Recortes de Prensa Domingo 17 Agosto 2025


Trump desprecia a Ucrania tras su reunión con Putin y da el visto bueno a mayores cesiones territoriale
El presidente de los Estados Unidos renuncia por ahora a un alto el fuego en el país de Zelenski
Manu Torralba. Vozpópuli. 17 Agosto 2025

El presidente ruso, Vladímir Putin, se convierte con el paso de las horas en el ganador de las negociaciones mantenidas este viernes en Alaska. Según informan las agencias locales, este sábado ha informado a sus ministros en el Kremlin de que ha ofrecido parar las hostilidades en el frente a cambio de mayores cesiones territoriales para Rusia, una propuesta a la que el estadounidense, Donald Trump, no va a decir que no.


El mandatario ruso calificó la visita a su homólogo en Alaska de "oportuna" y "muy útil", en la que abordaron casi todos los puntos pendientes: "Tuvimos la oportunidad y la aprovechamos para hablar sobre el origen y las causas de esta crisis", ha explicado Putin, según recoge la agencia de noticias EFE. "Es precisamente la eliminación de los motivos iniciales sobre lo que debe construirse la solución", añadió.


La exigencia de Putin se centra en la región oriental del Dombás —Donetsk y Lugansk—, la cual quiere anexionarse y pone como condición 'sine qua non' para ponerle fin a esta guerra con un acuerdo de paz. Trump, en conversaciones posteriores con otros líderes europeos, compartió estas pretensiones de Putin. Incluido Volodímir Zelenski, con el que se reunirá el lunes en Washington.


Por su parte, decepción en Ucrania tras las imagenes que llegaron de la base de Anchorage en Alaska. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, llegó a la misma con la esperanza de lograr un alto el fuego, algo que finalmente no se consiguó tras tres horas de reunión con Vladimir Putin. Pero no solo eso: en las últimas horas el inquilino de la Casa Blanca ha renunciado a ello y aspira, directamente, a un acuerdo de paz en Ucrania, tal y como ha reconocido en su red social este sábado.


"Todos hemos coincidido en que la mejor manera de poner fin a la horrenda guerra es llegar directamente a un Acuerdo de Paz que ponga fin a la guerra y no un simple Acuerdo de Alto el Fuego, que muchas veces no se sostiene", ha asegurado en Truth Social horas después del encuentro.


De esta manera, Donald Trump ha cambiado de opinión en tan solo unas horas, contradiciendo sus palabras a bordo del Air Force One en las que aseguraba que deseaba "ver un alto el fuego rápidamente" para "parar la matanza", lo que hizo despertar todas las esperanzas al respecto. Sin embargo, a su regreso a la Casa Blanca y tras hablar con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, el estadounidense ha cambiado de perspectiva.


Trump, que ha mantenido también conversaciones con otros líderes europeos y al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha anunciado que se reunirá con Zelenski en Washington el lunes. "Si todo resulta bien", después se celebrará una cumbre trilateral con Putin.


Por su parte, el presidente ucraniano ha respaldado la propuesta de mantener una reunión a tres bandas.


Decepción en Ucrania

Los ucranianos asisten ahora a una nueva expedición de Volodímir Zelenski a Washington con mucha decepción. El miedo a que se repita la humillación del Despacho Oval crece después de los gestos de buena sintonía y complicidad que pudieron verse entre Putin y Trump el viernes por la noche, hora española, tanto a la llegada de los aviones como en la conferencia de prensa posterior a la reunión, donde el ruso tuvo la primera palabra pese al protocolo.


"Trump ha puesto fin de facto al aislamiento político de Putin", asegura el presidente de la comisión de Exteriores del Parlamento ucraniano, Oleksandr Merezhko. "La propaganda rusa va a sacarle partido", explica a la agencia de noticias EFE, al tiempo que reconoce temer que Trump se haya desdicho de promesas anteriores de no abordar cesiones territoriales sin Ucrania y haya abandonado su demanda de un alto el fuego antes de que se negocie un fin de la guerra.


La cálida bienvenida a Putin contrasta con la violencia de los ataques rusos contra Ucrania, donde se contabilizaron 85 drones enemigos la noche pasada, mientras los asaltos rusos continúan en el frente. Esta señal envía la diea de que derramar sangre no conllevará consecuencias sino a negociaciones, opinan algunos analistas cuyas opiniones recoge EFE.


"Para Putin, un acuerdo de paz implica que Ucrania se rinda y vea destruida su soberanía", ha asegurado el diputado ucraniano, que cree que el ruso y el estadounidense pueden presionar a Zelenski para aceptar un acuerdo que choque con la constitución del país, aceptando la separación de parte del territorio.


Aunque muchos ucranianos se plantearían reconocer de facto, pero no legalmente, la ocupación rusa de los territorios capturados a cambio de unas garantías de seguridad robustas y de la libertad para elegir su propio camino geopolítico, más de tres cuartos rechazan, según las encuestas, ceder territorios adicionales, como el 30% de la región de Donetsk que todavía controla Ucrania.


Si Zelenski se opone a las demandas de Trump, el presidente estadounidense podría abandonar las negociaciones y mejorar relaciones con Putin, alertó Merezhko.


Dombás, el precio a pagar: Occidente, forzado a aceptar la violación de soberanía nacional en Ucrania
El final de la guerra de Ucrania vuelve a pasar por la cesión territorial como condición 'sine qua non' de Putin… y ahora Trump la ve con buenos ojos
Manu Torralba. Vozpópuli. 17 Agosto 2025

El presidente de Estados Unidos no ha conseguido acabar con la guerra tan pronto como prometió en campaña electoral. Donald Trump se ha dejado ver en Alaska este viernes con total complicidad con el presidente de la tradicional potencia enemiga, Rusia. El encuentro terminó con una cuidada puesta en escena de buenas relaciones y triunfalismo compartido, pero lo que no se dijo fue lo que se ha sabido este sábado: que la exigencia de Vladimir Putin para llegar a un acuerdo es la cesión del ansiado Donbás, una posibilidad a la que el ucraniano Zelenski siempre se ha negado hasta el momento.


Es el turno de Europa y la OTAN ante la única posibilidad que ofrece el Kremlin para poner fin a esta guerra que dura ya once años y medio, con el especial recrudecimiento en los últimos tres y medio después de que las tropas de Putin se han anexionado una parte de Ucrania. De momento, varias fuentes confirman que Donald Trump ve esta posibilidad con buenos ojos y así se lo hizo saber al ruso en la base militar de Anchorage, a los líderes internacionales por teléfono y, este mismo lunes, terminará de discutirlo con el hombre que tiene la última palabra, el presidente Volodimir Zelenski.


La anexión, constitucionalmente hablando, no es viable, ya que para ello tendrían que ser los propios ucranianos los que acudiesen a la urnas para decidirlo en referendum, una indeseable forma de poner fin a una guerra que se ha llevado ya las vidas de más de 14.000 personas, casi 3.500 de ellos, civiles.


Aunque muchos ucranianos se plantearían ceder 'de facto' la región del Donbás, generalmente se oponen a un reconocimiento oficial. Más de un 75% de ellos rechazan dar su brazo a torcer en este sentido, ni aunque sea a cambio de ponerle fin al conflicto y proponer un referendum de autodeterminación.


Tal y como se está planteando el escenario para las negociaciones, parece que Zelenski vuelve a la casilla del Despacho Oval, donde fue humillado por JD Vance y Trump en febrero. Cabría la posibilidad de que si se niega de nuevo a ceder, Trump volviese a aducir el histórico "se está jugando usted la Tercera Guerra Mundial" y, ahora sí, dar un paso a un lado y abandonar las negociaciones por la paz.


¿Qué es el Donbás, la pieza clave de la negociación?

En la actualidad, el 30% de la región de Donetsk permanece en manos de Ucrania. El 70% restante la controla el Kremlin gracias a que es una zona con grandes afinidades prorrusas: mayoritariamente rusoparlante y con una identidad cultural muy ligada al país vecino.


En concreto, es un acrónimo procedente de la abreviación de "Cuenca del Donets" —Donetskii Bassein—, una región de 53,000 km², casi un 10% del territorio total ucraniano, que es de 600.000. Antes de la guerra, en él vivían cerca del 15% de la población del país, aunque muchos emigraron a Rusia o Europa o decidieron desplazarse a otras partes de Ucrania.


La zona en disputa abarca principalmente las provincias de Donetsk y Luhansk, fronterizas con Rusia, y que suponen una de las zonas industriales más importantes de la Unión Soviética, con grandes minas de carbón y plantas metalúrgicas.


Cuando en 2014, Rusia anexionó Crimea, el Donbás fue escenario de un conflicto armado entre Ucrania y separatistas prorrusos —a los que apoyaba Moscú— Como resultado de estas guerras locales, se autoproclamaron independientes tanto Donetsk como Luhansk, aunque no consiguieron reconocimiento internacional. Desde entonces, la región ha sido escenario de guerra prolongada.


