El problema del PP no es su sede
EDITORIAL Libertad Digital
17 Febrero 2021
Tras haber obtenido el PP sus peores resultados en unas elecciones
regionales catalanas, Pablo Casado se descolgó este martes con unas
sorprendentes declaraciones para comunicar su intención de trasladar
la sede nacional del partido. La explicación dada no puede ser más
estupefaciente: se pretende así dejar atrás un pasado ligado a la
corrupción y abandonar un edificio cuya reforma está siendo
investigada por los tribunales a raíz del caso Bárcenas.
En primer lugar, resulta patético ver a Casado atribuir el
insuficiente apoyo a su partido en las encuestas y su abrumadora
irrelevancia en Cataluña no a una corrupción ideológica que les ha
llevado a renunciar a dar la batalla ideológica y cultural contra el
socialismo y el separatismo, sino a otra de orden financiero que
remitiría a los tiempos de Aznar y Rajoy. ¿Pero cómo pueden pensar
los dirigentes del PP que los millones de votantes que han dejado de
votar a su partido lo han hecho por el caso Barcenas y no por la
orfandad en la que Rajoy primero y ahora Casado han dejado a buena
parte de la derecha liberal-conservadora? ¿Cómo pueden pensar que la
renuencia a dar la batalla de las ideas contra el nacionalismo y el
proceso de secesión no les iba a pasar factura electoral en
Cataluña?
Si el PP quiere romper con el pasado, que lo haga pidiendo perdón a
los españoles en general y a los catalanes no nacionalistas en
particular por haber aplicado tan tarde con Rajoy el artículo 155 de
la Constitución; y encima no para instaurar en el Principado la
legalidad constitucional, que los nacionalistas burlan a diario,
sino como mero mecanismo de convocatoria electoral. Que pida perdón
también por haber subido el Gobierno de Rajoy los impuestos y
endeudado a los españoles más que ningún otro Gobierno anterior. Y
por haber el Gobierno de Rajoy intentado contentar a los
nacionalistas con más dinero en lugar de combatir sus delirios
antiespañoles y su ruinoso sectarismo.
Para recuperar las traicionadas señas de identidad
liberal-conservadoras y hacer frente al nacionalismo se supone que
disputó Casado la jefatura de su partido a la mano derecha de Rajoy,
Soraya Sáenz de Santamaría. Sin embargo, la destitución de Cayetana
Álvarez de Toledo y la hostilidad manifiesta a Vox, con el que el PP
está llamado ya no a entenderse sino a aliarse o incluso a
fusionarse, si pretende presentar una alternativa creíble al
social-comunismo dominante, fueron errores descomunales, a los que
sumó unas bochornosas declaraciones a la emisora golpista RAC 1 en
las que casi pidió perdón por la encomiable actuación policial del 1
de octubre del 2017 en defensa del orden constitucional en Cataluña.
La decisión de Casado de cambiar la ubicación la sede nacional del
PP tiene además un componente de insensatez casi increíble. Y es
que, dado el machacante agitprop izquierdista de que el PP es un
partido de corruptos, suena a chiste que la solución sea cambiar de
edificio o de calle. Si la supuesta corrupción del pasado afecta a
la actual dirección del PP, de nada servirá la mudanza. Y si no es
el caso, el innecesario cambio hace torpemente que lo parezca.
Sea como fuere, está visto que Casado no piensa en otra cosa que en
seguir arremetiendo contra Vox. Y eso es una estrategia suicida, la
acometa desde Génova o desde cualquier otra calle que se le antoje.
¿Qué ha pasado, Casado?
Liberal Enfurruñada okdiario
17 Febrero 2021
Qué lejos quedan aquellos 19 diputados conseguidos para el PP hace
poco más de 8 años por Alicia Sánchez-Camacho, en las elecciones
autonómicas catalanas de 2012, o los 17 que el valiente Alejo
Vidal-Quadras obtuvo en 1995, con el 13,21% de los votos para el
Partido Popular. El domingo los de Alejandro Fernández, ese al que
todos consideraban como el mejor candidato, el que aparentemente
había arrasado con sus contrincantes en los debates televisivos,
obtuvo el peor resultado de la historia para el Partido Popular,
bajando tanto en términos absolutos -3 diputados-, como en
porcentaje de votos -3,85%-, respecto a los ya nefastos resultados
logrados por Xavier García Albiol en 2017 y dejando al PP en el
grupo mixto, a no ser que consiga mendigar algún voto que les
permita constituir grupo parlamentario. Y todo pese a la debacle de
Cs que, no por anunciada, ha dejado de sorprender por su intensidad
al pasar de ser el partido más votado con 36 diputados a quedarse
tan sólo con 6, catástrofe de la que a los de Pablo Casado no les ha
llegado ni las raspas.
Casi un millón de votos ha perdido Cs. De ellos puede que unos
200.000 hayan preferido votar a Salvador Illa porque sale en los
telediarios y pese a que parece un empleado de funeraria, nunca se
mete mucho con nadie. Otros tantos pueden haberse ido a defender la
unidad de España con VOX y más de medio millón de catalanes de los
que votaron a los de Inés Arrimadas hace 3 años, han preferido
quedarse en casa antes que votar a un Partido Popular que había
hecho notables esfuerzos para atraerlos. Hasta el punto de echar a
Cayetana Álvarez de Toledo, no fuera a ser que su potente discurso
ideológico asustara a los naranjas; de fichar mes y medio antes de
las elecciones a Lorena Roldán, la ganadora de las primarias de
Ciudadanos para ser la candidata de ese partido a la presidencia de
la Generalidad de Cataluña; y de incorporar un mes antes del día de
las votaciones a la catalanista Eva Parera, esa que hizo campaña
diciendo que a los españoles la palabra indulto no nos tiene que dar
ningún miedo.
Y con todo y con eso, un millón de votos de Cs se fueron a VOX, al
PSC y a la abstención, y los de Casado han perdido 76.603 votos de
los escasos 185.670 que consiguieron hace 3 años, lo que significa
perder a más del 40% de sus pocos votantes. ¿Qué ha pasado, Casado?
Hoy ha comparecido el líder de los populares para analizar su
derrota y ha argumentado que… ¡Bárcenas! Y se ha quedado tan
tranquilo. Dice Casado que el pacto de Bárcenas con la fiscalía en
plena campaña ha otorgado un desproporcionado protagonismo mediático
a su ex tesorero y que eso es lo que ha hecho que se fueran al
guano, pero que los resultados en Cataluña nunca son extrapolables a
nivel nacional. Y que para regenerarse lo que van a hacer es irse de
la sede del número 13 de la calle Génova, supuestamente financiada
ilegalmente. Ninguna autocrítica y ni la menor exigencia de
responsabilidades, al menos delante de las cámaras.
