La rueda de la economía
José María Rotellar okdiario 30 Enero 2021
Pasan las semanas desde el inicio del decreto del nuevo estado de
alarma -en ocasiones, como en el primer estado de alarma, parecía,
en realidad, más un estado de excepción encubierto- y cada jornada
que ha transcurrido del último año ha sido un día en el que han
cerrado muchas empresas que ya no volverán nunca a abrir sus
puertas, por no hablar de las 6.412 compañías que diariamente
sucumbieron en diecinueve días de marzo de 2020, como se puede
extrapolar de los datos de la Seguridad Social. Cada uno de los días
del encierro total, asomó a la destrucción diaria de 19.178 puestos
de trabajo, que son los que, jornada a jornada, se perdieron en los
cuarenta y nueve días que hubo del doce de marzo al treinta de abril
del año pasado, hasta contabilizar 939.709 puestos de trabajo
destruidos durante ese tiempo del encierro domiciliario y la parada
por decreto de gran parte del sector productivo que se le impuso a
la sociedad y economía españolas. Cada día que pasamos con ese
encierro, es el que hizo que 23.555 autónomos al día en esos mismos
cuarenta y nueve días, necesitasen la prestación extraordinaria por
cese de actividad al verse obligados a cerrar sus negocios por
decisión gubernamental, hasta sumar 1.154.195 autónomos. Y cada día
que pasó en ese período, vimos cómo se incrementaron diariamente en
62.744 las personas afectadas por un ERTE por fuerza mayor en ese
período, hasta sumar los 3.074.462 españoles en esta situación, que
se añadieron a las 312.323 personas afectadas por ERTE no derivado
de la situación del estado de alarma, hasta sumar un total de
3.386.785 personas afectadas que han llegado a estar afectadas por
un ERTE, según se puede comprobar en los datos de la Seguridad
Social. Hoy todavía permanecen en ERTE de todo tipo 782.915
personas.
Actualmente, se siguen destruyendo 295 empresas cada día; 1.187
personas van al paro diariamente; otras 987 han perdido cada día su
empleo en el último año; y hay 319 jóvenes que cada jornada engrosan
las filas del desempleo en estos últimos doce meses. Son unas cifras
que producen escalofríos: con 3.888.137 personas desempleadas, más
de setecientas ochenta mil todavía en ERTE, sin perspectivas de ir a
salir de él y con elevada probabilidad de que ese número, con las
últimas restricciones, aumente y con un tejido empresarial,
especialmente el de la hostelería, el turismo y el comercio,
extenuados, sin capacidad, ya, para aguantar más con las
restricciones cambiantes que cada semana las administraciones
públicas les imponen. Cuando se han adaptado a una de las
restricciones impuestas, vuelven a apretarles y dar otra vuelta de
tuerca, sin valorar el deterioro que les hacen y, con ello, que
hacen a toda la economía. Muchas personas están a punto de perder
sus pequeños negocios y, con ello, se eliminarán los empleos que
mantienen. Son casi ocho millones de personas que no saben si tienen
futuro o no -los casi cuatro millones de parados, los casi un millón
en ERTE, y los casi tres millones que trabajan en estos sectores más
afectados. De esa manera, no saben si en los próximos meses y años
podrán pagar su hipoteca o el alquiler; si podrán dar un futuro
mejor a sus hijos; o, simplemente, si podrán tener recursos para
alimentarse.
Mientras corren riesgo de desmoronarse nuestro tejido productivo y
empresarial y tantos millones de puestos de trabajo como los
señalados anteriormente, la consigna oficial, convertida cada día
más en propaganda, intenta hacer ver a la sociedad que hay que
infravalorar la crisis económica, tratando de extender un engañoso
velo con el que confundir a los ciudadanos, que pretende
convencerles de que, cuando se supere la situación sanitaria,
económicamente habrá una recuperación que no tardará mucho en
llegar. Para ello, recurren a la emoción de las personas y al miedo
que impregnan en ellas empleando las altas cifras de fallecidos por
coronavirus que sufre España por el fracaso rotundo en la gestión de
todas las administraciones, con el Gobierno de la nación como
principal responsable. Hemos pasado del “esto lo paramos entre
todos”, a “nadie va a quedarse atrás”, la “fiscalidad justa”, con la
que pretenden insinuar que “los ricos” serán quienes paguen la
factura, cuando ellos saben que eso no da ni para una semana de
gasto sanitario y de prestaciones por desempleo, a imponer ahora, de
nuevo, restricciones que agotan la capacidad de resistencia de
nuestra economía. Probablemente, en la mente de algún dirigente del
Gobierno esté encerrarnos de nuevo tras las elecciones catalanas del
catorce de febrero, si finalmente se celebran, como hicieron tras el
ocho de marzo. Puede que no lo hagan, pero da la sensación de que
esa estrategia está sobre la mesa.
Todo es cálculo político y propaganda, y nada de eficiencia. Si
atrás no se queda nadie será porque todos estaremos detrás,
empobrecidos. La economía es una rueda en la que todas las
actividades están conectadas. Si una cae, el resto irá cayendo. De
esa manera, pasaremos del círculo virtuoso de la economía al círculo
vicioso, donde el empobrecimiento será enorme. Parece que quienes
gobiernan no se dan cuenta: cuando dicen que no se salga o que se
trabaje desde casa, cortan de raíz el negocio de tantos bares y
cafeterías que son esenciales en nuestro entramado económico. Si
hacen que ellos caigan, detrás irá el resto de los sectores, porque
todo está conectado.