Después, todo se precipitó: Rusia reconoció oficialmente a ambas repúblicas a comienzos de 2022 y comenzó a renglón siguido la invasión de Ucrania, usando el Donbás como uno de los principales frentes de combate.


En la actualidad, ambos estados no reconocidos —de iure continúan siendo Ucrania— operan bajo un régimen de excepción por la guerra con la auténtica autoridad ejerciéndose desde Moscú, ya que de facto son administraciones del propio Estado ruso antes de que repúblicas independientes.


Zelenski: "La negativa rusa a un alto el fuego complica la situación"
Henar Andrés. Madrid. el mundo. 17 Agosto 2025

La reunión entre Trump y Putin en Alaska ha dejado un giro importante en el objetivo de lograr un alto el fuego inmediato que pretendían Ucrania y sus aliados europeos y la nueva meta parece "llegar directamente" a un acuerdo de paz duradero que pasaría por que Kiev aceptase una serie de condiciones impuestas por Rusia, como una cesión territorial y renunciar a la OTAN.


Volodímir Zelenski aseguró a última hora del sábado que la negativa de Moscú a acordar un alto al fuego antes de emprender la negociación dificulta la situación. "Vemos que Rusia rechaza los numerosos llamamientos a un alto al fuego y no ha determinado todavía cuando pondrá fin a la matanza. Esto complica la situación", ha escrito el presidente ucraniano en un mensaje en X.


"Si no tienen la voluntad de ejecutar una simple orden para detener los ataques, puede que conlleve mucho esfuerzo conseguir que Rusia tenga la voluntad de implementar algo mucho mayor, una coexistencia pacífica con su vecino durante décadas", lamentó. No obstante, Zelenski, que el lunes se reunirá con Trump en la Casa Blanca, aseguró que Ucrania continúa trabajando en pos de la paz y la seguridad. "Detener la matanza es un elemento clave para detener la guerra".


Este domingo el presidente francés Emmanuel Macron, el primer ministro británico Keir Starmer y el canciller alemán Friedrich Merz se reunirán por videoconferencia con los países de la "coalición de voluntarios" aliados de Kiev con el fin de preparar las próximas etapas de las conversaciones.


9:13

Las defensas rusas interceptan 46 drones

Un ataque con dron ucraniano alcanzó una estación ferroviaria en la región rusa de Vorónezh, hiriendo a un técnico y dañando una línea eléctrica, informó el gobernador local Alexander Gusev.


El Ministerio de Defensa ruso aseguró que sus defensas derribaron nueve drones en la zona y un total de 46 durante la noche en regiones al oeste de Moscú, informa Reuters.


9:00

Rusia lanza 505 ataques en Zaporiyia

Las tropas rusas lanzaron en las últimas 24 horas 505 ataques contra 10 poblaciones en la región de Zaporiyia, según ha informado el administrador militar de la zona, Ivan Fedorov, en su cuenta de Telegram.


Entre ellos hubo 15 ataques aéreos contra Preobrazenka, Novodanilivka, Mala, Tokmachle y Biloria. Además se registraron 343 ataques con drones.


Las autoridades recibieron 15 informes de daños en viviendas, apartamentos, vehículos e instituciones educativas. No se han reportado hasta ahora heridos civiles, informa Efe.


El día anterior, en cambio, en la región de Donesk, cinco ciudadanos murieron como consecuencia de los ataques rusos y cuatro resultaron heridos.


8:50

Zelenski: "El rechazo de Rusia a un alto el fuego complica la situación"

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, afirmó este sábado que la negativa de Rusia a acordar un alto al fuego antes de emprender la negociación de un acuerdo de paz dificulta la situación. "Vemos que Rusia rechaza los numerosos llamamientos a un alto al fuego y no ha determinado todavía cuando pondrá fin a la matanza. Esto complica la situación", declaró Zelenski en un mensaje en X.


"Si no tienen la voluntad de ejecutar una simple orden para detener los ataques, puede que conlleve mucho esfuerzo conseguir que Rusia tenga la voluntad de implementar algo mucho mayor, una coexistencia pacífica con su vecino durante décadas", lamentó el mandatario ucraniano.


No obstante, Zelenski aseguró que -junto con sus aliados- Ucrania está trabajando en pos de la paz y la seguridad. "Detener la matanza es un elemento clave para detener la guerra", insistió el gobernante ucraniano, que agregó que está preparándose para la reunión que mantendrá el lunes en Washington con el presidente estadounidense, Donald Trump, quien se entrevistó el viernes con el líder ruso, Vladímir Putin, en Alaska.


"Es importante que todo el mundo concuerde en que tiene que haber una conversación a nivel de líderes para esclarecer todos los detalles y determinar qué pasos son necesarios y cómo van a funcionar", comentó Zelenski en relación a la propuesta de Trump de celebrar una cumbre trilateral con Putin.


GUERRA ENTRE RUSIA Y UCRANIA

Trump respalda el plan de Putin de quedarse el 100% de Donetsk: «Rusia es un país grande y Ucrania no»
Marta Torres. okdiario. 17 Agosto 2025

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reconocido este sábado 16 de agosto que Ucrania debería llegar a un acuerdo para poner fin a la guerra con Rusia porque «Rusia es una gran potencia, y ellos no». Trump se ha pronunciado después de la reunión en Alaska del 15 de agosto. Tras la reunión de ambos líderes en Alaska el viernes, Trump ha informado al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que Putin había ofrecido congelar la mayoría de las líneas de frente si Kiev cedía la totalidad de Donetsk, la región industrial que es uno de los principales objetivos de Moscú.


El líder ruso quiere el control total de Donetsk, la región oriental rica en minerales, incluyendo las partes que Ucrania actualmente controla dentro de la región del Donbás. A cambio, Putin ha afirmado que congelaría la línea del frente y prometió no tomar más territorio.


La propuesta rusa busca consolidar el dominio de Moscú sobre el Donbás, donde Rusia ya controla tres cuartas partes del territorio. A cambio, Putin se habría comprometido a detener nuevas ofensivas militares y mantener una «línea de alto el fuego congelada».


Este planteamiento, sin embargo, supone un giro respecto a las demandas previas del Kremlin y deja a Ucrania ante un dilema: aceptar la pérdida definitiva de una región clave a cambio de paz inmediata, o continuar la guerra con el respaldo de Occidente.


Putin transmitió sus exigencias en la reunión en Alaska con Trump del viernes 15 de agosto. Trump tiene previsto transmitirle a Zelenski los deseos de Putin este lunes 18 de agosto en Washington. Trump le dirá al presidente ucraniano que ceder territorio es parte del precio de la paz y la forma más rápida de poner fin a la guerra.


A cambio, el presidente de Estados Unidos Donald Trump ha ofrecido garantías de seguridad a Ucrania si se logra un acuerdo de paz. Al igual que con la cláusula de defensa mutua del Artículo 5 de la OTAN, dichas garantías implicarían que Estados Unidos y los aliados europeos de Ucrania estarían obligados a responder a un futuro ataque ruso.


Es la primera vez que Trump indica que se uniría a la coalición europea, liderada por Reino Unido, Francia y Alemania. En cambio, las protecciones propuestas no llegan a convertir a Ucrania en miembro de la OTAN.


Zelenski se niega a ceder territorio

Zelenski ha rechazado la demanda de Vladímir Putin. Rusia ya controla una quinta parte de Ucrania, incluyendo aproximadamente tres cuartas partes de la provincia de Donetsk, a la que entró por primera vez en 2014.


Trump también afirmó estar de acuerdo con Putin en que se debe buscar un acuerdo de paz sin el alto el fuego previo que Ucrania y sus aliados europeos, hasta ahora con el apoyo de Estados Unidos, han solicitado.


Zelenski se reunirá este lunes 18 de agosto en Washington con Trump, en un encuentro que podría marcar un punto de inflexión en la guerra. La cita será seguida con enorme atención en Kiev, Moscú y Bruselas, pues de ella dependerá si la propuesta de un acuerdo territorial con garantías de seguridad avanza o se estanca en el terreno diplomático.


Los países nórdicos y bálticos remarcan su «apoyo inquebrantable» a Ucrania tras la cumbre de Trump y Putin
OKDIARIO. 17 Agosto 2025

Los jefes de Gobierno del Grupo de los Ocho Nórdicos Bálticos han declarado su apoyo sin fisuras a Ucrania tras la cumbre mantenida este pasado viernes entre los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Donald Trump y Vladimir Putin, y reclamado voz para el Gobierno ucraniano en futuras conversaciones, defendido que su integridad territorial es inviolable y que Moscú no puede impedir su posible entrada en la OTAN.


Tras aplaudir los esfuerzos de Trump para intentar poner fin a la guerra, el grupo que integran Dinamarca, Estonia, Finlandia, Islandia, Letonia, Lituania, Noruega y Suecia ha indicado que «para lograr una paz justa y duradera, el siguiente paso debe ser junto a Ucrania».


