Recortes de Prensa  Domingo 5 Febrero 2023


Canadá envía el primer tanque Leopard 2 a Ucrania

El Confidencial. 5 Febrero 2023


Una aeronave perteneciente a la Real Fuerza Aérea Canadiense ha despegado este sábado por la noche desde la ciudad de Halifax, en la provincia de Nueva Escocia, con el primer carro de combate Leopard 2 que el Gobierno de Canadá ha destinado a Ucrania.


Este envío sería el primero de otros cuatro tanques Leopard 2 que el Gobierno canadiense espera mandar a Ucrania en las próximas semanas.


Las claves del momento:

El ejército ruso integra formalmente las áreas ocupadas de Ucrania en el Distrito Militar Sur

EEUU concede más ayuda militar a Ucrania por valor de 2.175 millones

Zelenski insiste en que la adhesión de Ucrania a la Unión Europea sea en 2023

Zelenski pide armas de largo alcance a Occidente para "liberar" Bajmut


Hace 10 minutos 09:39

El Ejército ruso combate en el norte de Bajmut

El Ejército ruso combate en el norte de la ciudad ucraniana de Bajmut, en el este del país, donde las Fuerzas Armadas ucranianas le ofrecen una resistencia tenaz, declaró hoy el jefe de la compañía militar privada Wagner, Yevgueni Prigozhin.


"En los barrios del norte de Artiómovsk (nombre ruso de Bajmut) tienen lugar cruentos combates por cada calle, cada casa, cada piso de los edificios", informó en su cuenta de Telegram.


Prigozhin reconoció que "el Ejército ucraniano no se retira a ningún lado". "El Ejército ucraniano combate hasta el final", indicó.


Hace 1 horas 27 minutos 08:22

Zelenski despoja de la nacionalidad a varios altos cargos de la época de Yanukovich

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha retirado la nacionalidad a varios altos cargos de la época del presidente Viktor Yanukovich (2010-2014).


"Hoy he firmado los documentos pertinentes para dar un paso más para proteger y limpiar nuestro Estado de quienes están del lado del agresor", ha explicado Zelenski en su discurso diario vespertino. "Se ha remitido desde el Servicio de Seguridad información sobre las personas que se ha constatado que tienen ciudadanía rusa", ha añadido.


Hace 1 horas 35 minutos 08:14

Canadá envía el primer tanque Leopard 2 a Ucrania

La ministra de Defensa de Canadá, Anita Anand, ha comunicado este sábado el envío del primer tanque Leopard 2 a Ucrania para combatir la invasión rusa.


Un aeronave perteneciente a la Real Fuerza Aérea Canadiense ha despegado este sábado por la noche desde la ciudad de Halifax, en la provincia de Nueva Escocia, con el primer carro de combate Leopard 2 que el Gobierno de Canadá ha destinado a Ucrania. Este envío sería el primero de otros cuatro tanques Leopard 2 que el Gobierno canadiense espera mandar a Ucrania en las próximas semanas.


Don Juan Velarde o la honradez nacional

Federico Jiménez Losantos. libertad digital. 5 Febrero 2023


Don Juan representaba la honradez de reconocer siempre la realidad por encima de la doctrina, para cumplir el fin último de ayudar a su país.


Cuando nos deja un español cabal, un sabio de una pieza, un patriota convencido, un ciudadano ejemplar, como en su larga y fructuosa vida fue Don Juan Velarde, es forzoso recordar la vida que vivimos con él, la suerte de haberlo conocido, el azar de encontrarlo, las horas felices que vivimos al acaso y ahora vemos como privilegio. Por ejemplo, una cena en Asturias, con familiares y amigos, en la que repetimos arroz con leche, porque don Juan, perito en dulces de convento, debía comprobar el punto de canela.


