Recortes de Prensa Lunes 25 Septiembre 2023
Las tropas rusas atacan Odesa con 19 drones y 14 misiles y vuelven a alcanzar infraestructura portuaria
Moscú ataca varias veces cada semana infraestructuras agrícolas y portuarias ucranianas desde que a mediados del pasado mes de julio diera por finalizado el llamado acuerdo del grano del mar Negro
María Vega. el confidencial. 25 Septiembre 2023
Rusia lanzó anoche contra la región de Odesa, en el sur de Ucrania, 19 drones kamikaze Shahed y un total de 14 misiles, dos de ellos supersónicos, informó el comando operativo Sur de las Fuerzas Armadas de Ucrania, que anunció que el ataque ha destruido graneros e infraestructura portuaria.
Las defensas antiaéreas ucranianas lograron derribar todos los drones y 11 misiles de crucero Kalibr. Los misiles fueron lanzados desde varias regiones de la Federación Rusa. Rusia también utilizó como plataforma de lanzamiento de algunos de los proyectiles un submarino situado en la bahía de Novorrosisk, en el noreste del mar Negro.
Rusia ataca varias veces cada semana infraestructuras agrícolas y portuarias ucranianas desde que a mediados del pasado mes de julio diera por finalizado el llamado acuerdo del grano, por el que durante un año se comprometió con Turquía y la ONU a permitir la salida de cereal ucraniano por tres puertos del mar Negro la región de Odesa.
Los puertos del mar Negro y del Danubio de esta región son el objetivo más recurrido de estos ataques, que también han alcanzado el centro histórico de la ciudad de Odesa y provocaron el 23 de julio graves desperfectos en la catedral más antigua de la urbe. Varias personas, entre ellas diversos empleados del sector agrícola, han muerto en estos bombardeos rusos.
Las claves del momento:
Las tropas rusas atacan Odesa con 19 drones y 14 misiles y vuelven a alcanzar infraestructura portuaria
Rusia está preparada para negociar con Ucrania, pero sin un alto al fuego
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Hace 23 minutos 08:04
La defensa aérea rusa destruye un dron en la región de Tula
El Ministerio de Seguridad Regional ruso ha asegurado que la defensa aérea ha destruido durante la noche de este domingo un dron en la región de Tula, sin que se hayan registrado bajas ni daños.
"El 24 de septiembre, la defensa aérea ha repelido el ataque de un vehículo aéreo no tripulado sobre el territorio de la región de Tula", ha asegurado el ministerio en un comunicado recogido por la agencia de noticias Interfax.
Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso ha informado de que, durante el domingo, se han derribado varios drones sobre las regiones de Belgorod, Briansk y Kursk, esta última sufriendo daños en un edificio administrativo.
Hace 48 minutos 07:39
Las tropas rusas atacan Odesa con 19 drones y 14 misiles y vuelven a alcanzar infraestructura portuaria
Rusia lanzó anoche contra la región de Odesa, en el sur de Ucrania, 19 drones kamikaze Shahed y un total de 14 misiles, dos de ellos supersónicos, informó el comando operativo Sur de las Fuerzas Armadas de Ucrania, que anunció que el ataque ha destruido graneros e infraestructura portuaria.
Las defensas antiaéreas ucranianas lograron derribar todos los drones y 11 misiles de crucero Kalibr. Los misiles fueron lanzados desde varias regiones de la Federación Rusa. Rusia también utilizó como plataforma de lanzamiento de algunos de los proyectiles un submarino situado en la bahía de Novorrosisk, en el noreste del mar Negro.
Por la dignidad de España aunque se pierda el Gobierno
EDITORIAL. libertad digital. 25
Septiembre 2023
Núñez Feijóo dio un paso de gigante para convertirse en el líder de la España que no se resigna a dejarse pisotear.
El acto convocado por el PP ayer en Madrid para mostrar su rechazo a la amnistía que negocia Pedro Sánchez con los golpistas catalanes contó con una asistencia masiva de ciudadanos, que la organización cifró en más de 60.000 personas.
El mitin estuvo protagonizado por Alberto Núñez Feijóo, que este próximo martes ha de defender en el Congreso de los Diputados su investidura como presidente del Gobierno, un intento que, aunque pueda nacer fracasado, es un imperativo político y moral para cumplir el mandato del Rey como candidato del partido que ganó las pasadas elecciones generales y defender desde la tribuna a la inmensa mayoría de españoles que no quiere ver a la Nación pisoteada por sus enemigos.
Feijóo estuvo arropado por Aznar, Rajoy, Martínez-Almeida y Díaz Ayuso, que enhebraron potentes discursos para poner de manifiesto la vileza de un presidente socialista dispuesto a todo para mantener el poder. José María Aznar arremetió duramente contra el PSOE advirtiéndole de que el PP "está dispuesto a movilizar todos los esfuerzos" y poner "todos los medios legítimos y democráticos para evitar esa infamia", en referencia a la amnistía para los implicados en la intentona golpista del separatismo catalán. Rajoy, por su parte, recordó que "la amnistía es una enmienda a la totalidad de nuestra Constitución y democracia", lo que resulta "moralmente inaceptable". El expresidente recordó que eso mismo "es lo que los dirigentes del PSOE decían hace un par de meses. ¿Y por qué no lo dicen ahora? La única diferencia son los votos de Puigdemont que Sánchez necesita para ser investido", concluyó respondiéndose a sí mismo.
"De ninguna manera", repitió Díaz Ayuso en su discurso, repetidamente ovacionado por la multitud, para mostrar de manera clara la oposición de los españoles a la amnistía negociada por Sánchez con las fuerzas separatistas. La presidenta madrileña defendió la oportunidad de la convocatoria del acto "por la dignidad de todos y contra la amnistía que pretende Pedro Sánchez para beneficiar a aquellos que dieron un golpe de estado en Cataluña en 2017 contra España, la convivencia y el Estado de Derecho", entre grandes aplausos de los asistentes, que interrumpieron sus palabras en innumerables ocasiones.
Núñez Feijóo cerró el turno de intervenciones reafirmando los mensajes anteriores y resumiendo su postura de manera ejemplar afirmando que "defenderé la igualdad de los españoles aunque me cueste la presidencia del Gobierno", una declaración de intenciones que contrasta fuertemente con la postura de Sánchez, dispuesto a sacrificar la igualdad de los ciudadanos y la dignidad de la Nación para seguir en La Moncloa.
Con la fuerza de ese mensaje y la masiva respuesta ciudadana al acto celebrado ayer en Madrid, Núñez Feijóo dio un paso de gigante para convertirse en el líder de la España que no se resigna a dejarse pisotear por un presidente felón y sus aliados golpistas, cuyo acuerdo para una nueva legislatura pondría fin, sin duda alguna, al régimen constitucional de 1978.
