PP: Crónica de un hundimiento anunciado
Rafael Bardají. https://gaceta.es/ 4 Febrero 2021
Que Vox salvara al gobierno absteniéndose en la votación sobre la
gestión de los fondos europeos fue un error garrafal que debería
abochornar en público —y no sólo avergonzar en privado— al
responsable del grupo parlamentario. Explicaciones han corrido
muchas, oficiales y oficiosas, ingenuas y conspiranoicas, aunque yo
tiendo siempre a quedarme con la más simple: la bisoñez de alguno de
sus parlamentarios.
Aclarado este punto, lo que no tiene ni pies ni cabeza es el elogio
al PSOE realizado estos días por el máximo dirigente -que no líder-
del PP, Pablo Casado. No sólo sus argumentos ponen de relieve que ha
aprendido poco de la Historia de España en sus múltiples máster y
estudios, sino que contradice la reacción de su partido a la famosa
votación de Vox. Si abstenerse equivalía para ellos a servir de
salvavidas de Sánchez, toda una exageración, ¿qué podría ser
entonces reconocer “la grandeza del partido socialista” como ha
hecho su presidente ante los micrófonos?
Pablo Casado y su exigua corte de Génova no sólo tienden a
sobreactuar, sino que parecen movidos exclusivamente por su miedo a
Vox. Su temor a dejar de ser el principal referente de la oposición,
vamos, a dejar de ser la oposición institucional, les lleva una y
otra vez a, primero, denostar de cuanto haga Vox, y, luego, a
imitarlo burdamente. Una estrategia esquizofrénica de denuncia e
imitación barata. Seguramente habrá algún ingenuo que quiera
justificarlo como treta electoral ante los comicios catalanes de
este 14F. Pero yo, sinceramente, voy más allá. Es más, como táctica
electoralista no parece que les esté resultando muy positiva a tenor
de unas encuestas donde el PP ni despega ni deja atrás a Vox.
El elogio del Casado al PSOE pone de relieve su incapacidad para
aceptar la realidad, pues no es otra cosa que un canto al
bipartidismo: Que el PSOE engulla a Podemos; que Vox desaparezca y
todos felices y contentos. La derecha una, frente a una izquierda
reconocible. Pero recuperar el tiempo y el espacio perdido no
depende del PP. Menos cuando ha dejado de preguntarse por el por qué
de esa fragmentación en lo que está a la derecha del socialismo
español, europeo y universal. Casado ha realizado demasiados virajes
desde que llegó a la cúspide de los populares y parece haber perdido
el norte de mareado que está. Ni la derecha puede volver a ser lo
que era, ni la izquierda volverá a ser pragmática, moderada y
socialdemócrata.
El PP actual es como el Titanic, marchando inexorable hacia su
iceberg. Y no veo la capacidad de reacción en un partido que por su
historia y su poder territorial es todo esqueleto pero nada de
chicha, todo aparato pero ninguna idea, y que pueda virar a tiempo y
esquivar su destino. Una insurrección a bordo para desplazar al
capitán al mando sería insuficiente a esta altura de su trayectoria.
Feijóo podría ser un gran líder, pero no de la derecha sino de una
oposición perpetua y limitada, atado como está a su pasado.
En todo naufragio siempre hay una orquesta que anima hacia la
perdición, pero también sabemos que son los más quienes corren a
saltar del barco que se hunde. En España hemos visto desaparecer
grandes partidos como por arte de magia. No se debe excluir que al
PP actual le suceda lo mismo. En la guerra, la victoria se alcanza
cuando el enemigo se convence de que no puede ganar. En política,
cuando un partido es más prometedor que el tuyo propio. ¿Qué promete
el PP de hoy? El elogio del socialismo. No creo que haga falta decir
mucho más. Por eso si Vox da el sorpasso al PP en Cataluña, el
puente de mando del Titanic se revolverá. Pero si Vox no lo logra,
da igual. Génova seguirá siendo el puente de mando de un buque que
va derecho a su hundimiento. Es cuestión de tiempo.
La dictadura del multiculturalismo
Miguel Ángel Belloso okdiario
Con motivo de las elecciones catalanas Vox escribió un comentario en
Twitter señalando que aún representando un 0,2 por ciento de la
población los inmigrantes de origen magrebí en Cataluña son los
responsables del 93 por ciento de las denuncias por actos violentos
en la región. Naturalmente, estos datos no son inventados. Provienen
del Instituto Nacional de Estadística y fueron también publicados en
el diario ‘La Vanguardia’. A pesar de las evidencias, la red social
decidió cancelar la cuenta del partido de Abascal con el pretexto de
que esta clase de afirmaciones puede incitar al odio.
Nunca la libertad de expresión, que es uno de los pilares del estado
de derecho y de la civilización occidental, había estado tanto en
almoneda, había pasado por momentos tan extremos e inquietantes en
la tierra donde ha germinado y se asienta la democracia liberal.
Antes, Twitter, que junto con Facebook se han convertido en los
nuevos amos del universo, han vetado otras cuentas, por supuesto la
de Trump, entre ellas la de OKDIARIO donde escribo, y con igual
argumento peregrino, que sencillamente esconde la determinación por
ocultar y proscribir las ideas que no son del agrado de estos nuevos
dictadores, la Inquisición contemporánea que declara qué es
publicable y qué debe ser objeto de censura.
El caso es que el comentario de Vox hacía referencia a uno de los
problemas más notables de España, que no es otro que la inmigración,
una gran parte de ella ilegal, atraída por un fabuloso estado de
bienestar, y en particular la de origen magrebí, cuyos referentes
son radicalmente opuestos a los principios que informan nuestro
modelo de convivencia desde tiempo inmemorial. Cuando los españoles
emigraban durante el régimen de Franco a Alemania o a Francia en
busca de mejores oportunidades de vida, iban todos, o casi todos,
con un contrato de trabajo entre los dientes, pero siempre con la
voluntad de integrarse en la nación de acogida a la que acabaron
eternamente agradecidos y todavía adoran sinceramente. Ninguno de
ellos tuvo la idea descabellada de resucitar la España triste y
desarbolada de aquella época en los países que los recibían. Todos
se comportaron de manera inmaculada, todos trataban a su manera de
impulsar la economía del país y así conseguir los ahorros
suficientes para enviar remesas a su destino de origen o para
procurar en su nueva residencia una vida más alentadora para los
suyos.
El mundo ha cambiado mucho desde entonces. El estado de bienestar de
los países occidentales, con su barra libre generalizada, ejerce un
poder fascinador para los que viven en su tierra en peores
condiciones, a los que las mafias les han dicho que aquí todo es
gratis, la vivienda, la escolarización y el alimento. De manera que
arriesgan hasta la vida para escapar de aquel destino hostil y
llegar a nuestras costas en busca de la felicidad. No habría nada
que objetar al respecto si España fuera un país rico, capaz de
permitirse estos lujos -algo muy lejos de la realidad- y, sobre
todo, si los que llegan tuvieran la indeclinable voluntad de cumplir
las leyes y de no crear problemas. Pero esto no sucede, como decía
el tuit de Vox, y como la experiencia de los nativos, es decir de
nosotros, acredita.