No seré yo quien diga que la corrupción del Partido Popular,
personificada en Luís Bárcenas, sus cuentas en Suiza y los SMS de
Rajoy -«Luis, lo entiendo, sé fuerte, mañana te llamaré»- no le esté
costando votos a los de Pablo Casado. Pero es que la noticia de los
sobres con sobresueldos en dinero negro se publicó en enero de 2013
y en junio de ese mismo año Bárcenas ingresó en prisión, o sea, que
han pasado ya unas cuantas elecciones como para seguir usándolo como
excusa de mal perdedor. El martes pasado, a cinco días de las
elecciones, Casado aceptó conceder una entrevista a uno de los más
notables altavoces del secesionismo catalán, la emisora pro golpista
Rac1, consintió conque el entrevistador le hiciera las preguntas en
catalán y soltó perlas como que las imágenes de la policía
reprimiendo el golpe del 1 de octubre de 2017, «debieron haberse
evitado», que le “da igual la bandera que tenga un catalán en su
balcón”, o que quiere que vuelva “hasta la última empresa que se ha
ido a Cataluña”. El día de la moción de censura de VOX contra Pedro
Sánchez, Casado inauguró una estrategia de insultos y mentiras
contra los votantes que le han abandonado para pasarse a los de
Santiago Abascal, el pasado domingo comprobó sus resultados.
Casado no vale
Emilio Campmany Libertad Digital
17 Febrero 2021
“Extrapolable”. Es la palabra que está en boca de todos los que
analizan los resultados de las elecciones catalanas en el ámbito del
centro-derecha. ¿Es o no extrapolable el sorpasso de Vox al PP?
Claro que no. Desde que Aznar entregó a Pujol la cabeza de
Vidal-Quadras, el PP había dejado de existir allí. En el resto de
España la situación es completamente distinta. Sin embargo, la
campaña de las catalanas ha sido útil en algo al centro-derecha, y
es en revelar que la actual dirección del PP, con Casado al frente,
no vale. No vale para ganar elecciones en Cataluña, que eso se daba
por descontado. Pero es que tampoco sirve para ganarlas en España.
Hasta ahora, la estrategia de Casado ha sido una gruesa imitación de
la de Rajoy: moverse poco, tratar de satisfacer a todos, cortarle la
cabeza a quien la asome y esperar a que el cadáver de Sánchez (con
Rajoy fue el de Zapatero) pase por su puerta. Con seguridad, alguien
le dijo: “Si no cometes errores y sabes mantenerte al frente del PP,
en un par de legislaturas serás presidente del Gobierno”. Casado ha
grabado el consejo en piedra porque, siendo nadie fuera de la
política, no puede permitirse el lujo de perder la oportunidad que
se le ofrece. De manera que el problema no es que no tenga ideas,
que desde luego carece de ellas. El problema es que no se permite
tenerlas, ya que, como tiene que ser presidente a toda costa, espera
serlo con las ideas de su potencial electorado una vez las haga
propias, tras descubrir cuáles son.
El problema es que su electorado es muy diverso y cambiante en su
forma de pensar. Es imposible no caer en contradicciones si todo se
limita a darle satisfacción. Por eso apela a la España de los
balcones y despide a Cayetana Álvarez de Toledo. Por eso despotrica
de la falta de patriotismo de Sánchez como embiste a Santiago
Abascal. Por eso proclama el retorno a las esencias del PP y luego
renuncia a ellas para demostrar que es muy moderado. Por eso se
declara heredero de Rajoy y Aznar y luego reniega de ellos. No es
tanto que no sepa lo que es, sino que no sabe ni siquiera lo que le
gustaría ser. Lo único que sabe es que quiere ser presidente del
Gobierno. ¿Para hacer qué? Lo que sea. Eso es lo de menos.
Un líder tiene que tener como propios los principios de la corriente
a la que pertenece y luego convencer al grueso de los votantes de
esa corriente que las directrices que él marca son las correctas. Un
líder lidera, dirige, muestra el camino por el que conseguir, dentro
de las creencias comunes, lo que se pueda, y sabe renunciar a lo que
no es posible de momento alcanzar. Es decir, sabe ser fiel a las
ideas a la vez que pragmático en su puesta en práctica. Y, tras
meses de atolondrada dirección hacia ninguna parte, se ha demostrado
sin lugar a la duda que, para eso, Casado no vale.
Los muertos que Vox matáis
José Alejandro Vara. vozpopuli.es
17 Febrero 2021
Sólo si Casado y Arrimadas reaccionan con vocación de unidad y
fusionan sus pasos en defensa de la Constitución podrían esquivar un
destino incierto
Ortega Smith ya apenas vocifera. Ni siquiera invade Gibraltar o vota
a bríos. Parece hasta más bajito y se le ha puesto cara de oficial
de la guardia suiza. Iván Espinosa no incurre en el humor vitriólico
y los chistes agresivos de sus primeras campañas. Maldita la gracia.
Se maneja ahora con temple de notario y esa circunspección de quien
ha extraviado las interjecciones. Rocío Monasterio tiene ya más de
lo segundo, de lo monástico, que de lo primero, el ozú. Dejó atrás
la bronca y la zapatiesta, se sumergió en el debate sobrio, en la
trifulca contenida. Saca las uñas cuando es preciso, frunce el ceño
cuando le irritan pero acompasa sus famosos arranques coléricos al
metrónomo de Beethoven, siempre más lento de lo que imaginas.
Macarena Olona gasta aún usos de fierecilla indomable, con todos sus
colmillos al viento y la quijada en guardia permanente. Su verbo es
hiriente como un alfange y suave como el flautista de Manet.
Santiago Abascal siempre fue así, rudo por fuera y prudente por
dentro, de esa amabilidad siempre puesta en razón. No le agradan los
gritos sino los argumentos. Expele, eso sí, una imagen que a tantos
seduce y a unos cuantos confunde.
Poco conservan los dirigentes de Vox de aquella estampa de jóvenes
airados con la que irrumpieron en la escena andaluza hace un par de
años y se hicieron con doce diputados en el inexpugnable cortijo
socialista. ¿Y estos, quién coño son? Defendían el campo, los toros,
la caza, el gazpacho, las sevillanas y la bandera de España.
Repudiaban la inmigración ilegal, los chiringuitos de amiguetes, el
feminismo hipertrofiado, el ecologismo ortopédico y el comunismo en
todas sus variantes. Les tacharon de ultraderecha, franquistas,
maltratadores, pistoleros, tramperos, tramposos y trumpistas.
Súbitamente, doce escaños. Algo pasaba.
En las generales subsiguientes, las de abril del 19, lograron 24
escaños y el PP, atentos, se quedó en 66. Algo seguía pasando. En
las municipales y regionales se erigieron en pieza clave en Madrid y
Murcia y se hicieron importante hueco en Burgos, Santander, Badajoz,
León, Almería, Guadalajara, Granada, Alicante y algunas más...
Pasaba algo, en efecto, ¿pero qué? En las generales de noviembre, 52
diputados. La consagración. Se acabaron las dudas y las incógnitas y
se despejaron algunos interrogantes. Se evaporó el fantasma de lo
efímero, se desintegró la coartada de la casualidad. Tercera fuerza
en el Congreso. Luego se produjo el chasco en Galicia y la sorpresa
en País Vasco. O sea, un empate. Y ahora, el estallido catalán, once
escaños, más que PP y Cs juntos.