Compartíamos entonces "el trabajo gustoso" de que habla Juan Ramón Jiménez, la aventura radiofónica de llevar la economía a un público mayoritario y en un horario y radio comerciales. En "La Linterna de la economía", los grandes maestros eran Velarde, Barea, que nos dejó antes, y Raga, que escribe en libertad digital un sentido epitafio a la memoria de su maestro y amigo. ¿Y de quién no lo ha sido ese bibliocurioso, archivo de largueza? Así lo recuerda Mikel Buesa, que heredó su cátedra y dialogó con él, ya que se negaba a presumir de sí mismo, en un libro biográfico. Así lo evoca Vicente Boceta, al crear la fundación Diego de Covarrubias, dedicada al estudio de la relación entre la economía de mercado y el catolicismo, los dos pilares de la Escuela de Salamanca y los dos amores de Velarde, golosinas aparte: el de la Tierra y el del Cielo. Y así lo reconoce Rotellar, de una generación para la que Velarde ha sido maestro indiscutible.


El privilegio de elegir maestros cuando los hay

Pero no siempre lo fue. Desde luego, no lo era cuando, hace casi un cuarto de siglo, yo tuve la audacia, la COPE la paciencia, y muchos la sorpresa de ver cómo tres generaciones -de Dieter a Barea, pasando por Recarte y Cabrillo, entre otros- sacábamos adelante una hora diaria de economía ("para todos", como aún recuerda Carmen Tomás) rentable y entretenida. La razón técnica es que nadie presumía académicamente, citando a mengano o zutano, si no venía muy a cuento, y explicaban la "ciencia lúgubre" del modo más claro y sencillo, para que el oyente común lo entendiera. Y la razón intelectual es que todos coincidíamos en la defensa de la economía de mercado y de la absoluta necesidad de la honradez en la cosa pública. Según la noticia del día, había diferencias o matices, pero coincidíamos en lo esencial: la necesaria honradez para servir a una causa mayor: España.


En aquella época reinaba Luis Ángel Rojo en la cátedra y la política, y en la radio organizamos la resistencia ilustrada a aquella tiranía, amable y culta al lado de los pollinos y pollinas actuales, pero tiranía al fin y al cabo. Y Velarde, como recuerda Lorenzo Bernaldo de Quirós en su magnífico artículo, era el modelo del economista honrado que había evolucionado del falangismo juvenil al liberalismo, pasando aprisa por la socialdemocracia. Si su generosidad académica ayudó a la boga de demasiados izquierdistas, no siempre honrados, Don Juan, representaba, en su persona y su conducta, todo lo contrario: la honradez de reconocer siempre la realidad por encima de la doctrina, para cumplir el fin último de ayudar a su país. Recuerdo que Recarte, mi guía indispensable para acercarme al pensamiento económico liberal y para conformar tertulias coherentes en la radio, hacía la misma valoración de Velarde que ahora Bernaldo de Quirós: era sabio y era de fiar.


Vacunado de la economía marxista, por lo mismo que de la política, yo había llegado a la conclusión de que a la política como a la economía sólo se llega desde la ética. Milei insiste en que la lucha contra las malas artes socialistas, que tiene en el peronismo archivo zoológico, debe ser, sobre todo, moral. Esa idea es hoy tan importante como siempre y más necesaria que nunca. Y la evolución de Velarde y otros intelectuales del primer franquismo, tan intervencionista, se debe al contraste de las ideas supuestamente salvíficas con los hechos, y a obedecer al principio ético que lleva a revisar lo teóricamente bueno si se prueba que su efecto es malo. No se puede sostener moralmente una idea que esclaviza y arruina a la gente.


Por eso, Velarde defendió la anulación de la fórmula "nacional sindicalismo" frente a Areilza y otros azules que consideraban llevar el cambio demasiado lejos. Porque en 1957 estaba claro que la economía de guerra tras el final de la contienda surtía efectos contrarios a los que pretendía el nuevo régimen. De ahí el Plan de Estabilización de 1959 y los Planes de Desarrollo que en apenas una década llevaron a España al mayor salto económico de su historia. El respeto a los mercados fue la llave maestra.


