Recortes de Prensa Domingo 2 Noviembre 2025
Mueren seis personas, entre ellas dos
niños, en la última oleada de ataques rusos con drones y
misiles
Rusia sigue atacando las instalaciones de la
red eléctrica ucraniana y deja a miles de hogares sin
electricidad
EL MUNDO.
2 Noviembre 2025
La última oleada de ataques de Rusia con drones y misiles deja seis muertos en Ucrania, entre ellos dos niños. Moscú ha continuado su ofensiva sobre las instalaciones energéticas del país, dejando miles de hogares sin electricidad durante la pasada noche.
Mientras, un ataque con drones ucranianos ha provocado este domingo un incendio en el puerto ruso de Tuapse, en el mar Negro, según la administración regional de Krasnodar, en el sur de Rusia. El fuego ha incendiado un petrolero y una infraestructura portuaria, según avanza Reuters. La caída de restos de drones también dañó un edificio de apartamentos en la localidad de Sosnovyi, a las afueras de Tuapse, y no se han registrado heridos.
9:30
Mueren seis personas en los últimos ataques rusos en Ucrania
Un ataque ruso con drones durante la pasada noche deja seis muertos y siete heridos en Ucrania, entre ellos dos niños de 11 y 14 años, en las regiones de Dnipropetrovsk (centro) y Odesa (sur). Las autoridades ucranianas también informan de un ataque ruso contra la región de Zaporizhia, que dejó sin electricidad a unos 58.000 hogares.
En el parte de la Fuerza Aérea ucraniana de este domingo se infoma de varios ataques rusos recibidos la pasada noche, con dos misiles balísticos y 79 drones. Según datos preliminares, las defensas aéreas lograron derribar o neutralizar 67 drones en el norte, sur y este del territorio ucraniano. Los Servicios de Emergencia del Estado de Ucrania y autoridades regionales informaron de que uno de los ataques provocó un incendio en un aparcamiento de camiones en Odesa (sur) dejando dos víctimas mortales y tres heridos, uno de ellos hospitalizado con quemaduras y pronóstico moderado.
9:15
Rusia derriba 168 drones ucranianos durante la noche
Las defensas antiaéreas rusas derribaron anoche 168 drones ucranianos, la mayoría de ellos sobre las aguas del mar Negro y en la región sureña de Krasnodar, según ha informado este domingo el Ministerio de Defensa del país. Moscú admite que últimamente el número de ataques de drones ucranianos se ha incrementado de manera considerable: "Si hace dos años hablábamos de unidades, luego fueron decenas y ahora hablamos de cientos", ha expresado el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Serguéi Shoigú. Pero también ha recalcado que solo uno de cada cien drones ucranianos alcanza objetivos en el territorio ruso.
8:09
Un ataque ucraniano con drones esta noche provoca un incendio en un puerto del Mar Negro
Un ataque con drones ucranianos en el marco de la guerra entre Ucrania y Rusia ha provocado este domingo un incendio en el puerto ruso de Tuapse, en el mar Negro, según la administración regional de Krasnodar, en el sur de Rusia. El fuego ha incendiado un petrolero y una infraestructura portuaria, según avanza Reuters.
Sanchismo,
cohete de pobreza y expolio
Daniel Lacalle. la razon.
2 Noviembre 2025
Es completamente falso que el Gobierno de Sánchez haya reducido la pobreza. Tras despilfarrar el mayor estímulo monetario y fiscal de la historia de la democracia y decenas de miles de millones de fondos europeos, España pasa de ser el sexto país de la Unión Europea en tasa de riesgo de pobreza y exclusión en 2019 a ser el tercero tras Bulgaria y Rumanía con Sánchez, según datos de Eurostat.
Somos más pobres y España se sitúa a la cabeza de todos los rankings en pobreza infantil. La tasa de pobreza en España se sitúa en el 25,8% de la población hasta alcanzar a unos 12,5 millones de personas y la de pobreza infantil en el 29%.
Según un estudio reciente de EAPN, el riesgo de pobreza y exclusión social entre los menores de 18 años aumenta hasta el 34,6%. La tasa de pobreza infantil de España es la más alta de la UE, un 29,2%. Todo esto es más preocupante cuando el Gobierno ha disparado el gasto público en más de 170.000 millones de euros, un aumento del 35% con Sánchez.
Es evidente que ningún ciudadano serio percibe que los servicios o su vida hayan mejorado en nada a pesar de ese gasto descomunal. España es un ejemplo perfecto del mal del asistencialismo. Toda la política del Ejecutivo se ha dedicado a la propaganda y el maquillaje, y a gastar en subvenciones inútiles y contraproducentes.
El socialismo es un virus que perpetúa la pobreza al centrar su política en el expolio y confiscar la riqueza. La riqueza o se crea o se destruye, y lo único que han hecho ha sido dopar el PIB con inmigración, gasto político y fondos europeos. Tras endeudar al país en más de 450.000 millones de euros y dedicarse a disparar el asistencialismo, dejan un país de pobres crónicos. Hasta los medios oficiales del sanchismo alertan sobre el aumento de la pobreza crónica.
El asistencialismo, como explicaba Thomas Sowell, no reduce la pobreza, solo la perpetúa y la hace asumible. Estoy harto de leer titulares de propaganda sobre la magnitud y calado de las «políticas públicas». Se vanaglorian de haber subido el ingreso mínimo vital y de cubrir a más personas que nunca, que es lo mismo que celebrar que tienes cada vez más dependientes. La realidad es que el objetivo del socialismo nunca es reducir la pobreza, sino expropiar la riqueza, porque su objetivo no es el progreso sino el control.
¿Qué debe hacer la oposición?
Es momento de que la oposición recuerde una y otra vez que el socialismo nos ha empobrecido, ha hundido a la clase media y ha perpetuado la miseria despilfarrando centenares de miles de millones de euros. España ha sido gobernada por el socialismo durante más de dos décadas y es la prueba empírica de que la socialdemocracia es ruina y atraso.
Cuando se habla de pobreza tenemos que recordar la ingente cantidad de recursos con los que ha contado Sánchez, que ha recibido más de 500.000 millones en apoyo fiscal y monetario, además de fondos europeos. ¿Su estrategia? Elevar la dependencia y pobreza para que los desesperados ciudadanos les voten para recibir las migajas de lo que quede tras enriquecer a la cúpula política.
