‘Operación Illa’ o cómo pegarse un tiro en
el pie
OKDIARIO
12 Febrero 2021
Pedro Sánchez lanzó la ‘Operación Illa’, cuya primera premisa
consistía en que las elecciones catalanas se tenían que celebrar a
toda costa el 14-F, pese a la expansión de la pandemia. Su objetivo
era utilizar la figura del ministro de Sanidad como catapulta para
frenar al independentismo, pero la estrategia socialista se enfrenta
a un escenario de alto riesgo. Según las encuestas, la participación
podría no llegar al 50%. Con ese porcentaje, quien sale ganando son
las formaciones independentistas, porque sus votantes están mucho
más movilizados. Un regalo al separatismo que puede arruinar la
estrategia de Pedro Sánchez y que perjudica de forma notable a las
fuerzas constitucionalistas.
La situación, a tres días de las elecciones, se complica: más de
25.000 de las 70.000 personas llamadas a formar parte de las mesas
han recurrido y es posible que eso obligue a retrasar la apertura de
algunos colegios y la validación de los resultados. Aunque desde La
Moncloa quieren «ser optimistas», lo cierto es que la ‘Operación
Illa’ puede resultar un fiasco si el independentismo aprovecha en
las urnas la bajísima participación que anticipan los sondeos. En
ese caso, y por mucho que el PSC crezca en escaños, lo cierto es que
el golpismo puede salir reforzado frente a un constitucionalismo
dividido.
Hasta ahora, la cifra de participación más baja en un proceso
electoral en Cataluña se registró en el referéndum estatutario de
2006, celebrado tras el pacto de José Luis Rodríguez Zapatero con
Artur Más. Entonces, sólo votó el 49,94% de los catalanes, un
porcentaje que el domingo puede superarse a la baja. En este
escenario, la estrategia de Pedro Sánchez con la «Operación Illa»
puede terminar en un rotundo fracaso por mucho que el PSC recupere
buena parte del territorio perdido. Si al final el independentismo
sigue ocupando el poder, para este viaje no hacían falta alforjas.
En La Moncloa cruzan los dedos y algunos ya advierten que las
cuentas de la lechera de Sánchez es posible que salten por los
aires. Pronto sabremos si el lúcido estratega que nos gobierna se ha
pegado un tiro en el pie
Iglesias tiene razón: con él en el
Gobierno, no hay «democracia plena»
OKDIARIO
12 Febrero 2021
Pablo Iglesias viene dando la matraca con el rollo de que en España
«no hay democracia plena». Por una vez, tiene razón. Obviamente, los
motivos que arguye para justificar la falta de democracia -la
situación de los golpistas catalanes o la inminente cárcel para un
rapero que suple su nula creatividad artística injuriando a la
Corona o a las víctimas del terrorismo- son una solemne estupidez.
Si en España «no hay democracia plena» no es por los motivos que
expone el vicepresidente segundo, sino por el hecho de que un
personaje que no tiene más afán que demoler el régimen del 78 y
acabar con la separación de poderes ocupe la vicepresidencia segunda
del Gobierno de España y la utilice, además, para socavar las
instituciones del Estado con métodos totalitarios. Por eso «no hay
democracia plena», porque con Pablo Iglesias es sencillamente
imposible.
Como informa OKDIARIO, Pablo Iglesias lleva ya un año dentro del
Ejecutivo. Tiempo en el que no ha planteado ni una sola queja o
petición de reformas relacionadas con la falta de “democracia plena”
en España. El mantra que ahora utiliza de forma hipócrita obedece al
hecho de que estamos en campaña electoral y quiere marcar territorio
para distanciarse del PSOE. Ni uno sólo de sus ministros ha pedido
nada parecido a reformas por la supuesta ausencia de democracia en
España. Lo que busca desesperadamente es pescar votos en el caladero
de la izquierda independentista, pero lo lleva claro.
Y, sin embargo, lo que ha planteado el líder podemita: que España
«no es una democracia plena» se presta a la reflexión y al análisis.
Porque es verdad que desde que el socialcomunismo gobierna, la
calidad de nuestra democracia se ha deteriorado a una velocidad de
vértigo. La democracia española está amenazada por la pulsión
totalitaria de un Ejecutivo que, con Iglesias en la vicepresidencia
segunda, se enfrenta al riesgo de ir menguando a medida que pasa el
tiempo y el secretario general de Podemos sigue haciendo y
deshaciendo a su antojo.
Desfigurar la democracia
Editorial ABC
12 Febrero 2021
Iglesias se ha reafirmado en que España no es una democracia plena,
y lo grave no es que lo diga, sino que Sánchez se lo consienta por
lo que conlleva de degradación moral del Gobierno
El agravamiento de la crisis política e institucional causada por
Podemos no solo está arrastrando al PSOE, sino que señala a Pedro
Sánchez como el causante último de un deterioro democrático como
nunca se había vivido en cuarenta años. El PSOE es el cómplice
permisivo que consiente a Pablo Iglesias arrastrar por el barro
nuestro sistema político y la imagen de España en el extranjero, y
es el máximo responsable, con su pasmosa pasividad, de que el
socialismo esté poniendo en jaque su condición de partido
constitucionalista. En este contexto, Sánchez se halla en una
disyuntiva crucial porque la aventura con Podemos está llegando a un
punto de no retorno. Si sigue gobernando con Iglesias, la
descomposición de España en lo económico, lo político, lo
institucional o lo judicial incrementará la degradación moral del
populismo de extrema izquierda hasta convertir al propio Sánchez en
un presidente antisistema, si no lo era ya de fábrica.
Ayer Iglesias se reafirmó en que España no es una democracia plena.
Quiere que gobierne una minoría de sediciosos, separatistas y
terroristas, y eso no es solo un eslogan propio de campaña electoral
para combatir la previsible debacle de Podemos en próximas citas
electorales. Es su manera inexorable de destruir nuestro sistema de
convivencia. Desde el seno del propio Ejecutivo, dinamita a diario
la acción de gobierno y nos acerca a los regímenes más autoritarios,
como si fuesen modelo de algo más que de causar miseria y destrozar
libertades. La campaña de acoso a la Corona, ante la que Sánchez
calla y otorga con una irresponsabilidad inédita, ha vivido su
último episodio en RTVE, de la que se ha apropiado Iglesias con la
connivencia de La Moncloa. Las ofensas a la Familia Real son tan
descarnadas como manipuladas y alimentan una estrategia basada en la
inoculación de odio. No son episodios ocasionales, ni equivocaciones
puntuales de edición de un rótulo de un programa. Es la filosofía
que se ha instalado en el ente público a las órdenes de Podemos, con
la sumisión del PSOE. Pero esto ha llegado ya demasiado lejos y el
despido de editores sin escrúpulos ya no es suficiente. Lo grave es
la utilización de la televisión pagada por todos los españoles para
sembrar una discordia cainita y crear el caldo de cultivo para que
el sistema político sucumba. No hay errores, sino una atmósfera
destructiva. Lo mismo ocurre con la política exterior, boicoteada
inmoralmente desde dentro del propio Consejo de Ministros, donde se
pone como modelo de democracia a la Rusia de Putin, y en cambio se
retrata a España como un país represivo porque encarcela
injustamente a Oriol Junqueras o a Arnaldo Otegui. Es inaceptable
pero Sánchez lo acepta. De nada sirven sus peroratas de que el PSOE
no gobernará con separatistas. Como si lo hace constar ante notario.
Seguir gobernando con Podemos solo aniquilará una parte de nuestra
democracia.
La segunda opción que tiene es romper con Podemos. Pero esa no es
una alternativa para Sánchez. Fracturar la coalición de gobierno
supondría convocar elecciones y arriesgarse a perder el poder. Entre
mantener su obsesión por gobernar a toda costa y que España deje de
degradarse, o entre seguir durmiendo en La Moncloa o demostrar un
mínimo aprecio por la democracia, Sánchez ya ha elegido. El
relativismo de los ministros y barones socialistas que tanto se
quejan es caso aparte porque solo demuestran que su alto concepto
del poder pesa mucho más que su dignidad política. El problema de
España ya no son solo las distorsiones de Podemos, sino el plan
premeditado de Sánchez y de todos sus ministros para desfigurarla.
Iglesias será destituido
Emilio Campmany Libertad Digital
12 Febrero 2021
La manera de librarse de tener comunistas en el poder no es demandar
la destitución de Iglesias, sino exigir la dimisión de Sánchez.