El voto de la cólera, la papeleta del cabreo
El voto del cabreo, claro. De la protesta y hasta de la cólera. Hay
gente que incluso en el estanque dorado catalán, ese paraíso sedado
y maniatado, todavía siente una cierta molestia cuando le pisan el
cuello, le tapan la boca y observa cómo le trepanan las neuronas a
sus hijos en el patio de la escuela. Esos catalanes furiosos ya
inundaron las calles de Barcelona tras el discurso del Rey, llenaron
primero los balcones con banderas y luego las urnas con votos de
Ciudadanos, que ganaron las elecciones.
Este domingo, con menos pasión, quizás la pandemia, quizás las
dudas, esta singular especie de indomables no ha pestañeado en el
momento de confiar su papeleta a un ignoto odontólogo, joven y
"negro" (como decía ese pseudofilósofo de flequillo imbécil en el
debate de TVE, el menos visto de la historia), a quien han
perseguido, escupido y hasta apedreado con esa saña que los racistas
amarillos le dedican a cuantos descreen de las consignas
supremacistas y se apartan del rebaño estelado.
En esto llegó Vox. También de la nada, de cero escaños, como en el
milagro andaluz. Un hecho accidental, un movimiento puntual, un
ladrido aislado, la queja del hartazgo, fugaz y pasajera... los
politólogos jibarizan de la magnitud del cimbronazo. “No compiten en
la liga de los grandes, juegan a otra cosa, están en el extrarradio
de la realidad, en los suburbios de lo concreto, en otro planeta”.
Bueno, quizás estos marcianos hayan llegado para quedarse. Quizás se
trate de un fenómeno sociopolítico similar al de Podemos en 2015.
Quizás sea, en efecto, algo transitorio, como la canción del verano
o un dolor de barriga. El caso es que aquí están, han entrado en la
Diagonal y han plantado sus reales en la Ciudadela. Con fuerza
creciente y con enormes posibilidades de arrinconar al bloque de la
derecha y enviar al PP y a Cs al cementerio de elefantes. Sólo si
Casado y Arrimadas reaccionan con vocación de unidad, aparcan sus
ambiciones personales y fusionan al unísono sus pasos en defensa de
la Constitución podrían esquivar su incierto futuro. No lo harán.
Abascal, claro, seguirá creciendo. En esos 'arrabales' de los que
hablan los profetas. También Le Pen empezó en los bidonvilles y ahí
la tienen, a dos pasos del Elíseo.
En este infernal presente, la dirección de Vox se ha alejado de su
caricatura. Ofrece una estampa de tanta serenidad “que es ya dolor”,
como escribió Claudio Rodríguez. “No teman, ya no nos dedicamos al
asalto ni al degüello”, podrían bromear en homenaje a los salvajes
unitarios de Borges. Aún los pintan envueltos en cuernos y pieles,
como el bisonte aquel que asaltó del Capitolio. Son otros los que
cercan congresos y rodean parlamentos, en Madrid, Barcelona o
Sevilla. Son otros los que levantan cordones sanitarios y escupen
sobre el diálogo, como el candidato Illa, falso hasta en sus
melindres.
Gobernar con los golpistas
Vox es el único partido que, en la campaña catalana, no habló de
pactos ni cambalaches. Cierto que hospeda a alguna gente de ideario
irritante y prosodia chillona. Ecos de las cavernas. Se supone que
lo irán puliendo. También es cierto que hay realidades con las que
no traga, como la actual burocracia europea (¿quién aplaudiría a
Ursula y sus inexistentes vacunas?) ni la estructura autonómica del
Estado (¿a quién, salvo a Rajoy, le complace el batiburrillo
periférico?) ni la ley de violencia de género. Mucha gente no
comparte su ideario. Y hasta le repele. Pero nada de cuanto plantea
es inconstitucional. Menos aceptable, desde el punto de vista legal,
se antoja promover un golpe de Estado, algo que a Illa no le
incomoda. Incluso pretende ahora gobernar junto a sus impulsores,
aunque sea de complaciente monaguillo, resuelto con los cálices, la
campanilla y las vinajeras.
Abascal ha ratificado en las urnas que su discurso de claridad y
firmeza tiene amplia acogida en un sector del electorado. El
sentimiento de hartazgo aflora imparable, el drama le remite oleadas
de náufragos hacia su orilla. No parece que vaya a quedar, al menos
de momento, desplazado a esos 'arrabales de la irrealidad' al que le
envían las cacatúas. Todo lo contrario. Vox se ha erigido en una
fuerza fundamental para hacerle frente a la creciente pesadilla. La
noticia de su efímera existencia parece prematura.
******************* Sección "bilingüe" ***********************
Una sociedad enferma
Rafael Rossy Ramírez https://rebelionenlagranja.com
17 Febrero 2021
Las elecciones al parlamento autonómico de este domingo certifican
que –si algún efecto ha producido esta pandemia sobre la salud
mental de los catalanes– éste ha sido solo nocivo.
El de los ‘hare krishna nazionalistas’no es un quiste nuevo;
sabíamos, ciertamente, que no faltarían a esta nueva cita para votar
a una de las dos ‘sectas’ separatistas: la siniestra de ERC y la
histriónica de ‘Junts’. Conocemos desde hace lustros que esta
tumefacción supremacista no tiene cura. Cada caso individual tiene
fácil pronóstico, por el carrusel de síntomas común a todos los
pacientes: el odio al resto de la población, un negacionismo
histórico capaz de alcanzar niveles de delirio y una gran variedad
de trastornos obsesivo compulsivos. Hay, en realidad, una sencilla
terapia de choque con magníficos resultados: la constatación, en un
baño de realidad, de la imposibilidad efectiva de sus alucinaciones.
Lamentablemente, es una terapia que las instituciones del Estado les
han negado hasta ahora. Atendiendo a la elevada edad media de los
pacientes y a la creciente deserción de los jóvenes, es posible que
en cuestión de meses quede limitada al puro y exclusivo rebaño.
El resultado que este colectivo cancerígeno ha conseguido, como
consecuencia de un sistema injustamente favorable, es que la suma de
los partidos separatista formarán (podrán formar (podrían formar (o
habrían podido formar))) gobierno. Con todo, es importante tener
presente que los votos recibidos en estas elecciones por estos
partidos suman 720.000 menos que en las anteriores y que representan
únicamente una cuarta parte del censo electoral. Habrá que
recordárselo cuándo se repitan los recurrentes trastornos de
ansiedad ‘volem votar’.
Terrible locura es también que más de medio millón de catalanes
hayan votado a alguno de los dos partidos de ultraizquierda de corte
totalitario, es decir, Podemos y la CUP. Contrariamente, a lo que se
cree, muchos de los votantes de ambas formaciones radicales son
jóvenes de clase social acomodada. Cuánta razón tiene Clint
Eatswood. En lugar de preocuparnos por qué planeta dejaremos a
nuestros hijos, deberíamos cuestionarnos qué hijos estamos dejando a
éste planeta. Es una afección grave la de este colectivo y pocas
veces reversible. Causa grandes problemas en la interacción social.