Para cimentar su posición, enseguida atacan a quien discrepa con que
no se puede anteponer la economía a la salud, con el falso y
retorcido argumento que se basa en que quien está con ellos, salva
vidas, y quien no, las pone en peligro por su visión codiciosa de la
vida. Tratan de mover así, con esa falsedad, a una sociedad a la que
mantienen con la libertad cercenada y, con ello, en gran parte
anestesiada, pues aunque las dificultades y penurias ya empiezan a
sufrirlas, desgraciadamente, muchas familias, todavía el desastre no
se percibe en toda su intensidad, pero de seguir así llegará y con
incremento de las anteriores cifras negativas, ya desastrosas por sí
mismas.
Miente quien diga que alertando de la crisis económica se antepone
la economía a la salud, como miente quien dice que es necesario
ceder nuestra libertad para que un Gobierno paternalista gobierne
con poderes casi absolutos para protegernos. Los paternalismos
gubernamentales siempre hay que tomarlos con mucha prudencia, pues
del paternalismo a la extinción de las libertades puede haber una
línea muy fina, que esperemos que en España no se pase -y que no
debemos, en ningún caso, dejar que eso suceda-. En cuanto a la
economía, no se antepone a la salud, sino que es necesaria para que
haya salud, para que haya sanidad, ya que sin prosperidad habrá
menos sanidad, menos salud, menor esperanza de vida y mayor tasa de
mortalidad derivada de la ruina económica. Una destrucción de
empresas como la actual, muestra la verdadera dureza de la crisis
económica, a la que se está infravalorando con la ayuda
propagandística del Gobierno.
La crisis sanitaria está siendo durísima -probablemente, mucho más
dura por no haber sido previsor el Gobierno y anticiparse desde
enero de 2020 con medidas más suaves que habrían podido servir para
que no se incrementasen tanto ni los contagiados, ni los fallecidos
ni que hubiese sido necesario adoptar a la postre medidas económicas
mucho más severas que tanto daño están haciendo en la economía-,
pero si se sigue por la actual senda, en la que la economía parece
no importar, o se emplea por parte de las administraciones como arma
arrojadiza para llamar desalmados a quienes denuncian la situación
de ruina próxima, la crisis económica va a ser mucho más dura que la
sanitaria, pues seguiremos teniendo virus y tendremos, además,
empobrecimiento.
No nos queda otra que, con prudencia, convivir con el virus sin
descuidar nuestra actividad productiva mientras se vacuna la
población. Ahí es donde la Administración ha de ser ágil, que no lo
está siendo, y lograr que la mayor parte de la población esté
vacunada antes de verano. Si no logramos hacerlo, entonces el sector
turístico, el comercio, la hostelería y el ocio estarán perdidos y,
con ellos, a través de la rueda de la economía, del círculo
económico, toda la economía nacional estará sumamente empobrecida
durante varios años, con una merma de la prosperidad y millones de
puestos de trabajo perdidos. Los políticos tienen que agilizar la
vacunación, organizarla bien, para que cuando las farmacéuticas
estén a pleno rendimiento de producción, pueda vacunarse con mucha
celeridad y se llegue a la campaña de verano con un alto gran de
población inmunizada. Es lo que tiene que hacer el Gobierno; no
tiene otra cosa mejor que hacer.
Vox se ratifica en la abstención y asegura
que «no fue un error»
El partido llevará el cierre de su cuenta en Twitter a Europa y a
los tribunales
Paloma Cervilla ABC 30 Enero 2021
El PP muestra a Vox las consecuencias de salvar al Gobierno: «¿No
querías opacidad?, pues taza y media»
La abstención de los diputados de Vox en la votación del decreto
para el reparto de los fondos europeos fue la sorpresa del Pleno del
Congreso del pasado jueves, primero porque supone un cambio respecto
a su estrategia y segundo porque se acabó conviertiendo en un
salvavidas para el Gobierno. La votación ha generado desconcierto
sobre las motivaciones de Vox, un hecho relevante teniendo en cuenta
que la votación se produjo en la víspera del inicio de la campaña de
las elecciones catalanas del 14 de febero. No obstante, fuentes de
la dirección nacional del partido consultadas por ABC aseguran que
«no fue un error, ni una equivocación».
Precisamente, el jueves la red social Twitter decidió suspender la
cuenta de Vox por «incitar al odio», una medida cuanto menos
polémica que ha causado «preocupación» en la dirección del partido,
dado que consideran que esta herramienta es esencial para difundir
sus mensajes y, en este caso, explicar el sentido de su abstención.
El portavoz de Vox, Jorge Buxadé, apunta que no es casual que la
cuenta se suspenda justo antes del inicio de la campaña electoral.
Por todo ello, en Vox son conscientes de que tienen que explicar a
su electorado, acostumbrado a una crítica frontal al Gobierno, por
qué en esta ocasión optaron por la abstención. El principal
argumento al que se aferran es que «somos conscientes de que estamos
en una encrucijada muy importante» y que «si no hay un plan nacional
los fondos no van a llegar, y los necesitamos cuanto antes». Desde
este partido insisten en que votar en contra hubiera sido «bloquear»
la llegada de este dinero, y que una situación así no se puede
producir.
«Posición coherente»
Desde la dirección nacional hacen hincapié en que «no es cierto que
los fondos europeos van a llegar en cualquier caso» y que ahora, en
el trámite de enmiendas, se podrá mejorar el contenido del decreto,
en lo que se refiere a los criterios de reparto. En este sentido,
aseguran que haber votado «no» hubiera supuesto «alargar la agonía»
que sufren algunos sectores de la economía española, como la
hostelería. Además, también rechazan el argumento de que si hubieran
votado en contra el Gobierno enviaría otro decreto distinto al
Congreso. «El Ejecutivo habría hecho el paripé con ERC y otros
grupos de que nos llevamos mal y negociarían después de las
elecciones catalanas ¿Alguien piensa en su sano juicio que habrían
traído un decreto nuevo?», se preguntan para justificar que no se
podía alargar la agonía y se necesitaba tramitar ya el plan sobre
los fondos.
