Recortes de Prensa Domingo 24 Septiembre 2023
EE UU aprueba el envío a Ucrania de los misiles de largo alcance ATACMS
La Administración Biden cambia de postura pero matiza que llegarán a Kyiv pocas unidades
ALBERTO TEJEDOR. la razon. 24 Septiembre 2023
Joe Biden desmintió unas horas después las declaraciones de su asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, y dio su brazo a torcer tras más de un año de fuertes presiones diplomáticas por parte de Ucrania. El presidente de Estados Unidos aprobó finalmente el viernes el envío a Kyiv de los famosos misiles de largo alcance Army Tactical Missile System (ATACMS, por sus siglas) tras la segunda visita de Volodimir Zelenski a la Casa Blanca desde que diera comienzo la invasión rusa.
La decisión ya estaba tomada antes de que el líder ucraniano pisara de nuevo el Despacho Oval. Aunque Biden evitó hacer un anuncio público, según el Financial Times.
El presidente de Estados Unidos había anunciado un paquete de ayuda de 325 millones de dólares que incluía defensa antiaérea y munición de racimo adicional. Dijo también que los tanques estadounidenses M1 Abrams llegarían a Ucrania la próxima semana. Pero en este nuevo lote de asistencia no estaban incluidos los ATACMS.
Llegarán pocas unidades a Ucrania, matizó la Casa Blanca, pero la utilización de estos misiles puede influir en la evolución de la guerra. Hasta la fecha, Ucrania ha estado utilizando proyectiles Storm Shadow británicos y franceses de largo alcance, así como misiles guiados Himars de fabricación estadounidense, de menor alcance, para atacar la logística, los almacenes de armas y los puestos de mando de las Fuerzas Armadas rusas en el marco de una contraofensiva que no termina de arrancar.
De hecho, el Ejército ucraniano atacó el viernes el cuartel general de la flota rusa en el mar Negro con misiles Storm Shadow.
Un sistema de misiles ATACMSUn sistema de misiles ATACMSWikipedia
Pero los ATACMS suponen un salto cualitativo importante. Estos misiles, también de fabricación estadounidense, tienen un alcance de hasta 300 kilómetros, por lo que Ucrania podrá atacar en la retaguardia del frente, muy por detrás de la línea enemiga, sobre las líneas de suministro, las bases aéreas y las redes ferroviarias en los territorios ocupados por Rusia.
Sin embargo, pasarán algunos meses hasta que el Ejército ucraniano esté preparado para utilizar estos misiles. Antes, los vehículos lanzadores existentes deberían adaptarse, el personal debería recibir formación específica y preparar la logística, puntualizan los expertos.
Han sido meses de intensas deliberaciones en el seno de la Administración Biden. Había dudas sobre la conveniencia de suministrar este tipo de armamento a Ucrania. Por un lado, por la posibilidad de que pudiera irritar al Kremlin y escalar aún más el conflicto. Por otro, por las necesidades propias del Pentágono.
Ucrania, por su parte, se ha comprometido a no apuntar con los ATACMS contra objetivos situados en suelo ruso, recoge The Wall Street Journal.
Rusia dice estar preparada para negociar con Ucrania, pero sin un alto al fuego
El Confidencial. 24 Septiembre 2023
El Ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha dicho que "Rusia está lista para mantener conversaciones sobre Ucrania, pero no considerará ninguna propuesta de alto el fuego porque Moscú ya ha sido engañada una vez".
Además, el Papa ha admitido "cierta frustración" con la misión de mediación que está llevando a cabo el Vaticano con la guerra en Ucrania, porque "la Secretaria de Estado está haciendo todo lo posible para ayudar.
Las claves del momento:
Rusia está preparada para negociar con Ucrania, pero sin un alto al fuego
El Papa ha admite "cierta frustración" con la misión de mediación
Así hemos contado la jornada 577 de la guerra
Hace 1 horas 54 minutos 07:14
Rusia está preparada para negociar con Ucrania, pero sin un alto al fuego
El Ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha dicho que "Rusia está lista para mantener conversaciones sobre Ucrania, pero no considerará ninguna propuesta de alto el fuego porque Moscú ya ha sido engañada una vez".
"Estamos trabajando en la situación real que se ha desarrollado. (...) En marzo y abril de 2022 hubo negociaciones, todo ya estaba rubricado, pero dos días después ocurrió Bucha. Porque creo que alguien en Londres o Washington no quiere que esta guerra termine", ha afirmado el máximo diplomático en una conferencia de prensa tras la 78ª sesión de la Asamblea General de la ONU recogida por la agencia de noticias TASS.
Hace 1 horas 57 minutos 07:11
El Papa admite "cierta frustración" con la misión de mediación en Ucrania
El Papa ha admitido "cierta frustración" con la misión de mediación que está llevando a cabo el Vaticano con la guerra en Ucrania, porque "la Secretaria de Estado está haciendo todo lo posible para ayudar.
Así lo ha puesto de manifiesto durante la rueda de prensa que ha celebrado a bordo del avión que le ha traído de vuelta al Vaticano desde Marsella, según informa Vatican News.
Rebelión cívica contra Sánchez
EDITORIAL. libertad digital. 24 Septiembre 2023
España atraviesa un momento crítico y es hora de que los españoles se levanten y salgan a la calle a protestar y manifestarse en contra de Sánchez y sus aliados con el fin de proteger la Constitución, la unidad del país y la democracia.
La situación es de máxima gravedad. La vergonzosa negociación que ha emprendido el líder del PSOE para revalidar su mandato al frente de la Moncloa con los enemigos de España y del orden constitucional, liderados por el golpista y prófugo de la Justicia Carles Puigdemont, supone un antes y un después en la reciente historia democrática de España, un punto de inflexión que marcará el devenir de los próximo años y que, sin duda, supone una amenaza de primer orden para la estabilidad política y social del país.
