Recortes de Prensa  Domingo 5 Junio 2022

Una contienda que ningún bando ganará

Editorial La Razón. 5 Junio 2022


El 24 de febrero Vladimir Putin ordenó a sus tropas la invasión de Ucrania. No estaba dispuesto a que en el área de influencia y hegemonía histórica rusa se consolidara un potencial miembro de la OTAN y de la UE. Ha sido el relato oficial del Kremlin, que, aunque pueda tener dosis de veracidad, no debe ocultar la pulsión expansionista del autócrata demostrada con Crimea y en varias exrepúblicas soviéticas. Putin pudo elegir la diplomacia y la negociación para sortear la barbarie, pero se decantó por una pendencia ejemplarizante a sangre y fuego como aldabonazo a las cancillerías sobre el grado de su determinación.


Cien días después del ataque, es obvio que la primera parte de la invasión resultó un fracaso, mal ejecutada, deficiente en operatividad y logística e insuficientemente calculada, sobre todo en cuanto a la voluntad de los ucranianos para resistir y a la disposición de las democracias en socorrer a Kiev y hostigar a Moscú. El replanteamiento de la operación, con la retirada de algunos frentes y la reorganización de las unidades rusas, han sido pruebas de hasta qué punto Putin y sus mandos fallaron en esos primeros compases, en los que el saldo de pérdidas humanas fue brutal para Rusia por más que la propaganda lo enmascarara.

Pero, ¿quiere esto decir que estamos ante la inevitable derrota de Putin y el triunfo de Zelenski y Occidente? Sin duda, no. Es verdad que la región del Donbás, donde se libran los combates, no es toda Ucrania, pero también lo es que Kiev ha reconocido que el 20% del país, como poco, está en manos de Putin. El escenario aboca al mundo a un desenlace a medio largo plazo con costosísimas pérdidas humanas y mayúsculos estragos materiales.


La catástrofe medida en vidas supone un fracaso de la civilización, envilecido por los crímenes de guerra rusos que se han sucedido y por los que somos escépticos sobre la posibilidad de que se responda en un tribunal internacional. Tras las decenas de miles de muertos, quedan las familias destrozadas en ambos bandos, los millones de desplazados y la miseria incontenible, con cifras escalofriantes para Kiev, amén de los daños colaterales para el mundo. Ucrania se ha dejado el 35% de su PIB, con pérdidas directas que superan los 600.000 millones de dólares.

Para la economía global, las tensiones energéticas provocadas por la espiral alcista del petróleo han agudizado la crisis de precios que ya había explotado. El porvenir apunta desalentador. A pesar de las más de 5.000 medidas de sanción contra Moscú, los 300.000 millones de dólares de oro y reservas de divisas congeladas y las mil empresas que han dejado el país, Putin sigue firme y sin aparente contestación interna. Es un hecho que cuenta con poderosos aliados. No hay ganadores a la vista. Ni parece probable que los haya. El riesgo de que la guerra se enquiste crece, tanto como de que la economía colapse. En esta encrucijada, las potencias estarán tentadas de abrazar una política de hechos consumados, de contención de daños, de real politik. Se convalidaría la violación del derecho internacional y el atropello a la soberanía de un país. Resultaría la peor de las derrotas. Refrendaría el poder de la fuerza como razón y certificaría un futuro de paz impostado.


Bandos y genocidas

Nota del Editor. 5 Junio 2022


Bando de genocidas es Putin y sus compinches. Los ucranianos están defendiendo su libertad y la libertad que aún queda en algunas partes del mundo.


No vamos a regalar Ucrania”

Más del 80% de los ucranianos rechaza ceder terreno a Rusia para poner fin al conflicto. “No podemos abandonar a nuestra gente en los territorios ocupados del Este”

ROSTYSLAV AVERCHUK. LEÓPOLIS. la razon. 5 Junio 2022


El primer día después de que Rusia invadiera Ucrania, Yuriy, un banquero de Leópolis, recibió una llamada del centro de reclutamiento militar y tomó las armas. Su opinión más de 100 días después de la agresión rusa es inequívoca: “No podemos ceder ningún territorio. Para Rusia, no se trata de nuestra membresía en la OTAN o de que Rusia quiera obtener algunas partes de Ucrania. En la visión de Putin, simplemente no hay lugar para una Ucrania independiente”.


Yuriy responde así al debate abierto tras las declaraciones del ex secretario de Estado de EE UU, Henry Kissinger, en Davos sugiriendo que Ucrania debería ceder más terreno a Rusia para poner fin a la guerra. Yuriy no es el único ucraniano que se mantiene firme. Alexandra, madre de tres hijos que huyó a Italia, está de acuerdo con él. “En 2014, Ucrania prácticamente aceptó la pérdida de Crimea y partes de Donbás a cambio de la paz. Aún así, Rusia nos invadió. ¿Cómo explicaría eso Kissinger?”. Su esposo y el hijo mayor no pueden salir del país ya que están sujetos al servicio militar bajo la ley marcial. Alexandra se desespera ante la posibilidad de hacer concesiones a “estos caníbales”.


“No se puede hablar de ceder territorio. Si lo hacemos, ¿entonces por qué todos los héroes dieron sus vidas? Se ha derramado ya mucha sangre. Ucrania está pagando un alto precio por su libertad. Todo se decidirá en el campo de batalla. Es todo o nada”. Recuerda las palabras del primer ministro británico, Boris Johnson, “negociar con Rusia es como tratar con un cocodrilo mientras te muerde la pierna”. Aunque escéptico, el equipo de negociación de Ucrania intentó llegar a un compromiso con Rusia en el primer mes de la invasión. Sin embargo, el descubrimiento de torturas masivas, saqueos y ejecuciones de civiles por parte del Ejército ruso ha congelado el proceso de negociación.


Según una encuesta telefónica reciente realizada por el Instituto Internacional de Sociología de Kyiv, el 82 % de los ucranianos comparte la opinión de que no se pueden hacer concesiones territoriales para lograr la paz con Rusia, incluso si esto prolonga la guerra y pone en riesgo la independencia del país. Solo el 10% piensa que Ucrania puede ceder algún territorio, mientras que el 8% no tiene una visión clara. La opinión es bastante uniforme en toda Ucrania, incluidos los territorios controlados por Rusia.


El sacrificio realizado por los soldados ucranianos es un tema común entre las conversaciones de los ucranianos en las redes sociales . “La generación ucraniana actual está haciendo un sacrificio para que las siguientes puedan finalmente vivir libremente”, sin experimentar la amenaza rusa. Pero añade que cualquier decisión también debe basarse en sí Ucrania tiene suficientes fuerzas y equipo militar para combatir. Olena, cuyo hermano combate actualmente en el Este, recuerda que no solo importan los territorios, sino también las personas que viven allí.


