Recortes de Prensa  Jueves 25 Agosto 2022

JORNADA 183 DE LA INVASIÓN RUSA

Al menos 22 muertos en un ataque ruso contra una estación de tren

El Confidencial. 25 Agosto 2022


Jornada 183 de la guerra en Ucrania. Este miércoles, mientras el país trataba de celebrar su Día de la Independencia, Zelenski informó durante una comparecencia telemática ante la ONU, de que 22 personas habían muerto en un ataque ruso con misiles contra la estación de Dnipropetrovsk. "Chaplyne es nuestro dolor hoy. Hasta este momento hay 22 muertos, cinco de ellos calcinados en su coche, murió un adolescente de 11 años, un misil ruso destruyó su casa", aseguró el presidente ucraniano.


El país celebró este miércoles su Día de la Independencia, en la misma jornada en la que se cumplen seis meses desde que el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció la invasión del país para "desnazificarlo". El día estuvo marcado por las señas de apoyo de distintos países a la nación invadida, pero especialmente por la visita sorpresa de Boris Johnson, todavía primer ministro de Reino Unido, a Kiev. Allí, en presencia de Volodímir Zelenski, anunció un nuevo paquete de armamento por valor de 64 millones de euros y que estará dotado de 2.000 drones y misiles de seguimiento. En paralelo, Joe Biden lanzó un nuevo plan de ayuda de 3.000 millones de dólares en materia armamentística. También España quiso dejar claro su respaldo a Ucrania y detalló sus contribuciones realizadas en armamento durante el mes de agosto y otro envío en septiembre.


En el terreno, Kiev lleva días alertando de que podría llegar una escalada bélica por parte de Rusia durante esta semana como represalia por sus últimos éxitos en localizaciones zonas por Moscú.


Las claves del momento:

Al menos 22 muertos en un ataque ruso a una estación de tren

Occidente promete mantener su apoyo a Ucrania tras seis meses de guerra

España entregará más material de defensa, como vehículos y misiles

Boris Johnson visita Kiev y anuncia un paquete de ayuda en drones y misiles

Washington lanza un nuevo plan de apoyo armamentístico por 3.000 millones de dólares


09:10 — El distrito occidental de Synelnykove ha sido bombardeado durante la noche con ocho personas heridas hasta el momento, según informa 'The Kyiv Independent'.


07:30 — El Departamento de Estado de Estados Unidos ha asegurado que los "juicios espectáculo" que se celebrarán en Mariúpol para juzgar a los "defensores" ucranianos son una maniobra del Kremlin para desviar la atención de las "abrumadoras atrocidades" que estarían cometiendo las fuerzas rusas.


"Los juicios espectáculo planeados son ilegítimos y una burla a la justicia y los condenamos enérgicamente" "Los juicios espectáculo planeados son ilegítimos y una burla a la justicia y los condenamos enérgicamente", ha protestado en un comunicado el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.


Una guerra que arrastra al mundo

Editorial La Razón. 25 Agosto 2022


Seis meses después de la invasión de Ucrania por parte de las tropas de Vladimir Putin, la denominada operación especial parece atascada, mientras la devastación se extiende. La guerra relámpago nunca existió y las fuerzas armadas rusas fracasaron en ese triunfo humillante sobre Kiev en medio de un baño de sangre y realidad.


El giro estratégico de Moscú hacia objetivos más realistas tras la tenaz y heroica resistencia de los ucranianos no ha acelerado un punto final para las hostilidades, sino un estancamiento en el Donbas. Rusia ocupa el 20% de Ucrania pero el precio ha sido espeluznante, con decenas de miles de muertos en los dos bandos, miles de ellos civiles de la nación agredida, cientos niños.


Los horrores de una guerra en el corazón de Europa con lecturas y matices singulares, pero un solo culpable, el autócrata del Kremlin, que violó el derecho internacional, las fronteras de un país soberano y que abonó el camino para que los crímenes contra la humanidad se esparcieran por el viejo continente más allá de los fantasmas del expansionismo de la UE y la OTAN.


Ucrania es un estado martirizado, en el que un tercio de la población ha abandonado su hogar, al borde del colapso pese a una ayuda internacional del todo insuficiente. Rusia, sí, padece sanciones sin precedentes y un severo aislamiento internacional, pero la realidad es que Moscú ingresa ahora casi el doble de dinero que hace un año por exportar hidrocarburos en la Unión Europea, la misma que demoniza a Putin. Hay que hacer un esfuerzo extraordinario para tomar en serio a una Bruselas con esa moral difusa.


El conflicto ha embestido con saña sobre la estabilidad, la prosperidad y los equilibrios del concierto internacional. El mundo ha cambiado para mal, y la dinámica es aún más desalentadora. Nos preparamos para uno de los inviernos más difíciles desde la Segunda Guerra Mundial y la crisis del petróleo de 1973, pues el suministro de gas y los precios de la energía se han convertido en armas cruciales y dañinas para las democracias, que embebidas en su mundo feliz apenas se habían percatado de su terrible vulnerabilidad frente a las fuerzas autocráticas que pugnan ya de manera indisimulada por alterar el orden mundial al servicio de sus intereses y contra el mundo libre.


Los bloques han regresado para quedarse, como fuerzas antagónicas, y la guerra solo ha acelerado y ha agudizado una fricción que ya germinaba en África o Iberoamérica. La más preocupante derivada de la contienda resulta de la ausencia de un horizonte despejado sobre un desenlace definitivo. Todo sugiere que la desgracia tendrá continuidad y los estragos se convertirán en endémicos. No hay victoria ni derrota próximas, ni siquiera escenarios que alienten alguna clase de acuerdo que ponga fin a la carnicería. Demasiados intereses en juego en las cancillerías, y un desgaste todavía asumible para Putin, que no claudicará y menos con el as del aliado chino. En España, el Gobierno debe hacer los deberes que no ha hecho, tampoco en la ayuda rácana a Ucrania. Compartir diagnóstico y respuestas con la oposición. Y por una vez dirigirse a los ciudadanos con la verdad cuando corresponda.


Guerra de Ucrania, malos días para Putin

Pablo Sebastián. republica. 25 Agosto 2022


Aniversario de la independencia de Ucrania, sexto mes de guerra, Boris Johnson visita a Volodimir Zelenski en Kiev y anuncia nuevos envíos de armas y el presidente americano, Joe Biden, confirma otros 3.000 millones de dólares de apoyo económico y militar.


Muchas noticias positivas para el presidente Zelenski y noticias negativas para Vladimir Putin que creyó que la invasión de Ucrania se convertiría en un paseo militar de sus tropas con la rápida rendición del gobierno ucraniano.


