Recortes de Prensa Viernes 23 Febrero 2024

Rusia no parará hasta que la detengan: por qué ayudar a Ucrania es defender a Europa

Anna Sroka. el confidencial. 23 Febrero 2024


La guerra en Ucrania dura ya 10 años. Durante los dos últimos, Rusia ha estado atacando todo el territorio del Estado, matando a miles de ucranianos, secuestrando niños, destruyendo recursos materiales, infraestructura, monumentos y naturaleza, violando así todos los principios internacionales, incluido el derecho del país a mantener su soberanía, la integridad territorial e inviolabilidad de sus fronteras. Rusia está socavando el concepto global de coexistencia en paz de las naciones al librar una guerra de carácter imperial y colonial. El Kremlin pretende esclavizar al pueblo ucraniano, apoderarse de sus recursos y privarlo del derecho a elegir libremente su vía de desarrollo y soluciones en materia de seguridad.


Rusia, que lleva a cabo una política de conquistas imperiales, no parará hasta que la detengan. La economía rusa lleva muchos meses en modo de guerra y alrededor del 30% del presupuesto estatal se destina a gastos militares. Esto es significativamente más que los gastos rusos en objetivos sociales. Aunque su invasión de Ucrania no es una guerra global, tiene implicaciones políticas y económicas mundiales. El Kremlin, al perseguir sus ambiciones ilegítimas, puede intentar dar forma a un nuevo orden mundial y desafiar lo que consideramos los principios fundamentales de nuestra civilización. Para lograr sus objetivos, Rusia está intensificando la cooperación con países que apoyan el terrorismo, como Irán y Corea del Norte. Además, Moscú está explotando otras regiones conflictivas del planeta, como Oriente Próximo, para aumentar la inestabilidad.


En el futuro, Rusia seguirá siendo una amenaza para la seguridad europea y mundial y un factor desestabilizador clave. Aceptar este hecho nos permitirá realizar un completo y duradero cambio de paradigma sobre la posibilidad o necesidad de un diálogo constructivo con Moscú. Debemos aceptar que no estamos obligados a ofrecerle nada, que no tenemos intereses comunes con el Kremlin y que solo podemos buscar acuerdos con representantes de la sociedad independiente rusa, principalmente los que están en el exilio.


Algunos columnistas y analistas de países occidentales hablan de la fatiga del público con la guerra en Ucrania, lo que supuestamente significa que los ciudadanos están cansados de leer sobre la muerte, la destrucción por bombardeos, la escasez de suministros y demás desgracias causadas por la guerra. Sería difícil hacer una constatación más insensible. Si alguien puede estar cansado de la guerra, son solo los ucranianos, que sufren la pérdida de seres queridos y hogares, la incertidumbre sobre el futuro, la emigración forzosa o en pobreza... Al mismo tiempo, en los dos últimos años, con la ayuda de los países occidentales, Ucrania ha recuperado el 50% de los territorios inicialmente arrebatados por Rusia, ha reducido significativamente la presencia militar rusa en el mar Negro y ha conseguido llevar a cabo importantes reformas internas, acercándose a la Unión Europea. Esto demuestra una gran determinación y voluntad de luchar por un futuro mejor, principalmente por parte de los propios ucranianos, pero también de sus aliados.


Rusia debe ser derrotada, los crímenes de guerra rusos (hasta ahora, Ucrania ha registrado 120.000 de ellos) deben ser llevados ante la Justicia y Ucrania debe recuperar su soberanía dentro de unas fronteras reconocidas internacionalmente y ser incorporada al sistema de organizaciones euro-atlánticas. Estas son condiciones clave para alcanzar un acuerdo de paz duradero y construir una paz permanente en Europa.


Debemos ser plenamente conscientes y concienciar a los demás de que Kiev lucha por nuestra libertad europea. La defensa de Ucrania y la derrota de Rusia deben ser la máxima prioridad para cada país democrático. No se trata de una guerra lejana que no nos afecta. Lo que está ocurriendo en Ucrania afecta tanto a Polonia, testigo cercano de esta agresión armada injustificada e ilegal, como a España, miembro importante del sistema de seguridad occidental. Por lo tanto, debemos proporcionarle apoyo militar, político y financiero a largo plazo.


Una confirmación palpable del compromiso de la Unión Europea de apoyar a Ucrania es la adopción, el 1 de febrero, del Mecanismo para Ucrania, una ayuda financiera global de 50.000 millones de euros hasta 2027. La reconstrucción y modernización de Ucrania y su integración en Europa son de interés de todos nosotros y constituyen una inversión en la seguridad, la estabilidad y la prosperidad de todo el continente.


