aguado, que es un desleal-, así como impedir por todos los medios
que lidere el partido en la Comunidad apuntaría una señal más de
que, tal y como sugiere el líder de Vox, hace un tiempo que el
presidente del PP y su valido García Egea han emprendido el camino
equivocado, impulsando un cambio estratégico destinado a obtener una
rentabilidad claramente negativa.
¿Dónde se meten Sánchez e Illa con el virus desatado y España sin
vacunas?
Sin control parlamentario al Gobierno, el presidente y su ministro
de Sanidad desaparecen en el peor momento y se concentran, de manera
irresponsable, en otra campaña electoral.
Editorial ESdiario 25 Enero 2021
El presidente del Gobierno y su ministro de Sanidad llevan desde
mediados de diciembre sin comparecer en el Congreso ni ser sometido
a un mínimo control elemental, ya casi anulado por el estado de
alarma y definitivamente enterrado por las largas vacaciones
parlamentarias.
En ese tiempo, la pandemia se ha vuelto a desatar, con una
terrorífica tercera ola que a los datos horribles ya conocidos se le
añade la sensación, generalizada, de que lo peor está aún por
llegar: todos los especialistas pronostican unas próximas semanas
pavorosas, llenas de incertidumbre y con la posibilidad de que se
repita el drama de marzo, con menos energías personales y económicas
de una sociedad exhausta en todos los sentidos.
Con ese panorama, Pedro Sánchez se ha limitado a comparecer apenas
una vez para intentar patrimonializar una campaña de vacunación que,
además, avanza con exasperante lentitud y destaca más por las
polémicas relativas a la inmunización de altos cargos que por su
extensión poblacional.
Sánchez e Illa están en paradero desconocido en lo relativo a la
pandemia en el peor momento posible
Y su irresponsable ministro, se ha borrado de la escena a efectos de
gestión para servirse del cargo, sin embargo, al objeto de
promocionarse como candidato del PSOE-PSC en las Elecciones
catalanas. Para rematar el insólito panorama, el portavoz de ambos,
Fernando Simón, solo aparece para confundir a la ciudadanía con
pronósticos tan equivocados como el que le llevó, de nuevo, a restar
importancia a una cepa británica que ahora está detrás del apogeo de
contagios.
El desastre de la vacunación: España solo tiene 243.000 dosis
guardadas
Con toda España semiconfinada, arruinada y asustada; el Gobierno
está pues desaparecido, emite mensajes confusos, no explica las
lagunas evidentes de la vacunación y gestiona la pandemia con un
ánimo estrictamente electoral. Con la sospecha de que niega o
minimiza la emergencia sanitaria para no estropear su estrategia en
las urnas.
A la irresponsabilidad y negligencias exhibidas desde marzo le añade
ahora un broche final esperpéntico resumido en una imagen: Sánchez e
Illa están en paradero desconocido en los relativo a la pandemia
pero se dejan ver en actos exclusivos de su partido, como el Comité
Federal de este sábado. Algún día deberán rendir cuentas de todo
ello.
La democracia española no se merece esto
Pedro de Tena Libertad Digital 25 Enero 2021
La democracia española, que debería acreditar moralidad y eficacia,
parece empeñada en demostrar que cualquier otra forma de gobierno
sería mejor.
¿Y qué es esto? Pues una sucesión de dislates, estupideces e
indignidades que, en solo una semana, hacen saltar todas las alarmas
sobre nuestra salud mental colectiva y el futuro de la democracia.
Hay muchas, pero algunas dan idea del desnorte que tiene la casta
dirigente de una España que cada día se reconoce menos a sí misma.
Empezaré por el dislate de la expresión de Pablo Casado: "La
existencia de Vox hace que gobierne Sánchez". Miren que me caía bien
este muchacho cuando creí que su propósito real era la reforma
interna de un PP envenenado por una estirpe de burócratas y familias
incapaz de dotarse a sí mismos de ejemplaridad y ruta para detener
la destrucción de España. Cuando ganó respiramos, pero nuestra
esperanza se truncó cuando comprobamos en el inmortal debate del
estado de la Nación que se le había ido la cabeza. Tiempo después
comprobamos que su cabeza no ha vuelto porque la existencia de Vox
es la que hace que gobiernen Almeida y Ayuso en Madrid, Moreno en
Andalucía, López Miras en Murcia y otros en otras partes. Esto es,
la existencia de Vox es la que permite que Pablo Casado siga siendo
presidente del PP. Menos mal que ahí ha estado Jaime Mayor Oreja
para recordarle que el camino que hay que andar es el inverso.
Sigo con la estupidez de la izquierda comunista andaluza con el
asunto de la Cruz de las Descalzas. Es una estupidez forzada por la
ideología, esto es, que no puede evitarse, pero un poco de
inteligencia y de respeto hay que echarle a todo asunto. Teniendo la
ley en su mano – que la ley sea o no una bazofia es otra cosa -, y
el apoyo tácito de la Junta de Andalucía al derribo de la cruz, van
y la tiran a un estercolero en lugar de entregarla a las monjas que
la pidieron, la hacen desaparecer y encima acusan de odio a los
grupos cristianos de Aguilar de la Frontera. La alcaldesa debería
dimitir de inmediato por haber hecho y dicho lo que ha dicho y
hecho. Ha hecho daño a todo el mundo, incluso a sí misma. O sea.
En el capítulo de indignidades, hay que destacar dos. La de Salvador
Illa y Pedro Sánchez, empeñándose de una manera inmisericorde en la
celebración de unas elecciones en Cataluña porque los resultados les
son favorables y sin consideración alguna de los riesgos para la
salud de catalanes y no catalanes – que no hay fronteras entre
Comunidades Autónomas, en España por ahora -, cuando la región
supera con mucho los 500 contagios como incidencia acumulada media.
Recuérdese que cuando Madrid se acercaba a esa cifra, el propio Illa
recomendó restricciones de la movilidad en 200 zonas sanitarias de
toda la Comunidad. Pero, claro, es que ahora en Cataluña el
candidato estelar es él mismo. Una vergüenza.
Y otra indignidad muy asquerosa ha sido el rosario de vacunaciones
privilegiadas o enchufadas de políticos, desde consejeros a
concejales, y altos cargos (lo del JEMAD o casos en la Guardia Civil
son bochornosos) saltándose las normas promulgadas por el propio
gobierno y dejando sin vacuna a quienes les correspondían por
derecho.
Y podríamos seguir y seguir con el trato de favor a asesinos y
golpistas, con el maltrato a la hostelería y a los autónomos, con
los casos de corrupción que siguen y siguen, con el futuro de los
ERTE, los exabruptos y marrullerías del desacreditado vicepresidente
Iglesias, el cerco a Madrid por razones partidistas, las sospechas
de favoritismo en el reparto regional de las vacunas y de los
dineros de la UE sin normas limpias y claras, el estupor ante el
control ideológico de las vías de la información y la opinión por
Internet, la incapacidad de guarda de las fronteras, la negativa a
vernos como una unidad nacional ni siquiera ante una pandemia y
tantas otras cosas.