Si algo ha demostrado Sánchez durante su carrera política es que no tiene palabra, ni vergüenza, ni honor, pero tampoco escrúpulos para aceptar todo lo que sea necesario con tal de permanecer en el poder. Las exigencias de los separatistas catalanes de Junts para investirle de nuevo presidente son ilegales y, por tanto, no se pueden aceptar, diga lo que digan el Gobierno en funciones y sus socios independentistas y de extrema izquierda.
La amnistía no tiene encaje en la Carta Magna. La Constitución lo prohíbe de forma clara e incuestionable. Y, sin embargo, es una línea roja que el PSOE, una vez más, está dispuesto a cruzar por puro interés personal y partidista, en contra de los intereses del conjunto de los españoles. Su mera negociación supone una flagrante vulneración de la ley y del estado de derecho.
Pero la afrenta, por desgracia, va mucho más allá. Sánchez también está dispuesto a acordar algún tipo de consulta soberanista con el nacionalismo catalán, lo cual, además de vulnerar de nuevo la legalidad vigente, pone en riesgo la inquebrantable unidad nacional que garantiza la Constitución.
Por si fuera poco, la investidura de Sánchez supondrá una colosal factura económica, ya que la condonación de la deuda que mantiene Cataluña con el Estado y la concesión de nuevas inversiones, transferencias y financiación al nacionalismo, hasta el punto de romper el actual sistema autonómico para implantar un nuevo fuero catalán, podría rondar los 200.000 millones de euros. Y todo ello sin contar los efectos secundarios que supondrían tales privilegios ni la evidente vulneración del principio básico de igualdad ante la ley que debería regir para todos los españoles.
Esta negociación es un punto y aparte porque ataca directamente los pilares de la Constitución y, por ende, de la democracia española. Es traición y, como tal, ha de ser contestada y combatida por los españoles. España necesita una rebelión cívica contundente y sólida para frenar a Sánchez. Tan sólo los españoles pueden ya pararle los pies. Es el momento de salir a la calle en señal de protesta e indignación, el momento de tomar las plazas, convoque quien convoque, para defender España y todo lo que representa. Ahora, está en nuestras manos.
España, bajo el síndrome de la rana hervida
Juan Manuel Blanco. vozpopuli. 24 Septiembre 2023
El propósito de Pedro Sánchez de alcanzar la investidura a cualquier precio, cediendo ante quienes desean descuartizar España, forzando para ello la Constitución y las leyes, ha causado un terremoto político con expresidentes y exmiembros del gobierno rasgándose las vestiduras ante la extremada gravedad de la situación. No les falta razón y, sin embargo, sus argumentos alcanzarían mayor consistencia si, al mismo tiempo, formularan la correspondiente autocrítica, reconociendo que la conducta de Sánchez se apoya en demasiados precedentes. Porque de los polvos que algunos aventaron imprudentemente en el pasado vienen los presentes lodos.
La cesión ante el nacionalismo disgregador no comenzó ayer, ni el mes pasado, sino hace décadas. Al principio se limitó a cuestiones aparentemente insustanciales, pero, paso a paso, fue ganando más y más recorrido, adquiriendo una gravedad en permanente in crescendo hasta que, finalmente, Sánchez pretende ascender el par de peldaños que restan hasta esa cota desde la que se divisa la desintegración. Casi todos los expresidentes brindaron concesiones acumulativas a los nacionalistas… a cambio de un plato de lentejas. Ahora claman, a coro con el Capitán Renault, ¡qué escándalo, hemos descubierto que aquí se juega!
Pocos observadores fueron conscientes de esta larga y peligrosa deriva, porque la quiebra de la soberanía se produjo a cámara lenta, poco a poco, grieta a grieta. Dicen que una rana saltará instantáneamente fuera de la cazuela si cae en agua hirviendo. Pero si el agua está tibia y se calienta lentamente, se habituará paulatinamente a temperaturas crecientes hasta que acabe cocida. El síndrome de la rana hervida es una alegoría que alerta de la incapacidad, o falta de voluntad, de los seres humanos para percibir peligros o amenazas que se ciernen gradualmente, no de una vez. Cuando finalmente se recobra la consciencia, el mal se encuentra tan avanzado y arraigado, que la salida resulta ya muy difícil.
Un peligroso cóctel desintegrador
La entrega, pieza a pieza, a los independentistas constituyó un proceso prolongado al que contribuyeron varios elementos disfuncionales de nuestro sistema político, dos de ellos muy directamente: a) un sistema electoral que dificulta la obtención de mayorías absolutas y b) un modelo de descentralización territorial completamente abierto, que permitía el traspaso de cualquier competencia a las autonomías.
La moda de implantar métodos electorales dirigidos a dificultar o evitar la obtención de mayorías absolutas causó furor en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Con el recuerdo cercano de los nazis alcanzando el poder por las urnas, el bando vencedor auspició sistemas electorales proporcionales, capaces de impedir que partidos totalitarios, políticos aventureros o grupos ajenos al consenso ejercieran el poder en solitario. Pero rápidamente se comprobó que este invento generaba más problemas de los que resolvía, pues entorpecía la gobernabilidad y concedía un desproporcionado poder de veto a las minorías. De hecho, países como Francia lo suprimieron muy pronto. Sin embargo, los padres de la Transición acabaron adoptándolo a pesar de sus nocivos resultados. Y sus estragos iban a ser en España mucho más graves porque los minoritarios, esos a los que se concedía el poder de veto y chantaje, eran partidos empeñados en desmembrar la nación.