Mientras las empresas están ahogadas, las familias se empobrecen con la inflación, el impuesto escondido y los impuestos confiscatorios, la despreciable maquinaria de propaganda te repite la bobada de que tenemos récord de empleo, con la tasa de actividad estancada y las horas trabajadas por afiliado cayendo, y la sandez del «cohete», dopado por la inmigración y la deuda.
La gestión de Sánchez se puede resumir en tres palabras: despilfarro, empobrecimiento y expolio.
La oposición tiene que plantear a los jóvenes y familias de España una alternativa real, opuesta a la socialdemocracia ruinosa y que vaya mucho más allá de presentarse como el fontanero de la gotera del socialismo. La oposición debe derogar el sanchismo. Si se vuelve a caer en el error del gradualismo, todas estas cifras que la propaganda socialista oculta se le achacarán al nuevo gobierno.
¿No se lo creen? Recuerden que el socialismo tiene la caradura de repetir una y otra vez que la crisis de 2008 era culpa del PP y gobernaban ellos. La oposición tiene que presentar un modelo opuesto al estado depredador de Sánchez. No existe el centro entre el socialismo depredador y la defensa de la propiedad privada, la libertad de empresa y el crecimiento productivo. No existe la moderación entre la libertad y el expolio.
La oposición debe ser radical, porque no hay nada extremo en defender la libertad frente a la socialdemocracia depredadora. El problema de España es que el debate se ha escorado tanto hacia la ultraizquierda antisemita adoptada por el sanchismo que ya te han convencido de que «el centro» es el socialismo que ha hundido a Francia. No hay centro ni gradualismo cuando la extrema izquierda está en el gobierno.
Desmontando
el discurso de odio de Sheinbaum
El historiador
mexicano Juan Miguel Zunzunegui defiende en «Al día siguiente de la
conquista» la Hispanidad, desmonta la Leyenda Negra y reivindica la
unión de América y España
Jorge Vilches. la razon.
2 Noviembre 2025
Poco a poco se va desmontando la Leyenda Negra. Lo curioso es que el impulso no venga desde España, todo lo contrario, solo hay que ver la actitud del Gobierno reconociendo el «dolor» causado a México, sino desde América. Era algo que tenía que pasar sin caer en la «Leyenda rosa». Es la reacción a la presión sometida por un relato contrario a las investigaciones científicas y a la verdad histórica. Es cierto que aquí empezó con Elvira Roca y su «Imperiofobia» (2016), donde contó que el odio y desprecio hacia el imperio español es un clásico del rencor que despierta el éxito, alimentado por quienes quieren sacar rédito político o económico, o tratan de ocultar sus miserias. La fobia ha distorsionado la historia y fomentado la ignorancia. Al otro lado del Atlántico, también se produjo esa reacción, con autores como el mexicano Fernando Cervantes, que en su libro «Conquistadores: una historia diferente» (2021), demostró que la conquista fue realizada básicamente por indígenas aliados con los poquísimos españoles que allí llegaron. Esto no excluye, o quizá explica, que hubiera masacres entre los bandos indígenas.
En esta misma línea está el libro del mexicano Juan Miguel Zunzunegui Ibarra, «Al día siguiente de la conquista», con el subtítulo de «La historia de lo que España construyó en América» (La Esfera de los Libros). El autor plantea una revisión crítica de la narrativa histórica compartida entre España y América. El planteamiento es que ambos mundos construyeron una civilización hispana pero que se ha forjado por intereses espurios un relato oscuro que impide ver sus logros. Esa «triste y patética historia que nos contamos», dice Zunzunegui, empieza con un cuento falso sobre la conquista.
El libro comienza con el emocionante encuentro entre España y el Anáhuac, el «único mundo», que era como los pueblos hablantes del náhuatl llamaban a los valles centrales de Mesoamérica. La víctima de ese choque fue la caída del imperio azteca, y de su capital, Tenochtitlan, una auténtica tiranía para los demás pueblos indígenas. Por eso, a los mil españoles de Hernán Cortés se les unieron 100.000 tlaxcaltecas, texcocanos, cholultecas, huexotzincas, cempoaltecas y totonacas para derrotar a los mexicas. Era el año 1521. Al día siguiente, cuenta el autor, esos indígenas no decidieron exterminar al grupo de españoles, sino «edificar un nuevo mundo» y construir una civilización nueva, la hispana. Cayó una civilización como han caído otras muchas, y empezó algo nuevo. Cuando se acabó lo viejo, el imperio azteca, no hubo «lamentos de derrota , sino cantos de gloria pues había caído un opresor, uno sanguinario que devoraba corazones».
De hecho, Cuauhtémoc, último líder de los mexicas, no fue destituido de su cargo, ni ningún otro señor indígena. Esa nobleza azteca se integró y empezó a gobernar y extenderse, como pasó con las nuevas enfermedades, que fueron las que causaron tanta muerte. A esas epidemias se respondió con la construcción de una red de hospitales mayor que la que existía en muchos países europeos. Para dotar a esos hospitales se construyeron fabulosas ciudades, hoy patrimonio de la Humanidad, que florecieron gracias a las escuelas y universidades que dinamizaron sus economías. Y ahí estuvo la Iglesia como gran vertebradora de la cultura, la educación y la sanidad. Esa fue la Hispanidad: la creación de una civilización mestiza muy superior a la que existía antes y a la que había en el norte de la América anglosajona.
Una falsedad
El discurso de odio de la hispanofobia no se pregunta cómo sería México sin España. En todo caso, enturbian con el rencor por un pasado que no existió, dice Zunzunegui. Es una trampa autodestructiva, porque negando lo español se niegan a sí mismos. No es cierto, como es sabido, que hubiera genocidio; es decir, un exterminio planificado de una raza o un pueblo. Al revés: nadie construye hospitales, como el Hospital de Jesús fundado por Cortés en 1524, para curar a una población que busca masacrar. Tampoco es genocida quien se mezcla con la población nativa con toda naturalidad a ambos lados del Atlántico. De hecho, los habitantes de América fueron tratados como súbditos, no como esclavos ni subhumanos. Así lo declaró Isabel la Católica, que promovió el mestizaje. Por eso no fueron colonias, sino virreinatos. Esa ciudadanía hispana se tradujo en la prohición de una práctica corriente en otras colonias e imperios: la esclavitud de los indígenas. Ese fue el objetivo conseguido por las Leyes de Burgos de 1512 y Leyes Nuevas de 1542. Por último, dice Zunzunegui, es imposible que hubiera genocidio por una cuestión numérica. En el momento de la independencia de México, en 1821, la población indígena representaba el 60% de los habitantes.
