Recortes de Prensa  Sábado 11 Junio 2022

Los peligros de perder la guerra para Rusia: los antecedentes que pronosticarían una gran crisis en Moscú
Más de cien días después, las tropas rusas no son capaces de proclamar su victoria en Ucrania, y un giro del conflicto sería un gran destrozo para Putin
ANTONIO AÑOVER. LR. 11 Junio 2022

Dice un antiguo dicho que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Por los siglos de los siglos, todos los territorios, por ejércitos fuertes que tuvieran, han sufrido graves derrotas que han provocado pérdidas de regiones, conquistas o colapsos de imperios que parecían inexpugnables. Rusia (también llámase Unión Soviética o Imperio Ruso) es una de ellas.

Hitler o Napoleón, por ejemplo, quedaron tocados, y sobre todo perdieron mucho más que simples batallas, cuando llegaron a territorio ruso. Pero los rusos también sufrieron derrotas a lo largo de la historia que supuso atrasos, conflictos internos y pérdidas de territorio. Episodios que podrían pronosticar serios problemas para Rusia si no consiguiera una victoria en la guerra de Ucrania. Algunas de las peores derrotas de los rusos son:

Invasión mongola (1237-1240)
A principios del siglo XII, los ejércitos mongoles se encontraron el estado ruso fragmentado e incapaz de resistir a los invasores mongoles. Los principados fueron cayendo bajo las tropas mongolas, que provocó destrucción, aniquilación o vasallaje de gran parte de la población. Esa derrota provocó que Rusia sufriera un atraso en su desarrollo, tras depender tanto política como económicamente del Imperio mongol. Se necesitaron decenas de años hasta que el país pudo restablecer su economía y cultura.

Kyiv, que fue tomada por los mongoles en 1240, nunca volvió a recuperar su estatus como la ciudad más importante de la antigua Rus. Mientras tanto, los principados occidentales como Smolensk, Kursk y los territorios actuales de Ucrania y Bielorrusia cayeron bajo la esfera de influencia del estado lituano, que finalmente acabó por absorberlos. Asimismo, provocaron numerosos conflictos entre el estado ruso y la Mancomunidad de Polonia-Lituania, las cuales llegaron incluso al siglo XX (entre Polonia y la URSS).

Guerra Livona (1558-1583)
El actual conflicto entre Ucrania y Rusia, con las importantes disputas por el control del Mar Negro, tiene un símil unos siglos más atrás. En 1558, Iván el Terrible comenzó una guerra contra la Confederación Livona (las actuales Estonia y Letonia), que en esos momentos estaba débil. El objetivo era capturar sus puertos y aumentar la presencia del Gran Ducado de Moscú en la costa del Báltico, un paso importante ya que el estado ruso tenía un acceso pequeño poco desarrollado a este mar.

La guerra se prolongó durante más de veinte años, y contra todo pronóstico, acabó con la derrota rusa. El primer periodo había sido un éxito, y sus tropas tomaron una parte significativa de la Conferencia Livonia. Pero otras potencias no veían con buenos ojos este crecimiento, y Rusia entró en guerra contra Suecia y el Gran Ducado de Lituania, que en 1569 se unió con Polonia, que a partir de entonces, se postularon como nuevos y poderosos enemigos de su frontera.

La economía rusa quedó destrozada y los territorios noroccidentales, despoblados. Todas las tierras que se habían tomado a Livonia se perdieron. Moscovia también perdió territorios en Finlandia y la mayoría de sus posesiones en el Golfo de Finlandia. Lo único salvable del conflicto: una pequeña franja de tierra en el estuario del río Nevá, aunque no proporcionaba un buen acceso al mar.

Guerra ruso-otomano (1710-1713)
Al contrario que Iván el Terrible, Pedro I logró victorias donde el primero había caído derrotado. Derrotó a Suecia y se anexionó sus tierras en el este del Báltico (Estonia, Livonia e Ingria) tras la firma del Tratado de Nystad de 1721.

Tras la victoria rusa en Poltava en 1709, el rey sueco Karl XII fue a la ciudad de Bender (actualmente en Moldavia), que entonces estaba bajo control otomano. El sultán Ahmed III quería echar a los rusos del fuerte de Azov, en la costa del mar de Azov, que Pedro el Grande había conquistado en 1695-96 para conseguir acceso al Mar Negro a través del estrecho de Kerch. Tras tensas negociaciones entre el zar y el sultán, los otomanos declararon la guerra a Rusia en 1710.

Un año más tarde, el ejército ruso quedó rodeado por 190.000 tropas otomanas y crimeas en Besarabia (actual Moldavia). El zar se vio obligado a aceptar las humillantes términos que le proponía el sultán para evitar la destrucción. El conflicto finalizaría con el Tratado de Prut.

Rusia cedió Azov al Imperio otomano, perdió acceso al Mar Negro, se quedó sin control sobre los cosacos de Zaporozhie y, la peor de las consecuencias, vio como la Flotilla de Azov quedaba destruida, con cientos de barcos que quedarían hundidos. Con todo ello, Rusia se vio obligada a empezar de cero su política exterior en el sur del país.

Guerra de Crimea (1853-1856)
Similar al conflicto de Livonia, la Guerra de Crimea comenzó con éxito ante un rival débil, pero acabó sufriendo una derrota ante una coalición de grandes poderes.

Según el Tratado de París de 1856, Rusia no perdió mucho territorio, aunque se quedó sin el derecho a contar con una flota en el Mar Negro. También dejo de reivindicar la protección de los cristianos en el Imperio otomano, cediendo a Francia este derecho, perdió influencia en lugares como Moldavia, Serbia o Valaquia (al sur de Rumanía) y supuso un golpe para el sistema financiero del Imperio ruso, que se vio forzado a imprimer crédito sin asegurar debido a las grandes deudas por la guerra, lo que provocó la depreciación del rublo.

Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Octubre de 1917, la fecha en la que el Imperio ruso colapsó. Las 1,7 millones de víctimas fueron solo el inicio de una carnicería mayor, y el 3 de marzo de 1918, la guerra civil sumergió al país en un escenario de mayor violencia y destrucción.