La democracia española, que debería acreditar una moralidad y una
eficacia superiores a la de toda otra forma de gobierno, parece
empeñada en demostrar que cualquier otra forma de gobierno sería
mejor. Es una conclusión fuerte. Lo sé. Pero si no son posibles la
recuperación de los valores básicos de la convivencia y de la
tolerancia y una reforma en profundidad de lo que evidentemente
funciona muy mal, ¿qué otra opción quedará?
Se dispara el numerador y se hunde el denominador: la bomba de la
deuda pública española
José María Rotellar Libertad Digital 25 Enero 2021
El incremento exponencial del gasto, la caída en picado de la
recaudación y el descenso notable del PIB pueden llevar la deuda al
130% del PIB.
De nuevo, con la reciente publicación de los datos de deuda por
parte del Banco de España, se constata que el endeudamiento prosigue
su ascenso de manera incesante también en el mes de noviembre de
2020, último registro publicado.
La deuda, tras una ligera corrección por vencimientos en octubre,
afianza el nivel de los 1,3 billones de euros. Es lógico que la
deuda se mantenga en ese nivel, pues es consecuencia del déficit y,
mientras este exista, la deuda aumentará, ya que el endeudamiento es
el stock del flujo que resulta ser el saldo presupuestario. La única
posibilidad que cabe es que el cociente no crezca, pero para ello
debería aumentar más el PIB nominal que el endeudamiento, cosa que
no sucederá en el dato final de 2020, todavía pendiente de
publicación, pues ambos caerán, con lo que la deuda tendrá un
comportamiento todavía peor en términos relativos que en términos
absolutos, ya pésimo de por sí.
Así, nuevamente, los datos de endeudamiento público, que recoge en
sus publicaciones el Banco de España, muestran la tendencia de
crecimiento exponencial que ha cobrado la deuda pública española
desde que el presidente Sánchez accedió al Gobierno de la nación,
tras la moción de censura al presidente Rajoy.
Lo decimos mes tras mes: parece haberse instalado en España la
sensación de que el gasto no es un problema, sino que éste se
soluciona con impuestos y si la recaudación de éstos no basta, se
cubre con deuda. Los gestores políticos no se paran a pensar que la
subida de impuestos genera distorsiones en la economía -y, además,
cuando los suben lo hacen en los impuestos directos, que son los que
más perjudican a la actividad económica y al empleo-. Tampoco
quieren caer en la cuenta de que el endeudamiento tiene un límite,
que estamos sobrepasando ya de manera muy importante. Nada los
frena, pues sólo quieren prometer, en todos los ámbitos, más y más
medidas que no nos podemos permitir por la sencilla razón de que el
gasto que suponen no lo podemos pagar.
Esa tendencia, que tiene su base en esa presión del gasto que es
cada vez mayor en España, sitúa a la economía española en una
posición compleja, pese a haberse levantado el veto sobre el
presupuesto de la UE y los fondos reembolsables procedentes de
Bruselas, ya que si los fondos tardan en recibirse y las iniciativas
comienzan a ejecutarse con déficit y deuda, corremos el riesgo de
que se aproveche para, después, no amortizar esa deuda provisional y
ejecutar gastos adicionales.
Como ya hemos dicho en anteriores artículos, tanto la caída de la
actividad como el incremento del gasto y, con él, del déficit y de
la deuda, no puede atribuirse en exclusiva a la situación
excepcional que se vive derivada del coronavirus. Es obvio que el
impacto de la pandemia en la economía es notable, sobre todo porque
el Gobierno decidió cerrar completamente la actividad económica por
no haber tomado unas precauciones tempranas, como cerrar en enero
las fronteras con China, y porque ahora ha abandonado por completo a
la economía a su suerte. Ahora bien, antes de la enfermedad, la
economía ya se ralentizaba de manera cada vez más intensa y el gasto
no dejaba de crecer de forma rápida.
Como hemos venido recordando mes tras mes, con las medidas de los
reales decretos de los viernes se comprometió gasto estructural por
cerca de 10.000 millones de euros, en lugar de adoptar medidas de
austeridad que hubiesen permitido tener una mayor capacidad de
maniobra ante un retroceso económico, fuese uno como el presente o
de menor intensidad, como se preveía.
La pequeña reducción del cociente de deuda sobre el PIB que se había
producido hasta entonces, saltó por los aires. Con una deuda cercana
al 100% del PIB pero que había logrado ir descendiendo gracias al
impulso del crecimiento económico -pues la deuda en valores
absolutos seguía aumentando, al mantenerse las cuentas públicas en
déficit cada año- el Gobierno tomó la arriesgada decisión de
expandir el gasto de manera temeraria.
Ahora vemos las consecuencias de ello: una deuda creciente, que ha
pasado del 97,6% con el que cerró 2018, al 95,5% del cierre de 2019
y que ahora se eleva al 118,69% de noviembre de 2020, según los
datos de deuda del Banco de España y la previsión de crecimiento del
PIB nominal del ministerio de Economía plasmada en el plan
presupuestario 2021 enviado a Bruselas el quince de octubre de abril
(página 12 del informe).
En dicho cociente, ya está comenzando a operar el efecto negativo
tanto en el numerador como en el denominador, pues la deuda aumenta
en 123.731 millones de euros entre diciembre de 2019 y noviembre de
2020 y el PIB se estima que se reduzca en 139.474 millones de euros
de 2019 a 2020.
Todo ello, nos lleva a que desde que gobierna Sánchez la deuda se ha
incrementado en 155.253 millones de euros. Durante el primer año,
aumentó en 38.688 millones, y al cabo de diez trimestres de mandato
el incremento supera ya los 150.000 millones de euros.
Así, si durante el primer año creció la deuda por persona en 828,03
euros, en los dos años y medio de mandato de Sánchez la deuda por
persona ha aumentado en 3.280 euros, casi cuatro veces el incremento
del primer año.
O visto de otra manera: en el primer año, la deuda se incrementaba a
un ritmo de 105,99 millones de euros al día. Ahora, tras dos años y
medio de Gobierno de Sánchez, la deuda crece 169,86 millones de
euros cada día.
De esa manera, nos encontramos con un incremento exponencial del
gasto, una caída en picado de la recaudación y un descenso notable
del PIB. Todo ello, hará que la deuda española se sitúe este año
entre el 115% y el 125% del PIB, dependiendo de cuál sea la
intensidad final del movimiento de déficit y PIB (el gobernador del
Banco de España ha llegado a mencionar que incluso podría alcanzar
el 128,7% este ejercicio), siendo factible que supere el 130% en
2021. De hecho, el FMI estima que la deuda cerrará 2020 en el 123%
del PIB, para quedarse en el 118,8% en 2025, año que, además, subirá
de nuevo sobre 2024.
Urge un ajuste importante que sitúe a nuestra economía en el nivel
de gasto que se puede permitir. Nada es gratis y todo se financia
con los impuestos que pagan los contribuyentes, pero esos recursos
son finitos y los ciudadanos están ya extenuados, en medio de una
grave crisis económica, que reduce aún más su poder adquisitivo. Es
imprescindible acometer reformas que nos permitan aumentar el
crecimiento potencial de nuestra economía y que éste sea sostenible,
no sostenido artificialmente. O se logra hacer eso o el drama será
mucho peor cuando se vea que no se puede afrontar tanto gasto,
porque entonces el recorte habrá de ser mucho más intenso. No nos
cansaremos de repetirlo mes tras mes, aunque con escaso éxito, como
los datos muestran.