Masoquistas
Nota del Editor. 25 Septiembre 2023
Hay que ser mosoquista en grado profundo para tratar de resucitar a los enterradores: Núñez Feijóo, que pastorea Galicia donde el español está proscrito, donde en el parlamento regional solo se habla la lengua regional, donde todos los trámites de las entidades municipales y regonales se hacen en lengua regional; Aznar que habla catalán en la intimidad y que vendió parte de España por unos votos y machacó los derechos de los español hablantes en Cataluña y sus quates del pp en Galicia, Rajoy traidor, unútil, Almeida el del Madrid central y Ayuso que permitió crear un grupo comunista sin votos suficientes en la asamblea de Madrid.
Los diputados y su conciencia: ¿todo está escrito?
PEDRO DE TENA. libertad digital. 25
Septiembre 2023
Muchos ya han sentenciado que el futuro de España está decidido y que Pedro Sánchez logrará la mayoría necesaria para imponer su nuevo gobierno "monstruoso" pagando a los enemigos de la nación con las 30 monedas del asesinato de la Constitución de 1978 y su voluntad de reconciliación. Es decir, que la sesión de investidura que comenzará el próximo martes 26 está predeterminada por la disciplina interna de los partidos según la cual el candidato Alberto Núñez Feijóo contará con los votos anunciados del PP, Vox, Coalición Canaria y UPN, 172. O sea, que, si nada falla, le faltarán 4 para lograr la mayoría necesaria en la primera y la segunda votación.
Por tanto, y de manera inevitable, Pedro Sánchez tendrá asegurada, en la sesión de investidura de la que dispondrá tras el fracaso predicho de la de Feijóo, la mayoría absoluta necesaria con los 178 votos de su popurrí social-comunista-separatista a cambio de traiciones y humillaciones que han escandalizado incluso a los primeros espadas del PSOE que llegó al gobierno en 1982. Pero, claro, toda la conjetura se fundamenta en que ninguno de los diputados españoles que voten en tales plenos del Congreso votará "en conciencia", sino que todos ejercerán un voto "de obediencia" dictado por las cúpulas de sus formaciones políticas, algo que es inmoral e inconstitucional porque sustituye la soberanía nacional por la soberanía de los partidos y porque consagra el mandato imperativo que la Constitución prohíbe expresamente en su artículo 67.
La pregunta es: Desechando que la conciencia individual tenga relevancia alguna en comunistas y separatistas, ¿no habrá siquiera un grupo de socialistas en toda España que decidan, por razones de conciencia moral y responsabilidad política, impedir que Pedro Sánchez consume su deslealtad hacia la nación, la Constitución e incluso hacia el propio partido que dirige de una forma autocrática (la expulsión de Nicolás Redondo ha sido la gota que ha colmado el vaso de muchos), apostando ahora por opciones que condenó él mismo hace bien poco tiempo y que colisionan contra la dignidad democrática nacional?
Verán. En Andalucía, los socialistas cuentan con 21 diputados. En Aragón, con 4. En Asturias, con 2. En las Islas Baleares, disponen de 3. Hay 6 diputados socialistas canarios. En Cantabria, tienen 2. 8 en Castilla la Mancha. 12 en Castilla León. 19, nada menos, en Cataluña. En la Comunidad Valenciana, hay 11 diputados socialistas. 5 suman en el País Vasco y 4 en Extremadura. En Galicia, son 7; 10 en Madrid; 3 en Murcia; 2 en Navarra y en la Rioja tienen 2. Total: 121 congresistas, que tienen nombre y apellidos, tendrán la responsabilidad de decidir con su voto si España entra o no en una suicida crisis constitucional y política y si su propio partido se encamina o no hacia la debacle de la que ya hay indicios evidentes.
De todos ellos, sólo hace falta que un grupo pequeño decida votar en conciencia, como establece la Constitución. Disponen de cuatro oportunidades. Con que cuatro socialistas voten a favor de Feijóo en la primera votación de investidura, el daño será evitado bien por un nuevo gobierno, aunque sólo tuviera como duración la precisa para la convocatoria electoral inmediata que despeje la situación. En la segunda, la abstención de siete socialistas tendría el mismo efecto.
Si se desea impedir tanto el gobierno de Feijóo como un gobierno devastador de Pedro Sánchez, bastaría con que, en la previsible segunda sesión de investidura, un grupo pequeño de socialistas con un mínimo de 7 miembros, se abstuviera haciendo imposible la nueva, y probablemente más dañina, edición del gobierno de un Pedro Sánchez entregado a la disgregación y la desigualdad nacionales. Ello forzaría la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones para el mes de enero.
Como ha escrito el expresidente del Parlamento, el socialista José Bono, "la realidad es que quien contradice a sus jefes está condenado a no repetir en el escaño. Hoy día, los diputados obedecen o se van", norma no escrita que se cumple en todos los partidos. Por tanto, los socialistas que se atrevan a votar en conciencia contra este despropósito, ya saben lo que les espera mientras Pedro Sánchez sea secretario general, pero eso podría durar muy poco si, dado el desconcierto de la base socialista y la división de sus dirigentes, todo termina con una derrota electoral que tenga como efecto el fin del autócrata y la refundación del socialismo español.
La Constitución y la democracia exigen un voto en conciencia porque cada diputado encarna la soberanía nacional, que es la única legítima en una democracia. Los partidos, en especial el de Pedro Sánchez, van a exigir el voto de obediencia ciega. ¿Qué harán nuestros diputados? Serán ellos, sobre todo los socialistas, los que con su nombre y apellidos, que en todo caso serán recordados para siempre en letras de molde, decidan si el futuro ya está escrito o si nada lo está, como exige la libertad. Lo veremos enseguida.
La derecha no sabe manifestarse
FRAN CARRILLO. okdiario. 25 Septiembre 2023
Madrid se llenó hasta la misma bandera que media España dimitió hace tiempo de ondear y defender, cuando, henchida de siniestra propaganda, aceptó sumisa y esclava los planteamientos mesiánicos que el régimen impone en editoriales y telediarios. Se levantó el día propicio para que Sánchez negara legitimidad a la rebeldía con el mismo cuajo que respalda de criterio la amnistía, invirtiendo como en él es costumbre el sentido lógico de la realidad, virtud de todo autócrata que deviene en tragedia a poco que nadie oponga resistencia a sus delirios. Feijóo, en su semana decisiva, asume lentamente los mensajes que han hecho de Ayuso el mejor muro de contención a la ignominia, y lanzó proclamas que hasta ayer no se creía, reivindicando una España de libres e iguales en la que se excluyen todos los ismos posibles, incluido el galleguismo que siempre profesa, más cercano a Urkullu que a la Constitución.
