Recortes de Prensa Martes 12 Marzo 2024


De aval en aval hasta el saqueo final

OKDIARIO. 12 Marzo 2024


Al final queda claro que la trama de empresas próximas al que fuera asesor del ex ministro de Transportes José Luis Ábalos consiguió introducirse en la Administración y en distintos gobiernos autonómicos controlados por el PSOE gracias a que todos y cada uno de los organismos que contrataron dieron el visto bueno al material recibido, fuera cual fuera su estado. La cuestión nuclear para los comisionistas es que todos le dieran su aval, algo que les permitía seguir haciendo negocio. Baleares, Canarias, el Ministerio de Interior y de Transportes, entre otros, dieron su conformidad poniendo el acento en que la mercancía había sido suministrada correctamente en tiempo y forma, todo un espaldarazo a su plan. La empresa para la que intermediaba Koldo García recibió el visto bueno del entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, para optar a su megacontrato de 2.500 millones sólo por los avales que le habían firmado el Gobierno de Francina Armengol, el Ministerio de Transportes de José Luis Ábalos y el Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska.


Los criterios del Ministerio de Sanidad para acreditar la «solvencia» de las empresas participantes eran escuetos, según la documentación del contrato consultada por OKDIARIO. En lo relativo a la «solvencia técnica», uno de los requisitos clave, apenas se exigía a la empresa presentar la «relación de los principales suministros de igual o similar naturaleza realizados en los últimos tres años, incluyendo importe, fechas y el destinatario público o privado de los mismos». He aquí la clave: para ello sería suficiente con aportar los «certificados expedidos o visados por el órgano competente» o, en el caso del sector privado, un certificado o «declaración del empresario». Por entonces, ya se había detectado material defectuoso en las partidas de mascarillas suministradas por la trama ahora investigada, tanto en Transportes como en Baleares y Canarias. Daba igual: se movían como pez en el agua gracias a ese ‘efecto dominó’ consistente en que un organismo los recomendaba ante otros y esos otros hacían lo propio con el siguiente. Conclusión: todos lo sabían, pero todos se amparaban en que venían avalados por otros organismos y departamentos. O sea, toda una trama sin barreras ninguna para moverse a sus anchas.


SE PRODUJO UNA MASIVA SUSTITUCIÓN DE LAS PRUEBAS ORIGINALES

11M: lo lleváis crudo

LUIS DEL PINO. gaceta. 12 Marzo 2024


Siempre me he preguntado qué papel jugó en la caída de Juan Carlos I una frase que le soltó a las víctimas del 11M en el sexto aniversario de la masacre. Aquel 11 de marzo de 2010, el rey Juan Carlos I recibió en el Palacio de la Zarzuela a los representantes de las tres asociaciones que agrupan a víctimas de los atentados de Madrid.


Fue un encuentro largo —casi una hora— y bastante cordial y distendido. Se le notaba al monarca relajado y con ganas de hablar. Comentó a sus interlocutores que toda su familia estaba de viaje y les dejó bien patente que agradecía su compañía en un día como aquel. Las víctimas del 11M aprovecharon la reunión para exponer a don Juan Carlos sus puntos de vista y sus quejas. Los representantes de alguna de las asociaciones expresaron su decepción por la labor de la fiscal del caso, Olga Sánchez; del juez instructor, Juan Del Olmo y, sobre todo, del presidente del tribunal encargado de juzgar los hechos, Javier Gómez Bermúdez.


De este último, comentaron la sorpresa que les supuso su repentina transformación en mitad del juicio: si durante la primera parte del mismo pareció que el juez Gómez Bermúdez estaba verdaderamente interesado en averiguar la verdad de lo sucedido e incluso acorraló con sus preguntas a alguno de los mandos policiales, de repente aquello cambió en la semana anterior a las vacaciones de Semana Santa. A partir de entonces, y sin que nadie entendiera qué había sucedido, todo se volvió un intento por consolidar a toda costa la versión oficial. Me abstendré de decir, por respeto a quienes me contaron la escena, qué fue lo que Juan Carlos I contestó sobre Gómez Bermúdez.


El momento más sorprendente se vivió cuando algunos de los presentes manifestaron sus sospechas de que el 11M hubiera sido un crimen de estado y le dijeron a don Juan Carlos que lo que querían, en definitiva, era conocer toda la verdad acerca de aquellos atentados que continúan sin esclarecerse. En ese momento, el Rey, ni corto ni perezoso, les contestó: «Pues lo lleváis crudo. ¡A mí todavía me ocultan cosas del 23F!».


Cuatro meses después, con la apertura del caso Noos contra Iñaki Urdangarín, se iniciaba la serie de acontecimientos que terminaría forzando la abdicación del rey emérito.


Cuando los representantes de las víctimas del 11M se reunieron con don Juan Carlos, los datos para demostrar la falsedad de la versión oficial, y para poder reabrir el sumario, ya estaban sobre la mesa hacía más de dos años: el 23 de enero de 2008, publiqué en Libertad Digital la entrevista con Carmen Baladía, directora del Instituto Anatómico Forense cuando el 11M y que fue quien se encargó de coordinar las autopsias a las víctimas de la masacre. En esa entrevista, doña Carmen Baladía no pudo ser más clara: «Ni clavos, ni tuercas, ni tornillos; no había metralla entre nuestros 193 muertos». Posteriormente (en octubre de 2011), la Dra. Baladía corroboraría ese testimonio en sede judicial, dentro de la causa abierta a raíz de la denuncia de una asociación de víctimas del 11M contra mandos policiales, por manipulación de pruebas.