Preparando el camino para los recortes que
vienen: las excusas de Iglesias y las tragaderas de su votantes
Domingo Soriano Libertad Digital 25 Enero 2021
El vicepresidente asegura que "hay dueños de bancos y de grandes
empresas" que tienen más poder que él. No es cierto, pero sus
votantes tragan.
Yo dije antes de ser vicepresidente del Gobierno que hay señores que
mandan más que los diputados y los ministros. Y ahora, siendo
vicepresidente, lo vuelvo a decir: hay dueños de bancos, dueños de
grandes empresas que tienen más poder que yo y no les ha votado
nadie. - Pablo Iglesias, La Sexta.
Como nos hemos enredado en lo de los republicanos exiliados y su
comparación con Puigdemont, se nos ha pasado esta joya de la
entrevista del pasado domingo. El líder de un partido que se llama
Podemos, tras un año como vicepresidente, reconoce que no puede.
Por supuesto, es mentira. El Gobierno siempre, si quiere, puede. Lo
hemos visto esta semana con la sorpresa introducida, por la puerta
de atrás, en la ley antidesahucios, que da carta blanca a los okupas
para que se queden en el inmueble en el que han entrado de forma
delictiva si se trata de lo que conocemos normalmente como un piso
vacío (es decir, que no sea primera o segunda residencia de su
propietario). Nos podemos imaginar qué piensan de esta norma en el
Ibex (la banca es propietaria de buena parte de esos pisos vacíos) o
los llamados "fondos buitre", que parece que ya dan miedo sólo con
ese nombre. Pues aunque no les guste, se lo van a tener que tragar.
¿Quién es el poderoso?
Y no nos quedemos en los desahucios. Ese absurdo de un poder en la
sombra de empresarios y millonarios que controla gobiernos es uno de
los mitos más persistentes de nuestra era. Esa idea de "los que de
verdad mandan"... que nadie conoce.
Pues no. Los que mandan son los que mandan. El Gobierno, en este
caso. Y puede hacer lo que quiera. ¿Que hay empresarios, lobbies,
organizaciones, millonarios, propietarios de medios... que tratan de
influir en ese Gobierno? Sí, muchos. Cada día. Algunos con dinero
(los menos) y la mayoría tirando de contactos y de presión sobre la
opinión pública. De hecho, es una de las razones por las que mi
escepticismo democrático cada día es más acusado. La milonga esa de
"en las urnas, tu voto vale lo mismo que el de un millonario o el
secretario general de un sindicato". En las urnas sí, pero en el
resto del procedimiento democrático, esa frase es mentira. Cuando se
tramita una ley (cualquier ley), hay decenas de personas que tienen
acceso al Gobierno (líderes de la patronal, altos cargos de los
sindicatos, periodistas bien conectados, organizaciones de
consumidores, empresarios... en general, todo grupo de presión bien
organizado) y quien no lo tiene (los demás). Eso sí que es un mito:
pensar que todos somos iguales por tener una papeleta de entre 30
millones.
Pero que puedan influir no quiere decir que manden. Los que mandan
son los que tienen el BOE en sus manos.
Además, esa influencia no se resuelve, como quiere Iglesias, dando
más poder a un Gobierno al que seguirán teniendo acceso los mismos:
los que estén bien organizados, que pueden ser ricos o no. Por
ejemplo, hay pocas organizaciones con más capacidad de presión en
España que los sindicatos, tanto los más grandes como los que
dominan un sector. Eso se resuelve dando más poder al individuo:
libertad de elección en los servicios públicos descentralización
máxima de la administración (a nivel municipal y con municipios lo
más pequeños que sea posible) que le permita controlar mejor a sus
representantes votar con los pies con más facilidad separación de
poderes; estado de derecho e imperio de la ley principio de
subsidiariedad (el Estado sólo hace aquello que el individuo-familia
no puede hacer por sí mismo)...
Porque, además, el Ibex está encantao con este Gobierno. En general,
no tienen muchas quejas de lo ocurrido en España en los últimos 20
años. Con PSOE, PP, CiU, PNV... o Podemos: ellos siempre ganan. ¿Que
les gustaría una normativa laboral un poco menos decimonónica? Pues
quizás. ¿Y unos impuestos algo más bajos? Probablemente también,
pero no creo que sea una preocupación enorme (al final, los
ejecutivos, como los futbolistas, se ponen el neto de lo que quieren
ganar y a Hacienda le paga el accionista). Lo que desea el Ibex,
como todos los empresarios que en el mundo han sido, es un país
controladito, con mucho BOE y poca competencia, con dinero a
espuertas para los que están bien situados y salvavidas preparados
para los estratégicos (que siempre son ellos). En resumen,
rouresismo para todos. Y en esa idea están el Gobierno (sí, el de
Iglesias el impotente) y la UE, que no deja de ser el paganini.
La realidad y los límites
Los límites de los que habla Iglesias no se los impone nadie. Bueno,
se los impone la realidad.
En primer lugar, la realidad de su peso en el Gobierno y en el
Congreso. Y esto lo reconocía el propio Iglesias en la misma
entrevista: "A veces dentro del Gobierno estás discutiendo con un
ministro que hace suyos los argumentos de la patronal inmobiliaria".
El argumento es a un tiempo absurdo y peligrosísimo. Absurdo porque
reconoce que la razón por la que no se aprueban determinadas leyes
no es que haya un poder en la sombra que lo impide, sino porque sus
compañeros de gabinete no quieren. Al final, como siempre
denunciamos los liberales, el poderoso es el Gobierno, no el
lobbista. Otra cosa es que el lobbista quiera influir (y que ése sea
otro motivo para limitar el poder del Gobierno).
Pero en cualquier caso, es una enmienda a la totalidad a su primera
frase, en la que dice que los grandes empresarios son más poderosos
que el vicepresidente. No, los poderosos son los ministros. Lo que
pasa es que no todos los ministros piensan como él.
Al mismo tiempo es un planteamiento muy peligroso porque es el tipo
de argumento que siempre usa la extrema izquierda para destrozar las
instituciones: "Los que opinan diferente a mí... lo hacen porque son
lacayos de los poderosos". Sus razones (las de Iglesias) son puras;
las de Calviño o el PP o el que sea que se le enfrente, son el
resultado del miedo o el soborno. De ahí a Venezuela hay un paso muy
pequeño: si de verdad crees que sólo tú representas al pueblo frente
a esos malvados que actúan en la sombra, es lógico que quieras todo
el poder en tus manos y sin cortapisas. Sólo el líder providencial,
si le damos las herramientas para ello, podrá salvarnos (por
supuesto, nunca con más libertad para el individuo, porque, dejado a
su suerte, el ciudadano es una marioneta en manos de esos mismos
poderosos).
Los demás límites son los que imponen los que no quieren dejarle el
dinero. Es decir, los que no quieren que les arrastre en su locura.