Se dice, con verdad, que la derecha sociológica es amante del orden y la estabilidad, defensora de las costumbres y tradiciones, nada amiga de esas algaradas y jaleos con los que la izquierda entiende y rentabiliza la acción política. Con la que está cayendo, uno no deja de pensar cómo estarían las calles si en la actual coyuntura estuviera gobernando la derecha. No acudamos a la imaginación ni fantaseemos con ella: conocemos por antecedentes lo que hace el movimiento peace and love cuando se trata de defender lo suyo, es decir, lo de nadie más. De estar la izquierda en la oposición, las calles serían ahora un continuo campo de batalla justificado por esa necesidad de protestar inherente al ciudadano comprometido, que como corresponde al buenismo implantado en muchas mentes, corresponde en exclusiva al progresismo biempensante. Arderían marquesinas y las cargas policiales constituirían la imagen que exportaríamos al exterior, con la leyenda: «Los españoles se manifiestan por el Estado de bienestar» o «España clama contra los recortes del gobierno de extrema derecha», en esa sinécdoque perpetua con la que la izquierda -y el nacionalismo- asimilan causa y protagonismo.
Quienes más sufren en las concentraciones que la izquierda convoca son la verdad y los escaparates. La izquierda es fiel a esa pulsión revolucionaria que le hace destrozar sociedades, diccionarios y libertades. Por eso le molesta que los demás disfruten con algo que considera suyo. Sólo por el hecho de que cuando se moviliza la derecha no nos cuesta un euro reparar el destrozo callejero, merecería la pena el voto perpetuo a quien garantice orden y limpieza. Porque no hay libertad en la protesta que necesita de violencia para hacerse oír.
Y así estamos. Con media España social votando a una derecha política que considera, entre la mayor parte de sus portavoces, que no tiene derecho a gobernar si para ello hay que combatir los esquemas impuestos por aquellos que hacen de la imposición moral su política periódica. En el PP deben entender, empero, que sacar a los suyos no es movilizar a los españoles, ni tampoco concentrarlos en una plaza encajada entre edificios del Madrid más castizo. Como no es factible ejercer la oposición frente a quienes están derribando la democracia constitucional mediante una España de partidos. Las acciones deben surgir de la espontaneidad que la sociedad civil genere y desde ahí, las formaciones políticas puedan articular su movilización. No al contrario. Y por supuesto, no limitarse a señalar en el calendario de festividades cuándo es la siguiente manifa para ir calentando al personal. Hay que combatir con denuedo en las instituciones esa involución que el PSOE y sus totalitarios aliados pretenden implantar. El PP tiene un Senado con mayoría absoluta para llenarlo de sesiones y comisiones que avergüencen a Sánchez y al socialismo todos los días. Y llevar cada caso a los medios, para contarlo, explicarlo, titularlo y repetirlo. Sin cesar y sin los complejos ni reconcomes de moderación semperiana del que tanto abusan en Génova.
Hay más de once millones de razones para entender la insistencia del sanchismo en colocar al adversario que ganó las elecciones como un reducto del extremismo más irredento y casposo. En Moncloa y asociados saben que la resistencia empieza por no aceptar que la calle y los medios ya no son patrimonio exclusivo de la izquierda, porque la negación de la realidad es un principio rector de la propaganda. Eso, y que la derecha no sabe manifestarse. Por eso le dejan. Para justificar que todavía hay democracia. Hasta que ya no nos dejen y entonces tengamos que pedir al Gobierno una amnistía para poder protestar en paz.
La derecha del centro
Nota del Editor. 25 Septiembre 2023
Pues si, el pp es la derecha del centro. Y el centro para el pp es el vacio infinito, el centro del universo virtual.
¡Pidan perdón!
AGAPITO MAESTRE. libertad digital. 25
Septiembre 2023
Salgan los cuatro —González, Guerra, Aznar y Rajoy— juntos y pidan perdón a los ciudadanos españoles.
La Nación, España, está casi muerta. Digo casi, sí; porque el simple nombre de España todavía puede mover voluntades e ideas para detener a su asesinos y cómplices. Quizá estemos asistiendo a la última representación de la Constitución del 78. Y eso lo saben bien, yo diría que demasiado bien, los políticos que han salido en su defensa. González, Guerra, Aznar y Rajoy, representantes prominentes de la casta política, han hecho declaraciones relevantes a favor de la democracia y contra el asalto final a la nación que, desde hace cinco años, llevan perpetrando Sánchez y sus socios nacionales y extranjeros. Está bien.
Pero el asunto es otro: ¿son creíbles las palabras de estos personajes? Claro que lo son. Entre otras razones, porque son cuatro individuos acobardados, o mejor dicho, son cobardes ante el presente y el futuro de España, e infinitamente cobardes a la hora de analizar sus culpas en el pasado para explicarnos de modo exacto qué está sucediendo ahora con la Nación. Son cuatro individuos hamtletianos. Los cuatro podrían repetir las palabras geniales que Shakespeare puso en boca de Hamlet: "The conscience doe make cowards of us all" (la conciencia nos hace a todos cobardes).
Al fin, esos cuatro políticos son conscientes de sus culpas, pero, al mismo tiempo, esa conciencia los detiene, los acobarda, para realizar acciones políticas que, sin duda alguna, los redimirían de sus miedos a la par que liberarían a millones de españoles de las cadenas del sanchismo-separatista. ¿Cómo salir de esa paradoja? Cien acciones se me ocurren en estos momentos para resolverla. Ellos conocen algunas mucho mejor que yo, por eso, precisamente, son políticos. Pero hay una muy sencilla, casi elemental, salgan los cuatro juntos y pidan perdón a los ciudadanos españoles. Digan con sinceridad y contrición: "Perdón, españoles, no fuimos conscientes del mal que le hacíamos España fiándonos de los separatistas. Les pedimos perdón, españoles, porque las concesiones a los separatistas han creado un cáncer político contra la democracia que se llama Zapatero-Sánchez".