En su momento. En el Gobierno y en Podemos se da por hecho. Pero no
será por las obvias razones que alega La España que Reúne, esa
asociación presidida por Nicolás Redondo Terreros, ese ser rarísimo
que reúne, valga la redundancia, las condiciones de español y
socialista. Será cuando electoralmente proceda. Iglesias no se opone
al Gobierno desde el Gobierno por no saber dónde está. Lo hace para
conservar su bagaje electoral. Cuando finalmente se convoquen las
elecciones, tiene que poder alegar ante su electorado que hizo lo
que pudo para aplicar su programa extremista y revolucionario, pero
que no le dejaron. Sánchez hace lo mismo. Las excentricidades de
Podemos, tanto las que no pasan de propuestas como las que acaban en
el BOE, le servirán para distanciarse del partido bolivariano cuando
las elecciones se acerquen y lo escenificará destituyendo a
Iglesias. Mientras tanto, ambos disfrutan de lo único que les
importa: el poder.
Por eso, la exigencia de La España que Reúne es tan pertinente como
ingenua. A nadie se le escapa que la destitución que exige es una
necesidad perentoria para cualquiera que, como sus miembros, esté
preocupado por el futuro de España. Y es una ingenuidad por creer
que entre aquellos a quienes les preocupa ese futuro pueda estar la
única persona con el poder de destituir al comunista de su cargo de
vicepresidente del Gobierno: Pedro Sánchez. Sólo cuando a los
intereses electorales del PSOE convenga lo hará el presidente del
Gobierno. Lo único que pretende Iglesias es, para cuando llegue ese
momento, que no depende en absoluto del daño que pueda estar
haciendo, presentarse lo mejor colocado posible ante su electorado.
En el fondo, este rigodón de mohínes, enfados y enfrentamientos sin
que la sangre llegue al río que interpretan ambos dirigentes no es
más que eso, una farsa que no tiene otro objeto que el de convencer
a sus respectivos electorados de dos cosas. La primera es que
Sánchez, no obstante gobernar aliado con un totalitario comunista,
además de los golpistas catalanes, sigue siendo el socialdemócrata
europeo y moderno que se supone ha de ser quien sea secretario
general del PSOE. La segunda es que Iglesias, no obstante haber
aceptado ser vicepresidente de un Gobierno burgués, sigue siendo el
revolucionario comunista que aspira a darle la vuelta al régimen del
78, heredero del de Franco, democrático sólo de nombre. La
destitución o dimisión que en su día llegue, y que sin duda llegará,
no tendrá otro objeto que dar credibilidad a esos dos disfraces.
Pasadas las elecciones, si la aritmética lo exige, volverán a
aliarse y a gobernar del mismo modo que lo están haciendo ahora.
De todo lo que hace Podemos desde el Gobierno no es en absoluto
responsable Iglesias, sino Sánchez, que es quien lo nombró y que es
quien lo mantiene en el Gobierno. La manera de librarse de tener
comunistas en el poder no es por tanto demandar la destitución de
Iglesias, que no llegará mientras electoralmente no convenga, sino
exigir la dimisión de Sánchez o, dada la imposibilidad de
conseguirlo, lograr que el Grupo Socialista del Congreso de los
Diputados apoye una moción de censura que haga presidente a
cualquier socialista que, como Redondo Terreros, reúna esas dos
cualidades que es tan extraño que coincidan, la de ser socialista y
español.
La izquierda mediocre
EDITORIAL https://gaceta.es
12 Febrero 2021
El pudor, entendido como modestia, debería ser una condición
exigible en política, sobre todo cuando, con una mirada honrada, uno
contempla la ideología que informa su acción política y puede hacer
un repaso de los fracasos de los correligionarios que le
antecedieron y aprender de ellos para corregirlos.
Ayer, en una declaración impúdica, el presidente del Gobierno
español, el reconocido doctor (?) Pedro Sánchez, redefinió la
ideología de la que es parte, el socialismo, asegurando que «es la
izquierda con experiencia». Esta insoportable levedad del presidente
español nos da la medida del hombre que dirige los restos
estupefactos de la nación española.
La experiencia sólo puede ser un grado cuando se aprende de los
fracasos y no se insiste en ellos. Lo contrario es idiocia. El
socialismo español tiene la experiencia de haber gobernado durante
casi un cuarto de siglo de los pocos más de 42 años que han pasado
desde la Transición a la democracia, y el Gobierno del doctor
Sánchez es el paradigma perfecto de que no sólo no ha aprendido nada
de ninguno de los desastres de sus predecesores, sino que, y ahí
resalta la impudicia del ignaro vanidoso, persevera en ellos y los
aumenta para desgracia de los españoles.
Los desastres del socialismo, que darían para una serie de pinturas
negras, son demasiados para enumerarlos aquí y los conoce el lector.
Baste recordar los cuatro millones y medios de empleos perdidos en
todas las legislaturas (sin contar esta), una corrupción sistemática
bajo la perversión de que «el dinero público no es de nadie» y el
permanente contubernio con las fuerzas nacionalistas a las que el
socialismo ha dado, y da, alas para romper España. Cada una de estas
‘experiencias’ debería haber conseguido el efecto de que el
socialismo español, como ha pasado con el francés o el griego,
hubiera desaparecido como opción política por el bien de España, de
Europa, de Iberoamérica y del Cosmos en su conjunto. Es una suerte
para el socialismo que haya millones de españoles que cada cuatro
años decidan no respetarse a sí mismos ni a la nación.
Pero sobre todos los errores políticos del socialismo que conducen
al desastre social español, el que con inquietante perseverancia se
va agudizando de una manera evidente es su apuesta decidida por la
mediocridad que comenzó como error en 2004.
Un doctor (quizá) mediocre, que preside un Gobierno de mediocres
adictos, que escucha y se deja influir por un expresidente mediocre
a sueldo del socialismo criminal iberoamericano, que consiente una
alianza con incapaces desleales con la democracia, que gestiona una
pandemia nacional con un ministro mediocre (siendo generosos) que
fracasa de una manera estrepitosa y que, como recompensa, recibe el
encargo de liderar un partido mediocre en una región como Cataluña
que malvive en una ruptura social sin precedentes, convierte al
socialismo español del siglo XXI en la izquierda mediocre. Eso sí,
con experiencia.
Y, lo que es peor, la izquierda mediocre y su excelentísima
mediocridad saben que sólo tienen futuro en una España mediocre. Y a
eso dedican todos y cada uno de sus mediocres esfuerzos.
La izquierda cancerígena
Nota del Editor
12 Febrero 2021
España sigue sufriendo una destrucción sistemática, por mediocres,
traidores, inútiles, últimamente agravada por una izquierda
cancerígena, que no son otra cosa el dr cum fraude y sus quates.
Un caso de vergüenza nacional
José T. Raga Libertad Digital
12 Febrero 2021
¿Qué usted tenga 22 ministros no le dice nada, señor presidente? ¿Y
pretende que le condonen la deuda?
Los españoles no nos merecemos esto. Hacemos todo lo que podemos,
pese a los abusos de los que mandan. Además, pagamos impuestos,
sabiendo el despilfarro que se hace de lo recaudado.
Cada persona y cada familia se las arreglan como pueden para
sobrevivir y para cumplir con los compromisos adquiridos, entre los
que está no acostarse ningún día sin reducir la deuda contraída,
como corresponde a las personas de honor y de bien.
Por eso no nos merecemos que las dos ideologías visibles del
Gobierno, las de los coaligados PSOE y Podemos –quizá quepa lo de
tanto monta, monta tanto–, acorraladas por lo mucho dicho del nivel
de endeudamiento público, hace una semana firmaron una propuesta al
Banco Central Europeo de condonación de la deuda española. Así
solucionaban el endeudamiento. Antes de las cuarenta y ocho horas,
el BCE negaba tal posibilidad.
El resto de coaligados guardan el más profundo silencio, más
preocupados por la elección de sexo, o por facilitar a los okupas
sus pretensiones, que por lo que importa al país. El presidente, ni
está ni se le espera. Sólo la vicepresidenta económica ha
desautorizado a los firmantes alegando que no está permitida la
condonación. Para mí, lo que importa no es que esté prohibido
condonar, sino que me avergüenza la petición.
¿Seguirán todos con sus prebendas, después de semejante propuesta?
¿Puede España pedir un trato propio de los países más pobres, de los
que nada tienen? ¿Podemos presentarnos como Madagascar, República
Democrática del Congo, Burundi, Malawi, Guinea Bissau, con más del
70% de la población viviendo con menos de 1,25 dólares/día? No se
puede ser tan cruel con los pobres, con los que nada tienen; no son
una mercancía más.
Nosotros, España, no es que no tengamos, es que lo gastamos mal, muy
por encima de nuestras posibilidades, y ese es el origen de la
deuda. Y pensemos que eso de que los Estados, las naciones, no
quiebran es falso. Quiebran como los particulares, y generalmente,
salvo casos de pobreza, lacerantes para los que vivimos en la
abundancia, por gastar más de lo que tienen. Porque siempre que se
gasta más de lo que se tiene se gasta mal, tanto en el sector
privado como en el público.