Su origen se encuentra en el sobredimensionamiento tumoral de la
pereza, la envidia y el odio. Este virus radical presenta una
potencialidad destructiva sin límites. Es capaz de provocar en muy
escaso tiempo un terrible deterioro en los sistemas económicos que,
de persistir, terminan indefectiblemente con la muerte.
“EFECTO ILLA”
Pero, en estas elecciones, se ha manifestado una nueva y preocupante
enfermedad mental. Se trata de un trastorno raro del espectro del
autismo que ha sido llamado ‘efecto Illa’. Al parecer está causado
por factores epigenéticos y ambientales que actúan durante las
etapas tempranas de la persona. No obstante, aunque se hubiera
considerado en los primeros días de sintomatología como una
patología típicamente infantil, se ha demostrado que presenta
manifestaciones graves en cualquier edad. Nos encontramos, esta vez
sí, con una patología psiquiátrica completamente irreversible y es
importante que los pacientes y sus familiares lo asuman desde el
primer momento: el idiotismo profundo no tiene cura alguna.
Illa, abandonó pocos días antes la oficina central de maximización
mundial de defunciones y ruina económica con unos resultados finales
únicos, realmente extraordinarios: más de 100.000 muertes y una
economía devastada con un sector de la restauración que no podrá
levantar cabeza en lustros. Se sabe que nadie en el mundo ha sido
capaz de causar semejante tragedia. Salvador Illa ha sido el
indiscutible campeón de la muerte y de la ruina pero hay quien le
niega el mérito, que se lo atribuye a la suerte; como si para
conseguir ser el peor ministro de Sanidad del mundo no hubiera
tenido que ocultar información a la población, darle consejos
temerarios, facilitar la distracción de importantes recursos que
deberían haber ido a la adquisición del material indispensable,
complicar la llegada de instrumentos eficaces de control de la
pandemia y mentir, mentir día tras día, mentir a todos los españoles
sobre cualquier cosa, incluido el número de familiares y amigos
muertos como consecuencia de su sanguinaria especialidad, reduciendo
eso sí, por encomiable modestia, las cifras a casi la mitad. Un
héroe.
La más honda idiocia –diplomada en la Sexta con masters en Cuatro–
no podía dejar escapar un mirlo blanco de incompetencia como éste, y
menos desde que, sin abandonar esa triste cara de sepulturero, nos
mostró sus primeras risitas en los debates, a la par que
evolucionaba su extraño embarazo. Fiel –cómo no– a Iván, Salvador
interpretó su papel con todo cinismo que requería la ocasión,
inclinando el voto autista hacia su partido y proclamándose el
vencedor de la noche en su papel de pelele de los debates.
Hasta que llegó el momento determinante durante la campaña: el rey
de la muerte fue requerido a la realización de un test de antígenos.
Un momento así, puede cambiar el curso de la historia. Su mente se
obnubiló. ¿Cómo debía actuar? En esos instantes los conceptos de
mascarillas y tests se confundían en su neuronas. Pero en unos
segundo se hizo la luz y recordó ese mensaje que la OMS lanzó en
marzo y en el que reclamaba la realización masiva de test, como
medio indispensable para control de la pandemia. “Test, test, test”
dijo el Director General de la OMS, recordó. La luz se había hecho a
tiempo y, ya iluminado, llla exclamó un NO rotundo a que le hicieran
el test. ¿Cómo iba él a someterse a un test del que está
absolutamente en contra? ¿Cómo iba a promocionar un instrumento que
se está manifestado extraordinariamente eficiente para la detección
de casos y la reducción de los muertos? Menudo susto, unos segundos
de distracción y casi se cambia de bando. Finalmente, evidenciada su
incompetencia completa Illa estaba ya en condiciones de recibir el
voto de ese creciente número de autistas teledirigidos, hasta
proclamarse “primer candidato sin opción a candidato”, una
distinción de la que ahora se siente particularmente orgulloso.
Algunas menciones deben hacerse también en el segmento de los
partidos llamados constitucionalistas. ‘Ciudadanos’ ha acudido con
Arrimadas a la campaña con una compleja técnica de la paramnesia del
reconocimiento, que provoca la extraña sensación de que ese instante
ha sido vivido previamente; el fenómeno es conocido en francés como
déjà vu. Estamos estudiando la revolucionaria técnica electorialista
de Carrizosa de reclamar el voto, en una TV3 con una audiencia muy
mayoritariamente separatista, con el argumento de estar a solo un
escaño de ganar los constitucionalistas. Todavía no hemos alcanzado
a comprenderla.
Finalmente, hubo un candidato al que se le fue abiertamente la olla
y confundió una campaña electoral –el momento de presentar
propuestas sensatas que puedan interesar a franjas importantes de la
población– con el show televisivo del club de la comedia, para el
que demostró eso sí estar particularmente dotado. Su resultado
electoral ha sido el peor de la historia de su partido.
11 candidatos de Vox han conseguido entrar en el parlamento catalán.
Algunos pensarán que son pocos para un parlamento tan grande. Lo
dicen porque desconocen que lo que ha entrado, en realidad, es una
auténtica vacuna.
Cataluña: en el lodazal de Artur Mas y Rajoy
Diego Vigil de Quiñones okdiario
17 Febrero 2021
Hace dos semanas, les dije que el centro derecha constitucionalista
estaba entre las cuatro fuerzas en cabeza de Cataluña. La semana
pasada me atreví a aventurar que las derechas darían la sorpresa. Es
evidente que me equivoqué, salvo con Vox (que ha dado la sorpresa, y
es la cuarta fuerza). Pero no porque ese voto no exista, sino porque
ha decidido abstenerse. ¿Como se ha podido llegar al esta situación?
Creo que estos lodos provienen de los polvos de dos personajes
especialmente responsables: Mariano Rajoy y Artur Mas. Lo que hoy
vivimos es consecuencia directa del modo en que se enfocaron la
política post-crisis de hace diez años.
Como recordarán, la pasada crisis dio al traste con la economía
española tras años de presupuestos expansivos. El PSOE de Zapatero
perdió el gobierno a manos de una mayoría absoluta de Mariano Rajoy.
Poco después, en Cataluña Artur Mas logró desalojar al tripartito de
PSC-ERC-ICV.
Mariano Rajoy llegó a la Moncloa por la crisis económica, sí, pero
también a lomos de la rebelión cívica contra las políticas del
Gobierno de ZP en materias de educación, familia y vida, ruptura del
consenso constitucional y política antiterrorista. Una vez en el
poder, se limitó a ser el administrador concursal de la España del
PSOE: saneó las cuentas, pero no dio batalla cultural alguna. Por
ello, en cuanto la situación volvió a relativa normalidad económica,
se volvió a imponer la realidad: la España socialista seguía
intacta, y recuperó el poder. Pero la rebelión cívica no sólo no
desapareció, sino que hizo frente al proceso independentista con más
determinación que su timorato presidente. Fruto de ello, emergió
Vox, el partido que hoy triplica en escaños al PP en el Parlament.