Bastaría una declaración de ese tenor para que estos hombres no pasaran a la historia de la infamia nacional como los cuatro jinetes del apocalipsis de España. Sospecho que no lo harán. Allá ellos con sus conciencias, o sea con sus cobardías, pero a los de a pie, a quienes defendemos la nación, aún nos quedan recursos para detener a los asesinos de España. Hay uno muy especial, incluso ha sido muy alabado por los países más democráticos del mundo entero, recogido en la ponencia que discutió la Constitución de 1978 y, posteriormente, ratificada por referéndum. Sí, nuestra monarquía es la única en el mundo que fue votada en una Comisión Constitucional en el Congreso de los Diputados el 11 de mayo de 1978 y, más tarde, respaldada por más del 90 % de los españoles. Al Rey de España, al jefe del Estado, le sobra legitimidad para detener esta locura, porque es la única monarquía del mundo, repito, que fue aprobada en unas Cortes democráticas y ratificada mediante referéndum popular
LA DECISIÓN SÓLO SIRVE AL INTERÉS DEL PSOE
Por qué la reforma en el Congreso decreta la muerte de las lenguas regionales
HASEL-PARIS ÁLVAREZ. gaceta. 25 Septiembre 2023
Ya se ha estrenado en el Congreso la «cooficialidad lingüística», de forma que ahora podrán aburrirnos, insultarnos o fingir que debaten en castellano, gallego, vasco o catalán. Aprovechando la ocasión, podrían abordarse los interesantes debates de la cuestión nacional en España, las formas de estructurar el Estado según diferentes identidades culturales, los efectos de la convivencia lingüística en una misma sociedad, etc. Mucha gente se ha lanzado a ello. Nosotros no. La cuestión no lo merece porque (como ha escrito la filóloga Lola Pons) esta decisión no se ha tomado en base al amor por los diccionarios, sino al interés por la calculadora. La de contar escaños, concretamente.
La medida se ha introducido como una concesión a las fuerzas independentistas, de cuyo voto depende un futurible gobierno del PSOE. Una concesión destinada a lograr poco, porque las concesiones que realmente les interesan a ellos tienen que ver con poder nombrar más cargos, controlar mejor a sus ciudadanos y gestionar mayor cantidad de dinero público. Pero esas cosas las están negociando a puerta cerrada. De cara al público piden medidas como esta, aparentemente relacionada con la diversidad y la igualdad, porque las burguesías independentistas han aprendido a canibalizar y vampirizar las culturas regionales para teñir de identidad sus demandas puramente oligárquicas.
Las élites siempre han de escudarse en alguna pertenencia compartida con el pueblo, de forma que los de abajo sigan garantizando los privilegios de los de arriba. Lo hacen los independentistas, a los que les interesa Cataluña o País Vasco poco o nada, y lo hacen también el PP o el PSOE cuando ocasionalmente les da por hablar de España (o lo que ellos entiendan por «España») mientras liquidan su soberanía y la venden a plazos.
No son pocos los políticos independentistas que no hablan habitualmente en su lengua cooficial, o que lo hacen a duras penas, o que lo hacen meramente como un ejercicio de militancia política, desnaturalizándolo por completo (como los cuadros feministas que de pronto tienen un profundo interés por el futbol). Un amor mínimamente auténtico por sus lenguas y culturas les habría llevado a descubrir el carácter inseparablemente hispánico de lo catalán o lo gallego.
Si tuviésemos unos representantes políticos genuinamente «catalanistas», “galleguistas» o «vasquistas» (que no independentistas), seguramente sería un acierto que cada uno pudiese utilizar su lengua materna en cada nivel de nuestras instituciones. Aunque rara vez habría necesidad de hacerlo, porque estos hipotéticos representantes entenderían que la existencia de una lengua común a todos ellos (el castellano) les permite una comprensión más eficaz, tanto entre sí como de cara a la totalidad de sus representados.
Cuando el ejercicio de hablar públicamente una lengua se convierte meramente en una reivindicación política, en un aprovechamiento identitario que antepone la diferenciación a la comunicación, estamos ante la muerte del lenguaje. Y no del lenguaje común al que se busca menoscabar, sino del lenguaje co-oficial al que se manipula y rebaja en la dignidad de su función, convirtiéndolo en una más de las porquerías que se arrojan unos a otros en la casta política.
Unas buenas medidas que honren la pluralidad de nuestro país sólo pueden existir una vez se hayan introducido las buenas medidas que barran de nuestras instituciones a aquellos que pretenden quebrarlas desde dentro. Los demócratas radicales y los ultra-liberales tienen claro que sólo ha de existir libertad de expresión y de participación una vez se han excluido a aquellos que estén en contra de esas libertades. ¿Cómo es que ellos, «demócratas» y «liberales», no entienden lo mismo aplicado a la nación? Es decir: que sólo puede haber una libertad lingüística ilimitada si antes se ha apartado a las élites que están en contra de esa convivencia en una nación común.
Cabe decir que el argumento de «demócratas» y «liberales» es mucho más difícil de defender, y suele ser un coladero totalitario para acabar con cualquier disidente del «pensamiento único». Porque ¿quién define «democracia» y «libertad»? y ¿quién decide cuáles son sus enemigos? No hay consenso ni en las esferas más elevadas del debate intelectual. Sin embargo, en el caso de la lengua y las culturas de España, la cosa no podría ser más clara. Enemigo del bien común de los trabajadores españoles es quien busca romper sus instituciones, trocear el territorio en que sus libertades están garantizadas, robar su participación en los fondos comunes de sanidad y prestaciones sociales, usar la lengua no para unir a familias y amigos sino para segregarlos.
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Alberto y su reválida
Jesús Cacho. vozpopuli. 25
Septiembre 2023
Un antes y un después. Hasta la sesión plenaria del martes pasado que validó el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados, por las aguas profundas de la derecha sociológica se movía una corriente de opinión, tan soterrada como crítica, en torno al comportamiento de la cúpula del Partido Popular (PP) y su respuesta a la grave crisis política que atenaza a España. Era un intenso mar de fondo, como esos “maretones” que tanto molestan a los marinos y que no acaban nunca de estallar en la mar arbolada coronada de espuma, con olas de 15 o más metros, que obliga a los barcos a ponerse a la capa. Fue subirse Borja Sémper a la tribuna para leer un breve párrafo en vasco y aquel maretón temible devino ipso facto en un océano bravío de censura contra Alberto Núñez Feijóo (ANF) y el grupo que le rodea en la calle Génova. Como si se hubieran abierto de par en par las compuertas de la presa. Crítica descarnada, censura ácida. “¿Cómo pueden equivocarse tanto? ¿Cómo se las arreglan para, de nuevo, perder un debate que tenían ganado de antemano?” La demostración de que Sémper y el PP habían errado vino enseguida de la mano de los altavoces del sanchismo. Quien mejor lo expresó fue Juliana, la sopa boba con fogón en La Vanguardia, que lo expresó (“Catalán sin veto”, miércoles 20) de esta guisa: “Así es como se asientan los cambios en un país: cuando sus adversarios empiezan a digerirlos”. Quiso decir “cuando te sodomizan de tal modo que llega un momento en que ya ni siquiera protestas”.