La lista de construcción de infraestructuras en América demuestra que los españoles fueron a quedarse, no a esquilmar aquellas tierras. La plata extraída, que no fue robada de una minería preexistente, sino abierta por España, permaneció en el país, convirtiendo a Nueva España en la base del comercio global. El Galeón de Manila, entre México y las Filipinas, fue la ruta comercial más importante del mundo durante dos siglos, y el Real de a Ocho, moneda acuñada en Nueva España, fue la internacional durante trescientos años.
Los verdaderos agentes de la integración cultural fueron los frailes, cuenta Zunzunegui, que los llama «todoterreno de las Indias». Fueron agentes de civilización trazando caminos, fundando universidades –la de México, en 1551, cien años antes que Harvard–, y escuelas técnicas. Es más: fueron recopilando la cultura precolombina para que no se perdiera, como hicieron Fray Bernardino de Sahagún o Fray Andrés de Olmos, el autor de la primera gramática del náhuatl. El catolicismo se instaló fusionándose con las creencias locales: Jesús con Quetzalcóatl y la Virgen María con Tonantzin. Esto dio lugar a un catolicismo «pagano, politeísta y profundamente mágico». Zunzunegui dice que esta labor intelectual niega la idea de una «masacre cultural».
Instrumento político
A pesar de esto triunfó la Leyenda Negra. Fue un instrumento político utilizada como propaganda bélica y justificación política por potencias rivales como Guillermo de Orange-Nassau, de los Países Bajos, y por el Imperio Británico. En la construcción nacionalista de los nuevos países americanos tras la independencia se adoptó el discurso de la Leyenda Negra para armar a la nueva oligarquía gobernante, señalar a un culpable, eludir responsabilidades y engañar a los nuevos ciudadanos. Esa hispanofobia anuló parte de la propia identidad de los pueblos americanos, quitándoles su pasado, y cambiando su orgullo por el odio y el fracaso. La civilización hispana, escribe Zunzunegui, se exilió de sí misma. El sueño se truncó cuando la administración pasó de los Austrias a los Borbones, cambiando el gobierno de los Virreinatos con mayor centralización, subida de impuestos y la expulsión de los jesuitas. Esto generó resentimiento de la élite criolla, surgiendo la idea de que sin la Madre Patria podrían estar mejor. Eso fue lo que ocurrió en el siglo XIX. Las independencias no forjaron países florecientes, libres y democráticos, sino decadentes, tiranizados y belicosos. Este fracaso, dice el autor, se debió a que la América hispana, víctima de su creencia en la Leyenda Negra, negó su propia civilización. La tragedia fue provocada por el odio autoimpuesto; esto es, por la fobia de los hispanos hacia sí mismos.
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La
desfachatez de Aznar
Hughes. gaceta.
2 Noviembre 2025
El centro derecha o lo que no siendo izquierda no es Vox, produce constantemente libros e informes, Cada día se presenta uno nuevo.
Esta vez fue Aznar, no como memorialista sino como pensador. El Aznar pensador.
Otra cosa que pasa mucho ahora es que alguien, cualquiera y en cualquier momento, larga al prójimo un folio o varios sobre los peligros y desafíos de la Inteligencia Artificial. Son los Harari de la vida y Aznar (debo avisarles) es uno de ellos. Está muy preocupado por la revolución que supone la posibilidad de que una máquina sea más lista que el propio Aznar («No soy ni pesimista ni optimista, soy lúcido»).
El libro (Orden y libertad) es la producción habitual de liderazgo político mundial que nadie le ha pedido pero que no puede evitar dar. Cuando, cuenta él mismo, en EE.UU sus amigos de los think tanks pensaban que Putin no invadiría Ucrania, él les dijo que sí.
Hay muy pocas personas en el mundo capaces de mirar a los ojos a Vladimiro el Terrible y él es una de ellas.
Aznar vuelve a la defensa de lo demoliberal, lo institucional y lo fenomenal en un mundo amenazado por los populismos de toda condición. Están él y pocos más. Estaba Justin Trudeau, pero se ha ido con Katy Perry.
Aznar pide plantar cara a Putin (él, que quitó la mili). sostener el orden de la legalidad internacional (él que apoyó Irak), recelar de la deriva actual de Europa (él cuyo partido la lidera con los socialistas), rechazar lo woke (él, reina madre del partido de María Guardiola) y controlar los excesos de la inmigración (él, que regularizó a más de medio millón de no comunitarios).
Escribir sobre Aznar se parece ya bastante a hacer chistes de Aznar, pero hay algo bajo la tremenda desfachatez, porque en realidad Aznar está contestando al discurso de Vance. Mucho meterse con Trump, pero todo lo que dice Aznar es acomodarse de forma acelerada al marco occidental que prefijó ese discurso europeo de Vance. Su libro y sus intervenciones van a ir por ahí: darle copete geopolítico y civilizacional al PP de los Bonillas.
Todos los debates y preocupaciones que ha negado su partido ahora los quiere abanderar con su cara de comerse un limón y el sentido patrimonial tan propio de esta derecha de gente que no termina nunca de peinarse del todo.
Por eso, ahora se dirige al «buen liberal conservador». Ya no son liberales a secas. Y los mismos que nos taladraban con el centro-liberal han pasado a ser otra vez liberal-conservadores. A veces pasan de una cosa a otra en el mismo día.
O sea, el PP quiere desandar lo de Rajoy (adiós liberales y conservadores, hola liberal-conservadores) pero sin eliminar las políticas de Rajoy y las inercias posteriores que les tienen en las instituciones y en el Consenso Planeta. Se fueron al centro progresista y ahora amanecen conservadores y con la necesidad de actualizarse a toda prisa porque (en 2025) «ha vuelto la política».
Todo esto lo quiere hacer Aznar, ¡y encima sin bigote!
El diagnóstico internacional del ex-presidente es fraudulento porque su Occidente ya no existe. Hay dos: uno es el de Trump y otro es el de los émulos de Obama, de globalismo a gogó. Lo que queda entre medias son pecios centristas, liberales o conservadores europeos sin sitio, sin proyección y agarrados de forma desesperada a la guerra de Ucrania o sea, a la muerte de ucranianos.
