Recortes de Prensa Domingo 25 Febrero 2024


Europa y el síndrome Chamberlain

Jesús Cacho. vozpopuli. 25 Febrero 2024

En una semana plagada de malas noticias, pésimas cabría decir, para la suerte de esta España en almoneda, hay una que ha causado especial impresión, ha provocado ese desasosiego que impulsa el miedo cuando hace causa con el terror: el asesinato en Villajoyosa, Alicante, de Maksim Kuzminov, 28 años, el capitán del ejército ruso que desertó en agosto pasado volando a Ucrania a bordo de su helicóptero de combate Mi8. Los detalles de lo ocurrido son particularmente siniestros: aunque la noticia se conoció el lunes, el cadáver fue encontrado el pasado 13 en el garaje de la urbanización donde residía en Villajoyosa (Alicante). Tras ser tiroteado, los asesinos, probablemente sicarios contratados por los servicios de inteligencia rusos como mano de obra criminal, lo atropellaron con su propio coche, que apareció quemado en el cercano El Campello.


Lo ocurrido prueba que España se ha convertido en territorio sin ley en el que mafias rusas, grupos de asesinos a las órdenes del kremlin, entran y salen como Pedro por su casa sin que nadie les moleste y sin que el Gobierno de la nación se entere. Revelador del grado de postración de una España a la deriva, un Estado descuartizado y sin defensas, a merced de toda suerte de enemigos. Un caso similar hubiera provocado en cualquiera de los países vecinos la tormenta parlamentaria que merece un asunto de tan extrema gravedad, con comparecencia del presidente del Gobierno para dar explicaciones (también del responsable de los servicios secretos), atención absoluta en los medios y, naturalmente, llamada al orden del embajador ruso y su inmediata expulsión de España junto a todos los espías refugiados en su legación. La portavoz del Gobierno títere de Sánchez se limitó a decir el martes que “Hay que dejar que la Guardia Civil haga su trabajo y la investigación avance”. Y aquí paz y después gloria. El estallido del “Koldogate”, el caso de robo socialista que amenaza llevarse por delante al Caudillito Wapo que había venido para limpiar España de corrupción, ha terminado por enviar el asesinato a Kuzmínov a las zahúrdas de los temas olvidados por el paso del tiempo.


La suerte del piloto ruso el Alicante recuerda grandemente la de otra víctima de ese asesino en serie en que se ha convertido Vladimir Putin. Me refiero a Alexander Litvinenko, un antiguo miembro de los servicios de inteligencia rusos muerto en un hospital londinense en noviembre de 2006, tres semanas después de ser envenenado con polonio radiactivo mientras tomaba el té en un céntrico hotel. La investigación oficial realizada por el Gobierno británico concluyó que el asesinato fue “probablemente aprobado” por el propio Putin, tesis coincidente con la resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) que consideró a Rusia "responsable" del final de un Litvinenko que, tras obtener la ciudadanía británica, había empezado a trabajar para el MI6 británico investigando los vínculos de la mafia rusa con España. Es decir, hace ya mucho tiempo que sabemos que nuestro país es tierra propicia para todo tipo de mafias rusas, además de refugio de magnates dispuestos a poner distancia con el nuevo zar.


El entonces Gobierno de Gordon Brown reaccionó al asesinato anunciando en la Cámara de los Comunes la expulsión de cuatro diplomáticos de la embajada de Moscú en Londres, la suspensión de las negociaciones para facilitar los visados entre ambos países y la congelación de toda cooperación con Rusia. David Miliband, entonces ministro de Exteriores, aseguró que las medidas pretendían enviar “una clara señal al gobierno ruso sobre la seriedad del caso”. Una crisis diplomática monumental. Al Gobierno Sánchez, sin embargo, lo ocurrido en Villajoyosa le ha debido parecer un asunto muy menor, ocupado como está en bajarse las calzas hasta los zancajos para que un tal Puigdemont le asegure la poltrona cuatro años más y en viajar a Rabat a rendir pleitesía al otro amo de nuestro divino guapo. El caso ha desaparecido de los medios españoles.


El asesinato de Kuzmínov en España coincide en el tiempo con otro no menos terrible pero aún más significativo, más siniestro, más lleno de negros presagios para el futuro de las relaciones entre la Unión Europea y Rusia y, si me apuran, para la paz mundial. Me refiero a Alexey Navalny, principal opositor al dictador ruso, muerto días atrás en una cárcel de máxima seguridad cercana al círculo polar ártico donde el siniestro Putin lo tenía encerrado, en penosas condiciones, so capa de no sé qué delitos inventados. Lo que ha cambiado en los 18 años que median entre el asesinato de Litvinenko y los de Navalny y Kuzmínov es la brutalidad de los medios empleados en los últimos dos casos y, si me apuran, la obscena arrogancia con la que el sátrapa ruso ni siquiera se ha tomado la molestia (al contrario de lo ocurrido en el caso del polonio) de desmentirlos, de negar los crímenes, convencido de tener enfrente a una Unión Europea acollonada y a una España -en lo que a Kuzmínov atañe- convertida en un pobre alfeñique en el concierto internacional, un país que no se da a respetar porque ya no se respeta a sí mismo.


El miércoles supimos del “suicidio” de Andrey Morozov, un joven bloguero ruso muy popular en su país que había defendido con entusiasmo la invasión de Ucrania pero que, muy recientemente, tuvo la osadía o el gesto de honradez de publicar las pérdidas sufridas por el ejército ruso (16.000 hombres) en la captura de Avdiivka, este de Ucrania. Putin no perdona. La tragedia de Litvinenko, de Navalny, de Kuzmínov, de Morozov y de tantos otros enlaza directamente con la de Ucrania, un país víctima desde hace dos años de una guerra que está tensionando al máximo la capacidad de resistencia de Kiev ante la aparente apatía de la UE que, una vez más y ahora de forma suicida, parece ayudar con cuentagotas para tranquilizar su conciencia mientras mira hacia otro lado, en lugar de tratar de frenar en seco al oso ruso.


Fracasada la ofensiva ucraniana del varano, las tropas rusas, siempre sobradas de carne de cañón, presionan ahora las líneas defensivas de un Kiev que empieza a dar señales alarmantes de falta de recursos en forma de armas y municiones, porque los envíos de material prometidos por los aliados occidentales no han llegado. El diario Le Figaro resumía este jueves el estado de la cuestión: “El cansancio se impone en la opinión pública francesa dos años después de la invasión”, mostrando el creciente pesimismo de los europeos sobre la posibilidad de una derrota rusa. “Lo más aterrador es que una parte del mundo se ha acostumbrado a la guerra en Ucrania”, declaraba días atrás el presidente ucraniano Zelensky. Nadie en el viejo continente parece darse cuenta de que el asesinato de disidentes y la invasión de Ucrania son las dos caras de una misma moneda: la del terror de un tirano al que las democracias occidentales están obligadas a hacer frente si no quieren ser víctimas ellas mismas, antes o después, del mismo drama que, pronto hará 85 años, asoló el mundo llevándose por delante cien millones de vidas.


La victoria de Putin en Ucrania sería una tragedia de consecuencias imprevisibles para el llamado “mundo libre”. Sin embargo, y como de costumbre, la UE parece víctima de lo que se ha dado en llamar el “síndrome Chamberlain” o la incapacidad de las democracias, empeñadas en respuestas ingenuas a desafíos letales, para hacer frente a tiranos sanguinarios dispuestos a usar la fuerza en el logro de sus objetivos. El 30 de septiembre de 1938 el primer ministro inglés regresó a Londres exhibiendo jubiloso una copia del tratado que acababa de firmar en Munich sin la presencia de la víctima, Checoslovaquia, y que, según él, aseguraba la “paz para nuestro tiempo”. La historiografía ha concluido de forma mayoritaria que la “política de apaciguamiento” no hizo sino alimentar la osadía nazi que condujo, once meses después, a la invasión de Polonia con las consecuencias conocidas. Churchill tuvo razón: “elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”. Los paralelismos entre aquel drama colectivo y la situación de una Ucrania convertida en nueva versión de la “Sudetenkrise”, no pueden ser más evidentes a la par que aterradores. Víctima de su dependencia militar de Estados Unidos, de su dependencia energética de los países del Golfo y de su dependencia comercial de China, una UE que probablemente atraviesa uno de los peores momentos de su historia, carente de ideas y, sobre todo, de liderazgos, se empeña en seguir jugando con fuego.


¿Cómo explicar que Rusia, con un PIB inferior al italiano y solo ligeramente superior al español, esté dispuesta a soportar un conflicto de larga duración en Ucrania, país que cuenta con el aparente respaldo de una UE infinitamente más potente en términos económicos, tecnológicos e incluso demográficos, además de militares? Porque el tirano, que ha hecho mangas y capirotes con las sanciones a Moscú, conoce a la perfección las contradicciones internas de su oponente (a punto de iniciarse el tercer año de guerra, Bruselas sigue sin saber qué hacer con los 300.000 millones de euros de activos rusos congelados tras la invasión), sus debilidades y la cobardía congénita de sus líderes, a no pocos de los cuales tendrá seguramente comprados. Todo eso más el miedo, muy humano desde luego, a que el tirano pueda llegar a utilizar el arma nuclear en caso de derrota. Voces muy autorizadas están dando la voz de alarma. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, se manifestaba contundente esta semana: “Una derrota de Ucrania no puede ser una opción. Todos entendemos muy bien cuáles serán las consecuencias devastadoras para Europa y los valores que representamos. Y para el mundo. Por eso es crucial actuar”. La respuesta de Bruselas tanto al asesinato de Navalny como a la crítica situación por la que atraviesan las fuerzas ucranianas, no ha podido ser, de momento, más decepcionante: otra ronda de tímidas sanciones económicas que, como hemos visto, no conducen a nada sino quizá a envalentonar todavía más al dictador ruso.