“No podemos dejar a nuestra gente en los territorios ocupados. Están resistiendo a los ocupantes en condiciones muy difíciles”. Artem, cuyos padres y abuelos viven en la región agrícola de Jerson ocupada por los rusos, está de acuerdo. “Los rusos están creando una situación desesperada allí para obligar a los lugareños a cooperar. Están saqueando almacenes, farmacias y comercios. Están robando granos y semillas para que la gente no pueda empezar la temporada agrícola. Los chechenos, “Kadyrovtsy”, conducen los jeeps que les quitaron a los lugareños. La gente es golpeada por haber servido en el Ejército o por expresar simpatía hacia Ucrania. Los jóvenes simplemente desaparecen de las calles. Algunos de ellos han sido enviados al frente bajo la amenaza de ser fusilados”. Natalia Gumeniuk, periodista ucraniana, confirma después de hablar con la gente de las aldeas liberadas en Jerson, donde los hombres locales fueron torturados y asesinados por los rusos: “Parece más a Bucha o Irpin que a Crimea hace ocho años. No hay nada peor que la ocupación rusa. Incluso los bombardeos no son tan devastadores».


Olena expresa un sentir colectivo: “Rusia solo entiende la fuerza. No se adhiere a acuerdos con nosotros o con Occidente. No podemos confiar en ellos en lo más mínimo. Sus bombardeos de objetivos civiles y el uso de armas prohibidas es una prueba”. Las agresiones a Georgia en 2008 y Ucrania en 2014 ocurrieron a pesar de los intentos de apaciguamiento e integración por parte de Occidente.


Para Olena, la conclusión es muy clara: “Mientras se nos ayude económicamente y recibamos armas, tenemos que seguir luchando porque Putin conquistará toda Ucrania si se lo permite. Nuestra guerra con Rusia durará mientras exista Rusia. Sus líderes simplemente reflejan lo que quiere su gente. Idealmente, por lo tanto, Rusia tendría que debilitarse tanto que no podría atacar a nadie, incluso si quisiera. Y es que siempre quieren atacar”. Las cosas se ponen un poco más difíciles cuando se trata de Crimea y las pseudo-repúblicas controladas por Rusia en parte de Donbás. Antes de la invasión, Ucrania no tenía planes de reconquistarlos ya que Zelenski fue elegido por su promesa de lograr la paz con Rusia y terminar la guerra que Rusia inició en 2014.


Pero tanto Ucrania, como el derecho internacional y las Naciones Unidas, los consideran territorio ucraniano. Ahora muchos afirman que estos territorios eventualmente tendrán que ser reconquistados. Olexiy, que pasó casi un mes en un sótano abarrotado bajo las bombas rusas en Mariupol, en la región de Donetsk, es inflexible: “Sí, necesitamos paz. Pero, ¿por qué debemos regalar parte de nuestro país? ¿Y después que? ¿Deberíamos a lo mejor ceder también nuestras esposas, nuestros hijos, nuestros riñones? ¿Quizás también deberíamos ceder París, Berlín o Varsovia?”, se pregunta. “¿A cambio de la paz?”.


Por ahora, Volodimir Zelenski indica que habrá que encontrar una solución diplomática para Crimea y parte de Donbás una vez que se liberen todos los demás territorios ocupados. Olena está de acuerdo: “En general, estoy en contra de las medidas violentas. Si la gente de esos territorios está bien con lo que tiene, me opondría a atacarlos como lo hizo Rusia con nosotros”. En cualquier caso, aún quedan cuestiones sobre el trato violento de la oposición proucraniana en estos territorios, así como la persecución de los tártaros de Crimea, y la movilización forzada de civiles en las pseudo repúblicas en Donbás.


Kateryna Kruk, experta en políticas públicas, resume en su cuenta de Twitter: “La única forma de salvar vidas es ganar esta guerra. Todos vimos lo que pasó en Bucha. Mientras los expertos advierten que Rusia está cometiendo genocidio en Ucrania, ceder territorios significaría permitir que estos crímenes continúen”.


Bye, bye, OTAN

RAFAEL BARDAJÍ. https://gaceta.es/. 5 Junio 2022


Para toda la comunidad estratégica occidental, esa que sigue apegada a las imágenes y conceptos de la Guerra Fría, la invasión rusa de Ucrania ha traído buenas nuevas para la OTAN, una organización defensiva que languidecía por la dejadez de sus miembros, el desinterés de su miembro principal, los Estados Unidos, así como por el asalto de los infatigables defensores de una autonomía europea en materia de seguridad y defensa (esencialmente los franceses y los socialistas españoles).


La prueba de ese chute de ilusión estratégica fue la petición de acceso a la Alianza por parte de dos países en su naturaleza occidentales, pero hasta ahora neutrales por su idiosincrasia estratégica: Suecia y Finlandia. Pero, ¿por qué esta nueva ola de ampliación de la OTAN es más importante que las anteriores? Recordemos que la Alianza se abrió a los centroeuropeos con la adhesión de Polonia, Hungría y la entonces Checoslovaquia en 1999; siguió en 2004 con los tres países bálticos y se aceptó a Eslovenia, Eslovaquia, Bulgaria y Rumanía; en 2009, Albania y Croacia; y, finalmente, en 2017 y 2020, a Montenegro y a Macedonia respectivamente.


La diferencia esencial entre todas esas adhesiones y las de ahora, se dice, es que las anteriores en realidad lo que perseguían era una normalización institucional. Llegaban a la OTAN no motivados por una sensación de amenaza de la que defenderse colectivamente, sino como un paso más hacia su objetivo último, el acceso a la Unión Europea, mucho más relevante para su desarrollo económico. Ahora, por contra, estos dos países nórdicos cambian de postura y llegan a la OTAN por una razón estratégica clave. Se sienten amenazados por Rusia y creen que dentro de la organización sus intereses defensivos estarán mejor protegidos que fuera de ella.