Si en la política internacional Aznar habla ya desde un no-lugar (las derechas que negaron a Trump y ahora corren para coger sitio en el discurso de Vance) en la política nacional el delirio es completo.
Se arroga ser el único partido de la Constitución. Una Constitución, por cierto, que bien criticaba en su día. Retoma el «constitucionalismo» sepulto de Ciudadanos, pero en esa constitución que no se cumple viven muy cómodos los socialistas con quienes el PP se reparte la justicia, el Estado autonómico y la legislación ideológica.
Expulsar a Vox de esta constitución es, en realidad, un piropo, pero su intención es estigmatizarlos como si el pululante «tienen que entenderse» no fuera con él. Aznar llama a Vox «extrema derecha», lo mismo que hace Sánchez. Entre «los que quieren un muro» (PSOE) y «los que quieren otro muro» (Vox) estaría el PP, derribando muros de Berlín desde 1989, aunque fuera fundado años antes por Manuel Fraga. Pero para ellos su fundador es Cánovas. El PSOE empalma con la II República y el PP con la Restauración, juntos en el consenso antifran.
El no pasar por facha, a toda costa, es la des-facha-tez. El PP es el partido de la desfachatez.
Legalistas de Irak, Canovistas posfranquistas, y conservadores woke, son cualquier cosa porque el desahogo es absoluto.
Vox como Podemos, Vox como Bildu, Vox como el PSOE. Aznar, conferenciante asustaviejas, vende ruido de sables, literal, con la ayuda de un ecosistema mediático que es para verlo.
Esta equidistancia aznarita está muy de moda y la vimos en la pancarta que ante la llegada de los violentos le sacaron en Pamplona a Vito Kirkles (siete guardaespaldas y casi tantas televisiones): «Ni unos ni otros, dejadnos estudiar», una genialidad digna de Hermano Lobo.
Y en Torrelodones, donde el PP local, con serios problemas de rima, igualó la «polarización» que provoca presentar un libro con ir a boicotearlo. Ya lo dice Aznar: «La libertad nunca se conquista desde los extremos».
EL
ANTIFASCISMO COMO PROFESIÓN Y COMO MENTIRA
Pedro
Carlos González Cuevas. gaceta.
2 Noviembre 2025
A la altura de 2018, salió a la luz en español, el libro de Mark Bray (en la fotografía), Antifas. Manual antifascista, publicada por la editorial izquierdista Capitán Swing. Neoyorkino de 1982, Bray ha sido uno de los organizadores del movimiento Occupy Wall Street, que tuvo lugar en New York en 2011. Y es autor de libros como Translating Anarchy. The Anarchism of Occupy Walt Street, además de Antifas. Ha sido, además, coeditor der Anarchism Education andthe Modern School. A Francecs Ferrer Reader. Sus trabajos aparecen en The Wasington Post Foreigh Policy, Critical Quarteleyy Raor Magazine. Ha sido profesor en el Dartmouth Colleg de New Hamshire en los Estados Unidos. La publicación de Antifas fue muy bien recibida por el conjunto de la prensa española; y no sólo por parte de la decididamente izquierdista. La Vanguardia publicó una entrevista a Bray, entre acríticos elogios. Y decía nuestro autor: “Debemos hablar de partidos como VOX sin normalizar sus horribles postulados”. En Diario Público afirmó que “la ultraderecha quiere equiparar protesta con terrorismo”. Acogido igualmente por El País, afirmó: “No podemos ignorar a la extrema derecha ni banalizarla”. El Mundo dio audiencia Bray, tomándole en serio, aunque nuestro autor no dudaba en defender la violencia contra sus enemigos. Estimaba que Franco no fue fascista, pero que estuvo “muy cerca” de serlo. Celebraba que se hiciera un cordón sanitario político y mediático contra VOX. Aunque pueda parecer extraño también ABC dio audiencia al norteamericano y sus planteamientos. Y es que, en algunos casos, podríamos hacer referencia igualmente a una crazy right.
Por todo ello, podemos preguntarnos, con toda legitimidad ¿cuáles son las ideas de Bray?. En nuestra opinión, se trata de un retorno a lo más crispado y brutal del izquierdismo histórico. Un auténtico peligro público, existencial. El antifascismo de que hace gala Bray no es liberal, ni democrático. De hecho, históricamente, a diferencia de lo que sostiene nuestra indocta loony left particular, no puede identificarse antifascismo con democracia. Como ha señalado el historiador Michael Seidmann, el antifascismo no es sinónimo de izquierdismo, porque hubo conservadores opuestos al fascismo como Charles de Gaulle, Luigi Sturzo, Alcides de Gasperi o Winston Churchill. Incluso antifascista tradicionalistas y feudales como el Negus Haile Selassie. Por su parte, el antifascismo de izquierdas o revolucionario fue, como señala Annie Kriegel, “uno de los grandes mitos del stalinismo”, identificando “fascismo” con derecha y capitalismo. La demonología antifascista sirvió, entre otras cosas, para legitimar los sistemas de socialismo real. Y, lo que es peor, su poco agraciada faz vuelve a hacerse presente, como hemos señalado, en el discurso de las izquierdas.
Se trata, como ha señalado Stanley Payne, de un antifascismo sin fascismo, porque ninguna de las fuerzas políticas denunciadas y execradas por esa nueva inquisición pueden ser definidas como tales con un mínimo de rigor. Incluso podríamos hacer referencia, como hizo Pier Paolo Pasolini, al “fascismo de los antifascistas”. En el ideario de Mark Bray no se trata de la defensa de la democracia liberal, sino de la revolución social y la violencia. En concreto, Bray defiende la violencia como praxis política cotidiana y la “sociedad sin clases” como horizonte. Sus iconos son las Brigadas Rojas, Lucha Continua, los partisanos de izquierdas, la oposición guerrillera a Franco, Autonomía Obrera, etc., etc.
