Recortes de Prensa Sábado 18 Enero 2025

Un ataque ruso con un misil balístico deja cuatro muertos en Kiev
Carlos Garcés. Noelia Marín. Madrid. 18 Enero 2025

La guerra de Ucrania, pese a que se desarrolla con más crudeza en el este del país y en la región rusa de Kursk, también sigue afectando a la capital ucraniana. Este sábado un ataque ruso con un misil balístico ha provocado un incendio en un edificio residencial de Kiev en el que han muerto cuatro personas. Las fuerzas rusas también han atacado Zaporiyia, en el sur de Ucrania, causando dos heridos


Por su parte, el Ejército y los servicios de inteligencia ucranianos han intensificado la frecuencia y la efectividad de sus ataques aéreos a larga distancia dentro de Rusia contra objetivos militares y de sectores energéticos e industriales que alimentan a las fuerzas armadas del Kremlin, justo antes de la llegada a la Casa Blanca del presidente electo de EEUU, Donald Trump.


Estos bombardeos, en los que Kiev ha empleado tanto armamento de fabricación propia como misiles ATACMS y Storm Shadow de Estados Unidos y el Reino Unido, buscan seguir minando el potencial militar, logístico y de suministro ruso y son también una advertencia de que Ucrania es capaz de hacer daño al enemigo y de llevar la guerra a su territorio pese a la inferioridad numérica que le hace perder territorio a diario en favor de Moscú en el frente.


10:56

Rusia reconoce haber golpeado objetivos en Kiev en represalia por ataques en Belgorov

El Ministerio de Defensa de Rusia reconoció este sábado haber golpeado objetivos de la industria militar ucraniana en Kiev y otros lugares en respuesta por el último ataque ucraniano con misiles de largo alcance estadounidenses ATACMS contra la región rusa de Bélgorod.


Según el parte castrense, en la capital ucraniana fue alcanzada la oficiana de la empresa de diseño Luch, que se ocupa de la producción de misiles Neptune y Oljá.


10:43

Rusia dice que sus fuerzas han capturado dos asentamientos en el este de Ucrania

Las fuerzas rusas tomaron el control de los asentamientos de Petropavlivka y Vremivka en la región oriental ucraniana de Donetsk, dijo el Ministerio de Defensa de Rusia el sábado.También dijo que las fuerzas rusas golpearon las instalaciones militares de Ucrania con armas de alta precisión en respuesta a un ataque ucraniano contra la región rusa de Belgorod sur con misiles ATACMS de fabricación estadounidense.


8:45

Rusia derriba casi 50 drones sobre cinco de sus regiones

Las defensas antiaéreas rusas derribaron la pasada noche casi medio centenar de drones ucranianos sobre cinco regiones del país, informó hoy el Ministerio de Defensa ruso, informa Efe.


Según la nota castrense, 18 drones fueron derribados en la región de Briansk, 11 en Kursk, 7 en Kaluda, vecina de la región de Moscú, cinco en Tula, tres en Bélgorod y otros dos en Vorónezh.


Anteriormente, el gobernador de Smolensk, Vasili Anojin, también informó que cinco drones derribados sobre la región.


8:00

Ucrania destruye 24 drones y dos misiles lanzados por Rusia

El ejército de Ucrania destruyó 24 drones y dos misiles balísticos lanzados por Rusia durante un ataque aéreo nocturno, dijo el sábado la Fuerza Aérea de Kiev, informa Reuters.


Agregó que se habían lanzado un total de 39 drones y cuatro misiles contra varias partes de Ucrania.


Ucrania apuesta por los estímulos financieros y las reformas para encontrar más soldados entre los jóvenes
Rostyslav Averchuk. Efe. Leópolis (Ucrania). 18 Enero 2025

La insistencia de Estados Unidos en que Ucrania debe reducir la edad de movilización de 25 a 18 años es recibida con poco entusiasmo en el país invadido, que apuesta por otras formas de paliar las carencias de infantería y ve el armamento moderno, no la cantidad de efectivos, como la clave para prevalecer sobre un enemigo mayor.


El principal de sus aliados pedirá a Ucrania reducir la edad que sirve de umbral para la movilización obligatoria, sugirió en una entrevista reciente Mike Waltz, futuro asesor de seguridad nacional del presidente electo Donald Trump.


Aunque Ucrania admite la creciente falta de soldados de infantería, reclutar por la fuerza a jóvenes podría resultar profundamente impopular y fracasar a la hora de resolver los problemas subyacentes de la movilización.