Lo que no dicen los defensores a ultranza de una organización a la que consideraban obsoleta personajes tan dispares como Trump y Macron es que si Suecia y Finlandia entran en la Alianza es porque confían más en las garantías militares de América que la que sus socios europeos podrían brindarles. De hecho, no piden que la UE se dote de un ejército al que contribuir. En realidad, entran por el espejismo levantado por los errores de Joe Biden respecto a Ucrania, pues con su agresiva retórica en apoyo de Kiev, la ayuda militar, y las críticas abiertas a Putin, les han llevado a creer que Estados Unidos vuelve a poner su foco en Europa. Pero se equivocan. Ucrania es una distracción pasajera y el Oriente lejano (China y parte del Pacífico) seguirá determinando la orientación defensiva norteamericana. En un par de años Suecia y Finlandia sabrán del coste de estar en la OTAN y el poco valor que sacarán de la organización.


Salvo —y es un salvo nada desdeñable— que logren reorientar a toda la OTAN hacia el norte, las fronteras con Rusia y, sobre todo, el mar Ártico, su zona de preocupación estratégica. Y no es imposible que lo consigan dado que la OTAN ha dado sobradas muestras de que fue creada para combatir una posible expansión soviética y que sólo es capaz de movilizarse adecuadamente frente a Rusia. Cualquier otro experimento que ha intentado, desde Afganistán a Libia, pasando por Irak, ha sido un patético fracaso.


A finales de este mes de junio, la OTAN celebrará una de sus rimbombantes cumbres al más alto nivel. Estoy seguro de que nuestro flamante presidente no perderá ocasión de publicitarse en todos los medios, le reciba o no quien de verdad manda, Biden. A Sánchez sólo le interesa su propia imagen y poco le importa que se pueda consagrar en Madrid el giro estratégico aliado que prime el norte en detrimento del sur, donde nosotros estamos y nos jugamos el futuro.


Es verdad que, por primera vez desde el final de la Guerra Fría, esta nueva ampliación será de países que pueden aportar más capacidades militares frente a las anteriores donde la OTAN aceptaba a consumidores netos de seguridad. Pero justo por eso veremos cómo se llevan paulatinamente el gato a sus aguas. Al final, los españoles acabaremos pagando parte de la factura de su defensa, como ya hacemos con los bálticos. Al tiempo. Es lo que cuesta la foto de la cumbre y la sonrisa de Sánchez.


Si Vox no existiese, habría que inventarlo
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS. libertad digital. 5 Junio 2022


Viendo el viernes el mitin de Abascal y Macarena Olona, rodeados por decenas de miles de sevillanos en el mismo banco en el que hace sólo siete años no eran capaces de reunir más que a los figurantes que traían, era difícil contener un sentimiento de emoción nacional y gratitud política. No hay en la vida pública española, en estos cuarenta años de democracia, un movimiento de tal magnitud promovido por tan poca gente y que en tan breve tiempo haya conseguido semejante eco. Y tampoco ninguno de los llamamientos intelectuales a la Nación en época de crisis -Joaquín Costa, La Liga de Educación Política, el Partido Reformista, la Agrupación para la Defensa de la República- pudo asentarse como partido político, con amplia representación parlamentaria y llegando a ser ya el tercero en el voto popular.


Es una lástima que los historiadores que al principio acompañaron a Vox se hayan visto apartados del trajín diario y mediático del partido, porque es imperioso y urgente levantar acta de todo lo que ha hecho Vox hasta ahora y de su significado. Nadie puede saber en qué desembocará la aventura de Abascal, Kike, Iván, Rocío y aquel pequeño grupo que en torno a DENAES conocí, hace una década, compartiendo la desazón por el futuro de España. No eran los únicos, dentro y fuera de los partidos políticos, tampoco de una sola generación, región o ideología. Sólo España los unía. Y sólo ese afán de luchar, al principio a manotazos, para impedir el triunfo de los enemigos de la nación y la libertad los llevó a fundar lo que al principio no pasó de unas siglas, y luego de un partido que no consiguió un escaño europeo y pareció hundirse en el océano de los buenos sentimientos mal gestionados.


Un Movimiento Nacional

Sin embargo, la necesidad vino en auxilio de un partido del que, tras el fiasco electoral de Vidal Quadras y denuncias internas de malversación de fondos, se había apoderado un segundo grupo, más joven, cuyo líder era Abascal, pero que mantenía en la presidencia al gran símbolo, Ortega Lara. El golpe de Estado en Cataluña y la pavorosa incomparecencia del PP para impedirlo o para reprimirlo provocó un verdadero seísmo en el electorado de derechas que se orientó primero hacia Ciudadanos, y que, poco a poco, empezó a volver sus ojos a Vox. Nunca se sabrá el momento exacto en el que se empezó a verlos como un partido votable y no sólo como un grupo antiprogre y antiseparatista que simpatizaba con Orban, Trump o Le Pen.


Yo creo que Vox se convirtió en Movimiento Nacional, como supo interpretar Abascal, cuando millones de españoles dejaron de fijarse en los partidos y gobiernos europeos a los que decían parecerse y los empezó a ver sólo como españoles desorientados e indignados, igual que ellos. De la levadura primera se pasó a la masa, pero no era la misma masa, de ahí que su base creciera tan rápido, más allá de toda previsión, y se fuera sumando todo tipo de gente agraviada y sin representación política, presente o futura. La negativa del PP y Ciudadanos a luchar, bien al contrario, contra leyes como las de Violencia de Género y Memoria Histórica, convenció en muy poco tiempo a millones de votantes del PP de que "sólo nos queda Vox".


Hay, como en la primera época de Vox, grupos de tipo religioso o anti-globalista que quieren que el partido se identifique con ellos, no que ellos aporten al partido su punto de vista, como uno más, pero no el único. Se nota por su perfil excluyente, su agresividad en las redes y su búsqueda de una pureza ideológica sin precisar que en realidad es afán de monopolio. Paradójicamente, a Vox le están salvando de esas tensiones periféricas los procesos electorales. Cada vez que se vota, Abascal se muestra como el portavoz del "sentido común" para una situación de "extrema necesidad". Ahí es donde aparece Vox como el partido de la gente corriente, insultada en los medios, traicionada por la izquierda y harta de la medrosidad del PP.


Atacar la dictadura cultural de la Izquierda

En estas sus segundas elecciones andaluzas, conviene recordar las primeras, que arrebataron a la Izquierda la Junta de Andalucía por primera vez en casi cuarenta años. Como decía recientemente José María Marco, uno de esos intelectuales que apoyaron a Vox y que el partido ha olvidado, la Junta PP-Ciudadanos ha hecho una gestión económica más que notable, pero ha dejado intactas las estructuras de dominación ideológica de la izquierda, desde la educación a la cultura y todas las leyes izquierdistas.