En los pueblos de la ribera de Navarra donde nací, la proporción de
inmigración de origen magrebí hace tiempo que es alarmante. Son
gente que no contribuye al desarrollo de la comunidad por varios
motivos. Uno de ellos es que la mayor parte de los varones no
trabaja y se pasa el día en el bar tomando café bombón y jugando a
las cartas sin afán crematístico -que es otro grave defecto
incompatible con los naipes-, o paseando por las calles sin entrar
en conversación con nadie, y luego yendo por supuesto a la
mezquita-garaje de turno. El segundo es que esta clase de inmigrante
ni se integra ni tiene intención alguna de participar en la vida
civil, ni tampoco de contribuir a su enriquecimiento.
Y bien, ¿por qué arriban a la Ribera de Navarra, entre otros lugares
de España? Pues porque allí se vive muy bien. ¿Y de qué viven esos
señores, por llamarles con un poco de honor, en lugar de vagos y
caraduras, que es lo que son? Pues de la beneficencia pública
habilitada en este caso por el Gobierno foral, de la generosidad de
los ayuntamientos correspondientes, de la solidaridad de los
vecinos, y de nada más. Bueno sí, de la presión fiscal asfixiante
que soportan los ciudadanos españoles para pagar esta fiesta. ¿Qué
proporcionan a cambio? Nada. O algo peor. Un ambiente cada vez más
irrespirable en los lugares donde se hospedan, en los que hablan por
supuesto su propio idioma, y por cuya supervivencia y progreso
tienen un interés equivalente a cero.
La Fundación Disenso, promovida por el partido Vox, acaba de
publicar un magnífico informe titulado ‘El fracaso del
multiculturalismo’ que es un compendio de las atrocidades que puede
generar esta teoría impulsada por el buenismo recalcitrante y por
todos los progresistas del orbe, ya ni siquiera animados de las
mejores intenciones. Allí se lee que la inmigración irregular no
sólo erosiona la estructura social vigente, aumentando los niveles
de desconfianza y de inquietud de los ciudadanos, sino que también
contribuye al aumento de la criminalidad como denunciaba el tuit de
Vox.
Esto es particularmente grave en el caso de la inmigración de origen
y religión musulmana, que, aprovechándose de todos los derechos
instaurados indiscriminadamente por los gobiernos occidentales, no
creen en la ley ni en la república, que sólo obedecen a la sharía,
la norma islámica, que están en contra de la separación de poderes,
que son absolutamente antidemócratas y que finalmente albergan el
recóndito deseo de, una vez colonizados, volver a derrotarnos. El
hecho incontestable de que tengan una tasa de natalidad muy superior
a la de los países de acogida, que en cualquier circunstancia sería
siempre beneficioso para la humanidad, complica el problema, pues es
evidente que estos niños serán educados en todas las ideas opuestas
y contrarias a los principios de la civilización occidental donde
han nacido gracias a sus dádivas y sinecuras.
En el estudio de Disenso se recuerda al célebre politólogo italiano
Giovanni Sartori, inesperadamente premio Príncipe de Asturias, a
pesar de su enorme incorrección política, y habitualmente debelador
de las políticas migratorias de puertas abiertas como las que han
puesto en marcha Francia y Alemania con resultados catastróficos. En
el informe se citan las conclusiones a las que llegaron ya en 2010 y
en 2011 tres animales políticos como el galo Nicolas Sarkozy, el
británico David Cameron y Angela Merkel. Los tres fueron unánimes:
el intento de crear una sociedad multicultural ha fracaso por
completo. “Por completo”.
Nadie niega que la inmigración puede contribuir al bienestar de la
comunidad receptora. Países como Australia y sobre todo Estados
Unidos fueron construidos por inmigrantes, y quizá por eso mismo
poseen las leyes más estrictas y duras para filtrar los flujos no
sólo en cantidad sino en calidad. El multiculturalismo, la idea de
que los gobiernos deben proteger, subvencionar y animar la identidad
de gente que no sólo no piensa como nosotros sino que alberga el
íntimo propósito de imponer poco a poco sus ideas, como la lluvia
fina, al calor del cocido diario sólo puede tener consecuencias
nocivas, aumentando la conflictividad, la desconfianza de los
nativos en su propia nación, y eventualmente el crimen, como ya
hemos tenido la oportunidad de comprobar con los diferentes
atentados en Europa a manos de musulmanes radicales bien
alimentados, particularmente en España, en Madrid y en Barcelona.
¿Es posible convivir con el Islam? ¿Es posible aceptar inmigración
de naturaleza musulmana? Me parece que, como poco, no es fácil. Un
amplio porcentaje de la población de estas comunidades rechaza
nuestra forma de vida y nuestros valores poniendo contra las cuerdas
el sistema de derechos y de libertades que tanto nos ha costado
conseguir, y promoviendo de hecho que en algunos países como
particularmente Francia estas comunidades vivan a espaldas del
Estado. A finales de 2005, la policía gala tenía fichados a casi
5.000 musulmanes radicales. A finales de 2020, esta cifra supera
ampliamente los 100.000. ¿Es esto una incitación al odio o la
constatación de una verdad empírica? Yo lo tengo claro. ¿Y usted? A
mi me parece que es la puta realidad. Una realidad que hay que
afrontar con coraje y determinación, no como los padres de los
alumnos que se han negado a que el colegio en el que fue asesinado
el profesor Samuel Paty por mostrar caricaturas de Mahoma a los
estudiantes llevara su nombre en un acto infame de cobardía. ¿Cuál
fue el pretexto de estos padres benedictinos? “Así evitamos posibles
problemas”, dijeron. Así nos va.
El informe de la Fundación Disenso es revelador de lo que nos
sucede, de la desnaturalización cultural que padecemos en medio de
una indiferencia general y cómplice. No se lo pierdan
«2017 nos obliga a tomar muy en serio la
posibilidad de que las autonomías son parte del problema»
El historiador David Jimenez analiza el órdago secesionista de hace
tres años en su libro “2017. La Crisis que cambió España”
A. Rojo larazon 4 Febrero 2021
¿Hay suficiente perspectiva para hacer un libro de historia sobre el
2017?
Precisamente ahora estamos en el momento de ver que podemos empezar
a ver de manera objetiva que 2017 fue un punto de quiebra para la
democracia española. Mucho de lo que ha ocurrido desde entonces se
explica por lo que sucedió en 2017. Aquella crisis es el resultado
de muchos procesos que se habían puesto en marcha mucho antes,
incluso en los ochenta. 2017 ha marcado a muchas instituciones y a
la percepción que tiene la ciudadanía de esas instituciones, desde
el Monarca al Poder Judicial. En el libro utilizo la expresión «onda
expansiva». 2017 es una año clave por la onda expansiva que está
teniendo, también en nuestras ideas de qué es la democracia española
y cuál es el mejor sistema de equilibrios y de administración del
territorio que podemos tener.
¿Es exagerado hablar de «golpismo» en relación a los sucesos de
2017?