Mucho se ha escrito sobre la dificultad de oponerse a una maquinaria de propaganda tan rodada, tan profesional, tan perfecta para el agitprop, tan acostumbrada a mentir, a dar la vuelta a la realidad con total descaro, como la que rodea al presidente en funciones. Lo sufrió el pobre Casado, quien no pocas veces daba la impresión de no saber de qué lado le venían las tortas que le llovían como panes. Lo sorprendente es que su heredero en Génova ofrezca hoy la misma impresión. Porque Feijóo había llegado para poner orden. Él venía en salvador a corregir la deriva desnortada de una gente que no sabía de dónde soplaba el viento. A imponer profesionalidad. Él era el ganador de cuatro mayorías en Galicia llamado a ocupar el trono de Moncloa casi sin despeinarse. Nada de eso ha ocurrido. Si algo distingue el recorrido político de ANF en Madrid son las dudas, las indecisiones, los silencios, esa inconsistencia que le retrata caminando sobre un terreno cuya solidez ignora. Esa incapacidad para reaccionar a tiempo. “Falta de profundidad. Falta de estudio. Falta de carácter”, ha escrito un tal Gonzalo en twitter.
Es normal que a su llegada a la capital intentara rodearse de la gente con la que había trabajado a gusto en Galicia y en la que confía. Lo anormal es que en año y medio después no haya conformado en su derredor un potente equipo de profesionales capaz de servirle con eficacia y contundencia. Lo anormal es la abrumadora falta de respuesta de Génova a cada lance político que le plantea su oponente. Las personas que ocupan los cargos de representación en el partido, el citado Sémper, las Cucas, los Bendodos, los González Pons, etc., son gentes de trato más que amable, de nivel cultural por encima de la media, pero juntos y/o por separado ofrecen una aterradora sensación de amateurismo a la hora enfrentarse a la maquinaria de agitación del sanchismo. Nada de eso es suficiente. La realidad es que ni ha incorporado talento ni ha limpiado de telarañas las sentinas de Génova, esa cueva de los leones donde, a poco que uno rasque, aparecen muestras de glaciaciones pretéritas que retrotraen a Aznar, a Rajoy, a Casado, a Egea… Gentes con fidelidades comprometidas con el pasado.
“Da la impresión de que Alberto no le ha cogido el tranquillo a Madrid, y aquí los tiempos son otros, aquí las cosas van muy deprisa”, señala un buen conocedor de las entretelas del PP. El resultado se concreta en esa profunda desazón que hoy invade a millones de votantes populares, se supone que también a muchos militantes, ante las vacilaciones y la falta de criterio de la cúpula. Génova, en efecto, intentó el martes dar una explicación pública a las frases en euskera batúa del voluntarioso Sémper y tardó casi cuatro horas en sacar una nota al respecto, como si para ello hubiera sido necesario convocar algún tipo de reunión al máximo nivel y cuando ya las redes ardían en contra y los enemigos habían hecho mofa y befa del lance. Demasiado tarde, demasiado pobre. Un panorama que se resume en un juicio ciertamente duro para ANF: el crédito del líder popular ha menguado de forma notable desde su llegada a Madrid en marzo de 2022.
Aunque resulte inverosímil, porque ninguno de ellos es un extraterrestre recién llegado de alguna extraña galaxia, da la impresión de que Feijóo y la gente que le rodea no han reparado en la extraordinaria gravedad de lo que está ocurriendo en España, no son del todo conscientes del momento crítico que está viviendo la nación, del punto de no retorno que supondría la elección de Sánchez para un nuevo mandato sobre la base de esas cesiones inasumibles para la España de ciudadanos libres e iguales como son la amnistía y el referéndum de autodeterminación. Lo desesperante y lo extraordinario del caso. No ser conscientes, o aparentarlo, de que el fin de la España constitucional y, naturalmente, de la Monarquía parlamentaria, piedra angular del sistema, no es hoy una ensoñación propia de mentes desequilibradas, sino una posibilidad a la vuelta de la esquina. Y la primera víctima sería el propio Partido Popular. No hay otro objetivo en la cabeza de Sánchez: borrar del mapa a la derecha política. Acabar con el centro derecha español, porque ello supondría acabar también con la España que conocemos. Lo dijo Pablo Iglesias en memorable ocasión: ustedes no volverán a gobernar nunca. Lo siente Sánchez como objetivo propio heredado de Zapatero. La polarización no es suficiente: hay que barrer cualquier resto de la España liberal, reducir a cenizas ese tenebroso mundo poblado de fascistas que es Madrid como punta de lanza de la reacción peninsular. Reinar sin réplica sobre las cenizas de la Constitución, que ya luego nos entenderemos entre nosotros en las izquierdas, incluso a garrotazos si preciso fuere.
Que no son conscientes de lo ocurrido en los últimos años lo demuestra el acto que Génova ha convocado para hoy en Madrid. Incluir entre los oradores del mismo a un tipo como Mariano Rajoy, responsable directo de la situación que ahora mismo vive el país, culpable de haber servido el poder en bandeja a un autócrata como Sánchez, solo puede ser considerado como una grave muestra de ceguera política y una alarmante falta de respeto hacia los millones de ciudadanos que en noviembre de 2011 le otorgaron una mayoría absoluta que él se encargó luego de despachar por el albañal de su abrasadora incompetencia. Es esa una participación que hoy impedirá a muchos tomar parte en este aquelarre. ¡Hasta ahí podíamos llegar! No ser conscientes y no obrar en consecuencia. Lo llamativo del caso es que esa cortedad de miras, esa falta de arrojo propia de monjitas asustadas cogidas por sorpresa en una guerra en la que no se hacen prisioneros, ocurre en un PP que cuenta con el mayor poder territorial del que posiblemente haya dispuesto en mucho tiempo, con mayoría absoluta en el Senado, con el control de muchas CC. AA., Diputaciones, Ayuntamientos, etc., etc. Un poder que aún no ha dado muestras de querer hacer valer y un estado de ánimo aparentemente empeñado en ignorar su condición de ganador de la justa electoral del 23 de julio.
Sánchez se ha comprado ya la presidencia del Gobierno y ha pagado el precio. Por precipitado que parezca, su entronización como nuevo presidente tiene ya fecha en el calendario: 11 de octubre, Santa Soledad. A la vuelta de la esquina. La concesión de la amnistía está cerrada, como esta misma semana se encargó de recordarnos Junqueras (“Cuéntalo tú, Oriol, que a mí me da la risa”, le pide amablemente Pedro). Y Puigdemont ya tiene las maletas hechas, listo para viajar a España, harto de hacer el pendón por tierras de Flandes. Mauricio Casals, que le conoce bien, dice que lo que de verdad urge ahora mismo a Carles es resolver lo suyo (el eterno factor humano) cuanto antes, aliviar la situación de un hombre que no puede pagar en invierno la calefacción de Waterloo y a quien han dejado de atender los cuatro burgueses ricos que le mantenían. Todo se arreglará en cuanto, entre aclamaciones, haga su entrada en Barcelona como un nuevo Tarradellas, último presidente de la Generalitat en el exilio, como exhibición del triunfo del separatismo sobre el Estado de la Constitución de 1978. Fin de la historia.