Vox hizo entonces lo que debía: apoyar desde fuera el cambio. Ahora debe protagonizarlo desde dentro, pero eso exige algo más que soñar o conseguir presidencias, vicepresidencias o consejerías. Es preciso un gran Programa Político, al que luego la realidad rebajará y limitará su alcance, pero que garantice una orientación política duradera. Eso no lo tiene Vox. Aunque demoler las atrocidades de la izquierda totalitaria y la derecha lela tiene tarea de sobra, es urgente que la opinión pública vea proyectos que, en materia de educación o seguridad jurídica, en todos los ámbitos, del fiscal al familiar y sexual, del empresarial a la propiedad privada. Y en el Poder deberá hacer lo que nunca ha hecho: tomar medidas impopulares. Lo que hoy imanta ilusiones, mañana puede reunir decepciones. Es inevitable.


Sin embargo, el sentido patriótico que debe seguir guiando a los dirigentes de Vox, no debe fijarse en lo particular sino en lo general, no en un sector, aunque no haya que desatender a nadie, sino en el conjunto de la acción política. Abascal y Olona han dicho que no les vote quien crea que deben entregar sus votos al PP para que gobierne solo o, peor todavía, con los náufragos de Ciudadanos que Moreno dice que pretende rescatar, como prenda de su orientación centrista, es decir, complaciente con la izquierda. Les falta decir que, si llegan al Poder, harán cosas que no les gustarán a ellos ni a sus votantes, pero que a largo plazo convienen a todos. Que la diferencia es que ellos les dirán la verdad, no como los que en la política actual llaman "fijos discontinuos" a los trabajadores temporales, entre la inmensa balumba de embustes y trapacerías del sanchismo-leninismo.


Estábamos antes, pero mejor con Vox

Pero dijo una cosa Abascal en ese discurso del banco de Sevilla que es rigurosamente cierta, y la razón por la que, si Vox no existiera, habría que inventarlo. Cuando ellos empezaron, en el ámbito político, todo estaba prohibido, desde opinar sobre la Guerra Civil a discutir el cambio climático o la Ley de Violencia de Género. Había que asentir, al modo asnal, a lo que mandase La Sexta u ordenase la secta de la Moncloa, a lo que dijera la ETA o rebuznaran los golpistas catalanes, había que aceptar la burricie como asignatura troncal en la enseñanza y odiar a Amancio Ortega por ser rico. En medios como el Grupo LD no hemos esperado a que naciera Vox para hacerlo, y si desapareciera o cambiara, nosotros seguiríamos en las mismas. Pero es un gran alivio saber que en el Parlamento y en la plaza pública Vox defiende cosas que hasta ahora sólo unos pocos defendíamos. Y, dígase lo que se diga, siempre es mejor que lo que uno cree, lo comparta más gente.


Con Abascal, Macarena y gente de Vox, y por supuesto con muchos de sus votantes, me pasa como con Ayuso: vivo su aventura política de modo personal. No al nivel del Real Madrid o Rafa Nadal, pero casi. Sé que esto es insano, que la política está para decepcionarnos, porque se mueve sobre absolutos cuando sólo puede desembocar en éxitos relativos. Sin embargo, no se puede vivir sin ilusión, sin el orgullo de pertenecer a algo, España, y servir a algo, la Libertad, que justifica cualquier novelería. Yo le agradezco a Santi Abascal que, aunque muchas veces me haga rabiar, y yo le haga rabiar a él, su partido consiga, como español, emocionarme.


La dualización socialista está de vuelta

Jesús Banegas. vozpopuli. 5 Junio 2022


Los bien educados en una libertad responsable tienen más éxito en la vida que los que se abandonan a una dependencia sempiterna del Estado


A mediados del pasado siglo la sociedad española era una típica sociedad dual. En el marco de una economía cerrada, la mayoría de la población tenía un bajo nivel educativo y como consecuencia un muy limitado nivel de renta, mientras que el resto con un mejor nivel de educación podía prosperar con trabajos cada vez mejores. Con el Plan de Estabilización de 1959 que liberalizó la economía, España enseguida comenzó a desplegar todo su potencial no solo económico; la educación se extendió cada vez más haciendo desaparecer el analfabetismo, aumentando la población con educación secundaria, así como universitaria. Una verdadera igualdad de oportunidades basada en una educación seria como ascensor social consagró el extraordinario y sin igual éxito del desarrollismo español que conllevó, a la muerte de Franco, a nuestra modélica Transición democrática. Por entonces –1975–, nuestra renta per cápita había superado el 95% de la media de la UE, y la clase media dominaba el panorama social.


Los Pactos de la Moncloa, un arreglo político que cambió paz social por concesiones de mala política económica, lastraron el gran dinamismo de nuestra economía consolidando una década de alejamiento en renta per cápita de Europa, mientras el desempleo se disparaba desde el 4,72% de 1976 al 20,64% de 1986.


La sempiterna dualización social del pasado que había sido vencida al comienzo de la Transición Política, desde entonces regresó de la mano del desempleo; el mejor desigualador económico y social que existe.


El paro se consagró como inseparable compañero de viaje de los gobiernos socialistas y por tanto de la consecuente dualización social que engendra

Con los socialistas en el poder, la política económica se orientó decididamente a obstaculizar la función empresarial y encarecer fiscalmente el empleo, limitando así el alcance del crecimiento económico, mientras el gasto público se disparaba y con él la subvención incondicionada –un invento español– al desempleo. De este modo, el paro se consagró como inseparable compañero de viaje de los gobiernos socialistas y por tanto de la consecuente dualización social que engendra.


Entre 1983 y 1996, la tasa de paro se consolidó por encima del 20% con un solo año por debajo del 17%, mientras los socialistas emprendieron uno de sus más exitosos –para desgracia de España– proyectos: la destrucción de la educación, mediante reformas que la banalizaron en cuanto a contenidos y exigencias académicas, mientras subvertían sus valores morales. Una gran personalidad política socialista de muy alto perfil intelectual, recordó entonces casi en voz baja –pero en público- a sus compañeros de partido responsables del tema educativo, que ”no creía que las empresas, a la hora de contratar, fueran a crear más empleo con una oferta laboral malamente educada”.


He aquí como políticas económicas contrarias al libre desempeño de la función empresarial y educativas declaradas enemigas de la empleabilidad se han venido aliando para bloquear el acceso al mercado de trabajo de una enorme y vergonzosa cantidad de españoles.