La desaparición del Imperio provocó la aparieción de nuevos países. Se restableció la independencia de Polonia, mientras que Finlandia, Lituania, Letonia y Estonia fueron estados por primera vez en su historia, mientras que Rumanía se anexionó Besarabia. La pérdida de casi 850.000 kilómetros cuadrados y una población de 31,5 millones de personas fue el saldo de aquella derrota.

La situación geopolítica de Europa del Este actual está caracterizada por las complicadas relaciones entre los países que surgieron de las ruinas del Imperio ruso en 1918, así como la posterior formación, desarrollo y destrucción de la Unión Soviética.

La dura realidad económica se va imponiendo

Lagarde anuncia sucesivas subidas de los tipos hasta que la inflación esté en el 2% a medio plazo

JOSÉ MARÍA ROTELLAR. Okdiario. 11 Junio 2022


Por mucho que el Gobierno se empeñe en mantener que la economía española evoluciona muy favorablemente, la realidad es bien distinta. Todavía no se percibe claramente porque se parte de una situación en la que se había deteriorado mucho, de manera que la recuperación desde aquellos niveles no ha dejado ver el problema real, pero ahora sí que, desgraciadamente, se ve que la economía española ha quedado muy dañada en sus fundamentales y que está sostenida por el gasto público, los fondos europeos -es decir, más gasto público-, por el ahorro acumulado en los meses duros de las restricciones y por los ERTE.


La EPA dio el primer aviso, con una destrucción de más de 100.000 puestos de trabajo en el primer trimestre, que era fruto lógico de la intensa ralentización del crecimiento trimestral del PIB que ofreció el INE, que se quedó en el 0,3% trimestral. Por su parte, las industrias están parando su producción por el incremento de costes energéticos, así como del empeoramiento de expectativas, que les hace pensar que el consumo disminuirá por prudencia de los consumidores. De esa manera, el Índice de Producción Industrial cayó un 0,4% en abril. Y esas malas expectativas tienen su reflejo también en la creación de empresas, que en abril descendió un 8,2% interanual.


Es lo que vienen reflejando todas las instituciones que realizan predicción económica. Una de las últimas ha sido la OCDE, que revisa a la baja las previsiones de crecimiento para España, para dejarlo en el 4,1% para 2022 frente al 5,5 % que había estimado en diciembre. Mientras, la inflación media se irá al 8,1% -frente al 3% previsto anteriormente.


Para 2023, también rebaja el crecimiento y lo deja en el 2,2%, con una inflación del 4,8%. Este dato de 2023 es muy preocupante, porque eleva la previsión de inflación alta sobre las del resto de instituciones. Eso quiere decir que la OCDE estima que la inflación se puede volver estructural, y alerta de la espiral precios-salarios.


Rebaja, asimismo, el crecimiento para toda la eurozona, más que para España, pero porque venimos de niveles más bajos, de manera que seguimos siendo los más rezagados en volver a niveles de PIB anteriores a la pandemia. Además, el menor crecimiento de Alemania y Francia nos puede perjudicar mucho por disminución de exportaciones a dichos países.

La OCDE cree que la alta inflación y la incertidumbre van a reducir el gasto de las familias en España y que los cuellos de botella en el aprovisionamiento de semiconductores también limitarán la inversión privada y las exportaciones.


Eso desemboca en que considera que la tasa de paro volverá a subir, al prever que pase del 13,6% en 2022 al 13,9% en 2023. En cuanto a las finanzas públicas, cree que tiene que aplicarse una estrategia de ajuste fiscal a medio plazo para empezar a disminuir de forma gradual el déficit y la deuda pública, con una previsión de que el déficit bajará del 6,9% del PIB en 2021 al 5% en 2022 y al 4,2% en 2023, con una disminución de la deuda menor de lo que prevé el Gobierno y a niveles muy elevados: 118,6% en 2021, 115,6% en 2022 y 113,1% en 2023.


Igualmente, el Banco de España revisa a la baja sus previsiones económicas para España, de manera contundente. Así, deja el crecimiento del PIB español para 2022 en el 4,1%, en línea con la OCDE, con un recorte de cuatro décimas respecto a su previsión de abril y de 1,3 puntos respecto a la previsión de diciembre, hace sólo seis meses, hecho que muestra el deterioro intenso que sufre la economía.


España tiene un horizonte económico muy complicado. Sin reformas estructurales que agilicen su estructura económica; con un Gobierno sin política económica, más allá de gastar lo que no tiene y querer subir los impuestos; con una inflación desbocada, sin que el Ejecutivo cambie su fracasada política energética al tiempo que empeora el componente energético por su cambio de postura sobre el Sahara, que ha llevado a Argelia a suspender el Tratado de buena amistad y a prohibir las transacciones con empresas españolas, de manera que el gas que nos vende Argelia podría llegar a desaparecer, lo que tensaría los precios de la energía hacia arriba. Con las familias que no pueden poner la calefacción o el aire acondicionado o encender la luz, ni llenar el depósito del coche, y que cada vez, en el supermercado, compran menos por más dinero; y con las industrias perdiendo competitividad. Adicionalmente, a partir de julio, llega la primera subida de los tipos de interés anunciada por el BCE, de 25 puntos básicos, a la que seguirán más, parece que otra en septiembre, donde no se descarta que esa de otoño llegase a ser de 50 puntos básicos. El jueves, tras el anuncio del BCE, subía la rentabilidad del bono alemán en 10 puntos básicos y se disparaba la prima de riesgo española. Todo nos lleva a una situación muy complicada, con un Gobierno al que le supera esta situación, sin capacidad para sacar a España adelante.