La cobardía ideológica de Rajoy tuvo en Cataluña una versión
alternativa. Artur Mas tampoco dio la batalla cultural. Pero se sacó
de la manga un as: el problema catalán no era el socialismo, sino la
pertenencia al Estado español, y por ello era el momento para la
independencia. El nacionalismo convergente aguantó el poder algo más
que el PP. Pero al final el monstruo que creó le ha devorado: el
PDeCat ha desaparecido a manos de Junts, y el nacionalismo de centro
ha perdido por primera vez frente a Esquerra.
En los últimos meses, no han faltado voces que dicen que no hace
falta dar batalla cultural alguna, que el socialismo se combate
gestionando mejor (…). El resultado de ese planteamiento está a la
vista: si no se combate ideológicamente, de nada sirve la gestión,
pues el socialismo siempre vuelve, gracias a su hegemonía cultural,
para deshacer lo hecho. Algo que debería hacer pensar a la derecha
pompier: si no van a apoyar la batalla cultural por su justicia,
deberían apoyarla al menos por su utilidad (para que el socialismo
no vuelva al poder constantemente).
Las derechas (en sentido amplio e impropio) fueron incapaces de
quitar el polvo, e incluso echaron más del que había (procés). Llegó
la lluvia, y con ella el lodazal. Un lodazal en el que los votantes
de esas derechas no han desaparecido. Simplemente se han ocultado,
pues el camino que se les ofrecía se ha mostrado gravemente
infecundo. Otros vendrán capaces de sacarles de casa a volver a dar
la batalla. Vox tiene un recorrido inmenso en Cataluña si se piensa
en el número de votos abstenidos. La burguesía catalana encontrará
nuevos caminos ya iniciados como el PNC de Marta Pascal, Lliures o
la Lliga. Pero de momento, queda el lodazal causado por dos
personajes cuya responsabilidad ya es histórica.
Auge, ambición y caída de Ciudadanos
El partido de centro izquierda que jugó a ser el líder de la derecha
José Antonio Fúster https://gaceta.es
17 Febrero 2021
En un recorrido de urgencia por lo que ha sido aquella gran
esperanza llamada Ciudadanos que hoy se extingue como la llama de
una vela votiva, hay que partir del hecho cierto de que siempre fue
una opción de centro-izquierda. Es verdad que al principio,
despojado de etiquetas, desnudo como aquel cartel electoral de
Albert Rivera, los catalanes vieron en aquellos ciutadans una
alternativa fresca, antinacionalista, transversal, no contaminada
por los pactos vergonzosos del Partido Popular con el nacionalismo
expoliador pujolista.
Aquel Ciutadans, nacido de una conjura de intelectuales catalanes
socioliberales antinacionalistas estupefactos por el
anticonstitucionalismo del PSC y por el desaguisado que para
Cataluña suponía el modelo asimétrico de ruptura de la convivencia
de Rodríguez Zapatero, había tomado la calle y hablaba con una voz
autorizada sobre los desastres del nacionalismo, manejaba la palabra
España sin empacho y apostaba por un modelo macroeconómico liberal
con toques sociales. En su contra, la sensación de que abusaba de
las encuestas sociológicas para definir su programa social. Meras
descargas de fusilería cuando uno es un partido de ámbito regional.
El éxito en Cataluña cegó a Albert Rivera, que se lanzó al agua al
primer canto de sirena y se dispuso a tomar Madrid. First we take
Manhattan, etc.
Madrid, rompeolas y tal, aceptó que los socialdemócratas de
Ciudadanos ahogaran a UPyD, el primer partido de centroizquierda
nacional que mereció ese nombre pero cuya líder, la exsocialista
Rosa Díez, mantenía una distancia insalvable con el PSOE, quizá
porque los conocía demasiado bien. Millones de votantes en toda
España vieron que Ciudadanos podía ser una benéfica bisagra que con
su programa en la mano y una capacidad notable de pacto, rompiera
los oligopolios y caciquismos creados por el bipartidismo y, lo que
es también interesante, que sirviera para disminuir la altísima
capacidad de chantaje del nacionalismo del que los españoles, de los
que quieren ser libres e iguales, están hartos.
Ya instalado en el Congreso de los Diputados —sin abandonar el
partido en Cataluña que estaba en manos de una estrella como Inés
Arrimadas que subía a la tribuna del Parlament y decía cosas que
jamás se habían escuchado en ese templo del cinismo—, el equipo de
Albert Rivera, que en todas las tertulias, debates y desayunos con
la prensa hacía protestas de centroizquierdismo (incluso cuando no
venía a cuento), recibió un mandato inequívoco de sus votantes. El
mandato de moderar a un Partido Socialista desbocado, catastrófico
para la economía, que con su positivismo jurídico pecesbarbiano y
revanchista despreciaba los logros de la Transición, la memoria de
los muertos y el sufrimiento de las víctimas del terror
nacionalista. Y a ello se aplicó Rivera, cabalgando las veletas que
hicieran falta.
El mandato incluía una segunda parte: impedir la llegada del
comunismo de corte castrochavista al poder. Ese comunismo morado que
venía camuflado en la indignación del 15-M.
Para cumplir con el mandato, Ciudadanos abandonó sus posiciones
fundacionales socialdemócratas y se pasó al liberalprogresismo
(primos hermanos). Como todo es bueno para el convento, fue
recompensado en votos y escaños. Es cierto que Rivera intentó pactar
con el PSOE desde posiciones evidentes —una vez más— de
centroizquierda. Incluso llegó a un principio de acuerdo con el
socialismo de corte sanchista, foto incluida. Es decir, logró pactar
con la nada aunque luego todo quedara en nada. Aquel esfuerzo
ímprobo también fue recompensado.
Pero entonces llegó el gran error de Albert Rivera y de todos los
que le jalearon, incluidos líderes europeos como Macron. Cegado por
la ambición, y sin nadie subido a su cuádriga que le recordara que
era mortal, sustrajo a Inés Arrimadas —qué error, qué inmenso error—
del liderazgo del primer partido en escaños y en afectos en Cataluña
y preparó un equipo de ensueño para asaltar, no el socialismo, sino
el centroderecha español. La ambición de Rivera había olido la
sangre de un Partido Popular debilitado por la corrupción, por su
incapacidad para trasladar mensajes y por la vacuidad de Mariano
Rajoy.
Contaba la vanidad de Rivera con la ventaja de que el Partido
Popular se negaba con machacona insistencia a identificarse como
derecha, despreciando a los votantes conservadores e incluso a los
liberales unionistas y reivindicando el reformismo que nadie jamás
ha entendido y que tan ‘magníficos’ resultados le dio a la llamada
«Operación Roca» (0,96 por ciento de votos y cero diputados).