«Solo Ucrania puede tomar decisiones sobre su futuro. No se pueden tomar decisiones sobre Ucrania sin Ucrania, ni decisiones sobre Europa sin Europa», han declarado antes de indicar que «la experiencia ha demostrado que no se puede confiar en Putin» y que, en último término, «es responsabilidad de Rusia poner fin a sus flagrantes violaciones del derecho internacional».


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Frente a las reclamaciones históricas de Putin, el grupo asegura que las verdaderas causas fundamentales de esta guerra son «la agresión y las ambiciones imperialistas de Rusia» e insiste en que «una paz justa y duradera requiere un alto el fuego y garantías de seguridad creíbles para Ucrania».


«Un acuerdo de paz requiere compromisos firmes y concretos de los socios transatlánticos para proteger a Ucrania de cualquier agresión futura», han añadido.


Frente a la propuesta de Putin de «desmilitarizar» Ucrania y mantener al país aislado de la Alianza Atlántica, el grupo se ha mostrado tajantemente en contra de cualquier «limitación» a las Fuerzas Armadas y avisado a Rusia que «no tiene derecho a veto sobre la vía de adhesión de Ucrania a la UE y la OTAN».


«Mantenemos firme nuestro apoyo inquebrantable a la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Ucrania», ha manifestado el grupo, que ha terminado exigiendo a Rusia que «devuelva urgentemente a los niños secuestrados de los territorios ocupados, así como a los prisioneros de guerra y civiles».


«Seguiremos armando a Ucrania y reforzando las defensas europeas para disuadir nuevas agresiones rusas mientras Rusia continúe con sus matanzas, y seguiremos reforzando las sanciones y las medidas económicas más amplias para presionar la economía de guerra rusa», han concluido.


Trump y Putin decepcionan a los ucranianos, que temen un acuerdo desfavorable
Rostyslav Averchuk. Leópolis. la razon. 17 Agosto 2025

La reunión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder ruso, Vladimir Putin, ha hecho poco para aliviar los temores de Ucrania de que pueda enfrentarse a una doble presión para aceptar un acuerdo que equivaldría a su capitulación. El líder ucraniano, Volodímir Zelenski, viajará a Washington el lunes para asegurarse de que Ucrania no sea forzada a aceptar las demandas rusas mientras su país sigue repeliendo los ataques rusos diarios.


Trump confiesa que Xi Jinping le aseguró que China no invadirá Taiwán mientras él sea presidente de Estados Unidos

Según una reacción común en Ucrania, la cálida recepción de Putin por parte de Trump fue una clara victoria para el ruso y otros agresores, quienes ahora pueden estar seguros de que el uso de la violencia y los crímenes de guerra no conducen a sanciones, arrestos o aislamiento internacional, sino a negociaciones y apretones de manos.


Ahora que Trump se ha reunido con Putin, otros líderes mundiales no sentirán remordimientos al reunirse y tratar con el líder ruso a pesar de sus crímenes en curso, según señaló la ONG ucraniana Razom We Stand. Esto dificultará mucho más que Ucrania y sus aliados aboguen por sanciones más duras contra las exportaciones de petróleo ruso y las importaciones tecnológicas, una medida clave para debilitar su maquinaria de guerra.


La decisión de Trump de no introducir sanciones más estrictas contra Moscú ha sido otra decepción, según dijo Oleksandr Merezhko, diputado del partido de Volodimir Zelenski y jefe del comité de Asuntos Exteriores del Parlamento, a LA RAZÓN.


Sin embargo, cree que el principal problema vino de la revelación de Trump en su mensaje del sábado por la mañana: que ya no esperará que Rusia cumpla con un alto al fuego integral e incondicional antes de que se negocie el fin de la guerra. Esta condición ha sido central en la postura de Ucrania y Europa mientras Rusia se ha negado a aceptar dicho alto al fuego, insistiendo en sus demandas territoriales hacia Ucrania, y esperando que sus fuerzas sigan avanzando, aunque lentamente, en el este del país invadido.


Abandonar la exigencia de un alto al fuego es “muy malo” para Ucrania, según Merezhko. Señaló que Rusia no ha cambiado sus objetivos en Ucrania, queriendo subyugar y despojarle de su independencia. Los detalles de la conversación de Trump y Putin aún son desconocidos, pero es probable que las demandas de Rusia incluyan que Ucrania ceda el 30% de la región de Donetsk que aún controla, después de tres años y medio de de enfrentar la invasión rusa.


Tal acuerdo sería “inaceptable” para Ucrania, contradiciendo su Constitución, la opinión pública y el derecho internacional, según Merezhko y muchos otros.


Merezhko teme que el presidente ucraniano enfrente una intensa presión de Trump durante su anunciada visita a Washington el lunes: “Trump quiere resultados rápidos y es más fácil lograrlos presionando al lado más débil”.


Se espera que Zelenski, quien confirmó su próxima visita tras un anuncio de Trump, explique al líder estadounidense que las demandas rusas siguen siendo inaceptables para los ucranianos. La mayoría en Ucrania, enfrentando vacilaciones de los socios extranjeros, apoyo militar limitado y el agotamiento tras años de lucha, están preparados desde hace tiempo para concesiones dolorosas, pero rechazan capitular ante Rusia.


“Necesitamos lograr una paz real que perdure, no que se convierta en otra pausa entre invasiones rusas”, subrayó Zelenski en reacción a la reunión en Alaska. Instó por la necesidad de “detener los asesinatos lo antes posible”, liberar a todos los cautivos ucranianos en Rusia y devolver a miles de niños secuestrados por Rusia desde las zonas ocupadas. “Debemos mantener la presión sobre Rusia mientras continúan la agresión y la ocupación”, enfatizó.


Zelenski dijo estar abierto a una reunión trilateral entre él, Trump y Putin, pero advirtió de que Ucrania necesita garantías de seguridad confiables contra otra invasión rusa y que cualquier decisión sobre Ucrania, incluidas las relacionadas con el destino de sus territorios, no puede tomarse sin Ucrania.


En una nota positiva para Ucrania, la reunión en Alaska aparentemente no resultó en un acuerdo similar al de la conferencia de Múnich de 1938, cuando Reino Unido y Francia aceptaron la anexión parcial de Checoslovaquia a cambio de la promesa de paz de Adolf Hitler. Sus consecuencias no son “catastróficas”, aunque Ucrania y sus socios europeos enfrentarán el desafío de convencer a Trump de no hacer más concesiones a Putin y continuar el apoyo, aunque limitado, a Ucrania, argumenta “Evropeiska Pravda”, un medio ucraniano en relaciones internacionales.


Los líderes europeos también reiteraron su compromiso con Ucrania, su integridad territorial y su derecho a unirse a la UE y la OTAN, en una declaración emitida el sábado por la mañana, apoyando las posiciones de Zelenski. Algunos de ellos podrían acompañar al presidente ucraniano en la Casa Blanca el lunes. Este apoyo será clave, según analistas ucranianos.


Mientras tanto, las fuerzas ucranianas han repelido a las tropas rusas de seis aldeas en la región de Donetsk, deteniendo lo que podría haber sido un gran avance ruso cerca de Dobropillia. Otro gran ataque ruso fue repelido cerca de la ciudad de Kupiansk en la región nororiental de Jarkiv. Rusia intensificará sus asaltos en los próximos días para generar más presión en el contexto de las negociaciones, advirtió Zelenski, prometiendo una respuesta “asimétrica”.


El sábado por la mañana, drones ucranianos de largo alcance atacaron la planta química “Azot” en la región rusa de Stavropol, tras un ataque el viernes contra la refinería de petróleo en Sizran. Un barco ruso que transportaba piezas de drones “Shahed” desde Irán, estacionado en el Mar Caspio, fue hundido en otro ataque con drones el viernes.


Putin seduce a Trump en Alaska
El presidente de Estados Unidos acepta el marco narrativo del Kremlin en Ucrania y debilita así la presión occidental, La cumbre deja una imagen de legitimación del agresor
Editorial. ABC. 17 Agosto 2025

La cumbre entre Donald Trump y Vladímir Putin celebrada en Alaska pasará a la historia, no por los acuerdos alcanzados –hasta donde se sabe no los hubo–, sino por la escena que ofreció al mundo: la de un presidente ruso acusado de graves crímenes de guerra recibido con honores en territorio estadounidense mientras continúa su agresión sobre Ucrania. No hubo tregua, ni siquiera una promesa de reducir la violencia. Pero sí hubo aplausos, alfombra roja, y una sensación inquietante de desequilibrio diplomático.