Sin una solución simple

"Reducir la edad de reclutamiento es una solución simplista e inefectiva a un problema muy complejo", dijo a Efe Oleksandr Kovalenko, analista militar del Grupo Resistencia Informativa.


Kovalenko argumenta que Ucrania está lejos de haber agotado sus reservas de movilización entre los hombres de entre 25 y 60 años y que todavía hay varios millones disponibles para unirse al Ejército, que cuenta en la actualidad con 880.000 efectivos.


Aunque reclutas más jóvenes podrían fortalecer el Ejército, la clave está en animarlos a unirse voluntariamente haciendo más atractivo el servicio militar, apuntó en declaraciones a Efe Oleksí Mélnik, antiguo asistente del ministro de Defensa.


Aunque Estados Unidos identifica correctamente el problema, plantea la solución equivocada, destacó también Stanislav Aséyev, un escritor ucraniano y exsoldado de infantería.


"Solo podemos salir victoriosos con calidad, motivación y armas. Y no con números: los rusos siempre tendrán más soldados", escribió en X.


Un problema complejo

Lo que Ucrania necesita son más armas para equipar a las unidades militares ya existentes, afirmó recientemente el presidente, Volodímir Zelenski, que se opone a bajar la edad de reclutamiento.


Los constantes retrasos en el suministro de ayuda militar por los aliados y sus dudas a la hora de entregar a Ucrania armamento moderno han degradado la moral de los ucranianos y han erosionado su voluntad de alistarse, escribió el fundador del laboratorio de ideas militar Frontelligence Insight, conocido por su alias "Tatarigami".


Sin embargo, esperar a que llegue suficiente armamento occidental, algo que podría no ocurrir nunca, tampoco es una solución, destacó.


Ucrania ha estado reasignando a miles de soldados de unidades como la Fuerza Aérea a destinos de infantería para poder contener la presión rusa. Según "Tatarigami", con esto se malgastan valiosos especialistas y se socava el esfuerzo para atraer a más reclutas dándoles más control sobre su papel en el Ejército.


El reclutamiento obligatorio también es visto cada vez más como injusto por la población, ya que algunos individuos ricos y bien conectados lo evaden, desmotivando así a muchos otros a alistarse, señaló "Tatarigami".


Estímulos positivos

Hacen falta reformas más profundas para demostrar a los potenciales soldados que su vida es valorada, subrayó.


Esto incluye una reorganización comprensiva del mando militar, mejorar el adiestramiento de nuevos reclutas y proteger mejor sus derechos durante su servicio y en caso de que sean heridos.


Los soldados de infantería deberían recibir grandes ventajas, como periodos limitados de servicio militar y garantías de desmovilización una vez que lo hayan completado, argumentó "Tatarigami".


El Gobierno también está estudiando la introducción de una prima equivalente a 1.200 euros al firmar el contrato y una subida de los salarios, de entre 500 y 3.000 euros, en 250 euros.


La situación puede mejorar

A pesar de las dificultades, Ucrania ha logrado impedir hasta ahora un avance decisivo del enemigo en un larguísimo frente de 1.000 kilómetros, destacó Mélnik.


Los problemas en la movilización no quieren decir que los ucranianos no estén dispuestos a luchar por su independencia, señaló "Tatarigami", que agregó que ningún país en una situación similar podría valerse solo de voluntarios.


El fundador del Frontelligence Insight destacó que, a diferencia de Rusia, Ucrania es una democracia y trata de funcionar dentro de un marco legal, aunque sus leyes no estén bien adaptadas a una situación de guerra y no sean siempre bien implementadas.


La mayoría coincide en que la movilización está justificada y es necesaria, dijo a EFE Antón Grushetski, director del Instituto Internacional de Sociología de Kiev. Que el proceso sea más justo y obtener más ayuda de los aliados alentaría a más ciudadanos a alistarse, afirmó.