Lo que no solo no fue así, como lo demuestra los seis meses que llevamos de guerra, sino que el ejército de Zelenski frenó la invasión y expulsó de Kiev a la avanzadilla de los tanques rusos que en un primer momento se dejaron ver en los barrios periféricos de la capital.


Son muchos los expertos y analistas militares de Occidente que coinciden en afirmar que la estrategia militar rusa ha sido un desastre porque no vieron la capacidad de resistencia y de respuesta del ejército ucraniano, que atacó la retaguardia de las tropas rusas invasoras dañando su aprovisionamiento logístico y capacidad de movimiento.


El ejército ucraniano que, en estos seis meses, ya ha recibido importantes ayudas de los servicios de inteligencia, satélites y armamento militar de las naciones de la OTAN en toda clase de modernos equipos de misiles, de la artillería y drones de combate que han causado estragos en el ejército ruso.


El que se ha replegado pero tras haber conquistado un 20 % del territorio de Ucrania en la zona del Dombas. Donde, en el medio plazo, aún se espera un contra ataque de Ucrania. Ejército que además ha obtenido victorias de una cierta relevancia como el hundimiento del buque insignia ruso, el Moscova, y las destrucción de la base aérea rusa de Crimea.


La guerra va para largo y el poderío militar de Rusia mantiene su primacía en el campo de batalla. Aunque no como ellos se esperaban y temerosos, al día de hoy, de que la guerra llegue al invierno, y bloquee el despliegue militar de Moscú en Ucrania, dando tiempo para el rearme y recuperación del ejército ucraniano.


Rusia además está sufriendo cada vez más los efectos de las sanciones económicas, financieras y comerciales de Occidente, y en contra de lo que pretendía ha conseguido reforzar la OTAN en la que pronto se integrarán los Suecia y Finlandia.


Aunque Putin, con las restricciones a la exportación de su gas y petróleo a la UE, ha conseguido abrir en la Unión Europea una grave crisis económica y energética en la que estamos inmersos con muy dañinos efectos en costes de la energía y su impacto en la inflación.


Lo que se agravará en caso de que Putin decida cerrar completamente el grifo del gas de cara a los próximos meses de otoño e invierno que sin duda provocaría en la UE muy serios problemas, aunque también supondrá que Rusia dejará de recibir el dinero de la venta del petróleo y del gas con el que está financiando la guerra de Ucrania y sufragando su parte del aislamiento económico que le ha sido impuesto por el bloque occidental.


La guerra de Ucrania continúa y mantiene vivas amenazas mayores como sería el uso por Rusia de armas de destrucción masiva, o el inicio de la tan exhibida por Putin ‘III Guerra Mundial’. Pero Moscú ya ha enseñado todas sus cartas y la UE y la OTAN están prevenidos y preparados para responder a Putin con contundencia si decide superar los límites ‘convencionales’ de la vigente guerra de Ucrania desafiando a la OTAN.


Las ideas de ayer: el mundo de mañana

JUAN GUTIÉRREZ ALONSO. libertad digital. 25 Agosto 2022


Hace unos días leí que un directivo de una empresa estadounidense había declarado, apesadumbrado y con el tono propio de los vencidos, que tenía la sensación de que «los socialistas habían tomado el control». Decir esto en Norteamérica tiene gran trascendencia, pero no es nada nuevo si tenemos en cuanta lo que hay actualmente en la Casa Blanca y que destacados mandamases de las compañías más poderosas del mundo ya venían reconociendo su alineamiento ideológico con eso que denominamos left o far-left. Compañías que además han facilitado un activismo político sin precedentes, un sesgo en la práctica totalidad de las actividades humanas y un desprecio por la libertad de expresión, con nuevas formas de censura, desconocidos hasta ahora.


Estas sensaciones, ese activismo y esa militancia, en efecto, la encontramos desde Google a Twitter o Facebook, pasando por Netflix, Amazon o la totalidad de productoras o creadores de contenidos audiovisuales. El asunto es conocido y ampliamente tratado, también ridiculizado por conspiranoico, pero ahí está. Se resume en la existencia de una nueva organización o coordinación público-privada que ha conseguido silenciar y convertir a los discrepantes en una minoría paria, expuesta además a todo tipo de aquelarres simplemente por tener una opinión diversa o una desconfianza legítima sobre las nuevas formas de proceder.


En España la situación no es muy diferente. Basta ver los telediarios, lo que acontece en nuestras universidades, la censura y sesgo en redes sociales, o recordar a la presidenta del Banco Santander vestida de algo parecido a un perroflauta, abrazando públicamente el catecismo de sus pares de la anglosfera, en el camino al nuevo gobierno y orden mundial. Ese que no se quieren perder y que nos dicta al populacho qué debemos entender por libertades, cuándo somos una amenaza o peligro público, cómo debemos relacionarnos y hasta lo que debemos poner en la mesa.


Todo apunta, por tanto, a una hegemonía colectivista de largo recorrido en el terreno de las ideas, la educación, el pensamiento y también la acción. Y en este contexto la ausencia de oposición a la nueva tiranía es casi absoluta, tal y como demuestran las líneas editoriales, los contenidos audiovisuales de masas, las publicaciones editoriales y hasta los escaparates de las librerías. Los disidentes del nuevo mundo que nos están delineando, no muchos, aunque cualificados y de grandes convicciones, son ya los nuevos hippies o punks. Dos caminos les queda o nos queda: la huida silenciosa sin dejar mucha huella, o la denuncia pública allá donde se pueda, con los medios de que se disponga, y asumiendo los riesgos y sacrificios que cada cual está dispuesto a asumir con su exposición pública.


¿Por qué este pesimismo? Por la monitorización de la opinión pública, por el deterioro flagrante del Estado de derecho en la totalidad de Occidente, por la ausencia de mecanismos de defensa frente al incremento del poder del Estado y porque a diario vemos multitud de jóvenes de todas las latitudes entusiasmándose y mostrando curiosidad por las ideas que los nuevos chamanes del socialismo han puesto con enorme éxito en circulación.


Son ideas siniestras e incluso perjudiciales para ellos mismos, pues no van a conducir a un mundo mejor y les llevarán a un sinfín de frustraciones, pero la sectaria militancia y el activismo es hoy incuestionable y abrumador. Sólo los padres que hacen sus deberes en casa conseguirán protegerles, pero tal vez ni siquiera ellos porque, como sucede las sectas, este activismo conseguirá alejarles de sus familias, progenitores y seres queridos.