¿Alguien en la “España sin pulso” que decía Silvela en agosto de 1898 (“El riesgo es el total quebranto de los vínculos nacionales y la condenación, por nosotros mismos, de nuestro destino como pueblo europeo”), capaz de detener esta deriva? Es cierto que el crédito de ANF está mermado, pero no agotado. Plantear un cambio de caballo en plena ría suena ahora mismo a operación más que peligrosa, suicida. El gallego tiene ante sí una de esas reválidas que en nuestra juventud determinaban el destino de los estudiantes que aspiraban a llegar a la universidad. Me refiero a la sesión de investidura prevista para este martes. Es evidente que el objetivo primigenio del intento está perdido, porque el candidato no cuenta con los votos necesarios para ser elegido, pero, si me apuran, eso es lo de menos. El objetivo de ANF, a mi modesto entender, debe ser otro, y es que aquí no se trata de vencer, sino de convencer; no se trata de hacer cambiar de opinión al PNV, sino de seducir a los votantes del PP, de fascinar, de atraer, de reconquistar el afecto de los votantes populares demostrándoles que en esa cabeza hay algo más que pelo, que en ese corazón, algo más que una máquina perfecta de bombear sangre, que en esa cabeza y en ese corazón hay un proyecto ilusionante, una idea de país, un horizonte de futuro… Si lo hace, si lo consigue, si repite la performance de su enfrentamiento televisivo con Sánchez en campaña, no habrá ganado la presidencia del Gobierno pero si habrá recuperado el corazón de la derecha sociológica española, habrá ganado el futuro y el derecho a transitar por la terrible oposición que, cual jinetes de la Apocalipsis, Sánchez y su banda anuncian galopando sobre las ruinas de España.
Amnistía y muerte del constitucionalismo en Cataluña: la gente tiene más miedo a Vox que a la independencia
Jorge Sáinz. vozpopuli. 25
Septiembre 2023
El hartazgo de la sociedad en Cataluña es inversamente proporcional a sus ganas de salir a la calle. La amnistía que Pedro Sánchez concederá a Carles Puigdemont a cambio de su investidura no movilizará de forma masiva a la Cataluña silenciosa como ocurrió en 2017, porque pesa más el cansancio del procés que el miedo de hace seis años.
El tejido constitucionalista de la sociedad civil en Cataluña vive sus horas más bajas. Las dificultades de financiación que han encontrado asociaciones como Sociedad Civil Catalana (SCC), Impulso Ciudadano o la Asamblea para una Escuela Bilingüe en Cataluña, el sacrificio personal y el señalamiento que supone enfrentarse al régimen separatista en soledad y el abandono mediático e institucional que sufren desde la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa de la mano del independentismo han dejado a estas organizaciones heridas de muerte.
Heridas y, además, desunidas. La manifestación del 8 de octubre en Barcelona, convocada unilateralmente por SCC, ha puesto de relieve la escasa fuerza que le resta al constitucionalismo civil en Cataluña. Evitarán los reproches en público, porque no quieren perjudicar la manifestación. Pero las rencillas existen y afectarán seguramente a la movilización.
Todos comparten su oposición a la amnistía y consideran que borrar los delitos de Puigdemont es tanto como eliminar lo que ocurrió en 2017 y culpar a los que lucharon por evitarlo. Pero discrepan abiertamente en la forma de encarar el sanchismo postprocesista y la participación del separatismo catalán en la gobernabilidad de España
Cataluña: PSC o ultraderecha
El relato que el PSOE ha impuesto entre la mayoría no independentista en Cataluña es que hay que elegir entre el PSC o la ultraderecha. Los catalanes tienen más miedo a Vox que a la independencia. Los líderes y partidos independentistas se han convertido en una caricatura de sí mismos hasta que llegue otra generación, que no será la de Puigdemont y Junqueras, con la fuerza y la credibilidad de volver a desafiar al Estado.
La sociedad percibe ese desafío como algo improbable y desde luego lejano. Sánchez y sus altavoces han convencido a los catalanes constitucionalistas de que si llega el PP de la mano de Vox habrá un nuevo procés de forma inmediata. Nadie quiere volver a aquellos días. Y la prueba de esa realidad está en los resultados del PSC en todos los procesos electorales en Cataluña desde 2021, y en especial en las últimas generales del 23 de julio.
Por eso el constitucionalismo ya no está unido. El PSC aglutina a millones de votantes que pertenecen a esas asociaciones, que en su día apoyaron a un Ciudadanos hoy irrelevante y confían ahora en lo que diga Salvador Illa. Tampoco ayuda el PP que está más preocupado por la pelea entre Génova y el decepcionante Alejandro Fernández en modo “no me moverán”, mientras Cayetana Álvarez de Toledo se atornilla al escaño para escuchar a su compañero Borja Sémper con el pinganillo que rechazó en TV3. Estos catalanes no comparten la amnistía, pero se refugian en el socialismo como mal menor entre el independentismo y las alianzas PP-Vox.
Refugio constitucionalista
A pesar de sus dudas con el PSC, hay gestos que ayudan como ver al alcalde de Barcelona reunido con Felipe VI. Y pueden ir a un partido de la selección española en Cornellá para cantar el himno a pleno pulmón y con toda libertad. O tienen a un alcalde en Tarragona, Rubén Viñuales, que fue de Ciudadanos y dio la cara en primera línea contra el procés en defensa de la democracia y el orden constitucional.
Los que salieron a la calle con Rubén están convencidos de que nunca les dejará tirados por muchas amnistías que conceda Sánchez. En definitiva, el constitucionalismo ha respaldado al PSC en las urnas, que es donde se celebra el verdadero referéndum democrático.
El 8 de octubre es una cita importante en Barcelona. Sánchez ha llevado a la sociedad catalana al falso dilema o nosotros o procés. Que Cataluña ignore consciente o inconscientemente la amnistía, no quiere decir que el peligro de desbordar la Constitución exista. Hay precios que se cobran pasado el tiempo. Y éste es uno de ellos.
Romper los jarrones chinos
Ignacio Ruiz-Jarabo. vozpopuli. 25
Septiembre 2023
Felipe González y Alfonso Guerra han sido finalmente declarados personas non gratas por su partido, aquél al que rescataron de la nada, le labraron un triunfo electoral clamoroso en 1982 y consiguieron que gobernara durante más de quince años. Ahora, los Sánchez-boys y las Sánchez-girls del partido socialista los desprecian, inducen a que sus compinches del universo mediático sanchista les denominen despectivamente “jarrones chinos” y permiten que su nuevo aliado, el prófugo, les impute la utilización de cal viva.