Negacionismo económico

Editorial ABC. 11 Junio 2022


Cada vez que el Gobierno trata de tranquilizar a los ciudadanos con sus análisis y expectativas de los datos económicos, lo único que hace es incurrir en un cerril ejercicio de negacionismo de la profunda crisis que afecta a España. No es de recibo que cuando el repunte de cuatro décimas del IPC de mayo empuja la inflación hasta el 8,7 por ciento, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, diga a los españoles que «de momento no se aprecia una espiral inflacionista». Al principio la inflación iba a ser puntual; después iba a ser coyuntural; y ahora que empieza a convertirse en un severo problema que amenaza con lastrar estructuralmente a nuestra economía como mínimo hasta 2023, el Gobierno sostiene con sus tradicionales eufemismos que espera «una senda de desaceleración de la inflación».


Y no ocurre nada. A lo sumo, los sindicatos siguen exigiendo un alza de los salarios conforme al IPC -algo suicida- y apuntan a movilizaciones; eso sí, contra los empresarios, porque el Gobierno es intocable. No hace falta especular mucho sobre qué haría la izquierda si esta misma situación económica nos afectase con un Gobierno del PP o de Vox en La Moncloa. El incendio de las calles y las coacciones al Gobierno serían constantes.


El panorama resulta más que preocupante. La inflación subyacente -la que afecta a los precios ajenos a los combustibles y a la alimentación- se sitúa ya en el 4,9. El incremento de los precios en la alimentación es del 11 por ciento interanual, la mayor subida desde 1994; y los transportes se han encarecido el 14,9. Los carburantes son un 19,7 más caros que el pasado mes de enero, y un 32,2 por ciento más que en mayo de 2021. El Banco Mundial empieza a alertar de estanflación, y organismos como la OCDE o el Banco de España siguen revisando a la baja las expectativas de crecimiento de nuestra economía. En cambio, la respuesta del Gobierno sigue plasmándose en un triunfalismo mendaz e incomprensible. Es como si Sánchez pretendiera que la propaganda oficialista, convertida en un relato artificial, le funcionase siempre, creando la falsa esperanza de que la inflación está a punto de acabar. Ya sostuvo en otoño del año pasado que esta primavera se habría superado la fase inflacionista, y sencillamente no es cierto. Sánchez, como hizo ayer, puede anunciar cuantos ‘planes estratégicos nacionales’ quiera, y hasta figurar como el único presidente del planeta que lucha contra la obesidad infantil. Pero eso en un contexto de alarma europea por la crisis con Argelia, con el ministro de Presidencia citado a declarar por el caso Pegasus, con el litro de gasolina a dos euros, o con la inflación al 8,7 por ciento, suena ridículo. Y no porque no haya que luchar contra la obesidad infantil, sino porque empieza a ser irrisoria su capacidad de emboscamiento político, su negacionismo en definitiva, para no dar la cara ante el profundo agujero que su Gobierno está abriendo al bolsillo de los ciudadanos.


Esta etapa del sanchismo empieza a tener paralelismos miméticos con la etapa de decadencia de Rodríguez Zapatero en La Moncloa. Recluido junto a su núcleo duro, midiendo su presencia en la calle para no ser abucheado y restringiendo al máximo sus ruedas de prensa para no recibir preguntas incómodas, Zapatero inventó aquella célebre expresión de los ‘brotes verdes’. Y el PSOE empezó a ver ‘brotes verdes’ donde nadie veía más que una profunda crisis que amenazó incluso con una intervención de los ‘hombres de negro’ de la UE sobre nuestra economía. En plena campaña andaluza, Sánchez se fotografió ayer ante este demagógico lema: ‘En plan bien’. O está ciego o pretende cegar a los españoles. O ambas cosas.


Los pasotas y el efecto mariposa

Sánchez dinamita la cooperación en terrorismo, inmigración y energía con Argelia por rendirse a Marruecos

AGUSTÍN GARCÍA. Okdiario. 11 Junio 2022


A Juan Español, como a muchos amigos, cuñados y paisanos varios, no le interesa la política. Cuando surge algún debate de ese tipo, los pasotas como él defienden su desinterés con una de estas tres razones (o con las tres): la política es un rollo, a mí no me afecta o todos los políticos son iguales.


Y así, cuando Juan Español se entera de que, un lunes, el presidente del Gobierno la ha liado entre Marruecos y Argelia, piensa que a él no le va a afectar. Cuando el martes escucha que Argelia suspende sus relaciones comerciales con España dice que menudo rollo y cambia de canal. Nuestro Juan Español sigue con su vida y ya no se entera de que, el miércoles, Argelia ordena a los bancos congelar sus posiciones con España y se suspenden las operaciones comerciales.


Eso motiva que, el jueves, el encargado de compras de una empresa argelina llame al encargado de ventas de una PYME española y le diga que ya lo siente, pero que interrumpe todos los pedidos pendientes y futuros, y, en consecuencia, los de la PYME hacen números y deciden reducir la plantilla, por lo que, el viernes, el encargado de recursos humanos llama a un empleado y le dice, «Juan Español, por favor, venga a mi despacho».


Quizá Juan Español siga pensando que la cosa pública y estos artículos son un rollo, aunque seguro que ya no piensa que la política no le afecta, pues ha comprobado, gracias al efecto mariposa, que la onda expansiva de un simple aleteo en la Moncloa puede llegar a su puerta y mandarle a la fila del INEM.


Y aún quedaba una tercera razón para el pasotismo, esa de que todos los políticos son iguales. Pero bien sabemos que no todas las mariposas aletean igual, no todos los aleteos tienen las mismas causas y los mismos efectos. Y bien sabemos que hay gobernantes que explican sus razones, y otros, como con Argelia, las ocultan, y unos prevén los efectos, y otros, también como con Argelia, improvisan.


Pero no echemos la culpa solo a los políticos porque, querido pasota, el primer aleteo lo causamos tú, yo, y todos los Juan Español que nos rodean, cuando vamos a votar. El presidente es el efecto de ese aleteo que entre todos hacemos durante la jornada electoral.


Es entonces, con nuestro voto, cuando se inicia la onda expansiva que durará, como poco, toda una legislatura y cuyos sucesivos efectos terminarán, tarde o temprano, llegando a nuestras vidas. Piénselo la próxima vez que vaya a votar o siga pasando, pero entonces -así termina siempre este debate-, no se queje.


