Recortes de Prensa Domingo 4 Febrero 2024


Ucrania pierde 95 soldados en el sur de Donetsk

El Confidencial. 4 Febrero 2024


Las fuerzas armadas de Ucrania han perdido hasta 95 soldados en el sur de Donetsk en las últimas 24 horas, según ha dicho a la agencia TASS el portavoz del grupo de batalla ruso Este, Alexander Gordeyev.


"En 24 horas, los intentos de las fuerzas armadas ucranianas de fortalecer su posición avanzada y rotar a los militantes fueron frustrados cerca de Staromayorskoye y Rovnopol. El enemigo perdió un sistema de radar, un quad, un dron de reconocimiento Furiya y más de 95 soldados", ha asegurado Gordeyev.


Las claves del momento

Ucrania pierde 95 soldados en el sur de Donetsk, según el ejército ruso

Una treintena de detenidos en protesta de esposas de movilizados frente al Kremlin

Rusia denuncia dos muertos y en torno a 40 atrapados en un ataque ucraniano sobre una panadería de Lugansk


Hace 1 horas 3 minutos 15:32

Zelenski visita a las tropas en el frente de Zaporiyia y a pacientes de cáncer en Kiev

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, visitó este domingo la localidad de Robotine, en el frente de Zaporiyia (sur), donde se reunió con soldados de la 65ª Brigada Mecanizada de las Fuerzas Armadas ucranianas y participó en un encuentro de trabajo con mandos militares y civiles.


"Hablé con los defensores, les di las gracias y los condecoré", afirmó Zelenski en sus redes sociales, en las que publicó fotos del encuentro con los soldados en Robotine, que fue recuperada de manos de Moscú en agosto del año pasado.


08:33

Rusia eleva a 28 los muertos en un ataque ucraniano sobre una panadería de Lugansk

La administración prorrusa de la región ucraniana de Lugansk, en el este del país, ha denunciado que un ataque ucraniano ha alcanzado este sábado una panadería de la localidad de Lisichansk y ha dejado al menos 20 muertos, diez heridos y se ha informado de que podría haber decenas de personas más atrapadas bajo los escombros.


"Los empleados del Ministerio de Situaciones de Emergencia de Rusia han rescatado a diez personas. Lamentablemente, 28 personas, entre ellas un niño, han fallecido", ha hecho saber el Ministerio de Situaciones de Emergencia ruso en una nota recogida por la agencia TASS.


08:19

Ucrania pierde 95 soldados en el sur de Donetsk, según el ejército ruso

Las fuerzas armadas de Ucrania han perdido hasta 95 soldados en el sur de Donetsk en las últimas 24 horas, según ha dicho a la agencia TASS el portavoz del grupo de batalla ruso Este, Alexander Gordeyev.


"En 24 horas, los intentos de las fuerzas armadas ucranianas de fortalecer su posición avanzada y rotar a los militantes fueron frustrados cerca de Staromayorskoye y Rovnopol. El enemigo perdió un sistema de radar, un quad, un dron de reconocimiento Furiya y más de 95 soldados", ha asegurado Gordeyev.


08:18

Una treintena de detenidos en protesta de esposas de movilizados frente al Kremlin

Una treintena de personas fueron hoy detenidas frente al Kremlin durante el acto de protesta convocado por las esposas de los reservistas con ocasión de los 500 días desde su movilización en Ucrania.


Según informó el portal Sota, la mayoría de los detenidos son periodistas de medios rusos y extranjeros que cubrían el acto y que fueron trasladados a comisaría en furgones policiales. El objetivo de la Policía era todo aquel que hubiera fotografiado o grabado cómo las mujeres depositaban flores en la tumba al soldado desconocido, a los pies de las murallas del Kremlin, informó el canal de Telegram Sirena.


08:18

Rusia denuncia dos muertos y en torno a 40 atrapados en un ataque ucraniano sobre una panadería de Lugansk

La administración rusa de la región ucraniana de Lugansk, en el este del país, ha denunciado que un ataque ucraniano ha alcanzado este sábado una panadería de la localidad de Lisichansk y ha dejado al menos dos muertos, seis heridos y en torno a 40 personas atrapadas entre los escombros.


"Los fines de semana siempre hay mucha gente allí. Ahora han sacado a tres personas de los escombros del edificio y es posible que haya hasta 40 personas más bajo los restos", ha asegurado un representante de la oficina de la Comandancia de la Administración Militar Rusa de Lugansk en declaraciones a la agencia rusa TASS.


La Justicia, nuestro último bastión

Jesús Banegas. libertad digital. 4 Febrero 2024

Los jueces españoles gozan y ejercen con independencia sus labores, gracias a un meritocrático acceso a la carrera mediante unas oposiciones extremadamente difíciles de superar que solo afrontan quienes partiendo de una inequívoca vocación están dispuestos a sacrificar varios años de su juventud para lograr -si aprueban- formar parte de la carrera judicial. Los socialistas, muy poco amigos de la educación exigente y pruebas de acceso meritocráticas a la función pública, abrieron durante algunos años -con la excusa de la falta de jueces- una “blanda” puerta trasera de acceso a la judicatura que denominaron cuarto turno. Afortunadamente esta vía fue sustituida por otra más selectiva y rigurosa, no demasiado significativa, que no desmerece el ejercicio de la función judicial.