Ese asalto comenzó con el abuso de la tribuna del Congreso para
soltar andanadas contra el sanchismo jugando a liderar la Oposición.
Insistimos en que no era ese el mandato de los votantes de
Ciudadanos, que era el de tratar de moderar incluso lo inmoderable.
Pero cuando uno es de centroizquierda, sobre todo cuando el centro
es hoy un punto geográfico que está más a la izquierda que el PSOE
de 1982, cuando uno jalea políticas identitarias como el feminismo,
cuando uno no se atreve a contradecir leyes como la de Violencia de
Género, cuando abrazas la eutanasia deshumanizadora y te agarras a
la perversión libertaria que supone aceptar los vientres de
alquiler, cuando te niegas a intervenir la cadena de televisión
pública (TV3) que jaleó el golpe del 1 de octubre; cuando no
denuncias chiringuitos ideológicos porque necesitas que te permitan
estar en la cabecera de las demostraciones del Orgullo, cuando no
defiendes la libertad de los padres a elegir la educación de sus
hijos, cuando tu voto es metropolitano y te olvidas de suburbios y
pueblos, cuando te llenas la boca de etiquetas como «ultraderecha» y
se te nota el repelús que te da salir en una foto con un partido
democrático como VOX; cuando aceptas Europa como un ídolo de oro al
que sólo puedes adorar y jamás criticar, entonces no puedes tratar
de asaltar el centroderecha. Punto.
Los diez escaños de 2019, cenizas de lo que pudo llegar a ser el
gran partido de centroizquierda nacional que mandara al socialismo
al rincón del olvido (como ha pasado en Francia y en Grecia),
demostraron que “ambiciones” no era solo el nombre de la finca de la
Pantoja. Y Rivera, en la primera decisión lúcida desde hacía tanto
tiempo, dimitió. Y con él, muchos de los suyos y gran parte de lo
mejor que tenía aquel partido como el impagable Girauta y el lúcido
Marcos de Quinto.
Diez escaños en Madrid contra un Gobierno Frankenstein no es nada.
Seis diputados contra el secesionismo rampante en Cataluña, es
insuficiente. Es cierto que hubo quien antes de dar un portazo en la
sede de Ciudadanos pidió que el partido se replegara a Cataluña y
que Inés Arrimadas liderara la vuelta a los orígenes, por supuesto
pidiendo perdón por haber abandonado Barcelona. Pero (de ahí el
portazo) había mucha poltrona que conservar aquí (en Madrid) y allí
(en Andalucía, Castilla y León o Murcia). Ciudadanos ya era un
partido del establishment y aquellas voces no fueron escuchadas.
Los resultados en Cataluña del pasado domingo, con covid o sin
covid, e incluso con el manifiesto de los padres fundadores de
Ciudadanos reclamando la vigencia de la formación, abocan a
Ciudadanos a una refundación por su inutilidad actual. Es verdad que
seis diputados y grupo propio para una opción laminada por la prensa
subvencionada catalana y que pasó de Rivera y Arrimadas a Carrizosa,
no están tan mal si los comparas con el Partido Popular, pero
también es cierto que es el mayor desastre electoral en términos
relativos desde la descomposición y muerte de la Union de Centro
Democrático.
Lo cual, visto desde cualquier perspectiva, ofrece un futuro
sombrío. Sobre todo cuando no tienes un edificio al que echarle la
culpa.
Por qué se abstienen los de Hospitalet
José García Domínguez Libertad Digital
17 Febrero 2021
Como ha ocurrido absolutamente siempre en la historia contemporánea
de la Cataluña autónoma, con la única excepción de los comicios
plebiscitarios previos al conato de independencia de 2017, la
población catalana de raíces familiares no autóctonas ha vuelto a
abstenerse de modo estadísticamente significativo. Como siempre, sí.
Pero, ojo, conviene no olvidar que estamos hablando de electores,
esos crónicamente indiferentes a quien dirija el Gobierno de la
Generalitat, que en su inmensa mayoría han nacido en Cataluña (los
miembros de la generación de aquellos inmigrantes meridionales que
arribaban en oleadas a los suburbios de Barcelona y sus alrededores
a principios de los sesenta, o han muerto ya o son octogenarios).
Rasgo, el arraigo territorial que cabe presumir a gentes que nunca
han habitado en un entorno distinto al suyo actual, al que habría
que añadir la circunstancia nada baladí de que todos ellos, los
integrantes de esa cohorte poblacional descendiente de la
inmigración interna de los sesenta, han sido educados íntegramente
en Cataluña e íntegramente en catalán.
Bien, pues siguen absteniéndose en las elecciones domésticas
exactamente igual que hicieran sus padres. Exactamente igual. A
menos que estemos muy a punto de que se declare una guerra civil con
muertos por las calles, la situación que vivimos tan de cerca en
Cataluña hace cuatro años, ellos no votan. Sus padres votaban por
norma al PSOE en las generales y, también por norma, se quedaban en
casa en las autonómicas porque creían que eso, la Generalitat, era
solo para los catalanes (y ya sabemos lo que significa la voz
catalanes). Pero ellos, a diferencia de sus padres, no sólo lo
creen; ellos lo saben. ¿Por qué tendrían que mostrar interés por
votar si, gobierne quien gobierne, ya sean los separatistas o los
socialistas del PSC, más del 95% de los cargos públicos de la
Generalitat, desde los consejeros del Gobierno y los diputados hasta
el último responsable político de cualquier departamento, poseen
exclusivamente apellidos autóctonos. ¿Cómo van a considerar que TV3,
con miles de empleados en nómina, sea su canal público de televisión
si Julia Otero fue la única charnega que logró colarse en su
parrilla de programación desde que se fundó la cadena hasta hoy?
Porque no son estúpidos. Simplemente, tienen ojos en la cara.
Cataluña y como siempre
Antonio García Fuentes Periodista Digital
17 Febrero 2021
Oigo a “unos y otros y veo el percal”; y mi visión del problema, no
cambia, puesto que sigue siendo el mismo de antes de las elecciones;
y es simple; o sea que Cataluña (también Vascongadas) quieren seguir
explotando a España como colonia de ellos, que es lo que han venido
haciendo llevan siglos. O sea, que es mentira que quieran una
independencia, que como tal, les sería costosa y problemática;
además que no la pueden obtener, por cuanto constitucionalmente no
es posible; y España llegado el momento y aún sin quererlo, “los que
gobiernen”, no tendrían más remedio que ocuparlas militarmente y por
descontado, “quitarles los privilegios que tienen”; y que no debían
tener, puesto que en una democracia, no caben privilegios para
nadie, aunque los tengan, precisamente porque esto que nos oprime,
NO ES UNA DEMOCRACIA.