El proyecto europeo se enfrenta seguramente a la prueba más importante de su corta historia, obligado a vérselas con un monstruo que amenaza con ampliar geográficamente el conflicto y con usar el arma nuclear si falta hiciera. Razón por la cual si el viejo continente quiere seguir siendo la tierra de promisión y libertad que ha sido, probablemente no tendrá más remedio que bajar al barro de esa confrontación y arremangarse y disponerse a sufrir. “Las élites europeas son muy culpables porque han dado la espalda a los crímenes masivos cometidos por el régimen de Putin desde 2014 pensando que quizá podrían convivir con él”, asegura el académico, escritor y editor francés Nicolas Tenzer (autor, entre otros, de “Notre Guerre”). “Unas élites que, en la tradición aroniana, se niegan a distinguir entre intereses y valores y que no han visto que detrás del enfoque neoimperial de Putin hay algo más profundo vinculado a la lógica del crimen por el crimen, la lógica criminal de un Putin que amenaza los cimientos del sistema internacional creado después de Nuremberg”. Para Tenzer, como para muchos otros, el estallido de un conflicto directo con Rusia dentro de unos años es algo más que una posibilidad si ahora no se pone freno al tirano. Por eso Europa debe reactivar urgentemente su industria de defensa, más aún en la disyuntiva de un éxito electoral de Donald Trump que hiciera realidad el espectro de la retirada estadounidense de Europa, del brazo de algún tipo de compromiso con Putin.


Como esta semana escribía Olga Chyzh en The Guardian, “a solo unas semanas de las elecciones trucadas que resultarán en la reelección de Putin para un quinto mandato como presidente ruso, la muerte de Navalny presagia un futuro sombrío para Rusia, para Ucrania y para el resto del mundo. Su triunfo no es sólo una tragedia para Rusia; es una señal escalofriante para los defensores de la democracia liberal en el resto del globo”.


España no solo no es un espectador neutral en este drama, como ha puesto de manifiesto el asesinato del piloto Kuzmínov en Villajoyosa, sino que es el eslabón más débil de la cadena europea, totalmente infiltrada como está por unos servicios secretos rusos cuyas conexiones con el separatismo catalán están más que demostradas. Tan cerca como este viernes, la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) gala denunciaba los nuevos métodos operativos de la inteligencia rusa destinados a amplificar las “fracturas internas en la sociedad francesa”.


¿Sabe algo el Gobierno de las actividades de los servicios secretos rusos en España? ¿Lo sabe el CNI? Pocas veces en la historia se habrá podido visualizar una tragedia como la nuestra, la de una nación enfrentada a sus enemigos internos –el único país del mundo cuyo Gobierno trabaja activamente en contra de los intereses mayoritarios de sus ciudadanos- y externos, totalmente al pairo, desguarnecida, indefensa ante cualquier tipo de tropelía que decida cometer no ya el dictador ruso sino el sultán de Rabat a quien nuestro Caudillito Wapo rinde pleitesía. No sería descabellado imaginarlo maquinando algún retiro dorado al lado de Mohamed en Marruecos o en el propio Gabón, junto a la fastuosa villa del rey moro, al estilo de aquel Bettino Craxi que salió por pies de Italia para refugiarse en Túnez. Nos libraríamos así de su obscena presencia, aunque nadie podría luego librarnos de la íntima, desoladora, vergüenza de haber consentido cual corderos todas y cada una de las tropelías cometidas por el personaje.


Cómo los nuevos F-16 ayudarán a Ucrania a acabar con el domino aéreo de Rusia

ANTONIO FERNÁNDEZ. la razon. 25 Febrero 2024


Volodimir Zelenski apenas podía contener la emoción. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro mientras se introducía en la cabina del F-16 en compañía de la primera ministra danesa, Mette Frederiksen. Era agosto, y el presidente de Ucrania estaba culminando en una base aérea de Dinamarca su larga pero exitosa campaña diplomática para convencer a los aliados occidentales de la importancia de enviar aviones de combate a sus Fuerzas Armadas.


«Todos los ucranianos están esperando el día en que los primeros F-16 ucranianos aparezcan en nuestros cielos y refuercen la defensa de nuestras ciudades y comunidades», declaró el viernes Zelenski, que compartió imágenes de pilotos ucranianos de F-16 entrenándose en Dinamarca. «Es un avión muy divertido de pilotar», reconocía al diario Telegraph un piloto ucraniano, identificado como Moonfish. «No digo que el MiG que piloté antes sea muy aburrido, pero el F-16 es sin duda más ágil. Da la sensación de que el avión quiere que lo pilotes con más agresividad», explicaba al rotativo británico.


Pero con las fuerzas rusas adelantando posiciones a lo largo de la línea del frente, los esperados F-16 quizás no sean la «bala de plata» que busca el país, en palabras del ya excomandante en jefe del Ejército de Ucrania, Valeri Zaluzhni. En este sentido, los expertos no consideran que los cazas puedan ser decisivos para desequilibrar una guerra estancada, aunque beneficien a las fuerzas aéreas ucranianas.


Un factor importante que limitará el impacto de los F-16 es el gran número de misiles tierra-aire rusos en el campo de batalla, incluidos los sistemas antiaéreos S-300 y S-400, que pueden atacar objetivos situados a cientos de kilómetros. Aunque el mayor reto para Ucrania puede ser la construcción de la infraestructura necesaria para hacer volar los aviones de combate, que están diseñados para operar desde pistas extremadamente lisas y limpias. Además, Kyiv también tendrá que levantar suficientes aeródromos para poder desplazar los aviones por todo el país y evitar que sean localizados y blanco de los ataques de misiles rusos.


No obstante, los F-16 serán de utilidad a la hora de mantener la fuerza aérea de Ucrania en los próximos meses de guerra. Al final, la flota ucraniana de MiG-29 y Su-24 de la era soviética, que llevan los Storm Shadows británicos, acabará sucumbiendo al conflicto en curso. Algunos aviones serán derribados por Rusia. Otros se quedarán en tierra por la falta de piezas de repuesto de las empresas controladas por Moscú para reparar el desgaste y los daños.


En cambio, el F-16 no es en absoluto una solución a largo plazo para Ucrania. De hecho, algunos de los cazas que han sido ofrecidos a Kyiv tienen alrededor de 40 años, igual que muchos de sus MiG-29. Existen dudas sobre la duración de sus delicados fuselajes bajo el estrés de las constantes salidas. Pero, al menos a medio plazo, ofrecen una cuerda de salvamento.


Ucrania no solo carece de aviones, sino también de pilotos cualificados. Incluso a los mejores pilotos de MiG-29 les ha costado hacer la transición al F-16, advierten los expertos. En cualquier caso, los F-16 ofrecerán una mayor capacidad de supervivencia a los pilotos ucranianos que los piloten, en comparación con sus homólogos de la era soviética. Mientras que los MiG-29 disponen de radares capaces de centrarse en un único objetivo, los F-16 ofrecen a los pilotos un mayor conocimiento de la situación, algo vital si quieren estar atentos a las amenazas. Esa es una de sus ventajas.


Cuando Estados Unidos accedió a que sus aliados donaran los F-16, también firmó las declaraciones de exportación de los envíos de misiles aire-aire avanzados de alcance medio AIM-120 (AMRAAM) que se utilizarían con los aviones. Sobre el papel, las armas avanzadas donadas por los aliados de Ucrania funcionarán mejor cuando se disparen desde un F-16.


El desenlace de la guerra en Ucrania depende de todos nosotros

Se cumplen dos años de la invasión ilegal y a gran escala por parte de Rusia

Hugh Elliott. el confidencial. 25 Febrero 2024


La guerra de Rusia en Ucrania es un ataque no provocado, premeditado y bárbaro contra un Estado democrático soberano y es un reto generacional para todos. Tenemos los recursos para hacer frente al presidente ruso, Vladímir Putin, la pregunta a la que debemos responder es: ¿tenemos la voluntad de hacerlo?


El mundo sabe lo que está en juego. Si Putin consigue arrebatar territorio a otro Estado soberano de la ONU, otros tomarán nota. El orden mundial se volverá aún más inestable, con el riesgo que eso supone para todos nosotros.


No hay absolutamente ninguna justificación para los argumentos de Putin. Sus afirmaciones no son serias: En qué quedamos, ¿Ucrania es una amenaza, o no existe? ¿Son nazis malvados, o títeres de las democracias liberales? ¿Estamos retrocediendo a las fronteras de 1989 o a las del año 862?


Putin no está ganando. Lleva dos años en una guerra que erróneamente pensó que duraría unos días. Cuanto más dure, más sufrirán los ucranianos y los rusos. La guerra podría terminar hoy mismo si el presidente ruso retirara sus tropas.


Así que este es el momento de redoblar nuestro apoyo para que Ucrania no solo gane la guerra, sino que salga de ella como un país fuerte, soberano y libre. La actuación de las fuerzas armadas ucranianas está siendo impresionante. Mi admiración hacia cada hombre y mujer que están arriesgando sus vidas para defender su país es infinita. Ya han recuperado más de la mitad del territorio confiscado por Rusia, y han infligido más de 300.000 bajas rusas. Ucrania ha destruido casi una quinta parte de los buques de la flota rusa del mar Negro.