Esa acusación sin ningún sentido contra la UE o los mercados, que
tanto hemos escuchado en la última década. Bruselas no impone nada,
ni los mercados.
Este tema ha estado más tranquilo en los últimos meses, mientras se
ultimaban los detalles del plan de ayudas de la UE y los países se
financiaban a tipos cercanos a cero. Pero les aseguro que volverá.
Habrá algunas exigencias (desgraciadamente, creo que muy pocas,
muchas menos de las que debería haber) desde Bruselas y mi apuesta
es que la prima de riesgo obligará a este Gobierno a hacer recortes.
Y entonces Iglesias volverá a la retórica de 2015, cuando la troika
le impuso austeridad a su amigo Alexis Tsipras.
El problema es que el punto de partida es mentira. Ni la troika ni
los grandes fondos tenían ningún poder en Grecia. Tsipras era
soberano dentro de sus fronteras... pero eso no le capacitaba para
quedarse con el dinero de los alemanes a cambio de nada. Otra vez la
realidad que te atropella: los rescates son préstamos. Recuérdenlo
porque España está ya metida en un rescate (aunque le llamen plan de
recuperación) y los prestamistas nos plantearán sus condiciones.
¿Que al Gobierno de Iglesias no le gustan esas condiciones? Pues que
pida el dinero en otro lado o que viva con sus propios medios y su
propia moneda. Esperemos que Sánchez no esté tan loco y que en la
disyuntiva Tsipras-Varaoufakis, también aquí gane el primero. Porque
ese cruce de caminos llegará.
Por último, un apunte importante, al que después de cien años
deberíamos estar más acostumbrados, pero en el que los incautos
siguen cayendo. Lo que va de las promesas de la extrema izquierda a
la realidad de sus gobiernos es la misma distancia que existía entre
la utopía comunista y el día a día soviético. La excusa del Ibex y
de los ricos que son más poderosos que tú ya la usaron los países
del Pacto de Varsovia para explicar la fuga de cerebros al oeste. El
Muro de Berlín se construyó alrededor de un pretexto no tan
diferente: "Si yo pudiera, os traería el paraíso en la tierra. Pero
no me dejan, los saboteadores occidentales nos impiden ser más
ricos, más felices, más prósperos".
En esto, lo reconozco, lo que más me sorprende son las tragaderas
del votante-militante. Tanto si crees la versión de Iglesias (unos
poderosos no me dejan hacer lo que yo quiero) como la mía (puedes
mucho, pero no todo, porque ni tienes los votos ni el Presupuesto es
infinito), lo lógico es que le pidan lo mismo: que se vaya, que
dimita, que lo deje. O que le cambie el nombre el partido. Que se
llame "No Podemos". O "No nos dejan". Tras tantos años dando la
matraca con lo que harían si llegaban al Gobierno... y ahora dicen
que no lo hacen porque estar en el Gobierno no sirve de casi nada.
Desgraciadamente, no es cierto. Claro que sirve y lo estamos viendo.
Nunca un Ejecutivo generó, en menos tiempo, un destrozo económico e
institucional tan enorme. Yo creo que Iglesias lo sabe. Sólo se está
poniendo la venda antes que la herida. ¿Sube la luz? Los poderosos.
¿Hay que hacer recortes? El Ibex. Gobernar así es muy fácil. Y lo
peor de todo es que habrá muchos que se lo crean.
gMás valientes y menos palmeros
Mientras los votantes del partido en el Gobierno sean incapaces de
criticar lo que hace mal, España estará condenada a esperar muchos
años hasta que se haga justicia por los dislates de hoy
Álvaro Nieto vozpopuli.es 25 Enero 2021
El pasado 23 de enero se cumplió un año desde que Vozpópuli
desvelara la gran exclusiva de 2020: la reunión del ministro de
Transportes, José Luis Ábalos, con la vicepresidenta de Venezuela,
Delcy Rodríguez, dentro de un avión y de madrugada en el aeropuerto
de Madrid.
Aquella información vio la luz porque encontramos tres fuentes que
la confirmaron a pesar de que el Gobierno la negaba reiteradamente.
Como es sabido, una vez publicada, Ábalos incurrió en no menos de
diez versiones distintas... y meses más tarde los jueces acabaron
por confirmar punto por punto el relato de este periódico, si bien
dejaron los hechos sin castigo al considerar que debe ser la Unión
Europea quien dilucide la sanción que merece España por permitir el
acceso a territorio comunitario a una persona que tiene prohibido
pisarlo.
Independientemente del recorrido judicial del caso, que todavía
podría dar alguna sorpresa, lo asombroso es que haya pasado un año y
el afectado siga siendo ministro. El muy ufano se pavonea diciendo
que el caso ha sido archivado en los tribunales, como si eso le
eximiese de sus responsabilidades políticas por celebrar una reunión
clandestina con la responsable de un régimen autoritario que no
puede pisar la UE o por mentir reiteradamente sobre ello. Además,
resulta que después de ese asunto este periódico le sacó los colores
varias veces con motivo de los contratos de material sanitario
adjudicados a dedo durante el estado de alarma. Pero ni con esas.
Si Ábalos ha llegado vivo políticamente a enero de 2021 es por
varias razones. Primero, porque la sociedad española lo ha
permitido. Nuestros estándares éticos están por los suelos, a nadie
parece preocuparle lo que hagan o digan nuestros dirigentes. Vale
todo. Nadie exige ya la asunción de responsabilidades por los
errores cometidos. De lo contrario, no se hubiera tolerado que
personajes como Fernando Simón, Salvador Illa o el propio Ábalos
hubieran mantenido su puesto.
Para ser justos, sí ha habido una parte de la sociedad que ha
exigido su salida: los que no votan al PSOE. Y ese es el mayor drama
que padece España: un profundo sectarismo que impide a los votantes
de un partido político criticar a sus dirigentes cuando están en el
ejercicio del poder, no vaya a ser que lo pierdan y gobierne la otra
España. Cuando Pedro Sánchez sea historia, y esta pandemia se nos
haya olvidado, seguro que los socialistas sensatos no tendrán ningún
rubor en admitir todas las tropelías que estamos viviendo hoy. Pero
ahora, calladitos todos. El que se mueva, no sale en la foto.
Mientras Sánchez sea presidente, gozará del silencio cómplice de
legiones de mandilones que, una vez caiga en desgracia, acudirán
prestos a hacer leña del árbol caído.
Si en España fuéramos algo más rápidos exigiendo responsabilidades,
nos ahorraríamos muchos disgustos y dinero, porque con demasiada
frecuencia nos pasa que los grandes escándalos de corrupción acaban
aflorando al cabo de los años, el día que un comisionista deja de
cobrar lo prometido, se cabrea y tira de la manta. El 'caso Gürtel',
tan manoseado por algunos, es un ejemplo de ello. Otro es el de
Eduardo Zaplana y Jaume Matas, dos políticos que siempre levantaron
múltiples sospechas. Cualquiera con dos dedos de frente que los
hubiera tratado alguna vez sabía que aquellos jetas no eran trigo
limpio... pero tuvimos que esperar demasiados años hasta verles
desfilar ante un juzgado.