El problema es que entramos en una discusión semántica acerca de que
es golpe y que no lo es. El término que acuñó Daniel Gascón de
«golpe posmoderno» caló mucho. Por un lado se ajusta a la definición
de Kelsen y, al mismo tiempo hubo cosas ambíguas acerca de ese golpe
u no tenía la estética que suele facilitarnos localizar un golpe:
militares en el Congreso. Pero no necesitamos llegar a una
conclusión fuerte sobre si fue golpismo para decir que fue un asalto
al orden constitucional. En eso no hay ninguna duda, ni los propios
líderes independentistas lo pondrían en duda. Fue un intento de
crear una legitimidad paralela. Una serie de dirigentes autonómicos
eligieron que leyes podían obedecer y cuales no.
¿Cree que hubo alguna vez lealtad real en el nacionalismo catalán y
vasco o siempre vieron en el estado de las autonomías una concesión
del Estado y paso intermedio hacia la independencia?
En el libro cito la declaración de Barcelona de 1998 que suscriben,
Ciu, PNV y BNG en la que dejan nítido que para ellos el autonomismo
no es un fin en sí mismo sino un medio para llegar a ejercer la
autodeterminación. Esto no es después de la reforma del estatuto ni
después de que Rajoy se cierre a un pacto fiscal que le exigía Artur
Mas. Había una ambigüedad inherente en el estado autonómico. Líderes
autonómicos han jugado con esa ambigüedad. Los nacionalistas siempre
van a tener un horizonte de ejercer la autodeterminación. Pujol
hablaba de «hacer país». Lo que no quedó claro en el proceso
autonómico es donde estaba la línea. Esto explica que se llegara a
2017.
¿Hasta que punto se puede decir que el estado de las autonomías, más
que una solución, ha sido una de las causas de la crisis de 2017?
2017 nos obliga a contemplar esa posibilidad que dice, a tomar muy
en serio la idea de que el autonomismo no ha sido solución si no
parte del problema. Esto no debería llevarnos a una cuestión de
autonomías sí o autonomías no. Creo que la solución es estado
autonómico en el que queden más delimitados los límites de las
distintas partes. Es evidente que el autonomismo ha permitido a CiU
y a las distintas coaliciones que han gobernado en Cataluña a tener
un enorme poder en el territorio y crear una base de intereses y de
acción política que les dio buena parte de la fuerza que utilizaron
en 2017. 2017 nos obliga a replantearnos muchas cosas y una de ellas
es precisamente a revisar el funcionamiento de las autonomías.
Defiende en el libro que el constitucionalismo ganó la guerra en
2017 pero perdió la paz, ¿qué más se tenía que haber hecho para
ganar también la paz?
Las metáforas militares no terminan de aplicarse a este asunto, es
un matiz que querría introducir. Creo que después de 2017 lo lógico
es que el eje de la gobernabilidad de España pasara por vertebrar el
eje constitucionalista a través de fórmulas de gran coalición o
apoyos desde fuera entre PP y PSOE. La fórmula del bipartidismo
imperfecto apoyado por los nacionalistas debería haberse quedado
atrás. La manera de empujar a los nacionalistas a que abandonaran su
radicalidad era dejarles claro que no serían parte de la ecuación
para gobernar España mientras siguieran abonados al discurso de los
presos políticos, el presunto exilio, etc. Esa oportunidad se ha ido
perdiendo a lo largo de los pasados años. Y creo también que se ha
estado rehabilitando desde los gobiernos de Pedro Sánchez aguno de
los marcos que deberían haber colapsado en 2017, como por ejemplo
todo era culpa del Partido Popular que era «una fábrica de
independentistas» y que todo esto se resuelve con diálogo.
Con el PSOE endémicamente dependiente de los escaños votos
independentistas parece que no hay una solución a corto plazo...
No la va a haber porque el PSOE esta empeñado en construir el mundo
de ayer. Sánchez no ha hecho nada que Zapatero no podría haber
firmado. Pero ese intento de reconstruir el pasado es imposible, y
la historia lo va a ir demostrando. Las elecciones en Cataluña lo
van a demostrar también. La política del ibuprofeno de Sánchez no ha
cambiado nada. Al único que ha beneficiado es al propio Sánchez.
¿Muestra usted sorpresa por el hecho de que los nacionalistas son
incapaces de aceptar la frustración de sus anhelos, algo que hacen
todos los votantes que ven como su partido no gana las elecciones...
Da la sensación de que siempre hay que darles algo. Bueno,creo que
hay bastantes ciudadanos que están frustrados con el estado de las
autonomías. Sin embargo, nunca se dice que se deban satisfacer esos
anhelos. Nunca se dice que porque haya esos millones de personas
agraviados eso significa automática que su reivindicación sea
legítima. En el caso de los nacionalistas creo que seguimos teniendo
el problema de pensar que hay algo orgánico e inevitable en la
insatisfacción nacionalista, como si surgiera de los ríos o de las
piedras en vez de ser el resultado de mecanismos de oportunidad y
estrategia política.
¿Si hay «sorpasso» de Vox a PP en Cataluña se estará más cerca de
una solución o más lejos?
Es una excelente pregunta para la que no tengo respuesta. Sería
paradójico que los mismos que dicen que si la gente vota a los
independentistas «será por algo», si hay muchos catalanes votan a
Vox igual también tienen agravios a los que habría que responder.
Sería bastante simbólico que un partido que nade en buena medida
debido a las consecuencias de 2017 luego acabe también desempeñando
un papel en Cataluña.
Ya os suspenderá la vida
Xavier Pericay. vozpopuli 4 Febrero 2021
Uno de los grandes males de la enseñanza pública española es el
abandono de que ha sido objeto por parte de quienes profesan, en el
ámbito educativo y fuera de él, ideas liberales. O sea, por parte de
quienes consideran que la enseñanza pública, para garantizar la
igualdad de oportunidades, debería facilitar ante todo una formación
humanística y científica solvente, libre de anteojeras ideológicas,
de modo que cada uno de los futuros ciudadanos que por ella
transiten pueda terminar encontrando, conforme al esfuerzo
desplegado y al mérito contraído, un lugar en la sociedad. Debería
facilitar, digo. Porque es evidente que hoy en día no es así.
Ese desistimiento liberal tiene, claro, su contrapunto: la
colonización de que ha sido víctima en España la enseñanza pública,
en todas sus etapas –desde la educación infantil hasta la
universitaria–, por parte de la izquierda y el nacionalismo
supremacista. Por si alguna persona de buena fe albergaba todavía
alguna duda al respecto, la tramitación y posterior aprobación de la
nueva ley educativa habrá acabado con ella. Si un gobierno de una
democracia liberal como se supone que es la nuestra se atreve con
una reforma de semejante calado ideológico es porque posee la
certeza de que en la enseñanza primaria y secundaria de gestión y
titularidad públicas todo está bajo control. Todo: profesores,
estudiantes, sindicatos del ramo, asociaciones de padres, y hasta
conserjes y bedeles. Y de existir alguna discrepancia, los poderosos
tentáculos de la Administración, con sus castigos y sus favores, se
bastan y se sobran para acallarla.