Por ponerle algunas pegas a la -importantísima- descrita institución de la que los españoles podemos y debemos sentirnos orgullosos; debería haber más jueces, cultivar más la especialización y sobre todo establecer y aplicar criterios profesionales a la cantidad y calidad de sus tareas que sirvieran además para afirmar el progreso de sus carreras profesionales. Y en cualquier caso, las puertas giratorias de la política y la justicia deberían estar abolidas por completo.


Frente a esta obvia realidad, los políticos independentistas, comunistas y socialistas, que por razones muchas veces prácticas -cometer delitos- y también ideológicas, están en contra del Estado de Derecho en el que la función judicial ocupa un lugar central como garante del cumplimiento de la ley. Frente la estúpida recuperación de la “fachosfera” y la realidad de un gobierno de frente popular, ambos concebidos y ordenados por José Stalin en el verano de 1935, lo que está sucediendo últimamente en España define muy claramente una línea de demarcación entre dos concepciones políticas: su sometimiento o no al Estado de Derecho. Este es el verdadero muro que está forjando Sánchez con sus aliados en contra de quienes defienden el orden político civilizado.


Aclarado el importante hecho de la independencia de los jueces, es obligado decir que no sucede lo mismo con su órgano de gobierno -el Consejo General del Poder Judicial, CGPJ- ni con el tribunal constitucional, ambos cada vez más politizados. El CGPJ no dicta sentencias, pero elige a los jueces del Tribunal Supremo que resuelve la casación de parte de las dictadas por los jueces ordinarios y juzga directamente a las autoridades del Estado.


Al poco de alcanzar el poder político, el PSOE decidió que “los padres de la Constitución” eran unos analfabetos funcionales que no sabían contar más allá de cuatro más cuatro. Efectivamente, el artículo 122 CE señala que de los 20 miembros del CGPJ cuatro serían elegidos por el Congreso y cuatro por el Senado, correspondiendo elegir a los doce restantes entre jueces y magistrados. Y para resolver el analfabetismo constituyente, cambiaron los números, pasando de cuatro más cuatro a diez más diez: toda una enmienda constitucional, sin someterse a las normas legales. Utilizaron la puerta de atrás con una una ley –obviamente inconstitucional- que luego fue ratificada por un tribunal constitucional cuyos miembros eran dependientes del gobierno, que trató de salvar su aprobación apelando a la responsabilidad de los políticos para elegir a “independientes” para el CGPJ. Por cierto, cuando el PP estuvo en el Gobierno pudo suspender la politización socialista del CGPJ, pero decidió continuar cambiando cromos políticos con aquellos. Ahora, en tiempos de la más extrema politización de todos los órganos relacionados con el Estado, se ha estancado la renovación del CGPJ que el PSOE aspira a colonizar por completo.


El argumento central de la posición socialista, que curiosamente contamina también a muchos comentaristas políticos no necesariamente pro-gubernamentales y buena parte de la opinión pública, consiste en sostener que en una democracia debe ser el parlamento representante de la “voluntad popular” quien designe el órgano de gobierno de los jueces.


Esta actitud política contraviene por completo el Estado de Derecho, pues procede de la democracia “rousseauiana” asociada a la Revolución Francesa, por la que el ganador de las elecciones quedaba habilitado para ejercer un poder sin límites –es decir, totalitario- y sin respeto alguno a los derechos de las minorías. Tal percepción de la democracia feneció enseguida merced a El espíritu de la Leyes de Montesquieu, que con su “principio de separación y división de poderes, su mutua limitación y su necesaria coordinación, tienen su monumento en la Constitución de los EEUU de 1787” según el imprescindible ensayo de Pedro Schwartz: “En busca de Montesquieu. La democracia en peligro” (2006). Desde entonces, el primer mundo se caracteriza por ser “montesquiuiano” y la repúblicas bananeras “rousseauianas”.


Suelen sostener los “rousseauianos” españoles que nuestro Parlamento ostenta la legítima representación de la sociedad: una pedestre falsedad, porque los diputados españoles carecen de personalidad propia al estar a las órdenes del jefe de partido que también es del gobierno cuando gana las elecciones. Por tanto, un país en el que la división del poder legislativo y el ejecutivo es inexistente por el sometimiento absoluto del segundo ante el primero, si además el judicial es igualmente sometido a aquél, termina resultando un trasunto de la actual Venezuela.


En los países verdaderamente democráticos, por estar sometidos al Estado de Derecho, con el Reino Unido y EEUU como precursores, los parlamentos son un poder autónomo y separado del ejecutivo y el judicial por una simple razón: los parlamentarios son elegidos en circunscripciones unipersonales y en consecuencia su lealtad política se basa más en la voluntad de sus electores que en la obediencia al partido. Si este sistema se aplicara en España, la amnistía no sería aprobada dado el amplio rechazo ciudadano a la misma.