Aquellas palabras de Baladía eran una auténtica carga de profundidad contra el sumario y el juicio del 11M. Todas las investigaciones de la masacre derivaban de una única prueba de cargo original: una bolsa bomba supuestamente proveniente de los trenes y que había aparecido (nadie sabe cómo) en la comisaría de policía de Vallecas dieciocho horas después de la masacre. Tirando del hilo de los elementos encontrados en esa bolsa bomba (el explosivo, el teléfono móvil usado como iniciador…) se llegó a todos los supuestos culpables del atentado.


Pero había un problema: esa bolsa bomba encontrada en una comisaría de policía tenía metralla terrorista; quien la confeccionó cometió el error de incluir medio kilo de clavos. Y si en los cuerpos de las víctimas del 11M no había ni rastro de metralla terrorista, quiere decir que las bombas que explotaron en los trenes no podían ser como esa bolsa bomba que alguien colocó en una comisaría de Vallecas.


La declaración de Carmen Baladía sacaba a la luz cuál había sido la grosera manipulación con que se habían iniciado las investigaciones del 11M: en cualquier otro crimen, se analiza el escenario de los hechos para recoger pruebas y llegar hasta los culpables. Incluso cuando hablamos de meros accidentes, lo que marca la ley es preservar las pruebas; así, en el accidente del metro de Valencia, por ejemplo, el tren siniestrado estuvo más de dos años almacenado y a cubierto para que las partes (incluidas las compañías aseguradoras) pudieran peritarlo.


En el 11M, no. Los trenes atacados el 11M fueron comenzados a desguazar veinticuatro horas después de la masacre. Los propios vagones fueron achatarrados, los efectos no reclamados por las víctimas fueron incinerados en el vertedero de Valdemingómez. Ni siquiera fueron adjuntadas al sumario las actas de recogida de muestras. Los escenarios del crimen fueron destruidos por completo; desaparecieron, en total, más de noventa toneladas de material.


Y en paralelo con esa masiva destrucción de las pruebas originales del crimen, alguien colocó aquella famosa bolsa bomba en una comisaría de policía. Si la versión oficial nos dice que en los trenes se usó dinamita no es porque se encontrara dinamita en los trenes, sino porque en la bolsa bomba de Vallecas había dinamita. Si la versión oficial dice que en las bombas de los trenes se empleaban teléfonos móviles como iniciadores, es porque en la bolsa bomba de Vallecas había un teléfono, no porque se hubiera encontrado ningún fragmento de teléfono en los trenes. Y así sucesivamente.


No hace falta ser muy suspicaz para comprender que en el 11M se produjo una masiva sustitución de las pruebas originales (que fueron destruidas con los escenarios del crimen) por una prueba falsa, una prueba colocada (la bolsa bomba de Vallecas), sobre la que luego se construyó todo el sumario.


Y la declaración de Carmen Baladía permitía demostrar esa operación de sustitución de pruebas, al poner de manifiesto el error que cometió quienquiera que fabricara la bolsa bomba de Vallecas en la mañana del 11M: incluir metralla en la bomba, cuando los cuerpos de las víctimas no tenían metralla de origen terrorista.


¿Saben Vds. qué consecuencias tuvo esa declaración de la Dra. Carmen Baladía, reiterada luego en sede judicial? Absolutamente ninguna. Cuando publiqué en 2008 la entrevista a Carmen Baladía, ningún otro medio se hizo eco de aquella información (lo recalco: ninguno); todos los medios estaban muy ocupados en entretener a la opinión pública con el falso y estúpido debate de si había sido ETA o había sido Al-Qaeda. Y cuando la Dra. Baladía reiteró su testimonio en sede judicial, tampoco hubo nadie que reabriera la causa principal: a las víctimas del 11M que habían presentado las denuncias contra mandos policiales por manipulación de pruebas las enredaron y las marearon con el más indecente juego sucio judicial, hasta que terminaron tirando la toalla. La versión oficial de la masacre, basada en una prueba demostrablemente falsa, estaba a salvo.


Tenía razón el rey emérito: nadie iba a permitir que se indagara verdaderamente quién segó la vida a 193 españoles el 11M.


HACE VEINTE AÑOS EL CRIMEN COMENZÓ A GOBERNAR ESPAÑA

11M: dos décadas después

HERMANN TERTSCH. gaeta. 12 Marzo 2024


Hace ya veinte años que nos pusieron una inmensa bomba en las vías por las que España transitaba hacia un futuro que, fuera cual fuera, fuerzas poderosas decidieron abortar. Por eso nos hicieron descarrilar. Para que la nación más antigua de Europa y una de las pocas decisivas en la historia de la Humanidad entrara en una etapa de vertiginosa degradación, perversión y podredumbre interior que permitiera la instrumentalización de nuestra desgracia en servicio de intereses de dichas fuerzas, ajenos y hostiles a la nación española.


Después de aquel 11 de marzo del 2004 que llevó en volandas al poder a quienes jamás lo habrían logrado sin la sangre de 193 muertos y dos mil heridos, España entró en una de las fases más vergonzosas, dañinas e indignas de su larguísima historia que ya estaba cuajada de dramáticos avatares y trágicas vicisitudes. Pero hay que buscar bien en esta turbulenta evolución de siglos de la España moderna para encontrar 20 años seguidos en los que sólo han gobernado por turnos, la vileza y la cobardía, sin ápice de verdad, dignidad y patriotismo.