La agonía de un muerto viviente

JIMMY GIMÉNEZ-ARNAU. Okdiario. 11 Junio 2022


Todas las locuras que ha cometido el déspota Sánchez -por mucho que el enajenado las considere triunfos- se lograron mediante acciones impopulares y arbitrarias llevadas a cabo contra la voluntad democrática de la mayoría. De ahí, que la gente llana y cuerda le abuchee, pues ve en él a un narciso completamente zumbado cuyo exclusivo fin es encastillarse en el poder, para lo cual volverá a hacer lo que hizo: entregar España a los mercaderes separatistas y a los millonarios hijos de Putin. Semejante patán depende de traidores y debemos pronosticar, a tenor de lo que afirman las encuestas, que vive sus últimos y aciagos días en Moncloa. Cs, PP y Vox van a darle la puntilla en las elecciones andaluzas. Y las generales de 2023 certificarán su extinción política. Hoy luce ojeras y presenta peor cara que un fiambre. Es un muerto viviente.


Cuando uno cree ser inmortal y se aferra a su muy ridículo ego, significa que desconoce lo que es la 5-hidroxitriptamina o serotonina, u hormona de la felicidad, un neurotransmisor relacionado con el control de las emociones. Como Sánchez no siente ni padece y como está grillado, tendrá que aguardar turno hasta que cualquier frenopático lo admita en el ala de irrecuperables. Mientras eso ocurra, despreciara la felicidad ajena y hará cuanto pueda -pues carece de escrúpulos- para arruinarla. Resulta increíble que maltrate tanto a la ciudadanía, angustiándola con impuestos sangrantes, con tal de recaudar billones para pagar a esos cafres que odian España y blindan su ego-trip, permitiéndole creerse el amo de la nación.


No sé si fue García-Page, o su ventrílocuo en alquiler, quien reveló: «Sánchez ha descubierto la unanimidad de uno solo y no necesita consultar nada, con nadie, porque él lo arregla y lo embarulla todo». A las legiones de asesores del autócrata apenas les está permitido aplaudir las desquiciadas y siempre precipitadas decisiones de este tarambana, inculto y zoquete. Como anda en caída libre, pues la gente no le cree ni su perro se alegra al verlo y, como mantiene un Gobierno de ministros papanatas, totalmente fragmentado, empieza a dar síntomas inequívocos de declive. Aquel que creyó ser un líder estelar, se ha convertido en una oferta de bazar chino. Su frialdad, aparentemente apasionada, ya no seduce y sus mil mentiras y sus promesas incumplidas, diseñan su fétido féretro.


¿A qué espera este indecente sátrapa para dimitir tras haber traído tanta ruina a los españoles? Como el gachó no tiene vergüenza, acusa a Alberto Núñez Feijóo de estorbar, cuando él, es el único que estorba para que España prospere. Cuando tengamos un presidente del Gobierno, digno y recto, como Feijóo, todo nos irá mejor. Pero antes tendremos que sacar y olvidar, al imbécil de la Moncloa. Ya falta menos… ¡Ánimo! Que no hay rata que no muera.


El tal Núñez, ¡ No, por favor !

Nota del Editor 11 Junio 2022


Como el pp tiene que desaparecer, me parece estupendo que el tal Núñez siga con la labor de sus antecesores y podamos perder de vista a los traidores e inútiles que dilapidaron todas las oportunidades de hacer algo por España.


Si alguien espera que el pp, el pp de Núñez, Núñez el nazionalista disfrazado de pp, haga algo bueno para España y los españoles, que vaya aprendiendo lenguas regionales, le serán indispensables en la España rota del pp.


Si alquien quiere suicidarse y terminar de destruir España, que no vote a Vox.


Los pirómanos de la Moncloa, la claudicación ante Marruecos y el desastre con Argelia

JAVIER ARIAS BORQUE. libertad digital. 11 Junio 2022


En Moncloa sabían que el cambio de postura sobre el Sáhara iba a clavarse como un puñal en el orgullo propio argelino y que habría consecuencias.


¿Puede un Gobierno hacerlo todo absolutamente mal? La lógica haría pensar que, aunque solo fuera por la providente aparición de un porcentaje mínimo de aleatoria fortuna, los mandatarios de un país tomarán al menos un decisión acertada entre el torrente de elecciones que deben acometer sobre un determinado tema. La realidad, en España, es que el Gobierno no ha acertado en ni una sola decisión en lo que a la relación con el Magreb se refiere. Es totalmente imposible hacerlo peor.


Es cierto que España está en una situación difícil. Tiene que gestionar sus relaciones con dos países que viven históricamente enfrentados, pero nunca en nuestra reciente democracia se había llegado a una situación tan compleja. Y nunca España ha tenido que gestionar un problema en su frontera sur con tan pocos ases en la manga. Y lo peor es que la situación ha sido creada de forma artificial por las mentes pensantes del Palacio de la Moncloa, que han actuado como pirómanos.


Pedro Sánchez y su equipo han dejado casi vendida a España en su relación con Marruecos. En los dos últimos meses han decidido claudicar ante Mohamed VI y regalar la gran baza negociadora de nuestro país frente al régimen alauí: el Sáhara Occidental. La posición histórica de España era la de apoyar un referéndum de autodeterminación dirigido por la ONU y nunca aceptar la integración en Marruecos sin que lo hubieran decidido los propios saharauis.


La anexión definitiva y legal del Sáhara Occidental es una prioridad absoluta para Marruecos. Y en ello España es fundamental. Lo es porque según la legalidad internacional sigue siendo la "potencia colonizadora" y es la que tiene que pivotar la transición al futuro de este territorio. Los españoles pueden pensar que ceder con el Sáhara da lo mismo porque en España importa poco el Sáhara, pero la importancia y el valor real de esa baza negociadora la da el interés extremo de Marruecos.