Los autócratas -al menos en la órbita occidental- del último siglo se proclaman demócratas, eso sí, al margen del Estado de Derecho que aun no atreviéndose a refutar argumentalmente, incumplen sistemáticamente. Pero incluso antes de que existiera Gobierno, David Hume dejó escritas las tres leyes fundamentales de la vida en sociedad: La estabilidad de la propiedad, el intercambio por consenso y el cumplimiento de las promesas. En la España de nuestros días, no solo se desprecia el Estado de Derecho cada día, como es el caso de un presidente de Gobierno que se auto-erige fuera de España en sumo intérprete de las leyes sentenciando que el terrorismo catalán no es delito, sino que los preceptos morales previos al mismo –necesarios para poder construir la civilización- tampoco se respetan.


Al social-comunismo español y los independentistas, la democracia solo les sirve como herramienta para el logro de sus ensoñaciones políticas, y cuando no resulta útil a sus fines la tergiversan o desprecian.


El sistema democrático español, ya malherido por la sumisión del poder legislativo al ejecutivo –en ausencia de circunscripciones electorales unipersonales que la evitarían- y en consecuencia a los caudillos de los partidos políticos, peligraría irreversiblemente con la rendición a la política del bastión judicial; algo que una sociedad civil adulta debería evitar en unas próximas elecciones.


Mientras tanto, es tiempo de airear la discusión pública del tema; lo que a todas luces quieren evitar los progresistas ante la obvia endeblez de sus tercermundistas argumentos.


Lo que la Transición no previó

Alejo Vidal-Quadras. libertad digital. 4 Febrero 2024


En un reciente artículo, el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Princeton, Jan-Werner Mueller, replantea la vieja cuestión de la democracia militante, es decir, si una democracia puede valerse de métodos antidemocráticos para defenderse de los que quieren destruirla. Este es un tema fuertemente sensible en algunos países, por ejemplo, en Alemania, debido a su oscuro pasado nazi. De hecho, la Ley Fundamental alemana contempla la posibilidad de que los tribunales priven de derechos políticos a un individuo o prohíban un partido si constituyen una seria amenaza para el sistema democrático. Mueller alude a dos casos concretos actuales, el de Donald Trump en Estados Unidos y el de Björn Höcke, líder en Turingia de Alternativa para Alemania, la formación de ultraderecha que encabeza las encuestas de cara a las próximas elecciones en este land.


Los contrarios a este tipo de cautelas constitucionales argumentan que si los elementos antidemocráticos son minoría no representan un peligro y si alcanzan la mayoría, diga lo que diga el orden jurídico, es imposible pararlos. Los partidarios de la democracia militante afirman, en cambio, que, si existen mecanismos legales para neutralizar preventivamente a los totalitarios, éstos nunca llegarán a dominar la sociedad. Es oportuno recordar la frase de Goebbels: “Siempre quedará como una de las mejores ironías de la democracia que dio a sus peores enemigos los medios para liquidarla”. Sin duda, sabía de lo que hablaba.


Si hablamos de Trump, dos estados, Colorado y Maine, ya le han vetado como candidato a las presidenciales en base a la décimo cuarta enmienda de la constitución estadounidense y el asunto deberá ser resuelto en último término por el Tribunal Supremo. La ilegalización del partido republicano en un sistema bipartidista como el norteamericano es simplemente impensable. En cuanto a Alternativa para Alemania, cuenta ya con un 20% de expectativa de voto a nivel nacional y su disolución crearía un terremoto social que haría el remedio peor que la enfermedad. Otra cosa sería declarar a Björn Höcke inelegible a título individual basándose en sus reiterados pronunciamientos públicos, indiferentes a cualquier advertencia, en favor de políticas incompatibles con el Derecho de la Unión Europea y con los principios democráticos básicos. Esta sí sería una actuación factible en el marco constitucional germano.


Estas consideraciones sobre situaciones foráneas son oportunas a la luz del presente embrollo en España, donde un Gobierno irresponsable se ha aliado con opciones electorales que tienen como objetivo confeso el acabar con la Nación y el orden jurídico vigente. La ley de leyes de 1978 no configura una democracia militante porque en la Transición sus redactores quisieron mostrarse especialmente tolerantes y dejar patente su confianza en la sensatez de la ciudadanía y en el sentido de Estado y el patriotismo de la clase política futura. Por desgracia, pecaron de un optimismo injustificado y quizá un conocimiento más profundo de nuestra historia de los siglos XIX y XX les habría hecho ser algo más precavidos. La ingenua idea de que dándoles a los nacionalistas catalanes y vascos un parlamento, un gobierno, una bandera, un himno, un día de la patria, una lengua cooficial, competencias exclusivas y amplios poderes legislativos en áreas determinantes de la gestión pública, entre ellas -error fatal- la educación, y bula para robar a mansalva, serían leales al proyecto común, la estamos pagando muy cara.