A Cataluña y vascongadas, les ha venido muy bien, el dinero del
resto de España, para mantener su supremacía económica y social; y
lo han conseguido de múltiples formas, incluso a Franco, al que
critican “ladinamente”. En la nueva época lo estamos viendo
constantemente, puesto que aprovechan cualquier ocasión, para
pegarse al dinero del resto de España, como “ladillas o
sanguijuelas”, y llevárselo sin regomello o pesar alguno, puesto que
en este mundo, “el dios máximo sigue siendo el dinero”; y van por él
al precio que sea. Siguen siendo “la lepra catalanista”, como ya lo
sentenciara Vicente Blasco Ibáñez, en un artículo de igual titulares
y hace más de un siglo y el que lo pueden leer en la dirección que
les dejo, puesto que está en Internet:
https://www.eldiestro.es/2019/05/la-lepra-catalanista-articulo-de-vicente-blaco-ibanez-publicado-el-13-de-junio-de-1907/
Sobre Cataluña que es a lo que hoy principalmente me refiero, me han
regalado estas navidades un libro, muy curioso e ilustrativo;
escrito por un catalán que firma con seudónimo, pienso que por miedo
a enfrentarse a sus paisanos y que lo maten. El libro se titula
“Catalunya para Marcianos”, lo firma, Jaume Pi i Bofarull” y lo han
editado en Barcelona, por la editorial Planeta año 2018; pues la
realidad, es que hay más catalanes que quieren seguir siendo
españoles, que renegados, de una patria común. En dicho libro, se
relata “la historia” de los separatistas catalanes y todas sus
argucias y perversidades, para justificar lo injustificable; y lo
que ocultan, con toda intención y perversidad, puesto que, “esos
separatistas”, llegado su victoria, lo que quieren es algo así como
un “feudalismo”, para explotar a sus vasallos como ya lo hicieran
cuando fueron condados feudales; y la prueba reciente, la tenemos,
en, “la muy honorable familia Pujol y sus abundantes pujoleros, y el
dinero en masa que se han llevado, principalmente los primeros”; o
sea lo que digo, del “dios dinero y nada más”.
Pero hay más; o sea que hoy tienen acumulada una deuda pública
enorme y que como no pueden pagarla, seguro que lo que traman, es
que se la paguemos el resto de españoles, como les pagamos “sus
olimpiadas, así como tantísima obra pública como les hemos pagado”;
y a pesar de ello, tienen la osadía de difundir una de sus grandes
mentiras, o sea, que , “España les roba”; lean, lean el citado
libro, que ahí tendrán elementos de juicio abundantísimos, para
conocer la realidad cruda y dura de las relaciones, “Cataluña
España”, siempre ventajosas para los primeros; unas veces por
“lloros y otras imponiendo sus fuerzas, puesto que no olvidemos de
sus bandas de asesinos terroristas, que aún colean”.
Y como esto lleva siglos ocurriendo y no ha tenido solución, yo dudo
que la vaya a tener, al menos en un tiempo prudencial, puesto que
les antecedentes nos lo dicen; y reitero, lean el libro que cito y
háganlo despacio y tomando notas.
Y aun leyéndolo, seguro que faltan cosas por decir; entre ellas, que
nada menos que derrotado Napoleón y agradeciendo las ayudas, que el
pueblo español aportó a ello, los ingleses “agradecidos”, ofrecieron
al idiota rey Borbón que ocupó el trono en 1815, le ofrecieron hacer
navegable el río Guadalquivir desde Sevilla a Córdoba; cosa que
impidieron los catalanes (1), alegando, que lo que los ingleses
querían, era “introducir sus paños y tejidos a través de esa vía, en
el resto de España”; y por ello el Guadalquivir, sigue estando como
en aquella época, de Sevilla a Córdoba.
(1) Lo refleja el profesor D. José Manuel Cuenca Toribio, de la
Universidad de Córdoba, en uno de sus libros; y el que lo puede
confirmar, puesto que aún vive.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más) y
http://www.bubok.es/autores/GarciaFuentes
Cómo ganarle las próximas elecciones a los nacionalistas
Irene González vozpopuli.es
17 Febrero 2021
Resulta inevitable recordar en estos días el profético título del
libro de Rafa Latorre, “Habrá que jurar que todo esto ha ocurrido”.
El título hace referencia también a lo increíble que nos resultaba
creer que en verdad sucedieron aquellos episodios terribles del
procés en 2017, incluso aunque se diera la circunstancia de que
muchos fuimos testigos directo y presenciales. “¿Cómo es posible que
hayamos llegado hasta aquí?”, era la pregunta que tantos se hacían
en ese tiempo, especialmente todos aquellos que habían mirado hacia
otro lado durante cuarenta años. Los que practicaron la política del
“apaciguamiento” son los que nunca entendieron nada, junto a quienes
compartieron siempre los postulados del nacionalismo.
Aún es difícil creer aquellos hechos, pero más escarpada se vuelve
la realidad si atendemos a lo que ha sucedido en estos tres años,
que tiene un claro reflejo en los resultados electorales de este
domingo. Ahora quien en verdad se pregunta “¿cómo es posible que
hayamos llegado hasta aquí?” es el constitucionalismo que ganó unas
elecciones históricas. Entonces hubo manifestaciones de un millón de
personas de la Cataluña no nacionalista y se frenó la parte más dura
y frontal de un golpe de Estado.
¿Hubo o no hubo golpe?
Lo que explica la realidad actual de lo que entonces fue el
constitucionalismo -hay que hablar en pasado- es que unos han negado
que se diese un golpe de Estado y así poder sumarse a él, y otros
han vivido en la ficción de que el golpe fue derrotado, y así poder
abandonar.
Después de la asonada de 2017, hubo muchas cosas que no se asumieron
y por la reacción de los perdedores de estas elecciones, no parece
que lo vayan a hacer ahora. Inés Arrimadas llegó afirmar que “en
política no todos los días son de fiesta”. Lo primero que ha de
hacer la España no nacionalista para poder revertir la situación de
derrota es asumir el escenario que ella misma ha provocado, antes de
elaborar una estrategia para abordar las posibilidades de una futura
victoria.
Uno de los primeros factores que se han de tener bien claros es que
el golpe de Estado se ha trasladado al ámbito nacional. En 2017,
únicamente se detuvo la embestida del nacionalismo contra el Poder
Judicial, uno de los pilares de carga del edificio constitucional.
El resto de las ramificaciones del ataque a las instituciones
democráticas permaneció intacto, especialmente el flujo de la
financiación desde el Presupuesto estatal así como la ausencia de
Política (en mayúsculas) por parte de los demócratas frente al
relato falso y victimista de los totalitarios sublevados. Esta
situación provocó que el independentismo cambiase su estrategia,
puesto que mudó de escenario. Se trasladó a La Moncloa en la moción
de censura del 2018 que llevó a Pedro Sánchez a la Presidencia del
Gobierno de España con el apoyo desde prisión del principal
dirigente del golpe de Estado, Oriol Junqueras.
Desde ese día, y no desde la llegada de Podemos al Gobierno un año
después en las elecciones del 2019, se debe situar al PSOE en el
bloque del nacionalismo. Todos los calificativos que ha recibido
después, independentismo y ahora republicanismo, son mejores nombres
para definir lo mismo.