Una relevante personalidad política de unos de los partidos que conforman el actual Gobierno, Lilith Verstrynge , secretaria de Organización de Podemos, acaba de explicitar los fundamentos ideológicos de las políticas que los socialistas han venido cultivando: “Frente a la cultura fascista del esfuerzo y la meritocracia, estaba el derecho a vaguear contra la fatiga estructural y la pandemia de ansiedad que genera el sacrificio".


Un impresionante número de españoles sobreviven dependiendo del estado, tras haber abandonado por el camino sus responsabilidad personal

Durante los gobiernos de centro derecha, especialmente de Aznar y también de Rajoy, el desempleo disminuyó debido a políticas menos lesivas para las empresas y cambios positivos de la legislación laboral, pero tanto Zapatero como Sánchez volvieron a hacer todo lo posible para aumentarlo mientras empeoraban aún más la educación.


El panorama social de España no puede ser más desolador: un impresionante número de españoles sobreviven dependiendo del estado, tras haber abandonado por el camino sus responsabilidad personal asociada a la libertad de buscarse la vida por sí mismos. La libertad, “uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos” al decir de Don Quijote, justo ahora, en el tiempo histórico que más plenamente puede ser ejercida por los españoles está siendo cada vez más despreciada.


El sistema educativo público basado en el abandono del esfuerzo, el trabajo bien hecho, la disciplina, la jerarquía de los conocimientos, el mérito y tantos otros valores educativos de la personalidad humana, en el que los deberes escolares y los exámenes son despreciados por cada vez ¡más padres!, ha dado lugar, salvo las consabidas y muy meritorias excepciones, a innumerables jóvenes irresponsables de su propio destino y por tanto dependientes de un agente externo, el “Estado de Bienestar”, que habrá de velar por su suerte a lo largo de su vida.


Ni que decir tiene que esta dualidad forjada por la educación conlleva a una triste división: los bien educados en una libertad responsable tienen más éxito en la vida que los que se abandonan a una dependencia sempiterna del Estado mientras echan la culpa de sus desgracias a los demás.


En los países ricos, su círculo económico virtuoso consigue que sean muchos más los que trabajan y pagan impuestos que los que viven del Estado

Felizmente no somos -al Gobierno le gustaría- un Estado totalitario, y por tanto hay muchos padres que se preocupan por el futuro de sus hijos y les inculcan los valores que han impulsado lo mejor del desarrollo humano, dando a la educación la importancia que siempre tuvo -particularmente en España hasta la llegada de la ESO- y que ofrece como recompensa el ejercicio de la libertad para buscarse la vida con preparación y responsabilidad personal intransferibles convertibles en autoestima.


En los países ricos, su círculo económico virtuoso consigue que sean muchos más los que trabajan y pagan impuestos que los que viven del Estado; cultivan, por tanto una economía inclusiva –casi todo el mundo trabaja– en la que la autonomía y autoestima de los ciudadanos así como su responsabilidad personal son muy altas. Justamente lo contrario que sucede en las economías excluyentes -las dominadas por el desempleo– propias del Tercer Mundo, caracterizadas por amplias capas sociales incapaces de ganarse dignamente la vida, malamente dependientes del gobierno, con tan baja autoestima como autonomía y desacostumbrados a ejercer la responsabilidad personal.


Llegados a este punto, es muy difícil de creer que quienes legislan en contra de la buena educación no sepan que persiguen con ello; de hecho, bien que lo saben cuando deciden hipócritamente acerca de su propia educación y la de sus hijos, en dirección justamente contraria a la de su política. Saben muy bien que están cultivando el voto de los dependientes del gobierno que engendra necesariamente la mala educación.


La España dual, propia del Tercer Mundo que hace mucho habíamos abandonado y que este Gobierno está empeñado en cuajar de nuevo, solo podrá ser evitada si la todavía mayoría de ciudadanos con autoestima, autonomía, integridad –pensar, decir y hacer lo mismo- y responsabilidad personal son conscientes de lo que está sucediendo y actúan en consecuencia en unas próximas elecciones.


Los socios de Sánchez exigen disparar el gasto para que el Congreso tenga gestión plena en todas las lenguas autonómicas

Los diputados podrán intervenir en cualquiera de las lenguas oficiales y el Diario de Sesiones lo registrará en su lengua y en español.

Carlos Cuesta. libertad digital. 5 Junio 2022


Los socios de Pedro Sánchez se han unido para convertir el Congreso de los Diputados en una completa Torre de Babel. Los costes no parecen preocuparles y piden que todos los trámites de la Cámara Baja se realicen en todas las lenguas autonómicas. El texto ya se ha presentado al Congreso y cuenta con el aval de todos los separatistas y de Podermos.


La propuesta no oculta detalles: "Los servicios de la Cámara, con el fin de asegurar el correcto desempeño de las funciones atribuidas a la Mesa del Congreso de los Diputados y a las Mesas de las Comisiones, procederán a la traducción al castellano de los escritos con entrada en el Registro General y en el Registro de Comisiones presentados en cualquiera de las lenguas oficiales y reconocidas estatutariamente en sus Comunidades Autónomas distintas al castellano".


Traducido: todos los partidos podrán presentar y defender todo en las lenguas autonómicas. Y tendrá que ser el Congreso el que se las componga para traducir todo y registrarlo en español. Es más; "dichos escritos se publicarán en el Boletín Oficial de las Cortes Generales al menos en la lengua de presentación y en castellano".


"Asimismo, procederán a la traducción simultánea a todas las lenguas oficiales y reconocidas estatutariamente en sus Comunidades Autónomas de las intervenciones realizadas en las sesiones del Pleno del Congreso y de las Comisiones". Todo un festival de traducción simultanea. Y "en el Diario de Sesiones se reproducirán íntegramente al menos en la lengua en que se hayan realizado y en castellano" esas mismas intervenciones.


El coste de todo ello, por lo visto, es lo de menos. A fin de cuentas, para algo está el dinero público recaudado a los contribuyentes en plena crisis.


La argumentación del texto se apoya en la Carta Magna: "La Constitución española de 1978, ya en su preámbulo, proclama la voluntad de proteger las lenguas de todos los españoles y pueblos de España" y en su artículo tercero, además de reconocer que serán oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos de Autonomía, establece que serán objeto "de especial respeto y protección".


Tras esa presentación, los separatistas afirman que "la aprobación ulterior de los Estatutos de Autonomía comportó la declaración de oficialidad de las lenguas en sus respectivos territorios y el reconocimiento del derecho a su uso, que hoy, a más de cuarenta años de la aprobación de la Constitución, es normal y general no solo en la sociedad sino también en las instituciones de dichos territorios y muy singularmente en sus parlamentos". Y, por ello, explican que "la reforma que se plantea sigue la senda iniciada por las sucesivas modificaciones del Reglamento del Senado que han introducido paulatinamente el uso de las lenguas oficiales de las Comunidades Autónomas distintas al castellano en la vida parlamentaria de la Cámara alta".