Ya sé que el presidente atribuye la deuda –124% del PIB, o sea 1,35
billones de euros– al covid, pero me pregunto: ¿no se le ocurre que
algo tendrá que ver el macro Gobierno que ha creado, con veintidós
ministros, de los que cuatro son vicepresidentes? En la España
democrática, sólo Felipe González durante cinco meses tuvo 18
ministros –uno, vicepresidente–; después, él y Rodríguez Zapatero
tuvieron Gobiernos con 17 ministros; y Rajoy, el censurado, osciló
entre 11 y 13 –uno, vicepresidente –.
¿Qué usted tenga 22 ministros no le dice nada, señor presidente? ¿Y
pretende que le condonen la deuda?
Crisis del coronavirus
Seguridad Nacional constata el fracaso de
Sánchez con la inmigración: baja en la UE y sube en España
Todo un barrio de Las Palmas se echa a la calle contra Sánchez por
los altercados con inmigrantes
El Gobierno admite que ha trasladado a más de 2.500 inmigrantes
ilegales de Canarias a la Península
Luz Sela okdiario
12 Febrero 2021
La inacción de Pedro Sánchez para contener la crisis migratoria, en
cifras de récord en 2020, la pone en relieve incluso Seguridad
Nacional. En uno de sus recientes informes de situación sobre el
Covid, el departamento adscrito a la Presidencia del Gobierno
destaca que, mientras las entradas irregulares se han reducido en la
Unión Europea debido a la pandemia del Covid, en España la
inmigración ha subido.
«En España, el impacto de las restricciones del Covid-19 sobre las
llegadas irregulares se considera temporal: desde agosto de 2020, el
número de llegadas a España fue mayor que en 2019», señala Seguridad
Nacional.
Un total de 41.861 inmigrantes en situación irregular llegaron a
España por vía terrestre y marítima entre el 1 de enero y el 31 de
diciembre de 2020, un 29% más que el año anterior, cuando llegaron
32.449.
Ese incremento se debe sobre todo a las llegadas a las Islas
Canarias, desbordadas por la crisis migratoria. En 2020, arribaron a
las islas 23.023 inmigrantes, un 756,8% más que en 2019, cuando lo
hicieron 2.687, según datos del Ministerio del Interior. En cuanto
al número de embarcaciones, el pasado año llegaron al archipiélago
canario 745 cayucos frente a los 129 de 2019.
Seguridad Nacional incide en que, según datos de la UE sobre asilo y
cruces fronterizos irregulares en los primeros diez meses de 2020,
«se percibe el impacto de la pandemia en la migración a la UE». «La
UE en su conjunto registró una disminución interanual del 33% en las
solicitudes de asilo y los cruces fronterizos irregulares alcanzaron
su nivel más bajo en 6 años».
Sin embargo, a continuación destaca que «en España, el impacto de
las restricciones del Covid-19 sobre las llegadas irregulares se
considera temporal» porque «desde agosto de 2020, el número de
llegadas a España fue mayor que en 2019».
Principal puerta de entrada
España se colocó el año pasado como principal puerta de entrada de
la inmigración en Europa, por delante de otros países que
tradicionalmente se han visto también afectados por crisis
migratorias, como Italia o Grecia. La razón principal ha sido la
reactivación de la ruta migratoria de Canarias, considerada por
Bruselas como la más mortal para alcanzar el continente.
Según la agencia de Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR,
España superó el año pasado a ambos países en llegadas irregulares,
al aumentar un 30% frente a 2019. Cabe recordar que ese año el
Ministerio del Interior se jactaba de haber reducido a la mitad las
llegadas en relación a 2018.
En diciembre, en plena polémica por la crisis migratoria en Canarias
y el traslado de inmigrantes a la Península, Pedro Sánchez afirmaba
en una entrevista que, desde que gobierna, los flujos de inmigración
irregular han bajado un 50% con respecto a cuando gobernaba el PP.
Una afirmación falsa ya que, por entonces, las llegadas eran un 14%
superiores bajo el mandato del socialista.
Crisis en Canarias
En los últimos meses, el Gobierno se ha demostrado además incapaz de
gestionar la llegada de inmigrantes por Canarias. El Ministerio del
Interior negó durante semanas que estuviese llevando a cabo
traslados de irregulares a la Península. OKDIARIO, sin embargo,
reveló las pruebas que demostraban estos desplazamientos. El
Ejecutivo acabó admitiendo que habían sido trasladados más de 2.500
inmigrantes a la Península, con Madrid, Málaga y Sevilla entre otros
destinos.
Esa incompetente gestión ha convertido además a las islas en un
polvorín. En las últimas semanas son habituales las peleas y
altercados protagonizadas por una minoría de inmigrantes ilegales
que recurren a la delincuencia como modo de vida, al no disponer de
recursos. Estos inmigrantes, que viven en la calle, provocan
momentos de gran tensión con los vecinos.
Otra de las críticas ha venido por el descontrol del Gobierno sobre
el riesgo de contagio de los inmigrantes en los traslados. El
Ejecutivo defendió que se trataba de un colectivo seguro, aunque
nunca aclaró si a los inmigrantes se les realizaban pruebas PCR
antes de los viajes. Como publicó este periódico, el Ministerio del
Interior admitió desconocer el número de pruebas realizadas.
Cesar en la infamia: Pablo Iglesias debe
ser destituido
El autor es uno de los firmantes del manifiesto que 200
personalidades han firmado pidiendo la salida del vicepresidente
segundo del Gobierno.
Teo Uriarte esdiario
12 Febrero 2021
A lo largo de su historia, la democracia española ha tenido
gobernantes buenos, malos y mediocres, idóneos y vulgares,
ejemplares y corruptos. Gobernantes con sentido de estado y
gobernantes que antepusieron sus intereses al bien común.
Lo que no había tenido nunca hasta ahora es un gobernante que no
creyera en la dignidad democrática de su país, y así lo aventara al
mundo para afrenta de la ciudadanía y desprestigio del nombre de
España. Un gobernante que se pusiera del lado del crimen.
Nos referimos al actual Vicepresidente de Gobierno y Ministro de
Asuntos Sociales del Gobierno de España, Pablo Iglesias Turrión. Ya
fue doloroso el ultraje de comparar la situación de Carles
Puigdemont y su holgada estancia balnearia en Bruselas, fugado de la
justicia española tras su fallida agresión al orden constitucional,
con la de miles de compatriotas que dieron en el exilio, casi
siempre miserable, a menudo atroz, tras la victoria franquista.
La reacción de asco que sintió entonces la sociedad española, y en
particular la parte que se le podía suponer ideológicamente más
afín, hubiera debido de propiciar un momento de reflexión para el
Sr. Iglesias y para quienes le hicieron vicepresidente y le
mantienen en el gobierno.
Iglesias se reafirma y presume de decir la "puñetera verdad" desde
el Gobierno
Lejos de ello, el aún Vicepresidente se permite, en plenas
elecciones catalanas, declarar que en España «no hay una situación
de normalidad democrática plena», socavando la imagen de nuestro
país en un momento en que sus credenciales democráticas se ven
oportunistamente puestas en duda por un ministro extranjero.
A la injuria se suma así la deslealtad, con sus propios compañeros
de Gobierno , con todas las instituciones del Estado y con una
inmensa mayoría de españoles, que seguimos apostando por la
democracia nacida en 1978, dispuestos siempre a cambios y reformas
que la mejoren, haciéndola más integradora y participativa.
La torrencial chabacanería intelectual y moral que ha derrochado el
Sr. Iglesias en su carrera política merecería un inventario
detallado que no haremos aquí. Admitimos sin embargo que él nunca ha
engañado a nadie.
Pedimos el inmediato cese del Vicepresidente Iglesias. Los patéticos
intentos de disculpar su conducta comprometen a todo el gobierno
Se ha presentado siempre como lo que es: una persona socializada en
el rencor e incapaz de comprender la importancia histórica y la
altura moral del gesto de reconciliación entre españoles que, en una
Transición que desprecia, fundó nuestra régimen de convivencia
democrático. Deshacer aquel abrazo entre españoles ha sido siempre
su objetivo declarado.
Las bofetadas a las víctimas del terror y los halagos a los
criminales forman parte sin sombras y ocultaciones de su escaso
bagaje. Como en aquella ocasión en que, buscando el aplauso de los
fanáticos, alabó la perspicacia de ETA, por haber sido la primera en
«darse cuenta» de que nuestra Constitución del 78, mero «papelito» a
su decir, no había traído ninguna democracia digna del tal nombre,
avalando así implícitamente la larga historia de terror de ETA.