Al mismo tiempo, dada la diferencia entre los potenciales militares de Rusia y Ucrania, Kiev necesita un continuo rearme y aumento de sus capacidades militares a través de la Misión de Asistencia Militar de la UE en Apoyo a Ucrania (Eumam Ucrania). Para defender a Ucrania, pero también para fortalecer la seguridad de otros países europeos, es crucial acelerar la producción europea de municiones y equipos militares en cantidad y calidad adecuadas.


No podemos permitirnos relegar la guerra en Ucrania a un segundo plano. Junto con los ucranianos, debemos luchar por nuestra seguridad y la de nuestros hijos contra la amenaza rusa.


*Anna Sroka es embajadora de la República de Polonia ante el Reino de España y el Principado de Andorra.


Rusia se afianza en Donetsk con la conquista de Pobeda

ROSTYSLAV AVERCHUK. Leópolis. la razon. 23 Febrero 2024


Rusia reivindica otro éxito en la región de Donetsk, donde sus fuerzas capturaron la aldea de Pobeda, al suroeste de Mariinka, según su Ministerio de Defensa. Al igual que Mariinka, antiguamente una pequeña ciudad de 10.000 habitantes, Pobeda ha quedado completamente destruida, con sus 100 residentes evacuados hace mucho tiempo. Ucrania no ha hecho comentarios oficialmente, aunque su Ejército informa que el área cerca de Mariinka experimentó un gran número de actividades de combate en las 24 horas anteriores, con Rusia empleando activamente la aviación. El recurso analítico independiente ucraniano DeepState confirma el control de Rusia sobre la aldea.


La captura de Pobeda significa que Rusia ha podido avanzar entre uno y dos kilómetros más al suroeste de Mariinka, después de capturarla hace unos dos meses. Si bien no es un gran logro por sí solo, demuestra la presión que las fuerzas rusas han estado ejerciendo en los últimos meses, mientras las fuerzas ucranianas todavía esperan nuevas entregas de municiones de EE UU y otros aliados.


La captura de Pobeda permite a las fuerzas rusas acercarse a Vugledar, un importante centro ferroviario en el sur de la región de Donetsk, subrayan los analistas. Rusia ya intentó capturarla el año pasado, cuando lanzó ofensivas simultáneas contra la ciudad, Mariinka, Bajmut y Avdiivka. Aunque queda poco de la ciudad, fue allí donde Rusia sufrió una de las mayores derrotas de sus columnas de tanques, perdiendo al menos 130 tanques y otros vehículos blindados en solo tres semanas. Sin embargo, su superior número de armas le ha permitido mantener una alta presión.


Por ahora, son las zonas de Avdiivka y Mariinsky donde ocurren «la mayoría de los ataques aéreos, de artillería y de drones kamikazes del enemigo», informó ayer el portavoz del Ejército ucraniano, Dmytro Lyjovi. La situación es «dinámica» y los combatientes ucranianos lograron recuperar varias posiciones durante el miércoles y el jueves, capturando a más de una docena de soldados rusos cerca de Avdiivka.


Los rusos han continuado sus ataques contra Chasiv Yar y Kupiansk más al norte, aunque Ucrania afirma que sus ataques fueron repelidos allí. Rusia también ha seguido realizando ataques en contra de áreas residenciales a lo largo de la línea del frente. Su ataque contra Kostiantynopilske, en la región de Donetsk, mató a un residente e hirió a cuatro adolescentes, de 12, 14, 15 y 16 años.


Aunque cientos de miles de vecinos se han ido, muchos prefieren quedarse en sus casas. Con una situación económica muy difícil y alrededor del 30% de los ucranianos desempleados, algunos temen lo desconocido y se muestran reacios a dejar sus casas.


Mientras, entre 55 y 65 soldados rusos murieron en un ataque de dos misiles ucranianos en un campo de entrenamiento en la aldea ocupada de Trudivske, según afirman varias fuentes rusas. Un vídeo, filmado por un dron ucraniano muestra dos explosiones masivas entre el grupo de soldados rusos, que supuestamente esperaban la llegada de un general. Sin embargo, la capacidad de Ucrania para llevar a cabo tales ataques e impedir el avance de Rusia está limitada por el déficit de proyectiles.


Según «Político», el Alto Representante de la UE para la política exterior y de seguridad, Josep Borrell, instó a los ministros de Exteriores y de Defensa a hacer todo lo posible para proporcionar a Ucrania proyectiles de artillería, porque se necesitan acciones inmediatas para cambiar la situación en Ucrania y la seguridad de Europa. «Creo que juntos podemos cambiar la situación para Ucrania y para la seguridad de Europa, pero esto requiere una acción inmediata», subrayó en una carta. Pidió a los miembros de la UE que apoyen a Ucrania de todas las formas posibles, en particular mediante encontrar proyectiles adicionales en sus almacenes, incrementar la producción o financiar la industria de defensa ucraniana.