En base a ello, los socios de Gobierno de Pedro Sánchez han presentado una proposición de reforma del Congreso de los Diputados en la que se señala, además, que "los diputados tendrán el derecho de intervenir en las sesiones del Pleno del Congreso y de las Comisiones en cualquiera de las lenguas oficiales y reconocidas estatutariamente en sus Comunidades Autónomas. Asimismo, tendrán el derecho de presentar los escritos y documentos de índole parlamentaria en cualquiera de dichas lenguas".


También afirma que "los servicios de la Cámara, con el fin de asegurar el correcto desempeño de las funciones atribuidas a la Mesa del Congreso de los Diputados y a las Mesas de las Comisiones, procederán a la traducción al castellano de los escritos con entrada en el Registro General y en el Registro de Comisiones presentados en cualquiera de las lenguas oficiales y reconocidas estatutariamente en sus Comunidades Autónomas distintas al castellano".


Toda una Torre de Babel cuyo coste se desconoce.


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Muchas bragas para tan pocos culos

Jesús Cacho. vozpopuli. 5 Junio 2022

"No tiene sentido que el Estado sostenga las escuelas catalanas en las que se elimina la enseñanza de la lengua española y se ataca a ese mismo Estado diciéndoles a los niños desde párvulos que España es una entidad artificial con un ejército de ocupación. Insisto: ¿tiene sentido que eso se financie con dinero español? Solucionarlo sería tan fácil como decir que las escuelas catalanas que no respetan la Constitución no recibirán dinero del Estado. Y ya le digo yo que los independentistas pondrían el grito en el cielo, pero no las financiarían". La frase pertenece al economista e historiador catalán Gabriel Tortella (Barcelona, 1936), el mayor especialista español en historia económica contemporánea, en una entrevista aparecida en El Confidencial. Ocurren tantas cosas casi a diario, son tantos los escándalos que este Gobierno arroja sobre una ciudadanía atiborrada de sustos, que Juan Español no tiene tiempo material para asimilar tanto pedrisco. La consecuencia es que asuntos de gran trascendencia pasan desapercibidos en la confusión intencionadamente creada por Pedro Sánchez y su banda precisamente para eso: para que sea imposible pararse a reflexionar y distinguir el grano de la paja. Por ejemplo, el decreto ley aprobado el lunes en el Parlamento catalán por el independentismo, con la muletilla del PSC y la izquierda radical, para incumplir la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que obliga a utilizar el 25% de español en la enseñanza. En Cataluña no hay Estado de Derecho. No rige la Constitución.


Está claro que en una situación de cierta normalidad política, la decisión adoptada por nacionalistas, socialistas y comunistas sería no ya recurrida por el Gobierno de la nación ante el Constitucional, sino respondida con la aplicación inmediata del famoso artículo 155 que precisamente para eso está. Sánchez Pérez-Castejón se ha callado cual muerto, lo cual a estas alturas no constituye sorpresa alguna. Una mayoría de españoles se ha desentendido del caso catalán por una cuestión de fatal aburrimiento, por un lado, y por la certidumbre de que, con Sánchez secuestrado por el separatismo, no cabe esperar reacción del Ejecutivo por grande que sea el atropello cometido contra la legalidad. La cabeza de la hidra independentista se apellida Sánchez y se aloja en Moncloa. Así que toca esperar o, mejor, aguantar el chaparrón. En realidad es un milagro que Aragonès y su troupe no hayan vuelto a declarar la independencia en circunstancias como las actuales, de máxima indefensión de la nación de ciudadanos libres e iguales ante la ley. Si no lo han hecho es porque, dividido y enfrentado, el separatismo atraviesa por el momento de mayor debilidad de su reciente historia. A pesar de Sánchez. A pesar de tener a Sánchez bien cogido por lo que le cuelga.


La realidad, sin embargo, es que "muchos de los que la defienden [la independencia] no la quieren realmente: saben que es un disparate y que sería ruinosa", argumenta Tortella, una idea que emparenta con la de Josep Pla, para muchos el mejor escritor contemporáneo en catalán: "El catalanismo no debería prescindir de España porque los catalanes fabrican muchos calzoncillos, pero no tienen tantos culos", aludiendo a los tiempos gloriosos del textil, siempre tan propenso al proteccionismo de los Gobiernos de Madrid como necesitado de los mercados del resto de España, idea que completaba con otra: "A muchos catalanes les interesa Cataluña, pero no se la creen. Les pasa lo contrario que con la religión y la otra vida: creen, pero no les interesa". Y entonces… ¿Qué? ¿Hacia dónde camina este independentismo hoy unido al sanchismo en dramática simbiosis? Es evidente que nadie cree en la independencia, y mucho menos esa pléyade de burócratas ineptos que no solo no han construido nada, no han liderado nada, sino que llevan camino de reducir la próspera Cataluña de antaño a un montón de escombros. Una burguesía política e industrial convertida en clase parasitaria acostumbrada a vivir de las ubres de una Generalidad cuyo presupuesto maneja a discreción y siempre pro domo sua, con displicente ignorancia hacia una mayoría de catalanes. Un falso patriotismo de salón tras el que aflora enseguida la avidez de dinero y la determinación de vivir del cuento de una independencia en la que ya nadie cree.


Una élite dual formada por políticos y empresarios que hace tiempo dejaron de emprender, dejaron de crear riqueza para ponerse a la sombra fácil de la subvención. Una burguesía "de papel de envolver el pescado, de broma y engaño, de gandules que dilapidan la herencia familiar y que, más que cobarde, es indiscutiblemente jeta", en palabras de Miquel Giménez (Vozpópuli, viernes). Una élite nepotista y corrupta en la que participan los Godó, Círculo de Economía, Foment del Treball y tantos otros y cuyo proyecto, siempre a la sombra de un nacionalismo más o menos light, consiste en convertir al PSC, la marca catalana del PSOE, en motor de la gobernabilidad en Cataluña, con ERC en el papel de nueva Convergencia, alternándose en el poder, solos en coalición, ora en Barcelona, ora en Madrid. Parte esencial de esa estrategia radica en que las huestes de Salvador Illa y su discurso melifluo consigan ocupar el espacio que no hace tanto tiempo perteneció a Ciudadanos, zamparse el millón de votos que antaño confió en Inés Arrimadas y hoy está huérfano.