Un buen amigo, ya mayor, me preguntaba con cierta desesperación qué podíamos hacer. Yo no lo sé, sinceramente. Tal vez el único mecanismo posible ante este avance del desvarío y el autoritarismo sea la férrea defensa y puesta en conocimiento y circulación de otras ideas que puedan resultar igual o incluso más estimulantes que las perversiones del socialismo contemporáneo. Eso que llaman «guerra cultural» pero que, insisto, vamos perdiendo con notoriedad porque nuestros contrincantes han sido más astutos, más previsores y también insistentes y capaces. Disponen además de más medios, de los diarios oficiales y de la totalidad de las estructuras del Estado. No sé si se puede revertir tamaña desventaja.


Deberíamos en cualquier caso empezar recordando que el mundo próspero y razonablemente seguro que hemos disfrutado, al menos los de mi generación, se debe en gran medida a las ideas de aquellos que creían en la libertad en su sentido más amplio y también en el libre mercado, con Estado limitado y seriamente controlado por la neutralidad ideológica. Son ellos quienes forjaron de alguna manera un cortafuegos intelectual desde la filosofía, la sociología, el pensamiento político y, en menor medida, también el derecho. Un acervo científicamente contrastado que permitió, por un lado, afrontar el comunismo como la mayor amenaza humana conocida, y en segundo término, evidenciar que el progreso, la calidad de vida, la seguridad y el bienestar van de la mano de la libertad y no del colectivismo. Por resumirlo mucho, creer nuevamente en aquello de as much freedom as possible as much state as necessary. Es en esta cita es tal vez donde se encuentran las claves de todos los males actuales que nos azotan y los que están por venir.


Habría una legión de nombres y lecturas en los que volver a refugiarse y encontrar impulso, pero citaré a J. F. Revel y su trascendencia en la Francia, a Adam Smith en Gran Bretaña, a L. Von Mises y F. Hayek en Austria y Centroeuropa, y al matrimonio Friedman o Ayn Rand en Estados Unidos. Sus obras fueron de una potencia tal, que nos procuraron al Occidente de posguerra las mejores décadas que se recuerden en un contexto, además, de seria amenaza de total destrucción. Este éxito, con el consiguiente beneficio para todos, sólo se explica porque aquellas ideas, tan combatidas y denostadas por los planificadores y tiranos de todos los lugares del mundo, y muy especialmente los tiranos europeos, fueron capaces de seducir y convencer a millones de personas, que entendieron la amenaza del socialismo en todas y cada una de sus versiones y manifestaciones, también en sus escalas locales o globales.


Les hemos abandonado. Y haciéndolo nos hemos quedado huérfanos de referencias intelectuales que preservan la libertad ciudadana frente al poder, olvidándonos de algo tan elemental como que el mal no descansa y vuelve y otra vez como nos enseñó M. Djilas. El esfuerzo es enorme porque incluso aquellos que consideramos nuestros intelectuales, voces autorizadas y respetadas casi unánimemente hasta hace muy poco, son hoy incapaces de soltar amarras, convencidos de que esto que estamos viviendo y conociendo no es izquierda o no es socialdemocracia, cuando este proceso de degeneración es en realidad fiel reflejo de la natural e inevitable deriva del pensamiento más o menos colectivistas, es decir, hacia las ideas absolutistas y totalitarias.


Esta desatención a quienes supieron ver los peligros del ascenso del colectivismo nos ha deslizado al terreno pantonoso y hasta olvidadizo de la mera comunicación y el olimpo de los denominados intelectuales orgánicos. Las referencias, los autores y creadores de opinión y contenidos son hoy quienes, abrazados al embriagador colectivismo, en sus múltiples y variadas formas, se pavonean y determinan nuestros designios, condicionando la actuación de la totalidad de los gobiernos y parlamentos. Son conscientes de estar al mando y de disponer del control casi absoluto de las instituciones. Y lo que es peor, ni siquiera parecen ya temer las consecuencias electorales de los desaguisados económicos y el empobrecimiento que provocan sus propias acciones porque se saben ganadores en la superestructura del pensamiento y la educación. Saben que hemos llegado a ese punto de alienación anunciado por Le Bon, en el que el gran público es capaz de autolesionarse con tal de no reconocer el error y cambiar radicalmente de rumbo.


La soberanía de los españoles, en peligro

Jesús Rul. vozpopuli. 25 Agosto 2022


Políticos y periodistas suelen referirse al Parlamento como la sede de la soberanía popular, esto es, el lugar donde se ubica el poder de la Nación de ciudadanos en las sociedades libres. No obstante, pese a su reiteración en el discurso político y mediático es un error confundir soberanía con representación pública. La representación obtenida mediante el voto, con condiciones y a plazo, no sustituye ni mucho menos suplanta la soberanía del representado. El parlamento es institución de representación pública, pero no sede de la soberanía. La sede real de la soberanía es el pueblo como “sujeto colectivo imaginado”, formado por todos los ciudadanos que integran la Nación dentro de unos límites geográficos, históricos y culturales.


La soberanía política de la Nación y la libertad personal constituyen el sistema “individuo-sociedad”, escorado a los extremos o en tensión entre ambos, como acredita la historia del pensamiento sociopolítico. Remarcan la individualidad, la actitud vital socrática de razonar frente a las convenciones sociales, y su actitud cívica al asumir la injusta condena a muerte; el énfasis en el individuo del epicureísmo (defensa de la vida y felicidad ante la contingencia y el miedo); la autonomía moral de Kant, en el marco de la ley moral…


En sentido opuesto, el Platón viejo de Las Leyes desconfía de la virtud individual de los hombres y se inclina por la ley como factor de racionalidad comunitaria, vinculante para los ciudadanos; y pasados los siglos, desde una posición idealista, Schelling y Hegel afirmarán que el individuo (el espíritu subjetivo) se abre a lo social (el espíritu objetivo) a través del Derecho, la moralidad y la eticidad; o en Marx, la dialéctica de la lucha de clases lleva a subordinar y dominar al individuo en la sociedad comunista (Lenin-Stalin-Mao…), actualizada en el totalitarismo chino, síntesis colectivista de marxismo y confucionismo (Xi Jimping).


Ética y estoicismo

En el punto medio, encontramos la relación entre la ética individual y la social en el estoicismo (primacía de la virtud y la razón sobre la voluntad y el deseo); el carácter personal (bien particular) fundado en la moral pública de Aristóteles que le lleva a definir al hombre como “animal político” (ζῷον πολιτικόν) por su naturaleza social (diálogo, búsqueda del bien y la justicia); y siglos después, la posición de Jaspers que se decanta por lo individual (la subjetividad trasciende la cultura social) y la crítica de Heidegger que enfatiza lo social frente al individualismo de Jaspers.