El segundo elemento era un modelo de descentralización territorial (el Estado de las Autonomías) que, lejos de responder a un diseño bien meditado, con reglas eficaces y estables, se abstenía de establecer un claro reparto de competencias entre el centro y las regiones: prácticamente cualquier atribución del Estado podría ser cedida a las autonomías en el futuro. Con ese grado de ambigüedad, más que de una organización territorial, se trataba de un proceso, un camino que podría llevar a casi cualquier lugar, dependiendo de las componendas a que fueran llegando los partidos.
La combinación de estos dos elementos constituía una bomba de relojería, especialmente en un entorno donde los controles y contrapesos funcionaban muy deficientemente y donde los perversos mecanismos de selección de la clase política iban alzando al poder a unas generaciones de dirigentes cada vez con menos principios y escrúpulos, hasta llegar a los extremos actuales. El desmembramiento territorial no era más que el fin inevitable, la consecuencia lógica de todos estos mecanismos.
Como era de esperar, los traspasos de competencias a las autonomías no siguieron un criterio racional de eficacia en la prestación del servicio, sino una regla de mera conveniencia política. En las legislaturas sin mayoría absoluta, estos traspasos eran la típica moneda con la que se pagaba a los independentistas los votos para la investidura. El sistema siempre evolucionaba en sentido centrífugo porque, en cada apaño, el gobierno nacional obtenía algo temporal, apoyos en el Parlamento, cediendo a cambio algo permanente, unas competencias que nunca serían devueltas.
Así, la dinámica empujaba lenta, pero inexorablemente hacia la desintegración, con un Estado que, poco a poco, iba siendo despojado de atribuciones, desapareciendo prácticamente de algunas regiones donde las leyes españolas comenzaron a ser vulneradas con toda impunidad. Este reparto de la soberanía nacional por despojos era secundado a posteriori por los partidos de ámbito nacional tras descubrir que cada competencia transferida a las autonomías multiplicaba considerablemente el número de puestos a repartir entre militantes, simpatizantes y amigos. La deriva no encontraba freno en un entorno donde el ejecutivo no estaba sometido al contrapeso del legislativo y donde magistrados del Tribunal Constitucional, vocales del CGPJ o miembros de otros órganos jurisdiccionales, acataban con demasiada frecuencia las directrices del partido que los había propuesto o apoyado. Allá van leyes do quieren reyes.
Llegados a estas alturas, el presidente del Gobierno en funciones pretende ceder hasta extremos nunca vistos porque ya queda muy poco por entregar. Una vez traspasado el efectivo, las joyas y los muebles, Sánchez se ve obligado a arrancar las lámparas, los inodoros y las cañerías; todo lo que resta para clausurar el chiringuito. Pero no nos engañemos: por muy nefasto que sea el personaje, Pedro Sánchez no es exactamente la enfermedad, sino un síntoma muy agudo de la dolencia que nos aqueja desde hace mucho tiempo y que ha ido agravándose ante la pasividad de la mayoría. Porque los sistemas políticos que funcionan correctamente disponen de eficaces mecanismos de salvaguardia para impedir acciones ilegales o ilegítimas de gobernantes desaprensivos, psicópatas o malintencionados.
Tras tropezar múltiples veces en la piedra de las cesiones, a ningún político se le ocurrió reformar la ley electoral para facilitar mayorías suficientes, evitando así la permanente extorsión. Nadie propuso tampoco cerrar definitivamente el modelo autonómico, reasignando definitivamente las competencias entre el centro y las autonomías con criterios de eficiencia en la prestación de los servicios y no de mero cambalache político.
Por supuesto, la reforma de los puntos anteriores no resolvería todos nuestros problemas políticos, ni siquiera los más graves. Pero aliviaría sensiblemente los más acuciantes. Sin embargo, se diría que los esquemas establecidos en la Transición son percibidos como las Tablas de Moisés: verdades reveladas, dogmas o principios sagrados absolutamente intocables. Grave error: las democracias que funcionan aceptablemente son las que van reformándose a medida que descubren problemas o disfuncionalidades, aquellas que aprenden del error y muestran voluntad de corregirlo. Sin embargo, en su extremada visión cortoplacista, los partidos españoles concentraron siempre sus esfuerzos en alcanzar el poder, desentendiéndose de una arquitectura institucional que se descomponía a ojos vistas.
Atajar la causa de fondo
El presidente en funciones se ha hecho acreedor, con creces, a todas las críticas que está recibiendo y, por supuesto, merece ser apartado del poder. Pero constituiría una grave equivocación pensar que la tragedia de España proviene de la acción de un solo individuo surgido de la nada: creer que “muerto el Pedro se acabará la rabia”. Porque, si no se toman medidas para atajar las causas de fondo, todos estos males se reproducirán una y otra vez hasta que… el agua alcance el punto de ebullición.
Sánchez: el final de la escapada
Alejo Vidal-Quadras. vozpopuli. 24 Septiembre 2023
Hay que reconocerle a Pedro Sánchez su asombrosa capacidad de superar dificultades, revolviéndose en un palmo de terreno, desdiciéndose en un corto período de tiempo de afirmaciones solemnes, proferidas en forma de compromisos rotundos, mintiendo con asombroso descaro y pisoteando todas las reglas, tanto escritas como no escritas, de la democracia. Es difícil encontrar en la historia occidental contemporánea un gobernante más desaprensivo, inmoral, traicionero e implacable que el hoy presidente del Gobierno en funciones. Quizá sea esta desfachatez tan descarada, este total desprecio por las normas más elementales de la decencia, esta supeditación innoble de los intereses más vitales de la Nación cuya conducción le ha sido confiada a los suyos personales, este despliegue, en fin, hasta extremos superlativos, de maldad, egolatría y desprecio por la verdad, el que fascinó en su día a la militancia socialista y le otorgó su victoria frente a una Susana Díaz, que, pese a no ser un dechado de virtudes angelicales, es, comparada con él, una hermanita de la caridad. El Mal, llevado a niveles de perfección, puede tener un atractivo diabólico difícil de resistir.