No se trata de temas morales o de supuestas deudas históricas de responsabilidad con el pueblo saharaui. No hay que olvidar que el Frente Polisario intentó expulsar a España del Sáhara a base de bombas y asesinatos. En total, 298 atentados contra españoles que a día de hoy siguen impunes y cuyo sumario duerme el sueño de los justos en la Audiencia Nacional, pese a los desesperados esfuerzos de la Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo (ACAVITE).


Lo más terrible de todo es que Sánchez y sus asesores políticos han entregado la gran baza española a cambio de nada, para tratar de calmar uno de los múltiples chantajes espasmódicos que a lo largo de las últimas décadas han lanzado desde Rabat. No se ha conseguido a cambio que renuncie a sus aspiraciones anexionistas sobre Ceuta y Melilla y a las islas y peñones. O que renuncie a sus aspiraciones sobre el monte subterráneo Tropic, rico en minerales tecnológicos.


Es lógico, por tanto, que vuelvan a planear sobre esta catástrofe geoestratégica los fantasmas del reconocido robo de datos del teléfono de Pedro Sánchez en mayo de 2021 y que todo apunta a que fue ordenado desde Marruecos. ¿Estamos ante la mayor crisis internacional del Gobierno de España con sus vecinos del Magreb en décadas por culpa del contenido del móvil presidencial?


Sánchez ha tomado la decisión en un momento en el que Argelia está especialmente irritada con Marruecos. Hace unos meses, Argel cerró el gasoducto que trasladaba gas desde el desierto argelino a la Península Ibérica a través de territorio marroquí para que Rabat dejase de acceder de forma gratuita a una parte de ese gas. Y tampoco andaba muy bien con España, hasta el punto de que Argel amenazó con cortar el gas a España si en la Moncloa se atrevían a suministrar gas argelino a Marruecos, como estaban planificando.


Por si fuera poco, Argelia es la gran defensora de que el Sáhara Occidental sea un país independiente. En su desierto, al suroeste del país, se encuentra el campamento de Tindouf, donde están los saharauis que salieron huyendo de su territorio tras la invasión marroquí y el centro de decisiones del Frente Polisario. Sabían a la perfección que la decisión iba a clavarse como un puñal en el orgullo propio argelino y que habría consecuencias.


Y, pese a ello, Pedro Sánchez no ha hecho ningún esfuerzo importante en tratar de reconducir las relaciones más que erosionadas con Argelia. En el país norteafricano esperaron hasta ayer para tomar sus decisiones. Hasta la comparecencia del presidente español en el Congreso para tratar el giro de la posición histórica sobre el Sáhara. Como advertencia lanzaron antes una oleada de pateras sobre las Baleares. Tras escucharle, suspendieron el tratado de Amistad que se firmó hace 20 años.


Para terminar de hacerlo mal, rematadamente mal, la decisión de Sánchez ha llegado en un momento en el que el gas y el petróleo están disparados de precio por la invasión rusa de Ucrania. En el momento el que toda Europa busca vías de acceder a estas materias primas sin enriquecer los bolsillos de Vladimir Putin. En el momento justo en el que España hacía castillos en el aire sobre la posibilidad de convertirse en una vía de paso vital para que el gas argelino abasteciese a la UE.


El hecho en sí de que el Gobierno de España y las grandes empresas energéticas estuviesen vendiendo esa posibilidad a los medios de comunicación es un reflejo claro de que estaban viviendo en la inopia. De que no eran conscientes -o no querían serlo- de que los actos tienen consecuencias y de que, tarde o temprano, Argelia iba a reaccionar ante lo que a sus ojos es una gran traición del que era su amigo español.


Ahora se abren dos posibilidades. Una grave y otra extrema. La primera es que Argelia suba de forma considerable el precio del gas que suministra a nuestro país y provoque una grave crisis energética. La otra, que corte el gas que suministra -ya ha prohibido las importaciones desde España- y que provoque una gravísima crisis energética. Toca rezar para que la Unión Europea solucione el problema en el que España se ha metido solita.


Entre metida de pata y metida de pata, España sigue mirando hacia otro lado ante sus problemas energéticos. La Estrategia Nacional de 2013, la primera elaborada en España, recogía entre los "riesgos y amenazas para la Seguridad Nacional" el hecho de que nuestro país dependiese para proveerse de gas y petróleo de países que están en zonas altamente inestables y de países con gobiernos más que cuestionables.


Cuatro años después, en la Estrategia Nacional de 2017, ya había un apartado específicamente dedicado a la "Vulnerabilidad energética". En el mismo se decía, entre otras cosas, que "el suministro energético es clave para un país como España, que depende para su abastecimiento en gran medida de zonas como África del Norte o el Golfo de Guinea", que tienen una "importante inestabilidad geopolítica". Nada se ha hecho desde entonces para mejorar la situación.



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El 'efecto charnego' que noqueará a Sánchez

José Alejandro Vara. vozpopuli. 11 Junio 2022

Olona sacó a la palestra el 'efecto charnego' en el debate andaluz. Se suma al 'efecto Feijóo". Y al precio de la luz, y Argelia, y la inflación, y la gasolina, y...He aquí todos los efectos que demolerán el sanchismo


Le amargaron a Sánchez su fiesta del miércoles. Acababa Bruselas de aprobar su propuesta sobre el tope del gas cuando de repente, desde Argelia, llegó la gran bofetada, la suspensión de la relaciones comerciales. Réplicas del 'volantazo' sobre el Sáhara, esa diplomacia de trampa y pacotilla. Al tiempo, la OCDE derribaba las optimistas previsiones de lady Calviño sobre la inflación, que, según nuestra regidora económica, iba a ser pasajera, coyuntural, efímera, un espejismo. España sólo figura a la cabeza de Europa en el aumento desmesurado de precios y en los espeluznantes datos del paro.