“Desde su punto de vista, los derechos que propugna el gobierno parlamentario capitalista no merecen respeto inherentemente”. La ofensiva antifascista ha de tener como objetivo central “la expropiación global de la clase capitalista y la destrucción (o toma) de todos los Estados existentes por medio de un levantamiento popular internacional que la mayoría piensa que va implicar alguna forma de enfrentamiento violento con las fuerzas del Estado”. Bray predica “la guerra de clases”, porque el antifascismo implica “promover una alternativa socialista revolucionaria (en mi opinión, una que sea antiautoritaria y antijerárquica) ante un mundo en crisis”. En España, Bray ha tenido como discípulo a Pol Andiñach, cuyo antifascismo se identifica con Durruti, Dolores Ibarruri y Clara Zetkin; y propugna “si hace falta, la acción directa”. Estos planteamientos han sido difundidos por el conjunto de la prensa de izquierdas, como Infolibre, Diario Público, Eldiario, El Plural o Tinta Libre. En televisión, sobre todo por La Sexta, donde el activista Antonio Maestre, un indocumentado de cuarta regional, ha convertido el antifascismo en una forma de vida. Siguiendo esta perspectiva, todos los partidos de la derecha, sobre todo VOX han sido estigmatizados como “fascistas” y sufrido agresiones violentas a cargo de los denominados antifascistas. De ahí el peligro de estos planteamientos.
No resulta extraño que alevoso asesinato de Charlie Kirk haya suscitado una ofensiva contra el movimiento antifa. Y que Donald Trump lo haya calificado de “terrorista”. Este asesinato es una consecuencia lógica de los planteamientos de Bray y de los acólitos. Sin embargo, la ofensiva ha convertido a Bray en una especie de mártir del antifascismo internacional. Según él, las amenazas que ha sufrido tras la muerte de Kirk le han obligado a exiliarse en España. No es una casualidad que este peligroso agitador haya elegido España para su autoexilio, ya que es un admirador del pedagogo anarquista Francisco Ferrer Guardia y del anarquismo español. De nuevo, la prensa española e incluso la televisión pública han dado audiencia a Bray, presentándolo como una víctima del malvado Trump y del “fascismo” internacional. Diario Público, El País, As, Eldiario, Ara, Cadena Ser, El Confidencial, El Salto, El Español, El Periódico, etc, etc. han salido en defensa de Bray, presentándolo como un “exiliado”, estigmatizado por el trumpismo. “Me gustaría ver –dice Bray en una entrevista- una huelga general en Estados Unidos”. “Trump tiene un plan fascista y la pregunta es si lo logrará”. Quede claro que cuando Bray hace referencia a una “huelga general”, no clama por una mera protesta obrera, sino al modo de Jorge Sorel, a una insurrección generalizada y violenta que destruya en sus cimientos el conjunto de la sociedad liberal y capitalista.
En cualquier caso, lo que resulta bastante escandaloso es la simpatía que suscita este individuo entre ciertos sectores políticos, intelectuales y mediáticos y el desdén e incluso la alegría y el alborozo con que fue recibido el asesinato de Kirk en esos mismos medios, en particular la Cadena Ser, El País, Infolibre, Eldiario, Público, Mundo Obrero, etc. Y es que autodefinirse como antifascista implica, al menos para algunos, estar libre de pecado; y salvar el alma. Claro que el antifascismo de nuestra looney left particular resulta un tanto extraño. Si el fascismo, en su visión demonológica al menos, es sinónimo de racismo y xenofobia, llama, sin embargo, la atención en este tipo de antifascismo su simpatía respecto a los nacionalismos periféricos catalán y vasco. Entre sus defensores, existe un silencio absoluto acerca de su carácter racista, xenófobo y antidemocrático. Precursores y teóricos del catalanismo, como Valentí Almirall, Pompeyo Gener, Eric Prat de la Riba o Bartomeu Robert consideraban al conjunto de los españoles una raza inferior. ¿Conocen el programa político de las Bases de Manresa?. ¿Y el imperialismo y corporativismo de Prat de la Riba?.
Esta izquierda suele reírle las gracias a un histrión como Gabriel Rufián, cuyo partido, Esquerra Republicana, tuvo, durante la II República, claras veleidades fascistoides, reconocidas por algunos de sus dirigentes como Josep Dencás. Como ha documentado el historiador Chris Ealham, en su libro La lucha por Barcelona, los esquerristas practicaron la xenofobia y el racismo contra los emigrantes españoles, calificándoles de “forasteros” en “nuestra casa”, “enjambres”, “plagas virulentas”, “indignos” y “mendigos”. Y propugnaron y llevaron a cabo políticas antiinmigratorias. Más conocido es el racismo antiespañol de Sabino Arana y sus acólitos del PNV. En algunos de sus escritos, Manuel Azaña lo consideraba un “partido de extrema derecha”. Tanto él como Juan Negrín acusarían a los nacionalistas catalanes y vascos de deslealtad a la República durante la guerra civil. Ni los catalanistas ni los peneuvistas han abandonado los fundamentos étnicos de su ideario. Ahí están los escritos de Jordi Pujol contrarios a la emigración de castellanos y andaluces. O las invocaciones de Xavier Arzallus al RH Negativo de los vascos. Más espinoso es el tema de ETA. No obstante, desde que Pedro Sánchez accedió al gobierno, en alianza con una caterva de representantes de la looney left española y el conjunto de los secesionistas vascos y catalanes, se ha puesto en marcha, como ha señalado lúcidamente Victor Lenore, lo que podríamos denominar la ETA político-cultural. Uno de sus adalides es Oscar Matute, portavoz de Euskal Herria Bildu en el Parlamento; y, como Gabriel Rufián, muy bien tratado por los medios de comunicación de la looney left autóctona.
Matute se ha valido de los planteamientos antifas para vender –de matute, nunca mejor dicho- su averiada mercancía de legitimación histórica de la violencia etarra. Como Bray y toda su caterva de acólitos, Matute afirma que el antifascismo es sinónimo de democracia; lo cual, como ya hemos señalado, es históricamente falso. Y lo dice un defensor de las hordas borrokas. Da asco esta distorsión brutal de la realidad histórica. Sus referencias a Guernica o al antifascismo del PNV pasa por alto la ideología profundamente reaccionaria del nacionalismo vasco –¿ha leído Matute no ya a Sabino Arana, sino a José de Ariztimuño (“Aitzol”)–, el pacto de los peneuvistas con los fascistas italianos en Santoña o sus contactos con los nacional-socialistas tras el final de la guerra civil. Por su parte, la izquierda radical y antifascista, representada por Podemos, ha seguido la lógica de la ETA político-cultural; y nunca ha recatado su admiración por la organización terrorista vasca y sus herederos. Por eso, resulta muy significativo el contenido de la obra de Nicolás Buckley, Del sacrificio a la derrota, publicada por Siglo XXI yprologada por un catedrático de la Universidad Carlos III, en cuyas páginas ETA aparece como una organización antifascista y antineoliberal. Y es que, según este autor, la Constitución del 78 posee elementos fascistas por su proclamación de la unidad nacional española. Sin comentarios. Quizás exagere, pero conjeturo que pronto veremos a los terroristas de ETA como héroes oficiales del antifascismo. Bastará con que Bildu logre conquistar el gobierno en el País Vasco.