Estas fuentes aseguran que la polémica abstención de Vox es
«perfectamente coherente con la posición que siempre hemos
mantenido». La formación de Abascal asegura que «no hay una vía de
comunicación abierta» con el Gobierno y que el sentido del voto de
Vox no ha sido «ni un cambio de estrategia, ni un error».
Por el contrario, entienden que el resto de formaciones políticas
han actuado «haciendo un cálculo electoral y nosotros, no» y apunta
directamente al Partido Popular. Precisamente, ha sido a los
populares a los que Vox les ha achacado en el pasado una cierta
complicidad con el Gobierno cuando ha votado a favor de algunos de
los decretos del estado de alarma. Pero en este caso, Vox afirma que
no se puede utilizar ese mismo argumento contra ellos «porque este
no es un tema de Gobierno, sino de España».
«Injerencia extranjera»
Ante lo que sí tienen una gran preocupación es a su expulsión de
Twitter. Esta red social es el canal de interlocución más importante
que tienen con sus seguidores. En estas circunstancias de
desconcierto de sus simpatizantes sobre lo sucedido el jueves en el
Congreso, entienden que Twitter es la mejor manera de poder explicar
su posición. «El electorado no tiene que fiarse de los titulares de
los medios de comunicación, pero es verdad que tenemos que
explicarnos para no llevar a una equivocación», aseguran. «Lo del
miércoles fue muy gordo. Es una estrategia clara de perjudicar a Vox
en la campaña electoral de Cataluña y una decisión consciente de
Twitter a nivel político. Es una auténtica injerencia extranjera»,
insisten. Vox llevará esta expulsión ante la Junta Electoral
Central, a la Comisión y al Consejo Europeo y al Parlamento Europeo,
además de emprender acciones judiciales. A la espera de que activen
la cuenta de Vox, los principales dirigentes han iniciado una
campaña desde sus cuentas personales para explicar la polémica
votación. Iván Espinosa de los Monteros, portavoz parlamentario,
defendió que lo importante es que los fondos lleguen «cuanto antes»
a los ciudadanos.
Sánchez, ante las nuevas cepas: tarde, mal
y nunca
OKDIARIO 30 Enero 2021
Lo de este Gobierno socialcomunista no tiene nombre: la incidencia
de las nuevas cepas crece a medida que el Ministerio de Sanidad se
empecina en quitarle gravedad. En Portugal, casi una cuarta parte de
los contagios es consecuencia de las nuevas variantes del virus, que
en Gran Bretaña se propaga de manera imparable hasta el punto de que
Boris Johnson ya ha reconocido que no sólo es mucho más contagiosa,
sino bastante más letal. Cabe recordar que cuando a finales de
diciembre Gran Bretaña cerró el país a causa de la nueva cepa,
numerosos países de la UE prohibieron los vuelos procedentes del
Reino Unido. España tardó tres días en tomar medidas, menos
drásticas en cualquier caso. En esas 72 horas, la única manera que
encontraron miles de personas que estaban en Gran Bretaña y querían
regresar a sus naciones de origen fue a través de España,
especialmente el aeropuerto de Barajas. La Comunidad de Madrid ha
reconocido que en torno al 10% de los nuevos contagios se deben a la
cepa británica, pero el Ministerio de Sanidad los cifra en unos
cuantos centenares. Las cuentas no cuadran: si uno de cada diez
contagios en Madrid es debido a la variante del coronavirus, a nivel
nacional tienen que ser muchos más de los que reconoce el Ejecutivo.
Como informa OKDIARIO, las dos semanas de explosión de las nuevas
cepas se están traduciendo en un incremento de la mortalidad de los
contagiados. En la primera quincena de enero, la tasa de muertos en
porcentaje de casos diagnosticados alcanzó el 0,92%; las dos semanas
siguientes llegó al 1,20%. En ese periodo, diga lo que diga el
Ejecutivo, España ha visto crecer su mortalidad por Covid en un
30,43%, que es justamente el porcentaje en el que Boris Johnson
cifró el crecimiento de fallecimientos por la nueva cepa.
Alguien no dice la verdad y todas las miradas apuntan a un Ejecutivo
que está reñido con el rigor y la transparencia.
Vox y Ayuso: el 'sorpasso' de la derecha
José Alejandro Vara. vozpopuli
30 Enero 2021
¿Habrá 'sorpasso' o habrá sorpresa? Llamativas contorsiones en la
derecha. Vox ayuda a Sánchez y Ayuso desentierra el hacha de guerra
Explicar esa abstención al decreto de Sánchez sobre cómo el equipo
de Iván Redondo va a manejar los dineros que nos entregue Europa
resulta tarea tan complicada como imaginarse a Rufián perorando en
la Cámara de los Lores sobre las virtudes de la Corona británica. Un
dislate. Cuando las urnas asoman por el horizonte y los escaños
están tan reñidos, todo desatino es posible. Incluso que los 51
escaños de Abascal salven al Gobierno socialcomunista de un
naufragio estruendoso e inevitable. Y no en asunto menor, sino en
cuestión tan principal como esos fondos comunitarios que nos
alejarán, unos meses, de la ruina total. Ni las sutilezas
gramaticales o el ingenioso tejido de palabras y argumentaciones
desplegados por Iván Espinosa y Macarena Olona han bastado para
despejar dudas y tranquilizar suspicacias.