Con ello, niega a Rusia el control de la parte occidental de este mar y abre las exportaciones marítimas para permitir que los envíos de grano, decisivos para tantos países, vuelvan casi a los niveles de antes de la guerra. Quiero recordar lo que le dijo mi primer ministro, Rishi Sunak, al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en la cumbre de la OTAN en Vilna (Lituania): el lugar merecido de Ucrania está en la Alianza Atlántica. La OTAN está dando pasos para facilitar el camino a su ingreso; mientras, los aliados estamos aumentando nuestro apoyo a sus necesidades de defensa, tanto inmediatas como a largo plazo, para que nunca vuelva a ser vulnerable a las bárbaras acciones rusas. El Reino Unido fue el primer país en firmar un acuerdo bilateral de garantías de seguridad con Ucrania, durante la visita de Sunak a Kiev el mes pasado.


Desesperación de Putin

Los ataques aéreos rusos son el último ejemplo del fracaso y la desesperación de Putin. Va camino de perder casi medio millón de hombres, todos ellos hijos, hermanos, padres o maridos de su pueblo. Preside una economía gravemente debilitada por las sanciones y ha logrado persuadir a países de toda Europa para que aumenten significativamente su gasto en defensa.


Quiero aprovechar la oportunidad para rendir homenaje a Alexéi Navalni, que dedicó su vida a exponer la corrupción del sistema ruso y a la defensa de los derechos de sus compatriotas. El régimen de Putin le encarceló, se inventó cargos contra él, le envenenó, le envió a un penal en el Ártico y ahora su muerte debe ser investigada. Putin debería responder por todo ello.


El resultado de esta guerra depende de nuestra voluntad colectiva. Podemos y debemos mantener el rumbo. Las economías de los países amigos de Ucrania son 25 veces mayores que la de Rusia. Para nosotros, el gasto en defensa es asequible. Para Rusia, es insostenible. La defensa representa el 40 por ciento del gasto público ruso y el 6 por ciento de su producto interior bruto.


Ucrania está plantando cara a Putin. El Reino Unido, Europa, están demostrando su compromiso de plantar cara a Putin. Instamos al Congreso de Estados Unidos a que muestre su compromiso de plantar cara a Putin. Y, por supuesto, instamos al mundo a plantar cara a Putin.


ANIVERSARIO DE LA INVASIÓN

Ampliación, armas e hipocresía: tres efectos para la UE de dos años de guerra en Ucrania

La UE ha vivido cambios importantes en estos dos años de guerra. Ucrania ha hecho de la UE un poder más dinámico, pero también ha dejado a la vista su doble rasero

Nacho Alarcón. Bruselas. el confidencial. 25 Febrero 2024


El 24 de febrero de 2022 la Unión Europea vivió una transmutación. Todo lo discutido hasta entonces, todos los planes y visiones de futuro de los Veintisiete, quedaron a un lado. La invasión rusa de Ucrania devolvió a la Unión al "modo crisis" y obligó en muy poco tiempo a que el club comprendiera que se encontraba ante algo totalmente inédito. Comenzó un rápido proceso de adaptación, de un poder blando a una especie de poder en transición, todavía no duro, pero sí desde luego esforzándose por competir en un nuevo mundo. En meses se adoptaron paquetes de sanciones y se cruzaron líneas rojas, como por ejemplo financiando el envío de armamento letal a Ucrania.


En cierto modo la Unión Europea empezaba a balbucear lo que Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, había identificado en 2019 como el "lenguaje del poder". Se ha hablado mucho de cómo la guerra ha afectado a la Unión, con millones de refugiados ucranianos llegando a los socios europeos o con una crisis energética agravada por la invasión, con efectos en Alemania y su industria. Pero para la UE hay tres consecuencias claras de la guerra: en el debate de la ampliación, en la visión de la Unión de la cuestión de la defensa, y, por último, en la visión de Europa como una región privilegiada e hipócrita.


Ampliación

El debate de la ampliación estaba en coma inducido. Nadie o prácticamente nadie hablaba de la ampliación de la UE. Sí, estaban los Balcanes Occidentales, pero nadie hablaba de fechas ni genera expectativas de que pudieran ingresar pronto por unas razones o por otras. Por ejemplo, Serbia nunca podrá entrar hasta que no resuelva el problema de Kosovo y mientras Alekansdr Vucic no se comprometa realmente con reformas democráticas, Macedonia del Norte, que durante décadas ha mantenido un pulso con Grecia, ahora tiene que afrontar a una Bulgaria que ha vetado la apertura de negociaciones durante años, Bosnia tiene el problema de que es Bosnia y la única pregunta no es si entra o no en la Unión Europea sino si hay posibilidades de supervivencia para el país o no.


Sin embargo, a los pocos días del inicio de la guerra, con una Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, totalmente volcada con Kiev, Volodimir Zelenski, presidente ucraniano, rodeado de sacos de tierra, envió la solicitud para que el país ingresara en la Unión Europea. Admitir a un país en guerra está totalmente fuera de todas las posibilidades para los Veintisiete, pero Von der Leyen impulsó la idea de que la UE está contrayendo una deuda con Kiev y que hay que dar perspectivas de entrada. Los países del este, los más cercanos a Ucrania y también sus principales aliados dentro del club, impulsaron esta idea.


En cuestión de un año y pocos meses, la ampliación pasó de ser un tema tabú, casi imposible de plantear, a convertirse en algo aparentemente inevitable. Algunos, como Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, se atrevieron incluso a poner fecha, hablando del 2030 como un objetivo. Ucrania ha sido la que ha relanzado este debate, pero todo el mundo sabe que no será la primera en entrar. Es un país en guerra sin un horizonte claro de paz, con problemas de corrupción enorme y un tamaño gigantesco que cambiará todos los equilibrios internos de la Unión Europea. Primero llegarán los Balcanes Occidentales, o al menos algunos de ellos, que llevan décadas esperando a las puertas de la Unión.


No todo el mundo está cómodo con esta nueva tendencia. Como explicaba recientemente Pablo Rupérez Pascanuela, un diplomático veterano de Bruselas, en un artículo para Política Exterior, existen "ampliófobos" y "ampliófilos", y hay muchos factores a tener en cuenta que afectan a la posición de cada uno de los Estados miembros respecto al candidato: el reparto de fondos, la situación del Estado de derecho en el país tercero, e incluso cuestiones históricas, como ocurre con Bulgaria y Macedonia del Norte. Lo que está claro es que los "ampliófobos" han tenido que dar unos cuantos pasos hacia atrás, hacer menos vehementes sus intervenciones y jugar más largo.


Así, muchos de estos países han pasado a exigir una reforma institucional de la UE antes de ninguna ampliación, tanto en sus normas de funcionamiento (las mayorías necesarias) como en cuanto a reparto de fondos europeos. La explicación es que las actuales reglas de funcionamiento del Consejo son una herencia de una comunidad mucho más pequeña. Y es cierto. Con 27 socios se complica el funcionamiento porque sigue habiendo muchos campos donde existe unanimidad.


Pero los "ampliófilos" sospechan que se trata de un excusa de los "ampliófobos" para frenar una posible ampliación, considerando que el impacto que sobre el funcionamiento de la UE pudiera tener el ingreso de Macedonia del Norte o de Montenegro sería mínimo respecto al actual esquema. Los "ampliófilos" creen que es una manera de bloquear el debate, porque saben que la reforma institucional será una auténtica caja de Pandora, un debate muy complejo que probablemente provocará bloqueos y retrasos. Ante la imposibilidad política de decir "no" a una ampliación que ya se considera como inevitable, algunos Estados miembros utilizan la reforma institucional como una obstrucción, aunque son muchos los que creen genuinamente que es totalmente necesaria, y la idea de que debe reducirse al mínimo la capacidad de veto de los Estados miembros es compartida por muchas capitales. En todo caso, la ampliación, y todas sus derivadas, han vuelto a la mesa de debate europeo a raíz de la guerra.


Armas

El segundo gran cambio que ha provocado el conflicto ha sido que la Unión Europea ha comenzado a hablar de forma más clara sobre la necesidad de una "Europa de la Defensa", una idea que no se relaciona tanto con el concepto tradicional y por el momento imposible de aplicar de un ejército europeo, sino de una mayor implicación de la UE en cuestiones militares y un aumento de la coordinación entre capitales.


El Tratado de Lisboa ya recoge la Política Común de Seguridad y Defensa de la Unión Europea, y en 2003 Bélgica, Luxemburgo, Grecia y Francia propusieron la Agencia Europea de Defensa (EDA). Pero el paso de gigante se ha dado en los últimos dos años. No es tanto un cambio radical en cómo la Unión opera, pero sí el fin de algunos tabús. Así, el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz (EPF, por sus siglas en inglés) se ha utilizado para financiar el envío de armamento a Ucrania y actualmente existe un debate entre los Estados miembros para que este fondo no financie únicamente el envío de armas ya existentes al campo de batalla, sino también para que financie la producción y adquisición de armamento.


Francia es la principal impulsora de esta visión militar de Europa. Thierry Breton, comisario de Mercado Interior e Industria, ha defendido la necesidad de crear un fondo de 100.000 millones de euros para la industria de la defensa y Emmanuel Macron, presidente francés, intenta que se discuta a nivel europeo la posibilidad de emitir eurobonos (deuda común de la Unión) para financiar la inversión militar de la UE. Los eurobonos se utilizaron por primera vez de manera masiva para el Fondo de Recuperación creado para hacer frente a los efectos económicos de la pandemia.