Los Gürtel del mañana se están fraguando hoy. Los Zaplana y Matas
del futuro están ahora en activo. Este periódico, con sus modestos
recursos, hace lo que puede, pero una gran parte de España ha
decidido que hay que mirar para otro lado. Da igual si el Gobierno
se salta la separación de poderes con la reforma del Poder Judicial,
si bordea la legalidad con un decreto antidesahucios o si gasta
dinero a espuertas sin el menor control con la excusa de la pandemia
(lean a propósito de lo segundo este brillante artículo de Guadalupe
Sánchez).
Leña al débil
Tampoco ayudan mucho los medios de comunicación, tradicionalmente
apocados con el poderoso y valientes con el débil. Porque al que
tiene el BOE y la publicidad institucional en la mano conviene no
morderle, y ahí están como ejemplo los 112 millones de euros que
acaba de licitar el Gobierno. Cuando el rey Juan Carlos era el jefe
del Estado, sólo Jesús Cacho y otros cuatro gatos denunciaban sus
conductas y amistades peligrosas. Cuando ha dejado de estar en
primera línea, le han salido críticos por todos lados que, por
supuesto, ahora dicen que conocían sus andanzas desde siempre.
Y algo de eso hemos visto también con la salida de Donald Trump en
los Estados Unidos. Que el tipo era un patán lo sabíamos todos desde
el principio, pero casi nadie se atrevió a criticarle en su propio
partido mientras era el hombre más poderoso de la tierra. El vídeo
de Arnold Schwarzenegger, tan eficaz y conmovedor, no deja de ser la
demostración más palpable de lo cobarde que puede llegar a ser el
ser humano. 'Arnie', querido, ese vídeo había que haberlo hecho a
las primeras de cambio, no cuando Trump ya estaba derrotado. Lo
mismo cabría decir de esas grandes empresas que manejan las redes
sociales, que le han cerrado las cuentas a Trump cuando apenas
faltaban unos días para que abandonase la Casa Blanca... ¡pero si
llevaba años diciendo chorradas a todas horas!
La valentía hay que demostrarla con el que manda, no con el que ya
es historia. La gallardía hay que mostrarla cuando las
probabilidades de que te partan la cara son altas. Lo demás son
gestos para la galería. Y aquí ha llegado la hora de los valientes.
Gente que piense en el bien común por encima de salvar su pellejo o
conseguir no sé qué ayudas gubernamentales. Personas que antepongan
sus principios por encima de cualquier otra cuestión.
Nadie está diciendo que España se haya convertido en una peligrosa
dictadura, pero es evidente que se están dando importantes
retrocesos en cuestiones básicas en una democracia: separación de
poderes, respeto al Estado de derecho o la mera transparencia.
Resulta paradójico que un Gobierno plagado de licenciados en Derecho
sea el que esté poniendo contra las cuerdas todo eso. Y lo seguirán
haciendo mientras nadie diga nada.
Réquiem por la propiedad privada
"No es la política la que hace a un candidato convertirse en un
ladrón, es tu voto el que hace a un ladrón convertirse en político",
Candidman
Miguel Massanet diariosigloxxi 25 Enero 2021
Cuando los fundamentos de una construcción empiezan a crujirse y
agrietarse, lo mejor que pueden hacer los que habitan el edificio es
poner remedio intentando reforzarlos y asegurarse de que se ha
conjurado el peligro de que la construcción entera se derrumbe. Si
el deterioro es tan importante que no tiene posibilidades de ser
reparado convenientemente y el peligro del derrumbe se hace
inminente sin posibilidad razonable de salvar al inmueble, lo
correcto es abandonarlo y proceder a su demolición antes de que las
fallas y las grietas se hagan tan frecuentes y amenazadoras que
pongan en peligro las vidas de los habitantes del edificio. Lo mismo
podemos decir cuando nos referimos a una nación que está comenzando
a tener graves problemas en su estructura política, importantes
desajustes en la acción de gobierno, resbaladizas carencias en el
mantenimiento de sus leyes fundamentales, destrozos básicos en sus
instituciones y peligrosas, comprometidas y arriesgadas actuaciones
de sus dirigentes, movidas por afanes egoístas y totalitarios y no
por el bien común y el bienestar de sus ciudadanos, como corresponde
a todo régimen democrático.
En lo que se refiere a nuestra desconocida España, podríamos decir
que “viento en popa y a toda vela no corta el mar sino vuela” ,como
se dice en la Canción del Pirata de Espronceda, un Gobierno
integrado por piratas de la sociedad que se esmera, con plena
dedicación, en quemar etapas sin darse respiro, para impedir que,
quienes en la oposición tienen la obligación de cortar sus
desafueros, puedan seguirles y darles caza antes de que ellos hayan
conseguido sus objetivos que, evidentemente, se centran en implantar
un régimen autoritario, policial, totalitario, de base comunistoide,
en toda la extensión de la nación española. Y es que, cuando se
tiene a un Parlamento dominado, a un Senado obediente, a un
ejecutivo con plenas atribuciones y, al único poder que podría dar
esperanzas a los españoles de que los desafueros del gobierno fueran
controlados desde la Justicia, el poder Judicial, en vías de caer en
poder de la dictadura que se está fraguando en España, cuando los
fiscales, los abogados del Estado y algunos jueces y magistrados,
parece que están dispuestos a colaborar en que el pobre Montesquieu
vaya a hacer compañía al general Franco, en el rincón que le han
dejado, para que reposen sus restos, en la cripta de un panteón de
Patrimonio del Estado en el madrileño cementerio de Mingorrubio, en
El Pardo ( en una democracia, como se supone que es la española,
quién lo quiera visitar deberá pedir una autorización, suponemos que
para tener controlado a lo que queda del franquismo).
Cuando se está dispuesto a pasarse la legalidad por la entrepierna,
a cualquier listillo al que no le importe lo que tenga que hacer
para conseguir su propósito, no le afecta tomar atajos, cometer
irregularidades, torcer la interpretación de las leyes y saltarse
las reglas cuando, de esta forma, se consigue avanzar a pasos
agigantados en obtener los resultados apetecidos. El sistema
utilizado por los socialistas para evitar someter las leyes a
discusión en las cámaras de representación popular, aun teniéndolas
dominadas, les evita que, mediante decretos-ley los españoles
podamos presenciar debates por TV que a ellos no les favorezcan y
que, por otra parte, les retrasen la aplicación de normas que les
permitirían ir limitando los derechos de los españoles, coartar sus
libertades, restringir sus privilegios constitucionales y mermar sus
derechos a poder expresar sus opiniones libremente, cuando el poder
gubernamental dispone de prácticamente el monopolio de la prensa
escrita, de la radio y, por supuesto de las TV, entre ellas y de
suma importancia, tienen el control de la cadena estatal la TVE1.