En su frenética y permanente huida hacia adelante con tal de retener el poder, nuestro personaje ha llegado, sin embargo, al agotamiento de su recorrido porque, como dijo celebérrimamente el legendario maestro de la muleta y el estoque, “lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”. En efecto, Sánchez se enfrenta por primera vez a un obstáculo que ni siquiera su absoluta carencia de escrúpulos podrá superar. Este muro infranqueable es la Constitución de 1978. Su pretensión es clara, sortear nuestra Ley de leyes mediante una mutación constitucional encubierta que un Tribunal hecho a su medida admita como válida. Ahora bien, ni la amnistía a los golpistas de octubre de 2017 ni la autodeterminación de Cataluña caben ni con fórceps en la vigente Norma Suprema. Ninguna de estas dos exigencias de los separatistas puede ser satisfecha dentro del marco jurídico en vigor. Cada una de ellas implica una reforma profunda de la Constitución, tácita o explícita, que no es posible llevar a cabo mediante legislación ordinaria. La amnistía vulneraría los principios de igualdad entre los españoles, de separación de poderes y de que la prohibición de lo menor comporta la de lo mayor. La autodeterminación de una parte de la Nación choca de lleno con preceptos medulares de la Ley Fundamental contenidos en su Título Preliminar.
Al igual que la Ley de Amnistía de 1977, estuvo asociada a un cambio de régimen que alumbró una nueva Constitución democrática que reemplazó a las siete Leyes Fundamentales del Reino franquistas, es decir, a una transformación completa y radical del sistema institucional, político y jurídico, la imposición de una amnesia penal sobre el bochornoso intento de putsch separatista hace cinco años en Cataluña representaría, aunque de manera disfrazada, una modificación del ordenamiento básico imperante en España desde hace cuatro décadas y media. Es digna de hacer notar la advertencia por parte del sector llamado “progresista” del Supremo Intérprete de la Constitución de que nadie ha de dar por sentada su posición favorable a una hipotética amnistía para Carles Puigdemont y sus adláteres. Incluso Cándido Conde Pumpido es consciente de la inviabilidad del propósito del Gobierno y de ahí que tome precauciones. Hay chapuzas de un calibre tal que ni aun togas muy “embarradas por el polvo del camino” pueden digerir.
Un Ejecutivo tiene competencias para impulsar proyectos legislativos, pero no para pisotear el Estado de Derecho. La reforma constitucional se rige por los artículos 87, 167 y 168 de la Constitución y Pedro Sánchez presenta trazas de estrellarse contra ellos. Además, de acuerdo con el artículo 56.1, el Rey “arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones”, lo que significa que si el pacto de Sánchez con los independentistas para lograr su investidura presenta elementos “irregulares” que amenacen la integridad territorial del Estado o que ofrezcan indicios palpables de inconstitucionalidad, la Corona, en uso de sus atribuciones, puede proceder a “moderar” los excesos de un candidato imprudente y demorar su designación hasta que el horizonte se aclare. Tampoco conviene perder de vista el artículo 102.2 sobre la traición ni el 62 h sobre el mando supremo de las Fuerzas Armadas ni el 8.1 sobre la misión de los ejércitos. O sea, que según la magnitud de las tropelías que Sánchez se atreva a cometer, la probabilidad de que pise terreno resbaladizo y peligroso no es desdeñable.
Repetición de elecciones
La hipótesis de que vayamos a repetición de elecciones cobra cuerpo a medida que los diferentes sectores de la sociedad española, jurídico, empresarial, político, académico, funcionarial, militar, educativo y buen pueblo en general, adquieran conciencia creciente de que el precio que el secretario general del PSOE está dispuesto a pagar a los enemigos jurados de nuestra Nación para continuar vistiendo la púrpura es no sólo excesivo, sino inaceptable. La manifestación convocada en Barcelona el 8 de octubre permitirá valorar el nivel de movilización de la ciudadanía en defensa del imperio de la ley y de la unidad nacional y hasta qué punto el arribista de La Moncloa ha llegado al final de su escapada.
Ya echaron a Sánchez una vez
JAVIER SOMALO. libertad digital. 24 Septiembre 2023
Si en el PSOE quieren ser útiles de verdad, que rompan este PSOE que dicen que no es el bueno y echen a Sánchez otra vez.
A Pedro Sánchez lo echaron un 1 de octubre, fecha reincidente en la historia de España, de 2016. El PSOE, gestionado temporalmente por Javier Fernández, permitió a Mariano Rajoy formar gobierno ofreciéndole 68 abstenciones, apenas un mes después, el 29 de octubre.
Han pasado siete años. Cayeron el propio Mariano Rajoy y su sucesor, Pablo Casado. Desapareció por completo Ciudadanos, con y sin Albert Rivera. Surgió Vox, creció desde Andalucía —12 escaños desde 0—, se consolidó en toda España con 52 escaños en 2019 y perdió 19 de ellos en 2023 en medio de una considerable crisis. Pablo Iglesias pasó de ser eurodiputado a candidato a presidente, ministro y hasta vicepresidente del Gobierno para abandonar después, mucho más rico que cuando empezó, la política activa y a Podemos y familia disueltos en Sumar.
¿Y Sánchez? En esos siete años Pedro Sánchez volvió, purgó el partido que lo había expulsado y llegó a presidente del Gobierno, donde sigue hoy sin complejo alguno. Pero los cambios también han pasado por él, siempre alimentado por la mentira, como ha resumido en Libertad Digital María José Grech.