Johannes Hahn, comisario de Presupuestos, aseguraba en febrero de 2023 que no se utilizaría el presupuesto común europeo (el Marco Financiero Plurianual, en argot comunitario) para financiar la producción, adquisición y envío de armas a Kiev. El EPF, con el que ya se han enviado armas por valor de cientos de millones de euros a Ucrania, está fuera del MFP. La razón de Hahn es que el Tratado lo impide. Y, sin embargo, en mayo de ese mismo año, la Comisión Europea anunciaba 500 millones de euros del presupuesto común para impulsar la producción de la industria militar. Un ejemplo de lo rápido que han evolucionado las posiciones europeas en este debate.


No es una cuestión únicamente de dinero. El Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), dirigido por Borrell, también ha aumentado los esfuerzos para evitar duplicidades y solapamientos en la producción militar en la UE. Ahora, mientras la Unión se encamina a unas nuevas elecciones europeas que se celebrarán del 6 al 9 de junio de 2024, varias de las familias políticas, como el Partido Popular Europeo (PPE), hablan de la necesidad de que la próxima Comisión cuente con un comisario de Defensa, y Von der Leyen ve esa posibilidad con buenos ojos, aunque el Tratado de la Unión Europea (TUE) ya prevé que esas competencias estén en manos del Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad.


Hipocresía

La Unión Europea empezó desde el mismo 24 de febrero de 2022 a intentar que todo el mundo se alineara con Ucrania. Había claramente un agresor y un agredido. Y, sin embargo, su mensaje no calaba. No lo hacía entre los aliados naturales de Rusia, como China, pero tampoco en otros lugares, como en países africanos o en América Latina, o en lo que se ha popularizado como el "Sur Global". La Unión empezó un esfuerzo diplomático titánico centrado en trasladar un mensaje claro: el respeto al derecho internacional no es optativo.


Ante ese mensaje, los europeos tenían que aguantar el chaparrón de algunos socios que recordaban que no siempre la UE ha sido tan clara. El fantasma de la invasión de Irak en 2003 está siempre presente. La acusación más habitual contra el club comunitario es el de tener un "doble rasero". Para convencer a sus socios de que era necesario alinearse con Ucrania los europeos empezaron a admitir que en el pasado habían tenido esa doble vara de medir, pero que la agresión a Kiev había hecho que abrieran los ojos. Era un punto de inflexión, un cambio para siempre.


Distintas fuentes discrepan sobre cómo de efectivo estaba siendo ese mensaje, pero sí coinciden en que era al menos una idea sólida y en la que se insistía. Algunos creen, incluso, que sí se estaba consiguiendo convencer y mover algo a algunos socios. Pero entonces llegó el 7 de octubre, los brutales atentados terroristas de Hamás, y la respuesta israelí. Von der Leyen, que había formado parte de ese esfuerzo por convencer al mundo de que Europa había dejado atrás el doble rasero, se volcó con el Gobierno de Benjamín Netanyahu, incluso cuando ya había muchas voces pidiendo a Israel que respondiera a Hamás respetando el derecho internacional. Von der Leyen tardó muchos días en incluir esas dos palabras, "derecho internacional", en sus mensajes respecto a la situación en Gaza.


"En el primer test que tenemos (del compromiso de la UE con el derecho internacional), el resultado es escandaloso", se lamentaba hace meses una alta fuente europea. La actuación europea en la cuestión de Gaza, con muchos Estados miembros evitando que se pida un "alto al fuego humanitario" y con mucha división en el seno de la Unión, ha hecho saltar por los aires el mensaje construido desde febrero de 2022 y para los críticos ha confirmado la hipocresía de Europa. Las fuentes consultadas subrayan que el daño es especialmente importante en el mundo árabe.


Un nuevo ciclo

A partir del 9 de junio Europa entra en un nuevo ciclo. Los comicios europeos darán forma a un nuevo Parlamento Europeo que estará conformado, en parte, sobre el molde de la guerra. La nueva Comisión Europea se diseñará sabiendo que el conflicto de Ucrania lo acaba impregnando todo. Cuando Von der Leyen llegó al poder en 2019 hablando de una "Europa geopolítica" lo hacía en un plano figurado. Ahora todo se reduce a la práctica, al terreno real, y el Ejecutivo comunitario que salga del actual ciclo electoral estará a los mandos hasta el 2029.


Todos los debates que han abierto la guerra de Ucrania, la Europa de la defensa, la capacidad de hacerse cargo de la seguridad en el continente, la agenda de la ampliación y la reforma institucional que ampliar la UE requeriría, el lugar de la Unión en el mundo y el discurso que el bloque tiene con el resto de socios para evitar ser vista como hipócrita, estarán en el centro de la agenda política del próximo lustro.


«Rusia sólo negociará cuando Ucrania se convierta en nada más que un territorio ruso conquistado»

Igor Lukes, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Boston, cree que Kyiv puede ganar la guerra si sus aliados le dan la ayuda que necesita

Jesús Buitrago. la razon. 25 Febrero 2024


La guerra en Ucrania ha entrado en una fase de estancamiento. ¿Cuáles son las consecuencias inmediatas de la continuación del conflicto y qué escenarios se esperan?

Después de la caída de Avdiivka, los rusos ganaron unos 10 kilómetros de territorio. Ahora les encantaría avanzar hacia Pokrovsk, una ciudad a unos 60 kilómetros de Avdiivka, y finalmente tomarla. Es un importante centro logístico para las fuerzas ucranianas en la región de Donetsk. Tomarlo sería un gran logro para Putin. El objetivo final podría ser que Rusia tome Járkiv, una ciudad cercana a las fronteras con Rusia y vulnerable a un ataque sorpresa.


Con la mitad del territorio ucraniano tomada por Rusia y la otra mitad recuperada por Ucrania, ¿sentarse a negociar en estas condiciones favorecería a Moscú?

Me tomo en serio lo que dijo Putin. Está dispuesto a negociar, siempre que los llamados nazis que rodean al presidente Zelenski sean expulsados del poder y toda Ucrania sea desnazificada y neutralizada, es decir, que se convierta en nada más que un territorio ruso conquistado. Se pueden imponer condiciones tan extremas a un país aplastado por una guerra. Pero esto no ha sucedido en Ucrania. No ha sido derrotado. Por tanto, no veo que Rusia vaya a negociar. Ucrania tampoco lo haría. Necesita recuperar su soberanía. El horror seguramente continuará hasta que Occidente dé a los ucranianos las herramientas que necesitan para ganar.


¿La retirada ucraniana de Avdivka, el mayor avance ruso en un año, representa un punto de inflexión y evidencia los fracasos del apoyo occidental?

La retirada de Avdiivka es una victoria para Putin. Desde el punto de vista militar, puede resultar que haya sido una victoria pírrica. El precio que Rusia pagó por hacerse con Avdiivka fue de 16.000 muertos y cientos de vehículos blindados destruidos. En la década de 1980, la Unión Soviética libró una guerra en Afganistán y perdió «sólo» 14.000 soldados. Esta «victoria» es una señal del descarado desprecio que Putin y su pueblo tienen por las vidas de sus soldados.


¿Puede Ucrania todavía ganar la guerra? La supervivencia de las tropas de Zelenski sin el apoyo militar estadounidense es incierta.

Sí puede. Pero sería necesario conseguir las herramientas adecuadas. Serían cruciales los misiles, como el Taurus de fabricación alemana. Vuela a sólo 35 metros del suelo y puede alcanzar objetivos a 500 km. Si se llevan algunos de ellos a Ucrania, el puente Kerch dejará de existir. Sería una buena apertura para la liberación de Crimea.


¿Las elecciones europeas de junio y, sobre todo, las estadounidenses de noviembre inclinarán la balanza y el futuro del conflicto?

Ambas elecciones serán enormemente importantes. Sólo me queda esperar que al menos algunas de las absurdas declaraciones de Donald Trump hayan alertado a los votantes estadounidenses sobre el peligro que representaría su segundo mandato en la Casa Blanca.


MILEI COMPARTE LA INTERVENCIÓN DEL LÍDER DE VOX EN SUS REDES SOCIALES

La derecha iberoamericana aplaude el discurso de Abascal en la CPAC de Washington

LGI. gaceta. 25 Febrero 2024

El presidente de VOX, Santiago Abascal, intervino el pasado viernes en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), el mayor evento anual de los conservadores estadounidenses. Durante su discurso, Abascal aprovechó para explicar que «nosotros trabajamos para hacer a España grande otra vez. Sólo desde naciones fuertes podemos defender la cultura y los valores que nos unen: la patria, la libertad, la razón, la fe de nuestros padres, la familia, la propiedad, la soberanía, la democracia… y por encima de todo la vida. La vida sin la que no hay nada. La vida desde su principio hasta su fin natural», ha manifestado.


Después de invitar en 2021 a Giorgia Meloni, actual presidenta del Consejo de Ministros de Italia, Santiago Abascal se ha convertido en el invitado de excepción a la cumbre conservadora, donde ha podido resonar el mensaje de VOX. Tal es así que muchos políticos de la derecha iberoamericana han aplaudido la presencia de Abascal en el foro conservador y han ensalzado sus palabras en defensa de la vida, la libertad, la familia y la soberanía.


Uno de ellos ha sido Javier Milei, presidente de Argentina. El líder de La Libertad Avanza, partido socio de VOX, ha compartido en sus redes sociales el discurso de Santiago Abascal. «Un hispano dando un discurso en español en la tarima principal de CPAC era algo impensable hace un par de años», ha escrito la economista Vanessa Vallejo en sus redes sociales. Una publicación que Milei no ha dudado en retuitear y que ya cuenta con miles de reproducciones.


