Recortes de Prensa Domingo 28 Mayo 2023

LA CEGUERA DE LA MORAL

La guerra y los sesgos: cómo la indignación por la invasión de Ucrania nos nubla la vista

Argemino Barro. Nueva York. el confidencial. 28 Mayo 2023


A la hora de examinar los fenómenos que limitan o contaminan el paisaje informativo, solemos centrarnos en dos. Por un lado, la vieja censura de siempre, con esa imagen del burócrata casposo tachando párrafos de un libro o tratando de acallar informaciones perjudiciales para el régimen; por otro, las noticias falsas, cuya imagen sería la de una inmensa boca de desagüe digital de la que salen rumores y mentiras. Una marea de aguas fecales que embarra el debate y ahoga la verdad. Pero hay otro fenómeno, más orgánico, generalizado y por tanto más sibilino: la tendencia humana a disolverse en comunidades morales que piensan al unísono y que levantan a su alrededor un muro que proteja su consolidada visión del mundo. Nada de lo anterior es nuevo ni original, sobre todo a la luz de los últimos años de inestabilidad política en Occidente, pero la invasión rusa de Ucrania y su tratamiento informativo nos exigen revisar, una vez más, las dinámicas cognitivas que dan forma a nuestras percepciones y que, muchas veces, cavan una trinchera a nuestro alrededor. Sobre todo cuando hablamos de un fenómeno tan trágico, sensible y polarizante como una guerra. Dado que las simpatías proucranianas son las que dominan la opinión pública en Occidente, este artículo va a estar centrado en ellas, en sus fundamentos. Porque se trata de los sesgos más influyentes, los que moldean nuestro menú informativo y aquellos de los que deberíamos estar más al tanto.


A pesar de plantear este artículo como un análisis desapasionado de la manera en que la moral puede nublar nuestro entendimiento, es inevitable empezar por este aspecto de la guerra para explicar el sesgo proucraniano. Uno puede examinar los antecedentes de la invasión, las implicaciones de la ampliación de la OTAN a Europa del este, destacar las advertencias de varios líderes, plantear comparativas con la actuación de EEUU en otros escenarios y tirar del hilo de la historia hasta llegar al siglo IX. Pero un hecho claro permanece: Rusia atacó un país soberano cuyas fronteras habían sido reconocidas por la propia Rusia en numerosos tratados. Desde entonces, ha matado, torturado, secuestrado y anexionado con la cobertura de un lenguaje propagandístico reminiscente de la Alemania nazi. Supongo que este párrafo me coloca de lleno en el seno de una comunidad moral, pero hubiera sido tramposo ignorar una premisa tan determinante en el juicio de la opinión pública. Añadamos también, siguiendo por esta senda, un segundo factor de afinidad ideológica. Mientras Rusia se ha ido deslizando hacia el autoritarismo, sobre todo desde 2012, Ucrania ha ido acercándose cada vez más a las instituciones de la democracia liberal que nos son propias en Occidente. Desde el año 2000, Rusia ha sido gobernada por el mismo hombre (si incluimos sus cuatro años de primer ministro); en el mismo periodo, Ucrania ha tenido cuatro presidentes de los más variados estilos e ideologías. El mismo contraste se da si examinamos la cambiante composición parlamentaria de la Rada con la estólida Duma del partido Rusia Unida, o los límites de la libertad de expresión en ambos ecosistemas mediáticos.


El tercer factor que explica los dominantes sesgos proucranianos es la manera en que comenzó la invasión a gran escala. En directo, con todo el mundo pendiente desde hacía semanas, con miles de periodistas sobre el terreno esperando el primer bombardeo, con la posibilidad de ver detalladamente el horror en los medios y en las redes sociales, a todo color, con sonido, en tiempo real. Los gritos de las familias, las caravanas de escapados, los disparos, los misiles, más tarde los cadáveres y los cuerpos torturados y arrojados a zanjas con las manos atadas. Este interés, parcialmente, fue generado por la política estadounidense de alertar y compartir en tiempo real las informaciones que tenía sobre el despliegue las intenciones rusas. Washington logró focalizar la atención en Ucrania, arrebatarle a Rusia la iniciativa del relato, y hacer que todos estuviéramos mirando cuando empezase el ataque. Es también un efecto obvio de la tecnología y de la hiperconexión. Se ha dicho que la crónica de guerra está viviendo sus últimos días. Difícilmente puede una pluma competir con la avalancha de vídeos grabados desde un dron o desde el uniforme de un soldado, con esas carreras bajo las balas entre las ruinas del Donbás.


Esta abundancia sin precedentes de materiales audiovisuales sobre una guerra tiene su reverso en la escasísima información que viene del lado de los invasores. Salvo muy contadas excepciones, muchas de ellas casos evidentes de propagandistas haciéndose pasar por reporteros, el frente por el lado de Rusia sigue siendo un gran desconocido. A muchos de los periodistas que cubren Ucrania se les acusa de no querer mostrar la perspectiva rusa. La realidad es más complicada. Cualquier periodista occidental estaría encantado de visitar Donetsk o Luhansk y de escuchar de labios de los propios rusos cuáles son sus quejas, sus ilusiones, sus miedos o sus necesidades armamentísticas, si tienen esto o les falta aquello, etcétera. Pero no solo no se les permite, sino que acercarse a los rusos puede pagarse con el secuestro o la muerte. Es posible que los más activistas de la comunidad moral proucraniana arruguen la nariz ante la idea de que un periódico dé espacio a la narrativa rusa, a los testimonios de los ocupantes, pero es que esa es la labor del periodismo, la de pintar el retrato más completo posible de lo que sucede, con todos sus claroscuros. Si luego los entrevistados rusos se ponen a verter falsedades, ya que llevan una década recibiendo una imagen adulterada de Ucrania, es el deber del periodista verificarlo y explicarlo. Los contadísimos testimonios de soldados rusos que afloran a la prensa son valiosos, entre otras razones, porque reflejan cómo se ha ido preparando psicológicamente a una nación para acabar atacando al país vecino.