El "racista" Torra, el delincuente y "prófugo" Puigdemont, "una de las peores hojas de la historia de Cataluña" — "a ustedes se les escapó, señor Casado", le reprochó—, la "rebelión" de octubre, la amnistía "inconstitucional"…
No hay hemeroteca que tumbe al felón. Tiene un gesto reservado para cuando le atosigan con ella: encoge los hombros, levanta las cejas y asoma un puchero de indiferencia mirando al infinito. Todo a la vez en una especie de "a mí plin, yo duermo en Pikolín". Y si queda algún periodista que quiera y consiga filtrar una saeta a través del pétreo muro de las contemplaciones, le basta con responderle lo primero que le venga a la cabeza: que salvó millones de vidas con el Covid, quizá. O que acabó con Franco. O que la derecha es una liga de violadores. No importa. Sale de todas.
Está claro que mereció la expulsión. Hoy está fuera de toda duda. Lo que resulta difícil de comprender es que los socialistas que se levantaron entonces tuvieran tan poca fuerza. ¿Quién se acuerda hoy de Susana Díaz? Entonces, ¿qué nos queda?
Unos dicen que asoma una "tercera España" en forma de partido trasversal. Una izquierda reformista que ha hecho muchas cosas ya en el terreno intelectual. Cosas que cuando llegan a la política se malean, se enquistan y se echan a perder. Cuando al intelectual no le interesa hacer política, y eso sucede por edad, por simple pereza o por no querer pisar el circo, acaba siempre recurriendo al político profesional, avezado tertuliano sin escrúpulos ni formación. Y se vuelve a joder la cosa.
Humildemente y con todo el respeto que me merecen muchos de los firmantes de esta enésima intentona como Trapiello, el incansable Savater o Sosa Wagner, creo que la tercera España fue la resultante de la concordia, la de la Transición. La tercera España no era sino la unión de las dos Españas reconciliadas en busca de la libertad. Lo consiguieron ellos. Por eso allí sí tuvo sentido una amnistía. Ahora, con otra, se quiere revertir aquel meticuloso (y milagroso) proceso.
Otros creen en Europa. Yo sólo en algunos, poquísimos, políticos europeos. Quizá sólo en una. Maite Pagazaurtundua, que dice lo que debería ser Europa y lamenta el eco de su voz:
"Las palabras de Sánchez expresan la voluntad de invertir las bases del Estado de derecho democrático. Europa no puede permanecer ajena".
Pues permanece ajena, inmóvil cuando no ambigua o protectora de las corrientes separatistas. Europa siempre duerme mientras deja de ser Europa. Y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, admitiendo a trámite el recurso de los golpistas, añade pesadez a esta indigesta bola que está dejando también a España fuera de juego, vieja y enferma.
Derechos Humanos… como aquella comisión de la que llegó a ser miembro en el Parlamento vasco un terrorista que ahora sale en el cine insultando a los que mató. Muy amigo de Otegui, con el que compartía risas exageradas en los escaños vascos para que los diputados que enterraban a compañeros sufrieran un poco más.
Otegui y Ternera. Si con el de Mondragón no era suficiente, recordemos siquiera lo último que dice Ternera, que los guardias civiles tenían lo que se merecían y que para algo daban "todo por la patria". ¿Demasiado insoportable? El propio Ternera tendría un sitio con Sánchez si eso fuera una condición. Todavía hay tiempo para que suceda. Ya todo puede pasar mientras unos y otros juegan en el recreo. Una pieza derriba otra, como el imparable dominó que se destruye gracias al orden de colocación de las fichas. Y nadie se separa lo bastante o es lo suficientemente firme como para detener la cadena. España no se ha roto, se rompe sin cesar.
Los hay, por último, que han querido ver en la quedada socialista del Ateneo de Madrid un remake de aquel balcón del 82, también en octubre. Guerra y González, González y Guerra. Reconciliados y juramentados cuarenta años después contra el "sanchismo" que todo lo invade. Pronunciaron frases plausibles. Si Sánchez admitiera, si Sánchez se atreviera, si acaso consintiera… Cuando salieron del templo, Sánchez ya había admitido, se había atrevido y por supuesto consentido. La vieja guardia se quedaba dándose palmadas en las ya cargadas espaldas. Qué… ¿entramos otra vez?
Si en el PSOE quieren ser útiles de verdad, que rompan este PSOE que dicen que no es el bueno y echen a Sánchez otra vez. La semana que viene tienen que votar. No hay Ateneos, Europas ni terceras españas que valgan contra el felón.
***
A Dios rogando y con el mazo dando. Manifestaciones contra la amnistía y la deriva del gobierno en funciones.
· El domingo 24 de septiembre, a las 12 en la Avenida de Felipe II, en Madrid.
· El domingo 8 de octubre, a las 12 en Barcelona delante de La Pedrera.
******************* Sección "bilingüe" ***********************
Adueñarse de la angustia
EDITORIAL. gaceta. 24 Septiembre 2023
Millones de españoles volvieron a quedar cautivos del PSOE de Pedro Sánchez y de sus socios tras las elecciones del pasado 23 de julio. De nuevo la siniestra ley electoral que permite que las mayorías vivan secuestradas y expoliadas por las minorías separatistas chantajistas y la izquierda cómplice. La angustia de muchos ciudadanos de bien no ha hecho más que incrementarse desde entonces. No sólo al ser conscientes de que no se produciría un cambio de Gobierno en el corto plazo, sino más bien al descubrir, entre atónitos y horrorizados, que las cesiones de Sánchez incluirán una amnistía para todos aquellos que más daño han hecho a nuestro país en los últimos años.