Putin llegó a Anchorage con el objetivo claro de redibujar el marco de las negociaciones: rechazar cualquier alto el fuego incondicional y desplazar la responsabilidad del conflicto hacia Ucrania y sus aliados. A juzgar por el desenlace, lo logró. Al término de apenas tres horas de reunión, Trump comunicó a los líderes de la OTAN y a Volodímir Zelenski que el líder ruso no quiere una tregua, sino un acuerdo «global» que aborde las «causas fundamentales» de la guerra. De esta forma, Putin ha conseguido introducir, con la ayuda –voluntaria o involuntaria– de Trump, su narrativa en el discurso de Washington.


Lo que el Kremlin entiende por «causas fundamentales» es bien conocido: la expansión de la OTAN, el deseo de Ucrania de integrarse en Occidente, y el respaldo militar y económico que ha recibido de Europa y EE.UU. Bajo esa lógica, la guerra no es una agresión rusa, sino una reacción legítima frente a un supuesto cerco estratégico. Que Trump haya comenzado a hablar en esos términos –dejando de lado, al menos por ahora, su promesa de «consecuencias severas» si no se alcanzaba un alto el fuego– indica un giro preocupante en su visión del conflicto.


El presidente estadounidense lo apostó todo a su estilo: un enfoque personalista, sin guion, confiado en su capacidad de persuasión y en la química con su interlocutor. De hecho, describió el encuentro como «cálido». Pero el escenario no era propicio para ese tipo de informalidad. Putin no es Kim Jong-un ni un rival de circunstancias: es un autócrata formado en la disciplina del KGB, con años de experiencia como reclutador de colaboradores y moldeando escenarios a su favor. Su habilidad para utilizar la solemnidad del momento, la debilidad del oponente y la ambigüedad como herramienta de poder quedó una vez más de manifiesto. Putin derritió el ego de Trump afirmando públicamente que sin Biden en la Casa Blanca no habría invadido Ucrania, y le obligó a alinearse con su relato al asegurar que las elecciones de 2020 fueron amañadas con el voto por correo. La frase «el voto por correo es incompatible con la democracia» hará fortuna no sólo entre los seguidores de Trump, sino en muchos votantes de derecha y extrema derecha en el mundo.


En plena invasión de Ucrania, ver a Putin caminando sobre una alfombra roja, flanqueado por una guardia de honor, no solo ofende a las víctimas del conflicto, también desorienta a los aliados y da a Rusia exactamente lo que buscaba desde hace meses: legitimidad. El líder ruso ni siquiera se inmutó con la calculada escenificación del sobrevuelo de un B-1 escoltado por cuatro F-35 encima de su cabeza. La foto de Anchorage será celebrada en Moscú como una victoria diplomática. El mensaje es claro: el Kremlin puede seguir con la guerra y, al mismo tiempo, sentarse en la mesa de los poderosos como si nada estuviera pasando.


La cumbre concluyó sin resultados, pero sus efectos serán duraderos. La decisión de no exigir una tregua, de aceptar la retórica de las «causas profundas» y de postergar las medidas punitivas que Trump había prometido, deja a Ucrania en una posición más vulnerable. Kiev observa cómo su destino se discute sin su participación directa, mientras se le transfiere –implícitamente– la carga de facilitar la paz. Como resumió el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, «la responsabilidad ahora recae en Ucrania y en Europa».


Y sin embargo, no todo está perdido. El fracaso de la cumbre ha generado una expectativa tan baja que cualquier avance posterior –por modesto que sea– podrá ser presentado como un éxito. Si Zelenski logra movilizar apoyo europeo, fijar condiciones claras y hacer valer su voz, podrá recuperar parte de la iniciativa. En ese sentido, que Trump flaqueara abre una ventana a una respuesta estratégica más firme desde el frente occidental. Pero será una carrera contra reloj. Putin ha ganado tiempo, influencia y visibilidad. Ha demostrado que puede seguir bombardeando mientras negocia. Y, lo más peligroso, ha logrado que un presidente estadounidense empiece a hablar en sus mismos términos debido a que sus intereses están en otras partes.


cumbre de alaska

Trump se alinea con Putin: abandona el alto fuego, apuesta por un "acuerdo de paz" y rompe con el consenso de los aliados
El mandatario afirmó este sábado que Ucrania debería aceptar un acuerdo para poner fin a la guerra con Rusia porque “es una potencia muy grande, y ellos no lo son”
El Confidencial. 17 Agosto 2025

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó este sábado que Ucrania debería aceptar un acuerdo para poner fin a la guerra sin alto el fuego previo con Rusia porque “Rusia es una potencia muy grande, y ellos no lo son”, tras mantener una cumbre con el presidente Vladímir Putin que no logró un alto el fuego. El republicano compartía las declaraciones en un mensaje en su red social Truth Social. En un giro significativo, Trump añadió además que había coincidido con Putin en que la mejor manera de poner fin al conflicto era avanzar directamente hacia un acuerdo de paz, y no a través de un alto el fuego, como hasta ahora reclamaban Ucrania y sus aliados europeos con el respaldo de Estados Unidos, tal como apuntan medios internacionales como Reuters y The Whasington Post. El encuentro entre Trump y Putin se celebró el viernes en Alaska y se prolongó durante casi tres horas. Fue la primera cumbre bilateral desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala sobre Ucrania en febrero de 2022. "Se determinó por todas las partes que la mejor manera de poner fin a la horrible guerra entre Rusia y Ucrania es avanzar directamente hacia un acuerdo de paz, que pondría fin al conflicto, y no hacia un simple acuerdo de alto el fuego, que muchas veces no se sostiene", escribió Trump en su red social Truth Social.


El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, anunció que viajará a Washington el lunes para discutir los próximos pasos. Mientras tanto, los aliados europeos de Kyiv valoraron los esfuerzos diplomáticos, aunque reiteraron su respaldo a Ucrania, se comprometieron a endurecer las sanciones contra Moscú y pidieron nuevamente a Estados Unidos que brinde garantías de seguridad al país.


Moscú podría ver con buenos ojos el cambio de postura

El planteamiento del expresidente estadounidense podría ser bien recibido por el Kremlin, que ha expresado su preferencia por una solución definitiva al conflicto, en lugar de una pausa temporal como proponían hasta ahora los aliados europeos. No obstante, desde Moscú han advertido que alcanzar un acuerdo será complejo, debido a que las posiciones de ambos países son “diametralmente opuestas”. Las fuerzas rusas han mantenido una ofensiva sostenida en los últimos meses. El conflicto, considerado el más mortífero en Europa en ocho décadas, ha causado más de un millón de víctimas entre muertos y heridos en ambos bandos, incluidos miles de civiles ucranianos, según estimaciones de analistas. Previo a la cumbre, Trump había manifestado que no estaría satisfecho si no se lograba al menos un alto el fuego. Sin embargo, tras sus conversaciones con Zelenski, señaló que “si todo sale bien, entonces programaremos una reunión con el presidente Putin”. Las conversaciones del lunes se realizarán en el Despacho Oval de la Casa Blanca, donde Trump y el vicepresidente JD Vance reprendieron públicamente a Zelenski en febrero pasado, acusándolo de falta de gratitud por la ayuda occidental.


Análisis de la Cumbre de Alaska: Realpolitik, símbolos y legitimidad
Gustavo de Arístegui, diplomático. la razon. 17 Agosto 2025

La cumbre bilateral entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo ruso Vladimir Putin, celebrada el 15 de agosto de 2025 en la base conjunta Elmendorf-Richardson de Anchorage, Alaska, representa un punto de inflexión en la reciente historia de relaciones entre Rusia y los EE UU. Sin embargo, la cumbre sirve como un recordatorio de las limitaciones inherentes a las negociaciones bilaterales en un conflicto con implicaciones multilaterales profundas.


La invasión rusa de Ucrania constituye una violación flagrante del derecho internacional, un acto de agresión cuya brutalidad socava la estabilidad regional con una impunidad que Occidente a menudo ha tolerado con una peligrosa indulgencia. Las invasiones de Georgia en 2008 y Crimea en 2014 tuvieron una respuesta tibia.


El encuentro de Alaska generó un debate inmediato y polarizado. Para muchos críticos, como lo diagnosticó la revista The Economist en su mordaz análisis del 16 de agosto, fue, ante todo, un «regalo» para el Kremlin. La publicación británica lo describió sin rodeos: Desde el momento que Putin descendió de su avión fue una victoria. Desde esta óptica, Putin dejó de ser un paria internacional a ser elevado a «huésped de honor» en suelo estadounidense. Trump calificó la cumbre de «extremadamente productiva» mientras que Putin, más cauto, habló de un «entendimiento preliminar». Moscú recibió una plataforma de legitimidad global sin ofrecer concesiones tangibles a cambio. No obstante, para la administración estadounidense, el objetivo era distinto: iniciar un proceso, por espinoso que fuera, para detener el derramamiento de sangre y reafirmar el liderazgo de EE UU, capaz de dialogar con adversarios.