Dos libros, entre tantos, de Juan Velarde

La enseñanza pública era la invisible clave de bóveda del proyecto desarrollista. Era meritocrática y abierta a los más pobres con un sistema amplio pero exigente de becas. Cientos de miles de niños de las regiones más apartadas, no tan vacías como hoy, pudimos acceder, a partir de los diez años, a la educación media y superior de extraordinaria calidad. Y la asignatura de Formación del Espíritu nacional, que hoy se creerá carril de adoctrinamiento totalitario, tampoco lo era. A los once años yo descubrí la poesía en un poema de Antonio Machado recogido en "Vela y Ancla", de Eugenio Frutos. Y a los dieciséis, en sexto, la economía en el de Velarde y Fuentes Quintana. ¿Cómo no querer comprobar, veinte años después, si podía seguir aprendiendo del aquel autor que estudié en el bachillerato? Y tuve esa suerte, que hoy considero un gesto amable del destino.


Casi olvidado el manual, un día tropecé en un remate del VIPS con El libertino y el nacimiento del capitalismo, su discurso de entrada en la Academia de Ciencias Morales y políticas, y ahí se produjo mi definitivo descubrimiento de Velarde y lo que me llevó a querer ficharlo para la radio. También para Gabriel Albiac, a quien hace algún tiempo que no veo, y con el que trabó gran amistad. Un antiguo falangista y un comunista spinoziano en la radio de los obispos: un milagro inimaginable en la España actual, en la que el sectarismo más atroz no disimula la burricie instalada en el Poder. Si Sánchez lee los Cien Años de economía española de Don Juan, perece.


Tamames y una moción de censura patriótica

Uno de los izquierdistas favorecidos por la generosidad de Don Juan fue Ramón Tamames, que tras haber podido serlo todo en el PCE y dejar la política ha ido evolucionando en su idea de la historia de España, como en su libro sobre la economía durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, modelo de intervencionismo precoz y relativamente indoloro o no ruinoso que llevó a cabo José Calvo Sotelo, asesinado en 1936 por los comunistas. Estas paradojas no son sino reencuentros de los españoles con su historia.


Y por una de esas paradojas españolas, hete aquí que Tamames, una generación más joven que Don Juan (Ortega cifraba en dieciséis años la distancia generacional) es noticia de actualidad por la posibilidad de que encabece la moción de censura contra Sánchez artillada por Vox. Cuando supe de la ocurrencia de su ex-compañero de celda antifranquista Sánchez Dragó me pareció digna del genio disparatado de Giménez Caballero. Sin embargo, siendo Velarde nonagenario, ¿alguien duda de que hubiera hecho un gran discurso contra este tirano que va camino de destruir España?


¿Por qué, pues, no puede hacer Tamames un discurso que empiece con el elogio a los maestros que, como Velarde, limaron un pasado lleno de aristas y con honradez intelectual y patriotismo generoso, dieron el mejor ejemplo a las futuras generaciones de españoles? Nuestro ya inolvidable Don Juan mantuvo hasta la misma víspera de su fatal caída la producción intelectual. Rotellar ha revelado en LD que dejó escrita la última lección para sus discípulos del Centro de Estudios Superiores Cardenal Cisneros. Noventa y cinco años tenía. A su lado, Tamames es un pipiolo. La mayor urgencia nacional es evitar que el sectarismo necio aplaste la actividad intelectual. Y qué mejor referente, ya inolvidable, de ese preciso afán de sinceridad que la vida y la pasión española de Don Juan Velarde Fuertes, amigo entre los amigos, maestro entre los maestros.


La agonía de Francia

Jesús Cacho. vozpopuli. 5 Febrero 2023


Casi veinte años después de la publicación de “La France qui tombe”, el libro denuncia en el que en 2004 el ensayista Nicolas Baverez describía el desolador panorama de una Francia paralizada por la falta de crecimiento, el paro, el trabajo precario, las huelgas, los impuestos, la inmigración, la inseguridad, etc., etc., la Francia que camina por la tercera década del siglo no solo no ha resuelto ninguno de esos problemas sino que parece haberlos consolidado, cuando no agrandado. El panorama del país vecino, espejo en el que se mira toda Europa y por supuesto España, no puede ser más gris. “A Francia le va mal, los franceses ya no ven un horizonte, sólo el cielo oscuro de las crisis. El sentimiento de degradación, de retroceso, de colapso socava la sociedad. Desabastecimiento, inflación, desintegración de los servicios públicos…