En consecuencia, sistema abierto sujeto a las luchas hegemónicas de ideologías y liderazgos de distinto y contradictorio signo con impacto en las libertades y la soberanía ciudadana. Así, en el mundo actual, amplias áreas de la Tierra están regidas por totalitarismos comunistas, teocráticos y nacionalistas y, otras áreas, regidas por democracias, desde las liberales a las autoritarias y populistas en proceso de degradación antidemocrática.


En la democracia española, seguir la vida parlamentaria —de las Cortes Generales y parlamentos regionales— da que pensar la distancia abismal entre la idea de representación y la realidad. Sus señorías han llegado allí en listas cerradas de partidos, no por sus méritos sino por intereses. Simplemente representan a quienes les han seleccionado. Hay señorías que medran en los partidos como forma de vida; jamás les ha quitado el sueño el interés de España. De hecho, en las Cortes de todos, tenemos señorías que buscan imponer a toda la Nación de españoles sus particulares querencias ideológicas al margen del orden constituido: social-comunismo frente a libertad, república populista frente a monarquía, fragmentación identitaria frente a unidad nacional, dependencias y empobrecimiento frente a desarrollo y progreso económico. Esta realidad expresa la disfuncionalidad de nuestro sistema electoral de representación que sirve a las oligarquías de los partidos, pero no a la Nación.


De hecho, en la composición de fuerzas de nuestro orden constitucional, sin separación efectiva de poderes —legislativo, ejecutivo y judicial—, prevalecen los intereses egoístas bajo el camuflaje de ideologías y propaganda. La cuestión es si la frágil estructura constitucional de pesos y contrapesos es capaz de contrarrestarlas en orden al bien común. No está sucediendo así: la estructura del poder Ejecutivo del gobierno Sánchez se impone a través de decretos-leyes, determina la agenda de las Cortes con sus socios comunistas, separatistas y filo terroristas, y pugna por controlar la Constitución a través del TC, la actividad jurisdiccional a través del CGPJ, y, ahora, se erige en “juez” contra el TS: sentencia que Chaves y Griñán son inocentes. Ya son pasto del poder ejecutivo la Fiscalía General del Estado, la radio televisión pública, el CIS, el INE, la intrusión en la carrera diplomática, las fuerzas de seguridad, la concesión de indultos con intereses partidistas…


Se va implantando un nuevo caciquismo a través del endeudamiento de los españoles por políticas expansivas e irresponsables del gasto público, cuyo fin real es alimentar clientelas con fines de control electoral. El resto de las instituciones del Estado, neutrales o independientes, como la Corona, el Consejo de Estado o el Banco de España son ninguneadas o cuestionadas. La democracia española avanza hacia el autoritarismo populista a costa de la integridad constitucional, la seguridad y las libertades.


Sin determinismos, pero seguimos cerrando círculos en falso: la II República empezó anteponiendo la ilusión populista de unos al consenso civil democrático y, en pocos años, atentó contra la seguridad y las libertades. Ahora las esperanzas de la Transición y la Constitución colapsan en la creciente degradación actual. Es curioso, los mismos partidos —socialistas, comunistas y nacionalistas— que mandaban en 1936-1937 son los que ahora mandan. Entonces decían: “En cuanto caiga el gobierno de Azaña, habrá una República Soviética en España” (Largo Caballero, febrero 1936). Ahora Sánchez dice (2021): “Largo Caballero actuó como queremos actuar hoy nosotros”.


Urge romper este círculo vicioso, pero obtener resultados distintos exige cambios en el sistema “individuo-sociedad” a partir del orden constitucional que nos hemos dado; cambios para proteger las libertades y consolidar la soberanía de la Nación. Del lado social, ejercitando la soberanía, hemos de avanzar en la separación de poderes con mecanismos de control del Poder Ejecutivo (sistema de pesos y contrapesos); en dotarnos de un sistema electoral que garantice la relación entre ciudadano y representantes en un modelo competitivo de candidatos en distritos electorales, con legislaturas de cuatro años y renovación de la mitad cada dos; y, si queremos Nación y futuro, excluir de la representación de la Nación y de las instituciones públicas a partidos totalitarios y separatistas.


El otro polo del sistema es el individuo, porque no hay democracia real sin ciudadanos libres, sin su compromiso cívico por los derechos y el futuro. Nuestras experiencias democráticas fracasaron, y la actual está por ver. Como Nación, somos capaces de compromiso y grandeza en momentos concretos, pero pronto abandonamos el Estado a los partidos, sin el contrapeso de una red de instituciones públicas independientes, y el impulso inicial se degrada en mediocridad, sectarismo y corrupción. Carecemos de una cultura de asociaciones cívico-políticas que requieren compromiso mantenido en el tiempo. Actualmente, ejemplifican ese compromiso asociaciones en defensa de derechos constitucionales, amputados por nacionalistas, como Impulso Ciudadano, Asamblea por una escuela bilingüe, plataforma Escuela de Todos, Sociedad Civil catalana, Hablamos español, asociación Esteban de Garibay y otras.


En la historia reciente de España los partidos hegemónicos utilizan a los ciudadanos como carne de trinchera; convertidos en masa ideologizada

Estas carencias institucionales y ciudadanas, salvo excepciones, acrecientan el poder de los partidos en el control del Estado y de la vida civil. Tanto es así que en la historia reciente de España los partidos hegemónicos utilizan a los ciudadanos como carne de trinchera; convertidos en masa ideologizada: “progresistas” (así se autodenominan, confundiendo progreso con ideología) contra “fascistas” (son los otros, los escrachados por los “progresistas”); separatistas contra españoles… Esta es la cotidianidad de la guerra cultural populista que medra en la política, medios y redes.


Frente a todo ello, la clave de la democracia a largo plazo consiste en tener una masa crítica imprescindible de ciudadanos libres, responsables y críticos:


—Ciudadano libre. Ser libre es una actitud vital de lucha por la autonomía personal y económica.


La autonomía personal se asienta en virtudes familiares y educación excelente, condiciones necesarias para construir el proyecto vital personal con voluntad y dedicación. La autonomía económica individual guarda relación con la economía nacional solvente, creadora de riqueza, productiva y competente, pero no es el caso, vamos en sentido contrario al debido: el deterioro de la familia y la degradación de la educación malgastan irreversiblemente el potencial de los menores; la economía subsidiada basada en el gasto improductivo, la deuda y el déficit crea ciudadanos dependientes en la espiral del empobrecimiento moral y material; nutrientes del autoritarismo destructor de libertades.


—Ciudadano responsable. La responsabilidad individual por los propios actos a través del itinerario vital expresa el sentido proyectivo (telos) de la libertad individual: en la familia, los estudios, las decisiones personales, las amistades, la gestión personal de las ilusiones y los errores, el trabajo, la civilidad, el compromiso social y político…


—Ciudadano crítico. La capacidad crítica, más allá de las deseos, anhelos y opiniones, viene dada por la formación del carácter en la autodisciplina que impone la independencia personal y el principio de realidad.