Hace unos meses, Voxpretendió liquidar a este Ejecutivo por ilegal,
ilegítimo, criminal, infernal. Ahora lo rescata en una maniobra
inesperada, sorprendente y de muy complicada comprensión. ¿Los
motivos? Todo el mundo tiene sus razones, decía Renoir.
Posiblemente, además de ese compromiso patriótico que tanto jalean
sus voceros y que nadie le discute, también hay que pensar en la
campaña catalana, en ese voto que se siente asfixiado y olvidado,
que necesita escuchar que la ayuda está en marcha y que haber votado
'no', como PP y Cs, obstaculizaría la carga del 7º de Caballería de
la UE que viene a rescatarnos. Quizás sea una jugada maestra. Acaso
una torpeza infinita. En cualquier caso, quien todavía no se ha
recuperado del susto es Carmen Calvo, que asistió catatónica a la
abstención de Vox con ese gesto de pasmarote encendido que ponía
Gracita Morales cuando López Vázquez pretendía despojarle del
mandil.
Los tiempos preelectorales propician contorsiones singulares. Este
inopinado episodio parlamentario ha coincidido con uno de los
momentos estelares de Isabel Díaz Ayuso, un estallido de razonada
furia después de largo tiempo de acumular paciencia y evitar
conflictos. Cuando la presidenta madrileña se muestra desinhibida es
un mix de bisonte y puercoespín. Abróchense los cinturones, como
advertía Bette Davis en Eva al desnudo. Hace ya tiempo que Ayuso
hizo suyo el consejo de Camus: "Todas las desgracias de la gente
provienen de no hablar claro". Hágase.
En torno a la presidenta de la Comunidad de Madrid se produce un
fenómeno mediático algo tedioso. Y grimoso. Apenas se le dedica un
minuto o un titular que no discurra por el territorio del reproche,
el descrédito y hasta el insulto. Al tiempo, se suelen silenciar o
distorsionar los momentos de acierto. Esta semana, en efecto, la
lideresa madrileña ha redondeado dos performances de antología
convenientemente ignorados.
Incidió Ayuso, despojada de ese barniz rutinario y grisón que suele
envolver las declaraciones de los políticos en algo que apenas se
comenta. El ámbito era propicio. Un auditorio de farmacéuticos y
odontólogos a quienes, por fin, después de mil zancadillas del
ministro Illa, se les permitirá realizar los reclamados test que
colaborarán en la detección y el tratamiento de la pandemia.
Pocas veces, por no decir que alguna, se ha escuchado a un dirigente
político definir en forma tan certera al presidente del Ejecutivo. Y
con una sola frase: ni siente ni padece. No hace falta más
"A Sánchez todo le da igual. Ni siente ni padece. Sólo aparece para
hacer propaganda. Su papel está siendo lamentable en todo este
tiempo". Pocas veces, por no decir que alguna, se ha escuchado a un
dirigente político definir en forma tan certera y escueta al
presidente del Ejecutivo. Y con una sola frase: ni siente ni padece.
Mostraba la presidenta madrileña su "decepción y hartazgo" por la
actitud de los estrategas de Moncloa durante estos largos meses de
pavor, siempre dispuestos al bajonazo, a la zancadilla, siempre
renuentes con la colaboración, la ayuda, la mano tendida. ¿Por qué
el test en las farmacias el 1 de febrero y no el 1 de diciembre?
¿Cuántos contagios familiares hubieran podido evitarse? ¿Por qué
Sanidad recomienda ahora las mascarillas FPP2 y en abril del pasado
año, cuando las entregó gratis la Comunidad, don Simón las
calificaba de 'insolidarias'? ¿Cuántos casos de cepa británica se
han colado por un Barajas sin controles, abierto de par en par al
viajero del Reino Unido" ¿Qué hace Sánchez en Cataluña el mismo día
que desde el PSOE se promueve un griterío de sindicalistas frente a
un hospital público creado exclusivamente para combatir la pandemia
y que ni el presidente ni su exministro de Sanidad han tenido a bien
visitar?
Líderes mundiales, ¿de qué?
Todas estas cuestiones desbordaron el improvisado discurso de Ayuso,
a quien apenas podría reprochársele una exageración. Ni siquiera una
hipérbole. Mientras ella hablaba, el presidente del Ejecutivo
proclamaba, desde su tribuna del embuste, que "España está en
condiciones de asumir un liderazgo mundial", tanto en el terreno de
lo sanitario como en el económico. Huelga mencionar los 90.000
muertos. Huelga señalar el océano de parados, empresitas hundidas,
de comercios fenecidos, de autónomos machacados, de familias
desesperadas, de colas de hambre y ejércitos de desesperadas.
Completó Ayuso su semana fantástica, su vibrante contorsionismo
dialéctico, su retorno a los orígenes del combate cultural, con una
referencia, quizás poco sutil, para con la rama madrileña del socio
del PSOE y su excrecencia carmenita. El escenario fue la Asamblea
regional. La bofetada aún resuena por el entorno de Vallecas. "Están
arruinando este país, son ustedes unos sinvergüenzas. Hay que ser
muy sinvergüenza para manifestarse ante un hospital público. Vengan
a la puerta del Sol, sinvergüenzas, y dejen en paz a los enfermos".
No tiene Ayuso esa voz acaramelada y pringosa de los parlanchines.
Pero no le hace falta gritar. Quedó muy claro que el Zendal no se
toca.