En el horizonte catalán quedaría un Cs convertido en pálido reflejo de lo que fue y un PP inerme, maleable, susceptible de ser reducido de nuevo a cenizas cada vez que la derecha llegue a Moncloa y necesite del apoyo nacionalista para gobernar. ¿Alguna idea, señor Feijóo, sobre lo que hacer con el PP catalán? ¿Alguna iniciativa para dar voz a los catalanes de centro derecha que también se sienten españoles? El verso suelto es un Vox que crece con fuerza, pero arrinconado y sin posibilidad de pactar ni cambiar las cosas. Un Vox que ya le viene bien a esa burguesía de cartón piedra para meter miedo con el "que viene el lobo" y lucir una cierta patina de democracia avant la lettre. Un Vox como espantajo con el que mantener bajo control a la izquierda comunista más atrabiliaria y radicalizada de toda Europa.


Ese es el plan. Darle hilo a la cometa y seguir chupando del bote. Convertir en estructural un aberrante esquema de poder reñido con cualquier principio democrático y del que vive una minoría en contra de los intereses de la mayoría. Porque conviene insistir: en las últimas elecciones autonómicas (14 de febrero 2021), el separatismo (ERC, Junts, CUP, PDeCAT y demás minoritarios sin representación) obtuvo 1.452.103 votos, equivalentes al 25,8% del censo electoral (5.624.061) o apenas el 18,6% de la población total de Cataluña (7.700.479 personas). Este es el dato irrefutable, como lo es que entre las autonómicas de diciembre de 2017 y las de febrero del 21 el nacionalismo se dejó 11 puntos en la gatera al pasar del 37% al 25,8% del censo electoral. Esa es hoy su fuerza real y disminuyendo. Ese es todo el proyecto de las elites económicas catalanas: que el poder se lo repartan PSC y ERC, y que a nosotros nos siga llegando, generosa, la subvención, con Javier Godó, conde de ídem, como santo patrón y Ferran (antes Fernando) Rodés como ejemplo a seguir.


Y al que no le guste, que se vaya a la abstención. Para ellos no es ningún problema; ellos siempre van a seguir mamando de la teta de los Presupuestos Generales del Estado español. Este es el esquema de poder con el que sueña un independentismo que, arriadas las banderas de lo imposible, no renuncia a seguir viviendo del engaño y la vulneración de cualquier principio democrático. Un esquema de poder de tinte mafioso y clara vocación crematística, necesitado para subsistir del sometimiento de la mayoría silenciosa de la población, los nuevos metecos de la Cataluña nacionalista, gente sin derechos democráticos, a quienes se permite trabajar para ganarse la vida pero que no son depositarios del derecho político a decidir su futuro. Volvamos a Tortella: "La clave está en la financiación. Con el independentismo catalán se podría acabar muy rápidamente si se dejara de subvencionar desde el Estado español. Esto sí que es completamente incomprensible".


Un independentismo que alcanza ya cotas delirantes. Leído el jueves: "El Claustro de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (UPF) ha aprobado una moción que insta a su Consejo de Dirección a prohibir la utilización del español en sus comunicaciones, obligando a la comunidad universitaria a expresarse exclusivamente en catalán". Entre las clases trabajadoras castellano-parlantes de la periferia de Barcelona se está produciendo un fenómeno de derechización evidente como respuesta al abandono sufrido por una izquierda golfa que, además de traicionar los viejos eslóganes, ha decidido meterse en la cama con el nacionalismo. Es la amenaza que pende sobre los señoritos del PSC: el miedo a perder el voto de esa población que tan pingües beneficios ha rendido siempre a los Maragall de turno. Tal es el paisaje que hoy enseñorea la Cataluña nacionalista: el cáncer de una mediocridad que todo lo contamina, la metástasis que mantiene a España entera postrada en la crisis política y la parálisis económica. Y va para largo. Sobra cobardía y falta valor.


Libros de texto: los políticos, cómplices

Marta Martín. vozpopuli. 5 Junio 2022

Hace exactamente cinco años, en mayo de 2017, publiqué una columna “Cómplices de la manipulación de los libros de texto” en El Mundo. Todavía era diputada, portavoz de educación con Albert Rivera, y andábamos empeñados en aquel imposible “Pacto por la Educación” que el PSOE voló.


Por aquel entonces, Íñigo Méndez de Vigo era el ministro de educación. A finales de abril, el sindicato AMES (Acció per a la Millora de l'Ensenyament Secundari), ante "quejas de padres y maestros”, había denunciado un "adoctrinamiento ideológico" en algunos libros en Cataluña. Ciertos textos incluían planteamientos “que defendían partidos políticos, pero no la Constitución".


En un estudio que comparaba manuales de Ciencias Sociales de 5º y 6º de Primaria de siete editoriales, el sindicato había detectado errores flagrantes: desde reducción de contenidos, hasta falta de rigor científico y terminológico, pasando por una presentación de Cataluña como entidad separada del resto de España (y, en muchos casos, enfrentada) o planteamientos de jerarquía de leyes que no se correspondían con el ordenamiento jurídico.


Estas estratagemas sobre la educación, en aras a la construcción de posverdades, me parecieron muy serias. Básicamente, porque consideraba que constituían un emborronamiento entre la verdad y la mentira ante el sector más vulnerable de la población, los menores. Que estas situaciones no fueran detectadas por la inspección, pero, sobre todo, por la Alta Inspección (y que el Ministerio actuara de oficio), me resultaba preocupante y quería hacer algo. Hablé con Albert Rivera quien me dio todo su apoyo y confianza para que tomara las decisiones que considerara pertinentes.


Acordé con mi compañera Sonia Sierra (quien, como yo, con el cambio de liderazgo en el partido, abandonaría años después la política y la militancia en Ciudadanos), solicitar la comparecencia de la consejera en la Comisión de Enseñanza para que diera explicaciones en el Parlament. Paralelamente, en el Congreso, yo misma pregunté por escrito por las medidas que iba a llevar a cabo el Gobierno del PP para garantizar la seguridad jurídica, el cumplimiento de la legalidad y el «rigor científico y terminológico» en los contenidos.


Casualidades del destino, en la Comisión por el Pacto Educativo se me presentó la oportunidad de preguntar al señor José Moyano, presidente de la Asociación Nacional de Editores de Libros y material de enseñanza (Anele), invitado para comparecer en la Subcomisión, convocado por el PSOE, por la cuestión del adoctrinamiento.