En resumen: ser libre es permanente y ardua conquista personal frente a influencias, engaños, dependencias y manipulaciones. Ser ciudadano soberano depende de factores constitucionales internos, y de solvencia externa como Nación. Hoy, con la perspectiva de los últimos 40 años de democracia puede afirmarse que la soberanía nacional de los españoles sufre un retroceso por fraccionamiento y devaluación, y, las libertades ciudadanas, de regresión por amputación, ideologización, censura y adoctrinamiento.


A través de la Historia, la emergencia del ciudadano libre sólo ha sido posible, en determinados momentos, en las sociedades democrático-liberales. El resto de la experiencia social humana es la historia de la dominación con distintas denominaciones: tiranías, monarquías absolutas, repúblicas socialistas, bolivarianas, nacionalismos étnico-identitarios…


Hoy las sociedades demoliberales están en regresión; sufren el asedio de la expansión del populismo autoritario mediante la guerra cultural de imposición ideológica que coloniza la mente y conducta de los ciudadanos como estrategia de control y permanencia en el poder: élites de partidos y corporaciones utilizan los recursos públicos y privados para “domesticar” a la masa de población a través de los mass-media, las instituciones del Estado, singularmente la educación, los medios públicos y subvencionados.


Arrecia otra vez la lucha del totalitarismo contra la libertad a escala planetaria: en Europa, Oriente Medio, América, Asia-Pacífico, África mediterránea y subsahariana. Hoy la libertad está amenazada y ninguna democracia real está a salvo.


Todo el excremento político en América Latina

MIGUEL ÁNGEL BELLOSO. Okdiario. 25 Agosto 2022


He estado tres veces en Cuba. Todas invitado. En dos ocasiones, por empresas tabaqueras y la última, por el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, que quería reforzar las relaciones bilaterales. De esto hace bastante más de una década. Siempre lo he pasado en grande. Mis viajes se han limitado a la capital, incluida la dacha soberbia del embajador español, y a las plantaciones de hoja de tabaco más las fábricas donde todavía se lee El Capital de Marx a los trabajadores marchitos durante sus labores. La Habana devastada posee una belleza inefable. Los cubanos son, con diferencia, los más sinceramente amorosos con los españoles de todo el Continente. Cuando yo estuve, el ambiente era explosivo. Las calles principales estaban repletas de gente bailando y gozando de la vida, a pesar de la existencia miserable a que les ha condenado el comunismo desde siempre.


La segunda vez que comparecí ya iba provisto de mi correspondiente guayabera, y como las exigencias profesionales como periodista no eran extenuantes, solía perderme a mi aire, sin que ningún nativo me molestara ofreciendo habanos o planteándome una cita carnal con una hermana o incluso con su madre. Debían contemplarme como Juan Goytisolo en Marraquech. Cualquiera de ustedes pensará con razón que soy un personaje como poco amoral, que un liberal impenitente estaba blanqueando con su visita a la isla una dictadura abominable. Y tendrían buenos motivos. Pero me vence la curiosidad y el gratis total no viene mal de vez en cuando. Aunque he estudiado en la Universidad de Navarra, mi vocación nunca ha sido la santidad. Lamento defraudarles.


Cuando cualquiera va a Cuba y se roza con los ciudadanos, les invita a un refresco en el hotel de Inglaterra o a cenar en el Nacional y habla con ellos, todos los mitos se derrumban. Se da cuenta de que nada funciona, y que la sanidad y la educación son igualmente deplorables, en contra de los clichés que todavía se puede escuchar de muchos aberchales y demás izquierdistas mezquinos que aun llevan camisetas del asesino en serie Che Guevara o siguen adorando al comandante.


Este verano, mi hijo Fernando y su novia han estado en Cuba más de quince días con una decena de amigos. Yo me temía lo peor, y así ha sido. Lo han pasado fenomenal, claro, porque son jóvenes sin prejuicios y acomodaticios, pero La Habana es un desierto. Ya no hay animación en las calles salvo a las puertas del Floridita o de la Bodeguita del Medio, el nervio que bullía en el cuerpo de esta gente animosa está cada vez más debilitado, corrompido por el hambre, la desesperación y la caída brutal del turismo que los aliviaba con sus puñados de dólares. El tráfico rodado es mínimo, la gasolina escasea, fuera de la capital los apagones a partir de las ocho de la tarde son diarios, el servicio en los hoteles es pésimo, la emigración de los nativos está en la cota más alta de la historia. En fin, la crisis económica está acabando como un cáncer terminal con el encanto aparentemente indestructible, genuino, de ese pueblo singular que en ocasión desgraciada se abrazó al comunismo. Esta es la situación contemporánea del estado social que les prometió Castro, parecida a la que vive Venezuela, y el camino por el que transitan casi todos los países de ese Continente pasto de una maldición bíblica.


Colombia ha sido la última pieza en caer a manos de Gustavo Preto, ex guerrillero, amigo de la época del narcotraficante Pablo Escobar, el más famoso de la historia. Según la prensa progresista española, este desequilibrado va a marcar la senda de la nueva izquierda latinoamericana. Pero la realidad es que en su reciente discurso de investidura ha planteado el germen de la destrucción de la economía y de las instituciones de la nación. En primer lugar, se ha propuesto perdonar a los criminales a cambio de la paz, lo que equivale a garantizar su impunidad. Después, se ha mostrado en favor de legalizar las drogas, con el pretexto de que la lucha contra los narcotraficantes ha fracasado, aunque en verdad pagando el tributo por su apoyo monetario en la campaña electoral más costosa de la historia, que han soportado igualmente las terminales comunistas de la zona encabezadas por el Foro de Puebla y todos los interesados en que los ciudadanos sigan instalados en la pobreza, porque a nada que prosperan se vuelven de derechas y burgueses, según ha declarado el señor Petro. Este vástago del totalitarismo centenario va a hacer una reforma tributaria para esquilmar a los empresarios y apoyar a la infancia y la juventud, que no significa otra cosa que regarlos con subsidios para asegurar su consolidación en el poder. Y por último defiende el desmantelamiento de la industria petrolera para aflorar empresas públicas que inviertan en energías renovables y por supuesto limpias. En conclusión, en lugar de dar garantías a los empresarios, los va a castigar; y en vez de apoyar la industria petrolera, la va a liquidar.