Sólo los directamente beneficiados por aquella matanza, que son claramente quienes hoy gobiernan España y las fuerzas foráneas que la instigaron, tienen la osadía de pretender que la sentencia de aquel juez Bermúdez que daba carpetazo a los atentados de Atocha, tras haberse destruido sólo en días las pruebas, resolvía el caso definitivamente. Las bombas, los muertos y la España postrada dieron el poder a esta alianza que ya estaba en gestación entre las fuerzas separatistas, terroristas, totalitarias y las fuerzas con mantos ideológicos globalistas y socialdemócratas del «centrismo» rojo y azul, volcados en el control del poder por el bien de intereses propios y foráneos.


No pretendo saber quiénes idearon y ordenaron la ejecución de este atentado contra la Nación Española para cambiar radicalmente su rumbo y destino. Pero sí soy uno de tantos españoles que sabe bien, por experiencia propia, de la obsesión de dichos beneficiarios internos de la tragedia por impedir que se cuestione, investigue y rebata la ridícula visión oficial que se deriva de la sentencia. Las bombas convirtieron España en un gran campo de ensayo en territorio europeo de procesos totalitarios sólo aplicados antes fuera del continente.


Y claro está que nos convertimos en un país aún más entregado a los intereses de las dos grandes potencias europeas, Francia y Alemania, centradas ya en transformar la UE en un megaestado bajo su dirección. También de nuestro vecino del sur, Marruecos. Y por si fuera poco, también sometidos a la cada vez mayor influencia del proceso iberoamericano de secuestro de la izquierda por el crimen organizado. Éste, representado por Hugo Chavez Frías, fue quien protagonizó la primera visita de un jefe de Estado a la España gobernada por Rodríguez Zapatero, jefe de gobierno por la gracia de las bombas. Y fue Hugo Chávez con otros dirigentes criminales del llamado Socialismo del Siglo XXI los que organizaron y financiaron el desembarco de la franquicia chavista para secuestrar, con leninistas españoles a su servicio, aquel movimiento de protesta juvenil del 15M para convertirlo en Podemos y así forzar al PSOE a una radicalización en sus bases que se llevó por delante a todos los dirigentes que pudieran aun albergar un mínimo de sentido de Estado, aquellos que murieron tras el retorno triunfante en primarias del indeseable defraudador que habían expulsado de la secretaria general pero que, insensatos, no expulsaron del partido como delincuente que era tras intentar estafar en las urnas a sus compañeros.


Y así España, como fue vanguardia en el proceso de descomposición de las democracias parlamentarias en los Años Treinta se convirtió en adelantada en el desmantelamiento de los mecanismos de control del gobierno. El devenir no ha podido ser más trágico. Zapatero puso las bases para llevar al Estado hacia la dictadura de la mentira, el Partido Popular le ganó siete años después de las bombas y sólo gracias a la crisis económica unas elecciones. Y no pasó nada. La mediocridad tramposa se instaló a gestionar primero la crisis económica y después la crisis política que su falta de decisión alimentaba sin cesar. Y hubo un golpe. Y un 155. Y los jueces actuaron. Pero después nada. Todo siguió por los carriles políticos e ideológicos que habían impuesto quienes volaron las vías de Atocha. Y el gobierno memo e indolente de un líder tan despreciable como Mariano Rajoy se dejó atropellar por su propia cobardía, España quedó entregada a una izquierda ya plenamente identificada, tanto en Podemos como en el PSOE, con el socialismo del crimen organizado. Así este, desde Iberoamérica, corrompía a comunistas y socialistas españoles con Pedevesa y muchas otras modalidades de maletas Delcy y los convertía en servidumbre. Lograban así los narcocomunistas y todas las redes del blanqueo y tráfico que el Foro de Sao Paulo, después su otra careta del Grupo de Puebla, dieran el salto al Atlántico y establecieran en la Península esa cabeza de playa para la entrada de todo su negocio y todos los mecanismos de influencia política e impunidad criminal en la Unión Europea.


Y ahí estamos ahora. España gobernado por una banda de malhechores íntimamente relacionada con los regímenes más criminales del globo. Unos con Rusia, todos con Venezuela y Cuba, con Bolivia y el Brasil de Lula y la Colombia de Petro y a Zapatero lo tienen para las relaciones con todos, incluidos las relaciones personales privilegiadas con los peores como Maduro y por supuesto con los chinos, cada vez más presentes en Sudamérica y México, allí donde la banda de los Koldos que es la actual izquierda española en el poder, sacia sus instintos más primitivos de codicia.


Olvidada la broma de que las bombas las pusieron los cuatro moritos que se comieron el «marrón»… ¿Quién puso las bombas que secuestraron a España con la evidente intención de destruirla, acelerar y hacer irreversible su división y degradación en unas taifas gobernadas arbitrariamente por criminales? Para que un gobierno central en pacto con estos poderes territoriales pueda perpetuarse al impedirse toda posibilidad de cambio político hacia una recuperación de la nación, de la libertad, de la verdad, de la democracia, de la dignidad?