El Partido Popular, principal responsable de que el centro-derecha no pueda gobernar pese a haber ganado unas elecciones en las que daban por segura una mayoría más que absoluta, podría haber aprendido algo estos meses de verano: pegar patadas constantes a su único socio posible y tratar de contentar a los que además de no votarles nunca les odian nunca será efectivo. Lejos de eso, Alberto Núñez Feijoo y sus acólitos insisten en perpetuarse en su error. Pactan gobiernos autonómicos con VOX poniendo cara de descontento, mientras mendigan reuniones a Junts o el PNV. No les sirve ni que los suyos les adviertan de sus fallos. Las palabras del exministro Jaime Mayor Oreja avisando de que no se deben producir contactos con ninguna de estas formaciones se las llevará el viento.
Feijoo se presentará la próxima semana a un debate de investidura en el Congreso de los Diputados, y previsiblemente lo perderá. Una derrota que podría servir para mostrar unidad con VOX y la existencia de una alternativa real a Sánchez. Los populares, sin embargo, prefieren mantener la actitud perdedora que los mantendrá en la oposición. Tras mostrar el partido de Santiago Abascal su buena disposición a movilizar junto a ellos a la sociedad civil este domingo, altos cargos del PP prefirieron aparecer en público para decirles a sus socios y a los votantes que ellos no convocan ninguna manifestación contra la amnistía sino un acto de partido. Que además lo hagan coincidiendo en horario y lugar con un partido de baloncesto que se prevé multitudinario ya ni siquiera genera indignación, sólo risa.
Muchas personas que habrían acudido a un llamamiento del PP y VOX ya no lo harán al sentirse expresamente excluidos de un mitin, de un acto de partido, con apariencia de manifestación. El intento de adueñarse de manera partidista de la angustia y el temor de tanta gente verdaderamente preocupada por la quiebra evidente de la igualdad de los españoles ante la ley recuerda a las palabras del exvicepresidente Pablo Iglesias, quien no hace muchos años pedía «politizar el dolor».
Lejos de dar marcha atrás y buscar una fórmula que permitiera reunir bajo una misma bandera, la española, a todos los españoles, los populares han preferido limitarse a llamar una vez más a los «socialistas buenos» que jamás terminan de aparecer. Su preocupación no es unir a todos los que defienden el Estado de Derecho, sino repartir los tiempos de su mitin (tres minutos para José Luis Martínez Almeida e Isabel Díaz Ayuso, diez para José María Aznar y Mariano Rajoy, quince para Alberto Núñez Feijoo) y que se note, como en los discursos de agradecimiento de los premios Oscar, quién es el actor principal y quiénes son los secundarios. El Partido Popular no aprende y probablemente nunca aprenderá. Y Pedro Sánchez siempre estará listo para aprovecharlo.
Alberto y su reválida
Jesús Cacho. vozpopuli. 24 Septiembre 2023
Un antes y un después. Hasta la sesión plenaria del martes pasado que validó el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados, por las aguas profundas de la derecha sociológica se movía una corriente de opinión, tan soterrada como crítica, en torno al comportamiento de la cúpula del Partido Popular (PP) y su respuesta a la grave crisis política que atenaza a España. Era un intenso mar de fondo, como esos “maretones” que tanto molestan a los marinos y que no acaban nunca de estallar en la mar arbolada coronada de espuma, con olas de 15 o más metros, que obliga a los barcos a ponerse a la capa. Fue subirse Borja Sémper a la tribuna para leer un breve párrafo en vasco y aquel maretón temible devenir ipso facto en un océano bravío de censura contra Alberto Núñez Feijóo (ANF) y el grupo que le rodea en la calle Génova. Como si se hubieran abierto de par en par las compuertas de la presa. Crítica descarnada, censura ácida. “¿Cómo pueden equivocarse tanto? ¿Cómo se las arreglan para, de nuevo, perder un debate que tenían ganado de antemano?” La demostración de que Sémper y el PP habían errado vino enseguida de la mano de los altavoces del sanchismo. Quien mejor lo expresó fue Juliana, la sopa boba con fogón en La Vanguardia, que lo expresó (“Catalán sin veto”, miércoles 20) de esta guisa: “Así es como se asientan los cambios en un país: cuando sus adversarios empiezan a digerirlos”. Quiso decir “cuando te sodomizan de tal modo que llega un momento en que ya ni siquiera protestas”.
Mucho se ha escrito sobre la dificultad de oponerse a una maquinaria de propaganda tan rodada, tan profesional, tan perfecta para el agitprop, tan acostumbrada a mentir, a dar la vuelta a la realidad con total descaro, como la que rodea al presidente en funciones. Lo sufrió el pobre Casado, quien no pocas veces daba la impresión de no saber de qué lado le venían las tortas que le llovían como panes. Lo sorprendente es que su heredero en Génova ofrezca hoy la misma impresión. Porque Feijóo había llegado para poner orden. Él venía en salvador a corregir la deriva desnortada de una gente que no sabía de dónde soplaba el viento. A imponer profesionalidad. Él era el ganador de cuatro mayorías en Galicia llamado a ocupar el trono de Moncloa casi sin despeinarse. Nada de eso ha ocurrido. Si algo distingue el recorrido político de ANF en Madrid son las dudas, las indecisiones, los silencios, esa inconsistencia que le retrata caminando sobre un terreno cuya solidez ignora. Esa incapacidad para reaccionar a tiempo. “Falta de profundidad. Falta de estudio. Falta de carácter”, ha escrito un tal Gonzalo en twitter.