Sólo Vox dice y denuncia estos hechos en España. Aquí, desde la marcha de Aznar, la derecha convencional del PP, por completo al margen de la llamada guerra cultural, que considera una distracción inoportuna y nada relevante, muestra un desinterés obsceno sobre el deterioro de la situación en América Latina, el continente hermano, depositario de nuestras raíces y herencia. No es que no digan algo al respecto, es que carecen de cualquier idea sobre el caso. Al final, ¿qué se nos ha perdido en Cuba, y por ende en el resto de la zona?, parecen pensar.


Están, sin embargo equivocados. El ascenso de Petro se ha producido tras la victoria del izquierdista Gabriel Boric en Chile, el país más exitoso de la región gracias a la política económica liberal exportada al dictador Pinochet por la Escuela de Chicago al mando del insigne Milton Friedman, y luego heredada y proseguida por los gobiernos ya democráticos del país, hasta que los movimientos desestabilizadores del comunismo latino han logrado hacerse con la pieza más cotizada. Ahora Chile está inmerso en un proceso constituyente de carácter asambleario al cargo de los peores y más sectarios representantes de la sociedad civil, que preparan un engendro de nueva Carta Magna presidida por el anti capitalismo, el ecologismo radical, el expolio fiscal de las clases medias y un reforzamiento de la presencia del Estado a todos los niveles, con el propósito declarado de cambiar radicalmente la sociedad camino de su dependencia monetaria del poder público y presta a respaldar todos sus caprichos. Como la gente con recursos, consciente del sacrificio que les ha costado conseguirlos, es reacia a invertir parte de su dinero para conservar el orden económico y social más propicio al bienestar común, han permitido con su indolencia el resultado de la eficaz maquinaria de persuasión de la izquierda latinoamericana, que dispone de una potencia de fuego insólita e incomparable en la historia, alimentada por el dinero sin límite de esta alianza internacional contra el progreso.


Naturalmente, otros personajes siniestros contemplan el nuevo escenario, que puede completarse en octubre con la victoria en Brasil de Lula da Silva, ya pasado por la cárcel y todavía inmerso en varias causas por corrupción, con ojos inquietantemente esperanzadores. El ex presidente Zapatero, que asesora y cobra de estos regímenes criminales de facto o de proyecto, escribió el pasado sábado un soberbio artículo en El País, cómo no, saludando la renovación democrática de Chile y celebrando la recuperación del Estado social, el mismo que trató de implantar en España y que habría desembocado en nuestra ruina si no lo para a tiempo la Unión Europea. Su epígono Sánchez transita por esta misma senda, destruyendo sin prisa pero sin pausa la economía, y sembrando la discordia civil con su proyecto de memoria democrática, continuador del de memoria histórica, corrompiendo moralmente a los jóvenes con unas leyes de educación destructivas y asociándose con todos los partidos anti sistema que trabajan para quebrar el nervio de la nación. Por eso Sánchez ha mostrado su estusiasmo por el tsunami de la izquierda en América Latina, que todo lo arrasa. En Chile, en Colombia, antes en el Perú o en Bolivia, consuetudinariamente en Argentina y quizá muy pronto de nuevo en Brasil. Todos serán tarde o temprano estados fallidos, determinados al empobrecimiento sin escrúpulos de sus ciudadanos cómplices.


Que Dios tenga piedad de uno de los futuros más certeros y sombríos jamás conocido, y que se abstenga de rezar en su favor el Papa Francisco, el mayor cómplice de la falsa liberación latina, el mayor soporte y pecador en esta historia fatal. El gran autor y economista Thomas Showell escribió en una ocasión: «Los pobres no son mascotas que merecen un trato especial, sino seres humanos con dignidad igual que cualquier otro, y con la capacidad cierta de salir adelante».


INVASIÓN INMIGRATORIA (III)

Evitable e innecesaria: desmontando el movimiento inmigracionista que asola Europa

JORGE BUXADÉ. gaceta. 25 Agosto 2022


Uno de los principales argumentos del movimiento inmigracionista que asola Europa, y por extensión la decadente civilización occidental, es que la inmigración es un hecho incuestionable, ineludible e inevitable. Afirman que no hay nada que hacer, que el fenómeno inmigratorio siempre ha existido, y que punto y final. Con ello, pretenden acabar el debate, cerrar la discusión y convertir en irrefutables sus políticas de efecto llamada y de promoción de la invasión inmigratoria.


El segundo argumento es el de la necesidad de mano de obra en Europa, que ya refuté, al menos parcialmente ayer, con datos extraídos de los propios informes que maneja la Comisión Europea.


El tercer argumento, vinculado al anterior, es el de la supervivencia de nuestros sistemas de pensiones y prestaciones públicas. Ante el descenso vertiginoso de la natalidad y el envejecimiento de nuestras sociedades, dicen, es preciso incrementar la población europea y por ello procede incentivar al máximo la llegada de inmigrantes, legales o ilegales, aunque en el fondo eso es irrelevante para la “élite” gobernante, el “intelectual” de pasquín, el tertuliano de pago.


El mensaje que se lanza a las ya adormecidas sociedades occidentales es inevitabilidad y necesidad. Un discurso falsario sustentado en una visión economicista del mundo, que huye de profundizar y que se pretende imponer sin debate y sin preguntar a los españoles. Y ahí están todos, no tengan dudas, desde la izquierda a los “gestores” pasando por los separatistas y los autodenominados liberales. O lo tomas o serás condenado por nuestros grandes medios de comunicación al ostracismo y a la muerte civil, pena de extrañamiento social. Refutación.


Primero, efectivamente siempre ha habido fenómenos inmigratorios pero el progreso y la prosperidad de las comunidades humanas llegó con el sedentarismo, el dominio de la tierra y la creación de organizaciones políticas, sociales y culturales más complejas basadas precisamente en la identificación con un territorio en el que la comunidad se fortalece con lazos espirituales, de experiencia individual y comunitaria, culturales, afectivos, de solidaridad económica. El fenómeno inmigratorio es una realidad pero en modo alguno necesariamente buena.


Además, ese fenómeno bondadoso del traslado de poblaciones que el inmigracionista promueve e idealiza desde organizaciones internacionales – gubernamentales o no pero todas sostenidas sustancialmente con fondos públicos -, es tan incierto como el discurso de Rousseau sobre el “buen salvaje”. Los fenómenos inmigratorios de hace 5.000 años no se realizaban cruzando fronteras de Estados-nación, incumpliendo leyes aprobadas por parlamentos soberanos ni aprovechando los ingentes recursos del llamado Estado del bienestar, sufragados por la población de recepción, con sus impuestos. Normalmente, daban lugar a guerras y conflictos. Que es lo que sucede en las calles de Europa. Ergo si lo que queremos es preservar la paz y la seguridad, hemos de controlar severamente la inmigración.