Lo que resulta evidente que, sea porque soterradamente tanto Sánchez
como Iglesias tienen acordado seguir el camino hacia la dictadura de
tipo comunista o, bien, porque Iglesias tiene chantajeado a Sánchez
y éste se ve obligado a hacerle concesiones de tipo social, sin
descartar que pueda haber algo de ambas posibilidades; lo cierto es
que, como la Colau viene haciendo con plena libertad en Barcelona,
los recortes a las facultades de los propietarios, la idea de que el
Estado puede despojar de sus derechos de propiedad, cuando se le
pase por su cerebro administrativo, a los ciudadanos, simplemente
alegando necesidades de tipo social, sin contemplar la deficiencia
en la construcción por el mismo Estado y por sus autonomía de los
cupos de viviendas de tipo social que deberían ser subvencionadas
mediante los impuestos de los contribuyentes, en lugar de ser
destinados a la propaganda de los partidos, a subvencionar a los
amigos o a favorecer a las sociedades que están conchabadas con
quienes nos gobiernan.
Pero la mente de estos ineptos que nos gobiernan, con los resultados
que claramente podemos contemplar, tanto en la gestión de la
epidemia del Covid 19 como en cuanto a lo que se refiere a tomar las
precauciones económicas ( limitación del gasto y reducción de la DP)
ante la crisis inminente que va a venir y que se nos anuncia desde
todos los especialistas en economía de la UE y de los bancos que
actúan dentro de ella, como en lo que se refiere a los despilfarros
que se siguen haciendo en materia de subvenciones, de aumentos de
salarios de los funcionarios, del número de los mismos ( más gente
que no crea riqueza y más sueldos que los ciudadanos deben pagar con
sus impuestos) así como un incremento sustancial de asesores del
gobierno y de las autonomías, en lo que no se escatima dinero. Ya no
hablemos de la política que se está llevando respecto a la
inmigración, dejando que España se convierta en un coladero, tanto
por el norte como por el sur, y ahora las Canarias, un lugar en el
que, la llegada continuada de inmigrante de Marruecos, les está
causando serios problemas de logística y de orden público que, el
Gobierno, no parece que sea capaz de contener a no ser que se
considere una solución ir embarcando inmigrantes desde las islas
hacia España para, una vez en ella, irlos esparciendo, no importa
cómo, por toda la extensión peninsular, la mayoría de ellos sin
control alguno.
Y, por si no fueran bastantes los motivos de preocupación que
tenemos los ciudadanos que no pertenecemos al club de las
izquierdas, nos hemos enterado de que, este Gobierno
social-comunista, siguiendo la senda que se ha propuesto de acabar
con la propiedad privada, no contento con las expropiaciones
irregulares que se practican en nombre de los derechos sociales, ha
iniciado lo que se podría considerar como un refuerzo de los
“derechos” de los okupas, contrariamente a lo que parecía que iba a
suceder en cuanto a que se adaptaran las leyes estatales para
facilitar el trámite de expulsarlos de las vivienda irregularmente (
por no decirlo de una manera más dura) ocupadas, con forzamiento de
cerraduras y, en ocasiones, violencia en las personas, y se habla de
evitar su expulsión inmediata de las viviendas, ocupadas
irregularmente, en aquellos casos en los que “no hubiera habido
violencia en las personas o intimidación cuando se produjo su
ocupación o durante su permanencia en las mismas”. Y nosotros, ante
semejantes desaguisados y ataques al derecho de propiedad
reconocido, expresamente, en nuestra Carta Magna, nos preguntamos:
¿no es un acto de violencia el penetrar en una vivienda, rompiendo
la cerradura, aprovechándose de la ausencia de sus legítimos
ocupantes?, ¿cómo se califica el hecho de que una familia que está
en su propio domicilio y se vea sorprendida por la invasión del
mismo por unas personas que, aún sin violencia, toman posesión del
lugar sin hacer caso de las protestas de quienes la venían
habitando? ¿A quién le pasa por la cabeza esta absurda idea de que
privar a una persona de la propiedad o el uso de su morada, por los
medios ilegales no reconocidos por la Ley, puede ser generadora de
un derecho que lo único que haría sería legitimar un acto reprobable
y contrario a los derechos legales de las personas perjudicadas?
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie,
nos sentimos desasistidos como ciudadanos de una democracia en la
que quienes forman parte del Gobierno son los primeros que favorecen
que se pongan limitaciones fraudulentas a derechos que emanan de la
misma Constitución, con la misma tranquilidad con la que uno se toma
un vaso de agua y, con el añadido de que parece que nadie se opone a
que, hechos semejantes, puedan suceder en un Estado de derecho que,
en lugar de perseguir a los delincuentes, lo que hace es crear leyes
y normas para favorecerlos. Cada vez, y los hechos lo confirman,
parece que vamos camino de lo que pudiera ser una repetición,
actualizada, de los hechos que dieron lugar a que España y los
españoles se enzarzaran en una lucha fratricida que, como ocurrió
entonces, puede acabar con un enfrentamiento directo contra el
comunismo frente-populista. Y, para terminar, leamos a Aristóteles:
“En su mejor momento el hombre es el más noble de todos los
animales; separado de la ley y la justicia es el peor.”
¿Nuevo Cisma de Occidente?
Manuel Pastor Libertad Digital 25 Enero 2021
Como insinué hace algunas semanas en un artículo, el mundo puede
estar presenciando los inicios de un Nuevo Cisma de Occidente, esta
vez no religioso sino político: ya teníamos dos Papas (Benedicto y
Francisco, ambos en Roma por consenso), y ahora tenemos también dos
Emperadores (los presidentes estadounidenses Donald Trump y Joe
Biden, separados y enfrentados por falta de consenso). Aunque Trump
haya quedado relegado a la sede cismática y simbólica de “Aviñón”,
en Mar-a-Lago (Florida), sigue siendo considerado el presidente
legítimo por una “Trump Nation” con 75 millones de
ciudadanos/votantes leales (¡imaginemos un país con casi 30 millones
más que España!).
Lo que voy a decir a muchos le parecerá una broma o una blasfemia
política: en mi opinión Trump ha sido uno de los presidentes
americanos más importantes –sin menospreciar a otros esenciales
(para mí, notablemente los presidentes Ulysses S. Grant, Theodore
Roosevelt, Franklin D. Roosevelt y Ronald Reagan)- desde Lincoln y
la Guerra de Secesión en el siglo XIX, por las sendas profundas
crisis históricas y constitucionales de la Democracia Americana que
a ambos les tocó vivir (Lincoln: una guerra civil con más de 620.000
muertes. Trump: una pandemia criminal con más de 400.000 hasta
ahora). Crisis a las que tuvieron que enfrentarse con decisión y
coraje, aparte del dramatismo que rodeó el final de sus respectivos
mandatos.
Lincoln, como es sabido, fue asesinado. Trump lo está siendo
simbólica y políticamente, censurado en las redes sociales, y
linchado por la prensa y la televisión en medio del presunto gran
fraude electoral que ha “cancelado” la Democracia Americana. Si
Trump es el Abraham Lincoln de nuestros días, Joe Biden debería ser
considerado el traidor Jefferson Davis o, con menos melodramatismo,
un Fake President gracias a la corrupción electoral, el
resentimiento NeverTrump y las sucesivas traiciones al presidente
legítimo por los dos partidos del Establishment, por la gran mayoría
de los medios de comunicación y por la siniestra confederación Big
Brother Tech.