Beneficiarios evidentes y directos han sido aquellos que, como después hemos sabido, cuando estallan las bombas ya negociaban en secreto esa alianza de PSOE, terroristas vascos y separatistas catalanes, con este concepto hacia la creación de un «régimen progresista» como el que hoy gobierna. Pero sin duda tuvo otros capitalizados del proceso que se institucionaliza a partir de aquellas elecciones. Otros más importantes que las bandas delincuentes que hoy disfrutan con esa artificiosa y perversa mayoría parlamentaria en España. Fuerzas que no querían que España tuviera para el siglo que comenzaba entonces un papel propio, con soberanía y aliados que podían haber desarrollado otros ejes y espacios que no fueran el triste y humillante sino bajo del rodillo franco-alemán en Bruselas y hasta de la prepotencia y procacidad de Rabat.


Veinte años después, nuestra curiosidad sigue en pie. Pero nuestra prioridad tienen que ser ya acabar con los efectos del 11M, con el secuestro de España y su futuro por las fuerzas que llegaron al poder por la matanza y que responden a muchos intereses viles dentro del país y muchos otros foráneos. Llegados a donde estamos, es iluso creer que hay un retorno a la libertad, a la democracia y al imperio de la ley que no sea traumática de alguna forma traumática. Porque las instituciones están en su mayoría secuestradas por criminales prácticamente desde aquella noche electoral tras las bombas y los secuestradores no soltarán al rehén porque es el que les da todo el poder para el abuso sin límites y toda la impunidad para este abuso y el delito.


No hay motivos para el derrotismo ni la resignación. Veinte años después hemos avanzado con la toma de conciencia de muchos los españoles de que estamos de nuevo en una guerra larvada por la independencia, la libertad y nuestros derechos, una guerra que van ganando el enemigo por falta de reacción, presencia de ánimo, por tanta cobardía e indolencia de muchos que juraron defender las leyes y la nación, y no lo han hecho cuando han podido. Pero cada vez son más los españoles que saben que es una contienda que no se puede perder porque es existencial y esencial, de ella depende la continuidad histórica de España. Estamos mejor que hace quince o diez años porque muchos sabemos con quiénes no se puede contar, porque son falsos defensores. Y estamos mejor sobre todo porque hoy sabemos bien lo mal que estamos. Lo presos que estamos. Lo sometidos, maltratados, saqueados y humillados que estamos. Nos jugamos seguir existiendo como españoles y seres libres. Por eso tenemos un deber hacia nuestros descendientes, hacia nuestros antepasados y nuestra historia y hacia nuestro honor de ganarla.


Dos décadas del 11-M: el día que España cambió para siempre

Los peores atentados de la historia de nuestro país trajeron muerte y destrucción, pero también este PSOE enloquecido, revanchista y nefasto para España

Editorial. ESdiario. 12 Marzo 2024


Casi 200 muertos dejaron los atentados del 11-M en Madrid, los peores de la historia de España y de Europa. Unos atentados que cambiaron España para siempre, no sólo por la conmoción y el dolor que causaron sino porque lograron otro objetivo mayor: virar el rumbo político de nuestro país, alterando el resultado de las elecciones y, como consecuencia indirecta, sembrando la semilla de la división.


Este lunes se cumplen 20 años de aquello. Las bombas a pocos días de las elecciones y una mala gestión de la comunicación por parte del Gobierno de José María Aznar, fueron aprovechadas por el PSOE de Zapatero para echar la culpa al Gobierno y desestabilizar al Partido Popular con el ánimo de encender los ánimos de la sociedad, incluso en la jornada de reflexión, y conseguir un vuelco electoral impensable en aquellos momentos.


Aquellas elecciones no debieron celebrarse nunca. La conmoción era enorme en España. Los ciudadanos fueron a las urnas en pleno duelo, en un estado de enorme agitación y nervios, impulsado y amplificado por el PSOE que vio una oportunidad en medio de la tragedia. Lo sensato y lo lógico hubiera sido aplazarlas, dar tiempo a asimilar lo ocurrido para depositar la papeleta con cierta mesura.


El destino quiso además poner al frente del PSOE a José Luis Rodríguez Zapatero. Impulsado por la onda expansiva de las bombas llegó a la Moncloa y con esos mismos pocos escrúpulos comenzó a gobernar, ahondando en la división y rompiendo consensos. Con él comenzó la discordia y el revanchismo que ha caracterizado la política del PSOE. Zapatero comenzó a levantar el muro que hoy sigue construyendo su discípulo aventajado, Pedro Sánchez.


La prueba definitiva es como este 11-M, el actual PSOE sanchista y el actual presidente del Gobierno vuelven a aprovechar el aniversario para dividir, culpar y señalar al PP. No tienen interés en cerrar heridas sino en meter el dedo en la llaga de la división para reabrirlas. Sánchez, el hombre sin escrúpulos tampoco los iba a tener para volver a usar el dolor de entonces, aún presente en la memoria de todos, con una clara finalidad política. El 11-M trajo muerte y destrucción, pero también este PSOE enloquecido, revanchista y nefasto para España.


Martirio español

Hughes. gaceta. 12 Marzo 2024


Parece la descripción de unos movimientos de ajedrez: 20D, 23F, 11M, y quizás lo sean. Pero son los hitos del Régimen, caracterizados por la violencia, el misterio (siendo piadosos) y la absoluta falta de democracia.


La Transición comienza en el Franquismo, no en democracia alguna, pero sobre lo trazado surge un nuevo curso de realidad cuando asesinan a Carrero Blanco. 20 de diciembre de 1973. La Transición se redirecciona y se desarrollará entre actos de terrorismo.