Lo cierto, como señala Vallejo, es que no resulta habitual escuchar a políticos europeos en la cumbre del conservadurismo americano. Pero tras Giorgia Meloni, esta edición ha llegado el turno de Abascal. No en vano el líder de la Conferencia de Acción Política Conservadora, Matt Schlapp, ha compartido en sus redes sociales una foto con el líder de VOX, acompañado de un mensaje: «Estupendo tener al futuro presidente del Gobierno de España. Vamos a ganar».


La izquierda bogavante

Hughes. gaceta. 25 Febrero 2024


Algo faltaba en la trama de Koldo García para terminar de darle su redondez costumbrista. Su unidad de bodegón español. No podíamos quejarnos de contenido, pero echábamos en falta algo… y ha aparecido. El Confidencial ha informado del lugar de reunión de Koldo y su supuesta trama, donde departían y quizás repartían y es, como podíamos esperar y desear, una marisquería. Uno de esos lugares donde se despachan «delicias del Cantábrico».


Es impresionante la presencia de lo cantábrico en Madrid. Probablemente bastante más que lo mediterráneo. Madrid será un poblachón manchego con tumefacciones florentinistas en La Castellana, pero también es un poblachón manchego con incrustaciones cantábricas donde la cantabridad ofrece su joya suculenta: el marisco.


Y aquí tropieza mucho cierta izquierda. Gustavo Bueno clasificaba la izquierda en definida e indefinida, y la indefinida, a su vez, en izquierda extravagante e izquierda divagante; y a esas categorías habría que sumarle, con permiso del maestro, la izquierda bogavante.


Si el sindicalismo estaba lastrado ya de gambismo y cigalismo, ahora aparece lo de Koldo, que tenía por «oficina» un sitio dedicado enteramente al crustáceo. En la web del sitio cuentan que con cada botella de vino, en las cenas, regalan dos gin tonics, de modo que no es aventurado pensar que se ponían finos y hasta púos.


Ponerse púo es de izquierdas y de derechas, pero parece que en la izquierda hay propensión por el marisco. Hay algo popular ahí, un resarcimiento. Para quien está muy acostumbrado igual la apetencia es otra, más sofisticada, pero algo tiene el marisco de conquista popular, de revancha del secano. Ahí, con las manos enfaenadas en los bichos, en el crujir torácico, chupando el cefalón, se siente que se ha llegado y se delata el origen modesto y popular de su socialismo. La mariscada tiene algo de triunfo y también de confesión. ¿Por qué no somos capaces de verlo como una afirmación de clase?


Es el reverso de la sensibilidad social es la debilidad por el marisco. «Socialismo y gamba» sería un tema digno de estudio. La mariscada es una ostentación hedonista, revanchista, arribista, es (seamos serios) el conquistar los cielos de los que hablaba Pablo Iglesias. No son los medios de producción, pero son algo, y en cada mariscada se ritualiza la conquista de lo burgués. Es mitad comilona-mitad ceremonial. Hay en ello un hedonismo un poco sexual (afrodisiaco) y casi violento que se le echa a la sociedad a la cara. Las mariscadas son siempre un poco medievales. Por eso se dice «pegarse una mariscada». Nadie dice «pegarse unos diverxos», y ni siquiera nos «dimos una mariscada» (como «nos dimos una Constitución»).


De Koldo sabemos dos cosas: que pudo ser corrupto (¡cefalón de turco de todas las tramas!) y que le faltó coherencia, la coherencia interna de la izquierda, gramsciana, que no tiene casi nadie. ¿Cómo hubiera reaccionado Gramsci ante una fuente de cigalas? Lo verdaderamente socialista hubiera sido rehusar, optar por una cierta frugalidad, por un equilibrio entre lo que se dice y lo que se hace, pero la izquierda española, ya sea por lo lícito o por lo ilícito, hace ya mucho que acaba en la mariscada.


Y muy cerca de ello sentimos cierto reproche: ¿acaso no puede uno de izquierdas comer marisco, tener diez pisos…? Se están fabricando una holgura moral socialdemócrata antigramsciana. Son un caso genial de gramscismo antigramscista.


Sin limitaciones de lenguaje, culturales, constitucionales, si todo es un blandiblú relativista… ¿no es la coherencia lo único que queda?


¡Pues tampoco! Porque la izquierda se consagró al marisco y yéndose al mar se echa al monte.


La izquierda española del 78 es fundamental y constitutivamente bogavante, izquierda bogavante. Entregada totalmente al antifranquismo post mortem y a los placeres, rendida a lo suntuoso-libidinoso, es aspiracional, chupeteante y úrica. Esta tradición búmer de la izquierda, muy heterosexual, muy machista y muy gambista, puso sin embargo unas bases de hedonismo biopolítico y apetitoso para la izquierda woke posterior, que no aspira ya a conquistar los mismos tótems burgueses de clase media. Sus corrupciones (que seguiremos viendo) irán variando. Es más. Es posible que próximamente no se critique el acto-en-sí de la corrupción sino solo su exteriorización según cánones culturales superados. ¿Han pasado la Escuela de Fráncfort y la posmodernidad por las mariscadas? La corrupción es siempre reaccionaria, anclada siempre en la tradición. Así lo tiene claro la izquierda… ¡ella siempre es inocente! ¡el que se corrompe siempre es inmediatamente de derechas! ¡El corrupto siempre es el objeto woke de detestación: un hombre hetero blanco machista y emisor de carbono! Los escándalos no tienen efecto alguno.


Asoma aquí una división curiosa: hay gente que deplora el sistema de corrupción del que Koldo es flor, pero respeta sus gustos y maneras, francas y machas (con un cierto perfume de nostalgia); y hay y habrá quienes admitan el sistema de mafia partitocrática y solo reprueben realmente su falta de wokización y sofisticación, pues la corrupción debe ir avanzando. Progresando. Está como estancada en unos patrones gastro-patriarcales que no son ya de recibo. El ‘avance’ se tiene que ir notando y estos socialistas son diplodocus de la corrupción con su trilogía de tías, marisco y apartamentos.


Salvador Illa, el "tapado" de las mascarillas Koldo

EDITORIAL. libertad digital. 25 Febrero 2024


El Gobierno ha entrado en pánico tras la detención de quien fuera la mano derecha de Ábalos, custodio de los avales del propio Pedro Sánchez en la reconquista de Ferraz y peón para todo de Santos Cerdán, el descubridor del gran Koldo, el de las comisiones de las mascarillas. Pieza de caza mayor, su captura deja a la intemperie a medio Ejecutivo de Sánchez y en especial a Salvador Illa, el nefasto ministro de Sanidad durante la pandemia.


Salvador Illa dio sobradas muestras de su incompetencia. De su mano, el Gobierno se convirtió durante aquellos días de finales de marzo y principios de abril de 2020 en el hazmerreír de intermediarios, productores y proveedores. Ni siquiera que Moncloa suspendiera el Portal de la Transparencia pudo evitar que trascendieran algunos contratos delirantes, fruto de la premura, de la inexperiencia y del afán de lucro de "emprendedores" socialistas como este Koldo García, hombre para todo de la secretaría de organización del PSOE y miembro de la candidatura de Sánchez, como así lo presenta y distingue el líder socialista en "su" libro Manual de resistencia.


Los pelotazos y trinques no sólo pasaron factura económica, sino que costaron vidas con aquellas mascarillas defectuosas con las que se envió al contagio seguro a miles de sanitarios. Una de las disposiciones del primer decreto del estado de alarma fue centralizar la compra de material sanitario y equipos de protección en el ministerio de Sanidad. Esa medida causó un auténtico colapso. El Ejecutivo pagó por adelantado material que nunca llegó o que era directamente inservible, mascarillas que no cumplían con ningún criterio de homologación o test defectuosos.


El ministerio de Illa recurrió a dudosos intermediarios sin más acreditación que la cercanía a determinados altos cargos y sus contactos en el Gobierno, empresas dedicadas a la venta de champús o de supuestos vigorizantes sexuales fueron fundamentales en el ministerio de Sanidad para conseguir grandes partidas de mascarillas "fake" a precios astronómicos. El Ejecutivo se manejaba con empresas sin experiencia, sin personal, con domicilio desconocido, cuyos titulares habían sido condenados por estafa o que se dedicaban a la venta de comida para mascotas. Terreno abonado para el tráfico de influencias y el trinque puro y duro. Y Salvador Illa, en el centro, trataba de desviar la atención declarando la guerra a la Comunidad de Madrid y tratando de criminalizar al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, cuya actuación durante la pandemia dejó en evidencia al Ejecutivo de Sánchez.


Una vez pasado lo peor de la pandemia, Sánchez se deshizo de Illa, al que mandó a Cataluña consciente de sus nulas dotes de liderazgo. Con la perspectiva que aporta el pánico desatado en el PSOE tras la detención de Koldo García cabe preguntarse si el cese de Illa como ministro de Sanidad estuvo motivado por las mismas razones que el de José Luis Ábalos o fue, como se arguyó en su momento, por su pavorosa y letal incompetencia.


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¿De qué sirve votar al PSOE?

Daniel Rodriguez Herrera. ibertad digital. 25 Febrero 2024


Hagamos el ejercicio de ponernos en la cabeza de un votante de izquierdas. Lo único que ha quedado del PSOE con el paso de Zapatero y Sánchez, aparte del control de todas las instituciones del Estado, es el llamamiento a que no gobierne la derecha y, en último término, el fantasma del miedo a la ultraderecha, entendida como la derecha nacional. La ultraderecha independentista de PNV y Junts, en cambio, no es de temer a pesar a su terrible historia porque ayuda con sus votos a los socialistas.