Los nervios se disparan en Moncloa, donde pace un Gobierno de aprendices. El presidente zozobra. Tiembla su impavidez como Talavante en la isidrada. En la sesión de control, tras un ingenioso reproche de Arrimadas, se empeñó en despejar las dudas sobre su irremediable futuro en Europa. Miró a su bancada, donde galopa la incertidumbre y cunde el desánimo, y se juramentó a cumplir la legislatura y repetir como candidato. Sánchez se derrite, se disuelve, ya solo le admiran Meritxel y Margarita, ya sólo le cree Begoña, ya sólo le teme el cobardón Marlaska. Hasta el melifluo Page sube de tono su perrunos reproches.


El viento del sur sopla inclemente sobre Ferraz. No sólo es Argelia sino la cita andaluza, ese endiablado combate. El candidato socialista, Juan Espadas, apenas sobrevive a su propia inanidad en tanto que Juanma Moreno y Macarena Olona surfean sobre las oleadas de los sondeos con éxito creciente. Difieren en la estrategia. "Somos dos partidos distintos", insisten en recordar. Confluyen en el objetivo: desalojar definitivamente a la izquierda de su región más querida, de su símbolo totémico, de su inexpugnable bastión.


La candidata de Vox abre el foco de la campaña y lo amplía a escala nacional. Esgrimió, por ejemplo, la foto de dos payasos racistas que, con el dinero de todos, se burlan desde TV3 de los andaluces, esa manga de vagos y maleantes, según repite el Kukluxklan de la estrellada. El 'efecto charnego' en danza. Susana Díaz perdió la silla en el 18 tras el golpe de Estado en Cataluña. El PSOE no advirtió la dimensión de aquella tragedia y lo pagó muy caro. Su votante se quedó en casa o se pasó a Ciudadanos.


Esa Andalucía con raíces, familia y vínculos en la Cataluña hostigada, maltratada, que ni siquiera deja a los niños estudiar en su lengua materna, reprueba las caricias del sanchismo a la banda de la secesión


Sólo Vox presenta estas elecciones con perspectiva nacional. No cree en las autonomías sino en las provincias. Y en la nación, por supuesto. "Andalucía será la luz de esperanza para España". Olona picotea en el patio político andaluz pero, enseguida, salta al escenario español, donde se encuentra más cómoda, donde puede conseguir más respaldo de ese votante sumamente cabreado con el sanchismo y sus socios de la sedición. El 'efecto charnego' está muy presente en esa Andalucía con raíces, familia y vínculos en la Cataluña hostigada, maltratada, que le hurta su lengua, su educación y su futuro. Que detesta al socialista Illa cuando humilla innoblemente la testuz ante el despreciable Oriol Junqueras, el orondo xenófobo que propició la asonada. Cada vez que Rufián abre el hocico, voto que huye del PSOE. Cada vez que el presidente acaricia a Aragonés, papeleta que se evapora ante las narices de Espadas.


El mensaje de Abascal llega sin esfuerzo al sector rural, agricultores, cazadores, gente de campo por la que pocos velan. Y a ese público joven que abomina de Kichis y Yolandas, que lanza pedorretas al Frente andaluz de Judea, la izquierda ultra que se está apuñalando por un carguito ante el general bochorno. Espadas no es nadie pero es Sánchez, una marca que ya no vende y espanta. Esta es la baza de Olona, defensa del charneguismo como símbolo de la España despreciada por Moncloa y sus aliados.


Juanma Moreno no hizo referencia a Bildu hasta las postrimerías de la contienda televisiva. Cuenta con el 'efecto Feijóo', pero sin manoseos. En las antípodas de la estrategia de Ayuso, apenas hace referencia a cuestiones nacionales. Por no hablar, ni siquiera habla de Sánchez más que lo justo. Saca brillo a su alabada gestión, exhibe sus excelentes resultados, jalea la moderación, la serenidad, la prudencia y se pasea por la campaña con esa sonrisa indeleble que a nadie molesta y a algunos cautiva. No persigue el voto del cabreo sino el del respaldo. Huye de las polémicas, evita los charcos, no tuerce el gesto ni agria la voz. El PSOE gobierna casi 500 municipios en Andalucía, no está aún el panorama para ir provocando. Juanma persigue votos, no ovaciones.


Ahora toca sepultar al PSOE. El efecto charnego y el efecto Feijóo, lejos de competir entre ellos, se suman a esa riada de efectos perversos que acompañan al Gobierno socialista, como el recibo de la luz, la inflación, la bolsa de la compra, las gasolinas, los impuestos, el empleo discontinuo, la crisis continua, la venganza argelina...Una cascada de desastres imposibles de vadear. Todo ello producirá un impacto demoledor en el sanchismo, ya declinante y crepuscular. Decapitar al torpe Alvares, como en su día a Ábalos, a Calvo, a Iván, a la directora del CIS, y como ya avanzan los Migueles desde Prisa, no va a servir de nada. El ansia de cambio se acelera, en efecto.


Marruecos, Argelia y la selectibidaz

JAVIER SOMALO. libertad digital. 11 Junio 2022

Perdemos cultura, legado, argumentos de defensa. ¿Saben los adolescentes de hoy defender la españolidad de Ceuta y Melilla?


En muy poco tiempo pueden presentarse, juntas y sin avisar, las adversidades más variopintas contra Pedro Sánchez. Andalucía pinta fatal, de fracaso histórico. Pero más al sur, la cosa se pone todavía peor. No para él sino para todos. Marruecos y Argelia, que se odian, han puesto la mirada en España gracias a la incompetencia, y quién sabe si algo peor, de nuestro presidente.


El entorno de la extrema izquierda que sostiene a Sánchez no va a favorecer a Marruecos, pues la mal llamada "causa saharaui" anida en ella desde Batasuna hasta el PSOE, pero no por defender el proceso descolonizador español como hubiera sido justo —somos una excepción mundial de descolonización incompleta— sino porque la izquierda radical oye "referéndum" y "autodeterminación" y se pone a dar saltos como si en España hubiera hoy colonias que merecieran independencia.