Con el 23-F comienza otra fase. Golpe dentro un golpe, timo o trile en la opereta. El 23-F es el acto de nupcias democráticas entre la prensa, el Rey y los partidos. El Ejército termina de ser el Malo en el relato de la Transición (el Coco) y el Rey se corona de legitimidad. Hubo violencia, rugir de tanques, pero más que violencia, miedo. Iba a ser una monarquía miedocrática.


2004. Justo en el 11-M, el mayor atentado de la historia de Europa, se introduce, nos lo cuenta López Bru, el Tiempo Nuevo. ETA ha estado matando hasta entonces y ahora que le cuesta irán cambiando las cosas. ¡El yihadismo! Traumatizada, España vota, la hacen votar, y lejos de reconstruir el famoso ‘consenso’, cuando al país aun le pitan los oídos por la detonación, los que ganan aceleran para cambiar las cosas.


¿Qué tenemos, por tanto? Que el origen de la Transición, queda marcado por un atentado; que la Transición misma se hace escoltada por ETA (primero amnistiada y luego homologada); que el 23-F se legitima el Rey y se cambia el Ejército (auténtico receptor del golpe), que el 11-M muda la política internacional , abre un cambio ideológico y los Estatutos de segunda generación (en los primeros suena ETA; en la segundos el no-ETA de los trenes). Añadamos que el proceso ‘democrático’ y el censo vasco han sido moldeados por el terrorismo y que en Cataluña se desarrolla un largo golpe institucional que en 2017 acaba en Declaración de Independencia.


O sea, casi todo: la Transición misma, el destino del País Vasco y Cataluña y con ellos toda la política autonómica, el Ejército, la monarquía, la política internacional y el giro de 2004 (que siendo al principio un volantazo de política internacional lo fue más interno y, de resultas de ello, geopolítico a la larga pues debilitaba España). Todo se hizo con terror y miedo.


La ‘democracia’ española es una mentira. Todo se ha hecho con una mezcla de violencia y operaciones teatrales. El 11-M es, junto con los asesinatos de ETA, lo peor de todo. Los herederos de ETA ya deciden gobiernos y sobre el 11-M, ¿qué tenemos? Si salen a la calle a preguntar a los españoles por los nombres o las caras de quienes lo hicieron, comprobarán que ni se sabe. No hace falta ni entrar en los fallos de la versión oficial. Realmente, los malos nunca fueron los malos. O de otro modo: los malos oficiales no recibieron odio, ira, obsesión, venganza… No están en los libros, en las series, en las pesadillas… El atentado se hizo muy pronto abstracto, como una escultura moderna vagamente alusiva.


Todo resurgimiento nacional (y por nacional, democrático) ha de partir de ahí; de lo contrario al olvido o a la neutralización consensuada y oficial de esos episodios (envueltos, si acaso, pasados los años suficientes, de cierta dosis consentida de misterio). La inmensa carga de violencia política e histórica debe asumirse como una herida abierta que acusa y niega lo actual, fruto de engaño y violencia, y señala el martirio español al que rendir el futuro.


EL FUNDAMENTALISMO DEMOCRÁTICO DESDE ETA AL 11M

Lo que vino después del 11-M fue un presidente, Zapatero, definido por Gustavo Bueno precisamente como su paradigma

Javier Bilbao. gaceta. 12 Marzo 2024


Pocas palabras han sido más idolatradas, abusadas, hipertrofiadas, malinterpretadas, manoseadas y enarboladas para ocultar vergüenzas como «democracia». Según podemos leer en el Preámbulo de la Ley de Memoria Democrática, aprobada hace poco más de un año: «La conquista y consolidación de la democracia en España ha sido el logro histórico más significativo de la sociedad española» ¿En serio? ¿La Constitución del 78 es un logro de mayor alcance que la Reconquista, que hizo posible la existencia misma de España?¿Mayor que, pongamos, la batalla de Lepanto, definida por alguien de buen entendimiento como «la más alta ocasión que vieron los siglos»? ¿Mayor que el descubrimiento y conquista de América, que cambió el mundo para siempre? ¡Qué suerte hemos tenido de vivir el acontecimiento más importante de los últimos mil años!


Lo cierto es que esta visión de la democracia como fin de la historia, epicentro de todos los valores y deidad que garantiza nuestra salvación colectiva («vox populi, vox Dei») guarda sintonía con aquella definición de «fundamentalismo democrático» que estableció unos años antes Gustavo Bueno, primero en Panfleto contra la democracia realmente existente y luego en el libro titulado precisamente El fundamentalismo democrático. En ellos se remontaba hasta Aristóteles y su vinculación entre democracia y demagogia, siendo la segunda una corrupción y degeneración de la primera, pero también inherente a ella: «desde la perspectiva del fundamentalismo, una democracia, si realmente existe, no puede ser demagógica porque la demagogia no será una forma degenerada de democracia, sino que es, sencillamente, una parodia suya, es tiranía o aristocracia disfrazada».


Algo semejante a aquellos marxistas que, ante la tesitura de defender el régimen de tal o cual país, terminan argumentando que no es «verdadero» comunismo. Así también es el planteamiento habitual sobre la democracia en nuestros días, al estimarse esta como una idea pura, incorruptible como el brazo de Santa Teresa, siendo en todo caso los individuos que habitan en ella los que se echan a perder. El fundamentalista democrático cree, dice Bueno, que cuando hay alguna dificultad o contradicción en el sistema, la solución es precisamente más democracia, como un médico que recetase a todos sus pacientes el mismo medicamento y, ante aquellos que empeorasen, no encontrara más solución que aumentarles la dosis. De tal forma, «la condición de demócrata parece asegurar al que hace profesión de ella la garantía de persona en principio irreprochable en la vida pública, en todos los problemas políticos o morales de que se trate».