Qué se discutió y escenificación

La agenda de la cumbre se centró casi exclusivamente en la guerra de Ucrania. Según reportes de la BBC y otros medios internacionales, los líderes dedicaron horas a discutir las «causas fundamentales» del conflicto, un término que, desde la perspectiva de Moscú, sirve como eufemismo para justificar sus reclamos territoriales y su visión de la arquitectura de seguridad europea. Fiel a su estilo de negociación directo y transaccional, Donald Trump enfatizó la necesidad de un alto el fuego inmediato. En una declaración que capturó la esencia de su enfoque, advirtió de que evaluaría la «seriedad» de Putin en «dos, tres o cinco minutos» (citado en el WSJ).


La coreografía del encuentro fue deliberadamente impresionante, un reflejo de la doctrina de «Paz a través de la Fuerza». Un bombardero estratégico B-2 Spirit sobrevoló la base, escoltado por cuatro cazas furtivos F-35. El mensaje era claro: Estados Unidos negocia desde una posición de poderío militar incuestionable. El espectáculo buscaba, también, enmascarar la falta de avances sustantivos, pero también proyectar una imagen de firmeza al mundo.


El formato de la reunión evolucionó. Comenzó como un tête-à-tête entre los dos presidentes, para luego ampliarse e incluir a sus equipos de alto nivel. Por el lado estadounidense, participaron el secretario de Estado Marco Rubio y el enviado especial presidencial para todo, Steve Witkoff, que estaba sentado a la vera de Trump por delante del secretario de Estado. Por el lado ruso, estuvieron presentes el veterano ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y el influyente asesor de política exterior, Yuri Ushakov. La presencia de estos equipos fue un alivio para los aliados y para muchos en Washington, quienes temían que un acuerdo improvisado pudiera surgir de una conversación a solas.


Todo esto ocurría en un contexto operativo sombrío: Rusia mantenía el control de aproximadamente el 19-20% del territorio ucraniano reconocido internacionalmente. Mientras los líderes dialogaban en Alaska, los ataques de artillería y drones continuaban en el frente, un cruel recordatorio de que las palabras en salones diplomáticos no siempre detienen los misiles en el campo de batalla.


En términos concretos, los acuerdos alcanzados fueron indefinidos y de carácter procedimental. Ambos líderes coincidieron públicamente en la necesidad de «continuar el diálogo». Putin extendió una invitación formal a Trump para una futura cumbre en Moscú, y Trump, por su parte, se comprometió a informar detalladamente a sus aliados de la OTAN y al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. «Hubo muchos puntos en los que estuvimos de acuerdo», declaró Trump a la prensa, buscando proyectar una imagen positiva de la cumbre.


Analíticamente, la falta de resultados concretos es el núcleo del dilema. Para los críticos, se trata del «regalo» de Trump a Putin: le ofreció hospitalidad, visibilidad global y el estatus de un igual en el escenario mundial. Para el líder ruso, la cumbre fue un éxito rotundo al romper el aislamiento diplomático que Occidente había intentado imponer. Para Trump, el encuentro reforzó su imagen de exitoso negociador, un líder dispuesto a romper con la ortodoxia para enfrentarse a los problemas más complejos. No obstante, la historia de la diplomacia está llena de lecciones sobre cómo gestos de buena voluntad sin compromisos verificables pueden ser interpretados como debilidad, legitimando la agresión.


Las líneas rojas Inquebrantables

Aquí radica el núcleo del punto muerto fundamental: no se acordó un alto el fuego, el objetivo más básico y urgente. El propio Trump lo admitió con su característica franqueza: «No lo logramos… No hay acuerdo hasta que haya un acuerdo». Las divergencias entre las posiciones de ambos bandos siguen siendo abismales y, hoy por hoy, irreconciliables.


Rusia exige un paquete de condiciones que equivaldría a una capitulación ucraniana: la consolidación de su control territorial sobre las áreas ocupadas, la neutralidad constitucionalizada de Ucrania impuesta por Rusia, que además exigirá el veto de su ingreso en la OTAN, y su desmilitarización. Este es un obstáculo de primer orden, pues la aplastante mayoría de las fuerzas políticas ucranianas y la casi totalidad de su opinión pública no lo aceptarían jamás. Putin condicionó cualquier avance a abordar las «causas primarias» del conflicto. En la narrativa del Kremlin, estas causas incluyen la soberanía misma de Ucrania y su derecho a existir como una nación independiente y orientada hacia Europa. Esto podría ser una trampa retórico-estratégica diseñada para hacer imposible la paz bajo premisas aceptables para los ucranianos.


Por su parte, la administración Trump, aunque dispuesta a explorar vías no convencionales, demandó gestos de «buena fe» y mantuvo la amenaza de sanciones económicas adicionales. Pero la realidad es que Ucrania, como es lógico, rechaza categóricamente ceder soberanía o territorio. Europa, a su vez, comparte esta visión. Cualquier concesión sobre principios fundamentales solo sirve para envalentonar a los agresores en todo el mundo.


El alivio paradójico en Europa

Paradójicamente, la ausencia de un mal acuerdo fue recibida con un suspiro de alivio en muchas capitales europeas. Se temía que Trump, en su afán por asegurar un acuerdo personalista y un indudable éxito mediático mundial, hiciera concesiones unilaterales sobre el futuro de Ucrania. El hecho de que la cumbre terminara sin un pacto concreto fue, para muchos en Bruselas y Kiev, el menor de los males. El principio de «nada sobre Ucrania sin Ucrania» fue reiterado con fuerza por la diplomacia europea, que observaba con profundo recelo la cordial recepción a un líder sobre el que pesa una orden de detención de la Corte Penal Internacional (CPI).


Esta dinámica, sin embargo, no está exenta de consecuencias. La percepción de que Washington podría actuar unilateralmente erosiona la unidad transatlántica y acelera la búsqueda de Europa por una «autonomía estratégica». El agudo contraste entre los honores dispensados a Putin en Anchorage y la humillación pública que sufrió el presidente Zelenski en la Casa Blanca meses atrás, no pasó inadvertido.


El dossier nuclear, el gran ausente

En vísperas de la cumbre, Putin había insinuado que el control de armas nucleares podría ser un tema de discusión, una cuestión de vital importancia ante la expiración del tratado New START en febrero de 2026. Este tratado es el último pilar que limita los arsenales nucleares estratégicos de ambas potencias. Sin embargo, no hubo constancia de que se produjeran discusiones serias al respecto en Anchorage. Esto representa una táctica clásica de Moscú: usar el señuelo de la estabilidad nuclear para dulcificar la atmósfera diplomática y obtener concesiones en otros frentes, como Ucrania. En esta ocasión, el foco absoluto en la guerra eclipsó este asunto vital para la seguridad global, dejándolo para futuras negociaciones que podrían no llegar a tiempo para evitar una nueva y peligrosa carrera armamentista.


Conclusión: próxima estación, Moscú

La cumbre de Alaska no alteró las dinámicas militares del conflicto en Ucrania, pero sí reconfiguró el tablero diplomático. Putin se despidió con una invitación directa: «La próxima vez, en Moscú». Esto no fue una simple cortesía diplomática por parte de Putin; es una estrategia para definir la agenda. Una segunda cumbre, con la foto de ambos líderes en el Kremlin, consolidaría la narrativa de paridad que Moscú busca desesperadamente para recuperar su estatus de superpotencia, erosionado por la guerra de Ucrania y el tamaño de su economía (un PIB entre España e Italia).


En última instancia, el encuentro de Anchorage subraya el choque entre dos filosofías diplomáticas: la negociación tradicional, fundamentada en alianzas y principios, y un enfoque transaccional y personalista que pone el acento en el diálogo directo, incluso con los adversarios más recalcitrantes. La lección fundamental es aplicable a todas las amenazas globales. Los actores que desprecian el derecho internacional, deben ser confrontados con una estrategia coherente que combine la firmeza y la disuasión equilibrada y prudente. Anchorage fue un recordatorio de que, en la alta diplomacia, los gestos simbólicos son poderosos. Para unos, otorgan una legitimidad inmerecida; para otros, son el primer paso necesario, aunque arriesgado, en el largo camino hacia la resolución de un terrible y sangriento conflicto. Anchorage no fue una conclusión, sino el prólogo de un nuevo y tenso capítulo en las relaciones internacionales.