Esa colonización ideológica de la enseñanza primaria y secundaria se
ha dado también, claro está, en la universidad pública. Con la
particularidad de que en este caso se le ha añadido una figura
singular, la llamada autonomía universitaria, que ha terminado
convirtiéndose en una verdadera patente de corso. A propósito, les
recomiendo que lean, si no lo hicieron ya en su momento, el valiente
y muy instructivo ensayo biográfico de Clara Eugenia Núñez
Universidad y Ciencia en España. Claves de un fracaso y vías de
solución (Gadir, 2013). Comprobarán cómo se paga –en este caso con
el cese en el cargo de la propia autora, por entonces directora
general de Universidades e Investigación de la Comunidad de Madrid–
el intento de reformar el sistema que los rectores del lugar, con el
ínclito Ángel Gabilondo a la cabeza, tenían instaurado y cuyas
principales características eran la endogamia, la falta de
transparencia, la ausencia de rendición de cuentas y, en definitiva,
la ineficiencia y la consiguiente dilapidación del talento y del
dinero público.
Pero volvamos al presente. A lo largo de este mes de enero hemos
asistido, para pasmo de muchos –si es que en la mente de los
españoles queda todavía espacio para el pasmo–, a una justa de
declaraciones encontradas entre el ministro del ramo, Manuel
Castells, y la CRUE, la Conferencia de Rectores de las Universidades
Españolas, con la naturaleza de los exámenes, presenciales u online,
como telón de fondo. Se trata de algo inédito. Nunca un ministro
había osado enfrentarse, y encima públicamente, a un lobby de este
tenor. Por no atreverse, ni siquiera se había atrevido ninguno a dar
un paso de cierta trascendencia sin contar con el placet de la CRUE.
Pero Castells, como nadie ignora, vive ya en otro mundo. Cuando
afirmó en aquella comparecencia en el Congreso que este mundo se
acaba, seguro que ninguno de esos rectores magníficos se tomó en
serio sus palabras. Y ya ven. No bromeaba, no.
Castells afirma que comprende a los estudiantes cuando advierten del
peligro que suponen en tiempos de pandemia las evaluaciones
presenciales y abogan por hacerlas online, como al término del
pasado curso académico. Los rectores, por su parte, sostienen que no
existe peligro alguno de contagio, que los protocolos acordados con
Sanidad funcionan, y que las pruebas del curso pasado fueron un
paripé en el que los estudiantes copiaron a mansalva, por lo que
resulta imprescindible que ahora se hagan de forma presencial. Y,
por si no bastaba con esas razones, recuerdan que la autonomía
universitaria les asiste. En suma, que el ministro no debería
meterse donde no le llaman.
Castells será lo que quieran, pero no engaña. Ya manifestó hace
meses que no le importa que los alumnos copien. Es más –apunten,
rectores, por si además de magníficos se siguen considerando
renovadores y progresistas–, que “la obsesión de que no copien es un
reflejo de una vieja pedagogía autoritaria”. Castells es de los
tiempos del aprobado general político o del aprobado particular,
político o no. Del “ya te suspenderá la vida” (y, al paso que vamos,
vaya si los suspenderá). Dicen que ha llegado a ministro porque
Colau así lo quiso. Tal vez. Pero me da que al presidente Sánchez
ese enfrentamiento de Castells con el lobby rectoral no le preocupa
lo más mínimo. Y, si me apuran, hasta puede que le despierte cierta
simpatía. ¿Cómo no va a compartir con su ministro ese desprecio por
la limpieza en las evaluaciones un presidente que, aparte de haber
copiado su tesis doctoral, no admite otra evaluación sobre su
gestión de gobierno que la suya propia?
Elecciones Cataluña 2021
Illa da alas al separatismo: pide a Sánchez
una Ley de Lenguas que fomente el catalán en toda España
Illa asume el lenguaje separatista en campaña: promete un plan
«nacional» de Sanidad para Cataluña
Illa entra en campaña electoral diferenciando entre «los españoles y
los catalanes»
Luz Sela okdiario 4 Febrero 2021
Salvador Illa da un impulso a las ambiciones de los
independentistas, y de Podemos, para el fomento del catalán -y del
resto de lenguas co-oficiales-en toda España. El candidato
socialista a las elecciones en Cataluña del próximo 14 de febrero
recoge en uno de los puntos de su programa la petición a Pedro
Sánchez de una «Ley de lenguas» para «reconocer el plurilingüismo de
España». La intención es que en todo el país se promueva ese
«plurilingüismo», «haciendo valer la riqueza que aportan las
diversas lenguas españolas, tanto en el ámbito cultural y creativo
como en el fomento de la convivencia», explican los socialistas.
Illa asume además en su propuesta electoral una de las ambiciones de
Miquel Iceta: el «federalismo lingüístico». El ahora ministro de
Política Territorial incluyó esa fórmula en el 14 congreso del PSC,
celebrado en 2019. Se trataba, como constó en los documentos
consensuados entonces, de «promover en el ámbito estatal el
reconocimiento y la preservación del plurilingüismo, articulando la
defensa de todas las lenguas oficiales y el reconocimiento de la
riqueza lingüística en toda España, garantizando el derecho de todos
a hablar su lengua y la obligación de las administraciones de
garantizar el derecho de los hablantes».
Igualmente se reclamaba «promover el conocimiento y el
reconocimiento de la diversidad lingüística en todo el territorio».
La propuesta alimenta las pretensiones del separatismo, formaciones
que, el pasado diciembre, apoyadas por Podemos, presentaron en el
Congreso una proposición no de ley, aún pendiente de debate, en la
que se insta a poner fin a la «imposición legal exclusiva del
castellano en la normativa estatal», de forma que se permita la
utilización de las diferentes lenguas del país en instituciones
nacionales, con independencia de su ubicación. Entre ellas, las
Cortes Generales (Congreso y Senado), así como el Tribunal
Constitucional, el Supremo y la Audiencia Nacional, la Agencia
Tributaria, la Seguridad Social y empresas públicas como Radio
Televisión Española. Asimismo, se obliga a los funcionarios a
conocer la lengua propia y se solicita que se impulsen las reformas
estatutarias necesarias para reconocer la oficialidad de las lenguas
propias del país que aún no han obtenido esa condición, como es el
caso de Asturias.
Los firmantes solicitan que el Estado garantice la capacitación de
las lenguas propias del personal de todas las administraciones
públicas, incluida la Justicia, y el uso generalizado en las páginas
oficiales, así como el «reconocimiento internacional» de estas
lenguas en «paridad con el castellano» con el objetivo, dicen, de
poner fin a la «imposición legal exclusiva» del castellano en la
normativa estatal, que afecta «de manera frontal al ámbito económico
y singularmente al etiquetado».
Tras la llegada al Gobierno, Sánchez ya expresó su intención de
«potenciar el uso de las lenguas oficiales en la Administración
General del Estado», impulsando su conocimiento por parte del
funcionariado.
Ayudas al catalán
En su programa para el 14-F, Illa propone además derogar las
infracciones previstas «en el Código de Consumo del artículo 331
apartados 4 y 6 y sus sanciones en relación con el uso del
castellano», pero sustituyéndolas por «un plan de ayudas a la
rotulación en catalán».
Sobre la enseñanza, pretende «reforzar el castellano o el catalán en
función de las necesidades del alumnado, garantizando el pleno
dominio de ambas lenguas al finalizar la escolarización». El
programa dispone la autonomía de los centros para evaluar la
capacitación lingüística de sus alumnos, de forma que se deberán
establecer «medidas compensatorias» cuando se considere que «no han
adquirido las competencias pertinentes de alguna de las dos
lenguas». En el programa se señala explícitamente que el catalán
está «en el centro de gravedad» del sistema educativo.