Ayuso y Abascal, los nombres de la semana según se mira a la
derecha. La presidenta madrileña ha sido convocada por Alejandro
Fernández para abrir la campaña electoral del PP en Cataluña. Allí
estará junto a Cayetana Álvarez de Toledo, las dos cabalgan juntas,
el ala más firme de la derecha sin miedo, habituadas ambas a
plantarle cara a los populistas del progreso y a los nacionalistas
de la exclusión. Un tándem para prevenir y conjurar el posible
sorpaso de Vox en aquella región. Quizás no haga falta. Es posible
que tras la abstención del jueves, el partido de Abascal se haya
auto-sorpasado. Habrá que esperar. La derecha, ya se sabe, a veces
tiene razones que la razón no entiende.
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******************* Sección "bilingüe" ***********************
Vendedores de baratijas
Jimmy Giménez-Arnau okdiario 30 Enero 2021
El megáfono rayado de Iglesias acopla cualquier abuso económico a
sus fines y nos habla de libertades civiles, prosperidad y
comunismo. Este ventajista e inadaptado social sueña con
esclavizarnos. Para él, las libertades civiles son cartas marcadas;
la prosperidad, un invento del centroderecha que no satisface a la
ciudadanía y el comunismo, esa panacea que abre las puertas del
único paraíso posible. ¡Menudo vendedor de baratijas incorporó el
adivino Sánchez a su Gobierno! Así le cunde. Rodearse de inútiles
como Pablo e Irene, que fardan de saboteadores, condena al maniquí a
un desgaste agotador y a mentir, cuando no a rebuznar, para
defenderlos, pues el dúo atenta contra las instituciones del Estado
con una puntualidad indecente.
En la feria de los antojos tampoco faltan oportunistas con diploma.
Illa, otro trilero de marca mayor, aportará al zoco de las
elecciones catalanas su mochila cargada con 90.000 ataúdes y, por
desgracia, con 95.000 contagiados extra que abarrotan las UCI de
toda España. Récord macabro, estela infernal que dejó tras una
apática y caótica gestión de la pandemia y que Sánchez promociona
desde Moncloa haciendo suyo el estilo Trump. Los hechos hablan mejor
que las palabras. Las filfas de este maniquí ya no cuelan cuando
ofrece al peón multiuso para ser elegido president: “Supo lo que
necesitaba el Sistema de Salud y sabe lo que necesita Cataluña”. Los
hechos muestran a las claras que le importa un bledo el bienestar de
los españoles, más allá de su propio interés político particular.
San Valentín está que trina, nadie respeta a los enamorados, el amor
se ha convertido en odio y le obligan a usar mascarilla. Su
festividad propiciará que el pueblo se contagie en las filas de
espera, antes de asomarse a las urnas. Por lo visto, interesan
infinitamente más los votos, que las vidas de las personas. Estamos
frente a un revival del 8-M. Y todo para que un lacio presida el
Govern. La campaña fluctuará entre restricciones y medidas
sanitarias, entre promesas de nuevas embajadas, rifas de millones e
inversiones a fondo perdido. La cosa es engordar al ogro separatista
hasta que nos arree otro zarpazo. A los golpistas la Generalitat les
ha regalado el tercer grado para que repitan lo mismo que hicieron.
Este es el diálogo al que se refieren el maniquí y el bolchevique.
Algo así como dar de comer con la mano a una hiena.
Iglesias e Illa son vendedores de baratijas, fabricantes de trolas
que subsisten gracias a las cínicas predicciones del demagogo
Tezanos. Es casi seguro que este lote de gafes, al completo, salga
trasquilado de las urnas porque San Valentín les va a echar el mal
de ojo.
Una trampa tras otra
Eduardo Goligorsky LD 30 Enero 2021
Los ciudadanos españoles que por haber nacido en Cataluña o haberse
radicado allí figuran en el censo de dicha región están condenados a
ser víctimas de trampas en una elección tras otra. La primera
trampa, vigente en todos los comicios desde que se implantó la
autonomía, consiste en que el valor de sus votos depende de la
provincia donde están empadronados. Se necesitan 46.738,5 votos para
elegir un diputado al Parlament en Barcelona, pero bastan 30.450,1
para elegirlo en Tarragona, 29.154,4 en Gerona, y solo 19.940,9 en
Lérida. Con la balanza visiblemente desequilibrada a favor de las
zonas más anacrónicas y rurales contra las más esclarecidas y
metropolitanas para acomodar los resultados a los proyectos
rupturistas de la oligarquía étnica. ¿Un ciudadano, un voto?
¡Cuentos chinos… o catalanes!
Intereses espurios
Ahora vamos de trampa en trampa con los cambios de fecha de la
jornada electoral, aunque esta vez se ha multiplicado el número de
timadores y también la naturaleza de los intereses que los mueven.
Eso sí, todos espurios. Lo único que queda claro en este aquelarre
es que la Generalitat de Cataluña está acéfala y que cada uno de los
depredadores que se disputan el poder tiene vía libre para imponer
las tácticas fraudulentas que mejor sirven a sus ambiciones
desorbitadas. Y es precisamente la acefalía que impera desde que el
sátrapa Quim Torra fue inhabilitado por su chulería, la que ha
obligado al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña a aplicar la
ley y a decidir, provisoriamente, que las elecciones se celebren el
14 de febrero.
Al proceder así, el TSJC desbarató la trampa chapucera que habían
urdido los usurpadores sediciosos para prolongar su mandato hasta el
30 de mayo, pero allanó el camino, por carambola, a otra trampa
cocinada, con premeditación y alevosía, en los fogones del
contubernio sanchi-comunista. De trampa en trampa sin parar.