Increíble e inesperadamente, Moyano reconoció, con gran valentía y en sede parlamentaria, que los editores de manuales escolares sufrían «presiones de todo tipo», hasta para cambiar «el color de un mapa» y que una misma comunidad había “llegado a pedir un contenido u otro según su alternancia política”. Moyano terminó su respuesta con un resignado “es la situación que vivimos”, ante nuestra mirada atónita y nos recordó que, cuando los libros no se ajustaran a derecho, había “inspecciones educativas que podrían abrir expedientes”.


Estas aseveraciones gravísimas me llevaron a trasladar la cuestión urgentemente al Gobierno. Mi compañero Juan Carlos Girauta (también fuera de la política y de Ciudadanos a raíz de la nueva dirección), preguntó en el Pleno al ministro de Educación cómo pensaba garantizar "el rigor académico de los libros”. Méndez de Vigo afirmó que los manuales “debían cumplir los requisitos de rigor y respeto de valores constitucionales”, pero que la competencia de supervisar los libros era de las comunidades autónomas. “La función de Educación es subsidiaria" dijo encogiéndose de hombros. Recordemos que, en esos momentos, Rajoy trataba de apaciguar “con paños calientes” la cuestión independentista, y a Méndez de Vigo le tenían atado de pies y manos.


Lo cierto es que, con su gesto, el ministro reconoció implícitamente que, hasta entonces, nadie había velado en este sentido por garantizar el rigor de la educación. Adicionalmente, yo interpreté que admitía que pudiera ser que algunos niños, en casos concretos, estuvieran estudiando novelas de ficción al servicio de la causa sin que ningún gobierno lo hubiera evitado. Eso sí, Méndez de Vigo se comprometió a elaborar un informe desde la Alta Inspección Educativa que diera cuenta de cómo estaba el tema.


Llegó la moción de censura y Rajoy se fue. A educación vino Isabel Celaá (esa señora que hoy está de embajadora en el Vaticano). El primer día que compareció en el Congreso, le pregunté por el informe que el Gobierno saliente decía estar elaborando y que no me había entregado. Con ese tono condescendiente que acostumbraba conmigo, se comprometió a rendir cuenta de él en cuanto llegara al Ministerio. El informe estaba terminado (con dinero público): y yo lo sabía. La ministra también, pero me fue dando educadamente largas hasta que, un día, el documento se filtró y ocupó portadas y espacios en televisión. Porque los españoles se dieron cuenta de que la posverdad que en ciertos casos se estaba transmitiendo a los niños era vergonzosa. Pero, en lugar de arreglarlo, Celaá acusó a los inspectores de ser poco rigurosos, chapuceros, vaya…y nunca hizo pública por vía parlamentaria esa información (ni tomó más acciones para enmendar el adoctrinamiento desde su ministerio).


La reducción del fracaso escolar aparecía como condición sine qua non de la Comisión para conseguir los fondos europeos. Así que había que rebajar las cifras fuera como fuera

El resto pueden recordarlo. Llegó la ley de la ministra que, además de ser un despropósito, se tramitó torticeramente, vulnerando derechos de representación de los agentes implicados (a quienes se les impidió comparecer en sede parlamentaria). También de diputados como yo (que ciertamente era una piedra en el zapato, hablando con finura) puesto que, por la programación kafkiana de las sesiones (hicimos una a las 11 de la noche para que no hubiera prensa), se me intentaba impedir votar (no había una sesión que no me la solaparan con otra importante). Pedí, con enorme impotencia, apoyo a mi nuevo grupo parlamentario para acudir al Constitucional. Prefirieron ni intentarlo, excusándose en que no teníamos fuerza suficiente y en que el amparo a un diputado por cuestiones como estas no se había ganado nunca.


Yo no daba crédito. La ley era (y es, como está viendo ahora la opinión pública) una absoluta aberración. La reducción del fracaso escolar aparecía como condición sine qua non de la Comisión para conseguir los fondos europeos. Así que había que rebajar las cifras fuera como fuera. Y ese “como fuera” para el PSOE no consistió en mejorar las capacidades de los niños más vulnerables sino en bajar el nivel de todos (cosa que sabían que afectaría especialmente a las familias con menos recursos).


Pero no sólo eso: la educación se utilizó como moneda de cambio para conseguir los votos de los populistas e independentistas con lo que sacar los presupuestos adelante. A cambio de estos votos, el PSOE admitió “normalizar” la “anomalía” de la posverdad y el aleccionamiento en una ley orgánica. Hoy, cuando se adoctrina en los libros de texto no es una irregularidad, es el estricto cumplimiento de la ley. Lo triste es que a algunos no les pareció lo suficientemente grave la cuestión e incluso se plantearon levantar el veto a la Ley en el Senado. Alucinante.


Pero Isabel: ¡despierta!: poco adoctrinan para lo que marca la norma. Todas las tropelías van a ser “fake”, pero legales

El resto es actualidad. Con una inflación disparada, una guerra que nos afecta, una crisis en ciernes, un Gobierno que no respeta ninguna institución, parte de la oposición zombi (solo preocupada por mantener sueldo y escaño y no por servir a la ciudadanía) se saca la cortina de humo de acusar a los editores de libros de texto de estar perpetrando la gran traición a España. Alguna, ahora sí, se rasga las vestiduras en ensayadas intervenciones.


Finalmente, llega Isabel Díaz Ayuso diciendo que va a mandar revisar los libros por la inspección: Pero Isabel: ¡despierta!: poco adoctrinan para lo que marca la norma. Todas las tropelías van a ser “fake”, pero legales. Eso es lo desgraciado de la cuestión. Porque los libros de texto, ahora sí, se van a ajustar a norma, a una norma aberrante que algunos permitieron tramitar.


El dedo inquisidor

Mientras el Constitucional decide si sí o no, a sendos recursos contra la Lomloe presentados por PP y por Vox, el grueso de nuestros niños, ahora sí, va a estudiar en un mundo de matrix que impulsa la empatía con el holoverso pero que no les enseña filosofía, ni a leer los números romanos, ni a hacer reglas de tres....


Y los docentes teniendo otra vez que sufrir el dedo inquisidor. Y las familias que pueden permitírselo, atiborrando a sus hijos de clases extraescolares para que sobrevivan el día de mañana.


Todo un despropósito. Pero ¡ojo! Que cuando se señala a la luna no podemos quedarnos mirando el dedo.


La culpa de la manipulación de la educación no es ni de los profesores ni mucho menos de los editores. Es de algunos políticos. Cómplices de este despropósito, unos por manipuladores y otros por indolentes e irresponsables.



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