Lo que los constituyentes nunca pudieron imaginar es que el PSOE, uno de los dos pilares de la arquitectura institucional del país, cayera en manos de un ególatra carente de cualquier escrúpulo moral y dispuesto a poner en almoneda la Nación con tal de habitar en La Moncloa. Hay que reconocer que la posibilidad de que los separatistas se salieran de madre quedaba neutralizada por su magro peso electoral a nivel nacional, pero si su rebelión coincidía con un Gobierno central presto a darles satisfacción en todas sus delirantes demandas a cambio de apoyo en el Congreso, como está sucediendo en estos días aciagos, entonces el desastre era imparable. No se les puede reprochar demasiado a los prohombres que diseñaron nuestro sistema constitucional que no previeran que un individuo de las características de Pedro Sánchez llegase a la jefatura del Ejecutivo porque se trata de un ejemplar realmente singular en su maldad y en su narcisismo compulsivo. Sin embargo, lo más terrible, por improbable que parezca, puede llegar a ocurrir, ha ocurrido y estamos como estamos.


Llegados a este punto, no sería descabellado empezar a considerar el recurso al artículo 102 de la Constitución. El Grupo Popular cuenta con escaños más que suficientes para activarlo y aunque la mayoría socialista-comunista-separatista-etarra impediría que prosperase, el efecto de concienciación y de alerta sobre un cuerpo electoral aletargado y sobre la opinión internacional es digno de ser valorado. A grandes males, grandes remedios.


CENTENARIO REVEL

REVEL ANTE LA EUROPA NÁUFRAGA

En 'La obsesión antiamericana', el escritor francés diagnostica la irracionalidad fóbica del pensamiento europeo, hoy muy presente

Gabriel Albiac. gaceta.Alejo Vidal-Quadras. libertad digital. 4 Febrero 2024


En L’obsession anti américaine. Son fonctionnement, ses causes, ses inconséquences[1], Jean-François Revel dejó escrito un libro imprescindible para el lector europeo en los inicios del siglo XXI. Lo es quizá más aún para el español, puesto que entre nosotros el antiamericanismo sigue siendo, aún hoy, más una patología nacional que una actitud política.


El objetivo de Revel era diseccionar la enmarañada patología en la que parecía haberse perdido la inteligencia europea a la hora de reflexionar sobre los Estados Unidos de América. No sólo en lo político o en lo económico. También en cada aspecto de lo cultural, lo artístico, lo moral, lo cotidiano. Sus raíces aparecían, para Revel, muy claras:


“El antiamericanismo de derecha en Europa se debe a que este continente perdió en el siglo XX el papel que le correspondía desde el siglo XV como principal centro de iniciativa –y conquista— del planeta, y dejó de ser el foco artístico y científico más importante y casi el amo de la organización político-estratégica y de la actividad económica del mundo. Ora uno ora otro país europeo era el que encabezaba esa mundialización antes de tiempo, pero todos participaron en ella poco o mucho, simultánea o sucesivamente. Ahora bien, hoy no sólo ha perdido Europa esa capacidad para actuar a escala mundial, sino que está, a su vez –en grados diversos, según los problemas, pero siempre en cierto grado–, situada en la estela de la capacidad de acción de los Estados Unidos y obligada a recurrir a su ayuda. En Francia es donde la pérdida de la condición –real o imaginaria– de gran potencia causa una amargura más intensa. En cuanto al antiamericanismo de extrema derecha, su motor, como el de extrema izquierda, es simplemente el odio a la democracia y a la economía liberal, que es su condición”[2].


Europa habría inventado, de este paradójico modo, una realidad norteamericana a la medida exacta de sus frustraciones y de sus resentimientos. Quizá sea la deuda excesiva que los europeos han contraído con quienes los salvaran, en el siglo XX de los dos grandes totalitarismos, bajo cuyo peso estuvo el continente al borde mismo de sucumbir: el hitleriano en los años de la segunda guerra mundial, y el estaliniano en el casi medio siglo de guerra fría que vino luego. Una deuda de esa envergadura es imposible de pagar. Y nada dispara un mayor resentimiento que el favor al cual no se está capacitado para dar contrapartida.


Si el problema es viejo, lo que hemos pasado a vivir después del 11 de septiembre resulta difícil de entender en términos racionales. La complacencia con el ascenso del más reaccionario movimiento social desde hace muchos siglos, la teología política islamista, y el apenas camuflado regocijo por el golpe que los impulsores de esa nueva guerra de religión asestaran en el corazón de Manhattan, es uno de los más sombríos fantasmas que Europa ha visto emerger en su historia reciente.


El dictamen de Revel acerca del horizonte en el que se sumerge la Europa que se abre al nuevo siglo es inequívocamente pesimista:


“En la esfera del antiamericanismo, el grado máximo de degradación –ni siquiera menciono la ignominia moral, que produce hastío, hablo sólo de la incoherencia de las ideas– se alcanzó en septiembre de 2001, después de los atentados contra las ciudades de Nueva York y Washington. Pasado el instante de la primera emoción y de las condolencias, en muchos puramente formalistas, se empezó a presentar aquellos actos terroristas como una réplica al mal que, al parecer, causaban los Estados Unidos al mundo. Esa reacción fue, en primer lugar, la de los países musulmanes, pero también de dirigentes y periodistas de ciertos países del África subsahariana, no todos los cuales son de mayoría musulmana. Se trataba de la evasiva habitual de sociedades en quiebra crónica, que han fracasado completamente en su evolución hacia la democracia y que, en lugar de buscar la causa de su fracaso en su propia incompetencia y su propia corrupción, acostumbran a imputarlo a Occidente de forma general y a los Estados Unidos en particular. Pero, a parte de esos clásicos de ceguera voluntaria aplicada a uno mismo, también en la prensa europea, sobre todo en la francesa, naturalmente, entre los intelectuales y algunos políticos, no sólo de izquierda, sino también de derecha afloró al cabo de unos días la teoría de la culpabilidad americana”[3].