Los golpes y los males se multiplican, provocando un malestar creciente, un fuerte sentimiento de declive en la población”, escribía Angélica Negroni en Le Figaro el pasado 20 de enero. “¿Cómo, en efecto, podríamos haber imaginado que la mostaza llegaría a desaparecer de las tiendas, como el aceite, la pasta, el arroz, el paracetamol y otros productos de primera necesidad? El país sufre la falta de maestros, médicos y hasta enfermeras. Tras la pandemia y el inicio de la guerra de Ucrania se suceden los signos de desintegración. ¿Cómo, de nuevo, podríamos haber imaginado quedarnos sin electricidad [casi la mitad de sus 56 reactores nucleares parados por trabajos de mantenimiento] este invierno? Las ciudades cortan el alumbrado público por la noche y las empresas apagan la calefacción desde el jueves a última hora e imponen el teletrabajo a sus empleados hasta el martes. Si esto no es el fin del mundo, lo parece”.


Las protestas multitudinarias contra el proyecto de reforma de las pensiones han vuelto a ofrecer al mundo la imagen de una Francia absolutamente reacia a cualquier clase de cambio por necesario que parezca. Tras la primera gran manifestación del 19 de enero, más de un millón de personas volvió a echarse a la calle el pasado martes, y para este 7 de febrero se anuncia otra gran movilización que afectará al transporte, la educación, la sanidad, la energía, la administración, correos… Un nuevo pulso a Macron por parte de una intersindical para quien “nada justifica una reforma tan injusta y brutal. El Gobierno debe escuchar el rechazo masivo a este proyecto y retirarlo”. Cualquier anuncio de reforma que afecte al generosísimo Estado del bienestar galo (más de 80.000 millones en subvenciones durante el binomio 2020/21) provoca la furiosa reacción de una sociedad que sigue aferrada a la idea hedonista de pertenecer a un país rico pero que ha dejado de serlo, reacción encabezada por unos sindicatos a los que apenas están afiliados el 9% de los trabajadores. Razones demográficas y de sostenibilidad del sistema de reparto hacen imprescindible un nuevo ajuste en la reforma llevada a cabo en 2010 por Nicolas Sarkozy (pasó la edad de jubilación de 60 a 62 años) y que Emmanuel Macron ya intentó en su primera legislatura con estrepitoso fracaso.


La reforma de las pensiones estaba en el frontispicio de su victoriosa reelección como presidente el año pasado. Las legislativas posteriores, sin embargo, dañaron su poder de maniobra al perder la mayoría en la Asamblea. Con plomo en las alas, Macron ha propuesto una reforma modesta, renunciando de entrada al objetivo inicial de los 65 años, consistente en retrasar la edad de jubilación de los 62 a los 64 (67 en el caso de España a partir de 2027) a lo largo de un periodo de seis años. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que esos 64 son claramente insuficientes en el horizonte del 2030 y en un país donde el aumento de la esperanza de vida, junto al paralelo envejecimiento de la población (una cuarta parte de sus 68 millones de habitantes son ya jubilados) harán imprescindible volver a elevar el guarismo. Pues ni hablar. Eso es inaceptable para los franceses. Sucedió con Chirac, volvió a ocurrir con Sarkozy (a pesar del relativo éxito de 2010) y se repite ahora con Macron: los Gobiernos plantean las reformas, la gente se echa a la calle y, tras violentos altercados con la policía, terminan plegando velas y metiendo el proyecto en un cajón. Porque la vida sigue igual. C’est normal. La poderosa Francia de los bosques y ríos, la Francia nuclear, la Francia del gran lujo, es capaz de resistir cualquier desafío. O eso parecía, porque la Francia de hoy es un país gravemente enfermo.