No, Pablo Iglesias no ha engañado a nadie, aunque cabe preguntarse
por qué forma parte del gobierno de un Estado que él mismo no
considera plenamente democrático y de una nación que cree artificial
y opresora (cuyo nombre, «España», según confesión propia, le cuesta
pronunciar).
Si realmente cree que España no es una democracia su deber es
combatir a su gobierno gallardamente desde la oposición,
sacrificando su generosa nómina de Vicepresidente en el altar de sus
ideales.
La responsabilidad de Sánchez
Pero la impostura de quien aspira a gobernar un país que desprecia
es una curiosidad que no debe importarnos. Lo que nos importa es su
presencia en el Gobierno de España, a invitación del Partido
Socialista Obrero Español, después de que durante la campaña
electoral el entonces candidato Pedro Sánchez negara su intención de
formar gobierno con Unidas Podemos, haciendo precisamente de la
presencia de Iglesias en el gabinete el principal escollo.
Bien, el experimento ha agotado su curso. Ningún logro, ningún
esfuerzo loable se le conoce al Sr. Iglesias en el ejercicio de su
cargo. Hacer declaraciones imperdonables y ver series de televisión
mientras parecen ser los únicos contenidos de su cartera y de su
“amplio propósito” para la legislatura.
Echenique desbarra e insinúa que envenenarían a Pablo Iglesias si
pudieran
Por todo ello, pedimos el inmediato cese del Vicepresidente
Iglesias. Los patéticos intentos de disculpar su conducta
comprometen a todo el gobierno –un órgano, recordemos, colegiado–.
Si su destitución no se produce, el coste electoral que pueda sufrir
el Partido Socialista será lo de menos.
Más debería preocuparnos el precedente de haber llevado al gobierno
a una persona cuya única virtud conocida es la demagogia y cuya
única vocación es el frentismo. Las palabras tienen consecuencias.
La democracia española no se puede permitir la presencia de un
pirómano en el Consejo de Ministros. Ante la historia quedará la
responsabilidad de quien lo nombró.
Errar el tiro
Nota del Editor
12 Febrero 2021
Muy joven fui a cazar palomas y en cuanto se acercaó la
bandada, no dudé en apuntar y disparar a la primera, con lo que
provoqué la desbandada y recibí el consejo de un cazador
experimentado y benevolente, tenía que haber esperado y disparar a
la última. En otra ocasión, una película con Gary Cooper, utilizó la
misma técnica, ir disparando al último y así recibió la admiración
de todos.
Por ello, el foco debe dirigirse al dr cum fraude, que tira de los
hilos de la banda desde el último puesto, así consiguió Franco
derrotar a los comunistas, socialistas, independentistas,
terroristas, asesinos y nos libró de ellos durante mucho tiempo, y
que han regresado por la cobardía y traición de otros.
Illa no es de fiar
EDITORIAL Libertad Digital
12 Febrero 2021
Cabe preguntarse por qué Illa ha asumido el coste de una decisión
completamente innecesaria. ¿Qué está ocultando? ¿De qué tiene miedo?
Pese a su incomprensible prestigio en ciertos ámbitos, el exministro
Salvador Illa no sólo es responsable de la peor gestión de la
pandemia de toda Europa, con decenas de miles de muertos como
consecuencia, sino que miente de una manera que quizá sólo esté al
alcance de sus semejantes Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Su negativa a hacerse las preceptivas pruebas de detección del
coronavirus para participar en los debates televisivos de estos días
puede parecer una anécdota, pero, muy al contrario, es harto
relevante.
Y lo es por varias razones. En primer lugar, vuelve a constatarse
que Illa y el PSOE siguen moviéndose en la más completa impunidad.
Pueden hacer lo que quieran y cuando quieran, porque sus medios
afines les permitirán salir del trance sin mayores problemas y sin
afrontar ningún coste. La prueba fue la reacción de la organizadora
del primer debate, TV3, que no tuvo el menor problema en vulnerar
las reglas que ella misma había establecido para permitir participar
en el mismo a un candidato sobre cuyo estado de salud no se tenía
ninguna certeza y que, por lo tanto, puso en riesgo a los
trabajadores de la cadena y a los otros participantes en el
encuentro.
La segunda razón son las excusas que Illa y su entorno han ofrecido:
es ridículo intentar hacer creer que cuando se le plantean las
normas para ir a un debate el exministro actúa en virtud de la
supuesta posición que ha mantenido durante la pandemia, sobre todo
porque ha cambiado continuamente: las mascarillas eran
desaconsejables y al final son obligatorias, las farmacias no podían
hacer test y ya los están haciendo y, por poner un último ejemplo,
una comunidad autónoma debía intervenirse a partir de una
determinada incidencia, pero después otras han doblado esa cifra y
no ha habido intervención.
Por otro lado, no se olvide que fue el mismo Gobierno del que
formaba parte Illa el que estableció que en determinadas
circunstancias –por ejemplo, antes de viajar– un ciudadano
individual debe realizarse pruebas de covid sin formar parte de un
cribado masivo. Pero está claro que Illa no se siente concernido por
las normas que él mismo ha establecido para todos los demás.
Después, para colmo, y siguiendo lo que ya casi es una tradición en
el PSOE de Sánchez, a las primeras explicaciones les siguieron otras
contradictorias: que no quería "privilegios como político". Es
exactamente al revés: como político, y sobre todo como político de
izquierdas, establece sus propias normas, elude las comunes y, en
suma, disfruta de los privilegios que él mismo se otorga.
Por último, cabe preguntarse por qué Illa ha asumido el coste de una
decisión completamente innecesaria. ¿Qué está ocultando? ¿De qué
tiene miedo? Aunque probablemente se acabará sabiendo, es algo que
los ciudadanos deberían conocer antes de acudir a las urnas este
domingo.
Jusapol se concentra hoy para denunciar el
abandono a las fuerzas de seguridad en Cataluña
Agencias. DiarioSigloXXI
12 Febrero 2021
Jusapol, Jupol y Jucil han convocado una concentración hoy en
Barcelona para protestar por el abandono del Gobierno a las Fuerzas
y Cuerpos de Seguridad del Estado en Cataluña, coincidiendo con la
celebración el domingo siguiente de las elecciones autonómicas.
La concentración será a las 11.30 horas en la Plaza Sant Jaume de
Barcelona para pedir la declaración de Cataluña como Zona de
Especial Singularidad y "en protesta por el abandono que viven en
esta región los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado por parte del Gobierno de España".
Las tres organizaciones denuncian el "clima creciente de
hostigamiento, ataques, odio y rechazo hacia los agentes de la
Guardia Civil y de la Policía Nacional, así como la tensión que
sufren sus familiares, desde el inicio del proceso independentista.
Un clima hostil que se ha intensificado en los últimos días, con
motivo de las próximas elecciones catalanas".
"Recientemente, representantes de partidos políticos
independentistas, no han dudado en utilizarnos en sus campañas
electorales, recurriendo al insulto y a promesas de expulsar a los
agentes. Proclamas políticas que buscan alentar el odio y aumentar
los ataques hacia los policías", aseguran.
Por ello, solicitan a los partidos "que dejen de politizar el
trabajo y la labor encomiable realizada diariamente por Policía
Nacional y Guardia Civil en Cataluña, por la defensa del Estado de
Derecho. Somos los garantes de pleno ejercicio, derechos y
libertades del ciudadano, sin importar el territorio español en el
que nos encontremos, reconocidos por la Constitución española".
También piden al Gobierno "que se comprometa en Cataluña, con esa
sociedad catalana constitucionalista, mostrando su respaldo hacia
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el rechazo directo y
sin ambages a la expulsión de los agentes de la Policía Nacional y
de la Guardia Civil y sus familias de tierras catalanas".
La declaración de Cataluña como Zona de Especial Singularidad
implicaría para el Ministerio del Interior aplicar "las fórmulas de
incentivos para los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado que estén destinados en Cataluña de la misma forma que
los destinados en el País Vasco o en Navarra, lo que incluye un
complemento económico, días de permiso y baremación".
Explican que con esa declaración "se lograría el arraigo de los
policías nacionales y los guardias civiles que prestan su servicio
en esta comunidad autónoma, así como a los nuevos destinados. De
igual modo, se reducirían de manera considerable los traslados a
otras comunidades de los agentes y las vacantes que se producen por
este motivo y con ello, conseguir un servicio continuado y eficaz,
formado por agentes experimentados en su labor más allá del 'primer
destino' o 'destino de paso' convirtiendo estas comandancias en
destinos estables".