Este profundo desequilibrio entre la masiva cobertura del lado ucraniano y la escasa o nula del lado ruso es problemática por motivos obvios, tal y como observó Timour Azhari, jefe de la Oficina de Reuters en Líbano, Siria y Jordania. "¿Os imagináis a la CNN empotrada con los combatientes de la resistencia palestina en Israel, luchando contra la ocupación israelí?", declaró Azhari sobre la cobertura de Ucrania durante una conferencia en la Universidad de Chicago. "Ambas situaciones son esencialmente las mismas y creo que eso ha hecho que se planteen preguntas". Además, este hueco da a Ucrania una ventaja extraordinaria. Dado que los rusos operan prácticamente en un vacío informativo, los ucranianos están encantados de llenarlo con sus vídeos y sus relatos. A pesar de que entre los 200.000 invasores que ocupan partes del este y el sur de Ucrania tiene que haber historias de todo tipo, incluidas operaciones complejas que salen bien o actos de sacrificio entre camaradas de armas, los que nos llegan son todos episodios de una crueldad y de una estupidez asombrosas. Muchos de estos actos espantosos (como las torturas, como las ejecuciones con martillo) son verdaderos, pero hay una diferencia entre percibir todo el paisaje y solo algunas de sus partes. El Gobierno de Kiev también aplica apagones informativos selectivos Tampoco ayuda, desde el punto de vista del afán de examinar el conjunto, que uno de los pocos accesos que tenemos a la perspectiva rusa sea precisamente su propaganda televisiva. Las amenazas que profieren sus presentadores y tertulianos son tan horripilantes que sonarían a comedia de no ser por sus tintes claramente genocidas y su constante invocación de la guerra nuclear. Sin embargo, como explicaba Maxim Alyukov en The Moscow Times, programas como el de Vladímir Solovióv no reflejan necesariamente el clima político de Rusia ni tampoco la manera en la que piensan sus dirigentes. Serían más parecidos a Sálvame o El Chiringuito. Un intento de epatar y de mantener entretenidos a televidentes, muchas veces, de la tercera edad. Si bien la cobertura del lado ucraniano posiblemente no tenga parangón en lo que respecta al volumen y la variedad de los materiales, el Gobierno de Kiev también aplica apagones informativos selectivos. El número de bajas, por ejemplo, es una de las grandes incógnitas de la guerra. Una fundamental para entender el nivel de desgaste que sufren ambos bandos y que podría iluminar sus capacidades reales de lucha en los próximos meses. Recientemente, en medio de los rumores de la inminente contraofensiva (que puede llevar semanas en curso con operaciones de preparación, logística, etcétera), Ucrania limitó el acceso de los reporteros a varias zonas del frente, estableciendo una jerarquía de zonas rojas, amarillas y verdes, siendo las rojas las inaccesibles y las verdes las de acceso sin oficial de prensa.


Aún así, no solo de periodistas vive la cobertura de la invasión de Ucrania. En redes sociales como Telegram o Twitter se vierten montones de contenidos y análisis osint (acrónimo en inglés de "inteligencia de fuentes abiertas"). Una miscelánea de vídeos, fotografías, imágenes por satélite, datos del tráfico aéreo, ondas de radio sin encriptar o simples mensajes colgados en las redes que pueden ser recabados y sintetizados en valiosa información. Un arma de doble filo que, por un lado, nos permite observar el curso de la guerra con gran detalle, y por otro puede ser también una fuente de ruido y de informaciones no verificadas o incluso perniciosas. A los expertos en inteligencia les gusta señalar la diferencia entre los profesionales y los aficionados, muchos de los cuales habrían saltado a la arena de la cobertura ucraniana. "Los autoproclamados osint bros están entre los peores diseminadores de información en Twitter", escribía Shayan Sardarizadeh, del servicio de verificación de noticias de la BBC. "La verdadera osint consiste en recolectar hechos y pruebas utilizando datos de fuentes abiertas para explicar acontecimientos complejos, no en compartir afirmaciones sin verificar para generar tráfico e influencia". Como consecuencia, a veces se produce un espejismo. La percepción de que, como estamos sepultados en toneladas de información que no tendríamos tiempo de consumir aunque viviéramos varias vidas, estamos excelentemente informados sobre lo que ocurre en Ucrania. Lo cual nos puede llevar a la vanidad de ignorar la persistente niebla de la guerra y el aprovechamiento gubernamental de ésta para escoger, en la medida de lo posible, lo que consume la opinión pública.


Todos estos factores, la simpatía natural hacia la causa ucraniana, la constante exposición a los dramáticos pormenores humanos y visuales de la guerra desde el punto de vista de las víctimas, los vacíos informativos selectivos y las sofisticadas operaciones que se aprovechan de estas circunstancias, han cementado una comunidad moral rica en sesgos cognitivos. Entre otros, el sesgo de confirmación, que nos hace absorber aquellos contenidos que refuerzan nuestro punto de vista; el sesgo retrospectivo, que nos hace percibir los acontecimientos, a posteriori, como algo que nosotros habíamos predicho; o el sesgo de anclaje, por el que nos dejamos influir por la primera noticia que aparece sobre un acontecimiento. Un principio, este último, que Kiev tiene muy presente. Véase como ejemplo la reciente operación de esos rusos que habrían partido a liberar Rusia, empezando por Bélgorod. Un enormísimo troleo, por usar la expresión tuitera, que tiene las huellas de la inteligencia ucraniana. El resultado es una comunidad moral que puede tener de su lado la causa ética más importante de nuestro tiempo, pero cuyo entendimiento del conflicto podría estar tan nublado, tan contaminado de simpatías, como el de los hinchas en mitad de un fragoroso partido de fútbol. Aquí llegamos al punto más interesante de este asunto: la línea que separa el activismo del periodismo. Los portavoces de la comunidad moral dirán que, si el efecto final de este ecosistema informativo es un apoyo sólido y mayoritario a la defensa de Ucrania, bien configurado está. El periodista, en cambio, está en el negocio de explicar. Porque, si las cosas no se explican (y esto no es una sugerencia de que algo vaya a acabar de una forma o de otra), luego llegan las sorpresas.