Un plan sofisticado
El plan de la nueva trampa es mucho más sofisticado que el que se
había fraguado en la mollera de los palurdos supremacistas. Apunta
nada menos que a secuestrar el voto de la mayoría constitucionalista
para ponerlo al servicio de los enemigos de la Constitución
emboscados tras las siglas del PSOE y de su apéndice PSC. El
funámbulo Miquel Iceta –flamante comisario de taifas– no se cansa de
repetir, con orgullo tribal: “Cataluña es una nación”, consigna
acuñada para adornar el escudo de una de las repúblicas bananeras de
la plurinación gestada en el laboratorio del leninista Pablo
Iglesias Turrión.
¿Lo imagináis? Un honesto ciudadano catalán, que siempre ha votado a
partidos de izquierda, centro o derecha fieles a la democracia
constitucional, súbitamente conquistado con malas artes por una
tropa de renegados y encolumnado, a ciegas, detrás de un candidato
que encarna todo lo opuesto a la sociedad plural y abierta que él
contribuyó a consolidar con su sufragio. Vaya timo.
El pacto de complicidad
Y sin embargo este es el escenario que están montando los
tránsfugas. Vayamos a los hechos. Los lenguaraces del contubernio
quieren hacernos creer que votar a Salvador Illa equivale a hacerlo
contra la morralla supremacista con sede en Waterloo, Lledoners y un
cuchitril de la Zona Franca donde languidece el símbolo de la
acefalía. Esta es la trampa. La élite que compite desde la Moncloa
con la morralla no es menos destructiva que esta y sí más astuta.
Salvador Illa es la prueba.
El discurso que pronunció Illa en el comité federal del PSOE para
aceptar su candidatura, cuando todavía era ministro de Sanidad, lo
mostró como el continuador de la política de subordinación al
entramado sanchi-comunista, con sus metástasis en ERC y Bildu. “No
pienso ajustar cuentas con nadie ni preguntar a nadie qué hizo
durante estos diez años”, afirmó Illa, que prometió también no
perder ni un minuto en “reproches” sobre lo que pasó (LV,
24/1/2021). Así selló el pacto de complicidad con los reos de
sedición predispuestos a reincidir. Votarlo es pronunciarse a favor
de todas las aberraciones perpetradas a lo largo de estos diez años
y de la herencia del clan Pujol.
Votarlo, por tanto, es votar a favor del indulto a los sediciosos
presos y prófugos, de la inmersión lingüística y la proscripción de
la lengua española, de la campaña internacional de difamación
antiespañola, de la violación del Estado de Derecho, de la fractura
de los vínculos sociales y económicos entre compatriotas, de la fuga
de emprendedores e inversores y, en fin, de la caducidad de la
Monarquía parlamentaria. Con el añadido de que esta política
desemboca irremediablemente en la salida de la Unión Europea. Acaba
de afirmar el embajador de Alemania en España, Wolfgang Dold (LV,
25/1/2021): “Una Catalunya separada no entraría en la Unión Europea,
eso es una ilusión”.
Sean cuando sean las elecciones, hay tres fórmulas
constitucionalistas contra el cúmulo de trampas: Ciudadanos, Partido
Popular y Vox. Lo ideal sería que confluyan en una sola.
Pendientes de la Fiscalía
Editorial ABC 30 Enero 2021
Basta un recurso de los fiscales ante el Supremo para forzar a los
presos condenados por sedición a volver a prisión y que dejen de
hacer campaña electoral
La arbitraria decisión de la Generalitat de excarcelar por criterios
políticos, que no jurídicos, a los condenados por sedición para que
hagan campaña electoral libremente en favor del independentismo,
roza la prevaricación. La Generalitat dispone de las competencias
exclusivas en materia penitenciaria -un inmenso error del Estado que
ahora va a repetir Pedro Sánchez con el País Vasco-, y ha dispuesto
todo un operativo para que la concesión del tercer grado a los
presos tenga la fachada de una decisión legal y legítima. Pero no lo
es. Resoluciones idénticas fueron revocadas antes por los Tribunales
porque no se cumplen ni de lejos los requisitos esenciales para
ponerlos en libertad. Desde esta perspectiva, la Fiscalía aguarda a
que la decisión de la Generalitat sea notificada para proceder. Los
tiempos están muy forzados por la consejería de Justicia, sabedora
de que quienes no se saltan los cauces legales son los fiscales, que
en vez de recurrir de oficio ante la constatación de la
excarcelación de los presos del 1-O esperarán a recibir la
notificación de la Generalitat antes de requerírselo a los jueces.
En lo que se complete este proceso, es probable que se hayan
celebrado las elecciones, por lo que cabe preguntarse si la Fiscalía
no debería adelantarse ante la que difícilmente puede calificarse de
otra manera que de una burla a la Ley: el enésimo ejemplo de un
victimario cansino para reconstruir el cartel electoral de un
separatismo fracturado. Todo es una inmensa farsa que acredita una
permisividad muy nociva para la democracia. Cuanto antes se ordene
su ingreso en prisión, mucho mejor. Esta percepción de ninguneo
sistemático a la Justicia resulta frustrante.