De cómo la OTAN está perdiendo la guerra por el relato
Juan Rodríguez Garat. el debate. 18 Enero 2025

Almirante (R)

Mientras esperamos con optimismo, preocupación o mera curiosidad la toma de posesión del presidente Donald Trump —un aliado díscolo en su primer mandato, pero aliado al fin y al cabo— es bueno recordar que la de la OTAN es, objetivamente, una historia de éxitos. En lo militar, la organización puede presumir de que ninguno de sus miembros ha sido invadido por el antiguo bloque soviético. Ni tampoco por la Federación Rusa, que ha heredado casi todas las ínfulas expansionistas de la URSS, aunque haya cambiado la herramienta ideológica con la que justifica sus guerras. Lo que antes era el comunismo internacional ahora es el nacionalismo antiliberal, dos posiciones políticas muy diferentes, pero que coinciden en lo fundamental: el endiosamiento de los líderes. Algo que, por supuesto, a ellos les encanta.


Este éxito de la OTAN, sin paralelo en la historia moderna, se ha alcanzado sin que hiciera falta derramar sangre alguna. La estructura militar de la Alianza ha resultado suficientemente disuasoria para mantener seguras las fronteras orientales, incluso cuando los países del antiguo Pacto de Varsovia y algunos de los de la desaparecida URSS corrieron a refugiarse bajo su paraguas. Algo que desde luego hicieron de buen grado tan pronto como se sintieron en libertad de hacerlo. Y todos ellos siguen siendo miembros de la Alianza, a pesar de que siempre están abiertas las puertas de salida.


Por el contrario, las naciones que estuvieron o todavía están fuera de la cobertura de la Alianza Atlántica han sufrido invasiones masivas de sus propios aliados del Pacto de Varsovia —así le ocurrió a Hungría y Checoslovaquia durante la Guerra Fría—; o de la propia Federación Rusa, primus inter pares en la Unión Soviética, pero que ahora, bajo las riendas de Vladimir Putin, anhela convertirse en la señora de un renovado imperio. Entre sus posibles súbditos, Georgia parece plegarse a las presiones del Kremlin después de haber sufrido las iras de Moscú en 2008.


Ucrania, por su parte, está en guerra no declarada con la Federación desde que, en el ya lejano 2014, rechazó las presiones de Putin contra un acuerdo comercial negociado con la UE. Nada tuvo que ver en ello la OTAN, que Kiev solo empezó a ver como tabla de salvación después de la invasión de Crimea y el comienzo de la guerra del Donbás. Entre los antiguos socios europeos de Moscú, únicamente Bielorrusia parece a salvo. A cambio, por supuesto, de renunciar a buena parte de su soberanía y de negar a su pueblo la libertad que tienen el resto de los ciudadanos europeos para decidir su destino.


En lo político, y a pesar de los lugares comunes que llegan de todas direcciones sobre el predominio de Washington —verdadero primus inter pares por su potencia económica y militar— en la Alianza se mantiene escrupulosamente el requisito de la unanimidad. Un requisito muy exigente, que paralizó la respuesta aliada a la invasión rusa de Georgia —no todos los miembros de la OTAN estaban de acuerdo en la valoración de lo que allí ocurría— y que limita las acciones colectivas de apoyo a Ucrania a aquello que pueden aprobar líderes tan diferentes como Joe Biden —Trump a partir del día 20 de enero—, Macron, Orbán o Erdogan.


Aunque Moscú se esfuerce por sugerir lo contrario, la OTAN es una alianza de naciones libres. Eso no significa que no existan presiones políticas sobre los gobiernos de los países miembros, pero es obvio que no fueron suficientes para que la organización apoyara a los EE. UU. en la invasión de Panamá por el presidente Bush (padre) o en la de Irak por su hijo. Ambos, por cierto, republicanos como Trump. Pero no nos distraigamos: a fecha de hoy, son bastantes los líderes europeos que mantienen posturas abiertamente contrarias a la norteamericana en Oriente Medio. ¿Se imagina alguien al bielorruso Lukashenko cuestionando cualquier decisión política de Vladimir Putin?


La Alianza ha sido, además, una herramienta para la paz. En sus 75 años de existencia, y a pesar de que desde su incruenta victoria en la Guerra Fría gozó de una clara superioridad militar sobre cualquiera de sus rivales, la OTAN no ha invadido ningún país. Solo en una ocasión —los bombardeos de Kosovo— actuó fuera de la menguante autoridad de la ONU. ¿Un error político? Es probable porque, por frustrante que el derecho internacional pueda llegar a ser, debe respetarse. Pero, equivocada o no, nunca se trató de una campaña de conquista como la de Putin en Ucrania.