Piensa lo que votas

ANTONIO O'MULLONY. Director. LA GACETA. 28 Mayo 2023


El PSOE eligió como lema para estas elecciones municipales y autonómicas «vota lo que piensas», y da la sensación de que la idea era la contraria: llamar al voto irreflexivo, al de la costumbre de lo sentido, lo resentido o lo hererdado, por muy atávica que sea la utopía.


«Vota lo que piensas» para no pensar lo que se vota. Para no recordar quién preside el Gobierno ni quiénes son sus socios. Para creer —no pensar— que Pedro Sánchez, del que ya no hablan tan bien en la tele o en el mercado, es pasajero, una mancha en la historia de un partido que nunca dio pucherazos ni provocó una guerra civil ni arruinó ni robó ni pactó con terroristas. «Vota lo que piensas» como reverso a la izquierda del mantra del «sanchismo» que repite parte de la derecha. Lo del PSOE bueno y el PSOE malo. «Vota lo que piensas» como si el trago de votar a los socialistas sirviese para alcanzar un fin mayor. Como si la política fuese fútbol y ser del PSOE equivaliese poco menos que a ser del Betis. Manque (yo) pierda.


Los estrategas y tácticos socialistas, no muy hábiles en la gestión de lo público, aunque nada preocupados por ello, suelen saber lo que se hacen cuando se trata de propaganda y, por lo general, tienen bastante calado lo que comenta la calle de sus candidatos. ¡Hasta en Ferraz saben que Sánchez no es el presidente del Gobierno más popular entre quienes se sienten —no se piensan— socialistas!


Así que «vota lo que piensas» para no pensar en lo que realmente se decide este 28 de mayo. «Vota lo que piensas» para no pensar que comprar una vivienda es cosa de unos pocos privilegiados, que suben los tipos y los dos partidos de este régimen que fue bicéfalo atraen a los fondos de inversión que mantienen los precios al alza. «Vota lo que piensas» para no pensar en la inseguridad en los barrios que elección tras elección van dando la espalda al PSOE. «Vota lo que piensas» para no pensar que el Gobierno derriba presas cuando más falta el agua, cierra centrales mientras se dispara el coste de la energía y fuerza a los trabajadores a comprar un vehículo eléctrico si quieren (tienen que) entrar en las ciudades. «Vota lo que piensas» para no pensar en el adoctrinamiento en los colegios, que ensucia hasta la sexualidad de los niños cuando todavía la ignoran.


«Vota lo que piensas», porque si piensas lo que votas, sin sentimientos ni resentimientos, si piensas en el sistema de expolio y gasto político manufacturado por el PSOE y administrado por el Partido Popular, con sus efectos morales y materiales, es imposible coger la papeleta de quienes nos han traído hasta aquí.


José María Rotellar: "Los dos grandes peligros para la economía son el gasto público y el proteccionismo"

Beatriz García. libertad digital 28 Mayo 2023.


España todavía se encuentra en el vagón de cola de la recuperación económica después de sufrir la peor crisis del periodo de paz por la pandemia. Con la inflación erosionando la riqueza de los ciudadanos, con unas cuentas públicas completamente desequilibradas, con la tasa de paro más alta de los países desarrollados y con el Gobierno de PSOE y Podemos asfixiando con sus medidas a la economía productiva, un elevado grado de incertidumbre se cierne sobre nuestro país.


Así, en medio de toda esta vorágine, la Universidad Francisco de Vitoria ha creado su Observatorio Económico. Este think tank tendrá como objetivo analizar el panorama actual, generar recomendaciones para intentar solucionar los graves problemas que arrastra la economía española y emitir previsiones. El director del Observatorio es el colaborador semanal de Libre Mercado, José María Rotellar, que junto con Pedro Schwartz, Francisco Cabrillo, Jaime García-Legaz o Gregorio Izquierdo integran este grupo de discusión.


Pregunta (P): Se observa una cierta corriente liberal entre los miembros del Observatorio...

Respuesta (R): Sí, todos coincidimos en un pensamiento liberal clásico o liberal europeo. Nuestros miembros son economistas muy potentes que tienen una amplia experiencia en el ámbito público, en el privado, en el académico y saben lo que es gestionar.


(P) Mientras el plan de la izquierda es seguir alargando todavía más los tentáculos del Estado, en la derecha han aparecido partidos que han intensificando el discurso proteccionista y contra el libre comercio ¿Está más amenazado el liberalismo que antes?

(R): Sí. En los últimos tiempos, justo antes de que empezase la crisis de coronavirus, hemos visto un retorno a cierto proteccionismo, como en las luchas de China con Estados Unidos o de Estados Unidos con la Unión Europea. También hemos visto una vuelta a esa defensa de la producción nacional que no es nada positiva porque encerrarse en uno mismo merma las posibilidades que tiene un consumidor de poder elegir más variedad, un producto más barato y mejor servicio. Además, secuestrar los negocios con aranceles merma las posibilidades de las empresas de salir al exterior y les ofrece menos incentivos a hacerlo mejor y ser más productivas. Sin embargo, cuando hay crisis económicas, lo primero que hace el populismo es buscar un culpable. Y lo fácil es señalar al extranjero.


Secuestrar los negocios con aranceles merma a las empresas

Hay muchos ejemplos que demuestran que cuando se ha aplicado el proteccionismo ha ido peor la economía en el mundo. Lo hemos visto en España, cuando se aplicaron aranceles sobre el carbón asturiano o leonés o con el arancel Cambó, que se hizo para proteger a la burguesía catalana textil. Lo que crearon fueron burbujas que impidieron el desarrollo de estas industrias españolas.


También es cierto que el liberalismo siempre ha estado acosado porque es una orientación menos fácilmente vendible que la socialdemócrata. Aunque la experiencia lo avala, en el discurso liberal se ven los frutos a medio y largo plazo, por lo que hay que esperar. Sin embargo, la orientación socialdemócrata se ve a corto plazo, con subvenciones a los billetes de tren o entradas de cine de los mayores de 65 años, lo que hace que el ciudadano no se dé cuenta de que al final lo está pagando él a través de sus impuestos, o con más deuda, que son impuestos diferidos, o con más inflación, que es un impuesto artificial y que genera más sufrimiento a las personas más desfavorecidas por el incremento de los precios.