Y es que, como señaló el filósofo alemán Peter Sloterdijk, en su libro Ira y tiempo, este antifascismo tiene como objetivo no confesado “la salvación de comunistas y revolucionarios”, “borrar las huellas que delatan qué cerca se había estado del genocidio de clase”. A partir de estos supuestos, toda crítica al comunismo suponía una apología del fascismo identificado con las derechas. Quizás por ello, podemos definir, siguiendo a Samuel Johnson, esta modalidad de antifascismo, por sus silencios, su apología de la violencia y su visión sectaria y sesgada de la historia, como “el último refugio de los sinvergüenzas”. Y es que si alguien merece el apelativo de looney left es nuestra izquierda. Se trata de una izquierda indigente desde el punto de vista de la creación filosófica y cultural, cuyo único motor parece ser el resentimiento, la envidia, la voluntad de poder y el nihilismo más radical. En ese sentido, como diría Vilfredo Pareto, el antifascismo de que hace gala no es más que una “derivación” de esas pulsiones destructivas y sanguinarias. Ese es su peligro y esa es su tragedia.
Las
otras pifias del Cervantes de Montero
Rafael del
Moral. Vozpópuli.
2 Noviembre 2025
El informe anual del Instituto Cervantes, que preside un García Montero envuelto en la polémica con la Real Academia, analiza con detalle la configuración de la comunidad de hablantes potenciales de español. Es posible identificarlos prácticamente en todo el mundo, si bien con diferentes perfiles y en muy distinta proporción. Señala tres tipos de hablantes: los nativos, que alcanzan los 520 millones; los usuarios de competencia limitada, unos 92 millones, y los aprendices, 24,5 millones. Unos 635 millones de personas son usuarios potenciales de español en el mundo. Pongamos el caso de México, primer país en hispanohablantes con 138 millones de nativos, más unos 8 millones de hablantes de competencia limitada. ¿Quiénes son? ¿Extranjeros instalados en el país? ¿Hablante nativos de náhuatl o yucateco que no hablan bien español? ¿O que hablan bien, pero con acento extranjero? Se entiende por competencia limitada a mexicanos que entienden el español en contextos cotidianos, pero tienen dificultades con estructuras complejas, vocabulario abstracto o registros formales y cometen errores frecuentes en gramática, pronunciación o uso de vocabulario. Conozco a nativos que hablan así, distanciados de la norma académica, y no pasa nada. La categoría es, cuando menos, confusa.
La transmisión generacional
También parece inadecuada la categoría de aprendices. Es verdad que si los llamáramos estudiantes pondríamos el acento en las instituciones, en la enseñanza reglada, en la escuela y la universidad, mientras que con el término 'aprendices' incidimos en el proceso de adquisición, que es una actividad más amplia y dinámica. Pero el Diccionario de la RAE, aunque también llama aprendiz a quien aprende algo, el sentido más general es el de quien aprende algún arte u oficio, que es como lo entendemos casi todos, y no a quien estudia una lengua. Suelen la voz aprendiz formar locuciones nominales o expresar el tipo de aprendizaje: aprendiz de carpintero, aprendiz de mecánico, aprendiz de escritor, aprendiz de mago, o figuradamente, aprendiz de brujo. Y en frases como: El maestro enseña al aprendiz, el taller contrata a un aprendiz, lo eligieron como aprendiz de panadero. Nunca hemos oído decir ‘Es un aprendiz de inglés’. Las lenguas se aprenden mejor por necesidad que mediante el estudio formal; se asientan con el uso diario. Lo que tradicionalmente se aprendía como oficio eran los trabajos manuales. Pero claro, el director del Cervantes no se lleva bien con el de la RAE, como si le reprochara al académico no desempeñar bien sus funciones. Bueno sería que, junto a la cifra de estudiantes, se acompañara de la de profesores de español, que pueden ser también los que lo enseñan como lengua propia en países hispanohablantes, es decir, profesores de gramática, de retórica, de literatura... En una estimación aproximada y con muchas reservas, pues no existen datos, podríamos aventurar que ascienden a varios cientos de miles, o quizá más de un millón.
Mucho más claro sería, según entiendo, distinguir a quienes, siendo hablantes nativos de otra lengua, utilizan a diario el español como si fuera propia. Sirvan de ejemplo los hablantes nativos de euskera o catalán, de náhuatl, quechua o guaraní que hablan con la misma habilidad castellano y lo utilizan a diario. Dada esa alta capacidad en dos lenguas, le reservamos la denominación de ambilingües para distinguirlos de los que, conociendo la lengua, no necesitan utilizarla a diario, que en este caso serían los que el Anuario llama de competencia limitada. Término que, por otra parte, puede resultar ofensivo. Reservar para ellos la denominación de competencia bilingüe, porque su lengua principal es otra, podría ser más adecuado. A muchos estudiosos de las lenguas nos gusta más conocer, desde una perspectiva práctica, el patrimonio de los hablantes. Cuántos son los hispanófonos monolingües, es decir, los que desarrollan su vida diaria solo con su lengua nativa, el español. El dato apoyaría a las lenguas porque el monolingüismo es la mejor garantía de supervivencia, pues garantiza la transmisión generacional. En ese grupo entrarían todos los hispanófonos que no tienen como idioma materno al catalán, vasco, náhuatl, quechua o guaraní, entre otras muchas lenguas que carecen de hablantes monolingües o son gran minoría.
Nos interesaría saber también cuántos son los hispanófonos ambilingües, es decir, aquellos que hablan español y deben usarlo a diario, pero tienen otra lengua materna que, además de las citadas, puede ser cualquier otra: inglés, francés, chino, bengalí... Y en tercer lugar, los estudiantes de español, es decir, exclusivamente los que siguen una enseñanza en instituciones públicas, privadas o cursos en línea.