El candidato del PSC a las elecciones del 14-F entró en la
pre-campaña distinguiendo entre «españoles y catalanes», en un vídeo
en el que felicitaba a Joe Biden como nuevo presidente de EEUU.
La pasada semana, en una de sus primeras intervenciones, afirmó que
uno de sus compromisos sería un plan «nacional» para «reconstruir»
el sistema sanitario catalán. Una propuesta con la que Illa asumía
el lenguaje separatista.
Frenopático
Nota del Editor 4 Febrero 2021
Para recibir tratamiento en el frenopático hay que pasar una
entrevista, me temo que el ex ministro asesino (colaborador
voluntario con 90.000 muertos aproximadamente) no podrá superarla
porque sobrepasa la capacidad de cualquier frenopático en la tierra.
Puede que en Marte lo admitan.
El yihadismo en Cataluña: una amenaza
silenciosa pero real
EL NIVEL DE RADICALIZACIÓN DE LAS MEZQUITAS, CADA VEZ MAYOR
Rubén Pulido https://gaceta.es
El pasado viernes 8 de enero tenía lugar en Barcelona la detención
de un comando de excombatientes yihadistas. Un operativo de la
Policía Nacional hacía temblar una de las tramas yihadistas más
peligrosas de las detenidas en los últimos años en Cataluña. Tres
detenidos que tenían una enorme peligrosidad y formaban parte de un
comando que había partido desde Siria y que, según arrojan fuentes
policiales, habían logrado acceder a nuestro país en patera a través
de las costas de Almería.
Los detenidos eran de origen libio y marroquí. Según revelan fuentes
de la investigación, estos tres terroristas partieron desde Argelia
y tras llegar a la provincia andaluza atravesaron toda la Península
en coche hasta llegar a la Ciudad Condal. Por otro lado, existía un
cuarto miembro que logró huir a Francia, aunque finalmente también
fue detenido por las autoridades galas. Este operativo llevado a
cabo por la Comisaría General de Información, evidenciaba una vez
más, que Cataluña está siendo en estos últimos años uno de los
destinos principales de un alto porcentaje de los terroristas que
llegan a nuestro país con intenciones de atentar en Europa.
Según evidencian diversos informes del Ministerio del Interior,
desde el año 2012 han tenido lugar un total de más de 200
operaciones (229) contra el terrorismo yihadista en España, de las
cuales un total de 70 se han ejecutado en Cataluña. Incluyéndose el
operativo a través del cual tuvo lugar la detención de los tres
soldados de la yihad detenidos en Barcelona. Así, más del 30% de los
operativos llevados a cabo en nuestro país se han desarrollado en
suelo catalán.
Del total de 70 operativos, 50 se han producido en la provincia de
Barcelona con un número de detenidos que se eleva hasta los 91. La
Ciudad Condal acumula desde el año 2012 más de 30 detenciones (34),
situándose como la capital española más amenazada por la presencia
de musulmanes de alta radicalización islámica, donde según fuentes
policiales, han tenido que ser expulsados más de una decena imanes
desde el año 2019 por el alto nivel de radicalismo en sus prácticas
oratorias. Solo las detenciones en Barcelona suponen más del 8% de
todas las practicadas a nivel nacional.
En referencia a las detenciones, desde el 2012 se han detenido a un
total de 411 terroristas relacionados con el yihadismo en España,
según lo recogido en los balances de lucha contra el terrorismo del
Ministerio de Interior. De las más de 400 detenciones, 118 se han
llevado a cabo en Cataluña, lo que supone un 28,71% de todas las
ejecutadas en nuestro país. Como ya he citado con anterioridad, la
Ciudad Condal alberga más del 8% de todas las detenciones llevadas a
cabo en España. Aunque si evaluamos los datos a nivel provincial, el
número de detenciones (91) nos desvela que Barcelona acumula más del
20% de todas las practicadas en el territorio nacional.
Según recoge en uno de sus últimos informes el Real Instituto
Elcano, en Cataluña ha residido una tercera parte de los yihadistas
condenados o muertos en España entre 2004 y 2018, concretamente el
33,2%. Algo que, según el organismo, tiene una relación directa con
la alta presencia de salafistas en suelo catalán con respecto al
resto de España y Europa Occidental.
Acorde a estas fuentes consultadas, en el año 2016 un tercio de los
256 lugares de culto y centros islámicos registrados en Cataluña
estaba controlado por salafistas, más del doble de los existentes en
el año 2006.
Por su parte, el Observatorio del Pluralismo Religioso en España
(que depende del Gobierno) cifró el pasado mes de octubre de 2019 en
un total de 1.695 los lugares de culto musulmán en nuestro país.
Este dato supone ya el 22,77% dentro del total de los lugares de
culto de todas las religiones presentes en España. De esos 1.695,
Cataluña alberga 321, lo cual supone un 19% del total a nivel
nacional. Fuentes consultadas de las FCSE implicadas en la lucha
contra el terrorismo calculan que al menos en un 6% se profesan
mensajes radicales.
Aunque se trata de una minoría, los datos expuestos con anterioridad
afectarían a algo más de 19 oratorios en Cataluña y, según afirman
estos expertos en terrorismo yihadista, el nivel de radicalización
cada vez es mayor y no solo se limitan a los actos de culto en los
diferentes oratorios, sino que extienden sus mensajes en inmuebles
particulares, locales, bajeras y garajes. Algo a lo que cada vez
recurren más quienes profesan un tono “más elevado” dentro de la
confesión islámica.
******************* Sección "bilingüe" ***********************
Fondos europeos: inadmisible ocultación del
dictamen del Consejo de Estado
EDITORIAL Libertad Digital 4 Febrero 2021
La celeridad en la recepción de ayudas no debe ser excusa para
orillar algo no menos exigible como es la transparencia en el
reparto de los fondos.
No les faltaba razón a los representantes del PP al afirmar que la
recepción de los fondos europeos no se habría bloqueado en el caso
de que el Congreso hubiera rechazado el jueves pasado el real
decreto con el que se pretende –según el Ejecutivo– agilizar los
tramites de recepción y gestión de esa ayuda comunitaria: tan sólo
se hubiera retrasado el tiempo imprescindible que hubiera necesitado
el propio Gobierno social-comunista para retomar las negociaciones
con los separatistas de ERC y convencerlos de votar afirmativamente
en la siguiente sesión en que fuera nuevamente sometido a votación.
Finalmente, esto último no va a ser necesario porque el Gobierno
logró sacar adelante el decreto gracias a la abstención de Vox y a
pesar de la negativa de los separatistas de Esquerra. Aun así, la
exigencia de celeridad y agilización en la recepción de ayudas no
debe ser excusa para orillar un requerimiento no menos exigible,
como la transparencia en el reparto de los fondos y el absoluto
respeto a las normas que regulan la distribución de los mismos. Y es
que una cosa es acabar con los cuellos de botella en la gestión y
otra, muy distinta, hacer caso omiso de las normas y procedimientos
que tratan de erradicar la arbitrariedad y el clientelismo en el
reparto de dinero público.