Por eso, los principales riesgos para la economía, y de los que tiene que huir cualquier partido español que tenga una inspiración liberal-conservadora, son el gasto público ilimitado y el proteccionismo.


(P) Un pilar fundamental del liberalismo es la propiedad privada. ¿Está más desprotegida ahora en España?

No ha sido asaltada del todo, que sería complicado, pero se están dando pasos que la amenazan, como la Ley de Vivienda del Gobierno de Pedro Sánchez. En el caso de los límites de los precios de los alquileres, si yo tengo algo y no puedo disponer de ello como yo considere oportuno, estás cercenando mi derecho de propiedad. Lo mismo ocurre con que yo quiera tener mi piso vacío y el Estado me obligue a alquilarlo. El Gobierno no le puede decir a nadie qué hacer con sus posesiones, sólo debe regir el libre juego del mercado para que la oferta y la demanda se pongan de acuerdo. Si el Estado se entromete, lo único que va a conseguir es que los dueños de los pisos los saquen del mercado, y al haber menos pisos disponibles, el precio subirá, lo que perjudica, de nuevo, a los que tienen menos recursos.


La propiedad privada es sagrada

Lo mismo ocurre con los ataques a los fondos que invierten en el mercado de la vivienda. Cada vez serán menos fondos los que quieran invertir en nuestro territorio, lo que perjudica directamente a la construcción y a los empleos a los que va ligada, lo que generará la necesidad de otorgar más prestaciones por desempleo y más gasto público. Al final, el intervencionismo va afectando a todas las ramas de la actividad. Es un círculo vicioso que hay que romper bajo la premisa de que la propiedad privada es sagrada.


(P) Además del informe sobre las nefastas consecuencias que tendrá la Ley de Vivienda que entró en vigor el pasado viernes, en el Observatorio también habéis analizado la reforma de pensiones de José Luis Escrivá, que supone un aumento de gasto y de las cotizaciones sociales. Para garantizar la sostenibilidad del sistema ¿hay que desindexar ya las pensiones del IPC? Con más de 9 millones de pensionistas, sería muy impopular...

(R): Sí. Hay que hablar claro: el sistema de pensiones tiene que ser reformado para que sea sostenible. Los pasos que dio el PP iban en la buena dirección con el factor de sostenibilidad, pero este Gobierno ha vuelto a la indexación de las pensiones al IPC y eso echa más gasolina al fuego porque genera una carga para los próximos años difícilmente soportable.


Lo perfecto sería avanzar hacia un sistema de capitalización, pero es complicado porque ya hay dos generaciones que no tendrían capacidad de ahorro suficiente. Al menos, se podría intentar avanzar hacia un sistema de cuentas nocionales como los países nórdicos. Sea como fuere, las pensiones tienen que reformarse para bajar cotizaciones, que será un incentivo para que las empresas generen más puestos de trabajo y pagar mejores salarios. Y así habrá más cotizantes. De lo que se trata es de ensanchar la base no de que haya menos personas cotizando y cobrarles más impuestos a ellos.


(P) ¿Tiene margen para bajar impuestos el próximo gobierno que llegue al poder?

(R) Bajar los impuestos siempre es positivo siempre que sea posible, pero para eso también hay que bajar el gasto. Es obvio que tenemos un IRPF altísimo, que tenemos un Impuesto de Sociedades altísimo y un nivel de cotizaciones a la Seguridad Social altísimas. Por eso, hay que rebajar todo que se pueda esos impuestos para liberar renta que permita a la economía valerse por sí misma junto a un ajuste de todo ese gasto improductivo y no esencial que es mucho.


Desde que Sánchez llegó al gobierno, se ha elevado el gasto más de 75.000 millones de euros, que si le quitamos la parte de los fondos europeos se quedan en más de 40.000 millones, que es muchísimo gasto estructural en cinco años y que no se ve reflejado en unos mejores servicios públicos. Lo que refleja es que se están destinando recursos a cosas no esenciales.


Hay que rebajar impuestos para liberar renta

Eso sí, aunque subir un impuesto nunca es positivo, si llegáramos al punto de redefinir el mix impositivo distorsiona mucho menos subir los impuestos indirectos, como el IVA, que los directos, como el IRPF, que tienen un mayor riesgo de pérdida de puestos de trabajo.


(P) ¿Alguna otra receta económica que creas urgente?

(R): Hacer fácil que las empresas quieran invertir, que no se le pongan trabas y que no sea todo un galimatías horrible de burocracia. También debemos afrontar la circunstancia económica sabiendo que hay que cumplir con la estabilidad presupuestaria y hay que reducir la deuda, no sólo en términos porcentuales sobre el PIB nominal, sino el valores absolutos. No podemos tener una deuda de más de 1,5 millones de euros porque es una bomba de relojería cuando suben los tipos y, por último, tampoco hay que tener miedo al superávit.


Mil años más de vida para el español

Rafael del Moral. vozpopuli. 28 Mayo 2023

De lo que va a ser del español sabemos poco, pero podemos aventurar su futuro si consideramos lo que ha sucedido con otras lenguas de su calado. El nacimiento de los idiomas es tan sigiloso que no se percibe. Por eso cuesta ponerles fecha. Solo los documentos escritos atestiguan que las lenguas están vivas. Como el latín hablado cambiaba sin pausas y el escrito permanecía estático y obediente a las normas, no hay más constancia de la lengua oral castellana que esas palabrillas al margen de las hojas para aclarar el texto latino. Eso nos permite sospechar que en el siglo XI el español había nacido y que ya ha cumplido mil años, que es una edad adulta para las lenguas. Digamos unos treinta y cinco para los humanos.


La lengua de Alejandro Magno ya se escribía mil años antes de que lo extendiera por el Mediterráneo en sus campañas. Y sigue vivo. Aturde pensar que el español pueda llegar a la misma edad, unos treinta y cuatro siglos. Sin embargo, no podemos descartarlo porque el itinerario se asemeja. La lengua de los atenienses sirvió para la filosofía y la literatura y marcó el desarrollo cultural de occidente: Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Safo, Platón, Demóstenes, Herodoto, Tucídides y Jenofonte, entre otros, hicieron algo parecido a lo que Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Calderón y Gracián llevaron a cabo con el español. Cuando Grecia fue anexionada por los romanos, el griego no desapareció. En la fragmentación del Imperio quedó instalado como lengua oficial de Oriente con capital en Bizancio. Sobrevivió a la invasión otomana, y ahí está, vivo y activo, aunque con su extensión territorial reducida. Las lenguas que solidifican su historia se mantienen resistentes.