La deuda exterior ha superado ya la barrera de los 3 billones o el equivalente al 115% de su PIB y se ha convertido en la tercera mayor del mundo tras la de EE.UU. y Japón, economías mucho más potentes. La deuda per cápita roza ya los 46.000 euros, frente a los 40.000 de Gran Bretaña, los 37.000 de Grecia o los 32.000 de España. El gasto público, el más alto de la OCDE, supera el 61% del PIB (51,6% en el caso de España, 47,8% Portugal, 42,3% EE.UU.); el déficit público ronda el 5% y el comercial rebasó ya los 100.000 millones y sigue aumentando. Sus inversiones en el exterior han caído drásticamente en los últimos años. En realidad, Francia ha dejado de pertenecer a la Europa rica del norte para integrarse de pleno derecho en el llamado “Club Med” de países del sur, víctimas de Gobiernos acostumbrados a gastar como si no hubiera un mañana, muy por encima de los bienes y servicios que produce. La vieja aspiración gala de coliderar la UE con la poderosa Alemania ha pasado a mejor vida, un sueño roto, como el sentimiento de frustración provocado, en el país de Pasteur y Sanofi, por la incapacidad para desarrollar su propia vacuna anti Covid. Síntomas alarmantes de la decadencia de una nación.


En un proceso de desindustrialización acelerado, Francia ha perdido dos millones de puestos de trabajo en 20 años en la industria, que ha pasado a representar apenas el 10% del PNB frente al 20% de hace un par de décadas. Los fracasos se repiten en política exterior. Francia se ha visto obligada a abandonar Malí, donde ha sido sustituida por el pro ruso grupo Wagner. Como una humillación sintieron muchos franceses la abrupta cancelación (septiembre de 2021) del contrato suscrito con Australia para la construcción de 12 submarinos que ahora se harán en EE.UU y UK. Demasiadas afrentas en muy poco tiempo. “Nuestro país no acepta que ahora juegue en segunda división cuando todavía se precia de ser una gran potencia”, podía leerse hace escasas fechas en Libération.


Sigue contando con infraestructuras excelentes, con algunas compañías de primer nivel, sigue comiendo bien y bebiendo mejor, pero Francia es un país que vive por encima de sus posibilidades, con una clase media, la pagana de esta aglomeración de crisis, que se está empobreciendo, como demuestra la abundancia de tiendas de descuento. Es el caso de la marca holandesa Action, que en 10 años ha pasado de 100 tiendas a las 700 que hoy tiene abiertas en todo el país, y cuyo éxito reside en vender, al margen de la alimentación, cientos de artículos a menos de un euro. Una población que se empobrece pero que se niega a prescindir de un sistema asistencial tan generoso como imposible de financiar sin el recurso a la deuda, con maquinistas de los SNCF que se jubilan con 52 años y con la pensión máxima. Una sociedad que sigue reclamando del Estado más y más ventajas y ayudas sociales. Un callejón sin salida.


Junto a la pérdida de pujanza económica se ha producido un paralelo deterioro del clima social. Empezando por la educación, la madre de todas las batallas, de la que generaciones de franceses se han sentido orgullosos, y siguiendo por los servicios públicos, con una Sanidad que no funciona y un transporte (el caos de los trenes de cercanías de París) que tampoco. Pleitear o simplemente reclamar algo ante la Administración se ha convertido en un asunto Kafkiano. Nadie contesta. Más grave que esa inoperancia es quizá el desapego de una mayoría de franceses de su clase política, la sensación de que la política ya no da respuesta, ya no es capaz de mejorar la vida de la gente. La derecha republicana se ha fragmentado y el PS ha sido engullido, insignificante, en la coalición de extrema izquierda de la Francia Insumisa que lidera un Melenchon dispuesto a quemar la calle y a reclamar la jubilación a los 60. En la extrema derecha reina Le Pen y tipos como Éric Zemmour, intelectuales conservadores que se resisten a aceptar el declive galo. No cabe mejor símbolo de la decadencia del país vecino que el cierre de la famosa ENA (École nationale d'administration), la escuela en la que, desde siempre, se ha educado la élite que ha servido en los altos cuerpos de la administración del Estado y la clase política.