Segundo, el envejecimiento de una comunidad nacional es negativo en sí mismo. Las sociedades con crisis demográfica tienden a la desaparición. Siempre. Pero entre promocionar la natalidad, fortalecer los vínculos familiares propios, fomentar la iniciativa personal y familiar, reindustrializar, ayudar a los jóvenes a forjarse un futuro con empleos estables, retribuciones suficientes y seguridad en las calles; y forzar las migraciones y el conflicto cultural con dinero público, hay un abismo.


El determinismo inmigracionista proclama y consolida la derrota de nuestra civilización. Si ellos quieren darse por derrotados, nosotros no. Les venceremos a fuerza de trabajo, estudio, ilusión y defensa de estas comunidades nacionales europeas que no van a desaparecer a pesar de sus esfuerzos.


Hace unos meses, junto a otros eurodiputados del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos, tanto de VOX, como de Fratelli de Italia, Demócratas Suecos y PIS de Polonia, pregunté a la Comisión Europea por qué, en lugar de condenar, no se reconocía el efecto disuasorio de modelos de asilo como el de Australia (Fronteras soberanas), Dinamarca o el recién anunciado en Reino Unido consistente en trasladar el control de legalidad de las entradas de extranjeros a Ruanda. En Australia, las muertes en el mar se redujeron a cero, y el negocio de las mafias también.


En el Reino Unido, en 2020, hubo 8.404 entradas ilegales por el canal de la Mancha en pequeñas embarcaciones. En 2021, 28.526. En 2022, las autoridades británicas asumían la llegada de más de 60.000 inmigrantes incumpliendo las leyes nacionales; lo cual era plausible al ver que solo en marzo, se había pasado de 831 (2021) a más de 3.000.


Tras el anuncio en 14 de abril de que los inmigrantes ilegales serían enviados, sin excepción, a Ruanda, a fin de “cribar” ahí la seriedad de las peticiones de asilo y el procedimiento de entrada, la situación cambió de golpe. Entre 20 de abril y 1 de mayo, no se detectó ni una embarcación, ni un inmigrante.


La respuesta de la Comisión Europea, que me ha llegado esta semana al despacho en Bruselas, dice: “La Comisión no tiene intención de examinar cómo podría modificarse el Pacto sobre Migración y Asilo propuesto en 2019 para incluir la tramitación externa de las solicitudes de asilo”. Esta es la realidad. Prejuicio inmigracionista frente a protección de fronteras y respeto a las vidas humanas. Los responsables políticos de las muertes en el Mediterráneo no están en las filas del sentido común ni en los barrios de España sino en quienes quieren rendir la Frontera Sur animando el efecto llamada, sin combatir las mafias y aplaudiendo a las oenegés cómplices, consolidando un modelo de negocio más parecido al esclavismo que a otra cosa.


LA IZQUIERDA INTERNACIONAL ENCUBRE EL DELITO

Foro Madrid alerta sobre el blanqueo del Foro de Sao Paulo a Cristina Kirchner: ‘Estos delincuentes se protegen entre sí’

gaceta. 25 Agosto 2022


Foro Madrid ha alertado este miércoles sobre la iniciativa emprendida por el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla y la Internacional Progresista para blanquear a Cristina Fernández de Kirchner, señalada por la Justicia argentina por haber cometido actos de corrupción durante su gestión como presidente del país sudamericano.


A principios de semana, el fiscal argentino Diego Luciani realizó una exposición que devela una trama en la que Fernández de Kirchner, a través del empresario Lázaro Báez, habría ejecutado adjudicaciones de contratos de vialidad en la provincia de Santa Cruz, defraudado a la nación por una cifra cercana a los 1.000 millones de euros. En tal sentido, Luciani solicitó que la exmandataria fuese condenada a 12 años de cárcel y además fuese inhabilitada políticamente de por vida.


Sin embargo, las agrupaciones que anidan en el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla y la Internacional Progresista han acudido rápidamente -como el bombero que sale a apagar el fuego- a solidarizarse con Fernández, queriendo hacerla ver ante la opinión pública internacional como la víctima de una retaliación política de la Justicia.


“Cuando los miembros de estas organizaciones son acusados -ya sea Correa, Morales, Lula o la propia Kirchner- inmediatamente corren a decir que son inocentes y que son víctimas de ‘lawfare’, aun cuando las pruebas que los incriminan sean públicas y contundentes”, señaló en Twitter Foro Madrid ante la maniobra de las agrupaciones de la izquierda criminal que abanderan la campaña de victimización iniciada por la propia Kirchner.


La instancia, que abandera la lucha por la libertad y la democracia a ambos lados del Atlántico, ha recordado además el oprobioso silencio que al mismo tiempo guardan estos colectivos de izquierda frente a las arremetidas bestiales que ha emprendido el régimen de Ortega contra la Iglesia católica en Nicaragua, los vejámenes a los que ha sido sometida injustamente la expresidente Jeanine Áñez en Bolivia y la represión de la que ha echado mano Maduro para doblegar a sus opositores.


“La injerencia en los asuntos internos de Argentina y el burdo intento de presionar a la justicia, con el fin de defender a Kirchner sin importar las pruebas que la incriminan, demuestran el compromiso de estos delincuentes de protegerse entre sí”, finaliza Foro Madrid en su remitido público difundido en redes sociales.



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¡Elecciones ya! Razones y coraje cívico

AGAPITO MAESTRE. libertad digital. 25 Agosto 2022


Sánchez se resiste a un adelanto de las elecciones, pero el público está cada día más cabreado. ¿La irascibilidad de los españoles podría llevárselo por delante? No; no lo creo. Los españoles protestan y gritan mucho. Pero, a la hora de la verdad, nunca bajan al ruedo. Protestan contra los coletillas del redondel, pero nadie se atreve a torear. Falta valor. Y concepto. Nuestra raza es así desde hace siglos. Escasa de casta y pobre de ideas en todo lo que se refiere a la política. Esta deficiencia ha sido mil veces descrita por grandes autores españoles y extranjeros y otras tantas olvidadas. Se diría que la falta de entendederas políticas de los españoles, es decir, de unas ideas políticas comunes nos ha llevado sistemáticamente al fracaso colectivo e individual. Nuestra idea de Política es de boquilla. El Estado siempre ha estado en vilo y la libertad de los individuos amenazada por los gobiernos. Así seguimos.


Las conquistas sociales del tardo-franquismo por un lado, y el éxito político, cuasi milagroso, de la Transición por otro, están a punto de desaparecer. ETA-Bildu manda y marca la agenda de vuelta a la República totalitaria. Sí, cada día que pasa Sánchez en la presidencia del Gobierno, somos más pobres y perdemos más libertades. Lejos de mí, sin embargo, estigmatizar y demonizar a este individuo que desgobierna a base de Decretos-Leyes el país. Al contrario, tiendo a pensar que Sánchez, en efecto, no es causa sino efecto. Sánchez es la consecuencia de una deriva autoritaria que viene de lejos, de los tiempos de González-Guerra-Zapatero y, por supuesto, de la inacción intelectual y política de un PP sin columna vertebral en asuntos centrales para construir un Estado-Nación a la altura de los tiempos.