Esa doble exigencia de celeridad y transparencia ha sido una
constante en Vox, partido poco sospechoso de confiar en la probidad
del Ejecutivo social-comunista, hasta el punto de ser el único que
le ha presentado una moción de censura. Así las cosas, no es de
extrañar que, pese a su abstención y el duro enfrentamiento con el
PP de la semana pasada, los de Abascal se hayan sumado este
miércoles a la formación de Casado y a Ciudadanos a la hora de
exigir que el Gobierno haga público el dictamen que sobre el
mencionado decreto ha redactado el Consejo de Estado. Este ha sido,
de hecho, el asunto que ha protagonizado la airada primera sesión de
control al Gobierno del año, en la que éste no ha hecho más que
responder con evasivas.
Por mucho que los dictámenes del Consejo de Estado no sean
preceptivos a la hora de aprobar reales decretos, no es de recibo
que el Gobierno no haga público lo que este órgano consultivo tiene
que decir al respecto. Y es que ¿qué transparencia en la gestión de
los fondos europeos cabe esperar de un Gobierno que lo primero que
hace es ocultar el dictamen del Consejo de Estado sobre el decreto
que supuestamente agiliza su recepción?
Ojalá esta común exigencia de transparencia sirva para acabar con el
lamentable espectáculo de enfrentamiento que están protagonizado los
partidos ubicados a la derecha del PSOE. Mientras Sánchez siga
siendo presidente del Gobierno, habrá momentos en que la oposición
tenga que favorecer lo menos malo para evitar lo peor. Habrá que
entender, así mismo, aquello de que la política es el arte de lo
posible; pero a ser posible sin que la oposición se autodestruya.
Ninguneo al Consejo de Estado
Editorial ABC 4 Febrero 2021
Si Moncloa cree que la oposición exagera con la contundencia del
dictamen del Consejo de Estado contra la gestión de los fondos
europeos, tiene fácil demostrarlo: que no oculte ese informe
Al Gobierno de Pedro Sánchez le salen tics propios de Nicolás
Maduro. Se cree que por negarse a divulgar el dictamen del Consejo
de Estado sobre el decreto de fondos europeos va a mantener
indefinidamente oculto ese informe. Es no saber en qué consiste una
democracia y un Estado de Derecho. Con razón preguntó Patxi López a
Pedro Sánchez si sabía qué era una nación. Hoy habría que
preguntarle también si sabe qué es una democracia parlamentaria. Por
lo pronto, Sánchez ya tiene encima una polémica más en su largo
expediente de ocultismo y opacidad. Gobierna entre tinieblas. Su
imagen en Europa se está asociando a las peores prácticas del
autoritarismo: acabar con la independencia judicial, vigilar a los
críticos en las redes sociales y, ahora, hurtar a la oposición la
opinión del máximo órgano consultivo del Estado sobre una de las
normas más importantes de los últimos tiempos. Si el Partido Popular
exagera cuando critica al Gobierno por no entregarle el dictamen,
Moncloa tiene bien al alcance la prueba: muestre el informe de una
vez. Pero si continúa ocultándolo, solo va a alimentar la sospecha
de que el Consejo de Estado emitió un juicio muy negativo sobre la
norma que regirá la administración de los fondos europeos. Antes o
después se conocerá ese dictamen porque es una exigencia de rigor
democrático y transparencia conocer la valoración de una institución
creada específicamente para asesorar en los proyectos normativos y
proponer mejoras a su contenido.
No se trata de un debate de técnica jurídica, aunque sea importante
determinar si el Gobierno está o no obligado legalmente a entregar
el dictamen al Parlamento. Cualquiera que sea la respuesta a esta
duda, lo relevante es que Sánchez no se siente vinculado a ninguna
convención de buena práctica democrática y ejerce su poder como una
fuga permanente del sistema de contrapesos propio de la democracia
parlamentaria. Esta es una descripción preocupante tratándose del
Gobierno de una nación sometido a la vigilancia de instituciones
europeas que velan por la independencia judicial y la separación de
poderes. Ser conscientes del Ejecutivo que tiene España actualmente
obliga a preocuparse por el futuro de la democracia en nuestro país.
Sánchez debe rectificar porque no es su futuro político lo que
peligra, sino el reconocimiento de España como una democracia sólida
que poco a poco va experimentando una desfiguración progresiva por
la acción desleal del Gobierno con valores y principios esenciales.
No es admisible que el Congreso no pueda conocer el parecer del
Consejo de Estado sobre los fondos europeos. Es una situación
homologable con las formas más populistas de ejercer el poder, como
las que se basan en el desprecio constante a la oposición y a las
instituciones.
El Zendal saboteado como síntoma
Hermann Tertsch. https://gaceta.es
Se han perpetrado sabotajes en un hospital en España lleno de
enfermos del coronavirus. Se han roto tuberías, cortado cables,
fracturado distribuidores, bloqueado desagües. Hasta ahora ninguno
de estas canalladas ha tenido consecuencias que pudieran haber
puesto en peligro la vida de pacientes. Porque no ha habido de
momento complicaciones graves. La fortuna ha evitado fatalidades
nunca descartables. Ha sido en el hospital Isabel Zendal construido
por la Comunidad de Madrid. Los sabotajes en este hospital para
dañar el funcionamiento de una instalaciones cuyo único fin es
salvar vidas no son la acción de un loco. Son una “acción política”
ahí donde lo ven. Hecha por gente con objetivos, planes, recursos y
jefes. Acción, ekintza en vascuence, es como llama ETA a sus
atentados. El verbo presente es pertinente, no porque ahora haya
atentados de ETA, que no los hay porque ETA no los necesita. Sino
porque ETA/Bildu, la banda terrorista, socia del gobierno de España,
sigue hablando de sus atentados como sus ekintzas. Y sabe valorar
muy bien el inmenso rendimiento que sacó a sus asesinatos.
Los sabotajes en el Isabel Zendal son actos de terrorismo. Cierto
que, de momento, menor. Como lo son las permanentes agresiones que
sufren los dirigentes y miembros de VOX en sus campañas electorales,
ahora en Cataluña. Siempre pueden ir a más. Algunos se pueden animar
a envenenar el agua de hospitales de la Comunidad de Madrid para
demostrar que no tiene controles necesarios. Al igual que los
agresores de la campaña electoral de Vox pueden convertirse en
asesinos cualquier día cuando la piedra que tiren sea algo más
grande o algo más certera en la cabeza de alguien. O cuando agredan
a un autobús de militantes y provoquen una tragedia. Y lo pueden
hacer porque quieren subir un grado su terrorismo o porque se les va
la mano accidentalmente. Cuando se está tan obsesionado con hacer
daño, no siempre se calcula bien el que se inflige. Y la obsesión la
generan los medios de comunicación, pieza clave de todo este
entramado totalitario en marcha para el desmantelamiento de las
instituciones del Estado y la ruptura de la continuidad nacional de
España. El frente mediático que es el generador e inspirados del
activismo comunista y separatista que ha derivado en ese terrorismo
light cuyo potencial criminal nadie debería infravalorar por muy
dependiente que sea del gobierno.