En conversación con Volodymir Zelenskyi, el presidente del Consejo, Charles Michel, confirmó el apoyo financiero y militar inquebrantable de la UE a Ucrania «el tiempo que sea necesario».


Así explota un hangar ruso, con todos sus blindados dentro, por el certero ataque de un dron ucraniano

Los drones Wild Hornets, que llevan una cámara incorporada, van seleccionando los vehículos rusos y disparan contra ellos

LUCÍA GUTIÉRREZ. Madrid. la razon. 23 Febrero 2024


El Ejército ucraniano ha difundido un vídeo en el que muestra cómo su unidad de ataque Bulava destruye, mediante drones Wild Hornets, varios blindados rusos que estaban almacenados en un hangar listos para ser utilizados en la ofensiva del sur.


En las imágenes, que se han hecho públicas esta semana, se puede ver cómo explotan varios blindados del Ejército ruso atacados por estos drones del tipo First Person View (FPV), que llevan una cámara incorporada y que, por tanto, pueden ser dirigidos a distancia para seleccionar con precisión el objetivo.


Y esto es precisamente lo que hacen. En el vídeo se aprecia cómo estos drones entran por la puerta del hangar, situado en Staromlynivka, en la región de Donetsk, seleccionan el objetivo y se dirigen contra él. En otro momento del vídeo, subido a las redes por varias cuentas especializadas en Defensa, se ve cómo uno de estos hangares explota y es reducido a cenizas.


Según el ejército ucraniano, estos drones cuestan cerca de 5.000 euros cada uno, pero su poder de destrucción es mucho mayor de lo que valen. De acuerdo con esta información, en el ataque ucraniano fueron destruidos al menos nueve blindados, entre ellos dos tanques T72, un poderoso BMP-3 (la tercera versión de uno de los vehículos de combate más exitosos de las tropas rusas) y un vehículo de combate blindado tipo Terminator “poco común”.


Otras fuentes hablan de la destrucción de dos unidades del BREM-1 ARV, un vehículo blindado, y un camión todoterreno Ural-4320 diseñado para el transporte de carga, personas y remolque en todo tipo de terrenos.


Drones muy veloces y eficaces

En cuanto al dron utilizado, la presencia de una cámara a bordo permite no solo grabar imágenes en acción, sino seleccionar con mayor precisión los objetivos.


En la construcción del dron Wild Hornet se utilizó como modelo el avión de combate estadounidense F/A 18 Hornet, y destaca por la velocidad que alcanza y la versatilidad en sus maniobras.


Sánchez regala a Marruecos 45.000 millones de nuestros impuestos

Editorial. ESdiario . 23 Febrero 2024

La visita del presidente del Gobierno a Marruecos se ha saldado como viene siendo habitual: España sale escaldada. Damos y no recibimos hada sustancial a cambio. Esta vez, Pedro Sánchez, ha anunciado en el país vecino la inversión pública española en Marruecos de 45.000 millones de euros en los próximos años.


Ese dinero, por supuesto, sale de nuestros impuestos. Para hacernos una idea, esa cantidad supone aproximadamente lo que el Estado se gasta en subsidios de desempleo en dos años completos. Esa ingente cantidad de dinero español regalado por Sánchez a Marruecos no hace más que ahondar en las sospechas que señalan a los servicios de inteligencia de ese país como los que espiaron el móvil del presidente del Gobierno ¿Qué sabe Marruecos de Pedro Sánchez?


Siendo esta cesión de millones escandalosa, lo cierto es que no es lo más grave de lo que ha sucedido. Pedro Sánchez, recordarán, cambió la posición histórica de España respecto al Sáhara de manera unilateral, cediendo así a la posición de Marruecos y enemistándonos con Argelia de forma muy perjudicial para nuestros intereses comerciales.


Al ilusionista Sánchez se le acaba la magia... y los trucos


Ahora, el líder socialista se desmarca con este regalo de 45.000 millones de euros. El dinero que al parecer no tenemos para renovar el material de la Guardia Civil en la lucha contra el narcotráfico o para asistir a los enfermos de ELA, está disponible en cantidades ingentes para Marruecos. Nuestros impuestos son para educación y sanidad, nos dicen…


La cuestión requiere explicaciones de verdad que no se han dado nunca. Hay que saber qué información maneja Marruecos sobre Sánchez y si eso compromete nuestra seguridad nacional. De momento parece comprometer la independencia del presidente del Gobierno y sus decisiones.


Reskoldos’ del PSOE

FRAN CARRILLO. okdiario. 23 Febrero 2024


Sánchez fue a Marruecos a rendirle cuentas a su amo, a la sazón rey, y allí aprovechó para entregarle la nación a plazos mientras anunciaba que nuestras empresas públicas participarán en el desarrollo de infraestructuras alauitas, un gesto noble y generoso, sobre todo cuando el país que dice presidir se ahoga por falta de ellas. Media España está sin agua y la otra media sin tren y Sánchez, después de regalarle trescientos millones de euros a Mauritania para desarrollar su eco felicidad, se somete una vez más al titular de su móvil, a quien obedece con cada llamada a palacio.