Chamberlain 2025
Diego Gonzalez. libertad digital. 17 Agosto 2025

Después de bajarse los pantalones ante Hitler en la conferencia de Múnich, Neville Chamberlain solicitó y obtuvo una audiencia privada con el Führer en sus aposentos privados. Allí le propuso firmar un papelito que extrajo de su bolsillo cuyo encabezado rezaba "Acuerdo anglogermano"; tres párrafos en los que se calificaba el acuerdo de Múnich como "símbolo del deseo de nuestros pueblos de no ir a la guerra entre nosotros nunca más". Hitler aceptó firmar el folio, para alegría y gozo infinitos del inglés. Cuando regresó al hotel y se encontró con el resto de la delegación británica, el primer ministro se palpó emocionado el bolsillo de la camisa en el que reposaba el papel firmado por Hitler. "¡Lo tengo!", exclamó eufórico. Al día siguiente una muchedumbre jubilosa recibió al mandatario británico en el aeródromo de Heston. Sin molestarse en disimular su orgullo, Chamberlain agitó el folio mecanografiado con la firma de Adolf Hitler como prueba de su descomunal éxito. Absolutamente satisfecho de su heroica actuación, aquella tarde se regocijó en su triunfo sin ningún tipo de rubor ante los periodistas reunidos en el 10 de Downing Street: "Traigo paz con honor. Creo que se trata de paz para nuestro tiempo". Es su frase más conocida, y probablemente una de las mayores ironías involuntarias de todos los tiempos.


Neville Chamberlain quiso apaciguar a la bestia nazi, que ya era bestia y ya era nazi, cediéndole a Alemania un 20% de Checoslovaquia, con el compromiso de Hitler de no anexionarse más territorio. Tres meses después de la Conferencia de Múnich Eslovaquia se convirtió en un estado títere de Alemania. En medio año, toda Chequia formaba parte del Tercer Reich. Once meses más tarde de Múnich Hitler invadió Polonia y dio comienzo la Segunda Guerra Mundial.


Los paralelismos entre las políticas de apaciguamiento de Chamberlain y Trump son evidentes, pero van bastante más allá de lo obvio. Chamberlain también repartió culpas del Anschluss entre los nazis y los austríacos, y hubo opositores que denominaron el papelito firmado por Hitler como "una página del Mein Kampf". El británico tenía una excusa: la primera guerra mundial estaba todavía fresca y literalmente cualquier cosa parecía mejor que enviar a medio millón de veinteañeros a morir gaseados en trincheras francesas. Trump no tiene esa disculpa. El millonario está dispuesto a regalarle a Putin una quinta parte de Ucrania sólo para satisfacer su ego. No hay ninguna razón militar, geopolítica o de cualquier tipo que justifique borrar de un plumazo ocho décadas de derecho internacional. Putin ha incumplido todos y cada uno de los acuerdos que ha firmado desde su llegada al poder, y también los que firmaron sus antecesores en el cargo. Desde el memorándum de Budapest en adelante, no ha habido ningún tratado, acuerdo o pacto con el que el alopécico de Moscú no se haya limpiado el trasero, exactamente igual que hizo Hitler con el papelito ridículo que Chamberlain consideraba la mayor victoria política de todos los tiempos. Antes y después de la anexión de Crimea y de la invasión del Donbás, Rusia y Ucrania mantuvieron centenares de encuentros y reuniones, cuyo resultado final fue la brutal invasión de febrero de 2022. Al expansionismo sólo se le apacigua explotándole una bomba en la cara.


Escribo estas líneas antes de saber el resultado de la conferencia de Alaska en la que Trump acude con la idea de cederle a Putin absolutamente todo lo que pida a cambio de una firma irrelevante en un papelito sin valor alguno. Probablemente Ucrania se verá obligada a aceptar lo que le pongan delante porque sin el armamento de Estados Unidos la resistencia es casi imposible. Occidente ha permitido que Ucrania pelee durante tres años y medio con una mano atada a la espalda, o a veces con las dos, absolutamente aterrorizados ante la posibilidad de que Putin perdiera la guerra y ahora Europa está a merced de lo que decida un tipo extravagante con menos fondo de armario que un niño de Eritrea. La historiografía checa y eslovaca llama al acuerdo de 1938 "la traición de Múnich". En Ucrania, y en Europa, si todo va como está previsto, hablaremos de la traición de Alaska como el inicio de lo que sea que esté por venir. Que, si, como parece, Putin se sale con la suya, no será nada bueno.


Los cacharros rotos en la cumbre de Alaska
Juan Rodríguez Garat. el debate. 17 Agosto 2025

«Decíamos ayer…» La tradición atribuye esta frase a Fray Luis de León, de vuelta en su cátedra salmantina después de cuatro años de prisión en las cárceles del Santo Oficio. Realidad o leyenda, se trata de una bonita expresión, de esas que hacen pensar. Sin embargo, en el contexto de este artículo, no significa otra cosa que la que se deduce de su interpretación literal. Decíamos ayer que la cumbre de Alaska tenía toda la pinta de terminar como ese paradigma del desorden que es un elefante en una cacharrería… y, aunque a primera vista quizá no lo parezca, eso es justamente lo que ha ocurrido.


De lo que sí había dudas es de quién haría el papel de elefante. ¿Recurriría Putin otra vez a las amenazas de una guerra global? ¿Sería Trump el que apareciera solo en la rueda de prensa posterior a la cumbre —fue el propio magnate quien sugirió esta posibilidad— para escenificar una rotura con el dictador ruso? En absoluto. El espectáculo, previamente coreografiado, transcurrió entre sonrisas, siguiendo el guion que había sido anunciado en la prensa rusa. Esta circunstancia, que demuestra que es el Kremlin quien lleva la batuta, se viene apreciando en todas las reuniones celebradas desde que el reelegido presidente norteamericano decidió ponerse a la tarea de impulsar una paz en Ucrania sin tener la menor idea de qué paz era la que trataba de lograr.


El baile de los elefantes

Es probable que las relaciones entre Rusia y los EE.UU. mejoren gracias a los buenos modales de los dos líderes, tan diferentes de los que el magnate mostró con Zelenski en la Casa Blanca. Pero eso no significa que en Alaska no se haya dañado ningún cacharro. Al contrario, son varios los que han resultado pisoteados durante el baile que ambos elefantes —perdón, presidentes— han escenificado para delicia de sus respectivos seguidores y decepción de los demás.


El primero de los cacharros rotos, el más obvio aunque quizá no el más importante, es el que contenía la esperanza de una tregua en Ucrania. El sueño de Trump, que ya se veía recibiendo el Nobel de la Paz, se mantenía a flote a duras penas después de las reiteradas negativas del dictador ruso. Sin embargo, en Alaska ha recibido dos torpedos más en su línea de flotación de los que difícilmente podrá recuperarse: lo que Putin dijo y lo que calló Trump. El dictador ruso reiteró al finalizar la cumbre que no terminará la guerra hasta que logre resolver todas las «causas profundas» del conflicto —es decir, hasta que alcance todos sus objetivos militares— algo que no ocurrirá mañana. Por parte del presidente de los EE.UU. no hemos oído ni una sola palabra sobre esas sanciones secundarias que ayudaron a presionar a Putin para que estuviera presente en Alaska. Objetivo, pues, cumplido para el dictador.


Un segundo cacharro roto en la cumbre que acaba de terminar es el prestigio que, al menos entre una parte de sus fieles, todavía tenía Trump como negociador. Tengo la sensación de que Putin, con la experiencia adquirida durante su carrera en la KGB, y su ministro Lavrov, curtido en mil batallas diplomáticas —apareció en Alaska con una camiseta de la antigua URSS— volverán a casa tan relajados como lo haría el Real Madrid después de jugar un partido amistoso contra un equipo de juveniles. El dictador se lleva en su maleta el billete de salida del ostracismo al que estaba sometido por el occidente democrático, el olvido de la tregua propuesta por el propio Trump y el permiso tácito para seguir bombardeando Ucrania hasta que Zelenski «logre un acuerdo con el Kremlin», lo que, en ausencia de cualquier concesión por parte del ruso, solo puede hacer aceptando la rendición incondicional.


¿Qué es lo que el criminal ruso ha tenido que pagar por todas estas prebendas? ¿La traición a China? ¿El abandono de Irán? ¡Ojalá fuera eso! Que sepamos, la única condición que el dictador podría haber tenido que aceptar es la declaración pública —imagino que negociada por Witkoff en sus visitas a Moscú— de que, si Trump hubiera sido presidente, no habría habido guerra en Ucrania. Barato le ha salido a Putin el acuerdo, que celebrarán tanto los rusoplanistas como los trumpérrimos porque aleja la posibilidad de un divorcio que les partiría el corazón… aunque a pocos de ellos les pueda quedar alguna duda de quién es papá y quién es mamá.


Un tercer cacharro que también ha sufrido dolorosas grietas es el que representa al vínculo trasatlántico. La Europa humillada por Trump en la negociación de los aranceles, la OTAN dócil a sus caprichos, han tenido que ver como el magnate, abusón delante de los débiles, se muestra débil ante los abusones. Habrá lectores que aprovechen la ocasión para defender que estaríamos mejor servidos con Putin en lugar de von der Leyen. Sin embargo, para mí, lo ocurrido debe verse como una lección más de una asignatura que los europeos del siglo XXI todavía tenemos que superar: nadie llega lejos si tiene que caminar de rodillas. Tampoco los rusos. Sin negar que tengamos motivos sobrados para quejarnos, estamos mucho mejor que los súbditos del dictador, que son quienes pagan los caprichos del tirano con su sangre y su libertad.