El hospital Isabel Zendal es un gran éxito de la Comunidad de Madrid
como lo fue el Centro del IFEMA. Eso no lo perdona la izquierda que
no construye hospitales y que si monta uno de campaña en Valencia,
se lo lleva el viento. Ya cuando aparecieron unos guisantes mohosos
ante las cámaras se vio la voluntad mediática de convertir cualquier
anécdota por ridícula que fuera en categoría para destruir la
reputación de un hospital antes de que pudiera echar a andar. En
este hospital se ha concentrado con inmensa virulencia la furia
descalificadora de toda la izquierda contra la presidente de la
Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Como principal maniobra de
distracción de la criminal negligencia, monstruosa conducta amoral y
profunda corrupción de los miembros del Gobierno durante la
pandemia, con responsabilidad en decenas de miles de muertos y en
centenares de contratos que en cualquier país civilizado en tiempos
de paz llevarían a todos a la cárcel como responsables solidarios.
La izquierda ha convertido a Díaz Ayuso en el símbolo de todo lo más
terrible y despreciable. La demonización al tiempo de la
radicalización es permanente y delirante. Ya lo hicieron socialistas
y comunistas en su día con Esperanza Aguirre, otra que obligaba a la
izquierda a manifestarse contra los hospitales públicos, un fenómeno
desconocido en el mundo. Hay más coincidencias. Como Aguirre, Díaz
Ayuso destaca en su partido por tener un discurso mucho más firme y
resuelto que los pusilánimes de la dirección. Tiene Díaz Ayuso una
disposición y falta de temor al conflicto absolutamente impropio de
su partido. En su valentía y en su posicionamiento ideológico es
evidente que está más cerca de VOX que del grupito de apaciguadores
de mala conciencia, cinismo y ganas de apaño que componen la
dirección de su partido.
Eso sí, los tiempos actuales son más violentos que los de Aguirre. Y
aunque a esta le dijeran barbaridades y siempre pudiera temer por su
seguridad, la izquierda ha avanzado mucho en el proceso de
encanallamiento. La disposición a la violencia que despertó en su
seno con el revanchismo guerracivilista de Zapatero y la llegada del
chavismo con Podemos ha convertido ya a la izquierda española en la
más radical y bárbara de toda Europa. Y todos debemos ser
conscientes de que esta disposición a la violencia de la izquierda
llegará en sus miembros más adoctrinados y fanáticos a sus viejos
niveles de la necesidad de matar. Especialmente cuando su previsible
fracaso en todos los ámbitos de gobierno y el empobrecimiento
vertiginoso haga peligrar su poder. Quienes conozcan sus expresiones
sobre sus enemigos y sepan del alborozo con que celebran muchos los
bárbaros crímenes de sus socios y correligionarios de ahora y del
pasado, saben que su desprecio a la vida humana es exactamente el
mismo que tenía la banda asesinos de Jose Ternera.
Claro que el terrorismo de baja intensidad que sufre España
actualmente cuando conviene a golpistas o al propio gobierno no es
de ETA ni parecido al de ETA. Los etarras ya están en los despachos
y en el aparato y distribuyen presupuesto gracias a Pedro Sánchez, a
Pablo Iglesias, a mil muertos y a Mariano Rajoy. Los sabotajes en el
hospital Isabel Zendal han sido perpetrados por una nueva ola de
terroristas en España que es la difusa nube del activismo odiador
creado por la educación socialista y la manipulación comunista. No
son ninguna de las generaciones de viejos asesinos ni sus diversas
renovaciones. Son la segunda y tercera de los terroristas urbanos
con su mensaje radical de izquierdas, surgidos con el “No a la
Guerra” y el 15M secuestrado por el proyecto chavista leninista
zapateril de Podemos. Ninguno de ellos ha matado a nadie. Todavía.
Aun se dedican a hacer ruido y daño, a meter miedo y generar
precariedad, asustar y no solo a las viejas. Mientras sus amos hoy
en el gobierno puedan presentarse como la versión institucional del
progresismo pero siempre con Iglesias de vicepresidente y cabecilla
antisistema a un tiempo.
Tienen la particularidad de que no son terroristas contra el poder
sino sus chicos para todo. Como los colectivos venezolanos que sin
duda tienen en mente nuestros gobernantes. No se consideran
terroristas, por supuesto, sino meros activistas que han pasado a la
primera línea de acción, es decir, de la ekintza. Y ahora han pasado
de la propaganda a la acción. Ya no se limitan a mentir sobre un
hospital vestidos o no de enfermero ante las cámaras de televisión.
Ahora cortan la electricidad para dar la razón a unas televisiones
que han decidido y ordenado que el hospital sea un desastre, sin
saber si esos cables alimentan los respiradores u otra maquinaria
vital del hospital. Sus amenazas y sus agresiones van dirigidas
contra quienes se oponen al Gobierno, quienes lo critican por una
cosa u otra, quienes denuncian sus abusos y delitos. Son jóvenes y
ya no tan jóvenes movilizados por el odio mediático que se convirtió
en mensaje oficial hace más de tres lustros con la llegada al poder
de Zapatero, cabalgando trenes que dejaban un largo rastro de 192
muertos y heridos.
Ese mensaje de ocio y mentira hoy ya es razón de Estado. Está en
todos los libros de texto, en todas las teles y en el vademécum de
casi todos los periodistas. Pero ya estaba también en las series
televisivas hechas por guionistas comunistas aquí, en Argentina o
Cuba, da igual. Todos han aprendido de los mismos. Todos tienen los
mismos objetivos y mandos. Sus vidas se nutren de los lemas de esas
series en las que todas las tramas e incidencias se entrelazan con
sentencias políticas, mensajes ideológicos y trucos psicológicos que
generan eterna afinidad con sus correligionarios del pasado,
comprensión hacia la violencia correcta, es decir la propia,
devoción por los fines y los hitos del movimiento comunista. Y
bloquean toda capacidad de empatía hacia ideas y conductas
conservadoras, patrióticas o simplemente tradicionales u honorables,
hacia ideas distintas que todas son retrógradas, antiguas o
fascistas.
Son los jenízaros de la extrema izquierda formados en el zapaterismo
y el separatismo, ya juntos en su campaña contra la España
constitucional. Entrenados en la brega de la manifestación, la
intimidación y el tumulto durante el rajoyismo fueron ya
oficializados como las fuerzas de choque del nuevo régimen con el
sanchismo. Son un híbrido de SA y Spartakus, una tropa de choque sin
uniformes ni desfiles ni estructuras fijas bajo un gobierno
sanchista que maneja la espita de la violencia como hacen quienes
están asesorados por viejos criminales expertos. Han cooptado la
kale borroka etarra y todas las bolsas de mugre ideológica creadas
por movimientos ultras en Cataluña y las sectas violentas de Madrid
y otras ciudades.