Si el PSOE no tiene ya más ideología que la del poder y la de situarse en contra de todo lo que defiende la derecha nacional y los propios socialistas hace cinco minutos hasta que sus socios les ponen el grito en el cielo, ¿para qué sirve votarlos? El actual presidente del Gobierno, gracias a los votos de terroristas y golpistas, ha demostrado que da igual el número de escaños que tengan los socialistas: mientras la derecha no sume, venderá a su madre con tal de seguir en el poder. Da igual que sean dos partidos o veintiocho. Habrá pacto y se les dará a todos lo que pidan, extrema derecha regional incluida.


En el proceso de destrucción de España y del PSOE en que se embarcaron los socialistas desde el 13-M se han ido dejando atrás sus graneros de voto, los que le daban la base que les permitió alcanzar mayorías. Dado que no podrán volver a gobernar en España en muchísimo tiempo salvo con el apoyo de la extrema izquierda y el independentismo, y a que han dejado claro que a cambio del poder no les importa destruir España como nación y como economía desarrollada, para un votante moderado de centro izquierda que no sea sectario, si es que tal cosa existe, el PP es ya un partido mucho más cercano a sus tesis que el PSOE. Y para un votante sectario e irredento de izquierdas, ¿de qué sirve votar al PSOE allí donde haya dejado de ser el voto útil?


Los hemos visto en las elecciones gallegas, donde muchos que tradicionalmente han votado al PSOE se han pasado o al PP o al BNG, que es el partido que aglutina el voto útil de izquierdas. Lo hemos visto en Madrid, donde los errejonistas los han desplazado como primera opción dentro de su espectro. Lo veremos en el País Vasco, donde los proetarras de Bildu se situarán como primera fuerza muy destacada dentro de la izquierda. Existe, es verdad, un claro desplazamiento de voto hacia el PSOE cuando hay elecciones generales, pero ¿se mantendrá en el tiempo? Parece difícil si, como estamos viendo especialmente desde el 23-J, es un voto que sólo sirve como argamasa para gobernar con el programa de sus socios de extrema izquierda y extrema derecha. Un gallego que vota al BNG en las elecciones regionales, o a Bildu o ERC, y al PSOE en las generales, ¿cuándo tardará en ver que su voto es más útil si fuera directamente a la marca local para que pueda presionar más en las negociaciones?


Desde el dóberman, la táctica del PSOE ha sido la de la demonización absoluta de la derecha. Pero desde esa lógica, si la derecha es el mal, el bien no puede ser la opción de izquierdas más moderada sino, por el contrario, siempre aquella que se aleje más del pecado mortal. Que el voto de izquierdas vaya progresivamente decantándose por los partidos a la izquierda del PSOE es lo predecible; la tensión que le convenía a Zapatero funciona maravillosamente bien hasta que se mueren tus votantes tradicionales y los jóvenes se decantan por aquellos a los que has enseñado que deben votar en lugar de a ti. Algunos miran a la nueva izquierda jacobina como posible solución, pero una vez identificada la defensa de la nación con la derecha, desprogramar décadas de adoctrinamiento no parece tarea tan fácil.


En todo caso, qué gran noticia sería la progresiva desaparición del cáncer de la democracia española. Lástima que el PSOE parezca tener más vidas que la población felina al completo.


¡Qué escándalo! ¡Hay corrupción en el PSOE!

EMILIO CAMPMANY. libertad digital. 25 Febrero 2024


El caso Koldo promete ser muy divertido. Para empezar, da risa y casi ternura ver a los socialistas. Están orgullosos de haber derribado a un Gobierno corrupto y de no haber dado escándalo durante estos casi seis años de Gobierno, si se obvia al tito Berni, que es mucho obviar. Y ahora se ven obligados a lamentar que un desaprensivo de 140 kilos les haya pinchado el globo de su inmaculada decencia. Ellos, que pertenecen a un partido que es la madre de todas las corrupciones. Ellos, que nada más llegar al Gobierno muerto Franco corrompieron hasta la Cruz Roja. Ellos, que tienen el récord de dinero robado por un solo escándalo, el de los ERE. Ellos, que no sólo se corrompen económicamente, sino que fundaron una organización terrorista que asesinó y secuestró además de servir de pretexto para saquear los fondos reservados. Ellos, que no han tenido empacho en salvar a la ETA de la extinción para que pueda redondearles las mayorías en las instituciones. Ellos, que, incapaces de convencer a nadie, compran los votos de los más vulnerables, pensionistas, parados y asalariados sin cualificar con el dinero de todos. Ellos, que también compran los siete asquerosos votos de Junts regalándoles inconstitucionalmente la impunidad a más de 1500 delincuentes, entre los que hay desde abiertos ladrones hasta terroristas fabricantes de explosivos. Están todos como el capitán Renault en Casablanca, escandalizados de ver que en su partido hay corruptos.


En cualquier caso, que haya reventado el escándalo Koldo en plena negociación de la amnistía tendrá consecuencias. Para empezar, el PSOE, ya muy noqueado por el resultado de las gallegas, se debilita aún más y se ve reducido a las peores condiciones para sostener esa última línea roja de no incluir en la amnistía todos los delitos de terrorismo. A Junts, en cambio, estas nuevas circunstancias le permiten apretar más el dogal. Además, está el deterioro de la muy mermada legitimidad para defender ante la opinión pública una ley que es inconstitucional, a la que se opone la mayoría, y que no tiene otro objeto que vender impunidad a cambio de votos. Lo que era ya difícil de tragar se va a convertir en indigerible. Los choteos acerca de la necesidad de incluir a Koldo, a su mujer, al hermano, al cuñado, al presidente del Zamora y a toda la patulea en la ley de amnistía y las bromas acerca de cómo redactarla puede ser letal. Que el Gobierno rebuscara en el cubo de la basura de la familia de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que lo tenía como una patena, mientras el ministerio de Transportes apestaba a estiércol lo dejará sin argumentos para criticar nada en el PP que no sea por lo menos igual de escandaloso que lo del escolta de Ábalos. Y luego está Hacienda. María Jesús Montero se ha apresurado a pedir la dimisión de Ábalos alegando que es lo que ella haría en sus circunstancias. Pero, el caso es que los pagos que se hicieron a Koldo y sus compinches fueron autorizados en última instancia por ella. De eso no cabrá extraer responsabilidad penal alguna, pero desde el punto de vista político hay una obvia culpa in vigilando. Y, si Sánchez ve que la dimisión de Ábalos no es capaz de detener la riada, que no le extrañe a la descarada ministra que la siguiente en desfilar tenga que ser ella. Nos esperan días de gloria.


Ábalos era el Alfonso Guerra de Sánchez, y la familia Guerra era enorme

Federico Jimenez Losantos. libertad digital. 25 Febrero 2024


La importancia para Sánchez del descubrimiento de la Trama Ábalos estriba en su papel clave durante el asalto al poder y en sus primeros años de Gobierno. Su función recuerda la de Alfonso Guerra junto a Felipe González en el partido y en el Gobierno. Y la prueba de que era su hombre de confianza es que fue el encargado de defender su candidatura en la moción de censura contra Rajoy, calumniando al PP tan zafiamente que sólo Rajoy fue incapaz de defenderse, aunque ni se le juzgaba ni se le podía condenar, salvo en la morcilla de De Prada que luego condenó el Supremo. Leer hoy aquel discurso de Ábalos produce vergüenza ajena, pero como todos los de Sánchez diciendo que jamás pactaría con Podemos o Bildu. La familia Guerra era enorme; la de Ábalos, Koldo, Armengol, Marlaska, y, por supuesto, Sánchez, también.


La carrera de Koldo como hombre de Cerdán, Ábalos y Sánchez

Santos Cerdán, el de la foto a los pies de Puigdemont y las urnas del Golpe de 2017, era el segundo de Ábalos y hoy su sucesor en la secretaría de organización del PSOE. Como Ábalos, fue uno de los incondicionales de Sánchez cuando lo echaron por el fallido pucherazo en el congreso del partido; y Cerdán hizo de Koldo el Señor Lobo de Sánchez, como en una de sus biografías prestadas recuerda él mismo: le agradece que Koldo pasara dos noches custodiando sus avales. Más confianza, imposible.


Por Cerdán llegó también Koldo a Señor Lobo de Ábalos, entonces su jefe. Y Ábalos actuó con Koldo como hombre de mano durante sus años de Gobierno y después. Al salir de él, cuenta Álvaro Nieto en "Conexión Madrid-Caracas", Ábalos y Koldo recorrieron juntos en tres meses nueve países, entre ellos Guinea y la República Dominicana, refugios de tantos capitales personales del PSOE con origen político. Pero lo esencial, como consta en el auto del juez Moreno, es que lo que hacía Koldo era recoger el dinero que conseguía Ábalos llamando a Interior o a Puertos del Estado.


Sabemos algo de lo que Koldo invirtió pagando con dinero negro. No conocemos la parte de Ábalos, su jefe. En otro de los escándalos de Don Alvarone, el fiscal Pastor no ha pedido prisión para Koldo, pese al evidente riesgo de fuga o destrucción de pruebas, y sin eso, el juez, según una reforma reciente, no puede ordenar prisión provisional. Pero al final, nadie cree que un matón de puticlub pudiera forzar a dar millones de euros a una empresa fantasma. Hay grabaciones que recogen que todo es "para Koldo y su jefe". Y judicialmente eso condena a Ábalos. Pero ¿por qué decimos que Ábalos era el Alfonso Guerra de Pedro Sánchez?