A rebufo de la diplomacia rendida, nos enteramos de que el asesor de Ábalos, un tal Koldo, el tipo que como guardaespaldas custodió los avales de los votos a Sánchez en sus primarias -sí, esas que fueron denunciadas por sospecha de fraude- lideró una trama corrupta con la venta de mascarillas durante la pandemia, hecho que ya fue portada de medios y discursos políticos y que ahora la justicia resolverá con las pruebas en la mano. Siguiendo el patrón de Bono (don José) y su querencia por las playas dominicanas, Koldo y su otrora jefe y aún amigo, viajaron más de una decena de veces fuera de España tras los sucesos que se denuncian. El objetivo de esos viajes se desconoce, no así los destinos ni sus propósitos.


Que hoy sea Koldo, ayer el tito Berni y mañana la chiqui Montero da igual. No se trata de nombres propios. No es Ábalos, ni Marlaska, ni Armengol. No es Illa, ni Chaves, ni Griñán o Ximo Puig. Tampoco es González, ni Guerra, ni siquiera Zapatero o Sánchez. La trama de corrupción, robo y saqueo normalizado, y aceptado, se llama PSOE y hasta que los militantes que aún le votan y los contribuyentes que todavía le soportan no lo entiendan, seguiremos en la deriva decadente que nos está llevando a la ruina democrática y social.


España no arde porque está bien regada, de servilismo y subvención, colchón que atenúa cualquier vergüenza cuando es protagonizada por la izquierda, cuya supervivencia consiste en gestionar su buenismo entre las mentes a las que adocena con propaganda. Lo de Koldo es la tramoya ingeniosa de un sistema perpetuado en el tiempo y que no se detendrá aquí. Porque no conocerán prisión los presuntos culpables. ¿O recuerdan a muchos cargos socialistas que en estas décadas hayan entrado en la cárcel tras haberse probado sus delitos? El PSOE, antes de matar a Montesquieu, ya secuestró a la diosa justicia.


Tenemos a un gobierno central colmado de corruptelas, alineadas unas entre otras, y cuya armadura de defensa estos días son un pato fallecido y una piñata reventada. Por un lado, permite el saqueo de las arcas públicas, el cobro de comisiones ilegales e inmorales y el enriquecimiento ilícito en plena pandemia, y por el otro, exige árnica social y mediática para el pobre pato y la dignidad de Sánchez: empate.


Hay que seguir denunciando el contexto actual en cada una de las instituciones que todavía permanecen en pie y libres: seguimos presos de un gobierno despótico, alérgico a la democracia, enemigo de la Constitución y enamorado de la poltrona por encima de cualquier otro aspecto de gestión que solucione problemas. Vive en el escándalo porque no sabe hacer otra cosa que construir relatos que lo excusen o proyecten, con Sánchez y su mujer entronados como los Kirchner de la Moncloa, una dinastía política de trola y saqueo económico a los que nada importa por mucho que les salpique.


Este detritus institucional y ético es la consecuencia de años de desidia ciudadana y contribución mediática y académica a la causa del conchabeo. Cada administración es peor que la anterior porque dejamos que se quiebren los cimientos morales que como nación nos sostenían en el pasado. Hemos consentido como sociedad la mentira cotidiana y permitido como individuos el robo permanente de nuestros bolsillos sólo para que no gobiernen los otros. España está podrida de socialismo, estatismo y dormidina, y en ese estadio, el sistema seguirá fabricando koldos con los que alimentar nuestra cobarde mentalidad de siervos de la sigla.


El derecho a votar a Vox

JORGE SANZ CASILLAS. El debate. 23 Febrero 2024

Existe la creencia entre los analistas políticos de que, allí donde Vox es débil, el socialismo cae en la irrelevancia. Y ponen como ejemplo Galicia e incluso Madrid, casos recientes de dos territorios donde gobierna el PP con mayoría absoluta... y el PSOE es tercera fuerza. Detrás de esa reflexión demoscópica, que podemos considerar correcta, existe sin embargo una pulsión un tanto antidemocrática y antiestética: y es que tres millones de personas dejen de votar a un partido porque sí, por las circunstancias, alegando la hora tan crítica que atraviesa España (y que también es cierta).