Hay una gran labor detrás de esta coordinación de personajes y
tribus dispares para ponerlos al servicio de un proyecto político. Y
esto se hizo bajo Zapatero y Rajoy. El primero ayudó, financió y
promovió, el segundo toleró, permitió y otorgó impunidad por su
indolencia y desprecio a los intereses y la seguridad de la patria
que había jurado defender. Y así se instalaron en España más anchos,
cómodos y activos que nunca los expertos en demolición institucional
del legendario G2 cubano. No hacían falta muchos. Ya se habían
llevado a los mileuristas de la Complu para que vieran mundo y
tomaran nota. Pero el G2 de compañía. Como lo está en Chile, en
Ecuador o Perú, lo está en Colombia con las FARC, lo está en todos
los grandes cárteles de cocaína, en los cuarteles y en las cárceles
de tortura y guerra psicológica en Venezuela. En todas partes están
los cubanos, que vienen a ser los comerciales de la dictadura que
exportan subversión, crimen, desestabilización y veneno odiador.
Mientras la Unión Europea financia los caprichos de los criminales
de la cúpula con un acuerdo lleno de promesas de apertura y
transparencia.
Nuestros terroristas han sido formados con las series, la Sexta y
las redes. Desde pequeños les han enseñado a odiar a los ricos
siempre que no sean comunistas, a los empresarios siempre, a los
cristianos en cualquiera de sus formas, a los judíos y a su estado
de Israel y a todo lo que suponga el pasado con sus jerarquías e
instituciones. Todo lo que vale es el presente que ellos definen.
Todo lo que pudiera despertar un criterio independiente es fascista,
franquista, elitista o clasista. Así, cierto que ya no tenemos una
banda terrorista que mata porque ha sido elevada a tareas más
limpias en el poder y a los salones por sus socios y cómplices. Pero
tenemos un inmenso caudal de activistas dispuestos a ejercer el
terrorismo de las pedradas, los incendios, los sabotajes a las vías
del AVE o del hospital, los ataques a militantes y sedes de VOX o de
cualquier que se oponga a su tiranía.
El terrorismo se desliza según las necesidades. El FRAP usó los
cuchillos y los punzones para matar a su primer policía el 1 de mayo
de 1973 pero ya uso pistola para otros. En EEUU, los angelitos de
Biden y Harris que responden por Black Lives Matter no dieron
importancia a las vidas de bastantes negros que mataron en su
campaña de meses de incendios, saqueos, brutales palizas y acosos en
el secuestro de ciudades como preparación para la confusas
elecciones y el cuestionado triunfo del voto por correo.
Podemos dar por hecho que si fracasa este golpe de Estado a cámara
lenta que nos está dando la siniestra pareja de Sánchez e Iglesias
la frustración de todos estos no tendrá siempre una expresión
pacífica. Cuando llegue al gobierno de España una fuerza nacional,
será una tarea ingente desprogramar a estos activistas encanallados
por el odio que les han inoculado desde pequeños. Algunos recurrirán
a esta violencia y quizás a mucha más para intentar impedir un
retorno a la normalidad democrática, a la recuperación de derechos
en igualdad de todos los españoles, la libertad de expresión y un
fortalecimiento de la nación. Pero tranquilos, de momento no estamos
ahí. De momento, los violentos trabajan para el golpe de Estado que
sigue en plena marcha, si no se impide, hacia el gran desastre
nacional.
De cagadas y otras elegancias
Teresa Giménez Barbat okdiario 4 Febrero 2021
Los socialistas están de campaña haciendo actos de contrición.
Salvador Illa se ha comprometido a eliminar la propaganda
independentista de las oficinas del Govern en el exterior. Que una
cosa es tener presencia internacional y otra llevar la buena nueva
del independentismo a todo el Orbe. Es de las primeras medidas que
llevará a cabo si es designado presidente tras las elecciones del 14
de febrero. Por su parte, el flamante nuevo ministro de Política
Territorial y Función Pública, Miquel Iceta, se ha dado algunos
golpes en el pecho desde la tribuna del Congreso de los Diputados
asegurando que fue un error manifestarse a favor del derecho a
decidir. Lo ha dicho frente al portavoz de ERC en la Cámara Baja,
Gabriel Rufián, que hurgaba sobre un posible giro del Gobierno
respecto del conflicto en Cataluña.
Unos tipos tan sinceros… Sociedad Civil Catalana (SCC) ha colocado
unas lonas en las principales entradas de Barcelona y vallas
publicitarias y carteles en toda Cataluña que describen el proceso
separatista como una «gran cagada». Me imagino a Illa e Iceta
asintiendo al pasar por delante: Uff, sí, quina cagada va ser.
Muchos catalanes, en los que no me incluyo, tienen una tirada
irresistible hacia todo lo escatológico. Por puro respeto a la
tradición local. El «caganer», esa figura tradicional de nuestro
pesebre navideño que representa a un pastor defecando. O el mismo
“tió”, tronquito surrealista con una carita pintada y barretina que
depone regalos para los niños la víspera de Navidad. Ambos,
costumbres profusamente promovidas por los distintos gobiernos
nacionalistas durante 40 años. SCC ha elegido este guiño “nostrat”
para expresar el descontento de la ciudadanía por todo lo que
significó el “procés”.
Pero, ¿es el inocente “caganer” realmente representativo de ese
golpe continuado a las instituciones y a los derechos y libertades
de los ciudadanos no nacionalistas en Cataluña? A mí me parece un
guiño cómplice para relajar los esfínteres del inconmensurable
agravio perpetrado durante años a la mitad d la ciudadanía catalana.
Una “cagada”, utilizado el término en este sentido, es un “error”,
una equivocación. Un pastorcito al que inmortalizan en un apretón.
Una “cagada” es algo puntual. Tú vas algo empanado, calculas mal las
consecuencias de un acto en concreto y montas un follón. Siempre
implica falta de malicia. Y el “proces” estuvo cargado de malas
intenciones durante años y años.
Es oportuno para SCC utilizar emblemas de la tribu como el
“caganer”. Ya sabemos que ser unionista, constitucionalista o
españolista en Cataluña es tener que demostrar continuamente que no
has dejado de ser catalán, como te acusan ellos. La campaña de SCC
es encomiable porque todo es bueno para dar fuerza a las víctimas
del golpe político de los separatistas. Paro quizá hubiera sido
deseable algo menos complaciente y más “moderno”. Menos asqueroso.
Ni siquiera estamos ya en Navidades.
Además, caer en la escatología para guiñar el ojo tampoco servirá
para seducir al nacionalista cerril que puebla los vecindarios. No
le tocará el corazón a los del lacito amarillo. Están todos hechos
un brazo de mar porque sus amados golpistas van a estar estos días
en la calle, apoyando la campaña de los suyos. Y comprando en el
“mercado de futuros”. ¿Alguien dijo arrepentimiento? Jordi Cuixart
se ha interrogado en una entrevista en estos términos: “¿Estamos
dispuestos a luchar hasta el punto de que nuestros hijos vayan a la
cárcel, si es necesario? Si la respuesta es ‘sí’, hemos dado un paso
de gigante. Debemos utilizar la cárcel como respuesta a su régimen
totalitario”.
Este hombre si la cagó fue por minusvalorar la fuerza del estado de
derecho de un país que, por andar tan sobrados, habían despreciado
demasiado. Por eso fue a la cárcel. Pero el “procés” no fue una
“cagada”. Fue un proyecto deliberado dirigido a arrebatarles sus
derechos de ciudadanía a la mayoría de sus conciudadanos.
Pastorcitos amarillos: a aliviarse a la cárcel.
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