Además, añade otro enfoque que considero particularmente oportuno en el contexto que atravesamos, y es que la democracia necesita, en sus términos, una «capa basal». Es decir, una patria en la que materializarse, sin que tenga sentido plantearla en un terreno puramente especulativo. Así como no puede hablarse de una ciudadanía en abstracto, sino que necesariamente está referida a algún país —de tal forma que, más allá de las ensoñaciones de algunos, uno no puede ser ciudadano del mundo, sino ciudadano español, italiano, etc.— igualmente, la democracia tiene que ser española, italiana o de algún otro país, pues concebirla al margen de los Estados nación es como plantear a la manera de Alicia una sonrisa sin gato.


Pues bien, esa sonrisa sin gato, o democracia sin nación, es lo que hemos estado presenciando estos últimos cuarenta años que, lejos de ser la más alta ocasión que vieron los siglos, han traído adheridos no pocos horrores. La Transición fue moldeándose en el ideario colectivo como un mito fundacional en el que el pueblo español pasó de las tinieblas a la luz, del atraso al progreso, de la dictadura a la democracia. Un planteamiento maniqueo en el que, trazada una estricta línea temporal, todo lo anterior debía ser superado, desmantelado y enterrado —salvo el cadáver del Caudillo, a desenterrar ritualmente cada cierto tiempo— ya se tratase de los pantanos, las empresas públicas, el folclore o la misma idea de España. La banda terrorista ETA, dada su previa hostilidad al régimen, fue a caer del lado bueno a ojos de demasiados españoles y solo tras una enorme cantidad de sacrificios humanos desde finales de los setenta empezó a ponerse en cuestión… El problema es que toda oposición a ella pasó a articularse desde la democracia (la nación española había caído en el lado malo de la línea divisoria, como decíamos). Se creyó que con la cesión del Concierto Económico al País Vasco y del Estatuto de Autonomía, en interminable adquisición de nuevas competencias, se lograría calmar a la bestia pues suponía profundizar en el «autogobierno»: es decir, democracia en abstracto y por lo tanto contraria a la democracia española, como puntualizaba Bueno. No funcionó.


La misma lucha policial en su contra tenía las manos atadas. De esa obsesión por alcanzar criterios de excelencia democrática según no se sabe qué baremos y homologarse a Europa, o siquiera aparentarlo, surgió el GAL como organización secreta y parapolicial, y por tanto limitada en recursos y deslegitimada como respuesta estatal. Recordemos, en comparación con sus 27 víctimas que, por aquellos años, el ejército británico mató a 299 norirlandeses (sin contar más del millar a manos de lealistas protestantes) ¿Fue el Reino Unido una democracia de peor calidad por ello? A nadie le importó si acaso fue así, hay países que no necesitan dar explicaciones. Pero España debía aparentar normalidad aún en una situación de anormalidad, lo que hizo posible algo tan insólito como la existencia de Herri Batasuna desde 1978. Manuel Fraga clamaba como una voz solitaria ya desde 1982 por su ilegalización. Una década más tarde seguía insistiendo en que era un «disparate dejarle armas legales, como concejales y alcaldes, a HB, un grupo que está al servicio del terrorismo», pero el fundamentalismo democrático exigía cerrar los ojos ante esa realidad.


La respuesta pública ante cada atentado, cuando llegó siquiera a articularse, incidía en el carácter antidemocrático de ETA, enfatizando que el problema eran los medios (la violencia) y no los fines (el separatismo): la consecuencia de ello es que tales fines pasan a considerarse admisibles si se logran mediante las urnas. En esa fase estamos ahora. Pues la Ley de Partidos, siendo un considerable paso adelante, estaba atravesada de ese mismo ideario, según podemos leer en su Exposición de Motivos : «La presente Ley, sin embargo, a diferencia de otros ordenamientos, parte de considerar que cualquier proyecto u objetivo se entiende compatible con la Constitución, siempre y cuando no se defienda mediante una actividad que vulnere los principios democráticos». Como destilación lógica de esta doctrina, una vez desaparecida ETA su apéndice político pasaría a ser legal, heredando así ventajosamente el fruto de su actividad (medio siglo de violencia da para modelar cualquier cuerpo electoral). Todo era una cuestión de medios, de formalidad democrática. No deja de ser un corolario acorde al mito de la Transición y su monotema…


Pero aún faltaría algo más, aquella tragedia de la que ahora se cumplen 20 años. Los atentados del 11M, cometidos expresamente tres días antes de una convocatoria electoral, supusieron el mayor vuelco en las urnas de nuestra historia reciente. No deja de ser paradójico en un régimen guiado por el fundamentalismo democrático. De nuevo se quiso aparentar normalidad en una situación de anormalidad: «los terroristas no pueden salirse con la suya», que es el equivalente democrático al «dientes, dientes, eso es lo que les jode» y pese a tamaña masacre no se quiso suspender el proceso electoral, como si de una ofrenda sagrada a los dioses se tratase. Como en el cuento del mercader que huyendo de la muerte a otra ciudad es allí donde termina encontrándosela, terminó todo patas arriba, logrando el efecto contrario. Poco importa quejarse luego de las manifestaciones en el día de reflexión —mera formalidad que en otros países no existe—, lo único razonable hubiera sido posponer la convocatoria un tiempo prudencial hasta saber qué pasó y garantizar la seguridad en aquel momento incierta.