Ya conocíamos que los actuales dirigentes del PSOE, con su gran mandarín a la cabeza, habían dado sobradas muestras de su pobreza intelectual y de su podredumbre moral. Pero matar al padre simplemente porque éste afee tu conducta supone un síntoma inequívoco de maldad intrínseca rayana en la perversión y evidencia la ausencia de cualquiera de las características que diferencian al hombre de la alimaña.
Resulta paradójico que, reivindicando permanentemente los 140 años de historia de su partido, los actuales dirigentes del PSOE estén dispuestos a dilapidar los 25 más triunfantes, aquellos que van desde Surennes hasta 1996. Y todo porque a Felipe no le parece justificable la amnistía, como tampoco se lo parece a gran parte de los que compartieron con él aquellos años de gloria para el PSOE, ni a otros más jóvenes y más en activo como Page y Lambán, ni a algunos ex ministros de Zapatero y del propio Sánchez como Campo, actual magistrado del Constitucional. Todos ellos, veteranos, jóvenes, y compañeros de Gobierno de Sánchez opinaban como éste hace diez minutos sobre lo inconstitucional y sobre todo lo injusto, aberrante y peligroso que era la amnistía. Su pecado consiste en que ellos no saben cambiar de opinión con la celeridad con la que es capaz de hacerlo nuestro mandarín. He ahí su culpa.
¿Y si tuviera razón Sánchez?. Es posible que, debido a su edad, González y Guerra no sean capaces de darse cuenta de lo banal que resulta convocar un ilegal referéndum de independencia en una Comunidad Autónoma. Es posible que, por sus años, no comprendan lo irrelevante que resulta que, utilizando la tribuna de un parlamento autonómico, un presidente de Comunidad declare la independencia de su territorio. Es posible que, por lo mucho que han vivido, no perciban la intrascendencia de haber utilizado millones y millones de recursos colectivos para fines ilícitos quebrantando todos los procedimientos legales para la ejecución del gasto público. Es posible, sí, que González, Guerra y todos los que piensan como ellos sean agentes ocultos de esos poderosos a los que se refiere Sánchez y que, según él, se oponen sistemáticamente al progreso. Y por eso cuestionan la proyectada amnistía, esa medida “progresista” que el gran mandarían se apresta a pactar con el prófugo.
Si todo eso fuera así, resultaría que Sánchez tendría razón. No lo es. Su acuerdo con Puigdemont supone el final del imperio de la Ley, el término del Estado de Derecho y, en consecuencia, la muerte de nuestra democracia. Delinque, delincuente, que si necesito tus votos para ser presidente yo te amnistiaré. Éste y no otro es el mensaje enviado urbi et orbi por el gran mandarín. Y no te preocupes por si alguien se atreve a cuestionar jurídicamente que te amnistíe pues ya se encargará el poco cándido Conde Pumpido de desactivar el cuestionamiento. Tampoco debes preocuparte por cualquier protesta política o social, pues serán desoídas y los que protesten serán machacados por “mis medios” de comunicación.
¿El legado histórico del PSOE?
Así las cosas, solo nos queda celebrar que Puigdemont no pida más de lo que pide: Amnistía, dinero y vía libre para avanzar en el procés. Pocas dudas pueden caber sobre el éxito de cualquier petición que realizara, fuera ésta cual fuese. De modo que aún debemos dar gracias de la autolimitación del prófugo.
Orillando por un momento el drama político que se está gestando, la capacidad de envenenar la historia reciente de su propio partido y de los dirigentes que le hicieron triunfar revela la auténtica calaña humana que atesora Sánchez. Todo, cualquier cosa, incluso romper los jarrones chinos que constituyen legado histórico de su partido, por la Moncloa. No hay nada más en su vida. ¡Qué miseria de personaje!
Compromiso de Feijóo con la nación amenazada
Jesús Cuadrado. vozpopuli. 25
Septiembre 2023
Este domingo, en la pflaza Felipe II de Madrid, Alberto Núñez Feijóo se ha comprometido a liderar la respuesta de la Nación en peligro. En su discurso, en un acto convocado por el Partido Popular, estaba obligado a situarse por encima de los intereses partidarios. Lo sabía y ha cumplido. En la manifestación contra una ley de amnistía ya asumida por Pedro Sánchez y el PSOE, y radicalmente rechazada por una gran mayoría de españoles, el candidato propuesto por el Rey ha definido el estado de la cuestión. Están, por un lado, quienes organizan el asalto definitivo al edificio constitucional de España y, por otro, la alternativa que él representa para su defensa.
Acierta al establecer en su discurso una continuidad con el acto de Felipe González y Alfonso Guerra en el Ateneo de Madrid. Los líderes históricos del Partido Socialista denunciaron con contundencia la deslealtad de Sánchez con la Nación y con el acuerdo histórico de la transición, el que fundamenta nuestra convivencia democrática. Núñez Feijóo, por su parte, convoca a una movilización general de los españoles con el objetivo de rescatar la senda constitucional y llegar al Gobierno, “ahora o después”.
De eso se trataba. Perderá seguramente la investidura ante los que han declarado la guerra a la España del 78, pero definitivamente Feijóo se ha ganado el derecho a ser reconocido como el líder nacional para la defensa de la democracia española, indiscutiblemente, en riesgo. La convocatoria del acto, decidida y protagonizada por él, ha servido para hacer visible su propuesta de unir a los españoles frente al proyecto de división que representan los aliados PSOE (Sánchez), Sumar (Yolanda Díaz), EH Bildu (Otegi), Junts (Puigdemont), PNV (Ortuzar), ERC (Junqueras).
Quienes preferirían otro candidato saben que es la opción que corresponde apoyar en esta coyuntura histórica decisiva. Las reacciones agresivas desde el sanchismo político y mediático contra Felipe González demuestran que con este PSOE no hay negociación posible. Feijóo acierta al dirigirse preferentemente a los electores socialistas del 23-J. Los estudios postelectorales muestran que la mayoría de ellos están radicalmente en contra de la amnistía y las cesiones ya comprometidas con los secesionistas, pero a la vez quieren que gobierne Sánchez. Obviamente, ambas cosas son incompatibles, y lo saben. Eso irrita a muchos con razón, pero, para Feijóo, convencer a esa parte decisoria de españoles es fundamental. En eso consiste la acción política de liderazgo, sobre todo en momentos críticos como el que se afronta.