Hay quien sitúa el enloquecimiento del PSOE en aquel momento, pero
si su posicionamiento se debe a una pérdida de la razón, ésta hay
que buscarla muchos años antes. Los antecedentes del socialismo con
el nacionalismo en nuestro país son inequívocos. Su colaboración ha
ido estrechándose con los años por ese sectarismo compartido, el
rechazo a la nación española.
Las negociaciones de Illa
Es algo innegable. El PSC gana unas elecciones e implora a ERC
entrar a formar Gobierno y no al revés. La justificación es formar
un gobierno de izquierdas, palabra mágica en este país para
justificar cualquier cosa en política, dentro o fuera de la ética o
la legalidad, abandonando lo que un día significó. Hay que recordar
que ERC es el único partido que ha tenido autodeclarados
supremacistas blancos como dirigentes. Salvador Illa se sienta a
hablar con la CUP pero no con Vox. El eje de poder del PSOE transita
por los nacionalismos regionales a los que no disputa el poder, sino
que se mimetiza con ellos en una unión indisoluble.
Asumir que el bloque constitucional del 2017 ha mutado a un bloque
no nacionalista en el que no se encuentra el PSOE, que está
liderando un proceso constituyente para que el nacionalismo pueda
llevar a cabo sus pretensiones, es el primer paso para poder detener
el proceso de degradación democrática.
Otra cuestión a asumir antes de que sea tarde es el triunfo de la
ETA en las elecciones catalanas. En el competitivo campo del
esperpento nacionalista, uno de los más reseñados actos de la
campaña de ERC tuvo a Otegi de protagonista, junto a Oriol
Junqueras, mano a mano. El condenado por dirigir un golpe de Estado
había obtenido un permiso penitenciario para participar en mítines
en los que arengaba a sus fieles en el “lo volveremos a hacer”. La
presencia de Otegi era la plasmación del camino a seguir, tal y como
declaró Marta Rovira. Otegi acudió a Cataluña a ensayar su futura
campaña como lehendakari, junto con los presos etarras a quienes
envió cartas para su implicación con Bildu. Ser un delincuente
contra la democracia resulta rentable electoralmente en algunas
zonas de España. ERC ha ganado a Junts porque ha movilizado a más
votantes con la bandera de los presos a pesar de la buena campaña de
Borrás. Esta situación está normalizada en los medios de
comunicación nacionales. No es la TV3 o la EiTB, son TVE o La Sexta
las que entrevistan a Junqueras en la cárcel como el que acude a su
despacho del Parlamento.
El nacionalismo, junto con lo que se ha venido a llamar el proyecto
de mutación constitucional, está organizado actualmente en el
triángulo Cataluña, País Vasco y La Moncloa. Es necesaria una
agrupación de la alternativa demócrata no separatista. No
necesariamente bajo unas mismas siglas en un primer momento, sino
bajo un proyecto. Una estrategia conjunta incluso de distintos
partidos e ideologías, que represente la alternativa y la
resistencia de un movimiento cívico. Para empezar a ganar las
siguientes elecciones hay que empezar a asumir que se han perdido
estas, así como el escenario real en el que se van a producir las
siguientes. La estrategia es crear el marco favorable para ganarlas,
no establecer estrategias dentro del marco que Iván Redondo
despliegue. La España demócrata y no nacionalista está cansada de
perder, hay que empezar a planificar la victoria.
Un paso más hacia el adoctrinamiento
Baleares quiere que la educación de 0 a 3 años sea pública y
gratuita para hundir la privada e imponer el catalán
Tomeu Maura okdiario
17 Febrero 2021
Nuevo órdago educativo pancatalanista en Baleares. El anteproyecto
de la Ley de Educación, presentado el pasado 23 de diciembre por la
Conselleria de Educació ante el Consell Económic i Social (CES), y
al que ha tenido acceso OKDIARIO, aconseja convertir en gratuito el
primer ciclo de enseñanza infantil, que comprende a los niños de
entre 0 a 3 años. El objetivo es implantar la lengua catalana desde
el primer momento en el que los niños pisen un centro educativo,
aunque ni siquiera sepan hablar.
“Entendemos que esta etapa educativa debería ser íntegramente de
gestión pública y gratuita”, manifiesta expresamente el anteproyecto
de ley, cuyo último registro se produjo el pasado 19 de enero. En
caso de que salga adelante -y ya cuenta con los votos necesarios- va
a suponer un golpe frontal contra los centros privados destinados al
primer ciclo de enseñanza infantil -básicamente guardarías-, que no
podrán competir con el “gratis total” que pretende implantar la
Conselleria de Educació. Por supuesto pueden optar a ayudas
concertadas, pero siempre que acepten el sistema impuesto por los
talibanes pancatalanistas al servicio del Pacte de Progrés de
Francina Armengol, condición que ya han rechazado varias guarderías
de Palma, que quieren seguir siendo -mientras puedan- absolutamente
independientes.
Una edad crucial para el desarrollo
“El grado de desarrollo cognitivo y emocional que experimenta un
niño durante la edad de 0 a 3 años es de una relevancia crucial”,
cita explícitamente el anteproyecto. La intención es que no haya
otra posibilidad para los niños que ser educados en catalán estándar
desde el primer día, sin opción además para los padres, a los que se
les niega la opción de elegir la lengua castellana pese a ser uno de
los dos idiomas oficiales de las Islas Baleares.
A este respecto, llama la atención que en uno de los puntos del
anteproyecto recoja la prohibición de “establecer criterios
discriminatorios por razón de nacimiento, sexo, religión o raza”,
pero en cambio no se permita ni a los alumnos ni a sus padres
escoger otra lengua que no sea la catalana. De hecho, en el punto 18
se recoge expresamente “la garantía de dotar de los recursos
necesarios para hacer efectivo el derecho del acceso al uso y
dominio de la lengua catalana al alumnado no catalanoparlante”.
El borrador elaborado por la Conselleria de Educació llega hasta el
punto de limitar el poder de decisión de los padres sobre la
educación de sus hijos negándoles tanto el derecho a la libre
elección de centro como la implantación del pin parental, que según
el anteproyecto obedece “a las recientes problemáticas generadas
maliciosamente por un partido político de extrema derecha”. “Por tal
motivo creemos necesario e indispensable establecer un marco de
delimitación claro de este derecho de participación de las familias
para no dar cabida a posibles sistemas anti educativos y anti
democráticos”, sentencia el anteproyecto.
Hay que recordar que el porcentaje de abandono escolar en Baleares
es muy superior a la media de todo el Estado. En el año 2018 la tasa
de abandono era del 24,4%, 6,5 puntos por encima de la media del
país. Se trata de la segunda tasa más alta de España, sólo superada
por Ceuta y Melilla, que llegaron al 26,5%. La implantación
obligatoria del catalán es una de las principales razones del
fracaso escolar en Baleares, una Comunidad en la que se le niega a
los padres no sólo la libre elección de centro, sino también la
lengua en la que van a ser educados sus hijos.
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