Es normal que a su llegada a la capital intentara rodearse de la gente con la que había trabajado a gusto en Galicia y en la que confía. Lo anormal es que en año y medio después no haya conformado en su derredor un potente equipo de profesionales capaz de servirle con eficacia y contundencia. Lo anormal es la abrumadora falta de respuesta de Génova a cada lance político que le plantea su oponente. Las personas que ocupan los cargos de representación en el partido, el citado Sémper, las Cucas, los Bendodos, los González Pons, etc., son gentes de trato más que amable, de nivel cultural por encima de la media, pero juntos y/o por separado ofrecen una aterradora sensación de amateurismo a la hora enfrentarse a la maquinaria de agitación del sanchismo. Nada de eso es suficiente. La realidad es que ni ha incorporado talento ni ha limpiado de telarañas las sentinas de Génova, esa cueva de los leones donde, a poco que uno rasque, aparecen muestras de glaciaciones pretéritas que retrotraen a Aznar, a Rajoy, a Casado, a Egea… Gentes con fidelidades comprometidas con el pasado.
“Da la impresión de que Alberto no le ha cogido el tranquillo a Madrid, y aquí los tiempos son otros, aquí las cosas van muy deprisa”, señala un buen conocedor de las entretelas del PP. El resultado se concreta en esa profunda desazón que hoy invade a millones de votantes populares, se supone que también a muchos militantes, ante las vacilaciones y la falta de criterio de la cúpula. Génova, en efecto, intentó el martes dar una explicación pública a las frases en euskera batúa del voluntarioso Sémper y tardó casi cuatro horas en sacar una nota al respecto, como si para ello hubiera sido necesario convocar algún tipo de reunión al máximo nivel y cuando ya las redes ardían en contra y los enemigos habían hecho mofa y befa del lance. Demasiado tarde, demasiado pobre. Un panorama que se resume en un juicio ciertamente duro para ANF: el crédito del líder popular ha menguado de forma notable desde su llegada a Madrid en marzo de 2022.
Aunque resulte inverosímil, porque ninguno de ellos es un extraterrestre recién llegado de alguna extraña galaxia, da la impresión de que Feijóo y la gente que le rodea no han reparado en la extraordinaria gravedad de lo que está ocurriendo en España, no son del todo conscientes del momento crítico que está viviendo la nación, del punto de no retorno que supondría la elección de Sánchez para un nuevo mandato sobre la base de esas cesiones inasumibles para la España de ciudadanos libres e iguales como son la amnistía y el referéndum de autodeterminación. Lo desesperante y lo extraordinario del caso. No ser conscientes, o aparentarlo, de que el fin de la España constitucional y, naturalmente, de la Monarquía parlamentaria, piedra angular del sistema, no es hoy una ensoñación propia de mentes desequilibradas, sino una posibilidad a la vuelta de la esquina. Y la primera víctima sería el propio Partido Popular. No hay otro objetivo en la cabeza de Sánchez: borrar del mapa a la derecha política. Acabar con el centro derecha español, porque ello supondría acabar también con la España que conocemos. Lo dijo Pablo Iglesias en memorable ocasión: ustedes no volverán a gobernar nunca. Lo siente Sánchez como objetivo propio heredado de Zapatero. La polarización no es suficiente: hay que barrer cualquier resto de la España liberal, reducir a cenizas ese tenebroso mundo poblado que fascistas que es Madrid como punta de lanza de la reacción peninsular. Reinar sin réplica sobre las cenizas de la Constitución, que ya luego nos entenderemos entre nosotros en las izquierdas, incluso a garrotazos si preciso fuere.
Que no son conscientes de lo ocurrido en los últimos años lo demuestra el acto que Génova ha convocado para hoy en Madrid. Incluir entre los oradores del mismo a un tipo como Mariano Rajoy, responsable directo de la situación que ahora mismo vive el país, culpable de haber servido el poder en bandeja a un autócrata como Sánchez, solo puede ser considerado como una grave muestra de ceguera política y una alarmante falta de respeto hacia los millones de ciudadanos que en noviembre de 2011 le otorgaron una mayoría absoluta que él se encargó luego de despachar por el albañal de su abrasadora incompetencia. Es esa una participación que hoy impedirá a muchos tomar parte en este aquelarre. ¡Hasta ahí podíamos llegar! No ser conscientes y no obrar en consecuencia. Lo llamativo del caso es que esa cortedad de miras, esa falta de arrojo propia de monjitas asustadas cogidas por sorpresa en una guerra en la que no se hacen prisioneros, ocurre en un PP que cuenta con el mayor poder territorial del que posiblemente haya dispuesto en mucho tiempo, con mayoría absoluta en el Senado, con el control de muchas CC. AA., Diputaciones, Ayuntamientos, etc., etc. Un poder que aún no ha dado muestras de querer hacer valer y un estado de ánimo aparentemente empeñado en ignorar su condición de ganador de la justa electoral del 23 de julio.
Sánchez se ha comprado ya la presidencia del Gobierno y ha pagado el precio. Por precipitado que parezca, su entronización como nuevo presidente tiene ya fecha en el calendario: 11 de octubre, Santa Soledad. A la vuelta de la esquina. La concesión de la amnistía está cerrada, como esta misma semana se encargó de recordarnos Junqueras (“Cuéntalo tú, Oriol, que a mí me da la risa”, le pide amablemente Pedro). Y Puigdemont ya tiene las maletas hechas, listo para viajar a España, harto de hacer el pendón por tierras de Flandes. Mauricio Casals, que le conoce bien, dice que lo que de verdad urge ahora mismo a Carles es resolver lo suyo (el eterno factor humano) cuanto antes, aliviar la situación de un hombre que no puede pagar en invierno la calefacción de Waterloo y a quien han dejado de atender los cuatro burgueses ricos que le mantenían. Todo se arreglará en cuanto, entre aclamaciones, haga su entrada en Barcelona como un nuevo Terradellas, último presidente de la Generalitat en el exilio, como exhibición del triunfo del separatismo sobre el Estado de la Constitución de 1978. Fin de la historia.