Argelia, casero del Frente Polisario en Tinduf, y enemigo de Marruecos, sí ha sido tradicionalmente más del gusto de la izquierda por su indudable pedigrí soviético, pero tampoco ha hecho mucho alarde de injerencia en la política española. Si las cosas se hubieran dado más o menos bien, Argelia podría haber reclamado a su amigo saharaui algún pago en la costa atlántica y en los bancos pesqueros del litoral del Sáhara Occidental... que tendría que compartir con España, claro.


Pero ni España quiso descolonizar en su momento porque tenía por delante el reto de conquistar una democracia tras cuarenta años de dictadura, ni quiso hacerlo después, con la democracia asentada, por no molestar más de la cuenta. Tampoco el resto de la comunidad internacional, sobre todo la Minurso (Misión de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental), estuvo casi nunca a la altura más que de las subvenciones y las vacaciones solidarias. Nadie, salvo Marruecos, se tomó en serio el asunto. Pero todos marearon la perdiz del referéndum de autodeterminación —aquí sí había una colonia y una metrópoli— sobre la base de un censo de chirigota manipulado por nuestro vecino, el de la Marcha Verde, y sus tribus.


Sin embargo, el dificilísimo equilibrio necesario para mantener buenas relaciones con Marruecos y Argelia es lo que caracterizaba a España en una de las asignaturas más difíciles de nuestra política exterior. El terrorismo, la inmigración ilegal, el tráfico de drogas o el suministro de gas han sido y serán materias sensibles para la buena vecindad que Marruecos, y ahora Argelia, pueden controlar a su antojo contra España tras un patinazo histórico como el de Pedro Sánchez, que además tiene un extrañísimo componente personal: no fue acordado ni consultado con la oposición, se ocultó al Consejo de ministros, se descubrió por una carta… en medio del escándalo de los espionajes telefónicos de Pegasus. Obligarnos a hablar de lo que pueda contener el terminal telefónico de un presidente del Gobierno por si fuera objeto de chantaje tendría que ir seguido de una inmediata y contundente investigación interna y externa. Enemigos no le faltan, incluidos los purgados de sus propias filas.


Ceuta y Melilla, Canarias…

Mohamed VI siempre ha tensado la cuerda cuando ha detectado debilidades. El expresidente José María Aznar nunca ha ocultado que con Marruecos hay que estar preparado para un pulso en el momento que, por las cuestiones que sea, más débil esté España. Presume Aznar de que ganó el pulso de Perejil y es posible que así fuera en el momento preciso del desafío. Sin embargo, quedan muchas lagunas, protegidas como cotos, sobre el peor atentado que sufrimos, el 11-M, que además supuso un cambio de Gobierno contra pronóstico y, por cierto, el punto de arranque de todos nuestros males, traídos por Zapatero y no corregidos por la derecha institucional de Rajoy.


Está fuera de toda duda que con Sánchez, después del Sahara, los siguientes desafíos serán Ceuta y Melilla. ¿Por qué no? Con su debilidad y con la predisposición de los socios que le encofran, es el momento idóneo. Pese a que las ciudades autónomas nunca han tenido que ver con Marruecos, pues existían antes que el propio reino alauí, la izquierda tiende a la pueril simplificación de que al estar localizadas en el norte de África cabe la posibilidad de "devolverlas", como si alguna vez hubieran sido marroquíes... o de quien sea. Como diría Echenique, "con cuatro cervezas más" y otras tantas jotas de mingasdomingas, meten en el mismo paquete al Sáhara Occidental y hasta las Islas Canarias y así ya nos deshacemos del fascismo colonial.


Argelia nos prometió suministro de gas tras el cierre del gasoducto Magreb-Europa, fruto de su ruptura de relaciones diplomáticas con Marruecos, entre otras cosas por la cuestión del Sáhara. Eso sí, advirtió seriamente de que nos cortaría el grifo si se nos ocurría compartir algo con su enemigo. Y el gran estratega Sánchez no les dio gas. Les dio el Sáhara. Ahora Argelia nos quitará el gas y Marruecos enfilará sus caprichos hacia Ceuta, Melilla y las Canarias. ¿Europa? Sin levantarse del sofá, dirá que se enfada.


Aprovar la selectibidaz

El experimento español dará sus frutos. El mundo entero verá qué le sucede a un país que renuncia a su historia, a su pasado, al esfuerzo, a la cultura y a la memoria, la de memorizar. Somos el laboratorio de la gaseosa y sí, claro que la nueva Ley de Educación está relacionado con lo anterior, con la crisis abierta por Sánchez en Marruecos y Argelia. Es todo perder y perder.


Porque la España social-comunista de Sánchez es la que prefiere desenterrar a un dictador antes que desenmascarar, por ser su socio, a un partido que procede del terrorismo y que no reniega de él.


Porque esa España prefiere hablar —y que se estudie así— de genocidio español en América en vez de contar todas las verdades juntas sobre cómo eran y qué (se) hacían algunos pueblos precolombinos, en vez de enorgullecerse de lo que supone, pese a los paletos, el idioma español en el mundo. Porque, en realidad, hay un gobierno que detesta ese idioma de cientos de millones de personas —y a quienes lo quieren usar— y prefiere confinarlo —y a los que reclaman usarlo— en lugares como Cataluña.


Porque la España de un gobierno formado por socialistas y comunistas y sostenido por ERC y Bildu para flotar prefiere renunciar a su historia para que nadie sepa defender, entre otras muchas cuestiones, si Ceuta y Melilla y hasta las Canarias son territorio ajeno o propio.


Perdemos cultura, legado, argumentos de defensa. ¿Saben los adolescentes de hoy defender la españolidad de Ceuta y Melilla? ¿Saben que el Sahara fue una provincia española, la 53 cuando se consideraba provincias a Ceuta y Melilla, hoy (todavía) ciudades autónomas y que hasta los coches tenían matrícula propia, la SH?


Nada sabrán. Porque nada quieren que se sepa. Nuestra historia será más breve que la de los Estados Unidos y ni siquiera tendrán que saberse las provincias, tantas como estados americanos.


Serán inclusivos en el lenguaje sin saber —o sin poder— hablar español, serán digitales, sostenibles y resilientes. Y manejables. Y les quitarán lo que es suyo delante de sus narices porque no sabrán cómo reclamarlo. No ya Ceuta o Melilla… Todo.