La guerra por el relato

A pesar de que la historia le da la razón, la OTAN se ha visto muchas veces desbordada en la guerra por el relato, quizá porque las alianzas no pueden permitirse las veleidades informativas que, desde que Maquiavelo escribió El Príncipe, caracterizan a los gobiernos de todos los colores. Durante la Guerra Fría, eran los agentes del comunismo quienes se esforzaban por presentar a la OTAN como agresiva. ¿Tan agresiva que su mera existencia obligaba al pacífico Pacto de Varsovia a invadir a sus propios miembros? Pues eso se defendía entonces con la mayor desfachatez por pretendidos intelectuales de la izquierda europea al servicio del Partido Comunista de la URSS. Y así sigue ocurriendo tres décadas después del final de la Guerra Fría, aunque ya no sea solo la extrema izquierda la que falsea los hechos.


Veamos: ¿quién tiene la culpa de que Rusia invada a Ucrania si no la OTAN? Muchos de los que fueron agentes del comunismo internacional, por razones que no son demasiado difíciles de explicar —y que van desde el patriotismo hasta el sueldo—, ahora son fieles a un Putin que cruza las fronteras que Rusia se comprometió a garantizar con los mismos pretextos que usó Stalin en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial para invadir Finlandia y Polonia. En el primer caso, se trataba de garantizar la seguridad de San Petersburgo, demasiado cerca de la frontera finlandesa —no existía entonces la OTAN y la causa no puede ser posterior al efecto, pero ya se sabe cómo se las gastaban los feroces fineses— para los gustos del pacífico Stalin. En el caso de Polonia, el líder comunista no atravesó las fronteras de su vecino para repartirse su territorio con la Alemania nazi, como pudieran pensar los rusófobos de entonces y de ahora, sino para garantizar la seguridad de la población de etnia soviética —ironías del destino, en su mayoría de origen ucraniano— que vivía allí.


¿Nada ha cambiado en Rusia desde los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial? Sí, pero solo los colores de las banderas. Mientras el comunismo ruso buscaba la antinatural alianza con Hitler para apoderarse de —o liberar— parte de Polonia, el heredero de Stalin encuentra hoy en los grupos neonazis de todo el mundo el apoyo que necesita para… ¿desnazificar Ucrania? Por si todo eso no fuera suficientemente contradictorio, el ex espía de la KGB, antes ateo, se atreve a predicar la guerra santa contra los desfiles del orgullo gay —quizá la más extraña manifestación del nazismo moderno— de la mano de los ayatolás iraníes y de un Kim Jong-un que no reconoce más Dios que a sí mismo.


La OTAN en la era de la posverdad

Vivimos en el mundo de la posverdad. Por eso, nada tiene de extraño que, en esa guerra por el relato que la OTAN va perdiendo, sean legión los que acusan a la Alianza de provocar a Rusia con su expansión hacia el este. Obviamente, quienes así lo hacen confunden torticeramente la naturaleza del movimiento. Son los antiguos aliados de Rusia los que, como hacían los ciudadanos alemanes que querían atravesar el telón de acero, huyen hacia el oeste, a veces bajo el fuego cruzado de las ametralladoras. Y a la vista está que hacen bien en buscar la seguridad que solo la Alianza puede darles. Sauli Niinistö, hasta hace poco presidente de la neutral Finlandia, explicó mejor que nadie todo este proceso cuando se dirigió a los líderes rusos —que se quejaban de su decisión, ampliamente respaldada por su pueblo, de solicitar la entrada en la OTAN— para decirles: «Ustedes han provocado esto, mírense en el espejo.»


Mirémonos también nosotros en el espejo. Es obvio que todas las naciones, incluidas Rusia y Ucrania, tienen derecho a vivir seguras dentro de sus fronteras y a tomar decisiones soberanas sobre su asociación económica o política con otros Estados. Para armonizar ambos derechos —nadie quiere ver ojivas nucleares desplegadas en las fronteras de su país— la OTAN y Rusia llegaron a un acuerdo en 1997, que llamaron Acta Fundacional. El documento, que venía a superar la condición de adversarios de la Guerra Fría, incluía cláusulas políticas y militares.


Entre las primeras, «el compromiso de respetar la soberanía, independencia e integridad territorial de todos los Estados y su derecho a escoger la forma de garantizar su propia seguridad». Entre las últimas, la Alianza reiteraba que «no tenía intenciones, planes ni razones para desplegar armas nucleares en el territorio de los nuevos miembros». Era un buen acuerdo para todos y, al contrario que el mítico acuerdo verbal al que los voceros de Moscú hacen referencia de cuando en cuando, existe y está firmado por el presidente Boris Yeltsin. La OTAN, por cierto, lo cumplió escrupulosamente hasta que Putin se apoderó de Crimea en 2014.