******************* Sección "bilingüe" ***********************
Cataluña decide entre libertad y dictadura
Sergio Fidalgo okdiario
12 Febrero 2021
Este domingo en Cataluña se deciden muchas cosas. Si sigue siendo
una rémora para el resto de España, o si quiere trabajar para
construir un país mejor con los compatriotas de todas las regiones
que forman nuestra nación. Si quiere ser una comunidad autónoma que
apueste por la libertad, o si sigue deslizándose hacia una dictadura
totalitaria en la que los separatistas excluyen a los millones de
ciudadanos que no piensan como ellos. Si apuesta por un gobierno
autonómico que intente superar la grave crisis económica y sanitaria
que padecemos, o si sigue hundida en el fango de un supremacismo
nacionalista sólo preocupado por lo identitario.
Podríamos dar docenas de razones para ir a votar, pero mejor que
escuchen los argumentos de plataformas cívicas como Consenso y
Regeneración, Societat Civil Catalana o el Club Tocqueville, entre
otras entidades, que han impulsado campañas para promover la
participación del voto constitucionalista. El panorama no es
halagüeño, algunos sondeos dan hasta diez puntos menos de
participación prevista en el área metropolitana de Barcelona, donde
se concentra la mayoría del voto no nacionalista, respecto a los
feudos independentistas. El miedo a la pandemia es transversal, pero
el fanatismo es un buen antídoto contra el temor, y eso le sobra a
raudales al electorado secesionista.
El separatismo se siente muy fuerte. A pesar de que su desastrosa
crisis de la pandemia ha causado una carnicería en las residencias
de ancianos, miles de muertes en toda Cataluña y ha destrozado la
economía, está convencido de que van a ganar las elecciones de
calle, y que todo va a quedar en un reajuste de escaños entre los
tres partidos independentistas con representación en el Parlament,
CUP, JxCAT y ERC. Se sienten tan fuertes que, rozando la
prevaricación, han liberado a los presos golpistas para que hagan
campaña electoral sin cortapisas, y ninguna institución del Estado
se lo ha impedido. TV3 ha desafiado a la Junta Electoral, y no para
de quejarse que no les dejan decir “exiliados” y “presos políticos”.
Y lo hacen diciendo que “no podemos hablar de exiliados y presos
políticos”. Y aunque Cs es la primera fuerza de la Cámara
autonómica, la televisión de la Generalitat le ha dado mucho menos
tiempo de pantalla que a otras formaciones secesionistas con menos
escaños.
Además, ERC ha impuesto a PSOE y Podemos una votación en el Congreso
sobre la fantasmagórica “mesa de diálogo”, en plena campaña
electoral. Los cachorros del separatismo han convertido los mitines
de VOX en una especie de competición de tiro al candidato, ante la
pasividad de las autoridades policiales. Y los voceros del
independentismo se han hinchado de justificar la violencia
separatista contra Garriga, Abascal, Monasterio, Olona, Ortega Smith
y el resto de líderes de esta formación que han participado en actos
electorales. También PP, PSC y Cs han tenido su cuota de
intolerancia independentista, porque en Cataluña no se libra nadie
que no lleve la estelada tatuada.
Como están muy crecidos, la única manera de bajar los humos a los
fanfarrones del separatismo es yendo a votar y siendo más que ellos.
Ya se sabe que Dios ayuda a los buenos, sobre todo cuando son más
que los malos. Así que convendría no dar por sentado que algún día
la divinidad nos ayudará, y acudir a las urnas para crear una nueva
mayoría. Está claro que es muy difícil, que el separatismo juega con
las cartas marcadas de una administración autonómica y municipal
clientelar a su servicio y de un sistema electoral que les
beneficia. Pero mientras no nos arremanguemos e intentemos
vencerles, seguirán privando de derechos a los catalanes que nos
sentimos españoles y nos seguirán considerando ciudadanos de
segunda. Así que este domingo, con mascarilla, con gel
hidroalcohólico y con un EPI si hace falta, pero todos hemos de ir
al colegio electoral.
Ante el 14-F
Xavier Pericay vozpopuli.es
12 Febrero 2021
La política catalana ha tenido siempre un halo sentimental. Cosas
del nacionalismo, sin duda, que todo lo impregna. Ya Josep Pla
hablaba, en plena Segunda República, de “la mermelada sentimental
que lo pringa todo”. Es verdad que no lo aplicaba de forma
específica a Cataluña, sino que lo ofrecía más bien al por mayor.
Pero también lo es, claro, que cuanta más mermelada, más pringue. Y
de ese pringue tenía ya entonces en cantidad suficiente aquella
Cataluña. Hasta el punto de que el propio Pla –a quien la cultura,
los viajes y un antisentimentalismo notorio habían ido alejando del
nacionalismo– afirmaba el 8 de marzo de 1933 en Las Provincias que
“cuando llega la hora de votar el sentimentalismo del catalán busca
más lo simbólico que lo verdadero”.
Acaso ese fuera el motivo por el que Josep-Lluís Carod Rovira,
setenta años más tarde, en el mitin de final de campaña de las
elecciones autonómicas que terminarían llevándole, a la zaga de
Pasqual Maragall, al Gobierno de la Generalidad, pedía a sus huestes
que “votaran con el corazón”. Un ruego que repetiría en la misma
jornada electoral al ir a depositar su voto, y que tornaría en
agradecimiento ya entrada la noche, tras conocer el resultado
obtenido por su partido. Los catalanes habían sido valientes, habían
votado con el corazón, habían votado más que nunca a ERC.
Desde aquel 2003 en que se conformó el primer Gobierno tripartito en
Cataluña –“Pacto del Tinell” incluido– hasta el día de hoy, no sólo
han pasado cerca de 18 años –con intento de golpe de Estado
incluido–; también se han vertido en el ámbito público toneladas y
toneladas de mermelada sentimental. Cierto es que ahora se habla más
de emociones que de sentimientos, quién sabe si en justa correlación
con el auge de los libros de autoayuda y de la llamada inteligencia
emocional. Pero, al cabo, estamos en lo mismo. Los políticos,
llegado el momento de pedirnos el voto, no acostumbran a apuntar a
la cabeza sino algo más abajo y a la izquierda –lo que no excluye,
sobra precisarlo, que algunos apunten incluso más abajo todavía y
esta vez en el centro–. ¡Si hasta Ciudadanos, ay, nacido para
combatir mediante la razón ese derroche sentimental del
nacionalismo, ha acabado adoptando un corazón como emblema –eso sí,
un corazón identitariamente tripartito–! Por no hablar de esa
desdichada campaña de los abrazos, de infausto recuerdo.
Hoy faltan apenas cuatro días para que los catalanes con derecho al
voto que no hayan optado por recurrir al correo y no piensen
refugiarse en la abstención acudan a sus respectivos colegios
electorales. Yo les pediría, si no lo han hecho ya, que lean 2017,
el último libro de David Jiménez Torres (Deusto). El tiempo del que
disponen de aquí al domingo les alcanza. Y ese libro, del que Juan
Claudio de Ramón ha dicho con toda justicia que era “la crónica
definitiva del procés” –sin que ello desmerezca en modo alguno,
claro está, la calidad de cuantos títulos sobre el mismo tema le han
precedido, entre ellos el del propio De Ramón–; ese libro, decía,
les ayudará, estoy seguro, a discernir el voto bueno del voto malo.
O si lo prefieren, el voto útil del voto inútil. No porque su autor
exprese preferencia alguna en este sentido, por más que de sus
palabras pueda desprenderse lo que él jamás votaría de poder hacerlo
en Cataluña, sino porque constituye una magnífica exposición de por
qué ocurrió lo que ocurrió en 2017 y por qué las secuelas han sido
las que han sido.
Adiós a lo de Ortega
No es este el lugar para hacer una reseña de la obra. Pero sí me
parece importante destacar un par de ideas que se infieren de su
lectura. La primera: adiós a lo de Ortega. O sea, adiós a la famosa
conllevancia. Lo que Jiménez Torres bautiza como “la Premisa” no es
sino la creencia, compartida por una mayoría considerable de
españoles –y en particular por su clase política– hasta el mismísimo
2017, de que los excesos y los aspavientos del nacionalismo no iban
a poner en jaque el Estado de las autonomías, esto es, el marco
constitucional. Por incómodos que manifestaran sentirse, por más que
reclamaran y reclamaran un encaje del que a su juicio Cataluña
carecía, por insignificantes que les parecieran cuantas
compensaciones económicas y transferencias competenciales llegaran a
ofrecerles los sucesivos gobiernos centrales, existía el
convencimiento de que esos irredentos siempre terminarían por volver
al redil, de que nunca romperían la baraja; de que bastaba, en
definitiva, con saber conllevar el tan traído “problema catalán”.
2017 ha acabado con la ensoñación.