¿Alguien en la “España sin pulso” que decía Silvela en agosto de 1898 (“El riesgo es el total quebranto de los vínculos nacionales y la condenación, por nosotros mismos, de nuestro destino como pueblo europeo”), capaz de detener esta deriva? Es cierto que el crédito de ANF está mermado, pero no agotado. Plantear un cambio de caballo en plena ría suena ahora mismo a operación más que peligrosa, suicida. El gallego tiene ante sí una de esas reválidas que en nuestra juventud determinaban el destino de los estudiantes que aspiraban a llegar a la universidad. Me refiero a la sesión de investidura prevista para este martes. Es evidente que el objetivo primigenio del intento está perdido, porque el candidato no cuenta con los votos necesarios para ser elegido, pero, si me apuran, eso es lo de menos. El objetivo de ANF, a mi modesto entender, debe ser otro, y es que aquí no se trata de vencer, sino de convencer; no se trata de hacer cambiar de opinión al PNV, sino de seducir a los votantes del PP, de fascinar, de atraer, de reconquistar el afecto de los votantes populares demostrándoles que en esa cabeza hay algo más que pelo, que en ese corazón, algo más que una máquina perfecta de bombear sangre, que en esa cabeza y en ese corazón hay un proyecto ilusionante, una idea de país, un horizonte de futuro… Si lo hace, si lo consigue, si repite la performance de su enfrentamiento televisivo con Sánchez en campaña, no habrá ganado la presidencia del Gobierno pero si habrá recuperado el corazón de la derecha sociológica española, habrá ganado el futuro y el derecho a transitar por la terrible oposición que, cual jinetes de la Apocalipsis, Sánchez y su banda anuncian galopando sobre las ruinas de España.
¡Que hay niños!
TONI CANTÓ. gaceta. 24 Septiembre 2023
1996. Parlamento de Cataluña. Julio Ariza, del Partido Popular, decide intervenir en español. Los diputados de CiU, ERC y el partido por la independencia salen indignados del hemiciclo. Uno de ellos, el muy gilipollas Joan Aymerich, grita en catalán desde la puerta de salida muy contrariado: «Así no, por favor, que hay niños, ¡que hay niños!», en alusión a un grupo de escolares que estaban en la grada de invitados ese día.
La prensa del régimen tituló: «La cámara catalana vio alterada su normalidad lingüística». Su normalidad es eso: una sola lengua, un solo pueblo. CiU declaró que hablar en español «había sido una provocación». Un tal Colom esperó en la puerta «para no tener que oír hablar castellano». Y, lo que es peor, el presidente del PP catalán de entonces dijo que esa intervención suponía «un nuevo obstáculo para que su partido pudiera iniciar una etapa de tranquilidad tanto en el Parlament como en la vida política catalana».
Años más tarde, otro dirigente popular, que llegaría a ser ministro, abundó en ese tipo de declaraciones al decir que los diputados de ciudadanos deberían «evitar la provocación y la confrontación lingüística» de hablar en catalán; «sería una impostura y una muestra de oportunismo político que yo en el Parlament me pusiera a hablar castellano»; palabras que, más tarde, tuvo que matizar. A un compañero suyo, Alberto Fernández, se le abucheaba por hablar español en el Parlament.
A los diputados de ciudadanos los llamaban «lingüicidas». Mi querido Albert Rivera debía escuchar de todo menos bonito, y es famosa una imagen en la que un cabreadísimo Pujol amenaza y golpea la mesa de la comisión donde comparecía ante Albert como un Jrushchov catalán de pacotilla. Rivera fue el único valiente que se enfrentó al rey del tres per cent, ante el que incluso los de la CUP hacían genuflexiones y babeaban como los siervos que son. «Quieren acabar con el catalán», decían los que están empeñados en borrar el español. Lingüicidas. Hay que reconocerles habilidad inventando palabros españoles.
Un colaborador de ese vertedero que es tv3, un tal Santi Villa, decía que se habla en español para provocar, para joder, porque es evidente que quienes lo usan sí saben catalán. «Usan la lengua como herramienta para golpear». En esa cadena, Cayetana dio una lección hablando del tema del pinganillo: «No se usa entre españoles. Sería dar a entender que somos extranjeros entre nosotros. Lo cordial es usar la lengua común, pero el nacionalismo es, a menudo, incompatible con la cordialidad».
Cuando a junqueras se le escapaba alguna palabra en español, no pasaba nada, siempre se interpretó como una forma de ganarse el voto de los catalanes de origen inmigrante. Para ellos, eso puede significar Extremadura o Burundi.
La exconsejera de Cultura, María Ángela Villalonga, declaró que en el Parlament se hablaba demasiado español. Esta semana, un grupo de señores y señoras hizo el ridículo, sí. Consiguió hacer en Madrid lo que no permiten que se haga en Barcelona. Pero, sobre todo, se saltó la ley. La presidenta del Congreso actuó primero y legisló después. Es un poco como todo ahora. Das un golpe, robas dinero público y luego legislan, te indultan o se inventan una amnistía. Pero el orden de los factores altera el sumando. Resultado: menos democracia. Todos esos merluzos fingían atender a los proetarras, recogenueces, gallegos, aragoneses, asturianos, valencianos o catalanes a través de unos auriculares que irán usando cada vez menos. VOX puso la imagen del día. El PP volvió a despistar.
Todos hablan español. Casi todos hacen el imbécil y olvidan la cordialidad. Menudo espectáculo para nuestros niños. ¡Así, no!
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