El futuro de la Alianza Atlántica

El futuro de la Alianza Atlántica tras la llegada de Trump —y, más allá, a medida que el pueblo norteamericano se deja seducir o rechaza la tentación aislacionista— no se decide solo en Europa. Pero también se juega en nuestro continente donde —quién lo habría dicho hace tres años— la presencia militar de los EE. UU. sigue siendo insustituible.


Los lectores más jóvenes quizá recuerden lo que le decía a Spiderman su legendario tío adoptivo: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad». En Europa, la poderosa OTAN debe actuar responsablemente, y no sirve de excusa que Putin no lo haga. Personalmente, creo que, hoy por hoy, nada puede reprocharse a la Alianza en ese sentido. La OTAN no solo no ha provocado la guerra de Ucrania, sino que ha evitado las de Letonia, Estonia, Lituania y quién sabe cuántas más.


Pero dejemos ahora el complicado presente para mirar hacia el futuro. Imagine el lector que, una vez terminada la guerra de Ucrania, es el pueblo bielorruso el que consigue deshacerse de su dictador. Tiene tanto derecho a hacerlo como el pueblo venezolano a destituir a Maduro. Pero los caprichos de la geografía le han deparado un vecino poderoso, convencido de su derecho a dominar en su zona del mundo, aunque sea por la fuerza. Un vecino dispuesto a cruzar su frontera para salvar la dictadura de Lukashenko, como en España defendieron el absolutismo monárquico los Cien Mil Hijos de San Luis.


Si eso ocurre —y es raro el pueblo que renuncia permanentemente a su libertad— ¿tienen derecho los bielorrusos a pedir ayuda a la Alianza? ¿Deberíamos nosotros decirles que no, admitiendo tácitamente que todos los pueblos son iguales, pero ¡mala suerte! unos son más iguales que otros? Volvamos al pasado. ¿Deberíamos haber cerrado la puerta a quienes cruzaban el telón de acero bajo el fuego de las ametralladoras para evitar ofender a los amos rusos? Puede. Pero, si esa va a ser nuestra política, ¿cuáles son los valores que defendemos?


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Sánchez, una marioneta en manos de Puigdemont
OKDIARIO. 18 Enero 2025

La decisión de Carles Puigdemont de suspender cualquier relación con el PSOE supone, de facto, la parálisis completa de la acción legislativa del Gobierno o, lo que es lo mismo, la imposibilidad misma de seguir gobernando, que es algo completamente distinto a seguir en el poder. La próxima semana Junts tendrá ocasión de demostrar en el Congreso de los Diputados que su amenaza va en serio, echando por tierra varias de las medidas del Gobierno, para dejar claro que Pedro Sánchez es una marioneta en manos de Puigdemont. Será sólo el principio, porque la aprobación de los Presupuestos Generales es, hoy por hoy, una quimera. De manera que cabe decir que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno sin poder gobernar, una situación sin precedentes en la democracia española que aboca a España a una parálisis permanente. Si Sánchez tuviera un ápice de sentido de Estado y una mínima dosis de responsabilidad política la salida más lógica sería disolver el Parlamento y convocar elecciones, pero el presidente del Gobierno se mueve por una obsesiva apetencia por el poder que se traduce en que preferirá seguir en La Moncloa antes que desbloquear una situación de efectos nocivos para el interés general.


Sánchez, pues, tiene en sus manos acabar con esta situación. Es lo que haría cualquier presidente de un Gobierno democrático. Sin embargo, no nos engañemos, Sánchez es otra cosa: su objetivo es la ocupación del poder, entre otras cosas porque su permanencia en el mismo le permite seguir maniobrando para tratar de blindarse ante los casos de corrupción que afectan a su familia y a su partido. Puigdemont tiene sometido al presidente del Gobierno, pero Pedro Sánchez prefiere seguir de este modo antes que convocar elecciones. Su interés no coincide con los intereses de España y de los españoles. Es más, España no le importa nada. Sólo le preocupa lo suyo: seguir enrocado en La Moncloa a toda costa.