Sin embargo, votar a Vox es tan legítimo como abstenerse, incluso cuando su efecto sobre el resultado sea el mismo: cero escaños. Lo que el Partido Popular y los pedagogos del voto útil no pueden pretender es que les vuelvan a apoyar por pragmatismo (no dividir el voto) en vez de por convencimiento (porque creen en su modelo de país). El PP, por decirlo brevemente, no ha hecho nada especial para seducir a quienes dejaron de apoyarle hace al menos cinco años. Mantiene prácticamente el mismo ideario en materia de fiscalidad, gasto político, eutanasia o aborto, y espera que la masa les vuelva a votar como cuando la única alternativa en frente era José Luis Rodríguez Zapatero.


El PP gobierna con Vox en varias regiones y con ejecutivos homologables a cualquier otro. Acertarán o se equivocarán, naturalmente, pero en ningún caso se ha producido la involución en derechos que presagiaba el tenebrismo mediático. Soy de Castilla y León, mi familia y mis amigos viven allí. No me consta que se persiga a las mujeres ni a los homosexuales. Siguen incluso a la cabeza del Informe PISA, cosa que no ocurre por ejemplo en la gloriosa Cataluña, que está más cerca del califato que de la república. Solo en Barcelona –supimos esta semana– se registran cada día tres denuncias por agresión sexual. Y nadie mira allí por las mujeres: todos callados como puertas. Puestos a hablar de machismo, tenemos la ley del 'solo sí es sí', que ha mejorado la situación procesal de Dani Alves. Puestos a hablar de homofobia, está Dolores Delgado, que llamaba «maricón» a Marlaska en presencia de Villarejo.


Ahora que a Pedro Sánchez se le está moviendo el suelo, ahora que solo la ley evita un adelanto electoral, si el PP quiere llegar a las próximas elecciones con más garantías que el pasado 23 de julio debería dejar de buscar socialistas presuntamente moderados. Primero, porque no los hay. Y segundo porque los que quedan necesitan media pelotilla de plástico para volver al redil socialista.


Por qué debe morir el campo

CARLOS MARÍN-BLÁZQUEZ. gaceta. 23 Febrero 2024


En uno de los capítulos de su novela Serotonina Houellebecq describe una escena perturbadora. «Perturbadora» es un adjetivo que se puede aplicar fácilmente a la totalidad de la obra del escritor francés, aunque en el caso que nos ocupa lo perturbador deriva de su desenlace inesperado. En un determinado momento de la trama, el protagonista de la historia contempla a distancia la protesta de un grupo de agricultores. Uno de los cabecillas es un íntimo amigo suyo, en cuya propiedad el protagonista acaba de pasar unos días que le han permitido conocer de primera mano la situación de asfixia por la que atraviesa el sector agrario de su país. Enfrente de los agricultores, que acaban de cortar una carretera, se posiciona un pelotón de antidisturbios sólidamente parapetados tras sus escudos. Hay un aire de gradación de lo fatal en lo que se nos va describiendo. Algunos de los agricultores llevan armas, escopetas de caza sobre todo, y las exhiben sin reparos ante el contingente policial. El siguiente estadio en la escalada de tensión se alcanza en el momento en que los manifestantes hacen volar dos enormes máquinas agrícolas mediante el impacto de sendos cohetes contra sus depósitos de fuel. Para entonces, el lector ya intuye que estamos en los prolegómenos de una catástrofe mayor. Y así es. En medio de un silencio súbito, el amigo del protagonista, que porta un moderno fusil de asalto, se detiene frente a la compacta fila de gendarmes y, alzando su arma, apunta uno a uno a los agentes situados a una distancia de treinta metros. El cañón de su fusil se mueve lentamente, como el artilugio de un autómata. En nuestra imaginación vemos la escena con nitidez, pero no la comprendemos del todo. No todavía. A continuación, ante la mirada atónita del narrador, sucede esto: «Luego, más despacio todavía, apuntó al centro, se inmovilizó durante unos segundos, creo que menos de cinco. Algo diferente se reflejó entonces en su rostro, como un dolor general; giró el cañón, se lo colocó debajo de la barbilla y apretó el gatillo».


La imagen estalla ante nosotros con un fulgor terrible. Lo que ha hecho Houellebec es algo extraordinario. Ha condensado un aspecto concreto de la indecible crueldad de esta época y, al hacerlo, ha rescatado la verdad de una tragedia que estaba sepultada bajo el manto narcotizante de las estadísticas oficiales. En un golpe de genio, ha conseguido que visualicemos el gesto terminal en que culmina la desesperación de esos agricultores franceses que durante los últimos años, y a razón de uno por día, han estado quitándose la vida en el silencio de sus granjas, sin que nos conste una excesiva preocupación por parte de los sectores influyentes de la sociedad.


Un calvario parecido —o puede que peor— lo lleva sufriendo el campo español desde hace décadas. Ahora hemos asistido a la escenificación de su rabia, pero esa presencia ha resultado intempestiva, molesta incluso, a los ojos de la mayor parte de la clase semi-ilustrada (periodistas del mainstream, intelectualidad orgánica, astros de la industria subvencionada del entretenimiento) que decide el signo moral por el que se rige esta sociedad devastada.