Lo que vino después fue un presidente definido por Gustavo Bueno precisamente como paradigma del fundamentalismo democrático y con él la mal llamada violencia de género paso a convertirse en un «serio obstáculo para el desarrollo de una democracia plena» . Su insufrible retórica fue imitada hasta la extenuación, así que pudimos escuchar a sus ministros hablar de «orgasmos democráticos», vicepresidentas sentir «felicidad democrática», más adelante para Irene Montero el feminismo pasó a ser «el motor de la democracia» y, ya según la actual vicepresidenta Yolanda Díaz, debe haber una «planificación ecológica democrática» así como «democracia en las empresas», hay que apoyar las manifestaciones de mariscadores en Galicia contra la Junta porque «eso también es democracia», la reforma constitucional sobre los discapacitados fue «un logro de la democracia» y la ley de Amnistía no tiene otro propósito, según ella, que «seguir ensanchando la democracia». Pues así es como este último despropósito se va a vender insistentemente y sí, tras su aprobación, se termina acordando un referéndum de autodeterminación catalán se hará, no nos puede caber la menor duda, envuelto en los ropajes de la democracia. Una sin vínculo con la nación española, claro, mera sonrisa sin gato de puro fundamentalismo democrático.


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No olvidar lo inolvidable

CAYETANO GONZÁLEZ. libertad digital. 12 Marzo 2024

Descansen en Paz las 192 víctimas del atentado del 11-M.


Este lunes se ha conmemorado el vigésimo aniversario del mayor atentado terrorista sufrido en España: el del 11-M de 2004, cuando diez mochilas-bomba distribuidas en cuatro trenes de cercanías que se dirigían a la estación madrileña de Atocha, explosionaron casi de forma simultánea, causando 192 muertos y 1840 heridos.


Los españoles, que estábamos ya muy "curtidos" en el dolor y en los momentos trágicos por mor del terrorismo de ETA, sufrimos un gran impacto por este otro atentado terrorista que se cometió a tres días de unas elecciones generales, las del 14 de marzo de 2004, que dieron la victoria al candidato del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, y que evidentemente cambió el rumbo de la historia reciente de España.


En estos días previos a este 20 aniversario, han sido varios los libros que se han publicado, intentando profundizar en lo que pasó; infinitos reportajes en medios de comunicación; algunos ajustes de cuentas con los que gobernaban en aquel momento, fundamentalmente con el expresidente Aznar, al que se ha vuelto a acusar de mentir y no decir en aquel momento la verdad a los españoles. La Fundación FAES que preside Aznar ha contestado este lunes de forma tajante a esta vieja acusación, afirmando entre otras cosas que "nunca, jamás llegó a manos del Gobierno ningún documento oficial que descartase definitivamente la autoría etarra y afirmara sin titubeos la responsabilidad yihadista".


La sentencia del juicio por el 11-M no despejó algunos interrogantes muy relevantes, que a día de hoy no están del todo despejados, si se parte del hecho que un atentado de tal envergadura no pudo ser obra de un grupo de terroristas yihadistas que actuaran por su cuenta. ¿Quién estaba detrás de ese atentado? ¿quién fue su inspirador intelectual? ¿quién lo planificó? ¿por qué se llevó a cabo tres días antes de unas elecciones generales? Las víctimas en primer lugar, y la sociedad en general, tienen el derecho a conocer toda la verdad, no sólo parte de ella, y es evidente que pasados veinte años esa verdad no se conoce del todo.


Siendo lo anterior importante, es perfectamente compatible con que el recuerdo, el homenaje, el tributo debido a las víctimas de aquel horrible atentado, a sus familiares, a los que consiguieron sobrevivir, algunos con secuelas físicas o psíquicas graves, tiene que estar por encima de todo lo demás. Las víctimas, junto con los servicios de emergencia, médicos, sanitarios, bomberos, policía, psicólogos, son los destinatarios de los actos que año tras año se celebran en su memoria.


Duele comprobar que, a diferencia de otros casos, por ejemplo, del atentado del 11-S de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York, las Instituciones públicas, las propias Asociaciones de Víctimas, no sean capaces de celebrar un acto unitario. Aquel 11-M de hace veinte años se sembró un germen de división en la sociedad, en los políticos, incluso en los medios de comunicación, que ha germinado y va a ser muy difícil de superar.


Lo cierto es que el atentado del 11-M cambió la historia reciente de España. De entrada, propició —también por la mala gestión de la crisis de esos días por parte del Gobierno— la llegada de Zapatero a la Moncloa. Con él empezaron muchas cosas de las que ahora están sucediendo en la política española: negoció políticamente con ETA, fracturó a la sociedad con leyes como la de "memoria histórica". Y ha tenido en Pedro Sánchez un continuador mejorado y aumentado de esas políticas. El actual inquilino de la Moncloa ha roto el espíritu constitucional, se ha dedicado a crear frentes, a orillar a media España —la que vota opciones de centro-derecha—, a gobernar apoyándose en los enemigos declarados de nuestra Nación, como son los herederos políticos de ETA o los independentistas catalanes de ERC y de Junts.