Baleares

Hablamos Español denuncia a la Fiscalía el acoso a comerciantes de Mallorca por no usar el catalán
Para la entidad el señalamiento puede ser constitutivo de un delito de acoso y odio
Indalecio Ribelles. okdiario. 18 Enero 2025

La entidad Hablamos Español ha denuncia en la Fiscalía de Palma la campaña de acoso a comerciantes de Mallorca por no usar el catalán. Establecimientos de la isla han amanecido últimamente señalados con carteles de una organización separatista en sus escaparates y en sus entradas por no usar el catalán.


«Esto está produciendo desasosiego incluso temor entre los comerciantes. El acoso se ha extendido también a las redes sociales de los comerciantes, que se han desahogado, pero que han tenido que retirar después sus quejas en internet por la presión, también aquí, del colectivo hispanófobo», apuntan en un comunicado.


En concreto, se trata del grupo independentista Nosaltres Sols!, que ha llevado a cabo una campaña de acoso y señalamiento contra comercios de Mallorca por usar el español en el establecimiento. El colectivo separatista, nacido en el año 2019 para luchar por la «liberación de la nación catalana», ha colocado adhesivos en los escaparates de tiendas de los municipios de Inca y Lloseta que llevan la frase «este local no respeta el catalán».


Para Hablamos Español los hechos denunciados «pueden ser constitutivos de un delito de acoso y de un delito de odio, contemplados en los artículos 172 y 510 del Código Penal».


Por ello, ha solicitado a la Fiscalía que se tenga por interpuesta denuncia, se proceda por el Ministerio Fiscal a «incoar diligencias informativas al objeto de acreditar los hechos denunciados y al objeto de que se proceda a investigar su comisión y tras identificar a los autores se proceda contra ellos».


Sobre este particular, la entidad apunta que en una comunidad autónoma, que al igual que catalana, la gallega y en menor medida la valenciana, se excluye el español del ámbito oficial, «este tipo de organizaciones y otras de guante blanco y subvencionadas abogan y maniobran para excluir nuestra lengua común, también del ámbito privado. Esto es inadmisible y en el caso de los hechos denunciados, también podría ser delictivo».


El grupo separatista ha reivindicado la autoría de los hechos a través de sus redes sociales. Argumenta su derecho «a no ser ciudadanos de segunda» y reclama que «se reconozca el catalán como lengua plena» en Baleares.


Varios comerciantes señalados por esta campaña en contra del español ya han presentado denuncias ante la Guardia Civil y están considerando unirse para emprender acciones legales conjuntas contra estos actos de intimidación y señalamiento.


Vox Baleares esta semana también censuraba a través de un comunicado los «graves actos de intolerancia lingüística» ocurridos en varios municipios de la comarca del Raiguer de Mallorca.


La formación liderada por Santiago Abascal ha denunciado y mostrado su «total repulsa» ante la aparición de adhesivos colocados en los escaparates de diversos comercios de Inca y Lloseta.


Según Vox, estos adhesivos señalan a los establecimientos por al parecer utilizar la lengua española, «imitando las técnicas de boicot empleadas por el régimen nazi contra comercios judíos en 1933».


La carta de un director de instituto a las familias para que voten valenciano y no castellano para evitar «conflictividad»
Hablamos Español denuncia la falta de «neutralidad» tras recibir múltiples quejas de profesores y padres por la presión creciente en centros educativos
José Luis Fernández. ALICANTE. ABC. 18 Enero 2025

La presión que sienten muchas familiascastellanohablantes ante el inminente referéndum lingüístico en las aulas para que no voten por el idioma materno para la enseñanza de sus hijos se ha extendido a algunos profesores. Unos y otros están recibiendo consignas incluso desde las direcciones de sus centros con argumentos tan peregrinos como una alerta de «conflictividad», que casi roza la coacción.


Esas hipotéticas tensiones futuras podrían venir -según este responsable de un instituto de Paiporta, en la provincia de Valencia- por contar con dos líneas, una en cada idioma, un sistema que ya existió antes de la Ley de Plurilingüismo que impuso la inmersión lingüística en catalán, inspirada en la vigente al norte del Ebro.


La controvertida carta enviada por el director, a la que ha tenido acceso ABC, enumera una serie de razones para persuadir a los progenitores de cuál es el mejorporvenir para los alumnos.


«Nos dirigimos a vosotros para tratar una cuestión sobre una decisión importante que afecta a la educación de nuestros hijos e hijas: la elección del porcentaje del idioma de estudios. En este sentido, queremos animaros a considerar la opción del valenciano. ¿Por qué elegir esta opción?», empieza la comunicación.