ETA y el Ministerio de la Verdad

JESÚS LAÍNZ. libertad digital. 11 Junio 2022

Recordará usted, ilustradísimo lector, el Ingsoc, aquel Socialismo Inglés al que Orwell atribuyó los horrores totalitarios de su 1984 y cuyo triple lema rezaba "La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza".


A diferencia de Pedro Sánchez y sus ochenta mil ministerios, al Gran Hermano le bastó con cuatro: el de la Paz, encargado de la guerra; el de la Abundancia, encargado del racionamiento; el del Amor, encargado de la represión; y el de la Verdad, encargado, lógicamente, de sembrar la mentira. Su función era la reescritura del presente y el pasado para que coincidieran con los deseos del Gobierno. La izquierda española ha aprendido excelentemente la lección orwelliana, como demuestra su diario retorcimiento de hechos y palabras.


Recordemos, por ejemplo, el deseo del presidente Sánchez de hacer desaparecer del mapa político el único partido que llevó ante los tribunales a los golpistas de 2017 y que propone en su programa la ilegalización del brazo político de ETA. Y el argumento presidencial es que ese partido, Vox, "no respeta la arquitectura constitucional" y "amenaza a la democracia". Por el contrario, sus socios golpistas de ERC y terroristas de Sortu respetan la arquitectura constitucional y no amenazan a la democracia. Inversión de la realidad digna del Ingsoc.


¡Qué desesperación que, cincuenta años después de su fundación y diez después de su disolución, la banda terrorista ETA siga marcando el rumbo de la política española! Y con el agravante de que la gran mayoría de nuestros políticos proclaman a coro que ETA ha sido derrotada por la viril oposición de la sociedad y que la democracia ha vencido a unos terroristas que no han logrado ninguno de sus objetivos. Ya lo explicó Baudelaire hace dos siglos: "El mejor truco del diablo es hacernos creer que no existe". Y no se le ocurra a usted, incauto lector, poner en duda el dogma de fe de la victoria de la sociedad democrática sobre ETA, porque le lloverán anatemas y le llamarán de todo. El benemérito Iñaki Arteta lo ha explicado una vez más en su Historia de un vasco, magnífico aunque desasosegante libro que les reto a leer si quieren comprender mejor uno de los hechos clave de la historia reciente de España:


A aquellos que dicen que al terrorismo lo venció la sociedad vasca yo les digo que el terrorismo habría durado quinientos años de haber sido por la sociedad vasca en su conjunto.


Además de 900 asesinados, ETA ha conseguido que decenas de miles de vascos hayan abandonado su tierra para huir del terrorismo, de una sociedad cómplice, de un clima político irrespirable, de la imposibilidad de ejercer derechos fundamentales, de la opresión lingüística, del adoctrinamiento a sus hijos en el odio a España… En suma, del régimen totalitario instaurado por el PNV ante la indiferencia, cuando no con la colaboración, de los gobernantes de todos los partidos que han pasado por la Moncloa. Pero la sociedad democrática ha vencido a ETA.


La Constitución de 1978 ¿sería la que es si no hubiera existido ETA? El Estado de las Autonomías, ése que, según explicó Gabriel Cisneros, se redactó mirando de reojo a ETA, ¿sería el mismo si no hubiera existido ETA? ¿Seguirían existiendo los privilegios fiscales vascos si no hubiera existido ETA? ¿Estarían transferidas las competencias de educación, que han perpetuado el abuso infantil y el odio a España, si no hubiera existido ETA? Pero ya saben, la sociedad democrática ha vencido a ETA.


Se suele decir que ETA fue vencida por el trabajo de los cuerpos policiales. Efectivamente, el sacrificio y el buen hacer de la Policía y la Guardia Civil debilitaron progresivamente a una ETA que, por otro lado, ya no contaba con la complicidad de Francia, tan decisiva durante décadas. Pero los etarras no se disolvieron por eso, sino porque se dieron cuenta de que ya no necesitaban matar para conseguir sus objetivos.


Sin asesinar, ETA está hoy presente en todas las instituciones: tiene 117 alcaldes y miles de concejales. Sin asesinar, ETA ha conseguido que los asesinos sean más dignos de acercamientos, reinserciones, piedad, comprensión, ayuda y privilegios que los asesinados. Sin asesinar, ETA ha conseguido que los criminales excarcelados sean recibidos como héroes y homenajeados públicamente con la aprobación del Gobierno de la nación. Sin asesinar, ETA ha conseguido la hegemonía ideológica separatista en tierras vasco-navarras y está a un paso de sustituir en el Gobierno al "moderado" PNV. Y sin asesinar, ETA ha conseguido ser socia de legislatura del Gobierno socialista. Pero recuerden el dogma: ETA ha sido vencida.


Hasta tal punto ha sido vencida que numerosos dirigentes etarras y de su brazo político proclaman su victoria siempre que les ponen un micrófono delante. Un solo ejemplo, el de Arkaitz Rodríguez Torres, secretario general de Sortu, que ha declarado recientemente que abandonaron la lucha armada porque 2entendimos que ya habíamos generado las condiciones políticas y sociales para poder abordar la conquista de nuestra soberanía". Se lo traduzco a román paladino:


Hemos asesinado a 900 estorbos. Hemos expulsado a decenas de miles. Hemos amordazado a millones. Ahora ya podemos entrar en política con la garantía de vencer.


No lo pudo resumir Fernando Savater con menos palabras:

El terrorismo se ejerció para algo y ahora estamos en ese algo.


Pero ya saben: ETA ha sido vencida y el enemigo de la democracia y de la "arquitectura constitucional" es Vox. Por eso los andaluces primero, y todos los españoles algunos meses después, tienen que ir tomando nota de la necesidad de votar todos contra Vox. Así se conseguirá el triunfo de esos defensores de la democracia y de la Constitución que se llaman PSOE, Podemos, ERC y ETA.


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