El suicidio que Houellebecq nos describe en Serotonina es a la vez el suicidio de un hombre y el de todo un continente. Es una muerte retransmitida a cámara lenta, astutamente pautada mediante ayudas millonarias para abandonar los cultivos y echar el cierre a las granjas. Eso sí: antes se ha procedido a culpar al hombre del campo de algunas de las peores plagas de nuestro tiempo. Se ha difundido el estereotipo de un ser nocivo para el medio ambiente, depredador de los recursos hídricos, agente contaminante de la tierra. Pero esta coartada ecológica —que a la vez que desprestigia al campesino europeo no parece ser de aplicación al de otras latitudes— oculta un desprecio más profundo. Porque el agricultor y el ganadero son figuras que se oponen de manera frontal al perfil del nuevo ciudadano que diseñan las arrogantes élites de la tecnocracia europeísta. El habitante de esta Europa sostenible y multicultural debe ser alguien carente de vínculos sólidos con nada que pueda inducirle a la resistencia. Debe ajustarse al modelo de trabajador desarraigado, trashumante y apátrida que postula el proyecto globalista. Debe hacer apostasía de todo el elenco de lealtades que han dado forma a nuestra civilización y verter su esencia en el molde del hombre reconstituido que vive según los parámetros ideológicos que nos prescribe a diario el catecismo del Progreso universal.


Así pues, tras la execración y el abandono del sector primario, justificado con pretextos económicos y medioambientales, detectamos un proyecto de descivilización de profundas raíces antropológicas. El hombre sólido, encarnación de principios estables, cauto y apegado a la tradición, enraizado en su comunidad, depositario de una reserva de sentido que común que le vuelve visceralmente receloso frente a los experimentos sociológicos de los oligarcas que viven a costa de esquilmar a las clases productivas, debe desaparecer. Es algo que está inscrito en la dinámica de autoaniquilación que Europa ha asumido desde hace décadas con una docilidad que estremece. El gran Josep Pla lo comprendió hace ya tiempo y déjenme por eso que cierre el artículo con una cita suya que muy bien podría haberse escrito hoy: «Digámoslo claro: la sorpresa, la sorpresa creciente que están produciendo los payeses no sólo aquí, sino en todas partes, proviene simplemente de que son conservadores. Ahora bien, dado que el mundo se está saturando desde hace más de un siglo de la psicosis de la revolución, dado que no sabríamos vivir ya sin la utilización constante de la palabra revolución, la existencia de una clase instintivamente conservadora ha producido, produce y producirá —si las cosas continúan como ahora— un asombro tan grande, una sensación de novedad tan inquietante que, ante este hecho, las reacciones serán de puro mareo. Y se llegará a formar aquí, como se ha formado en otros países, la convicción de que los campesinos son una rémora, un peso muerto, una substancia insoluble en el llamado nuevo orden, una fuerza pasiva y destructora. Me parece que esto puede quedar sentado no sólo aquí, sino fuera de aquí, perentoriamente al menos».


«Una rémora, un peso muerto, una substancia insoluble en el llamado nuevo orden», escribe Pla. Los agricultores. Y por eso deben desaparecer.

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El que vela los avales

Hughes. gaceta. 23 Febrero 2024


Hay algo sospechoso en lo de Koldo. Y no es Ábalos —hombre roto por la decepción—. De ellos no se sospecha nada. Hay la absoluta certeza. Lo sospechoso es que, de todo el panorama español, salga «lo de Koldo». Un sistema corrupto señala así a un corrupto: mírenle, ahí está, con sus relajados estándares de conducta… ¡Un bandolero de la Ley de Contratos!


Pero la originalidad curricular y ausencia de mérito del personaje ya eran conocidas. Koldo, que daba el tipo, el biotipo y el fenotipo para ingresar en el Salón de Honor de Ferraz ofrece ahora a la sociedad española la posibilidad de tener lo que una tertuliana con trienios llamó «una catarsis». Que se afronten responsabilidades por todo lo que pasó en la pandemia.


Así que Koldo García, maciste contrahecho, de profesión hombre de confianza, cochero de Drácula, puede propiciar la ocasión para que los españoles ajusten cuentas con «la clase política». Ahí es nada.


Cuando la corrupción lo es todo, cuando la corrupción es el algoritmo, señalar a un corrupto acaba teniendo un efecto de rehabilitación en el resto. Si Koldo es corrupto, se supone que los demás son no-corruptos. Con la Fiscalía genuflexa a Sánchez, Sánchez genuflexo a Marruecos y otra DUI en el Parlament, Koldo es el corrupto. Que inventen otra palabra.