Todo va a valer, en esa apuesta irracional contra Estados Unidos, se dice Jean-François Revel. Todo está valiendo, podemos constatar nosotros, dos decenios más tarde. Y hoy ese todo toma la forma de los movimientos más fascistizantes –por mucho que se camuflen bajo máscaras izquierdistas–: antisemitismo que llega a su exasperación brutal en nuestros días, proislamismo vergonzante que se dice izquierdista, retóricas proclamas pacifistas contra Gobiernos americanos cuyos movimientos de tablero, tras el 11 de septiembre, difícilmente podrían calificarse como otra cosa que como respuesta mesurada ante riesgos de desequilibrio mundial sin precedentes.


Todo vale ahora. Incluido ese fantástico disparate que proclama la conveniencia de destruir la globalización de la economía, a la manera en que los luditas proclamaban la apocalíptica destrucción de las “inhumanas” máquinas en el siglo XIX. “¿Acaso es nociva la mundialización por el simple hecho de que parezca confundirse actualmente con la americanización?”, se preguntaba Revel. “¿Acaso hay que negarse a ver el éxito que representó la multiplicación de la producción mundial por seis y del volumen de las exportaciones de mercancías por 17 entre 1948 y 1998? ¿Acaso hay que proscribir las inversiones directas en el extranjero, motor del desarrollo de los países menos avanzados, con el pretexto de que la mayoría de ellas son americanas? Lo que padecen los países menos avanzados es más bien una insuficiencia de mundialización, ya que ésta sigue siendo en la práctica muy parcial, pues la gran mayoría de los intercambios y las inversiones se hacen hoy entre la Unión Europea, la América del Norte y el Asia del Pacífico occidental … Por mucho que destrocen los opositores antimundialistas en Seattle o Niza, no se ve qué solución podrían aportar para sustituir la mundialización en curso. ¿O es que quieren volver al socialismo tercermundista que en unos decenios hizo hundirse el continente africano de la semipobreza en la más completa miseria”[4].


Jean-François Revel, hace veintidós años, construyó un libro que aspiraba a ser sencillo monumento al sentido común, un libro imprescindible para enfrentarse a la irracionalidad fóbica que no ha hecho, desde entonces, más que acentuarse. Esta que lleva a los herederos de la vieja izquierda de los años sesenta a defender los movimientos más reaccionarios y homicidas de nuestro tiempo: desde el Isis a Hamás. La pena es que, frente al delirio fóbico, poca cosa pueda hacer la inteligencia. Aunque esté tan bien documentada y expuesta como la está en ese imprescindible análisis de nuestros miedos y nuestros rencores que fue, que sigue siendo, La obsesión antiamericana.


[1] París, Éditions Plon, 2002. Existe traducción española: La obsesión antiamericana. Dinámica, causas e incongruencias; Barcelona, Ed. Urano, 2003, 247 páginas. Para mayor comodidad, citaremos siguiendo la edición española.

[2] REVEL, J.-F.: ed. cit., p. 16.

[3] REVEL, J.-F.: Op. cit., p. 23.

[4] REVEL, J.-F.: Op. cit., p. 71.


Profesores baleares y el catalán

VICENTE TORRES. periodista digital. 4 Febrero 2024


Hay un número significativamente alto de profesores baleares que pretende imponer la lengua catalana a los estudiantes.


Confirman con ello que el catalanismo sin servirse de la violencia moral o física no va a ninguna parte. Esos tipos, con el descaro que los caracteriza, utilizan términos como dignidad, de la que carecen, o democracia, que no les sirve, únicamente porque saben que resultan agradables a la mayoría.


Saben perfectamente que si respetaran a los alumnos, lo cual harían si tuvieran dignidad y convicciones democráticas, y abogaran por la libre elección de lengua, la mayoría optaría por estudiar en español. Esto también ocurriría en Cataluña.


Las hordas catalanistas actúan como un ejército disciplinado y largan sandeces como la de que la ultraderecha quiere aniquilar la lengua catalana. Han sido varios, desde Julio Anguita, Jorge Verstrynge, Félix Ovejero y otros, que han dicho que Vox no es extrema derecha. Si lo son, en cambio, los nacionalistas catalanes y vascos. Pero es que, además, a la lengua catalana la están aniquilando, y lo saben, quienes la intentan imponer. No defienden la lengua, sino su negocio.


El caso es que estas hordas tienen amedrentados a los gobiernos valenciano y balear, por cuyo motivo no cumplen con sus obligaciones.