Cuando Ábalos reinaba en el Gobierno y el PSOE

En los meses, casi un año, que Sánchez tardó en convocar aquellas elecciones que anunció inmediatas, Ábalos era, de hecho, el vicepresidente, a medias con Carmen Calvo, y con la amable supervisión de Iván Redondo. Una tarde, en Moncloa, invitado por Iván, lo vi hablando con Sánchez, que estaba en el Báltico, cuatro o cinco veces, y él confiaba en mantenerse en el área de la socialdemocracia, con Ciudadanos, gracias a Ábalos y Calvo. Me decía lo que se supone que yo quería oír, pero era también lo más normal, salvo que se hundieran en las urnas y recurrieran al pacto con los enemigos de España, todos, que es finalmente lo que pasó. Pacto con Iglesias que Redondo se apresuró a propugnar, para seguir en la privanza de Sánchez.


Pero cuando, en el Parlamento, Iglesias se negó al pacto y Sánchez tuvo que convocar nuevas elecciones, aparentemente, nada había cambiado. Yo estuve comiendo con Ábalos en Fomento, por invitación suya, cuando las encuestas les daban 135 o 140 escaños, y el proyecto era el mismo. La única incógnita, según me dijo, era el resultado de Vox. En ese momento, la sensación de Poder que transmitía Ábalos era absoluta. La confianza en él de Sánchez era total; y, según decía, lo que querían evitar era depender de Podemos, porque él conocía muy bien la narcoguerrilla del ELN y no le convencían los contactos venezolanos de Iglesias.


Luego pasó lo que pasó: dos náufragos, Sánchez e Iglesias, se abrazaron para salvarse, a cambio de embarcar a España en un cambio de régimen. Proyecto al que Ábalos sirvió a las órdenes de Sánchez con la misma entrega que antes. No pensó, se dice ahora, que Sánchez lo fuera a sacrificar por las maletas de Delcy Rodríguez. Pero yo, eso, no me lo creo.


De hecho, sin la denuncia del PP de Ayuso, no se habría puesto en marcha la Guardia Civil, en funciones de policía judicial. Y lo mismo que Marlaska lo envió a recoger las maletas de Delcy, cuyo destino no se ha investigado, y en una pregunta parlamentaria del PP lo delató al decir que fue Ábalos en persona el que le pidió que contratara a la empresa de Koldo, se dice que Marlaska es el que ha hecho que este escándalo, que llevaba año y medio investigándose, no saltara en las elecciones gallegas. Ha sido peor, porque tras la victoria del PP, la oposición está más fuerte que antes. Y Sánchez y su banda, como en su día definió Albert Rivera, más débiles.


Semejanzas y diferencias entre el Caso Guerra y el Caso Ábalos

Si el papel de Ábalos con Sánchez es semejante al de Guerra con González, lo que se llamó "Caso Guerra", unificando a los hermanos, y el con razón llamado "caso Ábalos" subsume el Caso Koldo en el de su jefe, la situación judicial es muy distinta, aunque la responsabilidad moral sea la misma. Felipe estaba, naturalmente, al tanto de los trinques de Juan Guerra, "Mienmano", que actuaba en un edificio oficial al lado mismo de la Junta de Andalucía, y Alfonso todavía más. Pero no hay o no se buscaron pruebas de que Alfonso pidiera dinero para Juan o alguno de sus hermanos. El poder del vicepresidente del Gobierno, dueño del aparato del PSOE, lo hacía innecesario, especialmente en Andalucía. Pero aquello era más cutre, aunque más descarado. Era el Patio de Monipodio, también sevillano. Lo de Ábalos es mucho más siniestro, y hay pruebas de que él pedía el dinero.


En palabras de la calumnia de Casado contra Ayuso en la COPE, "La cuestión es si es entendible que el 1 de abril, cuando morían en España 700 personas, se pueda contratar con tu hermano y recibir 286.000 euros de beneficio por vender mascarillas". Aquella acusación, que sólo repetía el guion de la Moncloa, y que bastaba investigar para haber descartado, es la que, durante años, y hasta después del Caso Ábalos, esgrimen Sánchez y el PSOE. Pero lo cierto es que mientras tantos miles morían por ocultar la pandemia para celebrar el 8M, la cúpula del gobierno y del PSOE estaban dando a dedo contratos millonarios para material sanitario a empresas fantasma, pero suyas, cuyo fracaso, obligó al Gobierno a dejar que fueran las comunidades autónomas las que compraran por su cuenta ese material.


2.500 millones de euros habían presupuestado Ábalos, Contratista Único e Illa, ministro de Sanidad, para afrontar la urgencia que se habían negado a admitir. Ahí están los paquetes de mascarillas de Armengol en Palma, criando moho y sin estrenar. El PP de Madrid, en justa reciprocidad por la calumnia contra Ayuso, denunció los casos más sospechosos, y el de Ábalos y Koldo es sólo el primero de esos episodios de corrupción sociata. Todo en ella es siempre excesivo y chulesco, desde la centralización de compras por Ábalos, respaldado por Sánchez, hasta la intervención de la Comunidad de Madrid por Illa alegando datos groseramente manipulados. Ni respeto a la ley ni un mínimo de vergüenza: todo valía contra Ayuso, que a eso quedaba reducido el PP tras la corrupción de Casado y Teodoro. Y mira por dónde, la resistencia de Ayuso acabó con Casado y la denuncia de la comunidad de Madrid ha destapado la auténtica corrupción con la excusa del Covid 19. Justicia poética. Sí: hubo políticos que lo aprovecharon para forrarse, ellos o sus amigos y socios; pero no eran del PP, fueron del PSOE.


¿Acabará Sánchez declarando ante el Supremo?

El PP ha anunciado que se personará en el caso Ábalos, para saber hasta dónde llega. Está claro que llega hasta Sánchez y que sus ramificaciones son interminables: de Zaragoza a Sant Cugat, un montón de falsas empresas chinas cobraron fortunas por comprar cosas que no llegaron a comprar y para entregar algo que, en muchas ocasiones, no llegaron a entregar. Y ojo: tampoco a devolver lo previamente cobrado. Como la fiscalía ya ha dejado claro que es el abogado del clan de Ábalos, será la acusación popular la que permita que el juez actúe, mientras Sánchez, que sigue zombi, con la matraca del hermano de Ayuso, logra que Ábalos entregue el acta o se vaya al Grupo Mixto. Si deja el acta pierde el fuero. Si lo conserva, el juez irá al Supremo, que pedirá el suplicatorio para juzgarlo. Y una vez concedido, podría hacer que declarase el mismísimo Sánchez. Se repetiría el espectáculo de Rajoy, sentado en el banquillo de Gürtel, pero, esta vez, con razón. ¿Justicia poética o, simplemente, justicia? Como en el Caso Roldán, la estética sociata de coca y puticlub niega toda posibilidad de que el Caso Koldo Ábalos pase inadvertido. Todavía pueden huir a Laos, como Roldán, o a Brasil, como el Dioni. No será porque Don Alvarone y sus fiscales mágicos no se lo haya puesto fácil.


Si el PSOE no es una organización criminal, desde luego lo parece

EDUARDO INDA. okdiario. 25 Febrero 2024


—La gravedad de la sentencia por el llamado ‘caso mascarillas’ y la inadmisible ausencia de asunción de responsabilidades políticas por parte del PSOE nos llevan a apoyar la moción de censura—, acaba de anunciar el PNV tras salir a la luz un Koldogate que tiene toda la pinta de ser un Ábalosgate, un Cerdángate o tal vez un Sánchezgate teniendo en cuenta que el gigante baracaldés mandaba en Ferraz lo mismo que yo en ese Real Madrid del que soy socio desde hace 37 años. Como apuntaba ayer en el artículo de La Razón, García Izaguirre sólo era un machaca, el ayudante de José Luis Ábalos, adonde llegó por indicación de su íntimo Santos Cerdán.


Esta frase no es fruto de la inteligencia artificial pero, obviamente, es más falsa que Sánchez, perdón, que Judas. Pero es cuasiclónica de la que figuraba en el comunicado que el Euskadi Buru Batzar emitió el 31 de mayo de 2018 nada más conocerse la sentencia de la Gürtel en la que se condenó al PP como «partícipe a título lucrativo» de lo que el juez filobatasuno José Ricardo de Prada describió como un «eficaz sistema de corrupción institucional». Entonces, donde aquí pone «mascarillas» venía un elocuente «Gürtel» y en lugar del «PSOE» se hablaba obviamente del «PP».


Juegos semánticos aparte, ¿a qué esperan en Sabin Etxea para animar a Alberto Núñez Feijóo a presentar una moción de censura contra un PSOE que facilitó desde el Gobierno el desvío de 50 millones para la compra a precios desorbitados de mascarillas a amiguetes en momentos en los que fallecían entre 800 y 1.000 españoles al día? ¿Actuarán coherentemente, es decir, como en mayo de 2018, los Urkullu, Pradales, Ortuzar y cía si el PP formaliza un impeachment a Pedro Sánchez?


Veremos, pero al PNV, que va por la vida de partido serio, habría que pedirle que aplique idéntico rasero. Sus cinco diputados en la Carrera de San Jerónimo permitirían matemáticamente mandar a Pedro Sánchez a su casa por su responsabilidad como mínimo por omisión en una trama en la que aparece todo dios que es algo en Ferraz 70, cuartel general socialista. Desde el Gobierno de Canarias controlado a la sazón por el ministro Ángel Víctor Torres, hasta el de Baleares entonces en manos de esa Francina Armengol que se pasaba por el forro sus toques de queda para irse de copas, pasando por Puertos del Estado y Adif, entonces en manos de José Luis Ábalos, y el Ministerio del Interior, en esa época y ahora dirigido por Fernando Grande-Marlaska.