Por eso, ante la actual situación política, es muy oportuno recordar, pensando en las víctimas de aquel terrible atentado, lo dicho por una de ellas, que ya ha fallecido: nuestro querido y recordado Gabriel Moris, que perdió a su hijo Juan Pablo aquel 11-M, y que escribió bastantes artículos en Libertad Digital. Decía Gabriel con esa paz, con esa bondad y con esa sabiduría que siempre transmitía que "no hay que olvidar lo inolvidable". Palabras tan justas, que no necesitan ningún comentario adicional. Descansen en Paz las 192 víctimas del atentado del 11-M.


Messi y el efecto rebote de la inmersión en catalán

Rafael del Moral. vozpopuli.12 Marzo 2024


Dos informes, una tendencia y una evidencia denuncian los efectos de la inmersión lingüística en Cataluña. Cuestiones de las que apenas ya se habla.


Los informes

Proceden de la misión de eurodiputados que evaluó el modelo de inmersión, y de PISA.


Dice el primero que recibir la enseñanza en español está consagrado por el artículo 3 de la Constitución, y el sistema educativo debe dar el mismo trato a ambas lenguas. Señalan los eurodiputados casos de intimidación, discursos de odio, acoso desmedido y denuncia la consideración del español como lengua extranjera a pesar de ser la lengua propia de todos los catalanes, para algunos junto al catalán. Todo fueron trabas y feos para evitar que los informadores pudieran justificar con datos de la propia Generalitat el desprecio a la lengua materna en la formación del alumnado.


La lengua catalana, tengámoslo presente, es un asunto menor para los europeos, mucho más interesados, por razones obvias, por el inglés, el español, el alemán y el francés. Europa sabe y valora, por propia experiencia, que los hablantes de catalán no existen, porque disponen de dos lenguas propias, castellano y catalán. Puestos a considerar habría que añadir como oficiales en Europa treinta lenguas más, una decena apoyadas en el italiano, otras tantas en el francés, y alguna más en el alemán, polaco… y hasta en letón…


El informe PISA, en el que Cataluña fue la comunidad de mayor desplome, destaca un descalabro en Matemáticas, Ciencias y Comprensión Lectora, pero han culpado a los extranjeros, incluidos los castellanohablantes, que son los problemáticos, las piedras en los zapatos del sistema. Algo evidente si tenemos en cuenta la facilidad de aprendizaje que proporcionaría el estudio en la lengua conocida por todos. Ningún otro idioma del mundo carente de hablantes monolingües vive una situación parecida.


Y el Govern ha lamentado, estoy seguro, no encargarse del informe PISA e ingeniárselas para que sean positivos, como el manipulador Tezanos con los sondeos demoscópicos de intención de voto para obtener resultados que validen sus malévolas intenciones. Así no quedaría al descubierto el deterioro en la formación de los catalanes que frecuentan la escuela pública, que los de la privada se libran. Ya manipulan las encuestas lingüísticas cuando evitan informar sobre el porcentaje de familias que transmiten el catalán a sus hijos. Yo supongo que saben que cada vez son menos, pero no lo dan a conocer porque no sirve para apoyar su proyecto de inmersión. Y como no pueden poner un vigilante lingüístico en cada uno de los hogares…


La tendencia

Se yergue una rebelión. Un grupo de chavales de un instituto de Gerona, hartos de que una profesora los obligue a dirigirse a ella en catalán, se han rebelado. La revuelta, contada por la docente, se basa en que no es justo que, si nadie habla catalán, ellos deban hacerlo.


Parece ser también que los buenos estudiantes, o buen número de ellos, tal vezhastiados y rebeldes por el bravucón machaqueo, usan cada vez menos el catalán. Por una parte, de eso no dudan, los profesores rezuman nacionalismo para no ser marginados. La consigna es cuestionar el uso de la lengua materna de los escolares si no es el catalán y considerarlos extranjeros si los oyen hablar castellano. Si es árabe o inglés todavía se soporta. Por otra siguen sin saber que las lenguas fluyen ajenas a los poderes políticos y cuanto más se prohíben más se desarrolla el deseo de trasgresión. Los chicos se deleitan hablando en “canalla”, metáfora de castellano, que es la lengua que se usa con soltura entre ellos.


El Govern somete al profesorado a un bombardeo de encuestas para rectificar la manera de inyectar mejor el catalán en las venas de los estudiantes sin que se escape uno, y al mismo tiempo arrinconar a la lengua enemiga, el castellano. Prohibido orinar y hablar español en el patio. Los profesores no se atreven a informar honestamente de lo que perciben, que es la necesidad de libertad y no la tozuda consigna del docente: catalán en la entrada, en clase, en el pasillo, en el comedor, en el patio y en la salida. Lo que pasa después, y todos saben lo que pasa, es incontrolable. Huele que apesta a totalitarismo.


La evidencia

Leo Messi, más de veinte años en Barcelona, ni aprendió catalán, ni se integró en la cultura catalanista porque nadie se atrevió a hacerle cosquillas. Con el poder económico no se meten. Por eso quedan exentas las clases acomodadas. A los escolares del amplio sector público y a sanitarios se les puede machacar para que sirvan de escudo independentista. Y para que quede claro el desatino, resulta que los ricos, la élite, elige sestear en los colegios privados y rechaza el “model d’exit” que cacarea la Generalitat.


Mientras la gente tiene que tragar con el absolutismo del Govern. Los de arriba, como siempre, consiguen deshacerse de las trampas del fanatismo de los gobiernos.


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