Un gobierno debe procurar lo mejor para sus representados, pero si por miedo a estas hordas no lo hace y cede ante ellas, está traicionando a los representados de los que cobra. Y malgasta además el dinero de los impuestos, que en lugar de dedicarlo a mejorar la vida de los ciudadanos, lo derrocha en inutilidades enojosas. Los catalanistas mienten siempre y hay que explicar esto. Si un ayuntamiento decide cancelar las suscripciones de unas revistas estúpidas, eso no es censura, como pregonan los sinvergüenzas.


Permitir que quienes lo deseen puedan estudiar en español es democracia. Obligar a que estudien en catalán es dictadura y causa graves perjuicios.


******************* Sección "bilingüe" ***********************


Paripé máximo

Hughes. gaceta. 4 Febrero 2024


Se habla de Europa y González Pons confiesa la verdad: el PP Europeo es socio del Partido Socialista Europeo y de los Verdes; tan socios que se dirían coalición.


En España, sin embargo, los dos representan la absoluta polaridad, y no llegan nunca al entendimiento que les piden los tertulianos: «¡Siéntense, siéntense!». No llegan nunca a reproducir el mito fundante de los Pactos de la Moncloa, el consenso; salvo algunas veces, salvo para algunas cosas…


(Los tertulianos esperan el Consenso como un Advenimiento, como el que espera un Mesías, la Segunda Venida: algún día el Consenso se rehará y entonces reinará la armonía en el reino leticio)


En España, PP y PSOE son el perro y el gato, pero en Europa, en Bruselas, donde se decide casi todo (tanto que Putin tiene que mandar allí a su espía Puigdemont) allí son lo mismo. Así tenemos a Moreno Bonilla, que está con los agricultores aquí y con el Pacto Verde allí porque Moreno Bonilla es el popular químicamente puro.


PP y PSOE son antagonistas absolutos en España, donde escenifican la matrimoniada derecha-izquierda, y son amigos en Europa y en otro sitio del que se habla menos: el pospartido político, el día después de los órganos honoríficos, de los Consejos y de los lobbies, organismos cuasimonárquicos porque lubrican el juego institucional. Ahí tenemos, por ejemplo, a Acento, de Pepiño Blanco, empresa que según El Independiente ha trabajado para Marruecos en Bruselas y negocio donde pacen populares, socialistas e hijos como el de González Pons, «representante de Gazprom», putinismo extremo incomprensible en tan demoliberal estirpe que tras aparecer en la prensa desapareció de la conversación.


Así que PP y PSOE son lo mismo en Europa y lo mismo en los lobbies, pero en España hacen el paripé máximo, que diría Ylenia.


El problema es el sistema y/o régimen, no el PP. Pero el PP es la clave de todo. No Sánchez. Y dentro del PP la división de funciones o reparto de roles; tal como sigue.


El centro absoluto es Moreno Bonilla. Ahora mismo grado cero o km. 0. Moreno Bonilla es el régimen hecho ser humano. Es el español del año. Si Dios hiciera de nuevo a Adán con barro y tierra española, saldría Moreno Bonilla.


A un lado están ‘los malos’, que en realidad no lo son tanto. Son lo que tienen que irse al centro activamente, los que pegan demarrajes progres, ingrata labor: González Pons, Sémper o Margallo. Se llevan los palos de la derechona losantizada, terrible y zombi de Colón, pero ellos al menos dicen la verdad, aunque a veces incurran en algún renuncio, como el reciente de Sémper, que habló de «naturalizar» a Bildu y ahora, tras el acto proetarra en Bilbao, tuitea que a Sortu «no le falta un paso» sino «un mundo». Pero ellos dicen la verdad, y el que más Margallo, que se ha reconocido «atlantista y federalista», veintetrentista y tan afín al PSOE en todo que hasta pide la Gran Coalición a la alemana para llevar a la calle lo que está en los pasillos, en inversión de la frase de Súarez (escrita quizás por Ónega senior), «elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es plenamente normal«, que aquí sería hacer descender a categoría política de normal lo que a nivel de Bruselas, aviones, lobbies y moquetas es plenamente normal.


Los Margallos y Semperes y Pons son «los malos» traidores a la derecha, y al otro lado del PP está el sector que se excita y enardece con Ayuso y Cayetana; en realidad una derecha que, en cierto modo, también está a la izquierda porque para hacer el paripé antiwoke y el mohín constitucionalista antifederal, es decir, el mencionado paripé máximo, se nutre del argumentario y la legitimidad intelectual de exizquierdistas, flujo o venero ahora rebrotado con Savater, que tras 50 años de militancia en las izquierdas acaba en el ayusismo. Tan odiseico periplo se explica en su próximo libro, anunciado genialmente por su editorial como el viaje hacia el «constitucionalismo intelectual de derechas», estación término que se diferencia del constitucionalismo de derechas a secas en el intelecto.


¡Traer el intelecto al valle de lágrimas neuronales de la derechona!


La derecha del PP, derecha pichi, derecha madrileña o derecha losanta, estando a la derecha a la vez limita con el centro (virguería) y se nutre de excatalanes, exvascos y exizquierdistas, cosa mágica pues en cada una de esas transiciones personales ¡revive la Transición toda! Y en cada aceptación del intelectual en el seno de la llamada derecha constitucionalista (por ellos ya desde ese instante derecha intelectual constitucionalista), en cada acto de recibimiento se está ejecutando el mecanismo de la Transición, el ciclo sentimental búmer, el mecanismo de fusión suarista por el que los traidores al Movimiento se legitiman, reciben corticoles democráticos con comunistas, socialistas, vascos y catalanes; el abrazo juangenovés de la concordia, concordia, concordia.