El separatismo siempre está necesitado de provocaciones. Pero más
aún ahora, que se presenta dividido a las elecciones, y que debe
competir con el candidato elegido por Pedro Sánchez para presidir la
Generalitat. Es una excarcelación en ilegítima defensa de un
independentismo que no termina de digerir el fracaso de su proceso
de ruptura con España ni la creciente desazón y desmovilización que
han generado entre su propio electorado. Solo por eso, y no por una
cuestión humanitaria, han forzado la salida de los presos con el fin
de aglutinar las mayorías que los dirigentes y candidatos que están
en libertad no consiguen. No obstante, el sobredimensionamiento
mediático de Salvador Illa parece estar ya surtiendo menos efecto
del que el aparato de propaganda de Moncloa sugiere. Una encuesta
situó ayer al PSC como tercera fuerza política en Cataluña, con una
relevante subida hasta los 26-29 escaños, pero siempre por detrás de
ERC y de Junts, que podrían revalidar sin demasiados problemas una
mayoría secesionista.
La incógnita está en lo abierto de estas elecciones, que ofrecen un
doble resultado posible: otra alianza entre ese independentismo
viciado por rencores políticos y personales, y un tripartito
encabezado por ERC del que pudieran participar el PSC y Podemos. De
ahí la relevancia de que los socialistas catalanes aclaren si su
esencia no deja de ser soberanista. Entre el independentismo y el
constitucionalismo no puede haber bisagra posible pese a que así se
empeñen en asegurarlo Pedro Sánchez o Salvador Illa. En este
sentido, el crecimiento previsto del PP o la entrada de Vox en el
Parlament son tan buenas noticias como pésimo es el desplome de
Ciudadanos, que quedará abocado a una refundación mucho más profunda
que la planteada de momento por Inés Arrimadas. De cualquier modo,
con los presos en la calle, solo gana el separatismo. Y eso siempre
es un gravoso perjuicio para España. Sobre todo, porque presumen de
que «lo volveremos a hacer».
El vascuence como militancia
“No es necesario ser lingüista para intuir como un gran error fiar
el progreso de una lengua a la militancia política”
Carlos Urquijo - Exdelegado del gobierno vasco larazon 30 Enero 2021
Escribo estas líneas con pena y preocupación. Pena por la
utilización espuria de una lengua que no merece ser maltratada y
preocupación por sus efectos tras cuarenta años de imposición.
Obviamente me estoy refiriendo al vascuence, y digo bien, vascuence,
porque tampoco se me ocurriría referirme a la importancia de conocer
el “english” o hablar el “deutsch” escribiendo en español. Vamos,
que no soy un facha, solo una persona preocupada por el uso correcto
de la lengua.
Hecha la aclaración vayamos al grano. Leí hace unos días un artículo
de un destacado militante del PNV y miembro también de la Real
Academia de la Lengua Vasca “Euskaltzaindia”. El título ya da una
pista sobre el contenido: “El euskera, aliento vital de un pueblo
ancestral”. Arranca con la siguiente frase: “El euskera es parte del
código genético del PNV”. Continúa después con un recorrido
histórico de las vicisitudes de esta lengua destacando previamente
la gran labor de Sabino Arana para sacarla de su postración y
alcanzar un “objetivo que pocos podían imaginar”.
Pues bien, tras cuarenta años de enseñanza obligatoria en los
colegios, de exigencia para el acceso a la función pública y de
cientos de millones de euros públicos invertidos, los objetivos
alcanzados, teniendo en cuenta que no se partía de cero, no parecen
muy satisfactorios. Antes de exponer con brevedad los resultados
conviene aclarar que, si la situación del vascuence a mediados de
los años setenta del siglo XX era casi residual, no lo era solo como
consecuencia de razones exógenas, las preferidas de los
nacionalistas vascos, sino también endógenas, aunque prefieran
ocultarlas.
El nacionalismo se ha empeñado siempre en responsabilizar a la
dictadura de Franco como culpable de la postración del vascuence y
no les falta razón, aunque no digan toda la verdad. Durante cuarenta
años no estuvo permitida por el régimen franquista, si bien es igual
de cierto que nunca dejó de hablarse en los lugares en los que se
utilizaba y que también a mediados de los sesenta, comenzaron ya a
funcionar las primeras “ikastolas” para su enseñanza en estos
centros.
Pero por mucho que se empeñen, aunque en cuarenta años pueda
perjudicarse su avance, no se consigue acabar con una lengua si está
verdaderamente arraigada. Para entender su debilidad, además del
recurrente “enemigo exterior” deben analizarse también los factores
endógenos, aunque resulten incomodos para el nacionalismo. Los “de
casa” algunas veces también podemos resultar culpables. Factores
como el desinterés de quienes la hablaban por conservarla, por
vergüenza a veces al considerarla una lengua de aldeanos, su falta
de utilidad fuera del ámbito rural o en otros por simple
desconocimiento al no haberse utilizado nunca en su entorno como
ocurría en la mayoría de Álava y en núcleos importantes de Vizcaya y
Guipúzcoa. Un dato interesante al respecto, el propio Sabino Arana
(1865-1903) aprendió el vascuence siendo ya mayor y su
desconocimiento inicial no creo pueda achacarse al Franquismo, a la
muerte del fundador del PNV el luego General Franco apenas tenía
once años.
Pero volvamos al presente, según la última encuesta sociolingüística
elaborada por el Gobierno Vasco, un 34% de la población vasca
-740.000 personas- se declara vascohablante. En territorios como
Álava a duras penas alcanza el 19% de la población. Curiosos
porcentajes cuando el artículo seis de nuestro estatuto afirma que
“el euskera es la lengua propia del pueblo vasco”.