El latín parece lengua muerta, pero no lo es, aunque hoy está mucho menos vivo que nunca. Se ha ido apagando lentamente y sobreviven las ascuas. Fue la lengua de la fundación de Roma y cuatro siglos después seguía perteneciendo a campesinos y mercaderes mientras el griego servía como lengua de cultura. Algo así como el castellano en la Edad Media, tan humilde que el rey Alfonso X escribió su obra poética en gallego. Corría el siglo XIII. Tres siglos después gallegos, y también catalanes, se interesaron por hablar castellano, que es la lengua que facilita el ascenso social. Y lo añadieron encantados a su patrimonio de lenguas. Por esa misma razón daneses, suecos y noruegos se apropian del inglés.


Autores latinos como Livio Andrónico escribieron en griego, igual que el catalán Juan Boscán lo hizo en castellano, y no se le ocurrió firmar Joan como aconsejan ahora las modas catalanófilas, sino Juan, en español. Por entonces no existía gente relamida.


El poder de territorios tan extensos como los de Roma necesitó, al igual que la extensión de España en América, una lengua sólida capaz de hacer frente a las leyes comunes, a las necesidades administrativas y a la organización de la vida pública, y esa fue el latín para el Imperio y el castellano para América.


La fragmentación política dividió al latín, que dio paso a las lenguas románicas, pero en su uso escrito permaneció vivo en la pluma de escritores como Dante Alighieri, Erasmo de Róterdam, Nicolás Copérnico, Francis Bacon y René Descartes. Fue Montaigne el último hablante de latín como primera lengua, aunque no como materna. Se dice que su padre exigía de sus sirvientes que se dirigieran a él en latín, aunque no sabemos con qué resultados.


A finales del siglo XVII pierde su condición de lengua internacional, pero se mantiene para estudios clásicos, tratados y documentos de la Iglesia Católica, en cuyo ámbito se perpetúa hasta 1965, año en que el concilio Vaticano II lo despoja de su ancestral privilegio a favor de las lenguas vernáculas. Como legado histórico las actas fueron redactadas en latín. Gracias a eso podemos darle a la lengua de Roma 2.600 años de vida, si bien la transmisión generacional se mantuvo unos mil quinientos, que es una edad adulta para las lenguas, unos 60 años. Bien podría el español alcanzar la edad de su lengua madre. Su arraigo en la civilización es tan profundo que sus huellas pueden permanecer vivas a través de los siglos.


Lalengua religiosa del hinduismo, el sánscrito, y oficial en India, cuenta con una larga presencia de 3.800 años, no todos con la misma intensidad. Se ha mantenido, como el latín, artificialmente activa gracias al afecto de sus usuarios. Podemos fechar su nacimiento hacia el año en el año 1800 a.C. De su vigencia dan fe algunas decenas de miles de hablantes que la utilizan en ambientes intelectuales. Se enseña en escuelas.


Aunque no es nada fácil seguir la trayectoria de la lengua de los faraones, sí podemos confirmar que se escribió durante unos 3.700 años. Testimonios no faltan. Y algo parecido le sucede a la lengua sagrada de los judíos, que puede haber cumplido los 3.300 años, algo así como los cien en la vida del hombre. Lo que sabemos es que el manuscrito más antiguo completo de la Biblia hebrea data del año 1008 a.C., pero consta que se escribió antes. ¿Dos siglos o tres siglos antes? A principios del siglo III desapareció como lengua de transmisión familiar, pero no dejó de ser usada como religiosa, erudita y literaria. Lo impresionante es que renace en el siglo XIX y hoy se transmite en el ambiente familiar de una generación a la siguiente en el estado de Israel.


La otra lengua religiosa, la de Mahoma, ha desaparecido. Lo que se transmite son formas dialectales. El árabe escrito o fuṣḥà (elocuente) es una versión suavizada del clásico usado en los medios de comunicación para facilitar el entendimiento. Tendríamos que decir que es poco probable que la división del español, de momento tan enriquecedora, se acentúe como la del árabe.


Tampoco veo razón alguna para reducir su dominio geográfico. El arraigo en España e Hispanoamérica está garantizado. Cualquier alteración inesperada podría modificar su trayectoria, claro que sí, pero difícilmente todo su dominio.


El inglés, el español, el francés, el portugués, el italiano, el ruso y algunas más son lenguas de base cultural sólida y arraigo social y ricas en hablantes monolingües que se trasmiten sin fisuras. No podemos decir lo mismo de las que solo existen en boca de hablantes ambilingües como el tártaro, quechua, náhuatl, catalán, vasco, bretón y otros miles de lenguas repartidas por el mundo.


Las grandes lenguas modernas tienen como vínculo la utilidad, las antiguas se cohesionaban en la religión. El egipcio recibió la escritura del dios Thor, el sánscrito es la lengua del hinduismo, el latín y el griego del cristianismo, el hebreo del judaísmo y el árabe del islamismo.


El inglés, español, francés y ruso son lenguas culturalmente sólidas, socialmente aceptadas, de extraordinaria unidad y ampliamente utilizadas en la escritura. Sus posibilidades de cumplir los tres mil años son muy grandes.


No parece que de momento existan razones objetivas que frenen en el español una larga, generosa y fructífera vida a través de los siglos.


******************* Sección "bilingüe" ***********************


Parar los pies al sátrapa

Jesús Cacho. vozpopuli. 28 Mayo 2023

Octubre de 2015. Francisco Rubio Llorente, catedrático de Derecho Constitucional y socialista de pro, está sentado en uno de los bancos que la concejalía del distrito de Moncloa ha colocado en la plaza de San Anacleto, en Aravaca. Respira con dificultad y no parece hallarse en buen estado de salud. Víctor, dueño del cercano bar restaurante “El Zaguán” y uno de los vecinos más populares del barrio, se lo encuentra casi doblado, hecho un ovillo, y acude rápido en su ayuda, pero, para su sorpresa, el aludido rechaza amablemente el acomodo que le ofrece. Uno de sus yernos está a punto de recogerle para acercarlo al cercano centro de salud. Y Víctor, para aliviar la tensa espera, saca un tema de conversación casi al azar:


-¿Y qué te parece el Pedro Sánchez este, Paco? ¿Qué opinas de él?