En ese flujo de intelectos por el desfiladero-valle (muy estrecho y muy amplio a la vez) del centro es por donde circula la salud del Régimen, en la repetición ritual-sacramental de los abrazos y los consensos; por ahí circula la clorofila setentayochista, lo que queda de ella. En cada retorno pendular del intelectual ¡revive la Transición! ¡El Consenso se hace un poco carne! ¡Con cada exprogre que se ayusiza nace el niño Jesús del Consenso! Natural (en madrileño liberal: naturaca) que esos grandes cacúmenes completen la circunvolución al Espíritu Humano redescubriendo la Constitución (Maximum bodrium).


Estas simpáticas adquisiciones peperiles son como el fichaje de Figo. Fichajes de Figo transitivos que reavivan el Clásico, la rivalidad. Son personas que fueron ungidas del prestigio progresista (el sistema de acreditación y ‘prestigiación’ lo tienen ellos) y un día saltan al otro lado (abierta la vía de acceso del PSOE Bueno) y dan combustible e ideas para el feroz combate ideológico que revive la ficción de que PP y PSOE son otra cosa que socios europeos con los «me gusta la fruta», «fachosfera» o «comunismo o berberechos».


Así está el PP, pues: en el centro centrísimo, Moneno Bonilla, que es el hombre español como quedaría tras haberse tragado las onegadas franquistas, suaristas y peperosociatas. Ahora mismo, un triunfador.


A la izquierda, que es derecha; los malos que en realidad dicen la verdad: Margallo, Pons y Semper, heraldos (ellos sí) sin complejos de la eurocracia sinocursi verdewoke.


Y a la derecha, que es izquierda, donde acaban los centristas y exizquierdistas, camarilla intelectual que mantiene la suprema ficción del PP versus PSOE y que en adelante podríamos llamar y llamaremos (perífrasis oneguista) constitucionalismo intelectual de derechas. Podríamos seguir, pero ya es mucha lata. ¡Perdón!


Sánchez se proclama presidente del Tribunal Supremo y del Constitucional e Intérprete infalible del Código Penal y Gestor del Civil, o sea, Dictador

Federico Jimenez Losantos. libertad digital. 4 Febrero 2024


Una sola frase de Sánchez debería bastar para que hasta los ciegos de conveniencia vean que el huésped de la Moncloa ha decidido convertirse en dictador. De hecho, ya actúa como tal, aunque el estrecho traje del Estado de Derecho no acabe de ajustarse a sus dimensiones despóticas. La frase no sólo "pide mármol", es la fría tumba del sistema constitucional:


"Como todo el mundo sabe, el independentismo catalán no es terrorismo. No lo es. Y, por tanto, con este proyecto de ley, yo estoy convencido, y así al final lo van a concluir los tribunales, que van a estar todos los independentistas catalanes amnistiados, porque no son terroristas".


La premisa del que parte el Sumo Sacerdote del Culto a Sánchez es típicamente comunista y subordina lo legal a lo que "todo el mundo sabe", salvo los jueces, ayunos de esa sabiduría, quizás por recentísima. De hecho, ni siquiera el Jehová del Socialismo del Siglo XXI tenía noticia de novedad tan importante cuando, hasta julio, juraba por Sí Mismo, que nunca jamás habría amnistía, porque era manifiesta y evidentemente anticonstitucional.


"Todo el mundo" es una mentira real y una gran verdad dictatorial. Significa que apartarse de esa creencia equivale a convertirse socialmente en Nadie. Pudo añadir que "la Ciencia lo ha demostrado sin ninguna duda", como ya ha hecho con el cambio climático, el genocidio de palestinos, la entrega del Sáhara a Marruecos o la Ley del Sí es sí, que tendrá una versión agravada con la reconsideración del terrorismo, ya no basada en lo que la ley dice, sino en lo que "todo el mundo sabe"… que conviene a Sánchez.


Será terrorismo lo que diga Sánchez

No "todo el mundo sabe" lo que definen como "terrorismo" la legalidad española y europea, que son inseparables. De hecho, Sánchez pensaba lo contrario que ahora cuando, siendo ya presidente, visitaba en el hospital a los policías malheridos por los terroristas de 2019. Pero digo "pensaba" y debo dejarlo en "decía". Le convenía ayer lo que le perjudica hoy, pero ni ayer ni hoy "pensaba" nada: ajustaba su discurso a su interés. Sánchez, como buen psicópata, disfruta de una total indiferencia semántica. El significado de las palabras es el que, en cada situación, se ajusta a sus deseos, que son los de manipular a los demás en su exclusivo beneficio.


El problema para Sánchez es que, en España, "todo el mundo sabe" lo que es terrorismo. Y sólo una parte de la población, la que está a su lado tras el Muro que ha levantado contra la otra parte y contra España como patria común e indivisible de los españoles, prefiere olvidarlo. Sánchez puede decir que Pumpido borrará la condición de terroristas de sus aliados, y será verdad, porque para eso está Pumpido, el Jefe Técnico del Golpe de Sánchez, pero los terroristas seguirán siendo terroristas porque sus delitos existieron, sus víctimas lo padecieron y él mismo pidió su represión.