La suya, además, parece corrupción fea, grosera, nada estética, pero moralmente no muy distinta a todo lo demás. No es tan diferente del resto de «posibilidades de gestión» que pasan el filtro. Hacer dinero con lo público en un momento pandémico no fue sólo cosa de Koldo. Cobrar por ello cuantiosa comisión tampoco. Es una rama del liberalismo y Koldo se animó. Cómo lo tuvo que ver para, llevando cascabeles por todo el cuerpo, montarse una trama.


Por eso es sospechoso lo que se oye; por ejemplo, que estamos ante el primer o gran caso de corrupción del PSOE. Quienes querían indultar a Griñán se pondrán ahora estupendos con el pintoresco Koldo, un guacamayo en la selva partitocrática.


También se dice que hacen falta más controles. ¿Más órganos, puestos, burocracia? «Controles en los mecanismos, la selección de los altos cargos…». Controlarlo todo menos el poder. Decide el jefe del partido, y es humana cierta generosidad con el hombre que protegió su alijo de votos, su saca, su razón democrática.


El hierro de la Ley de Hierro de la Oligarquía socialista lo cargaba el forzudo Koldo.


Koldo es una figura schmittiana: el hombre que vela los avales. Quien defiende con su integridad las razones durmientes del que será soberano. ¡Cómo no iban a darle algo!


Koldo fue el Hodor de Sánchez, ayudo a custodiar la criatura, la llave que abría la antesala en la lucha de clanes por el Estao. Su experiencia de portero de nuit era la indicada. Luego se tuvo que especializar en ser el guardaespaldas-asesor-secretario de Ábalos y antes, de ese gran hombre que es Santos Cerdán. Era un sirviente político, el hombre que acompaña al que recorre el aparato. Una figura como del Siglo de Oro, el criado, el sirviente pícaro de don juanes apparatchiks que va pasando de amo en amo hasta que (cómo no hacerlo) decide emprender él.


Hay una cierta espectacularización (valga la expresión) de la corrupción. Es el lugar de cierto tipismo torrentil muy útil: Benidorm, casas de putas, barrigas en calzoncillos, aizkolaris concienciados por los desahucios… Surgen casos de gente llamativa, grandes clichés roldanescos, gente que pita al entrar en los sitios, que no significan mucho pero dejan la sensación de que el sistema se regenera y de que un tipo de político y hombre desaparece. Gente que, salta a la vista, no está aquí para cambiar las cosas. «Que cada vez son menos». Se queman como un cartucho y dan mucha lumbre de regeneración. Hacen más ruido costumbrista que nueces traen.


La corrupción, ofrecida así como una españolada expiatoria, funciona también como timbre de alternancias: el corrupto sistema español se turna con escándalos. Quien piense que Galicia y el Koldogate acaban con el PSOE, eso sí, debería justificar el origen de semejante suposición.


La autodestrucción del PSOE (y sus consecuencias)

Carlos Martínez Gorriarán. vozpopuli. 23 Febrero 2024

La autodestrucción de una gran fuerza política como el PSOE, su demolición inconsciente, es un espectáculo tan irracional que muchos se niegan a creerlo y aún esperan la regeneración interna por algún liderazgo milagroso que esperan en vano. Del PSOE se llegó a decir con ditirámbica exageración que era el partido más parecido a la sociedad moderna española, inclinada al centro-izquierda, un esqueleto político natural surgido de la Transición. Buena parte de la derecha, y desde luego la gran burguesía, asumió el derrotista marco mental de la inevitable supremacía socialista. Entonces, ¿por qué se destruyen ahora a sí mismos? ¿Cómo han caído a este clan Corleone versión Torrente, sin otro proyecto que impedir como sea que gobierne la derecha?


Fracasos simétricos: los parecidos PSOE-Constitución

La teoría de la simetría entre la España de la Transición y el PSOE quizás acertaba en una profunda coincidencia imprevista. Hay una estructura paralela entre los fallos internos del PSOE y las insuficiencias de la Constitución para protegernos del autoritarismo y la degeneración democrática.


Pese a los tardíos esfuerzos de Rubalcaba, los Estatutos socialistas fueron incapaces de impedir el ascenso de un granuja como Sánchez, expulsado en 2016 por pucherazo, su reconquista a lomos del populismo entre las bases y la consiguiente demolición interna del partido, convertido en mera guardia pretoriana y agencia de colocación de sus leales; por desgracia, la Constitución de 1978 también se ha revelado impotente para impedir los asaltos de este y sus socios a casi todas las instituciones del Estado, con la cumbre en esa Ley de Amnistía en gestación de la que ya solo nos separa la resistencia judicial, animada por la indignación ciudadana.