Y entonces el ex vicepresidente del Tribunal Constitucional y ex presidente del Consejo de Estado, miembro del PSOE desde su juventud, se levanta como sacudido por el rayo, la compostura recuperada de repente, abre las manos como platos y exclama indignado:


-Ese es lo peor que le ha ocurrido al PSOE en 135 años de historia, créeme, Víctor, es una desgracia para el partido, no traerá nada bueno como llegue a mandar…!


Rubio Llorente falleció en Aravaca en enero de 2016, sin tiempo para ver los estragos que el personaje ha causado en un PSOE hoy reducido a cenizas y el destrozo de mayor cuantía que ha provocado en la arquitectura institucional española y en la propia democracia, hoy gravemente amenazada por este aprendiz de sátrapa dispuesto a reinar sobre un montón de escombros. Porque llegó a mandar. A mandarlo todo. Pudo haberlo evitado el propio PSOE cuando, octubre de 2016, lo expulsó de la secretaría general tras un tormentoso Comité Federal celebrado en la sede de Ferraz y en el que el sujeto trató de sacar adelante un Congreso Extraordinario exprés destinado a afianzar su poder mediante el método de esconder una urna tras una mampara en la que sus partidarios, con el vasco Rodolfo Ares a la cabeza, iban introduciendo papeletas sin control, sin censo y sin interventor. Todo le sobraba al pollo pera. Tras el escándalo, las lágrimas y los gritos de “pucherazo”, los críticos proponen una moción de censura que Sánchez pierde, votación a mano alzada, por 132 votos en contra. El sujeto huye de Ferraz como un delincuente, con el rabo entre las piernas.


Lo mataron, pero no le dieron cristiana sepultura. De alguna manera lo dejaron vivo. Peor aún, le permitieron conquistar a una militancia muy escorada a la izquierda mediante ese discurso populista que ya era un calco del argumentario podemita florecido en torno al 15-M, tan en boga entonces. Recuperó el poder en Ferraz y asaltó después la presidencia del Gobierno en bochornosa sesión en el Congreso, 31 de mayo de 2018, con Rajoy emborrachándose en el Arahy, Alcalá esquina Independencia, y el bolso de Soraya en su escaño como siniestro testigo mudo de una de las páginas más bochornosas de nuestra historia. El granuja prometió convocar elecciones generales de inmediato, porque él había llegado para “regenerar la democracia”. Ni elecciones, ni democracia.


Albert Rivera lo retrató de cuerpo entero la tarde del 22 de julio de 2019, Congreso de los Diputados, debate de investidura de Sánchez tras las generales de 28 de abril: “Puro teatro. Es lo que lleva usted haciendo en los últimos tres meses. Y hoy nos trae aquí un truco de los malos: truco en la tribuna y trato en la habitación de al lado. Discurso aquí para despistar, mientras en la habitación de al lado se reparte sillas con Podemos y hace concesiones a los golpistas. Usted tiene un plan para perpetuarse en el poder. Y, ¿con quién piensa llevar a cabo su plan el señor Sánchez? Pues con su banda: con Podemos, con Otegui, con los nacionalistas vascos, los separatistas catalanes, Més en Baleares, Compromís en Valencia… Sánchez tiene un plan y tiene una banda. Y la pregunta es: ¿la banda se ha juntado para esta investidura? Sí, pero lleva tiempo operando, lleva como mínimo desde la moción de censura, diría yo que desde que le echaron del partido. Usted lleva más de un año ejecutando su plan, un plan que beneficia principalmente al señor Sánchez y que perjudica a los españoles. El plan de Sánchez consiste en vender humo en la tribuna del Congreso y pactar con sus socios en la habitación del pánico. Eso es lo que tenemos que desmontar”. Clarividencia suma.


No consiguió formar Gobierno -“Yo estoy atado a Podemos por el cabrón de Rivera” recita aun hoy a quien quiere escucharlo- de modo que el aventurero llamó de nuevo a las urnas el 10 de noviembre de 2019, convencido de haber conquistado en unos meses el corazón de los votantes, “con sola su figura vestidos los dejó de su hermosura”, seguro de ver su labia premiada con no menos de 140 escaños sobre los 123 de abril. El batacazo fue monumental para este especialista en perder elecciones. La noche del 10 de noviembre, tras el recuento de votos, Sánchez constató que el PSOE se había dejado en la gatera nada menos que 720.957 votos y 3 escaños, mientras que sus aliados de Podemos, que también pensaban alcanzar la gloria, perdían 515.459 y hasta 12 escaños. Aquella misma aciaga noche, el caradura, presa del pánico, optó por llamar a un Pablo Iglesias “con el que no dormiría por la noche, junto con el 95% de los ciudadanos de este país”, para ofrecerle un Gobierno de coalición con cargos sin cuento y acceso directo al Presupuesto. Por nada del mundo estaba dispuesto a ceder un poder caído del cielo. Aquella noche decidió Sánchez atarse al palo mayor de la izquierda marxista y de sus socios separatistas y bilduetarras, con el PNV de acompañante bandido, más los logreros –Baldovís, Revillas, Guitartes- de rigor.


Todo lo demás es conocido. El señor Sánchez es apenas un rehén de ERC y EH Bildu, los partidos que le sostienen en el Parlamento, una situación de la que se avergüenzan no pocos socialistas honrados. Un cautivo obligado a atender periódicamente las letras de cambio que los socios le pasan a cobro y que él gustosamente endosa con total desprecio a los intereses de la España de ciudadanos libres e iguales. Un prisionero que necesitaría de las mismas malas compañías para revalidar en diciembre la presidencia, de modo que en esa hora decisiva no será propiamente el candidato del PSOE, sino de la coalición de PSOE, Podemos, ERC, Bildu y Asociados, el nuevo Frente Popular de los enemigos de la España constitucional y de la convivencia pacífica entre españoles.