Con todo, lo peor de la cumbre —la historia la juzgará con la dureza que merece— es el golpe quizá definitivo que ha recibido el cacharro más valioso de todos los que los europeos hemos construido a lo largo de los siglos: el sueño de un mundo basado en reglas. Reglas que no son arbitrarias ni inventadas por los EE.UU., como dicen algunos, sino frutos del árbol del humanismo cristiano que creció frondoso en nuestro continente y que España contribuyó a sembrar en todo el mundo. Solo a la sombra de ese árbol han podido crecer la Carta de la ONU, la Declaración Universal de Derechos Humanos y las Convenciones de Ginebra que hoy parecen reliquias del pasado. Si invadir naciones soberanas, asesinar opositores y bombardear ciudades muy lejos del frente no le priva a un tirano de ser recibido sobre la alfombra roja por quien no hace mucho se consideraba «el líder del mundo libre», ¿en qué escenario van a tener que vivir nuestros hijos y nietos?


Una luz entre las sombras

Entre tantas sombras, a veces aparece alguna luz solitaria que nos alegra el día. En este caso, me parece encontrarla en una encuesta del PEW Research Center publicada estos días, que muestra que el 85 % de los votantes estadounidenses tienen una opinión desfavorable o muy desfavorable sobre la Rusia de Putin, un porcentaje solo un punto más bajo que el de España. Y no, no se trata de rusofobia. La muerte diaria de un número creciente de civiles en las ciudades ucranianas y los desaires que el dictador ruso hace al presidente Trump tienen un precio, aunque el magnate finja no darse cuenta.


Decepcionados —cuando no abiertamente traicionados— por nuestros gobernantes, al este y al oeste, los pueblos de la tierra solo podemos poner nuestra esperanza en nosotros mismos. En el pueblo ucraniano, en primer lugar, que es quien sufre la guerra que puede devolver el mundo a los esquemas éticos del siglo XVI. En el pueblo norteamericano, que, afortunadamente, tiene más claro que su presidente dónde está el bien y dónde está el mal. En el pueblo ruso, que algún día querrá saborear la libertad que se le ha negado en nombre del imperio, del comunismo y, desde que Putin sustituyó a Yeltsin, otra vez del imperio. Y, por último, en los pueblos europeos, que tienen en Rusia el mejor ejemplo de lo que puede ocurrir cuando uno deja de resistirse a la tiranía. Ojalá nosotros, los españoles, estemos también a la altura del desafío.


Un español en el imperio del centro
Alejo Vidal-Quadras. Vozpópuli. 17 Agosto 2025

La política exterior de Pedro Sánchez tiene dos ejes: enemistar a España con sus aliados y tener relaciones amistosas con sus enemigos. Un planteamiento tan absurdo no puede tener sino resultados catastróficos. Un actor diligente y laborioso de semejante disparate es el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. No satisfecho con servir de lacayo en Venezuela a un narcodictador criminal, ahora zascandilea en China como defensor en Europa de los intereses del gigante comunista asiático. Ahora bien, cuando un comportamiento es incomprensible, los franceses ya nos dieron la clave del misterio hace mucho tiempo, cherchez la femme ou chercher l´argent. Descartada la primera opción, queda la segunda como explicación plausible.


Veamos lo que representa China en el contexto mundial actual. El siglo XX se cerró y el XXI se inició bajo el signo del optimismo sobre la prevalencia del orden liberal democrático. Se creyó, hoy sabemos que ingenua y prematuramente, que elementos como las elecciones libres, los derechos fundamentales, las libertades civiles y políticas, la economía de mercado, el imperio de la ley, la rendición de cuentas de las autoridades, el libre comercio internacional, la viabilidad de un multiculturalismo pacífico y respetuoso con otras creencias y costumbres, la integración regional y la gobernanza global sujeta a reglas de aplicación universal, serían la norma generalmente aceptada y que esta concepción de la convivencia en sociedad y de las relaciones internacionales reinaría sobre un planeta definitivamente pacificado, civilizado y próspero.


Si nos preguntamos en 2025 qué ha sido de aquella perspectiva tan halagüeña en la que todavía creíamos hace tan sólo quince años, nuestra respuesta no puede ser sino melancólica. La verdad es que el mundo ha experimentado en la última década una fuerte regresión del orden liberal. Los frentes en los que se observa este triste fenómeno son diversos, pero se pueden clasificar en dos dimensiones, una externa, es decir, los ataques exógenos a las democracias, y otra interna, que consiste en la pérdida de los principios y valores liberales en el seno de nuestras sociedades occidentales amenazados por fuerzas de vocación totalitaria básicamente radicadas en la izquierda.


Dentro de las amenazas exógenas ocupa un lugar sobresaliente la República Popular China. Veamos algunas cifras apabullantes. En 1992 el PIB chino fue de 400.000 millones de dólares, El año pasado alcanzó los 18.7 billones, es decir, se ha multiplicado por casi 50 en 43 años. Como comparación, el PIB USA fue en 2024 de casi 30 billones de dólares y el de la UE, 19.4 billones. A este ritmo de crecimiento se calcula que el PIB chino igualará al de USA entre 2030 y 2035. A la UE la superará mucho antes. El presupuesto militar de China fue de 10.000 millones de dólares en los noventa del siglo pasado, en 2024 ha sido de 230.000 millones, una multiplicación por más de 20 en treinta años. Sin embargo, esta es la cifra oficial, pero los analistas de defensa occidentales estiman que es en realidad muy superior, pudiendo rebasar los 300.000 millones de dólares. De hecho, es el segundo gasto militar del mundo, sólo por debajo del norteamericano.


Este impresionante crecimiento económico no se ha visto acompañado de un avance en la calidad de la democracia china o en la ampliación de las libertades y derechos de sus ciudadanos, sino más bien al contrario. El sistema de partido único se ha vuelto crecientemente autoritario en los últimos años, contradiciendo la teoría de que la prosperidad económica lleva consigo la democratización. Este es uno de los aspectos más preocupantes del caso chino. A partir de la apertura por Deng Xiaoping en 1978 de la economía y la introducción de la propiedad privada y de mecanismos de mercado en una estructura hasta entonces colectivizada, el sistema chino ha consistido crecientemente en una combinación de férreo control político y de economía nominalmente libre, aunque siempre tutelada por el PCCh. El arrollador éxito económico de este modelo, que ha sacado a centenares de millones de chinos de la pobreza y ha creado una clase media acomodada muy extensa con notable capacidad de consumo, puede servir de ejemplo en Occidente para desprestigiar a la democracia liberal. Si el bienestar material de los chinos llega a ser igual o superior al europeo o al estadounidense, acompañado de paz social, estabilidad política, orden público, seguridad en las calles y orgullo nacional, habrá no pocos ciudadanos occidentales que se pregunten como Lenin: “Libertad, ¿para qué?”. Pese a que el Gobierno chino es un decidido defensor del libre comercio internacional -no olvidemos que China es la fábrica del mundo y una formidable potencia exportadora- su concepto de la democracia es totalmente opuesto al que impera en Europa o en Norteamérica.


Existe además un factor que torna la oposición china al orden liberal extraordinariamente preocupante. Los recientes avances tecnológicos han suministrado instrumentos muy poderosos de represión política. El Estado chino hace ya un amplio y frecuente uso de esas tecnologías para controlar el comportamiento de su población, sobre todo de los colectivos contestatarios. Reconocimiento facial, registro de iris, secuenciado de ADN y millones de cámaras por todo el territorio convierten al PCCh en un Gran Hermano omnipotente y omnipresente. Su refinamiento ha llegado al punto de establecer un sistema de “crédito social” que mediante el uso de todas estas tecnologías de control compila las actitudes, los gustos, las opiniones y los hábitos de sus ciudadanos, premiando o castigando según su esquema de conducta se ajuste o no a lo que el Partido considera correcto. Así, los díscolos se pueden ver privados de derechos sociales, laborales o políticos en función de su nota de crédito social. Actualmente, se estima que unos veinte millones de chinos figuran en “listas negras” del crédito social sujetos a diversas limitaciones y restricciones.