Quizás no somos plenamente conscientes de que hoy estamos inmersos
en otra Guerra Civil, no militar sino cultural y
legal-constitucional. Si el trasfondo internacional del presente es
el de una nueva Guerra Fría Global con guerras periféricas
“calientes”, en el plano nacional (en los Estados Unidos, en España
y en las demás naciones) es una auténtica Guerra Civil Cultural y
Mundial entre dos culturas políticas incompatibles: de una parte una
cultura democrática liberal (constitucional) y de otra una cultura
antidemocrática colectivista (anticonstitucional).
El carácter democrático, se infiere, está en relación directa con el
imprescindible respeto a las “reglas del juego”, la Constitución, la
legalidad constitucional, y la limpieza en las elecciones (es decir,
los inalienables derechos individuales y el imperio de la ley, lo
que en Europa llamamos el Estado de Derecho). Como dijo Lincoln ante
la Secesión, cualquier alternativa de facto a la Constitución no es
democracia, sino “anarquía” (además, el uso y abuso del impeachment
fuera de lo previsto constitucionalmente es prevaricación, anarquía
legal).
El primero de los derechos naturales inalienables –como reza la
Declaración de Independencia de 1776- es el Derecho a la Vida. Trump
ha sido el primer presidente expresa y plenamente Pro-Life de la
historia. Biden, pese a declararse “católico” (hipócritamente, como
muchos de nuestros “democristianos”), está a favor del aborto a la
carta. Asimismo ha anulado con una orden ejecutiva la Comisión 1776
que Trump creó para defender los fundamentos de la Nación
estadounidense, y contrarrestar el Proyecto 1619, que propone una
especie de Memoria Histórica progresista basada en el “racismo
sistémico”.
Resulta casi tedioso tener que repetir los grandes logros de Trump
en solo cuatro años (v. por ejemplo Deroy Murdock, “Final, fair look
at Trump presidency…”, FoxNews, Jan.16, 2021). Me limitaré a
mencionar cinco áreas: Políticas Pro-Vida. Políticas a favor de la
paz mundial y tratados en Oriente Medio entre Israel y regímenes
árabes. Políticas de prosperidad económica, desregulación y recortes
fiscales, con mejoramiento histórico de las minorías. Nombramientos
de tres jueces conservadores en la Corte Suprema y casi trescientos
en las Cortes Federales. Fortalecimiento de las fronteras, de las
Fuerzas Armadas y de la Seguridad Nacional frente a los enemigos
exteriores (particularmente China). Todos estos logros han sido
acompañados de un profundo sentido patriótico y entusiasmo popular
(un populismo que no dudo en calificar de positivo, a diferencia de
los populismos izquierdistas).
Pero este Nuevo Cisma de Occidente (de las democracias liberales,
mientras en Oriente se consolida un Imperio Totalitario), aparte de
su naturaleza global como consecuencia de la Guerra Civil Cultural y
Mundial, tiene ya ramificaciones particulares en los Estados Unidos,
como la guerra civil política dentro del Partido Republicano, entre
populistas y elitistas (Trumpistas vs. Establishment GOP), o la
guerra civil religiosa dentro de la Iglesia Católica americana que
seguramente contagiará al propio Vaticano (cardenal Gómez vs.
cardenal Cupich), por los problemas morales relativos al aborto, la
familia, las delirantes políticas de género, etc.
El decadente física y moralmente “Emperador Biden” en la Casa Blanca
–pendiente de las revelaciones que se produzcan sobre la presunta
corrupción a través de su hijo Hunter Biden- representa muy bien el
triste hecho de que hoy el siniestro “Estado Profundo” ha usurpado
el Estado.
Es imposible no ver paralelismos entre los gobiernos “Kerenski” de
Joe Biden-Kamala Harris y de Pedro Sánchez-Pablo Iglesias.
Igualmente entre la histeria de la derecha americana afectada por el
Trump Derangement Syndrome y la que padece la derecha española con
el Vox Derangement Syndrome. Algunos como el ex presidente Aznar o
el ex embajador Rupérez, y casi todos los dirigentes actuales del
PP, con Pablo Casado a la cabeza, puede que necesiten ayuda
psiquiátrica urgente como patéticos sufridores de ambos síndromes
transatlánticos.
Aún queda molestar
Rosa Díez okdiario 25 Enero 2021
Una amiga me recordó hace unos días la pintada ácrata que apareció,
allá por los años setenta, en la pared de un colegio de Rubí:
“Aunque todo esté perdido, aún queda molestar”, lo que, a mi modo de
ver, es toda una llamada a la acción.
No nos podemos rendir. En un momento especialmente delicado para las
libertades y particularmente crítico para la salud y el bienestar de
los españoles, es más necesario que nunca dar la batalla de las
ideas. Lo que está ocurriendo en España no es producto de la
casualidad, ni siquiera es consecuencia de la incapacidad y el
sectarismo de nuestros gobernantes. Su actitud y su falta de
principios ayuda, naturalmente; pero todo lo que nos pasa obedece a
una estrategia diseñada y fielmente ejecutada por los propagandistas
que llevaron al caudillo Sánchez a obtener la Presidencia del
Gobierno de España. Claro que la ausencia de escrúpulos del impostor
que habita en la Moncloa es imprescindible para tejer y acometer un
plan de estas características; pero estamos ante una función
milimétricamente diseñada para pervertir el orden constitucional con
el último y único objetivo de apalancarse en el poder.
Frente al oscurantismo decretado por el Gobierno y convenido con sus
terminales mediáticas, hay que levantar la voz. Frente a la
estrategia goebbelsiana de superposición de noticias, de ruido
blanco para tapar con cada nuevo escándalo el escándalo anterior, es
preciso tomarse la molestia de señalar cada uno de los actos y a
cada uno de los protagonistas que están convirtiendo a España en el
país más arruinado y más enfermo de la UE, en la anomalía
democrática de Europa.
“Recordar es un deber”, proclamó Primo Levi mientras daba la batalla
contra el olvido dando conferencias en las universidades de todo el
mundo. Él se estaba refiriendo a una época terrible de la historia
europea en la que el sistema propagandístico hitleriano organizó la
mayor masacre contra la humanidad –sólo comparable con la perpetrada
por los admirados líderes comunistas de los socios de Gobierno del
caudillo Sánchez- y pretendía eludir su responsabilidad a base de
propaganda y ruido blanco incluso una vez desvelados todos sus
horrendos crímenes.
Es verdad que las consecuencias –la aniquilación física del
adversario, borrar su historia, tratarlo como si no fuera un ser
humano… – de la política nazi no son equiparables con la situación
por la que atraviesa España. Pero, como explico en mi nuevo libro
‘La Demolición’ (el 27 en librerías, editado por @esferalibros),
ambos episodios tienen en común la táctica utilizada para conseguir
su objetivo de ostentar un poder absoluto. Baste fijarse en que los
principios de propaganda diseñados por Goebbels -que llevaron a la
población alemana a la alienación primero y a la autojustificación
después- se han convertido en la guía aplicada por Sánchez para
eludir su responsabilidad sobre lo que ocurre en nuestro país y para
que la superposición de escándalos nos impida ver la magnitud de la
tragedia.