La universidad ha caído víctima de la carcoma de las nuevas ideologías importadas de los campus norteamericanos, y buena parte de los jóvenes que salen de ella se inclinan por soluciones de izquierda plenas de voluntarismo. Una relativamente reciente encuesta nacional reveló que casi dos tercios de los preguntados dijeron tener una opinión "bastante mala" o "muy mala" del capitalismo. La solución, entonces, parece estar en acabar con los millonarios tipo Bernard Arnault, el hombre más rico del mundo, dueño del imperio del lujo LVMH, (epígono de nuestro Amancio Ortega, sobre quien la izquierda española vuelca toda su bilis), hacer pagar a “los ricos” los desfases del sistema para enmascarar la negativa radical de buena parte de la población a reformar su ineficiente y elefantiásico Estado del Bienestar. Cierto que las culpas están repartidas: “Existe la idea de que las reformas deben hacerse exclusivamente en detrimento de los trabajadores”, argumenta Dominique Méda, profesora de sociología en Paris Dauphine-PSL. “y esto sucede en medio del anuncio de reparto de enormes dividendos y el aumento disparatado de las fortunas de los multimillonarios, lo que lógicamente cabrea a la gente”. Hay, desde luego, una sensación general de cansancio, un agotamiento que impide pensar en el largo plazo. Lo ha definido bien el ex primer ministro Édouard Balladur, para quien “pocas veces ha atravesado Francia dificultades tan graves, ya sea en el ámbito económico, social, educativo, de seguridad o de inmigración. Es como si estuviéramos presenciando un colapso general”.


Parte del fiasco francés tiene que ver, como en tantas partes, como en España, con la depauperación de la política. “El derrumbe del nivel intelectual de la clase política es una amenaza para la democracia”, escribía Maxime Tandonnet en Le Figaro este 2 febrero. Es la sensación de fracaso que acompaña a Macron, esa cierta idea de vendedor de peines que queda de él tras sus brillantes discursos. Lo ha descrito el historiador y ensayista Jacques Julliard, para quien “Macron se ha mostrado incapaz, por falta de voluntad o quizás de talento, de ser el hombre de la reconstrucción nacional. Pero si no es De Gaulle, al menos podría haber sido Pompidou o Giscard”. Son muchos los que piensan que el inquilino del Elíseo terminará metiendo en el baúl su reforma. Al fin y al cabo, esta secuencia de hechos es ya una tradición francesa.


De modo que las pensiones, as usual, se seguirán financiando con deuda, con más deuda. Así hasta que los mercados reparen un día en que ni este Gobierno ni sus sucesores van a ser capaces de emprender ningún tipo de reforma seria, por lo que esa deuda va a seguir creciendo hasta alcanzar límites insoportables. Ocurre que cuando los mercados pierden la fe en la clase política de un país, suceden cosas muy extrañas. Sucedió hace unos meses en Gran Bretaña, donde obligaron a dimitir a la primera ministra Liz Truss acorralada por el desplome de la libra, consecuencia de la incongruencia de su programa de expansión del gasto público con paralelo recorte de impuestos. De modo que puede que muchos franceses canten victoria el día en que su “pequeño Napo” retire la reforma, satisfechos de haber doblado de nuevo el pulso al Gobierno, pero ignorantes de que el colapso de su deuda pública, que será tan brutal como repentino, está quizás a la vuelta de la esquina. Las lecturas en clave española de esta moderna tragedia griega son más que obvias.


Tres lenguas españolas que se mueren

Rafael Del Moral. vozpopuli. 5 Febrero 2023


Nada más iniciarse 2023, el 4 de enero, murió en Oaxaca, a los 95 años, Pedro Salazar, uno de los últimos hablantes del ixcateco y el último que conocía con suficiencia la cultura de su pueblo. Con su desaparición ya solo quedan dos personas más que lo hablan, otras tres que lo balbucean, y unas cuantas que más o menos lo entienden. Salazar no deja descendientes, no los tuvo. Se lleva a la tumba medio idioma que nadie más conocía ya como él, pendiente de dar por extinguida en breve la otra mitad.


En pueblo ixcateco se asienta en Santa María Ixcatlán, uno de los 570 municipios en los que se divide administrativamente el estado mexicano de Oaxaca, al sur de México, bañado por las aguas del Pacífico. Lo habitan medio millar de campesinos y artesanos que viven de los recursos del bosque y de la producción de mezcal, bebida elaborada a partir del agave, como el tequila, pero de menor calidad y aceptación.