Y sí, Albert Rivera lo clavó. Pedro Sánchez tiene un plan y tiene una banda al servicio de ese plan: repartirse España para reinar sobre sus taifas. Ha indultado a los condenados del “procés”, ha eliminado el delito de sedición y ha abaratado la malversación para que sus socios puedan seguir delinquiendo a gusto, dejando al Estado, caso único en la historia de las democracias parlamentarias, indefenso frente a sus enemigos. Pero ha hecho mucho más y en todos los terrenos, en todos los ámbitos. Sus “obras” están demasiado frescas en la memoria colectiva como para necesitar ser enunciadas. Martínez Gorriarán contaba aquí el viernes 25 razones –habría muchas más- por las que los demócratas españoles deberían darle boleta este domingo, como digno preámbulo a la gran cita de diciembre. Todo lo ha hecho de la forma más perversa posible, al asentar su poder sobre la polarización de la sociedad, la división entre españoles buenos y malos, el emponzoñamiento, la mentira y el odio. Nunca hubo en este país un nivel de inquina semejante al que ahora impera. Pero el canalla se encuentra apenas a mitad del camino que conduce al desmantelamiento del régimen del 78, y necesita al menos otra legislatura para acabar con la España que hemos conocido de Franco a esta parte. Lo tiene acordado con sus socios de ERC y EH Bildu, a los que ha prometido, entre otras cosas, CGPJ propio (con el primer ejercicio de las oposiciones a judicatura en catalán y eusquera) –esa “Justicia propia” tantas veces reclamada por el nacionalismo-, y un nuevo referéndum de independencia. Está acordado.


Hoy empieza la moción de censura de los ciudadanos libres e iguales contra el amoral que nos gobierna, la hora de hacer realidad ese primer principio de la CE que afirma que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”

Por eso es tan importante, trascendental cabe decir, ponerlo en la calle, enviarlo a casa. Solo hay una tarea prioritaria para el ciudadano que guarde en su almario una pizca de patriotismo y un cierto lógico deseo de asegurar un futuro en paz y prosperidad para sus hijos y nietos: sacar de Moncloa a este desalmado cuanto antes, y ello por encima de diferencias ideológicas y discrepancias entre partidos. Echar a Sánchez como condición sine qua non para empezar a sanear y hacer respirable este gran país caído desde junio de 2018 en manos de una banda de mafiosos. No estamos hablando de votar a Feijóo o al lucero del alma. Eso vendrá después. Ahora se trata de rescatar nuestra democracia del fango y de asegurar la libertad para todos, incluso para los que no la quieren. Poner punto final al “camino de servidumbre” –título de la famosa obra que Hayek dedicó “a los socialistas de todos los partidos”- al que nos conduce este pájaro con total desparpajo. De modo que salgamos a la calle henchidos de esperanza. Hoy empieza la moción de censura de los ciudadanos libres e iguales contra el amoral que nos gobierna, la hora de hacer realidad ese primer principio de la CE que afirma que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Hoy es el día. El momento de enviar a Pedro Sánchez Pérez-Castejón a la fosa séptica de la peor historia de España.


La España de Sánchez: ETA en las listas, robo en las urnas y Rabat al fondo

Editorial. https://rebelionenlagranja.com. 28 Mayo 2023

La campaña electoral ha sido el fiel reflejo de la España que nos deja Sánchez. En Moncloa, es cierto, se las prometían muy felices con su estrategia de utilizar los Consejos de Ministros para hacer efectiva la tómbola anunciada por el predicador Sánchez, un día tras otro, en los mítines. Ellos querían vender gestión, ocultar a la hidra de las tres cabezas (Podemos- ERC-Bildu) e inundar la campaña con promesas y premios garantizados por el BOE.


Pero el diablo es lo que es y, al que anda con él, siempre acaba enredándole hasta el final de sus días. ETA dinamitó (claro) la campaña electoral del PSOE al incluir en las listas de Bildu a criminales condenados por delitos de terrorismo. ETA siempre interviene en campaña electoral, y no iba a ser esta una excepción: en los años de plomo cometía sistemáticamente un atentado; luego, llegó el 11-M, aún sin resolver; y ahora está ensayando un magnicidio político a cámara lenta con este petulante. Porque ETA tampoco paga traidores.


Más allá de ETA, al presidente le ha estallado en las manos el fraude numeroso del voto por correo, la compra-venta del voto de indigentes y de toxicómanos a cambio de papelinas, y el secuestro de una concejal de su partido a manos de sus propios compañeros (con su dosis de coca).


Por si fuera poco, la sombra de Marruecos ha reaparecido manejando los hilos de un partido-marioneta en Melilla y -siempre presuntamente- sobornando (se le llama también compra de votos) a ciudadanos para que faciliten con su sufragio la marroquinizacion de la plaza española.


Hay un Pegasus de estado, que tiene al presidente prisionero; hay una trama europea (el Rabatgate) que obliga a votar a los eurodiputados del PSOE contra la posibilidad de investigar a Marruecos; hay un lobby de políticos socialistas pro marroquíes (Zapatero, Bono, Trujillo etc) influyendo en Madrid, y hay también una estrategia local a pie de tierra para interferir mediante el fraude en los procesos electorales. Por algo menos evidente se montó una investigación en el Senado norteamericano. Mientras, el parlamento de España languidece.


Las elecciones locales y autonómicas dejan al descubierto lo que ha sido de España: Criminales a las instituciones, corrupción electoral del sistema democrático, y Marruecos tras las bambalinas.


Las heridas de España, más abiertas que nunca. Viva Sánchez.


Para echar a Sánchez hay que echar al PSOE hoy

EDUARDO INDA. okdiario. 28 Mayo 2023


No les falta razón a quienes califican las elecciones de hoy de primera vuelta de esas generales de noviembre o cuando tenga a bien celebrarlas el maniaco del Falcon. Primera vuelta a medias porque desgraciadamente en España no existe ese ballottage inventado en Francia e implementado en decenas de países que acaba dando el poder mayoritario a un candidato o a un partido. Lo cual impide, de facto, que las minorías sean quienes acaben mandando en un país, que como acontece en España tengan la última palabra los Bildu, ERC o Podemos de turno.