El virus de la desinformación para combatir la verdad se nos ha
venido inoculando desde que Sánchez llegó al Gobierno con una
performance diseñada para que pareciera que su moción de censura
tenia como objetivo regenerar la democracia. España tardará muchos
tiempo en conseguir la inmunidad de rebaño frente al Covid-19, pero
Sánchez ha conseguido su impunidad tratándonos a todos los españoles
como si fuéramos un rebaño adocenado y silencioso dispuesto a
recibir la buena nueva de cada una de sus soflamas. Y así,
encerrados, con nuestras libertades mermadas, con un férreo control
sobre la información libre, hemos ido quemando etapas y asumiendo en
cada momento lo que el Gobierno necesitaba que creyéramos para
seguir eludiendo su responsabilidad: que el virus era una gripe; que
no había peligro de contagio cuando se producían altas
concentraciones humanas, que no se iban a dar apenas casos en
España; que los test era innecesarios; que las mascarillas eran
contraproducentes; que las mascarillas FP2 eran “egoístas”; que
habría vacunas para todos en tiempo récord; que había un plan de
vacunación nacional; que el virus estaba vencido; que podíamos salir
a la calle a consumir y a recuperar la vida en la “nueva
normalidad”; que la economía apenas se iba a resentir; que ningún
español se iba a quedar atrás…
A Sánchez la pandemia le ha proporcionado las coartadas que necesita
para acelerar su objetivo de pervertir el orden constitucional. Pero
no todo está perdido, nos queda algo más que molestar…. aunque
molestar sea siempre una buena opción frente a quienes nos
desprecian como ciudadanos. El activismo democrático y ciudadano
puede impedir que Sánchez consiga su objetivo de ser el caudillo
español del siglo XXI. Empecemos por contar la verdad sin cansarnos
de repetirla y por no asumir que estamos sufriendo una maldición
bíblica contra la que no tenemos nada que hacer.
Somos una inmensa mayoría quienes estamos a favor de la democracia y
la convivencia entre españoles, quienes creemos que ya tuvimos
bastante con un caudillo. Hagamos que se sepa.
******************* Sección "bilingüe" ***********************
España, en precario
Carlos Mármol cronicaglobal 25 Enero 2021
El mundo sigue vuelto del revés. Los británicos se han despedido de
Europa con un Brexit súbito pero nos han legado Gibraltar –por
supuesto, sin renunciar a su soberanía y endosándole a España la
negociación sobre los privilegios fiscales de la Roca– y una nueva
cepa del coronavirus más mortal y contagiosa. Como nadie tomó a
tiempo medidas de control en los aeropuertos –este Gobierno fleta
aviones para trasladar en secreto a los inmigrantes de Canarias,
igual que hacía Rajoy–, bastó el arribo de un par de pasajes desde
Inglaterra para que la nueva versión vírica de la pandemia, que
según Fernando Simón iba a ser “marginal”, sumada a la devoción
familiar, secular costumbre de nuestras Navidades, haya disparado el
número total de contagios, muertes y desesperación hospitalaria en
todas las Españas, tanto en las vacías como en las diferenciales.
En Cataluña, mientras tanto, los que decían sentir devoción por las
urnas de plástico ya no quieren que se vote (el 14-F) y formulan la
enésima teoría sobre la conspiración del Estado en contra el
independentismo, que estrena nuevo lema: No votarem. Los analistas
se dejan los sesos –la materia cerebral, a estas alturas, es escasa–
tratando de desentrañar la certeza del Efecto Illa, cuyo apellido
significa una cosa en catalán y otra, muy distinta, en el sermo
hispalensis.
Que España no va bien lo evidencia que muchos crean que el ministro
de Sanidad es un líder con carisma, alguien que se niega –sin
argumento científico; más bien, en contra de todas las
recomendaciones médicas– a autorizar un confinamiento inevitable
para que las muertes provocadas, primero por el virus, y después por
la irresponsabilidad de la Moncloa y las autonomías, no terminen
inundando las morgues y destrozando un sistema sanitario que ha
soportado en un año más pruebas de estrés que la banca durante la
última crisis financiera. Aquella etapa de nuestra historia reciente
nos va parecer poca cosa a tenor de las sombras que se ciernen sobre
nuestras cabezas.
España, que a pesar de las apariencias nunca ha sido un país rico, y
no digamos ya culto, se aproxima a toda velocidad hacia una
situación de precariado estructural y duradero, provocado no tanto
por la debilidad de nuestro tejido económico y la pandemia como por
la demostradadísima inmoralidad que nuestros dirigentes. ¿Puede
calificarse acaso de otra forma a la larga lista de políticos,
concejales, militares y próceres que han decidido administrarse a sí
mismos la vacuna mientras niegan la profilaxis a parte de los
profesionales sanitarios y a la población de riesgo? Que esto suceda
es mucho más alarmante que los intentos –sin duda, denodados– del
Gobierno por controlar a los jueces e imponer un relato único de la
realidad.
¿Qué pensarán de nosotros en Europa? Pues lo evidente: que para
salvar el euro tienen que prestarle dinero a un país que no es
solvente, rara vez dice la verdad sobre sus cuentas públicas, se
resiste a dejar de practicar determinados vicios feudales, continúa
encadenado a identidades ficcionales y cuyas élites no piensan ni en
las generaciones venideras ni conocen la ejemplaridad pública. Por
no hablar de la desidia ante muerte, que avanza porque no somos
capaces de dejar de practicar el nepotismo sentimental, dogma único
de nuestras singulares relaciones sociales.
El cuadro, desde luego, da miedo: la curva de contagios se dispara y
la fractura social se ensancha. Más de seis millones de españoles
viven como el coronel de la novela de García Márquez: pendientes de
subsidios que no llegan –pese a la propaganda gubernamental– y que
son insuficientes ante un incremento exponencial del desempleo que
cristalizará a medida que avance el año y las quiebras empresariales
se sucedan como las fichas del dominó. La deuda de España asciende
ya el 120% del PIB. El famoso escudo social es una manta llena de
agujeros: ni abriga ni evita que el viento nos castigue. Todo es
naufragio.
Los funcionarios de la Seguridad Social, escondidos detrás de la
administración electrónica, se han transformado en unicornios: seres
ficticios que sabemos que no veremos nunca. Miles de personas se han
quedado sin recursos y no tienen a nadie a quien acudir. La
asistencia sanitaria primaria no se ha recuperado del colapso, el
Sepes –al que seguiremos llamando Inem– está saturado y las
suspensiones de pagos dejarán de ser hipótesis para convertirse en
quiebras firmes, al tiempo que la tercera ola supera los registros
del primer Apocalipsis.
No habrá otro confinamiento general por motivos estrictamente
políticos, pero el quebranto económico derivado de la extensión del
coronavirus sí puede transformarse en una enfermedad crónica.
Estamos a las puertas de un nuevo crack financiero global provocado
por el estrangulamiento económico y una crisis de deuda que puede
conducir al país a un default que no evitarán ni todas las subidas
de impuestos del mundo. España construye cada día que pasa su propia
precariedad. Nos merecemos un premio.
Recortes de Prensa Página
Inicial
|