En el número 1 de esta relación motivada, se diría que se trata de una competición deportiva, se supone que a cuenta de un idioma minorizado por otro: «1. Aspiramos a una igualdad: elegir valenciano no supone una pérdida en otras lenguas, supone aspirar al empate en el uso de la lengua».


En segundo lugar viene el argumento más radical, tal como apuntan desde la asociación Hablamos Español, por presentarse casi como una coacción. «Por la experiencia en la separación por grupos lingüísticos: la separación por líneas de valenciano y castellano originó, en el pasado -y lo sabemos por experiencia propia- la creación de grupos en los que se concentra la conflictividad», sostiene el director.


A continuación, pone sobre la mesa la «identidad cultural», un factor que nadie cuestiona, pero que se puede enseñar dentro de la asignatura de lengua. «El valenciano es una parte fundamental de nuestra cultura y patrimonio (las Fallas, por ejemplo). Estudiar en valenciano ayuda a nuestros hijos a conectar con la localidad y a entender mejor la historia y las tradiciones de nuestra tierra», describe.


El cuarto punto tira de una de las razones de peso que más han calado en muchos hogares a la hora de renunciar al rendimiento de los alumnos -por el criterio pedagógico de no poder expresarse y examinarse en la lengua materna- en aras de tener más futuro el día de mañana para trabajar. «Oportunidades laborales. En un mercado laboral cada vez más competitivo, dominar el valenciano puede abrir puertas a nuevas oportunidades profesionales estables. La diversidad lingüística es un valor añadido en un mundo globalizado», se afirma en esta misiva, una alusión velada al requisito del título del valenciano para ser funcionario que, por cierto, ha quedado desmontado con la expedición de certificados al terminar la escolarización (el C1 con un siete de nota).


Así se lo intentó hacer ver sin éxito a este director la presidenta de Hablamos Español, Gloria Lago, quien le afeó no mantener la «neutralidad ideológica debida de un funcionario» ante esta consulta para cada cual elija según sus preferencias. «Me dijo que él no obliga, que sólo recomienda, pero no se les puede decir a las familias que hay conflictividad, ¿qué conflictividad?, les está sugiriendo a los padres que si eligen español, puede haber dos grupos y puede generar conflicto», ha relatado Lago.


Acerca de mantener esa postura neutral, fuentes autonómicas consultadas corroboran la tesis de esta asociación. «Los directores de los centros son representantes de la Administración y no deben posicionarse ante esta cuestión», han indicado a ABC fuentes de la Conselleria de Educación, Cultura, Universidades y Empleo, departamento en el que no tienen «conocimiento de ese comunicado». Se trata del IES Andreu Alfaro, aunque desde Hablamos Español aseguran que hay situaciones de presión similares en otros centros de la Comunidad Valenciana. «Profesores nos cuentan que les dicen desde las direcciones que aconsejen elegir valenciano», aseguran.


«La consulta de la lengua base es para que las familias elijan con libertad, sin imposiciones. El objetivo de la Conselleria es realizar la planificación del próximo curso de acuerdo a la voluntad de las familias», se han comprometido desde el gabinete del responsable autonómico José Antonio Rovira.


En la citada carta, se esgrime un último razonamiento más idiomático o pedagógico: «Alumnado bilingüe. Si el objetivo es crear estudiantes bilingües hay que reforzar la lengua con la cual tienen menos contacto [los alumnos]». Otras plataformas de defensa de la libertad de elección, como Idiomas y Educación, han objetado a esta teoría de la discriminación positiva y del plurilingüismo que algunos planes inglés-castellano han fracasado en otras autonomías -como Madrid- y se han abandonado para preservar el aprendizaje en la lengua materna, tal como recomienda, por ejemplo, la UNESCO.


Finalmente, el director de este instituto de Paiporta vincula una mejor enseñanza con el idioma que propugna. «En el IES Andreu Alfaro estamos comprometidos con una educación de calidad, pública y en valenciano, con un ambiente de aprendizaje e inclusivo», afirma, lo que puede hacer pensar que todas esas virtudes no se cumplen con la docencia en castellano.


«Os animamos a reflexionar sobre los beneficios que puede aportar la educación en valenciano a vuestros hijos e hijas. Estamos a vuestra disposición para resolver cualquier duda y para hablar sobre esta opción educativa», apostilla.


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