La segunda idea guarda relación con lo que ha venido después. O sea,
con las consecuencias. Y aquí la carga de la prueba corresponde a
los socialistas. Al PSC desde la Transición misma y, en particular,
desde el primero de los gobiernos tripartitos, y al PSOE desde el
primero de los gobiernos de Rodríguez Zapatero y, en particular,
desde la moción de censura que permitió a Pedro Sánchez encaramarse
al poder. Una carga de la prueba que no es otra que su
constitucionalismo. En la España de 2021 –y esto también es un
efecto de la crisis de 2017– ya no basta con proclamarse
constitucionalista; hay que probarlo. En la política española
actual, quien no defiende con hechos la Constitución no es
constitucionalista. Y los socialistas, aunque de palabra sostengan
lo contrario, no se han parado en barras a la hora de favorecer con
sus hechos el desguace del Estado de derecho. Todo eso no lo dice,
insisto, Jiménez Torres. Pero no creo que constituya ninguna
adulteración de su pensamiento deducirlo de su ensayo.
Este domingo, como viene sucediéndome desde el día aquel de 2003 en
que Carod Rovira pidió a los suyos votar con el corazón, no voy a
poder votar en Cataluña. Pero si no fuera el caso, si pudiera
participar en la cita electoral, tengo muy claro que, hoy más que
nunca, sólo votaría a un partido que defendiese sin subterfugios ni
medias tintas la Constitución. Es el único voto útil, decente y
razonable que puede emitir quien crea que esa España de ciudadanos
libres e iguales que nos dimos en 1978 sigue mereciendo la pena.
Fascistas y antifascistas
Antonio Robles Libertad Digital
12 Febrero 2021
No hay acto de violencia, coacción o acoso en Cataluña contra la
libre expresión de ideas que no sea protagonizado por nacionalistas.
A esto se reduce el tablero político en Cataluña según el mundo
nacionalista, a fascistas y antifascistas. No es de ahora, ni se
reduce al catalanismo, comparte maniqueísmo con la izquierda
reaccionaria, con el mundo abertzale y con todos los movimientos
etnicistas que han nacido como setas por doquier. ¡Tiene bemoles que
a un tipo como Otegui, a cualquier niñato de las CUP o a dirigentes
de ERC con un historial repleto de apelaciones racistas se les infle
el pecho con ínfulas antifascistas para eliminar del tablero de
juego a cuanto huela a español!
Lo decía con exactitud el director de elcatalan.es, Sergio Fidalgo,
con un zasca monumental a Oriol Junqueras: ”¿El fascismo entrará en
el Parlament? No, ya está en él”. Lo representan los secesionistas.
Si en Cataluña hay tres partidos fascistas, son ERC, los partidarios
de Puigdemont y la CUP, que en los plenos de la vergüenza celebrados
el 6 y el 7 de septiembre de 2017 en el Parlament violaron todas las
normas democráticas posibles y el reglamento de la cámara para
amordazar a la oposición. Que es lo que hacen los fascistas”.
Efectivamente, es propio de fascistas empecinarse en imponer a los
demás por la fuerza lo que el Estado de Derecho les impide por ley.
Como hicieron en el referéndum del 1-O o en la declaración de
independencia unilateral del 27-O.
No hay acto de violencia, coacción o acoso en Cataluña contra la
libre expresión de ideas que no sea protagonizado por nacionalistas.
Los últimos, contra Vox. Las RRSS están abarrotadas de imágenes de
los años treinta grabadas en calles y universidades de la Lazitania
de hoy. Hordas nacionalistas campan a sus anchas, amparadas por las
instituciones, la prensa afín y una amplia parte de la sociedad,
convencidas de que están salvando al mundo de la violencia que sólo
ejercen ellas. Como diría Abert Soler, feixisme a la catalana,
porque ocultan su fascismo con la excusa del antifascismo.
El problema no está en la violencia, sino en la indiferencia ante
ella por parte de un amplio segmento de la población, y por quienes
tienen la obligación intelectual de mostrar su toxicidad. Sean
intelectuales, periodistas o ideologías que, de salida, dicen
aborrecer al fascismo. Empezando por los propios representantes del
Gobierno español, cómplices de deslegitimar la propia ley que
sancionó un referéndum ilegal y condenó a los autores de un acto de
sedición y corrupción. Ante esa dejación frente a los bárbaros,
“cualquier acto de legítima autoridad democrática se considera ya un
acto fascista”. Así de crudo lo describe Arturo Pérez Reverte en
”España es culpable”.
Es esta deformación ideológica propagada por el nacionalismo y el
populismo la que incapacita al tonto útil para ver violencia
fascista allí donde los nacionalistas la ejercen.
Ese perímetro de superioridad moral que otorgan los estamentos
políticos de Madrid a los nacionalistas en general y al catalanismo
en particular les impide ver lo evidente: el fascista es quien no
tolera las ideas de los demás y actúa de grado o por fuerza para
reducir la libertad a su libertad. Este es el mayor acto de
exaltación del fascismo, ocultarlo bajo perros de paja según
conveniencia. No sólo deja de señalar el mal, sino que, al no
censurarlo, consiente que actúe y le consiente que sean otros los
que carguen con el estigma del chivo expiatorio.
Si no logramos devolver a las palabras su sentido, los carroñeros de
la política seguirán confundiendo a amplias capas sociales,
atrapadas en viejas banderías y nuevos mantras. Empieza a resultar
esperpéntico que quienes ejercen de matones, incumplen la ley e
impiden ejercer la política a cuantos no piensan como ellos sean
quienes repartan certificados de buena conducta democrática. No es
una broma ni una anécdota, es la perversión de la misma esencia de
la democracia. No sólo porque ejercen la violencia física y
amedrentan, sino porque pudren la definición misma de la democracia
en el corazón de adolescentes que la utilizarán después contra ella.
Sin ser conscientes. De ahí nacen los fanáticos y los integrismos.
Con ellos se echan a perder las sociedades.
Elecciones Cataluña
Abascal: «La desprotección a Vox ha sido
ordenada por la Generalidad para que respondiéramos a los ataques»
Carlos Cuesta okdiario
12 Febrero 2021
Santiago Abascal recorre Cataluña tras días de campaña. Y de
ataques. “Mientras los golpistas están en la calle haciendo campaña,
a nosotros nos atacan unos violentos que nos llaman fascistas”,
denuncia el líder nacional de Vox en su entrevista a OKDIARIO tras
un día de campaña. “Pero esa no es la realidad de las calles. No
dejan de acercársenos personas a animarnos y a pedirnos que
sigamos”, añade. Abascal sabe que los focos están más puestos sobre
su figura que nunca. Y sobre el resultado de Vox. Por ello “la
Generalidad ha diseñado y ordenado la desprotección de los actos de
Vox: lo ha hecho de forma intencionada buscando que algún militante
o simpatizante respondiera a los ataques y así poder mostrar una
foto con la que afirmar que Vox es violento”. Abascal da un aviso:
“No nos dan miedo esos ataques. Sabemos a lo que venimos: a quitar
el separatismo”.
Pregunta.- Santiago Abascal, muchas gracias por concedernos esta
entrevista. Nuevo día de campaña. Hoy han caído menos pedruscos…
Respuesta.- Bueno, es verdad que hoy no ha habido lanzamiento de
objetos. Supongo que es una consigna ¿no? Porque se ve que también
les va mal y se están dando cuenta de que Vox convierte las piedras
en votos. Pero hoy ha habido una presión extraordinaria, una
coerción en realidad hacia el acto de Vox, a pesar de que
precisamente hoy la Junta Electoral le ha dicho a la Generalidad que
tenía que proteger a Vox y que durante todos estos días se habían
producido actos de coerción. Y lo hemos vuelto a vivir. Hoy hemos
tenido una turba insultándonos y amenazándonos a escasos metros de
nosotros. Tan cerca que me he bajado del atril y los he contado. He
caminado hacia ellos dando pasos para contarlos. Han sido 15 metros.
A 15 metros uno no puede desarrollar un acto político. Hemos tenido
que hacerlo entre gritos, insultos, amenazas y teniendo que levantar
la voz para hacernos escuchar. Realmente vivimos en la anormalidad
democrática…
P.- ¿Cómo se lleva esto de venir a un sitio de España, venir con un
partido plenamente constitucional y encontrarte con una turba de
elementos lanzando piedras? ¿Cómo lo lleváis vosotros? ¿Y cómo lo
lleva la gente? Porque la gente tiene todo el derecho del mundo a ir
al mitin que le dé la santísima gana.
R.- Pues mira, he de decir que yo vengo entrenado. Pero aunque vengo
entrenado, tengo todavía capacidad de indignación. En ningún momento
lo vivo con normalidad y de hecho, en esos instantes yo reacciono
con vehemencia en mis intervenciones y en mis gestos, el otro día
dirigiéndome al jefe del dispositivo, hoy contando los pasos hasta
los que increpaban y amenazaban. Realmente, yo no lo normalizo en
ningún caso. Pero es verdad que no me da miedo porque he conocido
este tipo de totalitarismos en mi tierra. ¿Cómo lo vive la gente?