La transición del felipismo al aznarismo comenzó a escribirse en 1995 en las elecciones autonómicas de la Comunidad Valenciana, la cuarta región más importante económica y poblacionalmente. También en Madrid pero en estos momentos tanto el Ayuntamiento como la Comunidad no están en discusión, es más, la mayoría absoluta de Almeida y Ayuso se antoja más que probable. Hoy, nuevamente, esas maravillosas tierras mediterráneas serán el termómetro del éxito o el fracaso de las huestes de Génova 13. Si ese pedazo de político que es Carlos Mazón, seguramente la mayor revelación en estas elecciones, recupera la Generalitat, habrá que concluir que el PP está de enhorabuena. Si no es así, que será así, el regreso a La Moncloa se complicará. Y mucho.


En aquel 1995 para la esperanza, los populares se hicieron con el Ejecutivo regional de la mano de Eduardo Zaplana y lo mismo ocurrió con Alberto Ruiz-Gallardón en un Madrid hasta entonces en manos del ahora ayusista Joaquín Leguina. Vientos de victoria soplaron asimismo en todos los grandes municipios andaluces, que cayeron unánimemente en manos del Partido Popular. El cuento se repitió en la igualmente estratégica Aragón, donde el popular Santiago Lanzuela dio a los suyos la primera victoria en democracia.


Hay una anécdota que permite inferir que las cosas pueden ir igual de bien que hace 28 años exactitos: aquellos comicios tuvieron lugar también un 28 de mayo y en ellos el PP aventajó en casi un millón de votos a un Partido Socialista achicharrado por la corrupción. Sin aquel tsunami, el ascenso de José María Aznar al poder hubiera devenido en utopía. Esa misma distancia necesitará Alberto Núñez Feijóo para cambiar la historia dentro de medio año. Si el de Los Peares consigue ese gap, el autócrata tendrá entre cero y ninguna posibilidades de retener el poder porque una tendencia así es difícilmente reversible en tan corto espacio de tiempo.


La lógica de que para vencer en las generales hay que haberlo hecho previamente en las municipales se repitió en 1999, aunque con un margen tan escaso que nadie pudo prever la absolutísima mayoría absoluta de un año después, en 2007 con el zapaterismo y en 2011 con el marianismo. En 2015 la exigua victoria del PP frente al PSOE se repitió en las generales y el armagedón de Pablo Casado en las locales de 2019 tuvo su antesala y su continuación en las votaciones nacionales de abril y noviembre. Lo ocurrido con las generales de 2004 no cuenta porque estuvieron marcadas por esos terribles atentados del 11-M que se cobraron la vida de 192 españoles y que, entre otras cosas, buscaban lo que consiguieron: cambiar el statu quo institucional.


El mayor paralelismo lo trazaría yo con esas elecciones locales de 2011 que marcaron el camino a la absolutísima mayoría de Mariano Rajoy seis meses después. La hasta entonces mayor victoria del PP en unas municipales no se repetirá hoy porque aquel escenario era bipartidista y éste es pluripartidista. Aunque el olfato me indica que el PP va a obtener un resultadazo, lo que cuenta ahora es la suma de cada bloque y ahí es donde se va a jugar el partido.


Hoy puede ser un gran día o terminar en tragedia griega. De lo que acontezca en las 11 horas de fiesta democrática dependerá el futuro de España porque, y perdón por la intencionada reiteración, resulta imposible volver a La Moncloa si antes no has dejado groggy a su ocupante. Cuestión estadística, como han visto en las líneas precedentes. La tarea de reconquistar nuestro país para el constitucionalismo comienza a las 9 de la mañana. Toda España debe ser hoy Covadonga. Si no le damos a Sánchez su merecido democrático, contará con bastantes posibilidades de repetir en Palacio de la mano de los terroristas etarras, los golpistas catalanes y de ese repugnante delincuente que es Pablo Iglesias. Y de la nación más antigua de Europa no quedarán ni las raspas dentro de cuatro años: la balcanización y esa sudamericanización que hemos contemplado atónitos en las últimas horas con compra de votos, entrega de droga a cambio de sufragios, secuestros y agresiones será un hecho.


Hay que acudir a los colegios electorales con la papeleta en la boca. Y formulándonos varias preguntas que, en realidad, son la misma:


—¿Quiero que me gobiernen unos tipos que, como mínimo, compran votos al más puro estilo chavista o kirchnerista en Andalucía, Murcia y Castilla-La Mancha?


—¿Podemos permitir que continúe en el machito un partido en el que se secuestra a compañeras incómodas y que, manda bemoles, se resiste a poner en la puñetera calle a los culpables?


—¿Es democráticamente tolerable un sanchismo en el que se monta un rapto desde la sede y, para colmo, con fondos orgánicos?


—¿Es normal que en unas listas electorales vayan basurosos latin kings?


—¿Es de recibo que continúe en el poder un sanchismo que tiene de socio a un partido que lleva de candidatos a siete asesinos etarras, amén de otros 34 terroristas hijos de perra?


—¿Se puede ir de rositas un sanchista PSOE que ha rebajado las penas de 1.079 violadores, pederastas y asesinos?


—¿Nos merecemos un Gobierno que está dinamitando esa separación de poderes que es la que distingue a las democracias de las dictaduras?


—¿Me parece bien que continúe en las principales instituciones una formación política en la que hay tantos coqueros?


—¿Debo permitir que una organización política infestada de puteros nos siga echando en cara a los demás que no somos feministas?


—¿Nos merecemos un país caciquil en el que el presidente adquiere el voto de los jóvenes pagándoles el Interrail y regalando con cargo a nuestros impuestos 400 euros por cabeza?


Pues eso: que irse a la playa o quedarse en casa hoy constituye un acto de suprema traición. Si no le damos un constitucional repaso al autócrata, habrá autócrata para rato. Pocas veces tuvo tanto sentido el aserto kennedyano: «No te preguntes lo que tu país puede hacer por ti sino lo que tú puedes hacer por tu país». Lo que podemos, y debemos, hacer por nuestro país es ir a votar y a ser posible, con la cabeza más que con el corazón. Hoy sí que nos va la vida en ello.


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