Las lenguas mueren con las personas, con unas, como en este caso, con más intensidad que con otras. Pedro el viejo deja un vacío lingüístico previsible porque las lenguas desaparecen como las personas, aquejadas por la enfermedad. ¿De qué enfermedad muere el Ixcateco? De indolencia. Hace muchas generaciones que sus hablantes lo arrinconan en favor del español, lengua que facilita el acomodo social. ¿Y eso es un mal? Claro que sí, pero es tan natural como la vida misma. Los cambios de lenguas han estado presentes en la historia de la humanidad desde el principio de los tiempos. Muchas han muerto sin nombre, sin lápida, sin epitafio sin vestigio para el recuerdo. Otras han dejado un caudal de libros, textos e inscripciones.


Cientos de lenguas padecen la misma enfermedad, la desidia de sus hablantes. Aunque la noticia parezca lejana, tres lenguas españolas languidecen sin que pueda hacerse nada para reanimarlas. O muy poco. Solo prolongarles la vida unos años más, que pueden ser muchos. No son las únicas pues a otras 3000 les espera, como las especies animales y las plantas, el mismo futuro, la extinción.


El asturleonés o asturiano o bable, nacido del latín, fue la lengua del Reino de León. Ha sobrevivido en los hogares de Asturias y también en la localidad portuguesa de Miranda del Duero, donde goza el estatus de lengua cooficial. Hay quien la llama segunda lengua de Portugal. El mismo galardón recibió recientemente el asturiano concedido por la mitad más uno de los parlamentarios. No servirá de mucho. El asturiano pierde fuerza. Lo lleva haciendo desde hace siglos, y puede perdurar muchos años más, pero ni las autoridades autonómicas podrán reanimarlo – ojalá pudieran – ni reestructurar su uso eclipsado por el castellano y el portugués. Difícil calcular los hablantes porque sobrevive fragmentado en tres dialectos y confundido en esa mezcla castellano-asturiana llamada amestao.


El aragonés fue lengua del Reino de Aragón. La llegada al poder de la dinastía castellana de los Trastámara achicaría su influencia a favor del castellano. Quedó poco a poco relegado a una lengua rural que hoy se reduce, poco más o menos, al área al norte de las provincias de Huesca y Zaragoza. Y lo peor, fragmentado en dialectos. Hay núcleos de población que lo usan, pero nunca antes había tenido tan pocos hablantes, ni un envejecimiento tan marcado, ni una transmisión generacional tan débil. Es difícil contar sus hablantes, digamos unos cuantos miles, y mucho menos augurar su futuro, digamos y dos o tres generaciones.


En lo más recóndito del Pirineo catalán, una variedad del occitano, el aranés, a más de 2.000 metros de altitud, vive sus últimos coletazos. Es el idioma de unos pocos miles de habitantes del Valle de Arán, tal vez tres mil. Lo que nos hace reflexionar es que la cooficialidad en toda Cataluña, privilegio que lo encumbra desde 2010, parece haber contribuido muy poco a su estabilidad. La tendencia hacia la desaparición no se ha modificado porque la trayectoria natural de las lenguas depende de los hablantes y no de los políticos. Lo que sí puede y debe garantizarse es el respeto a quienes la utilizan y la quieren utilizar, sin menospreciar a quienes prefieren no hacer uso de ella.


El ixcateco se acerca más a su desaparición que las tres lenguas españolas, pero recordaremos que no hace mucho, a finales del siglo XX, murió el roncalés, dialecto del vasco en el enclave navarro del valle del Roncal. Sabemos que se usaba de manera habitual a finales del XIX. Fidela Bernat, fallecida en 1991 en Pamplona fue su última hablante. Poco antes, en 1967, había muerto Ubaldo Hualde, que además sabía escribirlo. En la Fonoteca de Navarra se conservan, para su recuerdo y estudio, algunas grabaciones de entrevistas.


Antes de cerrar este obituario deberíamos saber que ninguna lengua cumple más de treinta siglos, edad límite según lo que hasta ahora conocemos. Los hablantes no las vemos envejecer porque el deterioro es lento. Unas y otras, las grandes y las chicas, las más potentes y las débiles están llamadas a desaparecer.


******************* Sección "bilingüe" ***********************




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