Pues yo creo que de dos maneras muy distintas. Tenemos una parte de
los militantes que acude a estos actos, que normalmente son
declaraciones a la prensa no muy multitudinarias por las
circunstancias sanitarias. Pero quienes vienen creo que lo viven con
un gran orgullo, como si estuvieran protagonizando un acto de
valentía que creo que es lo que están haciendo todas esas personas
que acuden en su pueblo a vernos y después se quedan allí, porque
nosotros nos vamos. Pero ellos se quedan allí y viven la presión
social. Y luego hay otra gente que lo vive quedándose en su casa y
lamentándose de no haberse atrevido a ir, sobrepasar el cordón
policial, sobrepasar a la turba de energúmenos. Creo que mucha gente
lo vive así, con verdadero miedo.
P.- ¿Tú crees que tiene efecto? ¿Crees que los violentos consiguen
ese efecto o pueden conseguir incluso el contrario? Es decir, el de
‘oiga, si usted ha enfocado a estos señores, usted que tiene unas
ansias totalitarias, a lo mejor es que estos señores pueden ser la
solución’.
R.- Yo creo que es algo difícil de medir. No tengo ninguna duda de
que hay gentes que por solidaridad o porque en ese momento los
totalitarios nos ponen en el foco, se dan cuenta de que para ellos
somos la solución en Cataluña. Pero también creo que el dibujar
siempre a Vox en torno a un ambiente de violencia, de crispación,
según algunos medios, de enfrentamientos que nunca se producen
porque son ellos los que atacan, hace que algunas personas puedan
retraerse, que prefieran optar por algo que parezca más normal, algo
que no te dé problemas. Lo he dicho muchas veces. Creo que la gente
necesita respetarse a sí misma y creo que habría mucha gente
dispuesta a votar a Vox, pero que elige otra opción más suave y
tienen que convencerse de que no lo hacen por miedo. Necesitan
respetarse a sí mismos. Por lo tanto, no creo que a nosotros nos
venga bien estar permanentemente rodeados de una bronca, aunque no
seamos nosotros los que la protagonizamos.
P.- ¿Qué necesita Cataluña para poder cambiar este clima en el cual
no se respeta que una persona pueda defender lo que quiera dentro de
la ley y la Constitución? Y ello, mientras nos dicen a los demás que
tenemos que respetar aquello que se defiende fuera de la ley y la
Constitución.
R.- Cataluña necesita ley, Cataluña necesita orden y Cataluña
necesita terminar con la impunidad en la que han vivido todos
aquellos que se han corrompido, que han robado a los catalanes desde
la Generalidad, que han roto la convivencia, que han enfrentado a la
sociedad, que han dividido Cataluña en mil pedazos, que han
enfrentado a las familias, que han incumplido las leyes. Cataluña
necesita que todos esos paguen, que todos esos comparezcan ante los
jueces, que sean juzgados, que paguen por sus responsabilidades
políticas y penales, por el daño a las libertades y por el daño a la
economía y a la prosperidad de los catalanes. Pero claro, esto no se
arregla de la noche a la mañana. Vox no viene a resolverlo aquí con
una varita mágica. Nunca hemos engañado a nadie en ese aspecto.
Nosotros lo que decimos es que lo que se ha roto en Cataluña durante
décadas, desde el golpe de Estado blando iniciado por Pujol hasta el
punto álgido del golpe de Estado de Puigdemont, se ha producido
durante mucho tiempo. No se va a resolver ni en una semana, ni en un
mes, ni en unos pocos años. Reconstruir todo lo que ha dañado la
convivencia, fundamentalmente extirpar el odio, va a ser una tarea
gigantesca, una tarea de décadas en las que todos vamos a tener que
poner mucho de nuestra parte. Eso no significa que yo esté tendiendo
la mano. Pondremos todo de nuestra parte una vez que haya ley en
Cataluña, una vez que la Constitución impere y una vez que quienes
han cometido delitos paguen y asuman su responsabilidad.
P.- ¿Qué te parece el hecho, o la paradoja, de que tú hayas recibido
los ladrillazos, las piedras, y, mientras, en la misma campaña, a
quienes tenían que estar dentro de prisión se les haya concedido un
régimen para poder salir de las cárceles y hacer campaña electoral?
R.- Bueno, es una paradoja que sólo demuestra la falta de escrúpulos
de la izquierda y del separatismo en un contexto en el que a Vox se
le acusa de ser un partido fascista que incita al odio porque es un
partido que hace sus actos y que defiende su mensaje, que no va a
interrumpir los actos de los demás ni va a amenazar a nadie. Y, sin
embargo, tenemos delante a esos que nos llaman fascistas y que han
estado pactando con el Gobierno socialcomunista. A esos tipos de ERC
que traen aquí a Arnaldo Otegi, un terrorista, un secuestrador, y
que, por lo tanto, lo que hacen es aplaudir el atentado de Hipercor.
Es una sociedad puesta del revés, y unos medios de comunicación
puestos del revés que llaman al bien mal y al mal bien. Nosotros
desarrollamos una lucha política en ese contexto y es muy difícil. Y
por eso creo que el resultado que Vox va a obtener va a ser
especialmente meritorio. Que será un buen resultado para Vox. Pero
yo no espero de estas elecciones un gran resultado para España. Creo
que no vamos a poder aplaudir, por muchos escaños que saque Vox, por
el resultado que arrojen las urnas. Aquí va a haber que trabajar
mucho hasta que podamos aplaudir un resultado electoral en Cataluña.
P.- Nos vamos a meter en la furgoneta. La última vez que estuvimos
en esa furgoneta venías con 12 diputados de Andalucía. ¿Te acuerdas?
R.- (Risas) Sí, es verdad. 24 después, luego 52…No sé cuántos serán
en el Parlamento de Cataluña, pero estoy convencido de que va a ser
una representación muy digna y creo que va a ser una representación
que va a empezar a luchar perseverando. Lo digo porque sería un poco
pretencioso decir que Vox va a decir o hacer en el Parlamento de
Cataluña lo que no ha hecho nunca nadie. Es verdad que lo estamos
haciendo en algunos aspectos, hablando de inmigración ilegal, de la
seguridad de los menas, enfrentándonos a todos los partidos. Pero no
vamos a ser los primeros en levantar la bandera de España, la
bandera de la libertad, o en protestar contra la imposición
lingüística. Pero sí que vamos a ser los primeros en perseverar y en
aguantar hasta el final. Y lo digo y lo hemos repetido en esta
campaña. El PP tuvo una mayoría absoluta. No la empleó para dar más
libertad a los catalanes. No la empleó para poner en su sitio a los
golpistas y para detener el golpe aplicando un 155 permanente.
Ciudadanos ganó las elecciones aquí. Se le ha reprochado que no se
presentó como candidata a la Presidencia de la Generalidad, eso
entiendo que es discutible. Pero abandonó la plaza a la primera de
cambio. Eso es lo que no se puede hacer. Yo estoy convencido, sé que
Ignacio Garriga no va a hacer eso. Ignacio Garriga está aquí para
quedarse y para luchar hasta el final todos los días de su vida
mientras los catalanes confíen en él.
P.- El Gobierno que puede salir de estas elecciones, según las
últimas encuestas, podría estar encabezado por Junts o por ERC, que
ha firmado un documento diciendo que no va a pactar nunca con Illa.
Pero sin Illa no salen las cuentas. ¿Va a pactar el separatismo con
Illa? Es decir, Illa, el PSOE en Cataluña, ¿es el cómplice de ERC?
R.- Bueno, yo creo que estamos ante políticos que no tienen ningún
escrúpulo, unos para romper el país y otros para mantenerse en el
poder. Lo hemos vivido en el Gobierno de Madrid durante todo este
tiempo. Hay un presidente del Gobierno que prometió, y hemos visto
los vídeos miles de veces todos los españoles, que no iba a pactar
con unos y con otros y pactó precisamente con esos unos y con esos
otros. Ahora mismo el documento que han firmado todos los
separatistas en Cataluña para decir que no van a pactar con Illa
creo que es un papel mojado. Quienes no han tenido escrúpulos para
atacar la legalidad, para dar un golpe de Estado, para robar a los
catalanes -todavía vemos la impunidad de Pujol- no tienen ningún
problema en firmar un papelito con intenciones electorales para
arañar un voto más. Por lo tanto, este documento creo que no vale
nada. A nosotros se nos ha dicho: ya veréis, entre ERC y el PSC qué
decisión tomaréis… La decisión está tomada. El PSC y ERC ya son
socios en el Gobierno de España y no tengo ninguna duda de que
serían socios también en la Generalidad de Cataluña. Ya lo han sido.