El español nativo retrocede
Un cambio con respecto al Anuario anterior es que los hispanohablantes nativos han pasado de la segunda a la tercera posición, superada por el hindi. En la primera, sigue, con dominio absoluto, el chino mandarín. Cierto, pero si el anuario tiene 574 páginas, bien podía en alguna de ellas arrojar luz sobre otras diferencias entre estas dos primeras y el español. En cuanto al chino mandarín, el Anuario no ofrece una referencia clara —aunque sí implícita— sobre su dimensión internacional en comparación con el español. El chino, no viaja, el español, en cambio, se habla en todo el mundo. Uno de cada diez hablantes nativos reside en países no hispanohablantes, dato que demuestra su dispersión. Los hablantes potenciales de español fuera de los países hispánicos superan los 120 millones, y la Unión Europea en su conjunto es lugar de residencia para más de 45 millones de hispanohablantes, al margen de los otros cuarenta y tantos residentes en España. Y otro dato significativo es el porcentaje total de crecimiento de los estudiantes de lengua española, que alcanza el 36 % desde 2012. El español gana espacios como lengua extranjera elegida para su estudio y está cada vez más presente en los proyectos educativos y está cada vez más presente en los proyectos educativos y en la vida cultural y social de numerosos países. Otro dato sumamente interesante es que el español ocupa el segundo lugar mundial en porcentaje de páginas web, aunque a gran distancia del número uno, el inglés. El hindi, heredero del sánscrito —lengua que tanto ha aportado a la cultura—, experimenta hoy un proceso de fragmentación que conviene señalar. Ha iniciado un proceso de diversificación dialectal que, con el tiempo, podría dar lugar a nuevas lenguas, aunque aún le quedan muchos años, tal vez siglos de vida fragmentado en variedades. De hecho, ya no es un idioma definido, sino un grupo de dialectos, todos ellos de la misma familia, pero no siempre intercomprensibles.
Categorías que degradan
Cuando en el pasado Congreso de la Lengua Española de Salamanca le pregunté a una profesora de español de Nueva Deli por su lengua nativa, ella no me dijo el hindi, como cabría esperar, sino el khadiboli, que es la variedad dialectal unificada que se enseña en las escuelas, una especie de hindi-batúa que no coincide con los dialectos, cada uno de ellos con sus propias características culturales y literarias: braj-bhasha, awadhi, haryanvi, bhojpuri, marwari, bundeli, bagheli... El Anuario del Instituto Cervantes, en definitiva, ofrece una radiografía cuantitativa del español en el mundo, pero deja sin precisar aspectos esenciales sobre su vitalidad y estructura sociolingüística. El idioma no solo se mide por el número de hablantes, sino también por la diversidad y calidad de sus usos. Urge definir con mayor rigor categorías que no degraden ni confundan a los hablantes. La fortaleza del español reside en su extensión, en su unidad dentro de la variedad y en su capacidad para adaptarse sin perder identidad. Conviene, pues, observar el mapa lingüístico con mirada más crítica y menos complaciente. Solo así comprenderemos la verdadera dimensión de nuestra lengua común.
Cataluña
Por
primera vez una sentencia considera a los castellanohablantes objeto
de "discriminación y acoso" en Cataluña
La
sentencia asegura que hubo un ánimo "discriminatorio"
hacia la familia de Canet que pidió que sus hijos aprendieran
castellano en la escuela
Manu Torralba. Vozpópuli.
2 Noviembre 2025
La familia de Canet (Barcelona) que solo pedía que su hijo pudiese estudiar en las dos lenguas cooficiales de su comunidad autónoma pasará a la historia por ser la primera que consigue una sentencia en la que se reconoce que los castellanoparlantes pueden ser un grupo vulnerable en Cataluña, objeto de discriminación y odio.
Según la misma, el acusado difundió en redes sociales "diversos mensajes que incitaban al acoso, la hostilidad, la discriminación y la persecución" de una familia perteneciente a un grupo determinado —los castellanoparlantes—, en cuanto a personas que pretendían el aprendizaje de la lengua de España dentro del sistema educativo de Cataluña, siendo precisamente atacados por razón de dicha pertenencia.
"En efecto, el acusado no se limitó a expresar una opinión acerca de su preferencia por el uso del catalán ni a criticar la aplicación del porcentaje del 25% de enseñanza en castellano en las aulas", reza la sentencia del juez, "sino que incitó públicamente al odio, a la violencia y a la discriminación contra personas por utilizar el castellano y ser españolas", asegura.
Esta sentencia que asegura que el acusado instó a que los castellanohablantes fuesen "hostigados o marginados de forma concreta y con un ánimo inequívocamente discriminatorio" implica la consideración de estos como un grupo vulnerable en Cataluña por ser objeto de discriminación y odio por su sentimiento hacia España y hablar español.
"Sólo queremos que nuestro hijo estudie en las dos lenguas", explica el portavoz de la familia, que pertenece a la organización cívica Asamblea por una Escuela Bilingüe de Cataluña (AEB). El acoso a esta familia comenzó tras conocerse que la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia (TSJC) decretase cautelarmente que el menor debía recibir junto a sus compañeros de clase un total de 6,5 horas semanales de castellano. La medida no fue bien recibida por sindicatos, estudiantes y organizaciones afines al independentismo catalán. De hecho, el viernes, unas 350 personas se manifestaron en el municipio para protestar contra esa cuota del 25% del castellano en las aulas.
El acoso a la familia durante la tarde del viernes fue a más. Según denunció la Asociación Hablamos Español, se han llegado a difundir los nombres de quienes podrían ser los padres del chico, así como datos que "facilitarían su localización". Unos hechos que, según esta entidad, pueden ser constitutivos de un delito de acoso contemplado en el artículo 172 del Código Penal.
Las familias de la escuela Turó del Drac de Canet de Mar (Barcelona) contrarias a que el centro imparta el 25% de las materias en lengua castellana, como ha acordado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), han negado "cualquier tipo de acoso" y han asegurado: "No tenemos interés en saber quién ha sido la familia denunciante".
El
oscuro secreto que esconde el catalanismo
El filólogo
suizo Meyer-Lübke reconoció por primera vez en 1925 la lengua
catalana como idioma independiente y no como un simple dialecto del
occitano
Mateo Cañellas. Palma. el debate.