Sánchez puede decir que hay un terrorismo humanitario, el catalán, pero nadie creerá que los que asaltaron el Prat y rompieron la cabeza a los policías en "la batalla de Urquinaona" defendían los derechos humanos. Claro que lo creerán los psicópatas golpistas, condición que esta semana han acreditado en las Cortes, respaldados por la complaciente Francina Armengol, todos sus aliados, los pilares de su Poder, su apoyo para impedir la alternancia democrática que votaron los españoles, insultando, en los mismos términos repugnantemente mafiosos y despóticos, a los jueces.


Cándido Golpe-Pumpido, el primo de Zumosol del dictador Sánchez

La calaña del Gobierno Sánchez la retratan perfectamente esos aliados, mezcla de abyección moral y analfabetismo irredento. Sánchez decir que el terrorismo no es terrorismo y que el Golpe de 2017 nunca lo fue, porque ese discurso, la negación esquizofrénica de la realidad, es el del separatismo catalán, que dice que "lo volverá a hacer" pero que nunca hizo nada, o nada delictivo, o sí pero no, qué pasa. Pero la Ley de Amnistía y el borrado absoluto de su realidad delictiva sería incompleto sin el invento del lawfare contra los mismos jueces que condenaron a los golpistas, que son los redactores de la ley, con la colaboración de Pumpido y sus pumpidettes. El presidente del Constitucional es el primo de Zumosol de Pedro Sánchez.


El Preámbulo, exposición de motivos o simple excusa del delito de prevaricación en la Ley de Amnistía lo demuestra, como ya comentamos aquí apenas se hizo pública, en las ocho veces, ocho, en que la Ley asegura sobre sí misma que es constitucional. Nunca jamás ha dicho ni puede decir una ley si es o no es constitucional, salvo que, prevaricando a lo bestia, sea el Tribunal Constitucional, o sea, su presidente, quien la haya redactado. Y, en el fondo, lo que hace el pórtico pumpidiano es lo mismo que Sánchez: identificarse con el discurso delirante del separatismo catalán, que asegura estar perseguido por el Estado español desde hace varios, muchos siglos.


Y eso exonera de cualquier delito a cualquier catalán, siempre que sea separatista. Del terrorismo al latrocinio o la compra de árbitros, porque Sánchez también ha puesto su fiscalía de presa al servicio del FC Barcelona para evitar la persecución judicial del Caso Negreira, el mayor caso de corrupción en la historia del futbol y de todo el deporte español. Nada es casual en Sánchez, a nada le hace ascos, y si tiene que favorecer a Laporta, lo favorece, si tiene que amnistiar a Puigdemont, lo amnistía, si tiene que indultar a Junqueras, lo indulta, y si tiene que soltar a los etarras, los suelta. Basta llamar "apuesta por la convivencia" a la corrupción más descarada de toda la historia política española, que consiste en borrar cualquier delito de los que le ayuden impedir la alternancia democrática y lo hagan presidente.


Sánchez lleva a España por el camino de Cuba y Venezuela

El gesto de ponerse por encima de la Ley y corregir lo que hayan decidido los jueces identifica a Sánchez con dictadores como Fidel Castro, que obligó a repetir el juicio que absolvía a dos aviadores de Batista y a condenarlos en un espectáculo de masas televisado. O al Hugo Chávez del "¡exprópiese!", como si el Gorila Rojo fuera el Tribunal Supremo. Lo era, gracias a los fiscales y jueces expulsados o corrompidos por su dictadura.


Se han cumplido 25 años de la dictadura bolivariana en Venezuela y este año se cumplen 65 de la dictadura castrista en Cuba, una modelo de la otra, ambas comunistas y ambas parte del Cartel de Puebla al que pertenece el gobierno de Sánchez en sus dos facciones: la socialista y la comunista, ambas apadrinadas por Rodríguez Zapatero, embajador de la Narcoesfera y defensor, esta misma semana, del "reconocimiento de la realidad nacional de Cataluña", mientras en Cataluña se niega la realidad nacional de España.


El sanchismo burriciego, encampanado en la plaza

La república plurinacional que, siguiendo a ZP, busca Sánchez, junto a los separatistas y comunistas que le prestan la fuerza que no tiene y a los que él les presta la legitimidad de la que carecen, tiene como gran objetivo acabar con la monarquía parlamentaria, el régimen constitucional y su base, que es la única nación que legal, histórica y políticamente ha existido desde nuestra primera Constitución en 1812, la española. Ese ese el envite. Ese es el mortal desafío. Y la cabeza de ese morlaco burriciego es la de Sánchez. Muchos confían en que el Florito europeo lo devolverá a los corrales. Pero incluso condenado a banderillas negras, la lidia nos corresponde a todos los españoles amigos de la libertad. Enfrente, encampanada, la fiera burriciega. Y por cierto, el presidente de la corrida también es un tal Pedro Sánchez.


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