Lo fueron en la época de Maragall para dar el golpe de Estado,
hablando del Estatut inconstitucional. Lo son ahora con Pedro
Sánchez al frente de un Frente Popular, valga la redundancia, un
Frente Popular apoyado por separatistas y terroristas, terroristas a
los que pasean por Cataluña, insisto, y por lo tanto creo que no va
a haber ninguna sorpresa. Estamos ante lo mismo.
P.- Ahí faltaría un tercer socio que sería Podemos, cuyo máximo
representante, Pablo Iglesias, acaba de decir que España no es una
democracia «plena» porque Puigdemont o Junqueras están presos. Y
Pablo Iglesias es el mismo que llamó a la alerta antifascista contra
vosotros.
R.- Bueno, la actuación policial parece que también le sobra a Pablo
Casado, por lo que he escuchado estos días. Pero bueno, eso forma
parte más de un desnortamiento político que de una posición firme,
clara y nítida, como la de Pablo Iglesias. Firme, clara y nítida en
la maldad y en el proceso de destrucción de España. A mí la
anormalidad democrática me parece la campaña que estamos viviendo
nosotros, que no podamos expresarnos en libertad, que se nos haya
apedreado en Galicia, en el País Vasco, en Cataluña, que se nos haya
amenazado sistemáticamente, que no nos hayan protegido en
definitiva, ni las Consejerías de Interior, ni el Ministerio de
Interior, ni las Juntas Electorales, y que por lo tanto estamos
viviendo en inferioridad de condiciones al acudir a una campaña
electoral. Esa es la gran anormalidad política de España, causada
por el comunismo, que está hoy en la Vicepresidencia del Gobierno, y
por el separatismo. Y con la complicidad, por supuesto, del Partido
Socialista.
P.- ¿Tú crees que lo que habéis vivido en los mítines, esa
indefensión, corresponde a una imprevisión de lo que podía ocurrir o
a una decisión de ‘es mejor que ocurra’?
R.- La Generalidad de Cataluña, por escrito, dijo que los actos de
Vox debían ser atacados, debían ser escrachados. Dijeron que había
que ir a impedirlos y atacar ese tipo de actos. Hasta tal punto eso
fue grave, que la Junta Electoral tuvo que amonestar a la
Generalidad de Cataluña dos semanas antes del inicio de la campaña
electoral. Es que lo han dicho por escrito. Después, lógicamente,
cuando sucede no esperamos sentirnos muy protegidos. Ellos
disimulan, los Mossos d’Esquadra están por allí. Eso sí, deseando
intervenir y deseando disolver a porrazos todo ese montón de odio
que se junta alrededor de nosotros para amenazarnos. Pero los mandos
políticos no se lo permiten. Es más, les permiten que estén al lado
de nosotros.
P: Y eso es una decisión…
R.- Yo estoy convencido de que es una decisión totalmente deliberada
para ver hasta qué punto aguantamos, hasta qué punto asustan a los
nuestros o hasta qué punto Vox, en un momento dado, no reacciona o
no pierde los nervios. Nos salta un militante, un representante de
Vox, que de repente, ante una agresión, ante una amenaza, se ve
envuelto en una pelea. Eso ya sabemos lo que significaría: que
ocuparía todo tipo de portadas, todo tipo de telediarios y
aparecería como el partido violento, como el partido causante de los
enfrentamientos.
P.- Tienes la sensación de que es posible que se haya buscado esa
fotografía.
R.- Tengo la seguridad de que se busca esa fotografía. Y que se
busca la provocación contra Vox para que Vox acabe deslegitimado.
Contundencia de la JEC: interior debe proteger los actos de Vox y
detener a los violentos
Redacción https://rebelionenlagranja.com
12 Febrero 2021
La Junta Electoral Central (JEC), en una resolución que no deja
lugar a dudas, ha instado al conseller catalán de Interior, Miquel
Sàmper, a tomar las medidas necesarias para proteger los actos
electorales de Vox en la campaña de las elecciones del 14F, para
evitar nuevas agresiones, y pide detener a quienes «usen la
violencia» para impedir esos actos.
La resolución llega después de que el pasado fin de semana se
registraran violentas agresiones y ataques por parte de grupos
independentistas y de ultra izquierda contra actos de Vox en Vic
(Barcelona), Valls (Tarragona) y Salt (Girona), con el lanzamiento
de objetos, asalto a caravanas y otras agresiones contra miembros de
la formación.
La consellera de la Presidencia, Meritxell Budó, acusó este martes a
Vox de montar durante esta campaña «provocaciones» que ponen en
riesgo «no solo su propia seguridad sino también la de los
manifestantes y la de los cuerpos de seguridad» que vigilan sus
actos, pero el partido que lidera Santiago Abascal presentó una
denuncia ante la JEC.
La JEC invoca el «derecho de reunión pacífica y sin armas» y el
«derecho de participación política» recogidos en la legislación y
advierte de las penas de prisión «de dos a tres años» si alguien
intenta socavarlos «con violencia».
Según la JEC, es «la autoridad gubernativa con competencia en
materia de orden público quien tiene la obligación de garantizar el
ejercicio efectivo del derecho que todo candidato tiene a difundir
su programa electoral mediante actos públicos».
Ante los «actos de intimidación y violencia» sucedidos en diversas
convocatorias de Vox, la JEC constata que «los Mossos d’Esquadra, en
coordinación con el Cuerpo Nacional de Policía, han adoptado
importantes dispositivos de seguridad que han evitado o reducido los
daños» de esas «actuaciones violentas».
Pero eso «no ha impedido que estos actos electorales se hayan
celebrado en un ambiente de coerción contrario a lo que debe ser el
ejercicio de este derecho fundamental«.
Por ello, la JEC insta al conseller de Interior a que «adopte todas
las medidas necesarias que permitan la celebración de los actos
públicos de campaña electoral de Vox y de cualquier otra formación
política, evitando que se produzcan actuaciones violentas o
intimidatorias como las denunciadas».
También pide a las fuerzas de seguridad que procedan a «identificar
y, en su caso, detener y poner a disposición judicial a quienes
empleen el uso de la violencia para impedir dichos actos».
La Junta Electoral da la razón a Vox y pone
la cara roja al jefe de los Mossos
El órgano electoral cierra filas con el partido de Santiago Abascal
y urge a la Generalitat a detener a los autores de los ataques
contra la caravana electoral del partido verde.
ESdiario
12 Febrero 2021
La Junta Electoral zanja el enfrentamiento que mantienen Vox y los
Mossos por la seguridad de la caravana electoral del partido de
Santiago Abascal, agredida en varias localidades catalanas. Y
mientras el departamento de Interior poco menos que culpa a la
formación verde de buscar la foto de las agresiones, la JEC ha
tomado posición este jueves.
La Junta Electoral Central ha constatado que Vox ha sufrido "actos
de violencia" en esta campaña del 14-F y urge a la Generalitat a
evitar esa coerción y a identificar a los responsables.
En una resolución dada a conocer este jueves, la JEC recuerda que
"el derecho de reunión pacífica y sin armas está consagrado como
fundamental en la Constitución" y que ese derecho "tiene una mayor
trascendencia en los procesos electorales, pues sirve de cauce para
que los candidatos puedan presentar a los ciudadanos su programa
político".
Los Mossos culpan a Vox por ir provocando: "No han seguido las
indicaciones"
Según constata en las imágenes facilitadas por Vox de diferentes
mítines de campaña, "se han producido actos de intimidación y
violencia que constituyen una vulneración de los derechos
consagrados en los artículos 21 y 23 de la Constitución, y también
del derecho de igualdad de todos los candidatos".
Tanto el Departamento de Interior de la Generalitat como la
Delegación de Gobierno han asegurado que los Mossos d'Esquadra, en
coordinación con el Cuerpo Nacional de Policía, adoptaron
"importantes dispositivos de seguridad que han evitado o reducido
los daños que esas actuaciones violentas podían haber causado a los
candidatos de Vox y a los asistentes a los actos convocados", pero
la JEC señala que ello "no ha impedido que estos actos electorales
se hayan celebrado en
un ambiente de coerción contrario a lo que debe ser el ejercicio de
este derecho fundamental".
Por ello, la JEC insta al consejero de Interior de la Generalidad de
Cataluña, Miquel Sàmper, a que, como autoridad competente en materia
de orden público, "adopte todas las medidas necesarias que permitan
la celebración de los actos públicos de campaña electoral de Vox,
evitando que se produzcan actuaciones violentas o intimidatorias
como las denunciadas".
También reclama que, por las Fuerzas de Seguridad, "se proceda a
identificar y, en su caso, detener y poner a disposición judicial a
quienes empleen el uso de la violencia para impedir dichos actos".
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