La autodestrucción es lo menos político que hay. Los filósofos racionalistas del XVII, en especial Hobbes, Spinoza y Locke, tan distintos en muchas ideas, compartían que la política y el Estado moderno surgen de una fuente fundamental: el principio de autoconservación de los hombres, la superación de la ley de la selva (o “estado de naturaleza”) y la prevención de la guerra civil. Habría sido interesante su juicio acerca de un gobierno y de un partido que, como Sánchez y el PSOE, están inmersos en la destrucción de su país y, por tanto, de sí mismos, al modo de un estúpido que asierra la rama del árbol donde está sentado.


La autodestrucción comenzó a ser evidente con Rodríguez Zapatero y con Sánchez es abrumadora, pero sin duda se remonta más atrás. En concreto, a las concesiones ideológicas al nacionalismo que hicieron del PSC otro nacionalista catalán más, aunque con clientela charnega, y al histórico desperdicio del Gobierno Vasco de Patxi López, que solo sirvió para justificar la desastrosa negociación con ETA derrotada, demoler el constitucionalismo vasco y entregar la hegemonía futura al nacionalismo, con los socialistas en el imaginario papel de árbitros decisivos, pero en realidad de especie en extinción política.


David Hume escribió lo que sigue: “Siempre que se escogen los medios se escoge el fin.” Y así, cuando los socialistas escogieron consagrarse al derribo de la derecha democrática, escogieron su propio fin. La cúpula del partido de Felipe González y Alfonso Guerra todavía era socialdemócrata y reformista; sus enemigos se limitaban al terrorismo y a la extrema izquierda comunista. Pero el PSOE nunca hizo su Bad Godesberg, el histórico congreso de la socialdemocracia alemana que renunció al marxismo en 1959 (abandonaron la revolución mucho antes, provocando que Lenin acusara de traidores a los socialdemócratas y rebautizara su partido como “comunista”).


La historia socialista española es muy diferente. El PSOE de hace un siglo apoyó primero la dictadura de Primo de Rivera, luego se sumó al movimiento republicano burgués para derrocar la monarquía (PSOE y UGT no asistieron al Pacto de San Sebastián de 1930), y después atacó a la II República en 1934, con la revolución de Asturias, y en 1936 con el Frente Popular (diseñado en Moscú) que, al menos en parte, provocó la guerra civil deseada, entre otros, por Largo Caballero, el irresponsable e inepto “Lenin español”.


Guerra civil que a punto estuvo de acabar para siempre con el PSOE (como acabó con la CNT), ausente durante la larga dictadura de Franco y luego reflotado, con algunos jóvenes sevillanos, porque la España moderna y europea necesitaba una izquierda moderada homologada. Pero el PSOE nunca ha superado el oportunismo histórico ni la hostilidad a cualquier sistema constitucional que no fuera a su medida. Como el compromiso con Primo de Rivera en 1923, el pacto constitucional de 1978 acabó siendo visto como una concesión provisional por la generación de Zapatero y Sánchez.


El odio a la derecha como ideología sustitutiva

En definitiva, el odio a la derecha española -no así a la nacionalista, aliada histórica- rebrotó como alma del socialismo español ya con el PSC, impulsor del infame Pacto del Tinell de 2003 para aislar al PP en Cataluña, y el traicionero Gobierno Vasco de Patxi López, lo que explica el protagonismo posterior de ambas nefastas facciones.


Para transformar un proyecto político legítimo en autodestrucción basta con perder de vista los objetivos de la política y obviar las consecuencias de recurrir a medios destructivos incontrolables. El último y casi definitivo episodio de este suicidio, tras el desastre de las elecciones gallegas -que profundiza la pérdida socialista de poder territorial-, es el anuncio de Pedro Sánchez de que el PSOE debería renunciar a liderar la destrucción de la derecha en beneficio de otro liderazgo más funcional: el separatismo.


Tras la debacle del comunismo cuqui intentado por Podemos y su hijuela Sumar (fue Pablo Iglesias quien, como Vicepresidente, anunció el fin de nuevos gobiernos de derechas en España), así que el relevo es el separatismo, y cuanto más extremista mejor: Bildu, ERC y Junts, el BNG en ascenso.


El PSOE recorre el camino que, por distintas razones, emprendieron a la extinción los partidos socialistas francés e italiano. La pregunta es qué ruinas dejará su hundimiento. Entre las consecuencias más evidentes, junto a un extremo debilitamiento del Estado democrático aparece el envalentonamiento separatista: saben que nunca tendrán una oportunidad como esta. Pueden llevarse los votantes socialistas malcriados en el odio a la derecha y, con un poco de ayuda externa (Putin y sus tentáculos), aprovechar el vacío para el asalto final: reducir España a una mera marca confederal de republiquetas casi independientes, y eso en el mejor de los casos. Insistamos para que quienes deben liderar la contraofensiva no se equivoquen de enemigo, ni crean en milagros redentores del socialismo suicida.


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