Queda por ver si el tan lenguaraz como hábil dialéctico que es Óscar Puente estaba en la pomada o tenía la suya. Llama poderosamente la atención que siendo alcalde de Valladolid compró mascarillas a ocho veces el precio de mercado a Sergio Zaitegui, su compinche de juergas ibicencas, empresario que le invitó a pasar un par de días en un yate de lujo por Formentera apenas seis meses después de aquellas rumbosas adjudicaciones. Una golfería de manual: Puente le forró el lomo a costa del sufrimiento de 200.000 vallisoletanos y Zaitegui hizo bueno el refrán: «De bien nacidos es ser agradecidos». Do ut des.


¿Es todo esto un eficaz sistema de corrupción institucional?, que diría José Ricardo de Prada. La respuesta constituye una evidencia mayor que la que supone decir «persona humana», «no habrá hombre nacido que quede por nacer», «las mujeres serán todas hembras», «el fuego se tornará caliente» o cualesquiera otras de las verdades del gran Pero Grullo.


Me harían falta 70 columnas como ésta para recoger los cientos de veces que tanto el PSOE como sus socios de Gobierno han descrito al PP de la Gürtel y demás casos elefantiásicos de corrupción como «organización criminal». Especialmente sonada fue la acusación de Fernando Grande-Marlaska en un mitin en Getafe en abril de 2021, en plena precampaña de las autonómicas madrileñas. «El PP», apuntó el ministro del Interior tras mentar Gürtel, Púnica y Lezo, «es una organización criminal que realmente ha mostrado lo peor de la política y el servicio público». El cristo fue monumental. Eso sí, Casado estuvo sembrado en la respuesta: «Criminales son los etarras que acerca Marlaska».


Con todo, lo más grave, lo que demuestra la total, absoluta y repugnante amoralidad del personaje, es que estas declaraciones salieron de su boquita meses después de haber hecho megarrica a la trama de Koldo. Lo propio en un sujeto que hacía la pelota al PP para que le hiciera fiscal general, deseo que a poco estuvo de hacer realidad Mariano Rajoy, y al que ahora falta tiempo para poner a parir al partido que ganó las elecciones generales. Lo normal en un sujeto que dejó hacer a la brutal Gendarmería marroquí en la valla de Melilla con las consecuencias por todos conocidas: cerca de 100 inmigrantes subsaharianos muertos.


Espero ansioso también la reacción del centrado y constitucionalista secretario general del PSOE madrileño, Juan Lobato, que hace no tanto se intentó marcar un triple a costa de la tercera condena al eterno rival por Gürtel: «En el PP no se ha visto otra cosa que corrupción y pelotazos». ¿Es «corrupción y pelotazos» el caso Koldo, Ábalos, Cerdán, Sánchez, PSOE o donde quiera que llegue la mierda, querido Juan? Confío en que nos lo aclararás pronto.


Tres cuartos de lo mismo cabe pedir a la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que cuando se conocieron las primeras imputaciones de los ERE redactó un inequívoco tuit que se volvió contra ella cual bumerán en 2019 tras dictarse una sentencia que declaró probado el robo de 679 millones de euros públicos.


—Yo también soy Antonio Lozano, Ventura, Magdalena Álvarez, Salgueiro, Valverde y tantos otros. Mi apoyo y compromiso—.


La gran duda es si la siempre audaz Montero va a escribir ahora un tuit similar, aún a riesgo de que pueda volverse contra ella y arrancarle la cabeza:


—Yo también soy Koldo García Izaguirre, Joseba García Izaguirre, Víctor Aldama, Íñigo Rotaeche, José Luis Ábalos, Francina Armengol, Ángel Víctor Torres y Fernando Grande-Marlaska—.


Sea como fuere, está claro que el parné público defraudado, 50 millones, no llega a los 120 de la Gürtel… de momento. Pero me da que en este escándalo únicamente se ha escrito el prólogo. Y aunque el montante final se quedase en 50 kilos es una salvajada de dineral. Y que todo apunta a organización criminal y transversal dentro del Partido Socialista y del Gobierno lo certifica el cantoso hecho de que hay involucrados al menos dos ministerios y dos comunidades autónomas. Y ojito porque en Navarra todos sabemos que el verdadero amiguito del alma de Koldo no es Ábalos sino Santos Cerdán, su eterno padrino, el que lo colocó a la vera de Nicolás Redondo Urbieta y al lado de José Luis Ábalos. El carretillero de Milagro que negocia en Suiza con Puigdemont, el consigliere de Pedro Sánchez. Espero que la Justicia no haga distingos entre Rajoy, al que llamaron como testigo en Gürtel, y Pedro Sánchez, que en pura lógica no debe ser ajeno a estos chanchullos. Que el PNV dispense al PSOE idéntico trato al que tuvo con un PP que perdió el poder por hechos similares. Porque así como en la mafia no se comete ningún crimen sin el visto bueno del capo, en un partido no se saquean las arcas públicas sin el visto bueno del number one. Las organizaciones verticales y criminales funcionan así.


El otro problema catalán

IGNACIO SÁNCHEZ CÁMARA. el debate. 25 Febrero 2024


Antes que un problema de España, el problema catalán es un problema interno de Cataluña. No es tanto un factor derivado de la crisis española de la segunda mitad del XIX, sino en buena medida contribuyente a ella. El separatismo es más la consecuencia de la crisis catalana que su causa. Es un síntoma grave, pero superficial. La causa es, como casi siempre, mucho más honda que el ámbito en el que se agitan las disputas políticas.


Existe una sensación general de decadencia. La vitalidad ha descendido en las últimas décadas. Su nivel era hace cincuenta años superior al del conjunto de España. Hoy no lo es, o solo en una muy pequeña parte. Ante la crisis española del XIX, Cataluña habría tenido al menos dos opciones: encabezar la regeneración de España (y alguno de sus hombres mejores así lo intentó) o separarse como si la cosa no fuera con ellos, sino con los decadentes españoles. Gran parte de los catalanes, acaso no la mayoría, optó por lo peor, por lo segundo. Surgió el separatismo catalán, que no existía sino si acaso muy minoritariamente. La propaganda falaz se propagó.


La sociedad catalana se encuentra políticamente dividida. En primer lugar, entre los separatistas y quienes no lo son. Pero dentro de los primeros, la división entre derecha e izquierda es radical e impregnada de odio. Falta la concordia básica. No creo que más de la mitad de los catalanes sean independentistas. El resto de España no debería ni fomentar la «catalanofobia» ni abandonar a esa mitad de catalanes que quieren permanecer unidos a España, aunque de diferentes maneras. Es ese modelo de confrontación el que se está pretendiendo imponer en toda España con la alianza del Frente popular con el separatismo y el muro levantado contra, al menos, media España. Y si España es plural, igual o más lo es Cataluña. Ningún grupo o partido puede hablar sin más en nombre de Cataluña. Y si se trata de autodeterminarse que lo hagan también, por ejemplo, Lérida, Tarragona o Badalona.


La solución es extremadamente difícil, pues es casi imposible encontrar un equilibrio entre secesionistas y unionistas. No hay término medio. Y un inconstitucional referéndum de autodeterminación no solo no resuelve el problema, sino que lo perpetua. No hay que cansarse de argumentar contra el nacionalismo, una de las dos mayores plagas del siglo XX. Quien tanto insiste en su identidad y peculiaridad es muy probablemente porque desconfía de poseerlas. La diferencia entre un gallego y un catalán se difumina si se considera China o el África subsahariana. La afirmación de la propia superioridad suele, con frecuencia, ser síntoma de una latente conciencia de inferioridad. El nacionalismo es, en su esencia, narcisismo, una patología mental y moral y un extravío de la inteligencia.


Las dificultades son inmensas. Pueden leerse los textos de Ortega y Azaña y su polémica en las Cortes constituyentes de la República durante la tramitación del Estatuto de Cataluña. Solo cabe esperar, ojalá no sea en vano, que la mayoría de los catalanes constaten que lo mejor es la continuación de la unidad secular con el resto de España y abandonar esa absurda vocación «colonial» de los separatistas, que pretende hacer de Cataluña un pueblo secularmente oprimido y, por ello, débil e invertebrado.


En octubre de 1906 viajó Unamuno a Cataluña. La decepción fue extrema. Entabló una intensa amistad con Joan Maragall. En carta a su amigo Luis de Zulueta escribe: «Mantengo una viva correspondencia con Maragall, el solitario de San Gervasio. ¡Qué hombre! No sé cómo puede vivir allí, entre tanto bullanguero melenudo y tanto fonógrafo de novedades ultrapirenaicas. De él y de Miró es de quien más me acuerdo. Lo demás… fachada según el modelo mundial». Además, les reprocha que «no toleran la contradicción, y al que no les dice lo que querían que se les dijese lo declaran memo o poco menos». Y a su amigo Jiménez Ilundáin: «Y luego esto de España me apena cada vez más. La avenida de la ramplonería y la cuquería sube. Voy creyendo que no nos queda sino emigrar a América. Barcelona fue mi último desencanto. Volví de allí triste. Aquello es Tarascón. Fachada y fachada. Tienen bandera e himno, sólo les falta un aniversario y desfilar en él con sus banderas, cantando Els segadors y lanzando vivas que no resucitan a nadie, en correcta formación, como bomberos». Aquí se encuentra la raíz del otro problema catalán, del verdadero.


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