A esos electores del centroizquierda se dirigió Felipe González, convirtiendo su histórico “hay que ser socialistas antes que marxistas” en un actualizado “hay que ser demócratas antes que socialistas”. Hoy Feijóo ha incidido en el mismo mensaje suprapartidario, nacional: “esto no va de partidos”. Importa que los votantes socialistas comprueben la visión común sobre el momento político crítico por parte de ambos líderes, independientemente del color ideológico. En su intervención, ha calificado como “hombres y mujeres de Estado” a quienes desde el PSOE han proclamado su oposición a la amnistía de Sánchez. La cesión al independentismo “ni es progresista, ni es socialista”, proclamó.
Quienes en el PP pasan por alto que el momento histórico exige renuncias partidarias, que deben ser bien visibles, crean dificultades al candidato. Más, cuando el sanchismo provoca intencionadamente una grieta peligrosísima entre País Vasco, Navarra, Cataluña y el resto de España. Los que insisten en la disputa al uso izquierda-derecha, PP-PSOE, ignoran que nos encontramos en un momento históricamente excepcional para el futuro del país. A ellos se dirigió Feijóo en la plaza madrileña.
De eso iba el consenso entre diferentes del 78, cuya recuperación es hoy imprescindible para la supervivencia nacional. A todos los partidos políticos y representantes de los ciudadanos se les debe exigir estar a la altura de lo que demanda la defensa del Estado de derecho en peligro. Los líderes políticos, todos, serán examinados por los españoles, para los que en esta coyuntura importarán más las consecuencias reales que la propaganda. No saldrá gratis permitir, por acción o por omisión, que el destino de España lo decidan sus enemigos.
Oír a Sánchez declarar desde Nueva York que siempre fue partidario de no llevar a la justicia “el conflicto” en Cataluña, además de otra mentira gruesa del Presidente del Gobierno, es una declaración de guerra al Tribunal Supremo y a la división de poderes. ¿Prohibirá al juez Pablo Llarena que traiga preso al prófugo? Frente a tal agresión a la democracia española, corresponde a Feijóo provocar la reacción nacional, por encima de aspiraciones de partido. Debe apelar al patriotismo constitucional de los españoles, al protagonismo ciudadano en la defensa del bien común. Palabra por palabra, a ese fin ha dedicado el candidato su contundente intervención en la manifestación de Madrid.
Reacción virulenta
La tarea no será sencilla si se tiene en cuenta la fuerza alcanzada por los enemigos de la España constitucional. El sanchismo se ha configurado como un poderoso conglomerado de políticos, periodistas, activistas, intelectuales sectarios, extractivos de fondos públicos, que apoyan la amnistía y lo que sea para prorrogar un gobierno con Sánchez. Su reacción igualmente virulenta contra Feijóo y contra González demuestra cuánto se juegan y qué lejos están dispuestos a llegar para defender su estatus. Nada que no se supiera.
Un militante fanático
Iván Vélez. gaceta. 25 Septiembre 2023
En 1953, después de una negociación marcada por el tiempo de silencio (atómico) de la Guerra Fría, España suscribió los famosos pactos con los mismos Estados Unidos que apenas medio siglo antes habían provocado la crisis noventayochista. Entendidos por el PCE como unos acuerdos que suponían la subordinación de España a la superpotencia capitalista, los pactos venían a culminar unas nunca del todo interrumpidas relaciones entre los dirigentes españoles y la diplomacia useña, alarmada por el auge de partidos comunistas en naciones europeas como Italia o Grecia, mientras al otro lado del mundo los soldados norteamericanos combatían en Corea. La victoria electoral de Eisenhower precipitó los acontecimientos y durante la década de los cincuenta España, al tiempo que cultivaba cierto casticismo, abrazó la causa cultural norteamericana. La Gran Vía madrileña, con sus cafeterías y sus carteleras, fue un claro exponente del desembarco de formas, imágenes y sonidos en una España que daría un giro económico al final de la década.
Si la arteria madrileña condensaba todos estos componentes, algunas ciudades de la periferia, especialmente las más acomodadas, comenzaron a recibir productos culturales que tenían una inequívoca impronta propagandística. Sirvan como ejemplo los muy libres, por jazzísticos, conciertos que Louis Armstrong dio en Barcelona en 1955, mientras en los Estados Unidos se mantenía la discriminación racial. Dos años antes, en el plano cinematográfico, canal por el cual se han distribuido tanto los mitos como el estilo de vida yanqui, había echado a andar el Festival de Cine de San Sebastián, que este año ha proyectado el documental No me llame Ternera, cuyo mero anuncio en la cartelera ha desencadenado una intensa polémica en torno a la idea de censura.
Como es sabido, la cinta firmada por Jordi Évole y Màrius Sánchez da voz al sanguinario terrorista José Antonio Urruticoechea Bengoechea, alias Josu Ternera, máximo dirigente, en su día, de ETA y diputado en el Parlamento Vasco por Euskal Herritarrok entre 1998 y 2005, tiempo en el cual, para mayor escarnio de las víctimas de la banda del hacha y la serpiente, formó parte de la Comisión de Derechos Humanos. Si la programación del documental ha suscitado una gran polémica, la rueda de prensa posterior a la exhibición de un filme en el que Josu Ternera afirma que «los guardias civiles que murieron ya sabían cuál era su función. ¿No decían todo por la patria?», ha corroborado las sospechas acerca de la posición que su director, en su día conocido como El Follonero, un follonero escrupulosamente observante de la corrección política, mantiene sobre ETA y su criminal entorno, al que ya se aproximó, con su habitual estilo, de la mano de Arnaldo Otegui.
Evitando cuidadosamente llamar terrorista a Ternera, a quien tampoco ha nombrado por ese apodo, Évole ha preferido calificarlo como «un militante fanático de ETA», fórmula elusiva que cabría adjudicar a muchos otros miembros de colectivos que no dejan a su paso un reguero de sangre, muertes, mutilaciones, secuestros y extorsiones. Descrito por como una suerte de autómata movido maquinalmente por ETA, Ternera, a diferencia de lo que le ocurre con Santiago Abascal o Francisco Franco, sobre los que tiene una muy formada opinión, no puede ser juzgado «como persona» por Évole, a pesar de conocer su trayectoria y haber compartido con él horas de grabación. Decepcionado por no hallar un «discurso más conciliador» en su interlocutor, Évole, que destaca la condena que Ternera hace del asesinato de Miguel Ángel Blanco, ha vuelto a estar a la altura de su personaje. Al cabo, en la España actual, los follones y sus avivadores están tan dentro del sistema como esa Euskal Herria Bildu en cuyo seno se mantiene Sortu, brazo político de lo que Évole llama «la organización», esa ETA cuyo punto de vista, siempre alineado con un punto de mira, está tan interesado dar a conocer.
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