Control absoluto de sus súbditos

Ahora bien, la utilización represiva de la tecnología puede no ser lo peor que anida en el sistema político chino. La IA y el manejo de big data facilita a las autoridades herramientas potentísimas de información y comunicación. Un régimen centralizado podría, mediante estas técnicas, conocer el parecer de sus ciudadanos sin necesidad de consultarles a través de encuestas o de llamadas a las urnas. De esta manera, debidamente al corriente de los deseos, aspiraciones, insatisfacciones y críticas de la gente, el régimen estaría en condiciones de adelantarse a posibles protestas tomando las medidas adecuadas para satisfacer a la ciudadanía convertida, gracias a este procedimiento en una masa sumisa y complaciente de una obediencia sin fisuras a los que mandan. Dando un paso más, la tecnología abriría el camino incluso a conformar la opinión, las preferencias y la cosmovisión de los integrantes de la sociedad con lo que el sueño de todo tirano de control absoluto de sus súbditos sin necesidad de recurrir a la violencia o a la coacción se vería cumplido y el mundo feliz de Huxley hecho realidad. La conclusión es que ha nacido en Asia un antagonista al orden liberal y a la democracia de enorme dimensión que desafía todas nuestras ideas, convicciones y convenciones de forma hasta ahora desconocida. Debemos ser conscientes de la envergadura de este peligro. Y ahí es donde nuestro Bambi con colmillos ha empezado a hacer su agosto con la falta de escrúpulos marca de la casa sanchista. De hecho, la querencia de Sánchez por China y su régimen totalitario se explica porque en el fondo a él le encantaría ser el Xi Jinping ibérico y poder prescindir de la separación de poderes, la justicia independiente, la UCO insobornable y otras molestias. Y así vamos.


Encuesta de Target Point
La mitad de los españoles cree que sería mejor cerrar el Senado que mantenerlo con sus funciones actuales

Natalia Cristóbal. Madrid. el debate. 17 Agosto 2025


El 49 % de españoles considera que es mejor cerrar el Senado que mantenerlo con sus funciones y atribuciones actuales, frente a un 16 % que no lo cree y un 35 % que no está ni a favor ni en contra de suprimir la Cámara Alta, según la encuesta realizada por Target Point en mayo. Si se compara con lo que respondían los encuestados hace cinco años, el porcentaje de ciudadanos que estaban a favor de cerrarlo ha disminuido casi un 15 %: en marzo de 2020 aproximadamente seis de cada diez consideraba que era mejor cerrar el Senado, un 13 % estaba en contra, y un 24 % ni a favor ni en contra.


Atendiendo a la posición que mantienen los encuestados en función del partido al que votan, los electores de Vox son los más partidarios de cerrarlo (68 %), seguidos del bloque de los votantes de los partidos nacionalistas (55 %) y de los del PSOE (54 %) y Sumar (51 %). No hay mucha distancia respecto a los porcentajes del PP (45 %), Se Acabó la Fiesta (44 %) y Podemos (43 %). En 2020, una amplia mayoría de los potenciales votantes de partidos nacionalistas se posicionaban a favor de cerrar esta Cámara (84 %), y en el resto de partidos el porcentaje que tenía esta postura no bajaba del 50 %: el 66 % en el caso de Vox y de Podemos se mostraba a favor; el 57 %, en el caso de PSOE y PP.


Tal como recoge la Constitución Española en su artículo 69, el Senado es la Cámara de representación territorial. Esta y el Congreso constituyen las Cortes Generales. Se elige cada cuatro años. Desde las elecciones de julio de 2023 cuenta con mayoría absoluta del Partido Popular (120 senadores). Cada provincia designa cuatro senadores; en el caso de las islas, a cada una de las islas mayores (Gran Canaria, Mallorca y Tenerife) le corresponden tres, y a Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma, uno a cada una. En el caso de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, cada una elige dos.


Junto al Congreso, de acuerdo con lo que establece la Carta Magna, el Senado ejerce el poder legislativo y controla la acción del Gobierno. Así, recibe del Congreso proposiciones de ley y proyectos de ley y cuenta con un plazo de dos meses para aprobarla, introducir enmiendas al texto o vetarlo (por mayoría absoluta) para su devolución a la Cámara Baja, y también puede proponer textos legislativos. También analiza el proyecto de Presupuestos Generales del Estado que procede de la otra Cámara y puede presentar enmiendas al mismo. Respecto a la función de control, acoge sesiones de control al Gobierno, puede formular preguntas al Ejecutivo, solicitar comparecencias del presidente o de los ministros, aprobar mociones o impulsar comisiones de investigación, como las que hay abiertas sobre el caso PSOE o la dana.


Como han denunciado los populares, en estos momentos hay una veintena de leyes aprobadas por el Senado que, sin embargo, permanecen bloqueadas en el Congreso. Pero además de ello, la formación de Alberto Núñez Feijóo viene recriminando al Ejecutivo su «desprecio» a la Cámara Alta por la recurrente ausencia tanto de Pedro Sánchez como de los ministros en la sesiones de control. El presidente del Gobierno lleva sin acudir desde marzo de 2024. Tanto es así que el PP ha presentado, y aprobado el pasado junio, una reforma del Reglamento del Senado para, entre otras cosas, obligar al jefe del Ejecutivo socialista a acudir al menos una vez al mes y someterse a las preguntas de la oposición.


«Frente a la anomalía democrática a la que pretende conducirnos el sanchismo, nosotros le respondemos con más Senado que nunca», subrayó Alicia García, la portavoz del Grupo Popular en esta Cámara, durante su intervención en el Congreso del partido. Y defendió que el Senado «ha tenido un papel clave en la visibilidad del proyecto del PP y en destapar las vergüenzas del sanchismo con una intensidad jamás vista en la historia democrática», defendió, al tiempo que denunció el «ataque despiadado» a esta Cámara desde el Gobierno.



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baleares

El gobierno de Mallorca que lidera el PP se une a unas jornadas de activismo para promocionar el catalán
Indalecio Ribelles. okdiario. 17 Agosto 2025

El gobierno del PP de Mallorca se une y colabora en unas jornadas sobre activismo para la promoción del catalán, que se celebrarán el próximo mes de septiembre en la sede en Palma de la entidad independentista Obra Cultural Balear (OCB), organizadora del acto.


Será con motivo de la celebración del denominado II Congreso de Cultura Catalana (CCC) que se celebra este año y que conmemora las cinco décadas del primero de estos eventos, una de las iniciativas más relevantes para la denominada «revitalización cultural de los Països Catalans». Una iniciativa que tiene como objetivo, tal y como apuntan sus impulsores, repensar colectivamente el papel de la cultura catalana en el siglo XXI.


Un evento de marcado acento nostálgico del independentismo catalán organizado por la Fundació Congrés de Cultura Catalana presidida por el activista de ERC Agustí Alcoverro.


Una entidad que no esconde sus fines ya que justifica la celebración de este segundo congreso en diferentes pueblos y ciudades, incluyendo la Comunidad Valenciana y Baleares, porque «Cataluña se encuentra inmersa en una situación de fragilidad, derivada de la degradación progresiva de su régimen de autogobierno, que se ve agravada por la derrota de 2017».


«Esta situación», según esta fundación, «ha dado lugar a un bloqueo político y social notorio, agravado por las dinámicas partidistas de captura institucional y por la retórica vacua de las fuerzas políticas en general que ha erosionado notablemente la autoestima colectiva y la dificultad del desarrollo de un proyecto nacional creíble».


Es decir, de nuevo la promoción del catalán se convierte en un instrumento al servicio del independentismo catalán.


En el caso de Palma, el evento de ese segundo congreso que arrancó en marzo pasado y que se prolongará todo el año, será el próximo viernes 19 y sábado 20 de septiembre en la sede de la OCB, organizador de un acto en el que colabora el Consell de Mallorca presidido por Llorenç Galmés (PP).


PP Mallorca catalán

Programa de uno de los actos del II Congreso de Cultura Catalana que tendrá lugar en Palma.

El viernes habrá una propuesta escénica de la compañía la Fornal de espectáculos, con la obra Llompart, una vida, una herencia, que se enmarca en los actos del centenario del nacimiento del poeta y activista Josep M. Llompart.


Al día siguiente, una intensa jornada de debate, con dos mesas redondas. La primera de ellos lleva el título El activismo por el catalán en el ámbito digital, y le seguirá otra que se centrará en La IA como herramienta para la preservación y la promoción de la lengua.


En la presentación de este segundo congreso, que se desarrolló en el Salón del Tinell de Barcelona, estuvieron presentes activistas de Òmnium Cultural y de la Obra Cultural Balear (OCB), que forman con Acció Cultural del País Valencià la denominada Federació Llull.


El objetivo, como ya apuntaron los organizadores en ese acto, es trazar una hoja de ruta en clave de país para los próximos cincuenta años, capaz de convertir los retos en oportunidades a través del pensamiento crítico y la creatividad colectiva.


En el caso de Mallorca, el Consell a través de la vicepresidenta de Cultura, Antònia Roca (PP), participa en la celebración de este evento al igual que en el resto de actividades que se organizan en la sede de la OCB. De hecho la institución insular desembolsa anualmente 35.000 euros para debates, charlas y conferencias de fomento del secesionismo catalán que realiza en ese espacio ubicado en pleno centro histórico de la capital balear.


Unas subvenciones para todas las actividades de la OCB que rechaza su socio de gobierno Vox en el gobierno insular sistemáticamente, y que el PP aprueba con el apoyo de los independentistas de Més y el PSOE.


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