Seamos, pues, sinceros en el reconocimiento de culpas. Sánchez no ha impuesto nada con una exagerada violencia física, salvo indultar a golpistas y sacar de la cárcel a los terroristas de ETA, sino que han sido los partidos políticos, los sindicatos, las instituciones educativas y culturales las principales encargadas de construir un elaborado y complejo sistema de mentiras, prejuicios y "racionalizaciones" para mantener a un tipo autoritario en el poder con la simple excusa de que esto es una genuina "democracia". ¿Cómo salir de ese terrible engaño que, como vengo manteniendo aquí hace tiempo, es el más arraigado en nuestra sociedad?, ¿cómo extraer valentía allí dónde reina la cobardía y la esclavitud?, ¿aguantará España, la nación o lo poco que queda de ella, año y medio más a Sánchez y sus miles de terminales mediáticas?, o peor aún, ¿cómo romper esa mayoría de la sociedad española, lobotomizada por los socialistas, los comunistas y los separatistas, que está preparada mental y económicamente para aguantar todo lo que le echen, empezando por seguir manteniendo un gobierno autoritario cuyo único objetivo es prohibir, prohibir y prohibir (¿conoce alguien un gobierno en la UE más prohibicionista, es decir más autoritario, que el de Sánchez? La cuestión no tiene fácil salida.


Es relativamente sencillo, como yo hago, apelar a la valentía, pero hallarla es más complicado. El déficit de coraje cívico puede estudiarse fácilmente en todos los ámbitos de la sociedad española. Tomen el que quieran y, fácilmente, hallarán agujeros negros por todas partes. Comprobarán que, lejos de defender la libertad y la democracia, apoyan un sistema de carácter autoritario. Acerquemonos, por ejemplo, al periodismo político. Sus limitaciones están a la vista de todos. Basta mirar a la izquierda y a la derecha para saber de qué pie cojea el comunicador. No abundan los periodistas libres y, sobre todo, capaces de distinguir entre las razones y los afectos, entre los argumentos lógicos y los intereses sentimentales, entre la verdad y la mentira. Pero hay, sin duda alguna, un cierto periodismo político digno de ese nombre. Creo que el análisis político en España no es peor que en otros lugares de Europa, aunque aquí se ejerza, seguramente, con menos libertad y objetividad, entre otras razones, porque los medios de comunicación, donde se expresan los analistas, son más dependientes de los aparatos de propaganda del Estado en general, y del gobierno de turno en particular, que en el resto de Europa. Acaso por esas contradicciones, y otras muchas derivadas de una débil sociedad civil, el grupo español de periodistas políticos es tan pequeño, desde el punto de vista cuantitativo, y sobre todo tan poco influyente en el devenir de la vida política.


El Gobierno no está solo en esa deriva totalitaria del sistema político español. Tiene muchos compañeros de viaje. Todos ellos han conseguido crear una espiral de silencio sobre el carácter autoritario del gobierno de Sánchez. He ahí la principal tragedia de nuestra democracia. El problema político de España es, en pues, la carencia de un concepto de política. El autoritario excluye siempre al adversario de la vida política bajo mil pretextos. El caso de Sánchez es de libro y, además, se pavonea de que gobierna solo para una parte de la población, según él, "la más necesitada". Y culpa de todos los males a la Oposición. Típica y cruel majadería populista usada hasta el hartazgo por parte de Sánchez. Se requieren, en fin, razones y coraje cívico para detener la deriva totalitaria de nuestra débil democracia. Eso exactamente es lo que los españoles empiezan a demandar con mayor insistencia de la Oposición para forzar el adelanto de elecciones generales. Ojalá escuchemos algo digno de atención en la convocatoria conjunta de Feijóo y Ayuso. Ojalá estén ahí las bases clave para una regeneración del tejido democrático. Ojalá salga de ahí un acto de valor ajustado a un concepto político.


A golpe de decretazo inútil

EDITORIAL. libertad digital. 25 Agosto 2022


Aunque se habían levantado algunas dudas en las jornadas previas, ya parece claro que el decreto de ahorro energético del Gobierno se aprobará sin mayores sorpresas este jueves. De nuevo una ley deficiente que no resuelve nada sino que causará más problemas a los españoles pasará el trámite parlamentario gracias a los pactos del Pedro Sánchez con separatistas y bilduetarras.


El análisis de este nuevo decretazo debe empezar, precisamente, por el hecho de cómo el Ejecutivo vuelve a forzar los mecanismos legales de la democracia y hacer un uso completamente abusivo de una herramienta legislativa –el Real Decreto Ley– que está creada para situaciones de urgencia y no para hurtar al Congreso sus funciones. Pero un Gobierno que respeta tan poco la democracia y sus formas como el de Pedro Sánchez se siente mucho más cómodo gobernando a golpee de decretazo y trapicheando luego su aprobación con PNV, ERC y Bildu.


Más allá de su falta de respeto por las formas y la separación de poderes, otra de las razones por la que este Gobierno prefiere el trapicheo a un verdadero trámite parlamentario es porque es completamente incapaz de desarrollar, no ya una política que aborde de verdad los problemas y contribuya a la mejora general de la situación de España, sino incluso de hacer nada positivo en cualquier campo concreto. Dicho de otro modo: todo lo que toca lo empeora y, desde luego, la energía no va a ser la excepción, sino más bien lo contrario: si en algún terreno Sánchez y los suyos –y muy especialmente Teresa Ribera– son presa de una ceguera ideológica y un sectarismo que les incapacita para desarrollar las políticas complejas y a largo plazo ese es la energía. Y, por desgracias, esas políticas bien pensadas, planificadas y a años vista son las únicas que pueden sacarnos de la crisis energética.


Pero en lugar de eso, el Gobierno ha preferido otro decretazo que no ha pactado con nadie, ni con las comunidades autónomas encargadas de su aplicación ni con los sectores afectados, y a partir de ahí utilizarlo para tratar de desgastar a la oposición en una campaña tan torpe y chapucera como de mal gusto.


Ese ataque barriobajero a Feijóo será, finalmente, la única utilidad real de un decretazo mal planteado y peor ejecutado, o al menos la única que podamos constatar fehacientemente, porque lo que el Gobierno entregue a sus socios separatistas en sus negociaciones bajo cuerda nunca lo sabremos a ciencia cierta.



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