En mi opinión la razón fundamental de la situación que atravesamos
es consecuencia de la utilización política que el nacionalismo ha
hecho del vascuence desde siempre y de manera singular en sus casi
cuarenta años al frente del Gobierno Vasco. Una lengua convertida en
instrumento político de adoctrinamiento está condenada al fracaso,
máxime si nunca en su historia tuvo una masa crítica suficiente para
convertirla en lo que debe ser: un instrumento de comunicación, una
lengua para el comercio, para el progreso, para la ciencia o para la
literatura.
El español, hablado por 580 millones de personas en docenas de
países y tan propia de los vascos como el vascuence, no alcanza esa
cifra mediante la imposición. El esplendor del castellano llegó y se
mantiene de la mano de la integración. Los vascos, pese a contar con
la suerte de tener también como propia una lengua de este potencial,
nos encontramos con que su presencia ha sido proscrita en nuestro
sistema educativo. El nacionalismo gobernante ha optado por repetir
los errores del pasado. Hoy la realidad nos enseña que resulta casi
imposible encontrar un centro educativo, público o concertado, en el
que poder matricular a los alumnos en modelo A (todas las
asignaturas en castellano salvo la de vascuence). Y otra realidad es
que muchísimos padres hemos optado por matricular a nuestros hijos
en el modelo D (todas las asignaturas en vascuence salvo lengua
castellana) no por gusto, sino para evitar perjudicar su carrera
profesional si en el futuro deciden continuar en el País Vasco.
Mientras los nacionalistas vascos no asuman que solo la libertad y
la utilidad de una lengua aseguran su continuidad estarán arruinando
nuestro futuro. De la imposición y la exclusión solo se deriva la
descapitalización de nuestro mejor recurso como sociedad, quizá el
único: las personas y su talento. Este es el gran drama que han
provocado y cuyas consecuencias ocultan.
Una Comunidad de dos millones de personas necesita del aliento y el
empuje de los más próximos para avanzar, la apuesta por la endogamia
solo garantiza el páramo intelectual ¿Qué catedráticos de otros
lugares van a venir a enseñar a nuestras facultades si el vascuence
se convierte en una barrera imposible de franquear? ¿Vamos a poder
retener algún talento para el futuro si en los colegios dedicamos
más tiempo a estudiar vascuence que matemáticas, lengua o física?
No es necesario ser lingüista para intuir como un gran error fiar el
progreso de una lengua a la militancia política. El fanatismo, tarde
o temprano, lleva siempre aparejado el fracaso. Pero incluso aunque
triunfara la imposición, la lengua no sería amada y lo que no se ama
no se conserva, se acaba perdiendo. El desaguisado, al menos para
una generación, ya está hecho, y precisamente por ello debemos
exigir a nuestros gobernantes que sean capaces de recapacitar y
reconducir esta situación. Recordar algo tan elemental como que los
derechos son de las personas y no de las lenguas sería quizá un buen
comienzo.
En memoria de Alberto y Ascen
El 30 de enero de 1998, ETA asesinó al concejal sevillano Alberto
Jiménez-Becerril y a su esposa, Ascensión García
Teresa Jiménez-Becerril ABC 30 Enero 2021
Decía el escritor Elie Wiesel, superviviente de uno de los campos de
exterminio del régimen nazi, que «lo que más duele a la víctima no
es la crueldad del opresor sino el silencio del espectador».
No podemos permitirnos ser espectadores, por eso este 30 de enero
recordaremos ese trágico día en el que tres terroristas de ETA
dispararon contra el teniente alcalde del Ayuntamiento de Sevilla,
Alberto Jiménez-Becerril, y, sin piedad, mataron a su mujer
Ascensión García, asegurándose de que tres niños se quedaran
huérfanos.
Me gustaría decirle a la portavoz de Bildu que ha dicho que «el daño
de ETA está reconocido, que fuese injusto o no depende de cada
relato», que le pregunte a mis sobrinos si fue justo o no perder a
su padre y a su madre con cuatro, siete y ocho años de edad. Las
muestras de desmemoria, indignidad e injusticia, no solo hacia las
víctimas del terrorismo sino hacia todos los españoles que reconocen
el sacrificio extremo de tantos inocentes, son continuas, impulsadas
por un Gobierno que le debe demasiado a un partido que no condena
los crímenes de ETA.
Ante esta avalancha de acercamientos y beneficios a los terroristas
como los que acabaron con la vida de Alberto y Ascen. Ante la
permisividad frente a los cientos de homenajes que reciben los
asesinos de ETA por parte de una sociedad enferma que prefiere
glorificar a los verdugos y humillar a sus víctimas, hoy más que
nunca, aunque hayan pasado veintitrés años del vil asesinato de mi
hermano y su mujer, debemos honrar su memoria, defendiendo los
valores por los que ellos y tantas víctimas de ETA fueron
asesinadas; la libertad y la unidad de España, cada día más
amenazadas.
No permitamos que se cumpla lo que escribió De Juana Chaos, viendo
el dolor de mi familia cuando asesinaron a mi hermano y a su mujer:
«En la cárcel sus llantos son nuestras sonrisas y acabaremos a
carcajada limpia». Transmitamos de padres a hijos el recuerdo del
terror y el dolor al que ETA sometió a España para que no se
confundan el bien y el mal, para que no triunfe el olvido y para que
nuestros jóvenes sepan quienes eran Alberto y Ascen.
Recordemos para que no sean los terroristas, sus cómplices y
aquellos que prefieren olvidar para vender su alma al diablo quienes
sonrían y nosotros, que no hemos perdido la dignidad, los que
lloremos. Recordemos para ganar la más importante de las batallas,
la de la memoria.
* Teresa Jiménez-Becerril es diputada del Partido Popular y hermana
de Alberto Jiménez-Becerril
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