2 Noviembre 2025
No ha de resultar extraño que el catalanismo no quiera celebrar el centenario del nacimiento de la lengua catalana, ya que se trataría del primero y no del duodécimo o undécimo, tal como se desprende de la web de la Generalidad catalana: «La lengua catalana es una lengua románica (…) nacida entre los siglos VIII y X».
Lo cierto es que la lengua catalana como tal nació hace cien años, en 1925, cuando el romanista suizo Werner Meyer-Lübke en su obra El catalán dejó de considerarla un dialecto de la lengua de oc (también conocida durante siglos como occitano o incluso con los nombres de sus dialectos lemosín y provenzal).
Hasta ese año 1925 los filólogos y lingüistas consideraban el catalán como un dialecto del provenzal. Así lo mantenía el filólogo alemán Friedrich Christian Diez en su Gramática de las lenguas románicas de 1844. Fue durante la Renaixença catalana, movimiento romanticista que reivindicaba un pasado glorioso y antiquísimo de la nación catalana, que se inició la construcción de la milenaria Cataluña, con una historia, lengua y cultura que incluía los antiguos reinos de Mallorca y de Valencia.
Necesitaban su justificación histórica, fabricar unos símbolos milenarios y también una lengua milenaria, que incluía la apropiación de autores mallorquines (Ramon Llull) y valencianos (Joanot Martorell y Ausiás March) para engordar y dar dimensión a la fabricada antigua cultura catalana.
El Renacimiento catalán se había iniciado en 1833 con la Oda a la patria del poeta barcelonés Buenaventura Carlos Aribau. Pero comenzó con la añoranza a su lengua lemosina, no catalana: «en lemosín sonó mi primer aliento». Ahí saltó el gran problema, la ecuación romanticista LENGUA = NACIÓN daba como resultado político la nación lemosina y no la nación catalana. Se había comenzado con la reescritura de la historia y la creación de los símbolos patrios, pero hacía falta el existir de la milenaria lengua catalana.
Lenga limozina
Pero la realidad histórica es muy cabezota. En el siglo XII la lengua de oc llegaba hasta el río Ebro, extendiéndose con las conquistas de Jaime I de Aragón hasta Mallorca y Valencia un siglo más tarde. Se trataba de la Gran Provenza cultural y política donde se hablaba la lengua lemosina, aquella que exaltaba el trovador catalán Ramón Vidal de Besalú: «per totas las terras de nostre lengage son de major autoritat li cantar de la lenga limozina».
La influencia, dominio y prestigio de la Casa de Aragón en Gotia (donde muchos condes rendían vasallaje a Aragón) y Provenza había culminado con la unión de Provenza y Aragón en la persona del rey Alfonso II en 1166. Esa evidente unidad cultural, política y lingüística entre Provenza y Aragón no pasaba desapercibida.
En un documento expedido en Pisa en 1169 a favor de mercaderes de Montpellier, las tierras provenzales se consignaban desde Marsella a Barcelona (“provincialum partes a Marsilia usque Barcinonam»); y a finales del siglo XIII el rey Jaime II de Aragón consideraba a sus súbditos catalanes como «hominibus lingua de hoc». No podía ser de otra manera ya que tal como atestiguan las crónicas cristianas, en Cataluña se usaba la partícula afirmativa «hoc» («¿Eres tu ab lo Comanador? E ell dix: Senyor, oc»).
El mallorquín Ramon Llull utilizó la lengua de Mallorca, fruto de la fusión de la lengua de oc y del mozárabe, para la literatura y la filosofía. De ahí que los personajes de «Blanquerna» usaran la partícula «hoc» («¿Has riquea? Respòs que hoc, amor»); además de indicar que el nombre de su lengua de oc no era otro que el de «romanç» («libre qui fos en romanç»). Lo cierto es que Ramon Llull, en su testamento de 1313, destinó ciento cuarenta libras para que se copiasen sus diez obras más recientes «in romancio et latino».
No fue hasta el siglo XIV que se le fue añadiendo a la lengua el nombre del territorio para poder distinguirlas. Había pasado un siglo desde la pérdida de la influencia aragonesa en Occitania a raíz de la derrota de Pedro de Aragón en Muret en 1213 ante Francia. Con la incorporación de Provenza y Gotia a Francia se reconoció la especificidad de ese territorio como «partes linguae occitanae». La lengua de oc quedaba fragmentada por la realidad política del momento, cada reino y cada territorio dio su nombre a los distintos dialectos: occitano, lemosín, provenzal, catalán (1303, «romans catalanesch»), valenciano (1335, «lingua valentina») o mallorquín (1341, «loquitur ad modum maioricencem»).
Tergiversar la historia
La lengua siguió su propio camino en cada territorio, consolidándose su denominación local (1450, Ferran Valentí: «en vulgar materno e malorquí»; 1490, Joanot Martorell: «en vulgar valenciana»). Pero hacía falta una denominación genérica para toda ellas. No fue hasta 1521 que el catalán Juan Bonllaví recuperó la secular denominación de «llenga limozina». A partir de entonces se mantuvo la denominación genérica de lengua lemosina (1737; Gregorio Mayans y Siscar. «los dialectos de la Lengua Lemosina son la Catalana, Valenciana y Mallorquina»; 1835; Juan José Amengual, «Gramática de la lengua mallorquina»: «data en estas islas el idioma lemosín»).
Con las bases sentadas por el romanista suizo el camino para la creación de la lengua catalana había quedado allanado. Solo hacía falta fagocitar a las seculares lenguas mallorquina y valenciana, que en 1926 compartían sillas en la Real Academia junto a las otras lenguas españolas distintas de la castellana. A pesar del reconocimiento de la Real Academia, en 1934, el ingeniero lingüístico Pompeyo Fabra con su manifiesto catalanista y antioccitanista («Desviaciones en los conceptos de la lengua y de la patria») fijó las bases del catalanismo lingüístico y político: «Nuestra patria (…) es el territorio donde se habla la lengua catalana (…): Principado, Valencia, Baleares y el Rosellón».
Después de tantos años de reescribir y tergiversar la historia para construir la milenaria Cataluña y de fabricar una milenaria cultura catalana apropiándose de autores mallorquines y valencianos, al catalanismo no le ha quedado otra que mantener oculta la celebración del primer centenario del nacimiento de la lengua catalana.
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